10. Apostolado - Iglesia Santuario Sagrado Corazón de Jesús

Transcripción

10. Apostolado - Iglesia Santuario Sagrado Corazón de Jesús
APOSTOLADO
1. Entrando de nuevo, después de algunos días, en Cafarnaúm, se supo que estaba en casa, y se
juntaron tantos, que ni aun junto a la puerta cabían, y Él les hablaba. Vinieron trayéndole un paralítico,
que llevaban entre cuatro. No pudiendo presentárselo a causa de la muchedumbre, descubrieron el
terrado por donde Él estaba y, hecha una abertura, descolgaron la camilla en que yacía el paralítico.
Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (Mc 2, 15).
Quizá todo apostolado no sea más que eso: poner a las personas delante de Jesús. Con todas las
dificultades que esto puede llevar consigo.
Pusieron la camilla, en medio, delante de Jesús (Lc). Después, Jesús hizo el resto; Él es quien hace
realmente lo importante. Las gentes que abarrotaban la casa contemplaron un hecho que no se ve todos
los días: un paralítico descolgado desde el techo, amarrado en una camilla.
Eran cuatro los amigos del paralítico (Mc); conocerían ya a Jesús, le habrían tratado, le habrían oído más
veces; y su confianza en Él es plena.
Su fe es tan grande que el milagro se realizará precisamente por la fe de ellos. Su fe suple o
complementa la del paralítico. El Evangelio nos dice que Jesús viendo la fe de ellos (Mc), de los amigos,
obrará el milagro. Nada se dice explícitamente de la fe del enfermo. Se insiste en la de los amigos. Son
hombres tozudos, constantes, que saben lo que quieren.
Vencieron dificultades que parecían insuperables: debieron convencer al enfermo... (mucha debió ser su
fe en Jesús, porque sólo el que está convencido, convence). Cuando llegan a la casa está tan llena, que
parecía que ya no había nada que hacer. Pero no se arredran. Vencen esta barrera con su decisión, con
su ingenio, con su interés. Lo importante era aquel encuentro entre Jesús y el enfermo; y a eso van.
Hemos leído muchas veces este pasaje del Evangelio y nos hemos acostumbrado a su lectura, pero no
debió ser fácil: el tejado, el agujero, la gente, el descolgarlo. ¿Y si no sucede nada, después de tanto
esfuerzo, después del espectáculo que dan a la concurrencia?
Cristo--como siempre--no los defraudó. Buscaban la curación del cuerpo, y el enfermo sanó del cuerpo y
del alma. Yo te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
¡Qué gran lección para el apostolado que como cristianos hemos de hacer!
2. A veces quizá podíamos pensar que el apostolado es algo en lo que somos el personaje central;
nuestra misión es, sin embargo, poner a las gentes frente a frente con Cristo. Dejarles el uno frente al
otro y desaparecer. Y no atribuirnos la curación o el perdón de sus pecados, porque eso lo ha hecho el
Señor, y sólo Él puede hacerlo. ¿ Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios? ¿Quién puede
transformar la interioridad de una persona sino Dios?... Lo que cuenta no es el que planta ni el que riega,
sino el que produce el crecimiento, Dios... Porque somos colaboradores de Dios (cfr. 1 Cor 3, 710). El
apostolado está en el orden de la gracia, en el orden de lo sobrenatural.
1
Lo único importante es que Cristo sea anunciado, conocido y amado. En el apostolado no se va a
cosechar triunfos personales, ni a ser la figura principal: Cristo es la única figura. No podemos ser como
aquellos que «se preocupan más de hacer un buen papel ante el auditorio ingenuo que de trabajar por
su salvación» (BENEDICTO XV, Enc. Humanum genus), o que «se avergüenzan de tratar argumentos
sencillos y fáciles, para que no parezca que no saben tratar argumentos más sublimes» (GILBERTO ABAD
Sermón 7 sobre el Cantar de los Cantares), o que, en realidad, buscan su realización personal, en vez de
buscar que Cristo sea conocido y los hombres salvados. «No te engrías si has servido bien--nos
recomienda San Ambrosio--, porque has cumplido lo que tenías que hacer. El sol efectúa su tarea, la
luna obedece; los ángeles desempeñan su cometido. El instrumento escogido por el Señor para los
gentiles, dice: yo no merezco el nombre de Apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios (I Cor 15,
9)... Tampoco nosotros pretendamos ser alabados por nosotros mismos» (SAN AMBROSIO. Trat. sobre el
Ev. de San Lucas, 8, 31-32).
3. Sin humildad no se puede ser apóstol. Esta humildad se manifiesta de muy diversas formas: rectitud
de intención, rechazar los deseos de vanidad y vanagloria, no querer ser la figura principal y, sobre todo,
tener muy presente que es Dios quien pone siempre el incremento.
Otras veces podría llegar el desánimo. Las gentes que deseamos llevar a Dios no tienen deseos de
moverse, surgen imprevistos, barreras en el camino hacia Jesús... Y nos olvidamos de que, si amamos a
Jesucristo, si tenemos fe en Él, espíritu de iniciativa y constancia, todo lo podemos.
Los cristianos somos responsables, muchas veces, de que no se acerque más gente a Dios. Ellos se
encuentran inmovilizados frecuentemente por una especie de parálisis en la fe: se hace necesario el
llevarlos al Señor, acercándolos al Sacramento de la penitencia. «Paradójicamente, el mundo, que a
pesar de los innumerables signos de rechazo de Dios, lo busca sin embargo por caminos insospechados y
siente dolorosamente su necesidad, el mundo exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a
quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al invisible (cfr. Heb 11,
27). El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para con todos,
especialmente para los pequeños y los pobres, obediencia y humildad, despego de sí mismos y renuncia.
Sin esta marca de santidad, nuestra palabra difícilmente abrirá brecha en el corazón de los hombres de
este tiempo. Corre el riesgo de hacerse vana e infecunda» (PABLO VI, Evangelii nuntiandi, n. 76).
4. El apóstol es como un padre de familia que cuida de los suyos, y da a cada uno lo que necesita (Mt 13,
5152), no lo que a él le parece. Se ha de dar la doctrina de Cristo, no lo más popular o que vaya más en
consonancia con los gustos de un tiempo.
