Santiago! Y no se trata del apóstol, ni de la historia de un cuento de
Transcripción
Santiago! Y no se trata del apóstol, ni de la historia de un cuento de
Prólogo ¡Santiago! Y no se trata del apóstol, ni de la historia de un cuento de hadas, ni de una película de Hollywood con final feliz. Se trata de una historia de verdad, de coraje, de lucha. Santiago representa la pelea cotidiana contra la muerte, la pelea diaria por la vida. ¡Santiago! no es solo un hombre o un nombre; Santi, como le dicen muchos, es el ejemplo viviente de que hay que dar lo mejor cada día, atado a la fe y a la esperanza; amarrado a la convicción de que lo bueno siempre tiene una respuesta ante el miedo, el temor y la desesperanza. Cuando conocí a Santiago me impactó sobremanera la cicatriz que ya marcaba su rostro. Y lo digo sin prejuicios repugnantes, lo digo porque las personas somos así, tendemos a ver primero la apariencia física de los demás y hasta formar juicios de ello. ¿Qué le pasó? ¿Por qué tiene esto o lo otro? La bendita y morbosa curiosidad. La historia del primer sarcoma llegó a mis oídos. Pronto descubrí que aquel tipo suave y afable tenía una historia que contar. Mucho que decir, la vida quiso demorarle su proyecto y esta misma le devuelve con creces una mejorada y más completa, como testimonio de que todos los días son una batalla en lo que hay que dar lo mejor. A mitad de 2010 cuando regresó a la redacción de La Prensa Gráfica para reincorporarse al trabajo, en la víspera del mundial de Sudáfrica, su motivación era contagiosa. Estaba feliz de sentirse útil, de integrarse al sistema, de ser productivo, así es él, sin sobresaltos, es una persona que siempre da el 100 por ciento. ― De hecho los mismos médicos me han recomendado el trabajar porque de esta forma genero menos estrés. La explicación del momento era por la interrogante de que si ya estaba totalmente recuperado. Y así lo parecía, hablaba sin preocupación del tema de su rostro, volvía estar feliz. Es que las convalecencias de Santi, no han estado sustentadas en los problemas del momento o en la evolución de la enfermedad, están sustentadas en su lucha de toda la vida, en su guerra contra la pobreza, la que bien cuenta ―y sin temores ni vergüenzas― en este libro, en su voluntad y deseo por salir adelante, en su afán por llegar a la universidad y en su pasión por el periodismo. La vida sin ella proponérselo lo convirtió en un luchador nato y su paciencia, su paz y su fe han consolidado al luchador. No solo ha sabido soportar el dolor físico, sino también el estrés mental, el temor a la muerte, la amenaza constante de sentirse desahuciado. Contra todo ello montó su fortaleza para protegerse de los miedos. El tercer embate de la enfermedad tomó a muchos por sorpresa, hasta él mismo. Revivían los fantasmas, despertaba los miedos, ahuyentaba la fe, la que le hacía sentir que ya todo había pasado, que estaba bien. Encontrarse de nuevo con un quiste en el rostro era como volver al pozo. Lo recuerdo tan claro. La confusión y las palabras de ánimo salieron a rondar... pero dolía. ― ¡Qué pasó irresponsable! le dije a Santiago quien se encontraba sentado en un cubículo de La Prensa Gráfica. Había terminado la reunión de editores y el estaba al paso, por lo que me acerque a saludarlo. Los ojos de Santi se nublan. Baja la cabeza y el silencio prolongado me hace entender que algo malo se viene. No es habitual en él. Santi no es el tipo más eufórico del mundo, pero es un buen conversador, franco, quien siempre está dispuesto para iniciar el debate sobre deporte, nuestras conversaciones más habituales. ― ¿Te pasa algo?, pregunto lleno de incertidumbre. Su cabeza permanece inclinada. Silencio, incomodidad. Algo está mal y muy mal, caso contrario el debate sobre la liga española o la selección nacional hubiera aflorado espontáneo. ― Me ha vuelto a salir un quiste y contrario a otras ocasiones hoy me está sangrando bastante. Antes no me sucedía eso. La palabra inmediata de ánimo viene casi sin pensarse, sin reflexionar, espontánea. A lo mejor ahora es un proceso diferente que no lleva mucho riesgo. Él lo acepta y lo admite así, siempre se ha animado con valentía. Hasta asegura que el médico le sugirió esa posibilidad, pero desde luego tiene que haber una biopsia. Esta vez Cristiano Ronaldo es una trivialidad y Lionel Messi una banalidad, la Selección intrascendente. Esta vez es una vida, es la vida de Santiago, una