Archivo descargable - Colegio San Pedro Claver

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Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
gías del Patrimonio
Patrimonio Cultural de Santander - Patrimonio Cultural de Floridablanca
Orgullo de Santander para Colombia
Notas con armonía N° 370
Boletín institucional de la Fundación Armonía con información cultural y de interés general
Bucaramanga, Santander, Colombia
12 años (2003-2015)
XXV Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
Intérpretes seleccionados en la audición del pasado 23 de mayo
¡Felicitaciones!
Grupos de niños (25)
Alejandra Duarte Estévez
Banda Mochila Cantora
Banda Sinfónica Instituto Eloy Valenzuela
Coro Juvenil La Cuerda
Ensamble de Maderas Mochila Cantora
Ensamble Sinfónico Colegio San Pedro Claver
Grupo Atrapasueños Mochila Cantora
Grupo Vocal Mochila Cantora
Juan José Rey Rojas
Laura Gabriela Castro Martínez
Luis Arley Martínez y Dubán Daniel Daza
Miguel Ángel Castro González
Natalia Jimena Uribe Fuentes
Banda de Vientos Jorge Ardila Duarte
Banda Sinfónica de Sabana de Torres
Coro Infantil Coloreando
Ensamble Cantar Libre Tocata
Ensamble de Percusión Mochila Cantora
Gimnasio Cantillana
Grupo Folclórico Colegio de La Presentación
Helen Sarhay Villegas Ariza
Juanita Knepper Cadena
Lucas Aponte Gaitán
María Alejandra Mantilla Díaz
Miguel Ángel Pérez Rendón-Gerson Robles Peña
Grupos de adultos (26)
Agrupación Folclórica Yenyeré
Ayer y Hoy Parrandero
Concordancia
Diáspora Bantú
Dueto Andaluza
Ensamble de Guitarras UIS
Fernando Gómez (Jazztander) Ecamus
Grupo de Cuerdas UPB
Los Villamizar
Majembra
Paula Margarita Restrepo
Práctica Coral Escuela de Artes-Música UIS
Tierrandina
Andry Yesenia Estupiñán Aparicio
Chino Luis
Coro Polifónico UPB
Dos por Delante y Dos por Detrás
Dueto López y López
Ensamble Gremao
Grupo Canto Inédito
Juan Nicolás Márquez Pinzón
Lucy Andrea Villamizar Rivera
María Cristina Plata
Penca ´e Fique
Tambores Chambacú
Trío Chiguhacá
Agradecimiento muy especial
A los grupos que no alcanzaron a clasificar, les comentamos que la mayoría alcanzó el puntaje
mínimo requerido, pero no tenemos el espacio físico para invitarlos, de manera que de una parte
les agradecemos su participación y de otra los invitamos a que sigan trabajando por nuestra
música nacional. Los esperamos en el XXVI: muchas gracias.
Carrera 19 N° 31-65 Piso 2 Salón 28 Teléfono 6331497 Celular 3175102019 [email protected] www.fundacionarmonia.org
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Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
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Santander con nómina de lujo en el 41° Mono Núñez
Esta es la delegación de Santander que participará de diferentes maneras este año a partir del próximo jueves 4 de junio:
En concurso
Silvia Viviana Bautista Cáceres
Invitados
Septófono
El Barbero del Socorro
Idanis Paola Rueda
200 de Cilantro
María Cristina Plata
Hermanos Quintero
¡Les deseamos muchos éxitos!
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Recordar es vivir
Estos fueron los participantes en las tres primeras ediciones del Festivalito Ruitoqueño
I Festivalito 1991
Trío Instrumental Infantil
Silvia Juliana Rey
Germán Guevara – El Jilguero
Catalina Ruiz
Trío Gastralgia
Marila y Leonor
Trío Alma Nacional
Marila Sanmiguel
Ernesto Pérez
Sol Núñez de Rosales
Trío Circunstancial
Pedro Oñate y sus muchachos
Gabriel y Hernando...y Gabriel
Gabriel y Viviana
Iván Hurtado y el Trío “Búsquenlos”
Ernesto y Mercedes
Tuna Los Tunos
II Festivalito 1992
Dueto Germán y Gustavo
Dueto Mame
Trío Imprevisto
Pedro Oñate… y sus muchachos
Leonor y Marila...sin Leonor
Catalina Ruiz
Parte de La Tuna
Los Primos
Las Blancas
Los Cuñados
Los Gordotes
Los Estrolines y Las Guasamayetas
Trío Terruño
Luis Carlos y Fabiola
La Cocha de Pedro
Trío Prestado
Darío Instrumental
III Festivalito 1993
Grupo Tucán
Grupo Sí, Mija
Martha Cecilia Higuera
Eduardo Vargas-El Llanerito
Ruiseñores de Conucos
Gustavo Mendoza
Olga Bonilla
Grupo Sorpresa Andina
Los Macumberos
Trío Terruño
Grupo Picatas
Paulina y Gerardo
Néstor y Mechas
Grupo Emú
Los Estrolines y Las Guasamayetas
María Luisa de Mendoza
Dueto Santander
Los Cuñados
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PRIMER ENCUENTRO NACIONAL DE FESTIVALES MUSICALES
Muy contentos con los logros de los Talleres de Fortalecimiento de Festivales FESTIBLÁ realizados en los departamentos de Caldas, Huila, Risaralda,
Antioquia, Cesar, Meta, Nariño, Cundinamarca y Santander, desarrollados en el año 2014 por el componente de Música del Ministerio de Cultura, la
Red FESTIANDINA y la Fundación Casa de la Cultura de Sevilla, con el propósito de continuar el proceso de fortalecimiento y articulación de los
festivales musicales en Colombia, invita a las organizaciones y gestores culturales de festivales musicales participantes de los Talleres FESTIBLÁ al
I Encuentro Nacional de Festivales Musicales FESTIBLÁ COLOMBIA 2015 que se realizará en el municipio de Sevilla, Valle del Cauca del 18 al 20
de junio.
Este encuentro busca abrir un espacio para continuar la formación, el intercambio de experiencias y la generación de articulaciones desde las
perspectivas de producción, gestión, circulación artística, encadenamientos productivos y generación de políticas culturales para el sector y la
asociatividad entre los festivales musicales de 10 departamentos.
Curiosidades de la Música
Tomado de internet
-Investigaciones recientes demuestran que los alumnos y alumnas que estudian música obtienen mejores resultados en asignaturas como lenguaje
y matemáticas que el resto del alumnado.
-Parece ser que las vacas dan más leche y ciertas plantas tienen mejor desarrollo cuando se les pone música de Mozart.
-La llamada AMUSIA es una disfunción cerebral consistente en la ausencia total de oído musical. Las personas afectadas son incapaces de
distinguir una canción de otra o de reconocer una determinada melodía.
-Las cuerdas de Nylon recién aparecen en 1946, para reemplazar a las cuerdas de tripa.
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Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
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XV Festivalito Ruitoqueño
de música colombiana
3 al 16 de agosto de 2015
En la programación del certamen incluimos un taller sobre un tema que será de mucha utilidad en una región como la nuestra en la que las
manifestaciones corales y vocales si bien han alcanzado niveles muy importantes, requieren de soportes técnicos que las desarrollen mucho más.
Por eso invitamos a una experta en el tema.
Diana Rocío Acosta Arias
Soprano Lírica-Licenciada en música
Taller de técnica vocal
Nació en Ibagué, cursó estudios en el conservatorio del Tolima donde se gradúo como músico y Licenciada en música.
Realizó estudios de piano con los maestros Néstor Guarín y Beate May. En Bogotá inició sus estudios de canto con la maestra Carmiña Gallo,
complementándolos con los maestros Leonel Villa y Manuel Contreras.
Ha tomado cursos magistrales de canto con los maestros Ramón Calzadilla de Cuba y Enrique Patrón de Rueda, de México.
Formo parte de los coros Santa Fe de Bogotá y Filarmónico de Bogotá, con la dirección de la maestra Carmiña Gallo. Actúo como solista de la
Orquesta Sinfónica del Tolima
bajo la dirección del Maestro Blas Emilio Atehortua, en el estreno de su obra CRISTOFORO COLOMBO en el Teatro Colon de Bogotá , Solista y
Vedette de la Revista Musical LAS LEANDRAS con las Orquestas Sinfónica Nacional y Filarmónica de Bogotá bajo la dirección de los maestros
Jaime Manzur y Manuel de Sabatinni. Solista de las Zarzuelas LA DEL SOTO DEL PARRAL Y LOS GAVILANES con la Orquesta Filarmónica de
Bogotá y la dirección del maestro Jaime Manzur. Ha actuado como invitada en la temporada de Zarzuela de la compañía Pro lírica de Antioquía bajo
la dirección del maestro Dionisio Riol.
Hace su debut con la Opera de Colombia en LA TRAVIATA de Giuseppe Verdi como Flora Bervoix, en el Teatro Colon de Bogotá bajo la dirección
musical del Maestro David Levi. Solista en la Opera ELIXIR DE AMOR de Gaetano Donizetti en el papel de la Geanetta, en el Teatro Jorge Eliecer
Gaitán de Bogotá bajo la Dirección de los maestros
Carmiña Gallo y Francisco Retig.Participante en el SHOW DE AMERICA DE R C N Y EN EL PRIMERO Y SEGUNDO ENCUENTRO DE MUSICA COLOMBIANA EN BOGOTA.Participo en 1999 en el Festival de Música Latinoamericana FISH PEDDLER en la Ciudad de Miami Beach.
Ha participado como solista invitada en los festivales de Música colombiana Andina y Religiosa CIUDAD DE SAN GIL con el acompañamiento de
los maestros ALFONSO GUERRERO, JAIME LLANO GONZALEZ Y EDELSA SANTANA
Participó como solista en el X FESTIVAL DE MUSICA COLOMBIANA LUIS A. CALVO en la Ciudad de Bucaramanga.
Ha sido Directora del coro de la U. Católica de Colombia y maestra de técnica vocal en la misma.
Hizo su primera grabación en homenaje al maestro PEDRO J. RAMOS. Con arreglos y dirección del Maestro JORGE ZAPATA realizo la grabación
de su disco “A MI MANERA “En el 2014 fue invitada por YOYO MUSIC a participar en su álbum LAS DAMAS DEL BOLERO.
En la actualidad combina sus clases de musicoterapia para niños Autistas y con síndrome de Down, con sus conciertos y clases particulares.
Entrada libre
Invitamos a todos los músicos, gestores, docentes, es con entrada libre y la verdad que a todos nos interesa conocer del tema. Oportunamente les
informaremos el lugar, fecha y hora.
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Carlos Andrés Quintero Badillo
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Orgullo de Santander para Colombia
Hasta el martes 16 de junio están abiertas las inscripciones para el XXIX Festival Hatoviejo Cotrafa Música Andina y Llanera Colombianas
Visite nuestro sitio web www.cotrafa.com.co en el link del banner XXIX Festival, puede bajar toda la información del certamen.
Inscripción de Intérpretes
Están abiertas a todas las personas, se pueden inscribir en las modalidades vocal e instrumental.
Se permite participar a los ganadores de versiones anteriores del Festival Hatoviejo-Cotrafa.
Los interesados en concursar deben grabar un demo con seis temas en 4 ritmos distintos.
Inscripción de Obras Inéditas
Como reconocimiento a los autores y compositores, el Festival premia, a criterio del Jurado Calificador, la mejor obra inédita en concurso, tanto vocal
como instrumental.
El Festival considera como obra inédita, aquella que no haya sido grabada ni en disco ni en cinta magnetofónica ni en multimedia o en cualquier otro
soporte electromagnético para ejecución o transmisión pública. Además el certamen considera obra inédita aquella que no haya sido ejecutada
públicamente, por el autor, compositor u otro intérprete.
El concursante de obra inédita podrá presentar su obra bajo un seudónimo o presentarla directamente con su nombre, según lo desee. De igual
manera, el autor y/o compositor, podrá interpretar la obra directamente ante el p blico y/o ante el jurado calificador, si así lo quisiera.
La fecha límite de entrega de las inscripciones será el martes 16 de junio de 2015 a las 2:00 de la tarde, siendo válido el matasello del correo.
Albániz Corrales Cuadros
Jefe de Prensa XXIX Festival
Tel: (4) 454 95 95 Ext. 1111 Celular: 3104691360 Correo: [email protected]
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XV Festivalito Ruitoqueño
de música colombiana
3 al 16 de agosto de 2015
En la programación del certamen incluimos un taller sobre un tema que será de mucha utilidad en una región como la nuestra en la que las
manifestaciones corales y vocales si bien han alcanzado niveles muy importantes, requieren de soportes técnicos que las desarrollen mucho más.
Por eso invitamos a una experta en el tema.
Deyanira Gualdrón
Taller de Técnicas americanas de dirección coral
Magister en música con énfasis en Dirección Coral graduada de la University of Washington (Seattle, USA). Desde el año 2005 se ha desempeñado
como docente de canto y ha liderado diversos proyectos vocales como cantante o directora con comunidades de edades infantiles, juveniles y adultas
en varias academias musicales de Bucaramanga. Como investigadora musical y bajo la tutoría de los doctores en música Dr. Geoffrey Boers y Dr.
Giselle Wyers, está buscando maneras de enseñar y difundir en la comunidad colombiana las técnicas de ensayo vocal utilizadas en la costa oeste
de los Estados Unidos. Por lo tanto, en la pasada versión (N° 24) de la revista musical “A Contratiempo”, fueron publicadas tanto una traducción como
un artículo de su autoría. Deyanira ha participado en numerosos talleres de capacitación en pedagogía vocal y dirección coral bajo la tutoría de
directores de Venezuela, Alemania, España, Botswana y Estados Unidos.
También ha sido invitada como tallerista para realizar clínicas vocales en agrupaciones corales. Entre sus labores se destacan el restablecimiento del
coro de la Universidad de Santander (UDES), la formación del coro infantil/juvenil de Zapatoca -bajo la iniciativa de FUNCOLPAZ- Fundación Colombia
en Paz y la alcaldía-, su participación como miembro del dueto vocal Hermana Luna -bajo el lema de preservación de las músicas tradicionales- y
actualmente ha sido nombrada la directora de los coros integrados de la Red de Escuelas de Música de Medellín.
Entrada libre
Invitamos a todos los músicos, gestores, docentes, es con entrada libre y la verdad que a todos nos interesa conocer del tema. Oportunamente les
informaremos el lugar, fecha y hora.
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Programa Departamental de Estímulos a la Producción y Creación Artística
El próximo 25 de mayo se abrirá la convocatoria para participar en el, iniciativa que lidera la Secretaría de Cultura y Turismo de la
Gobernación de Santander.
La Universidad Autónoma de Bucaramanga, UNAB, es la operadora del Programa y dentro de sus responsabilidades está difundir la convocatoria,
seleccionar los jurados y organizar los estrenos de las obras.
El acto se lanzamiento se cumplirá el miércoles 27 de mayo de 2015, a partir de las 3:00 p.m. en el Auditorio Menor "Alfonso Gómez Gómez" de la
UNAB. Contará con la presencia de Luz Mery Hernández López, secretaria de cultura y turismo departamental, Patricia Lequerica, directora de
extensión universitaria de la UNAB y Carlos Ernesto Acosta Posada, coordinador delegado por el operador.
Los asistentes podrán apreciar el cortometraje "Completo" de Iván Gaona, realizador, que en la versión 2013 obtuvo un estímulo. Su trabajo ha sido
seleccionado en importantes festivales de cine internacionales.
Se otorgarán 33 estímulos en diversas modalidades de las áreas de danza, teatro, música, artes visuales y artes audiovisuales, reconocimientos que
suman $674.050.000.
En la misma actividad se hará el lanzamiento del Programa de Concertación que también lidera la Secretaría de Cultura y Turismo, y que seleccionó
a la Universitaria de Investigación, UDI, como entidad operadora.
La información se podrá conocer en el vínculo, http://estimulosalacreacionensantander.com
Para mayor información comunicarse con Carlos Acosta Posada al 3102835255 o al correo [email protected]
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Cannes premia el cine nacional
El Colombiano
Colombia tuvo una de las mejores participaciones en el festival. FOTO CORTESÍA
El director César Acevedo con el Riel de Oro recibido en Cannes. FOTO FACEBOOK
El cine latinoamericano recibió ayer el reconocimiento de la crítica en el Festival de Cannes, que premió dos valientes trabajos, de Argentina y de
Colombia, como la mejor película y el filme revelación, respectivamente.
La Semana de la Crítica, sección independiente del festival dedicada a trabajos que se ubican en los márgenes del séptimo arte, distinguió a “Paulina
(La Patota)”, del argentino Santiago Mitre, con el gran premio del jurado, su más alto galardón.
Por su parte, “La tierra y la sombra”, del colombiano César Augusto Acevedo, fue galardonada como la película revelación del certamen,
reconocimiento que llevó casi hasta las lágrimas a uno de los miembros del jurado y director de fotografía de David Cronenberg, Peter Suschitzky.
