Cuadernos 5 - 68 Discípulas de Jesús Sitio oficial de este instituto

Transcripción

Cuadernos 5 - 68 Discípulas de Jesús Sitio oficial de este instituto
Claustro Jerónimo
REVISTA DE ESPIRITUALIDAD JERÓNIMA
CUADERNOS 5 • NAVIDAD 2003
EL CULTO Y DEVOCIÓN A MARÍA
EN LA ORDEN DE SAN JERÓNIMO
Claustro
Jerónimo
EDITA:
Monasterio de Santa María del Parral
40003 - SEGOVIA
Teléf. 921 431 298 • Fax: 921 422 592
E-mail: [email protected]
Fotografía portada:
Retablo del Coro de las Monjas del Monasterio Jerónimo de San Bartolomé de Inca
(Mallorca).
Fotografía contraportada:
San Jerónimo con la Vírgen. Óleo del
Monasterio de Santa María de los Ángeles.
Jávea (Alicante)
Maqueta e imprime:
Gráficas CEYDE
Depósito Legal: Sg-56/2000
C
U A D E R N O S
Introducción ........................................ 2
Conferencia de Fr. Ignacio de Madrid .. 4
Apéndice 1............................................ 20
N
º
5
Apéndice 2............................................ 21
Fotografías de Ntra. Sra. ...................... 22
Textos mariológicos de San Jerónimo .... 24
INTRODUCCIÓN
Como estrambote de este especial Año Mariano del Rosario, que acaba de clausurarse, o como anticipo del hermoso tiempo de Adviento, tiempo que encarna plenamente las virtudes de María, llega a vuestras manos el número cinco de “Cuadernos-Claustro Jerónimo”, dedicado íntegramente a María enfocado desde la vivencia y espiritualidad en la Orden Jerónima.
Su autor, fray Ignacio de Madrid, de todos conocido, une en este texto, que redactó para el una conferencia que pronunció en el L aniversario de la fundación del
Monasterio Jerónimo de Nuestra Señora de Los Ángeles, en Constantina –Sevilla-,
su saber y amor a la Orden y su arraigada devoción a la Virgen, y nos lo ofrece, con
nuevas aportaciones, para que, como dice en su conclusión, hagamos vida nuestro
afecto a María hasta poder decir: QUIEN ME VEA, QUE VEA A MARÍA.
Unimos dos pequeños apéndices: uno poético y otro gráfico. El primero es una
parte de la Glosa sobre el Ave María del primer Arzobispo de Granada, el jerónimo
fray Hermando de Talavera más un soneto a María Santísima de nuestro historiador
por excelencia fray José de Sigüenza. La parte gráfica incluye algunas de las imágenes de la Madre de Dios, titulares de nuestro Monasterios. Cerramos la publicación
con tres textos sobre la Virgen María de nuestro santo padre Jerónimo.
Por último quiero hacer una pequeña mención sobre la portada y contraportada,
así como de los dibujos que se intercalan en las páginas. La portada es la reproducción
de un bello retablito que se conserva en el Monasterio de Monjas Jerónimas de San
Bartolomé de Inca (Mallorca). Perdone la familia Dominicana al pintor, Mateo Llopis
júnior que en el año 1579 modificó la iconografía clásica del Rosario e hizo que el niño
Jesús y María entregarán éste a San Jerónimo y a Santa Paula. Fijémonos en como la
Madre de Dios está envuelta por los quince misterios del Rosario que figuran pintados dentro de bellos pétalos de rosas. La contraportada es un ejemplo de la abundantísima iconografía de san Jerónimo con la Virgen. Este ejemplo que os ofrecemos está
tomado de un lienzo anónimo encontrado en el Monasterio de Santa María de los
Ángeles de Javea, Alicante. ¿Y que decir de los miniados de los cantorales alusivos a
los misterios marianos? Hemos escogido, casi al azar, unos del Monasterio de
Guadalupe y otros del Monasterio de Espeja que actualmente están en la Catedral de
El Burgo de Osma (Soria). Sirvan también estas obras para refrendar las aportaciones
de Fray Ignacio sobre la devoción a María en la Orden Jerónima.
2
Conferencia de Fray Ignacio de Madrid, OSH,
en el L Aniversario de la fundación del
Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles,
de Monjas Jerónimas, Constantina (Sevilla),
pronunciada el día 6 de septiembre
del año de la Natividad del Señor de 2001.
Quiero comenzar esta charla, queridas hermanas, resaltando cómo vuestro
Monasterio de Ntra. Sra. de los Ángeles, en Constantina (Sevilla), es un monasterio
más dedicado a la Santísima Virgen María en la Orden de San Jerónimo. Y es que
este dato lo considero interesante, para el tema que quiero desarrollar, sobre todo si
tenemos en cuenta que los otros cuatro últimos monasterios fundados en nuestro
tiempo también llevan advocación mariana: Ntra. Sra. de las Mercedes (Almodóvar
del Campo), Santa María de Jesús (Cáceres), Ntra. Sra. de Belén (Toral de los
Guzmanes), y el que está en gestación en la India, Mater Ecclesiae. Ello nos confirma una vez más que la Orden de San Jerónimo tuvo siempre a María como a principalísima patrona.
Fijaros que éste, el de que su [ad]vocación tienen las más casas de ella, es uno de los
argumentos fuertes que se empleó siempre en la Orden para demostrar la devoción
de ésta a la Santísima Virgen María. A ello me volveré a referir más adelante.
Por eso me ha parecido oportuno hablaros en este momento, con motivo del acontecimiento que celebramos -el L aniversario de esta fundación- del CULTO Y DEVOCIÓN A MARÍA EN LA ORDEN DE SAN JERÓNIMO, destacando, para procurar hacerlo vida intensamente, este patronazgo de María sobre la Orden Jerónima.
Pero, para no quedarnos en pura historia, como preámbulo y justificación del
tema, voy a comenzar con unas palabras de Juan Pablo II en la Exhortación
Apostólica “Vita Consecrata”. El n. 28 se lo dedica a María como modelo de consagración y seguimiento. Un poco larga va a ser la cita, pero la considero como una bonita y sustanciosa síntesis de la teología de la presencia de María en la vida religiosa, en
la que debemos fundamentar nuestro amor y devoción a Ella.
