De un sistema educativo a una sociedad educadora

Transcripción

De un sistema educativo a una sociedad educadora
Opinión
diciembre de 2012
De un sistema educativo a una sociedad
educadora
El autor nos da su opinión acerca de las grandes metas que debe fijarse una ley
provincial de educación, además de proponer una amplia integración entre escuela y
sociedad.
Por Gustavo F. Iaies
Diario Los Andes
La provincia de Mendoza tiene condiciones para construir una propuesta educativa mejor que
la que tiene: muchos buenos docentes, directivos, supervisores, un sistema político que en
general, tiene claro que la escuela debe “cuidarse” como un espacio “de todos”, en el sentido de
no introducirle debates o intereses extraños a los educativos, y una directora general de
escuelas con capacidad, conocimiento y voluntad de producir cambios. No todas las provincias
argentinas cuentan con estas condiciones, es más, la mayoría no las tiene.
Entonces, ¿qué es lo que falta? Definir metas comunes, compromisos de todos alrededor de
dichas metas, entendiendo que los alumnos son la prioridad, y que el rol de los adultos, sean
docentes, padres, funcionarios o ciudadanos comunes, es garantizarles las condiciones para
que puedan crecer, aprender, y desarrollarse.
Cuando se plantea la idea de metas comunes, no basta que las autoridades las tengan, que los
padres tengan las suyas, algunos dirigentes políticos también. El desafío es que estén claras las
de todos, las comunes, las públicas y que todos comprendan que en este carácter, son
prioritarias, están por encima de las de cada uno.
Y es bueno recordar estos criterios cuando la provincia se encuentra discutiendo una nueva ley
de educación, es fundamental que sea clara, estratégica y que sea vivida como un proyecto “de
todos”. A veces las leyes se llenan de detalles y se vacían de sentidos profundos. Mendoza debe
cuidarse de no caer en ese error.
El gran aporte que una ley puede hacer a la educación de la provincia es, en primer lugar, fijar
sentido, metas, explicitar claramente lo que se busca.
En segundo lugar, debe ser capaz de establecer las responsabilidades de cada uno para
alcanzar el cumplimiento de dichas metas.
Luego, fijar el modo a partir del cual se evaluaran los avances y se definirán las correcciones de
rumbo.
La ley tiene que decir claramente a qué se comprometen los docentes, los funcionarios, los
padres, los alumnos y la comunidad en general, en este nuevo contrato educativo. Cada uno
debe asumir el compromiso de cumplir con su parte del contrato, su responsabilidad personal,
para mejorar el futuro de la provincia.
No puede quedar la responsabilidad educativa solamente en “los hombros” de la Directora
General de Escuelas, por más virtudes profesionales y personales que tenga. Eso funcionaba en
sociedades verticales en las que los de arriba daban órdenes y los de abajo las cumplían. En
comunidad democráticas, no hay una única “locomotora”, sino que el “tren” debemos moverlo
todos.
Se observan en la nueva gestión educativa de la provincia, innovaciones, propuestas, discursos,
que están en la buena dirección. Pero necesitarán de un fuerte compromiso social para
impactar los modos de enseñar y aprender. La educación se juega en las escuelas, en las casas,
en los espacios públicos, y allí es donde deben plasmarse los compromisos, los esfuerzos, los
cambios.
Mendoza tiene una buena oportunidad educativa, la Legislatura debe hacer su aporte con una
ley clara, estratégica, de fundamentos, que haga las veces de un contrato, de un acuerdo de la
sociedad educativa por su mejora. Los legisladores deben entender el sentido estratégico de su
rol.
Definido el rumbo, deben dar autoridad y poder a los funcionarios, docentes, directivos,
supervisores, confiar en ellos, respaldarlos. Y al mismo tiempo debe monitorear sus acciones
por los resultados que muestran, por el impacto de sus intervenciones. La mejora de los
aprendizajes de los alumnos y la retención de los chicos en las escuelas serán el principal modo
de evaluarlos, para proponer ajustes, fijar nuevas metas o para renovar el apoyo cuando la
tendencia es positiva.
Como plantea el último Plan Nacional de Educación de Brasil, “necesitamos tener escuelas
menos estatales y más públicas”, es decir, escuelas que nos acerquen a los objetivos de todos,
que los alumnos aprendan más, mucho más.
Metas claras, indicadores para evaluarlas, compromisos de los actores, capacidad para cambiar
cuando los resultados lo indican.
Creo que se han dado pasos correctos en el último tiempo, el desafío es transformarlos en una
gesta colectiva, en una movilización de los adultos mendocinos por la mejora del futuro de
niños y jóvenes. La mejor política educativa es la que suma apoyos, adhesiones y compromisos,
la que excede a la escuela para construir una verdadera sociedad educadora.

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