Esto es lo que hicieron los Apóstoles, y también la Iglesia a través de los siglos. «Todas las verdades y
todos los preceptos de Cristo, incluso los más exigentes, sin callar o desvirtuar nada, fueron las cosas
enseñadas por San Pablo. Habló de la humildad, de la abnegación, de la castidad, del desprendimiento
de las cosas terrenas, de la obediencia... Y no temió dejar bien claro que es necesario elegir entre el
servicio de Dios y el servicio de Belial, porque no es posible servir a los dos. Que todos, después de la
muerte, habrán de someterse a un juicio tremendo. Que nadie puede mercadear con Dios. Que sólo se
puede esperar la vida eterna si se observan las leyes divinas. Que si se incumplen estas leyes haciendo
concesiones a los placeres, no se puede esperar más que el fuego eterno. Jamás el Predicador de la
verdad pensó que tenía que omitir estos temas porque podían parecer demasiado duros a quienes le
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escuchaban, dada la corrupción de aquellos tiempos» (BENEDICTO XV, Enc. Humanum genus). Igual
nosotros.
5. Quien predica a Cristo tendrá que acostumbrarse en ocasiones a ser impopular, a ir contra corriente,
si verdaderamente busca la salvación de las almas y la extensión del reino de Cristo. «¿Desde cuándo un
médico da medicinas inútiles a sus pacientes, porque tiene miedo de prescribir las que son útiles?»
(Ibídem).
Y todo esto con prudencia, con oportunidad, haciendo amable y atrayente la doctrina del Señor. Porque
tampoco se atrae a los demás a la fe siendo intempestivos, sino con cariño humano, con bondad, con
paciencia.
El apóstol se hace y se fortalece en la unión con Cristo. Siempre se cumplen sus palabras: Sin mi no
podéis hacer nada. Con El, todo lo podemos; nuestra vida es capaz de iluminar y arrastrar a los demás,
incluso en los ambientes más difíciles, o en medio de grandes tribulaciones. La historia de la Iglesia, de
todas las épocas, ha sido un vivo ejemplo. Los primeros cristianos lograron que la fe penetrara en poco
tiempo en las familias, en el senado, en la milicia, en el palacio imperial...: «somos de ayer y llenamos ya
el orbe y todo lo vuestro, ciudades y caserones, fortalezas y municipios y burgos, incluso campamentos y
tribus, y la milicia, la corte y el senado y el foro» (TERTULIANO). No tenían apenas medios y cambiaron
un mundo pagano, al que se le veían pocos resortes para su conversión.
6. En un mundo que se presenta en muchos aspectos como pagano, «se impone a todos los cristianos la
dulcísima obligación de trabajar para que el mensaje divino de la revelación sea conocido y aceptado por
todos los hombres de cualquier lugar de la tierra» (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem).
Evidentemente la primera obligación será, de ordinario, orientar nuestro apostolado hacia las personas
que Dios ha puesto a nuestro lado, a los que están más cerca, a los que tratamos con frecuencia.
CITAS DE LA SAGRADA ESCRITURA
1. La misión del cristiano.
Así como Tú me has enviado al mundo, así yo los he enviado también a ellos al mundo. Jn 17, 18.
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Mc 16, 15.
Vosotros sois la sal de la tierra. Mt 5, 13.
Vosotros sois la luz del mundo. Mt 5, 14.
Quien a vosotros recibe, a mí me recibe; y quien a mí me recibe, recibe a Aquel que me ha enviado. Mt
10, 40.
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2. El cristiano ha de ser levadura en la masa.
Es semejante el reino de los cielos al fermento que coge una mujer y lo pone en tres medidas de harina
hasta que todo fermenta. Mt 13, 33.
Un poco de levadura hace fermentar toda la masa. 1 Cor 5, 6.
3. Unión con el Señor.
Al modo que el sarmiento no puede producir fruto, si no está unido con la vid, así tampoco vosotros si
no estáis unidos conmigo. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; quien está unido conmigo, y yo con él,
ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. Jn 15, 4-5.
4. Voluntad salvífica de Dios
Dios quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad. 1 Tim 2, 4.
Yo he venido a echar fuego en la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda? Lc 12, 49.
5. Instrumentos del Señor
Yo planté, Apolo regó: pero es Dios quien da el incremento. 1 Cor 3, 57
6. Ejemplo de los Apóstoles
Los Apóstoles no cesaban de enseñar y anunciar el Evangelio en todas partes: Hech 5, 42; 8, 4.
7. No desanimarse ante las dificultades
Teniendo presente que vuestro trabajo no es vano en el Señor. 1 Cor 15, 58.
Mis elegidos no trabajarán en vano. Is 65, 23.
8. Responsabilidad
El que tiene la palabra de sabiduría, pero no quiere emplearla en provecho del prójimo, es lo mismo que
quien pone el dinero en una bolsa y la tiene siempre atada. Ecl 49, 17.
SELECCIÓN DE TEXTOS
El fin de todo apostolado es la salvación de las almas
311 La misión de la Iglesia tiene como fin la salvación de los hombres, la cual hay que conseguir con la fe
en Cristo y con su gracia. Por tanto, el apostolado de la Iglesia y de todos sus miembros se ordena en
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primer lugar a manifestar al mundo con palabras y obras el mensaje en Cristo y a comunicar su gracia
(CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 6).
312 ¡A cuántos hombres es preciso llevar todavía a la fe! Cuántos hombres es preciso reconquistar para
la fe que han perdido, siendo a veces esto más difícil que la primera conversión a la fe. Sin embargo la
Iglesia, consciente de aquel gran don, del don de la Encarnación de Dios, no puede nunca detenerse, no
puede pararse jamás (JUAN PABLO II, Hom. 6-1-1979).
313 Y así me acaece, que cuando en las vidas de los santos leemos que convirtieron almas, mucha más
devoción me hace y más ternura y más envidia, que todos los martirios que padecen (por ser ésta la
inclinación que Nuestro Señor me ha dado), pareciéndome que precia más un alma que por nuestra
industria y oración le ganásemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos
hacer (SANTA TERESA, Fundaciones, 1, 7).
314 También puede ocurrir que no tenga pan que dar de limosna al indigente; pero quien tiene lengua,
tiene algo más que poder dar, pues alimentar con el sustento de la palabra el alma, que ha de vivir para
siempre, es más que saciar con pan terreno el estómago del cuerpo, que ha de morir (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 6 sobre los Evang.).
