La identidad étnica Mam ante los procesos migratorios extra

Transcripción

La identidad étnica Mam ante los procesos migratorios extra
La identidad étnica Mam ante los procesos migratorios extra-regionales en
la región Soconusco, Chiapas
Dr. Joaquín Peña Piña *
Resumen
Durante la última década se ha detonado la migración a destinos nacionales e internacionales en el estado de Chiapas, ubicado
en la región sureste de México que posee una histórica migración local y regional. Las investigaciones en la región han
demostrado que las tasas de emigración e inmigración están moldeadas por modos de transformación económica pero se han
visto limitadas en su interpretación simbólica y en su impacto sobre la identidad. Ante esta nueva realidad, el estudio de lo
étnico en la migración viene ocupando mayores espacios ante el cambio y ruptura de las normas comunitarias así como en la
transformación de otras dimensiones analíticas como la posición de estrato y género. En esta ponencia se analiza la situación
de una comunidad indígena Mam que ha tenido una acelerada transformación económica y sociocultural a partir de su
vinculación con el café y el comercio, junto con los procesos migratorios de alta intensidad extra-regional.
Introducción
Las reformas neoliberales y la reorganización de la economía a nivel mundial han favorecido
la libre circulación de capital y la flexibilización laboral donde la migración laboral es una de
las consecuencias de mayor impacto entre las comunidades rurales de Chiapas. Las
transformaciones del capitalismo, intercaladas por periodos de crisis, consolidación y
expansión, han estado ligadas a la búsqueda continua de fuerza de trabajo bajo condiciones de
flexibilidad laboral y ganancias favorables a una mejor y más rápida acumulación de capital.
Los aspectos macro-estructurales del desarrollo nacional y mundial han contribuido a
que gran parte de la investigación en la migración se hayan estudiado casi exclusivamente
desde una visión económica. Ciertamente, los principales determinante de las tasas de
emigración e inmigración están moldeadas por modos de transformación económica tanto en
los lugares de origen como en los de destino, pero desde un nivel estrictamente económico el
estudio de la migración se ha visto limitado en su interpretación simbólica como lo muestra
una gran parte de la literatura disponible. Por ello, se ha propuesto que un enfoque
multidisciplinario pueda dar la pauta para intentar un estudio más integral, donde la
antropología, entre otras disciplinas, puede jugar un papel relevante en el análisis de otras
dimensiones del fenómeno migratorio que no tienen una explicación suficiente en la
actualidad. Si bien, el análisis de los procesos económicos ha tenido un aporte teórico y
metodológico relevante, el análisis antropológico ha profundizado en el terreno de lo
simbólico, entendido éste como un componente esencial de la identidad étnica, cuya
transformación ha estado influenciada por los procesos migratorios.
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Profesor de Tiempo Completo. Universidad Intercultural de Chiapas. San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.
Proyecto de Investigación: Migración laboral indígena Mam.
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El objetivo del presente artículo es analizar el impacto de la migración desde lo étnico,
estrato y género. Se inicia con una revisión sobre la etnicidad y la identidad y posteriormente,
se discuten los conceptos de estrato y género. Finalmente, se expone la experiencia de la
transición de la identidad en esas dimensiones entre la población indígena Mam de una
comunidad de la Sierra Madre de Chiapas.
Introducción
La intensa dinámica de la migración a nivel nacional e internacional durante las últimas
décadas ha dado lugar a una creciente y notable movilización de la población indígena que en
el caso de Oaxaca destaca por la participación de mixtecos y zapotecos, además de ser los
pioneros en la región sureste del país (Nolasco, 1995). Recientemente, reportamos la
participación de la población indígena Mam asentada en la Sierra Madre de Chiapas hacia
destinos migratorios nacionales e internacionales, marcando un cambio importante hacia
destinos no regionales, que hasta hace pocos años se limitaba al tradicional trabajo en las
fincas cafetaleras que por más de un siglo se ha practicado en la región Soconusco de Chiapas
(Peña, 2000).
El incremento de la participación de indígenas en la migración actual a diferencia de lo
ocurrido con la población rural mestiza durante la época de industrialización del país, ha
generado una amplia discusión entre los conceptos de clase social y etnicidad, para definir al
motor de las relaciones sociales. De acuerdo con Lynn Stephen, algunos antropólogos reducen
con alguna frecuencia la etnicidad a una clase social o la clase social a etnia, sin examinar
realmente la forma en que ambas se interrelacionan (1998:29). Sin embargo, la relación entre
clase y etnia no deberían ser consideradas como variables excluyentes sino complementarias,
lo que lleva a evitar un reduccionismo analítico innecesario. Al respecto Bartolomé y Barabás
mencionan:
“...que la mayoría de los indígenas se encuentren en posición de clase subordinada no
significa que puedan ser conceptualizados exclusivamente en los términos derivados de
dicha posición. Si bien, resulta obvio que la posición de clase pasa a formar parte de la
misma identidad étnica al proporcionar una de las bases materiales más definidas para
la identidad social, aquella que realiza en razón de la percepción de la situación y
contradicción económica”(1986:77)
Por su parte, Ballard (1987, citado por Martín, 1998:82), reflexiona sobre el
entrecruzamiento de los factores étnicos y de clase que no son tomados en cuenta en la
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mayoría de los trabajos sobre migración. En algunos casos se considera que el concepto de
clase ya no tiene capacidad analítica, y por lo tanto, ya no explica los conflictos existentes
sobre la migración laboral en los lugares de destino. El ejemplo que observa Ballard se refiere
a los trabajadores en los centros industriales de Inglaterra, que tienen como característica
común su condición de clase proletaria, donde se ha generado un fuerte antagonismo y
violencia entre ingleses e irlandeses, dominando en el conflicto la cuestión étnica sobre la de
clase. Caso similar puede verse entre los indígenas de la etnia Mam a partir del rechazo de los
indígenas Mam mexicanos hacia los indígenas Mam guatemaltecos que, al igual que ellos,
viven bajo condiciones de pobreza extrema; sin embargo, los primeros acusan a los segundos
de desplazarlos en los puestos de trabajo de la finca al aceptar cualquier sueldo y condiciones
de trabajo que, según ellos, no aceptarían, afirmando al mismo tiempo que los guatemaltecos,
los del “otro lado” son más pobres que ellos, económicamente más débiles aunque bajo
condiciones similares (Joaquín Peña. Diario de Campo, testimonio de A. G., Junio de 1999).
