Prolegómenos a una versión rítmica de poemas epigráficos

Transcripción

Prolegómenos a una versión rítmica de poemas epigráficos
“Prolegómenos a una traducción rítmica de poesía epigráfica”
Miguel Rodríguez-Pantoja. Universidad de Córdoba
A la hora de plantear la traducción de la poesía epigráfica conviene recordar que con
frecuencia no tiene de tal otra cosa que el intento, más o menos conseguido, de someter a los
textos a un ritmo determinado. Es, pues, esta “poesía” la que, a mi juicio, reclama más que
ninguna otra el esfuerzo de verterla utilizando cualquiera de las convenciones rítmicas con que
cuente la lengua recipiendaria.
Aceptada esta premisa, la cuestión inmediata es la de decidir el tipo de ritmo que se va a
utilizar. Teniendo en cuenta la diversidad de metros en que están escritos estos poemas y, por
otro lado, el hecho de que ya lleva tiempo superada la necesidad ineludible de sujetarse a las
rígidas convenciones que han marcado nuestra poesía “clásica”, me parece lo más aconsejable
seguir el procedimiento, nada novedoso por otra parte, de reflejar mediante el juego de sílabas
tónicas y átonas las alternancias cuantitativas de los originales, siempre que ello sea posible y
evitando, en todo caso, las excesivas rigideces que obligan a no respetar sustancialmente el
significado.
Dicho en otros términos: lo primordial es reproducir con la mayor fidelidad el contenido,
tratando a la vez de mantener un reflejo, por convencional que sea, de las estructuras formales (y
sin perder de vista que únicamente se podrán percibir éstas con claridad mediante la lectura en
voz alta). El mero hecho de enfrentarse a tales estructuras condiciona al receptor en la medida en
que puede percibir que aquello no es simple prosa; y esta circunstancia, por sí misma, exime
muchas veces de ser más explícito de lo que es el original, como ocurre de forma habitual con las
versiones en prosa.
Básicamente son ésos los principios que intento aplicar en la traducción de los Carmina
Latina epigraphica de F. Bücheler, E. Lommatzsch que en breve será enviada para su
publicación a la editorial Akal, de Madrid. No sin antes someterla a la consideración de los
expertos en epigrafía, cuyo juicio y cuyas observaciones son para mí de la mayor importancia.
Para ello, recogeré una serie de epígrafes de los incluidos en al corpus mencionado, concediendo
lugar preferente (pero no único) a los hallados en territorio hispano.
1. El saturnio
1
Dadas las considerables dificultades que plantea la interpretación de este tipo de versos,
he optado por establecer, siempre que sea posible, dos bloques de palabras en cada uno, con rima
asonante entre ellos para dar una cierta sensación de intencionalidad rítmica.
1.1. Puede servir de muestra la dedicatoria recogida en CLE. 2 (CIL. I2 364 add. p. 720 y
add. XI 7483; XI 3078), hallada en Falerone, en el Piceno, y datable, cono es bien sabido, en el
siglo II antes de Cristo. Recuérdese que el sangrado de los versos pares (pese a ser, obviamente, del
mismo tipo que los impares) está en el original:
Gonlegium quod est aciptum aetatei age(n)d(ai)
opiparum ad ueitam quolundam festosque dies,
quei soueis a[rg]utieis opidque Volgani
gondecorant sai[pi]sume comuiuia loidosque,
5
ququei huc dederu[nt i]nperatoribus summeis,
utei sesed lubent[es be]ne iouent optantis.
“El gremio que se dedica
sobrado para saciar
quienes, con sus astucias
al cuidado de la vida,
la existencia y los días de holgar;
y de Vulcano la ayuda,
realzan muchísimas veces
5
piden quienes esto dieron,
las fiestas y los banquetes,
a los mandatarios supremos,
que de buen grado les sean
propicios a cuanto desean”.
1.2. O bien uno de los epitafios de los Escipiones, concretamente el de Lucio Cornelio,
hijo del llamado Africano, remontable a la primera mitad del siglo II antes de Cristo, CLE. 8
(CIL. I 33, p. 19; I2 10; VI 1288 corr.):
Quei apice insigne Dial[is fl]aminis gesistei
mors perfec[it] tua ut essent omnia breuia,
honos, fama, uirtusque gloria atque ingenium.
Quibus sei in longa licuiset tibe utier uita,
5
facile facteis superases gloriam maiorum.
Qua re lubens te in gremiu, Scipio, recipit
terra, Publi, prognatum Publio, Corneli.
2
“Tú que el bonete de flamen
consiguió que fuera breve
fama, gloria y honor,
todo lo tuyo la muerte:
talento, también, y valor.
