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CINE-CLUB CHAPLIN
CUENCA
TEMPORADA XL: 2010-2011
PROGRAMACIÓN 2º TRIMESTRE
2011
Sesiones del Cine-Club
Las sesiones del Cine-Club Chaplin se celebran en Multicines Cuenca (Sala Cuatro) todos los miércoles de la temporada. Estas
proyecciones están reservadas a socios del Cine-Club Chaplin, exclusivamente. Es imprescindible presentar el carnet de socio y la tarjeta
anual correspondiente. Rogamos la máxima colaboración de todos los
socios para evitar situaciones molestas.
Cada miércoles habrá tres sesiones, que comenzarán puntualmente a las 17, 19.30 y 22 horas.
No habrá sesión el miércoles santo, día 20 de abril. A causa de la festividad de la Virgen de la Luz, la sesión correspondiente al miércoles, 1 de junio, se traslada al jueves, día 2. Como es habitual en nuestra programación, la última sesión de la temporada, el
15 de junio, está formada por un programa doble, con una película actual y otra clásica.
Socios del Cine-Club
Para ingresar en el Cine-Club Chaplin se requiere ser mayor
de edad (18 años) y cumplir las obligaciones sociales.
La inscripción quedará formalizada mediante el abono de
una cuota de ingreso de 12 euros.
La cuota anual es de 50 euros, pagaderos por adelantado,
bien mediante la domiciliación bancaria o mediante cobro a domicilio.
Una vez abonada la cuota, el socio obtendrá la tarjeta numerada con
la que podrá acceder a las sesiones semanales.
El impago de la cuota durante los primeros 15 días de la temporada presupone la renuncia del socio a continuar ejerciendo sus
derechos y, por tanto, se producirá la baja inmediata en el Cine-Club.
Recomendaciones
Las sesiones del Cine-Club deberían tener un carácter especial en el cuidado de algunos detalles, tales como el silencio que debe
mantenerse durante las proyecciones, el respeto a la proyección íntegra (incluyendo los títulos de crédito finales, la audición total de la banda sonora, etc.), evitar en lo posible comer palomitas, no hacer en voz
alta ruidos o comentarios que puedan molestar al resto de socios, etc.
Igualmente se ruega la máxima puntualidad y una total colaboración para evitar molestias a los socios que sí ocupan su butaca
antes de que se apaguen las luces.
Teniendo en cuenta la capacidad de la sala y la afluencia media de socios a las sesiones, rogamos que se ocupen todas las butacas, no dejando algunas vacías y menos aún ocupándolas para dejar bolsos, abrigos, etc.
6 de abril 2011
Sesión número 1349
NOTHING
PERSONAL
Directora: Urszula Antoniak
(2009). Nacionalidad:
Holanda, Irlanda.
Producción: Reinier Selen
y Edwin Van Meurs.
Guión: Urszula Antoniak.
Fotografía: Daniel Bouquet.
Diseño de producción: Jane
English. Música: Ethan Rose.
Montaje: Nathalie Alonso
Casable
Actores: Stephen
Rea (Martin), Lotte
Verbeek (Anne)
Duración: 85 minutos
Versión original con
subtítulos en español
Premios en el festival de
Locarno: mejor ópera prima,
mejor actriz (Lotte Verbeek);
premios en Marruecos,
Sevilla, Holanda.
Una joven y rebelde holandesa recorre los caminos de Irlanda,
convirtiéndose en vagabunda por elección y disfrutando de la
soledad que buscaba en el austero paisaje de Connemara. En
su camino se encuentra con un hombre maduro que vive solo
en una casa apartada en una isla maravillosa y le ofrece trabajo. Ella acepta con una condición: no habrá nada personal, sólo
trabajo.
Toda ópera prima tiene siempre un componente añadido
en el que se combinan varios ingredientes; para muchos,
posiblemente, una esperaza; para algunos, quizá, algo de
desconfianza; para todos (o casi todos), curiosidad. Ocurre
en todos los sistemas creativos y el cine no es ajeno a esta
realidad. Sabemos muy bien que, en bastantes ocasiones,
esa primera película a la que asistimos (con curiosidad,
interés o desconfianza) no tiene continuidad y el nombre
que la firma está condenado a desaparecer en el futuro,
pero también es cierto que todo artista consagrado tuvo
siempre una primera vez. Sirvan estas someras observaciones para introducir a Urszula Antoniak, polaca de nacimiento, con una eficaz trayectoria previa en el mundo de
la televisión, en el que trabajó tras graduarse y especializarse en las Escuelas de Cine de Polonia y Holanda. De su
ocupación profesional en TV quedan, aparte programas
generalistas, dos telefilms, Nederlands voor Beginners (2007)
y Bijlmer Odysee (2004), ambos realizados en Holanda, de
donde procede también su primera película para cine, la
que hoy nos visita, aunque ambientada en el otro país coproductor, Irlanda. El esquema argumental es bastante explícito y también nos aporta otra pista la lectura del reparto, en el que solo aparecen dos nombres, el de un actor ya
conocido, Stephen Rea junto a una totalmente desconocida actriz, Lotte Verbeek que, sin embargo, es uno de los
grandes hallazgos de esta película, por su muy convincente interpretación, que se ha reflejado en varios premios internacionales. Sobre ellos dos recae por completo el desarrollo de la acción, que contrapone en una situación hasta
cierto punto límite a dos personajes casualmente encontrados y cuyos esquemas vitales resultan contrapuestos, al
menos en unas posiciones de partida. Como es lógico, la
evolución de ideas, pensamientos y sentimientos forma el
sustrato sobre el que estos dos seres van a desenvolver su
relación. Un aspecto interesante, que la crítica ha señalado de manera coincidente, es que encontramos a estas dos
personas ya en la situación actual, sin que se nos proporcionan demasiados datos (en realidad, casi ninguno) sobre
su vida anterior; ni siquiera sabemos por qué Anne abandonó su país natal, Holanda, para estar deambulando por
Irlanda; tampoco sabemos por qué Martin vive igualmente solo, en medio del campo; de ambas soledades vividas
de manera consciente y voluntaria apenas si recibiremos
unas levísimas sugerencias (ella está herida por una relación anterior, él está enfermo), algo buscado por la directora que confiesa: “No me gustan las películas que intentan describir complejas motivaciones humanas a través de la psicología
de los personajes. En la vida real, más que saber, adivinamos qué
es lo que mueve a la gente. ¿Cuánto necesitamos saber de la gente para fiarnos de ellos o entenderlos? Esta es la cuestión básica
de la película, que trata sobre las relaciones humanas a un nivel
muy básico”. Y que se desenvuelven, añadimos nosotros,
de una manera pausada, acariciando el paisaje circundante, prestando atención a los detalles mínimos del entorno,
mientras una música agradable y sosegada acompaña el
desarrollo de esta peculiar relación humana.