«De la abundancia del corazón habla la boca». Necesidad de tratar a Dios, para hablar de Él
315 Antes de permitir a la lengua que hable, el apóstol debe elevar a Dios su alma sedienta, con el fin de
dar lo que hubiere bebido y esparcir aquello de que la haya llenado (SAN AGUSTIN, Sobre la doctrina
cristiana, 1, 4).
316 Para que aprenda el hombre a amar a su prójimo como a sí mismo, debe antes aprender a amar a
Dios como a sí mismo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Sal 110-118).
317 Cristo, enviado por el Padre, es la fuente y origen de todo apostolado de la iglesia. Es, por ello,
evidente que la fecundidad del apostolado seglar depende de la unión vital de los seglares con Cristo. Lo
afirma el Señor: el que permanece en mi y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mi no podéis hacer
nada (Jn 15, 5) (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 4).
318 Recibe de Cristo, para que puedas hablar a los demás. Acoge en ti el agua de Cristo [...]. Llena, pues,
de esta agua tu interior, para que la tierra de tu corazón quede humedecida y regada por sus propias
fuentes (SAN AMBROSIO, Carta 2, 12).
319 Y pienso, efectivamente, que corren un serio peligro de descaminarse aquellos que se lanzan a la
acción--¡al activismo!--, y prescinden de la oración, del sacrificio y de los medios indispensables para
conseguir una sólida piedad: la frecuencia de Sacramentos, la meditación, el examen de conciencia, la
lectura espiritual, el trato asiduo con la Virgen Santísima y con los Angeles custodios... Todo esto
contribuye además, con eficacia insustituible, a que sea tan amable la jornada del cristiano, porque de
su riqueza interior fluyen la dulcedumbre y la felicidad de Dios, como la miel del panal (J. ESCRIVA DE
BALAGUER, Amigos de Dios, 1 8).
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320 Lo que admiran mucho los hombres lo divulgan luego, porque de la abundancia del corazón habla la
boca (Mt 12) (SANTO TOMAS, en Catena Aurea, vol. IV, p. 37).
321 Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin piedad verdadera, no se
puede ser apóstol. Para restaurar todas las cosas en Cristo por medio del apostolado es menester la
gracia divina, y el apóstol no la recibe si no está unido a Cristo. Todos los que participan del apostolado
deben, por tanto, poseer la verdadera piedad (SAN PIO X, Carta, 11-6-1909).
322 (El Bautista) [...] escuchaba en su interior la voz de la verdad para manifestar al exterior lo que oía
(SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).
323 Empieza por tener paz en ti mismo, y así podrás dar paz a los demás (SAN AMBROSIO, en Catena
Aurea, vol. I, p. 254)
324 «¿Nonne cor nostrum ardens erat in nobis, dum loqueretur in via?»--¿Acaso nuestro corazón no
ardía en nosotros cuando nos hablaba en el camino? Estas palabras de los discípulos de Emaús debían
salir espontáneas, si eres apóstol, de labios de tus compañeros de profesión, después de encontrarte a ti
en el camino de su vida (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 917).
La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación al apostolado
325 La virtud de esta luz (la vocación cristiana) no está sólo en brillar, sino también en conducir a
quienes la sigan (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).
326 Todos los fieles, desde el Papa al último bautizado, participan de la misma vocación, de la misma fe,
del mismo Espíritu, de la misma gracia... Todos participan activa y corresponsablemente-- dentro de la
necesaria pluralidad de ministerios-- en la única misión de Cristo y de la Iglesia (ALVARO DEL PORTILLO
Fieles y laicos en la Iglesia, p. 38).
327 La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación también al apostolado (CONC. VAT. II,
Decr. Apostolicam actuositatem, 2).
328 Considerando que Cristo es la luz verdadera sin mezcla posible de error alguno, nos damos cuenta
de que también nuestra vida ha de estar iluminada con los rayos de la luz verdadera. Los rayos del sol de
la justicia son las virtudes que de él emanan para iluminarnos [...] y, obrando en todo a plena luz, nos
convirtamos también nosotros en luz y, según es propio de la luz, iluminemos a los demás con nuestras
obras (SAN GREGORIO DE NISA, Trat. sobre la ejemplaridad del cristiano).
329 [...] y si os dirigís a Dios procurad no ir solos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 4 sobre los Evang.).
330 La Iglesia ha nacido con este fin: propagar el reino de Cristo en toda la tierra para gloria de Dios
Padre, y hacer así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora, y por medio de ellos
ordenar realmente todo el universo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo mí stico, dirigida a este fin,
recibe el nombre de apostolado, el cual la Iglesia lo ejerce por obra de todos sus miembros, aunque de
diversas maneras (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 2).
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331 El deber y el derecho del seglar al apostolado deriva de su misma unión con Cristo Cabeza. Insertos
por el bautismo en el Cuerpo místico de Cristo, robustecidos por la confirmación en la fortaleza del
Espíritu Santo, es el mismo Señor el que los destina al apostolado (CONC. VAT II, Decr. Apostolicam
actuositatem, 3).
Necesidad absoluta de contar con el Señor en cualquier obra de apostolado. Es Dios quien transforma
las almas
332 La Iglesia se compara a una gran recolección que necesita obreros, pero obreros que trabajen. No
hay cosa más conforme con el Evangelio que acumular, de una parte, luces y fuerzas para el alma en la
oración, en la lectura y en la soledad, e inmediatamente hacer participar a los hombres de este alimento
espiritual. Es hacer como hizo nuestro Señor y luego los apóstoles; es juntar el oficio de Marta al de
María (SAN VICENTE DE PAUL, Entretiens spirituels aux Missionaires, Ed. du Seuil, 1960, pp. 905-907).
333 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. El Señor es quien construye la casa
[...]. Muchos son los que trabajan en la construcción, pero si El no construye, en vano se cansan los
albañiles. ¿Quiénes son los que trabajan en esta construcción? Todos los que predican la palabra de Dios
en la Iglesia, los dispensadores de los misterios de Dios. Todos nos esforzamos, todos trabajamos, todos
construimos ahora; y también antes de nosotros se esforzaron, trabajaron, construyeron otros; pero si el
Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles (SAN AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 126).
