jesús ramón vera - Diario PUNTO UNO

Transcripción

jesús ramón vera - Diario PUNTO UNO
SALTA, DOMINGO 10 De JUNIO De 2012 / e-MAIL: [email protected]
Así en la tierra como en el cielo
Edición EspEcial En homEnajE a jEsús Ramón VERa
El cofre de Intiwatana
Para que nadie hiera el tesoro guarda los frutos
que el nuevo amanecer (¿día distinto?) y acaso otro siglo traen desde el
horizonte:
las arenas del río Urubamba; la luna, los soles; la montaña,
el abismo; una planta, dos piedras, tres árboles; un roble sin cipres, dos
rosas, varias vidas:
lo sagrado.
Un jardín regado con rocío del jardinero,
en pleno crecimiento las flores y duro trabajo los tallos:
el blanco, el rojo, el purpura, las violetas.
El aroma del frescor, las colmenas del néctar, el sonido del arroyo, el
agua del verde,
la primavera del ocaso.
Para que la luz (la del sol, el mundo y la magia) y todas las luces que en
el interior son supernova
te orienten al norte y a todos los estadios. ¿ Son cuatro los puntos?
Que importa: ¿ llegar o el camino? Es lo mismo: ¿el camino o el
sendero?
¿Conocer es la luz? "Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía?"
Decir hola es iniciar el adiós? ¿ El sol siempre sale del Este?
Para que la vida te proteja. Todas las vidas de los mundos te hagan
verdadera, sincera,
transparente; dente una fortaleza en la cima en que generes prístinos amigos, sabudiría, fervor en la lucha, victorias en el corazón
y en la razón, graneros para el mal tiempo, aliados en el
combate.
Todas las sombras huyan de tu rostro y el albur de la mañana sea tu sitio
y el cantar de los cantares sea tu música, tu himno, tu fiesta, tu danza.
(Que todos te recuerden bien sea tu poema más bello:
la escritura más comprometida en todas las sociedades.)
La potencia y el poder que da la luz sean tu casa, tus planetas, tu
sistema.
Este Intiwatana / reloj de sol (de donde viene este cofre)
ha marcado los ciclos: la siembra, la cosecha.
Este cofre de piedra sin pulir es de las ruinas de Intiwatana; del Cusco /
ombligo del mundo / centro del imperio incaico: el sol ilumina los abismos, los ancestros hablan de silencio y las piedras fueron trabajadas sólo
para ser del cosmos.
(Son el tesoro los signos.)
Las vueltas de la vida
A la madre
le sacaron un hijo del regazo, de la casa,
de muchas calles.
Y da vueltas y vueltas
a la plaza.
Ruega que le dejen su país.
A la madre le sacaron la madre;
no sea que descubran su desgarro.
Y da vueltas y vueltas
a la plaza.
Palomas se posan,
se animan entre hombres de gorra azul,
de traje azul,
violan la quietud.
Alguien que no logra encapuchar su conciencia
da vueltas y vueltas en la cama
a la noche;
el mundo que también da vueltas lo consuela.
Inician las palomas su giro,
los autos alrededor de la plaza.
Yo miro el monolito: “25 de mayo de 1810”.
La madre sigue dando vueltas.
En su vientre hay un hijo que vive.
De golpe me doy cuenta que yo doy muchas vueltas,
para decir las cosas;
no sea que otra madre con la misma pena se
agregue un jueves
a la plaza.
Y cae una lágrima.
Resucitará la mejilla de los que están
quietos,
con las manos en la pared.
Este cofre es para vos: Claudia Verónica Oropeza.
(Que sea tuyo hasta la infinitud: hoy.)
Ruinas de Intiwatana y Alturas de Machu Pichu. Cusco: agosto de 1999.
JESÚS RAMÓN VERA
Jesús Ramón Vera nació en Salta un 24 de enero de 1958 junio de 2012. Ha publicado cuatro libros de poemas: Subsuelo
(1983), Así en la tierra como en el cielo (1989), Bermejo (1993)
y Comparsa (2001); y la plaqueta El cofre de Intiwatana (Cuzco,
1999). Es el poeta salteño, de su generación, más importante y
representativo del norte argentino. Coherente desde los huesos,
comprometido en cada verso, donde trama la palabra, con la
raíz indígena de Latinoamérica y con la vida.
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salTa, DoMinGo 10 DE JUnio DE 2012
Las piezas de un rompecabezas: l
Para el regreso
nadie encontró el camino.
Este texto fue escrito hace
casi 20 años (1993), en el marco
del Trabajo 325 del Consejo de
Investigación de la UNSa, dirigido
por Marta Ibáñez. Hoy lo editamos
con leves retoques en homenaje
al recién desaparecido poeta,
quien dejó una obra poética de
profundo interés.
