Cambié el mundo Yo quiero cambiar el mundo. Quiero que todos en

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Cambié el mundo Yo quiero cambiar el mundo. Quiero que todos en
Cambié el mundo
Yo quiero cambiar el mundo. Quiero que todos en el mundo tengan el sentimiento
maravilloso que tengo yo. La imaginación. Yo me llamo Pedro y tengo doce años y este es mi
sueño. Vivo en el año 2070. Mi abuelo decía que cuando él era niño el mundo era maravilloso y
lleno de imaginación, pero en el año 2017 prohibieron la imaginación, porque dicen que un niño
se murió, porque tenía mucha imaginación. Yo no creo que se murió por eso. Me gustaría vivir
en el año 2016 porque ahí el mundo no era como hoy. Hoy el mundo es gris y triste. Todos se
visten de gris y en el colegio tenemos que escribir mil veces: “La imaginación es mortal”. Pero
yo soy diferente porque escribo la frase: “La imaginación te hace único”. Un día en mi casa yo
les conté a mis padres que, cuando sea grande quiero ser astronauta y buscar mi planeta
imaginario. Entonces mi mamá empezó a llorar. “¡Mamá ya deja de llorar, me estoy ahogando!”.
“¡Mi hijo! Otra vez te metiste en tu mundo imaginario. ¡Voy a llamar al doctor!” Oí decir a mi
mamá. Cuando vino el doctor dijo asustado: ”Para eso no hay cura, adiós”.
Esa noche soñé que mi mamá me quitó mi mundo imaginario. Pero yo no voy a dejar
que pase eso. Al siguiente día mi mamá se fue al supermercado y me quedé en casa. Solo, con
mi mundo imaginario. Empezó a llover y se armó una tormenta. Los truenos se oían como la
pelea entre Zeus y Poseidón y los rayos se veían cuando uno de los dos caía. Al poco tiempo
mamá volvió a casa y le pregunté: “¿No te aplastaron Zeus y Poseidón?” Mi mamá me miró y
dijo: “Mi hijo. Pronto ya no vas a imaginarte tantas cosas. Vas a curarte de tu terrible
enfermedad. ¡Lo prometo!” “¡No, mamá, no quiero curarme, y ni siquiera es una enfermedad!
Es algo maravilloso que me hace único. ¡No me gusta este mundo! ¡Solo me gusta mi mundo
imaginario!”, grité yo y me fui a mi cuarto. Quería irme de casa y buscar mi mundo imaginario.
En mi valija puse mi peluche favorito, galletas y mi pijama. Estaba listo para irme. Mis padres no
vieron cuando me fui.
Caminé mucho y después de unos kilómetros vi a una niña triste y sola. “¿Por qué estás
tan sola?” “Es que en mi familia no necesitan una niña, con imaginación. ¿Sabes?” dije yo “en la
mía tampoco”. Ahí le dije: “Debemos cambiar el mundo. ¡Tengo una idea! ¡Sígueme!”, le pedí.
Entonces nos fuimos al cementerio para ver lo que pasó en realidad con el niño que se murió.
Ahí oímos una voz: “Ustedes deben cambiar el mundo”. Yo pregunté: “ ¿Pero cómo?” “Yo soy el
niño que se murió, pero no me morí por eso. Me morí porque me dio un infarto mientras escribía
una historia y ahora tienen que ir al balcón del palacio y decirle a la gente lo que piensan del
mundo”. Entonces nos fuimos al palacio y dijimos al mundo lo que pensamos: “Nosotros
queremos cambiar el mundo. Queremos que nuestro querido mundo tenga imaginación. ¿Qué
pasó con la imaginación? Desde hoy no quiero que nadie les quite lo más maravilloso. La
imaginación les hace únicos. La imaginación es suya y nunca dejen de que el mundo se la quite.
Yo quiero que cada persona del mundo sea único y no uno más. Ese sentimiento es maravilloso”.
Desde ese día permitieron otra vez la imaginación y me encantaba el mundo. Ya tenía color y
felicidad. Veinte años después me eligieron como presidente en el Ecuador y cambié el nombre
Ecuador por Imaginalandia.
Creo que la niña que conocí vive solo en mi mundo imaginario, y solo la vi, porque mi
imaginación me quiso ayudar a cambiar el mundo. Pues lo logré. ¡Logré cambiar el mundo! .
Anna Sophia Schmitt
6DK

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