Naufragios, tormentas y encuentros sorpresa

Transcripción

Naufragios, tormentas y encuentros sorpresa
Naufragios, tormentas y encuentros sorpresa:
El particular y emotivo sonido de África en América Central.
Andy Palacio y el Colectivo Garifuna lanzan Wátina
Fecha de lanzamiento: 27 de febrero de 2007 (las fechas de lanzamiento varían según el país)
Latin America/Promoción:
Leandro Herbstein, +1-212-625-1400, ext. 215; [email protected]
Miguel Rivas, +1-212-625-1400, ext. 267; [email protected]
Mexico/Promocion: Michelle Fridman, + 52-55-5547-0489; [email protected]
Kit de prensa online: http://www.cumbancha.com/albums/andy_palacio/press
www.cumbancha.com / [email protected]
La historia de Andy Palacio & the Garifuna Collective tiene sus orígenes a comienzos de los ochenta, cuando un adolescente Palacio
viajó desde su hogar en el país centroamericano de Belice a Nicaragua para contribuir a una campaña de alfabetización. Palacio es
garifuna, una cultura particular radicada en la costa caribeña de América Central que mezcla elementos del patrimonio oesteafricano y el
nativocaribeño. A Andy le habían dicho que las tradiciones y el idioma garifuna de Nicaragua estaban casi extintos. Cuando viajaba en
bote al pueblo nicaragüense de Orinoco para comenzar su primera misión de alfabetización, una tormenta lo obligó a cambiar de
dirección, llevándolo hacia un encuentro sorprendente que tendría impacto decisivo en la música, la carrera y la misión en la vida de
Palacio. El legado de este cambio perdura en la música de Wátina, un sorprendente álbum que presenta una formación multiestelar y
multigeneracional con músicos garifuna de Belice, Guatemala y Honduras que será editado el 27 de febrero de 2007 (las fechas de
lanzamiento varían según el país) por el sello discográfico recientemente creado Cumbancha.
El pueblo garifuna se originó cuando dos grandes barcos europeos repletos de esclavos de África Occidental se hundieron frente a las
costas de la isla caribeña de St. Vincent en 1635. Muchos de los africanos sobrevivieron y se entremezclaron con los indígenas carib de la
región, creando una nueva cultura híbrida. Fuertemente independiente, la comunidad garifuna resistió la colonización europea hasta que
fueron exiliados por la fuerza a la costa caribeña de América Central. Algunos fueron segregados por lo que se aferraron a sus tradiciones
e idioma, mientras que otros fueron obligados a integrarse a la cultura local predominante.
Para evitar su propio naufragio en medio de la laguna, el capitán del bote de Palacio decidió desviarse a un pueblo cercano hasta que la
tormenta terminase. El capitán le dijo a Palacio, “Hay un hombre garifuna en este pueblo. Deberías hablarle en su idioma y ver cómo
reacciona”. Cuando Palacio, de dieciocho años, saludó al anciano, Mr. López, en la lengua garifuna, el hombre le respondió con absoluta
incredulidad, “¿Estás hablando en serio?”, “Le dije, ‘Si, tío; soy garifuna como tú’”, explica Palacio, “Me abrazó y no me soltaba. No podía
imaginar que alguien tan joven hablara garifuna, ya que pensaba que el idioma desaparecería con él.”
“Ese día me di cuenta lo que sucedía en Nicaragua, la desaparición de la cultura garifuna allí, presagiaba lo que podría suceder en Belice
en poco menos de una generación”, recuerda Palacio, “Decidí seguir mi pasión y concentrarme en la música garifuna como una forma de
mantener vivas las tradiciones para el futuro”.
En los comienzos, Palacio era una estrella local de punta rock, un estilo garifuna bailable con bases sintetizadas y teclados. El movimiento
punta rock de los ’90 se mantuvo con las tendencias impuestas por exitosos artistas de la música del mundo como los pioneros de la
música zouk Kassav’ que fusionaron la más moderna tecnología con la música tradicional. Pero éste no sería el último horizonte musical
de Palacio.
