Liturgia de las Horas

Transcripción

Liturgia de las Horas
30 de octubre SANTA MAGDALENA DE NAGASAKI,
VIRGEN Y MARTIR (Terciaria Agustina Recoleta)
Memoria
Del común de un mártir.
Oficio de lectura
Fueron sus padres mártires gloriosos
que dieron en común por Dios su vida,
y fue su fe en Ti tan viva
que hiciste de su gesto el tuyo propio.
Brindaste en las montañas a tu Esposo
-pues Cristo te eligió su prometidatoda tu juventud desnuda y limpia
en un volcán de amores sin reposo.
Y nadie pudo quebrantar tu celo
-lunas y soles, lluvias, frío y llamasde anunciar con brío el Evangelio;
pues tanto ardió de Cristo enamorada,
tu voluntad de levantar su Reino
que en voz y sangre fuiste su palabra.
¡Salve, flor carmesí del Fujiyama,
paloma blanca de zurco ardiente,
que como estrella en el lejano Oriente
a Cristo proclamaste en cuerpo y alma!
A Dios honor y gloria por los siglos:
al Padre Creador, supremo origen,
al Hijo, el Verbo, que nació de Virgen
y al fuego Santo de amor divino.
Honor y gloria a Dios, al Uno y Trino. Amén.
SEGUNDA LECTURA
Del Enquiridion de los Mantelatos del Orden de Recoletos Descalzos.
(Dispuesto por el P. Fr. Juan de la Cruz. Salamanca 1711, fol.65-47)
Enseñaba a unos, consolaba a otros, y a todos animaba e instruía.
Nació Magdalena o muy cerca, o en la misma ciudad de Nagasaki, de padres naturales del país, pero
cristianos, que después lo acreditaron con ser mártires. Deseó ser hija de nuestro Padre San Agustín, y lo
consiguió de todos modos. Admitida al hábito y profesión de mantelata el venerable y santo padre fray
Francisco de Jesús. Habíase aplicado desde niña a la lección de buenos libros, y ahora se dio al estudio de
las Sagradas Escrituras, con que salió capaz de ayudar, si no exceder a los Padres en la predicación, y
hacer profesión de ser no solo agustiniana, sino también agustina en el magisterio de la fe.
Murieron en la persecución nuestros benditos misioneros fray Francisco de Jesús y fray Vicente de
San Antonio, de cuya felicidad o envidiosa o celosa Magdalena, tuvo el impulso de presentarse al tirano;
resolución que suspendió, porque en medio de su modestia llegó a conocer la falta que su persona había
de hacer a aquellos cristianos afligidos que medrosos de la tempestad horrible que corría, aún no se
sentían por seguros en las sierras, y buscaban entre las quiebras de los peñascos, las grutas más
escondidas. Retiróse -no huyó- para vivir con ellos; catequizaba a los que lo habían menester, y a los
catequizados bautizaba; enseñaba a unos, consolaba a otros, y a lodos los animaba e instruía. Así vivió
dos años, hasta que oyendo la infame cobardía de muchos que retrocedían en la fe, hizo caso de honra el
volver por la de Dios. Vino a la ciudad y se puso delante del tirano: reprendióle con caridad de enseñarle,
y le enseñó con valor y autoridad, como de quien reprendía; pero dos veces ciego: una, de su misma
obstinación, otra de la nueva luz que se le puso delante, y por dar a entender que no lo dejaba persuadido,
empezó a quererla persuadir. Saliéndole inútiles los halagos engañosos, se aplicó a atormentarla. Hízola
beber cantidad de agua hasta la boca, como quien llena un vaso hasta rebosar; y colgada de los pies,
volvía a hacer que la echase con violencia; martirio que se repitió varias veces. Su paciencia
impacientaba al juez y ordenó que la traspasasen los dedos por entre las uñas y la carne con astillas de
caña muy agudas y endurecidas al fuego. Era vehementísimo el dolor: no había corazón que no se
quebrase al verlo; sólo dos no se mellaron ,el del tirano y él de Magdalena. Quiso asustarla Unemedoro y
acaso sin intención, por solo darla espanto -como si fuera capaz de él- la amenazó con el tormento de las
cuevas. No se atrevió a condenarla, dejándolo en amenaza, pero al fin la sentenció y fue Magdalena la
primera en quien se estrenó el amargo rigor de este tormento. Pero así había de suceder, para que los
demás cristianos le encontrasen dulce, como se endulzó la cruz de haberla sufrido Cristo.
Salió a recibir este martirio después de un mes de prisión, a los principios de octubre, año de mil
seiscientos y treinta y cuatro, a los dieciocho de su edad. Duró catorce días padeciendo, verdad que fuera
grande para hipérbole.
Ya se hacía desear del cielo y llovió tanto que corriendo las aguas hasta llenar la cueva, la ahogaron,
y voló su espíritu a los brazos de Amante.
RESPONSORIO
2 Tm 4, 7-8; Flp 3, 8-10
R./ He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. * Ahora me aguarda la
corona merecida.
V./ Todo lo estimo pérdida para conocer a Cristo, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su
misma muerte. * Ahora me aguarda.
La oración como en Laudes
Laudes
HIMNO
Cuanto cielo se derrama
por tu sonrisa de niña;
cuánto amor y cuántos sueños
de primavera encendida
vuelan libres por un monte
de mártires alegrías.
“Magdalena”, “Nagasaki”,
rumores que el viento anima...
