Monte Calvario Campamento - Església Bíblica d`Olot

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Monte Calvario Campamento - Església Bíblica d`Olot
Església Bíblica d'Olot
Monte Calvario Campamento
“Y Jacob erigió una señal en el lugar donde había hablado con él, una señal de piedra, y derramó sobre ella
libación, y echó sobre ella aceite.” Gen. 35:15
“Aquí nació Luis de Berea y Muñoz”, escribe una preciosa placa en una calle céntrica de la ciudad. Muchos
pasan distraidos, ignorantes de la historia y de su cómplice. En cambio otros seducidos por la curiosidad, miran el lugar
intentando revivir por unos momentos la vida de este hombre a quien el mundo ignora y unos pocos recuerdan. Su casa
es simple, perdida entre muchos otras viviendas, pero infinitamente rica en sus adentros, pues en ella nació alguien que
el mundo ignora y unos pocos recuerdan.
Lugares de éstos los hay a cientos. Cada uno de nosotros tenemos nuestras placas en alguna calle céntrica de
nuestras vidas. Abraham tuvo como lugar de encuentro Betel, y cuando regresaba de sus jornadas solía volver al primer
lugar donde se le “apareció Jehová”. Así hacía también Jacob , y el mismo Pablo nos habla varias veces de
su “camino de Damasco”- me pregunto si puso una piedra como señal en el lugar donde Jesús se le
apareció. De la misma manera nosotros, los creyentes, debemos también tener lugares, “altares”,
“placas” donde poder recordar que Dios nos ha hablado. Yo tengo mis sitios que guardo con especial
cariño. Son como distintas estaciones en las que me he detenido a lo largo de mí caminar con Cristo. En ellas pongo
“mi piedra ungida” como recuerdo de que Dios se acordó de mí. Un campamento, una parada de autobús y
una cuneta en una carretera que el mundo ignora y tan sólo yo recuerdo. Y qué más da si el mundo ignora, lo ha hecho
ya por tantas generaciones. Pero un grupo de jóvenes reunidos en el Campamento Calvario - ahora nosotros ignorando
al mundo - hacíamos nuestro altar e inscribíamos una placa en nuestro corazón en memoria del Dios que nos habla. Aquel
banco en que escuchábamos la Palabra y el Espíritu nos convencía, aquellas devociones personales, aquel frescor
matinal y muchas otras pequeñas cosas que para otros pasan ignoradas nos recuerdan nuestra relación con Dios.
Ahora, meses después, mientras estamos sentados en el banco de la iglesia cantando “Haz lo que quieras de mi
Señor” o cuando vemos una vasija en el escaparate de la tienda de la esquina recordamos que algo ocurrió este
verano pasado. Y al volver a pisar de nuevo el campamento siempre estaremos expectantes de que Dios me pueda
hablar otra vez. Como el escultor pincela aquella placa que pronto será colocada yo preparo la mía donde escribo,
“Dios me habló de nuevo”, aunque el mundo ignore y sólo yo recuerde. Bendito sea Dios por el
campamento.
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Generado: 22 December, 2016, 23:11

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