JES_Leccion 1_El poder de un testimonio personal

Transcripción

JES_Leccion 1_El poder de un testimonio personal
JESUCRISTO Y EL EVANGELIO SEMPITERNO
Lección 1: Jesús es el Cristo Viviente
EL PODER DE UN TESTIMONIO PERSONAL
ÉLDER DIETER F. UCHTDORF
Del Cuórum de los Doce Apóstoles
(Liahona, Noviembre 2006, págs. 37-39)
En el Libro de
Mormón, leemos
acerca del joven Nefi,
a quien el Señor le
mandó que
construyera un barco.
Él fue diligente en
obedecer ese
mandamiento, pero
sus hermanos se
mostraron escépticos; “…cuando vieron mis
hermanos que estaba a punto de construir un
barco”, él escribió, “empezaron a murmurar
contra mí, diciendo: Nuestro hermano está
loco, pues se imagina que puede construir un
barco; sí, y también piensa que puede
atravesar estas grandes aguas” (1 Nefi 17:17).
Pero Nefi no se desanimó. No tenía
experiencia en la construcción de barcos, pero
tenía un firme testimonio personal de que “el
Señor… [prepararía] la vía para que
[cumpliesen] lo que les [había] mandado” (1
Nefi 3:7). Con ese poderoso testimonio y esa
motivación en su corazón, Nefi construyó un
barco en el que cruzaron las grandes aguas, a
pesar de la gran oposición de sus infieles
hermanos.
Permítanme compartir con ustedes una
experiencia personal de mi juventud sobre el
poder que tiene un motivo justo.
Tras la agitación de la Segunda Guerra
Mundial, mi familia terminó en la Alemania
del Este, que estaba ocupada por Rusia. En el
cuarto grado de la escuela, tuve que aprender
ruso como primer idioma extranjero; era muy
difícil debido al alfabeto cirílico, pero con el
tiempo llegué a dominarlo.
Cuando cumplí once años, tuvimos que
abandonar Alemania del Este repentinamente
debido a la orientación política de mi padre.
Ahora tenía que asistir a una escuela en
Alemania del Oeste, que en esa época estaba
ocupada por Estados Unidos. Allí, en la
escuela, todos los niños tenían que aprender
inglés y no ruso. Aprender ruso había sido
difícil, pero inglés me resultaba imposible.
Tenía la impresión de que mi boca no estaba
hecha para hablar inglés. Mis profesores
hicieron lo imposible, mis padres sufrieron y
yo sabía que, sin duda, el idioma inglés no era
para mí.
Pero entonces algo cambió en mi juventud.
Casi todos los días iba hasta el aeropuerto en
bicicleta y observaba el aterrizaje y el
despegue de los aviones. Leí, estudié y
aprendí todo lo que pude encontrar sobre
aviación: mi mayor deseo era llegar a ser
piloto. Me imaginaba a mí mismo en la cabina
del piloto de un avión comercial o de un
avión de combate. En lo profundo de mi
corazón, sentí que aquello sí era para mí.
Luego supe que para ser piloto tenía que
saber hablar inglés. De la noche a la mañana,
para sorpresa de todos, pareció que mi boca
había cambiado. Fui capaz de aprender inglés.
Aun así, me costó gran esfuerzo,
perseverancia y paciencia, pero, ¡pude
aprender a hablar en inglés!
¿Por qué? ¡Gracias a un motivo fuerte y justo!
Nuestros motivos y pensamientos son los que,
al final, repercuten en nuestras acciones. El
testimonio de la veracidad del Evangelio
restaurado de Jesucristo es la fuerza
Pág | 1
JESUCRISTO Y EL EVANGELIO SEMPITERNO
Lección 1: Jesús es el Cristo Viviente
motivadora más poderosa de nuestra vida.
Con frecuencia Jesús recalcó el poder de los
buenos pensamientos y de los motivos
adecuados: “Elevad hacia mí todo
pensamiento; no dudéis; no temáis” (D. y C.
6:36).
El testimonio de Jesucristo y del Evangelio
restaurado nos ayudará a conocer el plan
específico que Dios tiene para nosotros y a
actuar de acuerdo con ello; nos brinda la
seguridad de la realidad, de la veracidad y de
la bondad de Dios; de las enseñanzas y de la
expiación de Jesucristo y del llamamiento
divino de los profetas de los últimos días.
Nuestro testimonio nos motiva a vivir en
rectitud, y una vida recta hará que nuestro
testimonio sea cada vez más firme.
¿Qué es un testimonio?
Una definición de testimonio es: “Una solemne
atestación en cuanto a la verdad de un
asunto”; procede del término latino
testimonium y la palabra testi que significa
testigo (“Testimony”,
http://www.reference.com/browse/wiki/Te
stimony; Merriam-Webster’s Collegiate
Dictionary, 11th ed., 2003, “testimony”, pág.
1291).
