El surgimiento de la antropología posmoderna

Transcripción

El surgimiento de la antropología posmoderna
CARLOS REYNOSO
Universidad de Buerws Aires
El surgimiento de la antropologfa posmodema es, en sentido estricto, un
proceso de transformacion experimentado pol' una de las tantas corrientes intemas de la disciplina, la llamada antropologfa interpretativa. Tras una fase tibia de "antropologfa simb61ica" en las decadas de 1960 y 1970, y luego de un
falso arranque bajo las banderas de la fenomenologfa (demasiado escolasticas,
trascendentales y solemnes para los tiempos que corren), los interpretativos
hallaron en un posmodemismo que algunos reputaran predigerido y fragmentario su marco de referencia mas afln. A despecho de la naturalidad con la que
los posmodernos asumen su propia transicion en el relevo de las modas, la polemica que se ha desarrollado en tomo del movimiento es una de las mas tensas y clelicadas de la histori3 disciplinar; no hay mas que asomarse alas
revistas antropo16gicas recientes: sucede casi como si todo otro tema hubiera
sido postergado en espera de su resolucion.
Digamoslo enseguida con otros matices y adoptando otro angulo de mira.
Despues de algunos anos en que no se pudo hablar a ciencia cieI1a de ningun
paradigma dominante, la antropologfa mundial ha sido ganadapor 10 que pareceria ser una nueva moda intelectual que responde alas premisas del posmodemismo. Desplegaremos mas adelante la caracterizacion de los aspectos mas
puramente antropologicos de este movimiento, es decir, la obligada semblanza
de la antropologfa posmoderna. Primero corresponde caracterizar el posmodernismo en sent.ido amplio, como movimiento intelectual generico, en el cual se
inspira -'--en teoriala antropologfa que lleva su nombre.
Hay que hacer, eso sf, una salvedad, pues algunas facetas de la cuestion
han sido fatigadas en exceso y las not.as que siguen no quisieran ser redundantes. La avent.ura del posmodernismo se puede contar siguiendo innumerables
t.rayectorias, variadament.e validas; la forma que aqui elegimos apunt.a a resalt.ar cieI1as Hneas (las que conciemen alas ciencias sociales) en det.rimento de
ot.ras (las que tienen que vel', pol' ejemplo, con la lit.erat.ura, la filosofla y el art.e), que acostumbran ser mucho mas cOIiocidas. Examinemos ahora el posmodemismo en general subrayando los aspectos que se refieren a nuestra
disciplina especlfica, echando sobre el una mirada antropologica; y hacia el
fondo del articulo int.ent.aremos mostrar de que manera los ideales del posmodemismo como filosofla de una epoca se han reformulado en t.erminos de una
concepcion de la antropologfa, de su objet.o y de sus practicantes.
De 10 que no cabe ni sombra de duda es de que el termino "posmodernismo" (igual que "postestructuralista")
se origina en los Estados Unidos; en
sus inicios, parece haberse acuiiado a prop6sito de cierto giro paradigmatico
ocurrido en el seno de las tendencias intemas de la arquitectura, en la que se
comenzo a poner en tela de juicio el concepto de vanguardia. Pero la idea de
una condicion "posmoderna" tiene una gestacion compleja: arbitrariamente
comenzaremos pOl' los postulados de Bell, aunque dejando constar que (dado
que 10 que se analiza es un movimiento de convergencia) el punto de partida
podria haber sido cualquier otro.
En 1973 Daniel Bell publico un extenso libro de prognosis social, a caballo entre la economfa, la ciencia polftica y la sociologfa, en el que anunciaba
el advenimiento inminente de la sociedad postindustrial. Esta modalidad societaria involucraria primordialmente no tanto un cambio en la infraestructura,
sino una metamorfosis de fondo en toda la estructura social. Los procesos que
permiten diagnosticar esta transformacion, segiln Bell, se encuentran mas
avanzados en los Estados Unidos que en cualquier otro pafs.
EI libro de Bell no es el primero en llamar la atencion sobre el particular, pero sf 10 es en alcanzar amplia difusion. Como siempre, han surgido querellas poria
precedencia: Bell asegura que el introdujo el concepto de
sociedad postindustrial ya en 1962, 10 que a la escala de esta especie de neosociologfa es fecha temprana; posteriormente descubrio que un socialista ingles (Althur Penty) ya habfa utilizado la palabra en 1917 para referirse a una
sociedad artesanal del futuro, descentralizada y que ennoblecfa el trabajo, contraria al "estado de ocio" que anunciaban otros futuristas. Bell admite que
otros nombres Ie hubieran cabido igual: "s.ociedad del conocimiento", "sociedad de la informacion" 0 "sociedad profesional". Pero en aquel entonces,
cuando acuiio el termino, se encontraba bajo la influencia de Ralf Dahrendorf,
quien habfa hablado de la "sociedad poscapitalista". La sugerencia de que algo tan dominante como la industria 0 el capitalismo estuvieran en retirada era
peculiarmente desafiante e invitaba al desciframiento de signos; yen esa fascinacion consistio el exito de un prefijo que no haria mas que extenderse desde entonces.
EI argumento global estructurado pol' Bell es simple, aunque la argumentacion sea espaciosa: el maximo detalle en los segmentos, la maxima simplicidad en el conjunto. Dice Bell que la sociedad occidental esta en camino
de un gran cambio historico en el que las relaciones sociales (que se asenta ..
ban en la propiedad), las estructuras de poder existentes (centrada en elites reducidas) y la cultura burguesa (centrada en la represion y en la renuncia a la
gratificacion) se desgastan rapidamente. Las Fuentes del cataclismO' son cientfficas y tecnologicas, pero tambien culturales. La cultura ha obtenido autonomra en la sociedad de Occidente. En parte es pol' ello que no esta para nada
claro cuales habran de ser las formas de esta nueva sociedad.
lCuales son, sin embargo, los signos de la transformacion? veamos ini-
cialmente uno. Una cosa es segura: la clase obrera industrial -contabiliza
Bellesta disminuyendo
en numero, y su importancia en la economfa de
los pafses mas avanzados tiende a ser marginal. Ni hablar del campesinado.
Es diffcil que el futuro presencie la "dictadura del proletariado" cuando el
proletariado, como qui era que se 10 defina, se muestra en trance de desaparicion.
En el discurso de Bellia construccion del objeto evoca las grandes configuraciones parsonsianas, similares a las que se encuentran en la base de ciertas vertientes de la antropologfa simb6lica. A su juicio, la sociedad se puede
dividir en tres Rmbitos: la estructura social, la polftica y la cultura. La estructura social comprende la economfa, la tecnologfa y el sistema de trabajo. La
polftica regula la distribucion del poder. La cultura es el reino del simbolismo
expresivo y de los significados. Una de las transformaciones basic as que se estan produciendo concieme a la burocratizacion creciente de la ciencia y a la
::specializacion del trabajo intelectual en parcelas muy pequeiias. Ademas,
como la sociedad postindustrial
aumenta la importancia del componente
tecnico del conocimiento, obliga a los cientfficos, ingenieros y tecnocratas
a competir con los polfticos 0 a convertirse en sus aliados. A vista de pajaro, conviene distinguir cinco dimensiones a 10 largo de las cuales se esta
manifestando el cambio:
1. Sector economico: el cambio de una economia productora de mercanC£asa otra productora de servicios. Colin Clark, hacia 1940, habfa dividido la
economfa en los sectores primario (agricultura), secundario (manufactura, industria) y terciario (servicios). En el mundo no occidental, la importancia del
sector primario es aun abrumadora (70% de la fuerza de trabajo); en los Estados Unidos la proporcion es la inversa. Pero nose trata de cualquier servicio,
sino de servicios relacionados con Rmbitos especfficos: educacion, investigacion y gobiemo. Estos servicios involucran un nuevo tipo de tecnologfa y una
nueva intelectualidad.
2. Dis.tribucion ocupacionaL: Lapreeminencia de La clases projesionaLes y
tecnicas,/ A todas luces, estan desapareciendo los blue-collars (los trabajadores
de mam~luco) en beneficio de los white-collars (Ios tI:abajadores de saco y corbata). Mientras la tasa de crecimiento de la clase profesional y tecnica en general ha sido el doble de la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo, la de
los cientfficos e ingenieros ha sido el triple de la tasa de la poblacion trabajadora en su conjunto.
--
3. Principio axial: la centralidad del aesarrollo teorico como fuente de innovacion y jormulaciOn pol£tica de la sociedad. Las relaciones entre la ciencia
y la tecnologfa estan cambiando. Casi todas las grandes indus trias que hoy
existen (siderurgia, energfa electric a, telefono, automovil, aviacion) ya habfan
surgido a fines del siglo XIX, pol' obra de inveptores, chapuceros inspirados y
hombres practicos que no posefan mayor conocimiento teorico. Pero la evolu-
c~on ulterior d~Ia electricidad en electronica y otros desarrollos semejantes
solo fueron poslhles cuando la,evolucion tecnoI6mca se fund'
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00 en a mveshgaCIO~y e. ane~mIento t~onco.!La ideologfa de las corporaciones hacia Ill.inveshgaclOn ha Ido camblandocon
el tiempo: el paradigma de I
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a corporaClOn
pue e a er Sl 0
teel en el primer tercio del siglo, la' General Motors en
el segImdo y Ill.IBM en el tercero.
y
~~~rientacionfutura: el control de la tecnolog£a y de Las contribuciones
t~cnologzcas. Hasta h~~e p~o las nuevas tecnologfas simplemente se introdu~Ian, prestando atenclOn solo a los efectos primarios: el motor de combustion
mte~~, .el aerosol, los detergentes. Es posihle que en el futuro se preste mas
atenclOn al control de la tecnologfa, 0 que se desarrollen nuevas tecnolo 'as
para reparar el efecto pemicioso de las precedentes.
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5. Toma de decision: la creacion de una nueva "tecnolog£a intelectu al"
Las estructuras de todos los ordenes de Ill.nueva sociedad pertenecen
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1o e ~ c.o~p eJI a orgamzada, que funciona de una manera hasicamente
con~ramtuztlVa: En el siglo XIX todo se movfa aun conforme a dos variables:
capIt~1 ~ trahaJo, oferta y demanda. Desde 1940 ha florecido todo un campo
espeClahzado que se ocupa de la complejidad: teorfa de Ill.informacion ciber
netic a, teorfa de la decision. Para resolver los nuevos tipos de calcul 'h
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d a maqumas mas po erosas, en relacion directa con Ill.complejidad y cantid ad de proble~as a tr~tar. ~a inteligencia no puede apropiarse directamente
e todas las vanables slmultanemente en juego.
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Las comp~ejas teorfas en t?mo de la toma de decisiones tecnicas en un
sIstema complejo se pueden eshmar como Ill.contrapartida de las ideol ' .
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oglas.
que as. son. ~to e ca coy
henen una funcion instrumental; estas son fruto de la mtmclOn y ~seen una funcion expresiva. De allf que se haya proclamado El fin de Las zdeolog£as en un libro del propio Daniel Bell (1960). EI
problema fundamental de Ill. sociedad postindustrial tal vez sea -s
'
Bell- el de conciliar Ill.direccion anti-institucional de Ill.cultura c
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yor ~flentaciones tecnocraticas y economicistas.
Esto ha sldo, en smteslS, Iii caracterizacion que hace Bell de un
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nuevo 1po e socle a que se encuentra en trance avanzado de formacion' Bell
.
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,
eSCfles e una postu~a amblgIIa, que ha ·sido descrita como neomarxista por
algunos y como neohberal por otros. Llamativamente, aunque Bell promueve
un nuevo concepto sobre Ill.articulacion de Ill.realidad social y aunque en
obra h ay co~ponentes met 00 0I'OgIcos
'
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su
que no siempre se encuentran
en el discurso de los mtelectuales, su influencia directa y explfcita en la antropologfa
~a d~ ~er escasa: O~r~s autores sacaran de este panorama las conclusiones
fllosoflCas y soclOlog~ca~ que han sentado las bases del posmodernismo;
y
e~ de. ~llos, tortuosa, mduectamente,
de quienes la antropologfa tomara inspuaClOn.
La caracterizacion que Bell hace de Ill.sociedad postindustrial pronto repercute en otros ordenes, junto con otras formulaciones semejantes. Ideas parecidas muy pronto estan en el aire y Ill.intelectualidad se concentra alrededor
de un puiiado de'motivos conductores. Gianni Vattimo, un filosofq italiano que
esta entre los primeros que se han definido como posmodemos, realiza a fines
de la decada de 1970 una apologfa del nihilismo y una celebracion de la
muerte del pensamiento hmnanista, acordes con Ill. idea de que estamos en
una nueva clase de sociedad, experimentando una condicion diferente. EI pro.,.
ceso referido es el mismo, pero mientras Bell subraya las transformaciones
de Ill. infraestructura,
Vattimo se concentra en las rupturas que ocurren en
el saber.
Los referentes de Vattimo son, en Ultima instancia, Heidegger y Nietzsche. Uno y otro -dice
Vattimopusieron radicalmente en tela de juicio la
herencia del pensamiento europeo, aunque se negaron a proponer una "superacion" crftica, pues ella habrfa significado seguir prisioneros de Ill.logica del
desarrollo, propia de ese pensamiento. La modernidad se puede caracterizar,
en efecto, como una forma de pensamiento dominada por Ill.idea de una historia del pensamiento, entendida como progresiva "ilmninacion" que se desarrolla mediante una apropiacion cada vez mas plena de los "fundamentos". La
modernidad se caracteriza a veces como Ill."epoca de la historia", en contraste
con la mentalidad anti gull.0 primitiva, dominada por una idea naturalista y cfclica del curso de las cosas.
Pero si Ill.posmodernidad implica una superacion de esta idea, lno se esta incurriendo en la misma falacia? Decir que estamos en un momento ulterior
respecto de Ill.modernidad y asignar a este hecho un significado decisivo presupone aceptar 10 que mas especfficamente caracteriza el punto de vista de Ill.
modernidad: Ill.idea de historia con todos sus corolarios, el concepto de progreso y el de superacion. Para Vattimo, esta sena una objecion vacfa e inconsistente, caractenstica de 108juicios puramente fornIales. En la posmodernidad
las categorfas de 10 nuevo y de Ill.superacion ya no tienen vigencia. Lo posmo- ,
demo no 8010 se caracteriza como novedad con respecto a 10 modemo, sino'
tamhien como disolucion de Ill. categorfa de 10 nuevo, como experiencia del
"fin de lit historia", Ill.cual no se representa, por lo'tanto, como una etapa superior de Ill.historia misma.
La historia ha terminado porque Ill. idea de una historia como proceso
unitario ya no es convincente; en Ill.existencia concreta se instauran condiciones efectivas (Ill.amenaza nuclear pnmero que nada, yen segundo lugar los
sistemas de informacion), que Ie confieren una especie de inmovilidad historica. Fuera de elaboraciones periodfsticas como las de Fukuyama, que han hecho estallar el escandalo, hallaremos ecos de Vattimo en el antrop6logo
Crapanzano, cuando este considere fracasada una etnograffa interpretativa solo
por el hecho de ya no ser convincente, y sobre todo en Stephen Tyler, quien considerara en proceso de extincion justa 108ohjetos y fenomenos mas proliferantes.
Decfamos que antes de Vattimo, los pensadores que echaron las bases de
la no-historicidad han sido Nietzche y Heidegger, a quienesaquel recupera
por espasmos, por jirones de textualidad. El desarrollo de sus ideas --dice-permitini superar las sospechas de que 10posmodemo es meramente una moda entre otras. La posmodemidad es un discurso legftimo, porque 10que mejor
describe la experiencia que tenemos de la actual sociedad occidental parece
ser la categorfa de posthistoria. Esta fue introducida en la terminologfa cultural por el antrop6logo filosofico Arnold Gehlen, quien figura tambien entre los
precursores de Berger y Luckmann. Para Gehlen, el concepto de poshistoria
implica la condicion en la cual el "progreso se convierte en rutina": la "novedad" ya no, tiene nada de revolucionario ni de renovador, es simplemente
aquello que permite que Ias cosas marchen siempre de la misma manera. El
desarrollo de la tecnica ha secularizado, vulgarizado, vaciado, la idea de progreso. El ideal de progreso es algo vacfo, pues consiste en las condiciones en
que sera posible un nuevo progreso, y asf hasta el infinito. Frente a este estado
de cosas, 10 6nico que cabe es el nihilismo, y Vattimo realiza una prolija y
exaltada reivindicacion de esta filosoffa desmovilizadora por definicion. La
historia (afirman los nihilistas) carece de sentido; 10que ellos piensan sobre la
posibilidad y la necesidad de transformarla es desde ahora imaginable.
La incidencia indirecta de Vattimo en la antropologfa (ecos de.ideas en
expansion, reflejados tal vez a partir de otros intelectuales en el campo de una
intertextualidad enredada) arroja menos interes que la lectura que ha hecho el
filosofo de la antropologfacomo ciencia, lectura restringida a un libro de Remo
Guidieri y .a un artfculo ignoto de America ind£gena. Vattimo descree de la
eventual fusion de antropologfa y hermeneutica, y aparentemente desconoce
que ese maridaje ya se materializo: a la antropologfa como descripci6n cientlfica de las constantes de la cultura, profundamente condicionada por la idea
metaffsica de ciencia, no se Ie puede oponer -aseverael ideal de una antropologfa como lugar del encuentro autentico con el otro. Cualquiera haya si-.
do el exito de sus otros vaticinios (los posmodemos son dados a augurar), el
caracter unanimemente interpretativo de la antropologfa posmodema no hace
mas que desmentir las prohibiciones del fil6sofo.
A esta altura debe caer de suyo que no pretendemos construir la historia
del posmodernismo. Pero toda sfntesis serfa incompleta si no seiialara algunos
de sus precedentes mas notorios. En los primeros tiempos, cuando s610unos
pocos hablaban de posmodemismo, la vanguardia intelectual estaba rerresentada por un puiiado de pensadores franceses, mas 0 menos estrechamente
relacion~dos con Tel Quel, que escribfan en 10que podrfamos caracterizar como un dialecto del frances de Pans con rotundas inflexiones lacanianas. La
\ unidad de ese movimiento, sumamente laxo como tal, era en efecto mas bien
estilfstica, 0 por 10menos mas estilfstica que ideologica 0 metodol6gica.
,/
Despues Frank Lentricchia llam6 a ese movimiento postestructuralismo,
y unanimemente se reconocio en el a una especie de vanguardia del pensamiento posmodemo. Con.los postestructuralistas surge una nueva clase de in. telectual institucionalizada. La que comenz6 siendo, tal vez, una especie de
, extensi6n de la crftica literaria hacia los dominios de la filosoffa, acab6 convirtiendose en una practica que habrfa de decretar (entre otras cosas) la crisis de
la raz6n y de la ciencia.
El inventario de los postestructuralistas varia segUn la 6ptica de los distintos autores, pero todo el mundo reconoce a Foucault como uno de los orientadores principales. Lo que pueda haber escrito concretamente Foucault no
viene al caso en este preciso momento; baste decir que difundi6 un fuerte escepticismo hacia ciertas categorfas analfticas de las ciencias sociales y de la
ciencia en general, resaltando la relatividad y el caracter construido de nociones aparentemente tan basicas como "enfermedad mental", "hombre", "poder" y "conocimiento". ~u relativismo, mas temporal que culturol6gico, habra
de realimentar y otorgar nuevo rigor a viejas corrientes de la antropologfa.
