Mujeres jóvenes en el siglo XX

Transcripción

Mujeres jóvenes en el siglo XX
≥ Diciembre 08 | Nº
REVISTA DE
ESTUDIOS
DE JUVENTUD
83
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
Coordinadora
Josune Aguinaga Roustan
ÍNDICE
≥ Diciembre 08 | Nº
83
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
EL TEMA | pág. 5
Introducción | pág. 7
1.Ni victimismo ni triunfalismo. Logros consolidados y déficit por conseguir en materia de igualdad en mujeres
jóvenes | pág. 11
Josune Aguinaga Roustan
2.Feminismo y Juventud en las sociedades formalmente igualitarias | pág. 29
Ana de Miguel Álvarez
3.Un lugar para las jóvenes en la educación | pág. 47
Consuelo Flecha García
4. M
ujeres jóvenes hoy: el empleo de las tituladas superiores | pág. 65
Yolanda Agudo Arroyo
5.La conciliación de las jóvenes trabajadoras: Nuevos discursos, viejos problemas | pág. 101
Teresa Torns Martín y Sara Moreno Colom
6.Mujer joven y deporte | pág. 119
Élida Alfaro Gandarillas
7.Participación social, política y económica de la juventud española con perspectiva de género. Mujeres jóvenes
hoy | pág. 143
Carmen Ortiz Cogulla
8.Mujeres jóvenes y nuevas tecnologías. Nuevas actrices y herramientas para una vieja deuda | pág. 163
Lola Pérez Cariacedo
9.Como ser moderna y de pueblo a la vez: los discursos del arraigo y del desarraigo en las jóvenes rurales | pág. 179
Rosario Sampedro Gallego
10.Mujeres jóvenes inmigrantes: otro rostro de la globalización
| pág. 195
Rosa Rodríguez Rodríguez
11.Un amor a tu medida. Estereotipos y violencia en las relaciones amorosas | pág. 213
Coral Caro Blanco
MATERIALES
| pág. 233
COLABORACIÓN
| pág. 253
el tema
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
EL TEMA
6
Entre chicos y chicas existe un desfase en materia de igualdad, como comprobamos a lo largo de los artículos de esta revista hay cuestiones que se han conseguido pero hay otro sobre los que hay que seguir incidiendo. Se trata conseguir el nivel de estudios adecuado, un empleo remunerado, la participación de
las mujeres en política, asociacionismo, por tratar de modernizar las mujeres del
mundo rural, la planificación familiar, hoy denominada salud sexual y reproductiva, todo ello en igualdad de condiciones entre chicos y chicas. Pero además han
surgido nuevos temas que el feminismo ha puesto en la agenda de trabajo,
están entre otros la violencia de género, las tecnologías de la información y
comunicación, está la conciliación de la vida familiar y laboral, han venido las
mujeres inmigrantes, hemos empezado a cuestionar el tema del amor tal y como
está concebido actualmente, la maternidad, incluso el propio discurso feminista
en la forma, quizá demasiado tradicional, en la cual está enfocado hacia las
mujeres jóvenes, temas que directa o indirectamente se abordan en este número monográfico.
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Hace 20 años (marzo 1988), apareció un número monográfico de la Revista de Estudios de Juventud,
que se titulaba Mujer Joven. En la misma se incluyen 4 artículos referidos a Mujeres Jóvenes. El primero
firmado por Carlota Bustelo, que fue la primera directora del Instituto de la Mujer, titulado Igualdad de
Oportunidades para las jóvenes, el segundo firmado por Inés Alberdi, actualmente Directora Ejecutiva
de UNIFEM, Las mujeres jóvenes y su incorporación social, los otros dos artículos se uno referían al asociacionismo juvenil y tenía como autora a Elena Valenciano, actualmente Eurodiputada, y Celia Gómez y
el otro a la mujer en los medios de comunicación por Caridad Baena.
La casualidad ha querido que 20 años después se aborde de nuevo el tema de Mujeres Jóvenes. Ha
transcurrido un largo periodo de tiempo y ya estamos en el siglo XXI, las cosas han cambiado mucho
pero como vamos a comprobar no lo suficiente y hay que seguir incidiendo en algunas de las cuestiones que se trabajaban entonces. La igualdad de oportunidades pasaba por conseguir el nivel de estudios adecuado, un empleo remunerado, la participación de las mujeres en política, asociacionismo, por
tratar de modernizar las mujeres del mundo rural, la planificación familiar, hoy denominada salud sexual
y reproductiva, que constituyen temas con los que se sigue trabajando actualmente aunque en la mayoría de los casos ha sido necesario reorientar los discursos.
Pero además han surgido nuevos temas que el feminismo ha puesto en la agenda de trabajo, están
entre otros la violencia de género, las tecnologías de la información y comunicación, está la conciliación
de la vida familiar y laboral, han venido las mujeres inmigrantes, hemos empezado a cuestionar el tema
del amor tal y como está concebido actualmente, la maternidad, incluso el propio discurso feminista en
la forma, quizá demasiado tradicional, en la cual está enfocado hacia las mujeres jóvenes y muchas mas
cosas.
Por todos estos motivos y algunos mas que aparecen en los diferentes artículos, en este monográfico
de la Revista de Estudios de Juventud hemos querido tratar los temas de siempre y los nuevos temas.
Es muy importante estar al día sin concederse un momento de reposo ya que hay cosas conseguidas,
pero quedan muchas por conseguir como demuestran las diversas aportaciones que aparecen a lo largo
de estas páginas.
En cuanto a las autoras hay mujeres mayores y mujeres jóvenes, mujeres con carreras muy consolidadas
y mujeres que se están doctorando, todas ellas muy solventes como se puede comprobar en todos y
cada uno de los artículos de este número monográfico. A continuación y por orden alfabético repasamos algunos de los contenidos de las distintas autoras.
Yolanda Agudo analiza la relación entre educación superior y empleo, desde una perspectiva de género
crítica con el androcentrismo que sostiene formas de discriminación sutiles en estos espacios de la
estructura social.
Josune Aguinaga compara las generaciones de las jóvenes con la de sus madres, detecta una serie de
déficits que pasan por la salud sexual y reproductiva, los desencuentros entre hombre y mujeres y destaca la necesidad de atender a la educación informal como instrumento de cambio.
Élida Alfaro, pone de manifiesto cómo la participación de las mujeres en el hecho deportivo no sólo es
minoritaria sino que, además, está impregnada de los estereotipos sociales de género y afecta tanto a la
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
7
participación en las diferentes actividades físico-deportivas como a los niveles de gestión y organización
del deporte.
Coral Caro trata el tema del amor romántico que es un concepto fundamental en el imaginario occidental
pero que muy a menudo se muestra como trasfondo de la violencia de género. Su representación está diseminada en diferentes discursos, creencias, producciones culturales y audiovisuales que marcan las formas,
los rituales, las actitudes que lo caracterizan y lo hacen reconocible.
Ana de Miguel trata de explicarnos una situación actual aparentemente paradójica y contradictoria: cómo
convive la aceptación y consolidación de importantes valores feministas con lo que se puede calificar como
una acrítica vuelta al rosa y al azul.
Consuelo Flecha, después de constatar los altos índices de escolarización de las chicas propone mirar hacia
otros objetivos: cómo se tiene en cuenta la presencia en esos procesos formativos, en qué se les ofrece en
ellos, en las iniciativas que se han planteado para hacer de las aulas espacios en los que no se reproduzcan
estereotipos asignados a uno y a otro sexo.
Carmen Ortiz después de reflejar los déficit de las mujeres jóvenes se adentra en el análisis de la participación de las mujeres. No puede existir una participación equilibrada sin un funcionamiento efectivo de la
“democracia paritaria”. El término, y la idea misma, es muy reciente y supone un punto de inflexión fundamental en la argumentación a favor de la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisión
política.
Lola Pérez Carracedo cree que las mujeres más jóvenes, fundamentalmente las de las sociedades occidentales y de entornos urbanos, conviven con las Nuevas Tecnologías de manera cotidiana y son usuarias y
protagonistas de proyectos y acciones en Internet. Por otro lado continúan existiendo desigualdades por
cuestión de género en formación, acceso y usos de las principales herramientas lo que provoca que las
mujeres no sean tenidas en cuenta para multitud de productos y contenidos. Nos introduce finalmente en el
ciberfeminismo
Rosa Rodríguez analiza las características diferenciales por edad y género de los procesos migratorios de
las mujeres jóvenes inmigrantes y la naturaleza de sus experiencias de vida. Teniendo en cuenta las variables de la sociedad y del mercado laboral español y los elementos que determinan el modelo migratorio de
los países del Sur de Europa.
Rosario Sampedro plantea la situación en la que se encuentran las mujeres rurales, y especialmente las jóvenes, en relación con su integración laboral, y los discursos sobre el arraigo y el desarraigo que emergen al
tratar de resolver el dilema que plantea “ser modernas y de pueblo” a la vez.
Teresa Torns y Susana Moreno tratan de analizar las vivencias sobre la conciliación de las mujeres jóvenes
activas laboralmente. Pretenden mostrar como la conciliación les parece una cuestión contradictoria a estas
jóvenes. Básicamente porque tal conciliación surge como una problemática construida sobre nuevos discursos que tratan viejos problemas sin ofrecer soluciones alternativas a las ya existentes.
En definitiva, a lo largo de estas páginas comprobamos que el progreso de la sociedad española a partir de la
transición a la democracia en materia de igualdad ha sido claro y contundente. El movimiento feminista, las
reivindicaciones de las mujeres, han ido ascendiendo una empinada escalera, escalón a escalón y presionando
a las autoridades de forma que actualmente podemos decir que se ha culminado una primera fase de los
objetivos perseguidos por este movimiento. La creación de un Ministerio de Igualdad es la prueba de que el
nivel de sensibilización ha alcanzado a todas las instancias sociales y políticas de nuestro país, pero también el
reflejo de la necesidad de seguir trabajando y este número monográfico trata de aportar su granito de arena
en el proceso de la igualdad y en el sector más importante para el futuro de la sociedad, la Juventud.
Josune Aguinaga
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Revista de Estudios de juventud
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documentos
1
Josune Aguinaga Roustan. Profesora Titular de Sociología UNED.
Ni victimismo ni triunfalismo. Logros
consolidados y déficit por conseguir
en materia de igualdad en mujeres
jóvenes
En este artículo se trata de demostrar que la situación de desigualdad no se corresponde con los perfiles sociales y económicos de las jóvenes actuales si comparamos su situación con la de sus madres.
Observamos que se ha producido un cambio en las formas de desigualdad más benévola en apariencia
pero igual de efectiva. Se trata de un mecanismo mediante el cual las viejas desigualdades formales
han sido sustituidas por desigualdades estructurales, poco perceptibles y sin embargo tan eficaces que
permite que subsistan las discriminaciones, a este mecanismo le llamaremos “igualdad simulada”. Todo
ello produce desencuentros entre hombres y mujeres y por supuesto entre chicas y chicos.
Especialmente reflejados en materia de violencia de género de la que las jóvenes, pero también en el
número de divorcios. Otro tema en el que no se ha alcanzado un nivel satisfactorio es el de la salud
sexual y reproductiva de las jóvenes. Finalmente la hipótesis principal es que el factor que propicia las
desigualdades es la educación informal, el más invisible dentro del proceso de socialización.
Palabras clave: mujeres jóvenes, generación de madres e hijas, salud sexual y reproductiva, divorcios,
violencia de género, educación informal, igualdad simulada.
1.- Introducción
Tras largos años de reivindicaciones por parte de las generaciones de mujeres feministas, la igualdad de las mujeres con los hombres ha avanzado de
forma que la actual sociedad casi nos impide recordar la sociedad de hace
tan solo 50 años. Sin embargo dejando fuera triunfalismos vemos que todavía hay temas muy disfuncionales en la situación actual que no permiten
asumir la conciencia de que el objetivo ya ha sido alcanzado. Lo que a su vez
impide la tranquilidad social al menos para un sector tan importante como
las mujeres en su relación con los hombres, donde se produce un desencuentro que cada día tiene manifestaciones importantes algunas de ellas
están muy a la vista en las estadísticas de divorcio y otras en la triste historia
de la violencia de género.
Naciones Unidas (1) ha llamado la atención del mundo al establecer que el
nivel de desarrollo de los países está relacionado con la participación de las
mujeres en los ámbitos sociales, económicos y políticos.
(1)
Informe Desarrollo Humano,
1995, PNUD.
Como país desarrollado, las instituciones españolas hace años que asumieron
la necesidad de equiparación entre hombres y mujeres por lo que establecieron una serie de mecanismos cuyo objetivo final era propiciar la igualdad. Lo
cierto es que el sentido patriarcal impregna de tal forma a la sociedad que
solo permite avanzar a impulsos generalmente pequeños y lo mas importante susceptibles de retroceso permanentemente, algo que comprobamos, por
ejemplo, con el derecho al aborto.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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Profundizar en el análisis de la disfunción requiere una amplia visión de conjunto de todos los fenómenos sociales implicados en su origen. Por ello centrarse en las mujeres jóvenes reviste de un interés especial. Es dónde mejor
se deben percibir los cambios y donde los déficits resultan más patentes.
Observar lo que ocurre entre las jóvenes, es la mejor evaluación que se puede
hacer al proceso de igualdad. Si se están tomando medidas, si se está propiciando el cambio, la evaluación, es decir el estudio de las mujeres jóvenes, nos permite conocer hasta que punto estas medidas están alcanzando sus objetivos.
Las mujeres al igual que los hombres jóvenes son producto, como ya hemos señalado en otros trabajos, de la premeditación (2). Es una generación deseada, planificada y muy reducida. Por ello estos y estas jóvenes han sido considerados como
hijos tesoro (3).
La percepción de la abundancia económica de estas últimas décadas, diluyen
problemas reales que siguen existiendo. Cuando a una generación se le ha dado
todo ¿puede pedir algo mas?. Se supone que estarán en la situación perfecta,
hemos alcanzado el nirvana social. Es imposible que haya desigualdad ya que
todos han recibido lo mismo. Y se llega a discutir incluso que pudiera existir la
desigualdad. Las familias no la perciben y las propias jóvenes tampoco. Solo
cuando se enfrentan autónomamente al mundo y a la convivencia en pareja es
cuando emerge la conciencia de los problemas de desigualdad a los que tienen
que enfrentarse.
(2)
Aguinaga, J., y Comas, D.,
2006, “La generación premeditada”, en Temas de Debate,
nº 138, mayo.
(3)
Comas, D. (2007), “La generación premeditada y la sociedad tecnológica: el cambio
social y la necesaria adaptación conceptual”, en SISTEMA,
nº 197-198.
(4)
Aguinaga, J. y Comas, D.,
2008, La juventud española
entre la negación y la mitificación en Campo, S. y Tezanos,
J.F., España Siglo XXI. La
Sociedad, Biblioteca Nueva,
Madrid.
Porque además se ha producido un cambio imperceptible en el sentido de la discriminación, se trata de un mecanismo, que podemos llamar “igualdad simulada”,
mediante el cual las viejas desigualdades formales han sido sustituidas por desigualdades estructurales, más sutiles pero igual de efectivas y que al final, mantienen fórmulas de desigualdad en un contexto con apariencia de igualdad (de
hecho tanto las chicas como una mayoría de chicos jóvenes no admiten la existencia de ningún tipo de desigualdad formal e incluso ellas, en ocasiones, llegan a
tomárselo como un insulto), pero a la vez reproduce las condiciones de una
sociedad asimétrica. La orientación cultural de tipo patriarcal se va contrayendo
pero emerge, especialmente entre los jóvenes, nuevos estilos de desigualdad,
más democráticos, pero que tratan de mantener la “diferencia” a partir de una
supuesta “afinidad electiva” de los dos sexos (4).
Esta supuesta afinidad electiva, por ejemplo de las mujeres hacia la maternidad o
hacia una mejor actitud por los estudios, es el factor clave que explica la pervivencia de las desigualdades. Se trata de una nueva lógica de la desigualdad, muy
distinta de la vieja lógica formal pero que se muestra, de manera clara en las nuevas generaciones.
Sabemos que el origen de esta problemática, que está bien descrita en la literatura feminista, se debe a la sociedad patriarcal y su proyección sobre las mujeres
jóvenes (Aguinaga, 2004, Alberdi, 2002). Los caminos emprendidos para obtener
los objetivos también han sido bien descritos y son diversos. Por un lado está el
objetivo de la educación, por el que se va a buena velocidad, está el de la conciliación de la vida personal, laboral y familiar, que está resultando muy complejo,
otra vía propone alcanzar el poder como forma de fomentar la presencia de las
mujeres en la toma de decisiones pensando en que estás decisiones actúen en
positivo para las futuras generaciones de mujeres, pero también en esta dirección
falta mucho por conseguir.
(5)
Aguinaga, J., 2001, “Princesas
y esposas: ¿una educación
informal equivocada?”, en
Jornadas Niñas: la discriminación invisible, Seminario
Permanente de Estudios sobre
Mujer, Género y Feminismo,
UNED.
Cuando en las jornadas del Seminario Permanente de Estudios sobre Mujer,
Género y Feminismo en la UNED, analizábamos la situación de las niñas (5) creía-
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Revista de Estudios de juventud
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mos que en su educación y en la de los niños y las niñas, sobre todo en la educación informal se encontraba la base de lo que en el futuro se puede convertir en
desigualdad.
En mi opinión y ésta es la principal hipótesis de este texto, todos los hábitos
y las costumbres basadas en el pensamiento patriarcal se transmiten a través de
la educación informal, un reducto en el que hasta ahora no se ha intervenido
adecuadamente, debido a la propia dificultad que plantea una intervención clara
y contundente en el ámbito de lo privado y en las relaciones intrafamiliares de
los y las más pequeñas (con esto no quiero decir que la educación informal se
produzca sólo en este ámbito). Es necesario plantear correcciones a lo largo del
proceso de crecimiento de las niñas y los niños hasta sus edades adultas en
todos los ámbitos, pero el vórtice de todos los problemas posteriores, el origen
de los estereotipos, se encuentra en esa educación diferencial. Un tipo de educación inconsciente y difícil de valorar pero que somete a los mas pequeños y a
toda la sociedad en su conjunto.
Una primera aproximación a la definición de educación informal es, aquella no
programada que se produce en el seno de las familias y todo su entorno, familia
extensa abuelos y abuelas, tíos y tías, primos y primas, incluso las amistades de
los adultos, la vecindad y los comerciantes del entorno de los niños y niñas,
además de los propios padres y madres.
Recientemente, el Injuve incluía en uno de sus sondeos el tema de la Igualdad
de Género. No deja de resultar sorprendente que entre los y las jóvenes entrevistados los chicos dediquen mucho menor tiempo en “limpiar y ordenar la
casa” (mucho y bastante: 29,1%) que las chicas (mucho y bastante: 69%), y sin
embargo ellos son mas los que “reparan cosas que se rompen” (mucho y bastante: el 51,6% de los chicos frente al 22,4% de las chicas) manteniendo comportamientos estereotipados, al igual que los opiniones en torno al trabajo y
proyecto familiar, incluso en la toma de decisiones algunos jóvenes se hacen
fuertes frente a las chicas. Los datos son importantes, las mujeres opinan que es
imprescindible tener un trabajo remunerado para ser independientes en un
81,5% de los casos y sin embargo los chicos opinando acerca de las mujeres, se
quedan en el 74,8%. Si la pregunta se refiere a que la mayoría de las mujeres lo
que quieren es crear un hogar y tener hijos nos encontramos con un elevado
38,3% de los chicos que opina que esto es cierto, pero en mi opinión lo mas
complejo de analizar es que el 32,9% de las chicas tienen esta misma opinión.
En menor medida pero significativa es la cuestión relativa a las decisiones, los
chicos creen que las decisiones son masculinas en el 16,1% de las ocasiones y las
chicas en el 10,9%. Y extravagante resulta la respuesta en materia de salarios ya
que están de acuerdo con que deben cobrar mas los chicos el 9,2% si los que
responden son ellos y aquí más que duplican a las chicas que opinan lo mismo
en el 4,4% de los casos. Si resulta llamativa la persistencia del patriarcado a través de las respuestas de los chicos, son extrañas por ser afectadas y estar recibiendo muchos feed-backs de la sociedad por parte de la injusta desigualdad de
las mujeres (6), las respuestas de las chicas.
(6)
Cifras Jóvenes, Sondeo de
Opinión, 4ª encuesta 2007.
Tablas de Resultados. Estudio
Injuve.
Dichos resultados nos devuelven a la cuestión de la educación, pero de acuerdo
con la hipótesis establecida, esta es una tarea que hay que iniciar es desde el
nacimiento de niños y niñas. El problema es que en las edades juveniles, es decir
a partir de los 15 años, las mentalidades profundas ya están formadas y tratar de
cambiarlas resulta muy complejo. Por este motivo hay que ir al origen de la formación, la fase anterior basada en la educación informal que se inicia desde que
nacen. Aunque esto es muy difícil de asimilar por las sociedades adultas, por ello
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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sería necesario analizar que tipo de campañas se pueden implementar, dirigidas
hacia las personas adultas, para que en todos sus ámbitos de influencia eduquen
en igualdad.
La demanda de igualdad más visible consiste, como se argumenta desde el
feminismo, en que no se encuentren “ni menos del 40% ni mas de 60%” de
un solo sexo, en cualquier espacio de la vida ciudadana, social, económica y
política. Así nos encontraríamos con una democracia mucho más perfecta de
la que tenemos ahora, que además de otras carencias, tiene esta tarea pendiente, la de la igualdad entre hombres y mujeres.
A lo largo de estas páginas queremos describir cual es el punto de partida y la
situación que se encuentran las mujeres jóvenes cuando han de enfrentarse a su
vida con autonomía, por lo que en primer lugar vamos a comparar la generación
de mujeres jóvenes con la de sus madres. A continuación vamos a poner de
manifiesto alguno de los problemas que inciden en su calidad de vida y bienestar
social, atribuibles a déficits en la educación, que encuentran las mujeres jóvenes
en su desarrollo personal como son los derivados de los proyectos familiares y su
planificación acompañados de una buena salud sexual y reproductiva y por último los desencuentros entre hombres y mujeres, veremos cifras de divorcio y violencia, todo ello derivado de una causa, la educación informal patriarcal.
2.- Perfil de las jóvenes actuales relacionado con el de sus
madres
Las mujeres menores de treinta años han nacido después de la muerte de
Franco y no han tenido noticias acerca de las situaciones concretas de extrema
discriminación padecidas por sus madres y sus abuelas más que en los libros de
texto y medios de comunicación. Ni siquiera el cine y la literatura actuales son
suficientemente ilustrativos sobre aquella época. Sin ánimo de querer imponer
el conocimiento de un época llena de pesares que cuadra mal con algunas
excesos actuales de optimismo, no está de mas que se sepa cuales fueron los
hechos por los que tuvieron que atravesar nuestras antepasadas, sobre todo
porque algo queda de todo ello y explica problemas que no se han resuelto en
la actualidad (7).
En este sentido tampoco la mayoría de las madres, porque son mas jóvenes,
vivieron los años más duros de la época franquista (8), como vamos a comprobar en la tabla de equivalencias madres e hijas y sus respectivas edades y
fechas de nacimiento. Pero recibieron de cerca el impacto de las etapas más
duras de la represión política y social de aquellas etapas.
(7)
Ya estaba terminado y entregado este artículo cuando apareció un libro que sostiene
hipótesis parecidas y que merece la pena tener en cuenta. Se
trata del texto de Mª Elena
Simón en editorial Narcea que
se titula Hijas de la Igualdad,
Herederas de injusticias.
En la tabla 1 vemos las edades de las jóvenes y su fecha de nacimiento, hemos
tomado del Instituto Nacional de Estadística los datos de edad media al tener
hijos de las madres cuando nacieron las hijas y de este dato deducimos la edad
y fecha de nacimiento de las madres.
La generación de las madres, en sus edades de adquisición de autonomía, está
sometida a una legislación que influye en los comportamientos o que al ser
rechazada obliga a realizar los actos en la clandestinidad adoptando comportamientos ilegales bajo el paraguas de aquellas leyes. Las claves clásicas en
relación con la igualdad son:
(8)
Ya son las abuelas de las mujeres jóvenes a las que les tocó
vivir esa etapa
• Los anticonceptivos se despenalizan en 1978. Afecta a las madres pero no
a las hijas que cuando llegan a la edad fértil no encuentran ese obstáculo
(aunque encuentran otros como veremos en el apartado siguiente).
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Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 1. Cohortes de madres e hijas de las mujeres jóvenes actuales
Edad de la Joven (1)
Año de Nacimiento (2)
Edad Media a la maternidad (3)
Edad actual de la
madre (4)
Año nacimiento de la
madre (5)
15
1993
29,46
44,46
1964
16
1992
29,25
45,26
1963
17
1991
29,04
46,04
1962
18
1990
28,86
46,86
1961
19
1989
28,72
47,72
1960
20
1988
28,57
48,57
1959
21
1987
28,56
49,56
1958
22
1986
28,53
50,53
1957
23
1985
28,45
51,45
1956
24
1984
28,42
52,42
1955
25
1983
28,37
53,37
1954
26
1982
28,32
54,32
1953
27
1981
28,23
55,23
1952
28
1980
28,20
56,20
1951
29
1979
28,24
57,27
1950
Fuente: INE Indicadores Demográficos Básicos
(1) Entre 15 a 29 años son las edades en las que se considera a las personas jóvenes. Los estudios de juventud se realizan para este rango de edad
(2) Las jóvenes comprendidas entre dichas edades han nacido en los años calculados en la columna 2
(3) La edad media en que las mujeres fueron madres en dichos años según los datos proporcionados por el INE es la que figura en la columna 3
(4) Si las madres tenían esa edad cuando nacieron sus hijos actualmente tendrá los años que tenían mas los que tienen sus hijos actualmente
(5) Por último se ha calculado los años en los que nacieron estas mujeres
No se trata de cálculos exactos ya que están basados en medias de edad, pero nos proporcionan mucha información a cerca de las dos generaciones
más recientes de mujeres.
(La edad media a la maternidad es en 2006 de 30,89 años).
• En 1981 se aprobó la ley de divorcio y se cambió el código civil en aquellos
artículos por los cuales la mujer no podía solicitar pasaporte sin el permiso
de su marido o de su padre, o no podía abrir una cuenta corriente igualmente sin contar con el permiso masculino.
• El aborto se despenaliza en 1985, en tres supuestos que no han terminado
de resolver los problemas que encuentran las mujeres que lo necesitan ni
profesionales de la sanidad que lo realizan.
Sin embargo es una generación que no vivió de una manera homogénea ni
su educación, ni su adolescencia ni la adquisición de autonomía personal, ya
que justamente es la generación que vive todos estos procesos entre 1965 y
1985. Pero en estos 20 años, se suceden una serie de cambios a una velocidad de vértigo. La incorporación a la universidad, al trabajo remunerado y
las conquistas sociales en la forma de vestir y comportarse (fumar, beber,
salir de noche…), son los reflejos mas aparentes de aquella transformación.
Cabe insistir en que todo el movimiento social favorable a la igualdad y previo a la guerra civil quedó semiparalizado y por supuesto oculto al finalizar la
misma, lo que también sucedió con los movimientos de mujeres y todos los
derechos ya adquiridos. Por ello la recuperación completa de los movimientos de mujeres no se produce hasta los años de la transición política.
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Concretamente, a lo largo de una parte de la juventud de las madres de las
jóvenes actuales, se pueden citar la aparición de la Sociedad Española de
Mujeres Universitarias, 1953, El Seminario de estudios Sociológicos de la
Mujer, 1967 y el Movimiento Democrático de Mujeres (9), acontecimientos
que influyeron poco en la vida cotidiana de una mayoría de mujeres pero
que permitieron recuperar el relato de la lucha por la igualdad de la etapa
republicana y transmitir los acontecimientos que se estaban desarrollando en
otros países. A partir de 1976 se van formando distintas organizaciones, que
buscan influir en la realidad social española reivindicando la igualdad de las
mujeres (10).
Las madres de las jóvenes actuales se forman a lo largo de todo el proceso
descrito que va desde unos grupos que propiciaban un incipiente feminismo
hasta el gran paso de la institucionalización del movimiento a través de la
creación del Instituto de la Mujer (11) en el año 1983.
En estas circunstancias las mujeres menores de 30 años cuando han alcanzado su etapa juvenil se han encontrado con una institución dedica a salvaguardar a las mujeres de discriminaciones y ninguna de las trabas legales
mencionadas. Esta descripción vale en lo que se refiere a situación social y
reivindicativa.
(9)
2005, Moreno, M., sf.
Manifiestos feministas.
Antología de textos del movimiento Feminista Español. Lilita.
Centre d’Estudis de la Dona de
la Universitat de Alicante
(10)
2005, op. cit
(11)
Asociación de Mujeres en la
Transición
(12)
Aguinaga, J. 1982, Evolución
demográfica y actividad remunerada de la mujer. Tesina,
inédita.
(13)
Agudo, Y., 2008, Diferencias de
Género en el alumnado egresado de la Universidad y su inserción laboral acceso/éxito
académico de mujeres y hombres e itinerarios laborales en el
acceso al empleo. Estudio de la
UNED. Tesis Doctoral Inédita.
En cuanto a la situación laboral, las madres estaban en la edad en que
podrían incorporarse al trabajo aproximadamente entre los años 70 y 75 y en
aquellos momentos las tasas de actividad femeninas eran de entre el 13,31 y
14,65 (12), en 2007 las tasas de actividad de las mujeres son del 48,94 (a
pesar de esta incremento todavía existe una notable diferencia con los hombres cuya tasa de actividad es de 69,27). Hay que tener en cuenta que este
dato comparativo se refiere a todas las edades porque si comparamos sólo
entre jóvenes, los más asentados laboralmente entre 25 y 29 años, nos
encontramos con que los hombres tenían una tasa de actividad el último trimestre de 2007 de 90,56 y las mujeres de 80,90.
Si abordamos el tema de los estudios vemos que es notable la diferencia que
se produce entre las dos generaciones. Se trata de mujeres que según el
modelo planteado tuvieron que terminar sus estudios entre los años 1972 y
1986.
Los datos de los años en que las mujeres madres tuvieron edades universitarias, tienen un tratamiento muy difícil ya que no se recogen estadísticas desagregados por sexo. Así el Informe Foessa de 1975 aporta datos de la
UNESCO, Statistical Yearbook, 1972, lo que queda recogido en la tesis doctoral de Yolanda Aguado que nos muestra que los datos son los reflejados en
la tabla 2.
En 1950, las mujeres matriculadas en la Universidad eran el 27,5% sobre un
total de 73.759 personas matriculadas. En 1990 superan ya el 50% y se colocan en el 51,6% sobre un total de 1.225.181 (13). De las personas que terminan
sus estudios en el año 2007, el 60,9% son mujeres (14).
(14)
INE, 2008.
Queda realmente muy visible la transformación social que han protagonizado las mujeres en un periodo relativamente corto de tiempo como son dos
generaciones que se llevan como mucho treinta años y que son las generaciones de madres e hijas. Sin embargo estas transformaciones estructurales
no han afectado por igual a las transformaciones mentales, emocionales y
afectivas que se basan en la educación informal.
16
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 2. Alumnos matriculados en las Universidades españolas
Cursos
Total matriculados
Mujeres
Hombres
1970
330.000
27,5%
72,5%
1975
515.732
37%
63%
Curso 1980-81
670.377
47%
53%
Curso 1985-86
825.287
49,5%
51,5%
Curso 2006-07
1.405.894
54,4%
45,6%
Fuente: Agudo, Y., 2008, La Universidad Nacional de Educación a Distancia en el contexto de la
Universidad española. Evolución y feminización del alumnado, Inédita.
3.- Educación sexual y reproductiva
Los países en los que se produce una buena educación sexual suelen tener
pocos problemas de embarazos no deseados y reducen sus tasas de abortos. En España aunque las cosas han cambiado mucho entre las dos generaciones que estoy analizando, todavía se encuentran temas que no se pueden
abordar de forma clara en contextos, de conservadurismo social muy tradicionales, por lo que no se están ofreciendo a las chicas y chicos jóvenes una
respuesta adecuada a sus demandas. Lo que, por otro lado, no impide que
las chicas jóvenes gestionen su salud reproductiva con mayor o menor éxito,
como vamos a ver a continuación.
3.1.- Embarazos en mujeres jóvenes
Es un dato probado que el número absoluto de nacimientos está creciendo a
partir de haber alcanzado unos mínimos históricos. Aunque lo importante es
conocer el dato en tasas para poder apreciar los crecimientos. Porque si
Tabla 3. Nacimientos de Mujeres jóvenes en el año 2006
Menos de 15
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
Total
Madre Extranjera
167
460
1.303
2.434
3.917
5.417
6.738
7.768
8.858
10.237
12.352
15.206
18.695
22.304
27.753
32.728
176.337
67
130
400
774
1.278
1.967
2.571
3.081
3.577
4.043
4.472
4.763
5.209
5.112
5.210
4.902
47556
Fuente: INE
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
17
aumenta el número de nacimientos pero también está creciendo el número
de mujeres en edad fértil y de hecho las migraciones han aportado un gran
número de mujeres con estas características, nos podríamos encontrar con
que el incremento de la natalidad no sea tan importante.
En esta ocasión, no obstante lo que nos interesa son los números absolutos
porque estamos hablando de cifras de nacimientos muy pequeñas sobre
todo en los casos de las mujeres mas jóvenes y especialmente si queremos
comprobar uno de los argumentos del crecimiento como son las mujeres
que no han nacido en este país. Según los datos de la tabla 3, se producen
en España 167 nacimientos de mujeres menores de 15 años de todos estos
nacimientos 67 serán de mujeres extranjeras.
Los nacimientos que se producen entre mujeres menores de edad en total
suponen 4.364 de los que 1.371 corresponden a mujeres extranjeras, un tercio
aproximadamente del total. La razón de nacimientos de menores sobre el
total no llega al 10‰. Pero ciertamente lo que se tiene en cuenta son otros
parámetros. Mujeres que deberían estar en la educación obligatoria y preparándose para ser independientes se ven avocadas en la mayoría de los casos
a dejar sus estudios para ocuparse del bebé.
En total las mujeres jóvenes tienen 176.337 hijos, estas cifras suponen un
36,5% del total, de todos estos nacimientos las madres extranjeras suponen
un total de 47.556, lo que a su vez representa el 27% de todos los nacimientos que se producen entre mujeres jóvenes (las jóvenes extranjeras suponen
aproximadamente el 13% del total de mujeres jóvenes).
3.2.- Abortos
En España se produjeron en 2007 un total de 112.138 abortos según los datos
proporcionados por el Ministerio de Sanidad. De estos 500 son de mujeres
menores de 15 años y 14.807 de mujeres comprendidas entre 15 y 19 años.
El grupo que aporta mayor número de abortos es el comprendido entre 20 y
24 años (28.242), seguido muy de cerca por el grupo de mujeres entre 25 y
29 años (27.581). En total los abortos de las mujeres jóvenes suponen el
58,7% del conjunto. La mayoría de estos se producen entre mujeres solteras
suponiendo el 77,5%.
En la mayoría de los casos lo que se refleja a partir de estos datos es el fracaso del control de la natalidad y por tanto de que las mujeres jóvenes se
exponen no solo a embarazos no deseados sino a riesgos de enfermedades
de transmisión sexual sin tomar precauciones. Y esto solo puede ser debido,
porque la cifra es alta, a una carencia de educación sexual y reproductiva
que resulta incomprensible en una sociedad avanzada como la española.
El aborto ha existido y existirá siempre como un método definitivo de control de la natalidad, porque el control por otros métodos mas adecuados
nunca logra el 100%, es prácticamente imposible que no se produzcan fallos
o bien de los métodos o bien de las propias personas que los utilizan, incluso
se puede entender que en los 9 meses que dura el embarazo se produzcan
cambios de circunstancias personales en las mujeres que les lleven a tomar
la decisión de no seguir adelante con su embarazo. Por ello es fundamental
regularlo para proteger a las mujeres y al personal sanitario que lo llevan a
cabo, pero no cabe duda de que una gran parte de las cifras arriba mencionadas se deben a una mala educación sexual y reproductiva, con las consecuencias que ello conlleva para la sociedad, no sólo para la juventud.
18
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 4. Número de hijos que tienen
1996
2000
2004
2008
Ninguno
90
91
89,1
87,7
Uno
7
6
7,5
8,1
Dos o más
3
3
3,4
4,2
Fuente: INJUVE 1996, 2000, 2004 y 2008
4.- Proyecto familiar
En el Informe Juventud en España 2004, veíamos algunas cuestiones acerca
de las actitudes familistas de las mujeres jóvenes frente a los chicos jóvenes.
Las chicas prefieren a la familia frente a los amigos cuestión que no sucede con
los chicos. En la encuesta de 2008 no se recogen las mismas variables que nos
condujeron a estas conclusiones, Aunque el papel de mujer sumisa coexiste con
el de mujer liberada, se producen una serie de contradicciones entre las más
jóvenes. Por ejemplo más mujeres (28,6%) que hombres (20,7%) encuentran la
felicidad con la familia, la pareja y los hijos, esto en parte es debido al sesgo que
introduce la educación no formal, pero está claro que supone un handicap (15),
al introducir una disfunción para el futuro de las relaciones, sobretodo entre
mujeres que quieren trabajar y que tropiezan con hombres que no tienen la
misma consideración sobre la familia, a los que realmente lo que mas felices les
hace son las relaciones de amistad (16).
Como vemos en la tabla 4, aunque no se aprecien grandes cambios, ni se
puedan inferir tendencias de esta tabla, se puede observar un ligero incremento del número de jóvenes (chicos y chicas) que tienen hijos en el año
2008, incremento que no ha cesado desde el Informe de Juventud de 2000.
Según el Informe Juventud 2008 el 76,8% de las chicas y el 72,7% de los chicos quieren tener hijos o si ya los tienen, tener más (la media de hijos en
estas edades es de 1,4). Las chicas son las que prefieren un mayor número
de hijos, por tres hijos se posicionan el 20% de las chicas frente al 17,6% de
los chicos, a pesar de que son las que ven mayores dificultades para desarrollar su vida profesional (46,5% de las chicas frente al 42,1% de los chicos).
5.- Crónicas del desencuentro mujeres hombres
(15)
Aguinaga, J. Princesas y esposas ¿una educación informal
equivocada?, Seminario
Permanente de estudios sobre
Mujer, Género y Feminismo,
UNED.
(16)
Aguinaga, J., “Las desigualdades de género entre los jóvenes”, Informe Juventud en
España 2004, INJUVE, 2005.
En este apartado señalamos, porque nos parece de gran calado, los problemas
que enfrentan a hombres y mujeres jóvenes. Antes que nada conviene hacer
una reflexión sobre el contenido de violencia. Es violencia de género pero es
algo más amplio, es violencia contra las mujeres en todos los ámbitos de la vida.
Desde que nacen educándoles para casarse y para ser princesitas, pasando por
aguantar a una pareja (que ya no es obligatorio), por la obligación de ser
madres con un nivel de exigencia que violenta a las mujeres, hasta que en la
vejez son las más pobres de la sociedad, porque han cotizado menos o nada a
la Seguridad Social. Es violencia el que ganen menos que los hombres por el
mismo trabajo, es violencia que se haga recaer sobre ellas el trabajo doméstico,
es falta de respeto y consideración cuando los miembros de las familias están
en las mismas condiciones horarias en el trabajo, es violencia la imposibilidad de
acceder a puestos de trabajo para los que están cualificadas, es la falta de
reciprocidad a la aportación de las mujeres a la convivencia y a la sociedad.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
19
Tabla 5. Divorcios
2003
2004
2005
2006
2007
4.672
4.987
8.073
15.052
13.577
Chicos
2.290
2.399
4.137
7.974
7.113
Total
6.962
7.386
12.210
23.026
20.690
Chicas
Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
La Ley Integral contra la violencia de género española recoge la violencia
que se ejerce contra las mujeres y esta es física y sexual, pero también económica, psicológica y religiosa. Y ya hace tiempo (2004) se ha empezado a
hablar de micromachismos (17), donde Luis Bonino profundiza en los pequeños detalles, en comportamientos exigentes y autoritarios en la vida cotidiana, y ahora se habla de posmachismo (18), que analiza Miguel Lorente como
la descalificación parcial del ideario de igualdad. Ya no es fácil pronunciarse
contra la igualdad y por tanto se pronuncian y descalifican partes del discurso para reubicarse sin haber perdido las posiciones de poder que ya tenían,
en un acto de “igualdad simulada”.
Desde este punto de vista son varias las cuestiones que se podrían analizar.
Por ejemplo uno de ellos es la conciliación de la vida laboral y familiar o la
cuestión del amor romántico (estos temas se tratan en otros artículos de
este número monográfico), pero en esta ocasión nos vamos a centrar en dos
temas como son el divorcio y la violencia de género. Estos dos temas muestran fuerzas centrípetas y centrífugas que unen y separan a hombres y mujeres como si un imán y un repelente estuviesen actuando sobre las relaciones
entre chicos chicas.
5.1.- Divorcios de las personas jóvenes
Una característica que refleja un desencuentro es el número creciente de
divorcios. No sería ningún problema ya que es más bien un derecho y una
conquista social, pero a la vez refleja, en la mayoría de los casos, un hecho
traumático, además y en definitiva se trata de un desencuentro entre chicos
y chicas. Ya veíamos antes que las actitudes son diferentes a la hora de
enfrentarse a la formación de una familia, ya que las chicas están educadas
para formar familias y sin embargo los chicos están dirigidos a tener como
algo superior las relaciones, literalmente los amigos.
(17)
Bonino, L., 2004, Los
Micromachismos, Revista La
Cibeles, nº 2, Ayuntamiento de
Madrid.
(18)
Lorente, M., 2008, El nuevo
hombre nuevo, Destino,
Barcelona.
Las cifras que nos ofrece el Instituto Nacional de Estadística son claras en
este sentido. Recogemos las cifras de los últimos 5 años de los que existe
información, así en el año 2007 se divorciaron 7.113 chicos menores de 29
años y 13.577 chicas. En el año 2006 lo hicieron 7.974 chicos y 15.052 chicas,
en 2005, 4.137 chicos y 8.073 chicas, en 2004, 2.399 chicos y 4.987 chicas y
en el año 2003 lo hicieron 2.290 chicos y 4.672 chicas (Ver tabla 5).
(19)
Hay quien opina que la crisis
económica tiene un efecto de
contención de los divorcios.
De esta información se deduce una tendencia que crece muy rápidamente
desde 2003 hasta 2006 y que aparece un poco frenada en 2007. No podemos adelantar si la tendencia es al crecimiento y el dato de 2007 es coyuntural o se va a producir una tendencia a la baja (19), lo que si está claro es
que son cifras elevadas para una población joven dónde la mayoría no está
casada y los y las casadas están estrenando matrimonio.
20
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 6. Muertes de Mujeres Jóvenes
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
-16
1
0
0
0
0
3
0
0
0
0
16-17
1
1
0
2
1
1
1
0
0
0
18-20
2
2
0
2
0
5
4
2
2
4
21-30
9
15
18
16
16
13
14
15
18
18
Total -30
13
18
18
20
17
22
19
17
20
22
Total
54
63
50
54
71
72
58
68
71
70
Fuente: Instituto de la Mujer
El porcentaje de los que afirman vivir en pareja son el 22,2% a los que habría
que añadir el 6,9% que han convivido en el pasado, según el Informe
Juventud de 2008. Pero no se pueden relacionar ambos datos ya que los
divorcios (de los que se han excluido separaciones y nulidades) son actos
oficiales que han llegado a tribunales, mientras que la formación de parejas
no requiere ningún tipo de formalidad ni para su formación ni para su ruptura.
¿Qué se puede concluir de esta información?. En primer lugar que se producen bodas con un ingrediente alto de banalidad. En segundo lugar que existe
un cierto desencuentro entre chicos y chicas a la hora de diseñar un proyecto de vida en común. Y en tercer lugar que no está claro que exista entre los
y las jóvenes la capacidad de asumir serenamente todo el proceso, porque
como vamos a ver a continuación algunas de estas rupturas terminan muy
mal, con violencia.
5.2.- Violencia y mujeres jóvenes
Es interesante conocer cuales las causas por las que las mujeres jóvenes son
también víctimas de este tipo de violencia. La violencia en estas edades,
mujeres menores de 30 años (20), supone un tercio de toda la violencia de
género.
Parece insólito que unas mujeres cuyas características tendrían que aportar
un grado de igualdad y de racionalidad importante, como hemos intentado
demostrar en el análisis comparativo intergeneracional, sigan sufriendo problemas de índole similar a la de las mujeres que vivieron etapas preconstitucionales, con similares consecuencias. Y de nuevo volvemos a la educación
informal. La cuestión es lo que han podido encontrar como costumbre social,
las retrotrae a épocas anteriores. ¿Cómo aprenden la costumbre social?
Nos centraremos en las mujeres sometidas a violencia de género menores de
treinta años. Los datos los proporciona el Consejo General del Poder Judicial
y la Macroencuesta del Instituto de la Mujer sobre la Violencia contra las
mujeres.
(20)
En este caso los datos vienen
agregados hasta la edad de 30
años.
El número de muertes de mujeres menores de 30 años asciende a 22 y supone el 31,4% del total de muertes de mujeres, es decir una de cada tres mujeres muertas por violencia de género es menor de 30 años y por tanto se
encuentra en el grupo de mujeres jóvenes.
En cuanto a las denuncias, las correspondientes a las mujeres jóvenes están
suponiendo el 41,1% del total de las denuncias interpuestas por las mujeres
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
21
Tabla 7. Denuncias por malos tratos producidos por la pareja o expareja. Según grupos de edad
2002
2003
2004
2005
2006
-16
168
250
323
356
380
2007
389
16-17
345
462
607
771
838
960
18-20
1.659
2.037
2.583
2.911
3.122
3.336
21-30
13.601
16.091
18.776
19.831
20.734
21.338
Total -30
15.773
18.880
22.289
23.869
25.074
26.023
Total
43.313
50.090
57.527
59.758
62.170
63.347
Fuente: Instituto de la Mujer
víctimas de malos tratos. Este dato, la proporción de jóvenes que denuncian,
va en aumento año tras año. Esto aporta dos balances uno negativo y otro
positivo. El negativo sería que son muchas las mujeres jóvenes que se sienten maltratadas. Pero también tras estos datos se puede esconder que se
atreven mas a denunciar con lo que estarán más protegidas.
Por otro lado no hay que desechar ningún perfil porque están todos representados, mujeres que trabajan, que no trabajan, que conviven, que no conviven, en trámites de separación, separadas, por no hablar de las clases
sociales o estatus socioeconómico que al igual que el del maltratador es un
perfil de lo más variado.
La implicación que debe tener toda la sociedad en este problema y toda la
sociedad incluye a los hombres, sería objeto de otro trabajo. Es decir, la
hipótesis de que el problema se encuentra en la educación informal, también
de los maltratadores es válida pero es otra forma de abordar la cuestión,
queremos centrarnos en las mujeres y plantear la hipótesis de que el objetivo
es el logro de autonomía personal, económica y emocional. Esto significa
que si conseguimos que las mujeres dejen de someterse se podrán defender
mejor y dejaran de ser víctimas. Cuando se educa a las jóvenes para ser
autónomas, capaces de ser independientes económicamente, están viendo
reforzadas sus capacidades y de hecho hay una respuesta clara y contundente. Pero hay un gran vacío en la educación para la igualdad, debido a la
dificultad de superación del orden patriarcal, se trata de que en los ámbitos
familiares los modelos que perciben en la infancia siguen teniendo el esquema tradicional. Y si esto se da en las familias, los medios de comunicación no
se quedan cortos. Se produce además, un vacío en la educación sentimental
difícil de superar por ambos sexos que llevan a los desencuentros en los
hemos querido hacer hincapié en este apartado.
Lo importante es educar para ser autosuficientes económica, social y emocionalmente tanto a chicas como a chicos. Vamos a ver a continuación en
que consiste la educación informal como una vía de la socialización en igualdad.
6.- Educación informal
Adelantábamos en páginas anteriores un esbozo de lo que es la educación
informal. En este epígrafe vamos a poder centrarnos en concreto en el contenido de la Educación Informal y qué elementos aporta para la educación
en igualdad.
22
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
La definición de Educación informal supone “cualquier situación de aprendizaje vivida por una persona hasta que acaba su vida, que no haya sido planificada específicamente para enseñar. Nunca se deja de aprender, las
experiencias vividas ayudan a desarrollar nuevas estrategias que permiten
enfrentarse a las siguientes situaciones, así como no cometer los mismos
errores” (Herrera, 2006).
En las edades en las que se marca la impronta que va a estar presente a lo
largo de la vida de las personas se trata de una influencia de alguna forma
determinista, y aunque la teoría considera que no se parte de planteamientos deliberados, en opinión de Herrera no siempre es así, “Aunque no siempre está tan claro que no sean intencionados, pues cuando unos padres
enseñan a sus hijos e hijas a comer, a responsabilizarse de sus tareas o recoger su cama, a cumplir con unos compromisos de horario y conducta, nadie
puede negar que los padres lo hagan deliberadamente” (Herrera, 2006).
El problema se plantea cuando no solo los padres sino también los medios
de comunicación han determinado a priori las diferencias que establecen la
identidad, e incluso la imagen estética, entre chicos y chicas. De esta forma
nos encontramos con problemas educativos muy visibles, ya que por ejemplo, uno de los hándicaps que se atribuye a las mujeres es que no acceden a
la informática, pero ya es un indicativo el que la primera video consola que
se puso en circulación se llamase Game Boy. Estos problemas pueden ser
abordados porque hay algo tangible, concreto y además incorrecto.
Por el contrario, hay una serie de cuestiones intangibles en las que no se termina de dar un enfoque adecuado en la educación de las chicas. Se sigue
hablando del Príncipe Azul y las chicas se lo siguen creyendo. Ello lleva a
que al iniciar su vida autónoma mantengan, entre otros componentes, la ilusión de construir un proyecto de vida familiar, pero también es una ilusión
que conduce a la sumisión con los hombres por que en general el príncipe es
un varón, héroe y quién decide elegir a la mujer como pareja.
En primer lugar la educación en este sentido se hace porque no nos hemos
propuesto cambiarla. Hemos analizado los cuentos, los juguetes, hemos reivindicado el cambio de papeles pero no estamos dispuestos a que la infancia
deje de ser “ingenua” y “tener ilusiones”.
Por su parte forjarse ilusiones basadas en fantasías, porque esto es bonito y
preserva a las niñas de la cruda realidad, es una de las grandes mentiras que
habría que modificar obviando el consabido “ya se enfrentarán a los problemas de la vida cuando sean mayores, ahora que vivan felices en su inocencia”. Pero además es claro que hay un discurso que reciben las chicas, como
educación informal, en las edades mas bajas que las conduce a la sumisión.
La atribución a los chicos la competitividad y la agresividad y a las chicas la
empatía y la sumisión son dos componentes educativos sobre los que claramente hay que actuar.
En este punto reaparece la responsabilidad que tiene el entorno de los más
pequeños en esa educación informal desigual.
7.- Propuestas educativas en las familias
Las razones de esta dificultad para el cambio pueden ser muy distintas. Una
primera, la más simple e inmediata podría ser, a pesar de que la sociedad ya
ha evolucionando en otro sentido, la del interés en seguir manteniendo un
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
23
sistema tradicional de familias. La segunda, que resulta muy difícil alterar las
viejas prácticas educativas, aun entre las personas interesadas en el cambio
social quizá por mera rutina no se estén elaborando procedimientos, discursos y contenidos alternativos educativos, equivalentes a los cambios que se
están produciendo en la sociedad.
De cualquier forma, sea cual sea el origen de la actual situación educativa,
produce una inevitable disfunción, al provocar deseos inalcanzables y las
consiguientes frustraciones. Se han criticado los cuentos, los juegos, se ha
reivindicado el cambio de papeles entre niños y niñas, pero no hay una disposición a que el entorno de los mas pequeños sea mas realista, y se adecue
a las circunstancias que luego les va a tocar vivir.
Educar a los mas pequeños para abordar sus proyectos vitales, con mayor
conocimiento de causa, ayudaría a mejorar su futura calidad de vida y porque no, podría generar mas armonía social. Ya que, si los cambios sociales
son reales y además irreversibles, será mejor tenerlos en cuenta que tratar
de ignorarlos o esperar que ellos mismos sean los que cambien estos procesos educativos.
No entra dentro de los preceptos, por ejemplo, incidir sobre el amor romántico, porque todavía se considera un logro social. Ya no hay matrimonios por
interés, ahora se supone que son sólo por amor. Pero hay autores como
Giddens que afirman que el amor romántico es una trampa para las mujeres
(21). Con los datos aportados podría ser cierto.
8.- Conclusiones
A pesar de los cambios producidos en nuestra sociedad quedan muchas
cosas por hacer. En algunas materias el recorrido es ya mucho mas corto por
todo lo que se ha caminado. En otros temas en cambio, como maternidades,
amor, violencia, queda un largo trecho por recorrer.
Un cambio que hay que propiciar a luz de los hechos presentados es todo lo
relativo a la educación sexual y reproductiva. Enseñar a ser consciente de las
posibilidades de ejercer el control de la natalidad y como hacerlo efectivo
conduce a una reducción de los embarazos no deseados y a rebajar sustancialmente el número de abortos.
En cuanto a las relaciones personales hay que evitar desencuentros como el
de que los objetivos en cuanto al proyecto familiar y al deseo de hijos sean
diferentes entre chicos y chicas. No se puede evitar la variabilidad en el pensamiento de chicos y chicas, pero hay que tratar de preparar a las personas
para que dentro de su idiosincrasia encuentren con quien compartir sus aspi
raciones y sus deseos en cuanto al proyecto familiar. Y si este es un desencuentro a combatir, pasamos a situarnos frente al divorcio y el más grave de
todos, la violencia de género.
(22)
Lucenay de, M. 1937, Las leyes y
el sexo, Editorial Fénix, Madrid.
Es necesario cambiar los estereotipos y valores vigentes. La violencia es un
hecho social y cultural, a lo largo de la historia. No me cansaré de citar a
Martín de Lucenay que en 1937 decía que en España históricamente, “el
marido quedaba exento de responsabilidad, si sorprendiendo a su mujer en
flagrante delito de adulterio, mataba a la adúltera y a su amante. El marido
burlado “tenía derecho” al asesinato para “reivindicar su honor”, con lo que
la sociedad respiraba tranquila y la justicia quedaba satisfecha” (22 ), que
permite
24
Revista de Estudios de juventud
(21)
Giddens, A., 1995, La transformación de la intimidad.
Sexualidad, amor y erotismo en
las sociedades modernas,
Cátedra, Madrid.
≥ diciembre 08 | nº 83
comprender lo interiorizada que ha estado a lo largo de la historia la violencia de género.
Debido a este tipo de planteamientos, todavía hoy, se ha identificado al
hombre con la fuerza y a la mujer con la sumisión, concretamente hasta el 2
de mayo de 1975, el código civil español hablaba de la obediencia que la
mujer debía al marido, y aunque esto desapareció del código, permanece en
las conciencias y es transmitido a las nuevas generaciones.
En cuanto a la educación informal, habrá que tratar de dotarla de contenidos
inequívocos para que los valores que se transmitan, sean esencialmente éticos y conlleven justicia social, para que la igualdad deje de ser “simulada” y
se convierta en igualdad real. Lo mismo que se hizo a través de campañas
que invitaban a modificar los modelos y los roles familiares proporcionando
nuevas referencias: hay que tratar de proponer un modelo nuevo de relaciones entre adultos y niños y niñas. Para conseguirlo todo el entorno inmediato
debe implicarse en la corrección de valores transmitidos, y por tanto las propias familias pero también entre vecinos, abuelos y abuelas, tíos y tías, vendedores y vendedoras tienen una responsabilidad y un papel en esta
educación que supone la justicia en el futuro de nuestra sociedad.
Para finalizar una cita textual de la Ley Integral contra la Violencia de Género
dice que, “La violencia de género se enfoca por la Ley de un modo integral y
multidisciplinar, empezando por el proceso de socialización y educación.”
Sólo añadir que dentro de la socialización tenemos que empezar a trabajar
con la parte no formal de la misma.
Referencias bibliográficas
- Aguinaga, J. y Comas, D., 2008, La juventud española entre la negación y la mitificación en Campo,
S. y Tezanos, J.F., España Siglo XXI. La Sociedad, Biblioteca Nueva, Madrid
- Aguinaga, J., 2007, Juventud y Género: la medida europea, Sistema, nº 197-198, Mayo.
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documentos
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Ana de Miguel Álvarez. Profesora Titular de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Feminismo y juventud en las
sociedades formalmente igualitarias
Para Julia y Marcos
Este artículo trata de comprender una situación aparentemente paradójica y contradictoria: cómo convive la aceptación y consolidación de importantes valores feministas con lo que se puede calificar como
una acrítica vuelta al rosa y al azul, a las normas de la feminidad y masculinidad más rancias y que
parecían ya superadas.
En la primera parte se exponen algunas de las dificultades que enfrenta la juventud para percibir la desigualdad en las sociedades formalmente igualitarias, es decir, los mecanismos del sistema para invisibilizarse, y otros más explícitos como el estigma , la amenaza y el miedo a la pérdida de la felicidad. En la
segunda se muestran algunas formas actuales de reproducción de la desigualdad que se inscriben en
los cuerpos de las mujeres como la violencia y la prostitución. Al mismo tiempo se plantea la hipótesis
de que en las sociedades formalmente igualitarias y con políticas activas de igualdad la reproducción
de los valores patriarcales se realiza desde la triada del mundo de la creación, los medios de comunicación y el consumo de masas. La industria de la imagen y la industria del fútbol son algunos de los espacios en que cuaja la rancia ideología de la naturaleza diferente y complementaria de los sexos.
Palabras clave: feminismo, ideologías sexuales, sexismo, amor romántico, violencia, prostitución. .
Introducción
Este artículo trata de comprender una situación aparentemente paradójica y
contradictoria: cómo convive la aceptación y consolidación de importantes
valores feministas con lo que se puede calificar como una acrítica vuelta al rosa
y al azul, a las normas de la feminidad y masculinidad más rancias y que parecían ya superadas.
En la primera parte se exponen algunas de las dificultades que enfrenta la juventud para percibir la desigualdad en las sociedades formalmente igualitarias, es
decir, los mecanismos del sistema para invisibilizarse, y otros más explícitos, el
estigma, la amenaza y el miedo a la pérdida de la felicidad. En la segunda se
muestran algunas formas actuales de reproducción de la desigualdad que se inscriben en los cuerpos de las mujeres como la violencia y la prostitución.
Paralelamente el artículo plantea la hipótesis de que en las sociedades formalmente igualitarias y con políticas activas de igualdad la reproducción de los valores patriarcales se realiza desde tres mundos estrechamente conectados, el
mundo de la creación, el los medios de comunicación y el consumo de masas. La
industria de la imagen, del sexo, del fútbol son algunos de los espacios en que
cuaja la rancia ideología de la naturaleza diferente y complementaria de los sexos.
Feminismo y cambio social en España: el mundo en que han nacido las jóvenes
Las transformaciones que ha experimentado la situación y la percepción
social de las mujeres en España ha sido uno de los cambios más rápidos e
Mujeres jóvenes en el siglo XX
XXI
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impactantes de nuestra sociedad desde la instauración de la democracia.
También ha sido uno de los factores que ha contribuido de forma decisiva
a que nuestro país abandone el “Spain is different”, propio de los viejos y
malos tiempos y haya abrazado con entusiasmo la modernidad. Ahora
bien, frente a una sociedad caracterizada por una fuerte apariencia de
modernidad, o más bien de posmodernidad, desde el feminismo es frecuente escuchar el argumento de que en cuanto “rascas un poco” las
cosas no han cambiado tanto. Ni en la esfera pública ni, mucho menos,
en la esfera privada. De hecho el acceso masivo de las mujeres jóvenes a
la educación superior y a la población activa, al espacio público, entre las
décadas de los ochenta/noventa no tuvo en su raíz un fuerte desarrollo
del Estado de Bienestar o en un cambio drástico en la mentalidad de los
varones, que pasaran a reclamar y obtener sus cuotas de trabajo y dedicación a los cuidados en la esfera de lo privado. No; este acceso masivo
fue posible, entre otras razones, gracias a la difusión y aceptación de
importantes valores feministas (Alberdi, 2000) y a lo que podemos calificar de auténtica huelga de natalidad de las mujeres, huelga por la que
una sociedad generalmente calificada como tradicional-católica-familiar
llegó a hacerse con el título (compartido) del país con la tasa de natalidad más baja del mundo.
En este contexto puede ser más fácil comprender que la situación real de
las mujeres y en consecuencia también del feminismo aparece surcada de
dobles y triples jornadas, y contradicciones y paradojas varias, de forma
que a veces puede resultar cierta una afirmación y su contraria. Por un
lado hay razones para el optimismo cuando el criterio utilizado es el de
comparar diacrónicamente nuestra situación actual con la de nuestras
madres o abuelas; por otro hay razones para el pesimismo cuando comparamos nuestras vidas con las de la otra mitad de la raza humana, los
varones, y observamos que siguen copando con naturalidad los puestos
de poder en la esfera pública y se dejan servir y cuidar, aún con mayor
naturalidad si cabe, en la esfera privada. Por otro lado continúan detentando el poder simbólico de definir la “autoconciencia” de la especie y
de la sociedad. Es posible resumir la situación observando que si el sexismo está en momentos bajos no ocurre lo mismo con el androcentrismo.
Ahora bien, lo que nadie puede negar, creo, es que a lo largo de estas
tres décadas las mujeres nos hemos hecho visibles como sujetos con reivindicaciones específicas y también estamos consiguiendo llevar a la
agenda política “nuestros” problemas para redefinirlos como problemas
de toda la sociedad. Así se ha logrado por ejemplo con el tema de la violencia de género; así se ha llegado a tener un gobierno paritario como el
actual, con el Partido Socialista Obrero Español en el gobierno, y así se
ha aprobado una Ley de Igualdad que tiene como objetivo lograr remover algunas de las barreras que hacen que la sociedad patriarcal se siga
reproduciendo sin mayores problemas en nuestra sociedad formalmente
igualitaria. Por otro lado también se ha aprobado recientemente el matrimonio entre personas del mismo sexo con el mismo status legal y derechos que los matrimonios heterosexuales.
El interrogante es ¿cómo se han logrado estos y otros objetivos que las
sucesivas generaciones se encuentran ya como parte de su vida cotidiana? ¿Cómo se ha conseguido involucrar a la sociedad y al gobierno en la
agenda feminista? Tal vez sea pronto para saber la respuesta pero si
aventuro que mucho menos se hubiera logrado sin el firme compromiso
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de tantas y tantas mujeres con los fines y valores del feminismo, y el
acuerdo tácito de muchos hombres. Tanto de las que militan en el
Movimiento en el sentido más clásico y rotundo de la palabra, como de
todas aquellas que se han convertido en insobornables “agentes feministas” sea cual sea el puesto de trabajo que ocupen. Sea éste el de ministra, jueza, profesora, técnica de ayuntamiento, trabajadora social,
trabajadora a secas o estudiante miles de mujeres han tomado sobre sus
hombros el compromiso por contribuir desde su sitio particular a hacer
un mundo mejor. El movimiento feminista y la teoría feminista han actuado y actúan como sus referentes. Y, sin embargo, muchas jóvenes, herederas
directas de estas conquistas no se sienten a gusto con la calificación de
feministas (Aguinaga, 2004). Trataremos de indagar en el por qué de las
complicadas y contradictorias relaciones entre las jóvenes y el feminismo.
I. Jovenes y feministas, razones de una incomodidad
El estigma de la palabra feminismo. Entre el desconocimiento y la descalificación.
Decía la escritora Rebecca West que no había conseguido averiguar de
forma precisa qué era el feminismo, pero añadía “Sólo sé que la gente me
llama feminista cada vez que expreso sentimientos que me diferencian de un
felpudo”. No es una mala aproximación al tema porque nos hace caer en la
cuenta del estigma de la palabra feminismo y de dos actitudes que siguen
teniendo vigencia frente al mismo, también entre la juventud: por un lado su
desconocimiento fuera de los círculos estrictamente feministas y por otro su
continua descalificación -¡a pesar del desconocimiento!- por parte de
muchas personas que si lo conocieran mejor no dudarían en auto-calificarse
de feministas.
De forma casi incomprensible para quienes hemos estudiado la historia
del feminismo y conocemos el alcance de nuestra deuda con las mujeres
que dedicaron sus vidas o parte de ellas a conquistar lo que hoy nos
parecen los derechos más elementales, el caso es que “el feminismo”
sigue disfrutando de una mala prensa considerable. Además, esta mezcla
de desconocimiento y descalificación no es nueva, parece que ha acompañado siempre a las luchas de las mujeres por salir de la servidumbre y
lograr los mismos derechos que los varones. Fijémonos en esta frase de
Clara Campoamor, la diputada que defendió el derecho al voto femenino
en la Segunda República española: “Digamos que la definición que de
feminista con la que el vulgo pretende malévolamente indicar algo extravagante indica la realización plena de la mujer en todas sus posibilidades,
por lo que debiera llamarse humanismo”. Efectivamente el feminismo es
un humanismo, es la lucha por el reconocimiento de las mujeres como
sujetos humanos y sujetos de derechos, es y ha sido siempre la lucha por
la igualdad entre los dos sexos. Y, sin embargo, buena parte de su mala
prensa procede de que muchas personas asocian el feminismo con la
lucha por la supremacía femenina, es decir “con dar la vuelta a la tortilla”
y también con el odio a los varones, la convicción de que las feministas
quieren transformar a las mujeres en hombres, o en otro orden de cosas,
con la confusa creencia de que las feministas están en contra de que las
mujeres se enamoren, sean madres o ¡quieran verse guapas! (Cacace,
2006).
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Ante una interpretación tan abiertamente falsa y retorcida de una causa tan
justa y legítima, de una lucha tan constante, silenciada y no violenta por
parte de tantas mujeres y también hombres, sólo cabe preguntarse con
asombro: ¿De dónde ha salido esta versión tan falsa y mezquina de mujeres
como las sufragistas?, ¿de mujeres como Concepción Arenal que centró sus
esfuerzos en que las niñas pudieran ir a la escuela, en que las mujeres estuvieran preparadas para ejercer un oficio para evitar la pobreza o la prostitución si no llegaban a contraer matrimonio? ¿De mujeres como la mencionada
Clara Campoamor que arruinó su carrera política y profesional por defender
en un momento “políticamente inoportuno” nuestro derecho al voto? ¿De
todas las mujeres que se han unido para defender el derecho al trabajo asalariado, a la educación superior, a todas las profesiones? ¿De las que han
luchado y siguen luchando para que se rompa el pacto de silencio y complicidad que ha rodeado tradicionalmente la violencia contra las mujeres?,
¿para que la violación se tomara en serio como un delito público y no como
un delito privado en que se acosa a la víctima por haber estado donde no
debía, por vestir como no debía, y toda la retahíla de intolerables argumentos que se han utilizado para culpabilizar a las víctimas? ¿De aquéllas que
han denunciado y siguen denunciando la doble moral sexual y sus inexorables consecuencias para todas?
Abordamos este trabajo con la convicción de que cuando se llega a conocer
realmente lo que es el feminismo, cuáles son sus análisis de la realidad, sus
valores y sus fines, la mayor parte de las mujeres y también de los hombres
están de acuerdo con las mismas. Pero también con la certeza de que por
todo lo que implica de revisión y cuestionamiento de la propia identidad y
de las relaciones más estrechas y personales para muchas es mejor no ver.
En todo caso, vayamos un poco más allá ¿desde cuándo existe el feminismo?
Una teoría, un movimiento social y político y una práctica cotidiana
¿Desde cuándo existe el feminismo? En un sentido amplio del término, siempre es posible rastrear conatos de feminismo a lo largo de la historia, mujeres que se rebelaron contra su destino individual o colectivo y trataron de
cambiarlo. En un sentido más concreto y más eficaz para comprender de
dónde venimos y en consecuencia hacia dónde vamos es preciso tener claro
que el feminismo comienza en la llamada Modernidad, a la par con las grandes transformaciones materiales e ideológicas que trajeron la Revolución
Francesa y la Revolución Industrial y se extiende a lo largo del siglo XIX con
la reivindicación del derecho al voto femenino y otras como el trabajo asalariado no estrictamente proletario y la educación superior. También con la
condena de la doble moral sexual y la trata de chicas para la prostitución.
Desde entonces el feminismo, en su pluralidad, ha ido tomando forma desde
tres tipos de hacer distintos, aunque relacionados: el feminismo es una teoría, es una militancia social y política y es una práctica cotidiana, una forma
de entender y vivir la vida. Aunque se puede diferir a la hora de valorar cuál
de los tres elementos ha tenido mayor importancia en el cambio de la situación de las mujeres en países como el nuestro, la realidad es que sin la presencia de los tres las mujeres no habríamos llegado donde hemos llegado.