334 ¿De dónde sacaba San Pablo esta fuerza? Omnia possum in eo qui me confortat! (Fil 4, 13), todo lo
puedo, porque sólo Dios me da esta fe, esta esperanza, esta caridad. Me resulta muy difícil creer en la
eficacia sobrenatural de un apostolado que no esté apoyado, centrado sólidamente, en una vida de
continuo trato con el Señor (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios, 271).
335 [...] no creamos nosotros esa luz: únicamente la reflejamos. No somos nosotros los que salvamos las
almas, empujándolas a obrar el bien: somos tan sólo un instrumento, más o menos digno, para los
designios salvadores de Dios. Si alguna vez pensásemos que el bien que hacemos es obra nuestra,
volvería la soberbia, aún más retorcida; la sal perdería el sabor, la levadura se pudriría, la luz se
convertiría en tinieblas (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Amigos de Dios, 250).
336 Podemos amonestar con el sonido de nuestra voz, pero si dentro no está el que enseña, vano es
nuestro sonido [...]. Os hable Él, pues, interiormente, ya que ningún hombre está allí de maestro (SAN
AGUSTIN, Coment. sobre la 1ª Epístola de S. Juan).
337 Nosotros os hablamos desde el exterior, pero es Él quien edifica desde dentro [...]. Es Él quien
edifica, quien amonesta, quien amedrenta, quien abre el entendimiento, quien os conduce a la fe;
aunque nosotros cooperamos también con nuestro esfuerzo (SAN AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo
126).
El cristiano es sal de la tierra y luz del mundo
338 La palabra de Dios es luz para el entendimiento, fuego para la voluntad, para que el hombre pueda
conocer y amar a Dios; y para el hombre interior, el que vive por la gracia del Espíritu Santo, es pan y
agua, pero un pan más dulce que la miel y el panal, un agua mejor que el vino y la leche; es para el alma
un tesoro espiritual de méritos, y por esto es comparada al oro y a la piedra preciosa; es como un
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martillo que doblega la dureza del corazón obstinado en el vicio, y como una espada que da muerte a
todo pecado, en nuestra lucha contra la carne, el mundo y el demonio (SAN LORENZO DE BRINDISI,
Sermón l7 cuaresmal).
339 Procurad una limpieza de espíritu siempre en aumento. Nada agrada tanto a Dios como la
conversión y salvación del hombre [...]; sed como lumbreras en medio del mundo, como una fuerza llena
de vida para los demás hombres (SAN GREGORIO NACIANCENO, Disertación 39).
340 La antorcha encendida significa que no debemos permitir que nadie viva en las tinieblas de la
ignorancia (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 10l).
341 (Tened en vuestras manos antorchas encendidas...), a saber: la penetración del espíritu que nos
ilumina brillando en nuestra alma, y la doctrina con la cual iluminamos a los demás (TEOFILATO, en
Catena Aurea, vol. VI, p. 100).
342 Vosotros sois la sal de la tierra. Es como si les dijera: «El mensaje que se os comunica no va
destinado a vosotros solos, sino que habéis de transmitirlo a todo el mundo. Porque no os envío a dos
ciudades, ni a diez, ni a veinte; ni tan siquiera os envío a toda una nación, como en otro tiempo a los
profetas, sino a la tierra, al mar y a todo el mundo, y a un mundo, por cierto, muy mal dispuesto. Porque
al decir: Vosotros sois la sal de la tierra, enseña que los hombres han perdido, su sabor y están
corrompidos por el pecado. Por ello exige sobre todo de sus discípulos aquellas virtudes que son más
necesarias y útiles para el cuidado de los demás (S JUAN CRISOSTOMO hom. sobre San Mateo, 15, 6).
343 Es propio de la luz el iluminar en cualquier parte en que se encuentre [...]. De la misma manera, el
mundo, sin el conocimiento de Dios, estaba sumido en las tinieblas de la ignorancia, pero por medio de
los Apóstoles se le comunicó la luz de la verdadera ciencia, y el conocimiento de Dios brilla. Y por
cualquier parte que caminen, de su pobre humanidad brota la luz que disipa las tinieblas (SAN HILARIO),
en Catena Allrea, vol. I, p. 263).
En el apostolado no se debe buscar el propio interés, ni la alabanza, ni el agradecimiento, ni ventaja
alguna personal
344 Yo tengo plena conciencia de que es a Ti, Dios Padre omnipotente, a quien debo ofrecer la obra
principal de mi vida, de tal suerte que todas mis palabras y pensamientos hablen de Ti. Y el mejor
premio que puede reportarme esta facultad de hablar que Tú me has concedido, es el de servirte
predicándote a Ti y demostrando al mundo que lo ignora, o a los herejes que lo niegan, lo que Tú eres en
realidad: Padre [...] (SAN HILARIO, Trat. sobre la Santísima Trinidad, 1, 37)
345 Examine cada uno lo que hace, y vea si trabaja ya en la viña del sembrador. Porque el que en esta
vida procura el propio interés no ha entrado todavía en la viña del Señor. Pues para el Señor trabajan
quienes buscan no su propia ganancia, sino la del Señor [...]; los que se desvelan por ganar almas y se
dan prisa por llevar a otros a la viña (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19 sobre los Evang.).
346 (No podemos ser como aquellos que) se avergüenzan de tratar argumentos sencillos y fáciles para
que no parezca que no saben tratar argumentos más sublimes (GILBERTO ABAD, Sermón 7 sobre el
Cantar de los Cantares).
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347 Pone la luz bajo el celemin todo aquel que oscurece y cubre la luz de la buena doctrina con ventajas
de orden temporal (SAN AGUSTIN Sobre el Sermón de la Montaña, 1, 17).
348 Aquellas palabras de Cristo: ¿Me amas? Apacienta mis ovejas, equivalen a decir: Si me amas, piensa
que no te apacientas a ti mismo, sino a mis ovejas; apaciéntalas como mías, no como tuyas; busca en
ellas mi gloria, no la tuya; mi dominio, no el tuyo; mi ganancia, no la tuya; no participes del sentir de
aquellos que pertenecen a los tiempos peligrosos, los que se aman a sí mismos y a todo lo demás que
dimana de este mal principio. Por tanto, los que apacientan las ovejas de Cristo no han de ser amadores
de sí mismos, y así las apacentarán no como propias, sino como pertenecientes a Cristo. El peor mal que
es necesario evitar en los que apacientan las ovejas de Cristo es el buscar sus propios intereses y no los
de Jesucristo, destinando a su propia utilidad a aquellos por quienes ha sido derramada la sangre de
Cristo (SAN AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan, 123, 5).