Dice así:
María es aquella que, desde su concepción inmaculada, refleja más perfectamente la
belleza divina. “Toda hermosa” es el título con que la Iglesia la invoca. “La relación
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que todo fiel, como consecuencia de su unión con Cristo, mantiene con María Santísima
queda aún más acentuada en la vida de las personas consagradas [...] En todos (los institutos de vida consagrada) existe la convicción de que la presencia de María tiene una
importancia fundamental tanto para la vida espiritual de cada alma consagrada, como
para la consistencia, la unidad y el progreso de toda la comunidad” [Disc. en la
Audiencia gral., 29 marzo 1995].
En efecto, María es “ejemplo sublime de perfecta consagración”, por su pertenencia
plena y entrega total a Dios. Elegida por el Señor, que quiso realizar en ella el misterio de la Encarnación, recuerda a los consagrados la primacía de la iniciativa de Dios.
Al mismo tiempo, habiendo dado su consentimiento a la Palabra divina, que se hizo
carne en ella, María aparece como “modelo de la acogida a la gracia” por parte de la
criatura humana.
Cercana a Cristo, junto con José, en la vida oculta de Nazaret, presente al lado del
Hijo en los momentos cruciales de su vida pública, la Virgen es maestra de seguimiento incondicional y de servicio asiduo. En ella, “templo del Espíritu Santo” (LG 53),
brilla de este modo todo el esplendor de la nueva criatura. La vida consagrada la contempla como modelo sublime de consagración al Padre, de unión con el Hijo y de docilidad al Espíritu, sabiendo bien que identificarse con “el tipo de vida en pobreza y virginidad (LG 46) de Cristo significa asumir también el tipo de vida de María.
La persona consagrada encuentra, además, en la Virgen una “Madre por título
muy especial”. En efecto, si la nueva maternidad dada a María en el Calvario es un
don a todos los cristianos, adquiere un valor específico para quien ha consagrado plenamente la propia vida a Cristo. “Ahí tienes a tu madre” (Jn 19,27): las palabras de
Jesús al discípulo “a quien amaba” (Jn 19,26), asumen una profundidad particular en
la vida de la persona consagrada. En efecto, está llamada con Juan a acoger consigo a
María Santísima (Cf. Jn 19,27), amándola e imitándola con la radicalidad propia de
su vocación y experimentando, a su vez, una especial ternura materna. La Virgen le
comunica aquel amor que permite ofrecer cada día la vida por Cristo, cooperando con
Él en la salvación del mundo. Por eso la, relación filial con María es el camino privilegiado para la fidelidad a la vocación recibida y una ayuda eficacísima para avanzar
en ella y vivirla en plenitud.
Si esto es así, y no podemos dudarlo por la autoridad de quien lo escribe, no es de
extrañar que en vuestras Constituciones (n. 10) se os advierta: es nuestro incomparable
modelo la Bienaventurada Virgen María, la figura más perfecta de la semejanza a Cristo,
“huerto cerrado, fuente sellada” (Cant 4, 12), ejemplo preclaro de la vida contemplativa y
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de su fecundidad redentora, en quien la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de
la Redención y la contempla gozosamente, como una purísima imagen de lo que ella misma,
toda entera, ansía y espera ser.
Por otro lado, las mismas Constituciones os recuerdan que nuestra Orden...la tuvo
y tiene por patrona singularísima (n.97), y os recomiendan: imitemos a la Virgen
María... confiemos en su amparo (n. 27)1. ¿Se os puede decir más?
En verdad que toda la historia de la OSH, referida a monjes y monjas, demuestra que fue así y, gracias a Dios, se corrobora en la actualidad. Ahora bien, pienso que
sobre este tema de la espiritualidad mariana en la OSH, caben dos enfoques . Es algo
así como aquello de ¿”qué es antes, el huevo o la gallina”...? - ¿Qué fue antes, la
espiritualidad litúrgica, base y fundamento de la espiritualidad jerónima, de la que
surgiría después la devoción mariana, o fue antes la devoción mariana, que luego se
reflejaría, a su manera, en la celebración y vivencia litúrgica?
Ciertamente que hoy es claro que hay un influjo mutuo. Al menos objetivamente hablando no hay espiritualidad litúrgica sin espiritualidad mariana, ni hay verdadera devoción mariana sin una conexión, sin un ir de acuerdo con la sagrada liturgia
y, en cierto sentido, derive de ella y a ella conduzca. Al menos así lo ve la Constitución
Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia, del Vaticano II (SC 13) y, poco
después, Pablo VI en su famosa Exhortación Apostólica Marialis Cultus.
Pero, ¿y en los orígenes de la OSH, allá en el siglo XIV, cuando la liturgia no estaba tan profundizada como hoy y, pudiéramos decir, los ejercicios piadosos estaban
desligados, disociados de una mentalidad litúrgica, que apenas existía? Pues no sabría
que decir. Aunque más bien me inclino a pensar que la devoción mariana ya venía
bien cuajada en el corazón de nuestros fundadores -me estoy refiriendo, claro es, a
Pedro Fernández Pecha y a Fernando Yáñez de Figueroa- y que ellos mismos la dejaron en herencia y bien asentada en los que vinieron detrás.
Sin embargo, también podemos decir que si, desde el principio, la liturgia era el
principal cometido del quehacer y de la espiritualidad jerónima, la razón esencial del ser
de jerónimos y jerónimas, como no se puede poner en duda, el matiz mariano tenía que
ser una consecuencia lógica y natural de esa vivencia litúrgica que les alimentaba.
1
En las Constituciones de los monjes se nos dice: Veneremos con amor filial a la Madre del Señor, la
Virgen María, a la que nuestros mayores invocaron siempre como a singularísima Patrona, viendo en
ella un modelo perfecto de vida contemplativa, silenciosa y oculta (n. 92/1).
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Si la liturgia ocupaba -y ocupa- ese lugar entre nosotros, MARÍA tenía que estar
muy presente en la mente y en el corazón de los jerónimos -ya desde nuestros primeros padres-, puesto que dentro de la liturgia MARÍA tiene un lugar preeminente.
Si la liturgia se desarrolla en torno a los misterios y vida de Cristo, nadie pudo estar
más unida a estos misterios y a la vida de Jesús que ELLA2.
Basta recorrer el Evangelio. Allí aparece MARÍA asociada a la obra salvadora de
su Hijo en todos los momentos de su vida “desde la concepción virginal de Cristo
hasta su muerte” (LG 57) e, incluso, después, en su resurrección y en Pentecostés:
- MARÍA recibió el mensaje del ángel de parte de Dios, anunciándole la
Encarnación del Verbo. Desde ese momento MARÍA fue hecha Madre de Dios
y se consagró con generoso corazón a la persona y a la obra de su Hijo (LG 56).