En realidad, la relación entre etnicidad y clase es muy compleja y, el resurgimiento de
lo étnico en el plano mundial es un fenómeno creciente en la actualidad, a partir de conflictos
de diversa índole, ya que “la aparición de conflictos que ahora son etiquetados como étnicos,
hace una década hubieran sido considerados como producto de una situación de clase, lo que
constituye una de las manifestaciones más evidentes de la etnicidad” (Martín, 1998:100).
Por otro lado, los patrones de emigración también pueden ser configurados bajo la
perspectiva de género. Cuando el modelo de emigración es básicamente masculino, las
investigaciones indican que existe una relación directa con respecto a las restricciones
impuestas a la conducta pública de las mujeres.
También se afirma que la ausencia
prolongada de los varones puede reforzar el papel de las mujeres en el hogar al convertirse en
cabezas de familia, pero en otras ocasiones, llevarse a las mujeres a la emigración puede
suponer una forma más rígida de control sobre ellas que el ejercido en el lugar de origen
(Martín, 1998:85).
En cualquier caso, parece evidente que la experiencia migratoria supone una
modificación de las relaciones de género en plazos variables en tanto varían las condiciones de
trabajo, vivienda y las relaciones sociales fuera del grupo doméstico. En este sentido, las
consecuencias pueden ser de muy diverso tipo con situaciones intermedias que van desde una
mayor autonomía para las mujeres hasta una mayor dependencia, control y marginación. El
análisis de la migración desde la perspectiva de género en la actualidad es todavía insuficiente
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y requiere articularse junto con la clase y etnia para entender los procesos migratorios
actuales.
1. Sobre la condición de la identidad y la etnicidad
El estudio de las identidades y de las etnias representa una categoría analítica que puede
contribuir a entender los problemas y las relaciones sociales contemporáneas. La antropología
ha sido el campo que ha incursionado mayormente en el esclarecimiento analítico de la
identidad, y de ésta como parte de los grupos étnicos. En la identidad se centra la atención del
sujeto mediada por las formas de producción y reproducción como la familia y la comunidad,
misma que resulta en relaciones diversas entre la estructura social y la acción individual. En
ese proceso se asume que la identidad se da en relación con los otros, lo que a su vez tiene
implícito lo que Weber (1969) denomina la ‘acción social’.
Según algunos autores, la identidad de grupo se fundamenta en la percepción subjetiva
de un interés colectivo, con gradaciones en niveles de percepción, aceptación y eficacia,
extendiéndose como un proceso de socialización a motivaciones de corte utilitarista. Esa
reflexión, resulta satisfactoria para caracterizar a las identidades en las sociedades urbanas
donde las actividades son más intensamente individuales y la identidad ya no juega tanto un
papel de defensa o de afirmación del actor con respecto al grupo de referencia, sino sobre su
capacidad individual de movilización y de cambio en su conducta identitaria. La importancia a
ese nivel de articulación es pertinente para explicar cómo es que los individuos que emigran
fuera de su grupo de origen tienen la necesidad de “reformular” sus caracteres identitarios al
interactuar con otros individuos y otras condiciones socieoeconómicas, por lo que la identidad
no se agota en los procesos locales de integración comunitaria ya que el individuo puede
“manipular” su identidad individual al estar fuera de su grupo de referencia (Cruz, 1998:70).
A diferencia de su aplicación en el ámbito urbano, los grupos indígenas poseen una
identidad que se convierte en un recurso colectivo, anteponiéndose a todo proyecto individual,
construyendo estrategias en torno a los acontecimientos cotidianos sin “programar”, en
apariencia, sus objetivos (racional y utilitariamente) para la acción étnica. Es decir, la
identidad no se transforma radicalmente en su naturaleza sino que se va reconstruyendo
estratégicamente en tanto se vayan afirmando los proyectos del grupo, las expectativas del
actor social y la mediación en la dinámica de los conflictos étnicos (Cruz, 1998:70).
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De acuerdo a lo anterior, en la identidad étnica hay una constante referencia al “otro”,
por lo que la etnicidad ha llegado a señalarse como el sinónimo más cercano a la “otredad” o
equipararse a un “juego de espejos” (Devalle, 1992:31). De este modo, se establece una
constante interacción y distinción entre un “nosotros” y un “ellos”, lo que reafirma que la
etnicidad se construye como producto de la interacción social, como suele suceder en el
proceso de la migración laboral:
“... la reproducción de la etnicidad requiere de un necesario grupo de interacción y
éste es al que recurren los migrantes recreándolo en el nuevo ámbito residencial. Su
perdida implicaría una dificultad casi insalvable para el mantenimiento de los
mecanismos de identificación colectiva” (Bartolomé y Barabás, 1986:74)
En este hilo conductor que representa la identidad, es pertinente pasar a definir los grupos
étnicos a partir de Frederic Barth, quien considera como parte de sus características: a) su
auto-perpetuación biológica, b) los valores culturales compartidos, c) la integración de un
campo de comunicación e interacción, d) la identificación de sus miembros y su auto
identificación por otros (Barth, 1976:15). En la medida que los actores utilicen sus identidades
para establecer categorías de sí mismos y con los otros con fines de interacción, forman grupos
étnicos que delimitan sus propias fronteras. Es decir, la identidad de los grupos étnicos tiene
un carácter bidimensional1 (interna y externa) cuya génesis y reproducción radica en el
desarrollo de procesos endógenos (inter-grupales) y exógenos (extra-grupales).
