nº 29 espeCiaL LiTeRaRiO - Julio 2009
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nº 29 espeCiaL LiTeRaRiO - Julio 2009
Mensapiens Nº 29 ESPECIAL LITERARIO - Julio 2009 Índice Notas En busca de la creatividad perdida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 La rima del viejo marinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Palahniuk: la voz de la Generación X . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 La adivinanza veronesa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 Escritos Ética gatuna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 ¡Catemaco! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 Relato del planeta perdido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 Temblor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 Textos cortos El regalo de la esquina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 SMS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Poesía 16 Entre la tierra y el cielo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 Días . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 Yaseyavoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Arte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 La mirada del otro En construcción MENSAPIENS Redacción A75 Agustín Nieto Aleph HAR Hernán Trigo Mogro Hykui Luz María José Rubin Meca Noemí Brenta Pihuma Taifer Thomas Hally Arte Nicolás Salvático Traducción Facundo J. Viana Chaves Julio Banfi Corrección María Luz Ghezzi Noemí Brenta Paula Gómez Roxana Díaz Conte Diseño y cubierta Gisel Helouani Edición María José Rubin Las opiniones publicadas en esta revista son exclusiva responsabilidad de los autores de cada nota, y no necesariamente representan las opiniones de Mensa Argentina. Comentarios, sugerencias y colaboraciones a: [email protected] Editorial El vértigo de la vida en la ciudad es el escenario en que la mayoría de nosotros actuamos a diario. Compromisos, celeridad, multitud, anonimato: una vorágine a la que nos hemos acostumbrado y de la cual llegamos a disfrutar en más de una ocasión. Pero, aunque a veces sea difícil imaginarlo, este mundo que conocemos no existe desde siempre. La ciudad moderna tuvo un lugar y una fecha de nacimiento (o, más propiamente dicho, de explosión definitiva), que suele situarse en París, en los albores del siglo xix. La amplitud de sus bulevares y la velocidad de sus ferrocarriles son algunas de las características que se le asocian más rápidamente. Desde entonces, cada vez cuesta más pensar no sólo que la ciudad moderna no existía hace apenas dos siglos, sino que además hay otras formas de vida contemporáneas a ella (aunque no exentas de los efectos de la urbanización). ¿Alguien se imagina, acaso, a kilómetros de cualquier ruta pavimentada, levantándose al alba para cuidar de una granja, o reparando la embarcación en un puerto? Seguramente que sí. ¿Y haciéndolo por siempre, sin otro objetivo que el hoy, sin pensar en el tiempo como un bien que se pierde si no nos apuramos, envueltos en el eterno ciclo de las estaciones? Junto con el nacimiento de la vorágine urbana, también surgió su contrapartida: el ocio. Los tiempos que se dedican a su “práctica” son siempre otros, son ventanas en la fachada del devenir cotidiano, espacios claramente delimitados. Monet fue uno de los tantísimos artistas, pero también uno de los primeros, que plasmaron esa faceta en su obra. Y lo hizo –dichoso él– desde la paz de su barco-taller, mecido por las aguas del Sena. ¿Por qué hablar de pintura en un especial literario? Porque la palabra es la herramienta que aprendemos a usar desde que nacemos y utilizarla artísticamente está a la mano de todos (lo cual no significa que todos lo hagamos, ni mucho menos que lo hagamos “bien”). Si tuviéramos que dibujar ideogramas o construir objetos para comunicarnos, tal vez muchos de nosotros seríamos pintores, arquitectos o artesanos, y en lugar de revista tendríamos una sala de exposiciones. Inmerso en la incipiente modernidad de París, Monet eligió trabajar desde una barca en el río. Tal vez sería demasiado pretensioso pensar en Mensapiens como en una pequeña barca para cada uno de quienes publicamos en ella, pero me gusta suponer que es un interesante pincel que tenemos a la mano. María José Rubin editorial • Mensapiens 29 I 3 Revista Oficial de Mensa Argentina Año 9 — Número 29 Especial Literario Julio de 2009 En busca de la creatividad perdida NOTAS • Mensapiens 29 I 4 por Hykui El Bloqueo de Escritor es una de las oscuras pesadillas que acosan a escritores de todo tipo y color, desde los premios Nobel hasta los bloggers más improvisados: de un día para el otro, se fue la inspiración; no se sabe sobre qué escribir; no surge un tema que valga la pena tratar; etc. En los talleres literarios (si nunca asististe a uno, te recomiendo que alguna vez hagas la prueba) se suelen ver varios recursos, ejercicios, técnicas, que se utilizan para desarrollar la creatividad, incentivar la escritura, animar a los alumnos a participar de forma más activa y a perderle el miedo a la hoja en blanco. La premisa madre es siempre la de “jugar con las palabras,” perderles el miedo, y faltarles un poco el respeto, para ir ganando confianza de a poco y así comenzar a escribir. La segunda mejor manera (la primera es leyendo) de aprender a escribir más o menos bien, de forma incremental, es ¡escribiendo! ¿Te entretienen los juegos de palabras tanto como sospecho? Una de las técnicas con las que me he divertido, y que me ha ayudado a perderle un poco el miedo a la escritura, es la de re-escritura de textos: reescribir una obra existente, modificando sus partes. Existen muchas formas de reescribir, te presento una de ellas y te invito a ponerla en práctica: • Elegí un