Si emplearlos te dejaran
5
de Júpiter noble llevaste:
en una vida más larga,
con hechos superarías fácilmente
la gloria de tus ascendientes.
Por ello, Escipión, de buen grado,
te recibe en su regazo
la tierra a ti, Publio
Cornelio, hijo de Publio”.
2. El ritmo yámbico
Mantener el ritmo yámbico mediante secuencias acentuales obliga a terminar los versos
en aguda (o monosílabo), lo cual no siempre es fácil ni bien sonante. Con todo, creo que se
puede lograr, siempre que, insisto en ello, se lea el texto de forma adecuada. No son muchos los
ejemplos de este tipo de versos en la poesía epigráfica hispana. Veamos algunas muestras, de
distinta ubicación y fecha.
2.1. La combinación más frecuente es, claro está, el senario.
2.1.1 En Corduba se halló CLE. 173 (CIL. II 2274; II2/7452), escrito a finales del siglo I
de Cristo, que reitera una sententia tritissima, como la llama califica F. Bücheler1, en los
epitafios que se refieren a la mors inmatura. Aquí se trata de una niña, llamada Egnacia
Florentina:
Quod parenti facere debuit filia,
id immature filiae fecit pater.
“Aquello que debió a su padre la hija hacer
eso es lo que hizo a la hija el padre sin sazón”.
2.1.2. El autor de CLE. 1526 (CIL. II 2660 a,b,c,d, p. 370 y suppl. pp. 708, 912 y 1.040),
utiliza esta combinación en la cara c) de las cuatro que tiene el ara dedicada a Diana por Quinto
Tulio Máximo, legado de Augusto de la Legio VII Gemina. Fue encontrada en la actual León y
se sitúa cronológicamente entre los años 162 y 166 de Cristo2:
1
Expresión que repite E. Lommatzsch cuando en CLE. 2219 ofrece una serie de variantes de esta idea.
Sigo el texto editado por J. del Hoyo en “Cvrsv certari: acerca de la afición cinegética de Q. Tullius Maximus (CIL
II 2660)”. Faventia 24/1 (2002), pp. 69-98.
2
3
Dentes aprorum, quos cecidit Maximus,
dicat Dianae, pulchrum uirtutis decus.
“Los dientes de los jabalíes que Máximo abatió
los consagra a Diana, hermoso don de su valor”.
2.2. Pero también es posible hallar otras combinaciones, como el dímetro.
2.2.1. Lo encontramos, vgr., en la cara d) de esta misma inscripción:
Ceruom altifrontum cornua
dicat Dianae Tullius,
quos uicit in parami aequore,
uectus feroci sonipede.
“Las cuernas de ciervos de real testuz
las consagra a Diana Tulio,
a los que en el páramo hizo caer
montado en su fiero garañón”.
2.2.2. Y asimismo en CLE. 223, “titulo post saeculum sextum facto tamen locum dedi
propter inscriptionum talium raritatem” como anota F. Búcheler, toda vez que está en dímetros
yámbicos (no muy correctos desde el punto de vista prosódico) y además con rima. Fue
encontrado no lejos de Corduba y dice:
Hic Teudefredi condita
membra quiescunt arida,
cuius origo fulgida
br]ebe refulsit inclita.
5
ill]e subiuit funera
. . . senties
. . . super .
“El cuerpo de Teudefredo acá
en cenizas descansando está,
de quien la estirpe fúlgida
4
brilló algún tiempo, ínclita.
5
La muerte él fue a encontrar
…”
3. El ritmo trocaico
Algo similar ocurre con el ritmo inverso, el trocaico que, sin embargo, al ser descendente
y tener una estructura habitual más extensa, el septenario, permite mayor juego a la hora de
verterlo.
3.1. Valga como muestra uno de los pocos ejemplos hispanos de poesía obscena que, pese
a su breve extensión, un solo verso, plantea algún problema de interpretación. Se trata de CLE.
1900, hallado en Caldas de Malavella, en la provincia de la actual Gerona y escrito a finales del
siglo I de Cristo. Como se puede ver en la traducción, creo que el Leli, al ir tras un imperativo y por
tres veces, ha de entenderse como un vocativo, no como un genitivo.