Así tenemos que la lengua, las actividades ceremoniales, la indumentaria, los artefactos
materiales, así como la delimitación de un territorio, pueden definir objetivamente una etnia,
sin embargo, los aspectos subjetivos de los individuos permiten identificar con mayor claridad
las fronteras sociales que definen la identidad:
“... la etnicidad es una construcción sociocultural que involucra tanto a las
características discernibles objetivamente como las del universo simbólico,
recreándose entre sí a través de distintos mecanismos conectivos como los económicos,
culturales, idiomáticos, ideológicos o ecológicos que no son mutuamente excluyentes
sino que coexisten, y por lo tanto, no pueden reducirse a una sola de las estructuras que
intervienen en su conformación” (Bartolomé y Barabás, 1986).
La migración puede resultar en un trastrocamiento de las estructuras objetivas y simbólicas
que conducen a una reafirmación o reformulación de lo que Conway (1996), denomina las
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“fronteras sociales” de los individuos, e incluso, en las instituciones claramente definidas
como las mayordomías, el compadrazgo o el intercambio de bienes y trabajo, entre otras, que
le dan sentido a su propia identidad.
Asimismo, no puede entenderse la identidad y por lo tanto la etnicidad sin considerarla
como un fenómeno histórico que, bajo la dimensión de la ‘larga duración’, va reformulando y
definiendo a las identidades colectivas (Devalle, 1992:41). La articulación de la identidad
étnica con la dimensión de clase dentro de una misma formación social, sólo llega a
aprehenderse al observar la dimensión histórica en la que esta tiene lugar.
Lo étnico suele definirse en el diccionario como algo claramente asociado con la
ascendencia, sin embargo, en el mundo hay pueblos para los que la ascendencia no es la base
principal de su identidad. Indudablemente, una gran tarea de los estados nacionales ha sido
crear una identidad que prescinda de la ascendencia. Un ejemplo de ello es el de los
ciudadanos norteamericanos, producto de un crisol de razas procedentes de diversos orígenes
étnicos (melting pot), no buscan en sus ancestros su principal identificación (Adams, 1994).
Por su parte, los indígenas de la etnia Mam en México se consideran descendientes de aquellos
personajes a los que refieren como “los antiguos”, aquellos que se asentaron en las
inmediaciones del volcán Tacaná siglos atrás aún cuando hay un intenso mestizaje en la
actualidad. En la actualidad, el mundo Mam no es un mundo construido lejos de la memoria,
se inicia con la ocupación de un nuevo territorio a fines del siglo XIX bajo condiciones poco
favorables para su sobrevivencia (Gutiérrez y Hernández, 2000:15). En la región Mam,
ubicada a lo largo de la frontera entre México y Guatemala, el gobierno posrevolucionario
mexicano instrumentó rígidas campañas de “mexicanización forzada” con el propósito de
integrar a la población indígena a la nación. A pesar de que los mames no aluden en apariencia
a un origen mítico, la prohibición de algunas prácticas comunitarias como la lengua e
indumentaria indígenas trastocaron las estructuras simbólicas y refuncionalizaron la identidad
étnica en función de la pérdida y adopción de elementos de la cultura mestiza dominante, a
través de los cuáles, los mismos actores marcaron sus propias y nuevas fronteras identitarias.
La situación de los indígenas mames demuestra que la identidad es una condición dinámica,
que está sujeta a cambio y que permite la reafirmación o reformulación de sus fronteras en
relación con otros grupos sociales.
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Vease por ejemplo Lynn Stephen (1998) en su análisis de la etnicidad en mujeres zapotecas.
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Al considerar a la identidad como un proceso, podemos ahora identificar como parte de
sus atributos: su carácter colectivo, que implica la acción del sujeto en tanto ente social; su
condición dialéctica que considera el carácter dinámico de las relaciones sociales, contraria a
flujos lineales de aculturación y asimilación; incluyente en el sentido de que no implica un
rechazo total a otros valores y culturas diferentes; su componente histórico ya que identifica la
interacción de procesos internos y externos a través del tiempo bajo la visión de los procesos
de larga duración, así como un ordenador social ya que su conocimiento permite una mejor
comprensión de los conflictos y fenómenos sociales pasados y presentes.
En este sentido, el conflicto y la resistencia son aspectos que influyen en la
reconfiguración de la identidad étnica como sucede en muchos grupos sociales. La historia de
México demuestra que las vicisitudes surgidas de la interacción entre grupos sociales
provenientes de culturas diferentes han tenido un enfrentamiento y resistencia permanente
entre quienes Guillermo Bonfil Batalla identifica como el ‘México imaginario’ (población
mestiza que desea encauzar al país dentro del proyecto de civilización occidental) y el ‘México
profundo’ (población indígena que mantiene formas de vida de origen mesoamericano). Estos
últimos no tienen cabida en nuestro país y son contemplados no solamente como símbolo de
atraso sino también como un obstáculo que limita el desarrollo del país:
“...el México profundo, responde apelando a las estrategias más diversas según las
circunstancias de dominación a que es sometido. No es un mundo pasivo, estático,
sino que vive en tensión permanente. Los pueblos del México profundo crean y
recrean continuamente su cultura, la ajustan a las presiones cambiantes, refuerzan
sus ámbitos propios y privados, hacen suyos elementos culturales ajenos para
ponerlos a su servicio, reiteran cíclicamente los actos colectivos que son una manera
de expresar y renovar su identidad propia; callan o se revelan según una estrategia
afinada por siglos de existencia” (Bonfil Batalla, 1987: 11)
Esta resistencia que ha permanecido a lo largo de décadas, la migración lo ha logrado en
poco tiempo. La interacción con otras personas, otras costumbres y otras normas han
ocasionado una transformación a los ritmos de la creciente migración extra-regional y
esto ha ocasionado conflictos al interior de las comunidades por la adopción de
elementos y comportamientos externos que se van incorporando a los nuevos procesos
identitarios.
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2. El estudio y análisis de la etnicidad
El abordaje teórico y metodológico de la identidad y de lo étnico por extensión, representa en
la actualidad un reto, especialmente para los antropólogos, que inicialmente explicaban la
formación y transición de las clases sociales mediante procesos de aculturación, cuya
dificultad se extendió posteriormente a la etnicidad como medio de análisis de las relaciones
sociales. En la actualidad el reto no puede ser mayor, a los conceptos de clase y etnia se agrega
el género como nueva dimensión de análisis, misma que en la actualidad no ha sido
suficientemente estudiada y con frecuencia se ha teñido de prejuicios disciplinarios. De este
modo, se conforma un abanico de posibilidades de interacción conceptual que amplia del
panorama de estudio entre los movimientos migratorios contemporáneos.