poema escrito por otro (un buen desafío como poema base puede ser el de algún poeta conocido que no nos guste, cuyo vocabulario nos moleste). • Anotá los Sustantivos, Verbos y Adjetivos presentes en el poema (recomiendo hacer tres columnas separadas). Descartá todo lo demás. • Escribir un nuevo poema de la siguiente manera: -- utilizá todos los sustantivos presentes en el poema original, respetando número y género del sustantivo original; -- utilizá todos los verbos y adjetivos presentes en el poema original, pudiendo modificar número y género; -- podés repetir los sustantivos, verbos y adjetivos tantas veces como quieras; -- podés alterar el orden en que los términos elegidos aparecen; -- podés utilizar todos los artículos, preposiciones, conjunciones y conectores que se te ocurran y quieras. ¿Les recuerda en algo al consejo de los dadaístas sobre cómo hacer un poema? ¿Reconocen el poema original oculto en esta reescritura? Otro esta vez cuelgo nombres de madreselvas vuelvo al balcón mudo sueño golondrinas, nidos contemplo el altar de flores y rocío aprendo el vuelo de los cristales otro Dios despierta para adorarme abre oídos llama caen palabras oscuras, profundas tiemblo de hermosura miro absorto el jugar de gotas suenan rodillas, arden lágrimas cuajadas, tupidas desengañarse el ala del corazón refrena la dicha desengañarse querer tapias en el jardín del amor desengañarse escalar la tarde, llamar al día otro Dios despierta para adorarme Para hacer un poema dadaísta Tome un periódico. Tome unas tijeras. Elija en ese periódico un artículo que tenga la extensión que usted quiera dar a su poema. Corte el artículo. Corte enseguida con cuidado cada una de las palabras que constituyen ese artículo y póngalas en una bolsa. Agite suavemente. Extraiga luego cada trozo uno tras otro en el orden en que salen de la bolsa. Copie concienzudamente. El poema será la viva imagen de usted. Y usted será “un escritor infinitamente original y de una exquisita sensibilidad, aunque el vulgo no lo comprenda”. Tzara, Tristan (1999), Siete manifiestos Dadá, Barcelona, Tusquets. La rima del viejo marinero por Taifer […] A terrible curse a thirst has begun […] About his neck, the dead bird is hung. Tiempo después, la nave tiene un encuentro con la muerte y la muerte en vida, que llegan en su fantasmagórica embarcación, jugando a los dados en la cubierta. Death and she Life in Death, They throw their dice for the crew She wins the mariner and he belongs to her now. Al ganar la partida, la muerte en vida decide matar a toda la tripulación menos al marinero, para que sufra en vida. One after one by the star dogged moon, too quick for groan or sigh each turned his face with a ghastly pang and cursed me with his eye four times fifty living men and I heard nor sigh nor groan with heavy thump, a lifeless lump, they dropped down one by one. Este castigo logra que el marinero cambie su actitud hacia la vida y bendiga con su corazón a todas las criaturas que Dios creó. Entonces el hechizo comienza a romperse, el albatros que colgaba de su cuello cae al mar, un eremita rescata y perdona al marinero, y le impone como penitencia contar su historia. Then the spell starts to break The albatross falls from his neck Sinks down like lead into the sea Then down in falls comes the rain. A esta altura, “el invitado de la boda ya es más triste y sabio, y el relato sigue y sigue y sigue....”. Tomando la frase del poeta, que dice que “la fantasía no es otra cosa que un modo de memoria emancipado del orden del tiempo”, los invito a disfrutar de la canción y a “recordar” el viaje. g 1 Iron Maiden, “Rime of the Ancient Mariner”, en Powerslave, EMI, 1984. 2 Coleridge, Samuel, “The Rime of the Ancient Mariner”, en Lyrical Ballads, with a few other poems, Bristol, Longman, 1798. NOTAS • Mensapiens 29 I 5 Cuando leí la idea de nuestra editora de publicar un número especial de Mensapiens dedicado a la literatura, lo primero que me vino a la memoria fue una canción llamada “La rima del viejo marinero”, inspirada en un poema homónimo del inglés Samuel Taylor Coleridge, escrito en 1799. Esta canción cierra “Powerslave” (1984), de Iron Maiden, álbum que cumple 25 años el 3 de septiembre próximo. La compuso Steve Harris, el bajista de la banda, y su letra cita textualmente fragmentos del poema, que relata la historia de un marino que intercepta a un hombre cuando éste se dirige a un casamiento, para contarle la historia de su viaje. Comienza con una partida tranquila, pero luego fuertes tormentas desvían el barco hacia el sur, hasta los confines de la Antártida, donde un albatros, augurio de buena suerte, visita la nave. Sin embargo, el marinero dispara su ballesta contra el ave y le da muerte; la tripulación se inquieta, temerosa de que este hecho atraiga la desgracia a la nave. The mariner kills the bird of good omen His shipmates cry against what he’s done1 Pero cuando el clima mejora, la tripulación cambia de opinión y felicita al marino, haciéndose cómplices del crimen del albatros. But when the fog clears, they justify him And make themselves a part of the crime Por esto reciben como castigo navegar a la deriva y el sufrimiento de la sed a pesar de que el agua los rodea por todas partes. Day after day, day after day, we stuck nor breath nor motion as idle as a painted ship upon a painted ocean Water, water everywhere and all the boards did shrink Water, water everywhere nor any drop to drink.2 Entonces la tripulación se vuelve contra el marinero y lo obligan a llevar el ave colgada de su cuello. Palahniuk: la voz de la Generación X NOTAS • Mensapiens 29 I 6 por Hernán Trigo Mogro Palahniuk no sólo es un escritor brillante por derecho propio, no sólo escribe historias atrapantes acerca de personajes excéntricos