nº 29 espeCiaL LiTeRaRiO - Julio 2009

Transcripción

nº 29 espeCiaL LiTeRaRiO - Julio 2009
Mensapiens
Nº 29 ESPECIAL LITERARIO - Julio 2009
Índice
Notas
En busca de la creatividad perdida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
La rima del viejo marinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Palahniuk: la voz de la Generación X . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
La adivinanza veronesa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
Escritos
Ética gatuna
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
¡Catemaco! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
Relato del planeta perdido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
Temblor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
Textos cortos
El regalo de la esquina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
SMS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Poesía
16
Entre la tierra y el cielo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
Días . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
Yaseyavoy
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Arte
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
17
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
20
La mirada del otro
En construcción
MENSAPIENS
Redacción
A75
Agustín Nieto
Aleph
HAR
Hernán Trigo Mogro
Hykui
Luz
María José Rubin
Meca
Noemí Brenta
Pihuma
Taifer
Thomas Hally
Arte
Nicolás Salvático
Traducción
Facundo J. Viana Chaves
Julio Banfi
Corrección
María Luz Ghezzi
Noemí Brenta
Paula Gómez
Roxana Díaz Conte
Diseño y cubierta
Gisel Helouani
Edición
María José Rubin
Las opiniones publicadas en esta revista son
exclusiva responsabilidad de los autores de
cada nota, y no necesariamente representan
las opiniones de Mensa Argentina.
Comentarios, sugerencias y
colaboraciones a:
[email protected]
Editorial
El vértigo de la vida en la ciudad es el escenario en que la mayoría de nosotros actuamos a diario. Compromisos, celeridad, multitud, anonimato: una
vorágine a la que nos hemos acostumbrado y de la cual llegamos a disfrutar
en más de una ocasión.
Pero, aunque a veces sea difícil imaginarlo, este mundo que conocemos no
existe desde siempre. La ciudad moderna tuvo un lugar y una fecha de nacimiento (o, más propiamente dicho, de explosión definitiva), que suele situarse en París,
en los albores del siglo xix. La amplitud de sus bulevares y la velocidad de sus ferrocarriles son algunas de las características que se le asocian más rápidamente.
Desde entonces, cada vez cuesta más pensar no sólo que la ciudad moderna no existía hace apenas dos siglos, sino que además hay otras formas de
vida contemporáneas a ella (aunque no exentas de los efectos de la urbanización). ¿Alguien se imagina, acaso, a kilómetros de cualquier ruta pavimentada, levantándose al alba para cuidar de una granja, o reparando la embarcación en un puerto? Seguramente que sí. ¿Y haciéndolo por siempre, sin otro
objetivo que el hoy, sin pensar en el tiempo como un bien que se pierde si no
nos apuramos, envueltos en el eterno ciclo de las estaciones?
Junto con el nacimiento de la vorágine urbana, también surgió su contrapartida: el ocio. Los tiempos que se dedican a su “práctica” son siempre otros,
son ventanas en la fachada del devenir cotidiano, espacios claramente delimitados. Monet fue uno de los tantísimos artistas, pero también uno de los
primeros, que plasmaron esa faceta en su obra. Y lo hizo –dichoso él– desde
la paz de su barco-taller, mecido por las aguas del Sena.
¿Por qué hablar de pintura en un especial literario? Porque la palabra es la
herramienta que aprendemos a usar desde que nacemos y utilizarla artísticamente
está a la mano de todos (lo cual no significa que todos lo hagamos, ni mucho
menos que lo hagamos “bien”). Si tuviéramos que dibujar ideogramas o construir
objetos para comunicarnos, tal vez muchos de nosotros seríamos pintores, arquitectos o artesanos, y en lugar de revista tendríamos una sala de exposiciones.
Inmerso en la incipiente modernidad de París, Monet eligió trabajar desde
una barca en el río. Tal vez sería demasiado pretensioso pensar en Mensapiens
como en una pequeña barca para cada uno de quienes publicamos en ella,
pero me gusta suponer que es un interesante pincel que tenemos a la mano.
María José Rubin
editorial • Mensapiens 29 I 3
Revista Oficial de Mensa Argentina
Año 9 — Número 29
Especial Literario
Julio de 2009
En busca de la creatividad perdida
NOTAS • Mensapiens 29 I 4
por Hykui
El Bloqueo de Escritor es una de las oscuras pesadillas que acosan a escritores de todo tipo y color, desde los
premios Nobel hasta los bloggers más improvisados: de un
día para el otro, se fue la inspiración; no se sabe sobre qué
escribir; no surge un tema que valga la pena tratar; etc.
En los talleres literarios (si nunca asististe a uno, te
recomiendo que alguna vez hagas la prueba) se suelen ver
varios recursos, ejercicios, técnicas, que se utilizan para
desarrollar la creatividad, incentivar la escritura, animar a
los alumnos a participar de forma más activa y a perderle
el miedo a la hoja en blanco.
La premisa madre es siempre la de “jugar con las palabras,” perderles el miedo, y faltarles un poco el respeto,
para ir ganando confianza de a poco y así comenzar a
escribir. La segunda mejor manera (la primera es leyendo)
de aprender a escribir más o menos bien, de forma incremental, es ¡escribiendo!
¿Te entretienen los juegos de palabras tanto como sospecho? Una de las técnicas con las que me he divertido, y que
me ha ayudado a perderle un poco el miedo a la escritura,
es la de re-escritura de textos: reescribir una obra existente,
modificando sus partes. Existen muchas formas de reescribir,
te presento una de ellas y te invito a ponerla en práctica:
• Elegí un poema escrito por otro (un buen desafío como
poema base puede ser el de algún poeta conocido que
no nos guste, cuyo vocabulario nos moleste).
• Anotá los Sustantivos, Verbos y Adjetivos presentes en
el poema (recomiendo hacer tres columnas separadas).
Descartá todo lo demás.
• Escribir un nuevo poema de la siguiente manera:
-- utilizá todos los sustantivos presentes en el poema
original, respetando número y género del sustantivo
original;
-- utilizá todos los verbos y adjetivos presentes en el poema original, pudiendo modificar número y género;
-- podés repetir los sustantivos, verbos y adjetivos
tantas veces como quieras;
-- podés alterar el orden en que los términos elegidos
aparecen;
-- podés utilizar todos los artículos, preposiciones,
conjunciones y conectores que se te ocurran y
quieras.