Una de las ideas centrales de Foucault es la de la arbitrariedad de las
epistemes (un termino que compendia, por asf decirlo, las connotaciones de
"concepci6n del mundo" y de "paradigma"). Cada una de ellas define no solo
los objetos mas importantes para cada epoca, sino que los construye: el "hombre", por ejemplo, como problema filos6fico y como entidad sobre la que se
pudiera hablar, no existla hace algunos siglos, y probablementevuelva a no existir
\
dentro de poco. Cada episteme define 10que es pensable y 10que no, y cada episteme disfruta de coherencia intema y de una especie de autonomfa. De esta forma, el pensamiento evolucionista de Darwin tiene que ver mas con otras ideas y
premisas de su epoca que con la "biologfa"de los siglosprecedentes.
Foucault, fue, quiZ8s, el primer autor frances lefdo casi masivamente por
Ios antrop610gosnorteamericanos, con la posible excepci6n de .Levi-Strauss.
Sea como fuere, con el se inicia algo que no se habfa dado con mucha frecuencia: que los pensadores franceses, caracterfsticos por sus profundos conocimientos de filosoffa y por su erudici6n comparativamente enciclopedica,
comenzaran a ejercer influencia directa sobre la comunidad antropo16gicade
Ios Estados Unidos. Por primera vez, quiza, los antrop610gosnorteamericanos
exploraron literaturas de ensayo extranjeras ajenas a la disciplina. Cabe reeonocer unas pocas excepciones a la escasa apertura de esos profesionales, y sobre todo una: Clifford Geertz, representado en esta compilaci6n por "Blurred
Genres"; por 10 demas, antes del advenimiento del posmodemismo, ni siquiera
los cientfficos sociales inclinados hacia la fenomenologfa acostumbraban leer
ensayos que no pertenecieran al mismo cfrculo de ideas filos6ficas que el que
ellos frecuentaban. Aunque Ia dominancia de su civilizaci6n tome artificioso
hablar de provincianismo, se percibe que los antrop61ogos norteamericanos
modemos no eran, antes de asimilar a Foucault, genuinos cosmopolitas.
Tomemo,?nota de algunos signos tenues del influjo foucaultiano. En el
artfculo de Richard Shweder "La rebeli6n r01pantica de la antropologza contra
el iluminisT1W", que luego reproducimos, se encu.entra una referencia Ii la fa-
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mosa clasificaci6n
de John Wilkhis"
zoolOgica invent dB'
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de Ot
.
. ~ .a por) orges (vease EI idioma analftico
,
ras tnquvnczones . esa clasifi
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caslo extrem~ de arbitrariedad, categoria ti;ica de la cIl~aclO~ sedexIpone co~o
na . Ahora blen la cita de Bo
'
enSlOn e 0 no-raclO_
. .
'
rges no esta tomada de sus b
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0 ras I eranas, SInO
por este mismo texto de B
ras y
cos~ e Foucault, lID ensayo inspirado
smo despliegue de arbitrariedad.
Con los alios la infl~:~~~: r~este
cana reciente se hizo enorme L e o~ca t sobre la antropologla norteameri_
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el prolijo detalle de la carac;eri::~:~:
asi~lado de. su obra no e~ tanto
marse la arqueologla del sabe (.
epistemes m 10 que podna lIatoria siempre se escribe retro:p:t::~~~~t~rd:uperar
el ~echo de que la hissituando alas teorias a los libros
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..y a lsue ve en una muchedum-
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Otro pensador frances que
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teamericana, incluso con mayor ;~~e~~ d xenetrai en la intelectualidad norques Derrida, otrora cultor del m
un ~ a que.e pr~~io Foucault, fue JacaOlsmo. 0 bre su IrrupclOn evoca Lentricchia:
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En algun momento de principios de Ia decada de 1970
por dogmiilicode nueslro sueno fenomeno16 ico
d nos desperlamos del sonueva presencia se habfa asentado en nueS!i';' p<y~ra,~rnos ~uenta de que una
Jacques Derrida. Con cierla brusqu d d
. ImabmaclOncrflIca de vanguardia:
a suplmos que a pesar de un b
dee caraclerizaciones inconexas de 10 cont'
'.
a uena suma
no algo que podrfa llamarse "posleslru I ra~~o,n~~~rJo no:1 eSlruclura!ismo, sica eslruclura!isla en Ias carreras inlel~~ra Ilsm~ .p camblOal rumbo y polemiGeoffrey HarIman, Edward Said y J
hU~~s lle aul de Man, J. Hillis Miller,
1960 fascinados or las
;
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I e
--que eslaban en la decada de
(JVier the New Cri~icism, ~~~~lr~~~.
de la fenomenologfa- revela loda la hisloria
Del calIej6n sin salida de la fenomenolo Ia (en
' .
perspectiva antropolO ica desde el
g.
este caso, hermeneutICa y
claras el artICulo de ~ichel A
Pundtoddelvlstl~ del actor), nos habla alas
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gar, en on e os Igamento
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p ares (Gadam~r, Schutz) suplantan a la fundamentaci6n m:t::I~~as
eJempostet~cturahsmo
I.os matices serian diferentes. Si Foucault infun~~' ~on el
tropo ogla norteamencana algunas ideas di
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0 a a anciertos principios metodolO,,;
spersas,
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,,_cos, y antes que nada la tec .
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d e I postestructuralismo primero y de I
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od mca por exce encia
construccion (0 como reza el g I"
adcn lca po~m erna despues: Ia des,
a lClsmo, econstrucclon).
mo si ~r~~~:~:;er:;:~~~':ri::;~;;aahora
se.suele decir "desconstruir", coquien enuncia el juicio
el b' t
ra una ruptura aun mas profunda entre
actividad crItica extendi~
::u~~ 0 ~e sedi~ecul
sa, La desconstrucci6n es una
,
0 mas ra ca que Ia mera exposici6n de los
18
errores que puedan achacarse a los razonamientos de un determinado· autor.
En una desconstrucci6n se atacan y se des-sedimentan ya no las afirrnaciones
parciales, las hip6tesis espedficas 0 los errores de inferencia, sino las premisas, los supuestos ocultos, las epistemes desde las cuales se habla, Ocasionalmente, algunos autores demasiado exquisitos niegan que la desconstrucci6n
sea meramente un metodo negativo 0 siquiera un metodo, desautorizando Ia
interpretaci6n habitual de la desconstrucci6n como destrucci6n gratuita y esceptica; aquI no necesitamos complicarnos en discusiones tan finas, porque al
fin y al cabo 10 que cuenta son mas las lecturas y los usos antropol6gicos del
concepto que Ias intenciones del mismo Derrida.
La mayor parte de los trabajos antropol6gicos desarrollados con el auspicio del posmodernismo (por 10 menos en Ios Estados Unidos) son trabajos de
desconstrucci6n, como veremos· mas adelante: 10 que se desconstruye es, en
general, el marco global, la ciencia social convencional, la antropologfa anterior al advenimiento del posmOdernismo. Toda una corriente de la antropoiogla
contemporanea funda su aporte en una prolija desconstrucci6n de la obra de
otros antrop610gos, a veces bajo el disfraz de un interes por los aspectos literarios de la escritura etnografica.
Podemos decir que el creador del concepto proporcion6 el modelo de la
desconstrucci6n antropol6gica al refutar ciertas afirmaciones de Levi-Strauss a
prop6sito de Ia irrupci6n de Ia escritura entre los nambikwara. El texto que
cuestiona Derrida es un capItulo de Tristes tropicos, y el libro en que 10 hace es
De La gramatoLog£a, de 1967. En este se realiza una afirmaci6n muy curiosa,
bastante trpica de la clase de razonamientos en que abundan los practicantes
del juego desconstructor. EI juego consiste en afirmar, como si fuera un imperativo del metodo, algo que parece contrario a la raz6n, al senti do comun y a Ia
evidencia, 10 que justifica que a veces (siguiendo a Geoffrey Hartman) se aplique a estas ideas el mote de "derridadalsmo": en este caso, 10 que declara Derrida es que la escritura es anterior al lengIIaje en todo sentido, tanto hist6rica
como 16gicamente. AIgIIDos exegetas aseguran que esta es una lectura superficial de 10 que Derrida quiso decir en realidad; sea como fuere, es por 10 menos
sospechoso que quienes 10 interpretamos de este modo seamos tantos y que en
tantas paginas no se pueda clarificar 10 que en realidad se quiere decir al usar
un terrnino que soporta el peso de un obvio significado preexistente.
EI truco de Denida consiste en que el sentido que otorga a la "escritura"
no es el sentido vulgar; parecerla ser que habla de ella en un sentido muy amplio, un sentido que comprende las marcaciones, el tatuaje sobre el cuerpo, la
inscripei6n, el trazado de un surco sobre Ia tierra, los espaciarnientos, la insaturabilidad de los contextos. Algo nmy exquisito, como se ve, un concepto nuevo, que iniciara la moda de que Ia claridad conceptual pase de moda y que
hara caer en saco roto las enselianzas de Peirce sobre la posibilidad infinita de
invenci6n conceptual. Desde afuera los exegetas se justificaran diciendo, por
ejemplo, qu~ las categorias de Derrida son catacreticas, y que si se expresa de
semejante manera es porque los conceptos comunes no son suficientes, porque
fallan palabras en ellenguaje como para que Derrida exprese las delicadas ar-
tieulaeiones de 10 que piensa. En todo easo, es imposible determinar que quiere signifiear Derricla con "escritura" y pol' que Ie resulta fundamental comprobar su prioridacl frente a una filosoffa clominante que concede clemasiada
importaneia allenguaje y que considera a la escritura derivativa, secundaria y
epifenomenica.
Perry Anderson ha afirmado que estos movimientos estan afectados pOI'
algo asf como una "desmesura dellenguaje".
Pero la caracterizaci6n no es demasiado adecuada para referir las ideas de Derrida y sus peculiares planteos
discursivos. AI contrario: Derrida, sin demostrarlo cabalmente, considera que
el pensamiento occidental esta dominado pol' una postura logocentrica que, en
los estudios dellenguaje,
se inicia probablemente con Saussure. Su reivindicaci6n de la escritura tiene para nosotros un interes especial, no s610 porque a
traves de ese eoncepto Derrida discuti6 tal 0 cual idea de Levi-Strauss, sino
porque la postura de Derrida anticipa gestos de uno de los extremistas de la
anttopologfa posmodema, quien tambien se plantea objetivos piramidales yextravagantes; si Derrida pretendla defenestrar allenguaje, Stephen Tyler protest6 contra la excesiva prevalencia que "occidente"
otorgaba a la visi6n pol'
encima de los otros sentidos. Curiosa reivindicaci6n,
Hpica de las preocupaciones de pens adores insertos en una intelectualidad
decadente, obesa, huerfana de temas y prop6sitos mas apremiantes.
Se ha dpinado, con fundamento, que la discusi6n de Derrida sobre la interpretaci6n de Levi-Strauss de cielta escena de escritura entre los nambikwara no constituye un modelo argumentativo clemasiado afortunado. Derrida Ie
endilga a Levi-Strauss su fonologismo, su denigraci6n 0 rebajamiento de la escritura, su apoteosis del lenguaje hablado. Luego Ie espeta dos objeciones: el
anecdotario de la famosa "escena de escritura" en el capHulo 28 de Tristes tropicos, y su teorfa segiin la cual el advenimiento de la escritura y el ejercicio
del poder estarfan ligados pOI' algiin nexo estructural, hist6rico, 16gico 0 funcional. Siempre que surgi6 la escritura -recapitula
Levi-Strauss10 hizo en
estados fuertemente jenirquicos, en teocracias urbanas, en donde era imperioso llevar un cuidadoso registro; ante sus propios ojos; un cacique nambikwara,
apenas intuida la utili dad burocratica de la escritura, fingi6 ante la mirada de
los suyos comunicarse con los blancos trazando rayas en un papel. La consonancia estructural entre ambos sucesos Ie parece ostensible.
EI anecdotario levistraussiano, pol' cierto, es cuestionable: a Levi-Strauss
Ie llama la atenci6n que, al no tener un vocablo previsto para referirse a la escritura, los nambikwara expresen "escribir" mediante una pariifrasis que significa "trazar llneas". Derrida sostiene que no hay nada llamativo en hacerlo,
ya que "escribir" significa exactamente eso en numerosas lenguas civilizadas,
frances incluido. La segunda discusi6n esta muy maillevada,
y podemos afirmar taxativamente que para conducirla a su fin Derrida tiene incluso que
mentir:
Hoy la etnologfa -dicenos ofrece informaciones masivas sobre escrituras que
han precedido al alfabeto, ot1'os sistemas de ese1'itu1'afonetica 0 sistemas muy
pr6ximos a fonetizarse. EI caraeter masivo de esa informaci6n nos dispensa de insistiI' (pag. 168).
Todo esto es inexacto: las culturas reportadas poria etnologfa como dotadas de algiin rudimento de escritura son sumamente escasas, y todos los casos
conocidos son posteriores a la difusi6n de las practicas gramatograficas occidentales. Un par de excepciones (Ia isla de Pascua, los indios cuna) no alcanzan a revertir la tendencia;
ninguno de estos casos, ademas, deja de ser
dudoso, a menos que concedamos a la escritura una definici6n tan indefinida,
catacretica y oblicua como la que Ie otorga Derrida.
La mas importante que Derrida Ie legam a la antropologfa posmodema,
sin embargo, no son estas discusiones f4tiles sino el propio concepto de .desconstrucci6n, su oposici6n militante a los grandes sistemas de pensamwnto
consagrados en Occidente, a la metaffsica, a la ciencia, y sobre todo a la razon.
La desconstrucci6n
fue, en su origen, un metodo para recursar y destruir argumentativamente pero sin razonar, es decir, sin incurrir en los dictllmenes de la
argumentaci6n racional. Pero lc6mo es eso posible?
La justificaci6n de Derrida es bastante inveroslmil, y es obvio que su valor (de tener alguno) es puramente formal: el desconstructor,
segiin Derrida,
no razona, sino finge que finge bacerlo. La artimaiia es doble necesariamente,
porque debe ser efectiva. Si finjo matar no mato de verdad; pero si finjo fingir,
entonces sf. La estrategia de la desconstrucci6n
--dice Derridaes algo que
perrnite hablar cuando todo el discurso se ha consumado, cuando no hay nada
que decir. Permite razonar sin reconocer la primada de la raz6n, y ballar argumentaciones "razonables" para abolirla.
EI Ultimo de los postestructuralistas
que mencionaremos es Jean BaudrilIard. Este escrito comenz6 a hacerse conocer a fines de la decada de 1960, al
elaborar 10 que el bautiz6 con el nombre un tanto pomposo de "economfa polltica del signo": el analisis crHico de ciertas orientaciones y rasgos semanticos
y simb6licos propios de la cultura burguesa, como ser el usa de Ios objetos 0 el
consumo. Mientras Derrida discuti6 fundamentalmente
con Levi-Strauss, Baudrillard Ia emprendi6 mas bien contra la antropologla marxista francesa, y sobre todo contra Maurice Gadelier, uno de los representantes
maximos del
marxismo estructural en antropologfa.
No seguiremos aquf cada uno de los caminos explorados pOI' Baudrillard,
desde su Sistema de los objetos 0 su Critica de la econom£a poUtica del signo a
sus Estrategias fatales 0 sus artfculos mas recientes, deslumbrados poria teenologla norteamericana.
Lo iinico que nos afecta es su influencia en la antropologla posmodema,
0 en la antropologla
interpretativa
inmediatamente
anterior. Notemos, de paso, que la influencia de Baudrillard en la antropologla
simb6lica ha sido mas notoria que la que ejerci6 sobre la antropologla posmodema' , para esta Ultima el no constituye, de hecho, un referente de Ia misma
estatura que un Foucault 0 un Derrida.
•
La discusi6n de Bauclrillard con Gadelier, su refutaci6n aparente de los
.
analisis marxistas de Ias sociedades primitivas, fueron el modelo en el que se
inspir6 el simholista norteamericano Marshall Sahlins para escrihir Cultura y
raz6n practica, de 1976, que no haee mucho se tradujo al espano!. Este es -recor~mosuno de Ios textos esenciales de Ia antropologi'a simh6Iica, y es
tamh1(~nel que marca el punto mas extremo del reduccionismo cultural: el intento de explicar todo en funci6n de Ia cultura, Ia cual se identifica con el sistema simh6lico de imposici6n de significados.
Resumamos Ia postura de Baudrillard frente a Ia antropologfa econ6mica
en general, ya Ia antropologfa marxista en particular. Tanto para Baudrillal'd
como para Marshall Sahlins, el discurso marxista participa de los rasgos fundamentales del pensamiento hurgues. Para Baudrillard, concretamente, el
analisis econ6mico marxista comparte el mismo marco ideol6gico de la economfa polltica occidental y s610sirve, en consecuencia, para afrontar el'analisis
de determinado tipo de sociedad en determinado momento de Ia historia, En
este sentido, el marxismo en tanto filosofla hist6ricamente determinada estarfa afectado p?r Ias mismas limitaciones que -POI' ejemplo- el psicoan'alisis,
el cual ostenslhlemente ha fracasado como analItica del pensamiento salvaje:
No hay modo de producci6n, ni pl'oducci6n, en las sociedades, primitivas. No hay
dialectica en las sociedades primitivas, no hay inconsciente en las sociedades primitivas. Estas categorfas s610 analizan a nuestras sociedades, regidas pOl' In economfa paUtica (El espejo de la producci6n, 1983 [1973J: 47-48).
Baudrillard ofrece pasar a un nivel de analisis diferente que el de Ia econOmIapolltica, sujeta a un materialismo estrecho. Ese terreno es el de Ia critica metafisica del significante y del c6digo, una critica de Ia economfa polltica
del signo. Para 61,el marxismo es incapaz de proporcionar un analisis profundo de Ias sociedades primitivas, asf como es incapaz de trazar una perspectiva
revolucionaria que este verdaderamente mas alIa de Ia economfa polftica. EI
marxismo, segun esta 6ptica, "se encierra dialecticamente en 105atolladeros
del capital, asf como en el desconocimiento de 10simh6Iico".
La discusi6n de Baudrillard no aporta nada que Ios antrop6Iogos no supieran, con excepci6n de una ironfa pedante que muchas veces hace ruido a
hueco, en un despliegue de un estilo de tomadura de pelo que Ie resta huena
parte de su utilidad argumentativa. AI efecto de Ia discusi6n de Ios alcances y
llmites de Ia categorizaci6n marxista ante el estudio de Ias sociedades primitivas, Ia disputa entre sustantivistas y formalistas en antropologfa econ6mica Iuce infinitamente mas interesante que estas diatrihas sin respiro. Lo que
Baudrillard afirma se ha dicho antes, y con mucha mayor profundidad, seriedad, riesgo polemico y fundamentos, en Ios ensayos de Ia facci6n sustantivista.