Al reconstruirse las identidades en un proceso histórico, es importante considerar su
mutabilidad, su connotación procesual, su configuración a través del conflicto y la disputa
social. Contrariamente a las posiciones que pensaban en flujos lineales de asimilación y
aculturación de los grupos dominados, los procesos culturales interétnicos han sido más
complejos y diversos (Valenzuela, 1992:103). La situación descrita se observa de manera clara
a través de las diferentes posiciones teóricas para analizar la situación de los emigrantes en
diferentes destinos, o de muchas de las comunidades rurales en nuestro país que experimentan
diferentes grados de inserción y acumulación de capital comercial como viene sucediendo en
la comunidad de Pavencul, en el municipio de Tapachula, Chiapas, objeto de esta ponencia,
donde se está estudiando la migración laboral entre las mujeres indígenas de la etnia Mam.
Un análisis interesante de la etnicidad en mujeres indígenas fue desarrollado por Lynn
Stephen (1998) en su estudio ‘Las mujeres zapotecas’. La autora identifica el carácter
bidimensional de la identidad diferenciando una identidad externa que hace énfasis en la
solidaridad y en el papel de la población como pionera del telar en la región, mientras la
identidad interna muestra las contradicciones de la diferenciación de clases sociales, edades,
género y la participación en instituciones sociales y culturales locales. Para un mejor
entendimiento de la identidad étnica en esa población toma en cuenta los aspectos históricos y
de proceso de cambio del capitalismo mercantil al comercial donde la identidad étnica ha sido
preservada y fortalecida por una oposición indirecta a las presiones de asimilación externa.
Para articular la identidad con el concepto de clase, la autora describe la relación de los
indígenas en términos de las relaciones de producción. Critica la definición dualista del
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sistema de clases (capitalista y fuerza de trabajo), ya que no especifica las posiciones
intermedias dentro de la estructura de clases y sugiere una modificación al modelo de clases
tomado de la propuesta de Erik Olin Wright (1979, 1985), quien se concentra en las relaciones
de clase dentro de la esfera del trabajo donde: “...las divisiones de clase no solo yacen en las
formas de propiedad sino también en las formas de dominación y control en el proceso de
trabajo” (Stephen, 1998:44). De este modo, las familias de la comunidad pueden ocupar
posiciones intermedias en la estructura de clases en relación con la transición del trabajador
textil al pequeño comerciante capitalista y no necesariamente por la posesión de los medios de
producción ya que la mayoría de los habitantes son dueños de sus telares. Esto es, que la
división de clases no implica necesariamente la posesión de los medios de producción sino
más bien el desarrollo de los procesos productivos.
Para analizar los cambios en la estructura de clases, recurre al análisis histórico y
observa que la acumulación capitalista no se daba a través de la explotación directa de la
fuerza de trabajo, sino a través de la apropiación indirecta de la mano de obra mediante el
sistema de mayordomías. Además, los recursos derivados de la migración, predominantemente
masculina, permiten una mayor acumulación de capital con la participación del trabajo de la
mujer en el grupo doméstico, alterando las dinámicas de clase y los roles de género bajo la
dinámica del capitalismo comercial. La participación de las mujeres en las instituciones
sociales y culturales locales vino a representar una importante fuente de prestigio, liderazgo y
acceso a la mano de obra como es el caso del respeto (autoridad ritual), el compadrazgo
(parentesco ritual), la guelaguetza (intercambio recíproco de bienes y mano de obra).
3. Los indígenas de la etnia Mam de Chiapas
En la historia social de la población Mam se tiene evidencia de que a partir de 1873 se inicia
un proceso de formación de pueblos y colonias en la región conocida actualmente como la
Sierra Madre de Chiapas. La población Mam, venida de Guatemala, se asentó en terrenos
baldíos de las inmediaciones del volcán Tacaná en su huída de las políticas impuestas por el
gobierno liberal guatemalteco encabezado por Rufino Barrios (1871-1885), quien no sólo
había privatizado las tierras comunales sino que también emitió una la ley contra la “vagancia”
que forzaba a los indígenas a prestar trabajo en las fincas cafetaleras, que por otro lado estaban
en posesión de alemanes. Pocos años después, entre 1882 y 1896, se negociaron los tratados
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de límites fronterizos entre México y Guatemala, dividió a las comunidades mames en dos
nacionalidades diferentes a pesar de conformar el mismo grupo étnico.
A pesar del establecimiento de una frontera “oficial”, la población indígena asentada
en la zona siguió cruzando libremente sin mayor problema durante los siguientes años. Fue
hasta los años 30 en que el gobierno mexicano inició la reconstrucción del país y surgió la
necesidad de reafirmar “lo nacional” para conformar una identidad emanada del proyecto
revolucionario, dispuesto a promoverlo por todo el país, pero sobre todo en las zonas
fronterizas. Es por ello que la historia social de la etnia Mam, más que en otros grupos étnicos
de México, se caracteriza por una historia de sufrimientos y afrentas donde la construcción de
lo nacional se convirtió en un espacio de lucha, resistencia y negociación (Hernández, 1996).
Las políticas de homogenización cultural que caracterizaron al Estado mexicano
posrevolucionario tuvo consecuencias desastrosas para la población Mam mexicana. A ellos la
nación les fue impuesta y sus derechos como mexicanos les llegaron con violencia a través de
algunas medidas administrativas dictadas por el gobernador de Chiapas Victórico Grajales
(1932-1936), con el propósito de “civilizar a los indios de Chiapas para integrarlos a la
nueva nación posrevolucionaria” (Hernández, 1996:81). La política de “mexicanización” en
el estado de Chiapas cumplía la función política de demarcar los límites de la nación y era, por
lo tanto, especialmente rígida en las zonas fronterizas. Las disposiciones gubernamentales
incluían la prohibición de la lengua Mam y su indumentaria tradicional para tratar de
homogeneizarlos con el resto de la población nacional, así como para establecer una diferencia
con la población guatemalteca, exenta en su país de derechos agrarios. Es por ello que se
reforzaron las medidas para el control de los movimientos poblacionales en la frontera,
apoyadas por programas de castellanización y de promoción del vestido. Además, la Reforma
Agraria ocasionó un cambio en la situación jurídica de los indígenas que pasaron a
denominarse como campesinos ejidatarios con derechos agrarios propios ubicados en tierras
agrestes pero muy cercanas a las fincas cafetaleras del Soconusco, convirtiéndose así en los
principales abastecedores de mano de obra para la cosecha del café.