¿Les recuerda en algo al consejo de los dadaístas sobre
cómo hacer un poema?
¿Reconocen el poema original oculto en esta reescritura?
Otro
esta vez
cuelgo nombres de madreselvas
vuelvo al balcón
mudo
sueño golondrinas, nidos
contemplo el altar de flores y rocío
aprendo el vuelo de los cristales
otro Dios despierta para adorarme
abre oídos
llama
caen palabras
oscuras, profundas
tiemblo de hermosura
miro absorto
el jugar de gotas
suenan rodillas, arden lágrimas
cuajadas, tupidas
desengañarse
el ala del corazón refrena la dicha
desengañarse
querer tapias en el jardín del amor
desengañarse
escalar la tarde, llamar al día
otro Dios despierta para adorarme
Para hacer un poema dadaísta
Tome un periódico.
Tome unas tijeras.
Elija en ese periódico un artículo que tenga la extensión que usted quiera dar a su poema.
Corte el artículo.
Corte enseguida con cuidado cada una de las palabras
que constituyen ese artículo y póngalas en una bolsa.
Agite suavemente.
Extraiga luego cada trozo uno tras otro en el orden en
que salen de la bolsa.
Copie concienzudamente.
El poema será la viva imagen de usted.
Y usted será “un escritor infinitamente original y de una
exquisita sensibilidad, aunque el vulgo no lo comprenda”.
Tzara, Tristan (1999), Siete manifiestos Dadá, Barcelona, Tusquets.
La rima del viejo marinero
por Taifer
[…]
A terrible curse a thirst has begun
[…]
About his neck, the dead bird is hung.
Tiempo después, la nave tiene un encuentro con la
muerte y la muerte en vida, que llegan en su fantasmagórica embarcación, jugando a los dados en la cubierta.
Death and she Life in Death,
They throw their dice for the crew
She wins the mariner and he belongs to her now.
Al ganar la partida, la muerte en vida decide matar a toda
la tripulación menos al marinero, para que sufra en vida.
One after one by the star dogged moon,
too quick for groan or sigh
each turned his face with a ghastly pang
and cursed me with his eye
four times fifty living men
and I heard nor sigh nor groan
with heavy thump, a lifeless lump,
they dropped down one by one.
Este castigo logra que el marinero cambie su actitud
hacia la vida y bendiga con su corazón a todas las criaturas que Dios creó. Entonces el hechizo comienza a romperse, el albatros que colgaba de su cuello cae al mar, un
eremita rescata y perdona al marinero, y le impone como
penitencia contar su historia.
Then the spell starts to break
The albatross falls from his neck
Sinks down like lead into the sea
Then down in falls comes the rain.
A esta altura, “el invitado de la boda ya es más triste y
sabio, y el relato sigue y sigue y sigue....”.
Tomando la frase del poeta, que dice que “la fantasía
no es otra cosa que un modo de memoria emancipado del
orden del tiempo”, los invito a disfrutar de la canción y a
“recordar” el viaje. g
1
Iron Maiden, “Rime of the Ancient Mariner”, en Powerslave,
EMI, 1984.
2
Coleridge, Samuel, “The Rime of the Ancient Mariner”, en
Lyrical Ballads, with a few other poems, Bristol, Longman, 1798.
NOTAS • Mensapiens 29 I 5
Cuando leí la idea de nuestra editora de publicar un número especial de Mensapiens dedicado a la literatura, lo primero que me vino a la memoria fue una canción llamada
“La rima del viejo marinero”, inspirada en un poema homónimo del inglés Samuel Taylor Coleridge, escrito en 1799. Esta
canción cierra “Powerslave” (1984), de Iron Maiden, álbum
que cumple 25 años el 3 de septiembre próximo. La compuso
Steve Harris, el bajista de la banda, y su letra cita textualmente
fragmentos del poema, que relata la historia de un marino
que intercepta a un hombre cuando éste se dirige a un casamiento, para contarle la historia de su viaje. Comienza con
una partida tranquila, pero luego fuertes tormentas desvían el
barco hacia el sur, hasta los confines de la Antártida, donde
un albatros, augurio de buena suerte, visita la nave.
Sin embargo, el marinero dispara su ballesta contra el
ave y le da muerte; la tripulación se inquieta, temerosa de
que este hecho atraiga la desgracia a la nave.
The mariner kills the bird of good omen
His shipmates cry against what he’s done1
Pero cuando el clima mejora, la tripulación cambia
de opinión y felicita al marino, haciéndose cómplices del
crimen del albatros.
But when the fog clears, they justify him
And make themselves a part of the crime
Por esto reciben como castigo navegar a la deriva y
el sufrimiento de la sed a pesar de que el agua los rodea
por todas partes.
Day after day, day after day,
we stuck nor breath nor motion
as idle as a painted ship upon a painted ocean
Water, water everywhere and
all the boards did shrink
Water, water everywhere nor any drop to drink.2
Entonces la tripulación se vuelve contra el marinero y
lo obligan a llevar el ave colgada de su cuello.
Palahniuk:
la voz de la Generación X
NOTAS • Mensapiens 29 I 6
por Hernán Trigo Mogro
Palahniuk no sólo es
un escritor brillante
por derecho propio, no
sólo escribe historias
atrapantes acerca de
personajes excéntricos
y desequilibrados, no
sólo es él un personaje
en sí mismo. Chuck
representa el fruto
literario, quizás el
más auténtico, de la
Generación X. No es
ni por asomo el único
“Escritor X”, pero sí
es, sin dudas, el mejor
de todos ellos.
Chuck Palahniuk no es un escritor “normal”. Si imagináramos
por un momento que artistas disímiles, de la talla de Borges, García
Márquez, Cortázar, Salinger o Hesse,
pudiesen ser considerados la norma,
lo común, y ponemos a Palahniuk al
lado de este variopinto grupo para
notar que sigue siendo un bicho
raro, podemos comenzar a entender
de qué nivel de anormalidad estamos hablando. Alejado de todo y de
todos, Chuck escribe con un estilo
tan propio como agresivo, tan realista como brutal, tan minimalista
como chocante.