Más problema plantea Falcula, que, siguiendo la interpretación de E. Lommatzsch, quien lo
escribe con mayúscula, apoyada por otros muchos3, traduje en su día como un nombre propio,
“Falcula”, anotando, no obstante, que podría tratarse de un nombre común, el diminutivo de falx,
con sentido obsceno; sin descartar, en relación con ello, un mote o remoquete insultante4. En todo
caso, leídos los argumentos de J. Gómez Pallarés, me inclino por esta segunda hipótesis, que,
obviamente, debe reflejarse en la traducción. La dificultad surge entonces a la hora de encontrar el
vocablo adecuado: no sé de ninguna acepción de la palabra “hoz”, o su diminutivo, que admita el
sentido obsceno en español. Visto lo cual, creo lo más adecuado acudir a algún vocablo que, al
menos, designe un objeto relacionado con el órgano sexual masculino y, además, admita el
diminutivo, culminando el tono burlón del verso. Podría ser, pues, manteniendo la sin duda buscada
aliteración, consecuencia de la repetición léxica, que intensifica el significado de cada uno de los
vocablos y además provoca la coincidencia de tiempos marcados y acentos ya en latín:
Linge Leli, linge Leli, linge Leli falculam
“Lame, Lelio; lame, Lelio; lame, Lelio, el cipotín”.
3
Para una discusión de este asunto, cf. la ficha de J. Gómez Pallarés para CIL. XVIII/2.
Cf. “Expresiones “amorosas” en la literatura popular latina”. En Miguel Rodríguez-Pantoja (ed.), Las relaciones
humanas en la literatura latina. Cinco estudios. Córdoba, Universidad, 1993, p. 27-50.
4
5
3.2. Al mismo conjunto recogido en CLE. 1526, del que ya hemos hablado, pertenece
una placa de mármol, de redacción algo posterior, en peor estado de conservación, con tres
septenarios (que lleva allí la letra e). Lo traduzco con un pie menos en los dos versos no
completos:
Donat hac pelli, Diana, Tullius te Maximus,
rector Aeneadum [---], legio quís est septima,
ipse quam detrax[it urso], laude opima [---]
.
“Esta piel te ofrece a ti, Diana, Tulio Máximo,
general […] de la séptima legión de enéadas,
que él, ganándose la gloria […], a un oso le arrancó”.
3.3. Podemos cerrar con el tarraconense CLE. 245 (CIL. II 4137), de los primeros lustros
del siglo III de Cristo, para cuyo segundo verso sigo la lectura mox orta de J. Gil5, frente al mox
exorta de F. Bücheler:
Viue laetus quique uiuis, uita paruo(m) munus est,
mox orta est, sensim uigescit, deinde sensim déficit.
“Vive feliz, quienquiera que vives: la vida es un muy corto don:
no más nacer ya crece sin sentir... y sin sentir se va”.
4. El rimo dactílico
Como se trata del más utilizado, con diferencia, en la poesía epigráfica, le dedicaremos
un mayor espacio.
4.1. El hexámetro
Es un verso relativamente poco complicado de reproducir a base de alternancias
acentuales. Aunque durante bastante tiempo he utilizado una secuencia de cinco “tiempos
marcados” tras una base de dos sílabas (o sea o o / ó o(o) / ó o(o) / ó o(o) / ó oo / ó o), tal como
lo concebían, por ejemplo, J. M. Pabón6 o M. Fernández Galiano7, sobre todo en la idea de que
5
6
J. Gil, “Epigraphica II”, CFC 13 (1977), p. 284.
Cf., vgr., su versión de la Odisea homérica. Madrid, Gredos, 1982.
6
así se mantiene una mayor sujeción al contenido del original8, hoy por hoy prefiero, sobre todo
por su mayor cercanía formal a los esquemas del verso latino, el “clásico” de seis “tiempos
marcados” separados entre sí por uno o dos “no marcados” (o sea ó o (o) / ó o (o) / ó o (o) / ó o
(o) / ó o o / ó o).
Como es muy frecuente, y también lo es encontrar epígrafes que no respetan
escrupulosamente el esquema, lo cual se ha de reflejar de algún modo en la traducción, traeré
aquí varios ejemplos.
4.1.1. Comencemos, por no dejar incompleta el ara que recoge CLE. 1526, ya dos veces
citada, con su cara b), que utiliza el hexámetro (la cuarta está en prosa):
Aequora conclusit campi diuisque dicauit.
Et templum statuit tibi, Delia Virgo Triformis,
Tullius, e Libya, rector legionis hiberae,
ut quiret uolucris capreas, ut figere ceruos,
saetigeros ut apros, ut equorum siluicolentum
progeniem, ut cursu certari, ut disice ferri,
et pedes arma gerens et equo iaculator hibero.
“Delimitó y consagró a los dioses un llano en el campo
y levantó un templo en tu honor, Virgen Delia Triforme,
para poder traspasar a corzas veloces y a ciervos,
a jabalíes erizados de cerdas y al tipo de potros
que anda en los bosques, y para lidiar en carrera o con hierro
ya con las armas a pie, ya lancero en su ibérico potro”.