Para los miembros de La Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días, el término
testimonio es una palabra entrañable y familiar
en nuestras expresiones religiosas. Es tierna y
dulce, y siempre conlleva cierto carácter
sagrado. Cuando hablamos del testimonio,
nos referimos a sentimientos del corazón y de
la mente, en lugar de una acumulación de
hechos lógicos y estériles. Es un don del
Espíritu, una atestación del Espíritu Santo que
indica que ciertos conceptos son verdaderos.
Un testimonio es el conocimiento seguro o la
certeza que viene del Espíritu Santo acerca de
la veracidad y de la divinidad de la obra del
Señor en estos últimos días. Un testimonio es
“la convicción permanente, viviente y
conmovedora de las verdades reveladas del
Evangelio de Jesucristo” (Marion G. Romney,
“Cómo obtener un testimonio”, Liahona,
noviembre 1976, pág. 1, cursiva agregada).
Al testificar, declaramos la veracidad absoluta
del mensaje del Evangelio. En una época en la
que muchos perciben la verdad como algo
relativo, una declaración de veracidad
absoluta no es algo muy popular, ni parece
ser políticamente correcto ni oportuno. Los
testimonios de las “cosas como realmente
son” (Jacob 4:13) son audaces, verídicos y
vitales porque tienen consecuencias eternas
para la humanidad. A Satanás no le
disgustaría que declarásemos el mensaje de
nuestra fe y la doctrina del Evangelio como
algo que cambia en base a las circunstancias.
Nuestra firme convicción de la veracidad del
Evangelio es un ancla en nuestra vida; es
estable y fidedigna como la Estrella Polar. Un
testimonio es algo muy personal y quizás un
poco diferente para cada uno de nosotros, ya
que cada uno es una persona única; sin
embargo, un testimonio del Evangelio
restaurado de Jesucristo siempre incluirá estas
verdades claras y sencillas:
•
•
•
•
•
Dios vive, Él es nuestro amoroso Padre
Celestial y nosotros somos Sus hijos.
Jesucristo es el Hijo del Dios viviente y
el Salvador del mundo.
José Smith es el profeta de Dios por
medio de quien se restauró el Evangelio
de Jesucristo en los últimos días.
El Libro de Mormón es la palabra de
Dios.
El presidente Gordon B. Hinckley, sus
consejeros y los miembros del Quórum
de los Doce Apóstoles son los profetas,
videntes y reveladores de nuestros días.
A medida que adquirimos un conocimiento
más profundo de esas verdades y del plan de
salvación por el poder y el don del Espíritu
Santo, podremos llegar a “conocer la verdad
de todas las cosas” (Moroni 10:5).
¿Cómo obtenemos un testimonio?
Todos sabemos que es más fácil hablar de un
testimonio que adquirirlo. El proceso para
Pág | 2
JESUCRISTO Y EL EVANGELIO SEMPITERNO
Lección 1: Jesús es el Cristo Viviente
recibirlo se basa en la ley de la cosecha: “Pues
todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará” (Gálatas 6:7). Nada bueno viene sin
esfuerzo ni sacrificio. Si tenemos que
esforzarnos para adquirir un testimonio, eso
nos hará, a nosotros y a nuestro testimonio,
aún más fuertes; y, si compartimos nuestro
testimonio, éste aumentará.
Un testimonio es una posesión muy preciada,
pues no se adquiere sólo mediante la lógica o
la razón, no se puede comprar con posesiones
terrenales ni se puede dar de regalo, ni se
puede heredar de nuestros antepasados. No
podemos depender del testimonio de otras
personas; sino que debemos saber por
nosotros mismos. El presidente Gordon B.
Hinckley ha dicho: “Todo Santo de los
Últimos Días tiene la responsabilidad de
llegar a saber por sí mismo, y con certeza, sin
lugar a dudas, que Jesús es el Hijo resucitado
y viviente del Dios viviente” (véase “No
tengáis miedo de hacer lo bueno”, Liahona,
julio de 1983, pág. 124).
La fuente de ese conocimiento seguro y de esa
firme convicción es la revelación divina,
“…porque el testimonio de Jesús es el espíritu
de la profecía” (Apocalipsis 19:10).
Recibimos ese testimonio cuando el Espíritu
Santo se comunica con nuestro espíritu.
Recibiremos una certeza firme y apacible que
será la fuente de nuestro testimonio y
convicción, sin importar nuestra cultura, raza,
idioma, posición social o económica. Esos
susurros del Espíritu, más que sólo la lógica
humana, serán el verdadero fundamento
sobre el cual edificaremos nuestro testimonio.
Primero: Deseo de creer. En el Libro de
Mormón se nos exhorta: “…si despertáis y
aviváis vuestras facultades hasta
experimentar con mis palabras y ejercitáis un
poco de fe… aunque no sea más que un deseo
de creer” (Alma 32:27).
Habrá quien diga: “Yo no puedo creer; no soy
religioso”. Piensen en esto: Dios nos promete
ayuda divina aun cuando sólo tengamos el
deseo de creer, pero debe ser un deseo real y
no uno fingido.