Es justamente este minimalismo
lo que muchos críticos le achacan
como un defecto. Pero Palahniuk
dice que gusta de contar sus historias como las contaría una persona
“de la calle”: usando palabras sencillas y oraciones cortas. ¡Guay de
quien por esto crea que sus obras
carecen de mérito literario! Al contrario, uno no puede sino admirar
la maestría de narrar con la calidad
con la que él narra, limitándose por
propia elección a las herramientas
más simples, más acotadas.
Sin embargo, sus personajes
poco tienen en común con la gente
“de la calle” que pretenden imitar
en el discurso. Son constantes las
digresiones en la narrativa en las
que los protagonistas se detienen
para examinar profundas cuestiones filosóficas y verter las opiniones
más variopintas y excéntricas al respecto. El viejo Chuck dice que esta
clase de paréntesis, junto con otras
herramientas que utiliza con brillan-
te eficiencia, como las referencias
pop y los “datos curiosos”, ayudan
al lector a compenetrarse mejor en
la historia. Y las vueltas de tuerca a
último momento, los narradores no
confiables, y los saltos temporales
en la narrativa (estas historias suelen
comenzar por el final, momento que
el protagonista elige para comenzar
a contarlas) ayudan al lector a sentirse confundido y deseoso de una
segunda lectura más profunda.
Al momento de la inmersión
en las letras, maravilla encontrarse
tan compenetrado, justamente, con
algo tan chocante. El autor posee
una raza muy peculiar de humor:
cínico, delicadamente sarcástico y
negro a más no poder. Pero no es
sólo eso lo que hace controvertidas
y transgresoras a sus historias. Son
las historias mismas, las temáticas,
que resultarían más grotescas aun
si se las edulcorara. Y Chuck disfruta enormemente de esto. Como
muestra basta un botón: su cuento
Guts (“Tripas”, incluido y publicado como parte de la historia en su
novela Haunted), que trata acerca
de accidentes relacionados con la
masturbación, tiene el dudoso honor de haber causado 73 desmayos
en las charlas y sesiones narrativas
en las que Palahniuk fue invitado
a leerlo, dato del que el autor se
vanagloria y que comenta jocosamente a menudo.
Pero no sólo de la revulsión premeditada vive el escritor. Más allá de
sus características de estilo en común, las obras de Chuck Palahniuk
pueden dividirse en dos grandes
Chuck Palahniuk no sólo es un
escritor brillante por derecho propio, no sólo escribe historias atrapantes acerca de personajes excéntricos y desequilibrados, no sólo es
él un personaje en sí mismo. Chuck
representa lo que mucha gente esperó durante mucho tiempo: el fruto literario, quizás el más auténtico,
de la Generación X. Esta generación
de muchachos desencantados, rebeldes, transgresores (en buenos y
malos sentidos), furiosos, nihilistas
y sin embargo emprendedores, terriblemente fructífera en otros aspectos como la música o el cine,
estaba esperando su voz escrita. De
la mano de escritores como Irvine
Welsh, Neil Gaiman o el mismo
Palahniuk, por fin pudo expresarse
en uno de los campos más áridos
de las artes, como es la Literatura.
Y es que el autor que hoy nos ocupa es el máximo exponente literario de esta tendencia. Tanto por el
volumen de su obra, que aumenta
constantemente, como por el nivel
sostenido de calidad que recorre
a la susodicha obra de principio a
fin, e incluso por la propia vida de
Palahniuk, quien parece resuelto
a asemejarse a algunos de sus retorcidos y excéntricos personajes,
como quien predica con el ejemplo.
Chuck Palahniuk no es ni por asomo el único “Escritor X”, pero sí es,
sin dudas, el mejor de todos ellos.
Aun si el lector no es partidario de las temáticas abordadas por
Chuck, o se siente ofendido por su
estilo, bien vale la pena leerlo al menos una vez para escuchar todo lo
que esta generación tiene para decir,
que no es poco. g
NOTAS • Mensapiens 29 I 7
etapas temáticas. La primera está
compuesta por sus cuatro primeras
novelas, y se centra en las peculiares
historias de vida (o de sobrevida) de
personajes marginales, por elección
tanto como por imposición social,
que tienden a la auto-destrucción
como forma de rebelión nihilista.
Esas cuatro primeras obras fueron
Fight Club (El club de la pelea, llevada
al cine por David Finch, con notable
maestría y el beneplácito del autor),
Survivor (Sobreviviente), Invisible
Monsters (Monstruos Invisibles) y
Choke (Asfixia, también adaptada a
la pantalla grande, pero esta vez por
Clark Gregg y con menos éxito que
la obra de Finch).
La segunda etapa, a la cual el
autor llama su “trilogía de horror”,
es la compuesta por las tres novelas Lullaby (Canción de cuna), Diary
(Diario), y Haunted (Embrujada). En
estas obras explora el género del
terror, pero lejos de los escenarios
a los que nos tiene acostumbrados, por ejemplo, un Stephen King,
Palahniuk aborda la narrativa con
la sátira a flor de piel, consiguiendo crear de esta forma historias
que tienen tanto de aterradoras
como de entretenidas y humorísticas. Humorísticas siempre y cuando, claro, el lector pueda apreciar
ese particular humor negro del que
el autor hace gala.
Chuck completa su obra con otras
tres novelas, enmarcadas dentro de
lo que el autor llamó su “trilogía de
ciencia-ficción” (a pesar de presentar unos pocos elementos de este
género), Rant: an Oral Biography
of Buster Casey (Rant: una biografía oral de Buster Casey), Snuff
(Aspirar) y Pygmy (Pigmeo); y con
dos libros de no-ficción: Fugitives
and Refugees: a Walk in Portland,
Oregon (Fugitivos y refugiados:
un paseo en Portland, Oregon) y
Stranger than Fiction: True Stories
(Más extraño que la ficción: historias
reales), ambos recopilaciones de ensayos y artículos periodísticos.
La adivinanza veronesa
por María José Rubin
NOTAS • Mensapiens 29 I 8
Se pareba boves
alba pratalia araba
albo versorio teneba
negro semen seminaba.