Los indígenas mames de la sierra se han dedicado históricamente a la producción
agrícola de subsistencia basada en el maíz, la papa y las hortalizas, combinando esta actividad
con el trabajo temporal en las fincas del Soconusco donde se produce el café destinado casi en
su totalidad a la exportación. Los bajos rendimientos del maíz en tierras poco aptas para la
agricultura y la fuerte explotación de su fuerza de trabajo en las fincas mediante el sistema de
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‘enganche’ y deudas, son factores que incidieron en la situación de marginación y pobreza que
persiste en la actualidad.
Desde la época de la Reforma Agraria cardenista la mayor parte de la población Mam
continua trabajando en sus pequeñas parcelas y cada día se incrementan aquellos que
incursionan en las actividades comerciales dentro y fuera de la comunidad. En el pasado, la
actividad comercial la realizaban preferentemente los arrieros de la comunidad, poseedores de
bestias que en cansados viajes se dirigían a Tapachula, Huehuetán, Motozintla y otras
comunidades de la sierra para regresar después de 4 a 5 días a pie a la comunidad de Pavencul.
El propósito de esos viajes era realizar transacciones comerciales mediante la compra-venta de
granos y hortalizas, el trueque o el servicio de fletes por encargo de los vecinos. En esas
condiciones, las clases sociales presentaban cierta homogenización y poca diferenciación
socioeconómica. Algunos comerciantes y propietarios de algunos ejemplares o de una
“partida” de bestias eran considerados como “ricos” de acuerdo con la escala social
comunitaria (Joaquín Peña, Diario de Campo, testimonio de F.R., Mayo de 1999). En la
actualidad, los “nuevos ricos” empezaron a surgir con la introducción de la carretera, por lo
que utilizan camiones de redilas que han sustituido a las tradicionales bestias de carga y se han
dedicado a actividades del sector terciario tales como el comercio en tiendas de abarrotes,
servicio de comedor y el transporte de mercancías en general. Otros sectores de la comunidad
lo han logrado a partir de la producción de café y cada vez se vuelve más frecuente la
migración a destinos extra-regionales.
4. La comunidad de Pavencul
Aunque los límites fronterizos entre México y Guatemala se establecieron a finales del siglo
XIX, no fue hasta la década de 1990 cuando se inicia la construcción de la carretera que
permitiría la comunicación entre Motozintla y Tapachula y de las innumerables comunidades
alrededor de estas, incluyendo en ellas a Pavencul, una comunidad donde la mayor parte de su
vida cotidiana venía transcurriendo entre barrancas y veredas, con un casi permanente
aislamiento de la cabecera municipal de Tapachula.
Durante muchas décadas, el mismo aislamiento de Pavencul no había permitido que se
desarrollara una economía local limitada donde sólo algunos comerciantes y arrieros lograban
cierta acumulación económica. La carretera -en esas condiciones de acumulación incipiente11
fue el medio que favoreció la transformación de la economía campesina hacia una economía
comercial.
A la luz de esta dinámica, tres aspectos marcan el periodo de “apertura” al capital
comercial en Pavencul desde la década de 1990. Primero, la apropiación del proceso de
producción del café, mismo que era bien conocido por los habitantes de la Pavencul debido a
su larga experiencia en las fincas. Dado que el café es un producto comercial que permite la
capitalización e ingreso a otro tipo de economía, representa a su vez un cambio en el estatus
socioeconómico al interior de las comunidades. En el caso de Pavencul, sólo algunos
campesinos lograron integrase a su producción debido a que hay pocos lugares del ejido donde
puede sembrarse el aromático. Más recientemente, los productores incursionaron en la
producción del café orgánico bajo el patrocinio y la asesoría de la organización ISMAM
(Indígenas de la Sierra Madre de Motozintla), que entre otras actividades ha otorgado
financiamiento y apoyo para su comercialización, asegurando el cumplimiento de los
estándares de calidad que demanda el comercio internacional. Esta colaboración se ha
extendido hacia la producción de hortalizas orgánicas por medio de la organización
agroecológica ‘Madre Tierra’ destacando en ella la participación de las mujeres; Segundo,
desde 1990 se observa una diversificación de la migración laboral a destinos nacionales e
internacionales y ahora después de 15 años es una práctica muy extendida en la comunidad en
contraste con la escasa y casi nula migración a las fincas. Desde entonces, las remesas
económicas, en pesos o dólares enviadas desde los lugares de destino, empezaron a mostrar su
impacto y transformación entre las actividades económicas domésticas y de la comunidad
(Peña, 2004); Finalmente, la detonación del comercio como consecuencia de la derrama
económica ocasionada por la producción de café y la migración extra-regional. . Aunque es
un tipo de comercio2 muy limitado a la venta de fruta, comida, ropa, medicinas y venta de
comida, entre otros productos, ha permitido que algunas familias se incorporen a las
actividades del sector terciario.
La interrelación de estos aspectos han ocasionado una transformación de la estructura
económica local a través de las actividades agrícolas, comerciales y la migración laboral con
un impacto desde la escala familiar y comunitaria hasta la regional, nacional e internacional,
2
Además, cada miércoles se organiza un mercado en la cabecera del ejido Pavencul y ahora es un lugar de gran afluencia por parte de
habitantes locales como de otras comunidades de México y Guatemala.
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generando una diferenciación socioeconómica de estrato económico y cambios en los roles de
género, que contrasta con lo que prevalecía anteriormente cuando la mayoría de la población
se trasladaba a las fincas cafetaleras. Además, en lo étnico la producción de café por un lado y
la migración por otro, han ocasionado rápidas transformaciones socioeconómicas que han
incidido en la identidad.
