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M Ú S I C A DanielTalento Johnston sin control Texto: Guillermo Z. del Águila La creación artística surge de la dificultad de adaptarse al mundo real. Sí, es posible que los creadores, sobre todo los músicos, persigan fama, dinero y estatus, pero en el fondo de la más pura expresión artística está la imposibilidad de relacionarse con normalidad con el mundo exterior. Así lo sentía Kurt Cobain y, por eso, le dolía ver su arte pervertido y convertido en vehículo de cosas que le resultaban ajenas. Tal vez por eso adoraba a Daniel Johnston. En cualquier caso, quien tenga interés por este personaje podrá verlo de cerca en el Festival Internacional de Benicàssim 2003. También J, de Los Planetas, ha expresado su admiración por Johnston. Los músicos aprecian en él una pureza especial. Es un artista de culto al que bandas ilustradas e influyentes como los norteamericanos Yo La Tengo o los escoceses The Pastels rinden tributo con sus versiones. Pero lo que de verdad resulta curioso es ver quién es este Daniel Johnston. Desde su entorno se le ha definido como artista, cantante y compositor, peregrino de la música indie con veintiséis álbumes, cientos de canciones y miles de fans. Es cierto que dibuja y graba canciones de manera compulsiva y que, técnicamente, no es nada del otro mundo (de hecho, queda muy lejos de sus iconos: The Beatles y el Capitán América). Sin embargo, hay una transparencia en este eterno adolescente, una inocencia y una pueril universalidad en sus temas (el amor) que lo hacen conmovedor. No es cutre. Es... puro. Su historia arranca en 1961 en el seno de una familia de cristianos fundamentalistas. El más joven de cinco hermanos, desde muy niño le costó encontrar su sitio lejos de la música y los tebeos. No sabía dibujar ni cantar pero le daba igual, pasaría su vida haciendo ambas cosas: dibujando sus particulares criaturas, tocando el piano, o el teclado de juguete de su sobrino cuando se mudó a casa de su hermano, o incluso una guitarra cuando se trasladó a Austin (Texas) y cantando con su peculiar falsete desafinado y su indisimulable ceceo (en sus primeras grabaciones se puede oír al fondo las voces de su madre protestando). Su popularidad le llegó precisamente en Austin, donde regalaba sus cintas por la calle. Cuando la MTV desembarcó en 1986 para retratar la escena musical de la ciudad, todos los músicos locales mencionaron a Daniel Johnston, que fue invitado a actuar en el programa. Después se reeditaron en vinilo algunas de sus viejas cintas caseras (Continued Story/Hi, How Are You y Yip/Jump Music) y llegó incluso a 26 27 grabar un par de álbumes en Nueva York para el sello independiente Shimmydisc (1990 en 1990 y Artistic Vice en 1991). En 1992, Kurt Cobain apareció en los premios MTV con una camiseta de Daniel Johnston. El sello Elektra quiso fichar inmediatamente a ese tal Daniel del que tanto hablaba el líder de Nirvana pero, al final, fue otra multinacional la que logró el trato: Atlantic. La relación duró un álbum: Fun, de 1994. Y es que, al parecer, no resulta fácil tratar con él en términos comerciales. Daniel Johnston tiene serios problemas mentales y su vida adulta ha estado jalonada por numerosas depresiones. De hecho, ha pasado una buena parte de su tiempo en hospitales psiquiátricos. Precisamente, su primer internamiento tuvo lugar la misma noche de su aparición en el especial de la MTV. También se cuenta que tras una grabación empujó a una anciana por la ventana de un segundo piso convencido de que estaba poseída por Satán, o que tras una actuación en directo obligó a su padre (piloto de combate en la Segunda Guerra Mundial) a realizar un aterrizaje forzoso de la avioneta que los conducía a casa. Daniel no lleva nada bien la atención que se le presta. Su necesidad de crear y ser escuchado choca con su incapacidad para sobrellevar la notoriedad. Sus mánagers y compañías de discos tienen que andar con pies de plomo para preservar su estado de ánimo: es el eterno dilema de cómo darle a una creación la repercusión que merece sin perjudicar la salud mental del creador. “Daniel se ha pasado la vida pensando en su carrera musical. No puede vivir con la fama, pero creo que tampoco con el rechazo. Todo acaba alimentando sus problemas mentales, tanto lo bueno como lo malo... Como continúe respondiendo a la atención que se le presta de su manera habitual, va a acabar muerto”– afirmó en 1995 Louis Black, editor del Austin Chronicle. Fuera del hospital, son sus padres los que le proporcionan a Daniel la estabilidad que necesita. Las historias que se cuentan en los últimos años lo sitúan en el garaje del hogar familiar, en los suburbios de Houston, donde tiene su dormitorio y su estudio para hacer música, ambos plagados de cómics y discos. En sus propias palabras, se pasa todo el día “soñando, fumando cigarrillos y escribiendo canciones”. En 2001 editó un nuevo álbum, otra vez con una compañía independiente: Rejected Unknown (Gammon Records). Ahora acaba de aparecer Fear Yourself (GammonSketchbook Records), grabado con Mark Linkous, cerebro de la banda norteamericana Sparklehorse. También se edita este año Early Recordings (Dualtone Records), un doble CD que recoge sus cintas iniciales Songs Of Pain y Songs Of More Pain, de 1980 y 1981 respectivamente. Hace poco, Johnston declaró a la revista británica Careless Talk Cost Lives: “Me encantaría hacer fotos, películas... He perdido mucho tiempo por mi condición de maníaco depresivo. Me quedaba en la cama cerca de tres meses seguidos. Ahora, gracias a la medicación, llevo más de cinco años sin pisar un hospital, lo cual es un milagro. Es increíble, llevo cinco años haciendo cosas. Es un triunfo. Estoy encantado de seguir después de todo este tiempo y he decidido que no voy a parar nunca más”.