Ramiro Pinilla: “He intentado poner una mina en el germen de la

Transcripción

Ramiro Pinilla: “He intentado poner una mina en el germen de la

Ramiro Pinilla: “He intentado poner una mina en el germen de la
ideología nacionalista”
El escritor Ramiro Pinilla, ayer en la sede de la
Fundación Duques de Soria. . Mariano Castejón
Nuria Omeñaca
Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923) es un escritor que ha ido forjando su obra en el
silencio y la intimidad, lejos de los circuitos comerciales. El premio Nadal, que
en 1960 ganó con ‘Las ciegas hormigas’ supuso un “terremoto”, como él
mismo reconoció ayer en sus ‘confesiones’ ante los medios de comunicación
por la mañana, horas antes de su participación en el ciclo ‘Confesiones de
Autor’ de la Fundación Duques de Soria.
Cercano, sencillo y con un gran sentido del humor, Ramiro Pinilla ‘confesó’
ayer que hace dos años volvió a la novela policíaca, que fue su género original,
en el que comenzó con 18 años. Su último libro publicado este año, ‘Sólo un
muerto más’ lo dedica a Romo P. Girca, el seudónimo con el que publicó en
1944 ‘El misterio de la pensión Florrie’, su primer libro editado. A sus 86 años
Ramiro Pinilla homenajea a ese autor de 20 años con un regreso al género en
el que trabaja con una nueva aventura del héroe de ‘Sólo un muerto más”. Para
el autor, “el policíaco ha sido uno de mis géneros preferidos para leer y
escribir, estuve 10 años con novelas policiacas y del oeste. Parece que la
novela ‘seria’ es más profunda, pero no es así, hace un par de años se me
ocurrió volver al género”.
Ramiro Pinilla habló ayer de esa novela ‘seria’ y de su regreso a una gran
editorial, Tusquets, que ha publicado en 2005 la trilogía ‘Verdes valles, colinas
rojas’, un retrato de la historia reciente del País Vasco y una incursión en el
alma del nacionalismo. Reconoce que, una vez jubilado, ha escrito en total
libertad, en su “agujero de Getxo”, como él mismo lo denomina, su obra más
reconocida, que le ha proporcionado varios premios de renombre y que ha
estado escribiendo durante 20 años. “Si alguien ha escrito un libro libre he
sido yo”, reconocía ayer sobre la trilogía. Ramiro Pinilla confiesa que en su
obra ha intentado “poner una mina en el germen de la ideología nacionalista”.
Su protagonista, un etarra perseguido, termina renegando de todo y se deja
matar en la playa donde transcurrió su infancia. “Descubre que la patria de un
hombre no es una sociedad o un pueblo, es la infancia”.
Preguntado sobre la situación actual en el País Vasco, el escritor bilbaíno
admitió que está “mal”, no sólo por ETA, “que suma 900 cadáveres”, sino “por
el PNV, que volvía la cabeza y por la propia sociedad vasca”.
Pinilla hizo una reflexión al respecto: “Si todos los vascos salieran a la calle
pidiendo la entrega de las armas se acabaría todo” y reiteró: “La culpa es de un
50% de la sociedad vasca”.
Considerado un referente ineludible de la corriente renovadora de la narrativa
española que se inicia en los años 60, el periplo literario de Ramiro Pinilla no
ha estado exento de contratiempos. Reconoce que ganar el Nadal en 1960 con
‘Las ciegas hormigas’ le perjudicó hasta el punto de que lo califica como un
“terremoto”. “De ser un oscuro y premeditadamente escondido ciudadano, me
cambié de Bilbao a Getxo y llega el susto del Nadal, que quedaba compensado
por la ilusión de ser escritor”. Después de ganar el premio “cometí el error de
pensar que podía escribir con poco esfuerzo. A los siete años empecé a
recuperarme, a escribir con mi ritmo, con mi yo. Ahora les tengo miedo a los
premios”. También confesó ayer que tuvo malas experiencias con las
editoriales Destino y Planeta. Su obra ganadora del Nadal, que saldrá en enero,
tuvo una buena acogida. Pero después de dos o tres años el editor, Destino,
dejó de editarla. “Firmé un contrato leonino. Ellos con todos los secretos de la
publicación y yo sin secretos, firmé el contrato que obligaba a que mientras
hubiera 100 ejemplares de la novela en sus almacenes, el contrato seguía
vigente. Tusquets ha conseguido al cabo de 50 años que ahora pueda ser yo el
dueño de la novela”, relató ayer. “Me alejé de Destino y de todos los editores”.
“En los años 70 fundé una humilde editorial, en plena Transición la sociedad
era muy distinta, vendíamos libros en la calle. La rutpura con la Dictadura era
una época de cambio de vida. Cuando vi en un parque de Bilbao a una pareja
besándose dije “ha llegado la democracia”. En agosto los hombres no
podíamos salir a la calle con la camisa remangada. ¿Se lo creen?. Yo tampoco,
parece que lo he soñado. Esas ilusiones desembocaron en la Transición y en
ilusiones democráticas y literarias. Hoy no lo haría”, relataba el escritor ayer.
Marino durante dos años, asegura que la influencia de la navegación no va más
allá de algunas descripciones. “No soy consciente de las experiencias reales
que me han servido para escribir. Mis libros son una serie de mentiras. Hablo
de algo real, pero todo lo demás es mentira. Pero gracias a que dejé la
navegación pude escribir”. En octubre saldrá una edición de bolsillo de ‘Verdes
valles...’. Mientras tanto, se puede tomar la libertad de no escribir en mucho
tiempo. Y por eso, confiesa, que sigue haciéndolo, libremente.


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