- Los ángeles anuncian a los pastores el nacimiento de un salvador y, puestos en
camino, encontraron allí a MARÍA y a José, y el Niño acostado en el pesebre.
- MARÍA presenta a Jesús en el templo.
- Toda la vida de Nazaret se pasa en sumisión a MARÍA.
- A ruegos de MARÍA Jesús obra el primer milagro.
- Se entrevistó con Jesús en alguna ocasión durante los años de su predicación
evangélica.
- Asistió al sacrificio de su Hijo en la cruz y escuchó y recibió las palabras de Juan:
Mujer, he ahí a tu hijo.
- La tradición asegura que MARÍA fue la primera que recibió la visita del
Resucitado.
- Y por último se nos dice que MARÍA perseveró en oración junto con los discípulos, antes de Pentecostés, y con ellos recibió la venida del Espíritu Santo.
Y todo esto los jerónimos y jerónimas lo iban celebrando, actualizando y viviendo en el transcurso del Año litúrgico: Adviento, Navidad, Epifanía, Cuaresma,
Pascua, Pentecostés.
2
Sobre el tema, recomiendo la lectura de SARTOR, Danilo M., Las Fiestas de la Virgen. Madrid,
Publicaciones Claretianas, 1990, págs. 19-65.
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Pero, además, MARÍA tenía y tiene en el mismo Año litúrgico sus fiestas propias,
no sólo las que nos hacen recordar su historia: Inmaculada Concepción, Natividad,
Anunciación, Visitación, Presentación y Asunción, sino también las que nos hacen
penetrar en los secretos de su espíritu: Santa María, Madre de Dios; Inmaculado
Corazón de María, Santa María Reina..., y las distintas advocaciones y títulos... Ntra.
Sra. de los Ángeles, Santa María de Guadalupe, Santa María del Parral, etc.
Por otro lado, no había día en que, también en la misma celebración litúrgica, no
resonara la voz en alabanza de MARÍA, ensalzando sus gracias y recordándola que,
si es Madre de Dios, también es Madre de los hombres. Me estoy refiriendo al canto
diario del “Magníficat” -en el que ELLA queda perfectamente retratada- y a la
Antífona mariana, al final del día, después de la celebración de Completas, mediante la cual la Iglesia se complace en recordarnos el privilegio de la maternidad divina,
fundamento de todas las demás gracias de MARÍA 3.
A todas estas referencias litúrgicas, podemos añadir otros actos y devociones que
la Orden tenía incorporados en su espiritualidad y régimen de vida : el “Ángelus” tres
veces al día, el ayuno en las vigilias de sus nueve Fiestas, las Letanías Lauretanas de
los sábados, una “estación” a la Virgen en las procesiones claustrales, el rezo del Oficio
de la Virgen, con rito doble, todos los sábados no impedidos...
Sobre el rezo del Rosario no puedo aducir textos en que se hable de tal obligación
o costumbre comunitaria, pero si he encontrado referencias que nos pueden ilustrar
acerca del tema. Por ejemplo, en el Capítulo General de 1506 se reprende -por razón
de pobreza- traer uno el rosario o cuentas de ámbar, otro de corales, otro de unos cabos de
cuchillos pulidos (Sig. II, 89). En el capítulo de 1514 se habla de que algunos monjes
suelen hacer algunas cosas de mano, como lucernas, rosarios, cruces... (Sig. II, 98). En
cuanto al rezo del rosario he encontrado una disposición del Rótulo del Capítulo
General de 1627, referida a una consulta que les ha hecho el Monasterio de la
Concepción Jerónima, de Madrid. Dice así: “ lo que piden que no se les impongan novedades ni obligaciones nuevas como es acudir a rezar el Rosario de nuestra Señora de
Comunidad y en voz en tono de los salmos, como ahora se ha introducido, sino que vayan
las que quisieren por su devoción. Respondemos que acudan al coro, que es más obligación, y
que si después del coro quisieren acudir puedan rezar el Rosario pero no a coros.
3
Recordemos que, hasta antes de la reforma litúrgica del Vaticano II, después de cada Hora, al
menos en la recitación pública, se cantaba una de las llamadas Antífonas finales de la bienaventurada Virgen María.
7
También tenemos referencia de un donado del Monasterio de San Jerónimo de
Valparaíso, Córdoba, a quien mirábanle no como a criado, sino como a hermano, de quien
se dice que rezaba cada noche un rosario entero, con sus santas consideraciones, mostrando
bien con las lágrimas de los ojos el sentimiento del alma (Sig. I, 243). Del padre fray
Martín de Torralva, del Monasterio de San Blas de Villaviciosa (Guadalajara), escribe su biógrafo que le hallaron muerto puesto de rodillas delante de una imagen... y con
un rosario en las manos (Sig. II, 246). Fray Pedro de Quintanilla, del monasterio de
Espeja -músico y ciego- por donde quiera que andaba llevaba el Rosario en las manos, y
las alabanzas de Dios y de su Madre en la boca y corazón, con que quedaron en aquel
monasterio tan ejemplares como célebres las Oraciones del ciego... (Santos, Quarta Parte de
la Historia de San Jerónimo, p. 471). Fray Diego de San Ildefonso, del Monasterio de
la Sisla (+ 1650) se dice que juntaba la oración mental con la vocal, en que era tan continuo, que jamás le vio alguno que no fuese rezando, siendo su más particular devoción con
la Reina de los Ángeles, cuyo rosario nunca dejaba de la mano, saludándola con todo amor
y rendimiento de día y de noche... (Santos, o.c., p. 368).
Me viene ahora a la memoria nuestro buen hermano fray Marciano de Pozoantiguo, monje de nuestros días, profeso del Parral, portero sencillo, atento y edificante
para todos los que con él se relacionaban, siempre con la sonrisa en la cara y el rosario en la mano, que se marchó a la Casa del Padre el 16 de julio, día de la Virgen del
Carmen, de 1999.
