Prerrequisitos para la lucha contra el mundo moderno

Transcripción

Prerrequisitos para la lucha contra el mundo moderno
PRERREQUISITOS PARA LA LUCHA
CONTRA
EL MUNDO MODERNO
Por Emilio URDAPILLETA (*).
El mundo post-moderno, con sus farsas, ilusiones y espejismos, a
pesar de los avances tecnológicos y científicos, no ha hecho sino dejar
aún más embaucados a los seres humanos en una vorágine de engaños,
mentiras autocomplacientes, desinformación atroz adosada con un culto
a la futilidad, la pequeñez, los emocionalismos simplistas y los bajos
instintos como único medio de “liberación” para una humanidad,
supuestamente esclavizada por prácticas a las que se denominaría, sin
usar un término más en boga, “pasadas de moda”.
Los hombres verdaderamente libres, sin embargo, reconocen la
falsía y la perfidia, observan a través del caleidoscopio de la mentira,
reconocen la acción satánica de los enemigos de la Civilización Occidental
(uso esa expresión de carácter religioso, pues define perfectamente la
naturaleza
anti-grecorromana
y
anti-cristiana
del
fenómeno
post-
modernista, y todo este ensayo está plagado de “terminología teológica”,
por usar una expresión), y sin embargo, no saben aún cómo enfrentar la
decadencia. Humildemente, procederé a dar una pequeña mano a los
interesados en saber cuáles deben ser los fundamentos de la lucha en
1
contra de los adversarios de nuestras naciones, delineando tres ejes
principales alrededor de los cuales se deben construir los bastiones
inexpugnables de la resistencia contra éste “mundo en ruinas”.
CONTRARREVOLUCIÓN:
El conde saboyano Joseph de Maistre es el padre del movimiento
filosófico que despertó como reacción ante las atrocidades nacidas bajo
las guillotinas inhumanas de la Revolución Francesa. Desde el exilio,
inició la denominada Contrarrevolución, escribiendo obras que sólo por
la fascinante prosa deben ser estudiadas en todas las academias (o por
todos los auto-didactas) del mundo. Entre sus libros más famosos, se
encuentra Consideraciones sobre Francia, que ya en las primeras líneas
nos da el diagnóstico clave para comprender el rumbo al que se dirigía
la sanguinaria revuelta iniciada en 1789, que es punto de partida para
la situación actual del mundo. Dice De Maistre:
Todos nosotros estamos unidos al trono del Ser Supremo por una
cadena sutil, que nos retiene sin acogotarnos. Lo más admirable que hay
en el Orden Universal de las cosas, es la acción de los seres libres bajo la
Divina Mano. Libremente esclavos, todos ellos operan a la vez de manera
voluntaria y necesaria: hacen en realidad lo que desean, pero sin poder
desviarse de los planes generales. Cada uno de estos seres ocupa el
centro de una esfera de actividad, en la cual el diámetro varía según los
caprichos del Geómetra Eterno, que sabe expandir o restringir, detener o
dirigir las voluntades sin alterar sus naturalezas.
En las obras del hombre, todo es paupérrimo como su autor: las
visiones son limitadas, los medios roídos, los resortes inflexibles, los
movimientos penosos y los resultados monótonos. En las Obras Divinas,
las riquezas del infinito se ponen al descubierto, aún hasta el más
efímero elemento. Su potencial opera mientras se desenvuelve; en sus
manos todo es sutil, nada lo resiste; por ella todo es en movimiento,
2
incluso el obstáculo; y las irregularidades causadas por la operación de
agentes libres vienen a encajar dentro del Orden General. (1)
La tesis clásica de Joseph de Maistre, hoy día, se vuelve
irresistible. El mundo, según el saboyano, entraría en una profunda
crisis por consecuencia natural de su olvido de Dios, de su desprecio a
la Ley de Dios. Los hombres, perversos, hijos de este mundo, producen
simplemente todo aquello que son capaces de hacer estando en el
territorio del maligno, pero aun así, nada escapa a la Providencial
Visión: todo necesariamente conduce a la victoria final de las Fuerzas
del Bien. Sin embargo y a pesar de ese optimismo al final del túnel, de
Maistre no deja de señalar la necesidad imperativa de que los buenos
se pongan de pie, firmes, en acto de resistencia contra la acción de la
perversidad: cuánta mayor sea la resistencia, menor será el daño
colateral en el momento del Juicio Final.
