Magazine Cultural Alternativo

Transcripción

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Bordón
la Rossly
n hispana
Por Jesús Ávila
No es preciso desplazarse a Escocia, para investigar en las entrañas de la capilla de Rosslyn algunos de los enigmas del esoterismo del Temple, porque en
Bordón, pequeña población del Maestrazgo de Teruel, podemos encontrar, con
los conocimientos adecuados, las claves de la razón de ser de los magos del
Temple, siguiendo la interpretación desde la arquitectura de la iglesia hasta
las pinturas y grabados que decoran paredes y techos, para terminar, en la torre, que alojó la cámara secreta de iniciación de los nuevos caballeros. De todo
ello, y de mucho más, hablamos a continuación; pero antes, situaremos al lector
en el lugar, y seguiremos el orden de los acontecimientos en la historia medieval de este pueblo aragonés.
---===ooo0ooo===--Bordón, a 130 km al NE de la ciudad de Teruel, a 828
m de altura, y habitado por sólo 141 personas
(www.bordon-teruel.tk), es uno de los pueblos más
enigmáticos de la geografía hispana, perdido en las
montañas del Maestrazgo, a mitad de camino entre
Morella, Calanda y Mas de las Matas.
En estas ásperas montañas del Maestrazgo turolense
hubo un castro celta y un poblado ibérico; ambos serían arrasados por las legiones romanas, porque sus
habitantes apoyaron a Aníbal en el asedio de éste a
la ciudad de Sagunto. Siglos después, ya en la Alta
Edad Media, cuando en 1119 las tropas de Alfonso I
“el Batallador” llegaron a estas tierras de la cuenca
del Guadalope, no quedaba en pie ningún testimonio
antiguo. La cercana alcazaba de Castellote fue conquistada en 1170 por los ejércitos del monarca aragonés Alfonso II.
Fue a finales del siglo XII, concretamente en 1196,
cuando el monarca Pedro II “el Católico” cedió la villa
de Castellote, con su amplio territorio, a los templarios; poniéndose las bases de una de las más poderosas encomiendas del Temple en España; su primer
comendador fue Gascón de Castellot; de ella formaban parte los pueblos de Abanfigo, Bordón, Dos Torres de Mercador, Las Cuevas de Cañart, Ladruñan,
Las parras, Luco, Santolea y Torremocha.
Pocos años después, en 1212, con motivo del hallazgo
en Bordón por un pastor de la imagen de una Virgen
negra en el interior del tronco de una carrasca, cuenta la leyenda que Nuestra Señora fue llevada a Castellote, pero al día siguiente regresó milagrosamente
al mismo lugar en donde apareció. Debido a este milagro, el Temple decidió levantar una modesta ermita, que se convirtió en un centro de peregrinaje de
multitud de fieles. Debido a esta fuerte devoción, los
templarios alzaron a extramuros de la iglesia un convento, dedicado a Ntra. Sra. de Bordón y un hospital,
en donde acoger y curar a los peregrinos que llegaban
al pueblo desde todos los lugares del Reino de
Aragón. Por ello, a este lugar se le bautizó “bordón”,
en referencia al cayado que los acompañaba en este
aventurado peregrinaje. Lamentablemente, aquella
hermosa imagen de la Virgen, de estilo románico,
sedente, de unos 58 cm de altura, tallada en madera
y con el Niño sentado en el regazo, que tenía la potestad de conjurar las tormentas, desapareció durante
la Guerra Civil; tampoco se sabe el paradero de una
campana de bronce que llevaba grabada la cruz de
ocho beatitudes del Temple y la fecha de su construcción (1212); por lo tanto, esta campana pertenecía a
la antigua ermita.
La Carta de Población de Bordón, a iniciativa del
Temple, se concedió en el año 1282, según confirman
los documentos del Archivo Municipal. Años después,
en 1306, debido a la gran devoción a la Virgen, los
templarios decidieron edificar la iglesia Mayor, que
se corresponde con la actual iglesia parroquial; en
torno a la cual se construyó el pueblo que hoy vemos.
El escudo de Bordón es un óvulo, o medallón, protegido por un águila, en cuyo interior está representado
un fresco –árbol sagrado de los templarios- y dos niveles topográficos que sirven de base a un castillo con
dos torreones almenados.