Qué entretenidos son los enigmas…
cuando podemos descifrar al menos en qué idioma están. Y acaso
el primer reto que nos plantea la
adivinanza veronesa es ese: descubrir
en qué lengua fue escrita.
A decir verdad, es difícil determinarlo: se trata de un estadio intermedio entre el latín y el italiano (¡casi
podríamos decir que es un eslabón
perdido!). Hallada en los márgenes
de un códice de pergamino, en la
Biblioteca Capitular de Verona, este
indovinello data del siglo IX, y es un
fiel documento de la transición vivida
en esa época desde el lenguaje culto
hacia el lenguaje vulgar.
Pero vamos a intentar traducirlo:
Hacía avanzar los bueyes,1
blancos campos araba,
blanco arado tenía,
negras semillas sembraba.
Gracias al origen latino de nuestra lengua, podemos darnos el lujo
de conservar la rima en dos de los
versos. Pero resulta ser que estas
líneas nos son más cercanas de lo
que podríamos pensar. El mismo
Leopoldo Lugones hace referencia
a una adivinanza curiosamente similar, poniéndola en labios de los
gauchos:2
Pampa blanca,
semillas negras,
cinco vacas,
y una ternera.
Lugones atribuye su origen a las
lejanas tierras albanesas, en donde su
forma original sería:
Semillas negras en campo blanco.
Las siembras con la mano y las recoges con la boca.
Me temo que ya hay suficientes
pistas como para encontrar la respuesta: ¿cuál es el significado del
indovinello veronese? g
1
Esta primera línea ha sido objeto
de múltiples variantes al momento de su traducción. Otras opciones son: “Parecen bueyes”
y “Se los mueve como a bueyes”, o incluso
hasta “Ponía los bueyes frente a sí”.
2
Lugones, Leopoldo (2004), El payador. Antología de poesía y prosa, Ed. Stockcero.
IGOR (MGM 2008)
Conversación entre Brian (tonto y mortal) y Scamper
(inteligente e inmortal)
Brian:
I wanna live forever!
I got plans! And dreams!
Scamper:
Do you want to be trapped in
an endless existential nightmare,
forced to keep living,
even though life is
meaningless and nothing matters?
Brian:
Possibly... (thinking...)
What exactly did you say?
Enviado por Aleph.
Ética gatuna
por Noemí Brenta
Zás, pensé, lo lastimó. Pero no.
El perdidoso se levantó con naturalidad, se alejó caminando por
una cornisa, saltó unos dos metros
hasta otra azotea de baldosas rojas.
No se veía lastimado ni cabizbajo.
Mientras volvía a mi computadora
pensaba que ojalá nuestras peleas humanas se parecieran a esta riña gatuna
sin sangre ni heridas. El vencedor no
pretendía destruir al otro, sólo asegurarse el reconocimiento de su victoria y
sus efectos (¿exclusividad territorial?).
Tampoco se ensañó frente a su rival
sometido. Al perdedor, desde el principio, la pelea no le entusiasmaba, parecía temeroso, tal vez era más débil, o
de naturaleza más pacífica, aunque su
orgullo o instinto le impedían perder
sin batallar un poco y resguardar su
dignidad sin perder el pellejo.g
ESCRITOS • Mensapiens 29 I 9
Estaba escribiendo, cuando un
escándalo de gritos callejeros trajo
una excusa para asomarme al balcón y sentir el sol de la mañana.
Dos gatos peleaban en una terraza
vecina. Llevaba meses casi sin salir
de casa; a medida que la fecha de
entrega se acercaba había suprimido toda actividad no imprescindible, la vida estaba entre paréntesis,
y la riña de gatos vino a quebrar
mi rutina. Me quedé acodada a la
reja, intrigada, viendo qué pasaba,
preguntándome cuándo y cómo
terminaría la lucha, y qué harían
después vencedores y vencidos.
Los dos gatos eran oscuros y
más o menos del mismo tamaño,
no pude distinguir su sexo –el
macho es más grande y la hembra
más pequeña- pero uno atacaba
todo el tiempo, y el otro sólo se
defendía. ¿Qué causaría la trifulca? ¿El territorio? ¿El alimento?
¿El sexo? ¿Cuáles son los equivalentes gatunos del amor, el dinero y el poder, que enloquecen a
los humanos desatando matanza
y guerras? Los gatos se trenzaban y separaban como si un árbitro invisible marcara el comienzo
y final de los rounds. Después de
unas cinco arremetidas el atacado intentó escapar corriendo, pero
el otro lo persiguió y siguieron
gritando y lanzándose zarpazos
y dentelladas en un techo adyacente. De pronto, el michifuz más
pasivo empezó a quedarse tendido
en el suelo, los ataques se volvieron menos agresivos, hasta que el
triunfador se consideró satisfecho
y retornó a su terraza.
¡Catemaco!
ESCRITOS • Mensapiens 29 I 10
por Thomas Hally
Apenas nuestro vuelo de Aero
México aterrizó en la ciudad de
Veracruz, estábamos en la ruta
otra vez. Guadalupe y yo perdimos
poco tiempo. Tomamos un micro
dirigido a Catemaco, un pueblito1
relativamente cercano conocido
por su desbordante población de
brujos y brujas. La especialidad de
los pueblerinos era liberar grupos
de turistas de “conjuros y espíritus
malignos”.
Veracruz es el puerto donde
el Conquistador español Hernán
Cortés apareció repentinamente en
1519 con su banda de rufianes para
unirse a su amante Azteca-Maya,
la hermosa y brillante Malintzin.
Malintzin pronto se volvió conocida como La Malinche por la recién nacida nación mestiza. En
los años subsiguientes el nombre
estuvo (y sigue estando) asociado
con un tipo de “deseo traidor” por
todas las cosas no mexicanas. ¡Mi
esposa pronto se transformaría en
una Malinche!
Nuestro primer encuentro con
una bruja fue raro –más allá del
hecho de que cualquier encuentro con una bruja hubiera sido
raro–. De repente, mientras estábamos mirando los paisajes de
Catemaco, de una choza redonda con techo de paja,
salió corriendo una ágil
anciana de cara arrugada y
tostada, con zancos atados
a sus piernas y moviendo sus
brazos en el aire como propulsores; nos vio y comenzó a “escupir”
improperios en el idioma Nahuatl.
