Associació Cultural Granollers - Associació Cultural de Granollers

Transcripción

Associació Cultural Granollers - Associació Cultural de Granollers
Associació Cultural Granollers
Divendres 3 d’octubre / 19.00 i 22.00 h
Diumenge 5 d’octubre / 19.00 h
Centre Cultural de Granollers
2014
Ida
de Pawel Pawlikowski
v.o. polonesa subtitulada
Fitxa tècnica
Direcció: Pawel Pawlikoski / Guió: Pawel Pawlikowski i
Rebecca Lenkiewicz / Música: Kristian Selin Eidnes
Andersen / Fotografia: Lukasz Zal, Ryszard Lenczewski
(B&W) / País: Polònia / Any: 2013 / Durada: 80 minuts
Premi a la millor pel·lícula als festivals de Xixón, Londres
Varsòvia; premi de la crítica internacional al Festival de Toronto.​​
Fitxa artística
Agata Kulesza, Agata Trzebuchowska, Joanna Kulig, Dawid
Ogrodnik, Jerzy Trela, Adam Szyszkowski, Artur Janusiak,
Halina Skoczynska, Mariusz Jakus
SINOPSI. L’Anna és una jove novícia que, a la Polònia de 1960 i a punt de fer els vots com a monja, descobreix un secret de
família fosc, que data de la terrible època de l’ocupació nazi.
PAWEL PAWLIKOWSKI. Pawel Pawlikowski es un director de cine ganador del BAFTA nacido en Polonia y residente en Reino
Unido. Nació en Varsovia, pero dejó Polonia a los 14 años para irse a vivir a Alemania e Italia antes de trasladarse a Reino Unido en
1977. Estudió Literatura y Filosofía en Londres y Oxford y empezó a rodar películas a mediados de los 80. Los primeros trabajos de
Pawel fueron documentales para la BBC. Entre los más conocidos de esa época están “From Moscow to Pietushki”, “Dostoevsky’s
Travels”, “Serbian Epics” and “Tripping with Zhirinovsky”. Entre todos ellos le reportaron un Emmy Internacional, un Prix Italia, el
Grierson y dos premios de la Royal Television Society, entre otros muchos en el circuito de festivales. En 1998, Pawlikowski se pasó
a la ficción con el mediometraje de bajo presupuesto “Twockers”, que escribió y codirigió con Ian Duncan y que está muy influenciado por su anterior experiencia con los documentales. A éste le siguieron tres largometrajes escritos y dirigidos por él, “The
Stringer” (1998), “Last Resort” (2000), “My Summer of Love” 2004) y “La femme du Vème” (2011) por los cuales recibió premios
BAFTA, así como otros en festivales de todo el mundo.
ENTREVISTA AMB EL DIRECTOR
¿Cuál es el punto de partida de IDA? IDA tiene muchos puntos de partida y algunos de los más interesantes quizás no
sean deliberados. Digamos que vengo de una familia repleta de misterios y contradicciones y que he vivido en una forma de
exilio u otra casi toda mi vida. Siempre han estado presentes las dudas sobre la identidad, la familia, la sangre, la pertinència y
la historia. Estuve dando vueltas durante años a la historia de una monja católica que descubre que es judía. En un principio la
situé en 1968, el año de las protestas estudiantiles y las purgas antisemitas del Partido Comunista en Polonia. La historiaversaba
sobre una monja algo mayor que Ida, así como sobre un obispo asediado y un secretario de Seguridad del Estado. Todo estaba
más impregnado de la política de la época. El guion estaba volviéndose más esquemático, enredado y de suspense de lo que
yo quería, así que dejé IDA a un lado por un tiempo y me fui a París a rodar The Woman in the Fifth. Entonces estaba en otro
lugar. Cuando retomé IDA tenía una idea mucho más clara de cómo quería que fuera la película. Junto a mi coguionista Rebecca Lenkiewicz lo deshicimos todo, lo hicimos menos enredado, los personajes más ricos y menos funcionales. Ida se tornó más
joven, con menos experiencia, como una página más en blanco, una chica joven en el umbral de la vida. También trasladamos la historia al 62, un periodo no descriptivo en Polonia, pero un periodo del que yo guardo también unos vívidos recuerdos, mis propias
impresiones como niño, pero, con mayor razón aún, sensible a las imágenes y a los sonidos. Algunas tomas de la película podrían
haber sido sacadas de mi álbum familiar.