13 de abril 2011
Sesión número 1350
TENGO ALGO
QUE DECIROS
Título original: Mine vaganti.
Dirección: Ferzan Ozpetek
(2010). Nacionalidad: Italia.
Guion: Ivan Cotroneo y
Ferzan Ozpetek. Producción:
Domenico Procacci.
Música: Pasquale Catalano.
Fotografía: Maurizio Calvesi.
Montaje: Patrizio Marone.
Diseño de producción:
Andrea Crisanti
Interpretación: Riccardo
Scamarcio (Tommaso), Nicole
Grimaudo (Alba), Alessandro
Preziosi (Antonio), Ennio
Fantastichini (Vincenzo),
Lunetta Savino (Stefania),
Ilaria Occhini (abuela),
Daniele Pecci (Andrea), Elena
Sofia Ricci (Luciana), Bianca
Nappi (Elena).
Duración: 116 minutos
Versión original con
subtítulos en español
Tommaso es el miembro más joven de la extensa y excéntrica familia Cantone, dueños de una fábrica de pasta en Puglia.. Tommaso, aspirante a escritor, vuelve de Roma a casa para una importante cena familiar en la que su padre entregará la dirección
de la fábrica a su hermano y a él pero el joven planea anunciar
en la cena que es gay, pero cuando se dispone a pedir silencio,
se le adelanta su hermano, quien para sorpresa de todos desvela su propio secreto.
Ferzan Ozpetek (Estambul, 1959) es un viejo conocido del
Cineclub, porque en nuestra sala acogimos sus primeros películas: Haman, el baño turco (1997) y El último harén
(1999) con las que abría una carrera cinematográfica marcada por unas expectativas muy favorables. Se había trasladado a Italia cuando era joven, para estudiar arte y especialmente cine. En 1982 empezó a trabajar como ayudante
de dirección, participando con esa dedicación en una veintena de largometrajes con realizadores como Massimo
Troisi, Ricky Tognazzi, Sergio Citti, Lamberto Bava, Marco
Risi y otros, de los que recibió no sólo la adecuada preparación profesional sino también una influencia multicultural que tuvo una primera ocasión de ponerse de manifiesto en Hamam, el baño turco. Luego su carrera empezó a
decaer y de hecho sus películas dejaron de llegar a España, hasta La ventana de enfrente (2003), también proyectada en nuestro cineclub. Por ello, la llegada de este nuevo
título, bien acogido por la crítica europea aún dentro de
la consideración de ser una película menor, sin grandes
ambiciones, tiene en buena medida el sentido de recuperación o reencuentro con un antiguo amigo de quien nos
gustaría recibir buenas noticias en forma de películas interesantes. Tengo algo que deciros (nefasta traducción del original Mine vaganti (Minas errantes) se acerca a esa consideración no exenta de atractivos. Globalmente considerada
podemos decir que pertenece a varios géneros muy prolíficos en el ámbito del cine. Es una película coral, por la
acumulación de personajes, cada uno de ellos caracterizado por una personalidad muy acusada: el reaccionario jefe
de la familia, potente y autoritario; la excéntrica Luciana;
la ruda y firme abuela; el bromista, el tímido y, en fin, para
llegar pronto a la figura que ha de marcar el estallido familiar, el homosexual. Es una película que se integra también en la larga serie de relatos con secretos familiares que
unos mantienen a costa de otros. Y es, por supuesto, una
anécdota más acerca de cómo salir del armario, cuestión
que tanto juego ha dado en películas durante los últimos
veinte años. Con todo ello, la de Ozpetek no es en manera
alguna una historia rutinaria, repetición de otras anteriores. En la originalidad de su planteamiento está su principal encanto, pero también en la riqueza de matices de los
personajes y las situaciones que van engarzando un relato que ofrece momentos hilarantes, otros ridículos y una
envoltura general levemente melancólica, nada estridente
en su conjunto, para dejarnos un amable sabor agridulce
muy de agradecer en los tiempos que corren. Los personajes, casi todos miembros de la misma familia, van descubriendo sus pensamientos y deseos -no solo la orientación
sexual de uno de ellos- manteniendo siempre una cierta
tensión en espera de intentar adivinar cuál será el desenlace de los variados conflictos interiores planteados. Y que
nos recuerdan el buen pulso de quien fue muy prometedor director turco-italiano.
27 de abril 2011
Sesión número 1351
MIEL
Título original: Bal.
Dirección: Semih Kaplanoğlu
(2010). Nacionalidad: Turquía
y Alemania.
Guion: Semih Kaplanoğlu y
Orçun Köksal. Producción:
Semih Kaplanoğlu.
Fotografía: Baris Özbiçer.
Montaje: Ayhan Ergürsel,
Semih Kaplanoğlu y S. Hande
Güneri. Dirección artística:
Naz Erayda. Vestuario: Ozge
Ozturk
Actores: Bora Altas (Yusuf),
Erdal Besikçioğlu (Yakup, el
padre), Tülin Özen (Zehra, la
madre).
Duración: 103 minutos
Versión original con
subtítulos en español
Oso de Oro en el festival
de Berlín 2010 y premio del
jurado ecuménico.
Yusuf tiene seis años y acaba de empezar el colegio. Su padre
Yakup es apicultor, y Yusuf disfruta acompañándole. Un día,
las abejas desaparecen, poniendo en peligro el sustento de la familia. Yakup decide adentrarse en la montaña para descubrir
qué ha ocurrido, pero pasa el tiempo y no regresa. Yusuf y su
madre buscan pistas para saber dónde está Yakup, pero en vano.
Llega el momento de recibir en nuestro Cineclub a uno de los directores que más éxito e interés viene cosechando durante los
últimos años en Europa, aunque hasta ahora ha sido completamente desconocido en España, situación que puede modificarse
en un futuro inmediato al haberse estrenado seguidas las tres películas que forman la Trilogía de Yusuf, a la que pertenece el título de hoy, último de la serie. Semih Kaplanoglu (Izmir, Turquía,
1963) se graduó en la sección de Cine y TV de la facultad de Bellas Artes de su ciudad natal. Cuando obtuvo el título, se trasladó en 1984 a Estambul, iniciando su actividad profesional en
empresas de publicidad, de las que pasó al cine, como asistente de cámara en dos documentales que obtuvieron varios premios internacionales. Más tarde escribió el guión y dirigió una
serie de TV de 52 episodios, que alcanzó un enorme éxito popular en los canales que la emitieron. Con ese soporte y preparación, Kaplanoglu dirigió su primera película, Herkes kendi evinde
(2001), que desarrolló un prolífico recorrido por festivales internacional es en los que obtuvo una abundante cosecha de premios, situación que se repitió con su segunda película, Melegin
Düçüçü (2006), proyectada con muy buena acogida en el festival
de Berlín. Mientras había desarrollado otras actividades, como
escribir entre 1987 y 2003 artículos sobre artes plásticas y cine,
publicados en revistas especializadas, además de colaborar entre 1996 y 2000 con una columna de opinión en el diario Radikal.
