Martí y José White - Lettres de Cuba
Transcripción
Martí y José White - Lettres de Cuba
Martí y José White Por Salvador Arias García Traducido por Alain de Cullant Numéro 01, 2015 Los textos dedicados a intérpretes musicales durante la etapa mexicana de Martí, entre 1875 y 1877, se encuentran dominados por la figura del violinista mulato cubano José White. A él dedicó varios textos en la Revista Universal, desde sueltos informativos hasta artículos enjundiosos, que pueden ser considerados claves dentro de la producción literaria martiana dedicada a la música. En total suman unos 10 textos, entre el 21 de mayo de 1875, cuando se anuncia su llegada, y el 10 de julio del mismo año, dando cuenta de su partida. Otros corresponden a reiterados anuncios de los tres conciertos que ofreció en México, de su participación en la "función de gracia" de la soprano Visconti y en la reunión que para sus amigos realizó una tal señora de Coffmann. De estos textos los tres más extensos e importantes son los que dedicó a los grandes conciertos que ofrece White, el 23 y el 30 de mayo en el Teatro Nacional, y el de despedida, en el Conservatorio, el 3 de junio. Para Martí, la figura del violinista alcanza singular relieve, al conjugar una maestría artística de primer nivel con su condición de cubano, mulato y partidario de la independencia de su país. El primero de sus textos es definitorio en cuanto a probar cómo ese arte en Martí era estímulo para profundas percepciones y juicios. Al comienzo del artículo hace una serie de consideraciones sobre la música en sí que se han tenido como claves al respecto. Antes de reseñar la ejecución de White, expresa una advertencia que nos deja bien claras sus intenciones: "¡Oh! Crónica: no cabe crítica de los poetas, ni crónica de lo que conmueve nuestro ser!". Dentro de esa superación de los límites genéricos que Martí a veces cumple, he aquí una singular definición: cuando habla de música no hace crítica ni crónica, sino, al parecer, ¿poesía? La descripción propiamente del concierto se encuentra flanqueada por dos grandes párrafos, dedicados a la patria lejana, con intenso tono emotivo, que enmarcan estructuralmente el texto y le conceden un superobjetivo evidente. Transcribimos el segundo de ellos, ya cercano al final (los dos párrafos mencionados guardan un marcado paralelismo): Hijo es él de aquella tierra en que el crepúsculo solloza: en que los cañaverales gemebundos besan perennemente con su sombra las clarísimas aguas de los ríos: hijo es de mi patria muy amada, donde las pencas de las palmas, – regiamente inclinadas a la tierra como el penacho de la india querida de la hermosa llanura americana― pueblan las horas de la tarde con un rumor doliente y misterioso. Vago como el lamento de almas idas que vuelven a tierra en que vivieron, en busca de sus abandonados y huérfanos amores. White tiene en su genio toda la poesía de aquella tierra perpetuamente enamorada, todo el fuego de aquel sol vivísimo, toda la ternura de aquellos espíritus partidos, cariñosamente vueltos a buscar entre las palmas a los que les fueron en la tierra espíritus amados (OC, 5:295-296). Martí no intenta describir los pormenores de una ejecución virtuosa, sino cómo origina distintas emociones, transcriptas en un lenguaje figurado quizás más propio del verso que de la prosa. Pero aquí tenemos de nuevo la voluntad transgenérica: específicamente, cuando Martí escribe sobre música le sale fácil la llamada "prosa poética", como en el siguiente fragmento, tomado de su comentario al segundo concierto: Tocaba White: esto es decir que todas las armonías despertaban, que toda la atención se cautivaba, que el aire se poblaba de murmuríos delicadísimos, y que de nosotros mismos se alzaba conmovido este ser bello que en nosotros duerme, que al contacto de bellezas se sacude, que se desenvuelve y se esparce por todo nuestro ser y que, grande ya para que nuestro pecho lo contenga, brota en dulces miradas por los ojos, en bravos entusiastas y en agitación noble y extraña, perdón y excusa de tantas horas muertas en que se gemiría como mujer si el hombre tuviera el derecho de gemir. White tocaba: no es que un arco poderoso se deslice sobre un violín vencido y obediente: es que el hombre emprende la lucha con las dificultades del arte: –aquel arco no se separa de las cuerdas: brota belleza desde que las toca, se mezcla con ellas, parece que las riñe con notas graves, rápidas y agrias; parece que las consuela con dulcísimas notas por haberlas reñido: se ríe, canta, llora: –canta y llora a un tiempo: todos los secretos conocidos, todos los obstáculos dominados, toda la armonía esclava, brotada toda la armonía: he aquí la música de White (OC,5:297). Y en el tercer concierto, la Ciaccona de Bach –a pesar del lamento "¿cómo han de querer mis palabras decir lo que en la música se dice?"– se transparente en la ebullición rítmica de una prosa arrebatada: ¿Qué era White tocando la música de Bach? Como dos fornidos luchadores se enlazan cuerpo a cuerpo, y se encarnizan en la lucha, y nada ven más que su exaltación creciente, y encendidos en ira no cesan en la fiera pelea hasta que el uno cae vencido, y se levanta el otro erguido vencedor. Así y en lucha igual emprendieron batalla ante el público asombrado del Conservatorio, White y su violín: ¿cómo han de querer mis palabras decir lo que en la música se dice? El arco de White resbaló primero sobre las cuerdas, luego rodó sobre ellas, luego las oprimía al correr, iba y venía en carreras incesantes: cuando todo estaba agotado, había algo más que agotar, cuando todas las voces del instrumento gemían vencidas, y todas lloraban y murmuraban todas, aún había nuevos gemidos, aún había iras nuevas en aquellas cuerdas fatigadas, impotentes ya, ya dominadas por aquella mano soberbia y poderosa que excita y subleva contra sí a las cuerdas para luchar con ellas, oírlas sollozar, oírlas gemir, doblegarlas absolutamente y no descansar hasta vencerlas (5:300). Puede afirmarse que la audición de White por Martí fue una especie de catarsis en cuanto a conceptualizar el fenómeno musical, mezclando la teorización ideológica con la profundidad emotiva, sintetizadas al afirmar que “la música es la más bella forma de lo bello”. www.lettresdecuba.cult.cu [email protected] Facebook : Lettres de Cuba Twitter : @rlettresdecuba