4.1.2. El cordubense CLE. 445 (CIL. II 2295), de finales del siglo II o principios del III, el
epitafio de la niña Melitine, tiene una métrica correcta, excepto por el reflejo de la frecuente
confusión cuantitativa entre la primera sílaba de păter y māter, que lleva al autor del epígrafe a
colocar aquél en una posición donde debía ir sílaba larga:
Hic sita est infans patri per saecula flenda,
7
Cf., vgr., su versión del libro X del tratado de Columela: A. Holgado Redondo (ed.), COLUMELA, De los trabajos
del campo. Cádiz, Siglo XXI, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1988.
8
Señalé los argumentos en que me basaba para optar por esa solución en “Versiones rítmicas de poemas latinos al
castellano”. Serta gratulatoria J. Regulo, La Laguna, Universidad, 1985, vol. 1, pp. 591-606.
7
quam raptam adsiduae mater maerore requirit,
grata blanditiis
quales quisque sibi cupiat producere natos.
5
hanc annus X priuauit munere lucis.
casum quisque legat, fato maledicat iniquo.
“Se halla aquí una criatura perpetuo dolor para el padre;
a quien la madre, sin ella, añora con pena incesante.
Grata por sus caricias…
Unos hijos como ella querría procrear todo el mundo.
5
La despojó del don de la vida su décimo año.
Todo el que lea su desgracia maldiga ese injusto destino”.
4.1.3. Similar datación se propone para CLE. 541 (CIL. II 1088), hallado en Ilipa
(conuentus Hispalenses), un epitafio de lectura difícil, con bastantes errores prosódicos y una
sintaxis poco cuidada. En la traducción trato de reflejar la estructura irregular del verso 4, donde,
como en tantas otras ocasiones, la inclusión de las cifras distorsiona totalmente el esquema
métrico9, así como la no muy buena calidad de otros versos, mediante secuencias como la de
“pobre padre” a ambos lados de la cesura en el 5. Además añado de un pie en el verso 10,
evidentemente alargado sobre la extensión normal del hexámetro en el original. Aunque quizá
no suene muy poético en español, también me parece que respeta más el texto latino la
reproducción de repeticiones como el misero / misera de los versos 5 y 6, que traduzco por
“pobre”:
Flere cupis quicumque meos in marmore casus,
siste parum lacrimas: sorte miserandus iniqua
amisisse pium pater deditumque sepulcro.
quam bene iam gessi annos XXVI menses VI diesque VIII!
5
conditus ego iaceo misero genitore relicto;
iam mater misera palmisque ubera tundens
9
De este asunto se ocupa C. Fernández Martínez en “Recursos para la indicación de la edad en la epigrafía en
verso”. En J. Luque, P. R. Díaz y Díaz (eds.), Estudios de Métrica Latina. Granada, Universidad, 1999, I, pp. 355369.
8
et soror infelix comitantur luctibus ambae.
coniux cara mea relicta cum paruolo filio,
casta mater uidua nunc mihi uita superstat.
10
quae nostrum tumulum honorauit. corpus fossa ima [---?]ete,
pihi parentes regna qui mundi tenetis.
hic ego sepultus iaceo placidusque quiesco.
“Seas quien seas el que quiere llorar mi destino aquí escrito,
ten un poco tus lágrimas: digno de pena, al quedarse
por cruel azar sin su hijo entregado a la tumba, mi padre.
¡Qué bien viví mis veintiséis años, seis meses y ocho días!
5
Yo, tras dejar a mi pobre padre, aquí yazgo enterrado.
Golpeándose hoy con sus palmas el pecho, mi pobre
madre y mi hermana infeliz acompañan sus llantos.
Y mi esposa querida, que dejo con un parvulito,
casta madre, ahora viuda, me sobrevive;
10
ella ha honrado mi tumba. [Llorad] este cuerpo en la fosa profunda
mis cariñosos padres, que el reino habitáis de los vivos.
Yo reposo aquí enterrado y descanso tranquilo”.
4.1.4. Para no dejar de ver alguna inscripción cristiana, podemos traer aquí una de las que
mantienen la corrección formal, CLE. 1918, escrita en el siglo VI y hallada también en la Bética,
concretamente en la zona de la actual Martos, provincia de Jaén:
Panditur introitus: sacrata ad limina Christi
currite certatim, gentes populique uenite,
et, donante Deo, sitientes sumite uitam.
“El acceso está abierto: a los santos umbrales de Cristo
acudid a porfía; acercaos, naciones y pueblos,
y, pues Dios os la da, tomad, sedientos, la vida”.