Por ende, el afán de todo hombre verdaderamente libre no debe
ser otro, sino resistir. Y esa resistencia debe tornarse en sí misma, la
propia contraofensiva lanzada contra las Fuerzas del Mal. Cuanto antes
se arme un frente, más rápida será la inevitable victoria de la nobleza y
el bien. Cuanto más se prolongue el surgimiento de dicho frente, mayor
será la destrucción y, por ende, mayores esfuerzos deberán ser
realizados en pos del venidero triunfo (que llegará, pero eso no significa,
repetimos, que debamos hacer la vista gorda, pues nuestra tarea es
salvar todo lo que se pueda antes de que los malignos pateen el tablero
ante su inminente derrota).
Pero… ¿Cómo iniciar el frente contrarrevolucionario?
Sencillo: siendo verdaderos contrarrevolucionarios. Si nos han
impuesto la idea de que este mundo debe olvidarse de las Leyes
Divinas, nosotros debemos ser los primeros en promover, sin miedo, sin
1
De Maistre, Joseph, Considerations sur France, Lyon, 1880, pp. 1 y 2 (con frases traducidas
por el autor de éste ensayo).
3
tapujos, sin autocensuras, que Dios debe encontrarse en el epicentro de
todos los planes humanos. Como alguna vez lo explicó el escritor y
publicista español don Pedro Varela Geiss: En la Edad Media, las
Iglesias estaban en el centro de las ciudades, y a los usureros y
especuladores, bien tenidos como pecadores, se los mandaba a los
guetos, muy lejos de la población. Hoy, las grandes urbes tienen como
epicentro a rascacielos bancarios, y las Iglesias van quedando como
meros monumentos o directamente, desaparecen. (2)
Si los hombres nobles y buenos no están dispuestos a defender
estas verdades con corazones de mártires, proclamándolas a los cuatro
vientos, muy duro será el invierno y pesadamente caerá sobre todos el
martillo del Juicio. Ponerse de pie y proclamar las Leyes Divinas en
contraposición a la tiranía mundana, debe ser una sola y simultánea
acción llevada a cabo por todos aquellos quienes se consideran
portadores de la antorcha ancestral y eterna de nuestra civilización, que
se debe poner de pie para resistir los diabólicos embates de nuestros
enemigos hasta que llegue la hora definitiva, en que se consolide la
Victoria Divina. No pueden existir intermedios en este combate
cosmogónico.
Ser
verdaderamente
revolucionarios
es
ser
contrarrevolucionarios a la manera de Joseph de Maistre y sus
seguidores. (3) Podríamos aprender algo de los marxistas culturales,
cuando gritaban: seamos realistas, pidamos lo imposible. Es el momento
adecuado.
2
Expresión que el perseguido político Pedro Varela Geiss pronunció en una de sus famosas
conferencias, en referencia a la famosa frase de José Ortega y Gasset, su compatriota, quien
escribió en un famoso artículo para la edición del periódico El Sol (de Madrid) de fecha 15 de
Mayo de 1927: Si hoy poseen el dinero los judíos y son los dueños del mundo, también lo poseían
en la Edad Media y eran la hez de Europa. Se puede leer el artículo completo en el apéndice
Dinámica del Tiempo de la obra de Ortega y Gasset La Rebelión de las Masas, publicada
originalmente en Madrid, en 1930.
3
También es interesante la explicación teológica de la historia que realiza el Arzobispo Richard
Williamson en la conferencia que dio para el London Forum, titulada La Existencia de Dios:
Prerrequisito para toda Política. Link: https://www.youtube.com/watch?v=aQalQor5itQ.
4
TRADICIONALISMO:
La esencia de los pueblos se encuentra almacenada, en carne
viva, dentro de las tradiciones. Y nos referimos como tradición a aquello
que es verdaderamente digno de memoria, de manutención y salvación.
Aquello que nos forja de manera positiva, es decir, nos revela la Luz
Divina a través de sencillos actos que se transmiten de generación en
generación. No en vano, a la tradición también se la ha denominado
espíritu del pueblo. La contribución de todos los aspectos que
conforman a la esencia del Tradicionalismo, según frase atribuida a
Gottfried Leibnitz: Constituyen la Ciudad de Dios, el mundo moral
dentro del mundo físico, la más sublime y más Divina de las Obras.