Para profundizar en el análisis de las transformaciones socioeconómicas que han incidido
en la identidad Mam bajo un contexto de alta migración laboral, es pertinente tomar en cuenta
las características de los grupos domésticos en cuanto a la organización de las actividades
productivas, productivas y de consumo para definir en ellos el papel de cada miembro en la
distribución del trabajo según su sexo; de igual importancia es el papel de las autoridades
comunitarias y ejidales donde interesa la asignación de cargos y su cumplimiento como una
forma de redituar un servicio a la comunidad y, finalmente, la religión, como un aspecto
destacado de la vida espiritual de la población donde conviven múltiples religiones a pesar de
un amplio predominio de los católicos.
En general, los procesos de desarrollo comunitario vinculados a los procesos de
globalización económica donde la migración es uno de los aspectos que mayor impacto han
tenido en las comunidades rurales, han ocasionado una transformación de las relaciones
sociales de género, clase y etnia, generando un ambiente de conflicto y reconformación de las
identidades.
5. La relación de los étnico, el género y el estrato en Pavencul en los procesos migratorios
extra-regionales
El proceso mundial de desarrollo económico mundial conocido comúnmente como
globalización ha incrementado las desigualdades entre los países así como entre las regiones
del orbe, y han ocasionado el despliegue dentro de numerosas estrategias de sobrevivencia el
desarrollo explosivo de la migración laboral. El rápido cambio social que se observa en las
comunidades rurales ha tenido la influencia directa de la migración hacia destinos extraregionales, ocasionando un reordenamiento de las normas comunitarias.
Cabe mencionar que los procesos migratorios de larga duración, a destinos extraregionales y con participantes muy jóvenes, ocasionan un impacto y un cambio social muy
acelerado por la experiencia que adquieren los/las migrantes en los lugares de destino con
otras gentes, normativa, tecnología, idioma y otros procesos de interacción con los cuales no
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tenían contacto antes, internalizando y transfiriendo parte de esa experiencia a las
comunidades de origen. Esto que en ocasiones se ve como benéfico dentro de las
comunidades, también ocasionan conflictos con la estructura y normativa comunitaria. De
cualquier modo, la reorganización de las normas es un proceso que se ve acelerado bajo la
influencia de la migración para integrar algunos elementos a la identidad de la población en la
comunidad de origen.
A continuación se aprecian algunos elementos de las fronteras identitarias de la
población de Pavencul de acuerdo con su carácter bidimensional: a) Identidad Interna: Se
aprecian las diferencias y contradicciones de estrato, edad, género y religión, así como
mecanismos de solidaridad y negociación que desarrolla la población en torno a los conflictos,
las actividades laborales y la reivindicación como indígena Mam3. Para muchos el respeto, la
amabilidad y la convivencia son aspectos de gran valor en Pavencul; Identidad Externa:
Muestra el reclamo constante de la población ante las condiciones de marginación y abandono
que han vivido siempre, forjando una imagen de lucha y solidaridad que hasta hoy distingue a
los habitante de Pavencul en toda la región de la sierra con base en su lucha política, a la
gestión de infraestructura comunitaria, los apoyos para la producción agrícola, el
mantenimiento de la carretera o la participación en las decisiones del presupuesto municipal, e
incluso, reivindicando la autonomía de Tapachula en medio de una constante lucha y
confrontación con las autoridades municipales y estatales. Aunque hay una notoria
diferenciación de estratos económicos y diversidad religiosa no parece estar generando
conflictos internos ni interferencia con las actividades políticas diversas. Al parecer, la
etnicidad este “suavizando” esas diferencias para actuar como un “frente común”.
Desde luego, el análisis de la identidad tiene una gran complejidad pero en este caso
profundizamos en ella a través de las relaciones sociales de género, estrato y etnicidad que se
vienen transformando y cruzando mutuamente en forma dinámica y permanente a través de la
incorporación de nuevos valores y prácticas sociales externas a la población Mam de Pavencul
mediadas por el proceso migratorio:
a) La Etnicidad: Como parte de la identidad, la etnicidad puede ser un elemento clave
para entender la interrelación de los elementos mencionados en un contexto de migración
laboral. En este sentido, la etnicidad es un proceso dinámico cuyo significado solo puede
3
Algunas personas recurren al término de “idiomista” para mostrar su habilidad por la lengua Mam, en otros casos algunos habitantes se consideran como
descendientes de los “antiguos”.
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comprenderse en contexto, lo que significa que toma en cuenta la evolución histórica y las
condiciones específicas de la comunidad (Devalle, 1992). Es por ello que la población
indígena del ejido Pavencul ha tenido la influencia de diversos sucesos a lo largo de su
historia que ha influido en la reformulación de su identidad.
Cabe mencionar que el reparto agrario dio origen a una nueva forma de organización
campesina ejidal y, durante décadas, a los indígenas Mam se les había prohibido mostrar su
etnicidad a partir de elementos como la lengua y el vestido. En los últimos años desarrollaron
una actitud combativa ante el gobierno y extendieron su lucha económica al terreno de lo
político que desembocó en un intento de lucha por la autonomía de la cabecera municipal de
Tapachula4. Todos estos sucesos han sufrido un traslapamiento que ha contribuido al cambio y
reelaboración de la identidad Mam pero la imposición de la cultura mestiza encontró
resistencia en esa población que se negaba a perder elementos de su propia identidad. Se
generaron entonces situaciones de rechazo pero también procesos de asimilación, adaptación y
negociación, facilitando su permanencia con nuevos elementos, incluso, incorporando nuevos
elementos de la modernidad.
Dada la visión colectiva que engloba la identidad indígena, Arizpe (1978:238) explica
que en la migración laboral entre los mazahuas la etnicidad se está utilizando como un
mecanismo para el mejoramiento de su colectividad ya que: “mientras los mestizos migran
para mejorar su posición económica y social individual; los indígenas mazahuas migran para
mejorar la situación de su pueblo”
Esto significa que la etnicidad se ha transformado y aunque se “ejerce” de manera
permanente sólo se observa de manera clara y explícita bajo ciertas condiciones específicas
como en el caso de las demandas económicas (proyectos y apoyos) y políticas (lucha por la
autonomía), o en las formas de organización social que despliegan los indígenas cuando
deciden salir a trabajar fuera de la comunidad ya sea en su forma individual, grupal o familiar.