EI metodo de Baudrillard consiste en tomar fragmentos de afirmaciones
de Godelier y afirmar taxativamente que "no sirven", "son inutiles", "inefica. der ta I 0 cua I aspecto de Ia sociedad primitices "".0 mservl'hI"es para compren
va. Quien husque demostraciones se vera defraudado, Los razonamientos de
/r
Baudrillard son (igual que Ios de Sahlins) insanahlemente metonfmico.sy giran en torno de un supuesto que es en sf un verdadero e?s~Imo de magIa .contagiosa: Ios conceptos marxistas fallan por haherse, ongI~~do en el nnsmo
contexto que el de los demas conceptos de Ia economla pohtIca, ~ saher, la so.
ciedad burguesa. Sohre los conceptos que utiliza el.propio Baudril~ard~ so~re
105que deherfan ser usados nada se dice, y del nnsmo modo se slienClan as
detenninaciones que pudieran sufrir Ias teorias que ofrecen Ios elementos de
jllicio empfricol>contra el modelo marxista, 0 Ias razones por Ias cuales su proio discurso se encnentra Iihre de toda coacci6n cont~x!ual.
p
EI estilo de Baudrillard disemina metaforas chll'nantes ~n Ia condena de
toda busqueda objetiva, en un exhihicionismo e~ el q~~ eIllrmte entre Ia~~onvicciones intimas y Is ironIa es J?Or10menos dlf~so: La verd~d --escn
e,n
Las estrategia.~fatalesno hace mas que comphcsr Ias cosas . La fra~eologla
de Baudrillard es autoritaria: Ios contenidos de 105conceptos teol'l311coshdel
.<'
"t' lvas, y no porque se 10 I aya
marxismo no sirven para cuhnr• Ias prnctIcas
pnml
'
demostl'lldoen funci6n del analisis de determinados datos 0 porque e~ a,gun
otro ensayo se haya demostrado Ia correcci6n de Ios argumentos metomnnco~,
sino pOlque Bauchmard asf 10proclama desde Ias .altur~~de. u~a ~Jedantena
que declina analizar t6cnicamente el estado de Ia dlS?USlOndl~cIP!mar, como
si 61volara por encima de la ciencia. En esta ~poteo~l,sde Ia ~~tnba, el marxismo esta automaticamente invalidado pol' estIpuiaclOndogmatIca,d~una ~ciologfa de conocimiento abismalmente ingenua a pesar de sus. mf ,as.. n
punto importante: la crItica de Baudrillard es estrictame~te .ne~atIva; ~l e?(}~te
otra altemativa de analisis frente alas culturas agrafas m slqrnera la ~nsmua,
apade de parar a Marx sobre Ia caheza y mencionar profusamente Ios slmbolos.
EI posmodemismo no es un movimiento unit~rio.qu~ rec.on?zcaa unos
pocos codificadores. Se trata de una corriente muitItudinana, sl.nnlar a Ia del
estructuralismo y Ia semiologfa a fines de Ios anos 1960, que disfruta (pes~ a,
Ia ilusi6n de Vattimo) de todas Ias caracteristicas que siempre f~eron propl~s
de Ias modas intelectuales: Ia reiteraci6n de consignas, una cO~I?da sUJ?erfIcialidad analftica, la concentraci6n en tomo de unas poc~s !ematIcas relteradas hasta el hartazgo, la aeumulaci6n de supuestos y conVl,cc~ones
escasamente discutidas, Ia transmisi6n y difusi6n pol' med!0s acade~l,cos (y antes que
.
. 1 des "humanfsticas") , la sublta conversIOn a .sus dogmas
nnd a I·as umverslCa
'1"
pol' paIte de casi toda Ia intelectuaUdad influyente, Ia concordancla ~sh ISh~a
de sus textos, las referencias cruzadas, Ia esquematizaci6n de Ia reahdad y a
l'edefinici6n de 105valores prioritarios.
.
.
Moda 0 no, 5i hay alguien en quien confluyan caSI todas Ias r~ferenclas,
ese es sin duda Jean-Frangois Lyotard. Este es el autor que ha defim?~?e manera mas c~teg6rica y expresiva 10que se ha .d??o en Hamar Ia condiClonposmodema. Sus textos esenciales son La condwwn posmodema (de 1986) y La
23
posTTWdemidad (explicada a LosniiWs) (1987); en los iiltimos meses se ha publicado La diferencia (mejor dicho El difererukJ), un texto mas barroco y decadente que los ya nombrados, aunque en realidad es anterior (1983). Olvidado
ya, podemos evocar un texto que sefiala el misrp.operiplo que esta compilaci6n
dibuja, y que se refiere, reivindicandola, a Lafenomenolog£a (1959).
La caracterizaci6n de Lyotard de la condici6n posmodema es con mucho
la mas difundida, y la que esUilatente (por ejemplo) en las primeras elaboraciones antropol6gicas del asunto, durante el Seminario de Santa Fe, de 1984,
al que despues trataremos con mas detalle. La condici6n posmoderna es la
condici6n del saber en las sociedades mas desorrolladas. En la cultura de estas sociedades han ocurrido enormes transforrnaciones, y la que analiza Lyolard es en concreto la crisis de los relatos, el descredito que ha caldo sobre
ellos.
Lyotard no asume (como 10hara Tyler en los Estados Unidos) una actitud
hostil hacia la ciencia, por 10menos no a priori. Lo que Ie preocupa de la ciencia no es que husque "algunas regularidades ntiles", sino que pretenda legitimarse a traves de un relato, de unaargumentaci6n relativa a sus fundamentos.
Richard Rorty ha dado cuerpo, en epistemologfa filos6fica, a Ia misma desconfianza. Cuando el discurso mediante el que se legitima l,Ulapractica es un
"gran relato'~ totalizador, como la dialectica del espIritu, la hermeneutica del
sentido 0 la emancipaci6n del hombre racional 0 del trabajador, se llama "modema" a Ia ciencia que recurre a esos argumentos para Iegitimarse.
Simplificando aI maximo, se llamaentonces posmodema a la incredulidad respecto de tales metarrelatos. Concomitante a la crisis de los metarrelatos
(que enseguida veremos en que se origina y en que, a su vez, se fundamenta)
es la crisis de la filosoffa metaffsica y de la instituci6n universalista que dependIa de ella. Los componentes de la "funci6n narrativa" de 10srelatos legitimantes se han dispersado. EI proyecto modemo e iluminista de la
emancipaci6n progresiva de 1.araz6n y la libertad esta liquidado, destruido.
Esto se puede expresar simh6licamente diciendo "Auschwitz": la barbarie nazi de los campos de exterminio es, para Lyotard, la prueba de la derrota
del proyecto de la raz6n. Ninguna explicaci6n, ning6n pensamiento, son capaces de situar a Auschwitz en la Hnea que conduce a la "emancipaci6n" de la
humanidad y al progreso acumulativo de la racionalidad. En 10poHtico,la posmodernidad es tambien el fin del "pueblo" como rey y heroe de las historias.
Si no se puede creer ya en los relatos --dice Lyotard- menos se puede creer
aun en sus protagonistas. EI pueblo (y ya no solamente el proletariado) ha desaparecido del imaginario posmodemo como protagonista de In historia, la
cual tambien se ha esfumado como proceso mas 0 menos lineal, tendente hacia alg6n fin; no se sabeau.n quicn sera el protagonista que 10suceda y el contexto temporal en que se situaran los acontecimientos, si es que se siente
alguns vez la necesidad de postular alguno.
La incidencia de Lyotard en la antropologfa posmoderna es palpable,
aunque escondida y flotante. Donde mas se percibe el influjo de su desconfianza hacia la legitimaci6n es en el cuestionamiento cliffordiano de la autori-
dad etnografica yen illl sentimiento de crisis disciplinar generalizado que torna hoy en dIa diffcil embanderarse atras de una formulaci6n teoretica cualquiera. Como nunca antes, el tiempo esta maduro para el escepticismo.
Es imposible realizar una visi6n de conjunto del movimiento posmoderno sin hacer alguna referencia a Mijail Bajtfn. BajtIn fue 10que podrfamos lIamar un crftico literario y un semi610goen el sentido que tiene en la Uni6n
Sovietica esa especializaci6nprofesional. AI igualque Propp, habia conseguido elaborar una serie de marcos de an8lisis y de conceptos que brindaban una
cierta cobertura semio16gica al pensamiento marxista, 0 quizas al reyes. La
concepci6n de Bajtfn, sin embargo, no pareci6 del todo ortodoxa al estalinismo; se dice que sufri6 carcel, que fue perseguido, censurado y deportado a Siberia; de hecho en algu.n momento desapareci6 y nunca mas se supo de el
basta que hace algunos alios sus obras se filtraron a Occidente y comenz6 a ser
reivindicado en su pals. Corre el rumor de que algunas obras atribuidas a sus
discfpulos (y mas en concreto a Volosinov) son en realidad de BajtIn, aunque
este punto ha sido rebatido por soviet610gosbien informados.
Antes que nada, Bajtfn enfatiz6 el caracter no subjetivo e interactivodel
lenguaje y propuso pensar en el en terminos de situaciones discursivas especfficas; para el no existfan palabras y frases neutras, monol6gicas, privadas: todo
esta cargado de intenciones y acentos. De alII se desprende todo un conjunto
de conceptos destinado a caracterizar aspectos del contexto y de la interacci6n
lingiiistica.
Un cronotopo, por ejemplo, denota una configuraci6n de indicadores espaciales y temporales en un escenario deficci6n en donde (y cuando) tienen
lugar ciertos acontecimientos. No se puede situar hist6ricamente un acontecer
sin recurrir implfcita 0 explfcitamente a cronotopos, que vendrfan a ser equivalentes espaciotemporales de 10que en antropoiogla lIamamos mas bien contextos. Seg6n James Clifford, Levi-Strauss practic6 con virtuosismo la construcci6n de cronotopos en Tristes tr6picos, en donde los lugares especfficos
(RIO,el Matto Grosso, los lugares sagrados de la India) aparecen como momentos de un orden huntano inteligible, rodeados pOrcorrientes de cambio.
EI camaval (0 carnavalizaci6n, si 10abordamos como proceso) es otro de
los elementos recurrentes en la escritura de Bajtfn. Naturalmente, el contem~
plaba al camaval como una manifestaci6n de valores y actitudes genuinamente
populares que en el resto del tiempo perma!lecfan soterradas 0 reprimidas.
Uno de los elementos que los antrop6logos posmodemos han recuperado de la
noci6n bajtiniana de camaval es que en el desaparece la diferencia entre actores y espectadores, 0 como se dice en otros 6rdenes, entre sujeto y objeto. No
hay posibilidad, dice Bajtfn, de permanecer afuera del camaval como observador no afectado por el.
;
Bajtfn es sin duda el fundador de la dial6gica, que es algo bastante dife-
rente de la dialectica aunqu
I I
I'
dB'
,.
'
e guarca a guna re aCl6nsutil con ella La di· I' '
ca e a.Jtmse opone a la concepcion mono16 ica del I
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cual quIer expresion, por aut6noma 0 com Ieta
. egIffi a II ogIca,
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que parezca, no es otra cosa que
caci6n verbal 0 intert::~~lunAunragmentotenel 'proc:so continuo de Ia comuni.
.
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'
,
Clerra un conjunto de postulados, es sible d
e que e~ a~anencla
ponden a otros textos y p d'
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etectar que Ios contemdos resre eClr que a su vez sera res' did
'
Un texto (0 un monologo)no
es sino una 'da I d
' pon 0 por otros mas,
En la antl'OPologfa
norteamericanaeI c ~
c e una l?tert:xlualidad continua.
nografla ha sido sobre todo D
. T~lfi~ador de la dial6gIca aplicada a Ia etquien reco~oceel antecedente ~nn~s , Doc , represe~tado en nuestro antologfa,
Otro conce to b '"
e evm wyery sus DUllogos marroquf.es,
tendencias centrrpetasaJyhh~~:g:ns
~l dde~eted'l'ogIlosia,
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SOCIaes ce os gru
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generaciones sucesivas, Allado de las f '
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trffugas de la heteroglosia traba'an inint uerz~~centnpetas, las fuerzas cenmas, segiin Alex Callinicos evit] ,
e~rumpI amente. Este concepto, ade~:~6:;:~:~:~leenunguaadi~~
;om~ ;i~;;lli~::~~~~j:~~vt:a~~:f~:~~::~:X::~~~
,
menslon SOCIa,
tan da~: I~ analltica de Bajtf~, los contenidos connotativos de un signo no ess e una vez y para slempre Cada se t
. I.
acentos diferentemente orientad
.
. c or socIa lmpone a su lenguaje
llega asi a dinamizarse y a cono;t~e se mtersectan con los signos. EI signo
multiacentuaci6n social del signSI mrse en terreno de la Iucha de clases. La
'I'
0 se opone entonces a la idea
I
tod0 ogos e mteraccionistas simb6Iicos tendri
dire
os etnome?eI significado, donde este es resuelto en te a? ~ proceso e ~on~~ruccion
19uales.La multiplicidad ba'tiniana de I
.~nos de una .negoclaclOnentre
no de una inestabilidad inh~rente al len~;~[~:a~:sl~7:~e?:
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modo
como campo de fuerzas de un choque d"e Intereses,
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En Ios Estados Unidos Ia 'nfl
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por pa~:Id:~:::/C~:f~;~s~:::U::;d~;e:ad:u~~t
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ogra os expenmen es, IIevada a su paro .
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Clon de StephenTyler De todos II ha
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Xlsmopor II evoca,
e os y mstros en os textosaqui reunidos.
La especiflcidad del posmodernillmo anlropo16gico
Ni todos los conceptos posmodemos
h
.
dos sin reservas, ni la totalidad d I
~e emos entrevIsto fueron adoptae pensarmento posmodemo en antropoIogfa
26
se deriva redondamente de un presunto posmodernismo cerrado, enumerable y
concluso. En ciertos ambitos de Ia antropologfa interpretativa es incuestionable, por ejemplo, la inf1uencia de la teoria critica de la Escuela de Francfort,
de la filosofia nietzcheana y de la semi6tica de Peirce. En todo congreso antropoI6gicode Ios ultimos anos las referencias a Wittgenstein y a Habermas han
sido recurrentes. Lo importante es que cuando al fin se produjo la irrupcion
del posmodemismo, la antropologia norteamericana (que es, a todas luces,
aquella en la cual se gesta el movimiento en 10 que a nuestra disciplina concieme) ya estaba preparada para cierto tipo muy especffico de texto, de lenguaje y de discusi6n,
Es el momenta ahora de examinar el campo de las antropologias posmodemas, es decir, la version que la antropologia interpretativista norteamericana ha elaborado a prop6sito del posmodemismo 0 postestructuralismo europeo.
La vision que hemos dado de 10 que poclrfamosllamar posmodernismo en general alcanza para darse una idea de su diversidad, En ese ambito generico ha
habido lugar, ademas, para un posmodemismo situado a la derecha del espec'tro politico, para una especie de posmodemismo de izquierdas (cuyos representantes por excelencia serian Fredric Jameson y tal vez Hal Foster) y para el
posmarxismo 0 postsocialismo de un Touraine, pol' dar un nombre, Existen ref1exionesreconocidamente posmodemas en literatura, en artes phlsticas, en arquitectura, en semiotica, en epistemologia.
Naturalmente, el posmodernismo tenia que llegar a la antropologia alguna vez. Y llego, en efecto; llego como ref1ejo de una lectura norteamericana
(muy norteamericana, por 10 deslumbrada y acritica) de ciertas instancias del
posmodemismo frances, y en especial de dos pensadores que antes hemos caracterizado como postestructuralistas: Foucault y Derrida. De,ambos se aprovechan los rasgos mas llamativos y punzantes: todo se pasa por el tamiz de una
lectura que reduce el aporte de Foucault a un convencional argumento relativista y que identifica Ia desconstrucci6n de Derrida con un metodo critico elemental, por ser tan previsible y mecanicamente esceptico,
Con el correr del tiempo estos referentes quedaron relegados alas notas a
pie de pagina, y el posmodernismo antropo16gico-ultima etapa de las antropologfas inierpretativas- adquiri6 cierta individualidad y homogeneidad esti- .'
IIstica y tematica. Algunos autores recientes (Steven Sangren, Roger Keesing,
Tim O'Meara, Paul Roth, Michael Carrithers) han insinuado que esa homogeneidad es excesiva; en efecto, los temas abarcados porlos posmodernos practicamente se reducen a uno solo, a saber, Ia practica antropol6gica vista desde eI
angulo de la escritura de etnograffas, Es evidente que la mayor parte de las argumentaciones posmodernas a propOsitode las limitaciones de la "antropologia convencional" y de la epistemologia "positivista" estan comenzando a
repetirse. Queda la impresion de que leido un texto de antropologia posmoderna, los restantes solo aportaran variaciones obsesivas a un nueleo tematico que
no por reiterarse mucho se profundiza siempre.
Examinaremos a modo de sintesis los aspectos principales de la antropologia posmodema para situar en su debido contexto el material compilado, es
decir, Ios artfculos de Stephen Tyler, James Clifford, Dennis Tedlock, Marilyn
Strathern y Marcus y Cushman que hemos traducido especialmente para esta
colecci6n. A nuestro juicio, en Ia antropologfa posmOOernapodrfan distinguirse tres grandes !fneas:
I) La corriente principal (que podrfamos Uamar "meta-etnografica" 0
"meta-antropol6gica", en Ia que participan James Clifford, George Marcus,
Dick Cushman, Marilyn Strathern, Robert Thornton, Michael Fischer y muchos otros, a Ios que se ha sumado recientemente Clifford Geertz, ahora muy
rezagado y marginado entre quienes presumen de vanguardia. Esta orientaci6n
se preocupa sobre tOOode analizar crfticamente Ios recursos ret6ricos y "autoritarios" de Ia etnograffa convencional y de tipificar nuevas alternativas de escritura etnognlfica. Esta corriente ha sido caracterizada eventual mente como
una "antropologfa de Ia antropologfa". Su objeto de estudio no es ya Ia cultura
etnografica, s~noIa etnograffa como genero Iiterario por un Iado y el antrop6Iogo como escntor por el otro. Dentro de Ia orbita textualista habra que situar
tambien formaciones reactivas como el cosmopolitanismo crftico de Paul Rabinow, quien ha intentado situar Ia discusion no ya alrededor de Ios textos sino
de Ias instituciones que promueven su escritura.
2) La" ~egunda corriente vendrfa a ser la que proporciona a Ia primera el
material que ha venido a caracterizarse como "etnograj£a experimental". Si Ia
primera corriente encarna una modalidad de reflexion teorica, la segunda se
caracteriza por una redefinicion de las practicas, 0 por 10menos de las formas
en que la praxis del trabajo de campo quedan plasmadas en las monograffas
etno~raficas. Los pionero~ de esta orientacion podrfan ser Vincent Crapanzano,
Kevm Dwyer y Paul Rabmow. Dentro de Ias nuevas corrientes de escritura etnografica hay una que ultimamente ha alcanzado una definicion mas clara que
Ias res~antes; nos referimos a la etnograffa (0 antropologfa) dialogica, elaborada caSI en soledad durante unos diez alios por el antrop6logo Dennis Tedlock
de Ia Universidad de Buffalo en Nueva York.
'
3) La tercera corriente no se interesa ni por el analisis pormenorizado de
la escritura antropoI6gica tradicional ni por Ia renovacion de Ia literatura etnografica; su espfritu es mas bien disolvente, por cuanto proclama no solo la caduciclad de determinada forma de escribir antropologfa, sino la crisis de la
ciencia en general. Esta tercera tendencia encarna a la vanguardia posmOOerna, a la version mas extrema de la doctrina, y esta representada por Stephen
Tyl~r y Michael Taussig. EI primero (acompaiiado por otro5 antrop6logos perte~eCl~ntes.al autOOenominadoCfrculo de Rice) ha propuesto una epistemologfa
uraclOnahsta que reformula todo el proyecto cientffico desde Ia rafz, en terminos tOOavfaprogramaticos; el segundo ha hecho estaUar el genero y la "autoridad etnografica" mediante el uso simb6lico del montaje y el collage.