El feminismo como teoría es una teoría crítica de la sociedad. Una teoría que
desmonta la visión establecida, patriarcal, de la realidad. Celia Amorós nos
recuerda que la palabra teoría en griego significa ver, para subrayar el que es
el fin de toda teoría: posibilitar una nueva visión, una nueva interpretación de
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la realidad (Amorós y de Miguel, 2005). La teoría, pues, nos permite ver cosas
que sin ella no vemos, el acceso al feminismo supone la adquisición de una
nueva red conceptual, “unas gafas” que nos muestran una realidad ciertamente
distinta de la que percibe la mayor parte de la gente. Y tan distinta, porque
donde unos ven protección y deferencia hacia las mujeres, otras vemos explotación y paternalismo, donde unos observan que “en realidad las mujeres
gobiernan el mundo”, otras constatamos la feminización de la pobreza y la
dolorosa resignación con que las mujeres aceptan todavía en la mayor parte
del mundo una subordinación que se hace pasar por su destino. Y, como ha
señalado Amelia Valcárcel a pesar de las tensas relaciones entre la teoría y la
acción, en las asociaciones de mujeres y los núcleos feministas existe mayor
vocación teórica que en ningún otro colectivo (Valcárcel, 1998). Y es que todas
necesitamos ampliar e iluminar nuestro conocimiento sobre la insidiosa mezcla
de complejidad y sencillez que apuntala la impresionante capacidad de reproducción del sistema patriarcal. Un sistema en el que las mujeres continúan sirviendo a los varones -especialmente en la esfera de lo privado/doméstico - y
estos lo esperan y aceptan con pasmosa naturalidad.
Como práctica social y política la visión feminista de la realidad ha cristalizado históricamente en la formación de un movimiento feminista. El movimiento feminista se caracteriza, como todo movimiento social, por su gran
diversidad. Ser un movimiento social y no un partido político es lo que le ha
permitido funcionar de manera muy abierta y lograr unir bajo reivindicaciones muy generales a muchas mujeres que, desde otras perspectivas, pueden
tener importantes discrepancias ideológicas. La necesidad de unión de todas
las mujeres, la constitución de un Nosotras como Sujeto político –los pactos
entre mujeres o los pactos de género– se deriva de la realidad de que, aunque sin duda la condición de mujeres interactúa con otras variables como la
clase social, la etnia y la orientación sexual entre otras, todas hemos sido
excluidas de derechos en función de ser mujeres, todas compartimos una
historia de opresión.
El feminismo es también una forma de entender y vivir la vida cotidiana. No
es un tipo de práctica política de las que tiene lugar en la esfera pública y de
la que es posible “pasar” en la esfera de lo privado. Casi al contrario, el feminismo implica también un proceso individual de cambio personal, de ajuste
de cuentas con la tradición –“las cosas siempre han sido así y tú no las vas a
cambiar”– la educación y las expectativas que la sociedad coloca en los
supuestamente delicados hombros femeninos: estar siempre disponibles
como ángeles domésticos y como objetos decorativos y sexuales. De ahí que
el feminismo de los años sesenta enarbolara el lema de lo personal es político. Con este lema se quiere expresar que las decisiones que toman las mujeres sobre sus vidas personales, como cargar con las responsabilidades
domésticas, no son fruto de su libre elección y de sus negociaciones como
pareja sino de un sistema de poder, es decir político, que no les deja más
elección porque ellos “no van a cambiar”. Sin embargo la militancia y el asociacionismo con otras mujeres, proporciona un empoderamiento, en que las
mujeres se enfrentan de forma explícita a su condición de “segundo sexo” y
a los múltiples miedos que la sociedad les ha imbuido desde pequeñas para
afirmarse como personas, tengan o no un hombre al lado. De hecho algunas
autoras han definido el patriarcado como una sociedad en que los hombres
ofrecen protección a cambio de servicios domésticos y sexuales. La vida de
las mujeres que se enfrentan al lugar que el patriarcado les tiene asignado
emprenden una revuelta interior y exterior que necesariamente tiene que
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afectar a todo el orden privado-doméstico y llevarlo a la práctica sin contradicciones no es fácil. Reconocer las contradicciones que sin duda permanecen “de puertas adentro” en la acertada expresión de Mª Ángeles Durán, es
así mismo un paso más en la autoconciencia y en la posibilidad de liberación.
Las armas del sistema patriarcal: entre la invisibilidad y la coacción
Según los fríos datos estadísticos la desigualdad entre los sexos es dramática en la mayor parte del mundo y sigue siendo fuerte en los países formalmente igualitarios. En el nuestro, por ejemplo la tasa de paro femenina
duplica la masculina y las mujeres ganan una media de un 30% menos que
los varones. Este año 2008 todavía no ha acabado y ya han sido asesinadas
más de sesenta mujeres, más una muerta a la semana, los datos de mujeres
que solicitan protección frente a sus exparejas son escalofriantes. Entonces
¿por qué el rechazo de tantas jóvenes a declarase feministas y por qué aunque lo sean no les gusta reconocerlo en público? Marina Cacace ha aportado
diversas y sugerentes razones para explicarlo y ha planteado muy claramente el núcleo de la cuestión: “¿por qué las jóvenes tienden a infravalorar de la
desproporcionada carga que sigue comportando el único hecho de ser mujeres”. A su juicio “se ha difundido entre las jóvenes una forma de comprensión
de la realidad que, respecto a las cuestiones de género no registra o interpreta coherentemente los datos negativos. Estos o no se perciben realmente
o se atribuyen a factores no sistémicos, como la escasa capacidad o preparación de algunas, el carácter demasiado dócil de las otras, los problemas de
ese tipo de pareja, la adversidad, etc., con lo cual no se piensa en soluciones
comunes sino solo en dificultades y errores (o en victorias) personales”
(Cacace 2006). Si a esto añadimos la falta de experiencias de discriminación,
el sentimiento de que las occidentales somos una privilegiadas y el que a
nadie le gusta saberse parte de un grupo oprimido –máxime cuando a las
chica les embotan la cabeza con que si son más listas que ellos, también
como a nuestras abuelas- se van añadiendo cada vez más razones para que
las jóvenes sientan incomodidad ante la interpelación crítica que supone el
feminismo.
Por nuestra parte vamos a plantear la tesis de que a pesar de los avances
hacia la igualdad el sistema patriarcal está profundamente anclado en la
estructural social y como ha mostrado recurrentemente la historia puede
transformarse para no desaparecer. Sin la referencia necesaria al poder del
patriarcado parece que todas las explicaciones sobre la falta de conciencia
feminista entre las jóvenes están del lado de éstas, y de alguna forma, se
infravalora el poder y los recursos simbólicos con que cuentan los sistemas
de dominación para perpetuarse. De entre estos recursos vamos a centrarnos en la relación entre invisibilidad y coacción.
La invisibilidad del sistema no es una característica nueva ni que tenga que
ver necesariamente con las sociedades formalmente igualitarias. La mayor
parte de las mujeres de todos los tiempos y sociedades han negado ardientemente la existencia de una sociedad sexista. Comprender esta invisibilidad
de la desigualdad sexual es comprender que para la mayoría se solapa con el
orden normal y natural de las cosas. Es normal y natural que los hijos lleven
primero el apellido de su padre y en segundo lugar el de las madres que los
tuvieron en sus vientres nueve meses y los trajeron al mundo ¿por qué no
habría de serlo? La mayor parte de las mujeres ha negado y niegan la existencia de la desigualdad y los conflictos que sin duda genera: sencillamente
somos diferentes han afirmado y afirman en la actualidad. Y continuando
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con el tema de la invisibilidad merece la pena rescatar el hecho de que la que
llegaría a ser gran feminista Simone de Beauvoir, cerca ya de los cuarenta años
afirmaba que para ella “ser mujer no había pesado nada”. No había podido
votar por el hecho de ser mujer pero “ser mujer no había pesado nada”. Es
importante seguir insistiendo sobre este rasgo del sistema patriarcal: la gran
dificultad que tenemos para percibir la desigualdad sexual. Una mujer que era
filósofa, que todo lo registraba minuciosamente, que no dejaba de observar y
observarse. Y hasta casi los cuarenta años casi pertenecía al género de mujeres que declaran “no haber sufrido discriminación alguna”. Y sin embargo, un
buen día tuvo una revelación, accedió a una nueva conciencia, una nueva
visión de la realidad de su realidad: “Empecé a analizarlo y súbitamente se me
reveló: este mundo era un mundo masculino, mi infancia había sido alentada
con mitos forjados por los hombres. Y no había yo reaccionado de la misma
manera que si hubiese sido un chico. La cuestión me interesó tanto que abandoné el proyecto inicial de elaborar una especie de relato personal y decidí
ocuparme de la condición femenina en general. Como bien sabemos el resultado fue los cientos de páginas que componen El segundo sexo. Volvamos a
recordar sus palabras iniciales: “para mi ser mujer no ha pesado nada…”. Si
comprendemos que todas las generaciones de mujeres que nos han precedido
han realizado un camino hasta llegar a ser feministas tanto mejor entenderemos que esto les suceda también a las jóvenes de hoy día que, además, tienen
menos experiencias de desigualdad, al menos en la primera parte de su vida.
Las jóvenes de hoy en día pueden admitir sin mayores problemas que la
desigualdad existió, pero antes, como en un país lejano y remoto. Sin embargo carecen de un conocimiento esencial: esa desigualdad ha ido cediendo
por la lucha organizada de millones de mujeres y sólo para conseguir el
derecho al voto se necesitó más de un siglo de lucha tenaz y continuada. Y
no eran marcianos eran hombres los que se resistían también tenazmente a
que las niñas, en definitiva sus esposas, madres, hijas y hermanas pudieran
estudiar, ser autónomas y votar. En general, cuando las chicas se enteran de
lo que en el feminismo se denomina nuestra genealogía se mueven inicialmente entre la indignación y el “no me lo puedo creer”, para terminar finalmente como Simone de Beauvoir, en el feminismo. Otro conocimiento
esencial que ignoran es el de la genealogía patriarcal, a saber, que los grandes teóricos que estudian en clase de filosofía y literatura han desplegado
todo su arsenal teórico para explicar cómo y por qué las chicas son inferiores a los chicos. Es decir ignoran la dureza y severidad con que se les ha
conceptualizado como inferiores y lo arraigado de esta legitimación cultural.
Y de ahí el refuerzo de la invisibilidad de todo el sistema.
Hoy como ayer uno de los principales problemas del feminismo continúa
siendo el de hacer visible e injusta esta desigualdad para la mayor parte de la
opinión pública. Y la tarea no es fácil porque también se ve dificultada por la
fuerte y continua reacción ideológica en contra del feminismo. Y ésta es, como
decíamos una de las claves principales que explican el rechazo o la incomodidad de las jóvenes con el feminismo. Susan Faludi ha documentado los
comienzos de esta reacción en la década de los ochenta a través de un sugerente análisis de los mensajes de los medios de comunicación de masas.
Según esta autora el mensaje de la reacción antifeminista se mantiene en dos
pilares ideológicos falsos pero machaconamente repetidos: 1) La igualdad
sexual ya es un hecho, el feminismo es cosa del pasado, y 2) la igualdad sexual
ha empobrecido y estresado la vida de las mujeres, las ha hecho más infelices
(Faludi, 1991).
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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Estamos de acuerdo con Faludi en que hay una reacción y para analizarla
vamos a partir de la hipótesis de que la sociedad patriarcal continúa reproduciendo la ideología de la naturaleza diferente y complementaria de los
sexos como fundamento de la posterior adscripción a funciones diferentes
en el orden social. Esta ideología se difunde a través de la imposición de
normas de comportamiento diferentes según el sexo y presenta la forma de
una coacción porque difunde poderosas imágenes en torno a cual es la identidad correcta, no desviada, de una chica y la de un chico. Las normas y las
ideologías sexuales no son optativas, deben cumplirse salvo riesgo de una
fuerte sanción. Por mucho que parezca que estas normas se han suavizado
la realidad es que algunas se han transformado pero las que existen son
absolutamente severas y no toleran bien las excepciones. Por ejemplo y en lo
que hace al vestir: los chicos no llevan faldas y punto. Claro que ellos esgrimirán que no quieren llevar falda, que no les gusta, que les parece incómoda,
que pasan frío, que se les ve el calzoncillo. Es decir, que es una sociedad
libre en que si no llevan falda es, qué casualidad, porque a ninguno le gusta.
Lo mismo les sucede a ellas con las minifaldas, que les gustan, que les parecen cómodas, que no pasan calor y que cruzas las piernas y ya está, no se te
ve nada. Cuánta casualidad, pero no hay cuidado, a ninguno ni a ninguna se
les va a pasar por la cabeza desafiar la norma. La norma es que los chicos no
llevan falda.
Desde un cierto punto de vista es pasmoso contemplar como las jóvenes
parecen haber aceptado las normas sexuales. El problema es que topamos
con poderosas industrias capitalistas: el rosa y el azul han encontrado una
floreciente industria de consumo. En la actualidad las normas de la diferencia
sexual no se difunden desde la ley ni desde el estado, ni desde la educación
formal. Se forjan desde el mundo de la creación, en la música, los videoclips,
el cine, las series, la publicidad … se difunden desde los medios de comunicación de masas y generan unas poderosas industrias que ofrecen un consumo diferenciado para chicas y chicos. Para ellas el culto a la imagen, al
cotilleo y al amor romántico. Para ellos la triada fútbol-motor-pornografía.
Ellas, como la mayor parte de las mujeres del mundo sigue-seguimos interpretando la coacción como libre elección, tanto en los taconazos de aguja,
como en el culto al cuerpo, como en la elección de estudios no tecnológicos
como en la asunción de los trabajos domésticos o el abandono del empleo
porque alguien tendrá que cuidar a los niños. En realidad muchas cosas no
han cambiado o se está produciendo un retroceso que habría que documentar: bastar con ir a una juguetería, con hojear esos catálogos interminables
de juguetes que generosamente regalan a todas las niñas y niños con los
periódicos los domingos. No es necesario un análisis muy sofisticado: juguetes domésticos y para ponerse sexis para las niñas y juguetes de acción y
guerra para los niños. La industria de la comunicación y el consumo de
masas ha encontrado en esta reproducción acrítica del roza y el azul un
potente negocio. La industria del fútbol se condensa en titulares como
“todos los niños quieren ser Ronaldo”, Beckam, Ronaldhiño, el que toque y
tiene como aliados a la práctica totalidad de los intelectuales y los políticos.
La industria del fútbol ha conseguido enmudecer las críticas al papel socializador del fútbol masculino, cada vez más omnipresente en los colegios, a su
presencia obligatoria en los telediarios públicos como si de información
nacional relevante se tratara. Desde aquí le reconocemos el valor y la disidencia a la socióloga Marina Subirats, que ha titulado su libro sobre la necesaria vuelta a la coeducación “Balones fuera” (Subirats, 2007).
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El amor romántico como factor de socialización diferencial
Hoy en día, cuando muchas teóricas se están preguntando con contundencia
cuales son los factores de reproducción de la desigualdad está apareciendo
con insistencia el amor romántico (Jonnasdottir, González 2006 y Esteban,
2008). Nosotras lo hemos elegimos como un ejemplo paradigmático para
explicar la presión social que sufren las jóvenes para desarrollar una identidad femenina determinada y cómo, al mismo tiempo, se niega la presión y se
reinterpretan comportamientos colectivos bajo la forma de la libre elección.
En primer lugar siempre es conveniente un poquito de historia para ver
cómo el tema del amor es, en realidad un clásico del feminismo. La teórica
feminista Alejandra Kollontai mantenía ya a principios del siglo veinte que las
mujeres no lograrían emanciparse hasta que no dejaran de colocar el amor
como el fin prioritario de su vida. Y según sus palabras “si una mujer tenía el
corazón vacío su vida se le aparecía tan vacía como su corazón”.
¿Cuál sería hoy el problema con el amor? El problema, como casi siempre en
las relaciones entre los géneros residiría en la ausencia de reciprocidad: para
los chicos el fin de su vida nunca es el amor, es desarrollar su individualidad.
Con esto no quiere decirse que el amor no sea importante o incluso muy
importante para los varones. Dentro de ese proyecto de vida, el amor y formar una familia pueden tener un puesto relevante pero siempre dentro de un
proyecto global. Pues bien, en la actualidad numerosas teóricas continúan
analizando la función del amor romántico y el miedo a no tener pareja como
un mecanismo de reproducción de la subordinación de las mujeres a los
varones. Algunos de estos análisis abordan las relaciones entre esta concepción del amor con la asunción de la doble jornada laboral e incluso con la
aceptación de ciertas dosis de celos y violencia en las relaciones de pareja.
¿Es por conservar el amor y no estar “solas” –con el fracaso que eso significa
para las mujeres en la sociedad patriarcal– por lo que las mujeres continúan
sirviendo(les) y los varones se dejan servir? Habrá que estudiarlo más pero
cuando se analiza la ideología patriarcal siempre acabamos encontrando el
amor, mejor dicho, una cierta concepción del amor para las mujeres. No nos
resistimos a reproducir un texto publicado en la revista de la Sección
Femenina el 13 de Agosto de 1944: “La vida de toda mujer, a pesar de cuanto
ella quiera simular –o disimular– no es más que un eterno deseo de encontrar a quien someterse. La dependencia voluntaria, la ofrenda de todos los
minutos, de todos los deseos y las ilusiones, es el estado más hermoso, porque es la absorción de todos los malos gérmenes –vanidad, egoísmo, frivolidades– por el amor”. Una vez leído el texto lo importante es recordar que
estas palabras habían sido escritas por intelectuales de la talla de Freud,
Simmell y, entre nosotros, Ortega y Gasset (Puleo, 1993). La sección femenina se limitaba a difundirlas.
En su obra El poder del amor. Le importa el sexo a la democracia la teórica
nórdica Anna G. Jónasdóttir se ha preguntado con contundencia por los
mecanismos que reproducen la desigualdad sexual en sociedades como las
nórdicas, con altas cuotas de igualdad en el espacio público. La respuesta se
halla en un esquema conceptual deudor del análisis marxista de la plusvalía.
Al igual que la capacidad humana de trabajar es fuente de valor y genera
una plusvalía que la clase capitalista extrae a la clase trabajadora, en las
sociedades patriarcales los varones extraen una plusvalía de dignidad genérica en todas y cada una de sus interacciones con las mujeres. La capacidad de
amor del ser humano, entendida en un sentido amplio, es un recurso humano
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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capaz de crear valor, en este caso reconocimiento, dignidad y bienestar para
los sujetos receptores del mismo. El problema reside en que la política sexual
o la organización política del amor patriarcal determina que las mujeres entreguen su amor sin reciprocidad, por lo que no sólo resultan explotadas sus
capacidades sino que viven con un continuo déficit de reconocimiento y bienestar, de “amor”. En relación con este sugerente análisis merece la pena volver
la vista atrás para apreciar lo claro que tenían algunos viejos defensores del
patriarcado el interés de apropiarse esa “plusvalía” del cuidado de las mujeres;
así lo escribió el filósofo ilustrado Jean Jacques Rousseau “La educación de
las mujeres debe ser relativa a los hombres. Complacernos, sernos útiles, hacer
que las amemos y las estimemos, que nos eduquen cuando seamos jóvenes y
nos cuiden cuando seamos viejos, nos aconsejen, nos consuelen, para que así
nuestras vidas sean fáciles y agradables; estos son los deberes de las mujeres
de todos los tiempos y para lo que debieran ser enseñadas durante la infancia”. Fin de la cita: es difícil tener más claros y formular de manera más sencilla los fines de un sistema de dominación.
A continuación ofrecemos un breve análisis sobre cómo se reproduce la
“ideología del amor” en la actualidad. Tal y como venimos manteniendo esta
reproducción tiene lugar a través del mundo de la creación, los medios de
comunicación y el consumo. Nos centraremos en las revistas para adolescentes, aunque análisis similares se han hecho sobre el cine, el fútbol o los videojuegos (Aguilar, 1998).
El amor en las revistas para adolescentes/ ¿as?
Existe en el mercado una variada oferta de revistas para adolescentes que
están expresamente dirigidas a las chicas. En un brillante análisis del retorcido mensaje de las revistas de adolescentes Amalia González nos invita a
observar cómo se mezcla la idea de modernidad y transgresión con los
modelos femeninos más rancios y pasivos. Lo primero que señala la autora
es, tal y como hacíamos en el epígrafe sobre el amor romántico, la falta de
reciprocidad. Las chicas cuentan con una abundante bibliografía de revistas
para formarlas en los temas de imagen, sexo y amor mientras los chicos no
disponen de publicaciones paralelas, pues las dirigidas a ellos son de videojuegos, fútbol, motor, y también las pornográficas (qué romanticismo). Pero
vayamos también a los contenidos. “En estas revistas para chicas observamos la combinación de libertad y desenfado sexual con la reproducción de
estereotipos tradicionales. Bien es verdad que tienen como aspecto positivo
abordar temas sexuales de una forma directa y abierta, pero la manera de
tratarlos adolece de un fuerte sexismo. La jovialidad que rezuman estas
revistas convierte cualquier situación en mero problemilla que siempre tiene
final feliz marcado por la venida de algún redentor. Todas las secciones están
enfocadas a cómo tener éxito con los chicos a los que se pinta como tipos
un poco bobos a los que se puede seducir. Todo es alegre, jovial y festivo si
te vistes a la moda, eres mona y no tienes prejuicios. Si hay algún revés, éste
figura en los apartados de los testimonios o historias excepcionales, pero al
final el amor todo lo salva” (González, 2006).
Por otro lado, y abusando un poco más del análisis de Amalia González, la
autora señala que los consejos destinados a las chicas que salen con chicos,
“las insta a mantener una postura activa, pero con mucho cuidado de no
molestarlos, porque si se molestan se pueden ir. Hay que operar con cautela.
Así, en las pautas que da para cuando una chica y un chico empiezan a salir
juntos, se dice que la chica ha de usar sus armas de mujer para poder tener
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éxito (…) a los chicos hay una serie de preguntas que plantearles al inicio de
una relación, pero estas preguntas han de hacerse de una manera velada, porque “el género masculino suele asustarse cuando intuye que su ligue o chica
quiere informarse sobre temas muy personales y los ataques paranoicos ante
el compromiso son muy habituales”. Son “preguntas imprescindibles que
debes hacer a tu chico”, pero han de hacerse “¡sin que se dé cuenta!”. Las preguntas personales que la revista cita son: si sale con otras chicas, cómo son
sus amigos, si se ha hecho las pruebas del SIDA y qué piensa del futuro de la
relación. Las chicas no pueden preguntar abiertamente, porque los chicos “se
pueden asustar”.
Para que los chicos no se asusten, la revista en cuestión recomienda unas
“estrategias del débil” que ya no podemos transcribir, para no merecer el calificativo de plagio o intertextualidad por parte de González, pero sí volvemos a
remitir encarecidamente a su artículo porque no tienen desperdicio. ¡Ni nuestras tatarabuelas necesitaban tanta mano izquierda!. Fíjense en la estrategia
para la cuarta y última pregunta “¿crees que lo nuestro tiene futuro?” Veamos
el rodeo porque, obviamente, no puede preguntarse así: “pregúntale entre
risas si eres el tipo de chica con la que compartiría su vida... lo lógico es que
te siga la broma y fantasee sobre un futuro contigo. Evidentemente, esto no te
da ninguna garantía, pero el hecho de que no te haya puesto mala cara indica
que, además de que el chico tiene buen sentido del humor, la vuestra es una
relación sólida”. Y terminamos también con el lúcido juicio de Amalia
González: “Resulta de sumo interés para ver el modelo de relación que propone la revista el consejo de que la chica ha de esperar el momento oportuno
para hacer preguntas que no molesten. No es que despreciemos las habilidades comunicativas en la relación, sino el hecho de que éstas descansen en la
chica, al entrenarla en “comprender” que el chico tiene miedo al compromiso,
a la vez que ella desea este mismo compromiso. En definitiva, las preguntas
son “imprescindibles”, pero hay que hacérselas veladamente y, por tanto,
podemos quedarnos sin respuesta. ¿No es esto una manera de educar en el
conformismo, la pasividad, paciencia y en la esperanza de un varón que se
convertirá en salvador gracias al amor, características todas ellas típicas del
arquetipo de las mujeres sumisas? (González, 2006).
La vieja idea del príncipe azul sigue operando. Eso sí, ya no hay que recostarse a esperar, hay que actuar: enamórate, consigue al chico (nosotros te damos
la estrategia) y ¡ya no hay problemas! Si se me permite una pequeña “observación participante” quiero dejar constancia de que cuando en mis clases de Los
géneros en la Red planteo que acabo de comprar una novela de una treintañera que se titula “Manual de caza y pesca para chicas” detecto por sus sonrisas
que no va de conejos y salmones.
II. Hechos que no casan. La reproducción de la desigualdad
en las sociedades formalmente igualitarias.
Las jóvenes tienen que hacer frente a una serie de hechos que no concuerdan con la visión de que la igualdad sexual es un hecho y el feminismo algo
del pasado. Si vivimos en una sociedad igualitaria ¿por qué los varones
matan a las mujeres?, ¿por qué las escalofriantes cifras de malos tratos? ¿por
qué aumenta el tráfico de chicas para su prostitución por quince, treinta
euros el cliente en nuestras sociedades igualitarias? Entre todos los hechos
que no casan elegimos los temas de la violencia y la prostitución porque
como ha señalado Celia Amorós, con su habitual clarividencia para percibir y
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sistematizar por donde se estrechan y renuevan los pactos patriarcales, el
cuerpo de las mujeres es el libro abierto en que se inscriben las reglas de los
pactos patriarcales (Amorós, 2008). Y en ese libro hoy se escribe la violencia
contra sus cuerpos como violencia física y como cuerpos permanentemente
expuestos para su alquiler o venta para uso sexual. Cuando se unen ambos
tipos de escritura hablamos de violaciones.
La violencia contra las mujeres
Decíamos antes que una de las características del movimiento feminista es que
nunca ha recurrido al uso de la violencia contra las personas en apoyo de sus
reivindicaciones. Ahora bien, esto no significa que la violencia no esté presente
en el conflicto de géneros, lo está pero es ejercida por los varones contra las
mujeres. En su obra Política sexual, Kate Millett escribía ya en 1969: “No estamos acostumbrados a asociar el patriarcado con la fuerza. Su sistema socializador es tan perfecto, la aceptación general de sus valores tan firme y su
historia en la sociedad humana tan larga y universal, que apenas necesita el
respaldo de la violencia”. Y, sin embargo, continúa Millett “al igual que otras
ideologías dominantes, tales como el racismo y el colonialismo, la sociedad
patriarcal ejercería un control insuficiente, e incluso ineficaz, de no contar con
el apoyo de la fuerza, que no sólo constituye una medida de emergencia, sino
también un instrumento de intimidación constante” (Millett, 1969).
La violencia contra las mujeres, como tales, no es, ni mucho menos, una realidad nueva. Todo el siglo diecinueve abunda en esta dramática situación.
Sin embargo, como han señalado diversas autoras, sólo recientemente, y en
relación con la mejora del status de las mujeres, la violencia doméstica ha
dejado de considerarse un “problema personal” de las mujeres afectadas
para considerarse como un “problema social”. Y esto se explica en parte
porque hasta hace poco predominaba una explicación de corte biologista y
psicologista que explicaba la violencia masculina como “algo natural” y, en
los casos extremos, como producto de diversas patologías individuales.
Desde luego, no es ésta la perspectiva ni sociológica ni feminista (de
Miguel, 2005).
Las explicaciones sociológicas y feministas sobre el uso de la violencia contra las mujeres han resaltado dos factores. En primer lugar, el proceso de
socialización diferencial de los sexos. Independientemente de cómo sean
las hormonas masculinas –y volvamos a recordar lo distintos que son los
varones entre sí, que muchos no han ejercido la violencia en su vida, por
más que ello fuera símbolo de status y hombría en el patio del colegio– hoy
existe amplia documentación sobre cómo en la socialización de los varones
se identifica lo masculino con la fuerza y la violencia. Además basta con
entrar a una juguetería: juguetes bélicos para los niños –más o menos disimulados por su referencia a películas de éxito como la espada láser de la
Guerra de las Galaxias, el puño de Hulk o la parafernalia militar del Señor
de los Anillos– y ya sin disimulo alguno juguetes domésticos y de maquillaje para las niñas.
En segundo lugar, se apunta a la persistencia de las definiciones sociales
que representan las relaciones entre los géneros como relaciones de subordinación, cuando no de propiedad, en que las mujeres deben cierta sumisión a sus maridos o compañeros. Será entonces, cuando las mujeres no
respondan a las expectativas, cuando los conflictos pueden llevar al uso de
la violencia como medio de restablecer la satisfacción de las expectativas
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sobre el comportamiento femenino. En este segundo caso, la violencia aparece como un efectivo medio de control social sobre el comportamiento de
las mujeres. Desde esta perspectiva, es imprescindible citar el trabajo pionero de Susan Brownmiller sobre la violación. Esta autora define la violación como parte de un sistema de control que afecta al comportamiento
cotidiano de todas las mujeres (Brownmiller, 1981). Este trabajo fue considerado, en su día, exagerado y radical. Sin embargo, hoy, el propio Anthony
Giddens –el conocido sociólogo inglés y no precisamente por sus ideas
radicales– ha llamado la atención sobre cómo el miedo a esta agresión conduce a las mujeres a ejercer un riguroso control sobre sus acciones y movimientos en el espacio público. Y, cómo, por tanto, funciona como un
mecanismo eficaz para meter miedo en la socialización de las chicas y aún
hoy, para culpabilizarlas si han llegado a “colocarse” en la situación de ser
violadas.
Entendemos que la violencia es una realidad por la que las chicas, de alguna
manera comprenden que “algo pasa” por el simple hecho de ser mujer, es decir,
que estas chicas, mujeres son asesinadas o violadas por el simple hecho de ser
mujeres. Pero al mismo tiempo las jóvenes no quieren sentirse como víctimas y
suspenden los mecanismos de identificación: eso son cosas que les pasan a las
otras. También encuentran explicaciones alternativas en algunas ideologías de
nuevo cuño que les invita a calificar el feminismo reivindicativo de llorica y victimista, y que, en última instancia parece tener las mismas consecuencias políticas que el individualismo de toda la vida. Se viene afirmar que las mujeres no
son esos seres débiles y sin poder que se empeña en presentar el feminismo.
Las mujeres de alguna manera “eligen” de acuerdo con “estrategias” entre diferentes opciones, y como la vida es muy dura y difícil tal vez entre esas estrategias está aguantar doce años de malos tratos y para tantas chicas del este o
africanas prostituirse en un parque o un burdel. Así, se dice, en vez de separarse
disfrutan del nivel de vida del marido o ganan más que limpiando.
La violencia contra las mujeres tiene importantes consecuencias en su socialización. La socialización de la niña implica inocularle una cierta dosis de miedo en
el cuerpo, dosis que aumenta según se adentra en la adolescencia, en que los
progenitores les hacen ver claramente que una amenaza se cierne sobre ellas.
Tarde o temprano la adolescente tiene que hacerse cargo de que hay un miedo
específico hacia los chicos/hombres y que no es el de que les roben el bolso.
Miedo a los hombres como personas que a través del engaño o la violencia
pueden “abusar de ellas”. Entonces, “cuidado con los hombres”, “no andes sola
por la calle” (Aguinaga, 2004). Pero ¿y si emparejamos este mensaje junto con
el del amor romántico: el sentido de tu vida está en encontrar un hombre que te
ame/proteja/de sentido a tu vida. ¿Habrá quien piense que todos estos mensajes contradictorios no deforman y retuercen hasta el desequilibrio mental el
carácter femenino? Y siguiendo este hilo de razonamiento pasemos a preguntarnos qué son los malos tratos a las mujeres. Son el momento en que las dos
verdades confluyen: la violencia la pasa a ejercer el hombre de tu vida. No es
extraño que la sociedad hasta hace muy poco no haya querido ni verlo.
El tráfico de chicas jóvenes: la prostitución y sus clientes
La prostitución es una práctica por la que los varones se garantizan el acceso al cuerpo de las mujeres. En ese sentido es la encarnación del derecho
patriarcal, el derecho incuestionable de todo varón a disponer del cuerpo de
las mujeres, jóvenes preferentemente, por una cantidad variable de dinero. El
tráfico de mujeres y niñas para alquilar el uso de sus cuerpos no es tampoco
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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una práctica nueva. En el siglo diecinueve hubo acalorados debates sobre la
prostitución y tanto las sufragistas, que la denominaron “la esclavitud blanca”, como las socialistas denunciaron y combatieron lo que calificaban de
vergüenza para la humanidad (Tristan, 2003).
En la actualidad, sin embargo, y de la mano de las nuevas libertades
sexuales, que van desde el progresivo descenso de la edad de comienzo
de las relaciones sexuales hasta la aparición de secciones fijas de consejos y recomendaciones sobre prácticas sexuales en los suplementos
dominicales de los periódicos, lo esperable era la práctica desaparición
de la prostitución. Y, sin embargo, con la globalización el tráfico de chicas y mujeres se ha convertido en el segundo gran negocio internacional
de las mafias, después del tráfico de armas y por encima del tráfico de
drogas. Hoy en día existen dos posturas seriamente enfrentadas en este
tema. Por un lado y desde una postura liberal se argumenta desde la
tesis de que la prostitución es un trabajo más, que todo y por supuesto
el cuerpo debe entrar en el mercado capitalista donde se intercambian
servicios por dinero y que hay chicas que optan libremente por esta
actividad y por tanto hay que regularla. Por otro lado está la postura
abolicionista. La prostitución no es comparable a ningún otro trabajo,
por eso, entre otras cosas no es ni puede ser estudiado como profesión
en los centros públicos de enseñanza. Esta postura plantea con radicalidad la investigación de lo que realmente subyace a la prostitución de las
mujeres y como ideal último la desaparición de la misma. También se
defiende y es lo que ahora más nos interesa en este artículo, que la
sexualización de las mujeres y su comercialización es hoy, en los tiempos
de la igualdad formal, uno de los mecanismos fundamentales de reproducción de la desigualdad sexual.
El gran problema que afronta el feminismo con la prostitución es el
mismo que ya afrontara con el tema de los malos tratos: el manto de
hipocresía y silencio que encubre a los puteros, los clientes, y la amplia
legitimidad y aceptación social del fenómeno como algo inevitable, cuando no relacionado con la alegría de vivir y la transgresión moral antiburguesa. Sin embargo, en los últimos planteamientos se está imponiendo
con fuerza el tema de pensar, investigar y conceptualizar a los clientes,
condición necesaria de la existencia de burdeles y a menudo varones
casados y padres de familia. Pero también, por noticias que aparecen aquí
y allá en la prensa, una práctica en la que cada vez más se intenta captar
a los chicos jóvenes con publicidad en los periódicos, Internet y otras
como las despedidas de solteros y los viajes programados por agencias
con prostitutas incluidas.
La práctica de la prostitución refuerza la concepción de las chicas/mujeres como cuerpos y trozos de cuerpos de los que es normal disponer y de
los que no importa preguntarse cómo ni por qué están ahí. El hecho de
que los varones busquen y encuentren placer sexual de personas que
obviamente no les desean en absoluto es, sin duda, una importante materia de reflexión sobre el abismo que se abre bajo la aparente igualdad y
reciprocidad en las expectativas y vivencias sobre la sexualidad. Esta
despersonalización de seres humanos, a veces muy jóvenes y en su
mayoría inmigrantes de todas las etnias y países empobrecidos supone,
aparte de la inmoralidad que pueda significar, la reproducción activa de
las identidades más arcaicas y conservadoras del patriarcado: por un
lado están las mujeres madres y esposas e hijas y por otro las putas, las
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Revista de Estudios de juventud
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mujeres que al no ser de ninguno pueden ser de todos, las célebres
“mujeres públicas”.
Sin embargo, y aunque por razones de espacio no podemos profundizar
en el tema, desde el mundo de la creación –películas, series de televisión,
se está machacando con el tema de “las chicas alegres” como un mandato que hay que aceptar: es normal y deseable buscar placer en la necesidad ajena. Realmente las generaciones más jóvenes, que son llamadas a la
transgresión y viven muy mal el insulto de “puritana, frígida, reprimida”,
están desarmadas teóricamente para interpretar como parte del sistema
de dominación patriarcal un comportamiento que bajo la apariencia de
posmodernidad remite a las más rancias y antiguas imposiciones patriarcales (Puleo, 2003). Al mismo tiempo también se acompaña del mensaje
“es inevitable”, es la profesión más vieja del mundo. Si algo nos está enseñando la historia a las feministas es que nada de lo que concierne a las
relaciones entre varones y mujeres es inevitable, por lo que menos lo va a
ser una práctica que aún hoy continúan ejerciendo casi en exclusividad
los primeros a costa de la pobreza, la desesperación y en definitiva la precaria situación estructural de las mujeres en el mundo.
Jóvenes y feministas: una minoría activa (como siempre)
Cada día está siendo más cuestionada la afirmación de que la juventud no
se implica en el activismo social y político. Es cierto que las chicas y chicos
de ahora no están viviendo las revueltas de Mayo del 68, ni la transición de
la democracia a la dictadura pero eso no significa que estén concentrados
en su vida privada. Tal vez pueda haber sido cierto para la década
1985/1995, década del yuppismo y también de la caída del muro de Berlín,
pero desde 1999 en que toma carta de naturaleza el Movimiento
Antiglobalización, el Movimiento de Movimientos, ya no es posible recurrir
al manido tópico de la desmovilización política de la juventud. Más cercana
a la realidad puede estar la tesis de que las implicadas en cambiar la sociedad siempre ha sido una minoría, aunque una minoría activa muy activa e
influyente. De hecho Mª Angeles Larumbe en su estudio sobre el feminismo
en la transición toma el concepto de minoría activa de Moscovici para analizar su profunda influencia en los cambios sociales, cambios con los que
comenzábamos el primer apartado de este artículo (Larumbe, 2002).
Hoy la juventud tiene más vías de participación en el espacio público y
sus intereses están más diversificados como es el caso de su implicación
en las organizaciones no gubernamentales y la cooperación internacional.
Esta participación tiene lugar en los partidos políticos convencionales,
que cuentan con sus propias asociaciones juveniles, en las mencionadas
ONGS y en los movimientos sociales que se autocalifican como radicales
y alternativos en sentido amplio. Y por supuesto en el feminismo. Y es
que de hecho existen cada vez más asociaciones que se autodesignan
jóvenes y feministas como para hablar de una forma específica de militancia, aunque tal vez esté un poco eclipsada por el hecho de que convive
con el feminismo de mujeres de todas las edades y con el llamado feminismo institucional. Estos grupos de jóvenes feministas forman parte de
las redes sumergidas del feminismo, son parte de esos laboratorios en
que se van cociendo visiones alternativas de la realidad. Y también hay
que señalar el activismo en el espacio virtual, el ciberfeminismo social de
la red que de forma tan certera ha conceptualizado y rastreado Montse
Boix en su trabajo “hackeando el patriarcado” (Boix, 2006).
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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Además de la militancia de las jóvenes hay que señalar otras militancias muy
ligadas al feminismo y sus fines. Por un lado los grupos de activistas lesbianas que luchan por la doble discriminación que supone ser mujeres y lesbianas un colectivo que aún tiene mayores problemas de aceptación y
reconocimiento que los chicos varones (Osborne, 2006). Por otro está
emergiendo un fenómeno nuevo y muy sugerente como es el de los grupos de varones heterosexuales que juntan sus fuerzas para tomar distancia crítica y desafiar las normas y valores de la masculinidad patriarcal
(Ahige y Hombres por la Igualdad). La gran teórica feminista socialista
Alejandra Kollontai expresaba a principios del siglo veinte, y ya con cierta
amargura, que mientras cada vez había más mujeres nuevas, no se divisaba por lado alguno al “hombre nuevo”. Puede que estos grupos y asociaciones junto con la consolidación de los estudios de la masculinidad y las
nuevas masculinidades sean ya esa minoría activa e influyente que tarde o
temprano contribuye al cambio de las mentalidades y a la formación de
un sentido común alternativo, como en su día en el feminismo.
Hoy como ayer las jóvenes harán lo que quieran, y no podría ser de otro
modo, pero seguro que unas cuantas, las suficientes, seguirán tomando el
testigo del feminismo y ellas, como en su día las sufragistas, las socialistas
y las radicales, ellas cambiarán el mundo. Termino pues citando la declaración fundacional de uno de estos grupos de mujeres jóvenes en unas
muy recientes jornadas. Tras haber hecho un recuento de los problemas
sociales que acechan a las jóvenes por el único hecho de ser chicas, concluyen: “Es por ello, que consideramos necesario declararnos feministas,
puesto que a pesar de que a nivel legislativo se reconozcan nuestros
derechos, queda todavía mucho por recorrer hasta que la igualdad real
entre hombres y mujeres exista” (Céspedes, 2008).
Conclusión
El feminismo tiene como objetivo explícito poner fin a una de las desigualdades más universales y duraderas de las existentes. La desigualdad
sexual es también una profunda raíz material y psicológica de la que se
nutren el resto de las desigualdades sociales. El problema del hambre, de
las guerras, también se relaciona con la férrea interiorización de los valores de la desigualdad desde la infancia, que enseñan a convivir con la
desigualdad como lo normal y natural, consustancial al género humano.
Sin embargo, uno de los principales problemas del feminismo continúa
siendo el de hacer visible e injusta esta desigualdad para la mayor parte
de la opinión pública. Este problema continúa teniendo más vigencia, si
cabe, entre la juventud y en sociedades que, como la nuestra han puesto
fin a la práctica totalidad de las desigualdades formales. Y la tarea no es
fácil porque también se ve dificultada por la fuerte y continua reacción
ideológica contra las metas del feminismo. Por el continuo halago que
reciben las niñas y las chicas por el simple hecho de serlo (el “todas son o
deberían ser princesas”) y que oscurece la realidad de que la vida humana
es una historia repleta de problemas, lucha y superación personal. Frente
a esta reacción en que el feminismo se convierte en un anacronismo (que
obstaculiza la renovada promesa de ser princesas) fenómenos como la
persistencia o el recrudecimiento de la violencia contra las mujeres y el
tráfico de chicas de todas la etnias y países para su prostitución permiten
visualizar la contradicción manifiesta entre un valor cultural cada vez más
aceptado como es la igualdad sexual y su falta de concreción real.
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Mujeres jóvenes en el siglo XXI
45
documentos
3
Consuelo Flecha García. Universidad de Sevilla.
Un lugar para las jóvenes en la
educación
La educación que reciben las jóvenes en este inicio del siglo XXI ha contribuido a introducir un cambio
de ciento ochenta grados en los itinerarios personales de las nuevas generaciones de mujeres. Desde
hace varios siglos, algunas más conscientes de la situación en la que vivían, reclamaron poder participar
de mejores oportunidades educativas; lo que poco a poco fueron logrando. Los altos índices de escolarización que en la actualidad alcanzan las alumnas matriculadas en todos los niveles de enseñanza, son
una posibilidad a su alcance que están aprovechando muy bien; las calificaciones que obtienen lo
demuestran. Pero cuando ya se ha ganado este objetivo, conviene detenerse en aspectos cualitativos,
entre otros, en cómo se tiene en cuenta su presencia en esos procesos formativos, en qué se les ofrece
en ellos, en las iniciativas que se han planteado para hacer de las aulas espacios en los que no se reproduzcan estereotipos asignados a uno y a otro sexo, en propuestas en las que la igualdad no signifique
anular la diferencia, donde las alumnas puedan encontrar genealogía y referencias femeninas.
Palabras clave: educación, universidad, chicas jóvenes, igualdad, diferencia, historia, libertad.
Cuando nos disponemos a hablar de la juventud, aquí de la mitad de la
población comprendida dentro de esa edad, de las jóvenes, es obligado
no perder de vista el marco conceptual impreciso en el que vamos a
movernos, pues son múltiples los indicadores que actúan en cada persona
y que configuran grupos de acuerdo con los distintos contextos socioculturales y perfiles de identidad. En este caso, en unas edades que, al coincidir con el final de la escolaridad obligatoria, marcan el inicio de
trayectorias individuales diversas vinculadas, bien a la entrada en el
mundo laboral o a la continuación dentro del sistema educativo; bien, al
mismo tiempo, a una vida autónoma respecto de la familia de origen o a
la permanencia en el hogar; y además, a la posible inserción en asociaciones o en movimientos con finalidades muy diversas; todo lo cual influye
en el modo de ir definiendo las opciones y las formas concretas de situarse en el mundo.
Observando el conjunto de trasformaciones que de manera profunda y
acelerada se están produciendo en nuestras sociedades globalizadas, se
comprueba que sigue siendo en este periodo de nuestras biografías cuando se experimenta una de las más importantes evoluciones; el paso de
una vida tutelada a una vida adulta. Con razón se afirma que la juventud
es paradigma del cambio en el desarrollo humano, y en buena parte del
social, pues proyecta a su alrededor un foco de significados que revelan
tendencias incipientes, que muestran abandono de rutinas, que señalan
rumbos no siempre esperados. Es uno de los momentos decisivos en la
dinámica de crecimiento –de crisis, suele afirmarse- en el que no falta la
presencia de dificultades, de incomprensiones, de dudas; pero cuando,
igualmente, se dispone de un abanico estimulante de expectativas y de
satisfacciones.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
47
(1)
La Constitución Española de
1978 introduce el principio de
igualdad en el art. 9, y desarrolla la igualdad y no discriminación en el art. 14: “Los
españoles son iguales ante la
Ley, sin que pueda prevalecer
discriminación alguna por razón
de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra
condición o circunstancia personal o social”. Y la Ley
Orgánica 3/2007, de 22 de
marzo, “para a igualdad efectiva de mujeres y hombres” (BOE
de 23 marzo, pp. 12611-12645),
está haciendo avanzar de una
manera clara la puesta en práctica en todos los ámbitos de un
modo de entender las relaciones sociales entre mujeres y
hombres desde los criterios de
igualdad y de equidad.
(2)
La profesora Soledad de Lemus
de la Universidad de Granada,
ha dado a conocer los resultados de la investigación que ha
dirigido sobre este tema utilizando el Inventario de Sexismo
Ambivalente para Adolescentes.
Cfr. Lemus, Soledad de-Castillo,
Miguel- Moya, Miguel- Padilla,
José Luis y Ryan, Estrella
(2008). “Elaboración y validación del Inventario de Sexismo
Ambivalente para
Adolescentes”. International
Journal of Clinical and Health
Psychology, (8), 2, 537-562.
Igualmente nos ofrece datos el
Instituto de la Juventud, en el
Sondeo de opinión y situación
de la gente joven 2007, sobre
Jóvenes y personas mayores,
relaciones familiares e igualdad
de género. En 2001, la investigación dirigida por la profesora
Mª José Díaz-Aguado nos ofrece datos también en ese sentido: Díaz-Aguado, Mª
José-Martínez Arias, Rosario
(2001). La construcción de la
igualdad y la prevención de la
violencia contra la mujer desde
la educación secundaria.
Madrid, Instituto de la Mujer.
48
Si la crisis es desequilibrio, riesgo, conflicto, incertidumbre, no es menos un
tiempo especial de decisiones cruciales, con efectos en el futuro, de ensayo
de autonomía, de afirmación personal. Así se manifiesta en muchos de los
elementos con los que la juventud convive en su proceso de socialización,
en las inquietudes que siente y exterioriza, en los desajustes que descubre
fuera de sí misma y que también experimenta en su interior. En el caso de
las jóvenes, lo están viviendo en una sociedad formalmente igualitaria –la
legislación reconoce y avala (1) ese principio de convivencia-, pero en la
que permanecen sutiles, y a veces muy claras, resistencias en razón de la
diferencia sexual; un clima ambivalente, del que apenas suelen adquirir conciencia hasta que se encuentran personalmente con la evidencia de las
condiciones de desigualdad que inciden en ellas por el hecho de ser mujeres, cuando se incorporan al mercado laboral, cuando deciden ser madres,
cuando tienen la legítima aspiración de promocionar en su puesto de trabajo.
Las nuevas generaciones de mujeres adolescentes y jóvenes, rodeadas de
un ambiente en el que todo lo que les afecta individualmente lo perciben
como igualitario, en el que con frecuencia no dejan de ser miradas todavía
con curiosidad y cierta sorpresa por las rupturas que están protagonizando, deben prestar mayor atención a esa realidad ambigua en la que viven;
beneficiarse, sí, de las oportunidades que les ofrece el tiempo en el que
han nacido, aunque sin rebajar el umbral de reflexión crítica que les revelará facetas menos positivas, esas que no se ven hasta que la necesidad te
enfrenta con ellas; esas que la costumbre y las ideas previas hacen que
sigan actuando de forma más o menos voluntaria.
Las diferentes investigaciones que en los últimos años se vienen realizando
sobre el diagnóstico del sexismo en la mentalidad y en los comportamientos de adolescentes, son claras respecto del rechazo que provoca esa actitud, tanto en chicas como en chicos, cuando la pregunta formula
afirmaciones muy generales, casi de principios lógicos; sin embargo, las
matizaciones aparecen en el momento en que se entra en cuestiones concretas, más cercanas a lo cotidiano. Sin duda, son demasiadas las mediaciones que siguen moldeando su mentalidad con posicionamientos que
deberían estar ya superados, pues a través de ellas reciben mensajes que
les conducen a ideas, a opiniones y a conductas contradictorias. Prejuicios
tantas veces no conscientes que pueden modificarse con intervenciones
educativas (2).
Por otra parte, las jóvenes de hoy conviven con mujeres de mayor edad
para las que el feminismo como aspiración personal, como proyecto político y como movimiento social, ha sido referencia en muchas de las decisiones que han tomado en su vida; ha sido fuente de toma de conciencia de sí
mismas –“el feminismo es una filosofía que ha ayudado a la mujer a pensar
en sí misma”, dejó escrito la escritora Montserrat Roig-; les ha servido de
cauce para la vindicación, y para la reivindicación, de lo que les negaban
tanto las sociedades no democráticas, como las que eran sólo formalmente
democráticas; el feminismo ha aportado oportunidades de contraste y de
complicidad creativa entre mujeres, ha sido vivero de argumentos para
entender y para explicar el valor de lo conseguido. Sin embargo, las nuevas
generaciones ven demasiado distante esa experiencia ajena, creen consolidada la situación que han encontrado y consideran innecesaria la alerta a la
que muchas mujeres adultas invitan a las más jóvenes.
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
(3)
“Cuando nos referimos a la teoría feminista no queremos dar
la impresión de estar remitiendo a una teoría monolítica y
acabada; muy al contrario; dentro del feminismo encontramos
un conjunto de teorías…” Ana
de Miguel Álvarez (2005).
“Feminismos en la Historia”, en
Isabel de Torres Ramírez.
Miradas desde la perspectiva de
género, Madrid, Narcea, 16
(15-31).
(4)
Cfr. Cacace, Marina (2006).
Mujeres jóvenes y feminismo:
valores, cultura y comportamiento frente a frente. Madrid,
Narcea.
(5)
Cfr. Valiente Fernández, Celia
(1999). “El feminismo de Estado
y los debates políticos: la formación ocupacional en España
(1983-1998)” Revista Española
de Ciencia Política, (1), 127-148.
(6)
Cfr. Ballarin Domingo, PilarGallego Méndez, Mª TeresaMartínez Benlloch, Isabel
(1995): Los Estudios de las
Mujeres en las Universidades
españolas 1975-91. Libro Blanco,
Madrid, Ministerio de Asuntos
Sociales. Instituto de la Mujer;
Ortiz Gómez, Teresa y otras
(1999). Universidad y feminismo
en España II. Situación de los
Estudios de las Mujeres en las
universidades españolas en los
años 90, Granada, Editorial
Universidad; y Idem-Birriel
Salcedo, Johanna-Marín Parra,
Vicenta (1998). Universidad y
feminismo en España I.
Bibliografía de Estudios de las
Mujeres en las Universidades
Españolas (1992-96). Granada,
Editorial Universidad.
(7)
Cfr. Blanco García, Nieves
(2006). “Saber para vivir”
Piussi, Ana María y Mañeru
Méndez, Ana. Educación, nombre común femenino. Barcelona,
Octaedro. 158-183.
De ahí la pertinencia de acercarlas a lo que representa el feminismo, los
feminismos (3), por las nuevas formas de mirar el mundo a las que abre, por
las categorías de análisis de la realidad que proporciona, por el saber acumulado que pone a su disposición; de interesarlas en un pensamiento y en
una práctica que da libertad, puesto que comprobamos cómo el imaginario
de la igualdad está difuminando, está ocultando, los límites que se les imponen desde tantas instancias sociales en cuanto, a la imagen corporal que se
les exige, a las capacidades que se les supone o se les niega, a las funciones
que se les encomienda, a las relaciones que se espera de ellas, al precio que
deben pagar por tener acceso a espacios hasta hace poco solo masculinos,
etc.
El desencuentro entre mujeres jóvenes y feminismos que se percibe con más
frecuencia de lo esperable, se debe fundamentalmente al desconocimiento
de lo que verdaderamente son, de su historia, de su significado (4). Así se
pone de manifiesto cada vez que se tiene la oportunidad de trasmitir, en la
docencia en las aulas o en otro tipo de grupos, la génesis de esta filosofía de
vida, sus finalidades consecutivas, lo que ha representado en la dinámica de
las relaciones sociales entre mujeres y hombres, las perspectivas diferentes
que adopta, los distintos modos personales de asumirlo. La mayor invisibilidad de este movimiento a medida que se ha ido dejando en manos de las
instituciones públicas –el llamado Feminismo de Estado (5)- el protagonismo
y la responsabilidad de buena parte de la labor que desde él se ha venido
realizando durante tanto tiempo, no ha facilitado tampoco el que las últimas
generaciones pudieran saber lo que es, y aproximarse a sus planteamientos.
Al incorporarse sus objetivos como referencia para las políticas públicas,
dejamos su cumplimiento en manos de quienes las gestionan; se puede prescindir, piensan las jóvenes, de otro tipo de actuaciones.
Las jóvenes y el conocimiento
Una de las manifestaciones de los límites que las propuestas de igualdad
encierran todavía, la encontramos en el hecho de que las jóvenes, mayoritariamente incorporadas en la actualidad, y con tan altos índices, a los procesos de instrucción durante una larga etapa de su vida, escuchan con
demasiada insistencia que hasta hace poco tiempo las mujeres han carecido
de los saberes que legitimaban el nivel cultural y la formación específica de
una persona; esos que eran seleccionados como útiles para los ámbitos de la
sociedad de los que, se decía, iba a depender el progreso social. Por lo
tanto, en sus mesas de estudio se ven obligadas a asumir la carencia de
nombres y la falta de contribuciones de sus antepasadas a un valor reconocido: el progreso de la sociedad.
Esto, cuando la creciente producción científica elaborada desde los Estudios
de las Mujeres pone de manifiesto que en cualquier época de la historia de la
humanidad, la población femenina ha cultivado, construido y transmitido
ciencia y conocimiento (6), en el sentido estricto de estos conceptos, además de saberes, de experiencias, de prácticas y de valores, imprescindibles
para el cuidado de la vida y para la calidad de la convivencia (7). Todo aquello sin lo cual la configuración de los grupos humanos habría discurrido, sin
duda, por trayectorias muy diversas, y el desarrollo de las sociedades tal
como han llegado hasta hoy, hubiera resultado ciertamente inviable.
Estudios que están proporcionando, además, nombres de mujeres concretas
con influencia y con autoridad, expertas en las diferentes ramas de la ciencia
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
49
y de las humanidades, creadoras de teorías y de procedimientos, autoras de
tratados, maestras para otras mujeres y hombres (8). Legado disponible para
que a las jóvenes que dedican tiempo y esfuerzo al estudio y a la investigación, no se les conduzca a creer en una ausencia secular de antecedentes
femeninos en el acervo cultural, no se encuentren ante un vacío de referencias a las que acudir y en las que apoyarse, no supongan la inexistencia de
modelos a la hora de incorporarse a cualquier actividad no ligada a la vida
doméstica y familiar.
¿Cuales son, entonces, las características de los cambios tan evidentes que
presenciamos en el hacer, en el saber y en el estar de las mujeres de un
número creciente de países, y las repercusiones que empiezan a tener en las
de otros lugares donde aún se les impide cualquier movimiento en la misma
dirección? ¿Y cómo está afectando a las jóvenes de las últimas generaciones,
cuando observan las trayectorias de éxito y de renuncias, de muchas adultas? ¿En qué medida pueden y desean imitar a otras mujeres a la hora de
concebir su propio proyecto personal futuro? ¿La sociedad en la que están
creciendo, donde disponen de los recursos que se ofrecen, si no en equidad,
sí al menos en igualdad de oportunidades para su formación, les permite el
tránsito por todos los ámbitos sociales y profesionales en los que quieren
estar, y donde son necesarias? Preguntas en las que estas páginas intentan
entrar, pero sólo desde una perspectiva, la que nos centra en las características de la educación que están recibiendo.
Las jóvenes de esta primera década de un nuevo milenio, todavía han podido
escuchar en boca de sus abuelas, relatos de los años cuarenta y cincuenta
del siglo XX, sobre cómo fue la infancia y la juventud que vivieron, sobre la
educación recibida en la escuela, sobre los destinos ante los que se encontraban, programados por otras personas. Algunas de ellas, quizás lectoras de
Antoñita la fantástica, una serie de libros en los que la autora, Borita Casas,
desgranaba los acontecimientos de la vida de una niña en los años de la
posguerra española, siguiendo su evolución desde la infancia hasta la entrada en la vida adulta. Pertenecía a una familia madrileña de clase social acomodada, donde era habitual que las mujeres adquirieran unos conocimientos
básicos, ampliados con algún idioma, cuando la joven era aplicada.
(10)
Casas, Borita (1956). Antoñita la
fantástica se pone de largo.
Madrid, Gilsa, 146.
Para la mayoría de chicas era suficiente, incluso no convenía más. Sin embargo, en las páginas de uno de esos libros juveniles, las lectoras se encontraban con que el padre de Antoñita había pensado en la posibilidad de que
estudiara algunos años de bachillerato como entonces iban haciendo cada
vez más chicas (9). Y al hilo de la lectura comprueban que cuando llega a la
mayoría de edad, le ofrecen un empleo que ella acepta, descubriendo las
novedades que esa dedicación empieza a introducir en su vida. Recibir el
primer sueldo, por ejemplo, la embarga de sensaciones que expresa de esta
manera: “Respiro hondo, poniéndome los guantes. El cielo es más azul que
nunca, y la vida me llama con fuerza irresistible a la luz cegadora del
Mediodía. Me siento ennoblecida, risueña, segura de mí misma” (10). Una
reacción y un testimonio que debían resultar, sin duda, estimulantes para las
adolescentes que lo leían, y muy explícito acerca de lo que un trabajo remunerado estaba aportando a las jóvenes que lo desempeñaban: tranquilidad
personal, un mundo con más matices de color, reconocimiento de su capacidad, alegría indisimulable, autoestima fortalecida. Pero eran pocas las que
podían hacerlo, porque el deber de las jóvenes de ese grupo social pasaba
por la dependencia económica, primero de su padre, y después de su marido.
50
Revista de Estudios de juventud
(8)
Cfr. Entre otras obras sobre las
mujeres en la historia véase
Martínez, Cándida y otras (ed.)
(2000). Mujeres en la historia
de España, Barcelona, Planeta;
Lara, Catalina (ed.) (2006). El
segundo escalón, Sevilla,
ArCiBel Editores.
(9)
Cuando la autora publica este
libro, los datos del curso 195556 nos dicen que había en
España 124.099 chicas matriculadas en los estudios de bachillerato; representaban el 37,8%
del total de alumnado en ese
nivel de enseñanza.
≥ diciembre 08 | nº 83
(11)
Valcárcel, Amelia (2008).
“Niñas a la escuela, mujeres al
saber” Rosa Conde, Rosa Mª
Peris y Amelia Valcárcel (eds.).
Hacia una agenda iberoamericana por la igualdad, Fundación
Carolina-Siglo XXI Eds, Madrid,
41.
(12)
En España, la Ley Moyano de
1857 estableció la obligatoriedad de la enseñanza primaria
elemental, que abarcaba de los
6 a los 9 años. En 1909, con el
Gobierno Maura, se amplió el
arco de edad, llegando hasta
los 12 años. Debió pasar mucho
tiempo para una nueva ampliación; fue en 1964 cuando se
dispuso que la enseñanza primaria y su obligatoriedad abarcaba de los 6 a los 14 años. La
Ley Orgánica de Ordenación
General del Sistema Educativo,
de 3 de octubre de 1990, la
extendió hasta los 16 años, con
seis cursos de educación primaria y cuatro cursos de educación secundaria obligatoria.
(13)
Cfr. Puelles Benítez, Manuel de
(2004). Política y educación en
la España contemporánea.
Madrid, UNED.
(14)
Cfr. Fernández Valencia,
Antonia. “La educación de las
niñas: ideas, proyectos y realidades”; Flecha García,
Consuelo. “Mujeres en Institutos
y Universidades”; y Ballarín
Domingo, Pilar. “Educadoras”,
trabajos publicados en Isabel
Morant (Dir) y otras (2006).
Historia de las mujeres en
España y América latina. Del
siglo XIX a los umbrales del XX.
Madrid, Cátedra, 427-453, 455485 y 505-522.
Han pasado cincuenta años desde que esas situaciones se producían, y en
España, igual que en el resto de países de su entorno sociocultural, contamos con una escolaridad primaria generalizada entre las niñas, y una enseñanza secundaria en la que las jóvenes son mayoría, lo cual ha proporcionado
condiciones nuevas a las mujeres, con incidencia evidente en toda la sociedad, y al menos algunas de las transformaciones que la filósofa Amelia
Valcárcel ha destacado: “La natalidad desciende, la democracia empieza a
ser un sistema apreciado y las mujeres quieren tener una cosa que se llama
vida” (11). Tres dimensiones que hablan de itinerarios biográficos en los que
es posible decidir más allá de la riqueza que el cuerpo sexuado en femenino
ofrece; que garantizan la participación en primera persona en las formas de
convivencia social igualitaria asumidas por las sociedades modernas, que
vuelve la democracia más auténtica, menos deficitaria; que preparan para llevar los hilos de la propia vida, para cultivar deseos sabiendo que se podrán
alcanzar.
La trayectoria femenina en el sistema educativo
La naturalidad con que asumimos el objetivo logrado de una escolarización
universal de quienes están en un arco de edad cada vez más amplio (12),
cualquiera que sean las circunstancias personales, sociales y económicas, y
la práctica habitual de una continuidad más allá de los niveles obligatorios
cuando el interés o la necesidad de seguir formándose se mantienen, ha permitido olvidar el diseño inicial de un sistema de enseñanza nacido con destinatarios seleccionados en razón del sexo y de su considerarse llamados a
ejercer todas las funciones públicas como prerrogativa de su masculinidad.
Porque estas fueron las condiciones que sirvieron para establecer las bases
sobre las que se articularon las políticas educativas nacionales a principios
del siglo XIX (13). De ahí la prelación de los niños a la hora de destinar recursos por parte, tanto de los gobiernos como de las familias, incluso cuando ya
las disposiciones legales contemplaban la creación de escuelas para niñas;
pero el lugar donde se había colocado a las mujeres en la construcción de
los estados liberales decimonónicos ralentizaría el cumplimiento de la normativa por parte de las autoridades que tenían la obligación de cumplirla.
Este comportamiento de quienes lideraban la gestión política hizo más lenta,
por innecesaria dentro de un diseño de sociedad androcéntrica, la entrada
de las niñas en las aulas, la existencia de centros para la formación de las
maestras y, obviamente, el acceso de las jóvenes a los estudios de bachillerato y de universidad (14). Habían de darse al mismo tiempo todo un conjunto
de circunstancias, para que la alfabetización femenina se considerara no sólo
no peligrosa, sino justificada, para invertir medios económicos en ella, para
que las destinatarias contaran con disponibilidad de tiempo -iniciarse y ayudar en las tareas domésticas era lo prioritario-, y para que se diera la oportunidad política de promoverla, lo que no siempre sucedió. Sin embargo, en las
estadísticas de que disponemos, van creciendo los porcentajes de alumnas al
ritmo de una evolución de la mentalidad respecto de las ventajas que aportaban los contenidos que se transmitían en la escuela a la calidad de los quehaceres del hogar encomendados a las mujeres.
Un planteamiento que va ganando voluntades a finales del siglo XIX, y que
se consolidará a principios del XX al incidir en el carácter científico del que
había que rodear a las actividades que se realizaban en el hogar; primero se
introduce esta orientación fuera de nuestras fronteras, y después es acogida
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
51
Tabla I. Alumnas en Bachillerato y Universidad
CURSO
BACHILLERATO
UNIVERSIDAD
Nº Alumnas
% AS
Nº Alumnas
% AS
1900-1901
44
0,13
9
0,05
1909-1910
340
0,96
21
0,13
1924-1925
7.995
11,6
1.032
4,8
1935-1936
39.487
31,6
2.588
8,8
1940-1941
56.648
35,9
4.466
13,2
1955-1956
124.099
37,8
10.052
17,6
1963-1964
271.530
39,8
20.297
25,4
1976-1977
422.488
50,0
214.441
39,3
1986-1987
670.032
53,5
452.400
50,1
Fuente: Anuarios Estadísticos de España y Estadísticas de la Enseñanza en España. Años correspondientes. Elaboración propia.
con satisfacción dentro, por cuantas personas la entendieron como un cambio cualitativo en el modelo de educación que recibían las niñas. La nueva
fundamentación de los contenidos de Economía doméstica en la enseñanza
primaria, y la creación de la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer en
Madrid (15) en el año 1911, son un fruto de esta nueva corriente que va a
tener clara incidencia en las escuelas primarias de niñas y en las Escuelas
Normales para la formación de Maestras.
(15)
Cfr. Idígoras, Begoña (1990).
"La Escuela del Hogar y
Profesional de la Mujer (19111925)" VV.AA. Mujer y
Educación en España 1868-1975.
Santiago de Compostela,
Universidad, 633-640.
(16)
Núñez Gil, Marina-Rebollo
Espinosa, Mª José (2003). “La
prensa femenina de postguerra:
Materiales para la construcción
identitaria de la mujer española”. Etnohistoria de la Escuela.
Burgos, Universidad, 231-246.
Escolarización en la enseñanza primaria, descenso del analfabetismo femenino e incorporación al bachillerato y a la universidad en España, dibujan una
escala ascendente de alumnas a lo largo del siglo XX, como lógicamente no
podía ser de otra forma en una sociedad que progresaba social y económicamente, aún sabiendo que los Gobiernos que se fueron sucediendo, adoptaron posiciones muy desiguales a la hora de situar a las mujeres dentro de
sus políticas de desarrollo educativo y social. El régimen franquista representó una quiebra en el proceso que había ido madurando durante las décadas
anteriores, y potenciado de manera explícita en los primeros años de la II
República con un importante impulso. Impedir el desorden social y la ambigüedad en la dedicación a los espacios domésticos y en el protagonismo en
los públicos, que podía suponer el ejercicio por parte de las mujeres de
tareas y profesiones fuera del hogar, determinó la práctica política del franquismo. La insistencia en los mensajes que definían la identidad femenina
ejemplar (16) y una formulación de la normativa legal disponiendo el tipo de
formación que la favorecía, desanimaban, cuando no impedían, esas incorporaciones a unos niveles educativos y a un trabajo con otras utilidades.
(17)
Vilanova, Mercedes-Moreno,
Xavier (1992). Atlas de la evolución del analfabetismo en
España de 1887 a 1981. Madrid,
MEC-UNESCO, 249, 305, 335 y
345.
Pero las mujeres no escucharon del todo lo que se les proponía, como
demuestran los datos recogidos en los anuarios estadísticos. Además del
descenso continuado del analfabetismo, que todavía en el año 1900 alcanzaba un índice del 69% entre la población femenina de diez y más años -veintidós puntos por encima del masculino, situado en un 47%-, pero que en 1940
se había reducido hasta un 28%, en 1970 era ya de un 12%, y en 1981 suponía
un 9% (17), un número significativo de mujeres jóvenes siguieron incorporándose al bachillerato y a la universidad; a esos niveles de estudio que no sólo
contribuían a ensanchar las expectativas culturales de quienes los cursaban,
sino que preparaban para el ejercicio profesional en ámbitos laborales ocu-
52
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
pados preferentemente por hombres de las clases medias. Un avance paulatino desde la presencia testimonial de chicas estudiantes en esos niveles de
enseñanza cuando se abre el siglo XX, a la matrícula paritaria en 1976 en los
estudios de bachillerato, y en 1986 en las carreras universitarias (18). Ninguna
de las circunstancias políticas, ideológicas o económicas, consiguieron hacer
retroceder los porcentajes alcanzados hasta 1936, ni parar el ritmo de incorporación de mujeres, como demuestra la Tabla I.
Es acertado pensar que esas restricciones ideológicas y políticas del largo
periodo de gobierno de Franco, muy omnipresentes, así como la situación
económica de España en los años cuarenta y cincuenta, ralentarizaron un
crecimiento que sin ellas hubiera sido seguramente más rápido, alcanzando
mucho antes el cincuenta por ciento de la matrícula en uno y otro nivel de
enseñanza. Época en la que estaba sucediendo algo de mayor importancia,
por la conexión que implicaba con la justicia, con ese principio de convivencia que da a cada persona lo que le pertenece; me refiero a la experiencia de
tantas jóvenes, constatando que su diferencia sexual se utilizaba como un
criterio selectivo, jugando en su contra -lo que no sucedía en los jóvenes-, a
la hora de promover y de facilitar la decisión de matricularse en los estudios
preferidos. A ellas se les hipotecaba la libertad de elegir el tipo y el nivel de
formación que deseaban, envolviéndolas en un clima de temor a la sanción
social que podían acarrear sus decisiones.