y desequilibrados, no sólo es él un personaje en sí mismo. Chuck representa el fruto literario, quizás el más auténtico, de la Generación X. No es ni por asomo el único “Escritor X”, pero sí es, sin dudas, el mejor de todos ellos. Chuck Palahniuk no es un escritor “normal”. Si imagináramos por un momento que artistas disímiles, de la talla de Borges, García Márquez, Cortázar, Salinger o Hesse, pudiesen ser considerados la norma, lo común, y ponemos a Palahniuk al lado de este variopinto grupo para notar que sigue siendo un bicho raro, podemos comenzar a entender de qué nivel de anormalidad estamos hablando. Alejado de todo y de todos, Chuck escribe con un estilo tan propio como agresivo, tan realista como brutal, tan minimalista como chocante. Es justamente este minimalismo lo que muchos críticos le achacan como un defecto. Pero Palahniuk dice que gusta de contar sus historias como las contaría una persona “de la calle”: usando palabras sencillas y oraciones cortas. ¡Guay de quien por esto crea que sus obras carecen de mérito literario! Al contrario, uno no puede sino admirar la maestría de narrar con la calidad con la que él narra, limitándose por propia elección a las herramientas más simples, más acotadas. Sin embargo, sus personajes poco tienen en común con la gente “de la calle” que pretenden imitar en el discurso. Son constantes las digresiones en la narrativa en las que los protagonistas se detienen para examinar profundas cuestiones filosóficas y verter las opiniones más variopintas y excéntricas al respecto. El viejo Chuck dice que esta clase de paréntesis, junto con otras herramientas que utiliza con brillan- te eficiencia, como las referencias pop y los “datos curiosos”, ayudan al lector a compenetrarse mejor en la historia. Y las vueltas de tuerca a último momento, los narradores no confiables, y los saltos temporales en la narrativa (estas historias suelen comenzar por el final, momento que el protagonista elige para comenzar a contarlas) ayudan al lector a sentirse confundido y deseoso de una segunda lectura más profunda. Al momento de la inmersión en las letras, maravilla encontrarse tan compenetrado, justamente, con algo tan chocante. El autor posee una raza muy peculiar de humor: cínico, delicadamente sarcástico y negro a más no poder. Pero no es sólo eso lo que hace controvertidas y transgresoras a sus historias. Son las historias mismas, las temáticas, que resultarían más grotescas aun si se las edulcorara. Y Chuck disfruta enormemente de esto. Como muestra basta un botón: su cuento Guts (“Tripas”, incluido y publicado como parte de la historia en su novela Haunted), que trata acerca de accidentes relacionados con la masturbación, tiene el dudoso honor de haber causado 73 desmayos en las charlas y sesiones narrativas en las que Palahniuk fue invitado a leerlo, dato del que el autor se vanagloria y que comenta jocosamente a menudo. Pero no sólo de la revulsión premeditada vive el escritor. Más allá de sus características de estilo en común, las obras de Chuck Palahniuk pueden dividirse en dos grandes Chuck Palahniuk no sólo es un escritor brillante por derecho propio, no sólo escribe historias atrapantes acerca de personajes excéntricos y desequilibrados, no sólo es él un personaje en sí mismo. Chuck representa lo que mucha gente esperó durante mucho tiempo: el fruto literario, quizás el más auténtico, de la Generación X. Esta generación de muchachos desencantados, rebeldes, transgresores (en buenos y malos sentidos), furiosos, nihilistas y sin embargo emprendedores, terriblemente fructífera en otros aspectos como la música o el cine, estaba esperando su voz escrita. De la mano de escritores como Irvine Welsh, Neil Gaiman o el mismo Palahniuk, por fin pudo expresarse en uno de los campos más áridos de las artes, como es la Literatura. Y es que el autor que hoy nos ocupa es el máximo exponente literario de esta tendencia. Tanto por el volumen de su obra, que aumenta constantemente, como por el nivel sostenido de calidad que recorre a la susodicha obra de principio a fin, e incluso por la propia vida de Palahniuk, quien parece resuelto a asemejarse a algunos de sus retorcidos y excéntricos personajes, como quien predica con el ejemplo. Chuck Palahniuk no es ni por asomo el único “Escritor X”, pero sí es, sin dudas, el mejor de todos ellos. Aun si el lector no es partidario de las temáticas abordadas por Chuck, o se siente ofendido por su estilo, bien vale la pena leerlo al menos una vez para escuchar todo lo que esta generación tiene para decir, que no es poco. g NOTAS • Mensapiens 29 I 7 etapas temáticas. La primera está compuesta por sus cuatro primeras novelas, y se centra en las peculiares historias de vida (o de sobrevida) de personajes marginales, por elección tanto como por imposición social, que tienden a la auto-destrucción como forma de rebelión nihilista. Esas cuatro primeras obras fueron Fight Club (El club de la pelea, llevada al cine por David Finch, con notable maestría y el beneplácito del autor), Survivor (Sobreviviente), Invisible Monsters (Monstruos Invisibles) y Choke (Asfixia, también adaptada a la pantalla grande, pero esta vez por Clark Gregg y con menos éxito que la obra de Finch). La segunda etapa, a la cual el autor llama su “trilogía de horror”, es la compuesta por las tres novelas Lullaby (Canción de cuna), Diary (Diario), y Haunted (Embrujada). En estas obras explora el género del terror, pero lejos de los escenarios a los que nos tiene acostumbrados, por ejemplo, un Stephen King, Palahniuk aborda la narrativa con la sátira a flor de piel, consiguiendo crear de esta forma historias que tienen tanto de aterradoras como de entretenidas y humorísticas. Humorísticas siempre y cuando, claro, el lector