Para entonces, ya había fundado su propia productora, Kaplan,
con la que inició el desarrollo de la trilogía, Huevo (2007), Leche
(2008) y Miel (2010), con la que obtuvo finalmente el Oso de Oro
en el festival de Berlín. Sobre la génesis de la trilogía, el director
comenta que “empezó a tomar forma cuando revisaba un guión que
había escrito hacía tiempo y que contaba a grandes rasgos la historia de
Yusuf hacia el fin de su adolescencia. Mientras trabajaba en el personaje empecé a pensar en cómo podría ser su futuro y así nació la trilogía,
que puede verse como un largo flashback, pero en ningún momento son
películas de época. Todas transcurren en el tiempo actual y en diferentes lugares; las relaciones y niveles económicos difieren. En ocasiones
me han preguntando si los tres Yusuf son el mismo. Prefiero no contestar para no revelar sus secretos, la relación directa e indirecta entre las
tres películas, y sus misterios”. Kaplanoglu asegura que se basó en
sus propias experiencias personales y vitales para dar forma al
personaje de Yusuf, reconociendo que en su interior hay partes
de él mismo, como referencias a su niñez: “Los problemas en la escuela cuando intentaba aprender a leer y a escribir, las preguntas que
hacía y que nadie contestaba, la intensa crueldad y riqueza de la naturaleza. En muchos aspectos, el niño da forma a su personalidad mientras descubre el mundo con curiosidad”. Para los amigos de conocer
otras culturas, otras formas de vida, Miel resultará una película
del máximo interés, porque se desarrolla en un pueblo montañoso de Turquía, en un paraje donde vive y reina la abeja negra, en
un ambiente aislado del resto del mundo, lo que fomenta la vida
natural, la soledad, el silencio y la dureza del trabajo, circunstancias que marcan el carácter del niño Yusuf y su ciega devoción
hacia el padre, Yakup, los ejes de esta historia rural y naturalista.
4 de mayo 2011
Sesión número 1352
LA OTRA HIJA
Título original: The new
daughter. Director: Luis
Berdejo (2009). Nacionalidad:
Estados Unidos. Producción:
Paul Brooks. Guión: John
Travis; basado en un relato de
John Connolly. Música: Javier
Navarrete. Fotografía: Checco
Varese. Montaje: Tom Elkins
y Robb Sullivan. Diseño de
producción: Chris Shri
Actores: Kevin Costner
(John James), Ivana Baquero
(Louisa James), Gattlin
Griffith (Sam James),
Samantha Mathis (Cassandra
Parker), Noah Taylor
(profesor Evan White), Erik
Palladino (oficial Ed Lowry),
Sandra Ellis Lafferty (sra.
Amworth)
Duración: 108 minutos
Versión original con
subtítulos en español
John James, un novelista de éxito recientemente divorciado, decide trasladarse a una apartada casa de Carolina del Sur con sus
dos hijos, Sam y Louisa. Pronto, la familia comienza a escuchar
unos extraños sonidos durante la noche que parecen estar relacionados con un antiguo túmulo funerario ubicado en los límites de su propiedad y que cada vez más atrae a Louisa.
Todo es posible en América, podríamos decir tomando el caso
de Luís Berdejo (San Sebastián, 1975), quien un día decidió hacer
el petate, aterrizó en Hollywood, pidió una oportunidad y se la
dieron, nada menos que con Kevin Costner de protagonista y así
pudo filmar su primera película larga como director. Dicho y hecho, como aquí se cuenta. Berdejo estudió en la Escuela de Cine
de la Comunidad de Madrid (ECAM) y dirigió varios cortometrajes, entre ellos La guerra (2005) y For(r)est in the Des(s)ert (2006),
premiado en el festival de Sitges. También ha firmado los guiones de REC (2007) y Quarentine (2008) y con ese bagaje a sus espaldas se presentó animosamente en la meca del Cine para pedir una
oportunidad. De la lectura de esta somera biografía se puede deducir inmediatamente un dato muy claro: Berdejo tiene una tendencia natural hacia el género de terror o, como gustan decir algunos comentaristas, de profundidades psicológicos y patológicas. A
ese género pertenecen los trabajos que hemos mencionado y también la película que llega hoy a nuestra programación, el primer
largometraje firmado por el director, quien cuenta, entre divertido
y asombrado, cómo llegó a Los Ángeles un día de 2006 para participar en un casting con destino a una película que finalmente no
se hizo. Llevaba con él sus cuatro cortos rodados en España y desarrolló una muy activa campaña de autopromoción, enseñándoselos a todo el mundo; conectó con un manager de la industria y
así fue desarrollándose el proceso, hasta encontrar la oportunidad
de rodar La otra hija, un relato de John Connolly. “Había oído hablar de él, pero no conocía ni sus novelas ni sus relatos. La historia toca temas que había tratado en mis cortos, como elementos sobrenaturales, criaturas fantásticas, niños, un bosque… Tenía mucho que ver conmigo. Luego todo eso lo personalicé; no se puede
hablar de una reescritura, pero sí intervine en el guión. Los últimos quince minutos son míos, porque cambié el final y la época en
que se desarrolla. Dentro de los parámetros que me había marcado, me dejaron bastante libertad para trabajar”. Así nació esta película que para Berdejo fue un auténtico sueño, más aún cuando
supo que podía contar con Kevin Costner, porque le habían anunciado la participación de un grande del cine, pero no llegó a pensar que pudiera ser tan grande hasta que vio a Costner a su lado.
“Fue muy generoso. Lo primero que me dijo fue que él también
era director, pero que en esta película mandaba yo y que todo lo
que yo quisiera sucedería. Por eso he intentado sacar a un Kevin
Costner que no se hubiera visto antes, de acuerdo con el contenido de la historia”. Una historia que deambula entre la realidad y
lo sobrerreal, mediante giros que van oscureciendo la trama en la
medida que aparecen cuestiones menos comprensibles, acompasadas a los cambios de humor de la joven Louisa, que el padre inicialmente atribuye a motivaciones relacionadas con la pubertad y
a su propio reciente divorcio que, como es natural, ha influido de
manera decisiva en el concepto de familia, criterio que empieza a
cambiar cuando advierte qué tipo de cosas es capaz de realizar la
joven. Berdejo sigue comentando que “esta es una película sobre
gente corriente y sobre cómo se enfrentan a cosas en apariencia
corrientes pero que resultan sobrenaturales; por ello las presento
como si estuviéramos ante un drama familiar”.