Lo que está pasando en las aulas
(18)
Cfr. Flecha García, Consuelo
(2002). “Las mujeres en el sistema educativo español”. Marín
Eced, Teresa-del Pozo Andrés,
María del Mar (eds.). Las mujeres en la construcción del
mundo contemporáneo.
Cuenca, Publs. Diputación
Provincial, 209-226.
(19)
Cfr. Aguinaga Roustan, Josune
(2004). “Las desigualdades de
género entre los jóvenes”
VV.AA. Informe Juventud en
España 2004. Madrid, Instituto
de la Juventud, 25-30.
Grañeras, Montserrat y otras
(2001). Las mujeres en el sistema educativo. Madrid, CIDEInstituto de la Mujer.
Cada oportunidad aprovechada con firmeza y hasta con osadía por esas protagonistas a lo largo de un siglo, el impulso aportado por la Ley General de
Educación de 1970 a la modernización del sistema educativo español, y el
nuevo marco de relaciones sociales que abrió la democracia, ha hecho posible disponer de una imagen inequívoca en este todavía inicio del siglo XXI.
Asomarse a lo que sucede hoy en las aulas y en otros espacios de educación
no formal, el modo de comportarse las niñas y las jóvenes en los ambientes
donde se mueven, la manera de actuar en la sociedad las mujeres adultas
que ya han pasado por una trayectoria educativa amplia, de situarse las
alumnas y las profesoras que viven el día a día de los centros de enseñanza,
todo ello nos revela la seguridad y el dinamismo con que han logrado poner
en valor su autoestima y ganar los espacios en los que están desempeñando
las actividades a las que se han incorporado.
Fruto de esta actitud, el cincuenta por ciento de presencia de chicas en los
niveles no obligatorios del sistema educativo, al que ya me he referido más
arriba, ha seguido creciendo en algunos puntos. Las jóvenes continúan en
mayor proporción dentro del itinerario escolar, un vez finalizado el periodo
obligatorio, y lo hacen con unas calificaciones medias por encima de las de
sus compañeros. De esta manera lo recogen los informes correspondientes a
cada curso escolar, tanto del bachillerato como de la universidad (19). Los
porcentajes de alumnas vienen oscilando entre un 53% y un 57%, y los referidos a la terminación de los estudios de uno u otro nivel, incrementan en
varios puntos esos índices.
En la Tabla II vemos que durante el curso 2006-07 las alumnas representaban entre un 54% y un 55%, pero en los porcentajes sobre el alumnado que
finalizó ese año los estudios universitarios, ellas superan a sus compañeros
en casi siete puntos en las carreras universitarias, y en el caso del bachillerato, algo más de tres puntos.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
53
Tabla II. Porcentaje de Alumnas y de Finalistas
UNIVERSIDAD
BACHILLERATO
CURSO
2006-2007
% AS
% Terminan
% AS
% Terminan
54,31
60,94
54,68
57,71
FUENTE: Elaboración del Instituto de la Mujer a partir de datos de la Estadística de la Enseñanza
Superior en España. INE
Tabla III. Porcentajes de opinión sobre Educación y Estudios
2005
2006
2007
2008
AS
OS
AS
OS
AS
OS
AS
OS
Principal problema: Educación
3,5
2,2
4,9
3,5
3,8
2,7
6,5
4,4
Problema que te preocupa: Educación
12,9
13,2
13,0
11,0
11,1
8,9
12,1
10,0
Satisfacción: Estudios
20,1
16,8
28,2
18,2
Importancia: Estudios
45,8
37,1
44,5
36,9
44,1
35,0
23,3
15,7
43,8
36,3
FUENTE: Instituto de la Juventud: Sondeos de opinión y situación de la gente joven. Años correspondientes
Datos que son una prueba más, además de la constancia de las chicas para
culminar aquello que se proponen, de su capacidad de esfuerzo para conseguirlo con un mejor rendimiento que el de los alumnos (20). Y no podemos
atribuirlo a que haya diferencias de grado en la inteligencia de mujeres y de
hombres, porque no es así, sino más bien, a que saben la importancia y la
necesidad que en el caso de las mujeres tiene el formarse, el cargarse de
razones académicas, para cuando llegue el momento de la incorporación al
mercado laboral. De ahí que, con voluntad y con ánimo, decidan conducir su
energía en la dirección de una preciada trayectoria formativa.
(20)
Lo mismo sucede en el resto de
países de la Unión Europea,
como puso de manifiesto el
Informe sobre la discriminación
de las mujeres jóvenes y niñas
en materia de educación, del
Parlamento Europeo elaborado
por Eva Flasarová en 2004.
Afirma en la página 10: “En
2004, ocho de cada diez mujeres matriculadas en centros de
educación superior en los
Estados miembros de la UE
concluyeron sus estudios. Esa
tasa es superior a la de los
hombres, entre los cuales es de
tres de cada cuatro”.
(21)
Cfr. http://www.injuve.migualdad.es/injuve/portal.portal.
action
54
Los sondeos de opinión y situación de la gente joven que realiza periódicamente el Instituto de la Juventud (21), desprenden alguna explicación sobre
esta circunstancia. Cuando se les pide que digan cuáles son, a su juicio, los
dos principales problemas que existen en la sociedad actual, aunque es muy
bajo el índice de elecciones, las jóvenes se deciden por la educación en
mayor proporción que los jóvenes; y salvo en el primer año de los que recoge la Tabla III, a ellas la educación les preocupa también más en el plano personal.
Incluso están más satisfechas con los estudios que sus coetáneos cuando se
les pregunta por el grado de satisfacción en diferentes aspectos de su vida
personal; y los eligen como una de las cuestiones que representan algo muy
importante para ellas en su vida. Opiniones que nos llevan a considerar si el
rendimiento y la satisfacción son las que alimentan la importancia que conceden a esa actividad a la que se dedican, la educación y los estudios, o si es
quizás esta importancia descubierta en lo que les rodea, la que desencadena
un mejor rendimiento y, en consecuencia, mayor satisfacción. Seguramente
podemos adelantar que son cuestiones interrelacionadas.
Las jóvenes de las últimas generaciones que se han encontrado con múltiples oportunidades de instrucción académica, vemos que las están sabiendo
Revista de Estudios de juventud
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aprovechar muy bien; lo vienen demostrando desde hace años. Han ido
entrando en una gama muy diversificada de estudios y de carreras universitarias –no en todas en la misma medida-, parecen tener una actitud más
positiva e implicada en el hecho de conocer y de asimilar lo que se les presenta en las aulas, como ponen de manifiesto las calificaciones medias que
obtienen, y encuentran motivaciones para estudiar apoyadas en esa certeza
que la observación les ha brindado sobre el significado que tiene una mayor
formación de cara a su futuro.
Se destaca, creo que con demasiada insistencia, la desigual distribución de
las alumnas universitarias entre las diferentes áreas de conocimiento, teniendo en cuenta la carrera que estudian. Se insiste en el hecho de que la matrícula femenina se concentre en mayor proporción en las titulaciones
directamente relacionadas con conocimientos y con prácticas que siempre
han cultivado y atendido las mujeres –salud, educación, trabajo social-, en
donde disponían de un bagaje de saber que procedía de la experiencia y que
se trasmitía de mujer a mujer, de madres a hijas. Y muchas veces lamentamos que siga creciendo su presencia únicamente en aquellas titulaciones
cuyos contenidos y salidas laborales se adecuan a lo que de ellas se espera,
de acuerdo con un concepto de mujer que no abandona el esencialismo y
que es uniforme en todas. Reacciones que son fruto del deseo de romper
con estereotipos y sesgos que puede estar condicionando las elecciones de
las jóvenes.
Entiendo que esta forma de comportarse en el momento de optar por una
determinada carrera, es más compleja de lo que en un primer análisis pueda
percibirse. Tiene que ver, sin duda, con una mentalidad arraigada acerca de
lo que es natural para los hombres y para las mujeres, con el tipo de expectativas que se alimentan desde la infancia en las niñas y en los niños, con la
cercanía de personas que sirven de referencia a la hora, bien de animar, bien
de tomar distancia, respecto de una o de otra opción, con la imagen que la
sociedad construye de cada ciencia y de cada profesión, y de las personas
que las cultivan y ejercen, etc. etc.
Pero no en exclusiva, porque influye, al mismo tiempo, el carácter de los
conocimientos en los que cada carrera introduce, la diversidad de salidas
profesionales para las que prepara, las perspectivas de inserción que ofrece
el mercado laboral al que dirigen, la propia percepción que cada persona
tiene de sí misma en cuanto a capacidades, valores, relaciones, proyectos, el
sentido que quieren dar al ejercicio profesional futuro, el modelo de sociedad que anima a actuar en ella desde la perspectiva que aporta la propia
formación. El modo de interaccionar de cada uno de estos aspectos a la hora
de decidirse por una u otra especialidad de estudios, no es fácil de determinar.
De hecho, vivimos en unos años en los que, como he apuntado, la escuela y
otros espacios académicos se plantean como igualitarios -aunque aún adolezcan en la práctica de una buena parte de ese carácter-, en que la distribución de los recursos asignados a finalidades educativas no responden a
ningún criterio que condicione su reparto de acuerdo con el sexo de las personas a las que van destinados, cuando las jóvenes disponen de unos horizontes individuales y de grupo que multiplican, de manera casi sorprendente,
las aspiraciones que poco tiempo antes albergaban para sí mismas las compañeras que les precedieron, y hacia los que con convicción ellas dirigen sus
deseos.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
55
Tabla IV. Distribución de alumnas universitarias en las diferentes áreas de conocimiento
Titulaciones
2000-01
2002-03
2004-05
2006-07
Difs.
Porcentaje Total
53,41
53,66
54,15
54,31
+ 0,90
Humanidades
63,56
63,08
63,06
62,15
- 1,41
Sociales y Jurídicas
61,38
62,29
62,93
62,96
+ 1,58
Experimentales
56,25
58,44
59,31
59,18
+ 2,93
Salud
72,06
73,77
74,48
73,75
+ 1,69
Técnicas
26,82
27,30
27,42
27,27
+ 1,69
FUENTE: Elaboración del Instituto de la Mujer a partir de datos de la Estadística de la Enseñanza Superior en España. INE
La Tabla IV muestra un movimiento muy lento en el conjunto de carreras
representadas por cada área, con alguna tendencia que se consolida en el
sexenio al que se refieren los datos.
Al comparar los porcentajes del curso académico 2000-2001 y del 20062007, vemos que se han producido cambios en todas las áreas de conocimiento. A la baja, disminuyendo el porcentaje femenino en las titulaciones del
campo de Humanidades, y creciendo ese índice en todas las demás, de manera especial en las que forman parte del área de Ciencias Experimentales. Las
carreras técnicas siguen siendo un campo en el que las distancias cuantitativas entre alumnas y alumnos se mantienen claras; fueron las últimas en las
que se matricularon mujeres, pues hubo que esperar a la década de los años
veinte del siglo pasado, si recordamos el proceso de incorporación femenina
a los estudios universitarios. Medicina ha sido, sin embargo, la puerta de
entrada de las jóvenes en la Universidad (22) en los años setenta del siglo
XIX; y todavía el área en la que está incluida esta carrera, ciencias de la salud
–incluye hoy otras titulaciones-, atraen a un porcentaje altísimo de mujeres
entre el alumnado que se matricula en ellas.
El cuidado de la vida y de la salud, secularmente realizado por las mujeres
dentro de las familias, está volviendo a ser patrimonializado por ellas, ahora
desde una preparación universitaria, después de unos siglos de obligada
ausencia, cuando el tratamiento científico de los temas de salud y la objetividad, se impusieron al saber y a la práctica que se alimentaba de la experiencia. Las primeras jóvenes universitarias en España y en casi todos los
países, quisieron retornar al cuidado de la salud cursando la carrera de
medicina, rescatando para ellas una actividad de indudable genealogía
femenina.
Alcanzar la educación deseada
(22)
Flecha García, Consuelo (1996).
Las primeras universitarias en
España. Madrid, Narcea.
Beneficiarse de la educación que se recibe en las aulas, no encontrar obstáculos formales a la hora de incorporarse a la escolaridad en cualquier
modalidad de enseñanza, no es el final de lo que las mujeres quieren, de lo
que las jóvenes deben alcanzar en sus itinerarios formativos. Por eso, de
nuevo el origen sale al paso para insistir en lo que de verdad se desea, pero
ahora no circunscrito al momento inicial en el que las autoridades políticas
legislaron sobre la creación de escuelas para niñas, y a cuando las funciones que realizaban mujeres y hombres en sus contextos familiares y sociales, sirvió para determinar el modelo educativo al que podían aspirar en
razón de su sexo.
56
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
En el origen al que me refiero, descubrimos una paulatina y creciente toma
de postura que llevó a las mujeres, primero individualmente y después dentro de movimientos, a reclamar el acceso a la instrucción en igualdad, por las
importantes consecuencias que los indicadores del progreso hacían derivar
de ella. Fueron mujeres las que hablaron y escribieron para argumentar justificadamente la educación que necesitaban; hubo mujeres que dedicaron
tiempo al estudio pasando a formar parte de la población alfabetizada y de
los círculos cultos de su tiempo. En ambos casos lograron sustentar y difundir una opinión que desmontara costumbres y empujara a otras a involucrarse en esas mismas decisiones; las que permitían cumplir el deseo de obtener
las credenciales exigidas por las sociedades modernas para incorporarse a
los que se denominaban espacios públicos. Utilizaron las oportunidades a su
alcance, a pesar de que las inquietudes sentidas iban más allá de lo que se
les ofrecía; a pesar de que eran conscientes de las limitaciones que encerraban las propuestas concretas que se les brindaban.
Ha pasado mucho tiempo. A las generaciones actuales les resultan difícilmente creíbles las circunstancias que han vivido incluso las mujeres de su
propio entorno familiar, sus madres, sus tías, sus abuelas. Las condiciones
políticas y socioeconómicas en las que hoy discurre nuestra vida han favorecido una situación excelente en las últimas décadas para ampliar el número
–absoluto, de acuerdo con la demografía, y en porcentaje- de las que
adquieren la más amplia formación. Pero como esta realidad lograda no es el
objetivo último, se han puesto en marcha medidas y se han destinado recursos por parte de las administraciones educativas y de los organismos de
igualdad (23), para impulsar prácticas que den la calidad que hoy requiere la
tarea educativa que se realiza en las aulas, y la que la juventud escolarizada
necesita. Entre ellas, se está poniendo un énfasis especial en cómo contribuir
a hacer posible unas relaciones sociales más equitativas entre hombres y
mujeres, empezando por la sensibilización en edades escolares.
(23)
La Ley Orgánica 3/2007, de 22
de marzo, “para la igualdad
efectiva de mujeres y hombres”,
ha profundizado en esta voluntad social y política, regulando
la orientación que ha de ser
aplicada a múltiples aspectos
de la vida, la educación entre
ellos. El artículo 23 se refiere a
“La educación para la igualdad
de mujeres y hombres”, y el
artículo 24 a la “Integración del
principio de igualdad en la política de educación”.
(24)
Una obra reciente sobre el
papel de las mujeres en el
ámbito educativo, sobre investigaciones acerca de sus prácticas, sobre los debates que la
educación de las mujeres suscita, sobre experiencias con otra
visión del curriculo y de la
escuela, es: García Lastra,
Carmen y otras (2008). Las
mujeres cambian la educación.
Madrid, Narcea.
El Instituto de la Mujer y el Ministerio de Educación, junto con los organismos
homólogos de cada una de las comunidades autónomas, llevan favoreciendo
desde los años ochenta el compromiso con esta finalidad, entre otros ámbitos en el de la enseñanza, incidiendo en propuestas que ayuden a un desarrollo personal no condicionado por la construcción social y cultural del sexo
al que se pertenece; propuestas que no pueden dejar de tener en cuenta la
presencia mayoritaria de chicas en la educación reglada, de alumnas en cada
una de las aulas.
Han sido mujeres las más involucradas en incentivar los cambios desde esos
organismos oficiales, y sus formas de intervenir han partido de un análisis
previo: que los procesos educativos, en sus contenidos de aprendizaje y en
sus dinámicas de funcionamiento, continuaban moviéndose con criterios
androcéntricos, esos que sirvieron cuando la población escolar era sólo masculina. Las iniciativas de carácter general promovidas han contado con la
buena acogida y el compromiso de secundarlas, por parte de muchas profesoras, junto al beneplácito de las alumnas; y poco a poco, también se han empezado a unir a ellas profesores y alumnos. Concurso imprescindible en torno a
estas acciones para que no produzcan sólo superioridad numérica femenina
en los centros de enseñanza, sino para que además las mujeres de toda la
comunidad educativa puedan ser consideradas en lo que son, con sus capacidades y características, y en lo que han sido a lo largo de la historia; para que
también las alumnas encuentren genealogía propia, referentes no únicamente
masculinos, y elementos más plurales a la hora de afianzar su identidad (24).
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
57
Los pasos dados en el empeño por hacer hueco dentro de los espacios educativos a las mujeres, han cubierto diferentes etapas. En una primera las
actuaciones se centraron en el proyecto de poner voz a los silencios del
currículo escolar respecto de la vida, del saber y de las presencias de las
mujeres en el mundo y en la sociedad; intervenciones que rectificaran el
androcentrismo estructural y la neutralidad de la ciencia de la que se partía
como principio; ese modo de proceder que Angelina Martel denomina “centrismo masculino en la escolarización” (25). Silencio elocuente en la selección de los contenidos culturales, en la propuesta de actitudes y de valores,
en el estilo de las dinámicas educativas y de la relaciones interpersonales, en
la utilización del lenguaje que nombra y describe lo que existe, en los criterios de observación y de análisis del mundo y de la sociedad, etc.
Era urgente conseguir que todo lo que se transmite en la escuela dejara de
incorporar y comunicar estereotipos sexistas, los cuales impedían que las
jóvenes lograran desvincularse, y que las desvincularan, de una imagen esencialista y uniforme, esa que obscurece e invalidaba el cómo ellas estaban
presentándose; asignaciones que desvalorizaban las características de su
personalidad al contrastarlas con las consideradas propias de la identidad
masculina. Un discurso dasalentador, que las llevaba a sentir la necesidad de
distanciarse de eso no valioso que formaba parte de ellas y, a cambio, ir
acercándose al modo de ser y de actuar de los chicos, para de esa manera
participar del modelo reconocido y valorado. Interés estratégicamente inducido, que irrumpe en el autoconcepto de las jóvenes, en la imagen que se
habían ido creando de sí mismas, y que traslada a lugares que dicen, sí valiosos androcéntricamente, pero donde hay que olvidar las referencias femeninas y acostumbrarse a la desvalorización de los espacios y de los trabajos
frecuentados por mujeres.
(25)
Martel, Angelina (1999).
“Intervenciones pedagógicas a
favor de niñas y mujeres brillantes”. Julie Ellis y John Willinsky
(ed.). Niñas, mujeres y superdotación. Madrid, Narcea, 83.
El sexismo no reconocido es una tarea pendiente aún en muchos aspectos
de la cotidianidad educativa, que están retardando la transformación de los
centros mixtos –alumnas y alumnos compartiendo aulas y recibiendo una
educación uniforme-, en centros coeducativos –la educación reconoce las
capacidades e individualidades de cada niña y cada niño, y potencia su
desarrollo-. Uno de los objetivos estratégicos de Plan de Igualdad de
Oportunidades 2008-2011, no se olvida de esta tarea pendiente, y en el nº 3
señala: “Implementar la coeducación en los proyectos educativos de centro”
(26). Este diagnóstico ha llevado a poner el esfuerzo en la planificación de
intervenciones que tienen como finalidad hacer visibles a las mujeres en el
curriculo escolar y prestar atención de manera personalizada y explícita a las
jóvenes estudiantes. Para ello es obligado disponer de manuales en las disciplinas académicas que hayan incorporado el nuevo bagaje de contenidos
culturales, utilizar materiales de trabajo y otros recursos didácticos que
difundan y pongan en valor el saber y el actuar de la mitad de la población,
que es y ha sido mujer, así como las formas singulares que han ido creando
para estar en el mundo contribuyendo a la civilización que disfrutamos.
(26)
Plan Estratégico de Igualdad de
Oportunidades 2008-2011.
Madrid, Instituto de la Mujer, 57.
Se pretende, no únicamente el reconocimiento de esas aportaciones femeninas a las que hay que reservar espacio en el trabajo de las aulas, sino algo
más: que la cultura académica transmitida no se reduzca a informar, documentar y explicar las circunstancias, protagonistas y sentido de las dimensiones públicas de la vida colectiva, y a desarrollar las actitudes y destrezas que
requiere la formación para el mercado laboral. Un proyecto de convivencia
armónica y de igual a igual pide incluir también en las programaciones
docentes los contenidos que afectan a dimensiones personales y familiares, a
58
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
las que mujeres y hombres tendrán que dedicar tanto tiempo a lo largo de la
vida. Entre ellas las tareas y funciones que han protagonizado de forma casi
exclusiva la población femenina, las cuales son imprescindibles para nuestra
autonomía y bienestar individual, y además para el de nuestro entorno familiar y de amistades.
No se puede seguir orientando implícitamente a las jóvenes a una renuncia
de la parte de sí mismas que no cuenta para el modelo político macrosocial
y globalizado, ni para el paradigma económico centrado en el mercado; pero
no hacerlo así supone una amenaza de interferencia en las actuaciones
públicas y en la cultura laboral diseñadas para personas con cuerpo masculino y sin responsabilidades familiares. Sin embargo, es personalmente injusto
y socialmente muy caro educarlas con una exigencia de disociación que
vuelve estériles una parte de sus capacidades. Ha escrito María-Milagros
Rivera que “las mujeres no queremos elegir: no queremos elegir entre el
sueldo y el amor, ni entre la educación especializada y el ser madres, ni entre
la promoción laboral y el tener tiempo para nosotras, por ejemplo. Porque no
los vivimos como contrarios excluyentes” (27). Éste es el sentir de una mayoría de mujeres, pero no es fácil que las jóvenes lo perciban de esa manera, y
que se ponga de relieve en el estilo de formación que se cultiva y en las
oportunidades sociales y laborales para las que se preparan.
(27)
Rivera Garretas, María-Milagros
(2006). “Educarse entre mujeres: la historia de la práctica de
lo simbólico”. Mª Dolores
Alcántara y Mª Blanca Gómez
(eds.). De mujeres sobre mujeres y educación. Málaga, Serv.
Publicaciones Diputación, 44.
(28)
Cfr. Piussi, Anna María (2006).
“El sentido libre de la diferencia
sexual en la educación”. Ana
María y Mañeru Méndez, Ana.
Educación, nombre común
femenino. Barcelona, Octaedro.
15-45.
(29)
Rivera Garretas, María-Milagros
(2007). “La historia que rescata
y redime el presente” DUODA.
(33), 27.
Y en consecuencia, es igual de decisivo que el abanico posible de iniciativas
educativas tenga en cuenta la diferencia sexual, pues no se puede entender
la igualdad en el sentido de logro de lo idéntico; en este caso, como igualdad de las chicas con los chicos, sin margen para una diferencia sexual y
para una diversidad personal, de las que recelamos debido a que han sido
pretexto para injustificadas discriminaciones en la historia pasada y reciente.
Que permita entender el significado que aporta a los procesos de crecimiento personal una realidad humana innegable, el que los sexos son dos, lo
que enriquece el tipo de relaciones sociales en las que nos movemos.
Evidencia que hay que tomar en consideración más allá de la igualdad
entre mujeres y hombres, de la que partimos a la hora de presentar y de
ofrecerles posibilidades de afianzar su identidad. La diferencia sexual
como una riqueza de cada persona, no como la razón para justificar ventajas o desigualdades, como motivo para establecer jerarquías o dependencias.
Estas observaciones han aconsejado la búsqueda de nuevas prácticas
educativas que hagan posible que las diferencias –muy especialmente la
sexual porque atraviesa todas las demás-, promuevan transformaciones
cualitativas (28) en las dinámicas falsamente asexuadas que las aulas se
esmeran en utilizar. Una diferencia femenina no considerada ni como complemento, ni como oposición a lo masculino, sino como fuente de referencias
deseables en la construcción de la identidad personal, individual y diversa en
cada alumna y en cada alumno, sin las fronteras que imponen muchos de los
códigos y estereotipos transmitidos de una generación a otra.
Hay que contar con el patrimonio del que hoy podemos disponer para que
la educación de las jóvenes asuma los saberes, las prácticas y la experiencia de las mujeres –“o mejor, el pensamiento de la experiencia” (29)-, las
cuales, desde el inicio de la humanidad, y también en el presente, han
enseñado el significado de las palabras –a nombrar el mundo-, han iniciado en las relaciones y afectos interpersonales, y en todo lo que era útil y
valioso para la propia vida y para la del entorno.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
59
A favor de las mujeres
La educación ha jugado a favor de las jóvenes; ha sido una mediación para
desplegar la libertad femenina, y ellas la están aprovechando para, entre
otras cosas, pensar su vida con criterios propios. Es verdad que reciben
mensajes que las hace dudar de si lo bueno será imitar a los hombres, pero
creo que cada vez con más claridad están sabiendo discernir mejor lo que
les conviene. Las imágenes simbólicas atribuidas durante mucho tiempo
como únicas, en las que una mujer podía representar a todas, van perdiendo
influencia frente a las mujeres concretas, reales (30).
Los procesos educativos tienen una responsabilidad en el seguir ayudando a
hacer elecciones más individuales, escuchando los propios deseos, acogiendo la singularidad, alimentando mejores expectativas, abriendo ventanas a la
libertad de cada alumna y de cada alumno. La experiencia positiva de que
determinadas aspiraciones personales y colectivas se están cumpliendo, la
toma de conciencia ganada, hace que las jóvenes puedan ir percibiendo que
no desean reproducir ni una condición femenina hasta hace poco justificada
en función de la naturaleza biológica, ni tampoco identificarse con los estilos
masculinos de presencia y de participación en la sociedad, para poder ser
aceptadas y reconocidas. En primer lugar, porque va a dejar de estar cada
vez menos dispuestas a apoyar el sistema patriarcal pareciéndose a los hombres, y porque defenderán su diferencia sin aceptar las consecuencias de
subordinación y dependencia que por ello había que soportar.
Quizás se deba a esto el que sean muchas las personas que continúan viendo en la educación escolarizada de las jóvenes un quehacer relevante; por
las jóvenes mismas, y por lo que significará para toda la sociedad la orientación que den a su propia vida. No en vano las aulas son un ámbito de
socialización determinante “en la formación del universo simbólico y en la
adquisición de hábitos, actitudes y valores que hacen variar la posición de
las personas” (31). Porque estas acciones, en ese y en otros ámbitos, no se
realizan de forma solitaria; deben de estar acompañadas por la confianza
que aporta a la hora de ir avanzando en lo que se quiere, el hecho de sentirse rodeadas de personas a las que se reconoce una autoridad y, en virtud
de ese reconocimiento, pueden persuadir, pueden ofrecer ocasiones, siempre que se desee, para el contraste con ellas. La importancia de las redes
intergeneracionales no ha disminuido; son, si cabe, más necesarias que
nunca.
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(30)
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- Valcárcel, Amelia (2008). “Niñas a la escuela, mujeres al saber” Rosa Conde, Rosa Mª Peris y Amelia
Valcárcel (eds.). Hacia una agenda iberoamericana por la igualdad, Fundación Carolina-Siglo XXI Eds,
Madrid, 35-47.
- Valiente Fernández, Celia (1999). “El feminismo de Estado y los debates políticos: la formación ocupacional en España (1983-1998)” Revista Española de Ciencia Política, (1), 127-148.
- Vilanova, Mercedes-Moreno, Xavier (1992). Atlas de la evolución del analfabetismo en España de
1887 a 1981. Madrid, MEC-UNESCO.
62
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
documentos
4
Yolanda Agudo Arroyo. UNED.
Mujeres jóvenes hoy: el empleo de las
tituladas universitarias
Este artículo presenta los cambios experimentados en la posición social de las jóvenes universitarias en
el mercado de trabajo, en los últimos tiempos. Se analiza la relación entre educación superior y empleo,
desde una perspectiva de género crítica con el androcentrismo que sostiene formas de discriminación
sutiles en estos espacios de la estructura social. El análisis se acota a las jóvenes tituladas contemporáneas, sin olvidar la referencia comparativa e histórica de otras mujeres para comprobar que, más allá
del ámbito formal, no se ha conseguido la igualdad de sexo en la sociedad actual; aunque se percibe
una situación distinta, cuantitativa y cualitativamente, a la de hace unas décadas, sobre todo cuando se
hace referencia a la posición laboral de este sector de población. El artículo presenta un diagnóstico
minucioso de la situación social de las jóvenes en la educación superior y en el empleo, con el fin de
detectar los factores discriminatorios que todavía impiden la plena igualdad entre hombres y mujeres
en estos espacios. Se constata que las relaciones de género influyen en el desarrollo de las trayectorias
académicas y laborales de las y los jóvenes universitarios, así como en el tipo de estudios elegido para
su formación profesional.
Palabras clave: educación superior, mercado de trabajo, empleo, diferencias de género, jóvenes, mujeres.
1. Introducción
A continuación se presenta un texto descriptivo del empleo -y las condiciones laborales- de las jóvenes universitarias, en comparación con el de los
varones, y su evolución en los últimos años. Los argumentos que se ofrecen
afloran de un conjunto de datos cuantitativos y cualitativos (1) recogidos en
este artículo, con el fin de impulsar la reflexión en torno a la relación entre la
educación y el empleo de las jóvenes universitarias, en el contexto sociolaboral actual. El que nos atañe es un asunto de relevancia sociológica en la
sociedad de nuestros tiempos, dado el cambio experimentado en la posición
social de las mujeres en general, y de las jóvenes en particular, y el incremento de su participación en distintos espacios públicos de la vida social.
Asimismo, es crucial el análisis de la educación y el empleo de los y las jóvenes, dada la influencia de ambas instituciones en su emancipación e independencia de la familia de origen, en definitiva, en su tránsito a la vida adulta
(1)
Los datos cuantitativos se recopilan de distintas fuentes
secundarias que se citan en el
texto. Los discursos cualitativos
se extraen de entrevistas en
profundidad realizadas a titulados y tituladas universitarias, y
a personas expertas en el mercado laboral, en una investigación que se desarrolla en
paralelo a la redacción de este
artículo.
Este artículo se desarrolla en el marco de los Estudios de la Mujer o del
Género que analizan el impacto social producido por la incorporación de las
mujeres a distintos ámbitos de la estructura social en las últimas décadas.
Con el objetivo de contribuir a afianzar su posición en el ámbito de la educación superior y del empleo, más allá del espacio doméstico privado que
siempre han ocupado como único y exclusivo, la exposición se orienta a evidenciar los sesgos androcéntricos que todavía caracterizan a la institución
universitaria y a la del mercado de trabajo de los jóvenes. Dicha evidencia se
refleja en las desigualdades de género que se dan en estos dos niveles con-
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
65
cretos de la estructura social, donde paradójicamente impera la igualdad formal de oportunidades de hombres y mujeres.
Antes de describir la situación laboral actual de las jóvenes universitarias,
con miras a vaticinar la que les aguarda un futuro más o menos próximo,
merece recordar algunos de los precedentes que han concebido la misma.
Durante siglos, el rol social de las mujeres se ha limitado a la reproducción y
el cuidado, separando su desempeño de los sectores públicos de la vida
política, social y productiva. El origen de tan injusta situación descansa en
que históricamente las diferencias biológicas entre los sexos se traducían en
espinosas desigualdades sociales entre varones y mujeres. Por el contrario, la
nueva condición social de las mujeres, sobre todo de las más jóvenes, hace
que su presencia en ámbitos públicos en los que antes estaban ausentes sea
hoy en día una realidad indiscutible.
Un conjunto de factores de carácter teórico, práctico, político y cultural ha
contribuido al reconocimiento de los derechos femeninos a la educación y al
trabajo remunerado, entre otros antes reconocidos sólo a los varones. Con
ello, se han ampliado los espacios de libertad de las mujeres, quienes, a su
vez, han sido las principales protagonistas de importantes procesos de cambio en la sociedad de los últimos tiempos. Desde que las mujeres se pronunciaron en la Revolución Francesa (1789-1799) como un grupo social
subordinado a los varones en busca de sus propios intereses, hasta los
comienzos del siglo XXI, han obtenido grandes logros. No obstante, en dicha
Revolución, el ala democrática más radical rechazó la extensión a las féminas
de los nuevos derechos de individualidad y libertad reivindicados (Puleo,
1992). De modo que la libertad, al menos de las mujeres, no era entonces
más que una mera ilusión (Camps, 1998: 27-28). Previamente, Poullain de la
Barre (2) había defendido la igualdad natural entre varones y mujeres por
encima de las costumbres y prejuicios sociales de la época, deslegitimando
la diferencia física como origen de la desigualdad entre ellos (Frutos y
Escribano, 2001). A partir de lo anterior, de la Barre propone combatir la
desigualdad sexual mediante la educación como método reformador que
impidiera la división sexual del trabajo y la subordinación de las mujeres a
los varones, y permitiera, además, el acceso de las primeras a cualquier profesión o función social (Cobo, 1994).
(2)
En 1673, en la obra Sobre la
igualdad de los dos sexos
Con precedentes de este tipo, las reivindicaciones feministas se defenderán
con más aliento a partir de la Ilustración pues el movimiento ilustrado, con
supuestas proclamas universales, se olvida de las mujeres. Pueden recordarse como autores destacados del movimiento, entre otros, a Locke (16321704), Montesquieu (1689-1755) o Rousseau (1712-1778) quienes cuestionaron
el orden social del Antiguo Régimen aunque manteniendo un carácter misógino en los ideales de igualdad y libertad que defendieron (Iglesias,
Aramberri y Zuñiga, 1989). Otros autores de la época, sin embargo, criticaron
los ideales de los anteriores, proclamando la extensión de los principios ilustrados tanto a varones como a mujeres, con vindicaciones que denunciaban
los privilegios exclusivamente masculinos. Entre los últimos destacan
Condorcet (1743-1794) y Mary Wollstonecraft (1759-1797). En concreto, la
obra de Wollstonecraft (Vindicaciones de los Derechos de las Mujeres, 1792)
defiende la educación femenina en igualdad a la masculina y supone un ataque a los prejuicios sexistas en defensa de la igualdad entre los sexos. Esta
obra inaugura el corpus teórico de la teoría feminista que se desarrolla a partir de entonces.
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Las reivindicaciones feministas se han sucedido desde el siglo XVII hasta la
actualidad, encaminándose hacia el cambio social, histórico y político a favor
de las mujeres, a base de enfrentar incesantemente las incoherencias de la
ideología patriarcal. Estas reivindicaciones han promovido un cambio estructural en la situación social de las mujeres, rompiendo esquemas sociales
androcéntricos tradicionales en busca de mayor igualdad y libertad en el
desarrollo de las cualidades femeninas en un mundo exterior al familiar,
como es el de la educación superior y el del empleo. El movimiento feminista
se ha manifestado en algunas épocas más activo que en otras, en función de
los acontecimientos políticos y sociales del momento, pero siempre alerta a
reivindicaciones encaminadas a la obtención de los derechos democráticos
para las mujeres.
El del feminismo es, por tanto, un movimiento de raíces ilustradas (Amorós,
1997) promovido por la participación femenina en las reflexiones sobre su
propia situación de inferioridad y dependencia en relación a los varones, con
abundantes, aunque no incontrovertibles, efectos en la sociedad actual.
Junto a estas reflexiones, un conjunto de transformaciones económicas, políticas y sociales fueron modificando la posición social de las españolas de
finales del siglo XIX. En el siguiente siglo, diversas condiciones estructurales
estimularon una sociedad más igualitaria cuando el derecho al trabajo procedió al de la educación y a ambos les sucedieron numerosas reformas legislativas. No obstante, los primeros cambios en el acceso de las españolas a la
Universidad se observan hacia mediados del siglo XIX, sin embargo, los objetivos de su formación se alejaban de ser profesionales. Las que por entonces
lograron acceder a las aulas universitarias pudieron hacerlo bien disimulando
su condición con atuendos masculinos, como fue el conocido caso de
Concepción Arenal (1841), o bien amparadas por el estrato social de privilegio al que pertenecían (Flecha, 1999). Las que accedieron tuvieron que
enfrentar arduos obstáculos y ocuparon espacios distintos y separados de
los varones. Además, estas privilegiadas solamente podían cursar titulaciones específicas, muchas veces sin poder obtener el título universitario y,
desde luego, sin vínculo a su desempeño profesional. Mientras tanto, a la
gran mayoría, sin embargo, se les negaba directamente el acceso (son conocidos los casos de Gertrudis Gómez de Avellaneda o Emilia Pardo Bazán) y
tenían que conformarse con la formación en instituciones docentes no universitarias (Escuela Normal de Maestras, Escuelas de Institutrices, Escuela de
Comercio o Escuela de Correos y Telégrafos), dado que el acceso a la educación de las mujeres estaba supeditado a la prolongación de funciones
domésticas (Durán, 1982).
Con posterioridad, en la segunda década del siglo XX, un conjunto de cambios legislativos permitieron el acceso de las españolas a la educación superior y el reconocimiento de su titulación. Pese a ello, en 1930 había
únicamente un 5% de mujeres entre los matriculados en la Universidad y,
además, sólo en algunas áreas específicamente femeninas que conferían a
labores del cuidado afines a su condición -femenina-, a la ampliación del servicio doméstico y a empleos relacionados. Por tanto, el acceso de las mujeres a las profesiones estaba totalmente regulado por el carácter masculino
de la mayoría de los trabajos.
Después, la Guerra Civil española del 36 suprimió muchos de los derechos
adquiridos por las mujeres en la II República y debilitó el movimiento feminista, aunque sin hacerle desaparecer por completo. La etapa de la dictadura
que sucedió a esta guerra se desarrolló colmada de un control ideológico
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
67
que diseñaba una legislación inaccesible al trabajo productivo de las mujeres
casadas, relegándoles exclusivamente al ámbito privado del hogar. En esta
época, profundas creencias culturales y sociales limitaban a las mujeres al rol
tradicional del cuidado y la reproducción, sólo las solteras o casadas de clase
baja podían trabajar.
Frente a esta situación, en la fase final de la dictadura, (en una nueva oleada)
el movimiento feminista (3) recupera actividad y el deseo de cambio se hace
inminente. En los años 70 del siglo XX se desarrollan de forma consecutiva
un conjunto de transformaciones sociales, políticas, institucionales, económicas, ideológicas, culturales, y en lo que nos concierne, en la estructura del
sistema educativo y laboral que satisfacen algunas de las nuevas reivindicaciones de las mujeres. En consecuencia, la sucesión de necesidades económicas y sociales debilitaba la organización patriarcal que había predominado
en décadas anteriores. Además, las primeras auras de un proceso de modernización en España se vislumbran a partir de los cambios políticos y de valores de esos años, cada vez más democráticos. La Constitución de 1978, hoy
todavía vigente, marcó un antes y un después al establecer una declaración
explícita de igualdad entre los sexos (artículo 14), equiparando jurídicamente
al hombre y a la mujer. Asimismo, la creación del Instituto de la Mujer (1983),
la sucesión de los diversos Planes de Igualdad de Oportunidades para las
mujeres que hasta hoy se conocen, diversas actuaciones legislativas nacionales y comunitarias y, por supuesto, la Ley para la Igualdad efectiva de
Mujeres y Hombres (Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo de 2007), favorecen el cambio en la situación social de las jóvenes españolas contemporáneas.
A partir de lo anterior, las mujeres estudian y trabajan en mayor medida que
antes; del mismo modo, ocupan profesiones que antes les estaban prohibidas. A principios de los 70, la tasa de actividad femenina era del 24% y en
alza a medida que pasan los años. Sin embargo, en el mercado de trabajo y
en la educación superior diversos prejuicios sexistas, discriminatorios con las
mujeres, impiden todavía la plena igualdad con los varones. Cuando las españolas han logrado el pleno acceso a la formación universitaria, sus trayectorias académicas son diferentes de las de sus compañeros varones, además,
unas y otros siguen itinerarios laborales distintos.
(3)
El del feminismo no es un discurso homogéneo sino plural en
constante renovación. Sus presupuestos básicos varían en
función de los ideales y experiencias de sus precursores/as
de diversa orientaciones aún
cuando todas ellas se expresan
para cuestionar la sociedad
patriarcal, siempre con el fin de
transformar el sistema jerárquico género-sexo que prevalece
en dicha sociedad (Amorós,
1997: 416 y ss).
68
La nueva identidad que han adquirido las mujeres profesionales de finales de
siglo XX, y principios del actual, es más que ostensible; sin embargo, pese a
la igualdad de oportunidades de los sexos en el acceso a la educación y al
empleo, siguen sin resolverse asuntos que discriminan a las mujeres como
los relacionados directamente con el ámbito familiar, donde se advierte la
ausencia de distribución igualitaria de tareas entre unas y otros. Bien es cierto que esta distribución es ahora más igualitaria que en épocas de mayor
dominio patriarcal, sin embargo, no es todavía suficientemente equitativa
dado que la conciliación laboral y familiar continúa siendo un objetivo difícil
cuando se enfrenta a estructuras sutilmente reticentes al cambio hacia la
plena igualdad (Camps, 1998: 54). Esta situación otorga diferentes oportunidades ante el empleo a los hombres y a las mujeres, a pesar del desarrollo
de políticas igualitarias que se aplican con el fin de otorgar los mismos derechos y oportunidades a unos y otras, en todos los ámbitos de la vida económica, política, social y cultural (Varella, 2001: 115).
Para cerrar este apartado introductorio, cabe hacer una advertencia previa
elemental, aún cuando pueda ser bien conocida por quienes leen estas pági-
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nas. Como es sabido, “juventud” igual que “género” (Varella, 2001) son construcciones sociales establecidas en base a factores políticos, sociales y
culturales, y no categorías provenientes de determinismo biológico alguno.
Más allá de referirnos a la juventud como grupo social homogéneo, en este
artículo nos ocupamos de la juventud con titulación universitaria y, en concreto, de las jóvenes con dicha titulación. Todos los jóvenes no son iguales
en su condición académica, social, económica, cultural y laboral. Por tanto, la
categoría joven, igual que la de mujer, no es unitaria ni uniforme sino que
engloba a un grupo social heterogéneo que comparte una identidad ante
situaciones sociales distintas. En consecuencia, no es lo mismo ser joven hoy
que haberlo sido hace cuatro o cinco décadas, menos todavía para las mujeres cuya condición social ha cambiado tanto; sin duda, el contexto económico, social y cultural de los primeros y los segundos es muy diferente. Por
otro lado, el intervalo de edad que acota la juventud es un asunto ampliamente discutido y, a su vez, determinado por la época que se tome de referencia. Aquí abarcamos un intervalo extenso puesto que nos referimos a un
sector de la población que accede al mercado de trabajo cuando finaliza los
estudios universitarios, con mayor edad que los jóvenes de niveles educativos inferiores.
2. La formación superior de las jóvenes españolas con
expectativas profesionales.
La educación ha brindado a las mujeres muchas oportunidades de progreso,
proporcionándoles cualificación demandada por el mercado laboral. La
incorporación de mujeres a la enseñanza superior en igualdad formal de condiciones con los varones, sin embargo, es bastante reciente, lo cual se refleja
en la desigualdad de oportunidades profesionales de las y los jóvenes. La
evolución histórica del sistema de las relaciones de género, en relación con
las instituciones públicas de dominio masculino, evidencia que las mujeres no
participaron en el desarrollo de las universidades y del profesionalismo
(siglos XVIII y XIX). Sin embargo, un conjunto de condicionantes cuantitativos y cualitativos, más o menos androcéntricos, han precedido a la situación
social actual de las jóvenes egresadas de la Universidad, que hoy disfrutan
del derecho a la educación y al empleo.
Hace décadas, las mujeres ocupaban una posición discriminada en la institución universitaria; eran, además, casos excepcionales y sin trascendencia profesional alguna. La Universidad española fue un espacio masculino hasta bien
avanzado el siglo XX. En 1910 desaparece la prohibición al acceso femenino,
aunque entonces las universitarias sólo se forman en algunas áreas del conocimiento específicamente “femeninas”. Por hacer un ligero repaso, cabe
mencionar que en el curso 1919-20 las mujeres representaban un 1.5% en la
Universidad española, en 1927-28 la matrícula femenina era de un 9.2% del
total y en el de 1935-36 de un 8.5%, aproximadamente (el contexto bélico de
la época quizá justifique tan bajo porcentaje) (Ballarín, 2001).
El analfabetismo en nuestro país se va reduciendo a medida que las jóvenes
se incorporan a la Universidad. En concreto, durante el período de la II
República, el analfabetismo femenino se redujo hasta un 47.5% (Moncada,
1987), pero este período fue demasiado breve y las reformas que se establecieron en torno a la Universidad perdieron importancia poco después. No
obstante, entre 1940 y 1969, las matriculas femeninas universitarias se incrementaron del 13% al 30%, si bien se concentraban en áreas de conocimiento
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
69
específicas (Filosofía y Letras, Farmacia, Medicina y Ciencias Sociales) “propias de mujeres” y no en las Ingenierías y enseñanzas técnicas “propias de
varones”. Entre tanto, en 1961 se reconoce el derecho (a las mujeres) de
acceso a todas las enseñanzas (Durán, 1982: 25). Mientras tanto, la situación
previa de inferioridad que ellas habían sufrido en el entorno educativo y
laboral se refleja claramente en los siguientes relatos: el primero de una
entrevistada que en esa época era joven y con ganas de estudiar y el segundo de un entrevistado que hace referencia a la situación de su madre, en el
mismo sentido.
… en mi época estudiaba muy poca gente… yo tenía mucha ilusión por estudiar y hacer una carrera… pero… en el año 1953… en mi época las mujeres
hacían maestra… biológicas y algunas medicina… nos cogió el cambio… a mí
me cogió muy al final del régimen… por mi situación personal me estaba
vetado… (Licenciada en Químicas).
…ella quiso estudiar… pero no lo hizo… se dedicó toda su vida a ocuparse de
sus hijos…era la época en que las mujeres no… ella tenía una capacidad enorme y es una pena que no hubiera estudiado… (Licenciado en Psicología)
(4)
Datos del Censo de Población
realizado por el Instituto
Nacional de Estadística (INE)
en 1970
(5)
En 1970 se aprobaba en España
la Ley General de Educación
por la que niños y niñas se educaban juntos. Esta Ley supuso
un avance sin precedente en la
consolidación de la escuela de
masas en nuestro país. La
misma estuvo inspirada en principios meritocráticos y estableció la obligatoriedad y la
gratuidad de la educación básica hasta los 14 años de edad,
situando la responsabilidad de
su provisión fundamentalmente
en el sector público.
Posteriormente, la Ley Orgánica
reguladora del Derecho a la
Educación (LODE) de 1985 fue
de orientación igualitaria y la
Ley Orgánica de Ordenación
General del Sistema Educativo
(LOGSE) de 1990 hace que
vuelva a reformarse en profundidad el sistema educativo
español extendiendo la enseñanza obligatoria hasta los 16
años.
Al comienzo de los años 70, un tercio de los titulados universitarios más
jóvenes (de entre 25 y 29 años) eran mujeres (4). Estos años fueron fundamentales por el giro producido en el sistema de enseñanza (5) que originó la
explosión educativa en los estudios medios y superiores, a su vez motivada
por los cambios económicos, demográficos y sociales de la sociedad española que se desarrollaron en esos años. El contexto de transición política de
los años 70 e integración europea (1986) posterior, junto al tránsito de la
sociedad española de un sector económico de producción agrario a otro
industrial y de servicios, propician cambios en la estructura laboral española
derivados, asimismo, de un proceso tecnológico que requiere mayor cualificación profesional (Kern y Schumann, 1988). Todo ello contribuye a la expansión del sistema educativo del último tercio del siglo XX, que responde a
requerimientos laborales cada vez más complejos y demandantes de conocimientos superiores.
A partir de entonces, la educación históricamente reservada a minorías privilegiadas abre sus puertas a una población más amplia, en busca de adaptación a nuevos objetivos económicos productivos. La profesionalización de
muchas ocupaciones, y la creciente importancia de la formación como estrategia de acceso al empleo, propician un elevado grado de instrucción de la
población con aspiraciones laborales. Este proceso va ligado, a su vez, a la
feminización de la Universidad española experimentado a partir del curso
1986-87, donde las universitarias alcanzan por primera vez el 50% del total
de la matricula, aún cuando se aglutinaban en especialidades concretas, con
elevada proporción de mujeres (el 60% en Filosofía y Letras, y Derecho, y un
1.8% en Ingenierías y Arquitectura) (6). A partir de entonces, se han ido
estrechando las diferencias por sexo, incrementándose la matrícula femenina
en todas las áreas de conocimiento. Las mujeres son ya mayoría en la
Universidad española y en casi todas las áreas del conocimiento, salvo en las
de las Escuelas Técnicas, lo que indica la feminización de algunas titulaciones mientras otras siguen siendo masculinas (CRUEb, 2002).
(6)
Datos del Ministerio de
Educación y Ciencia de España.
En general, se ha producido un desplazamiento de la población española
hacia los estudios medios y superiores. La evolución en el nivel educativo de
las mujeres, sobre todo de las más jóvenes, ha sido positiva. A medida que
avanza la edad de la población, se reduce el nivel de estudios de las mujeres
70
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
en relación al de los varones, pues en el año 2007 el porcentaje de universitarias en el intervalo de 20 a 29 años supera el 60%, cuando en el conjunto
de la población española con dicha titulación, las mujeres representan el
54.7% (7). Sin embargo, las diferencias por sexo se aprecian en todos los
niveles educativos del conjunto de la población, esto es, en 2008, el 64.5%
de la población española de 16 y más años analfabeta son mujeres, lo son
también el 55% de los que tienen educación primaria, el 48% de secundaria,
el 29.7% de formación e inserción laboral con título de secundaria, el 50.2%
de educación superior sin doctorado y el 37.5% de los que tienen doctorado.
Como muestra la tabla 1, los españoles del siglo XXI, sobre todo las españolas, son los más formados de nuestra historia dado el vuelco formativo que
ha experimentado esta sociedad en los últimos años (Requena y Bernardi,
2005). El número de matriculados universitarios crece sin interrupciones en
la serie registrada hasta el curso 1999-00, donde comienza a descender
como consecuencia de la llegada de cohortes de población menos numerosas (nacidas a partir de la segunda mitad de los años 70) a este nivel de
estudios. Los últimos datos anuncian que la situación del sistema universitario está cambiando; las nuevas tendencias demográficas determinan un
acceso de los y las jóvenes al nivel superior cada vez más reducido. No obstante, cabe reiterar que la prolongación de los estudios es un fenómeno que
afecta en mayor medida a las jóvenes que a los jóvenes en los últimos años (8).
En forma de gráfico estos datos representarían un efecto tijera por el que los
porcentajes de mujeres y hombres matriculados en la Universidad española a
comienzos de la segunda mitad del siglo pasado estarían muy separados,
acercándose a finales de los 80 y primeros 90, para invertir su tendencia en
los cursos siguientes, superando claramente en la actualidad el porcentaje de
matriculadas al de matriculados varones. Naturalmente, no todos los matriculados concluyen con éxito sus estudios, pero la tendencia relativa de egresados por sexos es parecida a la descrita para matriculados, si bien las
cantidades absolutas se reducen debido a los factores de éxito y abandono
que intervienen en el proceso de formación. En efecto, como muestra la
tabla 2, actualmente el número de tituladas universitarias es superior al de
titulados, lo cual no es un hecho reciente sino que desde comienzos de los
años 80 se titulaban más mujeres que varones (Requena y Bernardi, 2005:
247).
(7)
Datos del Instituto Nacional de
Estadística.
(8)
Datos ofrecidos por el Instituto
de la Mujer (Estadísticas), elaborados a partir del INE, en
http://www.migualdad.es/
mujer/
El conjunto de estos datos evidencia que la instrucción de las jóvenes no se
dirige como antes en exclusiva a la familia y el matrimonio, sino a necesidades económicas del mercado laboral igual que la de los varones. En términos instrumentales, el aumento de la participación femenina en el auge de
la enseñanza superior se traduce en estrategias de inserción económicamente activas en el mercado laboral. Los factores que han contribuido a
modificar la situación social de las mujeres a lo largo del último siglo, y más
en el último período de su desarrollo, infunden una “nueva biografía laboral
de la mujer” caracterizada por representar una posición profesional, educativa y social diferente a la de las mujeres de otros tiempos (Garrido, 1992).
La relevancia de la formación en el entorno económico y social hace que
cuanto más alto sea el nivel educativo, más posibilidades tendrán las mujeres de alterar y robustecer su integración laboral frente a las limitaciones
discriminatorias, y sin sentido, que una sociedad prejuiciosa y androcéntrica pueda imponer. A partir de la argumentación defendida por la teoría del
capital humano, la educación y la cualificación de la fuerza de trabajo consti-
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
71
tuyen elementos relevantes de flujos de entrada en el mercado laboral. En
concreto, el factor educativo es determinante para las mujeres en este espacio, aún cuando otros elementos adheridos al sistema de las relaciones de
género puedan mermar tal determinación. A este respecto, otras teorías económicas tratan de complementar la determinación simplista de la anterior,
atendiendo al efecto de condicionantes como el género, en la influencia de
la educación superior sobre el ámbito laboral (9). Como quiera que sea, el
éxito en la formación superior ha supuesto para las mujeres un factor de
gran influencia en sus posiciones sociales y económicas; de modo que, independientemente de la teoría sociológica o económica de la educación que se
tome de referencia, la formación universitaria supone un vehículo de promoción social para las jóvenes, en relación a sus condiciones de partida
(Requena y Bernardi, 2005).
En el conjunto de la población joven, la expansión educativa se relaciona con
las exigencias de la sociedad del conocimiento, el retraso de la emancipación
-tránsito a la adultez- y la influencia de la formación en su posición social.
Dicha expansión ha venido motivada, también, por la expansión del Estado
de Bienestar, las argumentaciones defendidas por las teorías del capital
humano que establecen un nexo claro entre educación superior y empleo
cualificado, y la proclamación de principios meritocráticos, en definitiva, por
todos los factores que determinan la modernización de nuestro país en las
últimas décadas del siglo XX (González y Requena, 2005). La educación
superior para estas jóvenes será además un recurso de formación permanente a lo largo de su vida, dado que las transformaciones del mercado de trabajo y el desarrollo social y económico continuo estimulan en los
trabajadores una necesidad constante de enriquecer su formación y perfeccionar conocimientos para enfrentar nuevas exigencias sociales y laborales
que requieren reciclaje periódico (García Aretio, 1987: 19 y ss). De modo que,
es indiscutible la importancia del conocimiento acumulado en la sociedad
actual; conocimiento promovido por un mercado de trabajo en constante
renovación y cada vez más competitivo, como consecuencia del alto nivel
formativo de la población y, con ello, la sobre-titulación del sistema productivo.
2.1 Diferencias en la formación “profesional” por sexo
(9)
Un consulta específica sobre las
teorías económicas que relacionan la educación y el empleo
puede hacerse en TOHARIA, L.
(Comp.) (1983): El mercado de
trabajo: Teorías y aplicaciones.
Madrid, Alianza Universidad
Textos.
72
La inserción de las mujeres en la Universidad, en igualdad formal de oportunidades con los varones, puede ocultar escenarios diferentes. En realidad, es
positivo el dato de que en el curso 2007 las mujeres sean el 60.9% del total
de egresados universitarios. Sin embargo, la desagregación de esa cifra
muestra que el egreso se distribuye de forma distinta en los diversos tipos
de estudios; esto es, son mujeres el 28.7% de los titulados en Arquitectura e
Ingenierías Técnicas (2.5 puntos porcentuales más que en curso 1999-00), el
75.9% de los diplomados, el 65.5% de los licenciados (en ambos casos, 3
puntos más que en el 1999-00) y el 31.5% de los titulados en Arquitecturas e
Ingenierías (4 puntos más que en el 1999-00). Las mujeres son mayoría entre
los egresados universitarios pero se concentran en determinados tipos de
estudios, de manera que el sesgo de género en la elección se hace evidente
dada la concentración por sexo en cada tipo.
Tras el mero formalismo igualitario del que presumen las cifras de acceso se
esconden otros factores que marcan la diferencia en la especialidad de estudios elegida por sexo, los cuales contrarrestan la feminización cuantitativa
presentada antes. Es cierto que el aumento de la participación femenina en
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los estudios universitarios reduce el desfase entre los niveles formativos de
ambos sexos, debido al cambio de orientación en la inversión educativa de
las mujeres por su motivación profesional, frente a viejos tópicos sexistas.
Sin embargo, la tabla 3 refleja que todavía perduran comportamientos discriminatorios y de segregación por género, en función del área de estudios en
que se forman varones y mujeres. La matrícula femenina supera a la masculina en todas las áreas de conocimiento salvo en las enseñanzas técnicas,
menos permeable que las demás a la feminización universitaria. A la luz de
los datos, cabe puntualizar que las diferencias por sexo en el conjunto de las
áreas se han reducido en el período analizado, pero el área científico técnica
está todavía muy “masculinizada” (CIDE, 1997) y en ella las mujeres no representan siquiera el 40%.
Las diferencias detectadas no son consecuencia de un acceso discriminatorio y tampoco se relacionan con factores de éxito (en el egreso), puesto que
el peso de las egresadas es superior al de las matriculadas en todas las áreas
de conocimiento, como indica la tabla 4. Cabe preguntarse entonces por los
factores que se esconden tras la elección de los estudios, en función del
género, y caracterizan la especificidad de la formación de varones y mujeres.
Si no son los rendimientos académicos tendremos que pensar que son los
estereotipos fundados en el sistema de las relaciones de género los que
determinan una elección diferente. De modo que, cuando no existen barreas
instituciones que impidan la libre elección de estudios, sólo la existencia de
normas implícitas de discriminación, por género, justifican la diferente elección de estudios de unos y otras (CIDE, 2003).
A partir del discurso de los titulados entrevistados se percibe que, muchas
veces, las mujeres eligen la especialidad de estudio condicionando su decisión a la influencia de pautas tradicionales de discriminación que consolidan
la diferenciación de roles sociales por género.
… hay un sesgo de género en el, en las ramas. Entonces la Biosanitaria van
más mujeres, …o la de Humanidades. Y luego las Científicas, la Tecnología es
donde están más, para los hombres… las mujeres se cortan un poco por las
ramas de ciencias, Matemáticas, por ejemplo, licenciadas son pocas, etcétera… entran los chicos a las, a los, a los estudios de ciencias, pues los más
capaces, los más competitivos, etcétera… o sea, las chicas… el plantearse eso
como objetivo pues hay muchas que se arrugan, es que las da miedo, les
parece que es demasiado (Titulado en Ingeniería Informática).
Más allá de las capacidades de cada uno, la elección estereotipada de estudios hace que las chicas eludan la selección de las carreras técnicas, amparándose en prejuicios sociales interiorizados culturalmente que se ajustan a
partir de lo que tradicionalmente se consideran atributos masculinos y femeninos. Dichos atributos se otorgan culturalmente a cada uno de los sexos,
enfrentando instrumentalidad, competitividad y motivación por el logro profesional a valores relacionales, afectivos y de expresividad, menos estimados
socialmente y que limitan el acceso de las jóvenes a determinados estudios y
profesiones (Mosteiro, Cajide y Porto, 2001). Las desigualdades de género
que se perciben en la elección de estudios están supeditadas a la cultura
patriarcal que todavía pervive en la sociedad actual.
En estos casos, el proceso de socialización convierte al sexo biológico en un
factor diferenciador de los comportamientos del alumnado universitario
(Elejabeita, 1995). Los estereotipos de género adquiridos desde la infancia
estimulan a los varones y desalientan a las mujeres a encaminarse hacia acti-
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
73
vidades propias de trabajos científicos y técnicos. Sin duda, la socialización
en el sistema de las relaciones de género influye en el ámbito de la educación superior y en el del empleo, conformando expectativas de estudio estereotipadas que obedecen al género y no al sexo. Esta segregación por
género en las carreras universitarias se relaciona con la división sexual del
trabajo que otorga diferente valoración al rol social de varones y mujeres, y
que se refleja, a su vez, en la segregación horizontal y vertical del mercado
de trabajo.
Los discursos de los entrevistados reproducen estereotipos socialmente
compartidos y manifiestan la existencia de valores socioculturales asociados
con imágenes que se corresponden con representaciones simbólicas de cada
sexo. Asimismo, estos discursos amparan la relación femenina con las letras y
la masculina con las ciencias.
…en una carrera como Informática que, hombre cada vez hay más mujeres,
pero yo creo que ahí siempre se, más, hay muchos más hombres que mujeres… es como todo, es todo hombres y muy pocas son mujeres… Es como, no
sé. Es que no sé si es que lo del hombre, eso de la Informática, que los ordenadores, todo es, es como más. Por ejemplo, yo sobre todo las cosas de, las
cosas informáticas, yo las cosas del dvd, del ordenador, todas esas cosas a
mí me superan, es que me superan, pero a lo mejor a mi marido le supera el
hacer un cocido, pues a mí me supera el, el, yo creo que todas esas cosas de
informática y de investigar, que si ahora meto una tarjeta de no sé qué, eso
es de hombre, total. Eso es hombre. A mí, bueno… no me apasiona…
(Licenciada en Químicas).
…alguna barrera… siguen todavía existiendo. Por ejemplo, en el aula se ve,
quizá ahora menos, pero se ve que son los chicos los que toman posesión en
el aula y los que se cogen los sitios que ellos quieren y los que, las chicas se
van porque los dejan los chicos. Pero es una cosa de, de agresividad… Y, sin
embargo… las chicas, son más disciplinadas. Son, están más socializadas en
el sentido de que asumen mejor las normas y las instrucciones y todo esto.
Hay menos acceso a estudios terciarios, a estudios universitarios, en los chicos que en las chicas. Sube menos, pero una vez metidos en ese mundo,
entonces los chicos que entran y las chicas que entran, las diferencias ya de
capacidades desaparecen. Y, además entran los chicos a las, a los, a los estudios de ciencias, pues los más capaces, los más competitivos, etcétera…. las
chicas… el plantearse eso como objetivo pues hay muchas que se arrugan, es
que las da miedo, les parece que es demasiado, que… (Titulado en Ingeniería
Informática).
…es que es así, o sea al final… sí,… porque el final seguimos con el tema de
siempre, siempre hay ciertas cosas que parecen que están ya adjudicadas a
la mujer, entonces bueno pues, es así, es así la vida en términos de lo que es
nuestra trayectoria… (Licenciada en Derecho).
Algunos modelos teóricos explican los factores que intervienen en la elección de carreras de las jóvenes, sustentándose en teorías de elección vocacional que albergan los motivos de elección en las responsabilidades
domésticas como elemento central de la vida de las mujeres, más allá de
cualquier experiencia laboral; otras teorías basan sus explicaciones de elección vocacional y conducta laboral en factores psicológicos y sociológicos,
refugiados en la socialización temprana de los individuos (Mosteiro, Cajide y
Porto, 2001). También se recurre al autoconcepto diferenciado por género, y
a las imágenes ocupacionales estereotipadas de varones y mujeres, para
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explicar la diferente elección formativa. De todos estos modelos se deduce
que la diferencia mana, en su conjunto, de los procesos de socialización del
rol sexual, las creencias, actitudes, motivaciones y experiencias de los individuos, así como de las oportunidades y restricciones sociales que percibe
cada uno de los géneros. En concreto, desde una perspectiva psicosocial, se
evidencia la influencia de los factores psicológicos relacionados con el autoconcepto, las expectativas y los valores individuales, junto con la influencia
de factores y valores sociales de socialización normativa y cultural en la
determinación de las diferencias de género. De lo anterior se deduce que
son los factores sociales los que influyen en la psicología de las personas
modulando sus creencias, actitudes y conductas, las cuales conforman los
estereotipos de género influyentes en las identidades y las expectativas
sociales, en función, asimismo, de la valoración de logros de cada uno (CIDE,
2001: 177 y ss).
Los modelos que incluyen la autoeficiencia como variable explicativa del
desarrollo de la carrera femenina justifican la elección diferente a partir de
las características “propias” de cada sexo, que en el caso de las jóvenes tienden a relacionarse con expectativas muy bajas (de autoeficiencia) otorgadas
por la falta de modelos de referencia y la falta de estímulos y apoyos externos hacia conductas que les aleje de “su condición femenina”. De manera
que las creencias de los sujetos en relación a sus habilidades profesionales
se corresponden, muchas veces, con la existencia de modelos de ocupaciones tipificados sexualmente. En consecuencia, los jóvenes optan menos que
sus compañeras por carreras típicamente femeninas, quizá por la baja valoración social y escasas expectativas de empleo de estas disciplinas, relacionadas con menores gratificaciones económicas y escaso prestigio
profesional, en relación a las de otras áreas de conocimiento (Subirats y
Brullet, 1998: 256 y ss). El siguiente discurso da cuenta clara de esta apreciación.
Yo cuando tenía 18 años… pues adoraba totalmente Psicología, pero era una
carrera que no era de hombres, era de mujeres y era una carrera además que
estaba fatal en España… era lo típico, era una carrera que no tenía idea de
prospección personal… es una carrera que estaba fatal… si lo llego a decir a
mi familia, yo pertenezco a una familia súper tradicional, entonces, bueno, eh,
son familias en que Económicas, Derechos, las Ingenierías ¿sabes? son…
(Licenciado en Psicología).
En efecto, es todavía frecuente escuchar discursos que ponen de manifiesto
la perseverancia de creencias estereotipadas y prejuicios de género entre los
titulados universitarios, lo cual fortalece la identidad de género en la proyección individual de los factores sociales. Frente a esta situación, entre los titulados entrevistados también se percibe una nimia modificación en la
percepción, que se relaciona con la incorporación masiva de las mujeres a la
Universidad y con su situación laboral económicamente activa, de las últimas
décadas. Estos indicios podrían sugerir posibles cambios en la identidad de
género en un futuro próximo. Los datos anteriores mostraban que las jóvenes van tomando posiciones en carreras tradicionalmente masculinas y, en
consecuencia, lo harán en sus campos profesionales, con expectativas laborales más amplias que las de sus antecesoras. De modo que, aunque persisten situaciones como las presentadas previamente, las transformaciones
socioculturales de las últimas décadas han afectado al sistema de las relaciones de género, modificando los valores asociados a las categorías de género
y disminuyendo su capacidad de discriminación. En consecuencia, las nuevas
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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generaciones de estudiantes universitarios están cada vez menos influidas
por los condicionantes presentados más arriba. Esta situación, todavía minoritaria, la reflejan los siguientes discursos.
…quería ser Químico antes de hacer la carrera… me encantan las ciencias. Y
mi tipo de trabajo lo adapto a las ciencias (Licenciada en Químicas).
…mi sueño siempre ha sido Matemáticas, luego siempre me ha gustado
mucho la Química, también, siempre Matemáticas, Químicas, siempre se me
han dado muy bien, sobre todo las ciencias (Licenciada en Químicas).
No, en Químicas hay muchas, eh… y cada vez más, o sea, quiero decir, en
principio era, que había una…: joder qué raro y tal, pero hoy en día…
(Licenciado en Químicas).
… hay minoría, franca minoría de chicas... Tradicionalmente hay menos mujeres
ingenieros, pero en primero ahora, yo creo que la proporción de chicas y chicos es prácticamente igual ¿eh?... Lo que pasa que bueno, mmm, no sé, aunque cuando estás estudiando no es una carrera, sobre todo los tres primeros
cursos es todo matemáticas, físicas, es todo como seguir COU, o sea no, no
son materias excesivamente de hombres… (Titulada en Ingeniería Industrial).
2.2 Perspectivas profesionales de las jóvenes universitarias
El futuro profesional o la vocación son factores determinantes en la elección
de carrera de los titulados universitarios (ANECA, 2007). El sistema de las
relaciones de género también influye en esta decisión. Muchas veces, la
vocación lleva a elegir carreras poco prometedoras en el ámbito laboral.
...me gusta mi profesión y yo lucho por ella… para mí era vocacional…
(Licenciada en Sociología).
Otras veces, son las expectativas laborales y la previsión de oportunidades
las que determinan la elección. En estos casos se perciben grandes diferencias por sexo (10). Las áreas de conocimiento en que se titulan más varones
que mujeres aguardan un desempeño profesional vinculado tradicionalmente
a espacios masculinos. La categorización de género determina la estructura
de las relaciones sociales entre varones y mujeres, estableciendo jerarquías
que organizan la vida social en función de dicha categorización.
Como es sabido, el género es una construcción psicológica, cultural y social
a través de la que se asignan diferentes significados y valores a cada uno de
los sexos (García de León y García de Cortázar, 1996). En consecuencia, las
diferencias entre el género masculino y el femenino reflejan una jerarquía de
estatus donde el segundo aparece subordinado al primero (Amorós, 1997:
19). La ideología de género dominante en un sistema de orden cultural
patriarcal distorsiona el valor asignado a las actividades adjudicadas a las
mujeres, subestimando las relacionadas con el trabajo doméstico, idealizando simbólicamente las que tienen que ver con la maternidad e invisibilizando
otras que resultan cruciales para la producción extradoméstica (Ritzer, 2001:
398-399). Esta ideología favorece la separación de las tareas de la esfera privada, o doméstica, de las de la esfera pública, ambas con responsabilidades
y valoración distintas, en las que varones y mujeres desempeñan roles diferentes adjudicados a su sexo, por la categorización social, y no biológica,
otorgada al mismo (Millett, 1995).
(10)
Véase apartado 3.2 de
Aguinaga, 2004.