Las tres comentes podrfan situar5e a 10largo de una !fnea que involucra
primero la situacion de La escritura etnografica como problema, luego Lapractica 0 el programa de nuevas modaLidades de escritura y por Ultimo el estallido
de Losgeneros literarios academicos a traves de la p6rdida de la forma en Taussig 0 de la p6rdida de la escritura misma en Tyler.
Por fuera de las tres corrientes se situa un marco que podrfamos caracterizar comoposmodemismo antropo16gico generico, el cual no se alimenta de los
desarroUos espedficamente disciplinares cuya dinamica ya esta establecida,
sino que abreva directamente en el pensamiento posmOOernono disciplinar,
siguiendo algunas de las !fneas que ya habfamos marcado en la reunion anterior: la crisis de los metarrelatos, el colapso de Ia razon, la desconstruccion 0
el fin de la historia. Cabe sospechar que esta van ante no incurre en los temas
ya generados en la antropologfa posmocleI'Ill,l
porque redonclarnente desconoce
la existencia de esta. Ejemplos de este posmOOernismogenerico dentro de la
antropologfa pOOrfanser algunos ensayos recientes de Garda Canclini y artfculos como "La historia como signa de 10 moclerno" (1990) de Nicholas
Dirks, de la Universidad de Michigan.
La triparticion que aquf ofrecemos no sera defendida, pues solo se utiliza
como recurso provisional para ordenar el campo. Es obvio que entre las tres
comentes definiclas existe cierta superposicion, pero tambien es innegable que
este ordenamiento facilita las cosas en el momento de trazar una vision panoramica del movimiento. En 10 que sigue, analizaremos esas corrientes en el
mismo orden en que las hemo5 caracterizado, que es tambien el orden de su
magnitud y representativiclad decrecientes.
Son numerosos los interrogantes que podIfan plantearse; algunos seran
respondidos, otros dejados en suspenso. lComo comenzo el posmOOernismo
antropologico? lPor que, en general, .toclo el posmoclernismo antropologico
(con la posible excepcion de Taussig y Rabinow) es manifiestamente idealista
y partidario· de una concepcion interpretativa de la disciplina? lQue consecuencias arroja que tOOoel proceso de formulaci6n de algo asf como una antropologfa posmOOernase haya desarroUado en los Estaaos Unidos? lPor que el
grueso de la elaboracion posmOOemaen ese pals se reduce a una version antropo16gicade la crftica literaria? lQue relacion puede haber entre una antropologfa posmOOema que se ocupa de textos escntos sobre los nativos, y la
desaparicion de las culturas nativas en la sociedad posmOOema?
Respecto de los orfgenes de la antropologfa posmOOema,hay que notar
dos cosas: la primem es que quien acufio el termino fue sin ducla Stephen Tyler,
alrededor de 1983 0 1984. No puede asegurarse que Tyler fuera el primero en
"hablar" de antropologfaposmOOema,pero sf 10fue en utilizar el termino "posmodemo" en el tftulo de un articulo. La segunclaes qu~ Tyler no es, a pesar de ese
hecho, un antrop6logo que se puede considerar representativo del movimiento.
Mas hien encarna el espectro de su conce
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del extremo hacia el cual'
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1 Authors: Fantas.a of the Library", y
sentatlOns are soc.al facts: Modernity and p~ •• .,,: J ':'ic~ 0 que ocupa su lugar se llama "Repreu.»-lY,uaernuy In Anthropology".
rio -insistimosfue en 1984; la edicion deIlihro, recien en 1986, yen una
disciplina movil dos ailos son eternidad.
Una de la conductas recurrentes en el seminario fue la crftica hacia los
postulados y los logros de la etnograffa de Geertz por parte de autores que inicialmente 10 haMan seguido. Cuando hoy se habla de este autor es obligado
aludir a dos de esas cnticas, la de Vincent Crapanzano (de Nueva York) y la
de Paul Rabinow (de Berkeley); ambas, natural mente, estan incluidas en
Writing Culture. Tanto Crapanzano como Rahinow haMan estado hajo la influencia de Geertz cuando trahajaron en Marruecos, juntando el material y recabando la experiencia que documentan dos etnograflas que comentaremos al
ocuparnos de la segunda corriente posmoderna y que son, respeetivamente,
Tuhc..ni (19BO) y R41exions on Fieldwork in Morocco (1977). Recuerdese que
Marruecos fue una de las areas en'las que Clifford Geertz desarrollo su trahajo
de campo; durante algunos aoos (entre 1977 y 1982) dio la impresion de ser,
junto a Bali, el ambito por excelencia para la aplicacion de la antropologfa interpretati va.
Con la realizacion del Seminario de Santa Fe y tras el efecto causado por
la publicacion de Writing Culture la etnografla posmoderna alcanza a definir
una identidad que ya dehe poco 0 nada al programa de la descripeion densa y
que se ocupa mucho mas de los textos sobre la cultura que de ahordar la cultura como texto. Los alumnos han superado al maestro y se han apropiado del timon para fijar un rumbo que ahora tOOos siguen, maestro incIuido; si alglin
proceso academico se transparenta en el despliegue de la antropologfa posmoderna, este es el de la absorcion de la propuesta simb6lica e inte1'p1'etativa hajo
los auspicios del posmodernismo; dicho de ot1'a forma: para estar al ilia, eI
propio Geertz ha debido asumi1' el estilo posmoderno de argumentacion, situandose en las filas de los convertidos.
.
En efecto, el anteaoo pasado Geertz se ha plegado docilmente al movimiento general, escribiendo con destellos fugaces de su estilo caracterlstico
acerca de El antrop61ogo como autor y ahordando el analisis de la antropoiogla
como un genero de ficcion entro otros; este texto de Geertz ha salido hace muy
poco tiempo y pese a que tecnicamente es insustancial seguramente se convertira en
best-seller, porque Geertz se ha escapado de las reglas de la interna antropologica y ha ganado un lugar en el horizonte de lecturas del
intelectual culto. A nuestro juicio, la clave de El antropologo como autor es la
segunda mitad del capItulo cuarto, donde Geertz responde alas crlticas de sus
antiguos seguidores burlandose despiadadamente
de la etnograffa experimental de Rabinow, Dwyer y Crapanzano, pero sin deja1' de marcar el peso al compas de la "ant1'opologfa de la escritura etnografica" definida por Clifford. Con
este texto, Geertz por primera vez se complica en un dialogo bajtiniano con autores que 10 han critic ado, aunque el mismo procure disimular que su cuestionamiento constituye una respuesta.
No es idea nuestra que Geertz esta desacreditado y que ya no es considerado conductor del movimiento interpretativo. La idea ha sido formulada por
Rabinow en uno de los artIculos de Writing Culture. Citamos a Rabinow:
un
Existe un curioso retardo temporal en la forma en que los conceptos se mueven a
traves de los lfmites disciplinarios. El momento en el que la profesi6n hist6rica
esta descubriendo a la antropologfa cultural en la persona no representativa de
Clifford Geertz, es justo el momento en que Geertz esta siendo cuestionado en antropologfa, uno de los temas recurrentes del Seminario de Santa Fe que dio lugar
a este volumen.
La cafda de popularidad de Geertz y de su infiuyente Centro de Estudios
de la Universidad de Princeton redibujo el mapa de las instituciones academicas de moda en los Estados Unidos. Con la realizacion del Seminario de Santa
Fe el centro neun'ilgico de la antropologfa interpretativa se traslada en parte a
la Universidad de Rice (en Houston, Texas) y en parte a los centros universitarios que rodean a San Francisco en California (Berkeley, Santa Cmz y Stanford). En la primera regi6n trabajan Michael Fischer, George Marcus, Dick
Cushman y Stephen Tyler; en la segunda se congregan Renato Rosaldo, Paul
Rabinow, Mary Louise Pratt y James Clifford.
Puede interpretarse este movimiento como una traslaci6n del centro de
gravedad de la antropologfa norteamericana desde la zona fna a la zona de parque, en un impulso en el que quedo atras el infiujo nordico del Chicago de David Schneider, donde se habfa iniciado todo el movimiento simbolista. Este
juicio en apariencia superficial esconde, en realidad, una apreciacion respecto
del reordenamiento de las jerarqufas en las universidades norteamericanas, en
el que ha salido favorecido el circuito en el que se situan instituciones que pocos aiios atras eran juzgadas secundarias en materia de antropologfa.
En la gestaci6n del movimiento, la obra de James Clifford ha resultado
esencial. Los lectores podran apreciar las el~gantes formulas de "Sobre la autoridad etnografica", un texto en el que Clifford juega con las relaciones eti, .
.,
mologlCas
que en mgles
se esta bl ecen entre ""","
autor,
autona
y " au t on'dad" .
EI aporte de Clifford no solo radica en su acto fundacional de una espeeie de
antropologfa de la antropologfa (que Ie sirve, por ejemplo, para hacer aceptable
su negativa a desarrollar trabajo de campo), sino en la instauraci6n de una especie de moda especffica dentro de la moda generica de la antropologfaposmOderna.
Nos referimos al redescubrimiento
de figuras ejemplares de Ia historia
antropologica. Clifford ha impulsado en los Estados Unidos la rehabilitSlcion
de Maurice Leenhardt y esta haciendo un trabajo semejante con Marcel GriauIe. De hecho, escribio una biograffa intelectual de Leenhw'dt que se ha convertido en un modelo de una nueva clase -posmodernade biograffas, y
utiliza toda ocasion que se Ie parece para presentar los textos de Griaule (yen
particular Dios de Agua: Conversaciones con Ogotemmeli) como precursores de
la dialogica, la polifonfa y la autona dispersa. EI argwnento es que autores c~mo estos anticipan varias de las caractensticas propias de la etnograffa expenmental, se oponen al esquema racional que ha presidido al realismo de Ia
etnograffa convencional y constituyen de esta forma una especie de panteon de
precursores de la etnogra£fa posmoderna. Recientemente, la antropologa inglesa Marilyn Strathern se ha sumado a la costumbre de reivindicar precursores,
celebrando a Frazer en un mtfculo sumamente denso, publicado en el Current
Anthropology, incluido tambien en esta compilacion.
La busqueda de antecedentes es entonces una de las constantes de la
elaboracion posmoderna; es sintomatico que para ejemplificar cieltas facetas·
de la dialogica y la polifonfa, Clifford recurra a autores tan inesperados como
Evans-Pritchard,
Malinowski y hasta Lafitau. Algunos crfticos han cuestionado, precisamente, el hecho de que el posmodernismo incurra con demasiada
frecuencia en una busqueda frenetica de precursores, 10 cual opera en primer
terrnino como signo de su naturaleza fundamental mente conservadora ("retrogada", en puridad) yen segundo lugar como un acto irreflexivo que contradice
los supuestos no continuistas de la epistemologfa posmoderna en general.
Junto con la busqueda de precursores, el rasgo mas interesante de esta
corriente de la antropologfa posmoderna esta dado por el ejercicio de la tipificacion. No solo se trata de contrastar la etnogra£fa convencional con la etnogra£fa contemporanea; ademas hay que establecer la anatomfa interna de esta
Ultima, caracterizar sus hilos conductores, enumerar sus atributos, definir sus
clases internas y los precursores y practicantes que les corresponden. lQue
otra cosa podrfa hacer, por cierto, el antrop610go de la antropologfa fuera de tipificar su objeto?
Tanto el altfculo de Clifford como el de Marcus y Cushman constituyen
ejemplares perfectos de este ejercicio de tipificacion, 10 suficientemente claros
y explfcitos como para que pasemos por alto su comentario. EI lector podra
contrastar por su cuenta territorializaciones
alternativas,
coincidencias
y
quiasmas, constantes e idiosincrasias, lujos de estilo y redundancias, ejecutando por su cuenta las mismas proezas de cotejo intertextual que apasionan a
todos los posmodernos y en que finca la gracia del juego. POl' efecto de los retardos editoriales y de la reedicion del artfculo de Clifford, se da ademas la rara circunstancia de que cada uno de los aItfculos (pergeiiados aproximadamente
en la misma epoca) menciona al otro.
Pero ninguna referencia contextual a la aparicion de una presunta antropologfa posmoderna estarfa completa sin la documentacion de sus querellas
internas y de sus conflictos latentes. La antropologfa posmoderna no es una excepcion en la conflictiva historia de la disciplina, y se encuentra tan afectada
por estos disensos como cualquier otra tendencia teorica.
Dos crfticas de otros tantos autores "posmodernos" se refieren a ideas y
premisas de otros antropologos a los que no se dudana en calificar con la misma palabra: Vincent Crapanzano h3 impugnado sistematicamente
a Clifford
Geertz y Paul Rabinow ha puesto en tela de juicio a toda la "metaantropologfa
textualista", por mas dialogic os 0 polifonicos que sean sus enfasis.Veamos su-
cintamente esta segunda crftica, por cuanto se refiere al articulo de Clifford
que aqui se reproduce.
.
Como los textos teoricos posmodemos son en general articulos muy breves 0 compilaciones, se da muy frecuentemente que se los reedite en distintas
publicaciones peri6dicas. En Estados Unidos, ademas, es muy comun que los
borradores circulen y se conozcan antes de ser publicados. Esto ocasiona paradojas y aparentes cruzamientos temporales, como comprobamos anteriormente
a prop6sito de Marcus/Cushman y Clifford. La traducci6a que realizamos del
articulo de Clifford incluye un epigrafe de Paul Rabinow que pertenece, curiosamente, a un articulo en el que Rabinow critica al mismo articulo de CliffOl'd.
Asi como el posmodemismo se construy6 sobre las ruinas de la descripci6n densa, asi tambien algunos posmodemos ya estan tratando de sacarse de
encima a quienes tienen buenas perspectivas para asumir elliderazgo'. Alega
Rabinow que Clifford ha asumido ex officio el rol de escriba de l1uestras escrituras. Aparentemente, el trabajo de Clifford pareceria seguir el mismo rumba
fijado por el inlerpretativismo de Geertz. Pero hay -advierte
Rabinowuna
diferencia fundamental: para Geertz, la actividad basica sigue siendo la descripci6n del otro: y el otro para Clifford no es el nativo 0 el extraiio, sino la representaci6n antropol6gica del otro. Esto hace que pOl' un lado Clifford tenga un
mayor control de su proyecto y que por el otro su trabajo sea mas bien parasitario. EI puede inventar sus problemas con escasas coacciones; puede constantemente alimentarse de textos que hacen los demas.
Esta observaci6n no involucra todavia una crftica; la metaantropologfa,
de hecho, sigue pareciendo necesaria, si es que no apremiante. Lo que es
cuestionable, sin embargo, es la faIta de autorreflexividad de los escritos del
propio Clifford. Clifford parece abogar por una inslancia dial6gica, pero sus
propios textos no son dial6gicos. Parece cuestionar el recurso tipo "yo estuve
aIll" que utiliza Geertz en el articulo sobre la rina de gallos, pero su propia forma de legitimar su autoridad queda sin examinar. Clifford lee, clasifica y establece un canon, incurriendo por elIo en una estrategia clasica de legitimaci6n,
como 10 han sido siempre las actividades clasificatorias.
Siempre segun Rabinow, algunas de las afirmaciones deslizadas por Clifford resultan poco convincentes; cuando dice, pOI'ejemplo, que los modos experiencial, interpretativo, dial6gico y polif6nico estan por igual disponibles,
que ninguno es obsoleto y ninguno es puro, que dentro de cualquiera de ellos
hay aun espacio para la invenci6n, etcetera, parecerfa ir en contra de sus propias afilmaciones; el no ha expuesto las cuatro alternativas can el mismo enlusiasmo, sino que la dial6gica y la heteroglosia Ie han merecido mas simpatia y
menos agudeza crftica que las anteriores. Con ese comentario, Clifford ha
transformado 10 que presenta como una progresi6n en una operaci6n de elecci6n entre altemativas equivalentes. Asimismo, cuando afirma que esos dos
modos estan ganando terreno, la afirmaci6n es por 10 menos dudosa: el posmodernismo esta poniendose de moda, pero no se ve que los posmodernos conformen mayorfa, ni que las etnograflas dial6gicas y heterogl6ticas se hayan
multiplicado exponencialmenle.
Rabinow --cuyo
referente mas invocado es significativamente
Foucaultpropone(en reemplazo de la antropologia pos~OOe~a, ce~t~ada en la
textualidad) una actitud vital que denomina .c?SmOpo~lt~msmo cntlco, y que
vendria a ser .una versi6n puesta al dia del VIeJOrelahvismo ;~ltural, .con un
espfritu muy semejante al de la clesacreditada .antropo!o~ia cnhca de, fl~es de
la decada de 1960, pero con un fundamento epistemologlCo mucho m~s.Iefinado. Rahinow (anteriormente partidario de los enfoques fenomenologI;os en
ciencias sociales) ha sido, incidental mente, uno de los posmodemos mas desconfiados acerca de la posibilidad y/o utilidad de un abordaje pura~ent~, textual
de las cuestiones antropol6gicas. Aunque admite peltenecer a la rmsma fecler~ci6n interpretativa" que los restantes alumnos de Geertz, Ie d~sagrada el cordon
sanitario hist6rico y politico que losinterpr~fivis~
han co~truido ~ ~u alrecleclor.
El cosmopolitanismo crftico de Rabmow mtenta sduar la ehca c~mo valor primordial; la figura ejemplar del cosmopol~ta crftico ~s para ~abmO\~.la
del sofista: eminentemente griego, aunque exclmdo de la cmdadama en vallas
polis; observador de su propia circunstancia co~o si !a mira~~ desde .afuera;
excluido de cualquier regimen universal, sea baJo la mvocaClOn de DlOS, del
imperio 0 de las leyes de la raz6n; devoto de la ret,6rica y ~e~-f~ctamente a.l tanto de sus abusos; interesado por los sucesos del dla, pero Iromcamente ch~taneiado de ellos. Esta es, para Rabinow, la semblanza del antropologo
cosmopolita, situado mas alIa del posmodemismo.
.
,
EI comentario sobre Rabinow no estaria completo Sl no evocaramos su
exito editorial mas resonante, Reflexiones sobre el trabajo de car;"poen Marr~lecos (1977), la mas breve de las tres etnograflas marroquies y tal ve~ la meJor.
Esta, por supuesto, es anterior a la existencia mis~a del ~osr~'lOderms~o, y sucecle a una obra suya mas conveneional, Symbobc Dommatw~, (197;»). ~ejlexiones es un clocumento autobiografico que describe la relaclOn de Rabmow
. r
• , "fi'
con diversos informantes, tanto dispensadores de 1l110rmaClOn
OlCla I" como
marginales OOiados por sus propios compatriotas.
El detalle de los personajes y situaciones no viene al caso, aunque la
pintura que se filtra de la sociedad marroqui se~ en si muy intere~a~te ..Lo que ..
Rabinow enfatiza es la forma en que se va conshtuyendo el conOCImlento etno-"
grftfico como resultaclo de un proceso complejo en el que el antrop610go y sus
inform:ntes tratan de establecer bases de comprensi6n comunes, viendose
obligados a poner de manifiesto tOOos sus preconceptos.
