Invierno en la Danza

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Invierno en la Danza
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Cuento Premiado
Invierno en la Danza
Era noche cerrada, nevaba copiosamente en las calles de Londres; era
uno de los inviernos más crueles de los últimos veinte años, sin embargo,
esto no impedía al selecto público londinense darse cita para presenciar
un espectáculo de ballet.
En los palcos, la sociedad ostentaba su poderío económico, sobre todo
las damas, elegantemente ataviadas con trajes de diseño exclusivos,
luciendo pieles y joyas valiosísimas.
Kevin, no pudo evitar cierto disgusto, le molestaba todo ese boato
estúpido, pero la revista para la que trabajaba desde hacía años, le había
encargado la cobertura de una nota con Katiuska Karamazón, la misteriosa
bailarina nacida en Siberia (Rusia) y reina en la danza por casi cuarenta
año y que todos los inviernos realizaba presentaciones especiales en
Europa.
Se pagaron las luces, la orquesta comenzó a interpretar los primero
compases del ballet, Cascanueces; un respetuoso silencio recibió a la
bailarina que se deslizó mágicamente por el escenario -¿Mujer o ángel?Pensó Kevin observando como el blanco tutú se ajustaba a su pequeña
cintura. El renegrido cabello recogido y adornado por una fina tiara dorada
destacaba su perfil perfecto.
Cada uno de los movimientos de su cuerpo conservaba la elasticidad de
su juventud, cosa que en ella parecía eterna.
Las damas presentes enfocaban los prismáticos a su rostro,
inspeccionando cada milímetro de piel, tratando de descubrir alguna
arruga o el vestigio de operaciones reciente, sin encontrar cual era el
misterio que liberaba a esa mujer del implacable paso del tiempo.
. Kevin reacio a esta faceta del arte, percibió la atracción que ejercía esa
mujer ante el público
Al finalizar el espectáculo, una cerrada ovación colmó el enorme recinto;
el telón se descorrió varias veces, ella inclinaba graciosamente su cuerpo
Autor: Lydia Raquel Pistagnesi
Argentina
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para recoger las flores que caían desde los palcos sobre el escenario, las
besaba y las devolvía a los presentes con un simpático gesto.
El periodista sigiloso se dirigió a los camarines, sabiendo lo difícil que era
entrevista a dicha dama, pero gracias a su credencial (de una importante
revista periodista) y su astucia, despistó a varios custodios y llegó a la
puerta deseada.
Golpeó con energía, una voz profunda y grave le respondió,- un
momento por favor.- Fastidiado, esperó por más de cuarenta minutos; al
fin la puerta se entreabrió y la misma voz le preguntó que necesitaba,
rápidamente el mostró sus credenciales y quizá por ello la mujer le
permitió entrar.
La habitación estaba en penumbras, el periodista percibió de inmediato
la hostilidad que trasuntaba el rostro de la bailarina a pesar de la fina
película de crema que cubría por completo sus facciones, sin duda para
quitar el maquillaje.
Admiro la esbeltez de su talle cubierto por una bata de seda estampada,
y ansiosamente aspiró el suave perfume que envolvía todo el cuarto¿Que dese saber sobre mí?- preguntó la extraña dama de mala manera,desde ya no pienso responder a todas sus preguntas ni le permitiré tomar
fotos en mi cuarto, utilice las que hay en la marquesina o las tomadas en
el escenario, limítese a dar su opinión con respecto a mi trabajo-.
Respondió muy poco de lo que el joven se atrevió a preguntar y después
mirándolo finamente lo invitó a retirarse –La entrevista ha terminado,
tenga usted buenas noches- Kevin extendió su mano, pero ella se volvió
ignorándolo y regresando su rostro al espejo, la mano del joven quedó
suspendida en el aire mientras en su imaginación, le pareció ver en la
pared opuesta, la sombra de aquel perfil cautivante.-imposible- pensó- el
biombo oculta el cuerpo de Katiuska, claro es el efecto que hacen el juego
de las luces y las sombras- Esa reflexión lo dejó más confundido aun, pero
tenía la nota y con ella bajo el brazo regresó a la editorial.
Su artículo fue brillante, tanto que fue promovido como corresponsal
principal, para cubrir importantes eventos en todo el mundo y con un
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jugoso aumento en su salario. Aun así Kevin no pudo borrar totalmente los
momentos vividos.
Transcurrió un largo año; aquella noche se encontraba en París gozando
de unas merecidas vacaciones. La lluvia lo sorprendió caminando por una
de las calles principales y el viento hizo castañear sus dientes, aparte no
llevaba paraguas, aunque los pocos transeúntes que regresaban de su
trabajo, caminaban encorvados con la cabeza metida bajo los pingajos
destruidos por el vendaval
Se cobijó en la antesala de uno de los teatros más importantes de Paris
para recobrar el aliento, al levantar su rostro para secarlo, la descubrió en
cada uno de las vidriadas puertas, desde allí los afiches de Katiuska le
sonreían. Sin pensarlo, y esta vez sin orden de nadie compró una entrada
en el palco pegado al escenario, necesitaba verla nuevamente, era como
una enfermedad que lo había acompañado durante ese largo año.
Se apagaron las luces, su corazón latía aceleradamente, los músicos
comenzaron a tocar el lago de los cisnes, entre bambalinas, la bailarina se
dirigió hasta en centro del escenario en puntas de pie en un vuelo mágico,
el joven compendió que esa mujer sin edad era el amor de su vida y tuvo
que contenerse para no saltar al escenario, abrazarla y declárale su amor.
Una vez terminada la función y sin esperar la ceremonia final, corrió por
los pasillos del teatro, esta vez no había nadie y así pudo llegar en el
momento justo en que la bailarina, aún no había cerrado la puerta del
camarín. Entro sin pedir permiso dispuesto a arrojarse a sus pies, pero allí
frente al espejo, dos mujeres lo observaban con desagrado, eran pasado y
presente.
A la izquierda, el invierno, con su rostro sabiamente maquillado para
borra la huellas del bisturí, pero de una helada belleza, a la derecha la
primavera ,su clon juvenil.
El invierno gritó,- Ahora si jovencito, salga y dígale el mundo que Katiuska
Karamazón es un fraude, que es su nieta la que baila cada noche-. La
primavera también habló con odio, masticando las palabras y con los ojos
llenos
de
lágrimas-Escriba la verdad, pero no olvide recordarle a la gente quien fue mi
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abuela durante mucho tiempo y como cautivo al mundo con su danza,
ahora márchese y déjenos en pazKevin comenzó a caminar, un fuerte dolor
le impedía respirar
normalmente, había desentrañado en misterio, pero sin darse cuenta
había quedado enredada en esa red su trama que el mismo había tejido.
Podía optar por sus sentimientos o enriquecerse con aquel
descubrimiento.
No hubo ninguna nota sobre lo ocurrido en París, la extraña dama
continuó bailando durante muchos inviernos.
En todos esos años, nadie reparó que en el palco junto al escenario, un
joven escondido tras los lujosos cortinados, observaba los mágicos giros
de la bailarina y recién se retiraba, cuando el último espectador se perdía
entre las sombras de la noche………………………………..
Autor: Lydia Raquel Pistagnesi
Argentina

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