A partir de lo anterior, el sistema de las relaciones de género configura una
dicotomía laboral a partir de la división sexual del trabajo fundada en el
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reparto de tareas diferentes según género. Este hecho influye en las decisiones formativas de los y las jóvenes, lo que hace persistir las diferencias de
género en el ámbito de la educación superior y del empleo (Maté, Nava y
Rodríguez, 2002). Al creciente acceso de las mujeres a la educación superior
le ha seguido una progresiva incorporación femenina al ámbito laboral. En
consecuencia, el mercado de trabajo ha experimentado recientes transformaciones significativas desde una perspectiva de género (11) y es habitual
escuchar hablar de la progresiva feminización del empleo. Sin embargo, aún
cuando la proporción de egresadas universitarias supera a la de egresados,
sus oportunidades laborales son diferentes, en general, también en función
del género.
Las profesiones no son, como antes, un reducto masculino (Martín-Moreno y
Miguel, 1982: 77), sin embargo, en el mercado de trabajo se percibe también
la dimensión de género, articulada en la distinción de actividades masculinas
y femeninas, que dota a las primeras de mayor poder y prestigio que a las
segundas (Astellarra, 2005: 274). Las mujeres se forman en carreras propias
de su sexo, reforzando los factores ideológicos y culturales que extienden su
rol de género tradicional, al menos simbólicamente, a la función hogareña
del cuidado y la ayuda (a la sanidad y a la educación, por ejemplo) (MarínMoreno y Miguel, 1982: 109).
…está feminizada la profesión, si se me permite decirlo… al menos el área
donde yo estoy trabajando (área de intervención) sí está feminizada… Yo
estoy segura que por el tipo de trabajo… La intervención, es decir, las mujeres
quizá, me imagino, no lo sé, por tradición, por los roles, por cultura, por
socialización, por todos los valores que se tienen y que nos han inculcado
desde, desde la infancia, es lo que determina un poco nuestras directrices
profesionales. Entonces un hombre, eh, es difícil encontrarles en ese sector,
quizá por eso. Un hombres, siempre de un hombre se espera otra cosas,
sobre todo dinero, posición y poder… (Licenciada en Sociología).
El campo de la sanidad digo que está feminizado… de hecho las especialidades médicas también están diferenciadas, en las cirugías hay más porcentaje
de varones y en, en las, por ejemplo, en salud pública, salud pública es claramente femenina… son las que no tienen dinero… hay algunas especialidades
más rentables que otras… la sensación de prestigio profesional que dan unas
u otras no es lo mismo… (Licenciada en Psicología).
(11)
Desde 1996 a 2006, la población activa ha crecido en un
30,9%, con un incremento
superior para las mujeres
(43,6%) que para los varones
(23%); la ocupación femenina
se ha incrementado en un
79,3% (mientras la masculina lo
ha hecho en un 39,1%) y la tasa
de actividad femenina crece en
esta década un 26%, frente al
5,9% del incremento de la masculina, según datos del INE
(Mujeres y Hombres en España,
2007 en http://www.ine.es).
…por ejemplo, en el mundo educativo, eh, la mujer… los cargos, pues hay más
mujeres en el sistema educativo, pero hay mucho menos, son muchos más
los directores masculinos… La interinidad es mucho mayor en las mujeres que
en los hombres… no son funcionarios…, peores condiciones laborales… Quiero
decirte que siendo ellas más, tienen peores condiciones laborales… (Titulado
en Ingeniería Informática).
En consecuencia, el género condiciona, asimismo, el ejercicio profesional que
sigue a los estudios. Las carreras de letras, con mayor proporción de mujeres
que de varones, ofrecen un futuro profesional menos prometedor que el de
las de ciencias, lo cual indica que las expectativas profesionales de las jóvenes son menos ambiciosas que las de sus compañeros varones. En los
siguientes discursos se observa que los jóvenes diseñan su elección pensando en el futuro profesional en mayor medida que las jóvenes que lo hacen
pensando en la vocación. A partir de estos discursos se observa que la diferenciación estereotipada establecida aleja a las mujeres de los espacios masculinos y normaliza la división dominante de estos espacios (Bourdieu,
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
77
2000). Los discursos de los entrevistados, pese a expresar algunos indicios
de igualdad, muestran claramente la asociación estereotipada que existe
entre profesiones y sexo cuando otorgan rasgos relacionados con la instrumentalizad a los varones, y los relacionados con la expresividad, a las mujeres.
Hombre, sí te das cuenta, hombre yo no sé la estadística real, pero cuando
yo estudiaba y miraba a mi alrededor, veía de cada diez, seis o siete mujeres
y tres o cuatro hombres, la verdad. … evidentemente porque, por, por la sensibilidad que tiene la mujer. O tienes una parte femenina o estudias otra
cosa… tienes que tener un tacto que el hombre, la figura del hombre, lo masculino no tiene… (Licenciado en Psicología).
…hay muchas teorías, algunas tienen que ver con el nivel de competitividad,
con el de asertividad, etcétera… los valores dominantes son como masculinos
y que encajan más en esos perfiles profesionales, pues las Ingenierías, es
gente muy competitiva, muy, muy tal. Mientras que la mujer parece que no
aguan, no entra tanto en ese rollo… o sea que, eso es cosa de hombres, y se
sigue viviendo eso. (Titulado en Ingeniería Informática).
…las Ingenierías no es que... no hay un gran número de mujeres… Yo creo
que este tipo de carreras, yo creo que con el tiempo terminarán igualándose, probablemente … Yo creo que todo lo referente a esto de la técnica… yo creo que está un poco condicionado desde pequeñitos ¿no?
Quiero decir, que desde pequeñitos a los niños les compran un, no sé
cochecitos y tal ¿no?, que hay que destriparle, y el papá nos enseña a
cómo se cambia el fusible de no sé qué y tal… Y, eso por una parte, y por
otra, yo creo que la propia identidad ¿no?, de, la propia naturaleza, quizá
del, también del hombre y de la mujer. Yo creo que todo este tema del
tornillo y de esto, yo creo que las señoras no… a las señoras no les digas,
no les preguntes dónde están las bujías, porque es que no lo saben, o no
lo saben o no les interesa… En general, yo creo que es que no les interesa… No es que se les haya condicionado, o no se les dé acceso a la información y eso, sino que bueno, yo creo que es que simplemente no les
interesa… (Licenciado en Químicas).
…existen bastantes más hombres que mujeres en este tipo de carreras, y
en general en todas las Ingenierías… Las mujeres suelen tender más hacia
disciplinas más humanas, que no humanísticas, aunque sean científicas:
biología, medicina, antropología, etcétera. En las Ingenierías se crean
cosas útiles como herramientas “sin vida orgánica”, textos, máquinas,
robots, señales, cables, y el trato personal no es muy habitual. Desarrollas
sistemas de información que recogen y tratan montones de datos de
información, útiles, pero “sin vida” (Titulado en Ingeniería Informática).
…no sé… a lo mejor también empiece a haber más, más chicas, pero
vamos. Sobre todo, yo creo que es más por las salidas profesionales, una
salida profesional de decir, bueno hay unas salidas muy buenas. Y, en cambio, las carreras de letras pues no tienen esa salida… (Titulado en
Ingeniería Informática).
Ahí (en las carreras de letras) no hay que pensarse la cabeza, no tienes que
ser uno de los elegidos entre tantos, entonces pues ahí, entran más, entran
más mujeres (Titulado en Ingeniería Informática).
La distribución por sexo en la estructura ocupacional es diferente en función
de la formación obtenida. A partir de los anteriores discursos se hace evi-
78
Revista de Estudios de juventud
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dente el desinterés femenino por el área de las técnicas, aún cuando las
expectativas laborales de los titulados en la misma son más favorables que
las ofrecidas por otras áreas de conocimiento. Parece, entonces, que las ocupaciones no son asexuadas y se catalogan por el sexo de sus ocupantes, en
función de lo femenino y lo masculino, como también se observa a continuación.
…bueno eso tiene que ver más con lo masculino y lo femenino. Lo masculino
siempre es más emprendedor, más valiente, pero también puede ser más
temerario. …y ella siempre pues es más tierna, más arraigada, va, va más por
lo seguro… Si te das cuenta, cuando vas a cualquier, eh, yo que sé, cualquier
empresa donde hay un sector de administración, está lleno de mujeres, porque tienen infinitamente más paciencia que los hombres ¿no? para ponerse
al teléfono, para, eh, son más sistemáticas, más procedimentales, funcionan
mejor ahí. Y, a lo mejor, los hombres funcionan mejor, por ejemplo, en cuanto
a comerciales conozco a más hombres, quizá por ese descaro, por esa sinvergoncería (Licenciado en Psicología).
…de todos modos las mujeres, digan lo que digan, somos más, eh. A mí me lo
dicen, por ejemplo, los jefes, hay chicas y chicos, y me dicen: jo, es que las
mujeres sois distintas. Nosotras somos más perfeccionistas, somos más, todo
lo llevamos eh, muy bien organizado… somos más delicadas para las cosas…
(Licenciada en Químicas).
…en mi despacho, por ejemplo, los jefes, o sea tengo dos jefes, cada uno
tiene un ayudantes. Entonces uno de ellos contrata chicos y el otro contrata
a chicas… Cada uno tiene su forma de pensar, uno dice que la mujer es más,
es más asentada. Y el otro dice que el hombre es, no sé, es más productivo
(Licenciada en Derecho).
… el área de Recursos Humanos es más de mujer, a lo mejor, o hay más, se
han especializado más las chicas que los chicos hasta ahora, sobre todo en el
área de selección… (Seleccionadora de personal en ETT).
Sí, sí, pasa lo mismo, es bueno, cada vez hay más, pero pasa lo mismo, hay
mayoría de, mayoría de ¡sexo masculino!, sí, sí, hay mayoría y yo creo que es
por lo mismo, es porque, por lo que sea llama menos la atención el estar trabajando de informático, no lo sé, pero llama menos la atención… yo creo que
es por la vocación, es por vocación. Que cada vez yo creo que se van nivelando más, hombre, se está viendo que es un trabajo, que pueda ser más o
menos divertido, más o menos aburrido, pero que tiene salida, tiene salida y
bastante buena… (Titulado en Ingeniería Informática).
En este laboratorio donde estoy yo… mi trabajo es muy, muy, muy guarro,
guarrísimo… estoy manchado de aceite, detergentes… entonces pues no es
un, oye perdóname, pero no es un trabajo, no es un trabajo para una chica,
creo yo. Yo a veces tengo que cargar mucho peso… entonces pues creo yo
que no es un trabajo para, que puede serlo ¡oye!, que yo no quiero decir
nada, pero que hay trabajos... (Licenciado en Químicas).
…los chicos suelen ser más independientes… las chicas, aunque hacen ciertas
Ingenierías, les gusta más trabajo de administración… no todo el mundo está
preparado. tienes que estar muy bien preparado físicamente, y entonces para
las pruebas, muchas veces también, esas fuerzas físicas necesarias, las mujeres, a no ser que sea una persona que esté muy preparada y que ¿sabes?, y
que haga mucho ejercicio y muy tal, no, no la supera… es un tema físico… se
queman más pero porque las mujeres, yo creo que a lo mejor tenemos más
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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de instinto maternal o del instinto de formar familia, y lo de estar para acá,
para allá, pues no, no va tanto… En el área de formación sí hay mujeres, pero,
por ejemplo, en el área de campo, ahí la gran mayoría son hombres. Las chicas que vienen, al final se van porque no aguantan el ritmo de trabajo… (Jefa
de Personal de una empresa).
El sistema de las relaciones de género, por tanto, tiene un efecto manifiesto
en el mercado de trabajo. Además de lo expuesto antes, algunas tituladas
entrevistadas advierten que sus aspiraciones laborales enfrentan dificultades
de acceso a un mercado de trabajo credencialista que exige alto grado de
cualificación para competir con los varones.
…hay muchas más mujeres en la Universidad, en general, en todas las carreras, y cuando terminan hay más oportunidades para los hombres (Licenciada
en Químicas).
… el mercado laboral está difícil… está complicado el tema, y sobre todo para
la mujer… es que estamos, seguimos con, con la psicología de que bueno,
que las personas, que la mujer se casa y tiene niños, entonces eso para, a la
empresa no le interesa porque tienen que pedir bajas, entonces claro, eso
para la empresa le supone un desembolso económico que a lo menor no, de
otra manera, eligiendo a un chico pues no, no lo tiene que hacer… entonces
ya te cortan la posibilidad… él tiene menos barreras (Licenciada en Derecho).
Cabe advertir que otro de los factores que corrobora la persistencia de los
estereotipos de género, en la sociedad actual, es la ausencia de percepción
discriminatoria por parte de mujeres que admiten una versión machista o
misógina de la realidad laboral.
La respuesta de las mujeres es que no hay discriminación, es decir, que no
hay diferencia. O sea que no lo ven, no lo ven desde dentro, están… y, sin
embargo, aparece… estos son los resultados de un estudio…
(A continuación, cuando se le pregunta a nuestro entrevistado por los factores que, en su opinión, determinan la diferencia, responde lo siguiente)
…hay, hay distintos factores, presumiblemente la mayor dedicación a las
tareas familiares es de las mujeres más que de el hombres. Aunque trabajen fuera, seguramente sigan recayendo, la carga doméstica más en las
mujeres, el cuidado de los hijos, la atención de los hijos, etcétera. Eso
puede ser una cosa, una causa que haga que esto sea así. Pero otra cosa
es la propia percepción de la mujer, como no discriminada, cuando realmente los datos te dicen que sí que hay diferencias. Entendemos que es
la, por la percepción social general, es decir, hay tal hábito de vivir la
sociedad tal y cómo es, que entonces no ves que sea una cosa rara.
Aunque eso te de a ti una situación de desventaja con respecto del otro.
Pero cuando tú haces la pregunta: ¿te sientes discriminada en tus tareas?,
no, nada… Entonces, lo que pasa es que, a lo mejor, el no acceder a puestos de dirección, es por no meterse en compromisos… Nosotros creemos
que hay un factor… que hay un factor de mala percepción de tu propia
realidad… es porque… no te has hecho tú la reflexión… y entonces sigues
por inercia. Con la inercia de siempre, es decir, decimos: esto es lo que
hay y no pasa nada, es lo que siempre ha habido toda la vida, y ya está
¿no? (Titulado en Ingeniería Informática).
Nunca he notado ninguna discriminación por ser mujer, ninguna, lo única que
sí que es cierto que cuando las mujeres estamos embarazadas y tenemos
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niños pequeños, pues bueno, pues es cierto, es lógico que haya un parón en
nuestra vida laboral. Pero yo también he tenido la suerte de que justo coincidí con un jefe que tenía hijas y que me lo tuvo en cuenta, no me exigió
demasiado en plan viajar, sí en plan muchas horas de dedicación… ahora me
hace trabajar, y viajar, ahora ya ha dicho: tus niñas ya son mayores (Titulada
en Ingeniería Industrial).
Frente a los discursos estereotipados presentados, algunas jóvenes universitarias manejan la posibilidad de encontrar un futuro profesional distinto, y
eligen carreras que se dirigen a una profesión de mayor remuneración y
valoración social que las propiamente feminizadas. Cada vez es más frecuente el empleo de mujeres en ámbitos de profesiones liberales, científicas y
técnicas antes reservadas en exclusiva a los varones (Scheweitzer, 2000). En
concreto, las titulaciones técnicas son cada vez más solicitadas por las mujeres,
dadas sus mayores expectativas profesionales ante disciplinas con menor índice
de paro y requeridas por un mercado de trabajo con alto carácter tecnológico,
como el actual.
Es que empezamos, cuando yo empecé, la verdad es que había muy poquitas…
luego ya va aumentando, luego ya sí, hay bastantes… Debe ser que al principio
no les llama la atención, no les llama mucho la Informática… la ven aburrida, la
ven como muy, no sé…. Lo que pasa es que bueno, luego se ve que, yo creo que
luego va aumentando …porque, yo creo que también la salida profesional…
entonces bueno, al haber esa salida tan buena… empieza a haber mucho trabajo.
…también, una carrera de ciencias, pues como estudiar cualquier, cualquier
Ingeniería ¿sabes?... (Titulado en Ingeniería Informática).
En (la primera empresa donde trabajó la entrevistada) había mayoría hombres y
mayoría de gente mayor, pero bueno, con el paso del tiempo ya había un poquito más de chicas… En la segunda empresa donde he estado… la proporción de
hombres y mujeres era muy parecida. Era una empresa donde casi todo el
mundo era joven, y había prácticamente igual cantidad de chicos que de chicas… Ahora estoy en otra empresa… aquí hay más gente mayor, y entonces la
proporción de chicas baja un poquito… Pero bueno, yo creo que es cuestión de
tiempo (Titulada en Ingeniería Industrial).
Contrarrestando el argumento temporal ofrecido por la entrevistada anterior, se
observa que el paso del tiempo no justifica el inferior porcentaje de mujeres
tituladas, que todavía mantienen las carreras técnicas. A este respecto, no pierde relevancia la afirmación bourdieuniana de que el machismo está tan profundamente arraigado en nuestras estructuras mentales que es difícil superar
ciertos prejuicios (Aguinaga, 1999). La situación no cambia al ritmo que podría
hacerlo para equiparar proporciones debido a la persistencia de estereotipos de
género que lo obstaculizan. Dicha persistencia se refleja, igualmente, en el discurso de la siguiente entrevistada: que ha optado por formarse en un área tradicionalmente masculina pero luego prefiere dedicarse a tareas profesionales
menos técnicas y más administrativas.
Al segundo año de trabajo veía que la Ingeniería no me gustaba demasiado,
entonces. La Ingeniería me gusta, lo que no me gusta es la parte excesivamente
técnica, ni tampoco me gusta ir a obras, eso no me gusta, me gusta más el trabajo de oficina y el trabajo de gestión, entonces empecé a estudiar
Económicas… aunque la carrera me había gustado mucho, pues el trabajo de
ingeniero no me gustaba, no me gustaba estar dedicándome a cálculos muy
técnicas, ni cosas así muy de detalle, no me gustaba. En general, a mis compañeras de trabajo, a las otras ingenieros no les gustaba, no nos gusta el trabajo
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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típico de ingeniero, siempre vamos buscando más el trabajo de gestión, relacionado con la Ingeniería, pero nunca tener que dedicarnos a algo muy técnico… A
los hombres sí, sobre todo a los hombres jóvenes, les encanta… A mí… no me
gusta el trabajo de obra, no me gusta ponerme las botas de obras y el chaleco
y pisar barro, no, no me gusta nada, me gusta mucho más la oficina, y me
gusta mucho más la gestión, me gusta controlar que la obra va bien, que se
cumplan los plazos. Y eso es una tónica muy general, todas mis amigas están
haciendo algún tipo de máster o algún tipo de estudio complementario para
intentar retirarse… Es un hecho que se da, no hay una mujer puramente técnica, ni ninguna mujer director de proyecto de las que se pasan a pie de obra
diez meses (Titulada en Ingeniería Industrial).
Con todo, los datos presentados antes reflejaban como en los últimos años se
desvanece, de alguna manera, la rígida división de ramas de estudios por
género. La construcción sociocultural del género que atribuye rasgos distintos
a cada sexo en una cultura y momento determinado está sometida a transformaciones sociales; es la cultura y no la naturaleza la que delimita los roles
sociales de cada sexo. Por ello, la adscripción profesional al género se presenta dinámica y variante de forma incipiente. En consecuencia, el declive de obstáculos que tradicionalmente impedían a las jóvenes adquirir titulaciones con
expectativas profesionales ambiciosas ofrece un diagnóstico cuantitativo y
cualitativo distinto al de hace unas décadas, ahora que las estructuras patriarcales tradicionales divisan relativa decadencia. A esta situación contribuye,
asimismo, la creciente importancia concedida en la sociedad actual a los títulos universitarios y los cambios ideológicos respecto a las expectativas del rol
social de las mujeres. Las pautas estereotipadas tradicionales de género están
cambiando y ello pone de manifiesto que la distribución horizontal de las ocupaciones por sexo no obedece a causas biológicas o naturales, sino sociales,
tal como refleja el siguiente relato de entrevista.
… tú te vas a una centralita de teleoperadores y la mayor parte son mujeres…
otros trabajos, sin embargo, pues no, porque te vas al tema comercial, por
ejemplo, pues es más fácil encontrar a hombres que encontrar a mujeres…
entonces ¿si hay discriminación de género?, yo creo que sí…, yo creo que es un
proceso más lento de lo que nos gustaría, pero es un proceso, claro. O sea, la
mujer va a tener una participación y habrá oficios, y habrá determinadas ocupaciones que lógicamente las resistencias sean mayores. Y los que, y sea más
difícil, o sea a las mujeres, va a ser más difícil acceder al mercado de trabajo.
Yo creo que hay un elemento clave para destacar eso, en el momento en que
los oficios de media-alta cualificación, no me estoy refiriendo a ejecutivos o a
gente que tenga que tomar decisiones importantes, sino los anteriores a esos,
los técnicos, los asesores, los profesionales que están apoyando ese tipo de
cosas en ese trabajo que hay que es un espacio muy heterogéneo, que abarca
tanto al sector público como al sector privado y que ahora mismo está, se
está, hay muchísimas mujeres metidas en él, y prácticamente hay una igualdad,
esa es la antesala a los puestos de dirección, y esa es la antesala de los puestos claves. En el momento en que las mujeres, y eso está ocurriendo desde
hace 5 o 10 años como mucho, estéis ocupando ese tipo de puestos, yo creo
que ese es el paso clave para abordar este tipo de cosas, porque claro, para
llegar a esos puestos, tienes que estar preparado, y si previamente no hay
gente preparada que esté ocupando esos puestos de antesala, ese pasillo de
espera que hay a las grandes ocupaciones, pues evidentemente, es muy difícil
acceder a ellas porque no hay cualificación, porque no habéis tenido oportunidad de cualificaros para acceder (Entrevista Experto en Formación y Empleo).
82
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Cuando menos, se vislumbra una nueva orientación en las inversiones educativas femeninas en conjunción a la progresiva participación de las mujeres en el
mercado de trabajo, de modo que, es previsible su mayor participación en las
trasformaciones productivas que exigen la adopción de conocimientos superiores, antes fuera del alcance de las jóvenes. Sin embargo, la realidad cuantitativa
todavía da muestras del diferencial acceso de mujeres y varones a distintas ocupaciones. La proporción de mujeres en ocupaciones directivas, técnicas y profesionales de apoyo, o trabajos cualificados (en agricultura o pesca) se mantiene
todavía por debajo del 50%; su representación es mayor en trabajos relacionados con los servicios o de tipo administrativo (64.3% y 65.9%, respectivamente);
incluso se aprecia un incremento relativo de mujeres en ocupaciones técnicas
profesionales, científicas e intelectuales en el año 2007 con respecto al 2000
(de 4 puntos porcentuales, alcanzando recientemente el 53.3%). Este incremento puede relacionarse con la mayor proporción de tituladas que acceden al mercado laboral en los últimos años (12); sin embargo, estos datos muestran la
persistente segregación horizontal por género en los distintos sectores de la
actividad económica.
Además, la jerarquización ocupacional no es aleatoria y presenta una neta separación entre la “clase” varón y la “clase” mujer, que asigna a la segunda una
posición inferior a la de la primera; de modo que existe una fuerte correspondencia entre la clasificación social de la situación de empleo y la clasificación
social de los géneros (Prieto, 1999). En consecuencia, la participación de las
egresadas universitarias en los diferentes ámbitos del mercado laboral no se ha
reflejado en el protagonismo que ellas asumen en los procesos de toma de
decisión o en el control de recursos e instituciones. El éxito profesional medido
en términos de promoción, o dirección, es más favorable a los varones que a las
mujeres. Por tanto, la segregación ocupacional por género, además de ser horizontal, lo es también vertical, dado el desigual acceso de mujeres y varones a
puestos altos de la jerarquía, incluso en profesiones feminizadas, como expresan
los discursos que cierran este apartado.
…en la cúpula empresarial el machismo sigue. Entonces, que una mujer venga a
decirte a ti lo que tienes que hacer, para ciertas empresas, a lo mejor sí lo
aguantan, pero otras empresas no, depende del perfil que sea. Entonces: me va
a venir a mí a decir ésta, que hasta hace cuatro días ha estado fregando cacharros y que ha estado limpiando los mocos, qué me va a venir a decir… que yo
que soy un hombre, yo. Aunque tengan el mismo nivel de cualificación, sí, pero
es mujer, es mujer y, vamos a ver, todavía no hay una conciencia, no existe una
conciencia de igualdad sobre todo a ciertos niveles. (Licenciada en Sociología).
En el trabajo, a nivel de promoción, sigue habiendo más hombres que mujeres…
con igual titulación, sí, sí, sigue habiendo más promoción. Y en los puestos de
responsabilidad sigue habiendo más hombres que mujeres… Incluso en la
Administración… en el escalafón político, al final los puestos de responsabilidad,
las direcciones de servicios y tal, sigue habiendo más hombres que mujeres, claro
que sí… (Licenciada en Derecho).
(12)
Datos de la EPA, INE, publicados por el Instituto de la mujer.
3. La inserción laboral de las jóvenes con titulación universitaria (13)
(13)
Para complementar el tercer
apartado de este capítulo,
véase la sección 4.3.1 de
Aguinaga 2004, pp. 36-43.
La incorporación de las jóvenes al sistema universitario español, en las últimas décadas, no se traduce en las mismas proporciones en el mercado de
trabajo. La inserción laboral y el desarrollo profesional de las y los jóvenes
universitarios no son simples y varían en función de la formación elegida y
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
83
(14)
A finales de la década de los
años 70 y primero 80, la situación laboral de las mujeres
experimentó un giro significativo, debido a la influencia de
factores de carácter legislativo,
político, económico y social. En
1978, la Constitución Española
reclama el principio de igualdad
entre los sexos y la no discriminación en el trabajo (artículos
14 y 35) (Art. 35.1 de la
Constitución Española de 1978:
“Todos los españoles tienen el
deber de trabajar y el derecho al
trabajo, a la libre elección de
profesión un oficio, a la promoción a través del trabajo y a una
remuneración suficiente para
satisfacer sus necesidades y las
de su familia, sin que se pueda
hacer discriminación por razón
de sexo”), desterrando formalmente la prohibición del trabajo
de las mujeres casadas -del
Fuero del Trabajo del 38- y las
limitaciones otorgadas al mismo
-de la Ley sobre Derechos
Políticos, Profesionales y de
Trabajo de la Mujer de 1961 (esta
Ley permitía el trabajo de las
mujeres casadas con permiso
del marido pero no en todas las
profesiones, excluyéndolas de la
carrera judicial, fiscal y las de
portar armas).(15)
Datos de la EPA, INE, de 2007,
publicados por el Instituto de la
mujer.
(16)
La lectura de MUMFORD, L.
(1994): Técnica y civilización,
Madrid, Alianza Editorial
(Original de 1934 Technics and
Civilization, Versión española de
Constantino Aznar de Acevedo)
nos convence del importante
efecto del desarrollo tecnológico en cualquiera de los factores
o componentes sociales que se
analicen; sobre todo cuando
afirma que “durante los últimos
mil años, la base material y las
formas culturales de la civilización occidental han sido profundamente modificadas por el
desarrollo de la máquina” (p.
21).
de factores ajenos al mercado de trabajo, que suscitan las diferencias por
género en este espacio. El trabajo remunerado ha sido casi exclusivo de los
varones hasta que las mujeres han conseguido introducirse en él (14), aún
padeciendo algunas discriminaciones. Las teorías feministas que explican la
desigualdad observada en el entorno laboral de las y los titulados aseguran
que la situación de desventaja que sufren las mujeres en el mercado de trabajo es un fiel reflejo de la posición subordinada que la sociedad les confiere
(Maté, Nava y Rodríguez, 2002).
El incremento de la participación femenina en el mercado de trabajo se
desarrolla en paralelo al cambio sectorial y ocupacional de la estructura del
empleo de las últimas décadas. Dicha participación ha tenido grandes repercusiones en la estructura laboral de nuestro país. El cambio en la configuración del trabajo y en el entorno productivo, experimentado a partir de los
años 70, estimula el desplazamiento de la ocupación hacia el sector de los
servicios, disminuyendo la misma en agricultura e industria (Prieto, 1994: 147
y ss). La terciarización de la economía ha ofrecido nuevas oportunidades de
empleo a las mujeres, especialmente a las universitarias, dado el requerimiento de adaptación cualificada de un mercado de trabajo cada vez más
tecnificado. Con el desarrollo de este sector algunas ramas se feminizan,
ofreciendo a las mujeres puestos de trabajo que contribuyen a su promoción
profesional. Además, los servicios de carácter social, cuya cobertura acoge el
Estado a partir de esos años, liberan a las féminas de muchas de sus obligaciones domésticas (Garrido y González, 2005). Actualmente, la ocupación
total femenina (del 41% en el año 2007) no alcanza todavía la paridad con la
masculina, sin embargo, el sector servicios absorbe buena parte de la incorporación laboral de las mujeres: el 53% de la población ocupada en el sector
servicios son mujeres, mientras lo son solamente un cuarto de la ocupada en
la agricultura –el 26.5%- o industria –el 25.0%- (y 5 de cada 100, en la construcción) (15).
Asimismo, el desarrollo de las profesiones y la complejidad de la sociedad
actual favorecen la expansión del sector servicio, en cuya distribución ocupacional tienen preeminencia la clase de profesionales y técnicos. En este contexto, la innovación tecnológica (16) impulsa constantemente la generación
de nuevos empleos de contenidos diferenciales a los de las ocupaciones tradicionales, incorporando elevados niveles de conocimiento de los trabajadores (CIDEC, 2004: 74 y ss). El capital humano y tecnológico garantizan
mayor competitividad en la economía, generando ganancias de productividad que demandan la habilidad de los trabajadores del conocimiento (17).
De modo que, la incorporación del conocimiento a la estructura productiva
española ha originado cambios tanto en la oferta como en la demanda del
mercado de trabajo. Sin embargo, las reestructuraciones sociales, económicas y del sistema productivo, originan formas específicas de desigualdad y
fragmentación de la estructura ocupacional, dada la flexibilidad del mercado
que muchas veces desemboca en precariedad laboral (Prieto, 1994: 147 y ss).
Los efectos de la innovación científica y tecnológica en los sistemas de producción originan nuevas formas de paro, así como la transformación y fragmentación del trabajo (Castells, 1996).
(17)
Véase noticia publicada en el
Diario El País, Negocios 2,
domingo 18 de noviembre de
2007, de Emilio Ontiveros.
El sistema de las relaciones de género también acusa estas transformaciones. La evolución del empleo en España en la segunda mitad del siglo XX
sigue períodos diferenciales. La inserción laboral femenina se relaciona con
las características del mercado laboral, en consecuencia, sus transformaciones repercuten en el acceso, afectado, a su vez, por la coyuntura económica
84
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
(18)
Durante la época del desarrollo
(1965-74) las mujeres trabajaban
como asalariadas en el sector
privado de baja cualificación,
abandonando el mercado de
trabajo al casarse Después, los
primeros años de la democracia
coinciden con la recesión económica, la crisis del mercado de
trabajo y, por tanto, con el
aumento del paro (según datos
del INE, en 1978 la tasa de actividad femenina era de un 28,1%).
Estos años de crisis son, además, los de incorporación más
duradera de las mujeres al mercado laboral, más allá del matrimonio, favorecida por el Estado
de Bienestar que ocasiona la
transición de la dependencia
privada a la pública, beneficiando a las mujeres como usuarias
y empleadas. Sin embargo,
cuando la crisis del Estado de
bienestar corre en paralelo a la
del mercado laboral, las mujeres
son sus primeras víctimas
(Camps, 1998: 42 y ss.). En el
primer quinquenio de la década
de los años 80, el paro aumenta
y desciende el empleo. La tasa
de paro femenino era a principio
de esos años del 20,8%, seis
puntos porcentuales por encima
de la masculina (14,7%) mientras
que la tasa de actividad femenina era solamente de un 22,4% y
la masculina del 73,1%. El
Estatuto de los Trabajadores de
1980 establece la contratación a
tiempo parcial tratando de ofrecer regulación flexible para
afrontar el desempleo, sobre
todo el femenino. El año central
de esta década acusa uno de los
peores momentos de la crisis,
con una tasa de paro que supera el 20% y una tasa de actividad que no alcanza el 50%
(Garrido y González, 2005). En
los cinco años siguientes, con el
auge de la economía se recupera el empleo y también la población activa. Entre 1990 y 1995, la
población activa sigue aumentando aunque moderadamente
(la tasa de paro femenino de
1994 alcanza el máximo de un
31,7%) dada la recesión económica de 1992-93, y lo hace de
manera más rápida a partir de
esa fecha. A finales de los años
90 se experimenta un fuerte
crecimiento económico; en consecuencia, del año 1996 en adelante la situación del mercado
laboral español ha mejorado
bastante. Compárense, por
ejemplo, las tasas de paro, que
en ese año alcanzaba el 20% y
ahora se sitúa en torno al 8%
(aún cuando no se pueden perder de vista los cambios meto-
de cada momento (18). En efecto, la situación del empleo en España ha sufrido profundos cambios en un período de tiempo relativamente breve y uno
de sus rasgos característicos es el progresivo incremento del compromiso
profesional de las mujeres, en contraste con la situación de las mujeres de la
sociedad androcéntrica y patriarcal que precede (Prieto, 1994: 147 y ss). En
términos generales, la población activa y ocupada experimenta en los últimos
años un crecimiento mayor para las mujeres que para los varones, sobre todo
en el sector servicio donde las mujeres encuentran más oportunidades de trabajo. No obstante, la tasa de actividad femenina continúa siendo inferior a la
masculina (del 48.8% frente al 69.3%) mientras que la de desempleo se mantiene por encima (del 10.5% frente al 6.1%); de modo que la relación con la
actividad económica es más favorable a los hombres que a las mujeres.
A partir de la EPA se observa que la tasa de actividad de las mujeres varía
notablemente en función de la edad. En este período, la actividad femenina
se ha incrementado en los años centrales de la vida laboral, pues en 1989 la
tasa de actividad de las mujeres entre 25 y 54 años era de un 45%; mientras
que ahora supera en más de 30 puntos porcentuales esa cifra. En la tabla 5
se observa la mayor tasa de actividad femenina entre los 25 y 29 años, aunque ésta es inferior a la de los varones, igual que en los demás tramos de
edad. A partir de esos años la actividad de las mujeres disminuye y aumentan las diferencias a favor de los hombres, por la caída en la ocupación
femenina relacionada con la difícil conciliación de la vida laboral y familiar.
Los intervalos centrales coinciden con el emparejamiento y la crianza, sin
embargo, estos cambios en la vida familiar condicionan más a las jóvenes
que a los jóvenes varones, puesto que la relación con la actividad de unas y
otros sigue inversa en ese intervalo.
Las expectativas laborales de las jóvenes de hoy, sobre todo de las universitarias, son mayores que las de sus antepasadas. Más allá de la limitación del
rol doméstico y del cuidado, las mujeres acceden al mercado de trabajo en
mayor medida que antes, sin embargo, la realidad sociolaboral es diferente
para los y las jóvenes, debido a las diferencias que se dan en cuanto al salario, tipo de contratos y áreas de empleo por género, que se apuntan en este
artículo. La trayectoria académica y profesional de las universitarias se ve
afectada por condicionantes de orden social y cultural sexistas de fuerte tradición. No obstante, las jóvenes con niveles educativos altos presentan tasas
de actividad similares a las de los hombres, y más altas que las de las mujeres con menor nivel de formación.
En las tablas 6 y 7 se observa que la formación universitaria favorece la participación de las mujeres en el mercado de trabajo. Las tasas de actividad
masculinas superan a las femeninas en casi todos los niveles de estudio, sin
embargo, las diferencias se estrechan cuanto mayor es la formación, llegando a superar las primeras a las segundas en el nivel más alto registrado. La
participación laboral femenina aumenta con el nivel de estudios, sin embargo, los varones tienen tasas de paro más bajas, aún con menores niveles de
estudio. De modo que las credenciales educativas incrementan las posibilidades de participación en el mercado de trabajo, sobre todo en la población
femenina, con menores oportunidades laborales de partida, en relación a la
masculina. Sin embargo, la caída continuada de la ocupación femenina a partir
de los 35 años indica que, aunque las posibilidades laborales de las mujeres
aumentan con la formación, disminuyen con la edad. Apenas se dan diferencias en la probabilidad de ocupación de hombres y mujeres licenciados o
doctores de 25 a 45 años, pero sí se aprecian a partir de entonces (19).
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
85
La población con estudios universitarios ha mantenido en nuestro país unas
tasas de actividad superiores al 70% en los últimos veinte años; en consecuencia, los titulados cuentan con las tasas de actividad más elevadas y son
más resistentes a las fluctuaciones de los ciclos económicos, puesto que
están mejor preparados para afrontar desafíos laborales (20). La aportación
al capital humano de las mujeres ha experimentado un crecimiento más
extenso que la de los hombres en las últimas décadas (Serrano y Pastor,
2002: 49 y ss). Para las jóvenes, las posibilidades de empleo se amplían con
la titulación universitaria en mayor medida que para los jóvenes. Además, en
los últimos años, la movilidad profesional ha aumentado mucho más en las
mujeres que en los varones, dada su más tardía incorporación al sistema
educativo (Carabaña, 2004). En consecuencia, se observa que el nivel educativo superior es un factor de éxito laboral femenino, aún cuando el nivel
educativo de las desempleadas es superior al de los desempleados.
3.1 Sobre-cualificación o subempleo de la población universitaria
dológicos de la EPA que lleva a
cabo el INE en este período).
Pese al leve deterioro de los
primeros años dos mil; el paro
femenino también disminuye, si
bien su tasa es más alta que la
de los varones.
(19)
Véase Cuaderno de capital
humano, nº 89 (Mayo 2008.
Bancaja-IVIE).
(20)
Véase Cuaderno de Capital
Humano, nº 33 (Diciembre
2003, Bancaja-IVIE).
(21)
Véase Cifras INE, Boletín
Informativo del Instituto
Nacional de Estadística, 6/2001,
en www.ine.es..
(22)
Véase noticia publicada en el
Diario El País, Sociedad 36,
miércoles 2 de enero de 2007,
por J. A. Aunión.
La inversión en educación de las jóvenes es rentable en términos laborales,
ya que la tasa de paro de la población activa con titulación universitaria es
inferior a la tasa de paro global. Sin embargo, el mercado laboral de los titulados españoles de nuestra época es flexible y precario, lo cual hace que la
transición de la educación al empleo de los titulados universitarios no siempre se desarrolle de forma satisfactoria. Según datos de la Encuesta de
Inserción laboral de la ANECA (2004), los estudios universitarios ayudan
mucho o bastante a encontrar un trabajo satisfactorio tras la titulación (el
54% de los titulados encuestados así lo señalan). Cuanto mayor es el nivel de
formación, menos prolongado es el tiempo que tardan los titulados en
encontrar un empleo significativo (21). A partir de la encuesta anterior se
sabe que los universitarios tardan de media 6.4 meses en encontrarlo.
Asimismo, la encuesta Cheers corrobora estos datos pero, además, advierte
que los titulados en las áreas de ciencias sociales y las mujeres graduadas,
en general, soportan una búsqueda más prolongada.
En realidad, lo que sucede es que el crecimiento acelerado del alumnado
universitario de los últimos años hace que la oferta de titulados exceda a las
expectativas de absorción del mercado de trabajo, y esto genera desajustes
que muchas veces desembocan en situaciones de sobrecualificación o
subempleo. Según datos ofrecidos por el informe Cheers, tres de cada cuatro jóvenes europeos están trabajando en categorías típicas del empleo de
titulados universitarios después de cuatro años de su titulación universitaria
(como profesionales, oficiales o gerentes), mientras el 7% de los mismos
ocupa categorías ocupacionales que requieren menor formación (Teichler,
2003). En España, la cifra del subempleo es mucho más elevada y alcanza el
23%, de modo que existe un desajuste relativo entre la oferta y la demanda
del empleo cualificado que suscita pequeños reductos de sobrecualificación
de titulados ocupados en empleos con niveles de requerimiento formativos
inferiores a los suyos (22). Otros estudios (23) indican que el 34% de los
jóvenes españoles están sobrecualificados en su puesto de trabajo actual.
(23)
Véase Cuaderno de capital
humano, nº 75 (Marzo 2007,
Bancaza-IVIE).
Cuando el mercado de trabajo demanda cualificación a un ritmo más pausado de absorción que el del sistema productivo, se produce cierta inflación de
títulos en el mercado de trabajo profesional (González y Requena, 2005), y
ello hace que los jóvenes titulados, en muchas ocasiones, se vean obligados
a aceptar puestos de trabajo que poco tienen que ver con sus estudios. En
consecuencia, el nivel educativo de la población demandante de empleo
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Revista de Estudios de juventud
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crece por encima de las necesidades de cualificación de la oferta del sistema
productivo (Gobernado, 2002: 1). La situación descrita traza los desajustes
que debilitan la relación entre la educación superior y el empleo cualificado
de la población de referencia, como se indica en los siguientes discursos.
…el problema por el que ocurre eso… es que hay más gente preparada, o sea,
hay más oferta que demanda…entonces claro… si un licenciado en Derecho
ha estado buscando tres años trabajo de abogado y no lo encuentra, no le
queda más remedio que cogerse a lo que sea… no ha podido encontrar algo
de lo suyo porque hay tanta competencia que… al final son los que acaban…
en otros tipos de puestos de categoría inferior (Jefa de Personal).
El tema del subempleo… sobre todo, de gente joven, gente que acaba de terminar la Facultad o gente que… están en una situación de precariedad laboral… son contratos precarios, se rota de contrato de forma muy habitual, no
porque la persona no valga, sino porque el sistema funciona así, en un sistema económico en el que la rotación es clave para poder mantener la productividad, entonces… acabas metido en un mundo que realmente no tiene
absolutamente nada que ver con lo que tú estabas estudiando (Experto en
Formación y Empleo).
Estoy en un laboratorio de cosméticos, muy pequeño. A mí allí en un primer
momento me contrataron de peón de fabricación que es hacer los productos.
Según el jefe, el dueño de la fábrica, me contrataron por, porque yo había
estudiado Química. Y yo ya se lo he dicho muchas veces, digo si usted me ha
contratado por haber hecho Químicas, póngame como químico, no me
ponga como peón de, y me dice que es que entonces me tiene que pagar
más y claro, yo por eso he hecho una carrera, para ganar un poquito más de
dinero, y nada… ahora ya meto los cubos de la basura, cargo camiones, descargo camiones, limpio la fábrica, alguna vez cojo una probeta, y poco más…
me lo pusieron muy bien ¿sabes?, porque al principio me dijeron que iba a
empezar como peón de fabricación pero que luego en un año, o año y algo,
me prometían que iba a entrar en el laboratorio a trabajar, bueno, pero cuál
es mi sorpresa, que allí no había laboratorio ni leches, allí estaba todo
hecho… me puse a buscar otro trabajo y no lo encuentro, no lo encuentro
(Licenciado en Químicas).
…entré en un despacho de abogados de Secretaria… (Licenciada en
Derecho).
…estuve trabajando en una inmobiliaria por ahí por… después estuve de
redactor… (Licenciado en Psicología).
Esta situación es propia de un contexto de flexibilidad laboral, como la
actual, donde la inseguridad caracteriza la inserción laboral de las y los jóvenes.
… ahora es tantísima la rotación, que ya da igual la formación que tengas, o
sea, lo que sea. Y, obviamente, yo creo que eso también va con el mercado,
que aunque inicialmente tú, unos puestos te empiecen demandando una
cosa, según se va viendo que están los candidatos en el mercado, la rotación
que hay y demás, yo creo que van bajando el listón (Seleccionadora de personal en ETT).
Tales condiciones, a su vez, reducen las aspiraciones originales de los titulados universitarios, desplazándolos hacia posiciones que no se ajustan a su
cualificación.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
87
…cada vez más inseguridad…. En principio aceptan cualquier cosa… luego
cuando, cuando empiezan a trabajar, eh, como que se quejan mucho de que
no les ofrecen las funciones específicas para las que se han formado, que les
explotan, que tal… Entonces bueno, pues ya te digo, es inseguridad por una
parte y luego, cuando, cuando ven cómo es el mercado de trabajo, decepción porque no es, no es lo que esperaban (Entrevista a personal del COIE).
La percepción subjetiva del subempleo por parte de los jóvenes puede generar elevados costes económicos y psicológicos (Sánchez Campillo, Montero y
Jiménez, 2003) cuando la inseguridad se traduce en miedo, vértigo o frustración, lo cual rebaja las aspiraciones y el esfuerzo por buscar posiciones
laborales mejores.
… después de acabar la carrera, creo que la vida está llena de etapas y creo
que cuando acabas la carrera, empieza otra nueva etapa donde hay otra
nueva criba, otro nuevo filtro, es decir, eh, tú acabas la carrera, te lo digo
directamente, acojonao, ahora mismo soy la hostia, pero tengo un miedo
atroz… tienes sensación de vértigo porque has logrado algo que llevas tanto
tiempo luchando por ello ¿no? que al final lo ves ahí y claro… te sientes hasta
un poco engañado… la frustración… total que, o sigues luchando y perseverando o terminas trabajando en otra cosa como el 80% de la gente o más,
ahí te rindes y tiras por otro lado… (Licenciado en Psicología).
Se ha comentado antes que la profesionalización de la población activa
exige más cualificación en las mujeres, respecto a los varones, en la competencia por niveles elevados de la jerarquía de ocupaciones. La participación
laboral es más favorable para las tituladas universitarias que para las jóvenes
de nivel educativo inferior, sin embargo, el análisis de las condiciones de trabajo ofrece resultados que se alejan todavía de la igualdad en la participación laboral por sexo. Las desigualdades de mujeres y varones en el mercado
de trabajo prevalecen pese al incremento del nivel formativo de las primeras
y la activación de medidas legales que tratan de rebatirlas. Los datos de
empleo y paro no representan una posición desfavorable de las tituladas en
el mercado laboral, no obstante, estas cifras pueden encubrir situaciones de
empleo desfavorables, negativas o inestables, dado los desajustes cualitativos mencionados. La población sobreeducada femenina es de un 21,3%
mientras que la masculina lo es en un 13,4%, de modo que las mujeres acusan esta situación en mayor medida que los varones (Gobernado, 2002: 10).
Conozco algún despacho que han contratado a gente, sobre todo a mujeres
para llevar el café... como secretarias (Licenciado en Derecho).
…hay trabajos que están mal pagados, que son muchos ocupados por universitarios… es el subempleo, o los primeros empleos, que también están un
poco a caballo entre lo que es el aprendizaje y lo que es el, lo de verdad… Yo
creo que ahí es donde la mujer, muchas veces, sí tiene una mayor participación y donde existe más discriminación (Experto en Formación y Empleo).
3.2 Condiciones laborales de las jóvenes universitarias: jornada, contrato y
salario
Hasta hace unos años, el mercado de trabajo se ha caracterizado por la rigidez de pleno empleo masculino, frente a la inactividad femenina, y por ser
un modelo estándar de empleo estable, de jornada completa y altamente
regulado, a diferencia del modelo flexible y desregularizado que se establece
a mediados de los años 70, y que perdura en la actualidad, donde proliferan
88
Revista de Estudios de juventud
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formas de empleo precarias. Los contrataos definidos o temporales eran atípicos hace relativamente poco tiempo, sin embargo, ahora responden a la
flexibilidad del sistema productivo y son la consecuencia directa de un conjunto de reformas implantadas en el marco institucional, la cuales son la consecuencia, a su vez, de determinantes requerimientos del mercado y la
tecnología (Frutos, 2005). La situación actual del mercado de trabajo visibiliza bien a partir del discurso de uno de los expertos entrevistados.
El mercado de trabajo afortunadamente ha crecido de forma enorme en los
últimos 20 años. El nivel de ocupación en España ha crecido, en Madrid se ha
duplicado prácticamente, pero claro, se ha duplicado a costa de perder la
calidad en el empleo. Es decir, hay mucho más empleo, es mucho más fácil…
poder encontrar un empleo, poder encontrar una beca que te pueda ayudar,
pero claro, es mucho más difícil poder encontrar un empleo estable. Y mucho
más difícil todavía poder encontrar un empleo estable y un empleo que sea
de calidad, de calidad entiendo, que esté más vinculado con lo que tú quieras hacer (Experto en Formación y Empleo).
En los últimos años se ha incrementado el número de contratos temporales
de la población asalariada española (de 4.051,70 en el año 2000 a 5.210,40
en 2007 –en miles-) (24). Este incremento tiene que ver con las medidas de
fomento de empleo implantadas por el Ministerio de Trabajo y Asuntos
Sociales en 2006 (INEM, 2007) (25). Previamente, la tasa de temporalidad
del empleo asalariado se había disparado a partir de los años 80, como consecuencia de la reforma laboral de 1984 que impulsaba este tipo de contratos;
sin embargo, sus efectos se reducen con la estabilización de una posterior
reforma de 1997 (Garrido y González, 2005). En consecuencia, desde entonces, la temporalidad crece a un ritmo menor que la contratación indefinida
(entre los dos años de referencia: de 8.589,20 a 11.658.20 –en miles-); pese a
los nuevos efectos de la reforma de 2001, que amplía las posibilidades de
organización del tiempo de trabajo por parte de las empresas.
En todo caso, los asalariados temporales representan una proporción que
alcanza casi la mitad de los asalariados con contrato indefinido. Pero ¿cómo
afectan estas reformas a varones y mujeres? La respuesta es simple. Se aprecia mayor precariedad en la situación laboral de las mujeres, que en la de los
hombres, puesto que ellas representan una proporción más alta, tanto en la
contratación discontinua (el 65.4% de los asalariados con contrato discontinuo son mujeres) como en la contratación temporal eventual por circunstancias de la producción (51.4%), estacional o de temporada (52%), verbal
(67.1%), en la de sustitución que cubre la ausencia de otro trabajador (72.5%)
y en otros tipos de temporalidad (59.5%). Estas cifras reflejan que la fragilidad laboral de las mujeres es mayor que la de los varones, lo que limita sus
oportunidades de promoción y continuidad laboral.
(24)
Aquellos datos de los que no se
cite la fuente en el texto corresponden a la EPA, INE.
(25)
Véase INEM (2007): Informe del
mercado de trabajo. 2006,
Observatorio Ocupacional,
INEM, disponible en www.inem.
es
La desregulación de los mercados de trabajo implica un desorden sistemático de las trayectorias biográficas en los sujetos más vulnerables (Alonso,
2000: 30 y ss). La temporalidad supone un problema en el buen funcionamiento del mercado de trabajo, pues arrastra continuas entradas y salidas de
los trabajadores en un mercado de trabajo dinámico (González y Requena,
2005). No obstante, los recursos formativos favorecen la inserción laboral de
las tituladas y titulados, frente a la población de menor nivel formativo; si
bien, el nivel educativo no se relaciona directamente con la estabilidad en el
empleo (como se vislumbra en la tabla 8), que viene determinada también
por factores de carácter estructural e institucional. Desde una perspectiva de
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
89
género, se observa que la temporalidad femenina es más elevada que la
masculina. De modo que la titulación universitaria no garantiza totalmente a
las mujeres una posición más estable en el mercado laboral, aunque dicha
titulación favorece la participación laboral de las jóvenes tituladas frente a
otras con menor nivel de estudios.
Continuando con el argumento anterior, otra forma de “medir” el subempleo
es a través de la jornada laboral: cuando las horas efectivas trabajadas son
inferiores a las horas semanales deseadas para la ocupación laboral. Los
cambios en la estructura laboral de los últimos años demandan la reducción
en la jornada de un sector de la población empleada, con el objetivo de contribuir al reparto del trabajo y de adaptarse a las necesidades de la actividad
económica. El trabajo a tiempo parcial es otro producto de la flexibilización
del mercado de trabajo. La finalidad institucional que reglamenta esta modalidad (Reforma Laboral de 1994) persigue fomentar el empleo, si bien, a
veces desemboca en mayor precariedad laboral. La distribución actual de la
población española ocupada, según situación profesional y tipo de jornada,
muestra que el empleo a tiempo parcial absorbe gran parte del incremento
del empleo femenino. La proporción de mujeres ocupadas a jornada parcial,
tanto entre los trabajadores por cuenta propia (63.2%) como entre los asalariados (81.7%), supera a la de los varones de forma significativa, mientras que
la de ocupadas a jornada completa está muy por debajo del 50% en todos los
casos (27.8% y 37.7%, respectivamente). Actualmente, según datos del INEM
(INEM, 2007), los contratos a jornada parcial se realizan más a mujeres que a
varones; en aquellas suponen el 33,7% del total de sus contrataciones, mientras que, entre los varones, el 13,9% del total tiene este tipo de contratos.
La tabla 9 especifica cuál es tipo de jornada de la población ocupada española según nivel de estudios y sexo. En ella se observa que los estudios universitarios protegen, relativamente, de la contratación a tiempo parcial a las
tituladas universitarias en general, y a las jóvenes en particular. De otro lado,
el tipo de jornada laboral de los jóvenes depende en menor medida del nivel
de estudios que el de las jóvenes. En consecuencia, la titulación protege a
las mujeres contra situaciones de precariedad laboral, mientras que los varones no necesitan recurrir a la titulación como única vía que garantice mayor
seguridad en el mercado de trabajo debido a que su situación de partida es
más favorable que la de las primeras. Entonces, la modalidad de empleo parcial afecta al sector femenino de la ocupación en mayor medida que al masculino, aún cuando se aprecia el efecto positivo derivado de la formación.
La jornada parcial involuntaria es un indicador más de precarización del
empleo femenino. Como se puede observar en la tabla 10, esta modalidad de
empleo obedece a diversos motivos, sin embargo, tiende a presentarse
como el resultado de una elección voluntaria de las mujeres para conciliar la
vida laboral con la familiar. Estos datos no justifican la implantación a tiempo
parcial como medida aplicada excepcionalmente para reducir el desempleo
femenino, a no ser que trate de encubrirse un efecto más de discriminación
en el sistema de las relaciones de género.
En la tabla 10 se distingue que la imposibilidad de encontrar un empleo a
jornada completa limita el desempeño laboral de las mujeres, aunque una
proporción significativa, y más elevada que la anterior, declara trabajar a
tiempo parcial por voluntad propia. Por otro lado, la población ocupada que
trabaja a tiempo parcial por seguir estudiando o debido a una enfermedad o
discapacidad, está más equilibrada por sexo que en las demás categorías
90
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
establecidas en la tabla, aunque en ambos casos se encuentran más mujeres
que varones. Sin embargo, la dificultad de combinar el trabajo extradoméstico con las responsabilidades familiares es el principal obstáculo al que se
enfrentan las mujeres en el mercado laboral.
(26)
Desde el tratado de Roma de
Comunidad Europea (de 1957,
artículo 119) hasta la modificación del Estatuto de los
Trabajadores (del artículo 28)
de 2002 (Ley 33/2002: defiende la “igualdad de remuneración por razón de sexo”.
Especifica que “el empresario
está obligado a pagar por la
prestación de un trabajo de
igual valor la misma retribución,
satisfecha directa o indirectamente, y cualquiera que sea la
naturaleza de la misma, salarial
o extrasalarial, sin que pueda
producirse discriminación alguna por razón de sexo en ninguno de los elementos o
condiciones de aquella”) y la
Ley para la Igualdad Efectiva de
Mujeres y Hombres (Ley
3/2007).
(27)
Véase el informe Mujeres y
Hombres en España 2006, en
www.ine.es
(28)
Véase Cuaderno de Capital
Humano, nº 87 (Marzo 2008,
Bancaja-IVIE).
(29)
Véase Cuaderno de Capital
Humano, nº 89 (Mayo 2008,
Bancaja-IVIE).
(30)
Ibíd.
El trabajo a tiempo parcial permite compaginar el empleo con otras obligaciones y, por ello, normalmente, se presenta esta alternativa laboral como la
más propicia para las mujeres, dado el rol tradicional de cuidadoras que
socialmente se les asigna, como propio y exclusivamente suyo, en una
estructura todavía patriarcal. Esta supuesta “solución ideal” ofrecida a las
trabajadoras no siempre es voluntaria, menos cuando la irregularidad horaria
a la que en ocasiones revierte esta modalidad de empleo se traduce en turnos nocturnos o de fines de semana que dificultan aún más la combinación
del trabajo extradoméstico con las responsabilidades domésticas “de las
mujeres” (Torn, 2005). Con todo, el trabajo reproductivo limita la disponibilidad de las mujeres, en ausencia de un reparto equitativo del trabajo doméstico entre los miembros del hogar. La doble jornada de trabajo a la que
traslada la naturalización de los roles de género limita el nuevo rol social y
económico femenino (Varella, 2001). En consecuencia, los estereotipos de
género más tradicionales contribuyen a perpetuar la situación de desigualdad de género en el mercado de trabajo. El trabajo a tiempo parcial es una
representación agregada a dichas desigualdades; además, esta modalidad de
empleo ofrece salarios más bajos que la jornada completa.
Hemos constatado que la inversión de las jóvenes en educación tiene un
impacto positivo en cuanto a la posición que ocupan en el mercado de trabajo, en relación a otras mujeres con menos formación. Igual ocurre con los
salarios. De otro lado, la educación es más importante en las tituladas que en
los titulados a la hora de mejorar su posición, en términos relativos, en cuanto a la dotación de capital humano; asimismo, se da una correlación positiva
entre el salario y el nivel de estudios, sin embargo, la diferencia salarial es
más favorable a los varones en cualquier nivel (Serrano y Pastor, 2002: 131 y
ss). El marco legislativo defiende el principio de igualdad de retribución
entre los trabajadores masculinos y femeninos (26), no obstante, la discriminación horizontal y vertical de género en el mercado de trabajo dificulta que
las mujeres ocupen los mismos empleos (y en las mismas condiciones) que
los varones, en consecuencia, sus salarios son distintos.
Datos del INE indican que el salario anual crece con el nivel de estudios, de
modo que los titulados superiores reciben un salario del 66,6% por encima
del salario medio, mientras que los de menor nivel de estudios tienen un
salario del 34,8% por debajo del medio. Si bien, la situación salarial no es
homogénea por sexo y las tituladas universitarias cobran un 33,7% menos
que los titulados del mismo nivel de estudios (27) . El salario de licenciados
y doctores triplica al de los ocupados con estudios primarios o sin formación. Por sexo, las mujeres asalariadas tienen un 10% más de años de estudios que los varones, pero su rendimiento educativo desciende en 1.4 puntos
porcentuales en los últimos siete años, mientras que el de los varones lo
hace tan sólo en medio punto (28). Hombres y mujeres cualificados perciben
mayores salarios que los ocupados de bajo nivel formativo, sin embargo, la
rentabilidad financiera de los estudios de tercer ciclo es del 10.1% para los hombres, mientras que para las mujeres se reduce al 9.6% (29). Con ello, el salario
máximo esperado lo alcanza una mujer con 37 años cuando ha completado la
secundaria obligatoria y con 48 años si es licenciada o doctora (30).
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
91
Finalmente, para concluir cabe señalar que aunque la carrera ocupacional de
las mujeres en general, y de las tituladas en particular, ha cobrado una prioridad que antes no tenía, la panorámica vislumbrada en este artículo manifiesta que: la inestabilidad laboral de las jóvenes tituladas en el mercado laboral
es mayor que la de los jóvenes varones, lo cual merma la calidad en su
empleo. La incorporación de las jóvenes a la población activa y al empleo
remunerado es un rasgo que caracteriza a la sociedad española de las últimas décadas; no obstante, la posición de las universitarias en el mercado de
trabajo revela diferencias importantes con respecto a la ocupada por sus
compañeros varones. Es decir, ellas sufren en mayor medida -que ellos- la
segmentación laboral que reduce sus oportunidades laborales y, además,
monopolizan buena parte de la contratación a tiempo parcial, salarios inferiores y mayor temporalidad. Con todo, pese a que perduran mecanismos
discriminatorios en el entorno laboral, son positivos los efectos de las transformaciones producidas en la estructura del empleo en función del género,
más entre el sector de las jóvenes universitarias. Sin embargo, aún se extiende el reto de desarrollo de las transformaciones estructurales, en el sistema
de las relaciones de género, que actúen más allá de la igualdad de oportunidades en la educación superior y en el empleo de las jóvenes universitarias,
con el fin de erradicar los factores discriminatorios que sustentan las diferencias presentadas en este artículo.
(31)
En el curso anterior, el 1999-00
esta cifra era de 1.589.473.
(32)
Algunos de estos datos se presentan en GARRIDO, L. y
GONZÁLEZ, JJ. (2005):
“Mercado de trabajo, ocupación
y clases sociales” en
GONZÁLEZ, JJ. Y REQUENA,
M. (Eds.) Tres décadas de cambio social en España, Madrid,
Alianza Editorial, pp. 81-119.
Tabla 1. Evolución del número de alumnos matriculados en la universidad española en las últimas seis décadas
CURSOS
TOTAL MATRICULADOS
(absolutos)
TASA DE EVOLUCIÓN DEL TOTAL
MUJERES
(relativos)
VARONES
(relativos)
27,5%
84,9%
Curso 1950
[73.759]
Curso 1960
[91.700]
24,3%
16,3%
83,7%
Curso 1970
[330.000]
259,9%
27,5%
72,5%
63%
Curso 1975
[515.732]
56,3%
37%
Curso 1980/81
[670.377]
30%
47%
53%
Curso 1985/86
[825.287]
23,1%
49,5%
51,5%
Curso 1990/91
[1.225.181]
48,5%
51,6%
45,8%
Curso 1995/96
[1.508.842]
23,2%
52,7%
47,3%
3,10%
53,8%
46,2%
Curso 2000/01
[1.555.750]
(31)
Curso 2005/06
[1.443.811]
-7,19%
54,3%
45,7%
Curso 2006/07
[1.405.894]
-2,6%
54,4%
45,6%
Fuente: Elaboración propia a partir de datos ofrecidos por el INE, el MEC, la UNED y diversas publicaciones citadas en este trabajo.
92
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 2 Evolución del número de titulados en las dos últimas décadas en el conjunto
de la universidad española, proporción mujeres/varones
Total Universidad española
Cursos
88-89
94-95
00-01
03-04
06-07
07-08
TOTAL
Mujeres/ Varones
112.198
158.053
205.288
205.786
187.531
180.805
1,4
1,5
1,46
1,48
1,57
1.61
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del MEC
Superior en España (INE)
(32) y de la Estadística de la Enseñanza
Tabla 3 Evolución del alumnado matriculado (y del % de mujeres) en el conjunto de la universidad española, según
área de conocimiento
ÁREA DE
CONOCIMIENTO
Curso
1984/85
Curso 1994/95
%
Mujeres
%
Mujeres
Curso
2004/05
Curso
2006/07
Abs.
ambos
sexos
% Mujeres
Abs.
ambos
sexos
% Mujeres
Humanidades
65,4
66,1
63,1
136.909
62.1
129.731
CC. Sociales y Jurídicas
51,2
58,2
62,9
694.206
63.0
684.961
CC. Experimentales
46,2
49,3
59,3
100.286
59.2
91.007
CC. de la Salud
57,2
68,1
74,5
120.137
73.8
124.252
Técnicas
14,6
23,5
27,4
384.157
27.3
TOTAL
48,4
51,9
54,2
362.373
54,3
Fuente: Elaboración propia a partir de “Mujeres en Cifras” (Instituto de la Mujer), INE y Consejo de Universidades
Tabla 4 Evolución del alumnado que terminó los estudios universitarios (y del % de mujeres) en el conjunto de la
universidad española, según área de conocimiento
ÁREA DE CONOCIMIENTO
Curso
2001/02
Curso
2005/2006
Curso
2007/08
Humanidades
66,5
19.249
66,9
16.277
67.1
Abs.
ambos
sexos
13.734
CC. Sociales y Jurídicas
66,8
108.276
68,4
98.408
69.0
92.224
CC. Experimentales
58,6
15.307
63,9
13.022
66.8
11.476
CC. de la Salud
74,4
23.228
77,3
22.953
78.1
22.341
Técnicas
28,2
42.156
29,2
41.820
30.0
TOTAL
% Mujeres
Abs. ambos
sexos
% Mujeres
59,2
Abs. ambos
sexos
% Mujeres
60,5
41.030
60.9
Fuente: Elaboración propia a partir de “Mujeres en Cifras” (Instituto de la Mujer), INE y Consejo de Universidades
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
93
Tabla 5. Tasa de actividad, ocupación y paro, por edad y sexo (iv Trimestre 2007)
TASAS DE ACTIVIDAD
TASAS DE OCUPACIÓN
TASAS DE PARO
Ambos sexos
M
H
Ambos sexos
M
H
Ambos sexos
M
H
16-19 años
20-24 años
25-29 años
30-34 años
35-39 años
40-49 años
50-59 años
60-64 años
65 y más
28.2
66.9
86.0
87.5
85.1
81.8
66.7
35.3
3.2
23.3
62.2
81.4
79.5
74.9
70.8
51.1
22.6
1.9
32.7
71.5
90.3
95.0
94.7
92.8
82.8
49.0
4.8
19.3
56.7
77.4
14.5
51.2
71.4
23.9
62.0
83.0
80.1
70.0
89.6
76.1
62.7
33.4
3.2
64.0
47.2
21.2
1.9
88.0
78.7
46.6
4.7
31.3
15.3
10.0
7.7
6.7
7.2
6.5
5.4
0.7
37.9
17.7
12.3
9.9
8.7
9.7
8.4
6.3
1.4
26.9
13.3
8.1
6.0
5.1
5.2
5.3
4.9
0.4
Total
59.1
49.4
69.2
54.0
43.9
64.5
8.6
11.0
6.8
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la EPA, INE, publicados por el Instituto de la mujer.
Tabla 6. Tasas de actividad de la población española en edad de trabajar, según nivel de estudios terminados y sexo
(ii Trimestre. 2007)
Ambos sexos
M
H
Analfabetos/as
9,8
5,4
19,9
Sin Estudios
29,7
18,9
42,5
Estudios primarios
67,9
54,1
80,2
77,6
Estudios secundarios
70,5
63,4
Técnicos profesionales (grado medio y superior)
89,3
92,0
86,1
Universidad Primer Ciclo
82,4
79,9
84,9
Universidad Segundo Ciclo
84,7
90,8
81,4
TOTAL
58,9
48,8
69,3
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la EPA, INE, publicados por el Instituto de la mujer.
Tabla 7. Tasas de ocupación y paro de la población activa, según nivel de estudios terminados y sexo (ii trim. 2007)
TASAS DE OCUPACIÓN
TASAS DE PARO
Ambos sexos
M
H
Ambos sexos
M
H
Analfabetos/as
7,4
3,7
15,7
24,7
3,1
21,4
Educación
Primaria
26,6
16,2
39,1
10,3
14,5
8,1
Educación
Secundaria 1ªetapa
61,4
46,4
74,7
9,6
14,2
6,8
Educación
Secundaria
2ªetapa
65,0
56,6
73,1
7,9
10,6
5,8
Formación e inserción laboral
(secundaria)
68,7
66,7
72,1
22,9
27,5
15,0
Educación
Superior
78,1
74,9
81,4
5,1
6,2
4,1
Doctorado
82,3
67,6
79,5
2,8
3,6
2,3
TOTAL
54,2
43,7
65,1
8,0
10,5
6,1
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la EPA, INE, publicados por el Instituto de la mujer.
94
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 8 Duración del contrato de los asalariados españoles por nivel de estudios, sexo y edad (ii Trim. 2007)
Total asalariados
DURACIÓN DEL
CONTRATO
Nivel de estudios
INDEFINIDO
TEMPORAL
25-29 años
30-34 años
35 y más años
H
M
H
M
H
M
H
M
Estudios
primarios o
menos
16,6
12,1
7.6
4.5
8.1
4.6
19.9
15.8
Estudios
secundarios
61,6
56,5
72.1
62.9
67.0
58.0
57.2
52.7
Estudios
universitarios
21,8
31,4
20.3
32.5
24.9
37.5
22.8
31.5
Total
100
100
100
100
100
100
100
100
Estudios
primarios o
menos
28,2
15,8
15.6
6.0
22.6
8.7
37.6
24.4
Estudios
secundarios
59,4
58,5
64.2
53.9
59.5
56.1
52.6
56.1
Estudios
universitarios
12,4
25,6
20.2
40.2
17.9
35.1
9.8
19.5
Total
100
100
100
100
100
100
100
100
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la EPA, II Trimestre 2007.
Tabla 9 Tipo de jornada de la población española ocupada por nivel de estudios, sexo y edad (ii trim. 2007)
SITUACIÓN
PROFESIONAL
Nivel de estudios
COMPLETA
PARCIAL
Total ocupados
25-29 años
30-34 años
35 y más años
H
M
H
M
H
M
H
M
Estudios
primarios
o menos
21,0
12,7
11.0
4.6
12.7
5.2
24.2
16.8
Estudios
secundarios
60,7
55,8
70.1
58.7
65.4
54.8
56.5
52.8
Estudios
universitarios
18,3
31,5
18.9
36.6
21.9
39.9
19.3
30.4
Total
100
100
100
100
100
100
100
100
Estudios
primarios
o menos
17,5
20,5
6.6
7.5
9.0
8.5
28.0
28.0
Estudios
secundarios
59,1
61,2
64.6
62.4
56.4
66.7
42.3
56.7
Estudios
universitarios
23,4
18,3
28.7
30.1
34.6
24.8
29.7
15.3
Total
100
100
100
100
100
100
100
100
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la EPA, II Trimestre 2007.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
95
Tabla 10. Personas ocupadas a tiempo parcial, por motivo de la jornada parcial en españa, proporción de mujeres
(ii trim. 2007)
Abs. (en miles.)