pueda apreciar ese particular humor negro del que el autor hace gala. Chuck completa su obra con otras tres novelas, enmarcadas dentro de lo que el autor llamó su “trilogía de ciencia-ficción” (a pesar de presentar unos pocos elementos de este género), Rant: an Oral Biography of Buster Casey (Rant: una biografía oral de Buster Casey), Snuff (Aspirar) y Pygmy (Pigmeo); y con dos libros de no-ficción: Fugitives and Refugees: a Walk in Portland, Oregon (Fugitivos y refugiados: un paseo en Portland, Oregon) y Stranger than Fiction: True Stories (Más extraño que la ficción: historias reales), ambos recopilaciones de ensayos y artículos periodísticos. La adivinanza veronesa por María José Rubin NOTAS • Mensapiens 29 I 8 Se pareba boves alba pratalia araba albo versorio teneba negro semen seminaba. Qué entretenidos son los enigmas… cuando podemos descifrar al menos en qué idioma están. Y acaso el primer reto que nos plantea la adivinanza veronesa es ese: descubrir en qué lengua fue escrita. A decir verdad, es difícil determinarlo: se trata de un estadio intermedio entre el latín y el italiano (¡casi podríamos decir que es un eslabón perdido!). Hallada en los márgenes de un códice de pergamino, en la Biblioteca Capitular de Verona, este indovinello data del siglo IX, y es un fiel documento de la transición vivida en esa época desde el lenguaje culto hacia el lenguaje vulgar. Pero vamos a intentar traducirlo: Hacía avanzar los bueyes,1 blancos campos araba, blanco arado tenía, negras semillas sembraba. Gracias al origen latino de nuestra lengua, podemos darnos el lujo de conservar la rima en dos de los versos. Pero resulta ser que estas líneas nos son más cercanas de lo que podríamos pensar. El mismo Leopoldo Lugones hace referencia a una adivinanza curiosamente similar, poniéndola en labios de los gauchos:2 Pampa blanca, semillas negras, cinco vacas, y una ternera. Lugones atribuye su origen a las lejanas tierras albanesas, en donde su forma original sería: Semillas negras en campo blanco. Las siembras con la mano y las recoges con la boca. Me temo que ya hay suficientes pistas como para encontrar la respuesta: ¿cuál es el significado del indovinello veronese? g 1 Esta primera línea ha sido objeto de múltiples variantes al momento de su traducción. Otras opciones son: “Parecen bueyes” y “Se los mueve como a bueyes”, o incluso hasta “Ponía los bueyes frente a sí”. 2 Lugones, Leopoldo (2004), El payador. Antología de poesía y prosa, Ed. Stockcero. IGOR (MGM 2008) Conversación entre Brian (tonto y mortal) y Scamper (inteligente e inmortal) Brian: I wanna live forever! I got plans! And dreams! Scamper: Do you want to be trapped in an endless existential nightmare, forced to keep living, even though life is meaningless and nothing matters? Brian: Possibly... (thinking...) What exactly did you say? Enviado por Aleph. Ética gatuna por Noemí Brenta Zás, pensé, lo lastimó. Pero no. El perdidoso se levantó con naturalidad, se alejó caminando por una cornisa, saltó unos dos metros hasta otra azotea de baldosas rojas. No se veía lastimado ni cabizbajo. Mientras volvía a mi computadora pensaba que ojalá nuestras peleas humanas se parecieran a esta riña gatuna sin sangre ni heridas. El vencedor no pretendía destruir al otro, sólo asegurarse el reconocimiento de su victoria y sus efectos (¿exclusividad territorial?). Tampoco se ensañó frente a su rival sometido. Al perdedor, desde el principio, la pelea no le entusiasmaba, parecía temeroso, tal vez era más débil, o de naturaleza más pacífica, aunque su orgullo o instinto le impedían perder sin batallar un poco y resguardar su dignidad sin perder el pellejo.g ESCRITOS • Mensapiens 29 I 9 Estaba escribiendo, cuando un escándalo de gritos callejeros trajo una excusa para asomarme al balcón y sentir el sol de la mañana. Dos gatos peleaban en una terraza vecina. Llevaba meses casi sin salir de casa; a medida que la fecha de entrega se acercaba había suprimido toda actividad no imprescindible, la vida estaba entre paréntesis, y la riña de gatos vino a quebrar mi rutina. Me quedé acodada a la reja, intrigada, viendo qué pasaba, preguntándome cuándo y cómo terminaría la lucha, y qué harían después vencedores y vencidos. Los dos gatos eran oscuros y más o menos del mismo tamaño, no pude distinguir su sexo –el macho es más grande y la hembra más pequeña- pero uno atacaba todo el tiempo, y el otro sólo se defendía. ¿Qué causaría la trifulca? ¿El territorio? ¿El alimento? ¿El sexo? ¿Cuáles son los equivalentes gatunos del amor, el dinero y el poder, que enloquecen a los humanos desatando matanza y guerras? Los gatos se trenzaban y separaban como si un árbitro invisible marcara el comienzo y final de los rounds. Después de unas cinco arremetidas el atacado intentó escapar corriendo, pero el otro lo persiguió y siguieron gritando y lanzándose zarpazos y dentelladas en un techo adyacente. De pronto, el michifuz más pasivo empezó a quedarse tendido en el suelo, los ataques se volvieron menos agresivos, hasta que el triunfador se consideró satisfecho y retornó a su terraza. ¡Catemaco! ESCRITOS • Mensapiens 29 I 10 por Thomas Hally Apenas nuestro vuelo de Aero México aterrizó en la ciudad de Veracruz, estábamos en la ruta otra vez. Guadalupe y yo perdimos poco tiempo. Tomamos un micro dirigido a Catemaco, un pueblito1 relativamente cercano conocido por su desbordante población de brujos y brujas. La especialidad de los pueblerinos era liberar grupos de turistas de “conjuros y espíritus malignos”. Veracruz es el puerto donde el Conquistador español Hernán Cortés apareció repentinamente en 1519 con su banda de rufianes para unirse a su amante Azteca-Maya, la hermosa y brillante Malintzin. Malintzin pronto se volvió conocida como La Malinche por la recién nacida nación mestiza. En los años subsiguientes el nombre estuvo (y sigue estando) asociado con un tipo de “deseo traidor” por todas las cosas no mexicanas. ¡Mi esposa pronto se transformaría en una Malinche! Nuestro primer encuentro con una bruja fue raro –más allá del hecho de que cualquier encuentro con una bruja hubiera sido raro–. De repente, mientras estábamos mirando los paisajes de Catemaco, de una choza redonda con techo de paja, salió corriendo una ágil anciana de cara arrugada y tostada, con zancos atados a sus piernas y moviendo sus brazos en el aire como propulsores; nos vio y comenzó a “escupir” improperios en el idioma Nahuatl. Sostenía un huevo en cada mano. Entonces, en un español quebrado, se dirigió a mi esposa “¡Oye, Malinche, están malditos!”