1 MÁS DE LO QUE IMAGINAMOS O PEDIMOS (Efesios 3:14

Transcripción

1 MÁS DE LO QUE IMAGINAMOS O PEDIMOS (Efesios 3:14
MÁS DE LO QUE IMAGINAMOS O PEDIMOS
(Efesios 3:14-21)
INTRODUCCIÓN.Este pasaje de la oración de Pablo está muy relacionado con lo que él ha estado escribiendo a los
efesios en los capítulos anteriores. La oración es parte de su ministerio hacia los que Dios le ha
encomendado. Como vimos en los capítulos 1 y 2 les ha estado explicando la obra de salvación que
Dios ha llevado a cabo en su Hijo Jesucristo. Lo cual le fue revelado a Pablo haciéndole predicador,
maestro y apóstol de los gentiles (3:1-13).
Por ello siente la carga de transmitirles la revelación que Dios le ha dado para ellos, y así lo hace.
Pero también se da cuenta de que debe orar por ellos para que Dios les haga realidad en su interior
lo que ha hecho ya en Cristo. No bastan sólo las palabras de la verdad de la obra de Dios, sino que
ahora el Dios vivo ha de hacerlas realidad en ellos; y para eso Pablo ora a Aquel de quien todo y
todos proceden.
Es por eso que empieza diciendo: “Por esta razón me arrodillo delante del Padre…” (v. 14). ¿A qué
razón se refiere? Se refiere al hecho que a él le ha sido comunicado ese mensaje de Dios para que lo
transmita a los gentiles. Y se lo da, se lo comunica a ellos, pero también se preocupa de rogar al que
puede hacérselo entender en sus corazones, al que puede hacer que sea una realidad en ellos.
Así que lo primero que tenemos que decir es que además la oración es una parte importante del
ministerio. Sea cual sea el servicio que tengamos que hacer cada uno. Por ejemplo, eres estudiante y
tienes un examen. Dios quiere que te prepares lo mejor posible, que estudies todo lo que puedas,
que aprendas, pero también deberás orar para que Él te guie, te dé lucidez, comprensión, etc. Y si
estás en cualquier trabajo lo mismo: debes trabajar lo mejor que puedas, hacer todo lo que se
entiende que debes hacer en tu trabajo, como si estuvieras sirviendo a Dios, pero además debes orar
para que el Dios, en cuyas manos todo está, actúe en toda la situación y haga eficaz tu labor. Igual si
eres una madre o padre que educa a sus hijos, o un cónyuge que trata de formar un matrimonio
adecuado; has de hacer esa labor lo mejor posible, pero también orar para que Dios obre
eficazmente en el corazón dando convicción por su Espíritu.
Por esa misma razón, Pablo hace todo lo que tiene que hacer según el ministerio que ha recibido del
Señor, pero sabe, que para que su trabajo sea eficaz en las personas a las que sirve, Dios ha de obrar
en el corazón de cada uno de ellos. Por eso dobla sus rodillas y pide a Dios que actúe. Así funciona la
obra de Dios en cualquier área en la que Dios nos coloque.
La razón que hay detrás de todo esto es que, a los hijos de Dios se nos da el colaborar con el Señor en
la tarea que a cada uno Él nos encomienda, pero hacer nuestro trabajo efectivo, en definitiva el
crecimiento, lo da el Señor. De ahí la importancia de la oración en todo lo que se nos encomienda.
I.- ¿QUÉ PIDE PABLO A DIOS?
En los vs. 14-19 vemos las peticiones que Pablo hace a Dios, así como los motivos que tiene para
hacerlas. El primer punto que veremos habla de los motivos o razones que tiene para pedir, el
segundo y el tercero se refiere a las cosas concretas que pide. En el v. 16 nos dice: “Le pido que, por
medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, os fortalezca en lo íntimo de
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vuestro ser”. (Efe. 3:16). Aquí vemos el motivo por el que Pablo pide, que son ‘sus gloriosas riquezas’;
también vemos su primera petición, que es ‘por fortaleza’. Veamos esto con un poco más de detalle.