Ambos sexos
Mujeres (en %)
Seguir cursando enseñanza o formación
293,8
53,5
Enfermedad o incapacidad propia
37,5
53,6
Cuidado de niños o adultos enfermos o incapacitados
352,2
98,4
Otras obligaciones familiares o personales
332,2
93,8
No haber podido encontrar trabajo de jornada completa
776,2
79,0
No querer trabajos de jornada completa
302,6
85,0
Otros motivos
331,4
63,4
No sabe el motivo
14,1
63,1
TOTAL
2.440,1
78,9
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la EPA, INE, publicados por el Instituto de la mujer.
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documentos
5
Teresa Torns Martín. y Sara Moreno Colom Departamento de Sociología de la UAB
La conciliación de las jóvenes
trabajadoras: nuevos discursos, viejos
problemas
Distintas investigaciones realizadas en el Centro de Investigación QUIT de la Universidad Autónoma de
Barcelona sobre la conciliación de la vida laboral, familiar y personal sirven de base para este artículo.
El objetivo central del mismo es analizar las vivencias sobre la conciliación de las mujeres jóvenes activas laboralmente. Se pretende mostrar como la conciliación les parece una cuestión contradictoria a
estas jóvenes. Básicamente porque tal conciliación surge como una problemática construida sobre nuevos discursos que tratan viejos problemas sin ofrecer soluciones alternativas a las ya existentes. El trasfondo de dicha contradicción se basa en el mantenimiento de un imaginario social que atribuye al
hombre la responsabilidad de ser el principal proveedor de ingresos y a la mujer, el cuidado de la familia. Este imaginario que condicionó de manera explícita las trayectorias vitales de las generaciones anteriores, condiciona, implícitamente, los proyectos de vida de las generaciones jóvenes. Aunque también
sea cierto que el peso de dicho imaginario no es homogéneo, pues responde, de igual modo, a razones
estructurales y biográficas.
Palabras clave: Conciliación, tiempo, trabajo, generación.
1. Introducción
Este artículo parte de los resultados de investigaciones sobre tiempo y trabajo
realizadas por el Centro de Investigación QUIT de la Universidad Autónoma de
Barcelona (1). Y presenta algunos de los resultados de la tesis doctoral Temps,
treball i benestar: una aproximació des de la vida quotidiana (2).
(1)
Torns, T.; Borràs, V.; Carrasquer,
P. (2004); Torns, T.; Borras, V.;
Moreno, S.; Recio, C. (2006);
Torns, T.; Miguelez, F.; Borràs, V.;
Moreno, S.; Recio, C. (2006).
(2)
Tesis doctoral realizada por
Sara Moreno bajo la dirección
de Teresa Torns. Septiembre
2007, Dpto. Sociología
Universidad Autónoma de
Barcelona. Consultar en: http://
www.tesisenxarxa.net/.
El objetivo del artículo es analizar las vivencias de las mujeres jóvenes trabajadoras sobre la conciliación. La aproximación desarrollada subraya la controvertida relación que existe entre el tiempo y el trabajo en la vida
cotidiana. Un objetivo que requiere enfocar ambos conceptos desde una
acepción que incluye, de manera específica, las aportaciones de la perspectiva de género. Así, se entiende que el trabajo es algo más que la actividad
laboral y que se debe tomar en cuenta, también, el trabajo doméstico-familiar del que el cuidado es una parte esencial (Torns, 2008). Sobre todo porque ese cuidado y ese otro trabajo son imprescindibles para la reproducción
de la vida humana, a pesar de ser tareas sin el reconocimiento social y económico que se otorga a la actividad laboral o empleo. Según este enfoque,
sólo gracias a esa acepción de trabajo es posible considerar la existencia de
otros tiempos sociales que poco coinciden con las características de la jornada laboral. Ya que las dimensiones del tiempo de trabajo remunerado,
reflejadas en la jornada laboral, tienen un carácter diacrónico que se aviene
mejor a una medición cuantitativa, mientras que las dimensiones del tiempo
de trabajo doméstico y de cuidado tienen en la sincronía y lo cualitativo su
mejor reflejo.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
101
Tal multidimensionalidad es la que nos han conducido, a centrar la interrogación, en este caso como en otros estudios del QUIT, en averiguar: cómo las
mujeres jóvenes distribuyen el tiempo de trabajo, entendido como carga
total de trabajo; cuál es el significado que tienen los distintos tiempos, en su
vida cotidiana, y en qué imaginarios se apoya la construcción de sus discursos y prácticas en el curso de la vida.
La hipótesis de partida pretende mostrar la contradicción que encierra la
conciliación de las mujeres jóvenes, en la Cataluña y en la España de comienzos del s. XXI. La principal razón de tal contradicción reside, a nuestro parecer, en el propio concepto de conciliación que ofrecen las actuales políticas
de conciliación. Según esta hipótesis, esa interpretación del concepto no es
capaz de contemplar como la vida cotidiana de las mujeres es el único escenario viable para comprender la conciliación. Ya que la conciliación se materializa a través de una práctica cotidiana, en la que el trabajo de cuidado resulta
ser un factor clave, aun en el caso de aquellas mujeres más jóvenes para las
que ese trabajo a penas existe. Y, por el contrario, esa es una realidad sin significado para la mayoría de los hombres jóvenes.
Como es sabido, uno de los aspectos más cuestionados de las políticas de
conciliación es el hecho de estar pensadas y diseñadas para mujeres. Ya que la
conciliación, tal como algunas estudiosas recuerdan, esconde una división
sexual del trabajo en la que el problema no son las mujeres, (Junter-Loiseau;
Tobler, 1999; Crompton, 2005). Asimismo, tal como otros especialistas han
analizado, la determinación del sujeto femenino como el centro de las políticas
de conciliación responde a la necesidad de aumentar el empleo de las mujeres
europeas de entre 25 y 54 años, dada su débil o escasa presencia en el mercado de trabajo (MacInnes, 2005). Una necesidad que deja intacta la atribución
y responsabilidad femenina de las tareas domésticas y de cuidado. Y que, en
consecuencia, no reconoce la ausencia masculina dentro del hogar como
parte esencial del problema (Moreno, 20085).
En esta misma línea, cabe recordar también, que las actuales políticas de conciliación sólo afrontan períodos excepcionales de tiempo de trabajo, como los
propios permisos de maternidad. Permisos, abrumadoramente utilizados por
las mujeres en países, como España, donde la ley no obliga a los padres, aunque contempla el permiso de paternidad. Y refuerza, en consecuencia, la división sexual del trabajo. La conciliación, así planteada, no ofrece adecuadas
soluciones a los problemas derivados de tener que hacer frente a las tareas
domésticas y de cuidado cotidianas. Tareas que sólo las mujeres, incluidas las
jóvenes, afrontan al asumir una mayor carga total de trabajo (Torns, 2005),
que las convierte, además, en malabaristas del tiempo (Amoroso et al., 2003).
En síntesis, puede afirmarse que las políticas de conciliación no tienen en
cuenta las desigualdades de género y que, en los países con modelos de bienestar mediterráneos, las agravan. Este efecto perverso tiene su razón de ser en
unas políticas que no tratan adecuadamente el tiempo de trabajo, entendido
en su acepción más amplia, tal como se ha comentado. Por ello, la conciliación
ofrece unas soluciones reforzadoras de la división sexual del trabajo. Unas
soluciones de “siempre” que resultan inviables para las mujeres jóvenes de
hoy. Bien porque no revisan el reparto de la carga total de trabajo y, en especial, del trabajo doméstico y de cuidado, bien porque se destinan, exclusivamente, a las madres activas laboralmente. Una estrategia que, a su vez, poco
coincide con las tendencias demográficas actuales, caracterizadas por la baja
fecundidad.
102
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Así pues, parece oportuno analizar la conciliación de las jóvenes trabajadoras
como eje explicativo de las contradicciones que entraña la conciliación. Unas
contradicciones que además se acrecientan si se tienen en cuenta los cambios habidos en torno a la percepción de la juventud, en estos últimos años
en las sociedades occidentales. Tal como reflejan las estadísticas, hoy en día,
es habitual alargar la etapa juvenil hasta los 29 o 35 años, algo impensable
para las generaciones que hoy tienen más de 50 años. La prolongación de la
formación, la precariedad en el empleo y, en países como España, las dificultades para acceder a una vivienda son algunos de los fenómenos que justifican este alargamiento. Y que, en su conjunto, dificultan el proceso de
emancipación, caracterizado por la obtención de un empleo y la formación
de un hogar propio. En este sentido, se podría pensar que la juventud como
etapa de transición a la vida adulta, no está necesitada de conciliación. Algo
que explicaría porque entre la población joven predomina un discurso que
defiende la igualdad de géneros. Y que serviría de base para interrogarse
sobre hasta qué punto coincide ese discurso con la práctica cotidiana.
2. Un viejo problema: el reparto desigual del trabajo
doméstico entre hombres y mujeres
Sabemos que en el campo de la investigación sobre el tiempo, la tendencia
más generalizada parte de un enfoque cuantitativo que toma el uso del tiempo como principal indicador (Gershuny, 1995; Gershuny-Sullivan, 1998). Ese
enfoque ha contribuido a la visibilización de las desigualdades sociales, en
particular las de género, al contabilizar la carga total de trabajo. Y de manera
especial, ha mostrado la existencia del trabajo doméstico y de cuidado,
(Benería, 1999; Durán, 1995; Aliaga, 2006). Así pues, los datos sobre usos
sociales del tiempo son un buen instrumento para dar cuenta de las distintas
actividades imprescindibles para la reproducción y el cuidado de la vida
humana. Un instrumento que hace evidente la distribución desigual de la
carga total de trabajo entre hombres y mujeres. Pero que no es capaz de
desvelar otros aspectos que permanecen todavía ocultos. Ya que, a pesar de
haberse reconocido el valor económico de ese otro trabajo (las cuentas satélite, por ejemplo), continúa siendo considerado como inexistente y situando
en posición de subordinación social a quienes asumen su responsabilidad.
Las cifras europeas disponibles (Aliaga, 2006) indican que esas desigualdades persisten en todos los países, a pesar de la diversidad cultural y de las
distintas estructuras sociales que las contextualizan. Las diferencias entre
países guardan relación con el modelo de estado de bienestar y la tradición
cultural familiar, en relación al trabajo de cuidado. España forma parte del
modelo mediterráneo caracterizado por una fuerte cultura familista y un
estado del bienestar débil, si se compara con los países escandinavos. Ello
explicaría porque España se sitúa entre los países donde la carga de trabajo
total es más elevada entre las mujeres que entre los hombres. Y donde esa
peor distribución tiene que ver con la cantidad de tiempo dedicado al trabajo remunerado, (en España hay poco tiempo parcial femenino) y con que el
trabajo doméstico es de casi exclusiva responsabilidad femenina (Torns, et
al., 2006).
Los estudios realizados sobre el caso español ponen de manifiesto que los
usos del tiempo responden, además, a una compleja interacción entre la
clase social, el género y la edad (Izquierdo, 1988; Ramos, 1990; Colectivo
IOE, 1996; Álvaro Page, 1996; Ráldua Martin, 2001; Moreno, 2005). Y como,
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
103
cuando se pormenoriza el análisis de los distintos usos del tiempo, esas
desigualdades de clase y edad atraviesan las de género. Un hecho que justifica el estudio de la influencia de los factores estructurales y biográficos en
la distribución y significación de los tiempos de trabajo. Aproximación cualitativa que complementa y completa los análisis cuantitativos sobre los usos
del tiempo.
En el estudio aquí reseñado, se ha considerado la clase social a través de las
variables propias de la estructura socio-económica, mientras que el factor
edad se ha concretado a través de una doble dimensión, el curso de vida y
la generación. El curso de vida ha permitido analizar la influencia de las
normas, expectativas y status atribuidos a las distintas etapas de la trayectoria vital (infancia, adolescencia, juventud, vida adulta y vejez). Y la generación ha facilitado la introducción de datos relativos a la influencia del
contexto histórico-social en el análisis de la distribución y organización del
tiempo de trabajo.
En todo momento se ha sido consciente de las limitaciones que supone
estudiar la conciliación de las jóvenes, utilizando el grupo de edad 15-34
años. Pues ni todas han crecido en el mismo contexto social, ni todas están
en la misma etapa del curso de vida. Por sólo citar un ejemplo, sabemos
que mientras las mayores son hijas de la primera democracia española, las
más jóvenes han crecido en un mundo globalizado. De igual modo que ni
todas las mayores son o han sido madres, ni algunas de las más jóvenes
están inmersas en la experiencia de la maternidad. Diferencias que conviene destacar pues resultan claves para un análisis cualitativo del uso del
tiempo.
El análisis que hemos desarrollado ha partido de las contradicciones que,
en España, apuntan los datos existentes sobre uso del tiempo, a tenor del
discurso social imperante. Pues si bien cabría esperar que, en el grupo de
edad reseñado, se diera una distribución equitativa del tiempo de trabajo
según género, dado que se ha educado asumiendo la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Sin embargo, las estadísticas sobre el uso
del tiempo evidencian la persistencia de las desigualdades de género en
relación a esa distribución.
La tabla 1 contiene los porcentajes de participación y la duración media del
tiempo dedicado a las actividades del hogar familia según género y edad,
en España. Las cifras muestran como ya entre la población ≤ 25 años hay
una mayor participación y dedicación de las mujeres al trabajo domestico
que los hombres. En participación, la femenina supera en casi 30 puntos a
la masculina y, en dedicación, las mujeres dedican 40 minutos más al día.
Ello pone de manifiesto que, más allá de la igualdad percibida, la socialización diferencial por razón de género persiste, en particular, dentro del
hogar-familia.
Asimismo, cabe reseñar en relación a la emancipación de la juventud que la
mayoría de chicos y chicas ≤ 25 años viven con sus progenitores. Situación
que explicaría porque entre los 25-44 años, donde cabe suponer que la
mayoría ha formado su propio hogar, aumenta la participación y la dedicación en ambos géneros. Y como dicho aumento se da a la par con el incremento de las diferencias entre hombres y mujeres. Unos datos que
muestran inequívocamente cómo a medida que avanza el curso de vida,
aumenta el trabajo doméstico y de cuidado. Y las mujeres participan y
hacen mucho más trabajo que los hombres.
104
Revista de Estudios de juventud
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Tabla 1. Participación y duración media diaria del tiempo dedicado a las actividades
del hogar-familia según sexo y edad (España)
Hombres
Participación
(% personas)
Mujeres
Duración
media diaria
(hh:mm)
Participación
(% personas)
Duración
media diaria
(hh:mm)
Menos de 25 años
57,8
1:12
80,0
1:54
De 25 a 44 años
73,6
2:08
95,4
5:01
Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta Empleo Tiempo 2002-2003, INE
Tabla 2. Grado de acuerdo según sexo y edad de la siguiente afirmación: Trabajar está
bien, pero lo que la mayoría de las mujeres realmente quiere es crear un hogar y tener
hijos
Sexo
Hombres
Grupo edad
Mujeres
15-19
20-24
25-29
Muy de acuerdo
10,4
9
12,2
8
9,5
De acuerdo
27,9
23,9
25,7
28,2
24,5
Ni de acuerdo no en desacuerdo
13,4
11,5
11,9
11,8
13,4
En desacuerdo
29,9
34,5
29,7
33,8
32,3
Muy en desacuerdo
10,2
19,5
13
15,1
15,5
8,1
1,7
7,5
3,1
4,9
NS/NC
Fuente: Elaboración propia a partir del Sondeo de opinión de la gente joven 2007 INJUVE
Así pues, a juzgar por las cifras, parece posible apuntar que en la sociedad
española existe una brecha que separa el discurso social imperante de la
práctica cotidiana. Nuestra hipótesis es que la razón primordial de esta brecha debe buscarse en los imaginarios sociales que condicionan los proyectos
de vida de la juventud española. En este sentido, el sondeo de opinión y
situación de la población joven, realizado por INJUVE en 2007, ofrece datos
que son un buen apunte sobre esos imaginarios y esa brecha.
La interpretación de la tabla 2 da pie a una doble lectura de tal cuestión que,
a nuestro entender, muestra una situación teñida de un sabor agridulce. Pues
si bien es cierto que la mayoría de la población joven rehúsa el patrón femenino de ama de casa y el patrón masculino de principal proveedor de ingresos, no es menos cierto que el 38,1% de hombres y el 32,9% de mujeres
aprueban dicha responsabilidad femenina. Un porcentaje que incluso se
incrementa en el grupo de edad más joven, lo que invita a pensar en un cierto retroceso generacional, como mínimo, en el ámbito del imaginario.
Por el contrario, los datos de la tabla 3 muestran como los imaginarios sobre
las responsabilidades masculinas presentan una realidad social algo más
alentadora. Una mayoría abrumadora niega la exclusividad del poder de
decisión masculino dentro del hogar. Pero paradójicamente, tras esa negación, parece que tal cambio generacional sólo afecta a las responsabilidades
femeninas. Probablemente, porque si bien la masiva presencia de mujeres en
el mercado laboral ha aumentado su poder de decisión sobre cuestiones de
“economía doméstica”, la responsabilidad femenina de las tareas domésticofamiliares permanece intacta. Pues esa mayor presencia femenina no se ha
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
105
Tabla 3. Grado de acuerdo según sexo y edad de la siguiente afirmación: Es más adecuado que el hombre asuma las principales decisiones familiares (compre casa, automóvil,)
Sexo
Grupo edad
Hombres
Mujeres
15-19
20-24
25-29
Muy de acuerdo
4,7
2,8
5,6
2,9
3,3
De acuerdo
11,4
8,1
9
10,9
9,5
Ni de acuerdo no en desacuerdo
8,6
3,9
7,7
5,5
6,2
En desacuerdo
44,3
37,5
43
40,5
40,1
Muy en desacuerdo
28,3
47,1
32,6
38,2
39,8
NS/NC
2,6
0,6
2,1
1,9
1,1
Fuente: Elaboración propia a partir del Sondeo de opinión de la gente joven 2007 INJUVE
visto respaldada por el incremento de la participación masculina en tales
actividades en el hogar-familia. Una ausencia difícil de superar ante la falta
de modelos de referencia masculinos que actúen con responsabilidades
doméstico-familiares, como pautas de adscripción positiva. Pautas que deberían, a no dudarlo, ser capaces de trascender los actuales permisos de paternidad de 13 o 15 días.
En resumen, parece intuirse la existencia de unos imaginarios colectivos que
mientras introducen patrones masculinos en el proyecto de vida de las mujeres jóvenes, continúan ofreciendo un proyecto de vida casi inalterado para
los hombres jóvenes. Ya que en dicho proyecto parece permanecer intacto,
todavía, el patrón de ganador del pan, que sirvió como pauta hegemónica en
la vida de sus padres.
3. La ocultación de un viejo problema
(3)
Tal y como se apunta en la
introducción, este artículo se
sirve de algunos de los resultados obtenidos en la tesis doctoral Temps, treball i benestar:
una aproximació des de la vida
quotidiana que incluye la realización de 36 entrevistas biográficas, realizadas a ocho
perfiles tipológicos, definidos
según datos estadísticos.
Cuatro de esos perfiles incluyen
18 entrevistas realizadas a hombres y mujeres de 30-35 años,
activos laboralmente y viviendo
en pareja.
106
La realidad que presentan las estadísticas sobre el uso y la distribución del
tiempo de trabajo entre la población joven no ofrece toda la información que
merece ser desvelada. Por ello, resulta extremadamente interesante oír la voz
de los hombres y mujeres jóvenes, a fin de que sus relatos pongan de manifiesto problemáticas que se ocultan tras las cifras estadísticas. Relatos que,
primordialmente, tienen que ver con el reparto desigual del trabajo doméstico-familiar entre hombres y mujeres. Un reparto que, aun cuando no precisa
con detalle lo relativo al trabajo de cuidado, está, sin lugar a dudas relacionado con la conciliación. Y, en definitiva, con el saber hacer, pensar y vivir el
bienestar cotidiano de las personas jóvenes y de toda la población.
El análisis de las vivencias y percepciones de los tiempos de trabajo en las
entrevistas realizadas para esta ocasión (3) pone de manifiesto las diferencias entre las maneras masculina y femenina de estar presente en el hogar.
Diferencias que, en este caso, permiten fijar la atención sobre el trasfondo
del conflicto cotidiano que, de manera más o menos explícita, vive la mayoría de mujeres jóvenes trabajadoras.
Debe destacarse que las personas entrevistadas no perciben el reparto del
trabajo doméstico-familiar dentro del hogar como una cuestión relativa a la
conciliación. Pues entienden que dicha necesidad sólo se da con el trabajo
de cuidado que se deriva de la crianza de los hijos e hijas. Una percepción
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que se corresponde, de manera nítida, con la lógica de las políticas de conciliación, impulsadas en estos últimos años, pensadas y diseñadas para las
madres trabajadoras. Sin embargo, más allá de compartir esta percepción,
las vivencias cotidianas de hombres y mujeres toman caminos distintos. Algo
que ya se deducía de los datos sobre uso del tiempo y que aquí se pone de
manifiesto a través del análisis de los discursos de unas y otros.
Los hombres jóvenes entrevistados piensan que la división sexual del trabajo
dentro del hogar ha dejado de ser un problema entre la generación joven en
la medida que, según ellos, lo más común es el reparto igualitario de las
tareas domésticas.
“Sí que hay alguna excepción que ha salido machista, pero la mayoría de la gente joven, los
dos se han de arremangar” (HT2)
(4).
En su relato, estos hombres hacen alarde de una mentalidad que, según su
entender, defiende el reparto del trabajo doméstico con la pareja. Esta presunción de igualdad emerge como hecho diferencial entre la generación
joven al presumir de una identidad masculina diferente a la de sus padres.
Por el contrario, las mujeres entrevistadas viven, con sorpresa, otra realidad.
Y sus relatos cuentan que no existe igualdad dentro del hogar. Aunque han
crecido en un contexto social favorable a la igualdad de oportunidades, ven
como la entrada en la vida adulta les depara una doble sorpresa: sus parejas
no han cambiado tanto respecto a sus padres y ellas quizás tampoco respecto a sus madres. Así lo evidencian las distintas formas de presencia masculina y femenina que, lejos de responder a características biológicas,
condicionan las percepciones que hombres y mujeres mantienen sobre el
que, como y cuando se debe estar, hacer y decir dentro del hogar.
“Porque yo ahora veo que vengo de trabajar cansada – me levanto a las 5 de la mañana - y
cuando llego a mi casa me gusta tenerla recogida y bien. Cuando vengo y entro por la puerta,
estoy pensando que cómo me ha dejado él la cocina. A lo mejor también es un poco obsesión,
no lo sé; pero estoy pensando a ver cómo me la ha dejado. Y entro y me entran ganas de chillar de rabia.” (DT1).
(4)
Las claves para leer el perfil de
las personas entrevistadas son:
H: hombre; M: mujer; C: clase
trabajadora; M: clases medias;
C: con trabajo de cuidado
(5)
Consultar datos del Sondeo de
Opinión y situación de la gente
joven (4ª encuesta 2007)
“Jóvenes y personas mayores,
relaciones familiares e igualdad
de género, INJUVE.
(6)
Se trata de un aspecto evidenciado en estudios anteriores
como los realizados por
Saraceno (1986) y Carrasquer
et al. (1998).
Tanto las estadísticas ya citadas sobre la población joven (5), como las entrevistas aquí reseñadas, muestran como las mujeres suelen ser las responsables
de las tareas doméstico-familiares más minusvaloradas, rutinarias y rígidas.
Por el contrario, los hombres suelen encargarse de las tareas más reconocidas
socialmente, las menos pesadas y las más flexibles desde una perspectiva
temporal (6). Limpiar, tener cuidado de la ropa y planchar son las actividades
centrales del trabajo doméstico femenino. Se trata de actividades poco gratificantes, repetitivas y que requieren de mayor constancia. En cambio, cocinar y
hacer la compra son las actividades que suelen hacer los hombres, ambas con
un mayor reconocimiento social y una menor rigidez temporal.
Además, debe tenerse en cuenta que las dimensiones poco tangibles de las
tareas domésticas suelen permanecer más invisibles si cabe, dada su falta de
valor y reconocimiento social. Así, pensar, organizar y gestionar, aspectos difíciles de medir cuantitativamente que los datos estadísticos existentes a penas
recogen, aparecen como una de las responsabilidades domésticas más feminizadas. Ello explicaría porque tales tareas suponen uno de los principales motivos del malestar cotidiano que viven las mujeres y un buen indicador para
evidenciar las desigualdades de género vigentes en el interior del hogar-familia.
“Lo que pasa que sí, que es cierto que todo el tema de la organización, en plan ir a comprar, o
sea, llenar la nevera, todo esto sí que lo pienso yo.” (DM2).
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107
Asimismo no es extraño que las mujeres entrevistadas se sientan engañadas
por una sociedad que les ha abierto las puertas del mercado laboral pero
que no ha revisado las relaciones sociales que tienen lugar en el escenario
de la vida cotidiana.
“Yo es lo que le digo: que es..., siempre me has engañado. Porque el me decía... No es que me
engañase, es que a mi me parecía que su propia mentira se la creía. Él decía: “Yo, mi territorio,
mi territorio será la cocina” Y yo: “¿ostras la cocina?” Y él: “Si me gusta mucho cocinar y..., y
muy bien”, Y digo: “Ostras vaya tío. Cojones, cuando llegamos aquí, la cocina sólo la pisa para
mirar que estoy haciendo para comer o para cenar, porque eso si, cocinar, la única que cocina
soy yo. (DMC1).
Cuando se analiza lo que pasa “de puertas adentro”, parafraseando el título
del libro de Mª Ángeles Duran (1988), se desvanece “el mito de la vida privada” como cuenta Soledad Murillo (1996). La vida en pareja emerge como un
espejo que ofrece a las mujeres el reflejo de su incapacidad para decidir si
quieren o no ser las únicas responsables de gestionar el hogar-familia. Es a
través de la vivencia de esas situaciones donde ellas se dan cuenta de la dificultad que les supone cambiar su manera de pensar, estar y ser en el hogar.
Y, todavía más si ese cambio debe protagonizarlo su pareja. Esta resistencia
ante el cambio se pone de manifiesto en el relato de las entrevistadas quienes, con resignación, explican que prefieren ceder antes que renunciar a un
mínimo de bienestar cotidiano dentro del hogar o enfrentarse a sus parejas.
“No lo cambiaré, lo tengo muy claro. Más vale que me acostumbre porque eso no lo cambiaré.
No lo se... Aprenderé a vivir con eso supongo.” (DM2).
Sus relatos dan cuenta de como la renuncia a su manera de estar, ser y vivir
en el hogar, les puede suponer una pérdida de bienestar cotidiano, debido a
la falta de reconocimiento y valor social del trabajo doméstico.
“Sí, claro, porque que puedes hacer, porque si pasas de todo ¡acabas viviendo de una manera
que a ti no te gusta! Entonces casi que es más incomodo, o sea, prefiero hacerlo y discutir una
vez cada dos meses que no hacerlo y estar dos meses viviendo en plan sin tener para comer
o... Es que es así, quiero decir, a veces llega a estos límites. O sin tener ropa limpia para ponerme o [...].” (DM2).
Del mismo modo, saben y reconocen que la contraposición de la presencia
femenina a la masculina puede abrir un conflicto dentro de la pareja.
“No te apetece llegar a casa y discutir con la persona con quien vives y que, de hecho, «estás
de puta madre» con ella, pero, ¡claro!, tampoco quieres pasar por..., porque te toman el pelo.”
(DM2).
También son conscientes de que renunciar al conflicto implica ceder y resignarse. Con todo, sea cual sea la situación enfrentada, la solución más fácil es
asumir el papel de responsables principales del trabajo doméstico, a pesar
de los costes cotidianos que ello conlleva. Unos costes que se pueden medir
en términos de tiempo de trabajo, de doble presencia y de mayor carga total
de trabajo.
También es el cansancio que traes de todo el día pendiente de los otros y con este ritmo. Sí, sí.
Tampoco él es demasiado consciente. No es que ahora me quiera tirar flores, pero no todo el
mundo lo aguantaría. Ya te lo digo yo, se debe vivir. Te lo puedes imaginar, pero cuando lo
vives es bastante duro. Yo creo que esto, y ahora tiro hacia las mujeres, yo creo que un hombre esto no... A veces, le digo a J: ‘Me gustaría que esto lo hicieras un día’. Porque él está solo
con los niños todo un día [...]” (DMC2).
En resumen, el trabajo doméstico-familiar se reparte según las tareas más visibles y reconocidas por hombres y mujeres. En este sentido, sí cabe señalar
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diferencias según las clases sociales. Paradójicamente, el reparto más equitativo se da entre las clases medias con mayor nivel de estudios, una tendencia
que aparece mucho más tímida entre la clase trabajadora y menor nivel de
estudios. Asimismo, esa falta de reconocimiento y la dificultad de objetivación
de las tareas menos visibles explican porque no se reparte la responsabilidad
de organizar y gestionar el hogar-familia o las tareas de mediación. Dicha responsabilidad recae únicamente sobre las personas que sí las reconocen como
necesarias y así las perciben, es decir, las mujeres. De igual modo, si bien es
cierto que las parejas jóvenes no dudan en mercantilizar parte del trabajo
doméstico, cuando se dispone de los recursos necesarios, no lo es menos que
esta estrategia no incluye lo que algunas denominamos el management familiar. El reparto de estas tareas permanece oculto incluso entre las parejas jóvenes. A nuestro parecer, esta ocultación legitima y refuerza el papel de la
mujer como principal responsable de las tareas del hogar, lo que, a su vez,
ayudaría a explicar la brecha que se abre entre el discurso y la práctica de
la generación joven. Pues el discurso igualitario más o menos asumido teóricamente, demasiado a menudo no encaja con la práctica cotidiana.
Esta contradicción entre las actitudes y los comportamientos resulta ser un
elemento clave para comprender y explicar la vida cotidiana de las generaciones jóvenes. En particular, la de unos hombres que no cuestionan la
corresponsabilización pero que, en la práctica, tampoco la asumen porque
siguen sin percibir como responsabilidad propia buena parte de las tareas a
realizar. En este caso, su discurso los distancia de la mentalidad de sus
padres, pero esa falta de percepción de cuáles son y de qué hacer ante las
necesidades cotidianas, los iguala. Por el contrario, la práctica de las jóvenes contradice su discurso inicial plenamente favorable a una igualdad
entre hombres y mujeres que incluye el saber estar, hacer y decir en todo
lo relacionado con el bienestar cotidiano.
4. La maternidad: abriendo la caja negra del trabajo
doméstico-familiar
Además de lo que muestran las cifras, distintos estudios subrayan que la
mayor carga de trabajo doméstico tiene que ver con el trabajo de cuidado
de personas dependientes, (Durán, 2002; Bittman y otros, 2005). En el
caso de la población joven, dicho trabajo suele aparecer con la llegada de
las criaturas. Hijos e hijas que, con o sin pan bajo el brazo, abren la puerta a
sus madres hacia la necesidad de conciliar. Esto es así hasta el punto que
las madres jóvenes suelen ser las únicas en dar sentido a la conciliación,
tal como se viene planteando en los últimos años.
En efecto, el tiempo de trabajo de cuidado ocupa un lugar central en el
proyecto de vida de las jóvenes entrevistadas, mientras que aparece
como un elemento secundario en el proyecto de vida masculino. A diferencia del trabajo doméstico, las mujeres no reconocen esta división
como una situación de desigualdad y, por el contrario, a menudo la
viven y defienden como un privilegio. La razón de ello podría residir en
las frustraciones que experimentan estas mujeres durante los primeros
años de la edad adulta. Unas frustraciones y desengaños que tienen su
origen en el mercado de trabajo, dado que sus primeras experiencias
laborales no suelen tener el mismo reconocimiento social y económico
que la de sus coetáneos masculinos. Y unos desengaños que se viven
dentro del hogar, ante la constatación de que sus actitudes y comporta-
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
109
mientos ante las tareas doméstico-familiares tropiezan con las de sus
colegas masculinos.
Podríamos decir que las mujeres de la generación joven se refugian en
una de las pocas parcelas femeninas de poder y reconocimiento existentes en la sociedad: la maternidad. Siendo este refugio una respuesta posible a los huecos que las limitaciones de la igualdad de oportunidades
formal deja en la realidad de sus vidas cotidianas (Aguinaga, 2004).
Refugio que no debe olvidarse tiene lugar en un contexto español marcado por los bajos índices de natalidad. Y en el que, las generaciones jóvenes, tal como apunta Durán (2006), han convertido la maternidad en una
elección, alejada de la obligación que les supuso a sus predecesoras.
Para la generación joven, el hecho de tener criaturas ha dejado de ser una
obligación para pasar a ser una opción más, entre otras. Podría decirse,
incluso, que la decisión depende, en muchos casos, de la cuenta de resultados personal. Es decir, del balance entre los costes y beneficios que
supone tal elección para el proyecto de vida individual. Un balance que,
no debe olvidarse, toma como medida el tiempo, entre otros aspectos. Ya
que aunque sea cierto que la elección depende también de factores
estructurales, se detecta un cambio generacional que pasa por el alargamiento de la edad en la que se tienen los hijos e hijas. Esta tendencia,
junto a la disminución de la tasa de fecundidad, produce, en la actual
sociedad española, un incremento del peso simbólico que, especialmente
entre las mujeres, lleva asociado el hecho de ser madre. Y probablemente
por ello, nadie discute que el momento y la decisión de tener criaturas,
supone implícita o explícitamente que las mujeres van a ser las responsables principales de su cuidado. Ellas sienten, a diferencia de sus parejas,
que dicha decisión forma parte fundamental de la construcción de su
identidad personal y de su proyecto de vida.
Conviene destacar, además, como la importancia que se otorga al tiempo
de cuidado de las criaturas, en la definición de la identidad femenina,
difiere de la representación que las mujeres jóvenes se hacen del trabajo
doméstico. En concreto, puede apreciarse como la pérdida de legitimidad
social de la domesticidad entre la generación joven no incluye, en ningún
caso, la carga de tiempo y trabajo que supone la maternidad. Pudiendo
afirmarse que, a pesar de las renuncias personales que puede conllevar la
maternidad, la llegada de las criaturas parece recompensar y realizar a las
jóvenes.
Con todo, el análisis cualitativo del tiempo dedicado al trabajo de cuidado
de los hijos e hijas es uno de los factores que mejor permite poner en evidencia la estructura sexuada de la vida cotidiana. De modo que la manera
en que hombres y mujeres entienden e interpretan el papel de padres y
madres representa una de las más claras manifestaciones de las diferencias de género que persisten entre la población joven. Para decirlo en
otras palabras, cambia más la vida el hecho de ser madre que el hecho de
ser padre. Debiendo precisarse que, si bien es cierto que entre la generación joven emerge un nuevo padre, no es menos cierto que esta figura
continua permaneciendo ausente la mayor parte del tiempo.
El relato que las personas entrevistadas hacen sobre como trascurren los
días en su vida cotidiana pone de manifiesto que el tiempo de cuidado en
femenino ocupa las 24 horas del día, mientras que la vivencia masculina
de este tiempo suele ir a la par con los tardes-noches y los fines de sema-
110
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na. Las madres son el referente diario para las criaturas lo que les supone
asumir la responsabilidad del cuidado diario. Unas tareas de cuidado que
suele tener como escenario temporal más inmediato la semana laboral, en
el que la madre debe organizar y coordinar los horarios escolares y laborales de los demás, tenga o no actividad laboral, a costa de su propio
tiempo.
Por el contrario, los padres son los referentes del tiempo libre y de los
días de fiesta. Sin duda, un escenario mucho más relajado, flexible y distendido, en el que no sólo se deben articular menos actividades sino en el
que es posible disponer del tiempo con un mayor margen de maniobra temporal. Así pues, parece posible afirmar que el cuidado de los hijos e hijas
aparece como tiempo de juego para los hombres y tiempo de trabajo para
las mujeres.
“Entonces, ella está pues más por ir a traerlos a las tres. A las cinco y media los va a buscar,
les da la merienda, los ducha, los arregla, mira la tele con ellos. Quiero decir, los vive mucho
más ella. Pero bueno, algún sábado nos hemos ido, E estaba cansada y yo he dicho: «Pues
mira, me voy a tomar una pizza», y a las siete y media, ocho estoy a la primera pizzería, que
todo son niños, pero estamos allá, ¿no?” (HMC1).
Los relatos constatan que la disponibilidad y accesibilidad de las mujeres
para el cuidado de las criaturas marcan la diferencia entre el tiempo de los
padres y el de las madres. Como apuntan algunos especialistas (Zerubavel,
1985), aquello que más los diferencia es que los padres se reservan tiempo
para ellos, no accesible para los hijos e hijas, mientras que el tiempo de las
madres siempre está disponible para satisfacer las necesidades de los hijos e
hijas.
Y hemos estado todo el verano juntos y todo..., pasa que ahora, esta última semana, él se ha
ido sólo a la montaña. Se ha ido a la montaña. Y yo también iba a mi aire, pensaba: «ostras me
agobiaré, sola, con las dos niñas...» Es que también, es que he tenido suerte porque me ha
tocado la lotería con estas niñas” (DMC1).
Pudiera decirse que la mujer siempre es madre mientras que el hombre es padre
cuando puede o quiere. Ellos tienen el privilegio de escoger cuando y como quieren dedicarse a los hijos e hijas. En cambio, para ellas el cuidado es una responsabilidad rígida en la que la obligación moral actúa como un imperativo propio de la
identidad femenina. Las jóvenes entrevistadas asumen las tareas de cuidado
como algo dado por naturaleza y no se dan cuenta de los efectos perversos que
ello les puede generar. Defienden, incluso, esa maternidad-refugio como un privilegio diferenciador que, en la práctica, acaba cerrando el círculo de la desigualdad de género. Ya que la ausencia de la figura paterna durante el día convierte al
padre en algo especial y deseado por los hijos e hijas. Contrariamente, la presencia cotidiana y rutinaria de la figura materna, convertida en la cuidadora por excelencia, produce la subestimación del papel de madre.
“A mí, aunque ella me diga que no, pero yo lo veo así, a mí me hacen más caso a mí que a ella.
Supongo que esto es ley de vida, es normal, porque me ven menos, saben que un grito mío
vale más que los de ella, ¿no?, por ejemplo. Esto es una cosa que ya te dices: «Ostras pues
mira, tus hijos te respetan y saben que el papa está a casa aunque no estés», ¿no?” (HMC1).
Las mismas mujeres sobrevaloran la implicación de sus compañeros porque
la perciben como voluntaria, al tiempo que subestiman su rol como madres
que atribuyen a características personales más que sociales.
“¿Me entiendes? O, o juega mucho con las niñas. Quiero decir, él lo es mucho más que yo.
Ahora me he dado cuenta de que yo soy cómo... Yo soy la madre y la que como si dijéramos,
la figura que intenta llevarlas, como si dijéramos, por el buen camino no..., como decirlo, como
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
111
la persona teórica. Quiero decir, como mucho... No sé como expresarme... Que yo juego, pero,
no sé, quizás o los chicos o en JR son mucho más juguetones y él es capaz de tirarse al suelo,
revolcarse y cogerla y hacerla incordiar y hacerle así, y al final se lo pasan “teta” y acaba agotada. Yo no, yo soy más de: «Venga va, pintamos.»” (DMC1).
De igual modo, cuando se da el reparto del trabajo de cuidado sigue las mismas directrices que el reparte del trabajo doméstico: los hombres asumen
las actividades más agradables mientras que las mujeres cargan con las más
pesadas.
“I... Pero bueno, me quita mucho peso en cuanto a las niñas. Por ejemplo, si estamos bañando
pues, por ejemplo, él las baña y yo hago la cena [...]” (DMC1).
Además, el tiempo de la madre supone asumir el grueso de las horas, la
constancia y la rigidez de los cuidados, aspectos que tienen efectos sobre su
bienestar cotidiano tal y como subrayan sus relatos.
“Estas tres horas, de nueve y pico que llego a casa hasta las doce menos cuarto, es acabar de
hacer la comida; arreglar la casa, porque con dos niños queda todo hecho un desastre; ir a
comprar, se va a comprar; si debo hacer algún encargo o lo que sea. Y enseguida son las doce.
En tres horas casi no da tiempo para hacer nada. Entonces lo voy a buscar, le doy la comida a
A y al pequeño también. A mediodía es bastante caótico y estresante. A las tres lo dejo, lo
llevo a la escuela, que ahora lo tengo muy bien con la escuela nueva que han hecho que está
muy cerca. A mediodía, cuando llego, a las tres y pico, dedico algo más de tiempos al pequeño y lo pongo a dormir. A mediodía sí que sólo tengo dos horas y a las cinco lo voy a buscar.
Entonces es limpiar cocina, asear y si tengo que preparar algo ya para la noche o si tengo algo
de tiempo para mí. El poco tiempo que tengo para mí es esta hora. Éste duerme, pero a veces
no quiere dormir. Poder sentarme y hacer la siesta hace mucho tiempo que no puedo hacerlo.
Por eso te decía que el tiempo mío es cero.” (DMC2).
Aunque las entrevistadas no cuestionan el poco soporte de sus parejas, las
preferencias hacia el trabajo de cuidados ponen de manifiesto el mantenimiento del peso simbólico del imaginario patriarcal en la generación joven.
Las mujeres siguen dispuestas a aceptar las renuncias laborales que supone
el trabajo de cuidado, mientras que los hombres difícilmente se plantean
renuncias familiares para atender las demandas laborales. El mejor ejemplo
de tal situación se da entre las mujeres de clases medias que se sienten privilegiadas ante la posibilidad de poder abandonar, temporalmente, el mercado de trabajo para gozar del cuidado de sus hijos e hijas. Apenas son
conscientes de que detrás de esos privilegios subjetivos, persiste la división
tradicional de los roles de género en la medida que las renuncias femeninas
deben pagar un precio social e individual mucho más elevado que las masculinas.
“Porque estoy muy bien, muy bien, y quiero decir, es esto, y estoy orgullosa de mi excedencia
para las dos hijas, porque estos pequeños momentos mi pareja no los ha visto, por ejemplo, yo
que sé, cuando ha empezado a gatear, o cuando ha tomada la primera cucharada de papilla.”
(DMC1).
Las diferencias entre las mujeres existen. Y esa mayor conciencia de las
mujeres de clases medias sobre el monopolio del cuidado de los hijos e hijas
parece incluso relacionado con la pérdida de legitimidad de esos padres
ausentes.
“Quizás es también que tomamos partido nosotras y, sin darnos cuenta, anulamos al otro en
cuestión de alimentación, vestir...” (DMC2).
Esta situación nos recuerda a la descrita por Saraceno (1983) al argumentar
sobre la incomodidad que algunos maridos y padres sienten ante un modelo
de división del trabajo doméstico-familiar que los quiere (proveedores de
112
Revista de Estudios de juventud
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ingresos) pero ausentes de la familia. En especial, de la vida cotidiana de sus
hijos e hijas. La socióloga italiana apuntaba que, en determinadas parcelas
de la vida familiar, la experiencia personal de muchos hombres era muda.
Experiencia que, transcurridos veinticinco años, parece describir una situación actual en la que un número creciente de padres jóvenes quedan atrapados en una cotidianidad en la que no se les permite expresar sus
necesidades. O, en la que cuando son capaces de reconocerlas y quieren
manifestarlas, se dan cuenta de que el lenguaje y la práctica dominantes en
la cotidianidad del ámbito doméstico-familiar apenas incluye referentes masculinos.
Sin embargo, como ya se ha comentado, ese monopolio femenino sobre el
tiempo de cuidado de las criaturas encierra un doble peligro. Puede dificultar
la práctica y el discurso masculino sobre el reparto de las tareas del hogar,
descrito en apartados anteriores. Y ofrece argumentos a los hombres para
que refuercen sus privilegios, basándose en la existencia del instinto maternal. Prácticas y argumentos que no sólo olvidan los factores que han contribuido a la construcción social de ese instinto femenino. Sino que no pueden
justificar ni explicar como y porque la especie humana ha sido capaz de
construir la pérdida ese instinto de reproducción entre los varones.
5. Con los permisos laborales emergen los viejos imaginarios
Las opciones y decisiones relacionadas con los permisos laborales de maternidad y paternidad son un claro ejemplo de esas distintas disponibilidades
hacia el trabajo de cuidado de las criaturas entre hombres y mujeres.
Quedando lejos del azar el que las mujeres tengan mayor disponibilidad para
acceder y realizar la baja maternal. Según sus discursos, ellas viven esa decisión como una cuestión individual sobre la que tienen mayor poder de decisión que sus parejas (7). En el momento de tomar esa decisión, la voluntad
del padre se percibe incluso como anecdótica.
“Porque él no creo que él quiera... No porque no quiera, sino porqué..., le gustan los críos, pero
tampoco... No sé si querría quedarse él. No sé, por ejemplo, una o dos semanas. Yo también
(7)
De hecho así era en términos
legales en el momento de realizar las entrevistas puesto que la
ley de conciliación (39/1999)
sólo contemplaba la opción de
la madre a que el padre, de
manera sucesiva o simultánea,
pudiese tener un permiso de
hasta diez semanas de las dieciséis de la baja de maternidad.
Una medida modificada con la
Ley orgánica 3/2007 para la
igualdad efectiva de mujeres y
hombres. La nueva ley mantiene la posibilidad de compartir
el permiso de maternidad con
el otro progenitor, e introduce
por primera vez el permiso de
paternidad de trece día, como
un derecho individual y exclusivo del padre.
(8)
Este estudio resume en una
frase las relaciones de género
en la actualidad: “los hombres
no quieren pensar y las mujeres
no quieren ceder” (TornsBorràs-Carrasquer, 2004).
querría disfrutar yo al máximo que pueda, porque encuentro que dieciséis semanas lo encuentro poquísimo. Lo encuentro muy poco y a mí ya me daría pena a las dieciséis semanas dejar
la criatura, ¿no?, en algún lugar allá aparcada. Pero no creo que a él tampoco... Quizás le sería
igual, ¡eh! Yo, no, yo creo que lo querría hacer yo.” (DT3).
Tal como otros estudios han podido comprobar (Torns;Borràs;Carrasquer,
2004) (8), las mujeres entrevistadas no están dispuestas a compartir un permiso que para ellas representa alguna cosa más que los cuatro meses de
baja por maternidad.
“Ella lo ha dicho siempre: «Con lo que cuesta tener un niño y ¿lo vas a coger tú?» Sé que no
me va a dejar, pero si yo tuviese que..., o si llegase el momento y ella en su trabajo [...]”
(HT1).
Una decisión que coincide con las preferencias de los hombres, quienes, con
independencia de la clase social, suelen recurrir a la situación laboral y a
unas características individuales percibidas como naturales para poder justificar su falta de interés.
“No es que yo sea machista, yo soy el que trabajo fuera porque soy el hombre, no. No, es
porque el trabajo que yo ejerzo está muy bien pagado. Si mi mujer ganara 350.000 pesetas
al mes, te lo aseguro que el que hacía de comer y el que fregaba el suelo era yo. Y ella lo
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
113
sabe y es consciente de eso. Que sabe que…, que yo llevaba a las niñas a que les pusieran la
vacuna. O sea, que en mi casa no existe machismo. En mi casa existe lógica.” (HTC1).
Este discurso masculino se ampara en una lógica construida sobre la necesidad de gozar de una disponibilidad laboral absoluta, que es requisito obligado para ser el principal proveedor de ingresos. Y que hace pensar, a la
mayoría de los padres, que esa y no otra es la única disponibilidad posible.
En el mejor de los casos, tales argumentos parten de una igualdad formal
que, en principio garantiza la libertad de elección. Pero, en la práctica, legitiman las opciones de vida diseñadas socialmente según las normas de una
sociedad del bienestar que no ha podido acabar con el poder patriarcal, en
el ámbito doméstico-familiar.
A menudo, entre la clase trabajadora, este tipo de discurso se legitima a través de cálculos económicos sobre el coste del trabajo de cuidado. Es entonces cuando, paradójicamente, se pone el acento en el gasto y no en el
ingreso que supone la actividad laboral de la mujer. Pero más allá de estos
cálculos, persiste la interacción entre la esfera de lo laboral o profesional con
la esfera de la reproducción y el cuidado de las personas.
“Y ya llevábamos saliendo con el dinero que ganaba yo en la construcción, pues, bueno, vamos
a tirar «palante». Y…, salíamos, salíamos, y cuando ya decidimos no dejar de, o sea, dejar de
trabajar, que ella dejara ya de hacerlo, es cuando ya se quedó embarazada de M. Decidimos
hacer familia, no dinero, ¡eh! Entonces yo hago más esfuerzo en trabajar más fuera de casa,
traer dinero extra, un dinero que –esto luego no lo digas–, que no está legalmente en… nómina,
pero, bueno, es lo que hay. Tiene tiempo. No es que tenga tiempo; se dedica a la casa, no tiene
que comprarlo, no tiene que…, ¿me entiendes? Que eso también se ahorra dedicándote en la
casa, porque trabajar para pagar guarderías, para pagar canguros y pagar mujeres de limpieza
y no tener, y no criar a tus hijos, y no conocerlos, que tontería. A mi modo de pensar, que cada
uno es libre de hacerlo, ¡eh!” (HTC1).
De este modo, la situación laboral es la justificación principal de una decisión
claramente marcada por el género. La contradicción entre la elección y la
previsión niega cualquier atisbo de decisión libre hasta el punto que las
mujeres definen sus aspiraciones según la norma social vigente. En ese
momento, las personas entrevistadas coinciden en señalar las ventajas que
ofrece el lugar de trabajo de la mujer, como si fuera la decisión más racional.
Y tales argumentos se refuerzan con la realidad de un mercado laboral
donde persisten las desigualdades de género que llevan a las mujeres a tener
peores salarios y menores oportunidades laborales que sus homólogos masculinos.
“Me parece que ni lo hablamos. Teníamos claro que lo cogía yo, por su trabajo. Quizás si él
hubiera tenido un trabajo en qué hubiera trabajado en otra empresa que no hubiera sido de él,
que no hubiera sido un negocio propio, quizás nos lo hubiéramos planteado. Pero con el trabajo que tiene no se lo puede permitir. Pero a nivel económico, de pedidos, todo esto, lo trae él.
Es único e imprescindible.” (DMC2).
A pesar de ello, cabe señalar un cierto cambio generacional entre las mujeres que, a su vez, se modula según la clase social. A diferencia de sus
madres, todas las entrevistadas coinciden en la voluntad de preservar su
condición de ocupadas porque les representa un espacio de autonomía personal. Y en este punto, las mejores condiciones materiales de existencia
determinan la duración y las condiciones del paréntesis laboral que supone
la maternidad.
“Por eso lo que te decía del trabajo, que en parte me ha ido muy bien por sentirme que soy
alguna cosa más y sentirme realizada a nivel profesional.” (DMC2).
114
Revista de Estudios de juventud
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No obstante, ese cambio generacional presenta prácticas distintas. Y, de
nuevo, el discurso de las mujeres de clase trabajadora se asemeja más al
patrón cultural que marcó la trayectoria vital de la generación de sus padres.
Un discurso fundado sobre el imaginario social que impone, con mayor facilidad a las mujeres de ese grupo, la obligación moral del cuidado de los hijos
e hijas. Obligación que, así percibida, es la conduce a esas jóvenes de clase
trabajadora a subrayar el carácter femenino del cuidado. Y a legitimar y
reproducir con su discurso el modelo de un cabeza de familia masculino sustentador y una mujer cuidadora.
“Además pienso que las madres se desenvuelven mejor, aunque ellos puedan cambiar muy
bien los pañales, una madre es una madre. No quiero ser machista ni feminista, pero con la
delicadeza que sólo tú lo coges, como una sobreprotección que aunque te ayude la madre o la
suegra, siempre lo quieres hacer tú, siempre lo quieres coger tú. Siempre quieres estar tú, igual
le duele el oído o la barriga y quieres estar tú con el niño.” (DTC3).
Además de lo dicho, la elaboración del discurso de las jóvenes de clases
medias parece reflejar una situación más compleja. En particular, por la necesidad que sienten de justificar una decisión que puede ser interpretada en
términos de desigualdad. El control y la capacidad de decisión son los argumentos principales aducidos para defender su autonomía y negar toda situación de dependencia hacia la figura masculina. Estas mujeres viven la
maternidad como una decisión personal y su ausencia del mercado laboral
tiene como objetivo el goce de esa nueva situación y no la reivindicación del
trabajo de cuidado. Tales razones las hacen sentir privilegiadas. Y, en ningún
momento parecen ser conscientes de los riesgos que sus renuncias profesionales pueden producir en un futuro, tanto en su carrera profesional como en
las relaciones de género dentro del hogar-familia.
6. Las mismas soluciones de siempre
Llegado el momento de las consideraciones finales, queremos destacar
como rasgo primordial de los argumentos y datos aportados que, por encima de todo, las mujeres son las protagonistas de una conciliación asumida
pero no siempre reconocida. Un rasgo que hemos podido observar en todas
las entrevistadas, más allá de las diferencias biográficas y estructurales.
Parece, pues, obvio que las razones últimas de esa conciliación femenina tan
mayoritaria deben buscarse en la persistencia de una división sexual del trabajo que encuentra, en el ámbito doméstico-familiar, el refugio para un
patriarcado privado. El proceso de socialización diferencial de género debe,
probablemente, sumarse a tales explicaciones, al igual que el fuerte peso
simbólico de un modelo familiar basado en el “hombre principal proveedor
de ingresos-mujer ama de casa cuidadora”. Pero tales razones generalistas
deben y pueden matizarse y el cambio generacional que han protagonizado
las personas jóvenes, especialmente las mujeres, en nuestro país suponen un
buen observatorio.
Las jóvenes se encuentran mayoritariamente, a diferencia de sus antecesoras,
en una situación de doble presencia dónde acumulan una mayor carga total
de trabajo. En esa situación confluyen responsabilidades laborales, domésticas y familiares que las obligan a compaginar tiempos y trabajos según lógicas temporales contrapuestas. Combinar la lógica temporal sincrónica del
trabajo doméstico y de cuidado con la lógica diacrónica, propia del trabajo
remunerado, les supone una tarea ardua a la que, sin embargo, no quieren
renunciar. Para entender esa contradicción debe recordarse que esa ardua
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
115
tarea está enmarcada en un contexto socioeconómico donde la lógica laboral es hegemónica y heredera de la disciplina temporal impuesta por la
sociedad industrial. La suma del conjunto de todos esos factores explica, con
toda probabilidad, el trasfondo de unos relatos femeninos en los se percibe
un malestar subjetivo, difuso pero significativo. Aun más si se tiene en cuenta que esa misma percepción subjetiva no se detecta en los discursos masculinos. Posiblemente esa diferencia se explica, a su vez, porque la
trayectoria de vida cotidiana de los hombres entrevistados está regida por
una única presencia derivada de una única lógica temporal. En concreto, la
del tiempo de trabajo remunerado que les lleva a asumir como natural el
gozar de una disponibilidad laboral absoluta, en su día a día y en su proyecto
de vida. Así las cosas, no parece, pues, que las contradicciones de la conciliación de la vida laboral y familiar tengan fácil o inmediata solución.
La experiencia biográfica que recogen las entrevistas permite cuestionar
algunos de los argumentos que plantean la conciliación como si nos halláramos ante una nueva problemática social que demanda nuevas soluciones
políticas. Esta perspectiva, reconocida y homologada por la mayor parte de
los discursos políticos actuales, suele olvidar que el núcleo del problema es
un viejo conflicto social: el de la división sexual del trabajo, en el escenario
particular del hogar-familiar. Por otra parte, se debe tener presente que, tal
como la Historia del trabajo de las mujeres nos recuerda, la conciliación
nunca ha sido factible para las mujeres que, lejos de conciliar no hacen sino
acumular una mayor carga total de trabajo. Una realidad que, sabemos también gracias a la Historia, las mujeres, sobre todo las de clase trabajadora,
han afrontado y solucionado sin esperar a que hubiera políticas de conciliación. Lo que no quita que sea necesario idear nuevas políticas para afrontar
tan viejo problema.
Tras lo observado, la esperanza parece provenir de un cambio generacional
en el que a los padres jóvenes les urja la necesidad de conciliar la vida laboral y familiar como algo que merece la pena defender. Reclamar la intervención de las instancias públicas para que se organice socialmente el cuidado
parece asimismo necesario. Para que todo ello sea factible probablemente va
a ser necesario investigar algo más que la conciliación como problema. Pero
esas son otras cuestiones pendientes que no sólo la Sociología puede solventar.
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Mujeres jóvenes en el siglo XXI
117
documentos
6
Élida Alfaro. Directora del Seminario Mujer y Deporte. Fac. de Ciencias de la Actividad Física y del
Deporte-INEF. Universidad Politécnica de Madrid.
Mujer joven y deporte
Es innegable que a lo largo del pasado siglo XX las mujeres han ido incorporándose a las diferentes
esferas de la vida pública con gran empuje y son muchos los ámbitos en los que actualmente no solo
participan sino que además destacan. Entre los logros obtenidos por la población femenina se encuentra la práctica de actividades deportivas, de las que estuvieron apartadas durante mucho tiempo la
mayoría de las mujeres.
Las oportunidades de participación femenina en actividades deportivas se han incrementado enormemente; sin embargo, en los estudios de ámbito nacional e internacional sobre la práctica deportiva
según el género, se observa que subsisten todavía desigualdades en la práctica deportiva de las mujeres frente a la práctica de los hombres. Y, es preocupante, sobre todo, comprobar que estas desigualdades afectan no sólo a las poblaciones adultas sino que también a las más jóvenes.
Parece que la adscripción que las actividades físicas y el deporte han tenido y tienen al rol social masculino y, puede que también, la peculiaridad de las propias estructuras que sustentan el deporte puede
ser la causa de la lentitud con la que están produciendo los cambios deseados. Como expondremos a
continuación, la participación de las mujeres en el hecho deportivo no sólo es minoritaria sino que, además, está impregnada de los estereotipos sociales de género y afecta tanto a la participación en las
diferentes actividades físico-deportivas como a los niveles de gestión y organización del deporte.
A lo largo del presente texto, pretendemos analizar la relación de las mujeres jóvenes con el deporte.
Partiendo del concepto actual de deporte y de los diferentes modelos de práctica deportiva que han
surgido en las sociedades modernas, revisaremos las bondades y los peligros que el deporte de nuestros días reviste para la población infantil y juvenil. La identificación del rol social masculino con el
deporte y la influencia de los estereotipos de género en la práctica de actividades físico-deportivas nos
servirán para conocer cómo ha sido y es la vinculación de las mujeres con el ejercicio físico y con el
deporte y las barreras que dificultan una participación equitativa de mujeres y hombres en la actualidad. Incluiremos también algunas pautas para el desarrollo de programas de intervención que permitan
avanzar hacia una participación de las mujeres jóvenes en el deporte desde una perspectiva de igualdad de oportunidades.
Palabras clave: Igualdad de oportunidades, cultura sexista, práctica deportiva y género, roles y estereotipos asociados al sexo/género, barreras de las mujeres en el deporte.
Introducción
Desde las sociedades primitivas hasta las de nuestros días, las actividades
físicas, primero, y el deporte, posteriormente, han formado parte de la conducta humana y del acerbo cultural de los pueblos.
Las investigaciones antropológicas ponen de manifiesto que distintas formas
de juegos y de actividades físicas, basadas unas veces en la pericia física y
otras en la estrategia o en el azar, constituyeron particulares modos de la
conducta propia de las tribus más antiguas y que, con distintas funciones
sociales: educativas, de subsistencia, guerreras o simplemente recreativas
eran transmitidas de generación en generación como un preciado bien cultural.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
XX
119
En épocas posteriores, restos escritos y arqueológicos del antiguo Medio
Oriente muestran, asimismo, la existencia de variadas actividades físicas que
realizaban los componentes de estas civilizaciones. Los objetivos de estas
prácticas eran diversos, predominando fines utilitarios, defensivos o, como
en Egipto, la búsqueda de placer del público y de los participantes. En todo
caso, los juegos, la danza y las actividades físicas eran exponentes de las
características propias de cada pueblo y, a su vez, eran utilizadas como un
medio de cohesión social y de recurso para logros personales y colectivos.
La cultura griega, en su alta consideración por todas las actividades que
contribuían al desarrollo pleno del hombre, destacó el valor que el deporte
tiene para este fin e hizo que cobrara niveles máximos de consideración
social, política y formativa. Todos los historiadores del deporte manifiestan,
con una opinión unánime, que el valor humanístico que la sociedad actual da
a las actividades deportivas procede de esta época. La Grecia clásica supo,
como ninguna otra cultura lo ha hecho, adornar al héroe deportivo y al propio hecho deportivo de los mejores valores y, a través de ellos, generar
modelos sociales cuyas virtudes eran dignas de emulación y prestigio. En los
gimnasios, junto a las prácticas atléticas, se enseñaban formas de vida encaminadas a adquirir las mejores cualidades humanas. Asimismo, las grandes
manifestaciones deportivas constituían un escaparate público de los valores
del deporte.
El crisol que supuso la civilización griega en muchos aspectos de la vida del
hombre, entre ellos el deporte, sería buscado siglos más tarde por la cultura
occidental moderna. Desde mediados del siglo XVI y hasta nuestros días,
nuestra cultura ha estado impregnada de los modelos educativos, políticos y
sociales que ya imperaban en la antigua civilización helena. Sin embargo, en
relación con el deporte, es en el último cuarto del pasado siglo y durante el
presente, cuando su práctica empieza a cobrar importancia en el ámbito
educativo y en el estilo de vida de la sociedad post-industrial.
Sabemos que, a medida que las sociedades se iban transformando con la
industrialización, el deporte se iba instalando como parte de la forma de ser
de esa nueva sociedad y se convertía, según palabras de J.M. Cagigal, en uno
de los fenómenos sociales más importantes del siglo XX.
A lo largo de este siglo, en el deporte se han ido sucediendo tendencias que
le han llevado a ser un medio para la consecución de objetivos diversos:
desde la exaltación de la raza y de las naciones y la utilización ideológica,
política y económica del nacional-socialismo, hasta la preventivo-curativa, la
formadora del cuerpo y del espíritu, y la estético-narcisista de la actualidad. No obstante, en su conjunto, sigue manteniendo el halo de virtuosismo
que le adjudicaron los griegos y a sus practicantes se les continúan atribuyendo valores tales como la perseverancia, la nobleza en el obrar, el espíritu de sacrificio, la belleza, la salud, la valentía, etc.
Todas las civilizaciones, de una u otra manera, han hecho deporte. Cada
una ha buscado en las actividades físicas, en el juego y en la danza desde
sus señas de identidad hasta compensaciones sociales e intereses económicos, educativos y políticos. Las formas de actividad física y de deporte
que se han sucedido a través de la historia de las civilizaciones han respondido a necesidades y características propias de sus modos de vida y de sus
peculiaridades. La nuestra, ya iniciado el tercer milenio, también lo esta
haciendo.
120
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Si observamos con detenimiento el hecho deportivo de nuestro tiempo veremos reflejado en él, como si de un espejo se tratase, los principios que rigen
la sociedad actual con sus luces y sus sombras, con sus aciertos y sus errores y con sus pecados y sus virtudes.
Las sociedades modernas han desarrollado importantes recursos científicos
y tecnológicos para prolongar la vida del hombre, para mejorar su relación
con el trabajo y con las actividades cotidianas y para obtener los mejores
beneficios del medio que le rodea y con el mínimo esfuerzo; pero, a su vez,
todos estos beneficios y las nuevas formas de vida han hecho surgir otros
problemas de manera alarmante.
En la era post-industrial, el sedentarismo, el estrés, el individualismo exacerbado, los cambios en las estructuras sociales, en las ideologías y en los comportamientos están originando graves peligros para la salud mental y física
de las personas y especialmente de las más jóvenes. Las enfermedades cardio-vasculares, las drogas, las depresiones, la obesidad son algunos de ellos
y médicos, psicólogos, sociólogos y pedagogos coinciden en señalar al
deporte como un recurso idóneo, entre otros, para evitarlos o contrarrestar
sus efectos.
Estamos convencidos de la función formativa y social que puede ejercer el
deporte en estos momentos, especialmente en la población joven, y también
del importante papel que padres/madres y educadores tienen en el desarrollo de hábitos saludables de vida basados en la práctica de actividad física
estable; por ello, nos parece urgente que se aplique en el deporte el principio de igualdad de oportunidades en relación con la variable sexo/género
para que chicas y chicos tengan acceso de igual modo a sus beneficios.
Somos conscientes del gran avance que se ha producido en los últimos años
en relación con el respaldo legal que tiene la equidad entre mujeres y hombres pero, también nos percatamos, en el día a día, de la brecha existente
entre la igualdad legal y la igualdad real.
En la población femenina más joven, para la que la igualdad legal es un derecho con el que se están desarrollando, cabe el peligro de que consideren
que este derecho es un bien tangible y que el amparo legal elimina por si
mismo las todavía múltiples barreras, a veces muy sutiles, que impiden en la
práctica participar en los diferentes ámbitos sociales con libertad y en igualdad de oportunidades.
En el ámbito deportivo, quizás por la adscripción que las actividades físicas
y el deporte han tenido y tienen al rol social masculino y, puede que también, por la peculiaridad de las estructuras que sustentan el deporte, observamos con preocupación la lentitud de los cambios deseados. Como
expondremos a continuación, la participación de las mujeres en el hecho
deportivo no sólo es minoritaria sino que, además, está impregnada de los
estereotipos sociales de género; y afecta tanto a su participación en las diferentes actividades físico-deportivas como a la que se produce en los niveles
de gestión y organización del deporte.
A lo largo del presente texto, pretendemos analizar la relación de las mujeres
jóvenes con el deporte. Partiendo del concepto actual de deporte y de los
diferentes modelos de práctica deportiva que han surgido en las sociedades
modernas, revisaremos las bondades y los peligros que el deporte de nuestros días reviste para la población infantil y juvenil. La identificación del rol
social masculino con el deporte y la influencia de los estereotipos de género
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
121
en la práctica de actividades físico-deportivas nos servirán para conocer
cómo ha sido y es la vinculación de las mujeres con el ejercicio físico y con
el deporte y las barreras que dificultan una participación equitativa de mujeres y hombres en la actualidad. Incluiremos, también, algunas pautas para el
desarrollo de programas de intervención que permitan avanzar hacia una
participación de las mujeres jóvenes en el deporte desde una perspectiva de
igualdad de oportunidades.
¿Qué es el deporte?
Ocurre, a menudo, que las cosas y hechos con los que convivimos diariamente nos resultan difíciles de explicar y, sobre todo, de definir; este es el
caso del deporte. Generalmente, tenemos un concepto subjetivo acerca de
la práctica deportiva motivado por nuestra propia experiencia y por las
imágenes e informaciones que nos llegan de manera indirecta; sin embargo,
encontramos graves dificultades cuando queremos expresar concretamente
esa idea. Podríamos hacer una prueba: escriban en una hoja las respuestas
que darían a la pregunta que se enuncia arriba ¿Qué es el deporte? y comparen, posteriormente, las respuestas de varias personas. Comprobarán,
posiblemente, las dificultades que tienen para establecer una definición
concreta y cómo varía esta en función de las experiencias e intereses individuales.
Numerosos estudios han tratado de explicar el concepto deporte y, de este
esfuerzo, han resultado múltiples definiciones. No es cuestión de traer aquí
cada una de ellas, entre otras cosas porque excedería los límites de estas
páginas, pero si consideramos necesario mostrar algunas con el fin de comprobar sus variadas acepciones e identificar los elementos que lo caracterizan.
J.M. Cagigal manifiesta, en su obra Deporte, Pedagogía y Humanismo que:
“La palabra Deporte expresa una honda realidad vital” y que, por ello, “el
concepto Deporte ha sufrido hasta nuestros días diversas ampliaciones y
significados”.
Las definiciones más recientes, como es la de la Gran Enciclopedia
Larousse centran el concepto Deporte en: “Actividad lúdica, sujeta a reglas
fijas controladas por organismos internacionales, que se practica en forma
de competición individual o colectiva, y que pone en juego cualidades tales
como la movilidad física, la fortaleza y la habilidad de los competidores”.
La Carta Europea del Deporte, en su Artículo 2. i, dice: “se entenderá por
“deporte” todas las formas de actividad física que, a través de una participación organizada o no, tengan por objeto la expresión o la mejora de la
condición física y psíquica, el desarrollo de las relaciones sociales o la
obtención de resultados en competiciones de cualquier nivel”.
A la vista de la amplitud con que puede ser conceptualizado el término
deporte y a los muchos significados que se han ido sumando al concepto
primitivo de esta palabra, debido a la gran complejidad que el hecho
deportivo ha adquirido en la actualidad, parece bastante difícil encerrarlo
en una única definición. Coca, S., en su libro El hombre deportivo, recoge
más de ciento veinticinco expresiones del término deporte y señala las
palabras más destacadas de estas definiciones, proponiendo que cada uno
amplíe la gama de sus propias matizaciones.
122
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
En las publicaciones más recientes, los autores optan por señalar las características básicas que lo identifican más que entrar en una definición. En general establecen las siguientes:
• actividad física más o menos intensa, ejercicio físico;
• lucha, agonismo, competición;
• fortalecimiento
para la vida, progreso en la expresión de la propia personalidad y en las actitudes y vinculaciones sociales;
• recreación, juego, diversión, ocio;
• salud, estética y estilo de vida.