Segundo: Escudriñar las Escrituras. Háganse
preguntas, estúdienlas, escudriñen las
Escrituras en busca de respuestas. Una vez
más, en el Libro de Mormón se nos da un
buen consejo: “Si dais lugar para que sea
sembrada una semilla en vuestro corazón”
por medio del estudio diligente de la palabra
de Dios, la semilla buena “empezará a
hincharse en vuestro pecho,” si no la rechaza
nuestra incredulidad. Esa semilla buena
comenzará a “ensanchar [vuestra] alma” y a
“iluminar [vuestro] entendimiento” (Alma
32:28).
Tercero: Hacer la voluntad de Dios; guardar
los mandamientos. No basta con entrar en un
debate intelectual si deseamos saber por
nosotros mismos que se ha restaurado el reino
de Dios en la tierra. El estudio ocasional
tampoco es suficiente. Nosotros mismos
debemos actuar; eso significa aprender y
después hacer la voluntad de Dios.
Debemos venir a Cristo y seguir Sus
enseñanzas. El Salvador enseñó:
La esencia de ese testimonio será siempre la fe
en Jesucristo y el conocimiento de Él y de Su
misión divina, quien en las Escrituras dice de
Sí mismo: “Yo soy el camino, y la verdad y la
vida” (Juan 14:6).
“Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me
envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios,
conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo
hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:16–17;
cursiva agregada). Y también dijo: “Si me
amáis, guardad mis mandamientos”(Juan
14:15).
Por lo tanto, ¿cómo recibimos un testimonio
personal que esté arraigado en el testimonio
del Espíritu Santo? El método se describe en
las Escrituras:
Cuarto: Meditar, ayunar y orar. Para recibir
conocimiento del Espíritu Santo, debemos
pedírselo a nuestro Padre Celestial. Debemos
confiar en que Dios nos ama y que nos
Pág | 3
JESUCRISTO Y EL EVANGELIO SEMPITERNO
Lección 1: Jesús es el Cristo Viviente
ayudará a reconocer los susurros del Espíritu
Santo. En el Libro de Mormón se nos
recuerda:
motiva a acercarnos más a Dios, y a permitir
que Él se acerque más a nosotros (véase
“…cuando leáis estas cosas… recor[dad] cuán
misericordioso ha sido el Señor con los hijos
de los hombres, desde la creación de Adán
hasta el tiempo en que recibáis estas cosas, y
que lo meditéis en vuestros corazones.
Nuestro testimonio es un escudo protector y,
al igual que una barra de hierro, nos conduce
a salvo a través de la oscuridad y la confusión.
“…pregunt[ad] a Dios el Eterno Padre, en el
nombre de Cristo, si no son verdaderas estas
cosas; y si pedís con un corazón sincero, con
verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él
os manifestará la verdad de ellas por el poder
del Espíritu Santo” (véase Moroni 10:3–4).
Y el profeta Alma dijo:
“He aquí, os testifico que yo sé que estas
cosas… son verdaderas. Y ¿cómo suponéis
que yo sé de su certeza?
“…he aquí, he ayunado y orado… para poder
saber estas cosas por mí mismo. Y… el Señor
Dios me las ha manifestado por su Santo
Espíritu; y éste es el espíritu de revelación”
(Alma 5:45–46).
Santiago 4:8).
El testimonio de Nefi le dio el valor para
defender sus principios y llegar a ser contado
como uno que obedece al Señor. No
murmuró, no dudó ni temió, fueran cuales
fueran las circunstancias. En los momentos
difíciles, dijo: “Iré y haré lo que el Señor ha
mandado, porque sé que el
Señor…prepa[rará] la vía para que [lo]
cumplan” (1 Nefi 3:7).
Al igual que el Señor conocía a Nefi, Dios nos
conoce y nos ama. Ésta es nuestra época; éstos
son nuestros días. Nos hallamos en medio de
la acción. Nuestro firme testimonio personal
nos motivará a cambiar y después a bendecir
al mundo. De ello testifico, dejándoles mi
bendición en calidad de apóstol del Señor, en
el nombre de Jesucristo. Amén.
Mis amados hermanos y hermanas, Alma
recibió su testimonio mediante el ayuno y la
oración hace más de dos mil años, y nosotros
podemos tener la misma sagrada experiencia
hoy día.
¿Y para qué sirve el testimonio?
Un testimonio proporciona la debida
perspectiva, motivación y el cimiento sólido
sobre el cual edificar una vida útil y de
progreso personal. Es una fuente constante de
confianza, un compañero fiel y verdadero en
los tiempos buenos y en los malos. Un
testimonio nos brinda una razón para tener
esperanza y alegría; nos ayuda a cultivar un
espíritu de optimismo y de felicidad que nos
permite regocijarnos por las bellezas de la
naturaleza.
Un testimonio nos motiva a escoger lo justo
en todo momento y en toda circunstancia; nos
Pág | 4

Documentos relacionados