1.- El Motivo: Por causa del poder de sus gloriosas riquezas.
Pablo sabe de las inescrutables o gloriosas riquezas de Cristo. Esa es una de sus frases preferidas que
se repite en Efesios y en otros escritos suyos. Sabe que el Señor ha sido puesto “muy por encima de
todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en
este mundo sino también en el venidero” (Efesios 1:21) Está con poder sobre todo, así que sus
recursos son, todos. Por lo tanto no estamos dirigiéndonos a alguien con escasez, sino a quien tiene
todo en sus manos. “Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra” (Mat. 28:18). Por ello pide que
mediante su Espíritu, que es el vehículo de la acción de Dios, sean dados a los creyentes las
siguientes cosas esenciales.
2.- Primera petición: Por fortaleza en lo íntimo de nuestro ser.Muchos podemos pensar frecuentemente que lo primero que necesitamos en una situación difícil es
dinero, trabajo, salud o casas así. Pero lo primero que necesitamos sea cual sea nuestra situación es
fortaleza interior. “…os fortalezca en lo íntimo de vuestro ser”. (Efe. 3:16).
En la oración del ‘Padre nuestro’, que Jesús les enseñó a los discípulos, se pide también por el pan (la
necesidad sentida inmediata que tengamos), pero no es lo primero. La fortaleza interior es lo
primero, porque lo cambia todo. Alguien fortalecido por el Señor ve todo diferente.
David fue fortalecido por el Señor en Siclag, su ciudad, cuando los amalecitas la habían saqueado,
quemado y llevado a sus seres queridos; y tuvo fuerzas para perseguirlos y recuperar todo. (1 Sam.
30:6) Pablo fue fortalecido por el Señor cuando estando en la cárcel y abandonado por algunos
amigos, sintió la presencia de Dios a su lado y no tuvo miedo, sabiendo que Cristo sería glorificado en
él o por vida o por muerte y dio testimonio del Señor Jesucristo. (2 Tim. 4:17) Tú y yo podemos
sentirnos en algún momento, inseguros, desorientados, incluso con miedo porque algo grave nos
acecha. Pero si recibimos fortaleza del Señor todo cambia; entonces no nos importa de la misma
manera la cosa que nos oprime, ya no la vemos tan amenazante, todo lo vemos de distinta manera.
Pero ¿cómo llegamos a ser fortalecidos? Esta es la siguiente petición por la que Pablo ora por los
gentiles que Dios le había encomendado.
3.- Segunda petición: Para que comprendan la grandeza del amor de Cristo.La comprensión del amor de Cristo expresado en el Evangelio es el elemento fortalecedor como
ningún otro. Confiar en nuestros propios recursos es totalmente insuficiente. Alguien podrá pensar
que para algunas dificultades leves nuestros recursos sean suficientes. Pero a todos nos vienen
situaciones en que no hay recurso natural que aguante. Pablo vivió algo así en Asia. “ 8 … Estábamos
tan agobiados bajo tanta presión, que hasta perdimos la esperanza de salir con vida: 9 nos sentíamos
como sentenciados a muerte. Pero eso sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos sino en
Dios, que resucita a los muertos.10 Él nos libró y nos librará de tal peligro de muerte. En él tenemos
puesta nuestra esperanza, y él seguirá librándonos” (2 Cor. 1:8-10) Fue cuando comprendió que el
amor de Dios implicaba que Jesús lo había ya hecho todo por él, incluyendo el garantizarle su
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resurrección. Por eso fue fortalecido y librado y recibió una esperanza que le seguiría librando; aún la
posible muerte que le amenazaba perdió su poder contra Pablo en aquella ocasión.
Es por eso que pide a Dios, que los efesios sean arraigados y cimentados en amor (v. 17). Es decir,
que el fundamento de su vida, (las raíces –en versión agraria–, o los cimientos –en versión
constructor–) esté impregnado de la comprensión del amor de Cristo que nos transmite el Evangelio.