Sostenía un huevo en cada mano.
Entonces, en un español quebrado, se dirigió a mi esposa “¡Oye,
Malinche, están malditos!”. Ella
regañó a Guadalupe, diciéndole
que necesitaríamos una limpia1 o
purificación. Un güero extranjero
u hombre de cabello y complexión
clara europea no se mezcla bien
con una morena1, era la idea general de su mensaje xenofóbico.
Nos asustó al principio, mientras
no podíamos apartar la mirada de
sus dientes laminados con oro –lo
que quedaba de ellos– y de sus penetrantes ojos negros, del color de
las alas de un cuervo.
Ella decidió convertirse en
nuestra amiga y nos ofreció una
limpia1 por un valor aproximado
a 5 dólares, liberándonos de las
cadenas de mi frío y calculador
temperamento “Anglo” y de la naturaleza de Guadalupe, la de una
apasionada latina. Poco sabía esta
vieja dama que yo, de origen céltico, con mi infame “temperamento
irlandés”, era la mitad apasionada
de la familia; ni tenía ella ninguna
sospecha de que mi esposa era la
que siempre se mantenía calmada,
relajada y en control de sí misma.
Aventura era lo que buscábamos, así que, habiéndonos picado
la curiosidad, optamos por aceptar
la limpia1. Vistiendo sólo toallas,
fuimos guiados a un baño de vapor de piedra conocido como temazcalli.
Sentados en un
banco saboreamos
ferantes voces estilo
soprano de las prostitutas negociando con
sus clientes justo afuera
de la puerta, una pelea de puños en el vestíbulo, y el hecho de
que nuestras gruesas toallas nos
hacían picar como loco y estaban
calientes mientras yacíamos desnudos sobre ellas, todo se conjugaba
en una noche miserable. Espiamos
el pasillo que llevaba hacia las habitaciones del segundo piso y fuimos recibidos poco ceremoniosamente en el dialecto local, el cual,
según decían las damas, es llamado
“Nahuatlol”. A ladridos en español
se nos dijo que “¡Dejen de quejarse
y vuelvan a su habitación, o si no!”
El “dialecto”, se nos informo más
tarde, era una confusa mezcla de
español y nahuatl. Recientemente
habíamos oído rumores de sacrificios humanos en el área, gente
“perdiéndose” y cosas por el estilo,
así que tímidamente decidimos actuar como se nos dijo.
Regresamos a la habitación 203,
dando un portazo de frustración y,
en ese instante, dos güijas, o “lagartos de vidrio”, cayeron de la
pared, haciéndose añicos al chocar
contra el suelo. Luego de limpiar
los restos de los reptiles transparentes, Guadalupe y yo descorchamos una botella de vino tinto y
nos dejamos embriagar aún más.
¿Qué más podíamos hacer en una
situación como esta? Analizamos
el humor de nuestro predicamento y, literalmente riéndonos hasta
entrar en un sopor cada vez más
profundo, conseguimos finalmente
cerrar los ojos, lo que tanto nece-
sitábamos. En la
mañana tomamos
una ducha fría, usando nuestro propio champú
como jabón para el cuerpo, y nos
secamos con las toallas que el hotel no nos había dado. Nos vestimos rápidamente e hicimos la salida del hotel a las 11:55 a.m.
Habíamos finalmente llegado al final de nuestra última –y
única– “hechizante” aventura en
Catemaco. Sabiamente, decidimos
tomar un paseo en bote en la laguna. El barquero habilidosamente
hizo un collar de orquídeas de agua
para mi esposa; y nos convenció de
que les lanzáramos las naranjas y
las bananas que habíamos juntado
en el pantano a unos monos araña
que había en la isla en medio del
pequeño lago. De vuelta en la costa, le pagamos sus doce pesos por
el viaje, y le dimos doce más por
el collar. Un cierre muy refrescante
para nuestro “narcótico sueño despierto/pesadilla” en Catemaco.
Esa tarde, en un micro dirigido a Palenque, Chiapas, acordamos gastar algunos pesos más en
hoteles y evitar completamente a
brujos y brujas. 1 g
1
Las voces en cursiva están en español en el original (N. de la E.).
2
“City by the bay”, sobrenombre
usual para San Francisco (N. de la E.).
ESCRITOS • Mensapiens 29 I 11
el aroma de menta fresca, eucalipto, racimos de romero y, para
nuestra gran sorpresa, un poco de
marihuana, colocados en una parrilla sobre un pozo en el piso lleno
de rocas calientes. No nos opusimos. Luego de 20 minutos hirviendo en el temazcalli, vistiendo toallas o desnudos –a la bruja le daba
igual– fuimos guiados de la mano
a una pequeña habitación iluminada por una tenue luz de vela. Doña
Xochitl comenzó a balbucear en
Nahuatl una vez más, pero esta vez
nos golpeaba suavemente con hojas de palma, mientras cantaba una
bendición. Era todo muy agradable
y estábamos cómodos –y más volados que una cometa– mientras ella
lentamente pasaba un huevo desde
nuestras frentes a nuestros torsos,
a nuestros brazos, a nuestras nalgas, hasta nuestros muslos. Luego
de la limpia fuimos directamente al
hotel San Francisco para una muy
necesitada recuperación.
Nuestra estadía en el hotel San
Francisco nos costó el equivalente
a cuatro dólares. ¡Y valía cada centavo1 de ellos! El colchón no tenía sabanas (mantas hubieran sido
poco prácticas) y estaba manchado. La habitación apestaba a mil
diablos. Cuando nos registramos,
¿acaso pensamos que porque el
nombre del hotel era el mismo al
de la Ciudad de la Bahía2 pasaríamos la noche en el lujoso Sheraton
Palace…?
Eran las 2 a.m., e incluso con
nuestras propias toallas limpias
extendidas sobre la cama no nos
podíamos quedar dormidos. La habitación con olor fétido, las voci-
Relato del planeta perdido
por Agustín Nieto
ESCRITOS • Mensapiens 29 I 12
“When the sky seems to clear, who will then be left but a few, me and you.”