De todas ellas, a nivel popular, la que más se identifica actualmente con el
deporte es, sin duda, el ejercicio físico. De esta manera, hoy en día, decimos
que hace deporte el futbolista profesional, el nadador olímpico y, también,
cuando nuestros hijos se reúnen con sus amigos para dar patadas a un balón
o cuando el abuelo de la familia se acerca al polideportivo más cercano para
tratar de mantener su decadente forma física. Es evidente que, entre un tipo
y otro de actividad física, existen diferencias cuantitativas y cualitativas muy
importantes en función de los objetivos que unos y otros pretenden; sin
embargo, a los efectos del uso generalizado del lenguaje, todas estas situaciones se identifican porque sus fines y consecuencias se desconocen.
Concluyendo, si hay algo que caracteriza particularmente al deporte, entendido este en su sentido más amplio, es el ejercicio físico y el consecuente
gasto de energía que su práctica provoca; aunque, como ya hemos visto, no
sea este el único ingrediente que lo compone. Los otros elementos: la competición, la satisfacción o divertimento, los beneficios para la salud, etc.
siguen estando presentes en todas las categorías de práctica deportiva pero
su intervención varía según los objetivos que voluntaria o involuntariamente
se busquen.
En nuestro contexto sociocultural y en los últimos treinta años, el deporte
tiende a diversificarse en función de los fines u objetivos que se persiguen y
ha desarrollado modelos diferenciados de práctica según las nuevas demandas sociales. Así, tenemos: el deporte rendimiento, encaminado a lograr altos
niveles de forma física para lograr el éxito en la competición deportiva; el
deporte educativo-formativo, como medio de desarrollo físico y mental y para
la adquisición de hábitos sociales, higiénicos y de estilo de vida, que coincide
fundamentalmente con la formación escolar, y el deporte recreación-ocio-salud, cuya práctica se relaciona con la ocupación del tiempo libre y el mantenimiento de hábitos saludables a lo largo de toda la vida. Últimamente, se esta
consolidando un tipo de actividad física relacionada con la cultura del cuerpo
y que tiene como finalidad primordial la mejora estética.
Es preciso destacar en relación con estas categorías de deporte que las
líneas divisorias entre una y otra son difíciles de identificar, sobre todo para
la mayoría de las personas. Los medios de comunicación, centrados fundamentalmente en los intereses económicos que mueve la primera de las categorías señaladas, traen a nuestras casas un modo de práctica deportiva que
en la mayoría de los casos esta muy alejada de las virtudes que pueden
generar las otras formas de actividad física y de deporte. - A pesar de ello y
aún considerando que no es esta la mejor forma de acercarnos al deporte, la
contribución que los medios de comunicación de masas han tenido en la
generalización de las prácticas deportivas durante las últimas décadas es
muy importante -.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
123
Los beneficios y los peligros del deporte
Las influencias beneficiosas del ejercicio físico sobre el organismo de las personas son aceptadas de manera generalizada por la sociedad y son muchos
los efectos positivos que se le atribuyen. Por tanto, no es nuestra intención
trasmitir dudas sobre los muchos valores que el deporte y la actividad física
tienen, pero sí deseamos aclarar que algunas ideas concebidas acerca del
ejercicio físico tratan de presentarlo como una especie de panacea para los
problemas individuales y sociales de nuestro tiempo, y esta no es exactamente la realidad.
Las bondades del ejercicio físico no son inherentes a su práctica, por lo que
requiere de unas condiciones de realización adecuadas a los objetivos que se
pretenden. Podemos afirmar con rotundidad que, en general, la actividad
física genera amplios beneficios relacionados con la salud, la formación y la
realización personal y colectiva que contribuyen a una mejora en la calidad
de vida; pero, de la misma forma, señalamos que para la consecución de
estos beneficios de manera óptima se hace imprescindible que los programas se desarrollen con un respeto absoluto a determinadas condiciones:
• las características individuales de las personas que los ejecutan: funcionales y físicas, psicológicas y sociales;
• los fines u objetivos que se pretenden: formativos, de rendimiento, recreativos, de salud, estéticos, terapéuticos, etc.;
• las condiciones propias de la categoría de práctica deportiva en la que se
realizan: deporte educación, deporte rendimiento y profesional, deporte
recreación, deporte salud y deporte estético.
Los beneficios del ejercicio físico
Los efectos positivos del ejercicio físico sobre los órganos y sistemas que
condicionan el desarrollo corporal y la conducta de los seres humanos, han
sido ampliamente estudiados en los ámbitos de la medicina, de la psicología,
de la sociología y del deporte. Como resultado de estos trabajos, existen en
la actualidad listas bastante extensas y pormenorizadas de los fenómenos
fisiológicos y funcionales que se producen en el organismo durante el ejercicio y de los cambios que a nivel mental y psico-social se originan por la
práctica estable de actividades físicas.
Empezaremos señalando que los efectos del ejercicio físico sobre el organismo humano tienen una repercusión general sobre el conjunto de la persona
y es prácticamente imposible establecer los límites de incidencia que en uno
u otro ámbito del comportamiento biológico tiene cualquier acción. Por ello,
cabe manifestar la escasa constatación científica existente en relación con
los efectos concretos que la actividad física y el deporte producen en los
ámbitos mental y psicológico, lo que motiva que algunas de las atribuciones
estén apoyadas más en el conjunto de creencias beneficiosas que, tradicionalmente, se le han adjudicado al deporte que a los resultados de las investigaciones. No obstante, la evidencia científica reciente demuestra sin lugar a
dudas la importancia del deporte y de la actividad física para la salud y el
desarrollo general de la persona.
Desde esta perspectiva, y tras una revisión de la literatura especializada,
vamos a mostrar una síntesis extraída de la realizada por Sánchez (1996) en
su obra La actividad física orientada hacia la salud.
124
Revista de Estudios de juventud
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Efectos fisiológicos:
• aumento general de la capacidad funcional de órganos y sistemas;
• mejora de la capacidad cardio-respiratoria;
• aumento de la fuerza muscular y de la estructura y función de los ligamentos y articulaciones;
• aumento de la resistencia al esfuerzo;
• aumento de la actividad metabólica con repercusión beneficiosa sobre
aspectos nutricionales y en contra de la obesidad;
• incide sobre el proceso de osificación ósea y contrarresta la osteoporosis;
• puede normalizar la tolerancia a la glucosa;
• mejora generalizada del funcionamiento del sistema nervioso;
• favorece el crecimiento físico y el desarrollo de los grandes sistemas
del organismo.
Efectos mentales:
• reducción del estrés y de los estados de ansiedad;
• mejora de la autoestima y del autoconcepto;
• reduce los estados depresivos;
• equilibra el sistema emocional;
• mejora la actividad mental.
Efectos psico-sociales:
• facilita el contacto con el entorno social y las relaciones interpersonales;
• favorece la aceptación de normas sociales;
• contribuye a la formación del carácter dentro de un marco de valores y
actitudes tales como el autocontrol, la voluntad, la disciplina, la honradez, la superación personal, la participación y la sociabilidad;
• proporciona un recurso importante para la ocupación del tiempo de
ocio;
• genera hábitos de vida saludables que previenen sobre el alcohol, el
tabaco y las drogas;
• ayuda a la adopción de un estilo de vida acorde con las pautas de conducta propias de la sociedad de nuestro tiempo.
Algunos peligros del deporte
A lo largo de las páginas que anteceden, ya hemos ido señalando que no
siempre el ejercicio físico y el deporte logran los beneficios positivos que
en un principio les adjudicamos. Hay que tener en cuenta que, como toda
actividad humana, el deporte se ve impregnado de intereses particulares
y colectivos que no siempre son todo lo lícitos que desearíamos. Esto ha
ocurrido siempre y puede ser observado a lo largo de la historia de la
humanidad, a poco que profundicemos en su estudio, y por mucho que
algunos se empeñen en presentárnoslo como intachable.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
125
A los propios riesgos que toda actividad física conlleva en sí misma, como
aquellos que se derivan de actividades más o menos peligrosas y arriesgadas que plantean algunas modalidades de práctica y que pueden ser totalmente controlados, se suman otros producto del uso inadecuado o
desmesurado que los individuos y la sociedad hacen del deporte. Sin embargo, aunque estos riesgos deben ser conocidos y controlados, en general, los
efectos positivos de la práctica deportiva superan en mucho a los nocivos
que pudieran existir.
En consecuencia, cabe la posibilidad de encontrar algunos efectos negativos
en la práctica de ejercicio físico que deben conocerse. A continuación, señalamos los que tienen mayor significación en la actualidad.
• La especialización precoz. Los niveles que la competición deportiva de alto
nivel ha adquirido en los últimos años obligan a los y las deportistas a iniciar la práctica deportiva cada vez en edades más tempranas y a dedicarle
cada vez mayor cantidad de tiempo, lo que puede suponer un alto riesgo
para la salud y para la formación integral de la población joven. Las familias, antes de tomar decisiones sobre la incorporación de sus hijos o hijas a
este tipo deporte, deben estar bien informadas de la exigencia física, mental y de tiempo que es imprescindible hoy día para llegar al éxito deportivo, así como de los riesgos que conlleva un exceso de práctica y
determinado tipo de ejercicio físico para el normal desarrollo en las etapas
infantil y juvenil. En todo caso, deben exigir de quienes se responsabilizan
del deporte el máximo apoyo para evitar cualquiera de estos peligros y
para asegurar a los/as futuros/as deportistas una formación integral y académica.
Las autoridades educativas y deportivas, de los organismos nacionales e
internacionales, vienen tomando precauciones al respecto y han establecido
normas y reglas de actuación para la práctica en las etapas más jóvenes.
Entre ellas, destacan las que aseguran una educación integral, favoreciendo
la coexistencia de estudio y entrenamiento, y las encaminadas a preservar la
salud y el respeto a las pautas del desarrollo.
• El exceso de práctica. Los muchos beneficios que la práctica de ejercicio
físico moderado entraña para la salud de la mayoría de las personas,
algunos de los cuales ya hemos señalado aquí, pueden tornarse en riesgos importantes cuando el organismo es sometido de manera persistente
a grandes esfuerzos. En este caso se encuentran quienes se dedican al
deporte de alta competición y deportistas profesionales. También, algunas personas que realizan ejercicio físico sin el debido asesoramiento y
control por parte de los profesionales de la sanidad y del deporte.
• El doping. Es este uno de los problemas más importantes con los que se
enfrenta el deporte hoy en día; en principio, sólo afecta al deporte de
alta competición y contra él se está luchando denodadamente desde
todas las instancias de la administración deportiva. No obstante, debemos hacer una llamada de atención sobre la reciente aparición de casos
aislados en gimnasios y centros de fitness, a los que los y las jóvenes
asisten con el fin de lograr una mejor apariencia y forma física, y en los
que, a veces, son inducidos a ingerir vitaminas y otras sustancias para llegar a mejores y más rápidos resultados. No es nuestra intención crear
ninguna alarma injustificada en este sentido, porque somos conscientes
de la poca incidencia, por ahora, que estas situaciones tienen y, también,
de que al frente de muchos de estos establecimientos se encuentran
126
Revista de Estudios de juventud
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excelentes profesionales que no permiten estas anomalías; pero... hay que
estar alerta.
• La comercialización. Las sociedades post-industriales con economías de
mercado han encontrado en el deporte un producto altamente rentable.
Parece lícito admitir que muchos elementos del entorno deportivo puedan
ser objeto de productividad; pero, cuando el mercantilismo se instala en
las esferas del deporte y lo manipula para la obtención de fines puramente
económicos, pueden llegar a eliminarse los límites que separan la bondad
de la práctica deportiva con los de sus posibles perjuicios. En estos casos,
se desvirtúa la esencia del deporte para llevarlo al terreno de los excesos
que en muchos aspectos están sufriendo algunas formas de práctica, entre
ellas el fútbol.
Es necesario establecer claras diferencias entre los modelos de deporte productivo y las formas denominadas “deporte para todos”, porque ni sus fines
ni sus modos de hacer deben ser iguales, como ha quedado reflejado en
estas páginas.
• La politización del deporte. Ya hemos apuntado anteriormente que el
deporte es tomado por los gobiernos de nuestro tiempo como un exponente externo del desarrollo socio-económico de los países y como un elemento asociado al bienestar social y a la calidad de vida de los
ciudadanos. Algunos gobiernos y administraciones públicas, movidos por
la obtención de beneficios puramente políticos, pueden llegar a utilizar el
deporte únicamente para estos fines pervirtiendo el verdadero significado
de las diferentes categorías de práctica deportiva. De hecho, así viene
ocurriendo desde hace mucho tiempo en los países de corte más totalitario.
• El intrusismo profesional. La generalización de la práctica deportiva entre
los ciudadanos que se ha producido en las últimas décadas, en la mayoría
de los países y en concreto en el nuestro, está demandando una oferta
cada vez mayor de programas y de establecimientos dedicados a la realización de actividad física. Aunque en paralelo se han ido regulando los
estudios que forman a profesionales del sector y tenemos en la actualidad
diferentes niveles de formación para atender las distintas categorías de
deporte, esta amplia demanda, unida, por un lado, a la desinformación que
tiene el usuario acerca de los efectos nocivos que puede llegar a tener el
ejercicio físico cuando es realizado de manera inadecuada, es decir, dirigido por profesionales que no tiene la debida formación y, por otro, la
ausencia de regulación precisa para este ámbito profesional, están permitiendo que personas, con escasos conocimientos y sin ninguna titulación
que les avale, puedan estar al frente de algunos de estos establecimientos
y programas.
Los riesgos, que pueden derivarse de una mala orientación profesional y de
la ausencia de rigor en el planteamiento de los programas de actividad física
y deporte deberían alertar a quienes las utilizan para exigir todo tipo de
seguridades en orden al mantenimiento de la salud y de la integridad física.
Los estereotipos de género y el deporte
Las diferencias biológicas de los sexos hombre y mujer y, fundamentalmente,
la capacidad de engendrar descendencia que tiene el cuerpo de la mujer han
constituido la base de los estereotipos de género. Los estereotipos sociales
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
127
masculino y femenino adscriben, a partir de las características biológicas,
funciones diferenciadas a los hombres y a las mujeres. Estas funciones se
centran en la producción para ellos y en la reproducción para ellas y, a su
vez, predeterminan una valoración del cuerpo funcional y estética respectivamente, así como unas características diferentes a unos y otras.
El estereotipo masculino, se identifica socialmente con la productividad, de
la que se deriva un concepto del cuerpo del hombre predominantemente
funcional, al que se le adjudican atributos tales como la resistencia, la fortaleza, la corpulencia física, el desarrollo muscular y el aspecto atlético.
En el caso del estereotipo femenino, nos encontramos que la función reproductiva ha predominado sobre todas las demás posibles. El cuerpo de la
mujer, desde esta perspectiva, se conceptualiza como algo estético con el
fin de ser lo suficientemente atractivo para el hombre y así asegurar la reproducción. Algunas de las características que identifican la estética corporal
femenina en la actualidad son: debilidad, esbeltez, flexibilidad, armonía, elegancia, etc.
Las estrechas relaciones entre actividades físicas/deporte y masculinidad/
feminidad tienen raíces profundas y antiguas. Ya los pueblos primitivos utilizaban las actividades físicas y los juegos corporales para mostrar posiciones y valores de los hombres y de las mujeres frente a funciones personales
y sociales que ya estaban diferenciadas: productividad y reproductividad.
Los hombres exhibían su fortaleza y sus habilidades para la caza y la defensa del territorio y de la prole, mientras que las mujeres destacaban su belleza y mostraban sus mejores atuendos para atraer a aquellos que
consideraban más fuertes, más sanos y más preparados (Blanchard, K. y A.
Cheska, 1986).
Más tarde, tanto en el deporte prehelénico como en el propio deporte griego, de una manera más sublimizada, este reparto de funciones y posiciones
persiste. El deporte tiene una clara identidad masculina y representa los
valores del más alto ideal masculino: fuerza, poder y gloria.
En los Juegos Olímpicos antiguos sólo podían participar los hombres. Las
mujeres podían ser espectadoras pero en una grada separada y, a partir de
los XXXII Juegos, se prohibió la entrada a las mujeres casadas porque los
hombres corrían desnudos. Las imágenes historiográficas de las sacerdotisas encendiendo el fuego sagrado o coronando a los campeones ponen de
manifiesto la relación de las mujeres con el deporte en la Grecia clásica.
Algunos escritos antiguos dicen que en un principio las mujeres jóvenes
también participaban en los juegos públicos pero que, con el paso del
tiempo, los Juegos adquirieron un carácter totalmente masculino. Sin
embargo, exceptuando Las Heraeas, juegos femeninos en honor de la diosa
Hera, que se realizaban separados de los masculinos y sobre los que no
queda prácticamente ninguna referencia de las participantes, ni tan siquiera
de las ganadoras, las mujeres estuvieron alejadas del deporte. La única
referencia que ha llegado hasta nosotros es la que hace Pausanias, historiador y geógrafo griego, sobre la participación de la espartana Cyniska y
como ejemplo de que las mujeres estaban apartadas de los Juegos. Se
refiere a la inscripción que apareció en las piedras de Olimpia, que decía así
“Yo Cyniska, descendiente de los reyes de Esparta, coloco esta piedra para
recordar la carrera que gane con mis rápidos pies, siendo la única mujer de
toda Grecia en ganar”.
128
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Mientras tanto, numerosos nombres masculinos han quedado recogidos en
los escritos antiguos como los grandes héroes de los Juegos. En el libro Las
Olimpiadas Griegas (DURANTEZ, C. 1977), se recogen numerosos nombres
de los ganadores en las diferentes pruebas de los Juegos antiguos y, evidentemente, ninguno femenino.
En los Juegos Olímpicos modernos, creados a imagen y semejanza de los
anteriores, se mantuvo la identificación masculina del deporte. Cuando el
Barón Pierre de Coubertin reinicia los Juegos a las puertas del siglo XX, no
concibe como posible la participación femenina en las competiciones y, ya
en 1912, cuando es preguntado sobre ello contesta:
¿La mujer en los Juegos Olímpicos?...
“Impracticable, carente de interés, antiestético e incorrecto. La concepción
de los Juegos tiene que responder a la exaltación periódica y solemne del
atletismo, la lealtad como medio, el arte como marco y los aplausos femeninos como recompensa” (MEYER, G. 1963).
A pesar de estas injustas y discriminatorias palabras, las mujeres han ido
introduciéndose lenta y paulatinamente en el olimpismo y, aunque todavía
no se ha conseguido la igualdad total ni en el número de atletas ni en el de
pruebas deportivas, la participación femenina es hoy en día muy importante
y sus éxitos, globalmente, se pueden equiparar a los de los hombres.
Lograr la presencia activa de la mujer en los Juegos Olímpicos modernos, no
ha sido tarea fácil. Tras una primera aparición en París 1900, tan sólo con dos
participantes, y ante la intransigencia de Coubertin para incluirlas en los
Juegos, su compatriota Alice Milliat decide crear la Federación Internacional
Deportiva Femenina en 1921, al amparo de la cual se organizan unos Juegos
Mundiales Femeninos en Goteborg y París, obligando, finalmente, al Comité
Olímpico Internacional a claudicar y permitir su participación abierta en las
competiciones. De esta manera, la presencia femenina en las competiciones
olímpicas se fue convirtiendo en una realidad que ha llevado a las mujeres de
la ausencia total, en Atenas 1896, a una participación del 42,37%, en Pekín
2008.
La identificación actual de las mujeres con el deporte
El deporte es un fenómeno sociocultural presente en todas las sociedades
modernas y, como hecho social, esta impregnado de la cultura sexista existente todavía en la actualidad. Mujeres y hombres participan en actividades
físicas diferentes y sus actitudes hacia el deporte pueden ser muy variadas.
De hecho, cuando se estudia con detenimiento los modos en los que los grupos humanos se identifican con las actividades físico-deportivas nos encontramos con una gran variedad de modelos y observamos que los hombres y
las mujeres lo hacen mediatizados por los estereotipos sociales de género.
La primera diferenciación la encontramos en el grado de interés que el
deporte suscita y la forma de relacionarse con el hecho deportivo; mientras
algunos/as se interesan por ser espectadores o espectadoras, otros y otras
se involucran en su realización práctica. En segundo lugar, hay diferencias
también en aquellos que eligen la práctica. Los motivos que les mueven a
ello, el grado de importancia que dan al hecho deportivo y los modelos de
práctica que realizan, también difieren en razón del sexo (E. ALFARO y B.
VÁZQUEZ, 2007).
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
129
En general, las mujeres se muestran más alejadas que los hombres de todo
lo que se refiere al deporte. Según los datos del Estudio sobre Actitudes y
Prácticas Deportivas de las Mujeres Españolas (1900-2005), editado por el
Instituto de la Mujer (2005), el 84,1% de mujeres manifiestan tener poco o
nada de interés por los eventos deportivos y, en el tramo de 15 a 29 años, un
30,8% declara no haber asistido nunca a un evento deportivo.
Asimismo, el interés por el deporte en general varía entre la población femenina y la masculina, mientras que las mujeres que manifiestan interés están en
torno al 40%, en los hombres el porcentaje supera el 70%. Además, sólo un
26% de mujeres estarían interesadas en emplear su tiempo libre en hacer
deporte. (GARCÍA FERRANDO, 2006).
En relación con la práctica de actividades físico-deportivas, sobre el nivel
medio de práctica deportiva que en España se sitúa en el 37%, las mujeres no
alcanzan el 30%. Por otra parte, el 54,5% de mujeres dicen que no realizan
este tipo de actividades y, en el tramo comprendido entre los 15 y los 29 años,
el 46,7% se expresa de igual forma.
En cuanto a los motivos para la práctica, hombres y mujeres señalan como
primer motivo hacer ejercicio físico pero, mientras que para los hombres el
segundo y el tercer motivo es la diversión/ pasar el tiempo y porque le gusta
hacer deporte respectivamente, para las mujeres el segundo motivo es mantener y/o mejorar las salud pasando al tercer lugar la diversión/ pasar el tiempo.
Por último, cabe señalar que el 49% de la población joven (15-24 años) manifiesta que no hace deporte porque no tiene tiempo y el 43% porque no le
gusta (GARCÍA FERRANDO, M., 2006).
Otro análisis que conviene hacer y sobre el que queremos incidir se refiere a
los tópicos o estereotipos asociados a las prácticas deportivas. En el Gráfico 1
queda patente el grado de afiliación que parte de la población española todavía tiene con los estereotipos de género en el deporte. Un 32% de las encuestadas considera que la práctica deportiva intensa masculiniza a la mujer, un
16% dice que la práctica deportiva de las mujeres perjudica su maternidad y
que el deporte es cosa de hombres y un 15% cree que la mujer no está naturalmente dotada para el deporte. Además, sólo un 35% considera que las mujeres en España practican deporte suficientemente. En relación con estos datos,
cabe destacar la escasa variación entre los obtenidos del estudio realizado en
1990 y el del año 2005, si exceptuamos las variables España está atrasada en
deporte que ha mejorado en 30 puntos, aproximadamente, y las mujeres en
España practican deporte suficientemente que lo ha hecho en 15 puntos.
Asimismo, cuando revisamos las actividades físicas o deportivas practicadas,
nos encontramos que los roles sociales de género influyen a la hora de elegir
un tipo u otro de práctica. El porcentaje de mujeres es mayor en aquellas
modalidades deportivas que tradicionalmente han estado aceptadas para las
mujeres, por ejemplo gimnasia, o en aquellas que rompen menos el estereotipo femenino, como andar y hacer marchas por la montaña. Sin embargo, se
producen grandes diferencias en la práctica de deportes con balón, boxeo y
caza y pesca, deportes con una mayor identificación con el estereotipo social
masculino. GRÁFICO 2.
Los estereotipos de género, también quedan patentes cuando se solicita opinión acerca de las actividades físico-deportivas menos apropiadas para las
mujeres (gráfico 3). Entre las actividades que se consideran menos propias
para las mujeres destacan el fútbol (23,7%), seguido del boxeo (23,6%).
130
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Gráfico 1.
Comparativa del grado de
acuerdo con los siguientes estereotipos sobre el
deporte.
Fuente: Estudio Sobre
Actitudes y Prácticas Deportivas de las Mujeres Españolas (1990-2005). Base:
6. 125. Telecyl Estudios.
2005 y comparativa con el
estudio realizado en 1990.
Gráfico 2.
Actividades físicas o deportivas practicadas.
Fuente: Estudio Sobre
Actitudes y Prácticas
Deportivas de las Mujeres
Españolas (1990-2005).
Base: 5. 728. Telecyl Estudios. 2005.
Gráfico 3.
Deportes o actividades
físicas que considera más
apropiadas para las mujeres y para los hombres.
Fuente: Estudio Sobre
Actitudes y Prácticas
Deportivas de las Mujeres
Españolas (1990-2005).
Base: 6. 125. Telecyl Estudios. 2005.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
131
Otro elemento diferenciador entre mujeres y hombres en relación con el ejercicio físico y el deporte, se establece en los motivos por los que se considera
importante participar en estas prácticas. Las mujeres citan en mayor proporción que los varones y de forma estadísticamente significativa los motivos
de hacer ejercicio físico, de mantener y/o mejorar la salud, y de mantener la
línea; por el contrario, los varones enfatizan en mayor medida que las mujeres el elemento lúdico de diversión y pasar el tiempo, de afición y gusto por
el deporte, el elemento de relación social de encontrarse con amigos y la
inclinación a competir. El motivo de la evasión no ofrece diferencia alguna en
su elección por uno y otro sexo. GARCÍA FERRANDO, M. (2006).
Los estudios y datos que hemos revisado, algunos de los cuales se han
expuesto aquí, nos lleva a la conclusión de que mujeres y hombres establecen
relaciones distintas con el deporte pero, sobre todo, que las diferencias que se
observan no responden tanto a posiciones particulares sino que influencias
familiares y sociales relacionadas con la variable sexo/género están presentes.
Factores que influyen en la relación de las mujeres con el
deporte
Desde principios del pasado siglo XX, los países más desarrollados tienen
entre sus objetivos institucionales la democratización política y social y, dentro de ella, la aplicación del principio de equidad entre las mujeres y los
hombres. Garantizar la igualdad de oportunidades entre unas y otros dentro
del entramado social, se ha convertido en uno de los últimos logros de nuestro país; sin embargo, todavía existen retos importantes relacionados con las
necesidades, los intereses, los deseos y las demandas de las mujeres. Las instituciones y la opinión pública son cada vez más conscientes de que, aunque
las mujeres y los hombres sean diferentes, la desigualdad y la discriminación
de género son incompatibles con la democracia (Instituto de la Mujer, 2008).
Los estudios de género y la detección de los factores que inciden en las diferencias individuales y grupales que se observan entre mujeres y hombres,
han ido aportando suficiente información para el reconocimiento de las
barreras que han motivado las actuales desigualdades.
En primer lugar, consideramos que en la incorporación de las mujeres al
ámbito deportivo se ha producido un paralelismo con lo que ha ocurrido en
los otros ámbitos sociales: cultural, laboral, económico y político. En concreto las mujeres se han encontrado con lo siguiente:
• Inclusión en el modelo establecido, generalmente masculino.
• Necesidad de compatibilizar los roles socio-familiares adscritos tradicionalmente a las mujeres con los exigidos en el ámbito al que se incorporan.
• Mayor nivel de exigencia en cuanto a su competencia para llegar a los
mismos niveles de reconocimiento que tienen los hombres.
• Asimilación de conductas y competencias identificadas con los roles
sociales masculinos para desenvolverse con éxito.
Además de estas situaciones comunes, en el deporte se han dado otros
factores específicos que nos gustaría señalar porque tienen especial
influencia cuando se trata en la relación que las mujeres establecen con el
deporte:
132
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Factores biológicos:
• Diferencias morfológicas, de ritmo de crecimiento y de maduración.
• Maternidad.
• Diferencias de rendimiento físico y funcional.
• Respuesta orgánica al ejercicio físico intenso.
• Respuesta orgánica a sustancias dopantes y de mejora del rendimiento.
• Concepto diferente del cuerpo.
Factores educativos:
• Modelos de práctica más cercanos a los intereses masculinos que a los
femeninos.
• Menores expectativas de la familia y del profesorado en relación con la
práctica deportiva de las niñas y de las jóvenes.
• Baja autoestima sobre el nivel de competencia motriz.
• Menor implicación en la práctica deportiva.
• Menor nivel de hábitos deportivos y de formación.
Factores deportivos:
• Normas, reglamentos y limitaciones administrativas y deportivas.
• Espacios, instalaciones y material.
• Modelo deportivo masculino.
• Modelos de práctica, horarios y nivel de dedicación.
• Gestores y entrenadores masculinos.
• Estructuras deportivas pensadas por y para los hombres.
Factores socio-culturales:
• Estereotipos sobre los modelos sociales de hombres y de mujeres.
• Asignación social masculina a la práctica deportiva, especialmente en
algunos deportes.
• Diferencias en el reconocimiento social y económico de las mujeres
deportistas en relación con los hombres.
• Limitaciones económicas y de tiempo y dificultad para combinar la práctica con los roles familiares y sociales.
• Ausencia de un rol deportivo en la mujer.
• Ideología y religión.
Los avances científicos, las disposiciones legales y el propio avance social
están cooperando para eliminar, minimizar o compensar estas influencias
en pos de la igualdad de oportunidades en el deporte. No obstante, es preciso destacar la brecha existente entre la realidad legal y la realidad real
que ya apuntábamos al principio de este texto y que también se da en el
deporte.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
133
Gráfico 4.
Percepción de beneficios
según tipo de práctica.
Fuente: B. Vázquez y col
(2005).
Si queremos acortar distancias entre la normativa y los hechos, se hace necesario incluir la perspectiva de género en la formación de profesionales y en la
investigación científica. Es imprescindible desarrollar programas de apoyo y
aplicar toda la normativa legal sobre igualdad entre mujeres y hombres.
Debemos concienciar a los hombres y a las mujeres sobre las ventajas de
una sociedad basada en la equidad y para la que se requiere no sólo la participación de las mujeres sino también la de los hombres.
Las mujeres jóvenes y el deporte
Las experiencias que se tienen en las etapas infantil y juvenil con las actividades físico-deportivas parecen cruciales para establecer hábitos de vida
saludables relacionados con el ejercicio físico y para una identificación positiva con el deporte.
Por otra parte, no cabe duda de que estas experiencias están mediatizadas
por situaciones personales, familiares y sociales de quienes las viven, constituyendo una red de influencias que las acercan o las apartan del hecho
deportivo y que, en todo caso, proporcionan a las jóvenes un modelo de
conducta individual y social más o menos gratificante en cuanto al ejercicio
físico y al deporte.
La actitud de las personas que desde edades tempranas han concebido el ejercicio físico como una actividad habitual en su vida es más integradora y duradera con el deporte y, aún lo es más, si la práctica ha sido de carácter competitivo.
Gráfico 5.
Edad de iniciación
en la práctica de actividades físicas o deportivas.
Fuente: Estudio Sobre
Actitudes y Prácticas
Deportivas de las Mujeres
Españolas (1990-2005).
Base: 3. 115. Telecyl Estudios. 2005..
134
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Gráfico 6.
Nivel de disfrute percibido.
Fuente: B. Vázquez y col.
(2005).
Gráfico 7.
Percepción dificultades.
Fuente: B. Vázquez y col.
(2005).
Gráfico 8.
Práctica actual, regular y
de cierta intensidad.
Como podemos comprobar en el gráfico 5, sobre la percepción de los beneficios del deporte en las mujeres adolescentes, las que compiten y las que practican valoran más los beneficios del deporte que las que no lo hacen.
La edad de iniciación en la práctica de actividades físico-deportivas se produce mayoritariamente antes de los 15 años, en el 77,4% de los hombres y en
el 60,6% de las mujeres. Posteriormente, entre los 15 y los 19 años, baja al
10% en las jóvenes y al 11,6% en los chicos (Gráfico 5). Este es el motivo de
que se insista en la importancia de establecer vínculos positivos con el
deporte en edades tempranas y asegurar que estos no se vean influidos por
los roles y estereotipos que la sociedad tiene establecidos para las mujeres y
para los hombres, los cuales, generalmente, apartan a la población femenina
del ejercicio físico.
Aunque no existen todavía muchos estudios que analicen de manera específica la relación de la población femenina joven con el deporte, si es cierto
que en los últimos años se está prestando mayor atención a este tema. Entre
los estudios que se han centrado en la relación entre los estereotipos de
género con la actividad física y el deporte en adolescentes se encuentran los
realizados por Vázquez, B. y otros (2000); Macías , M. V. (2003); Veiga, O.
(2004) y Alfaro, E. (2007). De todos ellos, se desprende la idea de que los
estereotipos y los roles sociales de género empiezan a intervenir desde las
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
135
Tabla 1.
2000-01
2001-02
2002-03
2003-04
DEPORTES
MAS
FEM
MAS
FEM
MAS
FEM
MAS
FEM
INDIVIDUALES
17.905
58,6%
12.668
41,4%
17.577
58,2%
12.668
41,8%
18.838
59,2%
13.033
40,8%
17.312
62,3%
10.490
37,7%
COLECTIVOS
62.120
91,1%
6.100
8,9%
68.929
91,3
6.100
8,7%
71.056
91,8%
6.401
8,2%
73.826
91,9%
6.521
8,1%
SUBTOTAL
80.065
18.768
86.502
18.768
89.894
19.434
91.138
17.011
TOTAL
98.833
105.275
109.328
108.149
Fuente: ALFARO, E. (2006)
primeras edades, tanto en lo que se refiere a la participación en la práctica
de actividades físico-deportivas como al modelo de deporte practicado y
las concepciones que sobre el deporte en general tienen las niñas y las
jóvenes.
Se observa, por ejemplo, que la edad es una variable que está relacionada
con el grado de disfrute que las niñas y las jóvenes tienen al realizar actividades físicas (gráfico 6), y que la percepción de dificultades para relacionarse con estas actividades también aumenta con la edad (gráfico 7).
Asimismo, se confirma una correlación entre la edad y la implicación con
las actividades físicas y deportivas que tienen las chicas. FERNÁNDEZ, E. y
col. (2003), encontró que un 60% de las chicas de 12 años tenían una prác-
Tabla 2. Datos generales de participación (2003-04)
BENJAMÍN
ALEVÍN
INFANTIL
CADETE
MAS
FEM
MAS
FEM
MAS
FEM
MAS
FEM
MAS
FEM
ATLETISMO
265
210
569
499
470
327
325
177
88
32
BADMINTON
-
-
151
148
86
55
24
19
-
-
CROSS
1517
1193
1596
1402
1008
718
678
380
233
116
GIMN.ART.
85
155
50
115
50
75
10
45
-
-
GIMN. RÍT.
-
336
-
322
-
189
-
378
-
-
KARATE
292
124
283
124
209
89
129
61
-
-
JUDO
566
206
551
228
311
83
257
53
-
-
MOUNT. BIK
2
1
3
-
4
1
4
-
4
-
NATACION
410
363
446
467
448
420
328
281
201
183
222
TENIS
-
-
135
76
139
67
161
52
413
TENIS MESA
28
16
381
26
93
18
20
6
-
-
SUBTOTAL
3.165
2.603
3.218
3.407
2.818
2.042
1.936
1.452
939
553
TOTAL
5.768
6.625
4.860
Fuente: Dir. Gral. Deportes Ayuntº Madrid
136
JUVENIL
DEPORTES
INDIVIDUAL
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
3.388
1.492
tica regular y de cierta intensidad; sin embargo, a la edad de 16 años, sólo el 33%
mantiene una práctica regular y estable. (gráfico 8).
Al revisar los niveles de participación y el grado de implicación de las niñas y
de las jóvenes en las clases de Educación Física, se observa que tanto la práctica de actividad física en el centro escolar como fuera del mismo es más alta
en los chicos que en las chicas; y tanto por el número de deportes practicados
como por la frecuencia de dicha práctica. Se detecta, asimismo, que la práctica deportiva está asociada a los estereotipos de género, inclinándose las chicas más por aeróbic, gimnasia rítmica, baile y natación y los chicos por fútbol,
ciclismo y balonmano. (VÁZQUEZ, B. Y COL., 2000).
Los datos sobre la participación en las competiciones deportivas de edad escolar y
juvenil de varias Comunidades Autónomas, de los años 2000 al 2004, que se
observan en la tabla 1, dejan patente que, del total de participantes, las chicas intervienen en un porcentaje menor que los chicos (15/18% de chicas frente al 80/85%
de chicos), Por otra parte, las desigualdades se acentúan aún más cuando se trata
de deportes colectivos (8% de chicas). Además, se observa la estabilidad de los
datos que se mantienen prácticamente sin modificaciones durante los cuatro
años estudiados (ALFARO, E. 2007), lo que nos debería hacer reflexionar sobre la
efectividad de la coeducación en relación con la Educación Física y el deporte.
En la tabla 2, se presenta la cuantificación de la participación del año 2003-04
en los campeonatos municipales de Madrid, por sexo, categorías de edad y en
los diferentes deportes (ALFARO, E. 2007). La participación femenina es
menor que la masculina en todas las categorías de edad, excepto en alevines
que es algo superior la de chicas. A medida que avanzamos en edad, las diferencias son más acusadas a favor de los chicos, alcanzando la máxima diferencia en la categoría juvenil.
Se puede ver, también, que las chicas son minoría en todos los deportes,
excepto en las modalidades gimnásticas que, como todos sabemos, se ajustan
más al estereotipo deportivo femenino de manera histórica. El Atletismo es el
deporte en el que las diferencias son menores, aunque al avanzar en edad
estas se acentúan.
Indicadores de la práctica deportiva de las niñas y de las jóvenes
La identificación de los rasgos dominantes que caracterizan las relaciones de
género con el deporte en las niñas y mujeres jóvenes ha sido analizada en diferentes estudios. FERNÁNDEZ, E. (2007) expone que el trabajo de Biddle et al.
(2005), integra la revisión de varios de estos estudios sobre la actividad física
de las chicas y las variables que influyen en esta relación y señala las tendencias
que pueden identificarse como emergentes dentro de la problemática que
rodea la implicación de la participación femenina con la actividad física. Estas
tendencias son:
• Los niveles de actividad física y deporte declinan a lo largo de los años de
la adolescencia. Para las chicas el punto de inflexión de este declive se
sitúa en los 12 años. En esta edad se asienta en las chicas un modelo de
relación con la actividad física basado en la inactividad.
• Las chicas perciben el deporte demasiado competitivo y ello constituye un
factor de rechazo porque tienen una percepción sobre su competencia
motriz muy baja y consideran que no son “buenas” en él.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
137
• Las chicas ven el deporte como una actividad masculina y, por ello, inapropiada para ellas. Especialmente los deportes de equipo son percibidos
como un ámbito propio de los chicos. Además, los chicos piensan que el
deporte no interesa a las chicas y estas se quejan de que los chicos se burlan de ellas cuando hacen deporte.
• Las chicas piensan que hay una falta de opciones y lugares adecuados para
practicar actividades físico-deportivas. Ello hace que no se sientan a gusto a
la hora de practicar deporte porque consideran que las facilidades para
hacer deporte y los espacios están generalmente dominados por los chicos.
• Los intentos para proporcionar actividades a las chicas no satisface sus
necesidades. Consideran que las actividades que se les ofrecen no son
interesantes para ellas.
• Las chicas no creen que mantener su salud estar en forma y ser buena
deportista sean logros importantes. En general, tienen poca conciencia
sobre la importancia de la actividad físico-deportiva para el mantenimiento
de la salud.
• La falta de tiempo es considerada una barrera para estar más activa. Los
deberes escolares y otros quehaceres familiares y sociales son citados por
las chicas como barreras para el deporte.
• Falta de aliento de los padres e insuficientes modelos de rol ofrecidos.
Pocas chicas perciben el apoyo de su padre y de su madre para la práctica
deportiva y, además, en una gran mayoría, sus progenitores no realizan
actividades físicas ni deporte porque no pueden actuar como modelo de
referencia.
• Falta de competencia percibida. La baja autoestima que tienen las chicas
sobre su competencia motriz actúa negativamente en su relación con el
deporte y manifiestan lo poco que les agrada participar en actividades físico-deportivas.
• Las chicas de minorías y de grupos con desventajas tienen menos niveles
de actividad. En estos grupos se produce un menor apoyo familiar y social
y menores modelos de rol de sus padres.
Algunas pautas para la intervención
Es evidente que el aprendizaje social que hacen las niñas no incluye el
deporte. Parece que entre las niñas el deporte no es un motivo de cohesión
social como ocurre en los niños y ello influye en la identificación de las chicas con el ejercicio físico (VÁZQUEZ, B., 2006).
Los principales agentes socializadores, la familia y la escuela, juegan un
papel determinante en el mantenimiento de los roles de género y, ambos,
siguen transmitiendo la cultura sexista. Si a ello añadimos la influencia de los
medios de comunicación y de la publicidad que siguen presentando una
imagen estereotipada y anacrónica de la mujer y que reflejan muy poco la
evolución social de la misma, encontraremos la justificación al inmovilismo
que se detecta en la realidad cotidiana de la gran mayoría de población
femenina.
La coeducación, por su parte, no ha contribuido a mejorar la situación. El
currículo escolar de la Educación Física y el modelo androcéntrico de actividades que lo desarrollan no interesan a las chicas. Incluso, algunas profesio-
138
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
nales del deporte han lanzado la idea de que las jóvenes actuales participan
menos en las actividades deportivas escolares, incluidas las clases de
Educación Física, que lo hacían las chicas cuando la educación estaba segregada por sexos.
De otra parte, la televisión y la prensa escrita siguen difundiendo los estereotipos tradicionales en relación con las mujeres y con los hombres en el
deporte. Es frecuente ver como de una laureada deportista se destacan más
sus atributos femeninos que sus éxitos deportivos o como se critica a aquellas que muestran un desarrollo muscular que no encaja en la imagen delicada y suave que se atribuye a una mujer.
Las estructuras deportivas tienen un marcado carácter masculino. En la
organización y gestión del deporte español hay muy pocas mujeres: el estudio realizado a nivel nacional por la Comisión Mujer y Deporte del Comité
Olímpico Español (2006), sobre la participación de las mujeres en la gestión
del deporte, muestra que sólo el 9,9% de los puestos de responsabilidad
están ocupados por mujeres. En el ámbito internacional, la situación no es
muy diferente: en el conjunto de los órganos de decisión del Comité
Olímpico Internacional hay 13,7% de mujeres, pero en la Comisión Ejecutiva
la participación de las mujeres es del 6,6%; en las Comisiones Ejecutivas de
los Comités Olímpicos Nacionales, las mujeres no llegan al 20% y, tan sólo en
diez Federaciones Deportivas Internacionales, las mujeres llegan al 29%.
(ALFARO, E., 2007).
En consecuencia, pensamos que es necesario realizar profundos cambios en
el deporte y adoptar estrategias específicas si queremos que las niñas y las
jóvenes se acerquen a la práctica de actividades físico-deportivas. Entre los
objetivos que deberían orientar estas acciones se señalan: cambiar la mentalidad de las mujeres a través de la Educación Física, mediante la presentación de modelos positivos y campañas deportivas; cambiar la mentalidad de
las familias para que den el mismo apoyo a las actividades físico-deportivas
que realizan las hijas que a las que realizan los hijos; cambiar la mentalidad
de los/as profesionales deportivos y de la información para que eliminen de
su quehacer cualquier forma de discriminación hacia las mujeres y, por último, cambiar la estructura de las administraciones y organizaciones deportivas para incluir a las mujeres en sus planteamientos y en su gestión.
A modo de conclusión
Las niñas y las jóvenes establecen desde edades tempranas una relación
conflictiva con el deporte y ello las aleja de su práctica, privándolas de obtener beneficios relacionados con la salud y el desarrollo personal, de la posibilidad de adquirir hábitos de vida saludables y de lograr una competencia
motriz que les permita utilizar el deporte como un medio de ocupación del
tiempo de ocio y como elemento de relación social.
La participación de las jóvenes en las actividades físico-deportivas está
mediatizada por los roles y los estereotipos de género y por el modelo
androcéntrico que preside mayoritariamente los programas de Educación
Física que se desarrollan en la Escuela.
Las niñas y las jóvenes no se identifican con el modelo deportivo que les
ofrecen los medios de comunicación, generalmente masculino, ni tampoco
con los escasos modelos de mujeres deportistas que les llegan, en muchos
casos masculinizados o de carácter muy competitivo.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
139
Unido a todo ello, encontramos el poco apoyo que para hacer deporte reciben
las hijas en el contexto familiar y la ausencia de políticas específicamente orientadas a la igualdad de oportunidades en el deporte.
Creemos firmemente que se requiere un cambio estructural en el deporte y las
actividades físicas de la juventud que incluya la revisión de los programas de
Educación Física, la organización y oferta deportiva, la formación del profesorado, la información de las familias y la motivación de las niñas y de las jóvenes.
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Mujeres jóvenes en el siglo XXI
141
documentos
7
Carmen Ortiz. Técnica en Género. Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid.
Participación social, política y
económica de la juventud española
con perspectiva de género. Mujeres
jóvenes hoy
Introducción
En primer lugar tendríamos que abordar algunas cuestiones sobre juventud y
género por la falta de claridad y homogeneidad en torno a los propios conceptos que no por usuales definen las mismas cosas y de la misma manera,
En esa línea, habría que plantearse algunas precisiones dichos conceptos
para abordar la situación de las mujeres jóvenes de la España del siglo XXI, y
analizarlo con la perspectiva de género.
Recogiendo parte de la construcción del concepto de juventud, Martín
Criado señala que: “La “juventud” se ha constituido como uno de los objetos
de investigación sociológica más comunes, más banales. La existencia de
una “juventud” como grupo -o “condición”- social que tendría “actitudes”,
“comportamientos” o una “subcultura” se ha convertido en una especie de
evidencia natural, en un punto de partida incuestionable en buena parte de
la investigación sociológica sobre la “juventud” española”. Si bien parece
algo exagerado el calificar a la juventud como un objeto banal de investigación, la edad cronológica de las personas que se agrupan en esa etapa de la
trayectoria vital no genera un objeto homogéneo ni se puede considerar un
problema social.
En general, se puede convenir que la juventud es la etapa de la vida de las
personas situada entre la infancia y la edad adulta. La infancia comienza al
inicio de la vida (nacimiento) y la edad adulta termina con el final de la vida
de las personas (deceso o muerte) En ambos casos, encontramos los límites
de inicio y fin, aunque estos extremos podrían dar lugar a discusión en función de las distintas creencias y valores de tipo moral o de determinaciones
generadas por los avances científicos.
Cómo se podría hacer un acotamiento de juventud, En opinión de un experto
como Domingo Comas sobre el acotamiento de juventud (en relación a las
políticas públicas) indica que, “sin bien y en términos formales la categoría
juventud se extiende entre 15 y 30 años, las dinámicas concretas de algunos
programas pueden obligarnos a flexibilizar estas edades”. Señala que, un elemento importante en la reflexión lo constituye el hecho de que la categoría
“juventud” resulta en ocasiones tan potente que nadie “sabe o quiere saber”
los años que tienen estos “jóvenes”, que se identifican no tanto por su edad
real como por determinados aspectos de su identidad social. Avanza en su
exposición indicando que, “podemos sostener que “juventud” es efectivamente una categoría social (o al menos una representación social) pero sin
edad”.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
143
Al relacionar los procesos de emancipación de las personas, a partir de unas
determinadas edades, con “juventud” se puede aprecia diferencias por género. Algunos estudios indican que, en el proceso de emancipación no es lo
mismo ser varón que mujer, por ejemplo ellas obtienen la emancipación residencial antes y en mayor proporción que los varones, a pesar de su incorporación más tardía al mercado de trabajo y con sueldos inferiores (Aguinaga,
2005). A que responden estas diferencias. Se debe a que la diferencia de
edad de las parejas sigue siendo, por término medio y por razones “culturales”, de dos años más joven la mujer que el varón (Aguinaga y Comas,
2006). Como consecuencia la edad de emancipación varía a consecuencia
de un factor cultural tradicional y poco concorde con la esperanza de vida
de ambos sexos.
Es probable que una buena parte de las personas adultas proyecten sus
deseos de cambio en las generaciones de menor edad por sus frustraciones
o incapacidades para abordar asuntos como la participación social, política y
económica. En el caso de las mujeres, es muy frecuente encontrar a las adultas de mayor edad, proyectando y favoreciendo el cambio de las más jóvenes. Las madres y abuelas desean lograr el cambio para sus hijas y nietas. Un
cambio para ellas intuitivo sobre lo que perciben debería ser el ejercicio de
todos los derechos de ciudadanía para las que tienen más cercanas.
Identifican a las mujeres jóvenes con el futuro de la sociedad.
Juventud y Género
Para abordar la situación de las mujeres jóvenes y sus distintas formas de
participación es preciso tener en cuenta y relacionar los conceptos de
JUVENTUD Y GÉNERO.
El Género / Sexos, tomado en sentido sociológico es un concepto que hace
referencia a las diferencias sociales (por oposición a las biológicas) entre
hombres y mujeres que han sido aprendidas, cambian con el tiempo y presentan grandes variaciones tanto entre diversas culturas como dentro de una
misma cultura.
El concepto de género refiere a la asignación social y a la valorización diferenciada de responsabilidades y roles a hombres y mujeres, que condiciona
sus opciones, hábitos y desempeños.
No por reiterado deja de ser un hecho objetivo que en el modelo imperante
de sociedad patriarcal, la división en función del género asigna, prioritariamente, para el hombre, la esfera pública (todo lo que tiene que ver con la
producción); y, para la mujer, la esfera privada (la reproducción y el cuidado
de los otros). Al tratarse de unas variables socio-económicas, influyen, entre
otras, la clase social, el entorno económico, la edad, etc., Cuando se observa
el reflejo del modelo en la juventud, y el trabajo o empleo se ponen de manifiesto los desequilibrios de oportunidades y necesidades entre las y los jóvenes.
En la infancia y adolescencia a través de los procesos de socialización se va
conformando la identidad –en función de la identificación con los modelos
vigentes– la asignación del género es un condicionante de la construcción de
su propia identidad. Los chicos y chicas jóvenes de hoy continúan reproduciendo los roles diferenciados en función del género, puesto que, ellos están
preparados para acceder a la vida adulta a través del trabajo productivo y, a
ellas se les prepara para la reproducción y el trabajo de cuidado. En la actua-
144
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
lidad, estos procesos y sus resultados son cada vez menos lineales, básicamente por el acceso masivo de las mujeres a la educación, al mundo del
trabajo y a la producción.
El rol masculino lleva a la independencia económica y al pleno reconocimiento
ciudadano; mientras que el femenino conduce a la dependencia y a una ciudadanía delegada. Por ello, las mujeres, con independencia de la edad, mantienen la lucha por la consecución de una ciudadanía plena como un derecho
fundamental.
Cuando se plantea la necesidad de hacer análisis de género de manera transversal para resolver los problemas de la inequidad marcados en la realidad
social, se está planteando una nueva visión de todas las cuestiones sociales
que afectan a una sociedad dual y desigual en oportunidades y deseos.
En los análisis de género aplicados a la juventud, Silveira señala que, “La pertinencia de la aplicación de una mirada de género al análisis de la juventud y
del ámbito laboral parecería incuestionable: la definición de roles se inicia en
la infancia y está en la base de la construcción de la identidad y son las concepciones culturales acerca de lo que les corresponde ser y hacer a hombres y
mujeres, del valor de las actividades y capacidades femeninas y de las relaciones con sus padres y maridos, las que se trasladan al ámbito laboral e interactúan con las exigencias y condicionantes productivas y económicas
determinando la división sexual del trabajo”.
En resumen, la división del trabajo en función del género establece una clara
separación del trabajo remunerado y no remunerado entre hombres y mujeres,
tanto en la vida privada como en la pública, en función de los roles que tradicionalmente se les ha asignado. El proceso de incorporación de las mujeres a
la vida pública deviene en un cambio, lento pero progresivo, de la asignación
de roles, y por ello de comportamientos y actitudes entre los géneros. Lo que
no está exento de la aparición de conflictos en ese camino que en determinadas situaciones sólo se sepan resolver por medio de la dominación y el ejercicio de la violencia.
Marco normativo de apoyo y avance hacia la igualdad de
Género
A pesar de los avances hacia la igualdad de género, especialmente en materia
legislativa, la Unión Europea se pone de manifiesto que, “hoy es el día en que
todavía no se ha llegado a una igualdad de oportunidades entre hombres y
mujeres real y efectiva en la Unión Europea y sus Estados miembros. Las desigualdades por razón de sexo en el acceso y participación en la vida económica y social y los obstáculos que impiden una participación equilibrada entre
hombres y mujeres en la vida pública y privada están impidiendo la plena
movilización de la ciudadanía”.
Desarrollo de Instrumentos legales y de promoción legislativa de Naciones Unidas
Desde la proclamación de la Carta de las Naciones Unidas (1945), se establecen los derechos de las mujeres como un principio básico de NN.UU. En la
Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), se establece que:
“toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamadas en esta
Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo”. Más adelante, la
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
145
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de discriminación contra las Mujeres (1979), señala, que los derechos humanos de las mujeres
incluyen todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales que conforman una sociedad.
Conferencias Mundiales sobre las Mujeres
Las 4 Conferencias mundiales sobre las mujeres, celebradas a lo largo de 30
años, han supuesto un afianzamiento, a escala internacional de la importancia
de trabajar desde una perspectiva de género, una toma de conciencia sobre
los aportes de las mujeres al conjunto de la sociedad y un desarrollo de instrumentos para la eliminación de las discriminaciones. Equidad, desarrollo y
paz son los temas abordados en las cuatro conferencias sobre las que se
asientan las aspiraciones del sistema de la ONU, sus Estados miembros y
sus pueblos. Las Conferencias se celebraron en un período de 20 años en
las ciudades de: México, 1975, Copenhague, 1980, Nairobi, 1985 y Pekín,
1995.
En la IV Conferencia Mundial sobre las Mujeres se adopta la Plataforma
para la Acción, en la que se concentran los temas clave identificados como
los principales obstáculos para el progreso de la mayoría de las mujeres del
mundo: desigualdad en el acceso al poder, en la adopción de decisiones, la
alfabetización, enseñanza y empleo; pobreza, respeto a los derechos humanos de las mujeres, salud y derechos reproductivos, violencia y tecnología.
En los años 2000 y 2005, se realizaron sendas evaluaciones sobre el estado de aplicación de la Plataforma de Acción de Beijing por parte de la
Asamblea General. En las sesiones, se determinaron los logros alcanzados,
las deficiencias y los retos que se presentan, proporcionando una indicación de las esferas en que es más urgente adoptar medidas e iniciativas
para proseguir la labor de la aplicación de la Plataforma. A partir del análisis de algunos resultados, se fijaron las áreas prioritarias en tema de igualdad de géneros y educación a incluir dentro de los Objetivos del Milenio
como son:
1.- El aumento del acceso de las niñas a la educación primaria y secundaria;
2.- Garantizar la salud y los derechos sexuales y reproductivos;
3.-Invertir en infraestructura, a fin de reducir las limitaciones de tiempo
que se imponen a las mujeres y las niñas;
4.-Garantizar los derechos de propiedad y herencia de las mujeres y las niñas;
5.- Eliminar las desigualdades de género en el empleo;
6.-Aumentar el número de escaños que ocupan las mujeres en los
parlamentos nacionales y el gobierno local;
7.- Redoblar los esfuerzos para luchar contra la violencia contra las niñas y mujeres.
Salvo en el área de la educación obligatoria tanto en primaria como en
secundaria, nuestro país tiene que continuar en la línea de avance y mejora
de la situación de las mujeres y las niñas aplicando la legislación en vigor
sin dejar resquicios para que se perpetúen las desigualdades por razón de
género. El proceso iniciado, referente internacional desde el punto de vista
146
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
normativo, es imparable pero puede sufrir retrocesos especialmente desde el
punto de vista económico y de participación en la producción, al estar las
mujeres en una posición más débil.
Progreso en la Legislación española
En España la legislación básica que garantiza los derechos a la igualdad
efectiva entre mujeres y hombres se asienta sobre la base de una Ley
Orgánica: Ley Orgánica 3/2007, de 22 marzo, para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres, BOE 23-03-2007. Ley de aplicación para toda la ciudadanía, luego es el marco de referencia también para la igualdad efectiva en
la población joven. Para su mejor conocimiento y comprensión es importante
que las bases fundamentales de esta Ley estén incluidos en los conocimientos que se deben impartir en la nueva asignatura obligatoria de Educación
para la Ciudadanía.
Otra ley importante y complementaria de los derechos y avance en la mejora
y progreso hacia la promoción de igualdad efectiva y de eliminación de las
discriminaciones por razón de género es la LEY 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en
situación de dependencia. Esta normativa permite una mejora para aquellas personas, mayoritariamente mujeres, que se dedican al cuidado de
otras dependientes en el entorno más cercano y sin ningún tipo de compensación por ese trabajo hasta la promulgación de dicha ley. Permite visibilizar y regular los trabajos de cuidado personales y la posibilidad
percepción de algunas compensaciones de tipo económico. Se prevé que, a
la vez, pueda ser generadora de empleos de los denominados “yacimientos
de empleo” en los que podrían encontrar una salida laboral algunos grupos
de jóvenes de ambos sexos.
Caracterización de las mujeres jóvenes y desigualdades de
género
Desde un punto de vista demográfico y cuantitativo veremos algunas
características de las jóvenes actuales de está España moderna y democrática. Las chicas actuales tienen algunas diferencias iniciales respecto a las
generaciones más adultas. Conviven en el interior de familias con modelos
diferenciados, más democráticas, liberales y con un número reducido de
miembros dentro de la unidad familiar.
La evolución de la población joven, ajustada a los tres grupos quinquenales que van desde los 15 a los 29 años, a pesar de la disminución del
número de personas (desciende en 4,75 puntos porcentuales. Padrón M.
H. 2007) que componen cada uno de los grupos, en los diez últimos años,
la distribución por sexo a penas a sufrido variación. Las mujeres jóvenes
no superan el 50% dentro de cada uno de los grupos quinquenales de esa
etapa juvenil, en contraposición a la distribución del total de la población
de todas las edades. Bien es cierto que, las proporciones de feminidad
más alta se dan en los grupos de mayor edad (a partir de los 50 años las
mujeres superan porcentualmente a los hombres), consecuencia de la
mayor esperanza de vida de las mujeres. Un dato a tener en cuenta, de
cara a las proyecciones poblacionales, es el efecto que tendrá la inmigración con los procesos de reagrupaciones familiares en relación a las generaciones más jóvenes y los cambios conductuales en aspectos como la
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
147
Tabla 1. Población, según edad (grupos quinquenales)
Datos absolutos: ambos
sexos
1986
TOTAL-población
2007
38.473.332
45.200.737
De 15 a 19 años
3.279.277
2.330.877
De 20 a 24 años
3.205.781
2.854.845
De 25 a 29 años
2.920.451
3.736.671
TOTAL% mujeres
50,93
50,58
De 15 a 19 años
48,93
48,58
De 20 a 24 años
49,10
48,94
De 25 a 29 años
49,54
48,44
FUENTE: Mujer en Cifras. Instituto de la Mujer. Datos a partir de la Revisión del Padrón. INE
reproducción teniendo en cuenta que estas personas provienen de sociedades más marcadamente patriarcales y desiguales en función del género
y una parte importante poseen convicciones ético-morales más tradicionales.
Con el devenir de los tiempos, no muy lejanos, dadas las tasas actuales de
fecundidad y el cambio en los estilos de vida de las mujeres, sometidas a
dobles y triples jornadas de trabajo, puede producirse un efecto de reducción de la esperanza de vida y acercándose a la de los hombres que por su
parte está en lento crecimiento.
Influencia de la Estructura de los hogares de la España actual en las relaciones de género y en las políticas elaboradas con perspectiva de género.
Revisando cualquier tipo de estudio o estadística demográfica, a simple
vista, se pueden apreciar importantes cambios demográficos, laborales y
socioeconómicos que se han venido produciendo en las tres últimas décadas, y de manera especial en los últimos diez años, cuyas consecuencias han
afectado a la composición y estructura de los hogares españoles.
Hoy se pueden encontrar varios modelos de familias coexistiendo en la
sociedad española: matrimonios con o sin hijos/as, parejas de hecho, matrimonios de homosexuales, familias monoparentales, parejas de divorciados
con hijos/as de diversa procedencia, y cualquiera de los tipos anteriores con
alguna persona mayor a cargo. Otros cambios que cabe resaltar son el
aumento del desempleo y de la precariedad del mercado de trabajo, las nuevas formas de convivencia familiar, la caída de la natalidad, la creciente
incorporación de la mujer en la vida laboral, y el envejecimiento de la población.
Teniendo en cuenta los diferentes modelos de familias o la composición de
los hogares, un cambio que conviene destacar es el incremento del número
de hogares sustentados por mujeres. Entre 1998 y 2004, han pasado de un
18% a un 22% los hogares que estaban sustentados por mujeres, es decir, uno
de cada cinco (según datos de la Encuesta Continua de Presupuestos
Familiares) En general, estas mujeres son viudas en una gran mayoría (49%),
separadas o solteras ejerciendo de sustentadoras principales en esos hogares. Datos de Hidalgo Vega.
148
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
% Mujeres
Ambos sexos datos absolutos (en miles)
Tabla 2. Población de 16 y + años, según estado civil. Nueva Metodología. EPA-2005
1998
2006
TOTAL
32.985
37.236
Solteras/os
10.261
11.743
Casadas/os
19.541
21.282
Viudas/os
2.504
2.720
Separ./Divor.
679
1.491
TOTAL
51,42
50,97
Solteras
45,51
44,78
Casadas
49,99
49,78
Viudas
83,28
83,01
Separ./Divor.
64,64
58,45
FUENTE: Mujer en Cifras. Instituto de la Mujer. Elaboración a partir de los datos de la EPA. INE
Por grupos de edades, el aumento más significativo de las tasas de fecundidad se produce en el grupo de 35 a 39 años, pasando de un valor de 43,0 en
el año 2000 a 55,9 en el año 2006, mientras que en el grupo de 25 a 29
años la tasa ha descendido. En los otros grupos de la juventud más temprana, entre los 14 y 24 años también han aumentado las tasas. Veremos que
ocurre en los próximos años con la pérdida de bonanza económica y el posible descenso de los flujos migratorios.
En España, la edad media de la maternidad se ha situado en la última década por encima de los 30 años, podríamos decir que casi pasada la juventud
y en el inicio de la edad adulta, según los indicadores demográficos del INE.
Se ha venido produciendo un retraso progresivo de la maternidad por parte
de las mujeres que se van planteando la construcción de proyectos vitales
cada vez más autónomos e independientes. Para lo cual necesitan de un
mayor nivel formativo y de autonomía económica, que consiguen a través de
la incorporación al mercado de trabajo y el proyecto de una carrera profesional.
Según el estado civil, y su desagregación en función del género, las mujeres
jóvenes y adultas, en función de las cuatro categorías establecidas, se podría
decir que existe una cierta paridad por género en cuanto a la proporción de
casadas - casados, y algo menor es la proporción en la categoría de la soltería.
Pero claramente las mujeres representan una abrumadora mayoría en las categorías correspondientes a viudedad y separación y divorcio. Visto el cuadro
comparativo de los años 1998 al 2006, con independencia del incremento
poblacional, la distribución por sexo parece indicar que desciende la proporción de separadas y divorciadas, a pesar de alcanzar cifras cercanas al 60%.
Formación de las jóvenes
Los cambios en el sistema educativo, en la formación reglada ampliando la
permanencia hasta los 16 años por la obligatoriedad del sistema, han sido
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
149
determinantes para las mujeres comprendidas en el tramo de la infancia a la
juventud. La consecuencia es altamente positiva en términos de eficacia formativa: cada vez son más y obtienen mejores resultados que los chicos.
Aunque sus expectativas están condicionadas por el género en su incorporación al mercado laboral, es decir, en el empoderamiento económico.
Las mujeres representan el 48,5% del alumnado de las enseñanzas obligatorias, porcentaje menor que el de los hombres, debido a la estructura de la
población; esta situación se invierte en las enseñanzas postobligatorias,
donde la presencia de la mujer aumenta hasta el 51,5% del alumnado, como
consecuencia de su mayor peso en el Bachillerato (54,7%). El mayor nivel de
escolarización de la mujer en las edades postobligatorias queda también
reflejado a través de las tasas de escolarización: a los 16 años la tasa de
escolaridad femenina supera en casi 6 puntos a la masculina (90,6% mujeres
y 84,8% hombres) y a los 17 años la diferencia es aún mayor (81,0% mujeres
y 70,5% hombres).
Las mujeres jóvenes no son ajenas a los obstáculos impuestos por la sociedad patriarcal, a pesar de la aparente equidad del sistema educativo ya que
comparten la actividad con los chicos de las mismas edades. Por eso es
imprescindible avanzar en la transversalidad de género en la escuela, aunque
esta sea mixta en la actualidad. Pero, es preciso ir progresando hacia un sistema coeducativo imprescindible para la formación y socialización en igualdad.
La sociedad está perdiendo el conocimiento y talento acumulado por las
mujeres españolas, especialmente de las más jóvenes que están más y mejor
formadas. En los niveles de enseñanza post-obligatorios son mayoría las
mujeres, incluyendo todos los niveles universitarios. Las barreras impuestas
para avanzar en los procesos paritarios en la participación económica se van
eliminando desde la normativización de la equidad de género, condición
necesaria pero no suficiente.
Actitudes de los escolares y percepción de la Igualdad
Parece preocupante el mantenimiento de los roles a través de las manifestaciones que hacen los adolescentes sobre la percepción que tienen de su
futuro ante situaciones conflictivas que se les pueden presentar y su posible
resolución. En un estudio con adolescentes de la Comunidad de Madrid, dirigido a la prevención de la violencia desde las aulas, una de las conclusiones
que extraen a través de las respuestas a su propia percepción sobre la distribución del tiempo.
“La distribución del tiempo futuro que anticipan los y las adolescentes, está
también relacionada con sus actitudes. Los que tienen creencias más sexistas sobre las diferencias psicosociales y de justificación de la violencia como
reacción piensan dedicar más tiempo al deporte y a su propia salud y menos
tiempo a cuidar a los hijos y a las tareas domésticas, que los que rechazan
dichas creencias. Diferencias que reflejan, una vez más, la estrecha relación
que parece existir en general, en la muestra estudiada, entre la visión sexista
y violenta del mundo y una planificación vital que excluye el cuidado de
otras personas en el ámbito privado, así como tareas necesarias en dicho
ámbito poco compatibles con la imagen del héroe violento de los estereotipos masculinos tradicionales”. Díaz-Aguado y Martín Seoane.
Con referencia a los resultados obtenidos, en el citado estudio, sobre la imagen social ideal y los valores que se consideran más relevantes en un hombre
150
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
joven y en una mujer joven reflejan una diferencia muy significativa respecto a la
interiorización de roles sexistas; puesto que, mientras las adolescentes consideran que los valores más importantes en una joven deben ser los mismos y en el
mismo orden que en un joven o en su imagen social ideal (1.-simpatía; 2.-sinceridad; 3.- atractivo físico), los adolescentes sitúan ésta tercera dimensión como lo
más importante en una mujer joven. Parece, por tanto, que el estereotipo sexista
de la “mujer objeto” está superado por ellas pero no por ellos.
Las autoras del estudio plantean que, de los análisis realizados en el mismo
se deduce que la lucha contra el sexismo puede ser considerada como una
condición básica para construir una sociedad menos violenta, para erradicar no sólo la violencia que se ejerce contra la mujer, sino todo tipo de violencia. Conviene tener en cuenta, además, que entre los adolescentes
algunas de las creencias que justifican agredir a alguien que te ha quitado
lo que era tuyo o que te ha ofendido cuentan con un nivel de aceptación
preocupante (uno de cada tres adolescentes está de acuerdo con dichas
creencias).
La escuela como espacio de socialización debe evitar la transmisión de
todo tipo de estereotipos, en el caso que nos ocupa, de los estereotipos de
género, y poner las condiciones para proporcionar nuevos modelos de relación que, desde la igualdad, fomenten la participación de las mujeres en
todos los ámbitos socio-políticos y de vida cotidiana y enriquezcan las relaciones intersexuales (Furman et al, 1999). Por lo que la escuela con nuevas
políticas educativas más igualitarias y planificadas con perspectiva de
género debe ser un pilar fundamental de transformación y de cambio social
favoreciendo la construcción de nuevos perfiles personales y deconstruyendo los roles sexistas imperantes en nuestra sociedad.
Participación y ciudadanía
La participación de las personas es tan diversa y plural como las situaciones y circunstancias en las que se encuentren, es decir, hoy se puede hablar
de participación social, ciudadana, comunitaria, individual, pero estas categorías no son limitantes ni exclusivas. A corto plazo, es previsible que
podamos observar nuevas modalidades de la participación de las personas
con herramientas e instrumentos más ágiles y cercanos. El ejemplo del uso
de las tecnologías de la información y comunicación está implicando unas
nuevas formas de participación social, política y económica compartiendo
espacios virtuales que acercan a la ciudadanía, al menos para aquello que
cuentan con acceso a los mismos recursos. La telefonía móvil e Internet se
están convirtiendo en instrumentos de participación o complementarios de
los procesos de participación. En estos casos, también, es preciso salvar la
brecha de género, no solo en relación a las mujeres jóvenes sino las referidas a todos los grupos de edad, especialmente las mayores. También es
preciso salvar el obstácul o de las relaciones intergeneracionales y las desigualdades dentro del mismo género.