Cada vez que un antrop6iogo penetra en una cultura, entrena a la gente para objetivar para el su mundo de la vida.,En tooas las cultur~" por supuest~, ya hay alguna objetivaci6n y autorreflexi6n. Pertl esta traducclOn au!OCOnsClenteen, un
medio externo es mas rara. EI antrop610gocrea un desdoblamlento de la co~clencia. Por 10 tanto, el amllisis antropol6gico debe incorporar dos hechos: prlmero,
que nosotr08 mismos estamos hist6ricamente situados a traves de las ,preguntas
que hacemos y de las maneras en. ~ue buscamos co~prender y exper,lment~r el
mundo; y segundo, que 10que reclblmos de nueslros mform~ntes son mlerpletaciones, igualmente mediadas por la historia y la cultura (Rabmow 1977: 119).
Que 10 que un infonnante produce son interpretaciones ya 10 habla dicho
Geertz unos pocos anos antes. El resto quiza ya 10 sabfamos, si bien pocas veces 10 habfamos sometido a reflexi6n puntual. Lo mas original es 10 que resulta
de esa interacci6n, "una especie de tierra intermedia entre las culturas", "los
comienzos de un objeto 0 producto hfbrido y transcultural", "un mundo liminal". Docenas de etn6grafos experimentales han transitado desde entonces estas ideas, consolidando la reflexi6n no necesariamente tecnica sobre el trabajo
de campo como una de las formas fijas de la posmodernidad.
La practica de la etnograffa posmoderna no es independiente de la teOrla
y de la reflexi6n a posteriori, pol' 10 que es natural que esta corriente interna y
la anterior experimenten cierta superposici6n. Sea como fuere, esta segunda
cOlTiente es la que ha desarrollado las innovaciones que antrop610gos como James Clifford, George Marcus, Dick Cushman y Michael Fischer se encargan
luego de tipificar. Proponemos distinguir dos aspectos en ei interior de esta
veitiente: -el de las etnograffas efectivamente escritas, y el de los prograrnas
para escribir elnograffasen el fuluro. Abordemos ahora el primero.
Sin animo de ser exhaustivos, podemos senalar, muy sinteticamente, algunas de las etnograffas que configuran este movimiento experimental; orniliendo el trabajo de precursores mas 0 menos causales y distantes, los
2
analistas coinciden en reconocer como "experimentales" trabajos como estos
Donald Bahr, Juan Gregorio, David L6pez y AlbeIt Alvarez -Piman
Shamanism (1974). Primer caso expllcito y deliberado de escritura polif6nica.
Primer texto etnografico pensado para un lectorado inclfgena y para perpetual' operativamente los hechos culturales analizados. Amplia referencia a
textos y e1ocuciones en idioma inclfgena.
Jeanne Favret-Saada -Les mots, Lamort, les sorts (1977). El texto esta estructurado en terminos de la ret6rica de la magia, con eI objetivo de socavar
las ideas del lector acerca de la hechicerfa. Ejemplo de etnograffa en modo discursivo, literario.
Ian Majnep y Ralph Bulmer -Birds of my Kalam country (1977): Caso expllcito y deliberado de autorfa conjunta. Diferentes tipos de imprenta identifican las partes del autor y su informante.
Paul Rabinow -R4lexions on fieldwork in Morocco (1977). El autor nalTa su
propio despeitar respecto del colonialismo durante el desarrollo del traba2 Sefialamos, sucesivameute, el autor, el texto y el tipo de iuuovaciou preseutado por este, ordellados crollologicaInenle.
jo de campo. Algo de esto ya 10 hemos comentado mas arriba. Rabinow situa su propia experiencia (sale al campo "dos dfas despues del asesinato
de Robelt Kennedy", deja detnls grandes trans formaciones de su propio
orden social) y plantea diversos problemas de la situaci6n del antrop610go
en eI campo, ante todo el de la creaci6n de un "sistema de sfmbolos compartido" entre eI antrop610go y su infonnante. Cabe comparar esta idea con
la "realidad negociada" descubierta pol' Crapanzano.
Jean-Paul Dumont -The Headman and 1(1978). Resena de trabajo de campo
de caracter confesional, que senala y aborda agudos problemas metodol6gicos. Uno de los "descubrirnientos"
del autor fue el de su propio status en
eI interior de la cultura estudiada. Profusa reproducci6n de situaciones
dial6gicas.
June Nash -We eat the mines, the mines eat us (1979). Infrecuente caudal de
citas de informantes individualizados;
la autoridad monol6gica del autor
--dicen
los crfticoscomienza a resquebrajarse
en textos como este.
Densa correlaci6n de interpretaciones y datos etnograficos.
Vincent Crapanzano -Tuhami.
Portrait of a Moroccan (1980). Presenta una
historia de vida y una entrevista planteada como enigma, en la que ellector debe "ayudar" en el proceso de interpretaci6n. Crapanzano situa allector como "mediador" en el encuentro del antrop610go con su informante.
Este autor cuestiona la naturaleza de las descripciones etnograficas clasicas; hacer etnograffa no es para el describir la realidad de otra cultura, sino hablar de la "realidad negociada" que se establece entre eI antrop610go
y sus informantes en la practica misma del trabajo de campo.
Renat? Rosaldo -Ilongot headhunting, 1883-1974. A study in society and
hLStory(1980). Se muestra la forma en que los IIongot forzaron al autor a
escribir una etnograffa muy distinta a la que el tenia prevista. De su proyecto original sincr6nico, Rosaldo pas6 a ocuparse de una inespemda concepci6n diacr6nica que representa la perspectiva IIongot de la historicidad
y eI cambio. Ambos Rosaldo (Renato y la fallecida Michelle Zimbalist Rosaldo) tuvieron parte activa en una subcorriente de las antropologfas interpretativas que podriamos llamar la "antropologia de la emoci6n" (0 del
sentimiento). En esta moclalidad (integrada de facto al posmodernismo) se
analiza 10 que Rosaldo llama "Ia fuerza cultural de las emociones".
Taussig -The Devil and Commodity Fetishism in South America
(1980). Vease el comentario en la secc~6n siguiente.
Michael
Majorie Shostak -Nissa: The Life and words of a !Kung woman (1981). La
autora se muestra emocionalmente involucrada con su informante, y haec
girar todo el proceso etnogriifico en tomo de ese hecho.
-Medusa's hair: An eS6ayon personal symbols and religious experience (1981). EI autor utiliza conceptos analfticos freudianos
Gananath Oheyesekere
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n~as qude ?dOviole~ Ia integridad cultural del
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cus y Fischer) entre las mas vlvidas de la antropologla.
an segun
arKevin
dioDwyer
d t -Moro
. .ccan D'Lalcgues: A nth ropolcgy in question (1982). Compenbaio ~e ranscnPCSlOneuhs
muy poco retocadas de entrevistas obtenidas en eI tra,
campo. e s raya el escaso c t I
I'
material respeeto del uall
on ro que e etnografo tiene sobre el
mtir de est
c, , ueg~,se expresa con suma autoridad. Se propane, a
p
a constataelOn, una hermeneutica de la vulnerabilidad"
.
(1986), que constituye una nueva exaltaci6n de las etnograffas experimentales.
En el mismo circuito de ideas se mueve Orientalism, del posmodemo generico
Edward Said (1979); este no es un texto antropologico (el unico antropologo al
que se menciona es Clifford GeeI1z), ni manifiesta conocimientos profundos en
materia de textos orientalistas, pero de todas maneras ha ejercido una enorme
infiuencia en el movimiento. La tenclencia programatica mas interesante es
quiza la clialogica, que asume ahora el protagonismo en este prologo,
Michael Taussig -5h
.
C l . .
.
rr
.
amamsm, 0 omalzsm and the Wild Man: A Stud, in Te
or and Heahng (1986). (Vease comentario mas adelante.)
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-
No hemos pretencliclo enumerar t d
I
f'
esta tenclencia ni resumir sus c t 'cl° aSufias.etnogra las representativas cle
,
on em os; s lClente not' ' cl II h
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al1lCulos que aqui se incluyen V Icl' ·1
ICla e e 0 ay en os
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cl
I'
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"poneI'
ere leve clertos
trata en forma muy m
' IOScomo cobntextuales, que la literatura cle consulta
'
. argma 0 que no a orda en absoluto.
N otese, en pnmer lugar que I
ul"
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les se da -d'
'19 a acum aClOn e etnograflas experimentaIgamosentre
77 y 1982 con
antes y clespues. La eclicion cl
t
I'
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da curva, cuyo perfil no se m:;;~::~o
oglas exp~mm~ntales describe una nitide Kracke, Robert Levy 0 Schieffeli::
de haber mcl~Ido oh.:as obras, c?mo las
es quiza mas d cl
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,uya pertenenCla al genera expenmental
u osa. sto po na .'leI'un efecto a
t d I f; h
pias visiones retrospectivas en que se defin
paren e be, a ec a de las prores".
1'010
'
en esos tra aJos como "ejemplacieI1~r:ado dmas segu~o es que el experimentalismo etnografico ha llegado a
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e agotamlCnto. Las etnograflas siguientes mult' r
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.
bero no la renRuevan. Los trabajos recientes que toman como ~o~~:I: a ~specle,
umont 0 a osaldo suman centenares'
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ponerse en tela cl ' , .
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pero su caracter expenmental puede
e JWCIO,pues no acen mas qu
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dos. como canonicos pOI'las nuevas autoriclacles e::'~;~~~c::ll'T~~::sl:sonsatgrareCIentes -posmoclemos
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guna de eUa1ssea ?~a etnografla c~nvencional
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o aun en mnguna etnograffa concreta sino
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constituirse en marcos de gufa para el fut
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que. mas len pretenden
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completa), se han eiahor:i
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:~talldea. es ~a a~tropologta como crttica cultural Un momen;o n;:~
as c~enc~as umanas, de George Marcus y Michael Fischer
La antropologia dial6gica de Dennis Tedlock se origina en observaciones realizadas pOI'este autor a proposito de la ·naturaleza peculiar de la investigaci6n en ciencias sociales. EI articulo donde desarrolla pOl'primm'a vez estas
ideas se llama algo asi como "La tradicion analogica y el surgimiento cle una
anlTopologia clialogica", y fue publicado en 1979. Tedlock clice que si la antropologia sociocultural estuviera basada solamenle en la observacion silenciosa,
no habl·ia nacla que la clistinguiera cle las ciencias naturales. Pero de hecho no
es asi: el estudio cultural se basa necesariamente en un ambito de inlersubjetiviclad humana, EI dialogo antropologico (clel inv'estigaclor con sus infor-mantes) crea un munclo, 0 mas bien crea una comprensi6n de las diferencias que
existen entre las personas que participan en ese dialogo cuando comienzan su
conversacion.
Tediock afirma que cuanclo se prepara el texto sobre la experiencia etnografica para su publicacion esta climension clialogica se pierde, en beneficio de
una palicla imitacion de la objetividad cle las ciencias exactas, a Ia que el caracteriza como tradici6n anal6gica, La antropologia convencionil.l es analogica
porque afirma que el cliscurso que se presenta en una publicacion es "equivalente a", "proporcional a" la experiencia clialogica en que se origina. Pero eil
realiclacl no es asi: el clialogo es un proceso continuo, clinamico; el analogo es
un pl'Oclucto,un resultaclo estatico.
Las "palabras nativas" que salpican Ias etnograflas convencionaies -prosigue Tecllock- no constituyen un Ienguaje articulaclo; la funcion cle Ios termi- "
nos incligenas, general mente, es la de proporcionar eviclencia cle que el
antropologo que ahora ocupa el sillon estuvo antes en el campo. Ni siquiera Ias
etnograflas que conceclen mayor atencion a estos aspectos se salvan del monologismo generalizado: Reflex.iones sobre el Trabajo de Campo en Marruecos, de
Paul Rabinow, presentacla como uno cle Ios monumentos de la tenclencia experimental, nos presenta apenas una E) dos frases nativas, y amhas en arabe;
Gecrtz, pOI' su pal1e, nana la rina de gaUos halinesa en primera persona, 10
cual insinua que los nativos tienen muy poco que clecir; y en una ocasi6n en la
que los halineses hahlan de su propia lengua, 10 hacen colectivamonte: "pulisi,
pulisif",
.
El modo c10minante de la etnograffa analogica es el monologo. El diiilogo
que Tecllock propone no es tanto un metoclo sino un modo del c1iscurso, en 01
que los metodos revelen la forma en que verdaderamente trabajan, en el que
se muestre -por ejemplo- que determinados nativos se rehusan a jugar el
juego de la etnoeiencia, 0 que nuestro informante mas confiable no recuerda
por el momento mito alguno. En su artfculo de 1979 Tedlock rastrea algunos
casos aislados de antropologfa dial6gica y deja luego las cosas ahf, sin mayor
desarrollo metodol6gico.
'
En "Preguntas concemientes a la antropologfa dial6gica", un artfculo de
1987 aquf reproducido, Tedloek vuelve a la carga; y esta vez, para ser coherente, el propio mtfculo tiene forma de dialogo, igual que los famosos metalogos de Gregory Bateson. Si alguien duda que la postura que estamos
analizando sea expresamente posmoderna, aquf mostramos una de las afirmaciones que prueban ese punto:
Unade las sefialesdel posmodemismoes una incredulidadhacialas melanarralivas en que se realizanintentosde totalizaci6n.En la medidaen que un dialogo
siempreesla en proceso,ningunametanarralivaes posible.Si los que participan
de un dialogoalcanzaranun puntode completoacuerdo,ya no tendrlanque dialogar mUluamente.En este sentido,el dialogo(comoprocesodinamico)es posmodemo.
Lo que hace Tedloek, en definitiva, no pasa de ser un programa que (al
igual que el proyecto de antropologfa esbozado por Tyler) no puede senalar ni
siquiera un solo texto que constituya un ejemplar aceptable de la clase que se
propone imponer, ni puede tampoco --desde ya- construir el mismo un texto
nuevo que este a la altura de las idealidades que se han estipulado como objetivo. Mas aun, en los Ultimos parrafos, de su Ultimo artfculo, Tedloek aprovecha para poner en tela de juicio la utopIa de Ia autona dispersa 0 de la autona
plural que han anunciado algunos posmodemos; convoear a un movimiento en
pro de la autona dispersa -junto con la confecci6n de listas de libros aprobados que parecen estar moviendose hacia esa utopIa- .es contradictoria con la
idea misma de dispersar la autoridad.
La discusion de Tedloek con el nino terrible de la antropologfaposmodema, Stephen Tyler, es representativa del tipo de argumentos que se han llegado a plantear en estas nuevas tendencias. Si bien Tyler no puede menos que
estar de acuerdo en principio con Ia idea de la dialogica, la polifonfa y Ia heteroglosia, no 10eshl en cambio con su implementacion. Ya en 1982 decfa que
"el dialogo vertido como texto no es un dialogo, sino un texto di~frazado de
dialogo, un mero monologo sobre un dialogo, en la medida en que las apariciones del informante en el dialogo estan por 10menos mediadas por el rol autoral
dominante del etnografo". Los dialogos que reproduce la etnograffa "no son
dialogos, sino textos soffsticos, como aquellos dialogos fingidos perpetrados
por Platon".
Tyler niega, por ejemplo, la posibilidad misma de una antropologfa dialogica que no "oprima" de alguna manera al nativo dialogante seccionando sus
redundancias, seleccionando los topicos de interes, poniendo ellibro entre un
comienzo y un final. Las palabras del nativo siguen siendo solo un instrumento .
de la voluntad del etnografo. La antropologfa dialogica, en consecuencia, es incapaz de trascender las limitaciones de la "representaci6n" en general. Como
veremos luego, Tyler propone ya no la "representaci6n" convencional, sino
una nueva y ut6pica forma de "evoeacion", con respecto a la cual ni siquiera
el es capaz de identificar Ios textos que la ejemplifican.
Tedloek Ie responde preguntandole si, dado que "cada acto de representaci6n es un acto de represi6n poHtica", debemos silenciar 10 que los demas nos dicen para no incurrir en aiglin tipo de represi6n. Si los nativos son
brutal mente reprimidos -por ejemplo- por los marines norteamericanos
ldebemos acaso silenciar esta representaci6n? Que este tipo de cuestiones tengan que ser planteadas, y en esos terminos, es para nosotros un signo de banalidad que no conviene minimizar. Por 10menos una cosa es evidente: que no
s610la antropologfa convencional y el positivismo (los fantasmas de paja de los
posmodemos) estiin en crisis.
Si alguien cree que la antropologfa posmodema revisada hasta aquf es
revulsiva y contestataria, alin no conoee a su facci6n mas alborotadora. Despues de Tyler, la individualidad mas deslumbrante de la antropologfa posmodema tal vez sea Michael Taussig. Taussig estudi6 en la London School of
Economics; en su juventud estuvo polfticamente inclinado hacia la izquierda,
a tal punto que se traslad6 al sudeste colombiano con la idea de prestar servicios medicos a la guerrilla. En la selva cay6 bajo la influencia de un chaman,
Santiago Muturnbajoy, que 10inici6 en 10s misterios del yage. Muturnbajoy fue
mucho mas para Taussig de 10 que Muchona pudo haber sido para Turner; fue
algo aSI como 10 que pudo ser Don Juan para Castaneda, pero, en este caso, de
verdad.
Taussig es un "iniciado", igual que Bennetta Jules-Rosette 0 que Fredrik
Balth; pero la elaboraci6n que el hace de esta circunstancia es harto mas creativa. Mientras Jules-Rosette solo alcanza a proponer un pufiado de fases metodol6gicas difusas, avaladas por una ejemplificaci6n circunstancial, y mientras
Barth finge inventar modelos que ya existfan a los que pone nombres que no
estaban vacantes, Taussig, el posmodemo mas claramente sesgado hacia la izquierda en el espeetro poHticode Ii. antropologfa, ha introducido en la practica
y sobre todo en la escritura de la etnograffa,modificaciones que la afectan profundamente. Las obras mas conoeidas de Taussig son The Devil and Commodity Fetishism in South America (1980) y Shamanism, Colonialism and the
Wild Man: A Study in Terror and Healing (1986).
Su primer trabajo, cuyo tftulo podrIa traducirse como El diablo y el fetichismo de la mercanC£a en Sudamerica proeura ser una obra experimental que
concilia el enfoque de la economfa poHtica con la antropologfa interpretativa.
Aunque la crftica academica Ie ha sido hostil este primer tr b ' I
tar pOl' 10 menos un buen intento T
.
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a ajO ogra presennos colombianos y d
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0 core 0 tratac os como mecanismos somodos de producci6n. e an ser un gesto de resistencia frente a los nuevos
La segunda obra es mas barroca
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los antrop610gos posmodemos la tecni~a ~:~I.
au~sIg. a ~?pularizaclo entre
que presumen de inacabad
montaje hterauo: en sus tcxtos,
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losl?se superponen fragmentos estilfsticamente disfen para e Ismos y contI·
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O' I apun os e~tre P?r,ejemplo) la cura
ra. Todo ello se entremezcl
~ 1 e consumo e e alucmogenos y la toIiu(Walt~r Benjamin, Foucaul~ f~sn~~:;::~~~sd~el~s ~utores favoritos cle Taussig
reflexlOnes y recuerdos personales.
a scuela de Francfort) y con
Ellibro mas conocido de Taussi (el se u d ) I cl'
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una caracterizaci6n del terror m d' gt
glln 0 e e I.ca su pnmera parte a
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fO~o la ,conencontrar un recurso contra el terror' y est
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lOnna e representaci6n que e'l encuen t'ra CrIsta I'Izada en ' I run e , una
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'
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.