El lirismo y la enorme potencia emocional de un relato sencillo y austero, situado en el Valle del Cauca colombiano, cautivaron a Suschitzky y al resto
del jurado, que se mostró “seducido por su poesía” y que aplaudió su “fusión entre contenido y forma”.
“Se trata de un tipo de cine que busco constantemente y difícilmente encuentro”, dijo Suschitzky antes de entregar el premio.
La película narra el regreso a su hogar de un campesino que abandonó su casa años atrás y que vuelve para ayudar a cuidar de su hijo moribundo
mientras su mujer y su nuera trabajan como corteras de caña.
“Ni me lo imaginaba”
Nada más al recoger el galardón, Acevedo confesó que no podía “ni imaginar” que el recibimiento de la película fuera de esa magnitud, aunque al
terminar la película él ya sintió que “era buena y realmente emocionaba”. También confesó lo que el propio Suschitzky le dijo entre bambalinas tras
darle el premio: “Tu película es mejor que todo lo que yo he hecho en mi carrera”.
Sin embargo, pese a todo, Acevedo se mostró humilde y consciente de que tiene que “seguir trabajando”, ya que esta es solamente su primera obra,
por lo que ya se encuentra escribiendo su segundo guión.
El coproductor de la película -en la que participan Colombia, Francia, Holanda, Chile y Brasil- Jorge Forero, consideró que “vale la pena ser un
obstinado, querer contar nuestras historias y lo que nos conmueve”.
Forero, que dirigió la película “Violencia” -estrenada en el Festival de Berlín- habló del buen momento de la creación en el cine colombiano, en el que
destacó “el apoyo del Gobierno con el fondo Proimágenes, que nos dio la oportunidad de acceder a una financiación”.
Pero, especialmente, agradeció la obstinación de un grupo de productores y directores “para que en un lugar donde no había nada, solo los esfuerzos
esporádicos de unos pocos grandes directores, nos esforcemos por contar desde lo más profundo lo que nos interesaba. Cuando se está impostando,
cuando se quieren copiar modelos o jugar a fórmulas comerciales, lo único que se ha demostrado es fracaso”, remató.
Emisoras culturales en línea
www.cantardelosandes.com
www.radio.uis.edu.co
www.ondasdelfusacatan.org
www.rcm1450.com
www.soycolombiano.com
www.estacionv.com
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XV Festivalito Ruitoqueño
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3 al 16 de agosto de 2015
En la programación del certamen incluimos un taller sobre un tema que será de mucha utilidad relacionado con las diferentes tipos de armonías, que
deben redundar en beneficio de nuestros artistas.
Por eso invitamos a un expert en el tema.
Fernando Augusto Barbosa
Taller de armonía tonal, armonía modal y armonía cuarta
Ingeniero Industrial UIS egresado en 1974. Se desempeñó en Ecopetrol, Refinería de Barrancabermeja, desde 1974 hasta 1998. Actualmente
pensionado.
Fundador y guitarrista del Grupo Los Scala de B/manga desde 1969 hasta su finalización en Junio 30/74. Inició estudios en el Conservatorio de Música
del Dpto. de 1970 hasta 1972. Luego los continuó en el DICAS de 1982 a 1986, estudiando solfeo, armonía y piano con los maestros Leonardo Gómez
Silva y Jairo Calderón. De 2005 a 2010 estudia música en la UIS en los cursos de Extensión Universitaria. Ya en 2004, ante el infortunado cierre del
DICAS, propone la creación de estas escuelas de Extensión a los decanos Blas Emilio Atehortúa, de la UIS, y a Jesús Alberto Rey, de la UNAB,
iniciativas que estas universidades implementaron en 2005.
Asiste desde 2002 hasta 2006 a los Talleres Nacionales de Jazz organizados por el COMCES en Bogotá, del maestro Francisco Cristancho Jr.,
talleres de 3 semanas de duración, tiempo completo, que se realizan con instructores enviados por L’Aula de Barcelona, la escuela satélite de Berklee
en Europa. Asimismo, en 2010 asiste a la Escuela de Bellas Artes de la U. del Atlántico al taller que dictó Mark Levine, autor de muchos libros entre
ellos The Jazz Theory Book y The Jazz Piano Book, dos referentes obligados de la moderna teoría de la armonía en el Jazz.
En Barrancabermeja dirigió durante 24 años el Festival Musical de Ecopetrol, actuando como guitarrista del grupo base acompañante, y fue fundador,
director, guitarrista, pianista y arreglista de la Orquesta El Gran Clan de Barrancabermeja hasta 1986. En la actualidad dirige el Sexteto Matices y
ejecuta el piano, la guitarra y el bajo.
Entrada libre
Invitamos a todos los músicos, gestores, docentes, es con entrada libre y la verdad que a todos nos interesa conocer del tema. Oportunamente les
informaremos el lugar, fecha y hora.
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La uruguaya Ida Vitale gana el Reina Sofía de poesía
Por: El Colombiano
La poeta uruguaya Ida Vitale se convirtió en la quinta mujer en obtener el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en su edición número XXIV,
considerado como el Cervantes de la poesía y que convoca Patrimonio Nacional del España y la Universidad de Salamanca.
Dotado con 47.958 dólares y la edición de un poemario antológico con el estudio y notas a cargo de un destacado profesor de la Universidad de
Salamanca.
Ida Vitale, quien nació en Montevideo en 1923, ha cruzado casi un siglo de poesía, lecturas, traducciones y ensayos. Perteneciente a la generación
del 45, la misma a la que pertenecía Benedetti o Aldea Vilariño y quienes tenían como faro a Juan Carlos Onetti. Vitale forma parte de una familia
culta y cosmopolita y es la cuarta generación de emigrantes italianos.
Elegante, lúcida y culta, Vitale, que se exilió en México huyendo de la dictadura de su país en 1974, donde conoció a Octavio Paz, con quien trabajó
en la revista Vuelta.
“El jurado lo ha tenido fácil este año y, aunque han quedado tres grandísimos poetas finalistas, dos mujeres y un hombre, la decisión ha sido clara,
porque Vitale, a punto de cumplir 94 años, tiene una trayectoria literaria muy completa”, señaló Luis Antonio de Villena, miembro del jurado que falló
este martes el galardón.
“Su poesía es pura -continuó-, con Juan Ramón Jiménez como punto de partida, pero no es una discípula del premio Nobel. Su poesía es la de
alguien que ha leído a Juan Ramón, sobre todo el de la última etapa más metafísica, y lo ha interiorizado, porque la poesía de Vitale es la de alguien
que interioriza todas sus visiones sobre la realidad de la vida”.
Villena también recordó que la vitalidad es una de las características de la poeta. “Es una mujer que hace honor a su apellido, Vitale; está llena de
vitalidad y hoy sigue escribiendo y trabajando”, subrayó.
Creadora de una poesía pura, íntima y honesta, Vitale reside en Texas, E.U. Ha sido premio Octavio Paz y Alfonso Reyes en su edición 2014, Vitale
es autora de poemarios tan simbólicos como Palabra dada, Mella y criba, La luz de esta memoria, Paso a paso, Jardín de sílice, Un invierno
equivocado, La luz de esta memoria o Reducción del infinito.
Vitale siempre ha sentido rechazo por la llamada poesía social o comprometida, porque con ella “ningún poeta ha conseguido el momento más
decoroso de la poesía”, ni siquiera Pablo Neruda, “cuyos mejores libros -afirmó- no son los políticos”.
Este premio lo recibió Álvaro Mutis en 1997. Es el único colombiano en la lista del premio, que se entrega desde 1992.
Zaperoco
Por: Inquisidor / Vanguardia Liberal
Cita. El químico no se usará a partir de octubre (10/05/15. Primera).
Comentario. Por enésima vez: un químico es alguien, generalmente ingeniero, que estudió Química en alguna universidad. En castellano, ‘químico’
es un sustantivo, como en el caso que acabo de citar, y adjetivo, cuando se dice, como ustedes debieron hacerlo: producto químico, sustancia
química. No sé si me habrán entendido, y no sé realmente si vale la pena seguir repitiendo y repitiendo, porque ustedes ni se toman el trabajo de
leer las correcciones, o, lo que es peor, las leen y les importa un bledo.
Cita. Si usted es seleccionado como jurado y no presta el servicio sin justa causa, será despedido del cargo si es servidor público… (10/05/15.
Política).
Comentario. ¿Y no presta el servicio sin justa causa? No prestarlo sin justa causa es lo mismo que prestarlo con justa causa; es decir, con lo cual y
sin lo cual, todos quedamos tal cual. Tal vez se entendería mejor si hubiesen escrito el enunciado de manera afirmativa: “Si usted es seleccionado
como jurado y de manera injustificada se abstiene de prestar el servicio, será despedido del cargo, si es servidor público…”.
Cita. Desde hoy 11 de mayo se llevará a cabo la onceava versión del Festival Universitario de pareja Mararay (11/05/15. Sociales).
Comentario. Les transcribo el titular para que vean la sarta de errores: “Desde hoy, 11 de mayo, se efectuará la undécima edición del Festival
Universitario de pareja Mararay”. Cuatro errores en un solo enunciado. Sigan así…
Cita. La comunidad académica espera que en la próxima sesión del Consejo Superior, a realizarse el 22 de mayo, se le dé trámite satisfactorio a la
totalidad de las exigencias planteadas (...) nos ratificamos en la asamblea permanente triestamentaria (15/05/15. Bucaramanga. Érika J. Martínez
García).
Comentario. En la sesión, “que ha de realizarse” ese día, hubiesen podido detenerse a analizar la palabra “triestamentaria”, que yo no conozco,
pero que los profesores sí, que son tan entendidos en todos los temas. Conozco ‘estamental’ y, por tanto, ‘triestamental’; pero no creo que alguien
se atreva a llevarles la contraria a tantos sabios.
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Orgullo de Santander para Colombia
La Compañía de Promoción, Difusión y Prensa Artistica QUARZO AZUL tiene el orgullo de presentar la 5ta versión de los PREMIOS NÚCLEO
URBANO, los únicos premios en Colombia del género urbano a nivel nacional.
Desde la primera entrega de los PREMIOS NÚCLEO URBANO que se realizó en el 2011, en alianza con el programa juvenil LOGIN el más visto en
Colombia y de nuestro canal regional Telepacifico, que colmó nuestras expectativas en cuanto a la aceptación del público, quien escoge por medio
de votaciones a los artistas ganadores en cada una de las categorías y de los artistas, quienes fueron las estrellas esa mágica tarde, donde brillaron
con luz propia y la excelente producción de imagen de cada uno, que Colombia y el mundo entero a través de la magnífica transmisión en vivo y en
directo que realizó Telepacifico.
Para el segundo año, desde el primer día de convocatoria, tuvimos una acogida, los artistas nacionales pusieron su mirada en Cali, sede de los
PREMIOS NÚCLEO URBANO. Se incrementaron las votaciones en un 100%, y comenzamos a ser tendencias en la red social mundial más
importante: Twitter, durante varias semanas estuvimos de tendencia en Colombia. Para este año las expectativas incrementaron los requerimientos
de producción del evento, por lo cual y dándole el reconocimiento tanto al público como a nuestros artistas, el sitio escogido fue el icono cultural de
nuestra Cali; el teatro Jorge Isaacs, que por primera vez en su historia, permitió la realización de un evento juvenil de música urbana, donde primó el
respeto y convivencia de 1.200 espectadores que fueron invitados de todas las latitudes de la ciudad y compartieron con los artistas del momento en
el año 2012.
La tercera gala y conservando la ideología del evento, se realizaron los PREMIOS NÚCLEO URBANO 2013 en el Centro de Convenciones Alferez
Real, donde los asistentes disfrutaron de un concierto preparado en forma exclusiva para la gala con la participación de artistas nacionales e
internacionales. Con el marco de una fresca tarde caleña, los votantes de otras ciudades, pudieron vivir el minuto a minuto del evento a través de la
transmisión en vivo y en directo de Telepacifico.
La cuarta versión de los PREMIOS NÚCLEO URBANO en el año 2014, se proyectó como gran gala nocturna, en el histórico teatro Municipal Enrique
Buenaventura, donde por primera vez en Colombia, se le rindió un merecido homenaje y reconocimiento a un género musical propio de nuestra
ciudad, la Salsa Choke. Con la participación de más de 15 agrupaciones con excelentes puestas en escena y manejo musical con músicos en vivo,
marcó la historia musical de la Capital Mundial de la Salsa, donde se arrancó y catapultaron los éxitos musicales de la Feria de Cali de este año, y
que retumbaron en todos los barrios y comunas de Santiago de Cali.
Y como no hay quinto malo, en esta quinta versión de los PREMIOS NÚCLEO URBANO, tendremos más categorías, más géneros musicales y más
artistas. De las 32 categorías con la que comenzaron los premios, este año se suman otras de igual importancia, dejando en este 2015, 42 categoría
que resaltan el trabajo, oficio y labor de todos los integrantes de esta industria musical nacional.
QUARZO AZUL presenta la 5ta versión de los PREMIOS NÚCLEO URBANO E2015, + MÚSICA + ARTISTAS
Marco Londoño
Gerente
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Angélica Andrade
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Orgullo de Santander para Colombia
Un moderno y actual "Rigoletto" celebra aniversario de Teatro Mayor
de Bogotá
La ópera del bufón de la corte del duque de Mantua, una de las obras maestras de Giuseppe Verdi, traslada al Teatro Mayor la excelencia
de la Ópera de Zúrich.
Por: EFE / El Espectador
Foto: EFE
Con un moderno "Rigoletto", muy actual para la realidad colombiana, el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá, en coproducción con la
Ópera de Zúrich, celebra su quinto aniversario, un corto periodo de tiempo en el que se ha convertido en referente en América Latina.
La ópera del bufón de la corte del duque de Mantua, una de las obras maestras de Giuseppe Verdi, traslada al Teatro Mayor la excelencia de la Ópera
de Zúrich con una escenografía, un vestuario y un maquillaje sencillos, distante de los lujos y la fastuosidad palaciegas, con lo cual realza la parte
actoral y musical.
"La de Zúrich es una de las mejores óperas del mundo, en donde se arriesga mucho en materia de estética, sus propuestas son muy innovadoras",
dijo a Efe el director del Teatro Mayor, el diplomático y gestor cultural Ramiro Osorio, al explicar la elección de esta compañía para celebrar el
aniversario.
Para Osorio, "Rigoletto" es una ópera en la que un Verdi en la madurez de su carrera como compositor muestra su profundo conocimiento "de lo que
es el alma humana" al abordar sentimientos como el amor filial, la pasión o la venganza, que puede hacer reflexionar a los colombianos.
"Es muy interesante esa metáfora de 'Rigoletto' para un país como el nuestro que se ha propuesto terminar con el conflicto, que se ha propuesto el
diálogo, el perdón, el reconocimiento de lo que piensan los otros, el respeto de lo que piensan los otros. Esta metáfora verdiana es muy actual para
este país", explicó.
Bajo la dirección musical del maestro francés Patrick Fournillier, y de la alemana Tatjana Gürbaca en la parte escénica, esta coproducción, inédita en
Latinoamérica, tiene un elenco de solistas de primer nivel encabezado por el barítono italiano Claudio Sgura, en el papel de Rigoletto; el tenor
Massimiliano Pisapia (Ducca) y la soprano rusa Katerina Tretyakova (Gilda).
El elenco principal incluye además al bajo italiano Gianluca Buratto (Sparafucille); la mezzosoprano georgiana Nino Surguradze (Maddalena), y la
venezolana Ana Mora (Giovanna), así como seis solistas colombianos y la participación de la Orquesta Filarmónica de Bogotá y el Coro de la Ópera
de Colombia.
"Cuando me ofrecieron dirigir esta producción pregunté si además de los cantantes europeos y americanos se podía tener también colombianos, y
de hecho encontramos fantásticos solistas en Colombia", explicó a Efe el maestro Fournillier.
El director considera que para los colombianos "será una experiencia importante ya que tendrán la oportunidad de trabajar con grandes solistas y
soñar algún día con ser Rigoletto, Gilda, o el Duque".
Según Fournillier, en las sesiones de entrenamiento vocal los solistas colombianos han mostrado el mismo nivel de los extranjeros, lo que ha generado
"una sensación de homogeneidad para tener una producción de calidad" en las tres únicas funciones de "Rigoletto" esta semana, 26, 28 y 30 de
mayo.
De esta forma, el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo cumple en su aniversario con su cometido de llevar al público bogotano una programación
de excelencia e inclusión social en su complejo cultural, inaugurado el 26 de mayo de 2010.
Las instalaciones incluyen una biblioteca pública con 35.000 volúmenes, el Teatro Mayor, con un aforo de 1.300 espectadores, y el Teatro Estudio
para propuestas experimentales.
"Cumplimos cinco años de un trabajo verdaderamente destacado en el sentido de que el modelo de gestión de este teatro, que es un teatro público,
se gestiona a través de un modelo público-privado", señaló Osorio.