La ambigüedad del texto no se resuelve, como
no pudieron resolverse las antinomias de los
liberados que nunca olvidaron, ni las de los
familiares que siguen buscando a sus desaparecidos.
La mordaza se metamorfosea en una mordaza
interior, mucho más difícil de quitar. Es la represión que genera una autorepresión infinita.
Por Elisa Moyano
Construidos desde lo más hondo del rumor
social, los textos de Jesús Ramón Vera: «Subsuelo» (1983) y «Así en la tierra como en el
cielo» (1989), sacan a la superficie heridas todavía recientes de una sociedad, de un cuerpo
social.
Solo
Solo en la sombra del parque y del cementerio sin
cielo
Solo para siempre
¿No oyes?
Las puertas de la casa se abren bajo la tierra
************************
Fingimos esquivar los abismos,
nos dividimos en trocitos
y nuestro rostro se parece a la mueca
del que no ve
una tragedia.
La cantera de lo social no se termina con el
hecho de hablar de los NN construidos con
palabras, seres casi fantasmales que poblaron
o aún pueblan las calles de las ciudades:
A la mitad del camino
espera que un comedido les cierre los ojos
o recoja ceniza…
Textura de padecimiento, de represión, de vértigo por los abismos vividos en años de dictadura, se construyen con retazos discursivos
extraídos de esa sociedad que vigilaba y castigaba:
no cumplirá más años
ni mezclará colores del crespúculo
Sé que al menor descuido
caeré amordazado
dentro de mi
abismo.
La selva oscura de la «Divina Comedia»: “Nel
mezzo del camino di Nostra vita / mi ritrovai
per una selva oscura”…, es sin ambigüedades
la muerte:
Los ruidos de las calles, de las plazas, de los
almacenes, dejan huella en el poema: “La
gente habla de los almacenes”. La lengua cotidiana de la gente también: “son cosas que
pasan”; “le han pateado el hígado”.
Esperando la ilusión de los portafolios negros y de
los carteros
sin llegar
confundiendo las flores con la muerte
**********************************
Este muerto sin nombre que bautiza el mundo.
Los dos pies
en fila por la calle desierta
esquivan las únicas sombras.
Aprovecha la oportunidad
y elimina las palabras
contrarias
al estilo de vida.
Si el estilo es el sujeto de
atribuye en presente de
minado accionar al esti
mos a éste como el sujet
leemos los verbos en im
órdenes. El texto se car
perversa que nos lleva
clusión de la homogenei
Un jardín.
Cielo
de agua clara.
Un arbolito:
un mendigo duerme
bajo tierra.
Además de denunciar l
de los “aparatos de rep
está atravesado por el m
la oscuridad. En los poc
se habla de la luz (energí
cuentra como eclipsada
La sombra triunfa
un rayito de luz nos deja
a la
Sociedad que entretejía el miedo a los represores con la absolución que ciertos sectores
les daban:
CMAN
vocablos que ponen en dud
o en tela de juicio
la belleza de la novela.
Los breves poemas del s
ser comparados con gra
de un dulzor indefinido
la amargura de la carenc
Perdió la vida
y lo llevaron como testigo.
poblaron el aire.
Silencia
**********************
Pensando en alquilar la mejor tumba y ofrenda floral
para demostrar tu amistad correcta,
Perdió la cabeza
y lo llevaron loco.
En obediencia a esa ley
cursos sociales o mirar la
para construir el poem
como cantera), en el po
una diatriba contra la rel
ema que abre el libro y q
en la tierra como en el c
(Foto: Fecebook de Carlos J. Maita).
las palabras,
Estilo
La ciudad queda con una s
***********************
Perdió la intimidad
y lo llevaron custodiado.
Sin mordazas
las manos, los ojos,
Los desamparados y los
dos con un ojo escrutad
dibujado en el poema.
sus gustos. La falta de re
tural es denunciada:
**********************
Pierde un escalón
si lo nombran.
Lo único normal
los barrotes a la misma hora.
Palomas se posan,
se animan entre hombres de gorra azul,
de traje azul,
violan la quietud.
en el hospital lujoso has ab
JESÚS RAMÓN VERA Y EL GOBERNADOR URTUBEY, HABLANDO EN EL
TALLER DE ARTES MAEHASHI. EL GOBIERNO HABÍA PROMETIDO AYUDA.
Le lavaron el cerebro
secárosle la mejilla.
