1 - Jane Millares Sall

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1 - Jane Millares Sall
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DE DOMINGO A MIÉRCOLES
7 DE OCTUBRE DE 2006 - Nº 79
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JANEMILLARESSALL
Festín
de arte
OTOÑO EN
PANTALONES
ESPECIAL
INFORMÁTICA
Y COMUNICACIONES
‘EL ESCALDÓN’ SE
SIRVE EN MADRID
UN HOGAR
QUE IRRADIA
COMODIDAD
ESPACIOS LLENOS DE
CALIDEZ EN EL SUR
JANE
Madurez espléndida
Ante los ojos de Jane Millares ha desfilado casi todo el
siglo XX. Su historia es la de una saga familiar marcada
por la genialidad creativa, el compromiso político y la
dignidad.
TEXTO: ÁNGELES JURADO / FOTOS: TATO GONÇALVES Y C7
Nació literalmente a pie de playa, a pocos pasos de la rubia arena de Las Canteras y frente a una
Barra casi virgen. Corría el año 1928, faltaban sólo tres años para que se aprobara el sufragio femenino en España y en
la habitación de su casa que daba al jardín, cerca de la calle Luis Morote, había nacido ya su hermano más conocido, el
pintor universal Manolo Millares Sall.
La bautizaron como Carmen, pero su padre la rebautizó desde pequeña con el título de una canción, Honey moon
(luna de miel). Todos acabaron por deformar y acortar la frase inglesa y llamarla Jane.
En aquellos tiempos nada separaba las casas de la playa y el mar inundaba las habitaciones cuando subía la marea.
Uno de sus primeros recuerdos de niña, junto al de su hermano Manolo mortificándola por celos de chiquillo, es la visión de su madre barriendo la espuma del piso. Creció en un entorno familiar en el que se prodigaban conciertos y representaciones teatrales, como las que se interpretaban en el Teatro Mínimo de los hermanos Claudio y Josefina de la Torre Millares. El barrio era entonces casi íntimo.
Cuenta Jane Millares que, antes de que ella llegara al mundo, su madre vestía a su hermano Manolo de niña, porque ansiaban una después de seis varones . También dice que cuando ella nació, se presentó en su casa media playa a
comprobar el milagro de una hembra entre sus hermanos mayores.
Las fotos de su madre, Dolores Sall Bravo de Laguna, muestran a una mujer hermosa, posando como una actriz de
cine, envuelta en un kimono. Procedía de una familia de músicos (los Romero y los Spínola) y era una pianista excepcional, alejada de los escenarios por la voluntad de su padre, culto pero tradicional. Jane explica que pasaron por muchas
casas (Telde, Tafira, Vegueta, Las Canteras), porque su madre «se aburría de ellas», y que ella le llamaba cariñosamente «gitana» por esa trashumancia constante.
Las mismas fotos amarillentas de principios de siglo muestran a su padre, Juan Millares Carló, sentado en un sofá
con sus gafas de pasta oscura y su aspecto plácido aunque triste. Fue catedrático de Filosofía y Letras y profesor de instituto y sentía pasión por la docencia. Sin embargo, el ejercicio de su carrera se truncó por la presión de la jerarquía católica de Las Palmas de Gran Canaria y sufrió, con su familia, un traslado a Lanzarote durante la Guerra Civil para evitar represalias.
Jamás volvió a enseñar y aprendieron a convivir con la estrechez y el miedo.
Lo que nunca faltó en el hogar de los Millares Sall fue el estímulo intelectual. Ni la dignidad en unos tiempos grises
y duros, ni tampoco el amor. Los hermanos Millares fundaron revistas culturales, escribieron, pintaron, crearon y debatieron. Pero, sobre todo, crecieron con el ejemplo de unos padres que se amaban de verdad, «una pareja de la que no
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CULTURA. El hogar de Jane
Millares, en el barrio de
Schamann, está dedicado a
la música, la pintura, la escultura y el arte en todas
sus formas.