En 1752, por el entorno del Monasterio de San Jerónimo de Cotalba (GandíaValencia) se produjo una peste que ocasionó la muerte de 7 monjes, lo que puso a esta
comunidad en la última agonía y aflicción, por lo cual determinó implorar el auxilio de los
Santos, y cada religioso puso en una urna el Santo de su devoción. Salió por tres veces
Nuestra Señora de la Salud... de que quedaron sumamente consolados y gozosos. Votóle la
comunidad una fiesta perpetua con misa y sermón y colocar en una capilla muy suntuosa la
imagen muy hermosa de la Virgen... Desde entonces se reza a Nuestra Señora todos los días,
después de Completas, en el coro un tercio del Rosario con su letanía y oraciones en señal de
que militamos bajo su patrocinio y protección; y fiamos será perpetua su devoción4
Otra referencia a textos oficiales que aborden este tema del culto y devoción a
MARÍA en la Orden es la de una “Carta común” del P. General, fray Cristóbal de
Santa María, en 1633, que comunica: Por tener nuestra Sagrada Religión a la Reina del
4
SAEZ GARCÍA, José, “Novena... de la Santísima Virgen de la Salud de Rótova” Valencia, 1953,
Datos históricos, pág. 3.
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Cielo nuestra Señora por particularísima Patrona y abogada suya,
y ser la más de las casas nuestras
de su advocación, se determinó
hacerle algún servicio particular y
fue que todos los sábados del año,
diciendo vísperas y completas, se le
cate la Letanía que con muchas
indulgencias se canta en nuestra
Señora de Loreto en la forma que
Vs. Rs. vieron que se hizo en el
capítulo general pasado, para lo
cual quedé encargado enviar la
Letanía a las casas que no la tienen, porque muchas la cantan ya
con mucha devoción, y porque no
Asunción de María al cielo. M.G. Cantoral 2, Siglo XV.
he hallado orden para imprimirla
sin mucha costa, la procuraré
enviar de mano con toda brevedad, en llegando [a] Vs. Rs. la pongan en ejecución porque
haya conformidad en todas nuestras casas. También se trató por la misma devoción y a petición de algunos religiosos que nos conformemos, en no comer grosura los sábados, con la
Corona de Portugal... (Libro 3º de los Actos..., fol. 475v-476r)
Y comenta el historiador, fray Francisco de los Santos: Desde entonces se hace generalmente en la Orden este especial culto, con grande cuidado, devoción y alegría, como todos
los demás que miran a este fin de la veneración de tal Reina, que en el discurso del año son
muchos... (p. 129).
Ahora decidme, quienes así vivían cada día y cada año, ¿no os parece que no es de
extrañar que tuvieran un gran amor a MARÍA y fomentaran, con todas sus fuerzas y
saberes, la devoción y el culto a la Madre de Dios?
Pero volvamos atrás. Decía antes que la devoción a MARÍA ya venía bien cuajada en el corazón de nuestros fundadores.
Por de pronto hagamos memoria de que la gestación de la Orden se produce en dos
ermitas dedicadas a la Santísima Virgen. Primero en la de Nuestra Señora del Castañar,
poco más de cinco leguas de Toledo, poblada por ermitaños venidos de Italia, en razón a la
profecía de Tomás Succio: Veo que el Espíritu Santo desciende sobre España en la funda-
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ción de una religión. En ella se retira nuestro Fernando Yáñez y con él entra en relación
Pedro Fernández Pecha. Después Yáñez determinó pasarse a otra ermita más sola y de
menos ocasiones de ser visitado. Dábale mucha pena la frecuencia de los que venían a verle...
de la Corte y de Toledo... y tomando consigo algunos compañeros de aquellos se pasó a una
ermita de Nuestra Señora, llamada Villaescusa [Bellaescusa], en la ribera del río Tajuña,
entre Orusco y Ambite (Madrid), en donde por fin se le une Fernández Pecha, y allí están
hasta que deciden marchar a la ermita de San Bartolomé, etc., etc. (cfr. Sig. I, 14-20).
Pues bien, entretengámonos, al respecto de lo que venimos hablando, con Pecha
y Yáñez. De fray Pedro Fernández Pecha se dice que trataba con la Reina del cielo los
negocios del alma, la decía dulces requiebros y le encomendaba el aumento de la Orden que
había nacido en sus manos. De él mismo es este precioso -no sé si llamarlo poemasobre la Virgen que dejó escrito en sus famosos “Soliloquios”:
O Tú, por la gracia de la humildat bienaventurada,
e por la pureza de la voluntad.
e por la lynpieza de la carne virgen siempre,
e por la predestinación del Padre escogida,
e por el abundamiento de la gracia digna,
e por la obra del Espíritu Santo Madre de Dios,
que pariste nos el Señor, a nos siervos,
Padre-hermano e Rey-compañero,
e resplandeciente a nos, Sol de justicia,
e palabra de verdat,
e manaste a nos agua de alynpiamiento de perdón,
e diste a nos melezyna de salud
e precio de vida:
pues asy es, bienaventurada syenpre Virgen,
escogida.
llena de gracia,
dina Madre de Dios,
fuente de misericordia,
carrera de nuestra salud:
Rogamoste, Señora, por la piedad de tu talante,
que ayuntes a la poquedat de las nuestras obras
la dignidad del tu merescimiento,
e al atribulamiento de la nuestra devoción
el fervor de la tu caridat,
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porque tirada la vergüenza de las nuestras consciencias,
e reforçaza la nuestra fe,
e acrescentada la nuestra esperanza
en virtud de la tu obra,
osadamente puesta en el tu ruego la nuestra petición,
segund asmamos piadosa e concordable a la justicia,
humildosamente ante el tu bienaventurado Fijo
pedimoste sea presentada
porque nin por la mengua de los nuestros merescimientos,
nin por la tibieza de la nuestra devoción
el nuestro ruego sea menospreciado;
mas que tu con nusco
e nos en uno contigo,
afincada e diligentemente rogando,
lo que piadosamente pedimos,
graciosamente lo rescibamos.
Y también -y, si cabe, más- fray Fernando Yáñez de Figueroa. Puede ser un dato
valioso referirme ahora al hecho de la fundación del Monasterio de Guadalupe. Se
dice que, cuando se ofreció el Santuario a la comunidad de San Bartolomé de
Lupiana, el prior -fray Fernando Yáñez- y sus monjes respondieron con modestia, haciendo gracia a su alteza y a su señoría por la confianza que hacían de ellos, mas que era negocio de consideración y así tenían necesidad de mirarlo para responder.
Aquellos monjes de Lupiana no se osaban determinar, teniendo por dificultoso, cosa
fuera de su intento y de su vocación, que era buscar soledad y alejarse de los ruidos del
mundo, recogimiento, silencio y sosiego para la meditación; a todo esto parecía contrario lo
que imaginaban de aquel Santuario, donde sabían que concurría todo el mundo: frecuencia
de gentes naturales y extranjeras, acoger peregrinos, oír confesiones, acudir a remediar necesidades, cuidado de muchas almas, propios ejercicios de vida activa, profesando ellos el de la
vida contemplativa y monástica, que va huyendo de todo esto. (Sig I,86). Dice el historiador que sólo hallaron una razón que les asentase para aceptar el partido: LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN. Y ésta era tanta que contrapesaba a todos los otros inconvenientes.
