El Año de la Misericordia y las puertas santas The Year of Mercy

Transcripción

El Año de la Misericordia y las puertas santas The Year of Mercy
Page Five
Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario
January 31, 2016
Entonces las naciones verán tu justicia,
y tu gloria todos los reyes.
— Isaías 62:2
The Year of Mercy and
Holy Doors
By Antonio Fernandez
been nearly two months since the
beginning of the Jubilee Year of Mercy,
when Pope Francis opened the Holy Door of
St. Peter's Basilica, and I wonder: Have we
already crossed through the Holy Door?
It’s
And yet, I wonder how many of my readers
will understand the depth of my question? Above all, what
holy door am I talking about? I do not necessarily mean the
Holy Door of any of the great Roman basilicas or any of the
thousands of holy doors across the globe designated by the
various ordinaries of each particular church.
I mean the holy door of our hearts. The one that, as a door
after all, has two purposes: one is to enter and another to exit.
Unlike a window that opens to allow us to look at the world
passing by in front of our house, the door allows for leaving
and entering.
Our hearts have to be the doors that open to God's mercy so it
can enter inside us. And then they must open, so that same
mercy goes out from our hearts to those around us, especially
the neediest and abandoned, the distant, the sinners, those who
are not as "good" as we think we are.
There is much talk these days of obtaining the Jubilee
indulgences, of pilgrimages, novenas and prayers, but besides
all that, the Year of Mercy mainly calls us to be really and
practically merciful every day in dealing with others, in
practicing daily and diligently the works of mercy.
Let’s blow the dust off our old catechisms and remember:
Corporal Works of Mercy
1. Feed the hungry
2. Give drink to the thirsty
3. Shelter the homeless
4. Clothe the naked
5. Visit the sick
6. Visit the imprisoned
7. Bury the dead
Spiritual Works of Mercy
1. Instruct the ignorant
2. Counsel the doubtful
3. Admonish sinners
4. Forgive offenses
5. Comfort the afflicted
6. Bear wrongs patiently
7. Pray for the living and the dead
Did you know that in his Bull for the Jubilee of Mercy, Pope
Francis speaks of obtaining indulgences while practicing these
works of mercy? And this can be done without spending on
airfares and hotels.
I think that we have to do the works of mercy first and then
make the pilgrimages. Why? Because it is more pleasant for
me to make a trip to Rome than to spend an afternoon at a
hospital visiting a patient. And generally what I would like to
do is not necessarily the best thing that God wants me to do.
El Año de la Misericordia
y las puertas santas
Ya llevamos cerca de dos meses desde el comienzo del Año
Jubilar de la Misericordia, cuando el Papa Francisco abrió la
Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, y me pregunto,
¿hemos ya atravesado la Puerta Santa?
Y más aún me pregunto, ¿cuantos de mis lectores entenderán
la profundidad de mi pregunta? Ante todo, ¿de qué puerta
santa estoy hablando? No me refiero necesariamente a la
Puerta Santa de ninguna de las grandes basílicas romanas ni
a ninguna de las miles de puertas santas designadas a través
del orbe por los distintos ordinarios de cada iglesia particular.
Me refiero a la gran puerta santa de nuestros corazones. Esa
puerta que, como puerta al fin y al cabo, tiene dos fines: uno
es para entrar y otro es para salir. A diferencia de una
ventana que se abre para contemplar el mundo que pasa por
frente de nuestra casa, la puerta es para salir o para entrar.
Nuestro corazón tiene que ser la puerta que se abre a la
misericordia de Dios para que ella entre dentro de nosotros. Y
también se abre para que de nuestro corazón salga esa misma
misericordia para los que nos rodean, especialmente los más
necesitados y abandonados, los alejados, los pecadores, los
que no son “buenos” como nosotros nos creemos ser.
Mucho se habla estos días de ganar las indulgencias jubilares,
de peregrinaciones, de novenas y rezos, pero el Año de la
Misericordia, además de todo eso, es principalmente el ser
misericordioso en forma real y práctica todos los días en el
trato con los demás, en el realizar con diligencia y
cotidianamente las obras de misericordia.
Desempolvemos nuestros viejos catecismos y recordemos:
Obras Corporales de Misericordia
1. Dar de comer al hambriento
2. Dar de beber al sediento
3. Dar posada al necesitado
4. Vestir al desnudo
5. Visitar al enfermo
6. Socorrer a los presos
7. Enterrar a los muertos
Obras Espirituales de Misericordia
1. Enseñar al que no sabe
2. Dar buen consejo al que lo necesita
3. Corregir al que está en error
4. Perdonar las ofensas
5. Consolar al triste
6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás
7. Rogar a Dios por vivos y difuntos
¿Sabían ustedes que el Papa Francisco en su bula sobre el
Jubileo de la Misericordia nos habla de conseguir las
indulgencias practicando estas obras de misericordia? Y esto
se puede hacer sin gastos de aviones y hoteles.
Pienso que primero debo hacer las obras de misericordia y
después las peregrinaciones. ¿Por qué? Porque para mí es
más sabroso darme un viajecito a Roma que tener que
meterme una tarde en un hospital visitando un enfermo. Y
generalmente lo que yo prefiero no es necesariamente lo
mejor que Dios quiere que yo haga.

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