“Bajo la dirección de mi productor Ivan Duran, di un giro de 180 grados”, cuenta Palacio, en su pintoresco y caribeño inglés. “Ahora estoy
muy feliz de llevar una experiencia completamente humana al escenario en contraposición con lo que era a mediados de los ’90 con
samplers, secuenciadores y pistas grabadas instrumentales. Miro para atrás y me avergüenzo. No siento la necesidad de estar desprovisto
de tecnología, no quiero ser un esclavo de ella”.
El productor y músico beliceño Ivan Duran pasó los últimos diez años investigando y grabando lo que denomina “el lado más emotivo de
la música garifuna”. Duran dice “No estamos haciendo estrictamente el material bailable del punta rock, donde las letras consisten
básicamente en ‘¡Sacude tu cintura y baila!’ Lo más fascinante que notarán en los estilos que interpretamos es que su belleza reside en su
simplicidad. Las canciones garifuna pueden tener solo dos líneas, y así las transcribas, no acabarás de comprender su significado. Pero una
buena canción garifuna es como una fotografía. Captura un momento en el tiempo; una fracción de segundo en la vida de alguien”.
Cada canción de Wátina está basada en un ritmo tradicional garifuna y todas las letras están en idioma garifuna—un lenguaje único y en
peligro de extinción cuya raíz es el arawak influenciado por el carib, el francés y, posiblemente, idiomas de África Occidental. En 2001, la
UNESCO declaró al idioma, la música y la danza garifuna Obras Maestras del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Siendo por
entonces miembro del Ministerio de Cultura de Belice, Andy Palacio jugó un rol fundamental en esta proclamación. En la actualidad,
Palacio es uno de esos músicos poco comunes con un pie en el mundo de la diplomacia cultural y otro pie en el escenario. Su nuevo
álbum reúne sus dos pasiones; la protección de la cultura y la interpretación de música contemporánea con raíces garifuna.
Las canciones de Wátina rebosan de poderosos mensajes y simbolismo que hablan sobre la necesidad del garifuna de mantener y
celebrar su patrimonio. “La música garifuna en los últimos años se popularizó a través de la punta y la parranda; estilos bailables aptos
para el carnaval o las pistas de baile”, dice Palacio. “Pero en este álbum le prestamos atención a canciones que no son como esas. ‘Weyu
Larigi Weyu’ por ejemplo, que significa ‘Día a Día’ utiliza un ritmo extraído de una música ritual llamada dügü, una ceremonia tradicional
de sanación que reúne a familias de toda América Central. Es una plegaria que le implora a Dios sus bendiciones para nuestro pueblo y
ruega por guía, fortaleza y salud en un mundo que sufre”.
“Ámuñegü”—que significa en garifuna “tiempos venideros”—pide “¿Quién querrá hablarme en garifuna en tiempos venideros? ¿Quién
tocará el dügü? ¿Quién cantará la canción arumahani en tiempos venideros? Debemos ahora preservar la cultura garifuna, para que no la
perdamos completamente en el futuro”.
Palacio está acompañado por la leyenda garifuna de 75 años Paul Nabor en “Ayó Da”, una canción que éste escribió hace sesenta años
para contarle a la familia de un amigo que su hijo se había perdido pescando en el río. “Todas las canciones garifuna son muy personales
en ese sentido”, dice el productor Durán. “Todas son historias verdaderas. Esta canción revela cómo les dio la noticia. Él no lo dice en la
canción, pero Paul nos dijo que creyó que un cocodrilo se comió a su amigo. El título de la canción simplemente reza “Adiós mi querido
amigo”.
“Baba”, otra de las canciones, fue compuesta por el joven compositor garifuna Adrian Martinez. “’Baba’ se transformó en una especie de
himno interpretado en cada iglesia garifuna.”, explica Duran. “La canción habla sobre el destino. Baba tiene varios significados: padre,
Dios Padre, y también puede hacer referencia a un ancestro de tu familia que falleció. Los ancestros juegan un rol fundamental en la
cultura garifuna”.