Por eso, después de haber encomendado el negocio a nuestro Señor..., salió la mayor parte de
los votos en favor del servicio a la Santa Virgen. Entonces de inmediato rogáronle con
lágrimas, que pues sólo por su amor se determinaban a una cosa tan fuera de sus
intentos, tuviese por bien favorecerlos, y alcanzarles gracias que por esto no desdijesen de lo que pedía su hábito y profesión.
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¿Qué os parece? En verdad que es un buen botón de muestra de la devoción
mariana de nuestros primeros monjes, que después heredasteis las monjas.
Asentados ya en Guadalupe, se dice que fray Fernando Yáñez lo primero que hizo
fue entrar en cuenta con la Señora de la Casa. Púsose de rodillas a los pies de Ella, y levantando los ojos y las manos, le dijo con gran devoción: “Ve aquí, Reina soberana, donde me
han traído por mayordomo de vuestro real palacio, por ministro y guarda de él, y para que
aquí, en compañía de mis hermanos, os sirva. Para que respondan nuestras vidas a tantas
obligaciones y seamos dignos de estar en vuestra presencia, ningún caudal tenemos de nuestra parte; de todo punto nos confesamos por necesitados y pobres. La primera merced que aquí
en nombre de todos os pido (sea éste, Señora, el primer milagro que hacéis en nuestro favor)
es que con vuestra poderosa mano levantéis instrumentos tan imperfectos a la suficiencia de
tan gran obligación, que si fuéramos gratos a vuestros ojos, todo lo demás se nos hará fácil.
Respondan, Señora, primero nuestras vidas con las reglas que nos dejó vuestro Hijo y nuestro Señor, y resplandezca en nosotros, por vuestra misericordia, alguna semejanza de vuestra pureza y e vuestra profunda humildad, que sobre tan firmes cimientos no tendré miedo
en levantar una fábrica que sea digna de vuestro nombre”. Otras muchas razones pasó a sus
solas el siervo de Dios con su Señora, teniendo los ojos fijos en aquella santa Imagen, derribado en su acatamiento con profunda humildad, y Ella de secreto le revelaba en el alma
mucho de las cosas del cielo. Poníale también ánimo grande para emprender cosas grandes
en su servicio y aumento de aquella Casa...
Del mismo P. Yáñez se cuenta que, después de su muerte, se apareció a fray Juan
de Carrión y, entre otras cosas, le dijo: Sabe también, y así lo podrás decir, que la Virgen
santísima, y el bienaventurado N. P. S. Jerónimo, defienden y amparan la Orden, y este
monasterio, como piadosísimos Patronos... (Sig. I, 181).
Podéis comprender que, con tan buenos principios de devoción mariana, tampoco puede extrañarnos que, a los pocos años de morir los fundadores, en el tercer capítulo general, año 1418, se hicieran eco de la herencia recibida y determinaran
otra cosa muy pía y digna de unas almas tan llenas de devoción: que fue encargar
se esmerasen todos en el servicio de la Virgen nuestra Señora, encareciendo esto con
palabras tiernas que mostraban bien el alma de donde salían. Sentíanse muy obligados a sus favores, porque allende de los generales con que se muestra madre piadosísima
de cuantos la invocan, con la Orden de San Jerónimo había mostrado grandes señales
de su amor y clemencia, así en las casas que se habían edificado por sus favores y maravillas, como por lo que regalaba en particular a muchos religiosos, visitándoles y dándoles divinos consuelos.
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Visto hemos en lo de hasta aquí, señaladas pruebas de esto, y adelante se verán otras
tan grandes, o mayores.
Ordenaron por estas consideraciones que en todas las casas de la Orden se hiciesen
los sábados de todo el año, fiesta doble en su memoria, con oficio propio, que para ello se
compusiese de nuevo, o tomándolo de los que la Iglesia tiene recibidos. Mandaron también, que en todas las casas la tuviesen por patrona singularísima, pues Ella no se desdeñaba de recibirlos debajo de su amparo, mostrando con tan claras señales cuan grata
le era esta religión y lo que con ella se servía su Hijo y la corte celestial de sus santos.
Asentose esto luego, porque halló bien dispuestos los ánimos, ni pudo venir precepto
de sus superiores que con mayor alegría fuese recibido. Hízose un oficio propio, devoto y
de buena erudición, que se usó en toda la Orden por más de 140 años. Durara hasta el
fin del mundo, si la obediencia de la Iglesia (que es más hermosa en los ojos de Dios y de
la Virgen, que todas nuestras alabanzas), con el nuevo rezado que se reformó por su
Pontífice, no mandara acomodarse a otro, aunque es muy poco diferente. (Sig. I, 293).
De este mismo tenor nos encontramos con otros muchos textos. ¿Me toleráis que
os cite alguno más? - Me parece ver que vuestros rostros me dicen que sí...
¿Recordáis a Alonso Fernández Pecha, el hermano de nuestro Pedro Fernández
Pecha, que renunció al obispado de Jaén? Pues hablando de la donación que hizo de
sus bienes a la Orden, en cuya escritura se reseñaba que: por servicio de Dios, y por aver
propicia a la sagrada Virgen María, y a San Jerónimo, daba y donaba al Monasterio de San
Bartolomé de Lupiana..., el P. Sigüenza comenta: Véese aquí también la plática primera,
y el fin de esta Religión en estos dos patronos que nombra en su donación, la Virgen María
y San Jerónimo, de donde se descubre la razón de ser de casi todas las casas de esta Religión
de estas dos vocaciones, de la Virgen Santísima y del Doctor sacro, porque desde sus principios pusieron en ellos los ojos aquellos varones píos (I, 52).