cuánto campo entre tus ojos,
cuánto cielo en tu sonrisa,
cuánto mártir por los montes,
santa ceniza esparcida...
Al despertar la mañana
que diera vida a tu vida
nuestra oración amanece
como tu entrega, vestida
de inspiración recoleta
y agustina poesía.
Gloria al Padre, gloria al Hijo
que en la Cruz resplandecía;
gloria al Espíritu Santo
que a Magdalena asistía. Amén
LECTURA BREVE
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! El nos
alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha,
repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Si los sufrimientos de Cristo rebosan
sobre nosotros gracias a Cristo rabosa en proporción nuestro ánimo.
RESPONSORI0 BREVE
R./ El Señor es mi fuerza * Y mi energía. El Señor.
V./ El es mi salvación. * Y mi energía. Gloria al Padre. El Señor.
Benedictus, ant. Sólo a Ti amo, sólo a Ti te sigo, sólo a Ti te busco, sólo a Ti estoy dispuesto a servir.
PRECES
Celebremos, hermanos, A nuestro Salvador, Cabeza dc los mártires y al recordar hoy a nuestra hermana
santa Magdalena de Nagasaki, que murió por el Evangelio del Señor, aclamémoslo diciendo :
Nos has rescatado Señor por tu sangre.
Tu mártir Magdalena te alababa con cantos mientras la torturaban para separarla de Ti,
- haz que, en todos los momentos de nuestra vida sepamos encontrarte y alabarte sin cesar.
Santa Magdalena, llena de fe y entereza se confesó cristiana y discípula tuya
- que nosotros confesemos de palabra y de obra, nuestra entrega incondicional a Ti.
Santa Magdalena colaboró incansablemente con nuestros misioneros en la difusión de tu Evangelio,
- haz que nuestras fraternidades seglares, viviendo intensamente el espíritu agustiniano, prolonguen
nuestro apostolado hacia el mundo.
Señor, tú inspiraste a santa Magdalena el deseo de consagrarse enteramente a Ti,
- concédenos vivir con autenticidad nuestra consagración y que nuestra vida atraiga a muchos a
seguirte más de cerca.
Padre nuestro.
ORACION
Señor y Dios nuestro, tu mártir santa Magdalena de Nagasaki predicó sin desfallecer tu Evangelio y,
en supremo acto de amor, derramó su sangre por Ti. Concédenos, por su intercesión, ser fieles testigos de
tu Palabra y ser asociados, un día , a su triunfo en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Vísperas
HIMNO
Se ha enrojecido la tarde
de cristiana transparencia,
Nagasaki se ha vestido
del color de Magdalena;
un hábito de terciaria,
un alma de japonesa.
Como crecen en los monjes
las torturas, las cadenas...
horca y hoya van borrando
las huellas de Dios impresas
en cárceles, en poblados,
en las calles y veredas
del horizonte pagano
que a Nagasaki rodea.
Ha enrojecido la tarde
el canto de una doncella
cono una rosa enrojece
jardines en primavera.
Cuando Magdalena calle,
cuando su canto enmudezca,
cuando, en el mar, sus cenizas
mansamente se disuelvan,
Nagasdaki se reviste
de agustina recoleta.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
que nuestro gozo sustenta;
gloria al Espíritu Santo
que consoló a Magdalena. Amén.
LECTURA BREVE
1P 4, 13-14
Queridos Hermanos, estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se
manifieste su gloria reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el
Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, rebosa sobre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
R./ El Señor la eligió y la predestinó. El Señor.
V./ La hizo morar en su templo santo. * Y la predestinó.
Gloria al Padre. El Señor.
Magnificat.-Ant. Su blanco fue el amar a Dios y su cuidado principal todo lo que de más cerca a ello la
encendía.
PRECES
Dios Padre nos ofrece en santa Magdalena un ejemplo de amor pleno a Jesús. Pidámosle que nuestra vida
consagrada se identifique con ese mismo amor y oremos juntos diciendo:
Haznos perfectos en la caridad, Señor.
Tú que fortaleciste con tu Espíritu a santa Magdalena de Nagasaki para superar la prueba del martirio,
- Infunde ese mismo Espíritu en nuestros misioneros para que, en todo tiempo y lugar, proclamen con
valentía el Evangelio de tu Hijo.
Tú que quieres la salvación de todos los pueblos, envía obreros a tu mies, regada con la sangre de santa
Magdalena,
-
y concédenos trabajar eficazmente por la edificación de tu Iglesia.
Tú que llamaste a santa Magdalena a predicar el Evangelio,
- bendice, por su intercesión a nuestras fraternidades seglares y haz que respondan a su vocación y
contribuyan a la construcción de tu reino en el mundo.
Tú que concediste a santa Magdalena la gracia de derramar su sangre para gloria tuya y como aliento a
los cristianos de su pueblo,
- haz que nosotros sepamos entregarnos a los demás por amor a Ti.
Tú que has coronado de gloria a tu mártir Magdalena,
- concede a todos los miembros de nuestra familia religiosa que han partido de este mundo, gozar con
Cristo de la plena comunión de vida en el cielo.
Padre nuestro.
Oración como en laudes.

Documentos relacionados