ía haber sido una guía esotérica para alcanzar un
tipo de trance. Tampoco deberá extrañarse si, al revelar las imágenes que haga del universo espacial de
la nave eclesiástica, advierta la existencia de pequeños granos blancos flotando en la atmósfera; son las
almas de los caballeros templarios que siguen instaladas en su iglesia más querida, que es el templo con
mayor energía de nuestro país.
Disuelta la Orden del Temple, en 1312, Bordón pasó
a depender de los hospitalarios, con los que obtuvo el
título de Villa. Diez años después, el comendador
hospitalario de Castellote, D. Conrado Fryre Arnalde
Castellví vendió las tierras a los vecinos del pueblo.
En 1363, se fundó la Cofradía de Ntra. Sra. de la Carrasca, que sigue celebrando sus fiestas el “Domingo
del Sitio” –que es el inmediatamente anterior a la
festividad de San Miguel Arcángel (29 de septiembre). Y cuatro años después, en tiempos del comendador Juan Fernández de Heredia –quien le había otorgado leyes civiles a Bordón- la población se desvinculó totalmente de Castellote.
Además de Ntra. Sra. de la Carrasca, Bordón cuenta
con otra imagen milagrera, la Virgen de la Araña,
igualmente desaparecida durante la guerra civil. Era
una talla de alabastro, o marfil; y debía su nombre a
la araña que aparece grabada en sus pies, como
símbolo de la tentación y del Mal; la tradición cuenta
que fue un peregrino quien, burlando la vigilancia de
la iglesia, dejó en su interior la imagen, sin ser visto
por nadie. En 1733, esta imagen fue declarada patrona de Bordón
Los templarios, conscientes de la fuerza y energía del
lugar, a comienzos del siglo XIV llevaron a cabo una
inusitada labor artística, decorando el interior de la
iglesia con unas pinturas que conmueven y sobrecogen, a medida que se van interpretando sus símbolos.
“Por sus singulares características, muchos de estos
símbolos guardan unas estrechas analogías con los
existentes en la capilla de Rosslyn”, comenta con especial énfasis Sergio Solsona, probablemente la
persona que más ha estudiado y mejor conoce esta
iglesia, y a quien le debemos su invitación para descubrirla.
Las paredes y el cielo de la bóveda de la iglesia de
Bordón están decorados con extraños frescos que,
observados de forma general, no llaman la atención,
pero que, analizados individualmente, parecen querer desvelar y mostrar a quien desea ver lo que podr-
Muchas personas se sorprenden de que el catolicismo
sea la única religión monoteísta en la que no tenía
cabida ninguna variante esotérica. Los místicos que
optaban por alguna de las ramas ocultas, solían ser
marginados del resto de la comunidad, como portadores de enfermedades contagiosas, cuando no encerrados en oscuras y tenebrosas galerías o perseguidos
sin piedad. A pesar de todo ello, el Temple, aunque
consciente del riesgo a ser descubierto por las altas
esferas de la Iglesia oficial, estableció en Bordón este
espacio secreto donde poder llevar a cabo sesiones de
espiritismo, mientras desarrollaba unas técnicas capaces de alcanzar el trance místico.
Las personas que actualmente practican este tipo de
técnicas, coinciden en señalar que, en determinados
lugares, es más fácil alcanzar esta dimensión en estados mentales. “Alcanzar la primera etapa de este fascinante y mágico viaje es relativamente sencillo, suelo comenzar por medio de una relajación profunda”,
nos dice Miguel Giribets, investigador de las ciencias
del Más Allá. La etapa siguiente, la partida del viaje,
es más compleja. Sabemos que en algunas religiones
y culturas se utilizan sustancias alucinógenas; sin
embargo, otro de los disparadores de este trance es la
utilización de sonidos. ¿Pero qué clase de sonidos son
los más favorables para conseguir este estado?
“Existen determinadas frecuencias audibles, que desatan estos estados. Estas frecuencias tienen otra particularidad y es que, aplicadas a una lámina metálica
cubierta por fino polvo, forman unas figuras geométricas, denominadas figuras de Chandilli”, nos dice
Sergio Solsona.
Precisamente, en la zona izquierda de la bóveda de la
iglesia de Borbón aparece representada una imagen
que podría estar relacionada con los efectos de unas
ondas sonoras, consecuencia de las vibraciones de
una lámina metálica envuelta en polvo blanco. Al
igual que en Rosslyn, una imagen nos da la pista de
cómo deben interpretarse estos símbolos pictóricos; si
en la capilla escocesa vemos un ángel, en Bordón
aparece la imagen de una santa –concretamente Santa Cecilia; patrona, inspiradora y protectora de los
músicos, cuya fiesta litúrgica se celebra el día 22 de
noviembre-, sentada ante un órgano y marcando las
notas que sobrecogerían a quien las escucharan. Los
templarios sustituyeron a las musas helénicas, de
tradición pagana, por esta santa, mártir del siglo III;
proclamada “segunda”, después de la Madre de Dios,
por el obispo Adhelmo.