11 de mayo 2011
Sesión número 1353
ANIMAL
KINGDOM
Título original: Animal
kingdom. Dirección y
guion: David Michôd (2010).
Nacionalidad: Australia.
Producción: Liz Watts.
Música: Antony Partos.
Fotografía: Adam Arkapaw.
Montaje: Luke Doolan.
Diseño de producción:
Jo Ford. Vestuario: Cappi
Ireland.
Actores: James
Frecheville (Joshua “J” Cody),
Ben Mendelsohn (Pope),
Joel Edgerton (Barry
“Baz” Brown), Guy
Pearce (Nathan Leckie), Luke
Ford (Darren Cody), Sullivan
Stapleton (Craig Cody),
Jacki Weaver (Janine
“Smurf” Cody), Laura
Wheelwright (Nicky Henry).
Duración: 112 minutos
Versión original con
subtítulos en español
Primer premio en el festival
de Sundance 2010
Tras morir su madre, Joshua “J” Cody se va a vivir a Melbourne con sus tíos, con los que hasta ahora no ha tenido ningún
tipo de contacto. Allí estará bajo la custodia de su abuela. Aunque se adaptará rápidamente a su nueva vida, no tarda en descubrir que este mundo es mucho más peligroso de lo que antes había imaginado. Para sobrevivir, “J” deberá elegir qué lugar quiere ocupar dentro de este duro juego: estar con la familia
o con la ley.
El título de la historia con la que David Michöd debuta en el
largometraje (Animal Kingdon: Reino animal) insinúa cuáles
son los ingredientes que va a manejar a lo largo de la historia: un mundo muy lejos de la plácida bondad y amistosas relaciones entre sus habitantes y más cerca de la implacable ley
de la selva, donde sólo aciertan a sobrevivir quienes tienen poder y habilidad para imponerse a los más débiles. Michöd estudió en la Sidney Grammar Schol antes de ingresar en la Universidad de Melbourne, de donde salió licenciado para incorporarse al departamento de Educación alternando el trabajo
con nuevos estudios en la Escuela de Cine. Editor entre 2003
y 2006 de la revista Inside Film, por esa época empezó a realizar sus primeros cortometrajes: Esdras Blanco, licenciado en Derecho (2006), Ballesta (2007), Netherland enano (2008), así como
la serie de TV Peligrosas (2007), camino de preparación que finalmente habría de llevarle a rodar su primer largometraje,
Animal Kingdomn, presentada con todo éxito en el último festival Sundance, de cine independiente, que patrocina Robert Redford. El elemento central de una historia marcada por no pocos tintes dramáticos es el joven actor James Frecheville, de 17
años, debutante en esta película, situado emocionalmente entre dos puntos de atracción contraria y conflictiva: su tío Pope
y el detective Leckie, que van a representar dos puntos de vista inicialmente no llamados a ser contrarios pero que terminarán convirtiéndose en eso, al escenificar de un lado la familia y sus condicionantes afectivos y de dependencia; de otro,
la ley y el orden, que pueden ser amenazados si así conviene.
Para encontrar al joven Cody fue preciso desarrollar un enorme casting, en el que participaron más de 500 aspirantes hasta elegir la figura adecuada, cercana a la imagen de alguien
que acaba de salir de la niñez pero con suficiente apariencia
física y madurez como para ser incorporado por sus tíos a las
actividades delictivas que están desarrollando. De esa manera se va estructurando este amplio panorama fílmico por el
que circulan cualificados “animales depredadores” (calificativo usado por el propio Michôd para definir su película) para
incorporarse manera muy notable al amplio repertorio de historias de cine negro que vienen formando un género definido
y cualificado. Una historia que tiene mucho de investigación
sociológica, que no queda sólo en la epidermis de unos sucesos criminales, pues los comportamientos de sus integrantes
son analizados de manera minuciosa, estableciendo con rigor
las relaciones que van marcando las actitudes de unos y otros,
cuando la marrullería puede dejar paso a comportamientos
próximos a la grandeza, aunque sabemos de entrada que difícilmente encontraremos al final la grandeza que se supone a
los héroes. Por ello la crítica ha señalado que esta película es
una de las más agradables sorpresas encontradas en la cartelera de los últimos meses, adornada por una extraña belleza
formal que ofrece algunos instantes llamados a formar parte
de nuestros recuerdos permanentes y contando siempre con el
eficacísimo soporte de un cuadro de actores realmente impresionante. Una nueva y brillante aportación del cine australiano
y un magnífico descubrimiento de un nuevo director.
18 de mayo 2011
Sesión número 1354
WOMEN
WHITHOUT MEN
Título original: Zanan-e
bedoon-e mardan.
Directora: Shirin Neshat
(2009). Nacionalidad:
Alemania, Austria y Francia.
Productores: Susanne
Marian, Martin Gschlacht
y Philippe Bober. Guion:
Shirin Neshat y Shoja Azari;
inspirado en la novela
de Shahrnush Parsipur.
Música: Ryuichi Sakamoto.
Fotografía: Martin Gschlacht.
Montaje: George Cragg, Jay
Rabinowitz, Julia Wiedwald,
Patrick Lambertz, Christof
Schertenleib y Sam Neave.
Diseño de producción:
Katharina Wöppermann
Actores: Pegah Ferydoni
(Faezeh), Arita Shahrzad
(Fakhri), Shabnam Tolouei
(Munis), Orsi Tóth (Zarin).
Duración: 95 minutos
Versión original con
subtítulos en español
León de plata al mejor
director en el festival de
Venecia
Cuenta la historia de cuatro mujeres durante los días del golpe
de estado en Irán de 1953, cuyas vidas se cruzan en el caos político del momento y encuentran refugio en el jardín de una casa
de campo. De este encuentro surge una historia de compañerismo, consuelo y amistad con el retrato del papel de la mujer en la
sociedad iraní de aquella y explora el valor simbólico del jardín
en la tradición islámica.