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hay ya», según rememora Jane con ternura.
La vida de Jane Millares Sall da para escribir varios libros. Su memoria es también
la de la Antología cercada e n la que trabajaron sus hermanos Agustín y José María
(también compositor de obras tan celebradas como Campanas de Vegueta o De Belingo), dando origen a la poesía social española
de posguerra; la de la música tradicional que
domina su hermano, el maestro de timplistas y dinamizador del folclore, Totoyo; la de
los dibujos de Cho Juáa, que creó su hermano caricaturista, Eduardo, y la de la madurez
de su hermano Manolo. Finalmente, es la
memoria de los tiempos más tristes de la historia española: del internamiento de su hermano Agustín en un campo de concentración por su militancia comunista; del exilio
de su tío Agustín, paleógrafo y erudito, en
Venezuela y México; de la muerte por desnutrición y tuberculosis de su querido hermano Sixto a los veinte años y, sobre todo, de
la melancolía de su padre fuera de las aulas.
Jane Millares Sall tiene ahora 78
años, cuatro hijos, siete nietos y dos bisnietas. Lleva cincuenta años radicada en el popular barrio de Schamann, donde ahora se
dedica a restaurar sus pinturas, finalizar
obras inacabadas y corregir una tesis doctoral sobre su persona.
Es viuda desde hace diez años, pero habla de su marido, el periodista e Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria Luis
Jorge Ramírez, como si fuera a traspasar la
puerta de la casa en cualquier momento. Lo
suyo es una historia de amor que ya dura 62
años. «Me casé siendo una niña -dice- Con
16 años. Fui madre por primera vez con 17.
Con 43 fui abuela. Lavaba, hacía la comida,
limpiaba, hacía la ropa de los niños y hasta
la mía. Sin saber coser, pero era muy atrevida. Pintaba en casa y ponía a mis hijos a dibujar, con música clásica de fondo. Siempre
estaba llena de fuerza y energía».
Las imágenes de Jane Millares joven
muestran a una preciosa y frágil muchacha
de pelo rubio e inteligentes ojos azules.
Aprendía pintura de manera autodidacta y
cantaba tan bien que un maestro del piano
como Julius Katchen se enamoró de su voz.
Recibió clases de Lola de la Torre, aunque
tuvo que dejar los estudios de canto tras su
matrimonio. También frecuentaba la Escuela Luján Pérez e hizo amistad con Juan Ismael, Lola Massieu, Martín Chirino, Felo
Monzón y Pino Ojeda, además de conocer a
la viuda de Kandinsky y Jean Cocteau.
El que iba a ser su marido tenía diez años
más que ella y era amigo de sus hermanos
mayores. Siempre le tiraba de las trenzas y la
besaba con cariño hasta el día en que la vió
mujer, al regresar de un largo viaje y encon-
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«Soy una persona
tímida y mi marido
me animó a pintar»
trársela con quince años y cambiada. «Entonces me saludó por primera vez dándome
la mano» -recuerda Jane. Al día siguiente, se
presentó en casa de los Millares con su traje
más formal y repeinada la mata de pelo, a
cortejarla. Ella dice que fue un flechazo.
«Don Luis» se le declaró poco después,
mientras tocaba un timple, pero esperaron a
que ella cumpliera los dieciséis años para casarse. La boda tuvo a Luis Doreste Silva de
testigo y lo mejor de la sociedad canaria invitada, pero Jane sólo recuerda entrar en la
iglesia como si pisara nubes.
«Don Luis era un hombre culto -recuerda ella- Simpático. Nos gustaban las mismas cosas y siempre me apoyó. Me traía li-
bros, fue el que me animó a pintar y exponer.
Yo soy una persona tímida, cerrada, pero él
me empujó para delante».
La historia de amor de Jane y Luis atravesó tiempos de penurias, como cuando él
ayudó al prófugo Corredera y perdió su empleo. El sueldo de periodista siempre fue bajo y algunas veces, ayudaba más a la economía familiar la venta de uno de sus cuadros
que las horas de redacción de él.