Los números dan una idea de la grandeza de este modelo de gestión cultural: "En cinco años hemos tenido 992.423 espectadores, hemos hecho
1.203 funciones y entre compañías, orquestas, ballet, teatro y solistas, han venido 535. Hablamos de decenas de miles de artistas, son unos datos
muy contundentes".
Su éxito no sólo es avalado por la calidad de quienes han pasado por su escenario, como la West Eastern Divan Orchestra, dirigida por el maestro
Daniel Barenboim; la Orquesta Sinfónica de Montreal o la Filarmónica de Israel bajo la regencia de Zubin Mehta, así como decenas de cantantes
líricos, grandes solistas, compañías teatrales y grupos de danza de diferentes partes del mundo.
Según explica Osorio, el Teatro Mayor no sólo brinda asesorías a otras instituciones en Colombia sino que además ha empezado a hacerlo con otras
de Perú y Chile interesadas en aprender de su modelo.
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‘Mono’ Núñez, el último juglar de la música andina
Autor: Lucy Lorena Libreros | Periodista de Gaceta / El País
Fotos: Aymer Álvarez y archivos particulares
El 'Mono' Núñez grabó tres álbumes con el Trío Tres Generaciones: 'Feliz encuentro de tres generaciones' (1975), 'La Bandola de un pueblo' (1984)
y 'Concierto en la memoria' (1988).
Archivo fotográfico de la familia de el 'Mono' Núñez.
Era sábado. Era 28 de diciembre. El viejo Benigno Núñez estaba a dos semanas de cumplir 95 años y sentía su cuerpo cansado. Se los advirtió a
todos en su casa. Tenía la hemoglobina en 7, sí, pero estaba bueno ya de tantas transfusiones de sangre, de las salidas agotadoras a los consultorios
de los médicos. Lo mejor sería acostarse, cerrar los ojos, hundirse en el silencio triste y esperar...
‘El Mono’ Núñez había decidido morir.
Así se lo contaron a Gustavo Adolfo Rengifo y a Rafael Navarro, los músicos que por más de veinte años lo secundaron en el Trío Tres Generaciones,
cuya postal desde 1975 —cuando fue creado— fue siempre la misma: el viejo al centro haciendo vibrar su bandola con unos dedos larguísimos,
Gustavo con el tiple sentado sobre su pierna izquierda, Rafael rasgando la guitarra.
Enterados de la decisión del maestro, ese día lo visitaron en la casa de Maricel, una de sus hijas, ubicada en el barrio Santa Mónica de Cali, en donde
vivía desde hacía 25 años. Querían infundirle nuevos ánimos. Otras veces había funcionado. “Es que después de cada transfusión, él se sentía con
energías. Como cuando pones un celular a cargar la batería”, dice hoy Gustavo, al otro lado del teléfono. Bugueño de nacimiento, vive en Bogotá y
muchos lo consideran uno de los grandes tiplistas del país.
Llenar de ánimo al ‘Mono’ Núñez consistía, pues, en hacer sonar los instrumentos. Hacer música. Ese sábado, al pie de su lecho, comenzaron a
agitar las cuerdas en tono menor, casi en susurros. Rafael primero. Una melodía de Francisco Tárrega, otra de Fernando Sor, una más de Antonio
Lauro. Eran clásicos de la guitarra. ‘El Mono’ las iba reconociendo una a una, y las nombraba en medio de un ronquidito ahogado. Cuando la guitarra
calló, el maestro quiso decir más, pero no pudo: solo consiguió aplaudir tímidamente bajo las cobijas.
Fue la única serenata de Tres Generaciones en la que no se escuchó la bandola del ‘Mono’. “Es que realmente para ese momento estaba preso de
una gran debilidad”, reconoce Gustavo. “Entonces entendimos que quería irse, ya se sentía a paz y salvo con la vida. Nos había cumplido a todos”.
*****
Esa vida había comenzado un 6 de enero de 1897, en La Betulia, un rancho de techos de paja que ya no existe y que se alzaba en el corregimiento
Las Playas, por entonces zona rural de Guacarí y que hoy los mapas ubican en Ginebra, en el centro del Valle.
Fue allí donde lo parió doña Tránsito Moya, la mujer de Benigno Núñez Núñez, un campesino que jamás se interesó por la música y que trasladó a
su familia a Palmira, en busca de tiempos de mejor cosecha, apenas seis años después del nacimiento del hijo que llevó su mismo nombre.
Antes del viaje, le había entregado un regalo providencial: un acordeón, el primer acercamiento que el pequeño tuvo con la música. Elisa Mann, su
madrina, se encargó de enseñarle cómo hacer sonar el aparato, el secreto que escondían ese fuelle y sus vecinas teclas blancas. Y fue, por eso
mismo, la primera en advertir la vocación prematura del ahijado, que después, dichoso, recibió lecciones de José Joaquín Soto, experimentado
acordeonista de Palmira. Eso le contó el propio ‘Mono’ a Octavio Marulanda, investigador musical y folclorólogo manizalita, que documentó su vida
en un libro que muy pocos conservan: ‘Historia de un hombre que se convirtió en símbolo’.
En esas páginas hay más pistas: tras el acordeón llegó un instrumento fabricado en guadua, parecido a una bandola, que los dedos delgadísimos del
niño Benigno comenzaron a hacer sonar sin dificultad y sin maestros. Autodidacta como fue toda su vida. La del ‘Mono’ Núñez, ya lo veremos, fue
una música que nunca tuvo necesidad de ir a la escuela.
Así lo sorprendió la juventud. El mundo no había acabado de inventarse y era necesario recorrerlo a lomo de mula o de caballo, pues ese siglo que
apenas despuntaba se negaba a salir del campo, de ese paisaje del que Benigno abrevó la savia que después reservaría para su música: el río y la
montaña; la lluvia y la acequia, la flor y el verano.
Corría 1908. El joven estaba ahora en Buga, a donde había viajado para cursar el bachillerato en el internado de los hermanos maristas. Para esa
época, en los solares de las casas de las familias cultas de Buga lo mismo podían reunirse para aplaudir recitales de piano con notas de Beethoven
o Chopin, que para celebrar fiestas a ritmo de pasillos, guabinas y bambucos.
Lo entendió a tiempo ‘el Mono’, quien junto a Pedro María Becerra y Tulio ‘Pescuezo’ Gáez fundó la Estudiantina Guadalajara. A la idea se les unieron
Samuel Herrera, Lisandro Rengifo, Ernesto Salcedo, Antonio José Ospina y un maestro, Manuel Salazar, que le ayudó al joven de Ginebra a
perfeccionar su interpretación de la bandola.
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Con ese virtuosismo lo conoció Julia Lince, una jovencita altiva y dulce de la que Benigno se enamoró y a la que terminó por componerle quizá la
canción más conocida de su breve repertorio: ‘María’, una gavota que nació en 1924 en los jardines y pasillos de la Hacienda El Paraíso y que ambos
recorrieron siendo novios.
El amor, claro, acabó convertido en matrimonio. Y tan enamorado estaba el muchacho que —según le contó a Gustavo Adolfo Rengifo muchísimos
años más tarde— rechazó la oportunidad de irse a tocar junto a Pedro Morales Pino, para entonces uno de los músicos más atildados del país, que
lo había invitado a hacer parte de la Estudiantina Colombia y de una gira por el Perú que comenzaba justo el bendito día en que Benigno daría el sí.
De cómo se conocieron Julia y Benigno no hay muchos detalles. Eso dice Melba, pelo cano, piel blanca, palabras tímidas. Uno de los seis hijos de
ese matrimonio. “Es que a mi mamá no le gustaba hablar de eso. Nosotros imaginamos que mi papá la enamoró a punta de guitarra, pero es que
realmente, y aunque suene raro, la música era un tema del que poco se hablaba en la casa. Solo lo hacía mi papá”.
En esa casa está sentada Melba justo ahora. Todos en Ginebra saben que está a menos de cinco minutos del casco urbano del municipio y a tres
kilómetros por una carretera destapada que desemboca en el Ingenio Pichichí: la Hacienda Belén.
Es una construcción colonial, que le pertenece a la familia Núñez Lince desde hace más de 120 años y en la que el artista vivió la mayor parte de su
vida, incluso en los años en que se marchó para Cali. Es que a la ciudad nunca se acostumbró. La Hacienda Belén era el único lugar del mundo
donde ‘el Mono’ Núñez podía poner a salvo su música.
Era allí donde solía sentarse por horas a leer su pesada Biblia roja, donde leía a Silva, a Barba Jacob, a Carranza, a los ‘piedracielistas’. Donde le
rezaba todas las noches el rosario a la Virgen del Socorro, la santa patrona de su vida y sus melodías.
La hacienda era esa patria amable en la que estaban su bandola y también la guitarra a la que decía no haberle roto nunca una cuerda. Esa bandola,
marca Miller, luce ahora iluminada bajo una ventana de pesadas maderas de una de las habitaciones más grandes de esta casa. Su hija Melba y su
nieta Ángela María —que son quienes la habitan hoy— la conservan en su estuche original, depositada con el mismo esmero con que el maestro la
limpiaba, a diario, sin más ayuda que un trapito ligeramente humedecido. Solo salía de ese estuche para alguna serenata y para arrullar en las noches
a sus nietas Ángela María, Melba Lucía y María Virginia.
Hoy las mujeres de la familia son las albaceas de la memoria del ‘Mono’ Núñez en Ginebra. Integrantes de una familia numerosa en la que se cuentan
por decenas los nietos, bisnietos y tataranietos, ninguno de los cuales sin embargo heredó el talento natural del ‘Papa Mono’ —como lo llamaron sus
nietos— para la música.
“Yo creo que se debió a que mi mamá sufrió mucho por esa vida bohemia de mi papá”, asegura Maricel, otra de las hijas.
“Él trabajó durante mucho tiempo en la agricultura, por los años en que se casó y mi mamá heredó la Hacienda Belén. Ayudó a manejar los
trabajadores de los cultivos de arroz, de sorgo y de uva. Pero la música se hizo cada vez más fuerte y había épocas en las que mi papá ‘se perdía’
diez o quince días, después de que los amigos pasaran por él a invitarlo a alguna fiesta o simplemente él agarrara su caballo para irse a tocar a
cualquier pueblo del Valle”.
Entonces, en medio de esa situación, recuerda Melba, “y viendo que era mi mamá la que en su ausencia debía hacerse cargo de la casa y los cultivos,
nosotros no podíamos ni silbar”.
Es que eran otros tiempos. Eso dice Gustavo Adolfo, que escuchó por primera vez la música del ‘Mono’ a través de la emisora Voces de Occidente,
en su natal Buga, y sabía por lo que contaban esas ondas hertzianas que se trataba de uno de los precursores en esta zona de Colombia de la música
andina.
Al maestro —dice— le correspondió “una época en la que no se concebía la música sin bohemia. Él fue el último representante de esa generación
que vivía la alegría y el arrobamiento del paisaje y las montañas, y cantaba y tocaba para celebrarlo. Celebraba la vida de las casas de grandes
solares, la vida cultural de los pueblos pequeños, las serenatas para las muchachas bonitas que se asomaban por las ventanas. La fuerza expresiva
de su música estaba motivada por todo eso. No existía otra manera de entender el arte de la música colombiana, eso me lo dijo muchas veces”.
Fue lo mismo que advirtió siendo muy niño, hace más de cincuenta años, Jesús Erney Plaza, un ginebrino que después se hizo economista y
propietario de uno de los restaurantes famosos de Ginebra. “Lo usual era encontrárselo en la plaza los días de mercado, que eran los viernes y los
sábados. Bajaba de la hacienda en su caballo, saludaba a la gente y después se sentaba con los amigos a conversar en el Café Popular, que por
esos años quedaba frente al parque. Uno sabía que era buen músico, porque participaba en recitales y actividades culturales y uno tarareaba sus
canciones. Pero para todos en realidad era un vecino más de Ginebra”.
****
Lo bautizaron Concurso de Música Vernácula. Era 1974 y la idea se les ocurrió a las religiosas Virginia Lahidalga y Aura María Chávez, esta última
directora del Colegio La Inmaculada Concepción, que tropezaron con la complicidad del profesor de música Luis Mario Medina.
Las pretensiones no iban más allá de celebrar una semana cultural en la que sonara la ‘música de cuerda’ y la gente recordara los pasillos, guabinas
y bambucos que habían hecho parte de la educación sentimental de los papás y los abuelos.
Pero la cosa salió tan bien, que tres años después no solo el auditorio del colegio se quedó corto para la cantidad de asistentes que acudieron al
llamado y fue necesario utilizar el coliseo Gerardo Arellano, sino que se pensó en proyectarlo para todo el país. Hacer un festival en grande.
Alguien propuso cambiarle el nombre y rendirle con éste homenaje al más importante intérprete que había dado el pueblo: en 1977, pues, nació lo
que todos hoy conocemos como el Festival de Música Andina Colombiana ‘Mono’ Núñez.
“Mi abuelo fue el primer sorprendido”, cuenta su nieta Angélica. “Cada vez que a la Hacienda Belén venía un periodista o grupos de músicos para
conocerlo, él nos preguntaba porqué lo creían tan importante, si él no había compuesto muchas canciones, si no sabía siquiera escribir música”.
Tenía razón. El acervo musical del ‘Mono’ Núñez no pasa en realidad de ocho canciones. Las más conocidas son ‘María’, una gavota; ‘Talia’, una
danza; y los bambucos ‘Salospe’, ‘Ana María’ y ‘Belén’. Pero su trascendencia estuvo en la calidad y virtuosismo de su interpretación, especialmente
de la bandola, por lo que Gustavo Adolfo Rengifo no duda en llamarlo “un símbolo los músicos autodidactas. Su talento consistía en crear melodías
que trascendían precisamente las formas de expresión de la academia”.
Pero el de ‘Papá Mono’ era un talento sin vanidad. Sus hijas recuerdan el agrado con que les enseñaba a los jóvenes a sacar canciones de sus
guitarras. Gustavo Adolfo recuerda más: “si de golpe no le gustaba la interpretación no decía nada, porque era un hombre muy prudente y tampoco
le gustaba mostrarse como el que más sabía. Pero siempre sucedía que se iba para otro cuarto y entonces, solo, comenzaba a tocar la canción como
realmente se debía. Era como si se encerrara para pedirle perdón con su guitarra a Pedro Morales Pino por la manera en que se maltrataba la canción
que acababa de escuchar”.
Y eso que muchos no saben, dice Melba, que “mi papá no tenía muy buena audición, era un poquito pesado de oído, pero si cantaba una mirla, él
era capaz de identificar ese sonido así los demás no nos diéramos cuenta. Y eso no creo que se lo enseñen a ningún músico que pase por una
universidad”.
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Las cuentas le producen alegría a Bernardo Mejía, director de la Fundación Pro Música Nacional de Ginebra, Funmusica, que tiene su sede en Cali
en el barrio San Fernando.
Hoy, cuarenta años después de haber nacido el Festival ‘Mono’ Núñez, este espacio congrega en cinco días unas 60 mil personas que llegan de toda
Colombia y le dejan al municipio en ganancias unos $3.700 millones, unas 28 agrupaciones en promedio y el interés cada vez mayor de músicos
colombianos regados por el mundo que ya están pidiendo pista para hacer sonar también sus guitarras en Ginebra.
Y eso nadie lo hubiese creído cuatro décadas atrás: “El festival no solo resucitó ritmos como el bambuco, que ya se escuchaba muy poco en las
casas, sino que puso a la música andina colombiana y a Ginebra misma en el mapa cultural de los colombianos”, asegura Bernardo.
Que el propio ‘Mono’ Núñez estuviese vivo y lúcido en su interpretación durante los primeros quince años del Festival también ayudó, cree Gustavo
Adolfo. “Porque le ayudó a la gente a quitarse la idea de que la música colombiana era cosa de viejitos. De hecho, grupos como Ensamble, de
Quindío, y Damabua, de Pasto, se interesaron por interpretar su música con toques más modernos”.
Entonces, con casi 95 años a cuestas y con la felicidad merecida de toda una vida dedicada a la música, era comprensible que el viejo Benigno
hubiera decidido acostarse para esperar a la muerte. No se había equivocado: a la 1:20 de la tarde del 31 de diciembre de 1991, solo cinco días
después de la última serenata que recibió de regalo, se apagaba el corazón de uno de las grandes intérpretes de la música andina colombiana. Ya
estaba a paz y salvo con la vida, ya nos había cumplido a todos.
Lavoe y la cheveridad
Tenía que ser Héctor Lavoe -¡Yo soy el cantante!- quien lo enunciara.
Por: Arturo Guerrero / El Espectador
Él, porque fue el más grande, el inconfundible, el cantante de los cantantes. Él, porque encarnó como nadie ese talante intraducible de los
latinoamericanos: la cheveridad.
Ser chévere vale por ser amigo entre amigos, sintonizar en la onda colectiva de mamagallismo y risa, tender brazos a la fiesta, repartir incluso lo que
no se tiene, empujar al combo hacia un más arriba compartido. Alguien chévere se presenta desarmado pero blande la finura de la picardía. En una
palabra, el chévere es el cómplice.