SALTA, DOMINGO 10 De JUNIO De 2012
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la poesía de Jesús Ramón Vera
bandonado a los amigos.
s burgueses son mirador y tienen su rostro
Las clases imponen
espeto por el otro cul-
a
e las oraciones, un yo
e indicativo un deterlo, pero si considerato de la enunciación y
mperativo, el estilo da
ga de una ironía casi
a la lamentable conidad:
sola casa.
segundo libro podrían
ageas cuyo exterior es
o y cuyo interior tiene
cia:
la opresión por parte
presión”, «Subsuelo»
miedo, la inseguridad,
cos fragmentos en que
ía positiva) ésta se enpor algo.
a intemperie.
y de escuchar los disa realidad circundante
ma (usando lo social
oemario de 1989 hay
ligión. Se trata del poque le da su título: Así
cielo:
Desde entonces celebra a Dios
pero el poderoso
(…)
esperanzado en los que ríen cuando
pelan la cebolla,
(…)
se arrodilla ante los todopoderosos
con alegría.
En el más allá
habría aire acondicionado.
Así, construido desde la escucha de un oído
atento al rumor social y una mirada atenta al
suceder de la vida en sociedad, los poemas
van construyendo un verosímil: de un lado
está el poder político, económico, religioso y
del otro las víctimas de ese poder: los desheredados de la tierra.
un tríptico hablen de esa equivalencia: Poema,
Dedicatoria y Pasillos.
Poema (fragmento)
Entonces el árbol crece
como de día
hasta la altura del viento.
Una claridad surge inmóvil
En equilibrio una hoja se amarilla.
Mejor celebrar el prodigio
Mejor abrir los brazos definitivos.
Dedicatoria (fragmento)
El nombre de la primera página es el poema.
El resto,
la copia más o menos exacta de un rostro incierto.
Pasillo (fragmento)
Falsas soluciones como la droga, e alcohol, el
robo, el aborto y la limosna, son tema y título
de pequeños poemas, cachetadas a una sociedad ciega y sorda a las voces de los marginados.
No costó abrir la puerta del pasillo
Nada…
impidió los pasos.
Fácil de esquivar la soga de la ropa
(…)
En un abrir y cerrar de ojos
la oscura pieza del último.
Una escritura como la de Vera, construida
con retazos de vida (es muy escasa la huella
de otros textos: leemos en algunos la poesía
de otros salteños que lo precedieron y en “Poeta en Nueva York”, la del explícitamente citado Federico García Lorca), debía fundar su
propia estética: la vida y la poesía son aquí
equivalentes. Tres poemas, que leemos como
El ciclo del árbol (nacer, crecer, dejar caer las
hojas) y el recorrido de una casa (puerta, pasillo-patio, pieza del fondo) son equivalentes
al nombre y al cuerpo de un libro, y a su
prueba de fuego: llegar a las manos de un lector. El árbol “celebra el prodigio”, el ser humano se llena “de arrugas”, el libro tiene dos
caminos: ser leído u olvidado. De todos mo-
dos en la lectura será otro, nunca aquel que el
escritor creía haber escrito. La lectura multiplica los sentidos, es una nueva escritura. Esta
última formulación teórica, se encuentra magistralmente formulada en en el poema El
rompecabezas:
Cayó de mis manos
hacia fuera.
En vano
quise evitar el golpe.
En desorden
los restos se dispersaron
como si huyeran de sí mismos.
Desde que está en el piso
no puedo armarlo.
Su forma original ya es imposible.
En el último grupo de poemas analizado, podemos leer la estética generada por los poemas
de Vera. Hay acabada teoría del texto en ellos,
una teoría de la reversibilidad de los procesos
escritura-lectura, lectura-escritura.
De alguna manera los textos de Vera están pidiendo un lector, solicitando su atención. Por
ello hago mías las palabras de Susana Rodríguez en su In Memoriam, escrito para Artenautas, al saberse la muerte de Vera:
“Nos queda su poesía, reunirla ahora que su
autor se nos ha ido es tarea pendiente”.
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SALTA, DOMINGO 10 De JUNIO De 2012
Vera rumbo al imperio del alba
por Carlos Müller
Hay un imperio que aún no ha sido conquistado, me dijiste.
Y es cierto, aquí estamos hoy junto a sus
muros remozados; aunque veo también que
en la Ciudad Luz hay imperios que languidecen desde la partida del último tren a Antilla, y que se irán apagando cada vez un
poco más, hasta desvanecerse con el alba.
Hay imperios que caben en la palma de la
mano, me dijiste.