¿De dónde viene el personaje de Wanda? Mientras hacía mi posgraduado en Oxford entablé amistad con el profesor Brus, un
agradable economista, un reformista marxista que dejó Polonia en el 68. Me caía especialmente bien su esposa, Helena, que fumaba, bebía, bromeaba y contaba unas historias estupendas. Helena no soportaba las tonterías, pero me parecía una mujer cariñosa
y generosa. Perdí contacto con los Brus cuando dejé Oxford, pero unos diez años más tarde oí en la BBC que el gobierno polaco
solicitaba la extradición de una tal Helena Brus-Wolinska, residente en Oxford, por crímenes contra la humanidad. Resultó que la
encantadora mujer había sido una abogada estalinista cuando tenía veintitantos años. Entre otras cosas, maquinó la muerte en una
farsa de juicio de un héroe de guerra, completamente inocente, el general ‘Nil’ Fieldorf. Fue una pequeña conmoción para mí. No
lograba casar a la cariñosa e irónica mujer que conocí con la verdugo estalinista despiadada y fanática. Esta paradoja me persiguió
durante años. Incluso intenté escribir una película sobre ella, pero no conseguía entender a alguien tan contradictorio. Meterla en
la historia de Ida ayudó a dar vida a ese personaje; y viceversa, poner a la ex creyente con las manos manchadas de sangre junto a
Ida, me ayudó a definir el personaje de la joven monja y su travesía.
La música parece tener un papel esencial en la película. Sí, las canciones pop eran claves desde el principio. Las tenía grabadas a fuego en mis recuerdos de la infancia. Dan color al paisaje. Coltrane y otros vinieron a mi edad adulta. Casualmente a finales de
los cincuenta y principios de los sesenta hubo unos años magníficos para el jazz en Polonia. Fue una verdadera explosión: Komeda,
Namyslowski, Stanko, Wroblewski... Aparte de la historia de Ida quería hacer aparecer una cierta imagen de Polonia, una imagen que
yo aprecio mucho. Mi país quizás fuera gris, opresivo y esclavizado a principios de los 60, pero en algunas coses era más ‘guay’ y
más original que la Polonia de hoy, y de algún modo más evocador universalmente. Estoy seguro que muchos polacos resentidos,
y hay muchos, no apreciarán la belleza, el amor que hemos puesto en la película y me acusarán de dañar la imagen de Polonia, al
centrarme en la melancolía, lo provincial, lo grotesco… Y está el asunto de un granjero polaco que mata a una familia judía… seguro
que habrá problemas. Por otra parte, hay también una abogada del Estado estalinista de origen judío, lo que podría ponerme con
el agua al cuello en otros círculos. Aún así, espero que la película sea lo suficientemente específica y poco retórica para que se
comprenda en sus propiostérminos.
Crítiques
Ya de buen comienzo, una elección de composición del encuadre, con mucho aire por arriba, nos advierte que en esta película
alguien ha pensado cómo se colocan las figuras en el campo que ve el espectador. Esas figuras, sobre todo las dos protagonistas,
aparecen aplastadas por el marco superior de la imagen, como si no fueran responsables de su propio destino. Y no lo son: en la
Polonia de los primeros años 60, esas dos mujeres poco horizonte tienen ante ellas.
De ahí la elección de la fotografía, riguroso blanco y negro; de ahí la búsqueda de una verdad incómoda tras la mudez del resto de
los personajes, la roña que toda sociedad guarda sobre sím misma y su pasado, y que, en Polonia, se llama, como en otros lugares de
Europa, antisemitismo, ambición, muerte. Pawlikowski hace emprender a sus protagonistas un viaje hacia una verdad que intuimos
de buen comienzo: lo que importa no es esclarecer la verdad como compartir experiencias. Y no les deja escapatoria: en ese país
que ya no es (¿que ya no es?), la libertad de una consiste en una solución radical, y la de la otra, la novicia, no existe más allá de las
cuatro paredes del monasterio. ‘Ida’ es una de esas sorpresas agradables que a veces nos da un cine que dista mucho de los mejores
hallazgos que jalonaron su agitada historia. Fotogramas / Mirito Torreiro
(...) Es una película rodada en un precioso blanco y negro y que no puedo ni quiero imaginármela en color, en la que su elección
cromática sirve para hacerte respirar la época en la que está ambientada. Son los años sesenta en Polonia y si no poseyeras datos de ella creerías que fue concebida en aquel tiempo por un poderoso creador de imágenes, que no es cine de ahora. Utiliza el
formato 4:3, la pantalla es casi cuadrada. Y tiene sentido, no es gratuito, coqueto, ni experimental. No existe música subrayando las
emociones de los personajes, aunque a estos les ocurran muchas y terribles cosas. La única que escuchamos es la que ponen en
su casa (Bach), cantos religiosos en una iglesia, o cuando alguien interpreta al saxo, con veneración y sentimiento Naima, de John
Coltrane. El metraje es de 80 minutos, el tiempo que necesita el director para contarte esta historia con tanta precisión como
poder de sugerencia. No sobra ni falta un plano. Me siento hipnotizado de principio a fin. El País / Carlos Boyero / 26/03/14
PROPERES SESSIONS
Dimarts singular. Dimarts 7 d’octubre / 20.00 h: Blau Merino de Carles Riobó
10 i 12 d’octubre: 10.000 Km (2014), de Carlos Marqués-Marcet
17 i 19 d’octubre: Philomena (2013), de Stephen Frears
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