Palacio y Duran son parte del Colectivo Garifuna, una comunidad de músicos sin formación fija que se originó en el principal sello
discográfico de Belice, Stonetree Records. Duran, que nació en Belice de padres catalanes, fundó Stonetree en 1995 luego de estudiar
música en la Escuela Nacional de Música en La Habana, Cuba. “El Colectivo es la culminación de años tratando de definir lo que considero
la parte más emotiva de la música garifuna”.
“Fundé Cumbancha precisamente para facilitar una mayor difusión a artistas y proyectos excepcionales como Andy Palacio y el Colectivo
Garifuna”, dice Jacob Edgar, director del departamento de A&R e investigación musical de Putumayo World Music durante muchos años
y fundador del nuevo sello discográfico Cumbancha. “Me fascina la música y la cultura garifuna desde que era un etnomusicólogo en
ciernes haciendo mi trabajo de campo en América Central entre el ‘89 y el ’90. Cuando elegimos las canciones para la colección de 1999
de Putumayo Caribe! Caribe!, incluimos a Andy Palacio y entablé un contacto personal con Ivan. Quedé muy impresionado con su pasión y
su talento. También incluimos una primera versión de la canción “Baba” en el Music from the Chocolate Lands de Putumayo. La belleza y
emoción de esta canción y las otras que son parte del proyecto me conmovieron, y quería ser parte de esta producción especial”.
En febrero de 2006, Edgar se encontró en Belice con Duran y Palacio para revisar las mezclas, intercambiar opiniones y experimentar de
primera mano el ambiente de Belice, y particularmente del pueblo garifuna de Hopkins donde se realizó gran parte de las primeras
sesiones de grabación de este disco. “¡Incluso hice percusión con caparazones de caracol en una de las canciones!” exclama Edgar.
“Estoy muy orgulloso de como grabamos el álbum”, dice Duran. “Estuvimos varios meses en una choza al lado del mar en un pequeño
pueblo trabajando con todos los músicos, desarrollando los arreglos desde el principio. Esta música no existe en su forma natural. No
puedes ir a un club y escucharla. Lo que sí existe es una forma más rústica. Puedes escuchar algunos de estos ritmos en un beluria, una
especie de velatorio. Y a la gente cantar con mucha emoción, aunque no necesariamente ‘afinada’. La gente mantiene viva esta cultura
día tras día. Son como tú y yo, sólo en comunidad, haciendo música todos los días. Por eso queríamos capturar ese espíritu sin dejar de
prestar atención a una producción de alta calidad y la esencia de las canciones y la música garifuna. Nos tomamos el tiempo necesario
para asegurarnos que cada músico que intervenía entendiera cada canción”.
“Saber lo que no se debe hacer es igualmente importante,” continúa Duran. “No quiero que el oyente escuche el trabajo de producción,
sólo que aprecie la música por lo que es. Una canción garifuna es muy básica: corta, de letra simple, y un solo ritmo. Rara vez tendrá un
puente como una canción pop. Una fórmula típica podría ser poner un puente para ampliarla. Un productor extranjero diría “Le
agreguemos una guitarra o un solo de saxo’, y probablemente sería un músico de estudio sin conexión. Utilizamos a un gran guitarrista de
Honduras, que siempre está trabajando con músicos garifuna, pero aún así me aseguré que trabajara con nosotros en las canciones en
vez de enviarle archivos digitales”.
Duran está trabajando incansablemente en su próximo proyecto, que lleva varios años de preparación. Umalali, el proyecto de mujeres
garifuna, que será editado por Cumbancha en un futuro no muy lejano, es el resultado de incontables audiciones de las mejores
cantantes garifuna y de trabajar muy cerca de ellas para reavivar sus voces en la tradición musical.
“Conocer esta música a fondo…es lo que me hace sentir más orgulloso”, concluye Duran. “Esto es lo que mejor conozco y es exactamente
lo que quise hacer siempre. Pasé diez años trabajando con estos músicos. Y espero que el tiempo que pasé haciéndolo se traduzca en un
álbum que suena fresco y natural. Queremos compartir esto con todo el mundo sin ningún ingrediente artificial”.
--texto de Dmitri Vietze, rock paper scissors y Jacob Edgar, Cumbancha

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