Fray Pedro de la Vega, autor de la primera Crónica de los frayles de la orden del bienaventurado sant Hieronymo, impresa en 1539, refiriéndose a esos mismos argumentos
que acreditan la devoción de los primeros jerónimos a la Santísima Virgen, escribe:
cuan acepto fuese a la sacratísima Madre de Dios el estudio de estos primeros padres en su
servicio, esa clementísima Señora tuvo por bien de lo revelar, según lo hallamos escrito en los
anales de la Orden, por esta manera: Como al principio de la Orden unos frailes se saliesen
de su monasterio con propósito de se pasar a otra orden porque les parecía que la nuestra aún
no tenía asiento, y no había de ella sino tres o cuatro monasterios, luego que salieron y se
apartaron un poco de espacio del monasterio les apareció visiblemente la Santísima Virgen
Madre de Dios, nuestra Señora, y les mandó tornar a su monasterio, diciéndoles que Ella
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había de ser servida en esta Orden, y que en breve había de crecer y ser prosperada, lo cual
por sus merecimientos hoy se ve bien cumplido (Fol. XIIIv).
En 1636 se sigue argumentando con las mismas razones. Se comunica a los
monasterios en el Rótulo del Capítulo General de dicho año: Iten por la devoción
grande que siempre nuestra sagrada Religión ha tenido al Ssmo. Sacramento y a nuestra
señora la Virgen María, debajo de cuya protección y amparo milita nuestra sagrada
Religión, y su vocación tienen las mas casas de ella, mandamos... (Libro 3º de las Actos...,
fol. 504r).
Más adelante, el Padre General, fray Pedro de Béjar, recibe una carta del Rey y
Señor Carlos Segundo, fechada en 28 de noviembre de 1697, en la que le dice: En
continuación de mi devoción a la Virgen Santísima Ntra. Señora he resuelto que en su obsequio y reverencia se celebren novenarios en todos mis Reinos, en Capilla de Nuestra Señora,
con misa solemne todos los nueve días... El Padre General se lo comunica a todos los
monasterios diciéndoles: Y siendo tan piadoso el celo, y tan fervorosa la devoción a María
Santísima, Señora nuestra, Patrona de nuestra Sagrada Religión, y titular de la mayor
parte de nuestros Monasterios, no sólo no lo debemos tener por molesto, sino por especial
agrado... (Ídem., fol. ).
Fijaros, por otro lado, que hasta hablando del hábito que Gregorio XI vistió a
Pedro Fernández Pecha y su compañero, dice el P. Sigüenza: y no falta quien añade que
nuestra soberana reina y señora jamás vistió otros colores... Y comenta: y no pareciera mal
nuestra Virgen Madre, con este hábito... (I, 30).
También podríamos hablar un poco del tema de la Concepción Inmaculada de
María. Sabéis que hasta 1854 no fue definida como dogma. Hasta entonces fue una
cuestión muy controvertida, de la que ahora no vamos a hacer historia. Pero sí la
nuestra propia. Al menos desde 1510 se ordenó que la fiesta de la Concepción de nuestra Señora se celebre y haga doble mayor (Const. 1613, C. 23, E. VI, p. 51). Y los formularios de la Misa y del Oficio divino ya aparecen en sus respectivos libros propios
de la OSH: Misal de 1510 y Breviario de 1512.
He podido consultar incluso un escrito de nuestro P. General, fray Ildefonso de la
Concepción, fechado el 18 de octubre de 1732, dirigido a S. Santidad Clemente XII,
en el que solicita la definición del dogma. También otros dos Padres Generales, fray
Baltasar de los Reyes (año 1664) y fray Antonio de San Pedro Carrasco (año 1788),
en sus respectivas “cartas comunes” dirigidas a todas las Comunidades, recomiendan
la piadosa y atenta devoción y el mayor culto de la Concepción Purísima de la Reina
del Cielo, encareciendo la celebración de su fiesta y octava.
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También puedo hacer una referencia muy concreta a nuestras monjas del
Monasterio de Santa Paula de Granada. En su actual archivo tienen un códice cuyo
título es: Libro de profesiones que hacen las religiosas que en este Monasterio de Santa
Paula se dedican y consagran a Dios Ntro. Sr. que tiene principio en el año que corre de
1645. Feliz por haberse votado en este convento que María Santísima fue concebida sin
pecado original. En él se recogen las cartas de profesión en las que consta que cada
monja, a la vez que hacía la profesión, hacía el voto de la Concepción. La última carta
de profesión que está en este libro es del 23 de enero de 1826.
Por último, podría hacer alusión a multitud de monjes y monjas de quienes sus
biógrafos -Sigüenza y Santos- destacan su especialísima devoción a María y las intervenciones de Ella en ellos. No debo extenderme más... Sin embargo dejarme que os
narre siquiera un par de ellas, casi cogidas al vuelo... Precisamente de dos segovianos,
profesos del Monasterio de Ntra. Sra. de la Mejorada, en Olmedo (Valladolid). Creo
que nos pueden dejar buen sabor de boca... La primera es la de fray Andrés de
Segovia, de quien escribe su biógrafo: Tan devoto de la Virgen nuestra Señora que ponía
admiración: comiendo estaba, y creo que también durmiendo (tanto puede un buen hábito)
y le sonaba el Ave María en los labios; palabras y oración para él tan regalada, que no hay
panal tan dulce a nuestro paladar como ella al gusto de su alma. No nos dijeron cuanto vivió
el santo ni que ocupaciones tuvo por la obediencia, contentándose con avisarnos que cuando
partió de esta vida la Reina soberana vino a consolar a su siervo y a darle la buena nueva
de su feliz tránsito y cómo le habían sido gratos sus servicios. Fue tan público este favor, que
le entendieron cuantos estaban presentes, pretendiendo en esto nuestra Princesa que no nos
descuidemos en servirla, pues se muestra tan agradecida a los que en este destierro celebran
su memoria.
Pareciósele mucho su compañero fray Antonio de Segovia en el nombre y en la devoción
de la santa Virgen, enterneciéndose tanto en sus amores que, para salirle las lágrimas de los
ojos en abundancia no era menester más de oír su santo nombre, y no había ocupación ni
entretenimiento tan preciso ni tan fuerte que, si volvía los ojos a donde estaba su imagen,
no llorase de devoción y de alegría. Decíale tan tiernos amores y dulzuras que no le hacían
en esto ventaja san Anselmo, ni san Bernardo, ni san Ildefonso, ni ningún otro de los más
abrasados en su devoción. Todas cuantas misas decía eran de la Virgen; y cuando por la obediencia de la Iglesia no podía sino celebrar lo que ella manda, íbase a su celda o a una capilla y allí tornaba, en la manera que podía, a decir la Misa de la Virgen, lo que tocaba a las
oraciones y todo lo que está fuera del sacro Canon... Tres semanas antes que muriese dijo claramente: tengo que morir tal día y a tal hora. Estaba aquella sazón tan sano y tan entero
como siempre. Preguntáronle algunos religiosos amigos les dijese cómo sabía aquello, respon-
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dió que de un muy fiel original... dijo
claramente que nuestra Señora se lo
había revelado, porque así era la voluntad de su Hijo nuestro Señor. Decía esto
el santo con tanta simplicidad y llaneza
como ello pasaba... (Sig. II, 232-233).