Autoridad, Disciplina, Jerarquía, Autocontrol, Amor a la Patria y a
la Naturaleza (sin degenerar en un absurdo ambientalismo, que es
ideología más que un real sentimiento de conexión con Natura), con
profunda reverencia hacia las acciones heroicas y nobles de nuestros
antepasados... Ese debe ser el camino de todo hombre verdaderamente
libre en la lucha contra la decadencia.
Louis de Bonald, hoy más que nunca, debe ser uno de nuestros
guías. Tradicionalista y católico (4), resaltaba que la Cristiandad es el
símbolo de la civilización y que ningún Estado Nacional tiene razón de
ser ni capacidad de sobrevivir sin el concurso y la correlación firme con
los principios religiosos. (5)
Minister Dei in Bonum es su concepto fundamental. También
nosotros debemos observar dicha premisa. Donde la Constitución del
Poder Político se levante, debe hacerse necesariamente en torno a la
4
Muchas veces, ambas cosas van de la mano, pero la modernidad ha sabido también irrumpir
entre el Tradicionalismo y el Catolicismo a través de incorrectas interpretaciones de famosos
documentos conciliares del Vaticano.
5
De Bonald, Louis, Ouvres de M. Bonald, Bruselas, 1845, Vol. II, pp. 38 y 39.
5
Tradición, que incluye, desde luego, a la Religión como su base. De
Bonald nos muestra el más tradicionalista de los caminos.
Entonces, el espíritu del pueblo, restaurado, cobijado y protegido
por los tradicionalistas, debe convertirse en otro de los centros
neurálgicos de la acción futura para la lucha contra las fuerzas del
cosmopolitismo, que ven en todo esto uno de los más grandes
impedimentos a su avance. Como es bien sabido, la tradición (cultural y
religiosa) forma parte de la identidad propia de los pueblos. Además,
toda la Civilización Occidental tiene un tronco común, una raíz bien
profunda sembrada por los antiguos caballeros de Grecia y Roma (con
los perfeccionamientos traídos por la Cristiandad). Por esa misma
razón, los desarraigados buscan pervertir al mismo concepto de
tradición, sea a través de la falsificación de la historia o imponiendo una
carcasa vacía de contenido y disfrazada de lo que no es, enmascarada o
con una mueca rígida, nefasta, un risus sardónicus que finge
tetánicamente, con una pre-imitación del rigor mortis, llena de
maquillaje y veleidades coloridas pero sin peso específico, sin forma ni
fondo, como fuerzas paralizadas o meras sombras sin vida.
La Tradición debe ser todo lo contrario a lo que los de espíritu
errante quieren que sea. Donde ellos promueven superficie, nosotros
debemos entregar ritual, profunda conexión, arrobamiento, emoción y
acción; una especie de sumisión que libera a los más nobles
sentimientos de nuestras almas. No debe jamás limitarse a mera figura
contemplativa o reliquias de un museo. Debe ser Evangelio vivo,
palabra eterna y fuego abrasador que se contagie, que encienda miles
de antorchas para iluminar aún en la más tenebrosa oscuridad.
¿Nos consideramos hijos de Occidente?
Si la respuesta es afirmativa, no podemos guardarlo en el interior
de nuestras alcobas. Ya es tiempo de que empecemos a reivindicar
nuestras verdaderas y nobles tradiciones, en contra del sistema
6
imperante que busca extinguirlas o convertirlas en mera curiosidad o
esparcimiento.
NACIONALISMO (Y CONCLUSIÓN):
Palabra maldita para el Establishment, si las hay... Y, sin
embargo, sigue siendo el más firme pilar contra las aspiraciones de
aquellos a quienes se llama hoy en día globalistas. Muy correctamente,
un artículo del periódico La Nación ha señalado que hoy estamos
viviendo el último round entre los que defienden la identidad de los
Estados-Nación y los que buscan tiranizar a la humanidad con el
concepto de un mundo sin fronteras. (6)
En esta lucha (que ya se ha desatado), todo ha perdido su valor
real. La democracia de nuestros ancestros grecorromanos, como bien
apunta un escritor paraguayo, ha llegado a su fecha de vencimiento, no
por deseo de los pueblos, sino por imposición de los malignos titiriteros
del mundo, que la han convertido en una despótica plutocracia que sólo
sirve a los intereses de los grandes oligarcas de la humanidad,
promotores de una agenda definitivamente anti-nacionalista y anticristiana, como los Rothschild, Rockefeller, Soros, etcétera. (7) Para
ellos, la democracia nada tiene que ver con las verdaderas necesidades
de las naciones y sólo son democráticos aquellos que defienden los
delineamientos de ese luciferino club de individuos.