¿Qué enunció Lavoe? Forjó una frase de culebra que se muerde la cola, apoyándose en dos palabras: ¨Es chévere ser grande, pero es más grande
ser chévere¨.
Con filosofía de la escuela presocrática Sóngoro cosongo, superior a la de Pambelé, el cantante boricua ubicó en justo sitio dos comportamientos
que hoy encarnizan a los colombianos.
Si cualquiera sale a la calle a averiguar sobre las aspiraciones vitales de los transeúntes, encontrará que la mayoría quiere ser grande. También
comprobará que la cheveridad es apenas deseo para vacaciones, puro regodeo de tiempos libres, un hobby.
La grandeza elegida, eso sí, no guardará relación con términos como magnanimidad, dignidad ni nobleza, todos juzgados achacosos. Lo anhelado
no es este perfil de grandeza. Al contrario, querer ser grande es soñar con éxito, billete rápido, influencia, lamborghinis, pase-goles en Europa, bebés
mediáticos para prolongar la dinastía.
Es chévere este éxito, declaró el tenor de timbre nasal, quien lo tuvo y lo malbarató incluso hasta la adicción y la muerte. A sus 16 años voló a Nueva
York a perseguirlo, durante 30 fue consentido por orquestas All stars, sus admiradores llegaron a llamarlo ´el hombre que respira bajo el agua´.
Triturado de huesos luego de defenestraciones memorables, arrinconado por enfermedades innombrables, consumido por drogas y rehabilitaciones,
murió de infarto baladí a los 46 años en cama de hospital. Fue Ícaro, tocó la luz en su calle luna, calle sol, se derrumbó hacia forma peculiar de gloria.
Entrevió aquella verdad, ¨es más grande ser chévere¨, nos la arrojó a los colombianos de hoy y así evitó ser periódico de ayer.
La grandeza, entonces, está en la cheveridad. Para que la grandeza sea grande ha de ser colectiva. Porque la grandeza que se va en acumulación
individual, se vuelve contra sí misma y se destruye. El buen destino de todos es la genuina celebridad. Nadie brilla cuando los demás se opacan.
Juanito Alimaña, primo de Pedro Navajas, es más chévere que grande. O es grande porque es chévere. Merced a su grandeza le componen
canciones, como a ningún rico se las han compuesto. Alimaña y Navajas son pobres y maleantes porque han sufrido éxitos esquivos. Los salvó del
olvido la cheveridad.
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Orgullo de Santander para Colombia
Consumo de música en línea crece, pero artistas no ven frutos
Ifpi asegura que Colombia es de los mercados emergentes más destacados en cuanto a consumo digital.
Por: Cultura y Entretenimiento | El Tiempo
Foto: Martín García / EL TIEMPO
Por primera vez las ventas de música digital superan a las físicas.
De acuerdo con la Federación Internacional de la Industria Fonográfica mundial (Ifpi), aunque los ingresos globales por grabaciones musicales
disminuyeron 0,4 por ciento en 2014, hay una explosión del consumo de música en formatos digitales legales. Y en ese panorama, el mercado
colombiano digital creció 94 por ciento.
Según la Ifpi, por primera vez las ventas de música digital superan a las físicas: las primeras obtuvieron 6.850 millones de dólares, mientras que las
de disco compacto y vinilos alcanzaron 6.820 millones.
El informe señala que además del colombiano, entre los mercados que más han mostrado repunte está un muy significativo crecimiento en Venezuela
(272,8 por ciento); Perú, 96 por ciento, y Argentina, 67 por ciento.
Estas cifras comprenden las ventas para descarga (como iTunes Music Store) y las plataformas de reproducción en línea (streaming) como Deezer,
Spotify, Rdio, que se establecieron en Colombia desde el año pasado.
Sin embargo, la manera en que ese crecimiento se refleja en la realidad de los artistas no es claro y los músicos aún lo analizan. La cantante Taylor
Swift causó gran revuelo al retirar su catálogo de Spotify alegando que el reconocimiento económico no era justo, y otros la han seguido.
El informe de Ifpi, publicado en español por Promúsica España, dice que entre el 2009 y el 2014 los pagos para los artistas, como proporción de los
ingresos, han aumentado 13 por ciento, al tiempo que se ha reducido 17 por ciento la facturación total de los sellos discográficos.
En esos cinco años, en 18 mercados, los pagos totales realizados por sellos discográficos a artistas representaron más de 1.500 millones de dólares.
“Los servicios de streaming presentan un nuevo modelo de pago para los artistas, que está basado en el consumo de música durante un tiempo
continuo y que consiste en múltiples pagos acumulados por cada reproducción”, indica el documento.
“De esta forma, los artistas exitosos se aseguran un ingreso estable a través del tiempo y, a medida que crece la base de consumidores de los
servicios de streaming, sus ingresos totales también aumentan”.
El país donde mejor pagaron a los artistas locales por ventas digitales fue Suecia –donde nació Spotify–, pero, según la Ifpi, “en la mayoría de los
mercados donde los servicios por suscripción constituyen más del 30 por ciento de la facturación, los artistas se han visto beneficiados con el
crecimiento de las ventas, habiendo recibido más dinero y una proporción más elevada de los ingresos”.
La nebulosa se debe principalmente a que los servicios de streaming y las casas discográficas han evitado publicar cifras específicas, y solo ha sido
a través de filtraciones y cálculos de los artistas que se ha conocido cuánto ganan.
Se sabe ya que por concepto de una escucha de una canción, Spotify y Deezer pagan 0,005 centavos de dólar; Beats Music, Rhapsody y Google
Play, 0,008 centavos; Xbox Music, 0,026 centavos, y Youtube, a través del modelo de publicidad, 0,037 centavos.
Hablan los colombianos
En el caso de Mario Galeano, el músico tras proyectos independientes como Ondatrópica, Frente Cumbiero o Los Pirañas, “los ingresos en plataformas
de streaming son muchísimo menores a los de ventas de canciones” en formato descargable.
Estima que en los últimos cinco años, gracias a estas bandas, ha recibido por ventas digitales alrededor de 10.000 dólares (25 millones de pesos), lo
que apenas podría cubrir el prensaje de uno de sus álbumes.
“Esto sería en gran mayoría de ventas, no de streaming –añade Galeano–. No creo que más de 5 o 10 por ciento de esto provenga de pagos por las
plataformas de reproducción en línea”. Y agrega que “el servicio de pagos por streaming es paupérrimo”.
Entre tanto, los artistas independientes que logran dejar en consignación sus discos en lugares en línea como CD Baby, sin acudir a intermediarios,
logran mayores ingresos por cada copia que los registrados por una casa discográfica.
Esto no significa que les vaya mejor: “Lo que me ofrece el intermediario es posicionamiento y la opción de tener a alguien cerca para preguntar y para
que me paguen a mí y no a una cuenta de PayPal”, explica la cantante Victoria Sur.
Sur, que acaba de empezar la promoción de su nuevo álbum, descubrió que en un par de semanas su catálogo anterior en CD Baby produjo
inadvertidamente 200 dólares (unos 500.000 pesos). Por supuesto, este monto no alcanza para financiar la producción de su nuevo álbum.
“Me los pagan a través de PayPal, y lo único que puedo hacer con ese dinero es comprar a través de internet y así ir descontando de esa cuenta”,
afirma Sur.
En cuanto a los contenidos en Youtube, que generan ingresos por publicidad, el músico Nicolás Ospina comenta que el video que realizó junto a su
hermano Juan Andrés, titulado ‘Qué difícil es hablar en español’ generó un monto significativo a partir del millón de visitas. Sin embargo “esto no
alcanza para producir más música, es dinero para uno”.
Para este artista, es más importante estar en una tienda de descarga y recibir “unos cuantos dólares” (0,99 centavos de dólar por la compra de una
canción), aunque siga la piratería: “En los servicios de streaming uno siente que está regalando la música a una tienda”, sostiene.
Otro camino que ha encontrado Ospina, y muchos otros, es el de crowdfunding, o financiación en masa, en el que creador de un contenido busca el
apoyo económico de sus fanáticos e interesados para finalizar sus trabajos.
Al consultarles sobre sus pagos a los artistas colombianos, no fue posible obtener respuesta de Universal Music por temas de agenda, mientras que
Sony Music respondió que el tema está reservado por temas de confidencialidad.
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Orson Welles
El pasado 6 de mayo se cumplió el centenario del nacimiento de Orson Welles, uno de los nombres fundamentales en la historia del cine.
Por: Manuel Drezner / El Espectador
Fue un auténtico genio que introdujo un nuevo lenguaje a este arte y que con El ciudadano Kane creó una de las cintas fundamentales, ya que por
su argumento, su desarrollo, su concepción visual y sus novedosas técnicas de cámara marcó una pauta que muchos directores seguirían
posteriormente. No es exageración decir que el cine después de Orson Welles no fue lo mismo, igual que como sucedió con las creaciones de otros
genios como Griffith, que introdujo la épica en el género; como Chaplin, que supo combinar en forma magistral la gran comedia con un fondo de
tragedia; como Renoir, un brillante presentador de ideas a través de imágenes, y algunos otros.
Ya Welles había creado sensación en la radio, en especial con su programa sobre La guerra de los mundos, cuando aterrorizó a una nación haciéndole
creer que la Tierra había sido invadida por marcianos. Igualmente, su Julio César, una recreación de la obra de Shakespeare en la escena, fue
considerado un montaje trascendental. Todo eso llevó a que Hollywood le diera un contrato sin precedentes con absoluta libertad artística para hacer
esa obra maestra que fue Kane. Lo malo es que la cinta, a pesar de ser algo único, fue un fracaso comercial, ya que Welles se metió con uno de los
magnates más poderosos de la prensa del país, que hizo todo lo posible por acabar con Welles y su creación. Tampoco las películas que siguieron,
Sed de mal y Los magníficos Amberson, igualmente maestras y tal vez más acabadas todavía que El ciudadano, fueron exitosas, y eso acabó a
Welles en el ambiente comercializado de Hollywood. El resto de su vida pasó intentando hacer nuevos filmes, con financiación mínima y actuando en
cintas de otros.
Claro que no todo el público captaba lo magnífico de esas innovaciones. Recuerdo que cuando El ciudadano Kane se estrenó en Bogotá el muy
provinciano público protestó y casi que acaba con el teatro. Lo cierto es que hoy día Welles es idolatrado por quienes aman el cine. Me informan, por
ejemplo, que uno de los grandes éxitos en estos momentos entre nosotros es una colección de DVD con las grandes cintas de Welles. Ojalá que la
Cinemateca y los cineclubes criollos aprovechen este centenario para hacer homenajes a una de las figuras más importantes de la historia del cine.
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"No logré ser el mejor actor del mundo, pero lo intenté": Carlos 'El
Gordo' Benjumea
Pese a que hoy enfrenta una dura deficiencia renal, dice que su mayor logro en la vida fue haber sido feliz.
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Los Informantes
Tiene 72 años, aunque por un error de su madre oficialmente registra menos. Ha vivido con intensidad esa 'máquina de sueños' que es el mundo de
la actuación y. aunque su salud falla, no es un hombre triste.
Yo a mis 72 años creo que tengo un futuro maravilloso".
Tiene 5 hijos y 8 nietos. Llegó a pesar 150 kilos, una cuota que su cuerpo le cobró. Luego logró pesar 90, pero ya era demasiado tarde para sus
riñones.
Ahora se hace diálisis 3 veces a la semana. Todos los lunes, miércoles y viernes se levanta a las 2 de la mañana, para cumplir con su nueva vida:
charlar con un grupo de personas que están en su misma situación.
Todos somos conscientes de que en cualquier momento nos quedamos ahí".
Desde hace 3 años está sometido a este tratamiento. Cuando le preguntaron si recibiría un transplante de riñón dijo con contundencia no porque le
parecía deshonesto.
Yo con 72 años pidiendo un riñón, cuando hay gente de 15, 16 años con necesidad de un riñón para poder vivir lo que yo viví, ¿no te parece terrible
que yo se lo quite?"
Cómo voy a permitir que a mí me den un riñón cuando hay otro que lo necesita más".
Todos los días miro en el periódico la lista de obituarios. Si miro la lista y yo no estoy, me levanto y hago chichí".
Ya no me preocupo por tener un éxito para que en el futuro esté bien. No... yo ya viví el futuro".
Pese a su nobleza y actitud frente a la vida, afirma, como Groucho Marx, que le tiene miedo a la muerte y espera no estar ahí cuando llegue.
Ojalá yo pudiera vivir eternamente. Me encantaría.
Tiene en un su historial un sin número de personajes y hasta se vistió de mujer sin reparos, algo que, dice, dejó de hacer solo porque sus hijos ya le
decían 'mamá'. Eso sí, aún habiendo pasado por tantos personajes, dice con nostalgia:
Me hizo falta ser galán.
En 1975, como buen músico frustrado, se inventó el espectáculo de los 'café conciertos'. El objetivo: "que tú pasaras la noche más maravillosa de la
vida". Pero las bombas del narcotráfico también lo tocaron.
Un día que estaba yo trabajando y de pronto yo volteo a mirar en primera fila: había un hombre con una metralleta en la mano. Era muy complicado
que tú fueras a ir a divertirte una noche y ese día ponían una bomba, volaban un avión, amenazaban a alguien, había tiros en la ciudad... y la ciudad
se fue volviendo gris, oscura y triste y nosotros tuvimos que cerrar".
Fue amigo y cómplice del gran Fernando González Pacheco. Sobre él recuerda:
Fernando era muy loco, porque es que él firmaba y me metía en unas vacalocas que yo no tenía ni idea; entonces me dijo: 'ya firmé. En 15 días tú y
yo toreamos en la plaza de toros de Bogotá'. ¡Pero cómo se le ocurre, cómo que toreamos! ¡En mi vida yo he toreado, a mí no me gustan los toros!"
Yo me metía una botella de brandy, me metía un valium y rogaba que lloviera para que suspendieran la corrida".
Pese a sus locuras, nunca tuvo intención de excederse en ese mundo. Nunca consumió droga, aunque confiesa que bebió mucho.
Mi amante era estar montado en un escenario. Mi amante era saber que una luz se prendía. Mi amante era escuchar el carrete de una cámara. Ese
era mi amante, ese era mi orgasmo favorito".
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Un centro para el legado de Lorca
La casa de Lorca
En el Centro Federico García Lorca que el próximo 5 de junio abre sus puertas en Granada España, el teatro, el flamenco y el arte
contemporáneo, se pasearán alegres por las plantas del edificio.
Por: Redacción Cultura / El Espectador
“El anfitrión del Centro Federico García Lorca va a ser, sin duda, el legado del poeta de Fuente Vaqueros. Su archivo, su biblioteca, la copiosa
correspondencia, los manuscritos de sus obras, sus dibujos, sus fotografías, un riquísimo fondo bibliográfico que fija su vida y su obra, su tiempo
histórico y el sustrato cultural que nutrió sus creaciones y que da fe del complejo tejido de relaciones, amistades, movimientos artísticos y literarios a
los que interpeló”, asegura Blanca Berasátegui para El Cultural en España.
Un centro de libertad y de investigación. El Centro Federico García Lorca, que el próximo 5 de junio abre sus puertas en Granada, España, es
multidisciplinar. El teatro, el flamenco, el arte contemporáneo, el pensamiento y, desde luego, la poesía se pasearan alegres por las seis plantas del
nuevo edificio. Está abierto a los nuevos creadores y a las distintas corrientes del pensamiento de todo el mundo y, a la vez, con un foco especial al
contexto en donde nació, vivió y murió el poeta.
Dice Laura García Lorca, directora de la Fundación que lleva el nombre del escritor: “Siempre hemos soñado con un centro que reflejara la
personalidad múltiple y abierta de Lorca, su libertad en todos los ámbitos, su modernidad y universalidad. A Lorca le interesaba todo, detectaba con
asombrosa rapidez las nuevas corrientes artísticas, siempre se rodeaba de los jóvenes creadores, y ya sabemos que le inspiraban las huertas de la
vega y los campesinos y gitanos granadinos con la misma intensidad que las calles de Nueva York”.
El anfitrión del nuevo centro va a ser, sin duda, el legado de Lorca, “que descansa sobre los valores que defendía y que sigue representando el poeta”,
dice la directora de la Fundación.
En el centro se pondrán en marcha talleres interactivos que integran arcos culturales de distintos géneros, es un espacio de integración artística y le
da hogar no solo a un legado histórico, sino a la apertura de nuevos talentos.
Vivaldi
Wikipedia
Antonio Vivaldi recibió el apodo de il prete rosso (el sacerdote pelirrojo) por el color de su cabello. De hecho, era una característica de su familia, y su
padre ya era conocido con el sobrenombre de rosso.
En 1737 fue acusado de no decir misa siendo sacerdote, pero él se defendió alegando su asma; sin embargo, su enfermedad pulmonar no le restó
capacidades a la hora de viajar por Europa.
Es uno de los temas centrales en la novela de ficción histórica La Copa Antonio Vivaldi, en la que una competición de música nombrada en su honor.