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~U~sIgen general no son anel otro. Entre los antrop61~gos con ~~;~n:: ~:~~nnt~fi:: ;omb.rcs( cle lelras pOl'
pocos) podemos mencionar al osmode
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heterodoxo Stanley Diamond EP t·. I mo h~lford, al simbolista Sahlins y al
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mos mencionar especial mente
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s qtle se opone padea IC or umer Este es
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.
La cura chamamca que obsesiona
T
.
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.a allssig no es una manifeslaci6n (mIla colonizaci6n, n la CUltlll~II~eg!~~a,.sm~ u~a, respl~estn simb6licn impllciln a
tetiza un proceso de rcfiguraci6n I In~ca.. ma. rnus~Ig, la cum chnmnnica sine e Imagmm'Io sOCIal, unn fuel'zl1contl'llhcge-
42
m6nica que s~ opone a la historia burguesa, basada esta ultima en la razon iluminista y en el progreso. En la cura chamanica se mticulan imagenes contradictorias que disuelven 0 imposibilitan la narratizaci6n; en eUa se instaura
una relaci6n dialogica entre el paciente y el chaman en la que se funda a su
vez un simbolismo polifonico; en este simbolismo intervienen imagenes ysensaciones de todos los sentidos, y tambien de una especie de "impresi6n sensorial de las relaciones sociales". La cura chamanica Ie proporciona a Taussig
un modelo de contrarrepresentaci6n
del tenor y de desconstruccion del ritual
acacIemico de explicaci6n del ritual salvaje. Si para Turner, pOI'ejemplo, la estructma del ritual I'efleja un orden, para Taussig el ritual mismo corporiza el
desorden, la fragmentaci6n, el salvajismo, el clesequilihrio, y (como deefa Bajtin) In carnavalizaci6n.
Los crfticos todavfa no han respbndido al desaffo de Taussig con una formulaci6n a la altura de las circunstancias. Lo mas que ha habido son observaciones circunstanciales,
como las del antrop610go hrasilero Carlos Fausto. A
Fausto Ie da pOl'cuestionar el caracter retol'cido, rebuscaclo y contorsionista de
los procesos demostrativos desencadenados pOI'Taussig, a 105 que llama "benjaminadas"; deplora tambien la faha de una elaboraci6n etnografica cuidaclosa, qtle el uso de la tecnica del montaje no alcanza a disimular. Recientemente
ha circulado el rumor de que Taussig se ha retirado cle la practica formal cle la
antropologfa y que se esta dedicando a fonnas experimentales cle teatro, 10 cual
no serfa cle extranar a la luz de su aclmiraci6n pOI'Brecht y pOl' Arlaucl. Antes
de ello, segun ha trascendido, Taussig habla siclo rechazaclo en su solicitucl de
ingreso a 11.1
Universidad de Princeton, argumentandose la escasa relevancia
cientffica de su antropologfa.
El antrop610go posmoclerno de icleas mas extremas es sin duda Stephen
Tyler; Tyler fue, a fines de los 60, uno de los antrop610gos cognitiVos formalistas mas identificaclos con la lfnea de Goodenough y uno de los mas fuerternente inclinados a aceptar el cliscutido analisis componencial. Impuls6 la eclici6n
del reader mas impoIiante cle antropologfa cognitiva convencional, en 1969,
defendi6 al ano siguiente al paradigma cle Gooclenough de los fundaclos ataques de Marvin Harris, y no reneg6 siquiera cle ese modelo en el texto en que
poclrfa haberlo hecho, que es The Said and the Unsaid, ya de 1978.
A continuaci6n analizaremos la trayectoria de Tyler (total mente ignorada
en el mundo de habla hispana, ya que ninguno de sus lextos ha sido traclucido
con anterioridad) tomando como eje sus altfculos funclamentales. No pretenclemos esclarecer del toclo sus complicaclos argumentos ni proceder a una crftica
formal; los artfculos de Tyler son casi imposibles de resumir, porque sus razonamientos son halto el1l'evesados, epis6dicos, y se remiten sin pausa los unos a
losotros.
.
Tyler esta considerado en el ambiente antropol6gico como una especie
de francotiradol' tal vez genial que se ha adelantaclo alas exigencias de los demas posmodemos, llevandolas hasta sus ultimas conswuencias,
Ias clInles
muchas veces son notoriamente absurdas y recalcitrantes. Pese a que muchas
veces afirraa formal' pnrte de un autoclenominado "Cfrculo de Rice", se trata
de un autor eminentemente solitario, que se ha apresurado a marcar sus diferencias con los que Ie acompanan, mas tibiamente, en la campana anticientifica del movimiento posmoderno. Tyler presupone,
ademas, que 10 que
"demuestra" en un articulo conforma una base de hechos taxativos que no vale
la pena volver a discutir en el articulo siguiente. Las argumentaciones de Tyler
tienden a ser amorfas, e incluyen amplias enumeraciones con las que pretende, en apariencia, trasuntar su poderosa erudicion. Es dificil referirse a 61 sin
asimilar y reproducir parte de su estilo. Procuraremos, empero, preservar su
esenCla.
En "The Poetic Turn in Postmodern Anthropology: The poetry of Paul
Friedrichs'~, de 1984, un breve apunte de siete paginas (en el cual, incidenlalmente, Tyler retribuye sin decirlo la generosa critica de Friedrichs a su The
Said and the Unsaid), Tyler utiliza por primera vez -que sepamos-la
calificacion de "posmoderna" para referirse a una modalidad de practica antropologica. Es de hacer notar que este apelativo (yel articulo en sf) es algunos meses
posterior a la primera publicacion de "Sobre la autoridad etnogriifica" de Clifford (1983) y al trabajo de Marcus y Cushman sobre "Las etnografias como
textos".
Pero las definiciones de Tyler y sus afirmaciones de militancia posmoderna son" sin duda mas expHcitas. Es interesante reproducir 10 que Tyler entiende por "moderno", "modernista" y "posmoderno":
Utilizo "moderno" en este contexto en el sentido de "siglo XX", mientras que
"modernista" implica un ataque contra el sentido comun, una actitud positivista
hacia ellenguaje, una actitud negativa hacia la propia tradici6n cultural y una fascinaci6n por 10 ex6tico, ya sea mediante una distorsi6n de 10 mundano, a traves
del misticismo 0 de la cultura primitiva y oriental. [...] "Posmodernismo" implica
un rechazo del programa lingiHsticodel positivismo, una apertura hacia la propia
cultura y tradici6n, una apreciaci6n del sentido comun, y un rechazo a reducir todas las culturas a un solo horizonte manfstico.
Tyler cree que la antropologia en el mundo posmoderno esta tomando un
giro poetico, que se manifiesta tanto en la escritura de poesia por parte de antropologos como Friedrichs y Diamond, como en un inter6s creciente hacia la
poetica, las formas del discurso y la retorica. Esta antropologia posmoderna seria relativista, pero en un nuevo sentido: niega que el discw'so de I;lna tradicion cultural pueda abarcar el discurso de otra tradici6n cultural. El
antrop610go no puede hablar todo el tiempo en lugar de otros.
La antropologfa posmoderna rechaza tanto la fusion de horizontes hegeliana como la cientifica, por cuanto elIas reducen todas las tradiciones alas
formas e intereses del discurso occidental. Resultarfa de sumo interes contrastar esta idea con Ia expresada por Agar dos anos antes, a prop6sito de la fusi6n
de horizontes. Este contraste senalarfa el distanciamiento que el posmodernismo contemporaneo ha protagonizado respecto del marco fenomenol6gico.
La antropologfa posmoclerna de Tyler se opone tambien a la nocion semi6ti-
ca de que los lenguajes y las culturas son sistemas de signos convencionales
separados del uso y la intencionalidad humana, porque esta idea de los signos
es una consecuencia de la tecnologfa de la escritura, "el deslizamiento de la
mana que sustituye las apariencias y que crea la ilusi6n del sistema". Tyler
descree, en otras palabras, que las cosas formen un sistema, que exista realmente un orden que articule las cosas. La idea de que "no existe un sistema",
ni siquiera en el orden de 10 linguistico, haMa sido desarrolIada por Tyler en
las quinientas paginas de The Said and the Unsaid, escrito con la intenci6n de
demostrar que 10 que no se dice, 10 impHcito, 10 presupuesto, tiene la misma
entidad y el mismo peso que 10 que es susceptible de enunciaci6n.
La antropologia posmoderna segUn Tyler la concibe reduce la idea de
sistema, tanto sea en su concepci6n organicista como mecanistica, a una figura
del discurso. El discurso es el objeto de esta antropologfa, pero no como sistema, pues no es ni totalmente coherente consigo mismo, ni merced a una consistencia en su capacidad referencial: el discurso anuncia breves coherencias
y "como sis" momentaneos, suposiciones, conjeturas, juegos libres de la imaginaci6n. Con semejante afirmaci6n, Tyler encubre el hecho de que el habla
estado estudiando el discurso como sistema referencial hasta por 10 menos dos
alios antes, segUn puecle inferirse de la trayectoria de sus propias publicaciones.
Para Tyler, el discurso de la antropologfa posmoderna no s610 demuestra
mediante la prueba 16gica: tambien reuela por medio de la paradoja, el mito, el
enigma, y persuade a sus lectores mostrando, evocando, conjeturando. El discurso de la antropologfa posmoderna rechaza la economfa aristotelica del discurso, monof6nica, malamente imitativa de la 16gica. Y admite en su lugar
todos los medios posibles de discurso: sorites, polifoma, parataxis, parabolas,
paradojas, enigmas, elipsis y tropos de todas clases. Por 10 tanto, la antropologfa convencional ha caducado junto con las ciencias naturales a las que procuraba imitar. La idea de esa antropologfa no era comprender a los extranos en
los terrnlnos de sus propias creencias sino sanitizarlos, lavarlos en las aguas
de los universales del metodo cienHfico y asi anestesiar nuestra conciencia de
sus diferencias, hacerlos caber en el contexto de nuestros credos ..
De acuerdo con Tyler, el discurso cientlfico, particulannente en las ciencias sociales, es profundamente mendaz. Tres circunstancias
iluminan este
descontento: 1) La desilusi6n que los antrop610gos sienten con respecto al genero etnogriifico mismo (yaqui Tyler se refiere a Marcus/Cushman y a Clifford); 2) la posibilidad de una nueva relaci6n con el informante: lquien puede
permanecer ciego alas relaciones de poder e ideologfa? (aquf el referente es el
antrop61ogo crftico Bob Scholte); 3) el temor que tenemos los antrop610gos de
los extranjeros que puedan cuestionar el valor sIe la antropologfa.
Tyler afirma que el discurso cientffico se focaliza en las relaciones entre
partes, observadas descle la perspectiva aut6noma de un observador que estii fuera
del campo de observaci6n. Su lenguaje es estrictamente referencial: una palabra,
una cosa. Los significados figurativos estiin prohibidos: tooo su discurso esta ideo16gica y exclusivamente motivado por la ideologfa de la ciencia. De acuerdo con
esta perspectiva, ninguna ciencia falla mils espectacularmente que la antropologfa
------------==:;;;=m.·===
!~
:
(convencional), a .excepcion de la econom'
,
Tyler, excluyendo implicitamente I
la·dLos antropologos -proclama
especie.de enfermedad mental qua os pOdsmlo
er~os- son victimas de una
pol' fmglr
. h acer 10que saben qu e surged eh senhm'len t0 ce
I cu Ipa genefflclo
e
pue
formas del discurso -diceded .n°cl
: alcerse. Debemos buscar nuevas
S ' .
lCa as mas a a h
t'd cl
ena mteresante, pOI'ejemplo
t
I on~s I a que a la verclacl.
on
zacloIas influencias literarias y poetic: ra;oner a dimension que han alcan~re el particular en "Generos co ,I: s ~n yler con 10que expresa Geel1zsoI t
I
" a su Iibro sobre I d
nJUSos
y con
10 que afuma l' umer en la
n rocUCClOn
.
negar que tanto estas expresio~:s :~:~s asoc~i:es.{Seria
.
muy dificil, ademas,
programa de confluencia entre la t
I~e as orman parte de un mismo
manisticas, un mismo proyecto d ~n rrpo.?gl~ y las llamadas disciplinas hulos efectos literarios.
e so UClOn e los metodos antropologicosen
,
Asomemonosahora a otro texto de TIer
s~rvende fundamento clandestino a s
~
en el q~~ desaITollaideas que
SlOnQue~tin the West, or What the M~n~~~u; ~Ie Tf.ntmg Culture. "The Viv~mentemspirado, segun se dice en n t
~d ees , de 1984 (un texto nue~Ismo ano que el anterior, pero se °t~s'len 1_ eas de Paul Friedrichs) es del
ges
ClOnaen absolulo el ideario posmod
0 c,os ano~ antes; en el Tyler no meno
Tyler se funda aqui en cuatro verda;[e:
men~lOnani~guna otra obra suya.
1
veremos luego, termina pOl'recursar al
e, senhd~ comun pese a que, como
occidental. Esas cuatro verdades son: senhdo comun propio de la mentalidad
i
;1
1) Las cosas son hegemonicas en ellen u .
ropean) y en el pensamiento que
d g a.JeSAE (Standard Average Ellide d'
correpon e a esos len
.
l' I
a. ~ que eXlstealgo asf como un SAE d. I
guaJes, y er toma la
relahVlslalingiifstico Beniaml' L WI ; os ensayos de la fase teos6fica del
2) L h
'
n ee lon,
a egemonfa de las cosas entrana la h
'
modo de conocer/])ensar EI ve
I
d
egemoma de 10 visual como
I
'
l' es e mo 0 sen . I "I
'
.
cave en los SAE. Aquf Tyler se l 't
'
~ona privi eglado y la metafora
3) La hegemonfa de 10vi::i e a clel1as ldeas de Walter Ong,
l
el proceso son fundamentalmente dprt?mtueve a nocion de que la estructura y
'
'I
'
ISm
os
y
que
el])ro ceso slempre
'
d
re ucu en u hma instancia a I
t
se ]mede
4) La
a es ructura
hegemonfa de 10visual no es ~ ,
,
como concepto de sentido comun 'fl
.n~versal,pues a) hene una historia
Cla
tanciada en la estructura concept~~~duer t 0 ~r la Iiteratura; b) no esta susun pr~fundo malentendido respecto de fS 0 rols ~~guajes y~) esta basada en
sensonal.
e a evo UClOny funclOnamiento de 10
La primera tesis dice algo que -se un T
sabe de antemano: que la"
"
g
yler-- todo hablante de SAE ya
, ,
s cosas son el con
t d '
semanhca de "10que existe" L
.
cep 0 ommante en la jerarqufa
d .
. as cosas vlenen en d
onunante, platonico que envuelv
I
os paquetes: 1) el paquete
bordinado, oculto 0 heraclfteo q e.alas suistancias 0 a los objetos; 2) el su, ue mc uye os atr'b t
I'd
o SUcesos,Las cosas ocultas Son 10
diu
os, ?ua 1 ades, acciones
46
que pue e ser predlCado respecto de 10
real; para decirlo de otra forma, en la conciencia occidental los sustantivos son
mas reales que los verbos. Y pol'10tanto en logica, las funciones son mas emiticas que Ios argumentos, porque son nombres de devenires y posibilidades, y
no de seres y realidades discretas.
A su vez, Ias cosas "reales" son de dos clases: "elementales" y "com]mestas". En Ia 16gicade Port Royal 10 primero equivale a ir de parte a parte
(metonimia) y 10segundo de parte a todo {sin6cdoque};en el esquema de Peirce, a la inferencia pOI'abducci6n y pOI'inducci6n, respectivamente. La abducci6n es la intuici6n primordial; la inducci6n, una especie de intuici6n
derivativa, de grado mas eIevado. Las cosas simples son 10"realmente real";
las compuestas, "10 derivativamente real". En Ia epistemologia encubierta de
Occidente, segUnTyler, Ias cosas ocultas (el devenir) son siempre complejas.
En gramatica esta idea equivale al c~>nceptode sintaxis, y comprende "10 dicho", "10que puede decirse de 10que se ve", "Ia verdad". En inferencia, esto
corresponde a Ia "deducci6n" peirceana.
10realmente real
{ 10derivativamente real
[
10oculto (el devenir)
Para Occidente, 10realmente real y 10oculto conforman juntamente "10
real", "10 que puede ser pensado con claridad", De esta forma, 10 real esta
constituido pOI'un modo visual de denominaci6n 0 sustantivaci6n referencial
(nombres para las cosas reales) y un modo verbal subordinado (nombres para
las cosas ocultas), Los aspectos verbales se identifican con la ljustituci6n de
las apariencias, Todo el cuadro representa los presupuestoscientfficos acerca
de la "naturaleza de Ias cosas". N6tese, incidentalmente, que para clarificar
sus ideas Tyler no tiene otro recurso que el de ordenarlas en un cuadro visual,
que en el original es mucho mas profuso y detallado que eI que aqul reproducimos para documental' la paradoja.
Tyler asegura que el sentido comun proporciona la estructura de base
que pernrite la especulaci6n cientlfica, define sus lfmites, proporciona losproblemas y relativiza sus hallazgos. La ciencia -advi~rte-es s610una palte
del sentido comUn.Nuestra ciencia no es sino una version sofisticada de nuestro fisicalismo ingenuo, y ambos se derivan de la hegemoma metaflsica de 10
visual. Notemos que, a diferencia de otros antrop610gosinterpretativos, Tyler
no s610cuestiona a la ciencia sino que se atreve contra el sentido comun, reivindicado expresamente por los fenomenologosy en ocasiones pol'61mismo.
"Cosa" es en las SAE modernas una entidad casi inevitable; intente usted
--desafla Tyler- atr6vase a pasar todo un dia sin mencionar la palabra, en
sus variados contextos (something, everything, nothing) y 10comprobara.3 Las
3 EI argumento de Tyler, indudablemenle,
funciona mejor en ingles que en espano\.
<'
cosas son (en el SAE) un instrumento inevitable de la comunicaci6n, 10 cual
nos conduce a la conclusi6n COl'l'ectade que las "cosas" son tan s610 una forma de hahIar. Estas afirmaciones de Tyler constituyen, deliberadamente, una
radicalizaci6n sin anestesia de la hip6tesis de Whorf.
Tyler concluye que en la filosoffa concomitante alas lenguas indoeuwpeas, el pensamiento es siempre pensamiento sobre "algo" (something). En
esos alambicados razonamientos del'l'idadafstas, Tyler parece contraponerse
incluso a la idea husserliana de l~ conciencia intencional, la cual siempre es,
como hemos visto, conciencia de "algo", Asevera que cuando hablamos de 10
.
r'
. .
"
que esta en nuestras mentes, slempre
nos relenmos
a "....
lmagenes ""0 VISlOnes
o "perspectivas" 0 "puntos de vista". Pew esto no es primario, sino que es 1m
efecto impuesto pOI'nuestws supuestos de sentido comiln.
Existe un marcado sesgo visual en la noci6n de "ideas" y "conceptos": 10 primero deriva de "vel''', y 10 segundo de kap, "agarrar con la mano" (derivaci6n que sobrevive, pol' ejemplo, en "capturar").