Y una vez llegado hasta aquí, es más fácil meternos
en la piel de aquellos freires reclinados en los bancos
del interior de la iglesia, inmersos en un fuerte aroma de incienso, ensimismados en la sagrada atmósfera del templo, mientras sus oídos comienzan a percibir las notas del órgano, formado por 213 cajas de
música, cuyo sonoro y metalizado instrumento transmitía una nota larga y potente que envolvería a quienes allí se encontraban bajo una profunda meditación.
“El poder psíquico de los órganos
es, sin duda, uno de los misterios
que estamos empezando a descubrir”
En algunas catedrales existen tubos tan grandes que
producen unos graves inaudibles (esto se produce en
el rango de los sonidos graves/ultrasonidos, pero también en el rango de los agudos/infrasonidos extremos
tiene lugar algo parecido). Hasta ahora no se les había prestado atención. Recientes investigaciones han
descubierto que servían para producir ultrasonidos.
Estos sonidos, que van más allá de las percepciones
normales, activan el hipotálamo, y muchas personas
reaccionan a ellos con sensaciones que rozan lo
fantástico. “En la iglesia parroquial de Bordón existía
un órgano que necesitaba de cuatro personas para
hacerlo funcionar”, informa Pedro Gassión, otro investigador de la historia oculta de estos pueblos del
Maestrazgo turolense. Y estas notas fueron condenadas por el Santo Oficio, porque la Iglesia las calificó
de “ecos del diablo”, tan pronto como los templarios
fueron condenados.
Si colocamos unos polvillos sobre una fina lámina
metálica, obtendremos en lo físico una imagen similar a ésta, cuyo parecido resultaría verdaderamente
asombroso con el de la figura que decora uno de los
recuadros de las pinturas murales del techo de la
iglesia de Bordón. Como sabemos, estos sonidos favorecen la meditación, abriendo una ventana en las
mentes de los devotos; con esta imagen, que también
aparece en otro fresco pictórico, se daría paso, a
través de puertas interdimensionales, a la meditación. Y a partir de aquí, todos los dibujos cobrarían
un significado.
Pero, ¿por qué se realizan las pinturas? ¿Por qué
arriesgarse y caer en el peligro de que los esbirros de
la Santa Inquisición adviertan de que se está profanando un templo cristiano? La respuesta la podemos
encontrar en lo que las personas que acceden a este
tipo de trance llaman “miedo al salto”. El no conocer
el destino de este viaje interior, ni lo que se puede
encontrar en el bloque a muchas de las personas que
logran alcanzar este punto, consiguiéndolo, finalmente, tras haber logrado cruzar el umbral de la ventana,
que muestra su hoja de celosía invitando a traspasar
por ella. Una ventana entreabierta que anima a pensar en el “carpe diem”; muy lejos del “tempus fugit”
que los párrocos cristianos transmitían desde los
púlpitos. Los preciosos frescos de la iglesia de Bordón
son, por lo tanto, la mejor guía para que los no iniciados pierdan el miedo a traspasar este umbral de lo
físico y alcanzar la otra dimensión.
La siguiente fase de la meditación es el enfrentamiento a los miedos internos, lo que los psicoanalistas denominan “traumas”. ¿Pero, cómo reflejar esto
en imágenes perceptibles? ¿Qué mejor manera que
representado el Cancerbero, el terrible perro con las
fauces abiertas que domina el acceso a los infiernos?
Una vez más, las pinturas de la iglesia de Bordón
siguen guiándonos en esta singular experiencia.
cielo de la bóveda de la iglesia de Bordón, completan
el final último de este viaje por el Más Allá. Como un
pequeño Grial, estas imágenes nos envuelven en el
interior del templo, esperando que las interpretaciones y la imaginación del visitante, o el devoto, busquen y encuentren un significado, o simplemente se
deleite admirando su belleza.