Sin embargo, en el hogar de los Millares
nunca faltaron buenos libros, música, lienzos a pintar e invitados interesantes para
charlar de arte, política y vida.
La figura de Jane está ligada a su
barrio de adopción, a la casa donde cantaba
a petición de su hermano Manolo y acompañada al piano por su madre. En esa misma casa murió su padre y crió a sus tres hijos mayores, artistas plásticos, y al menor,
DON LUIS. Jane Millares Sall
muestra una foto suya con
un retrato de su marido,
Luis Jorge Ramírez. Habla
de él como si siguiera vivo y
le llama «Don Luis».
que salió periodista. Por allí pasaron
Atahualpa Yupanqui, Pablo Serrano y Antonio Gala, músicos, belcantistas y escritores. En su salón agasajó con mojo verde a
Gloria Fuertes y recibió a Magdalena Trujillo, tía de Alfredo Kraus.
Su traslado a Schamann coincidió también con la celebración de su primera exposición, con sólo 27 años y en pleno 1955. Dice que no piensa en abandonar ese barrio,
orgulloso de ella y que la reconoció con un
homenaje a su humanidad y su arte, antes
de que recibiera la Medalla de Oro de Canarias en el año 2005.
Por Schamann también se le podía ver
pasear a finales del siglo pasado, del brazo
de su gran amor, como un pedacito de historia viva de esta ciudad. Y ahora es el lugar
donde se anclan todos sus recuerdos y donde sigue trabajando, con la mente lúcida y la
mirada curiosa de sus 15 años .
LA OTRA MIRADA
Pionera a su pesar
Una carrera libre
no se plantea
su arte como una carrera. Dice
que se mueve «para delante y
para detrás» según le dicta el
instinto. Autodidacta, aprendió
sin aparente esfuerzo y
maravillando a maestros como
Felo Monzón, que la apodaba la
«Increíble Jane.». Sus pinturas
reflejan ese feminismo al que
resta importancia como algo
natural y sus fantasmas, como el
hijo que perdió y al que
homenajea con maternidades y
arrorrós. Fue la primera mujer en
exponer en solitario en una sala
en Canarias, en el Museo
Canario, y ha recibido
distinciones en todas las Islas.
JA N E M I L L A R E S
Lo canario, las calas y la mujer
son recurrentes en sus cuadros,
vendidos por medio mundo.
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A l b u m p a r a e l re c u e rd o
1 Jane posa con su familia en la puerta
de su casa: de izquierda a derecha y arriba, su hijo Sixto, ella, su marido, Luis, y su
hijo Gongui. Debajo, sus hijos Michel y
Cristian.
2 Jane Millares y Luis Jorge posan en
Madrid con un sobrino, Juan Millares
Alonso, que dirigió el documental Cuadernos de contabilidad de Manolo Millares y está casado con Mercedes Sampietro, actriz y actual presidenta de la Academia de Cine española.
2
3 Jane y Luis posan con sus dos hijos
mayores, Sixto y Gongui, y con los padres de Jane.
4 Jane Millares en Ansite, en el año
1976. Grita «¡Atis Tirma!» con un gánigo
entre las manos y un joven Lorenzo Olarte detrás.
5 Sixto Millares Sall. Poeta, dibujante,
1
melómano y su hermano.
6 Jane Millares Sall con 17 años. Ya estaba casada y era madre.
7 Jane Millares a los 43 años. Acababa
de ser abuela.
8 La familia Millares Sall. En la fila superior, Jane y sus hermanos Eduardo, José
María, Juan Luis, Yeya y Manolo. En la inferior, su hermano Agustín, sus padres y
su hermano Totoyo.
9 Jane y su esposo comparten mesa
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con Pinito del Oro.
1 0 El matrimonio y el pequeño Totoyo
pasean por Triana con Julius Katchen.
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