llena de valentía, de fortaleza, de solidaridad, de miedo por muchos instantes, pero además de una incontable fe y de una férrea voluntad. El cáncer es cruel y el escape de esa realidad cuando se está afectado es muy reducido. La palabra "sarcoma" golpea la fortaleza y mina las murallas protectoras que había creado para mantener lejos a sus fantasmas. ― Es sarcoma y es más complicado porque se va extendiendo hacia adentro, me amenaza incluso el ojo y se debe hacer algo de inmediato. Las lágrimas que escapan de sus ojos solo confunden mi intención de apoyarlo. Dios entra en el tema, la fe también, las opciones médicas se abren paso, el avance de la medicina también; aún así, el miedo había comenzado a golpear fuerte de nuevo. Es obvio que una recaída impacta físicamente, pero el peor de los daños puede estar enfocado en el ánimo e impactada la parte mental, las defensas se caen. Pasado el miedo y el impacto de la noticia, comienza la búsqueda de las opciones a seguir: Un médico que le daba esperanzas acá en el país y que le aseguraba que lo único que habían hecho anteriormente sus colegas era maltratarle el rostro, otra opción que llegó de una universidad de Puerto Rico, otras tantas de trasladarlo al extranjero. Recuerdo cuando Santi me mostró en el internet la cirugía que se le tenía que practicar. El efecto fue impresionante. ― ¿Estás listo para eso?, pregunté ― He decido que importa la vida, explicó con decisión. Pero las cosas no eran tan sencillas, se tuvo que enfrentar a los procesos burócratas de este país hasta llegar la operación. El mismo Santiago me contó como uno de los médicos le dijo, luego de extraer el sarcoma, que él ya estaba casi desahuciado, pues algunos de los doctores se habían echado atrás. Una noticia que hubiera sido trágica si se la hubieran contado antes de ser intervenido quirúrgicamente. Un muro en Facebook mantenía al día de la situación a todos aquellos que estaban interesados y fue determinante la presión de sus amigos periodistas para acelerar el proceso. Aliento, mucho aliento de ese muro fue importante: "Hola Shago, Hoy lunes Dios te ha la oportunidad de saber que estás vivo, Que respiras el aire de la mañana, que te ha dado una segunda oportunidad, que tienes una linda familia por quien luchar y salir adelante, una preciosa princesa que es tu batería para toda la vida, ¡¡¡ANIMO¡¡¡ Amigo, los tiempos de Dios son exactos", escribió Balmore Barrientos. Juegos benéficos, venta de productos, suma de voluntades. La selección de playa, la selección femenina, equipos de periodistas. Era como una sinergia de voluntades que generaban un aura positiva para Santi. Y él al pie del cañón, valiente, haciendo presencia, desafiando los altibajos emocionales que muchas veces asomaban y golpeaban fuerte. Pensaba muchas veces en el futuro de sus hijos y eso si lo angustiaba, pero no decaía. Un día en una conversación por el chat del Face Boook, después de conversar de cómo iba todo y haberse decantado por la operación a riesgo de perder el ojo, mandíbula y nariz me dijo: ― Y yo que voy a vencer al cáncer Lo hizo, venció al sarcoma, venció a la muerte y es un ejemplo de vida y ahora cuenta su historia, una que está llena de muchos sentimientos: valor, fe, esperanza, miedo, frustración, alegría y que él ha decidido contar como ejemplo de que cada día es una oportunidad de vida. Su vida y su pelea contra la pobreza, su historia marcada por el sarcoma, su pasión por el periodismo, su voluntad por salir adelante hacen que la vida valga la pena. Y qué decir de sus miedos, desesperación y angustia, todo lo supo transformar en esperanza y eso que la pelea todavía sigue, pero va seguro, va con fe. La última conversación que tuvimos vía teléfono le dije que me alegraba mucho, que recuperara la voz, habla desde antes, pero costaba articular, al recuperar la claridad sin duda otra señal de aliento aparecía para demostrarle que poco a poco su bendición se completa. La historia de Santi, no es una historia común, y a lo mejor habrá muchas más personas que ganaron esta batalla fatal contra el cáncer; la de él, sin embargo, cobra singularidad por que igualmente fue víctima del sistema de salud con intervenciones que solo aliviaron el proceso pero no lo erradicaron y tuvo que llegar hasta el momento fatal, y en esa encrucijada de la vida optó por pelear, por arriesgar y ganar... Él es sin duda, ¡Santiago, el hombre, el amigo!... Mario Paz Periodista