4.1.5. Y, como contraste, CLE. 722, un epitafio del año 649, que se encontró en la ciudad
de Medina Sidonia (conuentus Gaditanus), plagado de errores métricos (aunque, por lo menos,
9
todas las cláusulas se sujetan cuantitativamente al esquema del hexámetro) y con una estructura
lingüística y literaria que deja mucho que desear, la cual, de acuerdo con las premisas que vengo
aplicando, trato de reflejar en el texto romance:
Vius namq(u)e tumulo procumbit Seruande post funere corpus.
Parua dicata Deo permansit corpore uirgo,
astans cenobio cum uirginibus sacris nobile cetu.
Ter denis fuit annis uegetans in corpore mundo,
5
hic sursum rapta celesti regnat in aula.
Obiit iunias decimo quartoue calendas:
hic est querulis era de tempore mortis DCLXXXVII.
“Pues tras su muerte el cuerpo de Servanda en esta tumba descansa.
Entregada, niña, a Dios, siguió virgen de cuerpo,
habitando un convento, con vírgenes consagradas, noble retiro.
Fue creciendo tres veces diez años en un cuerpo intacto.
5
Arrebatada de aquí, reina ahora en la corte celeste.
Falleció catorce días antes del uno de junio.
He aquí la era en que murió, para quienes pregunten: 687”.
4.1.6. El hecho de reproducir los hexámetros cuantitativos por secuencias acentuales no
permite, es evidente, marcar claramente la diferencia cuando éstos lo son en latín, aunque
algunas se pueden mantener. Sirva de ejemplo CLE. 2188, hallado en Corduba, cuya lectura
reproduzco según la ficha preparada para CIL. XVIII/2 por R. Carande Herrero y C. Fernández
Martínez, quienes “sin menospreciar esta fecha [siglo VII], y según los paralelos citados supra al
tratar del crismón, nada impide que pueda ser incluso anterior en un siglo”, además de señalar su
carácter acentual.
Crux ueneranda, hominum redemtio, semper
in qua Christus pendens homines redemit cunctos,
teque in fronte gestantes possident caelum.
nunc melius gaudemus Christi morte redempti,
5
dum caelum et paradisum simul adcipit homo.
10
“Cruz venerable, eterna redención de los hombres,
en la que Cristo colgado a todos los hombres redime:
los que en la frente te llevan poseen el cielo.
Más, redimidos hoy por la muerte de Cristo, gozamos,
5
mientras el cielo a la par que el paraíso el hombre recibe”.
4.2. El pentámetro.
En contraste con el hexámetro, el pentámetro es uno de los tipos de verso grecolatino que
más problemas plantea a la hora de traducirlo formalmente al español10. Después de varios
experimentos con el esquema que resultaría de mantener estrictamente el ritmo originario a base
de alternancias tónica / átona(s), es decir ó o (o)/ ó o (o) / ó // ó o o / ó o o / ó, he constatado algo
bien sabido: que los cambios de sentido indispensables para lograr esa sucesión de dos tónicas en
la cesura, una final y otra inicial de palabra, combinadas además con una nueva final tónica
cerrando el verso, por lo general muy difíciles de conseguir, no compensan el resultado formal
en nuestra lengua: un cierto tono saltarín, con la repetición de palabras agudas (o monosílabos)
en los lugares más señalados rítmicamente.
4.2.1. Puede servir como muestra de tal esquema CLE. 1474 (CIL. II2/5,372), un dístico
encontrado en Hiponoba (actual Baena) y también, posteriormente, en Castro del Río (ambas
ciudades de la provincia de Córdoba), hallazgo que permite editarlo íntegro. Remonta a la
primera mitad del siglo I de Cristo11:
Te lapis optestor leuiter super ossa residas
ne nostro doleat conditus officio.
“Piedra, te ruego que estés suavemente sobre sus huesos,
no sufra por al afán nuestro que lo sepultó.”
Visto lo cual, y asumiendo de antemano la falta de correspondencia entre el ritmo latino y
el que sigo, he optado por un esquema de cinco tónicas separadas entre sí por una o dos átonas en
10
En relación con este problema, un decidido partidario de las versiones rítmicas acentuales, mi maestro A. García
Calvo, afirma, en Poesía antigua (de Homero a Horacio). Madrid, Lucina, 19922, p. 11: “el dístico elegíaco, del que
tanto gustaron los antiguos, resulta especialmente difícil de reproducir con gracia para nosotros”. Y sólo ofrece
como muestra algunos poemas breves.
11
Cf. C. Puerta y A. Stylov, “Inscripciones romanas del sureste de la provincia de Córdoba”. Gerion 3 (1985), pp.
317-321.