Para Tyler,
todas las nociones tecnicas de este tipo se derivan de palabras cuyos sentidos originales estan conectados con 10 visible. La ejemplificaci6n es mucho
mas generosa de 10 que es conveniente exponer aquf: cuanc10 comprendemos, decimos "ya veo", "ya veo ad6nde quieres llegar", etc. 5egun Tyler el
olfato, el gusto, el taeto corporal y los sonidos estan subestimados; no tienen la mism~' relevancia ni la misma })articipaci6n en la especulaci6n filosOfica 0 en ellenguaje.
Pew si el discurso del sentido comiln incurre en ello, el cientHico 10
hace aun en forma mas flagrante. La ciencia sin visi6n -dice
Tyleres
impensable. Una de las consecuencias de este hecho es que en el estudio
sobre la primacfa de la percepci6n, pOI'ejemplo, los casos escogidos son casi siempre visuales, figurando 10 auditorio y 10 tacti! en muy segundo plano.
La forma en que se ha manifestado la prevalencia de la visi6n en Occidente
es injusta. Una cosa es afirmar la primacfa de uno de los sentidos. Otra es
denigrar a los sentidos restantes. Los Occidentales llevan la primacfa de l,a
vista al extremo de la exclusi6n de los sentidos restantes. Nosotros decI,. que ml'I pa Ia bras,""V er para creer, "" em'd enmos: " Una imagen es meJor
cia", "POI' 10 visto".
Incluso la sinestesia esta mejor considerada que 10 verbal: Todo el mundo considera (en Occidente) que "la acci6n es mejor que las palabras". Valoramos en tan poco la relaci6n entre 10 que se piensa y 10 que se dice que
tenemos mas terminos para el pensamiento basados en tropos gustativos que
.
'd"
"digenmos
.
. t os " yenconen imagenes verbales: " rumlamos
leas,
pensamlen
tramos que cieltas ideas son "diffciles de tragar". En ellatfn antiguo la palabra para el conocimiento era "sapere", tener sabol', gustar. La voz ~sta valorada
tan bajo que es mas Indice de patologla mental escuchar voces mtemas que
experimental' visiones y espejismos.
Las interpretaciones maniqueas referidas a la dicotomla cerebral que
asignan holismo a un hemisferio y analiticid?d al otro tambien reproducen, de
acuerclo con Tyler, las clistinciones entre 10 VIsual y 10 verbal.
temporal
secuencial
auditivo
ideaci6n verbal
analftico
espacial
simultaneo
visual
ideaci6n no verbal
hoHstico
Hayalgunas aparentes excepciones: los psic610gos cognitivos estan clivididos en "verbalistas" que, con la infiuencia de la lingiifstica, sostienen que el
pensamiento es proposicional, y "visualistas" que han revivido la imagen
mental como vehfculo del pensamiento. Dados 105 antecedentes, sin embargo,
es muy posible -profetiza
Tyler- que la herejla heracHtea en psicologla y filosoffa pol' mecliacion de la lingiifstica tenga 105 clfas contados. Tyler se:iiala
que en neurolingiifstica existen dos lfneas contraclictorias, que oponen las interpretaciones visualistas alas verbalistas; una lfnea enfatiza la comunicacion,
la otra la representacion. La comunicaci6n y la verbalizacion se asocian a la,
vocalizaci6n de 105 animales inferiores; se actila como si ellenguaje no fuera
mas que un modo sofisticado de combinar representaciones visuales.
Aquellos que creen refutal' a Whorf -prosigue
Tyleraduciendo la
oposicion entre materialismo e idealismo, han pasado pol' alto que estas dos
formas de concebir las cosas, como todas las otras filosoffas occidentales, son
meras relaciones predecibles dentro de laestructura de posibilidades penniticlas pol' "pensar", "sensorial", "representaciOn" y "racionalidad". No existen
en Occidente desaffos genuinos a estos delimitadores claves, pues tal desaffo
solo podna clasificarse como no-pensamiento, il'l'acional, mas alla de los lfmites dellenguaje.
Esta afil'l'llaci6n de Tyler se refiere al argumento "mas bien tonto" de
Feuer respecto de que, pese a que las filosoffas occidentales son tan fundamental mente distintas, todas ellas estan expresadas en el rnismo lenguaje, 10
cual prueba que el lenguaje no detennina la filosoffa, Feuer -dice
Tylerniega el hecho palpable de que todas las filosoflas europeas son permutaciones
predecibles de posibilidades, definidas pol' los entrecruzamientos definidos al
principio del artfculo. Todas las presuntas refutaciones de la hip6tesis de
Whorf estan basadas en la "percepci6n" visual, 10 cual s610 demuestra el podel' de la metafora visualista. Nuestras formas de pensar sobre el pensamiento
presuponen la significatividad de sentido comtin de esas metaforas y rechazan
todo 10 que se salga de sus Hrnites. Esta es la raz6n -concluye
Tyler, razonando sin darse cuentaporia que la "raz6n" no es universal. Ella es relativa no
a una forma a priori del pensamiento, sino a un discurso que forma el a priori
cultural, seclimentado a partir del sentido comiln.
Invitamos a contemplar el arco descrito pol' las antropologfas interpretativas, desde Ias ideas de Geertz acerea de leer las .culturas como si fueran un
texto, hasta la denuncia de la textualidad
T
tende poner la cultura "ante la vista" a tr p~r yler, como un ejerc:icio que premos que Tyler habi'a denunciado I d,a~;s. de ~na representaclon. Recorde_
dialogo vivo al texto muert "La
a la, glCa e Tedlock por "someter el
'
0,
trayectorla es perf, t
' 'd
d
e con e I cammo evolutivo de It"
ec a~ente mh a, y coincitra.compil.acion: Tyler no solo a ant~opololgl~dmterpretahva reconido por nues,
cues IOna a I ea de
I
un texto, sino que deplora la id
d
que una cu tura sea como
A nuestro juicio la demoeastae,<jUedunTa
eltnografla llegue a serlo.
r' ''T'
'
r Cion eyer
m'
'I
eSl,enca, 10da su demostracion se nie a
,',
as que CHCUar, llega a ser
u.mversal de la razon mediant
g a, Sl mlsma: Tyler recusa la valielez
e
un razonamlento q
I I
ca d 0, y que en ningun momento slue
es e co mo de 10 alambi_
la argumentacion logica que su e; ~~ e d~ la~ reglas del juego impHcitas sobre
Combale ala razon desplegand
IS emo ogl~ esta tratando de superar, Tyler
d
0 argumentos sllog' t'
e una manera que no puede s
t
IS ICOSYacumulando pruebas
'b
er 0 ra COsaque r
bl
'
XlOnar so re esa paradoia E I
'
azona e, Sin pararse a refle,
J'
S a no es, m remotam
t I "
,
cia en que Tyler incurre, Su marco teo' '. t tal
en e, a unlca Inconsecuen_
h
'd
nco 0
es halt d'f
acerse una I ea clara de cuales
I I' ,
0
I usa, y uno no puede
dispersas que 10 conforman C son os 11~les del conjunto de afirmaciones
T I
b
' omo cua qmer ot
t'
r
y er a unda en citas de aut 'd el
ro e nogralO convencional
on a es respetadas
'I'
,
D 'd
ern a, a Foucault y a otros auto
f
' que en e se CHcunscriben a
A
res ranceses
nte esta circunstancia, ha
ue
"
neral en un todo de acuerdo con
q tsu~o~tr ~ bien a) que Tyler esta en gela ideologfa que representan
s au or~ a es mtelectuales que invoca y con
sistematico a sus propias a'fl!rque ,esas Cltasbconstituyen un refuerzo mas bien
'
maClones 0 ) qu
I
cump Ie mas que una funcion r t' ,
"
e e. recurso de las citas no
'
e
onca
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t
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mu Iar Ia eXlstencia de u
' en en e a representar 0 sin
consenso momentaneo
el
I
tua , ualquiera de eslas interpr t'
dye
una convergencia pun't
d D '
e aClOnes esemb
CIas e ernda por eiemplo
,oca
en una paradoia: las
,
J
, consuman
un sins t'l
I d
J
que este aulor situa Ia escritura y I I
'
en Ie 0 e es e el momento en
d Tie
enguaJe en una '
,
. e ~ er, pero exactamente al reves. De 'cia
Jerarqma que es como la
'cenlnsmo que Tyler haee d
d rn , en otras palabras, detesta un logocion ele Whorf,
esespera os esfuerzos porreivindicar,
por media-
fa
e
, Por otra parte, la unica forma que tien d
caclon de 10 visual endeml'c d 0 'd
e e expresarse la presunta vindi,
'
a e CCI ente(yque
t
b" I
Ilza e'I mlsmo
para realiza
d
"es
am Ien a forma que utir su esconstrucclOn)
t'
d I
d . .
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'
es a raves e lenguaJ'e· vale
'
enunentemente verb I
I
'
P
d
ara eculo de otra manera I
"
. d' ,
a y natura mente auditivo,
, d b'd
' os unlCOSm lCIOSd
.
I
In e 1 0 preelominio de 10 visual
I'
,
, e que eXlste a go asf como un
,
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en e Imagmano d I
'li"
comun y e occidente son indicio d'
, e pOSI vIsmo,del sentido
I
.
s e caracter no VIsual '
I'
.."
enguaJe, entonces y no la I' .,
I
' smo mgmshco, Es el
,
v slOn, 0 que en 'It'·
.
menios agrietados y poco reflexivos d I
~ ~~a mstancla (y segun los arguesa perspectiva,
e ProPIO y er) resulta determinante para
Es significativo que Tyler
n
I
'.
comtin cuando en un fragmentoPO ga e~ te a de Jmcio los elictados del seniielo
que cItamos mas
'b d'
que e I posmoelernismo consiste en
rt
I
arn a ICe expresamente
,
pa e, en a recuperacion y en el respeto
50
hacia un sentielo comtin denigrado por la ciencia, Por otra parte, nos parece no
elemostrado el hecho de que el "pensamiento de sentido comun" de los hablantes de SAE, de los hombres de la calle de Occidente, esta determinadopor
la literatura, tal como Tyler afinna. Los occidentales no leen tanto, despues de
todo, Ese argumento pennite a Tyler meter en una misma holsa al sentielo comoo y al pensamiento cientffico, pero es obvio que semejante afinnaeion requerirfa una elemostracion mas prolija.
EI argumento de que la vista ha sido privilegiada inmerecidamente, aelemas, es reminiscente de lucubraciones parecidas del oculista Marius Schneider; tambien Schneider (un musicologo de principios de siglo sin parentesco
alguno con David Schneider, el antropOiogosimholista) afinnaba que en Occielente se ponderaba Ia vision en detrimento del oldo y procuraba difundir una
cosmovision liberadora, basada en Ia musica como slmholo de 10 trascendental. La coincidencia de ciertas afirmaciones de Tyler con ciertos postulados
del ocultismo corre pareja con su eleccion de Ia Biblia --en otro contexto-como el unico caso conocido de etnografla ideal.
Finalmente, Ia credulidad de Tyler respecto de que en Ia etimologfa historiea se eneuentra Ia clave oeulta de 10 que se qui ere deeir se asemeja a parecidas ideas del teosofo frances Rene Guenon, un orientalista farsante que
basaba su erudicion hinduista (y sus citas sanscritas) en Ias deplorables traduceiones de la epoca. La idea de Guenon es que en Ia etimologfa se encuentra el sentido oculto de 10 que se qui ere deeir; reflejos de esta ereencia
(desacreditada hasta el riellculo por la Iingmstica y Ia sociolingiifstica eontemponineas) se eneuentran tambien, por ejemplo, en Laean, Las argumentaciones
de Lacan, Guenon y Tyler presuponen, entre otras cosas, que existe algo asf
como un sentido primario, una significacion original, cristalizada y subyacenie, que cletermina 10 que Ia gente quiere deciren realidad cuando utiliza una
cleterminada palabia, y que constituye un nivel de sentido que, de alguna manera (no analizada), se ha venido trasmitiendo de generacion en generacion.
EI mas impresionante de Ios paralelismos entre Tyler y el ocultismo radica en su conviccion de que "occidente" ha "perdido", "traicionado" 0 "dejado atras" (en beneficio de Ia representacion) una dimension del conocimiento
mas primordial y mas autentica que aflora en todo su esplendor en las culturas .'
primitivas y que a su antropologfa evocativa Ie esta dado recuperar. Este simholismo es de tono profundamente moral: la evocacion es "buena", porque es
autentica en ese senti do casi trascendentaI; Ia representacion, en cambia, encama t<><;lo
10 malo de que es capaz el hombre que, imitando aDios, quiere alcanzar el conocimiento objeiivo de Ias cosas. A despecho de sus dificultacles
literarias y de la densidad de su pros/}, los argumentos fundameniales de Tyler
son, en realidad, terriblemente banales, basta el punto de tornar previsibles
sus argumentos puntuales y de hacer que sus asertos reproduzcan con sorprendente fidelidadlas premisas de esa apoteosis del sentido com-un que son las filosoflas de 10 oculto,
Los artfc~os mas combativos de Tyler ban sido reunidos en un volumen
de unas 250 paginas que se llama The Unspeakable (1987), 0 sea "de 10 que
51
no puede hablarse". Todos los ensayos allf reunidos constituyen ejercicios y
justificaciones de desconstrucci6n que pretenden ir mas alla de Derrida, cuestionando la practica misma de la escritura. Ningun otro autor ha escrito tanto
en contra de ella. Para Tyler esta contradicci6n no serfa importante; a 10sumo
constituirfa una paradoja mas, y a 151
Ie fascinan las paradojas. No pOl'nacla dice, en su comentario a un artfculo de Roth, que "Ios libros estan muriendo, 10
cual puede comprobarse (como gusta decir la gente que estuclia la poblaci6n)
pOl'su proliferaci6n excesiva".
EI artfculo mas representativo clel ultimo Tyler es el que aquf se ha traducido a pat1ir de su ponencia en el Seminario de Santa Fe. En ese at1fculo
Tyler presupone no s610la crisis de determinada concepci6n de la etnograffa,
sino lisa y lIanamente el fracaso de la ciencia. Del ostensible progreso cle la
tecnologfa no clice una sola palabra, ni problematiza el hecho de' que -POl'
ejemplo-- los nativos que 151
mismo estudia esten, pOl'obra misma de la ciencia que 6l abomina, relativamente libres cle las epiclemias que los asolaban
hasta hace poco. No discutiremos aquf esas cuestiones, ni formularemos una
crftica que corresponcle a otros elaborar. No se trata de que la ciencia sea
"buena" (como se supone que piensan canclorosamente tocloslos antrop610gos
ala antigua) ni que sea "mala", como sostiene Tyler en todo momento; se trata
clelhecho cleoque progrese 0 no.
A la luz de los mismos acontecimientos que han lIevacloa la conclici6n
posmoderna, la negaci6n clel progreso tecnol6gico, pOl'10menos, requiere una
funclamentaci6n mas seria de la que Tyler nos ofrece, a riesgo de trivializar toda la polemica. Si no son los hechos los que impol1an, no esta claro que es 10
que Tyler pueda aportar para su esclarecimiento. Remitimos a los textos mencionaclospara que ellector complete su visi6n de esta tenclencia extrema del posmodernismo antropol6gico,y para que formule su propia actitud frente a ella.
Con las anteriores referencias hemos presentaclo algunos aspectos cle la
polemica antropo16gicamas virulenta y de los replanteamientos clisciplinares
mas radicales que se han conocido, y que se estan desarrollando el mismo dfa
de hoy. El grueso de la sustancia para construir una imagen verosfmil de la
antropologia posmoderna debe provenir de la lectura de articulos como los
aquf reunidos, que segun entendemos constituyen algunos de los mas representativos de esta corriente, aquellos a los que los ensayos venideros necesariamente habran de referirse.
No podemos hacer justicia aqm alas crfticas que el posmodernismo ha
suscitado, porque la contracornente frente a los excesos y limitaciones del
posmodernismo aun no ha definido su aUloconciencia. POl'todas partes, sin
embargo, se levantan voces que afirman que el posmoclernismo ha ido demasiado lejos, y que esla poniendo en peligro la credibiliclad de la antropologfa
como ciencia, al ser ella c6mplice de tamana floraci6n de irracionalismo.
Quien ha desarrollaclo una cle las mas elaboraclas crfticas al posmodernismo es el profesor de la Universidad de Cornell (Nueva York) Steven Sangren, educado en los bastiones geertzianos de Princeton y en la Universiclad de
Berkeley, masivamente inclinada hoy en dfa hacia el posmodernismo. La crftica de Sangren no es del todo satisfactoria, esta afectada de momentos letargicos y podrfa ser aun mucho mas aguda de 10que es, pero pol' el momento es la
ilnica que ha planteado el caracter no-reflexivode las argumentaciones de un movimiento que deberfa ser reflexivo (es clccir,autocrftico)pol'excelencia.
Lo que Sangren quiere decir es que la crftica que los posmodernos dirigen contra la antropologfa no es de ningun modo una autocrftica: siempre es
una clesconstrucci6n cle la antropologfa que proponen Los demas. Pese a que los
posmodernos se jactan de su escepticismo respecto de las fundamentaciones
cle la autoridad antropol6gica, no han prestado ninguna atenci6n a la forma en
que inslitucionalmente se definen -pOl' ejemplo-- las modas antropol6gicas,
en quienes definen esas modas y con que objeto. Toclo10concernienle a la reproclucci6n social del conocimiento ha siclodejaclo a un lado, para adoptar las
pautas de ciel1a crftica literaria europea, y antes que nada francesa. Con clIo
se logra fingir que la aUloridacl antropol6gica esta constituicla textualmente,
cuanclo la verclad es que 10esta socialmente, a traves cle relaciones muy concretas cle auloriclacly poder. Para Sangren, el analisis antropol6gico de la autoriclad etnografica clebe especificar las condiciones de la proclucci6n y la
reproducci6n de etnograffa en la sociedad y en especial en las instituciones
academicas, y no s610en los textos. Y cste es el problema que la antropologfa
posmoclerna en general no aborda.
En otro orden de cosas, Sangren destaca el tono milenarisla que invade
la ret6rica de la metaantropologfa recienle. Este milenarismo asurne la forma
de un vocabulario tremendista: la ciencia convencional "esla en crisis", "su
colapso es inminente", la ciencia social positivista "esta en bancarrota". Dentro de este conjunto bombastico, Rabinow ha sido capaz de atemperar el entusiasmo milenarista de sus colega8, senalando que el darse cuenta de que 108
antl'Op610gos
escriben empleando convenciones literarias, aunque iriteresante, no
es en sf misma una intuici6n capaz de desencadenar una crisis revolucionaria.
Otro aspecto que Sangren cuestiona de las construcciones irnaginalivas
de la antropologfa posmoderna es el simplismo de sus modelos causales.
Cuando se trata de explicar el mismo fen6meno del colapso de la antropologfa
convencional, Ia historia es, para Ios posmodernos, una correlaci6n de hechos
demasiado simple, en Ia cual Ias causas de un acontecimiento son (micas y
opel'l1nlinealmente: "La actual preocupaci6n [porIa escritura antropoI6gica],
dice Clifford, esta ligada a Ia quiebra y redistril>uci6n del poder colonial en Ias
d6cadas posteriores a 1950". Afirmaciones de este jaez son extremadamenle
abundantes. Para Sangren, Ia noci6n de que Ias tendencias intelectuales reflejan de una manera tan mecanica las determinaciones de Ia economfa polftica
(mas alIa de ser cielta 0 no), traiciona una totalizaci6n teorctica a un nivel mllcrosocioI6gico mllcrohist6rico que es inconsisteItte con Ia llntipalfa que Marcus y otros posmodernos manifiestan contra Ias toorlas totalizantes.
y
ensay~~:;poass~~este de~erminismo~ecanicista y autocontradictorio, muchos
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mos Invocan una Imagen de "
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tona de las ideas y se 't"II'
progreso en a reClente hlsSl uan e os mlsmos en
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recida, que se ha apropiado de una verdad u~a espe?~e. e vanguardla esclacapaces de comprender. Marcus Cushmaque os ~OSItIVlstas
no han sido aUn
nografos"sofistl'cados" I " I~ "
n, por eJemplo, contraponen los eta os rea Istas qu toda' . .
ten estandares ahsolutos.