Y para no perderlos deben apretarse con el
puño cerrado, como quien atesora una moneda de plata. Por cierto, hay lugares que
se van quedando mudos, lugares austeros;
en ellos hay paredes que albergan en su
mampostería las sombras de la soledad y el
fulgor de los encuentros. La tarde se hace
noche allí, entre un sonido de botellas, de
vasos y de cuchillos expectantes. Estos lugares son esa mezcla demasiado humana
de infierno y de paraíso terrestre, cara y
ceca de esa moneda de plata que se aprieta
en la palma de la mano. Todo parece vacío,
roído por el olvido, sin embargo es allí
adonde se aprende a escuchar las voces que
incansablemente, como letanías, repiten las
historias del pueblo.
Ya afuera de los límites del
imperio seguirás andando,
compañero. Eso no me lo dijiste
vos, no hacía falta: es el destino.
Hay imperios que permanecen del otro
lado del tiempo, me dijiste.
Allí gobiernan los descendientes de una
monarquía sin linaje. En estas dos paredes
de la casa, en el vértice que conforman el
presente y el pasado que hoy se intersecan,
hoy estás de regreso. Lentamente, has desandado los pasos uno a uno y has ido sorteando las encrucijadas adonde los recuerdos y la desmemoria se entreveran bajo la
luna, sudorosos como los toros bravos.
Hay imperios adonde los domadores guardan los recuerdos de sus proezas y de sus
dolencias, me dijiste.
Y comprendo que, descendientes de esa
misma estirpe del pueblo, hay domadores de potros y hay domadores
de palabras; ambos llevan en el
cuerpo y en el espíritu las marcas
de los golpes recibidos. Hay encuentros y despedidas, hay partidas y hay
regresos, hay búsquedas y hay encuentros,
nuevamente. Y ese ciclo, ese entrevero
brioso de animales y de palabras domados
es el que nos aprisiona y nos libera a la vez.
Ya afuera de los límites del imperio seguirás
andando, compañero. Eso no me lo dijiste
vos, no hacía falta: es el destino. Y no hay
quien pueda con él, ni los domadores, ni
los poetas, ni los adivinos. Seguirás buscando las últimas luces de las últimas casas,
hasta llegar al río de las coplas. Allí, al fin
se encontrarán padre e hijo para darse el
abrazo que ha quedado pendiente, para caminar juntos los senderos otra vez, sin
apuro; para encontrarse las miradas y compartir el silencio. Habrá tanto por decirse,
tanto... El hijo aquí y el padre allá, uno en
cada banda del río. Entonces le dirás que
se lo extraña, tal vez; y él podrá escucharte
a lo lejos, tras el ruido de las grandes aguas.
Luego, cuando ya todo esté dicho, él alzará
su mano y vos la tuya; cada uno en su orilla,
y cada cual seguirá su camino, libres al fin
de tanta soledad.
Hay imperios condenados a no desaparecer nunca, me dijiste. Y ya era de día.
Se nos fue Jesús Ramón Vera
los integrantes de la
academia del Folklore de salta
rinden de esta manera un
sentido homenaje.
Pero la muerte no es el fin de un poeta
sino su renacimiento, su alma se convirtió
en versos que son y serán eternos en el
sentir de los salteños.
Don Ramón viene de una casa humilde
como humilde y a la vez grande fue su
vida de poeta y artista. Toda su familia era
de Rosario de la Frontera. Su papá trabajaba en Radio Nacional y su mamá vendía
tamales, pero en su casa se leía poesía,
para hacerlo dormir no le cantaban canciones de cuna, su padre le leía los inmortales versos de Dn. Manuel J. Castilla.
Nació en Salta un 24 de enero de 1958. Y
ya a los once años escribía poemas para la
maestra de su escuela, quizás su primer
amor. A los 19 años se inscribió en un concurso literario. Ganó el tercer premio, y
de la mano de Jacobo Regen, Walter Adet
y Castilla entró al bar La Imperial, para
festejar con unos vinos y para nunca más
abandonar ese inestable pero vital espacio
que le brindaba la poesía.
Después, con los años, Ramón fue to-
Carlos J. Maita y Vera, unidos por la tierra, la poesía y la aMistad.
mando cuerpo y alma, ganando los espacios de su tierra y un buen día lo abrazó
el carnaval y a partir de entonces le secuestró para siempre.
El poeta del carnaval – el poeta del pueblo.
Comparsero de los KAMBAS, poeta de
la vida, por más que lo golpeaba el destino
su pluma siempre se mantuvo incólume,
constante, profunda. Convirtió las palabras comunes en poco comunes y compuso sobre la piel de su gente y no sobre
la página. Muchos cánticos que entonaron
por años los comparseros salieron de su
corazón.
Pero la muerte no es el fin de un poeta
sino su renacimiento, su alma se convirtió
en versos que son y serán eternos en el
sentir de los salteños.

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