Watch The World, Box Car Racer.
Alguna vez, tiempo atrás, escuché acerca de un diminuto planeta. Solitario, lleno de varias criaturas que se
mataban entre sí…
De ellas, la más interesante que encontré fue El Humano.
Unos individuos bastante interesantes. Entre ellos me encontré con uno en particular, jamás lo olvidaré.
Era un simple joven, de no más de 15 años de edad,
bastante alto, algo flacucho pero no demasiado, sus músculos no parecían estar muy entrenados pero se notaba
bastante destreza en esa criatura.
Su cráneo era similar al de los otros de su especie,
además poseía una cantidad de hilos color castaño oscuro
sobre él (en ese mundo solían llamarlo “cabello”). Nunca
olvidaré que el de este sujeto cubría sus ojos con el soplar
del viento. Sus ojos… los humanos pueden ser muy interesantes, aunque nunca los consideré como algo bello,
pero esos ojos, nunca podré olvidarlos…
De cualquier forma, todo lo que sé sobre estas criaturas se limita a lo dicho por este sujeto, al que jamás
pude siquiera preguntarle su nombre; sólo me limitaba a
escuchar lo que tenía para decir.
Había visto a su tierra morir, había visto el cielo oscurecerse, las flores apagarse, el pasto volverse seca y árida
tierra, dura y fría como su alma, y estaba viviendo la autodestrucción de su propia especie. Se lo veía bastante
tranquilo, resignado a su destino, supongo, pero sobre
todas las cosas se lo veía vacío. Su mirada, aunque enfocada, parecía estar en otra parte, y sus palabras, aunque
se entendían, no decían nada.
Cuando llegué al planeta por primera vez fue pura
casualidad, ya que lo creía una leyenda y esperaba encontrarme con amistosas especies, pero todos me despreciaban. La verdad, mi primera impresión de estas criaturas
fue muy mala, no quería volver a ver uno en mi vida,
hasta que por casualidad encontré a alguien que pensaba
igual a mí, y lo más extraño es que era un humano…
Estuve conviviendo con él durante dos largos días…
por algún motivo en ese planeta no se puede observar luz
alguna proveniente del cielo. Según mi buen amigo, se
pudo una vez, pero su propia especie se encargó de que
jamás volviera a ocurrir; ahora sólo se podían apreciar
enormes y oscuras nubes grises. Lo más extraño era que
justificaban todos sus actos con una serie de papeles rectangulares con valores financieros. Por lo visto estos “humanos” no tienen algo similar a nuestros sentimientos…
o eso creía, pero mi amigo me demostró lo contrario. Fue
allí cuando conocí la verdadera razón de su vacío, de su
triste expresión…
Por lo que pude entender, había un sentimiento de
amor en él, era más profundo que cualquier otro sentimiento en aquel miserable y muerto planeta. Había amado a una persona tiempo atrás, lo seguía haciendo, sólo
que ahora ese sentimiento le provocaba dolor, aunque no
parecía tener ninguna herida. Jamás entendí dónde estaba su dolor. Según él era un dolor emocional, uno que
sólo podía aparecer en la mente de algunos humanos.,
De cualquier forma jamás lo entendí. Este sentimiento le
provocaba dolor ya que según él era su culpa que esa persona se hubiera alejado, y no importaba cuanto la buscara, jamás la encontraría; la había perdido, y por eso se
había resignado a morir junto con su planeta.
Decía que su vida había perdido todo sentido, que se
sentía perdido, que sus días ya no tenían sentido, que no
quería despertar si en el día no estaba ella.
Jamás entendí los sentimientos humanos, y aún sigo
sin hacerlo, pero por algún motivo me parecía que entendía a este sujeto. Nunca me había sentido tan a gusto con
alguien, ni siquiera en mi lugar de origen; era como si de
alguna manera estuviéramos conectados.
Luego de escuchar su historia, me confesó el motivo
de su resignación: en las próximas veinticuatro horas su
especie activaría un catastrófico aparato que enviaría a
la tierra a la destrucción total, no porque lo desearan,
sino porque su hambre de poder y sus intenciones de
manipular cosas fuera de su alcance los llevarían a eso.
Creo que ese fue el motivo por el cual nunca nadie volvió a ver a la Tierra.
De cualquier forma decidí quedarme un poco más con
mi joven amigo. Estaba encantado con él, no podía dejar
de escucharlo, así que me atreví a preguntarle si deseaba regresar conmigo a mi planeta. Me miró fijo, pero esta
vez su mirada parecía estar llena de algo, no sabía si era
Hoy, 500 años después, ya cerca de mi final, escribo
esta historia para que alguien sepa que existieron los
humanos, que no fue un simple invento y que eran criaturas verdaderamente fascinantes. Fascinantes, esa es la
palabra… muchos dicen haber visto humanos rondando
el universo, pero yo encontré la verdad: en uno de mis
viajes me tope con el espacio en el que había estado
alguna vez la Tierra, y en sus cercanías, casi al borde
de ser congelado por falta de energía solar, había un
diminuto planeta, en él encontré una pequeña colonia
humana, y entre la basura, una nave muy peculiar, una
que no era humana, era mi nave, la que había dejado, y
en su interior encontré un pequeño trozo de papel con
la escritura:
“El Amor Tiene Razones Que La Razón No Entiende”
Gracias.
Al dar vuelta el papel pude apreciar una foto de aquel
joven, y aunque estaba bastante arruinada pude observar
otra criatura a su lado, por lo visto una hembra de su
especie... Sonreí, guardé la fotografía en mi bolsillo y tras
haber comprendido lo que en realidad le había ocurrido
pude morir en paz.
Diario De Arthur Frigmont, Año 2508.
ESCRITOS • Mensapiens 29 I 13
esperanza o tal vez ese sentimiento había despertado algo
en él. Como decía, me miró fijo y dijo firmemente “no”.