Algunos autores reconocen que para la existencia de una democracia más
participativa en las naciones de occidente, sería necesario una reformulación o adaptación de la participación democrática, pues fortalecerá el sistema democrático ya que no se conoce otra forma de organización política
y social que lo sustituya y conduzca al pluralismo, libertad, igualdad, paz y
justicia social. Para lo cual, es imprescindible que la ciudadanía participe en
la resolución de los problemas sociales y participe en democracia.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
151
La participación social es una aspiración legítima de las sociedades desde
posiciones colectivas e individuales y puede servir de mecanismo de control
de la actuación de los y las representantes elegidos/as de las organizaciones
políticas y sociales en los períodos inter-electorales.
Respecto de los análisis de la participación con perspectiva de género
imprescindibles para la elaboración de políticas públicas más igualitarias,
existen dos conceptos fundamentales y que deben impregnar todo el acerbo
de los trabajos e investigaciones como son: ciudadanía y empoderamiento
aplicados a las mujeres, con independencia del grupo de edad al que pertenezcan.
El concepto de ciudadanía (ejercicio pleno de todos los derechos de la persona) implica además de la participación en el poder político, la de todos los
derechos civiles y sociales. Cualquier limitación de derechos impuesta en la
práctica por el poder dominante en la sociedad patriarcal supone violencia
de género, discriminación salarial o discriminación en la representación en el
poder político o económico y demuestra que las mujeres están, en muchos
casos, limitadas en el disfrute de estos derechos, y a las formas de hacer, de
ejercer el poder y de relacionarse.
El concepto de empoderamiento posee una doble vertiente. Por una parte,
se refiere a la capacidad de las mujeres para acceder a aquellos puestos
donde se toman decisiones. Por otra, a la revalorización de la aportación de
las mujeres.
La ciudadanía plena y el empoderamiento en las situaciones en las que se
limita, está limitando la autonomía de la persona y generando desigualdad,
conformando sociedades o grupos sociales asimétricos en detrimento de un
género y/o colectivo como en el caso que nos ocupa. También las mujeres
jóvenes sufren de esa merma de autonomía por el hecho de ser mujeres
como lo demuestra su menor representación en algunos órganos de representación, las dificultades en el acceso al mercado laboral, la brecha salarial,
el derecho a la salud y a la capacidad a decidir sobre su propio cuerpo sin
condicionamientos sociales o personales.
La estrategia de empoderamiento de las mujeres abarca actuaciones en las
áreas de educación, empleo, participación económica y política, y fortalecimiento personal y asociacionismo, de manera simultánea e interrelacionada.
Participación Política y Social
No puede existir una participación equilibrada sin un funcionamiento efectivo de la “democracia paritaria”. El término, y la idea misma, es muy reciente
y supone un punto de inflexión fundamental en la argumentación a favor de
la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisión política y,
por lo tanto, en las instancias donde se toman estas decisiones: Parlamentos y
Gobiernos (P.E.I.O. 2008-2011). Este concepto viene cobrando cada vez más
fuerza desde la firma de la Plataforma de Acción de Pekín, 1995, firmada por
la mayoría de los gobiernos participantes en la Conferencia Mundial organizada por Naciones Unidas. En la actualidad, existe una campaña general en toda
la Unión Europea, impulsada por el Lobby Europeo de Mujeres 50/50 y apoyada por una buena parte de dirigentes políticos, organizaciones de mujeres,
cívicas y políticas además de miles de mujeres a título individual, que pretende representar el impulso de la democracia paritaria en términos de total equilibrio para el acceso de las mujeres al poder político de la Unión Europea.
152
Revista de Estudios de juventud
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En España desde la aprobación de la LOIEMH, el impulso y avance hacia la
democracia paritaria, que se establece en la propia Ley, en relación a la participación política, social y económica, está dando unos buenos resultados
especialmente en el área de la política y del poder político. Probablemente
es el área más fácil de modificar con relación a la equidad de género, depende de la sensibilidad y voluntad política de las personas dirigentes de las
organizaciones que optan a gobernar, con el objetivo de una sociedad más
igualitaria y equilibrada recogiendo las demandas de la ciudadanía.
En qué situación se encuentran las mujeres jóvenes respecto a la democracia
paritaria, sería la pregunta que ellas mismas deberían plantearse en su camino de integración en las distintas redes sociales en que se agrupan. En cuanto a la participación política, vista la radiografía de los últimos resultados
electorales de 2007 y 2008, se puede afirmar que a la paridad en la juventud
le falta recorrido.
Los parlamentarios y parlamentarias elegidos en 2008 y menores de 31 años
tienen una escasa representación en relación con el conjunto, tan solo representan un 3% de los 350 que componen el Congreso de los Diputados. En
cuanto a la desagregación por sexo, de ese escaso número de representantes jóvenes se distribuyen en un 63,6% de hombres y un 36,4% de mujeres.
El empoderamiento de las jóvenes se hace tan necesario como en el conjunto de las mujeres aunque éllas partan de condiciones más favorables por la
formación recibida y el conocimiento. Si comparamos el peso que tienen las
parlamentarias con relación a los parlamentarios, entre las menores de 31
años y las de 31 y más años, apenas se aprecian diferencias: las parlamentarias mayores de 31 años tienen siete décimas menos en peso porcentual que
las jóvenes. De esa diferencia no se pueden extraer conclusiones sobre la tendencia a la estabilidad o incremento de las parlamentarias más jóvenes en
próximos comicios generales pues se parte de cifras absolutas muy bajas (4).
Las diferencias más significativas se encuentran en el análisis por género de
la composición de los Grupos parlamentarios, destacando el Grupo Socialista
y CiU en los que se cumple el principio de la paridad: no más de un 60 ni
menos de un 40% de ninguno de los sexos. El PSOE cuenta con un 58,6% de
hombres y un 41,4% de mujeres y CiU exactamente 40 - 60%. El Grupo Mixto
tiene una proporción muy alta de mujeres, lo que tiene un elevado significado en términos de grupo dados los cambios que se pueden producir de una
legislatura a otra en la composición del mismo. Pero es importante observar
como los pequeños partidos con implantación regional están presentando
como cabezas de lista a mujeres.
En el Senado, dado el sistema de listas y el sistema de representación, se
produce un resultado menos acorde con la reforma de la Ley Electoral y la
Ley de Igualdad con relación a la paridad. Es una Cámara que está muy masculinizada, hasta el punto de que las senadoras representan un 28,8% de
todo el conjunto, cifra que está muy lejos de ese 40% mínimo establecido
para el cumplimiento de la paridad. Si bien es significativo, que de los cuatro
componentes menores de 31 años, tres son senadoras y el restante es un
senador. Teniendo en cuenta que la población entre 18 y 31 años supone en
torno a un 15% del total, se puede afirmar que la población joven está escasamente representada con ese 1,6% con que cuentan en el Senado.
Se puede pensar que los jóvenes en mayor mediada que las jóvenes, desde
el punto de vista cronológico, tienen más obstáculos para participar en política en el Senado que en el Congreso dada la media de edad en ambas
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
153
Cámaras. En el Congreso las medias se sitúan en 50,7 años para los diputados y
48,2 años para las diputadas. En el Senado, 59,8 años de media los senadores y
47 años las senadoras. El problema para avanzar en la equidad de género y
juventud, en la composición de la Cámara Alta, es el escaso juego de reparto
político en la presentación de candidatos y candidatas por circunscripción electoral.
Participación en el Poder Local
En las pasadas elecciones municipales, según un estudio de la FEMP, se ha producido un incremento paulatino de la edad media de los concejales. Se justifica
por la necesidad de contar con perfiles de personas de una mayor experiencia, y
es reflejo del envejecimiento de sociedad. A pesar de este envejecimiento en la
edad media de los electos que se sitúa entre 44 y 45 años, los y las representantes locales tienen una edad media inferior a los parlamentarios y parlamentarias
mencionada anteriormente. Las concejalas son más jóvenes que los concejales:
41,9 años frente a 45,7, diferencias se mantienen con independencia del tamaño
del territorio (las concejalas son más jóvenes).
En el mismo informe de la FMP aseguran que, en el medio rural la representación
local refleja, de manera atenuada, el envejecimiento de la población, pero también se da una proporción mayor de concejales de menos de 30 años. En los
pueblos, los jóvenes, sobre todo las mujeres jóvenes, dan un paso al frente para
contribuir al progreso de la sociedad local. Desde nuestro punto de vista, los factores como la confianza y la proximidad junto a la mayor formación favorecen la
participación política de estas mujeres y su empoderamiento. Sin duda, el efecto
de la paridad en las listas electorales de los medianos y grandes municipios ha
servido de palanca para modificar los perfiles de los y las representantes municipales como consecuencia de la incorporación de mayor número de mujeres. La
disponibilidad a la participación de las más jóvenes, que cuentan con mayor
autoestima, es mayor que la de sus madres (adultas).
La paridad es un reto pendiente aún en gran parte de los Ayuntamientos y especialmente entre los menores de 31 años.
La participación económica
La participación económica de las mujeres es fundamental para el desarrollo de
los países por razones de equidad e igualdad, y para una gestión más eficiente
del conocimiento y de los recursos. Dado que las mujeres en España cuentan
con mayores niveles de formación, especialmente las más jóvenes, no se puede
renunciar al talento de la mitad de su población si el objetivo es el crecimiento
en el desarrollo económico, aunque la actual crisis pueda frenarlo de manera
coyuntural.
En España, la participación económica de las mujeres ha mejorado sustancialmente en las últimas décadas, pero estamos muy lejos de los países más avanzados. En el Índice de Brecha de Género 9, España se sitúa en el puesto 27, por
detrás de Portugal y la mayoría de los países del Este de Europa. En
Participación económica (empleo e igualdad salarial), nos situamos en el puesto
45. En Oportunidades económicas (calidad del empleo), estamos en el 34
(P.E.I.O. 2008-2011).
La influencia del modelo de familia mayoritario e imperante hasta la actualidad, en que se van asentando nuevos modelos familiares, soportado en la
asignación de las tareas domésticas y de cuidados en exclusiva a las mujeres,
154
Revista de Estudios de juventud
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ha producido un gran retraso en la participación laboral y económica de las
mujeres, frente a los modelos imperantes en otros países socialmente más
avanzados, que protegen de forma prioritaria los derechos de todas las personas sin distinción de sexos.
La segregación laboral entre otras cuestiones propicia la generación de guetos de empleo y profesiones feminizadas que tienden a infravalorarse y por
ello al deterioro de los salarios y las condiciones de esas profesiones y ofreciendo pocas expectativas y oportunidades de desarrollo de una carrera profesional.
La igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres es un principio rector de las políticas europeas y del derecho comunitario y es parte de la
Agenda Renovada de Lisboa y de la Estratégica Europea para el Empleo.
Resultado de la aplicación de las Directivas comunitarias y de nuevas políticas más igualitarias, el empleo femenino ha crecido más que el masculino,
tanto en España como en la UE.
Las mujeres han sido las principales beneficiarias de la creación de empleo
desde el lanzamiento de la Estrategia Europea de Empleo. Más de dos tercios de los empleos creados han sido ocupados por mujeres. La actividad
femenina se ha situado en tasas del 50%, lo que ha supuesto un incremento
de casi 10 puntos en los últimos siete años. En España, las mujeres afiliadas a
la Seguridad Social representan el 41,3% del total de personas ocupadas, lo
que supone un hito histórico en nuestro país. Dada la actual crisis económica, que puede afectar también a la actividad y el empleo femeninos, va a
resultar difícil alcanzar los objetivos de la Agenda de Lisboa para 2010 que
situaba la tasa de actividad femenina en un 60%. Nos encontramos a 10 puntos que necesitaríamos superar en dos años. Misión imposible para nuestro
país y en las actuales circunstancias de retroceso económico.
Los datos de actividad en la población joven (16 a 29 años) son mucho más
favorables que los del conjunto de la población en edad de trabajar. Las
tasas de actividad de los y las jóvenes se sitúan en valores del 71,2% para los
varones y del 63,1% para las mujeres (Observatorio de Juventud, EPA, II trimestre 2008) Estas cifras, si no cambian con la tendencia recesiva, ponen de
manifiesto que nos encontramos en el buen camino hacia la equidad de
género, aunque el recorrido sea largo y tortuoso.
La ocupación, es decir el empleo real, está mucho más segregado por sexo.
Mientras que las tasas de ocupación masculina se sitúan en un 62,6%, las
correspondientes a las mujeres se encuentran en un 44,07%, lo que supone
una distancia de 18 puntos. Ello determina la capacidad económica y la autonomía de las mujeres generando una brecha de género muy importante.
Los datos mejoran si comparamos esta misma variable en la población joven:
la tasa de ocupación en los varones es de 59,5% y la de las mujeres del
51,6%. La brecha de género es menor en este grupo poblacional, con 8 puntos de diferencia entre ambos sexos. La tendencia es positiva y favorable en
la comparativa de las mujeres jóvenes respecto al conjunto de mujeres ocupadas con siete puntos más de ocupación de las jóvenes.
Observando las tasas de paro, las diferencias por edad son más importantes
que las diferencias por género, aún manteniéndose la brecha de género en
ambos casos. La distancia entre hombres y mujeres en la tasa de paro es de
dos puntos a favor de las mujeres. En el conjunto de la población activa, los
hombres tienen una tasa de paro del 10,32% y las mujeres del 12,66%. Entre
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
155
la población menor de 30 años, la tasa de paro de los varones se sitúa en
16,4% y la correspondiente a las mujeres en un 18,2%. La variable paro es la
más desfavorable por edad y sexo, lo que está claramente en contradicción
con la mayor formación al acceder al mercado de trabajo de la población
joven. Los datos corresponden al II y III trimestre 2008 de la EPA, donde los
efectos de la crisis se han comenzado a notar pero todavía de manera poco
acusada dadas las previsiones para los siguientes trimestres.
Es importante destacar, una de las ocupaciones con régimen especial de
adscripción o encuadramiento en la Seguridad Social, y su relación con un
tipo de empleo feminizado e infravalorado social y económicamente como
es el encuadrado en Empleados y Empleadas de Hogar (antiguo servicio
doméstico) Es el empleo más feminizado, el 93,81% de los efectivos son
mujeres. Es el amplio abanico de las empleadas de hogar que se ocupan de
una buena parte del mantenimiento y los cuidados en los hogares y las familias supliendo, en muchos casos, una parte de los trabajos de las mujeres que
salen a trabajar en otras ocupaciones. Este tipo de empleo no hace sino
mantener el rol de género, aunque estén integradas en el mercado laboral y
formarían parte de esa prolongación del trabajo reproductivo que no está
puesto en valor.
La desigualad salarial
La propia Administración española reconoce que la segregación laboral existente implica la falta de reconocimiento y empoderamiento, del trabajo de
las mujeres en el mercado laboral, lo que va unido a la falta de reconocimiento del trabajo familiar o doméstico. La brecha salarial es, asimismo, considerable. Según los datos de la Encuesta de Estructura Salarial, el salario bruto
anual medio femenino es un 28,9% inferior al masculino. Las diferencias salariales de género persisten incluso en las actividades y ocupaciones feminizadas (PEIO).
La persistencia de la brecha salarial se debe, en algún caso, a factores relacionados con la diferente posición que hombres y mujeres ocupan en el mercado de trabajo, atendiendo a factores tales como el tipo de ocupación, el
sector de actividad, el tipo de contrato o el tipo de jornada, pero, fundamentalmente, a elementos que tienen que ver, directamente, con eso que llamamos “discriminación salarial” (PEIO).
Algunas entidad internacional como el Foro Económico Mundial, que evalúa
periódicamente la situación de los distintos países, advierte a España del
retroceso detectado en el apartado sobre la brecha de género global en el
informe de 2008. Indica que España ha perdido 7 plazas (anteriormente
estaba en el puesto número 10, en el orden de mayor a menor grado de percepción de igualdad) lo que viene determinado en gran medida por la brecha salarial de género. Las posiciones más ventajosas a la igualdad están
encabezadas por Noruega y los países nórdicos.
Como objetivo para avanzar en la igualdad de género desde las políticas
públicas se reconoce que, hay que ir más allá del tradicional modelo de
igualdad en masculino (la igualdad en la participación en el mercado laboral)
para proponer un modelo alternativo de igualdad en femenino que parte de
la premisa de que la prioridad está en los estándares de vida de las personas
de todas las edades. Esto significa que la estructura social y económica se
debe adecuar progresivamente a las necesidades humanas, de manera que
hombres y mujeres puedan asumir en condiciones equitativas el trabajo
156
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
doméstico y de cuidados. Lo anterior implica entender la flexibilidad en el
sentido positivo, es decir, que las personas tengan capacidad de decisión, de
manera que la organización del trabajo y los horarios se adapten a las necesidades sociales y no sólo de las empresas.
La progresiva implantación de los Planes de igualdad en las empresas va a
permitir elaborar diagnósticos objetivos sobre la inequidad de género de
cada una de las empresas y establecer las medidas correctoras a través de
planes específicos, temporalizados y evaluables. En los diagnósticos se
podrá analizar la estructura por edad y género en todas las áreas y ámbitos
de la organización empresarial con el objetivo de eliminar las desigualdades
objetivas y subjetivas, abriendo también, procesos de superación del denominado “techo de cristal”. Procesos que han de estar inscritos en el área de
la “responsabilidad social” de la empresa y en los que debe participar todos
los recursos humanos (capital social) sin distinción de género y bajo el compromiso formal de la responsabilidad empresarial. Se ha de generar una
nueva cultura empresarial de equidad y lucha contra la discriminación que ha
de proyectarse en la sociedad.
Para conseguirlo es imprescindible avanzar en un Pacto Social de Género
que permita transformar la estructura social basada en un modelo de sociedad patriarcal dominante y sustentado en un modelo familiar que se reproduce por el efecto socializador que transmite y reproduce los roles
productivo y reproductivo en función del género. El modelo patriarcal ya no
responde a las necesidades de la sociedad globalizada del Siglo XXI.
Corresponsabilidad
Para que se pueda dar una participación social igualitaria es preciso avanzar
en un nuevo modo de construcción social, realmente democrático, que logre
unas relaciones de poder diferentes, lo que exige establecer ese Nuevo
Contrato Social de Género que pasa por la corresposabilidad social y su proyección en las familias, en el mundo de la economía y de la política y en
todo el orden social.
El Contrato Social de Género son un conjunto de pautas implícitas y explícitas
que rigen las relaciones entre hombres y mujeres, según las cuales se atribuyen a unos y otras distintos trabajo y valor, responsabilidades y obligaciones.
Esta situación se articula en tres niveles: la superestructura cultural (normas y
valores de la sociedad), las instituciones (sistemas de protección de la familia,
educativo y de empleo, etc.) y los procesos de socialización (sobre todo en el
seno de la familia) Definición recogida por la Unión Europea.
El Pacto Europeo por la Igualdad de Género fue aprobado, en marzo de
2006, por los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea. En su
propia referencia ponen de manifiesto lo siguiente: “El Consejo Europeo destaca que ha llegado la hora de comprometerse firmemente, en el nivel europeo, a llevar a cabo políticas que fomenten el empleo de la mujer y
garanticen un mejor equilibrio entre vida y trabajo”.
Este nuevo pacto forma parte de un proceso de pactos y acuerdos que se
inició con el Pacto Europeo para la Juventud, acordado en marzo de 2005.
Que tiene por objeto mejorar la educación, la formación, la movilidad, la
inserción profesional y la inclusión social de los y las jóvenes europeos y
facilite la conciliación entre la actividad profesional, la vida personal y la vida
familiar.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
157
En ambos casos, los compromisos se dirigen a la conciliación de la vida
familiar, personal y laboral, siendo de mayor alcance el Pacto por la igualdad
de Género por la dimensión poblacional, se dirige a toda la población de
ambos sexos incluidos los y las jóvenes, y ambos son complementarios. En
este sentido es en el que se plantea el concepto de corresponsabilidad
social, económica, profesional, política y personal, y sobre esta base o principio han de elaborarse todas las políticas y actuaciones públicas dirigidas a la
ciudadanía.
El Contrato Social y la corresponsabilidad
Partiendo de la necesidad de hacer una revisión de los modelos de sociedad
vigentes hasta ahora. Se trata de que hombres y mujeres compartan los
espacios tanto públicos como privados y los recursos disponibles teniendo
en cuenta la aportación económica donada e invisibilizada de las mujeres a
las familias y, por tanto a la sociedad. Ello conlleva, el poder compartir las
responsabilidades y la toma de decisiones en todos los ámbitos.
La clave de la estrategia de género en este ámbito es la idea de corresponsabilidad social. Corresponsabilidad, cuyo significado va más allá de aumentar la implicación de las personas, especialmente los hombres, para
extenderse a otros agentes sociales e instancias públicas y privadas (PEIO2008-2011).
Las empresas, y los trabajadores varones, tienen resistencias a considerar la
conciliación desde la perspectiva de la igualdad de oportunidades porque
culturalmente se venía entendiendo como una cosa de mujeres, acotándolo a
las que participan activamente en el mercado laboral.
Las medidas de conciliación, a veces, se orientan a mejorar la gestión empresarial sin que realmente faciliten la autonomía y satisfacción personal o la
motivación para el trabajo de las trabajadoras y trabajadores afectados.
Todavía existe una parte del empresariado que no entiende y valora que la
conciliación y la corresponsabilidad social empresarial mejora el clima laboral
y uno de cuyos efectos es el incremento la productividad empresarial.
Conviene señalar, la importancia que en este ámbito ha tenido la entrada en
vigor de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de promoción de la autonomía
personal y atención a las personas en situación de dependencia, que da reconocimiento y apoyo económico a las personas cuidadoras (el 85% son mujeres) y la profesionalización del cuidado de dependientes, desvinculándolo
del rol tradicional de las mujeres en el ámbito familiar.
La ampliación del permiso de paternidad, permitiendo la suspensión del contrato de trabajo durante 13 días, ampliándolo progresivamente hasta un mes,
a partir de 2013, LOIEMH (Ley de Igualdad) es un avance normativo que
favorece la conciliación y corresponsabilidad. Pero, los datos de Seguridad
Social indican que, de momento, no tiene una gran acogida por parte de los
padres. La información oficial señala que el número de procesos gestionados, referidos a los permisos de paternidad, en los años 2007 y 2008, tras la
aprobación de la Ley de Igualdad, 24-03-2007, la media mensual de permisos tramitados fue de 19.240, en 2007 y de 23.271 entre los meses de enero
a septiembre de 2008, lo que ha supuesto un incremento de un 21%.
Por otra parte, varios estudios de tipo cualitativo nos indican claramente que
dentro de la cultura empresarial imperante no existe una sensibilidad favorable al acogimiento al permiso parental. La medida no se rechaza abiertamen-
158
Revista de Estudios de juventud
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te porque es un derecho, pero no están excesivamente bien vistos los padres
que hacen uso de ese derecho, ni por la parte empresarial ni por los propios
compañeros de trabajo que se sienten perjudicados por la sobre carga de
trabajo que supone la ausencia de un trabajador en la actividad del centro
de trabajo. Por no mencionar otro tipo de justificaciones y argumentaciones
más claramente sexistas como: los cuidados son de las mujeres y lo hacen
mejor. Por otra parte, tienen interiorizado que el acogimiento al permiso
puede tener incidencia en la promoción y en la carrera profesional.
En el caso de los padres más jóvenes que están más sensibilizados con un
modelo de familia más corresponsable y entienden y asumen una paternidad
con las mismas obligaciones y beneficios de la cercanía a los hijos e hijas,
junto a la cultura empresarial machista aparece el miedo a la no renovación
de contratos y a la paralización o deterioro de la promoción profesional,
correlativamente salarial.
Es imprescindible que hombres y mujeres, organizaciones sociales, empresariales asuman la necesidad de organizar procesos de sensibilización sobre el
acogimiento al permiso paternal y parental en el conjunto del mercado de trabajo y en cada una de las empresas y centros de trabajo. Esta tarea común es
prioritaria y debe estar apoyada por las instituciones y administraciones, contando con la colaboración de las organizaciones sociales más especializadas
como pueden ser las asociaciones de mujeres, las de hombres por la igualdad,
las de jóvenes y todo tipo de asociaciones cívicas sensibles al género.
La falta de corresponsabilidad familiar y social agrava la situación de las
mujeres trabajadoras que, soportan la doble jornada con el consiguiente
deterioro para su salud y la imposibilidad de promoción profesional. En el
plano personal supone que carecen de tiempo para sus necesidades personales y experimentan un fuerte desequilibrio entre el trabajo y las demás
actividades de la vida. Los distintos estudios sobre usos de los tiempos
demuestran la inequidad de género en la medición de los tiempos según las
distintas actividades habituales realizadas por las personas.
Tras las recomendaciones de la Unión Europea sobre el reparto de responsabilidades domésticas (Consejo Europeo extraordinario de Luxemburgo en
1998, sobre empleo), se han desarrollado políticas, normativas y programas
cuyo primer objetivo era la incorporación y mantenimiento de las personas
(especialmente las mujeres) en el mercado de trabajo. Por ello, estas medidas se han basado en la idea de conciliación y se han dirigido fundamentalmente a las mujeres. Pero han contribuido, al dirigir las campañas sólo a la
mitad de la población, a que la conciliación se considere como un problema
que afecta exclusivamente de las mujeres.
En esta línea, el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades, aprobado
por el Gobierno, plantea objetivos estratégicos dirigidos a impulsar cambios
en varios ámbitos de intervención para:
• Promover el desarrollo de un modelo de convivencia familiar y social más
igualitaria.
• Promover el desarrollo de un nuevo modelo de relaciones laborales y
empleo de calidad que facilite la corresponsabilidad para la conciliación de
la vida personal, familiar y laboral.
• Fortalecer y desarrollar, plenamente, la red de servicios de atención y cuidado a menores y personas dependientes.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
159
• Propiciar un cambio en el diseño y funcionamiento de las infraestructuras
urbanas dirigido a facilitar la conciliación de los diferentes tiempos de
mujeres y hombres.
De la participación y control por parte de todos los actores implicados, la
ciudadanía, en las evaluaciones de las Políticas y Planes de Igualdad, para
lo que hay que establecer los mecanismos adecuados, dependerá la eficacia y eficiencia de los mismos.
Instrumentos de participación
Los Consejos de Participación en los que esté representada la ciudadanía y
en concreto las mujeres pueden servir de instrumento de participación y
control de las políticas y desarrollo de los planes de actuación. Pero la participación ha de ser tan viva, amplia, ágil y activa como sea necesaria. Los
actuales consejos de participación, en muchos casos, cuentan con un elevado peso de la Administración en comparación con la representación de la
sociedad civil organizada lo que dificulta el ejercicio de la participación.
Los modelos de consejos más participativos son el Consejo de la Juventud
y algunos Consejos de la Mujer de ámbito autonómico. Pero son organismos con ciertas limitaciones en cuanto a la estructura y sistema de representación. En algunos casos produce una excesiva politización como
resultado de la composición del organismo. Por ejemplo, las grandes organizaciones, aunque representen a un sector limitado de ciudadanos y ciudadanas, se garantizan la permanencia en los consejos ya que tienen
perfectamente organizada su propia red asociativa o partidista. En muchas
ocasiones, trasladan al seno de los consejos la confrontación ideológica
partidista.
Si se quiere avanzar en una democracia más participativa, es preciso abrir
un debate sobre los instrumentos y mecanismos de participación de la ciudadanía. Potenciar la creación de redes formales e informales puede favorecer la participación, la solidaridad social, el flujo de las informaciones y la
capacidad de dar respuesta a las cuestiones que tienen que ver con la vida
y los intereses de la ciudadanía.
Los chicos y chicas de hoy están organizando sus propias redes en el espacio virtual sobre el que tienen un control individual y es un fenómeno que
se está produciendo al margen de las políticas, de las administraciones y en
gran parte de los casos de las organizaciones de tipo formal. El espacio virtual es muy fluido, permite establecer las propias reglas, organiza redes en
función de los intereses de la persona que comparte con otras personas,
puede interconectar redes tan ampliamente como se desee; fluye la información y el conocimiento; permite formar a las personas sin la limitación
del espacio físico, que hasta hace poco tiempo parecía imprescindible y,
fundamentalmente, permite la comunicación directa entre las personas
para exponer, opinar y responder a todo tipo de cuestiones.
Como conclusión, el espacio virtual puede servir, no sólo de instrumento,
sino de ejemplo de un sistema de participación que favorece a un sistema
democrático más participativo y de momento es un buen complemento del
ejercicio formal de participación a través de la elección de representantes
cada cuatro años. En este tema tienen mucho que aportar y enseñar las
chicas y los chicos jóvenes al resto de la sociedad, con independencia del
encuadre generacional.
160
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
El acceso masivo, la uso de las Tecnologías de la Información y
Comunicación con equidad social, fomenta y favorece los procesos de socialización y participación y tienen una gran incidencia en la formación de
creencias y valores cívicos y sociales.
Referencias bibliográficas
- Glosario de términos relativos a la Igualdad entre Mujeres y Hombres (Recopilación de la Unión
Europea).
- Sara Silveira. La dimensión de género y sus implicaciones en la relación entre juventud, trabajo y formación. Parte 4.
- Aguinaga Roustan, Josune. Las desigualdades de género entre los y las jóvenes. INJUVE. 2005.
- Aguinaga Roustan, Josune. El precio de un hijo: los dilemas de la maternidad en una sociedad desigual. Madrid. Debate. 2005.
- Comas Arnau, Domingo. Las políticas de juventud en la España democrática. INJUVE. 2007.
- Juventud y género: formación y opciones productivas. OIT. México.2001.
- Mujer en Cifras. Instituto de la Mujer.
- Hidalgo Vega, Álvaro (dir.) LA DISCRIMINACIÓN LABORAL DE LA MUJER: UNA DÉCADA A
EXAMEN. Instituto de la Mujer, 2007.
- MARTIN CRIADO, Enrique, 1993, Estrategias de juventud. Jóvenes, estudios, trabajos, clases sociales.
Tesis Doctoral. Facultad de CC. Políticas y Sociología. Universidad Complutense de Madrid.
- Datos y cifras. Curso escolar 2008/2009. Ministerio de Educación Política Social y Deporte. 2008.
- Díaz-Aguado y Martín Seoane. Construcción de la igualdad y la prevención de la violencia contra la
mujer desde la educación secundaria. Instituto de la Mujer.
- Furman, W., Brown, B.B., y Feiring, C. (eds.) (1999). Contemporary perspectives on adolescent
romantic relationships.Cambridge: University Press.
- Plan Estratégico de igualdad de Oportunidades (2008 – 2011). Instituto de la Mujer. Ministerio de
Igualdad.
- Informe Foro Económico Mundial. 2008.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
161
documentos
8
Lola Pérez Cariacedo. Periodista especialista en Género y Nuevas Tecnologías. Mujeres en Red.
Mujeres jóvenes y nuevas tecnologías.
Nuevas actrices y herramientas para
una vieja deuda
Las mujeres más jóvenes, fundamentalmente las de las sociedades occidentales y de entornos urbanos,
conviven con las Nuevas Tecnologías de manera cotidiana y son usuarias y protagonistas de proyectos
y acciones en Internet.
Pero sin duda continúan existiendo desigualdades por cuestión de género en formación, acceso y usos
de las principales herramientas lo que provoca que las mujeres no sean tenidas en cuenta para multitud
de productos y contenidos, y que se perpetúen estereotipos sexistas y machistas en Internet y a través
de la tecnología. Dos ejemplos de ello son los videojuegos, que chicas, pero sobre todo chicos, manejan
durante la infancia y adolescencia, y la preocupante violencia de género que se reproduce a través de
Internet y mediante las Nuevas Tecnologías.
Pero un camino esperanzador se abre ante las mujeres más jóvenes que están logrando cerrar la brecha
digital y toman parte activa en muchas acciones de reivindicación para lograr la igualdad en nuestras
sociedades, en sus vidas, en sus espacios cotidianos pero también en la Red. A través de lo que conocemos como ciberfeminismo social muchas mujeres, y muchas de ellas muy jóvenes, se apoderan de la
tecnología para crear redes y hacer del mundo virtual un espacio de solidaridad, justicia e igualdad
entre géneros.
Palabras clave: Mujeres, jóvenes, jóvenas, Género, Nuevas Tecnologías, TICs, Internet, Sociedad de la
Información, feminismo, ciberfeminismo, tecnofobia, brecha digital, redes sociales, videojuegos, violencia de género.
“ Fue otra joven mujer la primera en advertir al mundo
moderno de que sus máquinas podían descontrolarse.
No le hicieron caso en ese momento, desde luego.
Era muy silenciosa, casi totalmente ausente.”
Ceros + Unos. Sadie Plant.
Citado en el informe e-women de la Federación de Mujeres Jóvenes
Logotipo de la campaña
“Transformemos el uso de
la tecnología: Nuevas tecnologías de la Información
y la Comunicación (TIC)
para terminar con la violencia contra las mujeres”
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
163
Mujeres jóvenes y nuevas tecnologías
Ni tan jóvenes ni tan nuevas
Abordar la realidad de las mujeres jóvenes y su relación con las Nuevas
Tecnologías implica dificultades a la hora de acotar los términos objeto de
estudio.
Por una parte, en las sociedades occidentales la franja de edad que abarca a
la población joven se ha ampliado de una manera casi escandalosa. De esta
manera, “jóvenes” de hasta 35 años disfrutan de supuestos beneficios (en
trasporte, vivienda…) y asistimos a una infantilización de la edad adulta. La
coyuntura social y económica no permite la plena emancipación de las personas jóvenes con lo que se llega a producir un efecto de dependencia y
retraso de las decisiones vitales. Ello afecta de manera diferente y específica
a las mujeres, lastradas por la desigualdad del mercado laboral, su más tardía
incorporación al mundo del trabajo y los condicionamientos biológicos que
están retrasando igualmente la decisión de la maternidad.
La ONU considera jóvenes a la franja de edad de entre 14 y 24 años (1) mientras que en los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE)
español lo que podríamos considerar como tal es a población de entre 16 y
24 años. Por su parte, el Observatorio de la e-igualdad de la Universidad
Complutense (2), una de las instituciones de referencia en el análisis de la
participación de las mujeres en la Sociedad de la Información, considera
jóvenes a las mujeres de entre 16 y 34 años. En este artículo no seremos
estrictas y ampliaremos la franja por debajo y por arriba para incluir a las
jóvenas de 14 y no excluir a las que sobrepasan la treintena.
Y es hora también de empujar al lenguaje siguiendo el espíritu de las expertas del grupo NOMBRA, la Comisión asesora sobre Lenguaje del Instituto de
la Mujer, que defiende que “la lengua es un cuerpo vivo en evolución constante, siempre en tránsito, una lengua que no se modifica sólo la podemos
encontrar entre las lenguas muertas”. Inspiradas por ello y aun a riesgo de
ser blanco de furibundas críticas, de igual manera que lo fue la Ministra de
Igualdad, Bibiana Aído, cuando utilizó el término “miembras” para referirse a
las mujeres miembro, en este trabajo utilizaremos de manera indistinta el término “jóvenas” y la perífrasis “mujeres jóvenes”.
(1)
En segundo lugar, la delimitación del concepto Nuevas Tecnologías supone,
de igual manera, una complicación. Hemos incorporado a nuestro imaginario
común y a nuestra vida cotidiana a las Nuevas Tecnologías de la Información
y la Comunicación, también llamadas TICs. Pero lo cierto es que no son tan
nuevas y sirven para muchísimo más que para informarse y comunicarse.
Informe sobre la juventud mundial 2005: Tecnologías de la
información y la comunicación
http://www.un.org/esa/socdev/
unyin/spanish/wpayinformation.
htm#WYR2005
El término de Nuevas Tecnologías se comenzó a utilizar para referirse a la
revolución tecnológica impuesta por Internet y el correo electrónico.
Estamos hablando de mediados de los 90 con lo que están muy lejos de
considerarse nuevas y, en baremos de tecnología, todo se hace antiguo en
un brevísimo período de tiempo.
(2)
http://es.wikipedia.org/
La wikipedia (3), la enciclopedia libre que existe gracias al esfuerzo colaborativo por crear una enciclopedia gratis, libre y accesible por todos y todas,
recoge en su definición de Nuevas Tecnologías al “conjunto de servicios,
redes, software y aparatos que tienen como fin la mejora de la calidad de
vida de las personas dentro de un entorno, y que se integran a un sistema de
164
Revista de Estudios de juventud
http://www.e-igualdad.net/
(3)
≥ diciembre 08 | nº 83
información interconectado y complementario.(…)”. Mientras que incluye
como Tecnologías de Informática TI “a las que se encargan del diseño, desarrollo, fomento, mantenimiento y administración de la información por medio
de sistemas informáticos, para información, comunicación o ambos. Esto
incluye todos los sistemas informáticos no solamente las computadoras (…);
también las redes de telecomunicaciones, telemática, los teléfonos celulares,
la televisión, la radio, los periódicos digitales, faxes, dispositivos portátiles,
etc”.
Compartimos la tesis de las mujeres del colectivo DonesTech quienes no
acotan ni delimitan el término, sino que partiendo del empuje de las cyberfeministas que proclaman las potencialidades emancipadores y transformadoras que las tecnologías de la información y la comunicación pueden obrar
por las mujeres y la sociedad, optan “por cuestionar las concepciones hegemónicas y androcentristas de aquello que es tecnológico y aquello que no lo
es” (4).
Relación de las mujeres con la tecnología
¿Jóvenes tecnófobas?
(4)
Estudio Cualitativo CódigoLela/
DonesTech. Investigación sobre
el acceso y uso de las tecnologías por parte de las mujeres en
el estado español.
(5)
Ada Lovelace (1815-1852).
Matemática. Trabajó con
Babbage en una máquina analítica.
Su trabajo fue olvidado por
muchos años, atribuyéndole
exclusivamente un papel de
transcriptora de las notas de
Babbage. Este mismo invisibilizó su aportación al llamarla su
“intérprete” aunque recientes
investigaciones muestran la originalidad de su punto de vista
sobre las instrucciones necesarias para el funcionamiento de
la “máquina analítica”. En este
momento se reconoce a Ada
Byron como la primera persona
en describir un lenguaje de programación de carácter general
interpretando las ideas de
Babbage, pero reconociéndosele la plena autoría y originalidad
de sus aportaciones. Ada Byron
es la madre de la programación
informática.
Los primeros estudios feministas que analizan la relación de las mujeres con
las tecnologías, a principios de los 70, son los que empiezan a aportar una
crítica sobre la supuesta neutralidad de la tecnología y la ausencia de condicionantes de género. Anteriormente, se intentó explicar el alejamiento de las
mujeres de la tecnología desde perspectivas esencialistas, que “razonan” la
baja participación de las mujeres en el mundo tecnológico por causas biológicas que predeterminan las diferencias entre mujeres y hombres.
Con los análisis feministas se explica la perspectiva constructivista que enfatiza la construcción social de las tecnologías como un dominio masculino y
por lo tanto destaca las fuerzas sociales, en vez de las biológicas, como
determinante de estas diferencias entre géneros.
Por último, y en emergencia y desarrollo, se encuentra la perspectiva individualista, que se focaliza en las diferencias individuales entre las mujeres y
encuentra las causas de su baja presencia de en el mundo tecnológico en
cada contexto concreto e individual que forja la identidad de cada mujer, su
desarrollo profesional y sus respuestas a las influencias del contexto.
Tradicionalmente los estudios feministas han desarrollado la tesis de la pésima relación de las mujeres con las tecnologías basándose en la marginación
de las mujeres de todo lo ha significado Poder a lo largo de la Historia. Y las
tecnologías han sido y son herramientas indiscutibles de Poder.
Mantener alejadas a las mujeres del saber y de los inventos ha sido, y aún es,
una realidad. El padre de la razón pura, Immanuel Kant afirmó sin pudor “A
una mujer con la cabeza llena de griego o que sostiene discusiones sobre
mecánica, parece que no le hace falta más que una buena barba”. Aterrador
resulta que el padre de Ada Byron, la mujer que describió un primitivo lenguaje de programación que puede considerarse como la base de la creación
de las computadoras (5), el romántico Lord Byron, sostuviese que “Las mujeres deberían ocuparse en los quehaceres de su casa; se las debería alimentar
y vestir bien, pero no mezclarlas en sociedad. También deberían estar instruidas en la religión, pero ignorarlo todo de la poesía y la política; no leer más
que libros devotos y de cocina”.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
165
Por fortuna, nadie civilizado dice hoy cosas así y sólo unos pocos lo piensan,
pero la realidad es que la socialización de niñas y mujeres les otorga unos
roles que chocan, cuando no son incompatibles, con las habilidades del
manejo y desarrollo de la tecnología. Y aunque luchemos contra ello, siguen
existiendo trabajos femeninos y masculinos, y diferentes “habilidades” masculinas y femeninas condicionadas por la sociedad patriarcal. Y los datos son
desoladores, ya que la proporción de mujeres diplomadas en el sector TIC ha
disminuido en Europa, cayendo desde unas cifras ya ridículas de por sí (en
informática pasó de un 28% en 1998 a un 22% en 2006). La proporción de
mujeres que trabajan en empresas del sector TIC es también bastante bajo,
llegando al 6% de Luxemburgo (6). Y es indiscutible que los condicionantes
de género influyen, además de en la elección de estudios y en el desarrollo
profesional, en los usos y costumbres de chicas y chicos en el mundo virtual.
Entre las teorías feministas, por fortuna, existen múltiples ópticas, como la
del feminismo liberal que trata la tecnología como neutra respecto el género, ya que sostiene que la masculinidad de las tecnologías se debe a que son
fundamentalmente hombres quienes trabajan con ellas y quienes las enseñan
y las estudian. Por ello, una de las preocupaciones principales del feminismo
liberal es documentar la ausencia y presencia de la mujer en la historia del
desarrollo científico-tecnológico, explicar esta situación y proponer estrategias institucionales y educativas para una incorporación más plena de la
mujer en estos campos.
Pero otras perspectivas feministas sostienen que la tecnología está “generizada”, o sexuada, y que por lo tanto el género es inherente a la tecnología.
Este sería el punto de partida de los planteamientos ecofeminista, radical e
incluso socialista.
Vivimos en la Sociedad de la Información lo que significa, según el
Observatorio e-igualdad, un “nuevo paradigma social basado en el uso generalizado, intensivo y extensivo de las TIC”. Esto implica un modelo basado en
la tecnología para su desarrollo económico, político y social, y una ciudadanía abocada a manejar las habilidades tecnológicas para su propio desarrollo
personal y social. Y el género es, sin duda, un condicionante de ese desarrollo y participación.
Brecha digital de género
De tan recurrente y usado, el concepto brecha digital parece ser la excusa y
razón que explica una realidad ante la que parece que habría que resignarse.
Pero el género es uno de los condicionantes fundamentales que inciden en
esa brecha configurando un análisis específico común a todas las sociedades, urbanas o rurales, del mundo en desarrollo o de las sociedades occidentales, del Norte o del Sur…
Entre los factores que inciden en la brecha digital de género en las sociedades más desarrolladas habría que destacar:
(6)
http://europa.eu/rapid/pressReleasesAction.do?reference=IP/0
7/305&format=PDF&aged=0&la
nguage=ES&quiLanguage=en
166
1.- Menor incorporación de las mujeres al mundo del trabajo y puestos de
inferior categoría: El trabajo sigue siendo el vínculo más fuerte de las
mujeres a las Nuevas Tecnologías aunque el uso desde el hogar o los
lugares públicos, como cibercafés o aulas públicas, son también espacios
de acceso de las jóvenas.
2.- Menor tiempo libre: Las mujeres jóvenes siguen teniendo más responsabilidades que sus pares masculinos y por lo tanto menos tiempo para el
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 1. Diferencias en usos tiempo según grupo de edad y sexo. 2006
USOS DEL
TIEMPO
Necesidades
personales
Trabajo
doméstico
18 a 29 años
30 a 44 ños
45 a 64 años
65 y más años
TOTAL
Mujeres
10h 28m
10h 12m
10h 24m
10h 47m
10h 27m
Hombres
10h 29m
10h 10m
10h 39m
11h 9m
10h 33m
Mujeres
3h 31m
6h 59m
6h 37m
6h 6m
5h 59m
Hombres
1h 23m
2h 22m
2h 38m
2h 358m
2h 20m
Mujeres
1h 48m
17m
12m
4m
31m
Hombres
1h 41m
21m
2m
3m
28m
Educación
Mujeres
6h 59m
6h 55m
6h 53m
7h 45m
7h 7m
Hombres
8h 3m
7h 28m
8h 10m
10h 19m
8h 19m
Mujeres
3h 42m
3h 51m
2h 16m
11m
2h 31m
Hombres
4h 23m
6h 31m
4h 50m
15m
4h 28m
Tiempo libre
Trabajo
remunerado
Usos del tiempo, estereotipos, valores y actitudes. Instituto de la Mujer. Estudio 101. 2007. http://www.migualdad.es/mujer/publicaciones/
docs/Usos%20del%20Tiempo%20Est%20101.pdf
ocio, lo que influye notablemente en las diferencias de acceso y uso entre
chicas y chicos. (Tabla 1).
3.- Contenidos no dirigidos a las jóvenas: Internet es principalmente un ámbito de información y consumo, y la oferta de contenidos existente se
orienta de forma mayoritaria a un público masculino; además cuando se
hacen contenidos para mujeres suelen ser estereotipados. Y no podemos
olvidar que en el ciberespacio se reproducen manifestaciones de la dominación de género.
4.- Entornos informáticos androcéntricos. Las imágenes machistas, el lenguaje sexista o los estereotipos de género son la tónica en los espacios de
Internet lo que mantiene alejadas de ellos a las chicas.
Las causas-efectos de la brecha digital de género se deben además a:
- Diferencias en el acceso. No se deben tanto al acceso a las máquinas como
a los factores mencionados anteriormente, es decir, no es tanto el no disponer de un ordenador sino el carecer de tiempo e incentivos para usarlo.
- Podemos añadir otro factor, más sutil, relacionado con el espacio simbólico con el que cada persona se identifica en función de su sexo y
generación. De hecho, en el hogar el espacio del ordenador tiene un
carácter simbólico masculino y en el que la prioridad de uso es de los
maridos e hijos varones frente a las mujeres. En espacios públicos como
los cibercafés, la mayoría de los usuarios son chicos.
- Diferente formación. Si bien en la educación básica el acceso a formación
en Nuevas Tecnologías es común a chicas y chicos en niveles de educación
superior, como hemos comprobado, los caminos se separan.
La brecha digital de género y las teorías feministas que analizan el alejamiento de las mujeres de la Tecnología explican el estereotipo de la mujer tecnófoba. Y como todo estereotipo, basa su razón de ser en elementos de la
realidad pero los aberra y caricaturiza. En mis talleres de Alfabetización
Digital con mujeres adultas de barrios populares, es frecuente oir las expresiones “yo al ordenador sólo me acerco para quitarle el polvo” o “mi marido
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
167
Gráfico 1.
Uso de TICs por jóvenes
(de 16 a 24 años).
Fuente: Tecnologías de
la información y comunicación en los hogares.
Octubre 2008. INE.
y mis hijos no me dejan que lo toque porque seguro que lo estropeo”. Pero
sin embargo son ellas quienes dominan muchas de las viejas tecnologías:
¿cuántos de esos maridos que no les permiten acercarse al ordenador se agarran a que no entienden la lavadora o el lavavajillas? Como afirma Gloria Bonder
el problema no es tecnofobia sino ignorancia de los beneficios de la Tecnología.
Pero sin duda, nuestras jóvenas desgarran esa imagen de mujer=tecnófoba.
El abismo que abre la brecha digital de género se está cerrando en las sociedades occidentales, fundamentalmente en los entornos urbanos, gracias a la incorporación de las mujeres jóvenes a las Nuevas Tecnologías. En el acceso a
Internet, existe una relación proporcional entre edad y tamaño de la brecha
digital de género. De hecho, entre la población más joven (de entre 16 y 34 años
Tabla 2. Lugar de acceso a Internet
EDAD
LUGAR DE ACCESO
Mujeres
Hombres
16 a 34
Su vivienda
61,3
Otra vivienda
40,0
Centro de trabajo
39,3
Centro de estudios
23,5
Centro público
14,9
Cibecafé o similar
13,9
Otro lugar
2,5
Su vivienda
67,0
Otra vivienda
40,6
Centro de trabajo
36,3
Centro de estudios
22,4
Centro público
14,3
Cibercafé o similar
18,9
Otro lugar
2,5
Fuente: Observatorio e-igualdad (Universidad Complutense), explotación propia de la Encuesta TIC-H
2006 INE
168
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
de edad) se detecta una ligera ventaja en la proporción de mujeres internautas
sobre la de hombres, una tendencia que se produce en la mayoría de los países
de la OCDE (7). (Datos de España Ver Gráfico 1).
Con respecto al acceso, entre la población joven es más habitual acceder desde
el centro de estudio, si bien con una tendencia ligeramente superior entre las
chicas (23,5% de ellas, frente a 22,4% de ellos), mientras que los chicos acuden
en mayor medida al cibercafé (19% ellos, 14% ellas), (tabla 2).
Desde muchos ámbitos e instituciones se está trabajando por incorporar a las
jóvenas en el proceso de expansión de las Tecnologías, se persigue un empoderamiento de las mujeres jóvenes tanto para la apropiación con objetivos sociales
y reivindicativos, como los puramente comerciales y económicos. Entre los
segundos, por empezar con lo más utilitarista y acabar con el arco iris de lo
social, destaca el proyecto de la Unión Europea “Shadowing days” (8) (Días de
sombra), una iniciativa para promocionar las carreras tecnológicas entre mujeres jóvenes que cuenta con el apoyo de cinco empresas líderes mundiales en el
sector de las tecnologías de la información, ante el miedo a quedarse sin profesionales en un sector que supone el 5,3% del PIB de la Unión Europea y el 4%
de sus empleos.
De otro lado, desde el cyberfeminismo se ofrecen innumerables propuestas
para el cambio social pasando por la apropiación de las mujeres de la tecnología e incentivando su uso para que Internet y el mundo virtual dejen de ser un
reflejo de la sociedad machista y patriarcal, e impulsar con ello una transformación social, que más supone una revolución. Destacamos la campaña del
Programa de Apoyo a las Redes de Mujeres de la Asociación para el Progreso
de las Comunicaciones (PARM APC) “Transformemos el uso de la tecnología:
Nuevas tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para terminar con
la violencia contra las mujeres” (9). Con un logo impactante y osado, que ilustra
la apertura de este artículo, esta iniciativa visibiliza la contribución de las mujeres al desarrollo de las tecnologías para generar un debate abierto sobre la
manera en que las TIC se conectan con la violencia contra las mujeres para
debatir e intercambiar estrategias, tácticas y soluciones, y encarar la violencia
contra las mujeres en Internet.
(7)
OECD (2007): ICTs and Gender.
Working Parti on the
Information Economy. OECE.
Directorate for Science,
Technology and Industry.
Committee for Information,
Computer and Communication
Policy. 28 mar.
(8)
http://ec.europa.eu/itgirls
(9)
http://www.takebackthetech.
net/wiki/tiki-index.php
Y es imprescindible para luchar contra la brecha digital popularizar los logros y
contribuciones que las mujeres han hecho a los avances de la tecnología informática. Conocimiento de las realizaciones de mujeres como Ada Lovelace (o
Byron, según si le otorgamos el apellido de su padre o el de su esposo), Betty
Holberton, Radia Perlman y Jean Jennings Bartik ayuda a rectificar una imagen
incompleta. La omnipresente condescendencia de los varones hacia las mujeres,
junto al control económico que ellos ejercen, ha conducido a la marginalización
de estas protagonistas y sus logros, por lo que su vindicación es una pelea
moral por la justicia, la dignidad y el respeto.
Usos y disfrutes de las TICs
Las “personas mayores” tienden, tendemos, a juzgar como potencialmente peligroso todo lo nuevo y más si no se controla. Ha pasado a lo largo de la Historia
con multitud de cambios, modas o revoluciones: desde el rock´n roll hasta la
minifalda.
Y las tecnologías, las nuevas y las viejas, son una inagotable fuente de novedades, cambios, actualizaciones, lo que implica un gran desconocimiento o,
cuando menos, desfase permanente para una gran parte de la población,
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
169
jóvenes incluidos. Los medios de comunicación también se encargan de
diseminar los riesgos de las Nuevas Tecnologías, insistiendo en su capacidad
de adicción y aislamiento social. Como sostiene la investigación de la
Universitat Oberta de Catalunya “¿Nuevas tecnologías de la información y la
comunicación o nuevas tecnologías de relación? Niños, jóvenes y cultura
digital” “La imagen del adolescente solitario, encerrado en su habitación, que
rehuye cualquier relación social a cambio de sentarse ante el ordenador, es
todavía una imagen poderosa en el imaginario colectivo”.
Kristian Wilson, de la empresa Nintendo, sostiene alegremente que los videojuegos no afectan a los menores, y caricaturiza que ·”si Pacman nos hubiera
afectado cuando éramos niños, ahora todos nos moveríamos por habitaciones oscuras, tragándonos pastillas mágicas y escuchando música electrónica
repetitiva”.
Pero huyendo tanto de frivolidades como de catastrofismos, lo que sí es
cierto es que las Nuevas Tecnologías suponen un nuevo panorama de socialización. La ONU ofrece una visión optimista y esperanzadora de esta relación cuando en su informe de la Juventud mundial 2005, dedicado a las
Tecnologías de la Información y la Comunicación, sostiene que gracias a las
Nuevas Tecnologías “La dirección de la socialización puede invertirse, ya que
las generaciones jóvenes enseñan a sus mayores a utilizar las nuevas tecnologías (…). Por lo tanto, la aparición de una cultura juvenil mundial impulsada
por los medios de comunicación, que promueven dichas tecnologías, crea las
condiciones para una socialización bidireccional entre las generaciones y
puede invalidar la idea generalmente aceptada de que los jóvenes no son
miembros de pleno derecho de la sociedad hasta que completan el proceso
de socialización”. Y va más allá cuando defiende que los nuevos medios de
difusión están pasando a ser componentes básicos del compromiso y el activismo cívicos de los jóvenes .
¿Es la ONU realista o imagina el mundo que desea, el mundo que deseamos?
Lo que es incuestionable es que los movimientos feministas y de reivindicación de los derechos de las mujeres han usado las Nuevas Tecnologías como
herramienta de coordinación, como arma para crear solidaridad y como instrumento para el cambio. Y en esos movimientos también hay muchas mujeres jóvenes.
Como afirma la feminista, ingeniera informática y también joven (aunque
menos). Lourdes Muñoz, Internet es un espacio genuinamente femenino,
ideal para las mujeres porque todos los nodos son iguales, no hay jerarquías
y cualquiera, sea hombre o mujer, puede generar y difundir información de
igual forma, la capacidad dependerá más de una buena estrategia y conocimiento de la red que de la potencia en el mundo no virtual.
Ciberfeminismo social
Y esa estrategia y conocimiento de la red por la que aboga Lourdes Muñoz
es la principal arma para cerrar la brecha digital de género. La participación
en Internet y el uso por parte de las mujeres de las herramientas que brindan
las Nuevas Tecnologías son la clave para revertir la situación de desigualdad
en el mundo virtual y un paso imprescindible para el empoderamiento de las
mujeres. Observamos esperanzadas cómo las jóvenes lo están haciendo,
están siendo usuarias activas cuando no protagonistas rebeldes. Como reza el
eslogan de la campaña de la APC “Dominemos la Tecnología”, apropiémonos
170
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
las mujeres, y sobre todo las jóvenas, de unos medios que todavía nos excluyen.
El activismo de las mujeres en Internet y a través de la Tecnología implica una
multiplicidad de pensamientos, manifestaciones, acciones y reacciones que se
sitúan bajo el amplio paraguas común ciberfeminista. Nancy Paterson sostiene
que el ciberfeminismo como filosofía tiene el poder para crear una poética,
pasión, identidad política y unidad sin caer en una lógica y un lenguaje de
exclusión o apropiación.
Y el impulso vino de las contestatarias e insultantemente innovadoras, manifestaciones artísticas. Pero desde aquellos principios de los 90, de los que
tenemos conocimiento gracias al trabajo de compilación de Montserrat Boix,
el ciberfeminismo ha ido tomando banderas y configurando un movimiento de
gran calado social que ella define como Ciberfeminismo social: “Mientras a
principios de los 90 las componentes de VNS Matrix acuñando el término
“ciberfeminismo” presentaban en Australia sus primeras instalaciones con formato electrónico -fotografía, sonido y video- y exploraban la construcción de
marco social, identidad y sexualidad en el ciberespacio desenmascarando
–decían- los mitos masculinos que pueden alejar a las mujeres de los dispositivos de alta tecnología y reivindicando la apropiación por parte de las mujeres de
las “herramientas de dominación y control” (…), en Nueva York y Londres las
organizaciones de defensa de los Derechos Humanos y grupos ecologistas y
pacifistas empezaban a construir las primeras redes sociales en Internet a partir
de “servidores alternativos” y un grupo de mujeres inició el diseño desde la
perspectiva de género del uso estratégico de estas redes sociales electrónicas”.
Las redes electrónicas han ofrecido y ofrecen una nueva dimensión a la lucha
feminista. “La red provee al ciberfeminismo de un vehículo crucialmente diferente que no es de ninguna manera comparable con las anteriores olas feministas”, señala Faith Wilding, (10) Y en esta nueva ola está incluida sin duda,
aunque no haya sido medida, la presencia de muchas mujeres jóvenes. Las
Dones Tech incluyen entre las hipótesis sobre las especificidades que han ayudado a la eclosión de actividades sobre mujeres y tecnologías “la numerosa
participación de jóvenes feministas a los movimientos sociales y de lucha”.
(10)
“Notas sobre la condición política del Ciberfeminismo”
http://www.creatividadfeminista.org/articulos/ciber_artensamble.htm
Y aunque con menor implicación política y más como una herramienta de
socialización, recientes estudios nos indican que la gran mayoría de las personas jóvenes utilizan las redes sociales, una de las últimas aplicaciones de lo
que es más que Internet, la Web 2.0. Un estudio publicado en julio de 2008
por la Consultora Xperiencie, sin perspectiva de género y sin datos desagregados por géneros, desvela que el 83% de los jóvenes españoles utiliza las
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
171
Gráfico 2 y 3.
Tareas relacionadas con
Internet, realizadas alguna
vez, por tramos de edad.
Fuente: Observatorio
e-igualdad (Universidad
Complutense),
explotación propia de la
Encuesta TIC-H 2006 INE.
redes sociales, fundamentalmente Fotolog, MySpace y Tuenti. El estudio refleja que lo que más les gusta de estar redes es la posibilidad de agrupar en una
sola agenda todas sus amistades, estar informado de eventos y fiestas, ver
fotos de amigos, compartir las propias y poder mantener el contacto con
gente que no vive en su ciudad y con la que no pueden hablar a menudo. (Ver
Gráficos 2 y 3).
Ciberfeminismo y redes sociales, el reflejo político y el consumista, en el espejo de Internet que hace añicos el estereotipo de juventud aislada y autista.
Videojuegos
Representaciones sexistas y roles de género
Otra nueva tecnología de uso extendidísimo entre las más jóvenes, aunque
como veremos no tanto como entre los chicos, son los videojuegos que,
como afirma Ana de Miguel, si partimos de la infancia encontramos que la
mayor fuente de acceso a la cultura del ordenador son los videojuegos, y
está documentado que jugar con los ordenadores fomenta la autoconfianza
en el uso de las máquinas y el afán de exploración, por ensayo y error, con
las mismas.
En España se realizó en 2004 una de las mayores investigaciones acerca de
este tema (11), y lo que es más apreciable es que se trata de un estudio
desde la perspectiva de género, que analiza tanto su uso por parte de las
172
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
chicas como la imagen de las mujeres en ellos. “La diferencia sexual en el
análisis de los videojuegos” dirigida por Enrique Javier Díez Gutiérrez y
publicada por el C.I.D.E y el Instituto de la Mujer, concluye que “prácticamente todos los videojuegos analizados reproducen estereotipos sexistas, en
mayor o menor medida”. Sostiene que están hechos por hombres y para los
hombres, reforzando estereotipos y comportamientos masculinos dominantes e incluso, en ocasiones, con claras muestras de incitación al sexismo. Los
juegos están pensados para un imaginario masculino, y responden a lo que
desde la representación social serían los deseos, las afinidades y las aficiones
de los varones. En los videojuegos que analizaron encontraron un claro predominio de los personajes o figuras masculinas (77%), frente a un escaso 16%
de videojuegos en los que predomina la figura femenina. Esa es una de las
razones que explica que son los chicos los que más juegan y que los videojuegos para ellos conllevan grandes componentes de competición y agresividad.
Y las chicas juegan menos porque los contenidos no están pensados para
ellas, y cuando lo están se basan en estereotipos machistas por lo que se
centran en “intereses” como el maquillaje o la moda. La ya citada Gloria
Bonder sostiene que las chicas tienden a percibir a las computadoras como
una herramienta para lograr una meta determinada, mientras que los chicos
las consideran un juguete para propósitos recreativos. Entre otras consecuencias, al parecer, ellos se sienten cómodos o entusiasmados con experimentar y empujar los limites tecnológicos mientras que ellas demandan
juegos con contenidos interactivos y que requieran jugar en colaboración.
En lo que se refiere a la imagen de las mujeres, el estudio acerca de los videojuegos sostiene que “ha sido tradicionalmente maltratada con ferocidad”.
Sus modelos corporales son tendentes a la exageración, con idealizaciones
de personajes sacados del cómic o hasta del cine porno, que tienden a mostrarse insinuantes o seductoras.
No podemos resistirnos a enumerar los estereotipos de género respecto a la
imagen de la mujer en los videojuegos que desglosa el estudio:
a) El síndrome de Wonder Brag: La mayoría de las figuras femeninas que
aparecen en los videojuegos más demandados llevan un sobrenatural
Wonder Brag, semivestidas o, más bien semidesnudas, con exagerados
pechos y trasero y unas curvas que traslucen un cuerpo escultural según los
patrones masculinos.
b) La eterna adolescente: Se recurre a la imagen adolescente, en ocasiones
infantil, de la mujer con velada intención de transmitir inocencia y necesidad
de protección.
(11)
Destacable también la realizada
por el Instituto Andaluz de la
Mujer “Violencia y sexismo en
los Videojuegos” http://www.
juntadeandalucia.es/servicios/
publicaciones/detalle/41414.
html
c) El síndrome king-kong: Un grupo de antropólogos, concluyeron que era
imposible que el famoso simio cinematográfico pudiese tenerse en pie dada
su estructura anatómica. El estudio acerca de los videojuegos sostiene que si
realizáramos la prueba de King- Kong a la mayoría de las heroínas de los
videojuegos con semejantes pechos, tan escasa cintura y esas esbeltas y
estilizadas piernas, parecería que en cualquier momento estuvieran a punto
de fracturarse por el punto medio.
d) El patrón wasp: Los estereotipos de belleza que aparecen en los videojuegos más utilizados mantienen una preferencia generalizada por el patrón
eurocéntrico de belleza (alta, blanca, rubia, delgada).
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
173
e) El surgimiento de una nueva imagen andrógina: Hombres con rasgos
femeninos difusos o mujeres con ciertos rasgos viriles, donde lo masculino se
carga de la belleza suave de lo femenino y lo femenino por el contrario,
asume una alta cuota de rudeza: es la respuesta a las criticas que han surgido sobre el exagerado sexismo que presentan buena parte de los videojuegos.
En lo que se refiere a las acciones e interrelación de los personajes de los
videojuegos, la mayoría de los personajes masculinos (63%) participan en
acciones agresivas frente al 33% de personajes femeninos. Además, los hombres generalmente aparecen menos afectados por la violencia que las mujeres, bien porque son indiferentes a ella o porque no muestran ningún
sentimiento al respecto. El 33% de las mujeres aparecen expresando sus sentimientos frente a un 11% de los hombres.
Pero, lo que es contundente en opinión de las personas expertas que realizaron el estudio, son los estereotipos de rol de las mujeres que se aprecian en
los videojuegos y que aparecen habitualmente en tres claves obviamente
estereotipadas y estereotipantes:
- Modelo masoquista: Mujeres pasivas y sumisas, que son victimas, que han
de ser rescatadas, que van en segundo plano, que complementan al hombre,
cuya función está al servicio del hombre, con una imagen frágil y dolorosa.
Son pacientes y aguantan, pero viven y mueren en función de los hombres.
- Modelo sádico: Mujeres que reproducen el arquetipo viril, se comportan
como hombres pero con atributos físicos exagerados, recordad a Lara Croft...
Incluso en estos casos, su función está al servicio de los hombres utilizando
sus encantos.
- Modelo barbie: Mujeres consumistas, superficiales, decorativas, centradas
en la imagen y la apariencia. Reproduce los estereotipos más tradicionales
sobre las mujeres y son los denominados videojuegos rosa que surgieron
para atraer a las chicas al mercado de los videojuegos.
Ana de Miguel, con respecto al modelo sádico en el que las mujeres han
abandonado el modelo maternal y de los cuidados, aduce que incluso estas
mujeres conservan una parte fundamental del viejo modelo femenino ya que
aparecen hipersexualizadas, con un marcado atractivo sexual. Sostiene que
“en este contexto parece que la igualdad sexual se decanta por lo que la filósofa Amelia Valcárcel teorizara provocadoramente como el ‘derecho al mal
de las mujeres” y mantiene que sin duda algo de esto hay en el acceso de
muchas jóvenes rebotadas que toman la palabra y la imagen en la red y se
autodesignan como chicas malas, haciendo bueno el eslogan feminista de
que “las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes”.
Viejas y nuevas violencias de género
… también a través de las Nuevas Tecnologías
Uno de los mayores retos que tenemos todos y todas, jóvenes y mayores,
mujeres y hombres, al asomarnos al espejo de Internet es luchar contra los
viejos estereotipos de género y lograr erradicar la violencia contra las mujeres en todos y cada uno de los espacios de nuestras vidas, en el mundo real
pero también en el virtual.
174
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Con sabiduría y experiencia Remedios Zafra sostiene que “la violencia de
género no precisa de viejos sistemas para producirse, el hábitat en que acontece se vale igual de la cocina de una casa que de una web de Internet” Y en
ambos escenarios se dan las viejas violencias, pero además a través de las
TICs se están produciendo nuevas violencias de género.
El sexismo, el machismo, los estereotipos, la prostitución o la pornografía tienen también un amplio hueco en Internet donde además caben nuevos delitos como el voyeurismo digital y el ciberacoso sexual.
Mª Assumpció Guasch Petit, Lorena Merino Peguero y Mª Jesús Querol
Pascual repasan en su “Guía de recursos en línea sobre violencia machista.
Modalidades de maltrato a través de las TIC y pautas de actuación”, una
serie de nuevas violencias relacionadas con la violación del derecho a la privacidad y la vulneración del derecho a comunicarse. Y detallan los siguientes
ejemplos:
Ejemplos de agresiones al derecho a la privacidad:
• Leer el correo de la mujer sin su consentimiento y acceder a sus archivos y
documentos.
• Asumir la identidad de la mujer para cometer delitos, obtener dinero y servirse de sus tarjetas de crédito o de sus cuentas.
• Seguimiento de sus actividades por identificadores ocultos (spyware).
• Recolectar fotografías y videos de sus viajes o próximos planes, de sus
compras, de sus contactos, de su vida personal....
• Persuadir u obligar a la mujer a que desvele sus contraseñas y palabras
clave o la obtención de éstas por medios técnicos diversos.
• Acceder a la agenda de contactos del ordenador y de la PDA.
Ejemplos de violaciones del derecho a comunicarse:
• Envío de mensajes a la mujer por correo electrónico con contenido sexual,
comentarios o insinuaciones sexuales no deseadas. La negación puede
provocar un acoso adicional.
• Publicación de información personal de la mujer, su nombre, datos personales, direcciones, en páginas públicas e incluso en algunas de contenido
sexual o pornográfico.
• Localizar espacios en los que participa la mujer, grupos de noticias, chats,
foros... Para acosarla.
Actrices y protagonistas
Sigue habiendo violencias, se reproduce el sexismo, pero la ciudadanía
somos responsables de los mundos en los que estamos, de nuestras sociedades y también de lo que es y será Internet, de cómo y para qué usamos las
Tecnologías, las Nuevas y también las viejas. Somos actrices y actores. Y los
jóvenes y las jóvenas son protagonistas.
Nunca jamás en la Historia, la gente joven había supuesto una parte tan
importante de la población global. En 2007, los 1,2 mil millones de jóvenes
de entre 15 y 24 años de edad suponían el 18% de la población mundial.
Según el World Youth Report 2007, constituyen una parte esencial del pro-
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
175
ceso de desarrollo en nuestras sociedades, no sólo por el tamaño de su
población, sino también, y principalmente, por su nivel educativo, más alto
que nunca. Aunque no hemos de olvidar que todavía queda un trabajo
ingente para equiparar la educación de las niñas a la de los niños en muchos
rincones del planeta.
Las mujeres jóvenes sí han descubierto los beneficios de la tecnología, la
usan para su formación, para su ocio, para su compromiso y militancias… y
con su participación van arrancando las capas de sexismo y la discriminación
que todavía perduran. Se están apoderando de ella, están dominándola, pero
es tarea de todos y todas despejar de ese camino las piedras de la desigualdad para que chicos y chicas compartan un futuro en igualdad.
