santa amparo de betulia
Transcripción
santa amparo de betulia
SANTA AMPARO DE BETULIA ¡Ay que me perdone la Virgen de San Juan! Por llorar, por dejar Betulia, por abandonar la Causa de Dios. Recogí a Amparo un miércoles de ceniza. Me esperaba con una cruz en la frente y una sonrisa lánguida, merendamos y fuimos a dormir temprano, para salir Dios mediante el jueves en la madrugada. El primer viernes de Cuaresma llegamos a Betulia. La gente se reunió a saludar nuestra entrada. Mientras llevaba el velís a casa y amarraba al burro en una sombra, le daban a Amparito ramos de azucenas, crisantemos, margaritas, alcatraces. Regresé y nos ofrecieron agua de chía y de jamaica. – Madrina, ¿Así son todos los viernes antes de Semana Santa?– me preguntó feliz. La mamá de Amparo falleció tres días después de aliviarse, me la dio de ahijada de Bautismo y Confirmación. Desde entonces me encargué de que crezca en la fe que nuestros padres nos enseñaron. Judit, mi hermana, me explicó cómo estaba la situación el domingo a mediodía. Amparito estaba dando una vuelta por la plaza. –Estamos amenazados constantemente por el enemigo. Están llegando a ranchos cercanos, hay gente que ya está desalojando porque dicen que van a bombardear. – Pero ¿A dónde iríamos? ¿Quién nos prestaría donde vivir? Judit se ponía eufórica cada que hablaba de Amparo – Si ella no es Santa, no sé quién puede serlo. Ya ves su abuelo Santiago entregó el alma después de recibir la Eucaristía, cayó sobre la alfombra del templo, en la fila de la comunión. Dale señor el eterno descanso– Contesté –Y luzca para él la Luz Perpetua. 1 SANTA AMPARO DE BETULIA –¿Su hermana es religiosa, Madrina? – preguntó Amparito al ver su hábito negro y el escapulario, le aclaré que Judit no es monja, se viste así porque pertenece a las brigadas de Santa Juana de Arco – son un grupo de señoritas que están ayudando a los soldados del Movimiento Católico, ya ves que el gobierno nos cerró los templos y los Padres están dando los Sacramentos en clandestinidad. – Me seguí hablando hasta llegar a la casa. Le conté a Amparito una vez más sobre el primer milagro de la Santísima Virgen por estos rumbos– Una niña, como de tu edad, venía con la caravana de un circo. Era trapecista, su acto consistía en balancearse en el aire de una cuerda a otra, sobre una cama de dagas. Un día se cayó y se quedó ahí clavada. La gente se juntó a rezar rosarios con fervor a la Virgen de San Juan, y que se salva la criatura.– Esa tarde comencé a encerrarme en la cocina para poder llorar, si escuchaba que venía Amparo, hacía como si buscara una cazuela en el horno. El lunes nos reunimos a orar el rosario en casa de Doña Eufemia Montes. En su sala instaló un oratorio y le quedó precioso: Una imagen del Sagrado corazón en medio de ramos de agapantos, tres cirios encendidos de cada lado del Cáliz con el Santísimo Expuesto, un mantel blanco de encajes, ángeles colgados en las paredes y un San Miguel en tamaño natural. Para como están las cosas, rezamos un rosario de quince misterios. 2 SANTA AMPARO DE BETULIA Apenas salimos del oratorio, Amparo comenzó a preguntar – ¿Por qué el arcángel San Miguel no tiene espada? ¿Cómo lo sacaron del templo? – Todas dejamos de platicar, nomás quedaron el silencio y el calor en el zaguán. Nadie durmió esa noche, Judit celebraría una liturgia de la palabra en el oratorio. Cristianos de rodillas desde la puerta de la calle hasta el altar. Tan pronto empezó a leer, comenzó el llanto de todo el pueblo reunido. – La fe en Dios no basta, la ley de Dios es mejor – su discurso viajó de Betulia a Francia, a Santa Juana de Arco, que escuchaba las voces del arcángel San Miguel y de las Santas Catalina y Margarita, le decían debe defender a su país de la invasión inglesa, describió cómo Juana de Arco es acusada de herejía y muere en la hoguera, y cómo entre llamas gritaba “¡Jesús! ¡Jesús!”. Finalmente, Judit se arrodilló al pie del altar, decía una plegaria con los ojos fijos en la imagen del Sagrado Corazón de Jesús – Señor, Dios mío, dame valor en este momento.– El lugar se quedó en tinieblas. El incienso se confundía con los rezos murmurantes que ascendían. Amparo esperaba absorta de pie junto el altar, dos custodias de hábito negro le impedían cualquier movimiento. Judit jaló su cabello trenzado. Dirigía el filo de la espada de San Miguel Arcángel su cuello. Salí del oratorio nublada en lágrimas, no pude ver. Me alejo de Betulia. Camino entre las piedras. Nos salvamos. No hay bombardeos. Amparo de nuestro pueblo. Amparo, nos redimiste con tu pureza. Santa Amparo de Betulia. Amparo. Por eso pido Virgen Santísima que intercedas por mí, ante Dios Nuestro Señor. Amén. 3