349 ¡Anunciad la Palabra con toda claridad, indiferentes al aplauso o al rechazo! En definitiva, no s omos
nosotros quienes promovemos el éxito o el fracaso del
Evangelio, sino el Espíritu de Dios. Los creyentes y los no creyentes tienen derecho a escuchar
inequívocamente el auténtico anuncio de la Iglesia. Anunciad la
Palabra con todo el amor del Buen Pastor, que se da, que busca, que comprende (JUAN PABLO II, A la
Conf. Episcopal alemana, 17-11-1980).
Todo apostolado tiene su origen y su fuerza en la caridad. La caridad es «como el alma de todo
apostolado»
350 Todo ejercicio de apostolado tiene su origen y su fuerza en la caridad (CONC. VAT. II, Decr.
Apostolicam actuositatem, 8).
351 El principal apostolado que los cristianos hemos de realizar en el mundo, el mejor testimonio de fe,
es contribuir a que dentro de la Iglesia se respire el clima de la auténtica caridad (J. ESCRIVA DE
BALAGUER, Amigos de Dios, 226.
352 Tú, por tanto, que deseas ser útil a las almas del prójimo, primero acude a Dios de todo corazón y
pídele simplemente esto: que se digne infundir en ti aquella caridad que es el compendio de todas las
virtudes, ya que ella te hará alcanzar lo que deseas (SAN VICENTE FERRER, Trat. de la vida espiritual, 13).
353 Son los sacramentos, y sobre todo la Eucaristía, los que comunican y alimentan en los fieles la
caridad que es como el alma de todo apostolado (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 3).
354 Orad sin interrupción (1 Tes 5, 17) por los demás hombres. Hay en ellos esperanza de conversión,
una conversión que les conducirá a Dios. Volveos hacia ellos, para que, por medio de vuestras obras, se
hagan discípulos vuestros. Ante su cólera estad llenos de dulzura. Ante su jactancia tened sentimientos
de humildad. Ante sus blasfemias, estad en oración. Ante sus errores, permaneced firmes en la fe (Col 1,
23). Ante sus violencias, sed pacíficos, sin imitarlos (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los Efesios).
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«Ya no habría ningún pagano, si nos comportáramos como v erdaderos cristianos». Ejemplaridad y
eficacia apostólica
355 La luz debe estar bien alta para que ilumine a los demás; no debajo del celemín, es decir, de la gula,
ni debajo de la cama, o del ocio, porque nadie que se entregue a la gula y al ocio puede ser luz para los
demás (TEÓFILO, en Catena Aurea, vol. IV, p. 102).
356 En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana quien la contradice con sus obras (SAN
ANTONIO DE PADUA, Sermón 1, 226)
357 Cualquiera que se encuentre fiel y prudente, presida la familia del Señor para darle la medida de
trigo en todo tiempo, ya por medio de la predicación con la que el alma se alimenta, ya por medio del
buen ejemplo, por el que la vida se endereza (TEÓFILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 109).
358 No os apenéis ni os llenéis de abatimiento. También los Apóstoles eran para unos olor de muerte, y
para otros olor de vida. No demos nosotros motivo alguno a la maledicencia y estaremos libres de toda
culpa, o, para decirlo mejor, mayor aún será nuestro gozo ante esas falsas acusaciones. Brille, pues, el
ejemplo de nuestra vida, y no hagamos ningún caso de las críticas. No es posible que quien de verdad se
empeñe por ser santo deje de tener muchos que no le quieran. Pero eso no importa, pues hasta con tal
motivo aumenta la corona de su gloria. Por eso, a una sola cosa hemos de atender: a ordenar con
perfección nuestra propia conducta. Si hacemos esto, conduciremos a una vida cristiana a los que anden
en tinieblas (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).
359 Hijo de hombre, te he puesto como atalaya en la casa de Israel. Fijémonos cómo el Señor compara
sus predicadores a una atalaya. La atalaya está siempre en un lugar alto para ver desde lejos todo lo que
se acerca. Y todo aquel que es puesto como atalaya del pueblo de Dios debe, por su conducta, estar
siempre en alto, a fin de preverlo todo y ayudar así a los que tiene bajo su custodia (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. sobre Ezequiel).
360 Cristo nos ha dejado en la tierra para que seamos faros que iluminen, doctores que enseñen; para
que cumplamos nuestro deber de levadura; para que nos comportemos como ángeles, como
anunciadores entre los hombres; para que seamos adultos entre los menores, hombres espirituales
entre los carnales, a fin de ganarlos; que seamos simiente y demos numerosos frutos. Ni siquiera seria
necesario exponer la doctrina si nuestra vida fuese tan radiante, ni seria necesario recurrir a las palabras
si nuestras obras dieran tal testimonio. Ya no habría ningún pagano, si nos comportáramos como
verdaderos cristianos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 10 sobre la 1ª Epist. a Timoteo).
361 La manera de enseñar algo con autoridad es practicarlo antes de enseñarlo, ya que la enseñanza
pierde toda garantía cuando la conciencia contradice las palabras (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 23,
23-24).
362 Quien tiene la misión de decir cosas grandes, está igualmente obligado a practicarlas (SAN
GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 101).
363 Nosotros tenemos las antorchas encendidas en nuestras manos cuando, con las buenas obras,
damos a nuestros prójimos buenos ejemplos. (S. GREGORIO, MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 101).
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Aprovechar todas las circunstancias y oportunidades para dar a conocer a Cristo
364 Queremos recordar a toda la Iglesia que la evangelización sigue siendo su principal deber... Animada
por la fe, alimentada por la caridad y sostenida por el alimento celestial de la Eucaristía, la Iglesia debe
estudiar todos los caminos, procurarse todos los medios, oportuna e inoportunamente (2 Tim 4, 2), para
sembrar la palabra, proclamar el mensaje, anunciar la salvación que infunde en el alma la inquietud de la
búsqueda de la verdad y la sostiene con la ayuda de lo alto en esta búsqueda. Si todos los hijos de la
Iglesia fueran misioneros incansables del Evangelio brotaría una nueva floración de santidad y de
renovación en este mundo sediento de amor y de verdad (JUAN PABLO I, Primer mensaje, 27-8-1978).