Haré también, al menos, una breve alusión a nuestra gran sierva de
Dios, Sor María de Ajofrín, de las
primeras monjas de San Pablo de Toledo. Su biógrafo -en opinión de Siguënza hombre docto y gran fraile y que
confesó a esta santa casi todo el tiempo
en que nuestro Señor la hacía las mercedes que diremos-, en el Prólogo del
escrito que nos dejó sobre ella, nos
dice: Yo, el muy indigno siervo de los
siervos de Dios, fray Juan de Corrales,
Prior de La Sisla de Toledo, recontaré a
honra y gloria del soberano Rey, Dios
nuestro Señor, las maravillas y secretos
Anunciación. Cantoral nº 1, Fol. 114v. Monasterio
que por mis ojos vi, y por mis manos
de Espeja. Burgo de Osma. Catedral.
traté, y oy a personas dignas de fe y de
gran memoria, las cuales nuestro Señor
quiso poner y demostrar en una pobrecilla sierva suya, llamada María de Ajofrín, virgen y
santa, en el monasterio y casa de doña María García, en la ciudad de Toledo. Tales “maravillas y secretos” están muy relacionadas con su gran devoción a la Santísima Virgen
María, pero no es posible, ni siquiera, sintetizarlas aquí. Podéis acudir a
Sigüenza(Tomo II, Libro II, capítulos XLV-XLIX).
En fin, toda esta historia es muy interesante, pero si la vemos en la perspectiva de
aquello que corrientemente se dice: “la Historia es maestra de la vida”. Bien pudiera
servirnos ésta, que venimos narrando, para empujarnos a jerónimas y jerónimos, a
crecer en amor a María, e incrementar nuestra devoción y culto a Ella.
Más pienso que, pues tanto hemos hablado anteriormente de la relación María y
Liturgia - Liturgia y María, bien podríamos entretenernos ahora un poco, y terminar
profundizando algo en este aspecto particular de las relaciones entre María y la Liturgia.
16
Vamos a ir de manos de Pablo VI, sintetizando un capítulo de su exhortación apostólica
“Marialis cultus”, que titula: La Virgen modelo de la Iglesia en el ejercicio del culto.
Pablo VI nos la quiere poner como ejemplo de la actitud espiritual con que la Iglesia
celebra y vive los divinos misterios. Escuchémosle:
La ejemplaridad de la Santísima Virgen en este campo dimana del hecho que Ella
es reconocida como modelo extraordinario de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo, esto es, de aquella disposición interior con que la
Iglesia, Esposa amadísima, estrechamente asociada a su Señor, lo invoca y por su medio
rinde culta al Padre Eterno.
María es la “Virgen oyente”, que acoge con fe la palabra de Dios: fe, que para Ella
fue premisa y camino hacia la Maternidad divina, porque, como intuyó San Agustín:
“la bienaventurada Virgen María concibió creyendo al [ Jesús] que dio a luz creyendo”:
en efecto, cuando recibió del Ángel la respuesta a su duda, “Ella, llena de fe, y concibiendo a Cristo en su mente antes que en su seno, dijo: “he aquí la esclava del Señor,
hágase en mí según tu palabra”; fe, que fue para Ella causa de bienaventuranza y seguridad en el cumplimiento de la palabra del Señor; fe, con la que Ella, protagonista y
testigo singular de la Encarnación, volvía sobre los acontecimientos de la infancia de
Cristo, confrontándolos entre sí en lo hondo de su corazón.
Esto mismo hace la Iglesia [-y hacemos nosotros-], la cual, sobre todo en la Sagrada
Escritura, escucha con fe, acoge, proclama, venera la palabra de Dios, la distribuye a los
fieles como pan de vida y escudriña a su luz los signos de los tiempos, interpreta y vive
los acontecimientos de la historia.
María es, asimismo, la “Virgen orante”. Así aparece Ella en la visita a la madre del
Precursor, donde abre su espíritu en expresiones de glorificación a Dios, de humildad,
de fe, de esperanza: tal es el “Magnificat”, la oración por excelencia de María...
“Virgen orante” aparece María en Caná, donde, manifestando al Hijo con delicada súplica una necesidad temporal, obtiene además una efecto de la gracia: que Jesús,
realizando el primero de sus “signos”, confirme a sus discípulos en la fe en Él (cf. Jn 2,
1-12).
También el último trazo biográfico de María nos la describe en oración: Los
Apóstoles >perseveraban unánimes en la oración, juntamente con las mujeres y con
María, Madre de Jesús, y con sus hermanos= (Act 1-14): presencia orante de María en
la Iglesia naciente y en la Iglesia de todo tiempo, porque Ella, asunta al cielo, no ha
abandonado su misión de intercesión y salvación.
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“Virgen orante” es también la Iglesia [-somos todos nosotros-], que cada día presenta al Padre las necesidades de sus hijos, alaba incesantemente al Señor e intercede
por la salvación del mundo.
Finalmente, María es la “Virgen oferente”. En el episodio de la Presentación de
Jesús en el Templo (cf. Lc2, 22-35), la Iglesia, guiada por el Espíritu, ha vislumbrado, más allá del cumplimiento de las leyes relativas a la oblación del primogénito y de
la purificación de la madre, un misterio de salvación relativo a la historia salvífica:
esto es, ha notado la continuidad de la oferta fundamental que el Verbo encarnado hizo
al Padre al entrar en el mundo (cf. Heb 10, 5B7); ha visto proclamada la universalidad de la salvación, porque Simeón... reconocía en Él al Mesías...; ha comprendido la
referencia profética a la Pasión de Cristo...
Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la redención alcanza su culminación en el Calvario, donde Cristo >a sí mismo se ofreció inmaculado a Dios= (Heb.
9,14) y donde María estuvo junto a la Cruz (Jn 19,15) sufriendo profundamente con
su Unigénito y asociándose con ánimo materno a su sacrificio, adhiriéndose amorosamente a la inmolación de la víctima por Ella engendrada y ofreciéndola Ella misma
al Padre eterno...