La etnicidad, según Devalle (1992), no puede operar en forma absoluta ya que puede
ser un elemento de apoyo para reforzar la hegemonía de las clases dominantes y del Estado, o
bien, para actuar como una fuerza contra-hegemónica, particularmente cuando la adscripción
étnica y la subordinación económica y política tienden a darse en correlación. En el primer
caso, la etnicidad ha contribuido a validar y reproducir estructuras de desigualdad, mientras en
4
Entre las razones expresadas por los indígenas para decidirse por la opción de la autonomía esta el “histórico abandono y desprecio de las autoridades
municipales, estatales y municipales como integrantes de una región económicamente próspera” (Diario del Soconusco, Junio 2000)
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el segundo, puede apoyar el desarrollo de un primer nivel de conciencia social y fortalecer los
lazos de solidaridad en el terreno político, por lo que la etnicidad se puede manifestar como
una manera de ordenar las relaciones sociales.
Otro aspecto que es necesario incorporar al análisis de la identidad étnica se refieren a
la perdida gradual del individuo como ente colectivo hacia su individualización. Según López
y Romero (1998:206), la identidad no apela a un criterio único y definitorio, sino que cada
individuo logra producir una identidad específica y parcial que sólo se construye a partir de la
multiplicidad de interacciones. Otro elemento a considerar es la conquista de nuevos espacios
públicos, ya que es precisamente en ese ámbito donde las mujeres se ven limitadas a
interactuar colectivamente; por ejemplo, la aparición de las mujeres en la escena pública en
Juchitán, Oaxaca ha traído consigo una reformulación de las características identitarias a nivel
de género, merced a una mejor valoración de su trabajo y de las actividades sociales dentro de
la comunidad (López y Romero, 1998: 212). Por último, el sentimiento de pertenencia y
valoración hacia su comunidad porque su propia identificación grupal le permitirá
diferenciarse de otros grupos étnicos. De este modo, la migración tiene un impacto en la
etnicidad al negar su pertenencia al grupo étnico, desafiando el cumplimiento de los cargos o
desvaneciéndose como sujeto colectivo.
Asimismo, se vienen transformando las instituciones sociales que forman parte de la
colectividad. Así tenemos que algunas personas ya no cumplen sus cargos, los abandonan o se
niegan terminantemente a cumplirlos. Algunos dejan a otra persona en su lugar y se les
reconoce el trabajo aunque no estén presentes. Los jóvenes, sin posibilidades de tener acceso a
la tierra y a los cargos, han entrando en un proceso de desterritorializacion de sus identidades.
Son precisamente algunos de estos jóvenes a quienes se les critica la falta de respeto,
entendido como una manera de no otorgar un reconocimiento con un simple saludo y no pasar
de largo sin saludar o que “ya no respetan”, lo cual significa que la gente no se siente
reconocida al no ser tomada en cuenta. Cabe recordar que el reconocimiento mutuo es un valor
que se maneja entre los adultos, ya que el espíritu de solidaridad, lucha y resistencia entre los
mames fue constituido bajo un contexto de solidaridad y sufrimiento en las fincas cafetaleras.
b) La Estratificación: El estudio de la identidad Mam demanda de un profundo análisis
de la economía agrícola indígena local. En Pavencul, el cultivo de maíz siempre ha tenido
bajos rendimientos como resultado de la pobre vocación agrícola de las tierras y el uso de
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fertilizantes orgánicos que, ocasionalmente, cubrían el consumo familiar mientras el resto se
compraba o se intercambiaba por otros productos. Cabe mencionar que el maíz forma parte de
la idiosincrasia indígena y es un elemento indispensable de la dieta y la organización y cultura
campesina por lo cual no se puede ver únicamente en términos de rendimientos productivos.
Dicho trabajo se combina a lo largo del año con el trabajo en las fincas cafetaleras como parte
de sus estrategias de reproducción.
Aunque la tierra es un elemento indispensable en la identidad, en Pavencul no se ha
dado un proceso de apropiación y acumulación de tierras como medio de la capitalización de
los medios de producción agrícola ya que la mayoría de los campesinos son dueños de sus
propias parcelas (2 ha en promedio), mismas que cultivan a pesar de los bajos rendimientos de
maíz (500 Kg /ha). De este modo, los medios de producción como la tierra no representan un
criterio determinante en la acumulación de capital, y por lo tanto, en la transición de una
estructura diferencial de estratos ya que esas tierras son, además, de mala calidad. Bajo la
visión exclusiva de estos parámetros agrícolas está claro que no es posible analizar desde ahí
la transición socioeconómica de los estratos, sino que deben tomarse en cuenta otros
elementos como la magnitud y frecuencia de las remesas migratorias y/o los recursos que se
ahorran por vía de la migración, los recursos derivados de la actividad agrícola del café y las
hortalizas, así como las actividades comerciales no agrícolas. En el caso de la migración
nacional e internacional, se ha convertido en muy poco tiempo en la principal fuente de
recursos económicos no sólo por su magnitud, sino porque ha contribuido de manera
importante en la diferenciación socioeconómica por estratos.