. Ella regañó a Guadalupe, diciéndole que necesitaríamos una limpia1 o purificación. Un güero extranjero u hombre de cabello y complexión clara europea no se mezcla bien con una morena1, era la idea general de su mensaje xenofóbico. Nos asustó al principio, mientras no podíamos apartar la mirada de sus dientes laminados con oro –lo que quedaba de ellos– y de sus penetrantes ojos negros, del color de las alas de un cuervo. Ella decidió convertirse en nuestra amiga y nos ofreció una limpia1 por un valor aproximado a 5 dólares, liberándonos de las cadenas de mi frío y calculador temperamento “Anglo” y de la naturaleza de Guadalupe, la de una apasionada latina. Poco sabía esta vieja dama que yo, de origen céltico, con mi infame “temperamento irlandés”, era la mitad apasionada de la familia; ni tenía ella ninguna sospecha de que mi esposa era la que siempre se mantenía calmada, relajada y en control de sí misma. Aventura era lo que buscábamos, así que, habiéndonos picado la curiosidad, optamos por aceptar la limpia1. Vistiendo sólo toallas, fuimos guiados a un baño de vapor de piedra conocido como temazcalli. Sentados en un banco saboreamos ferantes voces estilo soprano de las prostitutas negociando con sus clientes justo afuera de la puerta, una pelea de puños en el vestíbulo, y el hecho de que nuestras gruesas toallas nos hacían picar como loco y estaban calientes mientras yacíamos desnudos sobre ellas, todo se conjugaba en una noche miserable. Espiamos el pasillo que llevaba hacia las habitaciones del segundo piso y fuimos recibidos poco ceremoniosamente en el dialecto local, el cual, según decían las damas, es llamado “Nahuatlol”. A ladridos en español se nos dijo que “¡Dejen de quejarse y vuelvan a su habitación, o si no!” El “dialecto”, se nos informo más tarde, era una confusa mezcla de español y nahuatl. Recientemente habíamos oído rumores de sacrificios humanos en el área, gente “perdiéndose” y cosas por el estilo, así que tímidamente decidimos actuar como se nos dijo. Regresamos a la habitación 203, dando un portazo de frustración y, en ese instante, dos güijas, o “lagartos de vidrio”, cayeron de la pared, haciéndose añicos al chocar contra el suelo. Luego de limpiar los restos de los reptiles transparentes, Guadalupe y yo descorchamos una botella de vino tinto y nos dejamos embriagar aún más. ¿Qué más podíamos hacer en una situación como esta? Analizamos el humor de nuestro predicamento y, literalmente riéndonos hasta entrar en un sopor cada vez más profundo, conseguimos finalmente cerrar los ojos, lo que tanto nece- sitábamos. En la mañana tomamos una ducha fría, usando nuestro propio champú como jabón para el cuerpo, y nos secamos con las toallas que el hotel no nos había dado. Nos vestimos rápidamente e hicimos la salida del hotel a las 11:55 a.m. Habíamos finalmente llegado al final de nuestra última –y única– “hechizante” aventura en Catemaco. Sabiamente, decidimos tomar un paseo en bote en la laguna. El barquero habilidosamente hizo un collar de orquídeas de agua para mi esposa; y nos convenció de que les lanzáramos las naranjas y las bananas que habíamos juntado en el pantano a unos monos araña que había en la isla en medio del pequeño lago. De vuelta en la costa, le pagamos sus doce pesos por el viaje, y le dimos doce más por el collar. Un cierre muy refrescante para nuestro “narcótico sueño despierto/pesadilla” en Catemaco. Esa tarde, en un micro dirigido a Palenque, Chiapas, acordamos gastar algunos pesos más en hoteles y evitar completamente a brujos y brujas. 1 g 1 Las voces en cursiva están en español en el original (N. de la E.). 2 “City by the bay”, sobrenombre usual para San Francisco (N. de la E.). ESCRITOS • Mensapiens 29 I 11 el aroma de menta fresca, eucalipto, racimos de romero y, para nuestra gran sorpresa, un poco de marihuana, colocados en una parrilla sobre un pozo en el piso lleno de rocas calientes. No nos opusimos. Luego de 20 minutos hirviendo en el temazcalli, vistiendo toallas o desnudos –a la bruja le daba igual– fuimos guiados de la mano a una pequeña habitación iluminada por una tenue luz de vela. Doña Xochitl comenzó a balbucear en Nahuatl una vez más, pero esta vez nos golpeaba suavemente con hojas de palma, mientras cantaba una bendición. Era todo muy agradable y estábamos cómodos –y más volados que una cometa– mientras ella lentamente pasaba un huevo desde nuestras frentes a nuestros torsos, a nuestros brazos, a nuestras nalgas, hasta nuestros muslos. Luego de la limpia fuimos directamente al hotel San Francisco para una muy necesitada recuperación. Nuestra estadía en el hotel San Francisco nos costó el equivalente a cuatro dólares. ¡Y valía cada centavo1 de ellos! El colchón no tenía sabanas (mantas hubieran sido poco prácticas) y estaba manchado. La habitación apestaba a mil diablos. Cuando nos registramos, ¿acaso pensamos que porque el nombre del hotel era el mismo al de la Ciudad de la Bahía2 pasaríamos la noche en el lujoso