En fin, tomemos conciencia e interioricemos estos tres matices de la ejemplaridad
de María en este aspecto particular de las relaciones entre Ella y la Liturgia:
María oyente
María orante
María oferente
Fijarnos en Ella bajo estos tres aspectos y procurar imitarla, será la mejor garantía de una verdadera y auténtica devoción y culto a María.
Pues bien, queridas hermanas, con ánimo y alegría, administremos esta rica
herencia de nuestros mayores: la devoción y el culto a MARÍA. Devoción y culto que,
como nos advierte el Concilio Vaticano II, no consiste ni en un sentimentalismo estéril
y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que nos induce
a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes (LG 67). Que todo ello os lleve, a todas y a
cada una, queridas hermanas, a una hermosa aspiración: QUIEN ME VEA, QUE
VEA A MARÍA. (Buen fruto de esta celebración jubilar: 50 años de este Monasterio
y Comunidad de Nuestra Señora de los Ángeles!
18
MONASTERIOS ESPAÑOLES DE MONJES JERÓNIMOS
DEDICADOS A SANTA MARÍA
1. Santa María de la Sisla (Toledo)(1374)
2. Santa María de los Ángeles ( Javea - Valencia)(1374)
3. Santa María de Aniago (Valladolid) (1376)
4. Santa María de Guadalupe (Cáceres) (1389)
5. Santa María de la Mejorada (Valladolid) (1396)
6. Santa María de la Murta (Alzira - Valencia) (1401)
7. Santa María de la Armedilla (Valladolid) (1402)
8. Santa María del Frexdelval (Burgos) (1403)
9. Santa María de Montamarta (Zamora) (1407)
10. Santa María de Toloño (Alava) (¿1415?)
11. Santa María de Villavieja (Navarra) (¿1415?)
12. Ntra. Sra. de la Estrella (San Asensio - Logroño) (1419)
13. Ntra. Sra. de Prado (Valladolid) (1441)
14. Santa María del Paso (Madrid) (1455)
15. Santa María del Parral (Segovia) (1447)
16. Santa María de la Victoria (Salamanca) (1477)
17. Santa María de la Concepción (Granada) (1492)
18. Ntra. Sra. de la Luz (Lucena del Puerto - Huelva) (1492)
19. Santa María del Rosario (Bornos - Cádiz) (1495)
20. Santa María de la Esperanza (Segorbe - Valencia) (1495)
21. Santa María de la Piedad (Baza - Granada) (1502)
22. Colegio Sta. Mª de Guadalupe (Salamanca) (1511)
23. Santa María de la Piedad (Valdebusto - Valladolid) (1515)
24 Santa María de Jesús (Tábara - ) (1559)
25. Santa María de los Remedios (Sanlúcar de Barrameda - Cádiz)(1440 - 1567)
26. Santa María de Gracia (Carmona - Sevilla) (1477 - 1567)
27. Santa María del Valle (Ecija - Sevilla) (1486 - 1567)
Casas dedicadas a Santa María
Casas dedicadas a San Jerónimo
Casas dedicadas a otros santos
27
13
20
45 %
21,66 %
33,33 %
NOTA: No todas las casas existieron al mismo tiempo. Cuando más, hubo unos 48 monasterios a la vez.
19
APÉNDICE 1
Reina de Todos los Santos. Cantoral nº 3, F. 20s. Monasterio de Espeja. Burgo de Osma. Catedral.
20
21
APÉNDICE 2
Ntra Sra. de la Carbonera
Ntra Sra. de Bellaescusa
Ntra Sra. de la Luz
(Madrid)
(Orusco - Madrid)
(Huelva)
Ntra Sra. de la Salud
Ntra Sra. de los Remedios
Ntra Sra. de la Murta
(Garrovillas)
(Yunquera)
(Santa María de Alzira)
Concepción Jerónima
Ntra. Sra. del Rosario
Ntra. Sra. de Guadalupe
(Madrid)
(Bornos - Sevilla)
(Cáceres)
22
Ntra Sra. de la Murta
Santa Mª del Parral
Ntra Sra. de la Piedad
(Alzira - Valencia)
(Segovia)
(Baza - Granada)
Ntra Sra. de los Ángeles
Ntra Sra. de Prado
Ntra. Sra. de Guadalupe
(Constantina)
(Valladolid)
(Cáceres)
Ntra. Sra. de los Ángeles
Ntra. Sra. de la Estrella
Ntra. Sra. del Valle
( Jávea)
(Logroño)
(Écija)
23
ALGUNOS TEXTOS MARIOLÓGICOS DE SAN JERONIMO
María Virgen y Madre.
Cristo es virgen, y la madre del virgen es virgen también para siempre virgen y
madre. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entro el interior; en el sepulcro que
fue María, nuevo, tallado en la más dura roca, donde no se había depositado a nadie
ni antes ni después. Ella es la puerta oriental de la que habla Ezequiel, siempre cerrada llena de luz, que , cerrada, hace salir de sí al Santo de lo Santos la cual el Sol la
justicia entra y sale.
Que ellos me digan como entró Jesús (en el cenáculo) estando las puertas cerradas ... y yo les diré como María es, al mismo tiempo, virgen y madre...
(Ep 49,21, a Pamaquio)
Virginidad perpetua de María.
Creemos que Dios nació de una Virgen, porque así lo hemos leído.
No creemos que María se casó después del parto porque no lo hemos leído.
Y no decimos esto para condenar el matrimonio, pues la misma virginidad es fruto
del matrimonio.
(Adv. Helvid. PL 23)
Eucaristía y maternidad divina.
La tierra ha dado su fruto. La tierra es Santa María, de nuestra tierra, de nuestro
linaje, de esta arcilla, de este barro, de Adán. Esta tierra ha dado su fruto: lo que perdió en el paraíso, lo recuperó en el Hijo. La tierra ha dado su fruto. Primero dio la
flor. dice el Cantar de los cantares: “Yo soy a flor del campo y el lirio de los valles”.
Así pues, esta flor se ha convertido en fruto para que nosotros la comamos nos alimentamos con su propia carne. Queréis saber que es ese fruto?. El Virgen que procede de la Virgen, el Señor de la esclava, Dios hecho hombre; el hijo nacido de la
Madre, el fruto de la tierra ...
(Trac. in Ps 66,6)
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SI DESEAS INFORMACIÓN VOCACIONAL PONTE EN CONTACTO CON:
Noviciado Orden de San Jerónimo. Monasterio de Santa María del Parral - 40003 Segovia
Teléf. 921 43 12 98 • E-mail: [email protected]

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