11
los dos primeros pies y por dos átonas sin sustitución por una (salvo que, excepcionalmente, la
tenga el original) los dos últimos, mientras que entre la tercera y la cuarta puede (y debe de
manera preferente) haber tres, o sea ó o (o) / ó o (o) / ó o || o (o) / ó o o / ó o. Ello permite leer
estos versos marcando con un “descanso” esa pausa central, que iría tras la primera de las dos
átonas, (invirtiendo así, cierto es, la convención del pentámetro grecolatino, con sendas tónicas a
cada lado) y, por otro lado, equilibrar cuantitativamente los dos hemistiquios. La mayor ventaja,
con todo, de esta opción es, naturalmente, que permite mantenerse más fiel al contenido de los
versos originarios.
El mismo dístico quedaría, entonces, así:
“Piedra, te ruego que estés suavemente sobre sus huesos,
que por nuestro esfuerzo sepultado no sufra”.
4.2.2. Como ejemplo de texto suficientemente largo para percibir el efecto de esta
propuesta, valga el epitafio del auriga tarraconense recogido en CLE. 1279 (CIL. II, 4314 y p.
973), de finales del siglo II de Cristo:
Hoc rudis aurigae requiescunt ossa sepulchro
nec tamen ignari flectere lora manu,
iam qui quadriiugos auderem scandere currus
et tamen a biíugis non remouerer equis.
5
inuidere meis annis crudelia fata,
fata quibus nequeas opposuisse manus.
nec mihi concessa est morituro gloria circi,
donaret lacrimas ne pia turba mihi.
ussere ardentes intus mea uiscera morbi,
10
uincere quos medicae non potuere manus.
sparge, precor, flores supra mea busta uiator:
fauisti uiuo forsitam ipse mihi.
“Yacen en este sepulcro los huesos de un simple auriga,
hábil, no obstante, guiando con la mano las riendas.
Yo que osaría subirme a los carros de cuatro caballos,
de los de dos, sin embargo, no me he visto apartado.
12
5
El destino cruel miró mal mis años; destino
contra el que uno no puede pelear con sus manos.
Para morir ni la gloria del circo me fue concedida,
con que la masa piadosa pudiera llorarme.
Mis entrañas por dentro abrasaron fiebres ardientes
10
y ni un médico tuvo mano para pararlas.
Por favor, caminante, echa flores sobre mi pira:
tal vez tú me aclamaste cuando yo estaba vivo”.
4.2.3. Uno de los más antiguos dísticos descubiertos en la Península es CLE. 980 (CIL. I2
3449d), de la segunda mitad del siglo I antes de Cristo, que apareció en Cartago Nova y dice
Hospes, consiste et Thoracis perlege nomen.
inmatura iacent ossa relata mea.
saeua parentibus eripuit Fortuna me[is] me
nec iuenem passast ulteriora frui.
5
nihl simile aspicias: timeant uentura parentes
neu nimium matres concupiant parere.
“Forastero, para y leéte el nombre de Tórax.
Yacen mis huesos traídos hasta aquí antes de tiempo.
La fortuna cruel a mis padres me ha arrebatado
sin permitirme, joven, disfrutar de más vida.
5
Que no veas tú nada igual. El futuro teman los padres
y parir no deseen demasiado las madres”.
4.2.4. No es raro encontrar combinaciones irregulares de hexámetros y pentámetros,
como ocurre en CLE. 500 (CIL. II 4315), también tarraconense, donde los dísticos sólo aparecen
al final. Se le sitúa cronológicamente en el siglo II de Cristo. Sigo la lectura de J. Gómez
Pallarés12 (completada según la de F. Bücheler en las lagunas), manteniendo en lo posible la
reiteración de los verbos en los lugares más destacados del verso:
Factionis Venetae Fusco sacrauimus aram
12
J. Gómez Pallarès, “Poesia sobre pedra: l'altar dedicat a Fusc de Tarragona (CIL II 4315, RIT 445), revisitat”.
Faventia 20 (1998), pp. 143-151.
13
de nostro certi studiosi et bene amantes,
ut scirent cuncti monimentum et picnus amoris.
inte[gra] fama tibi, laudem cursus meruisti.
5
certasti multis, nullum pauper ti[mu]isti,
inuidiam pa[ssus semper for]tis ta[cu]isti.
pulchre uixisti, fato mortalis obisti.
quisquis homo es, quaeres talem. subsiste uiator
perlege, si memor es, si nosti quis fuerit uir –
10
Fortunam metuant omnes – dices tamen unum:
Fuscus habet titulos mortis, habet tumulum.
contegit ossa lapis. bene habet. Fortuna ualebis.
fudimus insonti lacrimas. nunc uina: precamur
ut iaceas placide. nemo tui similis.
“Este altar consagramos a Fusco, del bando celeste,
a nuestro costo, los aficionados que bien lo queremos,
para que en él un recuerdo, una prueba de amor tengan todos.