Sheraton Palace…? Eran las 2 a.m., e incluso con nuestras propias toallas limpias extendidas sobre la cama no nos podíamos quedar dormidos. La habitación con olor fétido, las voci- Relato del planeta perdido por Agustín Nieto ESCRITOS • Mensapiens 29 I 12 “When the sky seems to clear, who will then be left but a few, me and you.” Watch The World, Box Car Racer. Alguna vez, tiempo atrás, escuché acerca de un diminuto planeta. Solitario, lleno de varias criaturas que se mataban entre sí… De ellas, la más interesante que encontré fue El Humano. Unos individuos bastante interesantes. Entre ellos me encontré con uno en particular, jamás lo olvidaré. Era un simple joven, de no más de 15 años de edad, bastante alto, algo flacucho pero no demasiado, sus músculos no parecían estar muy entrenados pero se notaba bastante destreza en esa criatura. Su cráneo era similar al de los otros de su especie, además poseía una cantidad de hilos color castaño oscuro sobre él (en ese mundo solían llamarlo “cabello”). Nunca olvidaré que el de este sujeto cubría sus ojos con el soplar del viento. Sus ojos… los humanos pueden ser muy interesantes, aunque nunca los consideré como algo bello, pero esos ojos, nunca podré olvidarlos… De cualquier forma, todo lo que sé sobre estas criaturas se limita a lo dicho por este sujeto, al que jamás pude siquiera preguntarle su nombre; sólo me limitaba a escuchar lo que tenía para decir. Había visto a su tierra morir, había visto el cielo oscurecerse, las flores apagarse, el pasto volverse seca y árida tierra, dura y fría como su alma, y estaba viviendo la autodestrucción de su propia especie. Se lo veía bastante tranquilo, resignado a su destino, supongo, pero sobre todas las cosas se lo veía vacío. Su mirada, aunque enfocada, parecía estar en otra parte, y sus palabras, aunque se entendían, no decían nada. Cuando llegué al planeta por primera vez fue pura casualidad, ya que lo creía una leyenda y esperaba encontrarme con amistosas especies, pero todos me despreciaban. La verdad, mi primera impresión de estas criaturas fue muy mala, no quería volver a ver uno en mi vida, hasta que por casualidad encontré a alguien que pensaba igual a mí, y lo más extraño es que era un humano… Estuve conviviendo con él durante dos largos días… por algún motivo en ese planeta no se puede observar luz alguna proveniente del cielo. Según mi buen amigo, se pudo una vez, pero su propia especie se encargó de que jamás volviera a ocurrir; ahora sólo se podían apreciar enormes y oscuras nubes grises. Lo más extraño era que justificaban todos sus actos con una serie de papeles rectangulares con valores financieros. Por lo visto estos “humanos” no tienen algo similar a nuestros sentimientos… o eso creía, pero mi amigo me demostró lo contrario. Fue allí cuando conocí la verdadera razón de su vacío, de su triste expresión… Por lo que pude entender, había un sentimiento de amor en él, era más profundo que cualquier otro sentimiento en aquel miserable y muerto planeta. Había amado a una persona tiempo atrás, lo seguía haciendo, sólo que ahora ese sentimiento le provocaba dolor, aunque no parecía tener ninguna herida. Jamás entendí dónde estaba su dolor. Según él era un dolor emocional, uno que sólo podía aparecer en la mente de algunos humanos., De cualquier forma jamás lo entendí. Este sentimiento le provocaba dolor ya que según él era su culpa que esa persona se hubiera alejado, y no importaba cuanto la buscara, jamás la encontraría; la había perdido, y por eso se había resignado a morir junto con su planeta. Decía que su vida había perdido todo sentido, que se sentía perdido, que sus días ya no tenían sentido, que no quería despertar si en el día no estaba ella. Jamás entendí los sentimientos humanos, y aún sigo sin hacerlo, pero por algún motivo me parecía que entendía a este sujeto. Nunca me había sentido tan a gusto con alguien, ni siquiera en mi lugar de origen; era como si de alguna manera estuviéramos conectados. Luego de escuchar su historia, me confesó el motivo de su resignación: en las próximas veinticuatro horas su especie activaría un catastrófico aparato que enviaría a la tierra a la destrucción total, no porque lo desearan, sino porque su hambre de poder y sus intenciones de manipular cosas fuera de su alcance los llevarían a eso. Creo que ese fue el motivo por el cual nunca nadie volvió a ver a la Tierra. De cualquier forma decidí quedarme un poco más con mi joven amigo. Estaba encantado con él, no podía dejar de escucharlo, así que me atreví a preguntarle si deseaba regresar conmigo a mi planeta. Me miró fijo, pero esta vez su mirada parecía estar llena de algo, no sabía si era Hoy, 500 años después, ya cerca de mi final, escribo esta historia para que alguien sepa que existieron los humanos, que no fue un simple invento y que eran criaturas verdaderamente fascinantes. Fascinantes, esa es la palabra… muchos dicen haber visto humanos rondando el universo, pero yo encontré la verdad: en uno de mis viajes me tope con el espacio en el que había estado alguna vez la Tierra, y en sus cercanías, casi al borde de ser congelado por falta de energía solar, había un diminuto planeta, en él encontré una pequeña colonia humana, y entre la basura, una nave muy peculiar, una que no era humana, era mi nave, la que había dejado, y en su interior encontré un pequeño trozo de papel con la escritura: “El Amor Tiene Razones Que La Razón No Entiende” Gracias. Al dar vuelta el papel pude apreciar una foto de aquel joven, y aunque estaba bastante arruinada pude observar otra criatura a su lado, por lo visto una hembra de su especie... Sonreí, guardé la fotografía en mi bolsillo y tras haber comprendido lo que en realidad le había ocurrido pude morir en paz. Diario De Arthur