365 Id, pues, a las salidas de los caminos, y a cuantos encontréis, llamadlos a las bodas.
Son caminos también todos los conocimientos humanos como los de la filosofía, los de la milicia, y otros
por el estilo. Dijo, pues: Id a las salidas de los caminos, para que llamen a la fe a todos los hombres,
cualquiera que sea su condición (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 63).
366 Pablo [...] hasta una inscripción vista al azar la convierte en argumento de la fe; porque había
aprendido del verdadero David a arrancar la espada de manos de los enemigos, y a cortar la cabeza del
soberbio Goliat con su propio puñal (SAN JERONIMO, Carta a los Magnesios).
367 Los publicanos se aproximaron a nuestro Redentor, no sólo para hablarle, sino para comer con El;
porque no solamente corregía Jesús a quienes estaban mal
dispuestos con argumentos y con obras o reprensiones, sino asistiendo a las comidas; para que
aprendamos con este proceder que en cualquier tiempo y de cualquier
manera podemos sacar utilidad (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. II, p. 13)
368 Quienes viajan por motivo de obras internacionales, de negocios o de descanso, no olviden que son
en todas partes heraldos itinerantes de Cristo y que deben portarse como tales con sinceridad (CONC.
VAT. II, Decret. Apostolicam actuositatem, 14).
369 No puedes decir que te es imposible atraer a los demás. Si eres verdadero cristiano, es imposible
que esto no suceda. Si es cierto que no hay contradicción en la naturaleza, es también verdad lo que
nosotros afirmamos, pues esto se desprende de la misma naturaleza del cristiano. Si afirmas que un
cristiano no puede ser útil, deshonras a Dios y le calificas de mendaz. Le resulta más fácil a la luz
convertirse en tinieblas que al cristiano no irradiar. No declares una cosa imposible cuando es
precisamente su contrario lo que es imposible (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 20 sobre los Hechos de
los Apóstoles).
370 Son innumerables las ocasiones que tienen los seglares para ejercitar el apostolado de la
evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas
realizadas con espíritu sobrenatural tienen eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios
(CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 6.)
11
Apostolado «en medio del mundo». Valor ejemplar y apostólico del trabajo y de las obligaciones
sociales, etc.
371 Cada cristiano debe hacer presente a Cristo entre los hombres; debe obrar de tal manera que
quienes le traten perciban el bonus odor Christi (cfr. 2 Cor 2, 15), el buen olor de Cristo; debe actuar de
modo que, a través de las acciones del discípulo, pueda descubrirse el rostro del Maestro (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER, Es Cristo que pasa, 105).
372 El trabajo profesional es también apostolado, ocasión de entrega a los demás hombres, para
revelarles a Cristo y llevarles hacia Dios Padre, consecuencia de la caridad que el Espíritu Santo derrama
en las almas (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 49).
373 Hemos de evitar el error de considerar que el apostolado se reduce al testimonio de unas prácticas
piadosas. Tú y yo somos cristianos, pero a la vez, y sin solución de continuidad, ciudadanos y
trabajadores, con unas obligaciones claras que hemos de cumplir de un modo ejemplar, si de veras
queremos santificarnos (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 61).
El apostolado es un gozoso deber de todos los cristianos
374 Este apostolado, sin embargo, no consiste sólo en el testimonio de vida. El verdadero apóstol busca
ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no creyentes, para llevarlos a la fe; ya a los
fieles, para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a mayor fervor de vida; porque la caridad de Cristo
nos constriñe (2 Cor 5, 14). En el corazón de todos deben resonar aquellas palabras del Apóstol: ¡Ay de
mí si no evangelizare! (1ª Cor 9, 16) (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 6).
375 Debe (el cristiano) [...] participar en el designio divino de la salvación. Debe marchar hacia la
salvación y ayudar a los demás a fin de que se salven. Ayudando a los demás se salva a si mismo (JUAN
PABLO II, Sobre la Prudencia, 25-10-78).
376 Resucítame (le pedía San Agustín al Señor) para que tu doctrina se extienda por mi al mundo entero
(SAN AGUSTIN, Trat. sobre Evang. de San Juan, 105, l).
377 ¿Quién es el que lleva la Buena Noticia sino el coro de los que proclaman el Evangelio? ¿Qué
significa llevar la Buena Noticia? Predicar a todos los hombres [...] la venida de Cristo a la tierra (SAN
EUSEBIO DE CESAREA, Coment. sobre Isaías).
378 A todos los cristianos se impone la gloriosa tarea de trabajar para que el mensaje divino de la
salvación sea conocido y aceptado en todas partes por todos los hombres (CONC. VAT II, Decr.
Apostolicam actuositatem, 3).
Cristo murió y resucitó por todos los hombres. Sentido universal del apostolado
379 El ha venido a la tierra para redimir a todo el mundo, porque quiere que los hombres se salven (I [i».
2, 4). No hay alma que no interese a Cristo. Cada una de ellas le ha costado el precio de su Sangre (cfr. 1ª
Pdr. 1, 18-19) (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 256).
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380 El cristianismo posee el gran don de enjugar y curar la única herida profunda de la naturaleza
humana, y esto vale más para su éxito que toda una enciclopedia de conocimientos científicos y toda
una biblioteca de controversias por eso el cristianismo ha de durar mientras dure la naturaleza humana.
El es una verdad viviente que no puede envejecer jamás (CARD. J. H. NEWMAN, El sentido religioso, p.
417).
381 No podré descansar hasta el fin del mundo, mientras haya almas que salvar. Pero cuando diga el
ángel: Ya ha pasado el tiempo, entonces podré descansar, y podré gozar, porque el número de los
elegidos habrá quedado completo (SANTA TERESA DE LISIEUX, Novissima verba).
382 ¿Te acuerdas?—Hacíamos tú y yo nuestra oración, cuando caía la tarde. Cerca se escuchaba el
rumor del agua. —Y, en la quietud de la ciudad castellana, oíamos también voces distintas que hablaban
en cien lenguas, gritándonos angustiosamente que aún no conocen a Cristo.