Su ópera Montezuma, es el tema central de la novela de ficción histórica, Concierto Barroco de Alejo Carpentier 1974. Esta ópera, que versa sobre
la conquista de México bajo una interpretación poco apegada a la realidad; fue estrenada en Venecia en 1733, en el Teatro Sant'Angelo
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Ma Zhenghong, la dramaturga china que revolucionó el teatro en Cali
Autor: Lucy Lorena Libreros l Periodista de Gaceta / El País
La dramaturga china Ma Zhenghong llegó hace cerca de 20 años a la Escuela de Arte Dramático de la Universidad del Valle para apostar por una
nueva dramaturgia que puso a dialogar la cultura del Pacífico con clásicos del teatro de España y el mundo.
foto: Bernardo Peña l Fotógrafo de El País.
Quien recuerda bien la anécdota es el dramaturgo bogotano Alejandro González Puche. Se acercaba el final de los años 80 y allá, en Rusia, los
titulares de los periódicos comenzaban a anunciar la llegada irremediable de un tiempo de incertidumbre ante la posible caída de la Unión Soviética.
Solo un par de años más tarde, el mundo entero se vería obligado a reescribir su historia política.
Mientras se cocinaba el Tratado de Belavezha, en una habitación de la Academia de Arte Teatral, GITIS, en Moscú, siempre perfumada por el olor
del té recién servido, una novel directora de teatro china tuvo la ocurrencia de recrear, sobre una hamaca colombiana, una escena de amor que tenía
lugar en una hacienda rusa del siglo XIX.
Esa hamaca, cómo no, le pertenecía a Alejandro, que causaba gracia por la manera como pronunciaba las palabras del escaso ruso que había
aprendido en unos pocos meses en la ciudad de Minsk y quien años atrás había aprovechado una beca del Icetex para continuar su formación en la
Europa comunista, esa que no creía en Cristo y en la que se creía comían niños.
La directora que no dudó en descolgarla del techo fue Ma Zhenghong, que tras estudiar teatro y canto de ópera tradicional china en el Instituto de
Actuación de Shangai y en la Academia Central de Drama de Beijing quiso seguir su formación en Rusia, que ya para entonces tenía la fama bien
ganada de ser la meca del teatro moderno y la quintaesencia del teatro ruso.
El montaje se llamaba ‘Lobos y carneros’, del escritor Nicolái Ostrovski, y narraba las hazañas y desgracias de los nuevos ricos mientras se caía a
pedazos la Unión Soviética, en la voz de un personaje dedicado a la compra y venta de finca raíz. Fue una obra que Ma sacó adelante bajo la batuta
de Piotr Fomenko, uno de los mejores directores de teatro del mundo, que había encontrado en la joven asiática a una de sus alumnas más
aventajadas.
El mérito, contará Ma muchos años más tarde, es que la obra no solo se quedó con varios premios internacionales, “sino que se mantuvo vigente en
ese país y ya es considerado un clásico”.
Por los días en que ese bogotano de mirada azul le habló de hamacas y de cumbias, lo poco que Ma Zhenghong conocía de Colombia lo había
aprendido con las historias de los Buendía en ‘Cien años de soledad’. Por eso, a Alejandro no le sorprendió que la mujer estuviera convencida, como
que dos y dos son cuatro, que el país de su amigo “era el mismísimo Macondo”, mito que él le alimentaba en los pocos ratos libres de una vida
académica casi monacal en los que le narraba anécdotas inverosímiles, como aquella de que su mamá costeña “solía preparar sus platos en la cocina
acompañada por una anaconda”.
En medio del sueño compartido de hacerse grandes directores de teatro surgió lo inevitable, el amor. Alejandro, ya casado con Ma, regresó a Colombia
en 1991 y ella emprendería ese mismo camino un año después, seducida ante la idea de formar a nuevos actores en esa tierra mágica de la que le
hablaron en silencio las páginas de García Márquez.
Llegaron primero a Bogotá. Ma no pronunciaba ni una sílaba de español, pero cuatro meses le bastaron no solo para conversar un castellano sin
tropiezos, tal como lo hace en inglés, ruso, pequinés y mandarín—, sino para dictar clases.
Lo hizo luego de que Alejandro montara la Academia Superior de Artes, considerada la primera facultad de dirección teatral en Colombia que
funcionaba en la Universidad Distrital. Luego lo nombrarían director de la Escuela Nacional de Arte Dramático de donde salieron actores atildados
como Róbinson Díaz. Un día, el Ministerio de Cultura no quiso continuar con el proyecto por razones políticas y, antes de que la pareja de dramaturgos
emprendiera un destino distinto, el Departamento de Arte Dramático de la Universidad del Valle les abrió de par en par sus puertas.
Lo que siguió luego fue otra suerte de enamoramiento. De Cali. De su calor. De su caótica manera de entender la vida. De su estética. De sus negros.
De su manera de narrar con el cuerpo. Una ciudad muy lejos de la Beijíng natal de Ma Zhenghong, pero lo suficientemente parecida como para
decidirse a escribir una nueva vida lejos de Rusia, lejos de China.
****
Y aquí siguen ambos, en la Facultad de Artes Integradas de Univalle, conversando cotidianamente todavía en ruso, quizá para que siga
aleteándoles en el corazón esa historia de amor que vivieron mientras el resto del mundo seguía en vivo la caída de la URSS.
Han pasado ya cerca de dos décadas. Y lo que ha ocurrido desde entonces, parecen pregonar alumnos y egresados casi en coro, es que este
espacio no volvió a ser el mismo desde el arribo de Alejandro y sobre todo de Ma, a quien muchos consideran una mamá para las decenas de actores
que han pasado por estas aulas.
Es lo que cuenta Juan Carlos Osorio, que hoy se gana la vida como docente de arte dramático en la Univalle, en sus sedes de Cali y de Buenaventura,
y que años atrás se formara bajo las lecciones poderosas y las instrucciones siempre precisas de Ma, primero en la facultad y luego en la compañía
teatral que ella fundara junto a su esposo en 1998: el Laboratorio Escénico del Valle.
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Juan Carlos evoca a una maestra con “mucho temple, de carácter, que apuesta por un teatro más natural y con actores más espontáneos, pero con
todo el rigor de la escuela rusa, donde el actor debe ser puntual y tener además muy claro qué personaje es el que está representando, cuál es su
verdadera esencia”.
Manuel Viveros, uno de sus estudiantes más destacados, cree que ese rigor se advierte también en la manera como Ma ha convencido a sus
‘discípulos’ de que un actor merece un espacio digno donde ejercer su arte. Por eso, antes de que comience cualquiera de sus clases o ensayos,
“ella nos pide tener todo limpio y en orden. No concibe un actor que no trabaje en un lugar pulcro”.
Sentado a pocos pasos de ella, en la oficina que ambos comparten en el tercer piso del edificio de la Facultad de Artes Integradas, Alejandro González
recuerda que gracias a la terquedad de Ma es que los muchachos de arte dramático cuentan hoy con un espacio “digno donde hacer sus prácticas”.
Se trata de una sala espaciosa, pero en muy mal estado por los días en que la pareja de dramaturgos llegó a la universidad. Convencida pues de que
eso de ser actor es un oficio de respeto, como ser médico, como ser ingeniero, Ma dotó la sala de aire acondicionado, poco a poco amplió el espacio
del escenario y empezó a fabricar una programación permanente de obras, interpretadas por los mejores alumnos que ella misma formaba.
Mirando de manera cómplice al marido, y vestida como siempre de tenis y sudadera, la maestra china suelta la que podría ser la razón de su filosofía
pedagógica: “el eje de la vida teatral debe ser la escuela. La educación artística es muy importante en China, pero en Colombia sufres mucho por la
falta de presupuesto; creo que aún no se entiende la importancia de la formación en las artes”.
Ella sí. Por eso se ha esmerado, a través del Laboratorio Escénico Univalle, por renovar la escena teatral de Cali y la región. Que lo diga Laura Posso,
estudiante de décimo semestre, quien trabaja junto a ella en un proyecto de investigación teatral ambicioso: la puesta en escena de ‘El alférez irreal’,
obra en clave de ironía sobre la clásica novela de José Eustaquio Palacios, “que busca la recuperación de la memoria en una ciudad que la maestra
Ma considera olvidadiza; Cali vive de espaldas al pasado, nos dice todo el tiempo”.
Es que el legado que Ma Zhenghong se ha ido escribiendo con propuestas escénicas que se salen de cualquier canon. Gracias a eso, es que ha
puesto a conversar, en una misma obra, la cultura del Pacífico colombiano con clásicos del Siglo de Oro español y la mismísima ópera china, en la
que ella se formó en sus inicios.
Así, junto a la adaptación de clásicos españoles como ‘La vida es sueño’, de Pedro Calderón de la Barca, y ‘El coloquio de los perros’, de Miguel de
Cervantes, ha logrado adaptaciones irreverentes como la que llevó al Festival Internacional Asiático de Beijíng, ‘Égloga de Plácida y Vitoriano’,
de Juan de la Encina, no solamente interpretada por actores afrodescendientes sino ambientada con el sonido del bombo y la marimba.
En otro montaje, ‘El astrólogo fingido’, Ma puso a un actor afro a interpretar ópera china. Una hazaña parecida había logrado en marzo de 2002
cuando presentó en Bogotá, en codirección con Alejandro González, ‘El condenado por desconfiado’, pieza cardinal de Tirso de Molina, nada menos
que en el Teatro Colón de Bogotá. Fue un hecho sin precedentes: los dos papeles principales, el de Enrico y el de Paulo, eran encarnados por Manuel
Viveros y Néstor Durán, los primeros actores afrodescendientes en pisar las tablas del ilustre teatro capitalino. Ellos, además, recitaron los versos del
Siglo de Oro español, pero a ritmo de las décimas del Pacífico colombiano y la marimba de Gualajo.
Otras veces, Ma asume la tarea de traducir al chino obras clásicas de la dramaturgia latinoamericana para llevarlas a festivales de teatro en Rusia y
en China, países a los que viaja por lo menos una vez al año.
Lo curioso es que la primera vez que visitó el Pacífico, en La Bocana, por allá en el 94, experimentó el desencuentro de quedarse encerrada en el
hotel por culpa de una lluvia necia que no paraba de caer. Pero su esposo Alejandro está seguro de que fue por esos días cuando ella terminó de
sellar definitivamente su amor por esa cultura, tan distante geográficamente, pero hoy tan cerca, gracias a su admirable terquedad sobre las tablas.
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Adolfo Pacheco, el juglar de la hamaca grande
Autor: Lucy Lorena Libreros* l Periodista de Gaceta / El País
Foto: Lucy Lorena Libreros l Periodista de Gaceta
Se llama Adolfo Pacheco, nació en San Jacinto, Bolívar, y es el compositor de clásicos como ‘La hamaca grande’ y ‘El mochuelo’. Y aunque suene
triste, es la pura verdad: a sus 75 años no solo es la memoria viva de la música de acordeón sino el último gran juglar que nos queda para cantarlo.
Solo hasta la media noche de ese miércoles de mayo Adolfo Pacheco se animó a pelear el último gallo. El nombre lo tenía anotado en la vieja libretita
verde que carga en una cartera de cuero que suele portar al cinto. Estaba escrito con una caligrafía dibujada con esmero: ‘Pollo Pinto Santo Domingo’.
Era el número 153 de una larga lista y también la última oportunidad para sacudirse la deshonra de otro animal que olvidó la bravura para la que
había sido entrenado y que le dejó a su dueño no solo $120 mil menos en los bolsillos sino la vergüenza de un asunto imperdonable en el mundo de
los galleros: la cobardía.
El ‘Pollo Pinto’, sin embargo, mostró su nobleza desde el primer asalto. Con el pecho en alto y parado con temple sobre el ruedo de la gallera
‘Lentejita’, ubicada en el barrio San Francisco, uno de los más populares del oriente de Barranquilla, supo meter bien la espuela y picar con fuerza
hasta aniquilar a su enemigo.
El público no paraba de vitorear. Es que el ‘Pollo Pinto Santo Domingo’ es eso que galleros de fuste como Pacheco llaman un buen soldado. Que no
es huidizo, que no corre a esconderse ante el primer estallido de guerra. Hay también gallos así: “que por más que los estén matando, no dejan de
pelear con rabia hasta el último soplo de vida que les queda”, como dice Pacheco.
Lo tiene bien claro porque ha cultivado el arte de la pelea de estas aves desde que “estaba muy pelao” y porque conoce los secretos del cruce
genético necesario para lograr un gallo de raza, de bravura. Lo hace en su gallera ‘El tropezón’, tres hectáreas del vecino municipio de Galapa
dedicadas por completo a su crianza y entrenamiento.
Algunos ejemplares que habitan el lugar son hijos de padrotes —machos destinados a la procreación— traídos de Puerto Rico, donde según Pacheco
están los mejores criaderos de gallos de pelea del mundo.
‘El tropezón’ es algo así como su reino. Hasta allá llega por lo menos dos veces a la semana en su camioneta modelo 98, “que de vieja suena como
un tractor”. Una vez allí, guinda una hamaca entre dos horcones y se acuesta a escuchar el concierto de sus centenares de gallos. Otras veces
prefiere cerciorarse cómo va el entrenamiento de cada uno. El ‘correteo’, como dicen los galleros. Él mismo en ocasiones suele dirigir los ejercicios
para hacer más flexibles las patas y tonificar las alas de sus ejemplares. Y cuando los siente listos, los deja frente a ‘La mona’, un muñeco de trapo
con figura de gallo que simula al contrincante. Bajo los animales está lo más parecido a un escenario de combate: un ‘sparring’ de cuero sobre el que
vuelcan toda su agresividad.
En los buenos tiempos en que se había entregado por completo a esta pasión y cruzaba “gallos de respeto”, paseaba de gallera en gallera por todo
el Caribe, desde Riohacha hasta Cartagena, junto a cuatro o cinco amigos tan apasionados como él, que no solo tenían bríos para apostar sino para
rematar en una parranda de varios días. Hoy la mayoría de ellos ha muerto. O están demasiado viejos. Esta noche de miércoles, pues, Adolfo estuvo
acompañado por Karim, uno de sus yernos, con quien se marcha de ‘Lentejita’ a las 2:00 a.m., con su animal con vida en el regazo y el ego de nuevo
en su puesto.
Algunos le preguntan por qué se expone a llevar sus gallos a un barrio “donde dizque debo andar con chaleco antibalas, por lo peligroso”. Pero a
Pacheco eso poco le importa. Tampoco que sus gallos ganen.
—Lo que me importa es cómo peleen, que den espectáculo. Ahora, si ganan, llego a mi casa silbando, prendo todas luces y abro la nevera. No hay
momento más feliz. Pero si ese segundo gallo no hubiese ganado, yo igual me iría satisfecho a mi casa porque peleó como yo espero siempre: como
un gladiador.
****
La foto, tomada en una parranda en Valledupar, pende de una pared del corredor de su apartamento en el lujoso sector de Altos de Miramar, al norte
de Barranquilla. Adolfo Pacheco Anillo aparece sentado a la izquierda de Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha y a la derecha de César Gaviria
que por entonces, en los albores de los 90, era presidente de Colombia.
Pacheco era uno de esos juglares cuya voz y cuyas letras eran hospitalarias para la música de acordeón. Ya nos había regalado ‘La hamaca grande’,
su canción más celebrada, grabada primero por su eterno compañero de jaranas, Andrés Landeros, y convertido en éxito universal por un tal Carlos
Vives, “jovencito que había hecho su fama como galán de telenovelas” y que se le apareció en su oficina de abogado “con el cuento loco” de
internacionalizar el vallenato.
Luchando contra el bochorno de las diez de la mañana, el maestro está sentado en la sala de su casa y carga encima pocas horas de sueño por su
trasnocho en ‘Lentejita’, así como una boina beige, pantalones oscuros, camiseta azul, sandalias de caña flecha y la molestia evidente de una vieja
diabetes que ya ha comenzado sus reclamos del día.
Se la diagnosticaron hace 45 años. Ahora, tres décadas más tarde, está seguro de que fue un ‘tatequieto’ que Dios le mandó “para dejar tanto
desorden, trago y mujeres. Yo me cuido a medias; igual, ya estoy jodido. Es que como Dios nunca fue parrandero no entiende que la música no se
puede disfrutar sin buen traguito y buena compañía”.
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La diabetes no consiguió reversar una regla de vida que hizo suya desde muchacho: cambiar el día por la noche. A sus 75 años, el maestro Pacheco
duerme poco y mal. Después de su velada gloriosa de gallero, únicamente pasadas las 4:00 a.m. consiguió quedarse dormido.
Por los días en que viajaba de pueblo en pueblo como un juglar que narraba con sus canciones los sucesos de la cotidianidad —quién era el muerto,
qué pueblo seguía sin agua, qué muchacha había escapado de su casa con algún amor contrariado— podía estirar la parranda hasta veinte días
seguidos.