Pero muchos otros secretos esconde esta iglesia. En
una extraña capilla aparece un pequeño Pantocrátor
–de 20 cm de alto- con una bola del mundo, y con ella,
paradójicamente, podemos ver representado el continente americano. Un dato que nos llevaría a ese adelanto en el tiempo a la llegada del comandante Colón
al Nuevo Mundo, que también se desprende en Rosslyn, pero allí en forma de granos de maíz.
Esta capilla, que celebraba dos misas diarias y cuyos
cirios estaban siempre encendidos, está igualmente
llena de pinturas y esculturas, alusivas a los Evangelios gnósticos. Sabemos que una pequeña cofradía se
encargó de su mantenimiento durante siglos. Esa
cofradía, con el tiempo, se convertiría en el más antiguo Colegio de Abogados de toda España. Encima, en
el techo de la capilla, donde se cruzan los nervios,
una clave decorada con la cruz de ocho beatitudes,
nos recuerda de nuevo que estamos en un lugar de
fuerza y energía: un enclave templario.
La siguiente fase, tras el enfrentamiento a los miedos
internos, es la más gratificante, que se logra como
consecuencia de la vibración de energía positiva que
envuelve a la persona, con las cálidas notas percibidas del órgano, logrando que la mente se libere de
sus fuertes ataduras anteriores.
Finalmente, la persona renacida, resurge de este
trance, de esta singular experiencia, que le convierte
en un ser nuevo, y ¡qué mejor y más hermosa forma
de alegorizar esta etapa que con la figura de la mítica
ave fénix, que logró resucitar de sus propias cenizas!
El ave fénix sería, por lo tanto, un nuevo nacimiento
de la persona iniciada, mientras que las cabezas
místicas de las que salen serpientes, sería el símbolo
de una mente nueva.
Las personas que siguen este tipo de experiencias con
éxito dicen que consiguen una sabiduría nueva, una
fuente de conocimiento superior. Una vez más, las
imágenes de la fuente de la sabiduría, que decoran el
La ermita de Bordón, por la fuerza energética que
emana el lugar en donde esta se asienta, fue utilizada como centro iniciático. Y como todo rito iniciático,
comienza por una peregrinación: el joven aspirante a
alcanzar el grado de caballero del Temple partía en
solitario de la fortaleza de Castellote, y emprendería
el arriesgado viaje a pie hasta su destino (23 km).
Una vez superados los peligros que pudieran presentarse en el camino, en Bordón el neófito era conducido hasta la secreta cripta, donde pasaría la noche
ataviado únicamente por una fina túnica blanca, a
cuya estancia accedía de espaldas y de rodillas.
Esta pavorosa cámara, a diferencia de otras estancias templarias habilitadas en lugares subterráneos,
se encuentra en un nivel elevado, como suspendida
en el espacio, y oculta entre los muros, estrecha y
lúgubre (donde un ser humano es incapaz de ponerse
de pie y menos aún estirarse en el suelo), de muy
difícil y peligroso acceso. Entrar en esta estancia,
casi un cubículo, constituye la experimentación de
una sobrecogedora impresión, por la fuerza que
transmite el lugar. Un inevitable escalofrío recorrería
el cuerpo de aquel que se introducía en este pavoroso
receptáculo, cuando, en la mayor oscuridad y silencio,
descubriese las nervaduras de aquella arca, advirtiendo como remate y sostén de la clave de la bóveda
una cruz “Tau”, bajo la cual se hallaba el neófito o
eremita que decidiera entrar en aquel ataúd de piedra en busca de su purificación, al advertir que aquella cruz sin cúspide está apoyada por cuatro espanto-
sas cabezas (Baphomet). A la mañana siguiente, con
el primer rayo del equinoccio de primavera, el neófito, una vez cumplido el tiempo de permanencia en el
mayor aislamiento físico y temporal, recibía las armas para convertirse en un verdadero soldado del
Temple.
Afortunadamente, se han conservado algunos frescos
en tablas de aquella época, donde vemos representada la escena de la entrega de armas al nuevo iniciado. Podría ser ésta la única imagen de un ritual templario que ha llegado hasta nuestros días.
¿Cómo llegar a Bordón?
--Desde Alcañiz (Teruel): Tomar dirección a
Calanda; luego a Mas de las Matas; de allí a
Castellote y Bordón.
--Desde Morella (Castellón): Tomar dirección
a Forcall; luego a La Mata; de allí a Olocau
del Rey y Bordón.
(en GPS se encuentra en estas coordenadas:
40º41’12,47”N/0º19’19,81”O)

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