Besaste el Crucifijo, sin recatarte, y le pediste ser apóstol de apóstoles (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER,
Camino, n. 811).
383 (La doctrina de Cristo) se ha de extender por la tierra y el mar, sin más limites que el mundo mismo
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre San Mateo, 15).
384 Toda solicitud y todo trabajo son poco en comparación con el interés de una sola alma. El que
devuelve una oveja errante al redil se ha asegurado un abogado poderoso ante Dios (SANTO TOMÁS DE
VILLANUEVA, Serm. del Domingo in Albis, 1. c., pp. 900-901).
385 Dondequiera que haya hombres carentes de alimento, vestido, vivienda, medicinas, trabajo,
instrucción, medios necesarios para llevar una vida verdaderamente humana, o afligidos por la desgracia
o por la falta de salud, o sufriendo el destierro o la cárcel, allí debe buscarlos y encontrarlos la caridad
cristiana, consolarlos con diligente cuidado y ayudarlos con la prestación de auxilios. Esta obligación se
impone ante todo a los hambres y a los pueblos que viven en la prosperidad (CONC. VAT. II, Decr.
Apostolicam actuositatem, 8).
386 El mismo Jesucristo, que conocía la malicia de los fariseos, condescendió con ellos para ganarlos, a
semejanza de los buenos médicos, que prodigan más remedios a los enfermos más graves (SAN CIRILO,
en Catena Aurea, vol. VI, p. 46).
Cada cristiano ha de ser levadura que transforme a quienes le rodean
387 Sed profundamente amigos de Jesús y llevad a la familia, a la escuela, al barrio, el ejemplo de
vuestra vida cristiana, limpia y alegre. Sed siempre jóvenes cristianos, verdaderos testigos de la doctrina
de Cristo. Más aún, sed portadores de Cristo en esta sociedad perturbada, hoy más que nunca
necesitada de Él. Anunciad a todos con vuestra vida que I sólo Cristo es la verdadera salvación de la
humanidad (JUAN PABLO II, Hom. 3-12-1978).
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388 Porque también a nosotros, creyentes suyos, nos ha mezclado con la muchedumbre para que
hagamos a los demás partícipes de nuestra fe. Que nadie eche la culpa al corto numero; porque tan
grande es la fuerza de la predicación evangélica, que lo que una vez ha fermentado se convierte en
levadura para los demás (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 46).
389 La levadura hace fermentar la masa cuando está cerca de la harina, o mejor, mezclada con ella, pues
la mujer no sólo puso la levadura, sino que además la escondió entre la masa. Del mismo modo tenéis
que hacer vosotros, cuando estéis mezclados, identificados con la gente..., como la levadura que está
escondida, pero no desaparece, sino que poco a poco va transformando toda la masa en su propia
calidad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo 46).
Cuanto mayor es el mal, mayor la necesidad de hacer el bien
390 Cuando la perversidad de los malos va cada vez en aumenta, lejos de disminuir la predicación, se
debe aumentar cada vez más. El Señor nos lo aconseja con su ejemplo, el cual, después de haber oído
decir de si que tenia el demonio, distribuyó más copiosamente los beneficios de su predicación (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 18 sobre los Evang.).
Somos «instrumentos de Dios»
391 El Espíritu Santo se sirve de la palabra del hombre como de un instrumento. Pero es Él el que
interiormente perfecciona la obra (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 177, a. 1)
392 Preparad el camino del Señor, y enderezad sus sendas. Todo aquel que predica una fe recta y las
buenas obras, ¿qué Otra cosa hace sino preparar el camino del Señor que viene al corazón de los
oyentes, para que penetre en él la fuerza de la gracia, para que le ilustre la luz de la verdad, para que
haga rectas las sendas que conducen a Dios...? (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).
393 La virtud y la bondad de un enviado, consisten en que no diga nada de si propio (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. V, p. 27).
394 La formación para el apostolado supone una completa formación humana, acomodada al carácter y
cualidades de cada uno. Porque el seglar, conociendo bien el mundo contemporáneo, debe ser miembro
bien adaptado a la sociedad y a la cultura de su tiempo (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuosita tem,
29).
395 Cuando el Señor quiere para sí un alma, tienen poca fuerza las criaturas para estorbarlo (SANTA
TERESA, Fundaciones, 10, 8).
396 Los más pequeños, los más débiles entre los hombres, eran los discípulos del Señor; pero como
había en ellos una eficacia divina grandiosa, esa fuerza se desplegó y se difundió por todo el mundo. Con
esto quiso dar el Señor una prueba de su grandeza (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo 46).
397 Confiamos, pues, que tú harás progresar nuestro tímido esfuerzo inicial y que, a medida que
vayamos progresando, lo afianzarás, y que nos llamarás a compartir el espíritu de los profetas y
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apóstoles; de este modo, entenderemos sus palabras en el mismo sentido en que ellos las pronunciaron
y penetraremos en el verdadero significado de su mensaje (SAN HILARIO, Trat. Stma. Trinidad, 1, 37-38).
398 El Espíritu Santo, que habita en los que están bien dispuestos, les inspira como buen doctor lo que
deben decir. (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 77).
Amistad y apostolado. Por nuestra fe, el Señor puede sanar a nuestros amigos
399 Conviene que Dios haga la voluntad del hombre respecto a la salvación de otro en proporción a su
amistad (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 114, a. 6).
400 Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (Mc
2, 1-ss.). Es de notar que no dijo la fe del paralítico, sino la de los que le llevaban: a veces ocurre que
alguno sana por la fe de otro (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. IV, p. 51).
401 Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (Mc
2, 1-ss). Es digno de consideración cuánto debe valer para Dios la fe propia de cada uno, cuando vale
tanto la ajena, que por ella se levanta un hombre curado de repente interior y exteriormente, y por el
mérito de unos se perdonan a otros sus pecados (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 51).
«Las almas son de Dios»
402 Los demás discípulos vinieron en la barca, tirando de la red llena de peces, pues no estaban lejos de
tierra, sino como a unos doscientos codos (Jn 21, 8). Enseguida ponen la pesca a los pies del Señor,
porque es suya. Para que aprendamos que las almas son de Dios, que nadie en esta tierra puede
atribuirse esa propiedad, que el apostolado de la Iglesia—su anuncio y su realidad de salvación—no se
basa en el prestigio de unas personas, sino en la gracia divina (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,
267).