Casi todo el mundo tiene una idea bastante aproximada de
lo sucedido en Irán en los últimos años, a partir de la revolución islámica que llevó al poder a los integristas, dando lugar al régimen político hoy vigente, una peculiar república
con aparentes comportamientos democráticos (hay partidos
políticos, se celebran elecciones, existe un presidente elegido) pero siempre bajo la vigilancia de los ayatollah, representados por el guía supremo de la revolución. Antes de eso
sucedieron otras cosas, y estas ya se encuentran más olvidadas o difuminadas en la conciencia de los occidentales, como
el elemento central de esta película, el intento revolucionario del año 1953 que, por resumir los hechos, no fue sino un
antecedente de lo que habría de suceder décadas más tarde.
En aquella ocasión, el golpe fue brutalmente superado gracias entre otros motivos a la intervención de las potencias occidentales en apoyo del gobierno y el sha obtuvo plenos poderes para, en adelante, gobernar el país de una manera absolutamente despótica. A esa etapa histórica se acerca Shirin
Neshat, una artista iranía residente en Nueva York, con una
larga experiencia en el terreno de la fotografía, el vídeo y las
instalaciones multimedia. Neshat comenzó a darse a conocer
internacionalmente por sus series de retratos femeninos en la
serie Women of Allah (1993-1997); ha creado diferentes series
de videoinstalaciones, entre ellas dos muy reconocidas, Turbulent (1998) y Rupture (1999), por las que recibió premios en
la Bienale de Venecia del último año citado. Su obra ha sido
expuesta en varios museos de Nueva York, Londres y Amsterdam. Todo ello antes de acometer el paso a la realización
cinematográfica con esta película, galardonada en el festival
de Venecia con el premio a la mejor dirección. Muestra de su
osadía personal es la decisión de afrontar la realización de
una historia sobre una etapa de la historia de su país sistemáticamente ignorada o silenciada, como ella misma recuerda: “Desde el momento en que nací, se convirtió en un tabú
hablar abiertamente del golpe de 1953, así que casi no tengo
ningún recuerdo, ni siquiera recuerdo oír a mi propia familia discutir sus puntos de vista o experiencias”. Estaba latente, como suele ocurrir, el miedo implantado por la dictadura del sha, apoyado en una terrible policía secreta de carácter político, que vigilaba y controlaba las actitudes y hasta los
pensamientos de los ciudadanos, impidiendo cualquier tipo
de manifestación libre de las ideas. Todo ello está contado al
detalle en el libro de Shahrnush Parsipur, exiliada en el norte
de California, que prestó el material narrativo adecuado para
una película que, además, ofrece un bellísimo planteamiento
formal, resultado de su amplia experiencia en el mundo de la
imagen, sin olvidar el poético mensaje derivado del peculiar
tratamiento del jardín, ese factor, junto con el agua, tan vinculado a la cultura islámica.
25 de mayo 2011
Sesión número 1355
CARTAS AL
PADRE JACOB
Título original: Postia
pappi Jaakobille. Dirección:
Klaus Härö (2009).
Nacionalidad: Finlandia y
Suecia. Producción: Lasse
Saarinen y Ristro Salomaaa.
Guion: Klaus Härö y Jaana
Makkonen. Fotografía:
Tuomo Hutri. Música: Dani
Strömback. Montaje: Samu
Heikkilä.
Dirección artística: Kaisa
Mäkinen.
Actores: Kaarina Hazard
(Leila), Heikki Nousiainen
(padre Jacob), Jukka
Keinonen (cartero), Esko
Roine (Vankilan).
Duración: 74 minutos
Versión original con
subtítulos en español
Leila es una asesina condenada a cadena perpetua que, tras doce
años de cárcel, recibe el indulto. Antes de dejar la prisión, un
funcionario le explica que Jacob, un cura rural anciano y ciego,
ha solicitado su ayuda como asistente. Leila acepta esta labor.
Así, dos mundos radicalmente opuestos se entrelazan en una
convivencia que inicialmente parece imposible.
Mientras nos agobian las historias superespectaculares que nos
llegan de Hollywood, envueltas en poderosos mecanismos digitales que ocultan cada vez más la presencia de actores reales y difuminan la comisión de hechos no menos auténticos, de vez en
cuando llegan hasta nosotros historias mínimas, argumentos directos, personajes tan cercanos que casi los podemos imaginar
sentados a nuestro lado en la butaca aunque, como sucede en este
caso, pertenezcan a culturas frías, cerebrales, muy distancias de
nuestros sentimientos mediterráneos, tan cálidos y apasionados.
El cine nórdico, aunque llega hasta el sur con cuentagotas, tiene
en los últimos años un sólido prestigio amparado en varios títulos de éxito. A ese cine, aunque sin tener el apoyo de las multitudes de espectadores que hacen cola para ver las películas basadas
en las fantasías de Stieg Larrson (ya saben: la serie Millennium y
sus secuelas). pertenece esta historia sencilla, austera, intimista,
basada apenas en las relaciones entre dos personas inicialmente
dotadas de un atractivo escaso por no decir intrascendente, pero
en ese juego radica precisamente la grandeza de este relato que no
necesita de llamativos alardes para mostrarse cercano a nuestro
interés. El director, Kalus Härö, era completamente desconocido
en España, salvo en los círculos minoritarios que va de festival en
festival, como de hecho se nos muestra muy lejano el cine finlandés, arrinconado ya el recuerdo fecundo de Aki Kaurismäki. Härö
nació en Porvoo en 1971 y además de varios cortometrajes, tenía
ya acreditados tres títulos largos antes del que hoy vamos a conocer: Elina. Som om jag inte fanns (Elina. El caso de quien nunca estuvo allí, 2002); Äideïsta parhain (Madre de las minas, 2005) y Den
nya människan (La nueva humanidad, 2007). Es muy conocido en
los países septentrionales europeos y en el año 2004 recibió el premio nacional finlandés a las Artes. No es, por tanto, un novato debutante, sino que se encuentra avalado ya por una respetable experiencia, que ahora se desarrolla a través de un argumento muy
apropiado para el carácter nórdico, tan aficionado a cuestiones relacionadas con la espiritualidad, el alma y los sentimientos íntimos. Hay que considerar, y la crítica así lo ha observado, un cierto esquematismo simplista en los planteamientos de partida, un
tanto ingenuos en origen, pero que no estorban para nada en la
solidez posterior de la evolución de los hechos. Tenemos, en ese
inicio, dos personajes absolutamente contrapuestos: un sacerdote que muestra evidentes signos de ser un iluminado o un místico, convencido de que la bondad todo lo puede y, en el otro lado,
una mujer áspera, ruda, marcada por una dura existencia y, desde luego, por un crimen. En la oposición, incluso distanciamiento, de estas personalidades, se encuentra el eje en torno al que va
a desarrollarse una relación que, imaginamos, alcanzará un final
feliz, aunque no podamos adivinar con precisión cuáles serán los
acontecimientos que el director irá desarrollando para alcanzarlo. El mensaje es claro: la esperanza siempre es posible, en cualquier situación, por complicada que sea y por mucho que unas situaciones adversas nos parezcan insalvables. Todo ello contado
en un tono de seriedad austera, en el que apenas queda algún leve
resquicio para un toque de humor, como si Härö quisieran decirnos que, de haberlo querido, podría haber habido más simpatía.