6
Trump vs. Hillary, último round entre nacionalistas y globalistas, artículo de Rafael Mathus
Ruiz, publicado en La Nación (de Buenos Aires), el 11 de Septiembre de 2016. La Nación (o La
Nación Argentina en sus inicios), periódico fundado a mediados del siglo XIX por un hombre de
claroscuros muy notorios como el general Bartolomé Mitre, se presenta muy favorable a los
intereses globalistas en contra del nacionalismo, lo cual es propio de las mismas contradicciones
en el discurso mitrista. Lo que no se puede negar es que la familia Mitre se mantiene firme en
sus tradiciones (haciendo un mal uso de esa palabra), en lo referente a su línea editorial.
7
Francisco de Oliveira y Silva, Ya Caducó, Hace Tiempo, la Fecha de Vencimiento de la
Democracia, link: http://www.franciscooliveiraysilva.com/2016/09/ya-caduco-hace-tiempo-lafecha-de.html?spref=fb.
7
Sin embargo, mientras el germen del nacionalismo siga vivo en el
corazón de los pueblos, la verdadera democracia puede resurgir, para
gozo de todos los hombres y Castigo Divino de los enemigos de la
humanidad entera. Por eso, el Establishment demoniza al nacionalismo,
presentándolo como extremismo político, como una ideología que ha
llevado a guerras y destrucción, etcétera; mientras promueve sus
objetivos globalistas (como desde 1945 hasta nuestros días, sin que
haya existido una sola década, ni siquiera un lustro, de paz mundial).
Por esa misma razón, es nuestro deber proclamar a viva voz el
nacionalismo, defender con todas las fuerzas de nuestra condición la
libre-determinación de los pueblos por encima de las estructuras
globalistas, clamar por la restauración de la verdadera democracia, esa
que representa a los intereses de cada uno de los pueblos del mundo,
esa que refleja las peculiaridades y la identidad propia de las naciones,
rechazando la falsa democracia que nos imponen las poderosas
corporaciones y O.N.G.’s capitaneadas, prestidigitadas y teledirigidas
desde oscuros y maliciosos antros.
Contrarrevolución,
Tradicionalismo
y
Nacionalismo
son
las
palabras clave para nuestra futura acción política. Deben ser el motivo
conductor, la esencia primordial que dirija y rodee a los objetivos que
nos propongamos a corto, mediano y largo plazo. La mayoría de las
personas despiertas en este mundo de sonámbulos, ya han identificado
en mayor o menor medida que esos son los prerrequisitos para la lucha
contra el mundo moderno que nos engulle lentamente. Pero no es
suficiente con saber, también es necesario hacer. Por esa razón, este
humilde ensayo debe concluir diciendo que es justo y necesario ponerse
de pie ante este mundo en ruinas, no permanecer como meros
observadores. Hay que salir a la lucha, enfrentar con la pluma, con el
discurso, con las acciones concretas, en los escritorios y en las calles, a
los que quieren ver humillada y destruida a nuestra civilización, eso que
nuestros tatarabuelos con tanto sacrificio construyeron.
8
Lo bello y lo noble terminarán prevaleciendo en este mundo. Es la
Ley Universal. Pero debemos ponernos de pie para que cuando llegue el
momento decisivo. Usaré aquí una expresión española: Dios nos pille
confesados. Y no sólo eso, sino que con la convicción y la lucha del
mártir. Ya es tiempo...
(*) Emilio URDAPILLETA es paraguayo. Tiene 27 años de edad.
Hizo sus estudios básicos en el Colegio Apostólico San José de
Asunción (Paraguay). Obtuvo el grado de Técnico Industrial en Química
(C.T.N., Asunción). Actualmente, estudia en la Facultad de Ciencias
Químicas de la Universidad Nacional de Asunción.
9

Documentos relacionados