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via mSIsten en creer que exisde "p~::n~:~s~~~=::ces
se da el caso de que los posmodemos califiquen
mente cliffciles Cuesta mu~e, como las de Derrida y Lacan, son reconocidatualidad que j~ega a la e~ 0 .~~:;r en esto un pavoneo tlpi~o de una intelecfilosoficosmas densos y osc~s
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es imposi.hlecons~ruiruna ciencia empfrica de los a::Ot:: rsm
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I~ es poslhle reah7.arcierto tipo de interpretacio O'M
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"ciencia en general" porqu "s Ihmpos~e a ClenClaantropo16gicasino la
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O'Meara demuestra a~ahadamen~eo~e ~ servar '. PartIendo de esos juicios,
sostiene de la ciencia contem
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..
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necesariamente se aplican al posmod .e a IrmaClOn~s.Interpretahvas que no
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nueva propuesta el cosmopolitis~
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Iado recientemente en Anthropology ~ a K~ dmifv;,s~.ad de Sussex, ha formurniento de Ia tendencia
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erna-ll1;terpretahva,aun reconociendo el interes
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de ~a etnograffa como esc~itura. Spencer
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expenmental. Tras comentar los linearnientos del Tuham~~ ;,. a estelClO raIa
zano ensayo en el
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nwnero e respeetos
Las mstantaneas dialogaies de Tuhami Ie choc:n por demasiado obli-
cuas; como la informacion contextual es escasa, resulta ser que ellector se encuentra imposibilitado de sacar sus propias conclusiones y sigue reposando,
contradictoriamente, en los comentarios del autor. Estos comentarios, a su vez,
signen siendo sesgados;10 que revelanno se refierea Marruecos,ni a la existencia
de Tuhami, ni al propio Crapanzano, sino mas bien a Ia hihlioteca y a los influjos literarios sufridos por el etnografo.Otros textos de Dwyer,Marcus y Clifford
Ie merecen un juicio similar.
Lo que puede captarse en todo el movimiento posmodemo es, por un lado, el abandono de toda consideracion a proposito de los prohlemas de validacion. La validacion ha quedado subsumida en los margenes de 10que ha dado
en Hamarse la "autoridad"etnografica, la cual a su vez se presenta como una
cuestion mas litel'aria que l~ractica.Por el otro lado, hay en el movimiento una
considerable faIta de reflexividad'y autocontextualizacion. Cuando Crapanzano
compara la descripcion del carnaval romano por Goethe con la descripcion de
la rifia de gallos por Geedz el contexto, sin duda, se pierde. En lugar de contexto los posmodernos hablan de intertextualidad. Es diffcil resistirse a la conclusion --dice SpenceI~ de que la crItica intertextual se utiliza como una
excusa muy chic que justifica el abandono de la investigacion primaria. Le
viene a la mente una definicion atribuida al poeta Robed Frost: "Un crftico es
alguien que mea en un rfo y dice: 'Miren la gran corriente que he hecho' ".
Cuando alguien afirma que 10 que hacen los antropologos es escribir, se
olvida todo 10demas que los antropologoshacen antes y despues de la escritura. Se deja de lado ademas el sitio en el que los antropologosrealizan su escritura que, en general (y excluyendo el Instituto de Princeton), corresponde a la
franja soleada de los Estados Unidos. Se excluye tambien 10 que significa la
antropologfa posmoderna como producto nuevo, aparecido en el parafso del
consumidor. Un producto que evoca el espfritu radical sin dejar de ser lujoso y
exclusivo. Estamos, en fin, en el mundo de 10que Michael Silverstein ha Hamado "antropologfa yuppie".
La antrop610gaVicky Kirby, del depadamento de Historia de la Conciencia de la Universidad californiana de Santa Cruz (el mismo lugar de trabajo de
James Clifford) ha objetado recientemente el usa que Stephen Tyler ha hecho
del concepto derridadiano de desconstrucci6n. Decfamos antes que Tyler, nQ,
obstante haberse apropiado deltermino, piensa ir mas lejos que Derrida en su
obra disolvente. En su opini6n, la retorica de Derrida es conservadora, visualizada, espacializada; el hecho es, naturalmente, que Derrida no abomina de la
escritura, sino mas bien dellogocentrismo de los lingiiistas.
De acuerdo con Tyler, el discurso hablado, a diferencia de la escritura,'
es eticamente puro, ya que, al ser impermanente, no tiene las mismas pretensiones de verdad ni esta sujeto alas rfgidas reglas de analisis que acompafian
a los modos escritos de expresion. Kirhy cuestiona este dualismo moral de
Tyler, su division del mundo entre una escritura mala y un hablar hueno.
Otros autores (Gasche, Johnson, Spivak, S. Weber) ya han documentado todo
10que se ha perdido, a juicio de Kirby,en la adaptacion y sanitizacionde lj mas
ofensivodel ideario de Derrida a manosde la intelectualidad nortearnericana.
Kirby entiende que para Tyler el discurso tiene lugar en un espacio neutral y dialogico en el que los significados de lo~ habla?tes eSHin.a la ~ano y
son negociables. Ellugar por excelencia de e~e.~po de l~tercamblO se.na, d~sde ya la cultura etnografica, agrafa por defimClOn. Demda es algo mas subl y
meno~ rusoniano: para el no hay percepeion inocente; los problemas que Tyl~r
atribuye a la etnografla deberian ser.~xtendidos a.los ori~enes de lo~ que denva toda representacion: la conversaclOn, la entrevIs~a, el Juego, l~ ~necdota.
Este pendular de Tyler entre la pureza del obJeto y la eXquIsltez vanguardista del metodo posmodemo es captado sutilmente por Kirb~. Para ell~, la
postura de Tyler ilustra el impulso conservador dentro de la mtelectuahdad
norteamericana que se expresa a traves de una fetichizacion de 10nuevo. ~tros
autores como J. Raichman, han sabido describir Ia confianza norteamencana
,
~
,
.~
"
y Ia rapida domesticacion de Iateona francesa contemporanea como una .es\rategia smorgasbord" que i~ta el pas~iche de estilo~ del arte de vanguardla y
practica el uso descontextuahzado de Cltas y referenClas.
Tambien B Street de la Universidad de Sussex en lnglaterra, ha hallado
motivos para o~nerse ~ Tyler y nos confirma que Ios antrop61~g.osbritanicos
han tornado Ias propuestas de aquel concediendole una respe.tablhdad muy,pobre. Street encuentra en Ios escritos de Tyler, aparte de I~ dlficultades eShlf~ticas y proposiciones referidas al trabajo de campo mas hlen banales, una s~ne
de contradicciones basicas. Una de ell as tiene que ver con el modo comphcado y academico mediante el cual se asegura la prevalencia del sentido comiin
por encima de la teona.
.
La "camavalizaci6n" de Ia vida cotidiana que el estilo aluslvo de Tyler
intenta evocar, no puede ser a juicio de Street simplemente pinchado entre Ias
paginas de un Iibro. Por otra parte, las teorfas actuales .sobre el ?amaval 10
contemplan como una forma de reforzar el orden establecldo a partir de la naturaleza meramente simb6lica de su oposici6n a e1. Finalmente, Stre~t dem~cia la faIta de sensihilidad de Tyler a cuestiones de con~exto (poder, l~eologla,
diferencia), relegadas a segundo plano por su centranuento en c,u.esb~nes ~e
escritura que las tendencias verdaderamente avanzadas de Ia cnbca hter811.a
ya no conffan a Ios desoordes de Ia "Gran Teorfa" (Ong, Derrida) en que el
propio Tyler se inspira.
Uno de los antrop6Iogos que han reaccionado con mayor firmeza frente al
posmodemismo es Michael Carrithers, de la Univers~dad de Durham e? lnglaterra. Carrithers piensa que escribir acerca de la escntura sobre Ia e~cntura etnografica involucra un lamentable desvfo que nos aparta de~ trabaJo dw'o ~e
hacer y usar Ia etnograffa. Una de las observaciones nulS pertinentes de Camthers establece que no se pueden aplicar criterios que son utiles para pensar
sobre la ficcion a generos que no son en principio ficticios 0 que s6Io 10son en
cierta forma. Hacerlo es como querer aplicar principios sobre la rima a Ia obm
de un escritor de prosa como Henry James: no un ejercicio totalmente inutil,
pero sf, en cambio, algo relativamente tangencia1.
La critica del .posmodernismo antropologico esta todavfa por hacerse,
tanto e~ ~oque conCleme a sus aspectos epistemo16gicos como a Ia ideologfa
des~oVlhzadora que. Ie esta asocia?a. La conclusion mas reiterada del posmodermsmo antropo16glco es que la Idea del conocimiento objetivo es un motor
puramente literario, un motor que impuls6 una fomm de escritura "realista"
que ya esta obsoleta, y en Ia que el etnografo se situaba a Ia manera de Flaubert, como un observador omnisciente. Pero sin duda las cosas no son tan simple~: en primer lugar hay que detenerse a meditar el hecho de que, si bien es
poslble que. d~ alguna manera la "antropologfa convencional" construyese sus
mundos obJebvos en lugar de descubrirlos, Ios posmodemos han construido
tamb"
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I'
. al"
len una an ropo ogIa convenclOn
que no es mucho mas objetiva que
esos mundos.
La antropologfa convencional, en otras palabras, es en buena medida una
construcci6n posmoderna sobre Ia que no se reflexiona, y que posibilita, en un
orden atestado de. retorica, Ia de~ostracion de las villanfas que quieran demostrarse. Es OhVlOque una enbdad capaz de reunir en un mismo rotuIo a
Boa~, a ~arvin. J:Iarris y a Ma.!inowski,a la fenomenologfa, al funcionalismo, a
la ClenClacogmbva y al marxlsmo, puede servir de chivo expiatorio para simular la i~erenci~ de Ia conclusion que se desee. De esta forma, empero, el posmodermsmo solo posterga 0 escamotea el problema sin solucionarlo. EI
problema, en rigor, es el de la objetividad, y quiza no tanto el de su posesi6n
como el de su husqueda.
. A nuestro juicio, la negacion de un conocimiento objetivo de Ios hechos
soclales es un postulado que se debe analizar tomando en cuenta no solo 10
que afirma, que es sensato, sino Ias consecuencias y corolarios que de el se
despr~nden, que ya no 10 son tanto. EI posmodernismo, y en especial sus ela~~~clOnes mas ~xtremas, afirman, en sfntesis, que "todo vale", que cualquier
v~sl~nde Ia reahda~ es por igual digna de credito, que no existe ningiin procedi~ento que garantlce la verdad de 10que se afimm. Se han llevado hasta las
Ulbmas.consecuencias Ia~ insinuaciones de Geertz respecto de que Ia antropologf~es un ge~ero de ficcl6n, y se ha hecho a la ciencia, que se manifiesta por
escnto, pa~fclpe de los Ifmites que esa ficcionaIizaci6n presupone. Del caracter c?nstrw~o de una te?rfa, que nadie disc ute,
ha deducido que es posihle
y qUIzalegftImo constrwr 10que se quiera. Da 10mismo demostrar una afirmacion ~e t~jer ~ ~antasfa, sefialar un hecho incontestable que insinuar una
evocacl6n lmagInana. Tyler nos aconseja que no busquemos la verdad sino
.
.
que nos I·
lnutemos
a ser "h"
onestos; la pregunta que cabrfa
plantear es , si se
puede lograr esto sin pretender aquello.
se
A menudo los posmodemos hablan de la'realidad como si esta no fuese
mas que una fantasfa realista, como si no existiera una realidad aparte de la
teoda ..~o convenclrfa ser simplistas a este respectq, pero en general todas las
afimmclOnes de esa naturaleza tienen por consecuencia que se dejen de intentar busquedas para averiguar que es 10que verdaderamentesucede en una so-
ciedad, y sobre todo que se desprecie la idea de trabajar sobre la realidad social para mOOificarla. Nada de esto serra important~ si vivieramos -co~o
en
efecto cree vivir mas de un posmOOerno-- en el meJor de los mundos poslbles.
Baudrillard diagnostica que "estamos sumidos en .el extasis de la inform~cion" en una sociedad sobreabundante hasta la obesldad; los males que perClbimos son los del exceso, y hasta este parecerfa ser necesario para mantenerlo
tOOo en dinamica. Estas premisas pueden'sostenerse
mas facihnente en Parfs
que en Calcuta 0 en Etiopfa, pol' nombrar sitios en dO:l1dequienes sobreviven
estan sumidos, sin duda, en otros extasis.
Mirmar (pOI'impHcitamente que se 10 haga) que la perspectiva del torturador y la del torturado constituyen visiones "igualmente verdaderas",
que
despues de un holocausto 0 un etnocidio no h~y ningun~ ve~~ad obj~tiva a d~terminal', que la busqueda de la verdad conshtuye una lluSlOn propla de OC~Identales sujetos a la idea de la representacion,
constituyen coartadas qmza
peores que las leyes de olvido, la tergiversacion del pasado 0 el silenci? hist6rico tematizados pOI'Orwell 0 los semiologos de Tartu: en el posmOOermsmo.la
busqueda de la verdad se proscribe a priori, porque se decreta que no hay folmgun hecho que pueda establecerse, ninguna certidumbre en lo.que se pe.rclb~,
ningtin concepto que resista su desconstruccion.
Desconstruu
una ClenCla
blanda ha demostrado ser obscenamente facil, mucho mas que abismarse en la
construccion de metOOos falibles.
El giro posmodemo encubre una estrategia que va m.as all~ de la configuracion de etnograffas estilfsticamente novedosas. Se comIenza mocentemente por desconstruir (digamos) la ilusion de Evans-Pritchard
de haber descubierto algo importante sobre Ia "realidad" de determinado orden de cosa~ e?
esta 0 aquella cultura exotica; se sigue cuestionando la busqueda de 10 obJehyo, denostando esa pesquisa como propia de un ~ealismo ~ngenuo ~asado de
mOOa' y se termina cerrando el cfrculo, por abohr cualqmer espeCle de verdad.
contrapelo d~ 10 que afirma su propaganda, el posmodemismo dista de
sel' un movimiento profundamente etico "que no necesita fundamentacion
~n
la ontologfa
en la epistemologfa"; mas bien parece una especie de parodla
epistemologica en la que se denuncian ano~aHas en una ciencia non:nal. fantasmatica, sin que importen (0 buscando dehberadamente)
las contradlCClOnes
y la faIta de refiexividad de su propia estructl1ra; un s~mu~a~ro al que no pa~ece importarle en absoluto responder alas consecuenClas ehcas de sus proplas
premisas.
Algunos posmodemos (igual que, en su momento, algunos fen?menologos) se sienten poHticamente radicalizados, y cla~an cont~a la autondad academica, el colonialismo
y otras plagas de OCCldente; Juzgamos que esta
modalidad combativa es la mas insidiosa, porque antes de invitamos a la refriega ha tornado la precaucion de desconstruir tOOas las armas y de postular
metas alucinantes: derrocar eI predominio de la vision (0 de la palabra), defenestrar la escritura, abolir al sujeto que investiga, fingir que la historia ha te~minado. Exceptuando a Taussig, la eIaboracion de una propuesta de camblO
pOI' parte de los posmodemos es, de hecho, nula: sus bravatas poHticas encu-
A
°
bren un vacfo de programas concretos y una marcada propension hacia 10 inmaterial, simbolizada en el programa interpretativo al que adscriben y en la
busqueda obsesiva de universos de significacion. Y esta propension nunca estuvo historicamente
asociacla a una genuina actitud revolucionaria. Pese a 10
que eI posmOOernismo afirme de sf mismo, esta demasiado claro el hecho de
que sus premisas se pliegan d6cilmente -como
10 denuncio Fredric Jamesonal programa polftico del neoliberalismo.
Si es verosfmil, como los mismos posmodemos afirman, que toda ciencia responde a las condiciones en que
se gesta, debemos prestar atencion a Ias condiciones de sobreabundancia
en
las que se ha gestado el propio posmodernismo y evaluar, a partir de ese anali~
sis, la utilidad 0 la pertinencia de 10 que ellos nos ofrecen de cara alas problematicas locales. Que una propuesta en la que "tOOo vale" nos resulte uta es
por 10 menos dudoso, si es que no es algo peor que eso; decia John Krige que
"todo vale significa, en la practica, que todo siga igual".
Nada mas oportuno que contrastar el exquisito subjetivismo de los posmodemos con una cita de su aborrecido Marvin Harris, a qui en aquellos denigran pol' positivista, cientificista, ingenuo, brutal. Escribe Harris:
La doctrina de que todo hecho es ficci6n y toda ficci6n un hecho, es moralmente
depravada. Confunde al atacado con el atacante; al torturado con el torturador' al
asesinado con el asesino. Que duda cabe que la historia de Dachau nos la pod:fan
contar el miembro de las SS y el prisionero; la de Mylai, el teniente Calley y la
madre arrodillada; la de la Universidad de Kent State, los miembros de la Guardia Nacional y los estudiantes muertos por la espalda. Pero s610 un cretino moral
sostendrfa que todas estas historias son igual de verdaderas (El materialismo cultural, pag. 352).
No se trata de aconsejar aquf la adopci6n lisa y llana del materialismo
cultural fre~te ala marejada posmodema. La cosa no pasa pol' aM; 10 que resulta esenClal es que los acontecimientos referidos pol' Marvin Harris deberfan
formal' parte de la preocupacion antropologica con la misma entidad que las
practicas adivinatorias de los Azande analizadas pol' Evans-Pritchard,
que una
puesta del sol en Samoa descrita pol' Margaret Mead 0 que el despiece ironico
de Iibros ajenos. Y la cosa pasa tambien pOI' el hecho de que el compromiso
con una u otra teorfa antropoI6gica dista de ser una elecci6n polftica y moralmente neutra.
Este pr610go es mas una compensaci6n que un ditiramho. Presentar una
antologfa escrupulosamente
representativa con cuyos contenidos no se esta de
ac~erdo no es una practica habitual en el trabajo academico, pero el dano ya
esta consumado. Sin desconocer que numerosos planteos posmodemos son
dignos de interes, admitimos que nos satisfarfa mas que los rumbos actuales
de la antropologfa fueran otros, de mayor sustancia metOOo16gica y superior
"
instrurnentalidacl. La alternativa hubiera sielo silenciarlos, pero -a eliferencia
de Tyler- conjeLuramos que no se puede ser honesto faltanelo ala verelael. No
agregarernos al inteltexto posrnoderno mas comentarios, pues 10s ensayos que
siguen hacen poco mas que referirse redprocamente.
Valga 10 anterior como
adveltencia y contexto, para que de aqul en adelante la antropologla posmoclerna rnisma haga escuchar su voz en la polifonla del clebate.
Antropologfa
simb6lica

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