2 de junio 2011
Sesión número 1356
CINCO MINUTOS
DE GLORIA
Título original: Five minutes
of Heaven. Director:
Oliver Hirschbiegel (2009).
Nacionalidad: Reino Unido
e Irlanda. Producción: Eoin
O’Callaghan. Guión: Guy
Hibbert.. Música: David
Holmes y Leo Abrahams.
Fotografía: Ruairi O’Brien.
Montaje: Hans Funck.
Diseño de producción: Mark
Lowry. Vestuario: Maggie
Donnel
Actores: Liam Neeson
(Alistair Little), James Nesbitt
(Joe Griffin), Anamaria
Marinca (Vika), Juliet
Crawford (Cathy), Mark
David (Alistair de joven),
Richard Dormer (Michael),
Kevin O’Neill (Joe de joven),
Pauline Hutton (Sharon),
Andrea Irvine (Sarah)
Duración: 90 minutos
Versión original con
subtítulos en español
Lurgan, Irlanda del Norte, 1975. Alistair Little, de 16 años, es
el líder de una célula UVF (Fuerza Voluntaria del Ulster) impaciente por derramar sangre. Él y su cuadrilla reciben el visto bueno para matar a un joven católico, James Griffin, crimen
que contempla Joe Griffin, el hermano pequeño. Treinta años
más tarde, Joe Griffin y Alistair deben encontrarse, ante las cámaras, de cara a una reconciliación. La paz se ha establecido en
Irlanda del Norte, pero Joe Griffin tiene otros planes en mente.
Oliver Hirschbiegel (Hamburgo, 1957) se educó en la escuela
Waldorf, famosa por sus principios antiautoritarios y a la que
no se supo adaptar, abandonando los estudios para embarcarse como cocinero. Más tarde se matriculó en Pintura y Diseño
Gráfico, en la Academia de Arte de Hamburgo, donde bajo la influencia de Sigmar Polke empezó a mostrar interés por la fotografía, el cine y el vídeo. Realizó una serie de montajes artísticos
y perfomances basados en la imagen y junto a Gabor Body llevó
a cabo un vídeo-magazine, “Infermental”. En 1986 vendió su primer guión a la cadena ZDF que le encargó la dirección. Así nació “Das Go! Project”, su primer trabajo serio para TV, que obtuvo unas excelentes críticas y nuevas ofertas para dirigir. En los
años siguientes hizo numerosos thrillers e historias de crímenes
para TV, con las que consiguió algunos premios, figurando entre esos trabajos catorce episodios de la serie “Komissar Rex” y
dos de la serie “Tatort”. Con ese bagaje acometió la realización
de su primer largometraje cinematográfico, El experimento (2001),
a la que siguieron El hundimiento (2004) e Invasión (2007). En esta
ocasión, Hirschbiegel abandona el habitual escenario de sus películas, Alemania, para trasladarse a Irlanda, territorio en el que
siempre hay un tema muy propicio, el de la larguísima revuelta criminal protagonizada por el IRA, sin que debamos olvidar
algunos otros desmanes también realizados por el sector contrario, todo ello al parecer felizmente diluido en una situación muy
próxima a la paz, aunque como suele suceder tras cualquier periodo de conflicto civil, alcance o no la categoría de guerra abierta, pero sí el de enfrentamiento, los problemas realmente surgen
cuando llega la hora de la reconciliación. Que es, precisamente,
el dilema moral que el director aborda en esta película: los responsables, los dirigentes, firman la paz y formalmente una situación pacífica se impone en el conjunto de la sociedad. Pero ¿qué
pasa con las conciencias individuales? ¿Todo el mundo está dispuesto a olvidar agravios, atentados, incluso crímenes mortales,
para abrazar o al menos tolerar la presencia de quien fue su enemigo? ¿Nadie tiene ansias de venganza? El tema tiene, naturalmente, fuerza y tensión, elementos que el director desarrolla a
través de una serie de cuestiones subyacentes en el progreso del
relato. Está el tema del arrepentimiento, el concepto de culpa que
el asesino arrastra toda su vida, convencido de haber cometido
una monstruosidad;; culpa también en el joven hermano, agobiado por la idea de no haber hecho todo lo posible para evitar
el crimen. Ambos son, pues, dos seres atormentados que necesitan adaptarse a la nueva situación creada con el film de la violencia. El programa de televisión al que son invitados puede representar la catarsis de esa situación, la salida mediante la explosión de sus sentimientos más íntimos (y aislándose del hecho de
que, realmente, lo que se pretende es cultivar el morbo de la audiencia). Una interesantísima cuestión de índole moral, que interesa mucho en una sociedad como la española donde parece que
al fin y tras años de amarguras, podemos llegar a alcanzar también, en un tiempo quizá razonable, una situación similar en la
que el crimen organizado por el terror pueda llegar a desaparecer, para que nos preguntemos: Y ahora, ¿qué?.
8 de junio 2011
Sesión número 1357
WHEN YOU’RE
STRANGE
Título original: When
you’re strange, Dirección y
guión: Tom DiCillo (2009).
Nacionalidad: Estados
Unidos. Producción: Peter
Jankowski, John Beug, Dick
Wolf y Jeff Jampol. Música:
The Doors. Fotografía: Paul
Ferrara. Montaje: Mickey
Blythe y Kevin Krasny.
Narrador: Johnny Depp
Duración: 86 minutos
Versión original con
subtítulos en español
Documental sobre el grupo
norteamericano The Doors
Esta es la primera película documental rodada sobre el mítico
grupo The Doors pero, a la vez, es también un documento fílmico de considerable importancia sobre la América de los años 60.
Recoge material rodado sobre el famoso grupo musical formado
en Los Ángeles (California), acercándose al lado más desconocido de la banda y en especial a su carismático líder: Jim Morrison.