Tuya sin falta es la fama; en carrera ganaste la gloria.
5
Competiste con muchos; humilde, a nadie temiste;
soportando la envidia, siempre firme callaste.
Honradamente viviste, y mortal, tu destino encontraste.
Tú, quienquiera que seas, buscarás parecerte. Viandante,
para y lee bien, si te acuerdas y sabes cómo era este hombre.
10
Témanle todos a la Fortuna: tú sólo di esto:
“El epitafio es de Fusco; es de Fusco la tumba.
Cubre sus huesos la piedra. ¡Está bien!, puedes irte, Fortuna.
Hemos llorado por este inocente. Ahora el vino. Rogamos
que descanses tranquilo. Como tú no hay ninguno”.
5. El endecasílabo
También hay un número relativamente apreciable de este tipo de versos.
14
En falecios parece haberse escrito al menos la mayor parte del epitafio CLE. 1553 (CIL.
II 59, suppl. 5186), encontrado en la zona portuguesa de Beja, que cabe situar cronológicamente
en el siglo I de Cristo. Según las restituciones aceptadas por Fr. Bücheler, el verso 3 imitaría los
“decasílabos” de Catulo 55, con reducción de las dos sílabas breves a una larga, y los nueve irían
seguidos por una línea en prosa más dos hexámetros. O sea:
Quisq(uis) praet[eriens] sitam uiato[r,
postquam] termine legeris [peremptam
me aetatis uicesim[o], dolebis,
et si sensus er[it] meae quietis,
5
qu[a]e lasso tibi dulcius precabor,
uiuas pluribus et diu [se]nescas,
qua mi non [l]icu[it] fruare uita.
si t]e flere iuat, quitn[i] inge[mi]scis?
Nise annor(um) XXV.
10
Ann(ius) Inachus haec ma[terq.] Io fac(iebant).
i, potius propera, nam [qui] legis, ipse legeris.
Así redactado podríamos traducirlo:
“Seas quien seas que ante mí, viajero, pases,
cuando leas que mi fin llegó en el año
vigésimo de edad, vas a dolerte;
y, si hubiera consciencia en mi reposo,
5
para ti pediré algo más amable:
que por más años vivas y envejezcas.
De la vida que yo no tuve goza.
Si te alivia llorar ¿por qué no gimes?
Nise, de 25 años.
10
Annio Ínaco e Ío, la madre, son los que lo hacían.
Vete, y deprisa, que quien ahora lees serás tú leído.
R. Carande Herrero y C. Fernández Martínez, en la ficha preparada para CIL. XVIII/2,
discrepan respecto a las restituciones, proponiendo, con base en la estructura física del soporte,
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algunas que romperían la regularidad de los endecasílabos. Por otra parte, realizan varias
conjeturas relacionadas con la interpretación de determinados pasajes.
Aunque no es éste lugar para discutir la cuestión, al menos creo que resuelve una
incongruencia interna, en relación con lo dicho en el verso 3 (donde se dice expresamente que la
joven murió a los veinte años), la lectura Nice (no Nise, como ofrece F. Bücheler por error)
ann(os) XX u(ixit), cosa que ya se sugería en CIL. II. Por otra parte, es cierto que hacen falta
demasiadas conjeturas con escaso fundamento para convertir ann. Inachus han[-] m[-]/[--]to fa[--] en el hexámetro restituido que ofrece Fr. Bücheler, y que el texto, prosaico, podría leerse
Inachus han[c] m[e]/[ri]to fa[cit]. Además, hay un último i, “vete”, que se añadiría al hexámetro
(¿o quizá fue el hexámetro el añadido al texto en prosa precisamente ahí?) para cerrar el epitafio.
7. Los commatica
La casuística de las dificultades que plantean estos epígrafes, relativamente frecuentes, es
muy diversa y, en cada caso hay que buscar un medio para que, aun manteniendo la sensación de
verso, no deje de reflejarse en mayor o menor grado la irregularidad de sus esquemas.
Puede servir de ejemplo CLE. 2183 (CIL II2/ 14, 290), otro epígrafe tarraconense de
datación bastante temprana, pues se lo sitúa en la segunda mitad del siglo I de Cristo, constituido
por una serie de secuencias de tipo dactílico. Lo reproduzco siguiendo la interpretación de J.
Gómez Pallarés13:
Tu, qui praeteriens, spectas aram
quam fecit casus poni, quo sistis,
lege et inuenies quit mihi contigerit:
trimus ego et mensum iam sex tuam lucem sensi.
“Tú que al pasar contemplas el ara
que hizo poner donde estás la suerte adversa,
lee y conocerás lo que me ha sucedido
yo con tres años ya y seis meses tu luz he sentido”.
