Desde la Revolución Industrial hasta nuestros días

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Desde la Revolución Industrial hasta nuestros días
Desde la
Revolución
Industrial
hasta nuestros
días
Figura 2.24. La energía y sus usos desde la Revolución Industrial
Alrededor del año 1600, el carbón fue sustituyendo a la madera, convirtiéndose
en un combustible común. Además de ser más accesible, el carbón tuvo otra
gran ventaja, su alta densidad energética, es decir se tarda menos que la madera
en producir una cantidad equivalente de energía.
En 1700 el inventor británico Thomas Newcomen, considerado como el padre
de la Revolución Industrial, inventó una máquina que cambió el mundo. Diseñó
un motor de vapor que permitió reemplazar la fuerza de hombres y animales
por energía mecánica producida por el vapor.
En 1703, el británico Abraham Darby inventó una manera de usar carbón para
producir hierro, lo que originó un gran consumo de este combustible fósil.
En 1807, por primera vez se iluminó una calle en Londres por medio de combustible
generado de la quema de carbón.
La revolución de la luz eléctrica. Por primera vez en la historia, la humanidad
contempla una luz artificial brillante, constante y segura. La primera bombilla
incandescente era pequeña e ineficiente, pero brindaba 20 veces más luz que
una vela.
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En 1882 el inventor americano Thomas Alva Edison inauguró la primera estación
de generación de energía eléctrica comercial en Nueva York, la cual suministraba
energía para las bombillas incandescentes, inventadas por él en 1879.
En 1905 el primer Modelo T de Ford, fabricado en serie, salió de planta. Para el
año de 1908 Ford ya había vendido 500 mil automóviles, los cuales funcionaban
con combustibles derivados del petróleo (hidrocarburos) mediante motores de
combustión interna. Eventualmente los hidrocarburos se transformaron en el
combustible de elección para las maquinarias diseñadas con fines de transporte.
Sin duda, la modernidad ha mejorado sustancialmente nuestras vidas. Los
combustibles fósiles nos han otorgando una gran fuente de energía, permitiendo
la expansión de la economía y el desarrollo. Sin embargo, la quema de estos
combustibles incrementa las emisiones de CO2 a la atmósfera, lo que afecta
el sistema climático.

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