Eran los años 50 y 60 y la música de acordeón se veía como cosa de corronchos, de gente vulgar. Lo advertía de niño en su propia casa, allá en su
natal San Jacinto, un municipio enclavado en los Montes de María, en Bolívar, donde doña Mercedes, su mamá, no permitía que los músicos de
gaitas y acordeones entraran por la puerta de la sala, sino por la del patio. Cosa distinta si se trataba de guitarristas y violinistas, “porque ellos
interpretaban valses”, recuerda Pacheco como explicación de parte de ella la única vez en que se atrevió a preguntarle.
Pero él —bautizado Adolfo en honor a Hitler, que en los años 40 conservadores como su mamá consideraban el “gran líder que iba a cambiar el
mundo” — ya había sentido el llamado de los sonidos de un acordeón y, cada vez que podía, se le volaba a la ‘Seño Merce’ a alguna fiesta de la
plaza del pueblo. Su padre, Miguel, un comerciante también godo, un día se cansó de tantas reprimendas y al morir su esposa, cuando Adolfo tenía
9 años, lo mandó al internado de don Pepe, un famoso maestro con disciplina de hierro que había fundado su colegio en Cartagena.
Para demostrarles a todos que aquello de la música no era mero capricho, Pacheco buscó un cupo en el conservatorio para convertirse en virtuoso
de alguna orquesta. Quería interpretar el saxofón, confiado en el buen oído que le habían dejado la caja y la guacharaca, las cuales aprendió por su
cuenta al escuchar cómo la interpretaban los más viejos.
Un profesor le aconsejó que primero aprendiera el clarinete, pero que el instrumento debía conseguirlo él mismo. Fue una dolorosa bofetada para un
‘pelao’ con un padre casi en bancarrota que intentó mitigar el dolor de la viudez a punta de mujeres, pero que “parecía dejarlas embarazadas con
solo mirarlas. Tuvo al final 22 hijos y, ajá, eso arruina a cualquiera”.
Con la desilusión metida en la mochila regresó al Colegio Fernando Baena de Cartagena donde cursaba el bachillerato. Y se refugió no solo en la
música que se escuchaba por entonces, boleros, fandangos y rancheras, sino en la poesía. Recitaba de memoria versos de amor de Vargas Vila. De
Valencia, de Silva y de Julio Flores. Y caminaba por los pasillos recordándolos en voz alta para sí mismo mientras sus compañeros lo tildaban de
loco.
Quizás por eso pensó que en algún momento él podía, cómo no, convertirse en poeta —“porque me iba bien en eso de contar la vida de manera
rimada”—, hasta que entendió que los poetas de verdad “no solo hacían rimitas como las mías, sino sonetos y otras cosas elaboradas”.
Quiso luego ser licenciado en matemáticas movido por el éxito repentino que había logrado al reemplazar a un profesor que renunció. La universidad
más cercana para lograrlo quedaba en Tunja, pero no contar con la libreta militar frenó sus planes. Buscó matricularse en una universidad de
Cartagena para hacerse ingeniero, pero allá tropezó con la misma excusa. El viejo Miguel advirtió su naufragio y entonces lo convenció de que se
fuera a Bogotá para que se hiciera “un doctor” en la Javeriana. Y Adolfo aceptó. Lo único, en todo caso, que se aseguró de meter en la maleta fueron
sus compañeras de fiesta: su guitarra y su gaita, “que los cachacos siempre creyeron una cosa de indios”. Por eso, piensa ahora, fue que nunca
regresó con un cartón. A cambio de eso, se ‘doctoró’ en folclor y se volvió comunista.
****
El maestro le pide a Sandra, la empleada de su casa, que le brinde algo de comer. Un diabético como él, explicará luego, debe ingerir varias comidas
al día y en horarios estrictos. No hacerlo puede dejarlo al borde de una hipoglicemia, un bajo nivel de glucosa en la sangre.
Adolfo Pacheco luce desesperado. Incómodo. La lucidez y su encanto de conversador torrencial aparecerán de nuevo solo después de varios bocados
de un plato servido con yucas fritas y suero costeño. Y así, comiendo a placer, vuelve a los días remotos en que era un joven de provincia de no más
de 19 años que aprendió en Bogotá dos lecciones con las que nunca se sintió cómodo: vestirse de trajes enteros y entender el verdadero color de su
piel.
Lo segundo le sucedió después de buscar refugio en un baño de mujeres del periódico El Espectador tras salir huyendo del restaurante de la Carrera
19 donde no pudo pagar los $7 que le pedían por un arroz con pollo. La escena la evoca entre carcajadas pícaras, más de medio siglo más tarde:
confiado en su fortaleza como jugador de béisbol y baloncesto, corrió sin parar hasta meterse en el único lugar donde a nadie se le ocurriría buscarlo.
Ya se creía a salvo, sentado en una letrina, cuando alcanzó a ver delante suyo a una secretaria que se había bajado por completo la falda. La mujer,
absolutamente disgustada, le soltó entonces un insulto que pareció darle a Adolfo Pacheco un lugar en el mundo: “¡Negro malparido!”.
Hasta ese día, cuenta, se sabía “moreno”. Eso le había colocado en la cédula el funcionario ante el cual la tramitó en San Jacinto. O a lo sumo un
“desteñido”, como lo llamó con desdén una mulata hermosa de San Basilio de Palenque a quien él le confesó las angustias que ella le despertaba en
el corazón.
Hijo de una blanca y de un “negro bello”, Adolfo Pacheco comprendió de pronto que lo que le había gritado aquella mujer del baño no fue apenas una
reacción desconcertada. “Era la mirada que tenían en el interior de Colombia sobre los que teníamos más color de la cuenta. Hoy nos llaman
afrodescendientes, y eso suena bastante más dulce”.
“Este mundo está muy desordenado”, creyó el joven músico. Y fue de ese dolor que nacieron dos de sus más bellas canciones. La primera es una
cumbia, ‘Cuando lo negro sea bello’, en cuyas líneas un esclavo piensa en ese momento soñado en que “quitaré vengativo cuando lo negro sea bello
la cadena de mi piel”.
Vía Youtube.
La otra es un vallenato cuya versión más popular lograran Otto Serge y Rafael Ricardo, en 1982, ‘El mochuelo’. Canto dedicado al pájaro emblemático
de los Montes de María que Adolfo vio muchas veces aletear en el patio de la casa en la que la seño ‘Merce’ parecía manejar los hilos del mundo.
“Un ave que nace amarilla y que, al crecer, cambia de color: el pico blanco se hace amarillo y las plumas de un negro cenizo, como si se volviera
más refinado”. La génesis del verso que tantos han recitado: “...Como mi amor por ti, que entre más viejo más fino”.
Le había cantado a los amores que astillan corazones en ‘El tropiezo’; a su padre en un tema que no falta en ninguna parranda vallenata familiar, ‘El
viejo Miguel’; había pintado al óleo el amor, “pero sin lienzo ni pinceles” con ‘El pintor’, que quedó para siempre en la voz de Diomedes Diaz; y le
había dedicado un paseo a Mercedes, una sanjacintera que no quiso marcharse con él de viaje, “porque tu vida es ajena de tu mujer y tus hijos”.
Años más tarde, en 1970, nacería ‘La hamaca grande’. Pacheco, que se ganaba la vida como profesor de matemáticas de un colegio de San Jacinto,
la compuso como una afrenta al naciente Festival de la Música Vallenata, ese sueño de Consuelo Araújo Noguera que contó con la complicidad de
Alfonso López Michelsen, Rafael Escalona y Gabriel García Márquez.
La noticia no demoró en llegar a los Montes de María. Pacheco se declaró en rebeldía junto a todos los acordeoneros de esa sabana que comparten
Córdoba, Bolívar y Sucre. No podían creer que a la música de acordeón la bautizaran vallenato solo porque el festival se haría en la capital
del Cesar. Es que Valledupar no tenía tampoco una tradición fuerte. De eso también se lamentaba Pacheco. Y le recordaba a Consuelo que
hasta hacía no mucho a la entrada del Club Valledupar se leía un letrero que no dejaba dudas: ‘Prohibido traer conjuntos de acordeón’.
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“Le dije a Consuelo: no tienes por qué acabar lo nuestro para que brille lo tuyo. Pensaba entonces que con ‘La hamaca grande’ en el Valle de Upar
les íbamos a mostrar que nosotros, músicos sabaneros, teníamos una melodía de acordeón tan valiosa como la de ellos. Que no teníamos Francisco
el Hombre, pero sí gaiteros. Y cumbias. Hice La Hamaca para competir en el Festival... “Pa’ que el pueblo vallenato meciéndose en ella cante”…
Vía Youtube.
Cuenta que el propio Gabo le pidió que le cambiara La Hamaca Grande por Cien Años de Soledad. Pacheco le respondió que más bien lo invitaba a
bailar una cumbia, pero al son de un acordeón, como él define su canción. El Nobel dijo sí ante el desconcierto de La Cacica, pues al juglar y al
escritor los unía una amistad entrañable que también compartió con Toño Fernández y Andrés Landeros, a quienes García Márquez solía visitar en
San Jacinto, desde mucho antes del día feliz del Nobel, por el puro gusto de escucharles sus vallenatos sabaneros.
Pacheco terminó haciendo las paces con Valledupar. Y ahora ‘La hamaca grande’, esa “bella serenata con música de acordeón, con notas y con
folclor de la tierra de la hamaca” la cantan en el Festival como si los Montes de María quedaran en la mismísima Plaza Alfonso López.
Por cuenta de su canción más preciada y de la fama que supo ganarse Carlos Vives en medio planeta, no cesaban de llegar jugosas regalías. La
primera de ellas, a solo tres meses de haber aparecido ‘Los clásicos de la provincia’, y con más de un millón de copias vendidas, le dejó a Pacheco
en las manos un cheque por $25 millones.
“Es que ‘La hamaca’ me compuso la vida”, repite el juglar, antes de recordar que mientras escribía su música le hacía guiños a la política. Alcanzó a
ser diputado de Bolívar y concejal de San Jacinto. “Siempre me gustó. Era como otra pasión. Fui primero conservador, después comunista y ya al
final creo que liberal. Pero me retiré desilusionado pues ya me habían entrado ganas de robar y yo la verdad no sirvo para eso”.
Tampoco para sentarse a esperar la muerte en su pueblo natal, mientras este se caía a pedazos por cuenta de la violencia de la guerrilla de las Farc,
que solo en los Montes de María cometió 56 masacres. Era el año 96, y una mañana Pacheco recibió una carta en la que alias Martín Caballero le
notificaba que sus hombres habían llegado al pueblo para hacerse cargo de la seguridad y los problemas sociales. “Absténgase usted de hacerlo”, le
advertía en esas líneas. Entonces no tuvo más remedio que cerrar su oficina de abogado.
Enterado de la advertencia del enemigo, “un paraco” telefoneó a su casa con una propuesta que parecía usual en esos tiempos de terror. “Si nos da
$500 mil, le arreglamos ese problema”, escuchó Pacheco al otro lado de la bocina. Dijo no. Y esa misma noche le dispararon a la habitación de su
casa, que queda aún a dos cuadras del centro del pueblo. “Mis pelaos y yo dormimos en el suelo del puro susto. A la mañana siguiente lo primero
que les dije a todos fue ¡Nos vamos de aquí!”. Desde entonces vive en Barranquilla.
El maestro recuerda esos años mientras busca acomodo en la hamaca que tiene en un cuarto de su casa, que le sirve de estudio y a veces de
dormitorio cuando está de pelea con la seño Lady, la única mujer con la que se casó y tuvo dos de sus ocho hijos.
Fue de ese cariño prohibido que nació ‘El tropezón’. En San Jacinto no podían creer que ella, una señorita educada como abogada y bonita, se
enamorara de un parrandero insobornable, con seis hijos ya, y que, a sus 36 años, comenzaría apenas a estudiar la única carrera de la que se graduó:
el Derecho. Los padres de la novia hicieron de todo para disuadirla de la locura. Incluso enviarla a Bogotá a que siguiera estudiando. Ella regresó a
San Jacinto un Martes Santo a pasar vacaciones. Adolfo lo sabía y entonces la citó en un bar para que le confesara, mirándolo a los ojos, si era cierto
que el amor se le había esfumado sin remedio. Pero el Jueves Santo sonaron las campanas de boda y ya completan 39 años juntos.
Él lo narra con la misma expresión de orgullo que lucía cuando ganó el ‘Pollo Pinto Santo Domingo’. Es que al amor, como a los gallos —lo debe
saber bien el maestro Adolfo Pacheco— parece moverlos la misma extraña lógica: siempre será necesario pelear hasta morir para ganar la batalla.
Paso de los Toros se llena de poesía
Rendirán homenaje a Mario Benedetti
El escritor uruguayo Mario Benedetti recibirá a mediados de junio un homenaje en su pueblo natal, Paso de los Toros, donde se erigirá una
estatua suya y se le pondrá su nombre a una calle.
Por: Redacción Cultura / El Espectador
Según explicó Ariel Silva, gerente de la Fundación Mario Benedetti, la calle será un homenaje al escritor en el lugar donde nació, en el centro de
Uruguay, y estará "llena de carteles" con fragmentos de obras del autor, uno de los más destacados de la cultura uruguaya y del cual se cumplen
este mes seis años desde su fallecimiento.
Como actividades previas a este homenaje, la fundación que lleva su nombre organizará talleres con los jóvenes de la localidad en la cual se leerán
fragmentos de la obra del escritor y se charlará sobre los conceptos desarrollados en ellos.
"Al final de la calle estará la estatua de él sentado. Cualquiera que pase podrá hacerse una foto y tener un bonito recuerdo", dijo Silva.
La Fundación Mario Benedetti tiene entre sus objetivos la conservación, difusión y promoción de la obra del autor, pero también tiene una vertiente
social en la cual busca estimular la lectura y la escritura en las nuevas generaciones. Mario Benedetti fue uno de los autores latinoamericanos con
más repercusión internacional y entre su extensa producción literaria se encuentran algunas obras destacadas como las novelas "La tregua" y "Gracias
por el fuego" o los poemas "Táctica y estrategia", "Amor de Tarde" y "Bienvenida".
Benedetti inundó al mundo con sus letras e historias y recibe un homenaje más en su pueblo natal. Sus textos siguen cautivando y resonando en el
tiempo. Como decía él mismo: “Después de todo, la muerte solo es un síntoma de que hubo vida”.
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Los Gaiteros de San Jacinto le apuestan al Dub en vinilo
El grupo tradicional de Los gaiteros de San Jacinto se ha convertido en uno de los íconos de la música tradicional colombiana y entre
tamboras, maracas, flautas y gaitas sigue conquistando el mundo.
Los Gaiteros de San Jacinto le apuestan al Dub en vinilo (Foto: Colprensa / VANGUARDIA LIBERAL)
En esta oportunidad la raices de la cumbia y las músicas típicas nacionales se mezclaron con el productor de dub inglés Adrian Sherwood y con Diego
Gómez, de Llorona Récords.
Ahora los gaiteros tendrán la oportunidad de mostrar su nuevo disco que está vez estará en vinilo en escenarios como Rock al Parque, en Bogotá;
Nueva York y Chicago, en Estados Unidos, y con su nuevo lanzamiento planean llegar hasta Asia.
Colprensa habló con los integrantes del grupo, Rafael Castro Fernández y Wilson Fontalvo, además del director Gabriel Torregrosa, quienes
explicaron lo que viene con su nuevo disco.
- ¿Qué viene con este lanzamiento?
RCF: Vamos a mostrar lo mejor que tienen los gaiteros, esa herencia que nos dejaron los antepasados como Antonio Fernández, José y Juan Lara,
Manuel Velosa y todos esos juglares que nos dejaron un legado musical que debemos mantener.
Hay muchos proyectos, tenemos algo para julio, tenemos varias fechas de gira en Estados Unidos, en Nueva York y en Chicago, yo creo que nosotros
vamos por un muy buen camino y con la ayuda de Dios seguiremos por ahí.
- ¿De qué se trata el dub de gaita?
WF: La idea del Dub de gaita es uno de nuestros proyectos ambiciosos, venimos trabajando en esto hace más de un año, ya se están dando los
frutos y estamos próximos a hacer un lanzamiento del disco completo, en donde se ve la mezcla de trabajo que hicimos con el DJ, productor de dub
ingles Adrián Sherwood y Diego Gómez, de Llorona Récords.
Esto trae mucho público joven, es un idea maravillosa y aunque hay varios que dicen que no les gusta porque prefieren el sonido tradicional de la
gaita, hay que tener en cuenta que es un dub y que sin lo uno no hay lo otro, es una fusión entre lo tecnológico y el trabajo de los gaiteros de San
Jacinto, que es considerado típico.
- ¿Qué decirles a quienes no apoyan este tipo de cambios?
WF: Nosotros no dejaremos de hacer la música que hacemos, esta mezcla también nos representa y también hace parte de nuestro trabajo, en donde
estamos con un excelente músico y con un equipo excepcional de productores y de ingenieros, los cuales nos impulsan a ser mejores, por eso sé
que este trabajo dará mucho de qué hablar.