Justificó su respuesta diciendo que una vida en la que ni
siquiera pudiera tener esperanzas de volver a verla no era
vida… y luego antes de que yo pudiera poner cualquier
“pero” dijo una frase que jamás olvidaré: «El amor tiene
razones que la razón no entiende». Fue ahí cuando lo comprendí; comprendí lo que sentía, lo que me estaba diciendo, el porqué de sus ojos vacíos, el porqué de su tristeza…
Al ver mi cara de fascinación, me apretó fuertemente
con sus brazos, según creo le solían llamar abrazo… Me
dio una foto suya y sonriendo me dijo que me fuera antes
de que todo se perdiera, y me encargó contar su historia,
la historia de su especie y de su planeta.
Esa fue la última vez que lo vi, saludando con esa sonrisa despreocupada y esos hilos revoloteando alrededor de
su cara… creo que en el fondo jamás pudo convencerse de
que su planeta desaparecería.
Sólo por si decidía cambiar de opinión, dejé una de
mis naves de emergencia en su residencia, aun así, cuando me alejé lo suficiente del planeta pude ver como un
potente rayo de luz salía del mismo y luego este se reducía a la nada… un extraño líquido comenzó a brotar de
mis ojos, miré hacia atrás y luego emprendí nuevamente
camino hacia mi hogar.
Temblor
ESCRITOS • Mensapiens 29 I 14
por Luz
Me desperté apurada. En diez
minutos un cliente esperaba mi
llamado y necesitaba tomar algo
antes de hablar. Mientras me vestía
miré por la ventana: el cielo gris y
desparejo anunciaba un día frío y
lluvioso. O tal vez algo más, pero
no me detuve a pensarlo. Tapé la
pancita desnuda de Ariadna y corrí
al baño. Abrí el agua caliente, pero
el calefón no encendió. Las sensaciones del último sueño se desvanecieron en mi mente mientras
terminaba de lavarme los dientes,
preguntándome por qué salía tan
poca agua de la canilla. Algo comenzó a suceder justo cuando me
miré en el espejo. Confusa todavía,
buscaba, apenas conciente pero
con urgencia, entender qué pasaba.
Mis piernas temblaban y el espejo
no reflejaba lo que mis ojos veían.
Un vidrio se rompió en algún lugar de la casa, y cuando comprendí
lo que ocurría, mi cara, aun más
pálida, volvió al espejo. La tierra
temblaba, y junto con ella, todo
lo demás, a lo largo de quién sabe
cuántos kilómetros cuadrados. Me
aterra recordar cuánto tiempo me
llevó reaccionar. Largos segundos
parecen haber transcurrido entre
el pensamiento de abrir la puerta
y el simple acto de girar el picaporte. Gastón y Ariadna ya estaban
bajo el marco de la entrada de su
habitación. Carlos desapareció en
algún momento, corrió a ver a su
pequeña familia. Ariadna lloraba,
sin entender por qué la habían
arrebatado de su sueño tibio y
confortable.
¿Cuánto tiempo pasó? No lo sé,
no pude percibirlo, sólo lo estimo
por cálculos posteriores.
Cuando el temblor cesó, alcé a
Ariadna, y los tres salimos al patio.
Grandes cantidades de adrenalina
persistían en mi cuerpo, porque todavía temblaba cuando me senté
con mi hija en los brazos. Arropada
en su mantita celeste, con voz llorosa preguntó: “¿qué fue eso que
pasó, mamá?”
No pude responderle. “¿Pasó?”...
me pregunté, y comencé a llorar.
Quién sabe de dónde provenían
las imágenes de destrucción que
atravesaron mi mente aún antes de
comprender lo que pasaba. Tal vez
información genética, tal vez recuerdos de vidas pasadas... No fue
mi primera experiencia en temblores, pero sí la más fuerte, y la que
más me impresionó. Una especie de
pánico ancestral ante el poder de
la naturaleza reemplazó la desaparecida seguridad cotidiana. Las noticias de desastres naturales en lugares distantes suelen recordarnos
nuestra insignificancia, aunque sea
fugazmente, frente a fuerzas que
no podemos controlar. Pero esta
experiencia, nimia en comparación
con las verdaderas tragedias, me
generó esa sensación con una intensidad incomparable.
La comprensión y los conocimientos acerca del fenómeno parecen inútiles cuando el final es impredecible. Lo único que nos queda
es seguir procedimientos; rezar, tal
vez, luchando para que el terror no
nos paralice o nos enloquezca. g
Textos Cortos
El regalo de la esquina
mirando incluso detrás mío. Algún colectivo, algún
camión quizás, de a ratos me la robaban. Y yo apenas
lo resistía.
Sus ojos oscuros ni una mentira decían, su cabello
negro se ondulaba sutilmente antes de esconderse en
su espalda. Erguida, orgullosa, acariciaba la acera.
El hombre verde del semáforo se iluminó, abriendo
el paso, y ella avanzó. El mundo se volvió un accesorio
y la belleza misma se avergonzó.
Sus pasos eran pinceladas empapadas de color; sus
brazos se hamacaban dirigiendo una sinfonía secreta,
encantadora.
Pasé a su lado sin mirarla, sin mancharla. Apenas
alcancé a rozarla con el alma. No quise voltearme, no
quise perderla. Seguí caminando con la paz de aquel
que inesperadamente encuentra. Dos cuadras adelante, el mediodía brilló furioso... ¡sólo en la noche podía
andar ella!
A75
SMS
De la profundidad de la noche surgen letras, palabras sin dueño que van dibujando unos significados sosos,
devaluados, despojados de sus efectos. Las frases desnudas, avergonzadas… no, ni eso, ni vergüenza les queda.
Sólo las formas, las formas que se contonean orgullosas, ignorantes, pobres tontas notas sin música, caricias sin
manos, pescuezos sin cabeza.
Del otro lado, sólo las tinieblas ininteligibles del pensamiento diluido, el deseo apagado, los matices
sofocados. Cuántas cosas no escritas, cuanto escrito no dicho, cuánta ausencia anestesiada por el medio. Si
sucumbimos a la ilusión de la inmediatez, ilusos, y trocamos el alma por el vértigo de la velocidad; si nos
dejamos engañar, cambiamos presencia por letras desnudas, abrazos calurosos por señales inertes; si apagamos la pasión con fría distancia y nos alejamos en el intento de acercarnos, y borramos lo importante y sólo
dejamos lo esencial en apariencia, en realidad, prescindible; entonces nos cortamos los brazos, nos atamos
las lenguas, y ya no hay posibilidad de amar. Cercenamos el futuro, lo pisoteamos con pies adormecidos, la
mirada perdida en las luces vanidosas y estúpidas del contacto irreal.