Frigmont, Año 2508. ESCRITOS • Mensapiens 29 I 13 esperanza o tal vez ese sentimiento había despertado algo en él. Como decía, me miró fijo y dijo firmemente “no”. Justificó su respuesta diciendo que una vida en la que ni siquiera pudiera tener esperanzas de volver a verla no era vida… y luego antes de que yo pudiera poner cualquier “pero” dijo una frase que jamás olvidaré: «El amor tiene razones que la razón no entiende». Fue ahí cuando lo comprendí; comprendí lo que sentía, lo que me estaba diciendo, el porqué de sus ojos vacíos, el porqué de su tristeza… Al ver mi cara de fascinación, me apretó fuertemente con sus brazos, según creo le solían llamar abrazo… Me dio una foto suya y sonriendo me dijo que me fuera antes de que todo se perdiera, y me encargó contar su historia, la historia de su especie y de su planeta. Esa fue la última vez que lo vi, saludando con esa sonrisa despreocupada y esos hilos revoloteando alrededor de su cara… creo que en el fondo jamás pudo convencerse de que su planeta desaparecería. Sólo por si decidía cambiar de opinión, dejé una de mis naves de emergencia en su residencia, aun así, cuando me alejé lo suficiente del planeta pude ver como un potente rayo de luz salía del mismo y luego este se reducía a la nada… un extraño líquido comenzó a brotar de mis ojos, miré hacia atrás y luego emprendí nuevamente camino hacia mi hogar. Temblor ESCRITOS • Mensapiens 29 I 14 por Luz Me desperté apurada. En diez minutos un cliente esperaba mi llamado y necesitaba tomar algo antes de hablar. Mientras me vestía miré por la ventana: el cielo gris y desparejo anunciaba un día frío y lluvioso. O tal vez algo más, pero no me detuve a pensarlo. Tapé la pancita desnuda de Ariadna y corrí al baño. Abrí el agua caliente, pero el calefón no encendió. Las sensaciones del último sueño se desvanecieron en mi mente mientras terminaba de lavarme los dientes, preguntándome por qué salía tan poca agua de la canilla. Algo comenzó a suceder justo cuando me miré en el espejo. Confusa todavía, buscaba, apenas conciente pero con urgencia, entender qué pasaba. Mis piernas temblaban y el espejo no reflejaba lo que mis ojos veían. Un vidrio se rompió en algún lugar de la casa, y cuando comprendí lo que ocurría, mi cara, aun más pálida, volvió al espejo. La tierra temblaba, y junto con ella, todo lo demás, a lo largo de quién sabe cuántos kilómetros cuadrados. Me aterra recordar cuánto tiempo me llevó reaccionar. Largos segundos parecen haber transcurrido entre el pensamiento de abrir la puerta y el simple acto de girar el picaporte. Gastón y Ariadna ya estaban bajo el marco de la entrada de su habitación. Carlos desapareció en algún momento, corrió a ver a su pequeña familia. Ariadna lloraba, sin entender por qué la habían arrebatado de su sueño tibio y confortable. ¿Cuánto tiempo pasó? No lo sé, no pude percibirlo, sólo lo estimo por cálculos posteriores. Cuando el temblor cesó, alcé a Ariadna, y los tres salimos al patio. Grandes cantidades de adrenalina persistían en mi cuerpo, porque todavía temblaba cuando me senté con mi hija en los brazos. Arropada en su mantita celeste, con voz llorosa preguntó: “¿qué fue eso que pasó, mamá?” No pude responderle. “¿Pasó?”... me pregunté, y comencé a llorar. Quién sabe de dónde provenían las imágenes de destrucción que atravesaron mi mente aún antes de comprender lo que pasaba. Tal vez información genética, tal vez recuerdos de vidas pasadas... No fue mi primera experiencia en temblores, pero sí la más fuerte, y la que más me impresionó. Una especie de pánico ancestral ante el poder de la naturaleza reemplazó la desaparecida seguridad cotidiana. Las noticias de desastres naturales en lugares distantes suelen recordarnos nuestra insignificancia, aunque sea fugazmente, frente a fuerzas que no podemos controlar. Pero esta experiencia, nimia en comparación con las verdaderas tragedias, me generó esa sensación con una intensidad incomparable. La comprensión y los conocimientos acerca del fenómeno parecen inútiles cuando el final es impredecible. Lo único que nos queda es seguir procedimientos; rezar, tal vez, luchando para que el terror no nos paralice o nos enloquezca. g Textos Cortos El regalo de la esquina mirando incluso detrás mío. Algún colectivo, algún camión quizás, de a ratos me la robaban. Y yo apenas lo resistía. Sus ojos oscuros ni una mentira decían, su cabello negro se ondulaba sutilmente antes de esconderse en su espalda. Erguida, orgullosa, acariciaba la acera. El hombre verde del semáforo se iluminó, abriendo el paso, y ella avanzó. El mundo se volvió un accesorio y la belleza misma se avergonzó. Sus pasos eran pinceladas empapadas de color; sus brazos se hamacaban dirigiendo una sinfonía secreta, encantadora. Pasé a su lado sin mirarla, sin mancharla. Apenas alcancé a rozarla con el alma. No quise voltearme, no quise perderla. Seguí caminando con la paz de aquel que inesperadamente encuentra. Dos cuadras adelante, el mediodía brilló furioso... ¡sólo en la noche podía andar ella! A75 SMS De la profundidad de la noche surgen letras, palabras sin dueño que van dibujando unos significados sosos, devaluados, despojados de sus efectos. Las frases desnudas, avergonzadas… no, ni eso, ni vergüenza les queda. Sólo las formas, las formas que se contonean orgullosas, ignorantes, pobres tontas notas sin música, caricias sin manos, pescuezos sin cabeza. Del otro lado, sólo las tinieblas ininteligibles del pensamiento diluido, el deseo apagado, los matices sofocados. Cuántas cosas no escritas, cuanto escrito no dicho, cuánta ausencia anestesiada por el medio. Si sucumbimos a la ilusión de la inmediatez, ilusos, y trocamos el alma por el vértigo de la velocidad; si nos dejamos engañar, cambiamos presencia por letras