13
J. Gómez Pallares, Poesia epigráfica llatina als Països Catalans. Edició y comentari, Barcelona, Institut d’Estudis
Catalans, Universitat Autonoma de Barcelona, 2002, pp. 35-38.
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8. Apéndice. Otros recursos: los acrósticos
Una de las ventajas que tiene la traducción “verso a verso” es que hace posible visualizar
fácilmente los acrósticos (no, desde luego, los telésticos, dada la considerable diferencia
cuantitativa y cualitativa de letras finales de palabra en latín y en español, donde no hay finales
en -m ni prácticamente en oclusiva, si se exceptúa la -d, por otra parte bastante limitada, pues
cierra sólo palabras oxítonas). Es frecuente que para lograr estos efectos los autores fuercen tanto
la prosodia como la gramática e incluso el léxico, lo cual, como vengo repitiendo, se debe
reflejar de alguna manera en la traducción. Para cerrar, ofreceré como muestra un par de
ejemplos, tomados, prácticamente al azar, de otros ámbitos geográficos.
7.1. Ritmo yámbico
Veamos primero CLE. 108 (CIL. VI 28753), un epitafio, escrito en el siglo II o III de
Cristo, con bastantes errores métricos (sólo se atienen estrictamente al esquema del senario los
versos 1, 2, 4 y 12) y algunos muy llamativos de sentido como ese numquam serbabit dolum, que
en el comentario de F. Bücheler se justifica diciendo “nempe confusa sunt numquam fecit dolum
et semper seruauit fidem” y he intentado reproducir en al traducción. Las letras iniciales de los
versos dicen Veturia Grata.
Vel nunc morando resta, qui perges iter,
Etiam dolentis casus aduersos lege,
Trebius Basileus coniunx quae scripsi dolens,
Vt scire possis ínfra scripta pectoris.
5
Rerum bonarum fuit haec ornata suis,
Innocua simplex, quae numquam serbabit dolum
Annos quae uixit XXI et mensibus VII
Genuitque ex me tres natos quos reliquit parbulos,
Repleta quartum utero mense octauo obit.
10
Attonitus capita nunc uersorum inspice,
Titulum merentis oro perlegas libens:
Agnosces nomen coniugis gratae meae.
“Viajero que pasas, aun si te demora, quédate,
El hado adverso lee de alguien que sufrió:
17
Te enterarás de lo que escribí de corazón,
Un esposo, Trebio Basileo, en mi dolor.
5
Realmente fue con los suyos dechado de bondad,
Inocente, sencilla; jamás persistió en engañar;
A los veintiún años y siete meses su vida llegó;
Generó conmigo tres hijos que ha dejado párvulos;
Reteniendo al cuarto en el vientre, se fue al octavo mes.
10
Atento, mira de los versos la inicial,
Te ruego que leas la inscripción de quien lo mereció:
Así, el nombre de Grata, mi esposa, encontrarás”.
7.2. Ritmo dactílico
Un texto muy tardío, del año 785, “ex anthologia codicis Parisini Hispanica”, CLE. 727
puede servirnos, con sus dificultades métricas y su doble esfuerzo por formar con las letras
iniciales de verso la palabra Tuserhedo y con las finales (que, dicho queda, no se pueden
reproducir en español), Ascaricus:
Te moderante regor, deus. sit mihi uita beatA
Vt merear abitare locis tuus incola s(anct)iS
Spem capio fore quod egi ueniabile. ob hoC
Exaudi
5
libens
et
sit fatenti uenia largA
Reor, malum merui, set tu bonus aruiter aufeR
Heu ne cernam tetrum quem uultu et uoce minacI
Eden in regione locatus sim floribus ad hoC
Deboret ne animam mersam fornacibus astV
Ocurrat set tua mihi gratia
longa perenniS.
“Tengo, Dios mío, tu guía; sea buena mi vida, y con ello
Un habitante merezca yo ser de tus santos lugares.
Sólo espero el perdón de aquello que hice. Por tanto,
Escucha propicio y alcance yo un amplio perdón por mis culpas.
5
Reconozco ser reo de castigo, mas tú, juez benigno,
Haz que no vea al que tiene, ay, cara y voz de amenaza;
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En la región del Edén entre flores yo esté, que él no pueda
Devorar, con astucia hundida en sus hornos, mi alma;
Otro socorro yo tenga: tu gracia abundante y perenne”.
Espero que basten esas muestras para percibir el efecto que puede provocar en el lector la
versión no prosaica, al menos en lo formal, de una poesía tantas poco poética a veces, pero
también en ocasiones dotada de una altura que bien la hace merecedora de este esfuerzo.
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