El Papa pone de manifiesto la relación entre la bondad

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El Papa pone de manifiesto la relación entre la bondad
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El Papa pone de manifiesto la relación entre la bondad
del trabajo en sí mismo y a la vez la bondad que ofrece el
trabajo al hombre,24 en su plano útil y digno; el concepto
del trabajo va unido al concepto del hombre, pues no se
llega al recto concepto del trabajo si no se está en estrecha dependencia con el recto concepto del hombre;25
no es posible comprender el trabajo si no se posee una
antropología correcta. Menciona en el Discurso a empresarios y trabajadores españoles:
El trabajo es ciertamente un bien del hombre y para
el hombre. A este respecto, en la encíclica Laborem
Exercens, he subrayado que “el trabajo es para el
hombre y no el hombre para el trabajo.” (LE 6). El
meollo de la doctrina social cristiana sobre el trabajo
se centra aquí: no se llega al recto concepto del trabajo si no se está en estrecha dependencia con el recto
concepto del hombre.26
Advertimos que el trabajo es un bien del hombre, pero
también, es un bien de su humanidad pues transforma
a la naturaleza y ennoblece la materia que le rodea; el
trabajo asume el precepto de Dios, “dominarás la tierra”,
de modo que el ser humano a través de la labor, transforma el mundo que le rodea al tiempo que se transforma a
sí mismo, es decir, se realiza a sí mismo como ser humano, y en cierto sentido “se hace más hombre”.
Así la laboriosidad implica transformación, realización
y bondad, tanto para el hombre que realiza la acción,
como, para la humanidad a la que el individuo pertenece; es sin duda el trabajo un factor social, cuando el
hombre se realiza, “se hace más hombre”, a lado de
otros, es decir, une su laboriosidad como virtud,27 en el
orden social del trabajo.28 De ahí la importancia de la
labor humana, en la sociedad, la familia y la nación, es
decir, la importancia de trabajar “junto con otros”. Para
Juan Pablo II, el trabajo es el fundamento sobre el que se
forma la vida familiar, es un derecho natural y también
es una vocación del hombre, es por lo tanto, también un
proceso de educación en el plano familiar, el cual hace al
hombre “más hombre”. “En conjunto se debe recordar y
afirmar que la familia constituye uno de los puntos de referencia más importantes, según los cuales debe formarse el orden socio-ético del trabajo humano”,29 entiéndase
la familia en este aspecto como el núcleo más pequeño
de la sociedad, de la unión, del trabar “junto con otros”,
es la familia pues en ese sentido una comunidad hecha
posible gracias al trabajo, pero es también a la vez la
familia, la primera escuela interior de trabajo para todos
los hombres. “En efecto, la familia es, al mismo tiempo, una comunidad hecha posible gracias al trabajo y la
primera escuela interior de trabajo para todo hombre.”30
La familia es el primer núcleo social, la unión de varias
familias crea la comunidad y más adelante la sociedad,
la cual en algunos casos alcanza el término “nación”.
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Signodedelos
losTiempos
Tiempos––febrero
febrero2013
2013
Signo
Esto hace que el hombre concilie su profunda identidad
humana con la pertenencia de nación y a la vez con la
pertenencia de sociedad, de aquí que el hombre comprenda el trabajo, es decir, su propio trabajo, como un
incremento al bien común, el cual va elaborando día a
día conjuntamente con los miembros de su familia, los
miembros de su sociedad, o bien sus compatriotas.
Dicha afirmación revela al ser humano, que el camino
del trabajo sirve para multiplicar el patrimonio de su familia, pero también de toda la familia humana, es decir,
de todos los hombres que viven en el mundo. “La naturaleza rectamente entendida del trabajo no sólo respeta
las exigencias del bien común sino que dirige y transforma toda actividad laboral en cooperación eficaz al
bien de todos enriqueciendo así el patrimonio de la familia humana.”31
Es posible advertir una vez más la relación de la encíclica Laborem Exercens, con persona y acción. En el último capítulo de la obra titulado “participación”, Wojtyla
muestra ya su interés por la sociedad y el bien común,
pero sobre todo refleja la importancia de la acción “junto con otros”. Para el autor, “bien común” significa lo
mismo que “bien de la comunidad” o “bien de la sociedad”, sin embargo, señala que: “El mismo hecho de que
las personas actúen juntas, es suficiente para asegurar
la existencia de una comunidad objetiva”,32 de esta forma este actuar “junto con otros” o bien la participación
como tal, “Es inherente al hombre y por tanto le permite autorrealizarse”. 33
Esto, es sólo como consecuencia de la participación en
la humanidad misma, que se manifiesta en la idea de
prójimo,34 se alcanza la propiedad dinámica de la participación en su profundidad personal y en su dimensión
personal. “La capacidad de participar en la humanidad
misma de todo hombre, constituye el verdadero núcleo
de toda participación y es condición del valor personalista de todo actuar y existir junto con otros.”35 Para Juan
Pablo II, el trabajo no sólo es una cuestión social, sino
que es un factor humano que posibilita la unión entre
los hombres; el trabajo es el signo de la unidad y de la
solidaridad, pues en sus dimensiones más profundas en
cualquier parte del mundo, es posible observar el esfuerzo comunitario y solidario que corresponde a la realidad
del trabajo humano. No importa el tipo de raza, sexo o
nación, la realidad del trabajo es la misma dentro de la
multiplicidad de formas que existen, ya sea el trabajo
manual o el trabajo intelectual, el trabajo agrícola o la
industria, etc. El trabajo es una actividad que tiene un
mismo significado, y una misma fuente. “Pues, en sus
dimensiones profundas, la realidad del trabajo es la misma en cualquier punto del globo terrestre, en todos los
países y en todos los continentes; entre los hombres y
mujeres que pertenecen a las más distintas razas y naciones” 36 Para todo ser humano, el trabajo es una nece-

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