- ¿Cómo le ha ido al pre-lanzamiento?
WF: En nuestras presentaciones podemos decir que los pre-lanzamientos hechos han sido exitosos y el público se ha dado cuenta de que este es un
trabajo excelente. Tenemos dos canciones que ya están en línea, 'María Sola' y 'El fin del mundo', esto nos ha ayudado con el nuevo público, ha
hecho que los jóvenes se interesen en la mezcla, en el proyecto y en julio Sherwood estará en el país para este lanzamiento, este no es el mismo
chis pum de siempre, es otro tipo de sonidos, de los buenos y de los que gustan.
- ¿Cómo se hizo y cuánto tiempo demoró el dub de Gaita?
GT: Este trabajo se hizo luego de que Sherwood escuchara nuestros sonidos, se hizo entre dos ciudades, duramos casi un año en esto, en Bogotá
grabamos lo tradicional y luego el viajó a Londres, hizo la mezcla y sacamos el vinilo.
Esperamos que para julio estemos en Colombia haciendo el lanzamiento y lo presentaremos también el 16 de agosto en Rock al Parque, en Bogotá,
y esa será una ventana para ver la expectativa del público hacia este trabajo.
- ¿Hay jóvenes intérpretes que no entienden la música tradicional o que la ignoran porque creen que pasa?
GT: Los nuevos muchas veces quieren aprender de nosotros pero solo captan lo mecánico y creen que tocar música tradicional es hacerlo de la
misma forma, no piensan en lo otro, por eso cuando hay personas que quieren aprender a tocar percusión sanjacintera se encasillan en tocar y esto
es de sentirlo, si no lo siente se vuelve en algo mecánico y te vas a equivocar y lo que nosotros queremos es mantener vivo ese zumbido que te hace
sentir la tradición.
- ¿Por qué apostarle al vinilo?
GT: Es lo que se viene trabajando en Europa y por eso nos decidimos a esta presentación, para las discotecas, para los DJ, pensando en un show
distinto, también porque es más para coleccionistas y es para llegar a aquellos que disfrutan del disco en físico, los que son amantes del bueno sonido
y de la calidad inigualable, así le sumamos elegancia a la música de gaita y a la tradición que nosotros llevamos.
- ¿Cómo ven el reto en Rock al Parque?
RCF: Rock al Parque nos tiene emocionados y esperamos que el público este receptivo y les guste lo que estamos haciendo, porque nosotros nunca
dejaremos nuestra música tradicional y queremos que vuelvan a las raíces, conozcan y disfruten la música de los Gaiteros de San Jacinto.
- ¿Tienen pensada una gira con este nuevo disco?
WF: Estamos pensando en hacer una gira nacional y llevaremos ambas cosas, lo tradicional y el nuevo trabajo, estaremos en Nueva York y Chicago,
y el año que viene estaremos en Tokio, Malasia y China.
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'Cuando vamos para Colombia, los muchachos se alborotan'
Director de la orquesta Aragón, que se presentará en Bogotá, habla de la trayectoria del grupo.
Por: Cultura y Entretenimiento | El Tiempo
Foto: Archivo particular
La Orquesta Aragón fue creada en formato de charanga por Orestes Aragón, un ebanista de Cienfuegos (Cuba).
Oficialmente, dice la historia musical cubana, el primer baile que tocó la Orquesta Aragón fue el 9 de octubre de 1939, en Cienfuegos, al occidente
de la isla, donde nació el conjunto.
En esa época se llamaba Rítmica 39. Luego fue Rítmica Aragón y finalmente, Orquesta Aragón.
Su director y fundador estaba ahí: Orestes Aragón, “un hombre de correctos modales y de oficio carpintero ebanista, quien vaticinó que su orquesta
llegaría a ser famosa no solo a través de los medios encargados de la promoción, sino por la admiración y regocijo que causaba percibir en vivo su
peculiar cualidad interpretativa”, dice Rafael Lay Bravo, actual director y violín de la orquesta.
Desde hace 75 años el grupo se dedica a la charanga, el chachachá y el son. Y es uno de los favoritos de los rumberos colombianos que estarán
listos para ir a los dos conciertos que ofrecerá el grupo en Bogotá, en el teatro Jorge Eliécer Gaitán, con la orquesta La 33.
Lay Bravo es hijo de Rafael Lay, director de la orquesta entre 1948 y 1982, año en el que falleció en un accidente de tránsito en La Habana. Había
llegado al grupo en 1940, a los 14 años, como violinista.
Y cuando en 1948 Orestes Aragón tuvo una afección pulmonar que lo obligó a alejarse de su trabajo, decidió que su mejor reemplazo era Lay.
No se equivocó. “Mi papá fue un músico virtuoso que se llenó de conocimiento, pues comenzó muy joven su carrera en la orquesta. Esto lo llevó a
tener un cúmulo de experiencia que influiría en su condición de director. Inquieto e insaciable estudiante, era un adicto a la superación. De él me
quedó su escudo que fue la lealtad, su ejemplo como persona y su gran culto a la amistad”, afirma Lay hijo.
De él, por supuesto, también le llegó el amor por la música, “que es mi confidente y fiel aliada, partícipe de emociones y compañera de confesiones.
En casa solía escucharse música de todo tipo, existía una vasta colección de discos negros con sonidos instrumentales y obras del repertorio clásico
universal. Con ellos se fueron educando mis oídos y los de mis cuatro hermanos. Todos tenemos la música como profesión”, comenta Lay muy
orgulloso.
Y al frente de una orquesta con 75 años, agrega, el trabajo “se asume con gusto, agrado y sentido de pertenencia. Si así conquistas un público
admirador, leal y adicto, entonces continúas laborando con esa entrega, siendo fiel a tus seguidores. Así ha transcurrido el tiempo, brindándole gozo
y diversión a todo aquel que alguna vez ha disfrutado con nuestra música”.
Una música con títulos bailadores y sonoros como Yo no bailo con Juana, Pare cochero, Linda, Cachita y Son al son. “Y las que siempre nos piden
en Colombia, como Quiéreme siempre, El bodeguero y La sabrosona, que tocamos para ustedes sí o sí”, continúa
Para Lay, los colombianos “son grandes conocedores de nuestra música e historia. Por eso, cuando surge la noticia de que venimos para acá, los
muchachos se alborotan”, agrega.
En Colombia, dice Lay, “se sabe que Aragón es un sonido establecido en el firmamento musical cubano y en el ámbito artístico caribeño, identificado
por su delicada y seductora proyección, descifrable y reconocida como parte del exquisito atractivo tropical de este lado del mundo”.
Y no se equivoca en ninguna de sus palabras.
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La Sonora Ponceña en Salsa al Parque
La cuota bogotana la integran Andy y su Orquesta Urbana, Caribe Son y Bochinche, entre otras.
Por: Redacción El Tiempo
Foto: Internet
Cuando Enrique Quique Lucca cumplió 100 años, en el 2012, Papo, su hijo, le dedicó la canción Los zapatos de mi viejo, que compuso en honor de
su papá, el creador de la Sonora Ponceña. Don Quique y su hijo andan juntos en la música hace casi 50 años, desde que el padre lo inició en el
grupo, en 1968, cuando Papo Lucca tenía 22 años y estudiaba música en la Universidad de Puerto Rico y en el Conservatorio de la isla. Claro que
desde niño (Papo nació en 1946) ya estaba metido en el grupo que su papá fundó en 1954. Entre los dos le dieron un sonido especial a este conjunto
puertorriqueño que es uno de los invitados a Sala al Parque, actividad de Idartes que se lleva a cabo el 30 y el 31 de mayo, en el parque Simón
Bolívar. Y además de la Sonora Ponceña, estarán Willie Colón, Willie Rosario, Tito Nieves, el grupo peruano Sabor y Control, la holandesa Maité
Hontelé y los colombianos Los Traviesos y Séptimo Sentido.
La cuota bogotana la integran Andy y su Orquesta Urbana, Caribe Son, Bochinche, Son del Pueblo, La Timbrika, Moca Music, Son de la Bog y Toño
Barrio. Tener a la Sonora Ponceña implica que interpreten canciones como Fuego en el 23, su éxito de 1969 que tuvo una gran acogida entre los
salseros del Caribe y de Nueva York; Nosotros, Paño de lágrimas, Jubileo 20 y Boranda.
Don Quique Lucca ya anda por los 103 años y aunque su hijo Papo está al frente de la orquesta, él no deja de dar su opinión.
Y es que este par de músicos geniales han sido tan ‘compinches’ en la vida, que don Quique siempre motivó a su hijo a cumplir sus sueños y desde
que Papo tenía 5 años lo llevaba a un programa de televisión de Puerto Rico para que tocara piano.
El instrumento era tan grande y los pedales quedaban tan lejos de los pies de Papo, que su padre le adaptó unas extensiones para que no perdiera
el ritmo. Papo, por su parte, le ha dado al grupo un gran sonido salsero mezclado con jazz latino y otros géneros. Y ha dicho siempre que los ‘zapatos’
de su papá en lo que a música se refiere, todavía le quedan muy grandes a él, que le falta camino por recorrer para llegar a la grandeza de su viejo.
Boleros y descargas musicales
Del disco de vinilo, el CD y el MP3, hemos pasado a la presentación en vivo de las orquestas en los clubes y discotecas.
Por: Fabio Martínez / El Tiempo
La historia de la música afro en Cali es tan amplia que no cabe en internet. Nuestros padres bailaron en el planchón de Juanchito al son del Trío
Matamoros, el Trío La Rosa y la Sonora Matancera. Sus hijos nos levantamos en los años setenta bajo el ritmo acelerado de la pachanga que
introdujeron Richie Ray y Johnny Pacheco.
Eran los tiempos de recepción de la música caribeña en la ciudad, donde desembarcaron grandes orquestas como el Gran Combo de Puerto Rico,
la Fania All Star, y por supuesto, Celia Cruz, la ‘contentosa’.
De aquella acogida de la música caribeña en Cali, no solo se benefició el bailador; sino también el coleccionista, el músico y el compositor. Eran los
tiempos de Amparo Arrebato, Jimmy Boogaloo y Wilson el psicodélico. Estos bailarines fueron los pioneros de las escuelas de salsa caleñas, que hoy
tienen fama mundial.
Al tiempo que se desarrollaba la pasión por el baile, en Cali se fue creando la figura del coleccionista, quien es la persona que conserva y mantiene
la memoria musical. De la experiencia del recopilador de tesoros sonoros nació el Encuentro de Coleccionistas y Melómanos, que cada diciembre
organiza Gary Domínguez, DJ errante.
No solo los bailarines y los melómanos se enriquecieron con esta maravillosa fusión que venía de la Gran Manzana. Los músicos caleños y del
Pacífico supieron escuchar las nuevas sonoridades y armonías, que interpretaba Papo Luca en el piano o Willie Colón, en su trombón.
Jóvenes músicos como Jairo Varela y Alexis Lozano, que venían del Chocó, y Alfredito Linares, que llegó de Lima, comenzaron a afinar sus baterías
musicales, y el resultado de esto fue la creación de importantes orquestas como: Niche, Guayacán y Alfredito Linares y su Mambo Rock. Sin contar,
por supuesto, con las orquestas: Son de Azúcar, Canela y D’Caché, compuestas por mujeres.
Hoy en la ciudad existen más de ochenta orquestas de baile. Del disco de vinilo, el CD y el MP3, que hasta hace poco se escuchaba en las discotecas
y viejotecas de la ciudad, hoy hemos pasado a la presentación en vivo de las orquestas en los clubes y discotecas; a la usanza de los centros
nocturnos como Paladium y el Village Game de N. Y.
En El Habanero, un lugar exquisito que está situado en el tradicional parque Alameda, Manolo Vergara programa cada jueves la orquesta BoleOro,
que dirige Carlos Córdoba. Allí, el bailarín de aquel imperecedero ritmo romántico, podrá escuchar temas clásicos, como: Piel canela, Temes, Todo
me gusta de ti y Falsaria.
Zaperoco, un lugar emblemático del norte de la ciudad, cada primer miércoles de cada mes, Johanna Cote, Mauricio Levy y Umberto Valverde
organizan las descargas musicales dirigidas por el maestro José Aguirre, que al mejor estilo del jam session o música de improvisación, busca nuevas
armonías y sonoridades.
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Juan Esteban Constaín presentó su novela 'El hombre que no fue
jueves'
La novela de Constain supuso una investigación previa de dos años y medio, antes de redactarse.
Por: Juanita Samper Ospina | El Tiempo
Foto: Archivo particular
Constaín, junto a la escritora y periodista española Julia Navarro, durante el lanzamiento en Casa de América, en Madrid (España).
Pese a que su tercera novela –El hombre que no fue jueves– podría ubicarse en el género de novela histórica, el escritor Juan Esteban Constaín
afirmó en Madrid, durante la presentación de su libro, que “a mí no me importa el pasado. Me sirvo del pasado, de la memoria y de la historia para
componer ficción. No me interesa en absoluto la verdad histórica”.
El escritor colombiano, que mantuvo en la Casa de América un diálogo con la periodista española Julia Navarro, se refirió a Chesterton, personaje
central del libro, y expresó su gran pasión por la ficción: “Todo lo he condicionado a la necesidad de escribir novelas”.
Constaín, ante la pregunta de cómo ubicar El hombre que no fue jueves dentro de los géneros literarios, manifestó que “en Colombia no importa qué
son los libros, mientras en España la división de los géneros es muy estricta”. No obstante, Navarro, que de alguna manera también actuó como
presentadora de la obra, no dudó en calificarla de novela histórica. Constaín se lamentó de que este género “no tenga mucho prestigio ni literario ni
estético”.
Para la periodista, Constaín constituye “una de las voces narrativas más importantes del español”. Con la publicación del libro en España, el autor
colombiano confesó: “La sola ilusión de compartir estantería con los autores españoles en una librería es algo conmovedor. España sigue siendo
para nosotros la Metrópoli”. Sin duda, se trata de uno de los pocos autores colombianos que llega a las librerías españolas a compartir espacio con
nombres como los de Laura Restrepo, Héctor Abad Faciolince, Tomás González, Juan Gabriel Vásquez, William Ospina, Darío Jaramillo Agudelo y
Fernando Vallejo, entre otros.
Al referirse al contenido de la nueva novela, basada en una historia real, Constaín expresó: “Busco que cada una de mis líneas tenga un talante
festivo”. Por su parte, Navarro manifestó que “en este libro hay muchos libros. Está escrito en un lenguaje rico, explosivo, con una imaginación que
desborda”.
El autor dijo sentir con esta novela “una libertad casi licenciosa”. Preguntado por sus escritores favoritos situó en primer lugar al filósofo español José
Ortega y Gasset, seguido por Borges, García Márquez, Gómez Dávila, Alfonso Reyes y Lampedusa.
Durante la conversación también se habló sobre la nueva generación de autores colombianos y latinoamericanos. Constaín dijo: “Hay una generación
de escritores colombianos de mi edad pero no hay una identidad generacional, y no me siento identificado con las grandes figuras de Latinoamérica
de los últimos tiempos”.
La novela de Constain supuso una investigación previa de dos años y medio, antes de empezar a redactarse. El escritor dedicó muchas horas al
estudio de Chesterton y su entorno. “En esta novela hay una presencia mía muy grande”, agregó el autor, que se quejó de que cada vez la gente lee
menos. “Hay que prohibir la lectura para que los jóvenes lean”, concluyó.
Curiosidades musicales
Tomado de internet
La Famosa escritora George Sand (1804-1876) cuyo verdadero nombre era Aurora Dupin, tenía un perrito que en una oportunidad estando
presente su amante Federico Chopín, empezó a girar velozmente tratando de agarrarse la cola…. Ante ello, expresó la escritora que si ella fuese
música, escribiría una composición que describiera de alguna forma tal hazaña canina. Chopín le tomó la palabra y se sentó al piano, siendo tal el
origen del famoso Vals opus 64 n1, conocido como el “Vals del Minuto”.
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Festivalito Ruitoqueño de música colombiana
Patrimonio Cultural de Santander - Patrimonio Cultural de Floridablanca
Orgullo de Santander para Colombia
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DOSTOIEVSKI: PECADO, REDENCIÓN Y GLORIA
Por: El Magazín / Fernando Araújo Vélez
La humillación era su palabra, humillados y ofendidos, y la humillación fue su destino durante años. Humillarse él ante los gerentes de los bancos,
que debían decidir si le otorgaban o no un préstamo que requería para vivir, humillarse ante un simple cajero que le respondía una mañana sí y otra
no, que aún no le llegaba el giro de 100 rublos que pedía. Y mientras tanto, Fiódor Dostoievski vivía y dormía en un cuartucho de dos por dos, con
una simple cama y unas cobijas roídas, helado en el cuerpo y más helado todavía en el alma. De París a Dresde, de Dresde a Ginebra. Francia,
Alemania, Italia. Europa era un desierto para él, un desierto de hielo, y él huía, huía del hielo y de las deudas y de la muerte y de la epilepsia. Huía
de sus demonios. Incluso de sus recuerdos.