Tom DiCillo ha contado con el apoyo de Ray Manzarek, Robby
Krieger y John Densmore, teclista, guitarrista y batería respectivamente de The Doors, que formaron la banda junto a Morrison. Utilizando exclusivamente material original, en su mayoría inédito y rodado en buena parte por el propio Morrison entre 1966 y 1971 —período de existencia del grupo—,Tom DiCillo
presenta a la banda y su contexto en el seno de un país (una sociedad) que vivió en esa época una auténtica evolución (quizá
incluso una revolución) interna desde el acentuado conservadurismo que la marcaba hasta posiciones abiertamente liberales y
progresistas. Tom DiCillo (Camp LeJeune, Carolina del Norte,
Estados Unidos, 1953), hijo de madre italiana y padre estadounidense, estudió Escritura creativa en la Universidad de Virginia y
cine en la de Nueva York, donde conoció a Jim Jarmush para el
que trabajó en la fotografía de Permanent Vacation y Extraños en
el paraíso. También hizo este trabajo en el film independiente The
end of the Night, de Keith McNally. Tom DiCillo es uno de los personajes más interesantes surgidos en los últimos años en las nóminas de directores estadounidenses. Obtuvo el master de Artes
en Dirección en la universidad de Nueva York en 1979, periodo
durante el que tuvo que realizar seis cortos, con uno de los cuales
ganó el premio Paulette Goddard. Entre 1980 y 1987 trabajó en
numerosas producciones teatrales y de cine independiente y en
1991 hizo acto de presencia en el festival de Sundance con su primera película, Johnny Suede que luego ganó el primer premio en
el festival de Locarno. Con Vivir rodando ganó el premio al mejor
guión en Sundance (1995), además de varios galardones en otros
festivales. Luego ha rodado Caja de luz de luna (1996), Una rubia
auténtica (1997), Doble contratiempo (2001) y Delirious (2006) antes
de llegar a When you’re strange, presentada como un documental
aunque, realmente, es un film de ficción organizado a partir de
escenas documentales extraídas de los archivos y de varias otras
películas, como la que sirve de arranque, cuando un silencioso
Jim Morrison recorre taciturno y solitario el desierto, haciendo
autostop, imágenes que corresponde al film experimental HWY:
an american pastoral (Paul Ferrara, 1969). La película está hecha,
naturalmente, a la mayor gloria de The Doors pero ellos ocuparon de manera intensa una época de los Estados Unidos (y, por
extensión natural, del mundo occidental) y eso está muy presente en el desarrollo del film, que no es -ya lo hemos señalado- un
documental en estricto estado puro, que hubiera podido resolverse a partir de otros planteamientos similares, en una sucesión
de conciertos, grabaciones, palabras de los protagonistas. Aquí,
en realidad, está presente toda una época, que se nos transmite a
través de la música interpretada por un grupo que alcanzó niveles de leyenda pero también de los sonidos emitidos desde otras
fuentes (gritos, bombas, ruidos) y que forman el entramado crepuscular sobre el que toma forma la música de un grupo inolvidable. Y que, por supuesto, está aquí muy presente, ocupando
todo el metraje de la película para hacer rejuvenecer a quienes ya
no lo son y para ayudar a comprender algo de aquella época a los
que sí lo son ahora. Y así hasta llegar a The End, la mítica canción
con la que el grupo cerraba su primer disco, publicado en 1967, y
convertida ya en toda una leyenda musical.
15 de junio 2011
Sesión número 1358
Horario: 17 y 22,30 horas
EN EL CENTRO DE
LA TORMENTA
Título original: In the
electric mist. Dirección:
Bertrand Tavernier (2009).
Nacionalidad: Estados
Unidos, Francia. Producción:
Michael Fitzgerald y Frédéric
Bourboulon. Guion: Jerzy
Kromolowski y Mary OlsonKromolowski; basado en
la novela de James Lee
Burke. Fotografía: Bruno
de Keyzer. Música: Marco
Beltrami.. Montaje: Thierry
Derocles, Roberto Silvi y
Larry Madaras. Diseño
de producción: Merideth
Boswell.
Actores: Tommy Lee
Jones (Dave Robicheaux),
John Goodman (Julie
Balboni), Peter Sarsgaard
(Elrod T. Sykes), Mary
Steenburgen (Bootsie), Kelly
Macdonald (Kelly), Justina
Machado (Rosie Gomez), Ned
Beatty (Twinky Lemoyne),
James Gammon (Ben Hebert),
Pruitt Taylor Vince (Lou
Girard)
Duración: 117 minutos
Versión original con
subtítulos en español
New Iberia, Louisiana. El detective Dave Robicheaux anda tras
la pista de un asesino en serie responsable de la muerte de varias
jóvenes. Tras reconocer la escena de un nuevo crimen, Dave conoce a la estrella de Hollywood Elrod T. Sykes, que se encuentra
rodando en el lugar su última película. Dave tiene la sensación
de que a medida que se va acercando al asesino, éste también se
acerca a él y a su familia
Bertrand Tavernier (Lyon, 1941) es el más americano de los
directores franceses, lo cual no es mucho decir porque los cineastas galos, desde Jean Renoir a François Truffaut, han sentido siempre una irrefrenable vocación hacia Hollywood, la
forma de trabajar allí y el tipo de películas que se producen en
las playas de California, aunque no siempre resulte fácil imitar esos métodos. Tavernier sí se acerca bastante y hoy tenemos a la vista un buen ejemplo. Hijo del escritor René Tavernier, empezó su relación con el cine como agente de prensa,
lo que le permitió conocer a una buena cantidad de directores que acudían a París a presentar sus películas. Después fue
periodista informativo y crítico, publicando artículos y ensayos en “Cahiers de Cinema” y “Positif”. Fue ayudante de Jean
Pierre Melville. Debutó en la dirección haciendo uno de los
episodios de Les baisers (1963), y un par de cortos a continuación, realizando diez años después el primer largometraje, .
Alterna su trabajo con films de ficción con la dirección de documentales. Es autor del libro “50 ans de cinéma américain”,
un brillante análisis de los nombres más importantes del cine
americano y de otros sobre el western y Humphrey Bogar. En
1974 ganó el Prix Delluc por El relojero de Saint Paul y a partir de ahí desarrolló una carrera abundante en títulos, muchos
de ellos valiosos: El juez y el asesino 1976), La muerte en directo (1980), Alrededor de la medianoche (1986), La vida y nada más
(1993), Capitán Conan (1996), Hoy empieza todo (1999), La pequeña Lola (2003), ¿Cuánto me amas? (2005), entre otros muchos.
Como puede apreciarse por esa lista, bastantes de los títulos
indicados encajan perfectamente en el llamado “cine negro”
que es uno de los componentes más característicos del cine
americano, sobre todo en las fecundas décadas de los 50 y
60 en que se produjeron películas memorables y definitorias.