Y también pide que la comprensión de ese amor continúe creciendo más y más en ellos. Esto es un
proceso continuo. “18 Podáis comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y
profundo es el amor de Cristo; (mostrado en el evangelio) 19 en fin, que conozcáis ese amor que
sobrepasa nuestro conocimiento, para que seáis llenos de la plenitud de Dios”. (Efesios 3:18,19) Pablo
sabía que crecer en esa comprensión del amor de Dios (expresado de esa forma extraña: ancho,
largo, alto y profundo) es lo más importante de la vida cristiana. Comprender más y más el amor de
Dios en Cristo Jesús, es lo que puede fortalecer nuestras débiles vidas o derribar nuestras aparentes
fortalezas.
Hay dos detalles de este texto que deseo mencionar, aunque solo sea de pasada:
a) La plenitud del Dios en nosotros está en función de la comprensión del amor de Cristo que
nos expresa en el evangelio, no es cuestión de ningún otro tipo de experiencia súper
espiritual, sino sólo de una mayor percepción del amor de Dios en Cristo mediante el
evangelio.
b) El propósito de Dios es que este crecimiento en amor se lleve a cabo junto a todos los demás
creyentes, no aisladamente de ellos. Crecer en amor es crecer en el seno de una iglesia local,
entre los creyentes, no aisladamente.
II.- ¿QUÉ HACE LA COMPRENSIÓN DEL AMOR DE DIOS EN NOSOTROS HOY?
Como hemos dicho, la comprensión creciente del amor de Dios hacia nosotros, expresada en el
evangelio, es lo que nos fortalece interiormente. Y lo hace en muchos aspectos de nuestra vida.
Veamos lo que puede hacer en dos de ellos:
1.- Fortaleza ante el temor al hombre.Los seres humanos fácilmente tememos a quienes consideramos más inteligentes o capacitados, o
con más poder que nosotros. Nosotros nos vemos débiles e insuficientes y a otros los vemos fuertes
y capaces. El temor al hombre es lo que produce que adulemos a otros, que aparentemos lo que no
somos delante de ellos, que nos sintamos mal por sus críticas, o por lo que puedan pensar de
nosotros, etc. Ciertamente detrás de esas conductas de temor al hombre hay siempre una valoración
equivocada, una idolatría en nuestro corazón, que valora demasiado algo que no es Dios mismo y
que deberíamos descubrir y desechar de nosotros.
¿Y que puede echar fuera ese temor al hombre? Sencillamente una mayor comprensión del amor de
Dios manifestado a mí, en Cristo. Esto lo expresa muy bien el apóstol Juan en su epístola: “En el amor
no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no
ha sido perfeccionado en el amor”. (1 Juan 4:18) Sabernos más y más amados por ese amor mostrado
por Cristo en la cruz, amor que sobrepasa todo conocimiento, es la clave para librarnos del temor al
hombre. Y en comprender ese amor hemos de abundar par ser librados de ese temor del hombre.
2.- Cobrar ánimo tras la vergüenza de nuestro pecado.3
La vergüenza que sintió Pedro tras negar tres veces a Jesús le hizo llorar amargamente, y lo recluyó
por un tiempo en su barco y en su pesca. Y nuestros pecados también tienen ese efecto en nosotros.
Pero, como le ocurrió a Pedro, son quienes han sentido la vergüenza de su pecado quienes también
pueden descubrir el poder sanador del perdón. El fruto del indescriptible amor del Señor por
nosotros en el calvario, nos hace levantar la cabeza caída.
El amor de Dios no sólo nos perdona, sino que hace posible estar con nosotros siempre; hace que
todo sea, todavía, posible con nuestras vidas. Ya que Él terminó con la vergüenza de nuestro pecado,
llevándolo sobre sí mismo en la cruz, quitando lo que estorba para poder estar unido a nosotros. Y
donde Él está, todo es posible. Conocer más y más el amor de Dios en Cristo es el poder de salvación
real, práctica, que nos hace levantar la cabeza y caminar llenos de esperanza y dignidad. A quienes se
les revela el amor de Dios conocen por experiencia el poder de ese amor para todos los ámbitos de la
vida. Y nada llegan a valorar tanto como ese amor del Señor. Amén.
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