De aquella noche, cuando un escuadrón de soldados llegó a buscarlo a su casa en San Petersburgo sobre el filo de la medianoche para acusarlo de
traición a la patria, y se lo llevó a una celda donde rumió la vida durante cuatro meses, para luego salir a la luz del sol con las manos atadas y los ojos
vendados, dispuesto para el verdugo, para una humillación más, para el postrero aliento de la muerte. Stephan Zweig describió la escena medio siglo
después: “Ya ha escuchado la lectura de la sentencia, y oye como redoblan los tambores…; todo su destino se apelotona y se estruja en un puñado
de esperanza; su desesperación infinita y su infinita ansia de vivir se condensan en una sola molécula de tiempo. Y de pronto, el oficial levanta la
mano, agita un pañuelo blanco y lee el indulto, que conmuta la pena de muerte por el presidio siberiano”.
Huía. Huía del éxito que había probado antes de sus cuatro años en Siberia con Pobres gentes, su primera novela. Huía del olvido al que lo sometieron
luego del exilio. Huía, huyó, del nuevo y repentino triunfo que le deparó La casa de los muertos, una pintura de palabras hecha de sufrimiento y de
martirio en la que expuso sus días y sus horas en Siberia, el abandono, la indiferencia de los demás, la compañía de los menesterosos como él, pero
ellos, ladrones y asesinos. “El zar solloza sobre el libro, y miles de labios pronuncian el nombre de Dostoievski”, recordaría Zweig. “La gloria le tienta,
pérfida, con miradas sostenidas y brillantes. Parece asegurado para siempre el futuro del novelista. Pero la sombría voluntad que gobierna su vida
no quiere que aún sea llegada la hora de la dicha suprema. Falta todavía a su existencia un suplicio terreno”.
Pasaba del banco a las tiendas de empeño. Suplicaba. Dejaba, incluso, sus vestidos para poder enviar un telegrama a Moscú y solicitar, de allá, un
par de rublos. “Tengo un proyecto: volverme loco”, le escribió una vez a su hermano Miguel, su confidente y su apoyo, con quien editó por un tiempo
una revista que él mismo escribía y diseñaba, y con quien podía conversar y profundizar sobre las oscuras razones que llevaron a los trabajadores
de su padre a asesinarlo. Luego tomaría la escena y el tema para Los hermanos Karamazov, pero para entonces ya aquel Dostoievski era otro
Dostoievski. Aunque sus demonios siguieran atormentándolo, aunque las deudas no hubiesen desaparecido, sus huidas, Siberia, los amores, sus
noches en vela escribiendo en buhardillas y la seguridad de las obras ya publicadas, habían moldeado al hombre que podría enfrentarse a los
Karamazov.
Habían moldeado a Dostoievski. Pulsión y nervio, peligro, resurrección, caída y santidad, pecado y sublimación. De la lujuria había pasado a la pureza,
como aquel Marmeladov de Crimen y castigo, el hombre que vendía a su hija para poder tomar. Él, Dostoievski, también había vendido la comida de
su esposa para poder jugar, le había sustraído algunos rublos para caer, para sentir el peligro entre sus venas, porque si fue jugador, El jugador, no
era por ganarse una suma de dinero. Era por el riesgo. Por vivir en carne propia aquello que describiría Baudelaire, “Prefiero la infinitud del goce en
un instante a la eterna condena del hastío”. Por pasar de la infamia a la inocencia, del crimen a la expiación. Dios y el diablo y de nuevo Dios, y otra
vez el diablo. Una eterna ruleta construida de pecado y santidad.
Porque su vida fue la vida de sus personajes. Caer, desafiar los límites, superarlos, para después, al final, vencer, y en algunos casos, vengarse.
Dostoievski se vengó de quienes lo enviaron a prisión y a Siberia, de sus acreedores, de quienes como Iván Turguénev le negaron un saludo, una
crítica por lo menos somera sobre sus libros, de aquellos otros que lo ignoraron e ignoraron con desdén sus angustias, del tallador de naipes del
casino que le dio las cartas que no eran, del portero que no lo dejó entrar a un salón de baile, de la prostituta que se negó a atenderlo. Su venganza
fue el éxito, el éxito mortal que le tributaron sus contemporáneos por sus novelas y su discurso en un homenaje a Pushkin, cuando nadie más quiso
subir al estrado después de que él hablara de Rusia y de todas las rusias, de la reconciliación, de la búsqueda de una unidad, de la condición humana.
“La exaltación raya en lo infinito, y sobre la frente coronada de espinas refulge el fuego de la gloria”, escribiría Zweig. Sin embargo, su mayor venganza
fue morir en la gloria, ungido por el pueblo, que desde el 10 de febrero de 1881, hasta varios días después, llenó calles y plazas para despedir su
cuerpo. Dostoievski comenzaba a ser inmortal. Se hablaba de él en toda Rusia. Se decía que había dicho, “Ningún hombre sano puede siquiera
sospechar el sentimiento de felicidad que invade al epiléptico un segundo antes del ataque”. Se decía que había escrito Crimen y castigo por entregas
para poder recibir algo de dinero, y que la había terminado en tres meses. Que en las mañanas trabajaba en Raskolnikov, porque ese era el título
original de Crimen y castigo, y en las tardes, en El jugador. Se decía que todas sus novelas, en últimas, eran él. Y todos sus personajes, su salvación.
Palabras de Dostoievski
“Pero enamorarse no significa amar. Uno puede enamorarse sin dejar de odiar. ¡Tenlo presente!”.
“Si Dios no existe… todo está permitido; y si todo está permitido, la vida es imposible”.
“En esa época yo tenía veinticuatro años, pero ya entonces tenía una existencia sombría, desorganizada, solitaria como la de un salvaje”.
“Se me figura que hasta ahora me ha mirado como aquella emperatriz de la antigüedad que se desnudaba delante de su esclavo, pues no veía en él
a una persona”.
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A 70 años de su nacimiento
Raúl Gómez Jattin, el poeta de la calle
Fue uno de los poetas más originales de Colombia. Nació y falleció en Cartagena, aunque vivió gran parte de sus años en Cereté. Dejó una
prolífica y polémica obra.
Por: Luis Eduardo Celis / El Espectador
Raúl Gómez Jattin, un poeta inclasificable para los teóricos. / Archivo
Ayer, 31 de mayo, celebraría Raúl Gómez Jattin su cumpleaños número 70, pero un mayo de 1997 la locura lo arrojó a las ruedas de un carro que lo
sacó de este mundo, en el que tanto vivió y sufrió.
Nació en Cartagena, creció en Cereté. La pobreza de la familia lo llevó a los diez años a donde su abuela Siria en Cartagena y regresó a Cereté,
donde su madre, Lola, a quien tanto quiso, aunque le haya reprochado alejarlo de ella y haberlo enviado a donde una abuela a la que describía como
huraña y tacaña, pero igualmente fuerte y decidida.
Al graduarse del bachillerato vino a Bogotá estudiar derecho en la Universidad Externado, más impulsado por su padre que por un interés en el tema.
Allí se acercó al grupo de Teatro Universitario que dirigía Carlos José Reyes, pero su pasión era la escritura, lo cual lo llevó a desertar de las leyes y
el derecho y regresar a Cereté iniciando los años 70.
En esos años se dedicó al montaje de obras teatrales, algunas propias y otras de escritores costeños o clásicos, que montó con jóvenes apasionados
por el teatro, en su tierra cordobesa. Leyó con pasión a Machado, Lorca, Miguel Hernández, Kavafis, Rubén Darío, Pessoa, Octavio Paz, algunos de
sus poetas predilectos, y lo marcaron de manera especial los colombianos Álvaro Mutis y Jaime Jaramillo Escobar, a quienes dedicó poemas.
Igualmente gustó de manera especial de Juan Manuel Serrat, quien musicalizó un amplio repertorio de poemas de Antonio Machado.
Su poesía es tremendamente autobiográfica: su infancia, su madre, su abuela, sus amistades, su sexualidad, sus sabanas cordobesas, el río Sinú,
todo ello está en sus primeros poemas, conocidos y publicados a principios de los años 80.
Al morir su padre se le desencadenó una esquizofrenia que lo atormentó de manera cruel, que lo acompañó el resto de su vida, con esa carga de
locura, que va y viene. Construyó una obra vital que el país conocería de manera más amplia en el año de 1988, cuando la Fundación Simón y Lola
Gubereck publicó un volumen titulado Tríptico ceretiano, que incluye su obra hasta ese momento, integrada por tres libros: Retratos, Amanecer en el
Valle del Sinú y Del Amor, escritos entre 1980 y 1987, los cuales su amigo, el poeta Darío Jaramillo Agudelo, describe como un “libro, Río, donde los
temas se entrecruzan como brazos de un mismo río”.
En su poema El dios que adora están su vida y su sensibilidad. En este cumpleaños 70, Raúl Gómez Jattin tiene su lugar en la poesía colombiana.
Instrumentos musicales
Bandura, la guitarra rusa
Tomado de internet
Bandura es un instrumento de cuerda muy popular en la historia musical ucraniana. Combina elementos de la cítara y el laúd, que se basa en su
predecesor, la kobza. Por lo general tiene 12 a 68 cadenas. Los músicos que lo tocan se denominan banduristas.
La primera mención del término bandura data de una crónica polaca de 1441, que establece que el rey polaco Segismundo III tenía este instrumento
que era conocido como Taraszko originario de la etnia rutena (Ucrania).
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Los retos del Mono Núñez
Por Juan Carlos Garay / Semana
Esta semana se realiza el evento anual más importante de la música andina, un género que ha perdido espacio en los medios.
Los retos del Mono Núñez
No es fácil para ninguna institución cultural llegar a los 41 años. Pero ese es apenas uno de los méritos del Festival de Música Andina Colombiana
Mono Núñez. Si comenzó por todo lo alto (la primera edición tuvo como jurados a los compositores José A. Morales y Graciela Arango de Tobón),
hoy es el evento más importante del bambuco y el pasillo por la constancia.
Quienes hayan estado en Ginebra, Valle, durante alguno de los festivales, sabrán del entusiasmo que genera entre músicos y oyentes. El público se
emociona, apuesta, cifra sus esperanzas en determinados artistas y, al final, celebra o critica la decisión del jurado con un apasionamiento difícil de
entender para quienes observan desde fuera. El ideal, como en todo concurso, es que coincidan el termómetro del público y el criterio del jurado. En
esas ocasiones todos salen contentos. Pero la mayoría de las veces hay controversia y los aficionados siguen discutiendo los resultados semanas
después en las tertulias y, últimamente, en internet. Todo este fenómeno ayuda a que la música del interior del país se mantenga viva.
No son tiempos fáciles para este arte, si bien se siguen produciendo excelentes grabaciones. Los medios de comunicación llevan años privilegiando
los ritmos de la costa Atlántica y, recientemente, también del litoral Pacífico. El último tema de la zona andina que repercutió en todo el país fue La
cucharita, en 1981.
¿Por qué? El musicólogo Óscar Hernández, de la Universidad Javeriana, hace este análisis en el libro que ganó en 2014 el Premio Casa de las
Américas: Los mitos de la música nacional. Afirma que en Colombia se asocia a la costa con la alegría y a las montañas con la tristeza. “Son
construcciones míticas que han tenido un efecto real sobre la subjetividad colombiana”, explica. “La idea que se exporta de Colombia es la de un país
rumbero. La música andina, entonces, quedó marcada como melancólica, pero en realidad ahí se encuentran muchas más expresiones”.
Pero tal vez el reto más grande que debe afrontar el Festival Mono Núñez es conciliar su compromiso de tradición con la necesidad de avance que
expresan las nuevas generaciones de músicos. Todavía se recuerda el abucheo que recibió el grupo Puerto Candelaria, en 2001, por interpretar un
pasillo con influencia de jazz, y el descrédito para el trío Palos y Cuerdas en la final de 2006 por haber tocado instrumentos eléctricos (incluso el diario
El Tiempo anotó entonces que el conjunto “se electrocutó en el intento de ganar el premio”).
En los estatutos del concurso se habla de “preservar, fomentar y difundir” la música, pero no de innovar. Solo el empeño de muchos concursantes
jóvenes que experimentan y asumen riesgos garantiza que estas músicas no se queden anquilosadas. Y en ocasiones excepcionales, el jurado ha
optado por premiar esos atrevimientos: el Trío Nueva Colombia en 1992 y el conjunto Tríptico en 2007 representaron visiones progresivas en su
momento, alejadas del imaginario del pasado. Una gestora cultural que pidió reserva de su nombre, dice: “Es increíble, pero mucha gente va al Mono
Núñez para seguir oyendo ‘La gata golosa’”.
Carlos Acosta, ganador de 2006 con su conjunto El Barbero del Socorro, tiene al respecto una visión crítica pero esperanzadora. Si bien opina que
“a nivel de letras, seguimos siendo cursis”, no piensa que reinterpretar la música de antaño implique un estancamiento: “La música se está renovando
sola. Tú tomas una composición de 80 años y la parte dinámica viene con tu interpretación”.
Cuando un músico hace una pieza nueva, por revolucionaria que sea, no busca destruir el pasado sino sumarse a la historia. Cualquier jurado tendría
la obligación de entender esto. Pero circula, por ejemplo, la anécdota de una noche en que la cantante antioqueña Claudia Gómez interpretó una
versión del bambuco Rosalinda con una nueva armonía, y un miembro del jurado exclamó, en voz no suficientemente baja: “Ve, eso que acaba de
cantar ella tenía la misma letra del bambuco ‘Rosalinda’”.
Tal vez un mayor equilibrio entre tradición e innovación haría que más gente se interesara por lo que sucede en el festival. Y lo que hoy es transmitido
apenas por la Radio Nacional y algunas emisoras culturales de la zona cafetera podría convertirse en el contenido noticioso de nuevos medios.
Como sea, nadie le quita su prestigio al Mono Núñez. Es indiscutible que ha sido semillero de grandes talentos. La cantante María Mulata lo ganó en
2003 (como integrante de un dueto con su hermano mayor), y a partir de entonces se le abrieron nuevos caminos que la han llevado al triunfo en
escenarios internacionales como Viña del Mar. El percusionista Humberto Valencia de Ensamble Cruzao, ganador en 2012, reflexiona: “Lo interesante
no es ganar, sino lo que pasa después: ‘¿Te ganaste el Mono Núñez? Entonces tienes que ser bueno’. La gente te va a querer en más conciertos”.
Por eso, por la adrenalina que sigue generando esta música pese a todo, volverá a llenarse el coliseo Gerardo Arellano de Ginebra entre el jueves 4
y el domingo 7 de junio.
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Un tributo musical a las víctimas
Semana
El próximo jueves la Orquesta Filarmónica de Cali estrenará el oratorio ‘El río de los muertos’, que cuenta desde la música la historia de las
víctimas de la violencia.
La Orquesta Filarmónica de Cali estrenará mundialmente este 4 de junio el oratorio 'El río de los muertos' en el teatro municipal Enrique
Buenaventura. Foto: Cortesía.
Como una necesidad de contar las historias de algunos colombianos víctimas de la guerra, la Orquesta Filarmónica de Cali estrenará mundialmente
este 4 de junio el oratorio El río de los muertos en el teatro municipal Enrique Buenaventura.
Basada en poemas de la periodista Ana Mercedes Vivas, la trama desarrolla la larga cadena de dolor que han vivido los colombianos y dedica buena
parte a “los NN” de Puerto Berrio, Antioquia, contando una posible historia de cada persona que fue enterrada en este lugar, a las orillas del Río
Magdalena. Y también se hace referencia a otros lamentables episodios de violencia y a los de Trujillo, El Salado y Vigía del fuerte. El texto tiene
tres partes: el miedo, la muerte y el regreso, y la esperanza.
La obra, compuesta Alberto Guzmán Naranjo, tiene la participación del coro de estudiantes de la Escuela de Música de la Universidad del Valle,
dirigido por Carolina Romero, y los solistas Karolyn Rosero y Marcelo Gómez Gaviria.
Este trabajo concebido para solistas (soprano y barítono), coro y orquesta sinfónica, retomará también la poesía de Matilde Ospina, Antonio María
Flórez y Emilia Ayarza, y las crónicas de Alberto Salcedo y algunas referencias de los medios de comunicación.
La Junta organizadora del 14º Festival Nacional Infantil de Música Andina Colombiana
Informa a todos los niños interesados en participar en la décimacuarta edición del Festival Nacional Infantil de Música
Andina Colombiana que:
LA FECHA LÍMITE DE INSCRIPCIONES ES HASTA EL DÍA SÁBADO 6 DE JUNIO
EL FESTIVAL SE REALIZARÁ LOS DIAS 21,22 y 23 de AGOSTO DE 2015 EN ARMENIA QUINDIO
Evento concertado con el Ministerio de Cultura, Alcaldía de Armenia, Corporación de Cultura y Turismo,
Gobernación del Quindío
Mayores informes: carrera 15 N° 28-37 Tel: 7445692 www.cuyabritodeoro.org Facebook cuyabrito de oro
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