Y en el que perfectamente se puede encuadrar, sin demasiados problemas, En el centro de la tormenta, pues cuenta con todos los ingredientes necesarios y que un buen discípulo de los
maestros, como Tavernier, ejecuta con redonda madurez. De
un modo simplista un observador distraído podría decir que
el argumento no es nada original; llevaría razón, aunque luego vendrían los matices para introducir elementos correctores. Pero, naturalmente, hay mucho más: la excelente realización, el trepidante avanzar de la historia, el planteamiento de
los ingredientes dramáticos que acentúan la acción, la riqueza
de detalles ambientales. En definitiva, lo que se llama talento
aplicado a la realización de una película. Y que encuentra el
adecuado apoyo en un prodigioso cuadro de intérpretes, algo
que en bastantes ocasiones salva películas mediocres. Esta no
lo es, sino cine de muy alta calidad, pero es claro que la presencia poderosa de Tommy Lee Jones, John Goodman, Mary
Steenburgen y Kelly MacDonald ayuda notablemente a que
todo sea aún mejor de lo que, de todas formas, lo hubiera sido
sin ellos. Habilidad que añadir a la que Tavernier tiene acreditada por tantos otros conceptos.
15 de junio 2011
Horario: 19,30 horas
RÍO ROJO
Título original: Red River.
Director: Howard Hawks
(1948). Nacionalidad:
Estados Unidos. Producción:
Monterey Productions, para
United Artists. Argumento:
Borden Chase, por su novela
“The Chrislom Trail”. Guión:
Borden Chase, Charles
Schnee. Fotografía: Russell
Harlan, en blanco y negro.
Decorados: John Datu
Arenema. Música: Dimitri
Tiomkin. Montaje: Christian
Nyby.
Actores: John Wayne
(Thomas Dunson),
Montgomery Clift (Matthew
Garth), Walter Brennan
(Grot), Joanne Dru (Tess
Millay), John Ireland
(Cherry), Hank Worden
(Kenneally), Coleen Gray
(Fen), Noah Beery jr (Buster;
en España: Maravilla), Jefe
Yowlachie (Quo), Harry
Carey sr (Melville), Harry
Carey jr (Don Latimer),
Mickey (Sims), Ivan Parry
(Bunk Kuhn), Paul Fix
(Teeler)
Duración: 126 miunutos
Versión original con
subtítulos en español
Tom Dunson, acompañado de su hijo adoptivo Matthew Garth
y su amigo Groot, debe conducir un importante rebaño de ganado hasta Abilene. Su violento carácter, marcado por la dureza y el rigor, provoca el amotinamiento de los hombres, a los que
se une Matthew
Muchos detalles, en apariencia pequeños, hacen grande, inconmesurable, a Río Rojo, uno de los títulos emblemáticos del western clásico, ese que ya no se hace (sólo Clint Eastwood se ha
atrevido a tocarlo en los últimos años) pero que sigue formando parte de la mitología inconmovible del cine de todos los tiempos. Este es el primer western dirigido por Howard Hawks, es la
primera aparición en la pantalla de un jovencísimo Montgomery
Clift, tiene la firma argumental de Borden Chase (y eso obliga a
hacer una reverencia ceremonial), está el inmenso Russell Harlan
tras la cámara, cuenta con la música de Dimitri Tiomkin para dejar el ánimo en suspenso. En su desarrollo figura la que casi todo
el mundo considera como la más clamorosa pelea entre dos vaqueros jamás filmada. Y está, en fin, John Wayne, enorme, gigantesco, en la que pasa por ser (y aquí lo ratificamos) su mejor interpretación, la que contribuye a encumbrarle como uno de los
mayores actores jamás salidos de Hollywood, por más que una
cierta generación de críticos necios pretendieran enmascarar ese
hecho real con adjetivaciones políticas. Todo es maravillosamente cercano, directo, en Río Rojo, cuya acción va desarrollándose
con ese pausado, sistemático devenir que sólo los grandes directores de la buena época son capaces de desarrollar, apoyándose
siempre en un relato tan sobrio como medido. Todo ello, además,
en un maravilloso blanco y negro cuyos matices y contrastes nos
consuelan de tantas memeces infumables en sosos colorines. Detrás y al frente de esta genialidad cinematográfica está Howard
Hawks (1896-1977), inicialmente licenciado como ingeniero industrial, pero pronto empezó a trabajar como piloto de carreras
y aviador. Al término de la I guerra mundial continuó diseñando
y construyendo bólidos de carreras, pero parece que en 1917 ya
estaba rodando algunas escenas de películas mudas. Desde 1923
colabora de manera asidua en tareas vinculadas al cine (ayudante de dirección, guionista), hasta dirigir su primer largometraje en 1926, emprendiendo así una carrera prolífica, en la que figuran títulos memorables, de todos los géneros, como -por citar
algunos- Scarface, el terror del hampa (1932), La comedia de la vida
(1934), La ciudad sin ley (1935), La fiera de mi niña (1938), Luna nueva (1940), El sargento York (1941), Tener y no tener (1944), El sueño
eterno (1946), Nace una canción (1948), La novia era él (1949), Río de
sangre (1952), Me siento rejuvenecer (1952), Los caballeros las prefieren rubias (1953), Tierra de faraones (1955), Río Bravo (1959), Hatari
(1962), El Dorado (1967), Río Lobo (1970). Como se ve por esa apretada relación, la obra de Hawks podría quedar estructura sobre
un trípode genial: el thriller, la comedia y el western. Por todo
ello recibió un Oscar honorífico en reconocimiento al conjunto
de su carrera. En el centro de esa obra inmensa está Río Rojo, una
historia de vaqueros en la que se encierra toda la esencia del género mediante la síntesis de elementos complejos que se van engarzando como las piezas de un delicado collar de piedras preciosas, cada una con sus matices, brillos y tonalidades, para dar
como resultado un ejemplar de tan delicados componentes como
espectacular resultado conjunto. Si alguien se queda sólo con las
vacas y las praderas es que ha entendido poco. Hay que captar
la dureza de los seres humanos implicados, las emociones que
transmiten sus sentimientos, la luminosidad del paisaje, las frases que transmiten ideas complejas (“¿Por qué los hombres tienen miedo de noche y no por el día?”, las que deslizan sutiles ironías (por ejemplo, sobre “el tamaño” de las pistolas), las relaciones humanas que van de la ira al afecto, de la dureza a la ternura.
Hay en toda la película una sutil belleza que no se rinde ante las
minucias sino que alcanza niveles telúricos, con una planificación tan efectiva (los encuadres siempre a la altura del ser humano) como conmovedora en sus resultados.
ESTA PROGRAMACIÓN DEL
CINE–CLUB CHAPLIN ES POSIBLE
GRACIAS A LA COLABORACIÓN DE
Depósito Legal: CU-131-2011

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