Apostolado personal del sacerdote
403 [...] el sacerdote no daría a Dios el culto debido si se quedase encerrado en el templo, si su actividad
se limitara a las solas funciones rituales, si esperase que el pueblo viniera a buscarlo en la soledad
progresiva de su aislamiento. Y esto es cierto hoy de modo particular, porque hoy es más que nunca
necesario, en la edificación de la Iglesia, la presencia misional del sacerdote entre los hombres. Hombres
que pertenecen a una sociedad empapada de materialismo —y por eso, con frecuencia insatisfechos,
descorazonados, tristes—, a quienes es necesario acercarse como Jesús se acercó en el camino de
Emaús—como compañero de viaje— para hacerse escuchar fácilmente, para hacerse comprender, para
traducir a su lenguaje la Palabra de siempre, tantas veces repetida; para reavivar, finalmente, su fe y su
alegría con la fracción del pan (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 58-59).
Apostolado especialmente en la propia familia
404 Vuestro primer deber y vuestro mayor privilegio como padres es el de transmitir a vuestros hijos la
fe que vosotros recibisteis de vuestros padres. El hogar debería ser la primera escuela de oración (JUAN
PABLO II, Hom. 1-10-1979).
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405 Los esposos cristianos son para sí mismos, para sus hijos y demás familiares, cooperadores de la
gracia y testigos de la fe. Son para sus hijos los primeros predicadores y educadores de la fe; los forman
con su palabra y ejemplo para la vida cristiana y apostólica, les ayudan prudentemente a elegir su
vocación y fomentan con todo esmero la vocación sagrada cuando la descubren en los hijos (CONC. VAT.
II, Decr. Apostolicam actuositatem, 11).
406 Siempre fue deber de los esposos, pero hoy constituye la parte más importante de su apostolado,
manifestar y demostrar con su vida la indisolubilidad y santidad del vínculo matrimonial; afirmar con
valentía el derecho y la obligación que los padres y los tutores tienen de educar cristianamente a la
prole; y defender la dignidad y la legítima autonomía de la familia. Cooperen, por tanto, los esposos y los
demás cristianos con los hombres de buena voluntad para que se conserven incólumes estos derechos
en la legislación civil [...] (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuosi tatem, 11).
También los niños poseen su propia capacidad apostólica
407 También los niños tienen su propia actividad apostólica. Según su capacidad, son testigos vivientes
de Cristo entre sus compañeros (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 12).
Medios en el apostolado
408 Aquel pobre apóstol que no tenía nada que dar al que le pedía limosna, distribuyó tan
abundantemente la gracia de Dios que dio no sólo el vigor a las piernas del cojo, sino también la salud
del alma a aquella ingente multitud de creyentes, a los cuales había encontrado sin fuerzas y que ahora
podían ya andar ligeros siguiendo a Cristo (SAN LEON MAGNO, Sermón sobre las Bienaventuranzas).
409 Recuerden todos que con el culto público y con la oración, con la penitencia y la libre aceptación de
los trabajos y desgracias de la vida, con la que se asemejan a Cristo paciente (cfr. 2 Cor 4, 10; Col 1, 24)
pueden llegarse a todos los hombres y ayudar a la salvación del mundo entero (CONC. VAT. II, Decr.
Apostolicam actuositatem, 16).
Omisiones y excusas en el apostolado. (Ver también OMISIONES).
410 Nada hay más frío que un cristiano despreocupado de la salvación ajena. No puedes aducir tu
pobreza como pretexto. La que dio sus monedas te acusará. El mismo Pedro dijo: No tengo oro ni plata
(Hech 3, 6). Y Pablo era tan pobre que muchas veces padecía hambre y carecía de lo necesario para vivir.
Tú no puedes pretextar tu humilde origen: ellos eran también personas humildes, de modesta condición.
Ni la ignorancia te servirá de excusa: ellos eran todos hombres sin letras. Seas esclavo o fugitivo, puedes
cumplir lo que de ti depende. Tal fue Onésimo, y mira cuál fue su vocación... No aduzcas la enfermedad
como pretexto, Timoteo estaba sometido a frecuentes achaques [...]. Cada uno puede ser útil a su
prójimo, si quiere hacer lo que puede (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 20 sobre los Hechos de los
Apóstoles).
411 Así como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente deja en su error a quienes
pudieran haber sido adoctrinados (SAN GREGORIO MAGNO, Regla pastoral, p. 2, cap. 4).
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412 La mies es mucha, pero los operarios son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que envíe
trabajadores a su mies. Por tanto, para una mies abundante son pocos los trabajadores; al escuchar esto
no podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque hay que reconocer que, si bien hay personas que
desean escuchar cosas buenas, faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas (SAN GREGORIO
MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).
El apostolado, una muestra clara de amor a Dios
413 Hijo mío: si amas tu apostolado, está seguro de que amas a Dios (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino,
n. 922).
El apostolado, «coraza» contra muchas tentaciones
414 El día que «sientas» bien tu apostolado, ese apostolado será para ti una coraza donde se embotarán
todas las asechanzas de tus enemigos de la tierra y del infierno (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n.
923).
El apostolado de «no dar»
415 ES condición humana tener en poco lo que poco cuesta. —Esa es la razón de que te aconseje el
«apostolado de no dar». Nunca dejes de cobrar lo que sea equitativo y razonable por el ejercicio de tu
profesión, si tu profesión es el instrumento de tu apostolado (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 979)
El «apostolado de la inteligencia»
416 «Venite post me, et faciam vos fieri piscatores hominum» —Venid detrás de mi, y os haré
pescadores de hombres. —¡No sin misterio emplea el Señor estas palabras: a los hombres—como a los
peces—hay que cogerlos por la cabeza.
¡Qué hondura evangélica tiene el «apostolado de la inteligencia»! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n.
978).
Santa María, Reina de los Apóstoles
417 El modelo perfecto de esta espiritualidad apostólica es la Santísima Virgen María, Reina de los
Apóstoles, la cual, mientras vivió en este mundo una vida igual a la de los demás, llena de
preocupaciones familiares y de trabajos, estaba constantemente unida con su Hijo y cooperó de modo
singularísimo a la obra del Salvador (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 4).
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