Pihuma
TEXTOS CORTOS • Mensapiens 29 I 15
Había sido un largo día en la ciudad, de esos en los
que camino sin necesidad.
¡Cuánto se conoce a la gente al caminar!... un gesto
arrancado de una limosna negada, un portazo innecesario al abandonar un taxi, un grito gratuito a un extraño,
un paso apurado por llegar temprano a ningún lado, una
bocina impertinente y el afán frenético de seguir la corriente siempre presente, me contaban a gritos como era
la gente.
Ya oculto el sol y sus mañas, me dispuse a volver
a casa.
Comencé a cruzarme más a la gente que salía que a
la que llegaba, pues cierto aire de libertad se respiraba
al ver sus caras. Me detuve en la esquina, en medio
de una modesta muchedumbre, donde dos avenidas se
cruzaban. Entonces miré hacia adelante _–una vieja e
inútil costumbre del caminante que descansa– y la vi.
Todos los pasos que di ese día, más aún, todos los
que di en mi vida, se explicaron en aquella esquina.
Como yo, ella esperaba el permiso del semáforo,
Poemas
Yaseyavoy
POEMAS • Mensapiens 29 I 16
En ese preciso momento
justo cuando todos reíamos
nuestras miradas se cruzaron
y supe que vos lo sabias.
No importa el motivo
no importa el lugar
importa con quién estás
importa que te quieran bien.
No importa si es varón
no importa si es mujer
importa con quién estás
importa que te quieran bien.
La felicidad fluye
la felicidad te atraviesa
la felicidad no se queda
la felicidad no te espera.
Aunque los incautos lo ignoren
a veces tenemos melancolía
a veces no queremos hablar con nadie
a veces charlamos con la muerte.
Encontrar la corriente es el principio
pero aprender a verla fluir
y a entender su fugaz instante
es tarea de toda la vida.
Entre la Tierra y el Cielo
¿Por qué
nos dejaste a mitad de camino...
entre la tierra y el cielo?
¿Por qué
no somos inocentes fieras,
en lucha por la supervivencia,
ni somos dioses,
de completa conciencia?
Entre la tierra y el cielo...
Sin reconocer el sino
vamos
y venimos
entre los extremos.
Usando minúsculas herramientas de hombre,
modelamos nuevas pasiones de vuelo,
y provistos de sencillas versiones
levamos nuestros pies del suelo
No tememos:
ni a la fiebre,
ni al viento;
Ni a la nieve, ni a la guerra.
Sólo guardamos un miedo:
el quedar suspendidos...
entre la tierra y el cielo
Aleph
HAR
Días
Es este mi lugar, he sembrado insomnios por tanto tiempo, ahora llevo en mis espaldas
a los frutos de la noche, y mi sangre beben, y en mi cuerpo habitan, y aguardan con
paciencia, pues me saben condenado a ellos.
Por eso mi voz se resquebraja y mi pulso se atormenta.
Por eso es mi paso de sombra y piedra, y enredaderas grises cubren mi piel.
El ángel del recuerdo me acuna, cierra mi ventana y me canta sueños al oído,
y el silencio me duerme, y los frutos germinan y mi cuerpo se enraíza.
Por eso amo todo lo que puedo, son racionadas las migajas que me mantienen aquí.
Meca
Arte
Información sobre la obra:
Título de la Ser
ARTE • Mensapiens 29 I 17
ARTE * Mensapiens 29 I 18
Nicolás Salvático, miembro de Mensa Argentina, inició sus estudios formales de dibujo y pintura en el taller de arte “Ser Humano” con la profesora Marta Curci, a mediados del 2004. Ingresó
en el año 2006 a la Facultad de Artes Visuales “Prilidiano Pueyrredón” del Instituto Universitario
Nacional del Arte, donde actualmente cursa la carrera de Licenciatura en Artes Visuales con
orientación en Pintura.
“En este último trayecto de mi trabajo, indago en un interés personal y recurrente hacia la
figuración del cuerpo humano; no como representación del sujeto, sino como idea de cuerpo
carnal que, aunque cargado de emoción, cobra identidad humana desde su forma y como materia. Despojado de personificación, el cuerpo sensible se encuentra impregnado en un espacio de
atmósfera densa que lo expone, descubriendo perturbado su desnudez.”
ARTE • Mensapiens 29 I 19
En Construcción /////////////////////////
Mensapiens es una revista en constante renovación. Algunos se van, otros
seguimos, y muchos vendrán.
Te invitamos a ser parte de Mensapiens enviando material para las secciones
existentes, para las que proponemos a continuación, ¡y creando otras nuevas!
Todos juntos podemos construir un espacio para divertirnos y compartir los
intereses más diversos. Escribinos a [email protected]
Imágenes /////////////////////////////////////////////////////////
Si te gusta dibujar, tomar fotografías o crear piezas de arte digital, envialas y
las publicaremos en esta sección. ¿Te animás a intentar con un ambigrama?
en construcción • Mensapiens 29 I 20
Reseñas ///////////////////////////////////////////////////////////
¿Leíste un libro nuevo? ¿Querés contarnos de tu película favorita? Música,
cine, teatro, literatura: cualquier obra que puedas recomendarnos (o sobre la
que quieras alertarnos) tiene lugar en la revista. ¡Sólo pedimos que no nos
cuentes el final!
Enigmas //////////////////////////////////////////////////////////
Si sos de los que puede pasar una noche en vela sólo para descifrar un acertijo, este es el lugar para vos. Pensamiento lateral, enigmas y adivinanzas: ¿podés
plantear algo que nadie sea capaz de resolver?
Arte
Información sobre la obra:
Título de la Sereie: “La mirada del otro”.
Autor: Nicolás Salvático.
Técnica: Carbonilla sobre papel misionero.
Medidas: 120 cm x 80 cm (cada una).
ARTE • Mensapiens 29 I 21

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