La población indígena de Pavencul se ha vinculado al mercado internacional mediante
la producción y exportación de café y la migración laboral a los Estados Unidos. La
combinación de ambas actividades ha generado nuevas tipologías donde se observan las
estrategias de reproducción que despliega cada uno de esos estratos, mismos que corresponden
a diferentes grados de acumulación y participación en las actividades productivas (Peña,
2006). Además, algunos migrantes hablan de la eficiencia productiva comercial vivida en
otros sistemas de producción frente a la producción campesina dada la experiencia que
adquieren y las tecnologías que manejan: “allá si se trabaja bien la tierra no como
aquí”(Testimonio de P.L., Pavencul, 1989)
Cabe mencionar que independientemente del estrato socioeconómico al que
pertenecen, la población se auto-asume como “pobre”, por lo que se debe estar atento al
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manejo que se hace del concepto de clase ya que, según Thompson (1968, citado por Devalle,
1992), la clase se vive como proceso y se maneja en “términos culturales”.
c) El Género: Los nuevos destinos laborales han dado lugar a diferentes inserciones laborales
para varones y mujeres, ocasionando variantes en la migración masculina y femenina. Las
mujeres han dejado de migrar por razones que es necesario seguir investigando, ocasionando
una participación desigual entre los sexos a diferencia de lo que sucedía en tiempos de las
fincas, con implicaciones en el cambio de actividades que modifican la división del trabajo
mientras los varones migran. Con la salida masiva de varones hacia los nuevos destinos y su
constante retorno, habría una reestructuración de la división del trabajo en los grupos
domésticos y la incorporación de nuevos valores y prácticas aprehendidas en los lugares de
destino. El análisis pretende profundizar en la forma en que se ha excluido o limitado la
movilidad de las mujeres en favor de los varones, los cuales adquieren un mayor prestigio aun
cuando las mujeres hayan hecho una mayor contribución opacada por el “éxito” de la
migración masculina, realizando todo tipo de actividades en las comunidades de origen para
hacer posible la reproducción social de los grupos domésticos. Las posiciones sociales
adquiridas a través de la experiencia migratoria resultan en una línea particular de valoración
social donde el prestigio u honor social habría favorecido casi exclusivamente a los varones
junto con lo económico y la división del trabajo doméstico, es decir, que las estructuras de
prestigio operan en forma diferencial para ambos sexos, mediadas por la migración.
Particularmente, algunas mujeres migrantes solteras ya no regresan a la comunidad y
cuando lo hacen por lo general no gozan del prestigio que adquieren los varones. Para buscar
una explicación es necesario explorar sobre el papel que ejercen las instituciones sociales y
cómo están influyendo en la decisión de las mujeres para su retorno (la familia, autoridades, la
misma comunidad, etc.). Algunas de ellas contraen matrimonio con otros migrantes en los
lugares de destino y ya no regresan, pero otras desean seguir trabajando fuera, mientras que
otras más regresan solteras con hijos y eso complica más su situación porque aunque la
maternidad es uno de sus derechos como mujer, su llegada en esas condiciones es considerada
como un fracaso, aún en su propia familia.
Sin duda, en la comunidad de Pavencul han emergido y se han expresado los derechos
de los jóvenes de forma clara. Destacan en ellos el derecho al estudio, a tomar sus propias
decisiones en el seno de la familia y a elegir una pareja en matrimonio. De manera destacada
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para los derechos de las mujeres es la transformación de la institución del matrimonio. Hasta
antes de la década de 1990 la negociación del matrimonio se realizaba únicamente entre los
padres sin mediar el consentimiento de la mujer. Había ocasiones en que las mujeres sólo
conocían a su cónyuge en el momento de ser entregadas al marido. Ahora, las mujeres han
ganado ese derecho a decidir y a elegir una pareja. La mayoría de las familias aceptan esta
situación pero en otros persiste el conflicto por lo que se dice que: “ahora ya no toman en
cuenta al papá”.
Por otra parte, la migración ha ocasionado la adopción de nuevos valores relacionadas
con la forma de vestir como norteño o vaquero, la forma de hablar, el uso de pelo largo con
trenzas, aretes en las orejas o en la nariz, tatuajes, etc. Por lo general son jóvenes que tuvieron
su periodo de transición de la adolescencia a la madurez en los destinos migratorios,
receptivos a los valores de una nueva cultura donde se desarrollaron y maduraron. Desde
luego, en la comunidad hay cierto conflicto ya que además se acompañan de otros elementos
como las botas vaqueras, anillos, cinturones con grandes hebillas y el uso de estéreos. Los
migrantes adultos así como la población de la comunidad, generalmente critican ese tipo de
actitudes aunque también lo aceptan como parte de los jóvenes. Lo que si ha tenido una gran
aceptación es el uso de nombres extranjeros entre los hijos e hijas independientemente de la
edad, de este modo es común encontrar nombres a niños varones como Douglas, Brian, Scott,
Jhony, etc., mientras las niñas tienen nombres como Daysi, Catherine, Ludwika, América, etc.
La migración ha ocasionado una apertura a nuevos valores y normas que han
reconfigurado a la identidad, misma que se esta modificando desde lo étnico, los estratos y el
género.
A manera de conclusión
Recapitulando, la diversificación de la migración laboral en Pavencul hacia nuevos destinos
pudo haber ocasionado cambios en la división sexual del trabajo como resultado de la salida
de los varones. A su vez, los recursos generados por la migración a través de las remesas, han
permitido la capitalización de los grupos domésticos junto con la producción de café y el
comercio. Las mujeres han tenido una mayor participación en el proceso de capitalización por
las actividades productivas y reproductivas que desempeñan dentro y fuera de los grupos
domésticos mientras los varones migran. Las nuevas influencias económicas y culturales
derivadas del intenso proceso migratorio ejercen, desde esta visión, una influencia
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determinante en la reformulación étnica, lo que a su vez pasa a incorporarse como parte de la
identidad indígena.
Surgen pues, muchas interrogantes que requieren estudiarse en posteriores
investigaciones en Pavencul. Género, estrato y la etnicidad son categorías analíticas que se van
interrelacionando por lo que su peso específico varía de acuerdo a situaciones específicas
estudiadas dentro de una visión longitudinal. El reto analítico es no concluir con un
reduccionismo conceptual sino en identificar las contribuciones que cada concepto aporta en
una situación particular, como es el caso de la migración laboral entre la población indígena
Mam.
La desigualdad económica y social ocasionada por el proceso de globalización mundial
ha ocasionado la emergencia de sociedades multiculturales que se han visto alimentadas por la
migración. Uno de los aspectos de mayor impacto es en las estructuras identitarias tanto en los
lugares de destino como en los de origen, y en ese sentido es necesario evitar que todo
conflicto y negociación pueda dirimirse sin controversias.
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