desnudas, abrazos calurosos por señales inertes; si apagamos la pasión con fría distancia y nos alejamos en el intento de acercarnos, y borramos lo importante y sólo dejamos lo esencial en apariencia, en realidad, prescindible; entonces nos cortamos los brazos, nos atamos las lenguas, y ya no hay posibilidad de amar. Cercenamos el futuro, lo pisoteamos con pies adormecidos, la mirada perdida en las luces vanidosas y estúpidas del contacto irreal. Pihuma TEXTOS CORTOS • Mensapiens 29 I 15 Había sido un largo día en la ciudad, de esos en los que camino sin necesidad. ¡Cuánto se conoce a la gente al caminar!... un gesto arrancado de una limosna negada, un portazo innecesario al abandonar un taxi, un grito gratuito a un extraño, un paso apurado por llegar temprano a ningún lado, una bocina impertinente y el afán frenético de seguir la corriente siempre presente, me contaban a gritos como era la gente. Ya oculto el sol y sus mañas, me dispuse a volver a casa. Comencé a cruzarme más a la gente que salía que a la que llegaba, pues cierto aire de libertad se respiraba al ver sus caras. Me detuve en la esquina, en medio de una modesta muchedumbre, donde dos avenidas se cruzaban. Entonces miré hacia adelante _–una vieja e inútil costumbre del caminante que descansa– y la vi. Todos los pasos que di ese día, más aún, todos los que di en mi vida, se explicaron en aquella esquina. Como yo, ella esperaba el permiso del semáforo, Poemas Yaseyavoy POEMAS • Mensapiens 29 I 16 En ese preciso momento justo cuando todos reíamos nuestras miradas se cruzaron y supe que vos lo sabias. No importa el motivo no importa el lugar importa con quién estás importa que te quieran bien. No importa si es varón no importa si es mujer importa con quién estás importa que te quieran bien. La felicidad fluye la felicidad te atraviesa la felicidad no se queda la felicidad no te espera. Aunque los incautos lo ignoren a veces tenemos melancolía a veces no queremos hablar con nadie a veces charlamos con la muerte. Encontrar la corriente es el principio pero aprender a verla fluir y a entender su fugaz instante es tarea de toda la vida. Entre la Tierra y el Cielo ¿Por qué nos dejaste a mitad de camino... entre la tierra y el cielo? ¿Por qué no somos inocentes fieras, en lucha por la supervivencia, ni somos dioses, de completa conciencia? Entre la tierra y el cielo... Sin reconocer el sino vamos y venimos entre los extremos. Usando minúsculas herramientas de hombre, modelamos nuevas pasiones de vuelo, y provistos de sencillas versiones levamos nuestros pies del suelo No tememos: ni a la fiebre, ni al viento; Ni a la nieve, ni a la guerra. Sólo guardamos un miedo: el quedar suspendidos... entre la tierra y el cielo Aleph HAR Días Es este mi lugar, he sembrado insomnios por tanto tiempo, ahora llevo en mis espaldas a los frutos de la noche, y mi sangre beben, y en mi cuerpo habitan, y aguardan con paciencia, pues me saben condenado a ellos. Por eso mi voz se resquebraja y mi pulso se atormenta. Por eso es mi paso de sombra y piedra, y enredaderas grises cubren mi piel. El ángel del recuerdo me acuna, cierra mi ventana y me canta sueños al oído, y el silencio me duerme, y los frutos germinan y mi cuerpo se enraíza. Por eso amo todo lo que puedo, son racionadas las migajas que me mantienen aquí. Meca Arte Información sobre la obra: Título de la Ser ARTE • Mensapiens 29 I 17 ARTE * Mensapiens 29 I 18 Nicolás Salvático, miembro de Mensa Argentina, inició sus estudios formales de dibujo y pintura en el taller de arte “Ser Humano” con la profesora Marta Curci, a mediados del 2004. Ingresó en el año 2006 a la Facultad de Artes Visuales “Prilidiano Pueyrredón” del Instituto Universitario Nacional del Arte, donde actualmente cursa la carrera de Licenciatura en Artes Visuales con orientación en Pintura. “En este último trayecto de mi trabajo, indago en un interés personal y recurrente hacia la figuración del cuerpo humano; no como representación del sujeto, sino como idea de cuerpo carnal que, aunque cargado de emoción, cobra identidad humana desde su forma y como materia. Despojado de personificación, el cuerpo sensible se encuentra impregnado en un espacio de atmósfera densa que lo expone, descubriendo perturbado su desnudez.” ARTE • Mensapiens 29 I 19 En Construcción ///////////////////////// Mensapiens es una revista en constante renovación. Algunos se van, otros seguimos, y muchos vendrán. Te invitamos a ser parte de Mensapiens enviando material para las secciones existentes, para las que proponemos a continuación, ¡y creando otras nuevas! Todos juntos podemos construir un espacio para divertirnos y compartir los intereses más diversos. Escribinos a [email protected] Imágenes ///////////////////////////////////////////////////////// Si te gusta dibujar, tomar fotografías o crear piezas de arte digital, envialas y las publicaremos en esta sección. ¿Te animás a intentar con un ambigrama? en construcción • Mensapiens 29 I 20 Reseñas /////////////////////////////////////////////////////////// ¿Leíste un libro nuevo? ¿Querés contarnos de tu película favorita? Música, cine, teatro, literatura: cualquier obra que puedas recomendarnos (o sobre la que quieras alertarnos) tiene lugar en la revista. ¡Sólo pedimos que no nos cuentes el final! Enigmas ////////////////////////////////////////////////////////// Si sos de los que puede pasar una noche en vela sólo para descifrar un acertijo, este es el lugar para vos. Pensamiento lateral, enigmas y adivinanzas: ¿podés plantear algo que nadie sea capaz de resolver? Arte Información sobre la obra: Título de la Sereie: “La mirada del otro”. Autor: Nicolás Salvático. Técnica: Carbonilla sobre papel misionero. Medidas: 120 cm x 80 cm (cada una). ARTE • Mensapiens 29 I 21