Referencias bibliográficas
- Los géneros de la red: los ciberfeminismos. Ana de Miguel y Montserrat Boix.
http://www.mujeresenred.net/IMG/pdf/ciberfeminismo-demiguel-boix.pdf
- Ceros+Unos. Mujeres digitales la nueva tecnocultura.. Sadie Plant 1998. Editorial Destino.
- Estudio Cualitativo CódigoLela/DonesTech. Investigación sobre el acceso y uso de las tecnologías por
parte de las mujeres en el estado español. http://www.donestech.net/ca/estudio_cualitativo_codigolela_donestech
- Informe e-women. Federación de Mujeres Jóvenes. Se puede descargar en la página web de la
Federación www.mujeresjovenes.org.
- ¿Nuevas tecnologías de la información y la comunicación o nuevas tecnologías de relación? Niños,
jóvenes y cultura digital.
- GIL, Adriana; FELIU, Joel; RIVERO, Isabel; GIL, Eva Patrícia (2003) [artículo en línea]. UOC. http://
www.uoc.edu/dt/20347/index.html
- Nuevas Tecnologías Y Jóvenes: - ¿Qué hacen los jóvenes en el ciberespacio? Pere Marquès Graells,
2004 XII Jornadas de Bibliotecas Infantiles, Juveniles y Escolares: Pero, ¿qué leen los adolescentes?
Fundación Germán Sánchez Ruipérez. http://dewey.uab.es/pmarques/salamancagsr.htm
- La diferencia sexual en el análisis de los videojuegos C.I.D.E e Instituto de la Mujer. Dirección Dr. D.
Enrique Javier Díez Gutiérrez. http://www3.unileon.es/dp/ado/ENRIQUE/Documento/libro-videojuegos.pdf
- La Era de la Información2 “El fin del patriarcado”. Manuel Castell. 2000 Alianza Editorial.
- Globalización y Mujeres. Dolors Renal. Fundación Pablo Iglesias 2002.
- Gender and ICTs for Development. A Global Sourcebook. Cummings S. J. R. (eds). Kit Publishers.
- Estudio Mujer TIC, La Salle. 2007 Universidad Ramón Llull.
- El derecho a la comunicación: un derecho emergente. María Paula Saffon. http://www.c3fes.net/
docs/derechocomunicacion.pdf
- Nº 73 Revista de Juventud “Adolescencia y comportamiento de género”.
- Junio 2006. 5. A la búsqueda de una habitación propia: comportamiento de género en el uso de
internet y los chats en la adolescencia. Asunción Bernárdez Rodal. http://www.injuve.mtas.es/injuve/
contenidos.downloadatt.action?id=1616249399
- Ciencia, Tecnología y Feminismo Socialista Finales del S.XX. El sueño irónico de un lenguaje común
para las mujeres en el circuito integrado. Donna Haraway. http://manifiestocyborg.blogspot.com/
- Guia de recursos en línia sobre violencia masclista. Modalitats de maltractament per mitjà de les
TIC i pautes d´actuació http://www.gencat.net/icdones/docs/pub_manuals2.pdf
- La transmisión del conocimiento feminista. Comunicación, todavía asignatura pendiente para el
feminismo Por Montserrat Boix http://www.mujeresenred.net/article.php3?id_article=1133
176
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
documentos
9
Rosario Sampedro Gallego. Universidad de Valladolid
Cómo ser moderna y de pueblo a la
vez: los discursos del arraigo y del
desarraigo en las jóvenes rurales
El medio rural es hoy en día un escenario más del flujo global de capitales, personas e información propio del capitalismo informacional, que experimenta igualmente los procesos característicos de la tardomodernidad. En este contexto se analiza la situación en la que se encuentran las mujeres rurales, y
especialmente las jóvenes, en relación con su integración laboral, y los discursos sobre el arraigo y el
desarraigo que emergen al tratar de resolver el dilema que plantea “ser modernas y de pueblo” a la vez.
Palabras clave: Jóvenes Rurales. Género. Identidad Rural. Arraigo rural. Mercados de Trabajo.
El título de este artículo se apropia, espero que con la amable compresión de
su autora, de una frase de la profesora Cecilia Díaz Méndez, que sintetiza de
forma brillante una de las principales líneas de investigación actual sobre
juventud, género y medio rural. Señala Díaz Méndez que el medio rural es
“una sociedad tradicional para mujeres modernas” de forma tal que el arraigo femenino se está construyendo desde un proceso de profunda redefinición de la identidad rural, que las jóvenes acometen para poder “ser
modernas y de pueblo a la vez” (Díaz Méndez, 2005).
El interés por la identidad y todos los procesos sociales que se construyen
en torno a ella es una de las características de la sociología en estas sociedades de la “modernidad tardía”, de la globalización, del capitalismo informacional, de la fragmentación de las trayectorias laborales y la quiebra de los
modelos que antaño marcaron los proyectos colectivos y las biografías individuales. Con todo, esos modelos siguen ocultando a través de estereotipos
o relatos míticos de diverso tipo la visión de muchas realidades sociales.
Quizá el medio rural sea uno de los espacios discursivos más propicios al
espejismo que nos hace ver como real algo que existió, pero ya no existe. La
construcción de nuevos relatos sobre la propia identidad, sobre lo que es ser
rural, lo que es ser una mujer joven, o un hombre joven, y “de pueblo” es un
terreno especialmente fecundo para el análisis sociológico en este momento.
Como he señalado en otras partes, la sociología rural introduce la perspectiva de género en sus análisis de una forma un tanto forzada y ante una emergencia social, por así decirlo (Sampedro, 2006). El pensamiento feminista no
casa especialmente con una disciplina que ha sostenido, de una forma más o
menos explícita, el carácter “especial” de las sociedades rurales. Estas se
articulaban supuestamente sobre una institución familiar y unos lazos comunitarios impermeables no ya a los conflictos de clase sino también, y muy
especialmente, a los conflictos de género o generacionales. La guerra entre
los sexos y el menoscabo de la familia -principios que el sentido común, y
bastante del académico, atribuyen de forma caricaturesca al pensamiento
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
179
feminista- no tenían lugar en el mundo rural. Y si lo tenían era por influencia
urbana, por la “urbanización” del medio rural. Pero el proceso de masculinización rural comenzó a poner en evidencia lo poco atractivas que resultaban
para muchas mujeres las idílicas instituciones familiares y comunitarias, y el
carácter androcéntrico y patriarcal de los procesos de desarrollo que llevarían de una ruralidad campesina a una ruralidad plenamente moderna e integrada en la economía mercantil. La falta de mujeres, y sobre todo de mujeres
jóvenes, se convertiría –aún lo es hoy en día- en el principal problema de
desarrollo de muchas áreas rurales, dotadas, por otro lado, de todas las
comodidades y gadgets propios de la modernidad (cómo expresa con una
maravillosa sensibilidad la directora Icíar Bollaín en su película “Flores de
otro Mundo”). El género aparece así como un nuevo elemento clave en la
sostenibilidad social de las áreas rurales.
Si la reflexión sobre las relaciones de género en el medio rural comienza
hace tres décadas pensando por qué se van las mujeres, en este momento, la
reflexión tiene que ver más bien con la pregunta de por qué se quedan las
que se quedan. Es decir, es una interrogación sobre los procesos de arraigo
y de identidad, y sobre las estrategias laborales, familiares y discursivas que
están desplegando las mujeres jóvenes que deciden quedarse en el medio
rural.
En lo que sigue pretendo hacer esta reflexión, apoyándome en investigaciones recientes sobre la realidad de las mujeres que habitan el medio rural hoy.
En primer lugar, abordaré aquellos datos y procesos que nos obligan a prescindir cada vez más del concepto de sociedades rurales, para empezar a
hablar de “procesos sociales en el territorio”. En segundo lugar, describiré en
qué situación se encuentran las mujeres, y especialmente las mujeres jóvenes, en relación a su integración laboral y la eficacia potencial de las estrategias que desde las políticas de desarrollo rural buscan “fijar” a las mujeres al
territorio. En tercer lugar, presentaré algunos datos exploratorios –extraídos
de una investigación de tipo cualitativo-, sobre la identidad y las actitudes
de arraigo y desarraigo de las mujeres jóvenes respecto al medio rural en el
que habitan. Por último plantearé cómo este conocimiento puede enriquecer
e incorporarse a la intervención social que busca promover la igualdad de
género en el medio rural.
1.- De las sociedades rurales a los procesos sociales en el
territorio.
¿Cómo es la juventud rural? ¿Cuáles son sus expectativas? ¿Qué la diferencia
de la juventud urbana? La respuesta más atinada a estas preguntas hoy por
hoy sería “nada”. Las jóvenes y los jóvenes rurales son básicamente igual que
las jóvenes y los jóvenes urbanos, tienen las mismas pautas de ocio, los mismos estilos de vida, comparten los mismos gustos y preocupaciones. Viven
en entornos donde la calidad de vida hace ya tiempo que no es, en sentido
negativo, un lastre; donde la movilidad que permiten los vehículos privados y
la mejora de las comunicaciones hace que el acceso a los recursos sociales
básicos (sanidad, educación, cultura) se haga con una relativa facilidad, y
que las ofertas de ocio estén al alcance de la mano (Camarero, 2000).
El estudio de González y Gómez Benito sobre Juventud Rural-2000, que
actualizaba uno previo realizado en 1984, señalaba cómo los rasgos propios
de la juventud rural se diluían, al desaparecer prácticamente la inserción
laboral como ayudas familiares en las explotaciones agrarias y otros nego-
180
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
cios de tipo familiar (González y Gómez Benito, 2002). El único rasgo que
continúa haciendo diferente a la juventud rural es precisamente su extraordinaria diferencia interna por razón de género, en su relación con la actividad
económica y los estudios. Según los datos de la Encuesta de Juventud Rural
del año 2000 que manejan los autores, los chicos rurales presentan tasas de
actividad notablemente mayores que sus coetáneos urbanos -75,2% frente a
51%-, una distancia que se modera notablemente en el caso de las chicas
–53,6% frente 42,5%-, al tiempo que pervive un importante gap académico
entre chicos y chicas rurales –la tasa de escolarización de las jóvenes rurales (35,7%) está mucho más próxima a la media nacional (44,6%), que la de
los jóvenes rurales (23%) respecto a su media nacional (40 %)-. Es decir, las
chicas en los pueblos prolongan sus estudios en una proporción notablemente mayor que sus compañeros varones, posponiendo así su ingreso en
la vida laboral. Algo comprensible si tenemos en cuenta que si el hábitat
influye en la tasa de actividad juvenil de una forma más clara en el caso de
los varones, lo hace de una forma mucho mayor en el caso de las mujeres
cuando nos fijamos en la ocupación: mientras la tasa de paro de las jóvenes
urbanas era en esa fecha solo un tercio superior a la de sus coetáneos
varones, la de las mujeres rurales multiplicaba por dos y medio la de los
jóvenes rurales.
Las diferencias cada vez menos marcadas entre juventud rural y urbana, no
son si no la expresión de las fronteras cada vez más borrosas entre el
mundo rural y el mundo urbano. A la desaparición de esas fronteras contribuye el hecho de vivir en una sociedad “itinerante”, en la que la movilidad
es ya una parte esencial de la realidad de los pueblos españoles. El medio
rural asiste a un verdadero trasiego de gente que viene y va, para trabajar,
para descansar o divertirse, para estudiar, para veranear o invernar, durante
la semana o el fin de semana, o en las vacaciones… Pueblos que se llenan o
se vacían siguiendo el ritmo de la vida social. Trabajar fuera y volver al final
de la jornada. Vivir en la ciudad y echar la jornada en el campo. Estudiar en
la ciudad y volver el fin de semana, o a las fiestas, o en el verano. Trabajar
en la ciudad y volver al cabo de los años porque tu chica o tu chico es del
pueblo –o del pueblo de al lado- y surge la posibilidad de construir un proyecto laboral y de pareja “con base” en el pueblo o en la cabecera comarcal… Esta nueva realidad, producto de los procesos de reestructuración
rural que vienen siendo estudiados desde los años ochenta, dejan obsoleta
una concepción esencialista de lo que es ser rural o urbano (Camarero y
Oliva, 2005). Ser “de pueblo” es una categoría que debe ser dotada de un
nuevo contenido, ya que de pueblo son –o pueden considerarse a sí mismas- personas que pasan más tiempo fuera de él que dentro y viceversa…
personas cuya vida cotidiana está tejida por el aquí y el allá, por la
conexión espacio-temporal, familiar y vital entre los espacios rurales y los
espacios urbanos.
De ahí que comenzara este apartado diciendo que lo primero que tenemos
que asumir es que los chicos y las chicas de pueblo son básicamente iguales y aspiran por tanto a las mismas cosas, que las chicas y los chicos de
ciudad. De igual modo tenemos que acostumbrarnos a pensar que también
son “de pueblo” los nuevos pobladores y pobladoras que han buscado en
las periferias urbanas -periferias cada vez más alejadas de los espacios
centrales- el tipo de vivienda que en la ciudad se vuelve inaccesible, aunque conserven su empleo en la ciudad y se desplacen cotidianamente a él;
como también son de pueblo, las mujeres y hombres inmigrantes, jóvenes y
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
181
menos jóvenes, que han venido a ocupar nichos de empleo rural tradicionalmente cubiertos por trabajo familiar no remunerado: agricultura, cuidado de personas dependientes, hostelería, o pequeño comercio.
Las estadísticas, que son como cámaras de fotos que capturan el instante
inmovilizando las imágenes, no nos ayudan demasiado a captar estas nuevas
realidades, fácilmente perceptibles para quien pasee por cualquier pueblo de
este país. Son estas realidades las que nos inclinan a estudiar “procesos
sociales en el territorio” más que a perseguir vanamente a la “sociedad rural”
y a sus presuntos integrantes.
Y hablamos de procesos sociales en el territorio, porque lo que sí que es
cierto es que hay una lógica social y territorial, vinculada cada vez más a la
movilidad, que hace que las categorías “rural” y “urbano” sigan siendo pertinentes en el análisis sociológico y en concreto en la estructuración de las
relaciones de género. Los discursos y las identidades, en definitiva, se despliegan siempre en el marco de la estructura social y en las posiciones que
cada sujeto ocupa en él.
2. Masculinización rural, movilidad y mercados de trabajo.
Cuando hablamos de mujeres rurales, y especialmente de mujeres jóvenes,
hablamos siempre de un colectivo “ausente”. La masculinización sigue siendo un rasgo característico de la estructura demográfica de la inmensa mayoría de los asentamientos rurales, si bien este fenómeno responde en la
actualidad no ya solo a la tradicional mayor emigración femenina, sino también a la afluencia de migrantes varones ocupados en sectores como la agricultura o la construcción (Camarero y Oliva, 2005). La juventud
(entendiendo por tal a las personas que se encuentran entre los 15 y los 29
años) son una categoría más reducida y más masculinizada en el medio rural
que en la población en su conjunto. Según datos de 2007, el número de
mujeres por 100 varones en el medio rural, era de 93,3 en el grupo de edad
15-19 años, de 92,2 en el grupo de 20-24 años y de 90,4 en el grupo de
25-29 años. La media nacional para esos mismos grupos de edad es respectivamente de 94,5, 95,8 y 93,9 (1).
(1)
Datos del Padrón de Habitantes
2007, considerando medio rural
los municipios de menos de
10.000 habitantes.
182
El fenómeno de la masculinización rural lleva siendo estudiado décadas, y se
han barajado muchas explicaciones para dar cuenta de este “desarraigo”
femenino: se ha hablado de la diferente estructura de los mercados de trabajo, y la obvia mayor oferta de empleos femeninos en las ciudades –vinculada
a una economía mucho más terciarizada-, pero también de la supuesta
mayor “atracción” de las mujeres por la bulliciosa y colorista vida urbana, y
de su mayor inclinación hacia la formación y la educación, que las encamina
hacia empleos poco accesibles en los pueblos. También se ha señalado cómo
las formas tradicionales de transmisión del oficio y el patrimonio en la agricultura y otros negocios familiares priman la permanencia de los varones
frente a las mujeres, y cómo, la desvalorización social de tales patrimonios,
frente al modelo salarial urbano, convierte a los herederos en malos partidos
en el mercado matrimonial. En “El Baile de los Solteros” Pierre Bourdieu
retrata magistralmente cómo estos herederos se convierten en tristes guardianes del patrimonio familiar, incapaces de conseguir esposas que mantengan y den sostenibilidad social a los mismos (Bourdieu, 2004).
Es precisamente la ausencia de mujeres jóvenes -y la soltería consiguiente de
los varones rurales- el detonante de la indagación en las relaciones de géne-
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 1. Mujeres rurales ocupadas de 20-54 años. Estructura ocupacional
20-24
25-29
30-34
35-39
40-44
45-49
Trabajos profesionales o directivos
10,4
17,5
17,4
11,1
9,2
9,3
5,8
Trabajos administrativos
15,5
16,2
18,8
15,0
12,9
14,3
10,4
Trabajos en comercio / hostelería
23,1
21,4
20,0
19,8
24,2
17,5
13,1
Oficios
9,5
6,5
4,5
10,0
6,3
6,9
11,4
Trabajos industriales
Trabajos no cualificados manuales o en el sector
servicios
Trabajos agrícolas
Limpieza / servicio doméstico / cuidado de personas
Otros
4,7
5,7
11,3
10,0
8,4
8,2
6,2
3,5
3,1
2,2
4,4
2,8
3,4
4,2
TOTAL
50-54
2,4
6,5
8,9
11,3
12,3
15,4
32,6
26,1
20,2
16,1
18,3
23,5
23,9
14,8
4,9
2,5
0,8
0,0
0,4
1,1
1,5
100%
100%
100%
100%
100%
100%
100%
Fuente: Encuesta Mujer Rural 2004. Tomado de L. Camarero (coord.) “El trabajo desvelado. Trayectorias ocupacionales de las mujeres rurales en España” Instituto de la Mujer, 2006, p.79
ro que sostienen la reproducción de la economía rural de base familiar. La
perspectiva de género incorpora al análisis de la sociología rural el componente conflictivo y agencial de la vida social, y hace aflorar estrategias de
“huida” y rechazo femenino a unos esquemas patriarcales que invisibilizan el
trabajo de las mujeres y reducen sus ámbitos de influencia y decisión al
estricto dominio de lo emocional y lo privado (algo acorde con los modelos
patriarcales tradicionales) (Whatmore, 1991).
Pero la agricultura ha reducido drásticamente su importancia como fuente
de empleo de la población rural y el trabajo en el seno de negocios familiares representa hoy por hoy una parte muy limitada del mismo, que implica
básicamente a población adulta y mayor ¿Cómo se reproducen las relaciones
de género y la subordinación femenina en este nuevo escenario? La investigación reciente muestra algunas relaciones interesantes entre masculinización rural, movilidad y mercados de trabajo.
(2)
Al situarnos en un espacio de
flujos se nos quedan cortas las
dimensiones que tradicionalmente se han utilizado para
hacer tipologías de ruralidad
(tamaño de la población y
accesibilidad a los espacios
urbanos). Necesitamos conceptos más sociológicos que incorporen al análisis la estructura
social, y especialmente la movilidad. El concepto de “paisaje
social” propuesto por Camarero
y Oliva es una herramienta
teórica y metodológica de
enorme interés en este sentido
(Oliva y Camarero, 2002).
Comencemos diciendo que la estructura de los mercados de trabajo rurales
presenta en este momento tres características importantes que debemos
tener en mente: la desagrarización, la glocalización y la movilidad. La desagrarización implica que el empleo masculino está polarizado en la construcción, la industria y los servicios de distinto tipo, y el empleo femenino por el
sector servicios, fundamentalmente comercio, hostelería y servicios personales. En la Tabla 1 podemos observar la estructura de la ocupación femenina
rural y la casi total terciarización del empleo juvenil.
Con el término glocalización, me refiero a la forma en que el empleo disponible en un determinado entorno rural depende, tanto de los recursos locales y
la capacidad social y política de las comunidades locales para ponerlos en
valor –aspecto éste, enfatizado en las políticas de desarrollo rural que tratan
de potenciar el carácter endógeno del desarrollo- como de y la posición que
cada espacio rural tiene en los cada vez más complejos flujos de actividades,
personas e información, en el marco general de la globalización y el capitalismo informacional (2). Quizá uno de los aspectos más evidentes de este
proceso es el impacto que la deslocalización industrial tiene en aquellos
núcleos rurales en los que las actividades manufactureras ocupan a un
número considerable de personas.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
183
Tabla 2. Población ocupada de más de 16 años que trabaja en otro o varios municipios
Tamaño de municipio
Número de habitantes
TOTAL
Menos de 101
101 a 500
Total ocupados móviles
% mujeres
móviles
% móviles
menores de 35
años
41,5
31,3
41,2
51,6
66,5
71,0
51,7
57,5
66,8
63,4
% ocupados
móviles
% varones
móviles
6.141.804
37,6
11.657
55,5
133.236
53,4
501 a 1.000
146.471
52,2
52,7
51,1
1.001 a 2.000
259.425
50,6
52,2
47,3
58,9
2.001 a 5.000
565.953
48,0
50,6
42,9
54,3
49,8
5.001 a 10.000
623.422
45,8
48,6
40,7
10.001 a 20.000
832.510
44,9
48,1
39,2
47,8
20.001 a 50.000
1.057.587
44,2
47,3
39,0
46,5
50.001 a 100.000
100.001 a 500.000
Más de 500.000
719.019
41,7
45,7
35,3
44,0
1.213.640
31,7
35,9
25,3
35,4
578.884
19,8
24,0
14,3
21,2
Fuente: INE. Censo 2001. Tomado de J. Oliva (2007): “Movilidad laboral y estrategias de arraigo rural”, p.158.
En tercer lugar la movilidad: una parte muy relevante del empleo de la población rural ocupada está asociado a la movilidad, es decir un porcentaje muy
significativo de la misma, trabaja fuera de su entorno local. La Tabla 2 muestra el volumen que la movilidad laboral alcanza en los municipios de menor
entidad, la forma en que afecta a hombres y a mujeres, y cómo marca totalmente la realidad del empleo juvenil, sobre todo en los municipios más
pequeños.
(3)
Los datos de la investigación
están contenidos en el libro “El
trabajo desvelado. Trayectorias
ocupacionales de las mujeres
rurales en España”, coordinado
por Luis Camarero. En esta
investigación se aplica una
metodología específica de
encuesta para captar el trabajo
invisible de las mujeres rurales.
Los resultados de la encuesta,
realizada en el año 2004 a
mujeres de entre 20 y 54 años,
en municipios de menos de
10.000 habitantes, apuntan a
que el nivel de ocupación de las
mujeres es considerablemente
mayor que el reflejado en las
estadísticas oficiales, si bien su
carácter precario le hace invisible, en ocasiones para las mismas mujeres (vid. Oliva y
Camarero, 2005; Camarero y
otros, 2006). En esta investigación la precariedad laboral
está estimada a partir de dos
indicadores: la extensión y continuidad en la actividad laboral
y la cotización a la seguridad
social. El texto está accesible
en www.migualdad.es/mujer/
publicaciones/catalogo/estudios.htm
184
Un análisis muy reciente del fenómeno de la masculinización rural en Castilla
y León, una de las comunidades autónomas que presentan con mayor intensidad este fenómeno, muestra que la sobreemigración femenina se produce,
sobre todo en los niveles educativos más bajos: es decir hombres y mujeres
formados tienden a emigrar más, pero de forma similar, mientras que las
mujeres con niveles de estudios más bajos emigran mucho más que sus
homólogos varones (Camarero y Sampedro, 2008). Son estas mujeres las
que parecen verse más “sobre-castigadas” por las características de los mercados de trabajo locales, y más impulsadas a abandonarlos. Si relacionamos
género y movilidad laboral, y planteamos la hipótesis, bastante coherente, de
que la movilidad no es un recurso al que tengan igual acceso hombres y
mujeres, podemos deducir que las restricciones que las mujeres pueden
experimentar en este sentido merman de una forma muy considerable su
capacidad de acceso al empleo, limitando sus oportunidades al estricto
entorno local.
La relación entre ciclo vital, movilidad laboral y precariedad del empleo, nos
aporta una pieza más en este puzzle, en el que se dibuja el paisaje que las
jóvenes rurales perciben en lo relativo a sus oportunidades vitales (Camarero
y otros, 2006). Los datos, extraídos de una encuesta a mujeres rurales realizada en 2004 (3), reflejan claramente cómo hay una tendencia que vincula
la llegada de las mujeres a la edad de formación de las familias con la transformación de sus pautas de empleo: el empleo se hace más local, más familiar, y, lo que es verdaderamente relevante, más precario. Cabe señalar que
las pérdidas que en oportunidades laborales implica la opción del arraigo es
más acusada en términos relativos para las jóvenes con mayor formación.
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Un trabajo reciente de Díaz Méndez mostraba de una forma muy gráfica
cómo las jóvenes rurales con un nivel educativo más limitado perciben claramente lo estrecho de sus oportunidades laborales. El recurso al autoempleo,
a montar un negocio o a vincularse a los negocios ya mantenidos por la
familia, cuando por circunstancias diversas se hace imposible el traslado diario o semanal para trabajar, es la única salida de quien quiere volver al pueblo, o seguir viviendo en él (Díaz Méndez, 2006).
En definitiva, el género sigue jugando en contra de las mujeres, poniéndolas
en una situación relativa de mayor vulnerabilidad social, situación que acaba
por favorecer a su vez la precarización de las condiciones laborales (4).
Parece claro que para las mujeres jóvenes que habitan el medio rural, el clásico dilema empleo –familia se plantea de una forma si cabe más cruda que
para sus coetáneas urbanas, y ante este dilema las estrategias se diversifican
y los discursos también. En la opción de irse o quedarse, o irse y volver,
pesan sobremanera los factores ligados a la clase social, especialmente el
capital cultural que se posee, las estrategias familiares que incentivan o
desincentivan el arraigo, y en el caso de las mujeres jóvenes los proyectos
ligados a la pareja y la formación de familias.
Díaz Méndez señala que en el proceso de redefinición de su identidad que
están acometiendo las jóvenes rurales juega un papel clave la “relectura” del
familismo y el comunitarismo tradicional del medio rural, elementos que han
jugado tradicionalmente en contra de la autonomía de las mujeres. La conversión de la familia- y de los negocios y empresas familiares- en “recurso”,
más que en limitación, aparece como un elemento clave en este sentido, en
la medida en que se convierte en la única oportunidad de una inserción laboral digna, frente a la fragilidad de los mercados de trabajo locales (Díaz
Méndez, 2005). Por otro lado, las redes comunitarias tradicionales se utilizan
como una vía para incrementar la participación y el protagonismo femenino
en la comunidad, como muestra el acceso de las mujeres a la política local
(Palenzuela, Cruces y Jordi, 2002).
(4)
Los fenómenos de exclusión y
vulnerabilidad social en el
mundo rural aparecen cada vez
más vinculados al envejecimiento y el aislamiento social y al
diferente acceso a la movilidad
de ciertos colectivos sociales
(entre los que se encuentran
personas ancianas, mujeres o
población trabajadora de muy
bajos ingresos). En relación con
la movilidad, la no disponibilidad de medios de transporte
privado o acceso al público,
comienza a considerarse un
indicador relevante de riesgo
de marginación, en la línea de
la reflexión desarrollada por
Urry sobre la auto-movilidad
(Urry, 2004).
El autoempleo femenino, y en general el acceso de las mujeres rurales al
empresariado es uno de los elementos cuya ambigüedad aparece más marcada en este sentido. Por un lado éste se ha convertido en uno de los principios fundamentales de las políticas de desarrollo rural, que basándose en el
concepto de “desarrollo endógeno”, llama a las mujeres a convertirse en
emprendedoras, transformando aquellas actividades que se han realizado
tradicionalmente de en el ámbito de la economía doméstica o informal en
actividades profesionalizadas. El turismo rural es quizá el buque insignia de
esta política, pero podríamos aludir también a la agroalimentación, la artesanía, la agricultura ecológica o los servicios de proximidad. Se trata, en definitiva, de “fijar” a las mujeres al territorio a través de iniciativas locales de
empleo y transformar su tradicional papel subsidiario en los negocios de tipo
familiar. Y si hay evidencias de que las mujeres están encontrando espacios
de “empoderamiento” y redefinición de la propia identidad en este tipo de
iniciativas (Díaz Méndez, 2005; Cruz Souza, 2006), otros trabajos apuntan a
la reproducción de la dependencia, tanto dependencias institucionales (iniciativas empresariales tuteladas que acaban siendo una forma de subvención
encubierta a la inactividad), como dependencias familiares. En esta última
dirección se sitúan los trabajos que apuntan las dificultades que encuentran
las empresarias rurales para ser “verdaderas” empresarias (Palenzuela,
Cruces y Jordi, 2002) y la forma en que las mujeres acceden a los negocios
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
185
familiares en el marco de lo que Díaz Méndez llamara trayectorias de absorción femenina y trayectorias femeninas de retorno (Díaz Méndez, 1995, 1998).
Estas trayectorias tienen que ver con estrategias familiares que responden a
la voluntad de dar continuidad a un patrimonio familiar, para lo cual se vuelve imprescindible el arraigo de las hijas, o la necesidad de cumplir el rol de
cuidado y asistencia que se les presupone a los miembros femeninos de la
familia. Las mujeres “empresarias” podrían estar jugando el desairado papel
que en su momento les tocó jugar a los herederos varones, guardianes de la
continuidad familiar y de un patrimonio crecientemente devaluado
(Sampedro y Camarero, 2007).
Todos estos procesos, que constituyen el trasfondo estructural sobre el que
se construyen las identidades, se despliegan en cualquier caso en un
momento en que ya no es posible hablar de unos valores y expectativas vitales diferentes de la juventud rural respecto a la urbana, y en el que la valoración social y el juego de identidades asociadas a lo rural ha cambiado
drásticamente.
3.- Los discursos del arraigo y del desarraigo en las jóvenes
rurales: las experiencias laborales como trasfondo.
Comenzaba este texto parafraseando a Díaz Méndez, cuando ésta señalaba
que el arraigo femenino se está construyendo desde un proceso de redefinición de lo rural, que las jóvenes acometen para poder “ser modernas y de
pueblo a la vez”. Incorporamos así a los estudios de género el tema de la
identidad rural, que se ha comenzado a trabajar desde la sociología y la psicología social (Cruz Souza, 2006), y que ya tiene una tradición en la literatura anglosajona desde el tópico del “idilio rural” (Little y Austin, 1996; Little,
1997; Hughes, 1997). Ha sido precisamente la literatura en torno al “idilio
rural” la que ha llamado la atención sobre la posibilidad de que la nueva
valoración que las sociedades de la modernidad tardía otorgan a lo rural
(vinculado ahora cada vez menos a nociones como carencia, aislamiento,
tosquedad, atraso, aburrimiento, y cada vez más a calidad de vida, naturaleza, autenticidad, identidad) venga asociada a nociones esencialistas que
tienden a reproducir los roles de género más tradicionales.
El mito del idilio rural –que es lo que en último término permite que “el ser
de pueblo” o “el tener pueblo” comience a ser un activo en la identidad
social de los sujetos- descansa en la representación de los pueblos como
comunidades orgánicas en los que las relaciones humanas conservan el calor
y la calidad que el anonimato urbano ha hecho desaparecer. Descansa también en la idea de una conexión privilegiada de la población rural con la
naturaleza, con el tiempo cíclico y pausado, con las cosas “de verdad”. Y
tales nociones casan muy bien con el mito de la identidad femenina vinculada de forma esencial al cuidado y a la reproducción de la vida (el ser nutricio, que encuentra su plenitud es ser garante de la vida física y emocional de
los otros, más que en su propia autoafirmación). En definitiva viejas ideas
escondidas en nuevas identidades postmodernas (Sampedro, 2008).
Hemos observado cómo las mujeres que habitan el medio rural ven limitadas
considerablemente sus oportunidades de integración laboral al llegar al
momento crítico de la formación de familias. Podemos preguntarnos ahora,
conocido ese contexto estructural, de qué forma las mujeres jóvenes están
efectivamente reconstruyendo su identidad, para poder seguir siendo mujeres “de pueblo” y mujeres “de hoy”. Podemos interrogarnos sobre las repre-
186
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Los discursos del arraigo y del desarraigo
Arraigo afirmativo
(El pueblo es un buen sitio para vivir)
Arraigo defensivo
(El pueblo es un refugio frente a los peligros o
incertidumbres del exterior)
Desarraigo resignado
(Esto no es bueno, pero no me queda más
remedio que estar aquí)
Arraigo instrumental
(El pueblo es un medio para alcanzar un “estilo
de vida” determinado)
Desarraigo indiferente
(El pueblo es una forma de garantizar la supervivencia. Es sólo una estación de paso)
(5)
Se trata de un proyecto I+D+i,
financiado por la Junta de
Castilla y León, con el título:
“Trabajo invisible, arraigo
femenino y masculinización
rural en Castilla y León”. El
proyecto se ha desarrollado
entre 2005 y 2007, y el equipo
de investigación ha estado formado por Rosario Sampedro,
Luis Camarero y Ana Teresa
López Pastor.
(6)
Este dato está sacado de la
Encuesta de Juventud Rural del
año 2000. La pregunta para
medir el arraigo es “Si pudieras
elegir, ¿te irías del pueblo o te
quedarías?”. Los datos globales
indican que un 30,4% de los
varones se irían, frente a un
64,3% que se quedarían. En el
caso de las mujeres, se irían un
38,8% y se quedarían un 56,1%.
En la región del Duero, el desarraigo masculino llega al 38% y
el femenino se dispara al 51%,
superando al arraigo que es de
un 44% (González y Gómez
Benito, 2002, pp.21 y22).
(7)
Las once entrevistas en profundidad se han realizado a
mujeres de entre 24 y 54 años
con los siguientes perfiles:
E1: 49 años, separada, tiene una
hija, trabaja en animación
sociocultural, vive en un pueblo
de 2000 habitantes. E2: 24
años, soltera, vive con su padre,
su madre y su hermano; con
estudios de FP Grado Superior,
trabaja de forma eventual en
actividades de promoción turística. Vive en un pueblo de 160
habitantes. E3. 24 años, vive en
pareja, ha montado su propio
negocio de fotografía en un
pueblo de 3100 habitantes. E4.
25 años, vive en pareja, trabaja
como dependienta en una tien-
sentaciones sobre las que tejen sus trayectorias laborales y sus proyectos
vitales.
Para tratar de poner luz en este tema, voy a recurrir a una indagación exploratoria de tipo cualitativo, desarrollada en el marco de una investigación más
amplia sobre la masculinización rural en Castilla y León (5). Castilla y León es
una de las comunidades autónomas donde el envejecimiento y la masculinización de los espacios rurales aparece más marcado (Alario, 2004), y donde el
desarraigo femenino juvenil sigue siendo más dramático, hasta el punto de ser
la única región española donde el desarraigo supera al arraigo (6). A través de
once relatos de mujeres, jóvenes y adultas, hemos tratado de perfilar los discursos del arraigo y del desarraigo.
La selección de la muestra de entrevistadas responde a criterios estructurales, teniéndose en cuenta tanto la ocupación, la situación familiar y la estructura demográfica y ocupacional de los municipios de residencia de las
entrevistadas. El resultado refleja una rica diversidad de situaciones, que se
aleja de los tópicos esencialistas sobre quienes son las “verdaderas” mujeres
rurales (7).
En nuestro estudio utilizamos una noción de “arraigo” bastante cercana a la
del lenguaje cotidiano: es el apego al pueblo en el que se está viviendo, la
valoración de lo que supone vivir en él, y la proyección de esa actitud hacia
el futuro. El desarraigo implica lo contrario. Obviamente, entre el arraigo y el
desarraigo hay un continuum de actitudes y posiciones vitales que van
desde la afirmación entusiasta de la propia identidad y de la vida rural hasta
el rechazo abierto, pasando por la aceptación más o menos conformista o
resignada de la propia situación.
De nuestra indagación emergen tres tipos de discurso del arraigo, que
podríamos denominar “arraigo afirmativo”, “arraigo defensivo” y “arraigo instrumental”. Y dos discursos del desarraigo, que hemos denominado “desarraigo resignado” y “desarraigo indiferente”.
El discurso del arraigo afirmativo implica la afirmación entusiasta de la propia identidad y de la vida rural, se pone en valor lo positivo de ser “de pueblo” y de vivir en un pueblo al que se pertenece, bien por lazos familiares, o
por elección.
De nuestra investigación se desprende que el arraigo afirmativo se construye
en torno a una nueva identidad rural, en la que es fundamental la idea de
conectividad y movilidad (es decir, la posibilidad de alternar de forma fácil y
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
187
estratégica el pueblo y la ciudad), pero también sobre el trasfondo de una
situación laboral positiva que se asienta en capital formativo, por una parte,
y capital social, en forma de una tupida y consistente red de apoyo familiar.
Las mujeres más arraigadas, en definitiva, son las que se encuentran en una
situación laboral que consideran óptima.
El arraigo implica tanto la negación de estereotipos (no somos “rurales”,
podemos hacer lo mismo que cualquiera que habite en una ciudad) como la
afirmación de esa identidad (somos “de pueblo”). Esta doble lectura se presenta de una forma diáfana en el caso de las “hijas del pueblo”, que en su
inmensa mayoría han tenido una experiencia de vida, estudio o trabajo en
centros urbanos, y que disfrutan de una situación laboral considerada buena
o equiparable a la que se pudiera disfrutar en una ciudad. El arraigo se construye aquí desde la conexión a los entornos urbanos (“aquí estamos a nada
de la ciudad”), desde la valoración de lo local en cuanto a servicios (“aquí
tenemos de todo”) y desde la devaluación de lo urbano (identificado con
agobios, atascos, carestía, derroche de tiempo y dinero, falta de disfrute de
la vida…).
Hay que señalar que la conexión o cercanía a la gran ciudad no es tanto real
y efectiva como potencial, es decir, las entrevistadas hacen ostentación de
su movilidad: tienen coche propio y en cualquier momento pueden ir a la
ciudad, aunque a la hora de la verdad esta posibilidad no se realice por el
propio ritmo de trabajo, o en el caso de las mujeres ya adultas, por las exigencias de cuidado de los hijos e hijas.
da de una capital de provincia.
Vive en un pueblo de 2000
habitantes en el área de influencia de la ciudad. E5. 43 años,
separada, tiene un hijo y una
hija, copropietaria de una tienda de ropa en una capital de
provincia, vive en un pueblo de
3.200 habitantes. en el área de
influencia de la ciudad.E6. 36
años, casada, tiene un hijo y
una hija, empresaria de turismo
rural en un pueblo de 2.200
habitantes. E7. Soltera 29 años,
vive con su padre y su madre,
asalariada en una industria textil en una población de 6.200
habitantes. E8. 27 años, vive en
pareja, maestra de primaria en
un pueblo de 3.700 hab. E9 34
años, casada, tiene dos hijas,
ama de casa, vive en una
población de 7.500 habitantes.
E10: 26 años, separada, una
hija, inmigrante de Europa del
Este, trabaja como auxiliar en
una residencia de ancianos en
un pueblo de 750 habitantes.
E11. 54 años, casada, tiene dos
hijos y una hija, es propietaria
del bar de un pueblo de 440
habitantes.
El arraigo defensivo implica concebir el pueblo como un refugio frente a las
incertidumbres y los peligros de la vida urbana, el pueblo es lo conocido, lo
controlable y frente a él se piensa que, a pesar de algunas carencias, sobre
todo en lo que se refiere a las oportunidades laborales, “más vale lo malo
conocido que lo bueno por conocer”. El arraigo defensivo está ligado a
situaciones en las que no existe un capital formativo o de otro tipo, que permita prescindir del apoyo que el patrimonio o las redes familiares y vecinales
ofrecen en el pueblo.
(8)
Este tipo de estrategias, propias de los nuevos residentes,
han sido documentadas ampliamente (vid. por ejemplo Rivera,
2007).
El arraigo instrumental supone valorar el pueblo –del que no se forma realmente parte- como un instrumento o medio para conseguir determinadas
metas, normalmente una forma o “estilo de vida” determinado. Este tipo de
arraigo aparece vinculado en nuestra investigación a las nuevas residentes
que conservan su empleo urbano. En este caso el arraigo no está unido a la
identidad rural. Nos encontramos ante mujeres que valoran la vida en el pueblo pero no se consideran realmente parte de él (de hecho hablan constantemente de la “gente del pueblo”, frente a ego), aunque puedan aspirar a
formar parte de la comunidad en el futuro. Nos encontramos ante estrategias
que tratan de aprovechar lo mejor de dos mundos: la residencia rural, que
permite disfrutar de un tipo de vivienda que sería inaccesible en la ciudad, y
poner en práctica estilos de vida ligados al consumo de naturaleza que consolidan o mejoran el propio estatus social, y el empleo urbano, más acorde a
las propias expectativas que el disponible en el entorno local (8). La población asentada recientemente en los pueblos suele pertenecer a clases profesionales de mediana edad, que vinculan la residencia rural a una etapa de
consolidación de sus proyectos vitales y profesionales. Sin embargo, la
degradación de los centros urbanos y la subida del precio de las viviendas
en ellos hacen que nos encontremos también con nuevos y nuevas residentes más jóvenes, pertenecientes a clases obreras o medias bajas y que bus-
188
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
can mantener el estatus adquirido con esfuerzo por sus familias en las
épocas doradas del fordismo.
Tanto el arraigo defensivo como el instrumental se apoyan en discursos que
pueden volverse de desarraigo, cuando las condiciones laborales o de relación con el entorno son más difíciles. Cuando la actitud que hay tras el arraigo defensivo se convierte en resignación (“esto no es bueno, pero ya no
puedo tener otra cosa, es tarde para mí”, o bien “esto no es bueno pero no
me queda más remedio que estar aquí”) vemos como aparece una actitud
que podemos calificar de desarraigo resignado, ya que si no se plantea un
abandono del pueblo –que se ve como imposible-, sí que se hacen visibles
los aspectos más oscuros de la vida en él.
Lo que lo que puede suceder, respecto al arraigo instrumental, cuando lo
que el pueblo ofrece no es ya una forma de vida, sino la simple posibilidad
de sobrevivir. El pueblo es un mero medio de supervivencia, a la espera de
conseguir algo mejor. Es una estación de paso, por lo que la relación que se
establece con él es de indiferencia. Es el “desarraigo indiferente” en que
puede colocar por ejemplo la condición de inmigrante, en el caso de nuestro
estudio representada por una joven de Europa del Este, que trabaja en uno
de los nichos de empleo en expansión en los pueblos: el cuidado de personas mayores. La indiferencia es también una actitud psicológica que permite
soportar la desconfianza e incluso estigmatización que se ejerce por parte
de la población autóctona, y que en el caso de las mujeres jóvenes, conlleva
toda una serie de prejuicios de género que tienen que ver con la sexualidad
(moralidad dudosa, intenciones de “pillar” a los “buenos partidos” del pueblo, etc.).
El discurso del desarraigo pone el acento en la inexistencia de oportunidades
laborales para las mujeres (“aquí no hay nada”), en la pobreza de relaciones
sociales (“siempre se ve a la misma gente”, “esto está vacio”) y en la falta de
actividades culturales y recreativas (“es del trabajo al bar, y no hay más”). El
discurso del desarraigo hace hincapié no en el idilio rural, sino en el tedio
rural (9).
Arraigo/desarraigo y experiencia laboral.
Con todas las precauciones que cabe tomar ante un estudio cualitativo de
carácter exploratorio, podemos señalar una clara relación entre el arraigo y el
desarraigo y las experiencias laborales. La percepción de las oportunidades
laborales en el pueblo, y la jerarquía que se establece entre ellas en los relatos de las entrevistadas nos va dibujando un mapa laboral con unos contornos bastante definidos. Y son aquellas mujeres que se encuentran en la
cúspide de esa jerarquía las que presentan unas actitudes de arraigo más
definidas, convirtiéndose el arraigo afirmativo en mero arraigo defensivo, o
incluso desarraigo, cuando la condiciones laborales empeoran o la situación
familiar obliga a “estar” de ama de casa.
(9)
La literatura anglosajona en
torno al “idilio rural” (rural idyll)
lo contrapone al “tedio rural”
(rural dull).
El discurso del arraigo está más definido entre las jóvenes con una formación
académica que les permite emplearse como asalariadas en servicios cualificados (sanidad, educación, administración), o ser protagonistas de iniciativas
empresariales en la que el bagaje académico se convierte también en un
activo importante. Es el caso, en nuestra investigación, de una joven maestra,
una fotógrafa que ha abierto su propio negocio, o una joven que sueña con
trabajar en iniciativas de desarrollo rural en las que poner en práctica sus
recién terminados estudios de administración y contabilidad. De las entrevis-
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
189
tas realizadas se desprende que las iniciativas empresariales que implican
una verdadera profesionalización tienen tras de sí mujeres educadas y familias que apoyan estos proyectos (movilizando patrimonio, recursos económicos, contactos sociales y trabajo familiar) más allá de las ayudas
institucionales destinadas a la promoción de este tipo de proyectos. En
este sentido sí que encontramos una relectura del familismo y el comunitarismo tradicionales del medio rural, que tal y como señalaba Díaz Méndez,
están siendo un elemento clave en la redefinición de lo rural. Los relatos de
las emprendedoras entrevistadas en nuestro estudio nos hablan de la
importancia que los recursos familiares tienen en la puesta en marcha y el
éxito de tales iniciativas. Tras una emprendedora, en definitiva, hay una
movilización importante de capital familiar, no solo económico sino social.
Tras una emprendedora hay una familia emprendedora, algo que ya apuntábamos en trabajos anteriores (Sampedro y Camarero, 2007) pero también,
a menudo, un capital cultural que permite a las mujeres profesionalizarse,
mediante el control sobre el propio trabajo y el cultivo de aquellos aspectos más enriquecedores o gratificantes de la propia actividad.
Arraigo rural y estrategias familiares: nuevas identidades femeninas ¿nuevas identidades masculinas?
De los relatos de las mujeres entrevistadas se desprende que un elemento
fundamental en el arraigo son las estrategias ligadas a la elección de pareja
y la construcción del propio proyecto de relación emocional y familiar.
Parece cómo si a las tradicionales estrategias familiares de absorción o de
retorno, a las que nos hemos referido anteriormente, y que claramente
siguen estando activas en muchos casos, se unieran ahora unas estrategias
que tienen que ver más con los vínculos urbano-rurales, establecidos por
las generaciones de los padres, que facilitan la formación de parejas en las
que las jóvenes acaban adecuando sus propios proyectos vitales y laborales a los de sus compañeros. Una razón de peso para estar aquí es que “mi
novio, marido o compañero están aquí”. Y esa relación se establece porque
los vínculos con el pueblo nunca se han interrumpido, de forma tal que “de
aquí es mi compañero” o “aquí conocí a mi compañero, que es del pueblo
de al lado”.
La formación de estas parejas no se debe únicamente a que dejar el pueblo, -ya sea en familia, o individualmente- no supone la interrupción de los
vínculos que se mantienen con él. También se ha producido un cambio en
los perfiles laborales y los estilos de vida de los jóvenes rurales varones,
capaces de hacerlos atractivos como parejas a mujeres con un nivel educativo con frecuencia superior al suyo. Frente al agricultor, el joven que trabaja en hostelería, construcción, transporte o seguridad, y que mantiene unas
pautas de ocio y unos estilos de vida muy similares, si no idénticos a los
jóvenes urbanos, se convierten en un compañero atractivo con el que es
posible elaborar esas nuevas “identidades” a las que nos estamos refiriendo. Nos encontramos así con parejas rurales en las que es posible experimentar estilos de vida diferentes, en los que el disfrute de la naturaleza, la
práctica del deporte, las “escapadas” a la ciudad, los viajes al extranjero o
la trasgresión de las normas morales tradicionales, como el hecho de vivir
juntos sin casarse… constituyen la punta de lanza de ese proyecto de “ser
modernas y de pueblo a la vez”. Está claro que uno de los terrenos que los
estudios de género deben acometer sin más tardanza es el de la indagación en el estudio de las masculinidades en el ámbito rural.
190
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Jóvenes versus adultas: ¿nuevas identidades, viejas estrategias?
Dado que la franja de edad que se ha tenido en cuenta en el estudio no es
muy amplia (24-54 años) e integra a generaciones socializadas en un país
plenamente insertado en la modernidad, las diferencias que introduce la
edad en los discursos puede relacionarse, más que con factores propiamente
generacionales, con lo relativo a las clases de edad y a las etapas vitales asociadas a ellas. Tenemos como referente por tanto, las circunstancias vitales
que condicionan la transición plena a la vida adulta (autonomía económica,
residencial y familiar), transición que se trastoca drásticamente en la era postfordista, y tiende a alargarse considerablemente.
De las once mujeres entrevistadas seis son jóvenes (24-29 años) que se
encuentran insertas en el mercado de trabajo en circunstancias bien diferentes, sin que la mayoría de ellas, salvo una excepción, hayan adquirido aún las
responsabilidades propias de la maternidad.
Hay que señalar que más que la edad, son las experiencias laborales, las que
están marcando la orientación de los discursos hacia el arraigo o el desarraigo. El discurso de las mujeres adultas expresa más que valores diferentes,
circunstancias vitales distintas, marcadas, como hemos dicho, por las responsabilidades familiares –ya sean estas las propias de la maternidad o las que
tienen que ver con el cuidado de los mayores-, y por la conciencia de no ser
posible, en muchos casos, una vuelta atrás respecto a las decisiones tomadas en la juventud. De este contraste jóvenes-adultas, merece la pena resaltar cómo las nuevas identidades que aparecen diáfanas en los discursos
juveniles, contrastan con unas pautas de género bastante tradicionales en lo
relativo a la división del trabajo en el seno de las parejas en los relatos de las
mujeres adultas. Estas pautas se concretan en básicamente en la movilidad
laboral masculina frente a la inmovilidad femenina, y en la subordinación de
lo laboral a lo familiar en las mujeres, frente al predominio de los proyectos
laborales en los hombres. Independientemente del nivel educativo de las
mujeres, las entrevistadas, sin renunciar a su vida laboral, la adecuan a su
vida familiar, a los trabajos o carreras profesionales de sus parejas y al cuidado de sus hijos e hijas. Tras la maternidad, la capacidad de movilidad se
reduce, lo que conduce a construir y buscar en el entorno local las oportunidades laborales, o a posponer los propios proyectos hasta que pase lo más
duro de la crianza.
4. Algunas reflexiones mirando hacia el desarrollo rural.
Nuestra investigación en torno a los discursos del arraigo y el desarraigo en
las jóvenes rurales apuntan a que la reconstrucción de la identidad rural es
un proceso conflictivo y contradictorio cuando lo leemos desde la perspectiva de género. Si es cierto que muchas mujeres jóvenes están transformando
lo que significa ser rural (o ser “de pueblo”) con la complicidad de sus parejas, y utilizando para ello instituciones que tradicionalmente han jugado en
contra de la autonomía femenina (como el familismo o el comunitarismo
rural), lo cierto es que los relatos de las mujeres adultas muestran que tienden a reproducirse las pautas de división sexual del trabajo una vez que las
mujeres llegan al momento crítico de asumir responsabilidades familiares.
Incorporar la perspectiva de género al desarrollo rural pasa por conocer y
trabajar estas contradicciones, en un medio rural que es ya un escenario más
del flujo global de capitales, personas e información propio del capitalismo
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
191
informacional, y que experimenta igualmente los procesos característicos de
la tardomodernidad.
Uno de los retos a los que a menudo se enfrentan las personas que trabajan
en intervención social en el campo de la igualdad de género en el medio
rural es cómo utilizar a favor de las mujeres los elementos estructurales, simbólicos e ideológicos que refuerzan la identidad familiar y de la comunidad
rural, sin por ello reproducir los estereotipos que perpetúan la desigualdad
(Sampedro, 2008). De lo expuesto hasta aquí se desprende que algunos de
los retos fundamentales en este sentido son el estudio de las condiciones de
profesionalización de las empresarias rurales, la garantía del derecho a la
movilidad de todas las mujeres y el avance hacia la conciliación de la vida
laboral y familiar, concebida no como una tarea de las mujeres, sino como un
derecho y un deber de las parejas humanas. Solo así el desarrollo rural, en
cuanto intervención política e institucional sobre las poblaciones, puede
hacerse cómplice de la construcción de esas nuevas identidades en la que
están inmersas las jóvenes rurales.
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Mujeres jóvenes en el siglo XXI
193
documentos
10
Rosa Rodríguez Rodríguez. Profesora de Sociología de la UNED.
Mujeres jóvenes inmigrantes: otro
“rostro” de la globalización
El objetivo de este artículo es analizar las características diferenciales por edad y género de los procesos migratorios de las mujeres jóvenes inmigrantes y la naturaleza de sus experiencias de vida.
Teniendo en cuenta las variables de la sociedad y del mercado laboral español y los elementos que
determinan el modelo migratorio de los países del Sur de Europa. Partiremos de una aproximación analítica al contexto estructural en el que se desarrollan las migraciones internacionales. Pues, muchas de
las claves explicativas de las dinámicas causales y de los elementos definitorios de los flujos migratorios
femeninos actuales, sólo pueden aprehenderse si indagamos en el contexto estructural regido por la
globalización económica, cultural y tecnológica.
Palabras clave: Globalización, feminización, procesos migratorios, motivaciones, riesgos, discriminación.
(1)
Para un análisis de las variables
desencadenantes y el contexto
de surgimiento del actual
modelo de economía global,
Vid., en Cameron R., Neal, L.
(2007). Historia Económica
Mundial. Alianza Editorial,
Madrid, pp.433, ss.
(2)
La recesión económica y la crisis financiera actualmente presentes en todo el mundo son
una de sus manifestaciones más
recientes y que por afectar
también a los países del “Primer
Mundo” están suscitando la
atención/preocupación de múltiples actores sociales. Aunque
ya autores como Joseph Stiglitz
han planteado algunos de los
efectos desvastadores que la
globalización puede tener
sobre todo para los países más
pobres. Vid., Stiglitz , J. E.
(2007). El malestar en la globalización. Santillana Ediciones
Generales, Madrid.
(3)
Vid. Araujo, S. (2005).
“Cartografías migratorias:
migraciones internacionales en
el marco de las relaciones
Norte-Sur”, en VV.AA., La
migración. Un camino entre el
desarrollo y la cooperación.
CIP-FUHEM, Madrid, pp.26-27.
I. Globalización y migraciones internacionales en el siglo
XXI: la feminización de los flujos migratorios.
El año 2001 marcó no sólo el comienzo del siglo XXI, sino también el final de
la primera década de experiencia con una economía verdaderamente global.
Desde el definitivo hundimiento de la Unión Soviética en 1991, casi todas las
naciones del mundo han aceptado la necesidad de ajustar sus propias políticas y sus estructuras económicas a las experiencias del mercado global
emergente (1). A partir de este momento, los que deciden las políticas de
cada país, al margen de sus ideologías, han tenido que adaptarse a las fuerzas
del mercado que se han extendido por toda la tierra.
Los movimientos de cambio trajeron consigo las consecuencias de sorprendentes avances en la información y la tecnología de las comunicaciones, informando a millones de personas en todas partes de las nuevas posibilidades de
inversión y de crecimiento. Sin embargo, los impactos de la apertura de nuevos
mercados y los rápidos cambios tecnológicos pueden tener resultados imprevisibles que no siempre son positivos (2).
Uno de los efectos de la denominada globalización ha sido el incremento y
diversificación de los flujos migratorios internacionales, pues ésta implica no
sólo la apertura de mercados y el movimiento de productos y/o capitales sino
también de la fuerza de trabajo. La globalización económica es producto de la
lógica evolutiva del sistema capitalista, cuyos antecedentes más inmediatos hay
que situarlos en el final de la producción en masa taylorista y la progresiva consolidación del modelo económico posfordista al inicio de la década de los años
setenta del siglo XX (Gil Araujo, S., 2005) (3). Período que marca el comienzo
de una profunda reestructuración económica y social de alcance mundial que
afectó de manera directa a la organización de los mercados de trabajo.
Las formas de inversión se modifican profundamente. Los capitales y los
empleos se exportan cada vez más hacia regiones del mundo donde la pro-
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
195
tección social de los trabajadores es menor. Se produce una reducción de la
necesidad de trabajadores manuales en la industria por los efectos de la
revolución microelectrónica y también una erosión de las tradicionales ocupaciones manuales calificadas en los países altamente desarrollados.
Comienza una importante expansión del sector servicios, que demanda a la
vez trabajadores con alta capacitación y trabajadores con escasa cualificación. Hay un crecimiento de los sectores informales en las economías de los
países desarrollados e igualmente del empleo informal y de condiciones
cada vez más inseguras de trabajo. Y, por último, se consolida una creciente
diferenciación de las fuerzas laborales con base en el género, la edad y la
etnia, a través de mecanismos que empujan a las mujeres, a los hombres y a
los miembros de las minorías hacia el sector informal del empleo (4).
(4)
Vid., Castles, S., Miller, M.J.
(2004). La era de la migración.
Movimientos internacionales de
población en el mundo moderno. Coeditores Universidad
Autónoma de Zacatecas,
Instituto Nacional de Migración,
Fundación Colosio, Miguel
Ángel Porrúa, México, p.100.
(5)
Vid. Parella Rubio, S. (2003),
Mujer, Inmigrante y Trabajadora:
la triple discriminación.
Anthropos Editorial, Barcelona,
pp.113-115.
(6)
Bifani, P. (2002), “Globalización,
Género y Proletarización” en
Gregorio Gil, C., Agreda
Romero, B. (eds.). MUJERES DE
UN SOLO MUNDO:
Globalización y
Multiculturalismo. Editorial
Universidad de Granada.
Granada, p.38.
196
La Nueva División Internacional del Trabajo supone, entre otros muchos
aspectos, no sólo la deslocalización del sector industrial hacia las regiones
periféricas, donde la fuerza de trabajo es más barata, sino también una división funcional del trabajo que estratifica la mano de obra en las sociedades
desarrolladas económicamente. Sin duda, una de las consecuencias de la
nueva economía del conocimiento y del proceso de globalización es el incremento de los servicios altamente especializados y cualificados, sobre todo
financieros (Parella, S., 2003). En países como Estados Unidos, Canadá,
Suecia, Alemania o Japón se asiste a un aumento apreciable en la proporción
de profesionales, técnicos, directivos y empleados de cuello blanco en general, que va consolidando un segmento de la población con rentas elevadas y
pautas de consumo caras. Pero, paralelamente, esta rápida proliferación de
los servicios más cualificados genera una fuerte demanda auxiliar de muchos
puestos de trabajo con salarios bajos, condiciones laborales inestables y con
escasas oportunidades de promoción. Tal incremento surge como respuesta
a la demanda de una mano de obra que permita asegurar el nivel de vida de
los empleados y directivos de sueldos elevados y satisfacer sus pautas de
consumo y estilos de vida. Es aquí, en una gama de ocupaciones del sector
servicios (vigilantes, empleados en restaurantes, limpieza, canguros, etc.)
donde se crea un espacio económico para que jóvenes e inmigrantes, sobre
todo mujeres, se conviertan en oferta de mano de trabajo deseable y preferente. Pues, a las necesidades de mano de obra en el sector servicios se
suma el conjunto de actividades relacionadas con la asistencia de ancianos y
toda clase de servicios personales (comida, cuidado de niños, tareas de la
casa, atenciones personales, etc.) que surgen tanto por el envejecimiento de
la población como por las necesidades reproductivas relacionadas con el
nuevo estatus de las mujeres que, en las sociedades avanzadas, se incorporan al mercado de trabajo. Todas estas actividades requieren una fuerza de
trabajo intensiva que no puede “deslocalizarse” y que deben realizarse in
situ, en el mismo lugar donde existe la demanda. Es en este contexto estructural, dónde se explica no sólo la direccionalidad de los flujos migratorios
internacionales sino también la progresiva feminización de los mismos (5).
Patricia Bifani recuerda una concepción sencilla pero gráfica de Naciones
Unidas, que merece volver a destacarse: la idea que subyace al proceso de
globalización es utilizar los recursos allí donde son más productivos. En esta
pugna por competir en las condiciones más ventajosas, las mujeres se han
perfilado, dirá la autora, como la mano de obra más demandada (6).
Desde una perspectiva histórica pueden encontrarse antecedentes de la globalización de las funciones de cuidado femeninas en la esclavitud, “no
menos en la relación de las esclavas africanas con sus amos blancos como
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
(7)
Nyberg Sorensen, N. (2004),
“Globalización, Género y
Migración Transnacional. El
caso de la diáspora dominicana” en Escrivá, A. y Ribas N.
(coords.). Migración y
Desarrollo. C.S.I.C., Córdoba,
p.93.
(8)
Castles, S., Miller, M.J. (2004).
La era de la migración.
Movimientos internacionales de
población en el mundo moderno. Coeditores Universidad
Autónoma de Zacatecas,
Instituto Nacional de Migración,
Fundación Colosio, Miguel
Ángel Porrúa, México, p.76.
(9)
M. Martiniello, señala cómo las
causas demográficas determinan la necesidad de poner en
práctica ciertas políticas de
inmigración. Por ejemplo, en la
década de 1960, el descenso
demográfico belga se considera
un peligro para el equilibrio
político y comunitario del país.
El demógrafo francés Alfred
Sauvy, a quien se había recurrido en busca de una solución,
recomienda echar mano de una
inmigración joven y dispuesta a
tener familia para que se instalen en el país con el fin de
superar ese déficit demográfico. Sin que la población se dé
cuenta, esta preocupación tiene
mucho que ver con la actitud
comprensiva de las autoridades
belgas respecto del reagrupamiento familiar que, en realidad,
ya se practicaba desde la década de 1950. Vid., Martiniello, M.
(2003). La Europa de las migraciones. Por una política proactiva de la inmigración. Edicions
Bellaterra, Barcelona, pp.15, sgs.
(10)
Íbidem, Castles, S., Miller, M.J.
(2004), pp.199-201.
(11)
De gran interés en este aspecto, es la particular percepción
(y los estereotipos) que tanto
sirvientas domésticas, concubinas o ambas” (Nyberg Sorensen, N. 2004) (7).
Otros ejemplos de migraciones femeninas, de carácter relativamente voluntario, los encontramos a lo largo del siglo XIX durante el proceso de expansión colonial en países como Australia, en los que eran frecuentes las
sociedades de “hombres sin mujeres” y hacia las que fueron enviadas
muchas convictas e incluso se establecieron planes especiales para llevar
mujeres solteras como trabajadoras domésticas y como esposas para los
colonos (Castles, S., Miller, M.J., 2004)(8). Ciertamente, el perfil prevalente de
las migraciones del siglo XIX era tanto en América del Norte como Europa, el
de jóvenes varones solteros que esperaban ahorrar lo suficiente para regresar a casa y establecer una familia. En el caso de Europa, durante el período
que va de 1945 a 1970, la figura del gastarbeiters o trabajador invitado sigue
dominando como trabajador demandado (hombres jóvenes solteros con
buena salud, productivos desde su llegada y con permiso de estancia/trabajo de tiempo determinado). La incapacidad de evitar y, por otro lado, necesidad (9) de fomentar la reagrupación familiar permitió progresivamente la
incorporación de las mujeres a estos flujos migratorios.
Encontramos referencias, en el análisis de los flujos migratorios internacionales, de un perfil migratorio específicamente femenino (en cuanto actor individual) a partir de la reestructuración de la economía mundial a inicios de los
años 70 del siglo XX, en la década de los años ochenta y, fundamentalmente,
en los años noventa del siglo XX. Destacan, por su importancia, las migraciones laborales femeninas a gran escala desde Asia con destino a oriente
medio. La fuerte demanda de servidumbre doméstica encontró respuesta
entre las trabajadoras provenientes de Filipinas, Indonesia, Tailandia, Corea o
Sri Lanka (10). A medida que crece la demanda de trabajadores en el sector
servicios, se perpetúa como una variable constante que: las mujeres dominen
ciertos flujos y su empleo se concentre en trabajos “típicamente femeninos”,
trabajadoras domésticas, “entretenimiento” (prostitutas), personal de restaurantes, hoteles y líneas de ensamblaje de las industrias textil y electrónica.
Trabajos que ofrecen bajos estatus, condiciones y salarios y que se asocian
además con estereotipos patriarcales de docilidad femenina, obediencia y
voluntad para dar servicios personales.
No es nuestra intención realizar un recorrido por los flujos migratorios internacionales protagonizados por mujeres, sino subrayar su importancia histórica y su difícilmente comprensible invisibilidad.
La falta de toma en consideración de la mujer como actor protagonista de
los procesos migratorios, hasta las últimas décadas del siglo XX, se debe no
sólo a la inexistencia de estadísticas diferencias por sexo, sino también a una
ideología de carácter patriarcal que transmitía el estereotipo (valorado
socialmente) de mujer que acompaña y forma parte de un proceso migratorio protagonizado por su marido y el estereotipo (desprestigiado) de mujer
sola cuya partida amenaza con el “desmantelamiento” de la estructura familiar o la hace susceptible del “escarnio” público, al poder asociarse el ejercicio de su individualidad y libertad con un comportamiento -alejado del
control masculino- y, por lo tanto, potencialmente indigno o promiscuo (11).
Por otro lado, el hecho de que tanto la mujer como la familia hayan sido
poco tratados en la historia de las migraciones internacionales, se explica
por una visión neoliberal del sujeto migratorio que impulsa la idea de hombres (en general, pero no exclusivamente) autónomos, que eligen la opción
migratoria en un cálculo racional de beneficios (Suárez Navas, L., Crespo
Bordonaba, P.,2007) (12).
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
197
Sin embargo, los flujos migratorios femeninos no sólo han crecido progresivamente hasta igualarse a los masculinos, sino que se prevé un mantenimiento de la demanda los mismos. A diferencia de la migración masculina,
sometida a las variaciones de las condiciones económicas, la femenina (en
respuesta a las necesidades de cuidado o reproductivas, fundamentalmente)
ha demostrado ser no sólo estable sino resistente a los cambios coyunturales
(M.B. Asís, M., 2004). Después de 1997 se registró un declive temporal de
demanda de trabajadores extranjeros en la construcción (hecho que está
afectando especialmente a España en los dos últimos años) y la producción,
pero la demanda de trabajadoras domésticas en todo el mundo apenas
registró variaciones (13).
los hombres como las propias
mujeres de la República
Dominicana tienen respecto al
protagonismo de las mujeres en
el proceso migratorio, y que se
investiga –en un exhaustivo trabajo de campo- recogido en
una obra considerada ya de
referencia. Vid., Gregorio Gil, C.
Migración femenina. Su impacto
en las relaciones de género.
Narcea Ediciones, Madrid, 1998.
(12)
Suárez Navaz, L., Crespo
Bordonaba, P. “Familias en
movimiento. El caso de las
mujeres rumanas en España”.
Revista Migraciones nº. 21, Junio
(2007), p. 239.
A pesar de los evidentes puntos de confluencia entre las razones para emigrar de hombres y mujeres, sabemos que los flujos migratorios femeninos
registran, una tendencia propia dentro de las migraciones internacionales y
que puede vislumbrarse en varios aspectos: una progresiva igualación -y previsible tendencia al aumento- en magnitud numérica respecto a los flujos
masculinos (14), una creciente diversificación de países implicados, las características de sus empleos y/o la multiplicidad de modelos de proyectos
migratorios y sus correspondientes estrategias de decisión/motivación/objetivos.
Consideramos de interés profundizar, en este artículo, en el conocimiento de
las particularidades de estos flujos migratorios -situándonos en el contexto
español- sobre todo de las mujeres inmigrantes jóvenes (“hijas” más recientemente directas de la globalización) para indagar en sus dinámicas migratorias, en los retos-desafíos que enfrentan, en sus especiales dificultades, pues
la migración supone una “llamada” a la oportunidad de desarrollo y, a su vez,
a un camino de posibles riesgos de exclusión y vulnerabilidad social.
(15)
La distribución por edades de
la población inmigrante empadronada en España, es de una
manera sintética la siguiente: el
15,0% es menor de 16 años, el
63,9% tiene entre 16 y 45 años
y el 21,2% tiene 45 o más años.
Para realizar este análisis, hemos efectuado un trabajo de campo consistente
en la realización de cuarenta y dos entrevistas a inmigrantes mujeres y hombres residentes en la Comunidad Autónoma de Madrid . Nos ha parecido
adecuado entrevistar a mujeres y hombres inmigrantes de distintas edades,
períodos de residencia y diversos países de procedencia (Ecuador, República
Democrática del Congo, Venezuela, Francia, Bielorrusia, Argelia, Colombia,
Perú, Irak, Rumania, Uruguay, Brasil, Congo Brasaville, República Dominicana,
China, Bulgaria, Ghana, Bangladesh, Alemania, Argentina, Marruecos, ,
Nigeria, Guinea Ecuatorial, Polonia, Japón) que pudieran realizar, en sentido
lato, la función de “grupos de control”, respecto a las mujeres jóvenes.
Debemos explicar que aunque sociológicamente se entiende por joven aquellas personas cuyas edades están comprendidas entre los 15 y los 29 años,
hemos optado por no entrevistar a personas menores de edad. Teniendo en
cuenta que la edad media de los inmigrantes empadronados en España es
de 33 años (15), consideramos adecuado extender el intervalo y partir de los
18 años de edad, incluyendo (en base a nuestras motivaciones intelectuales)
a mujeres de diferentes edades y poder valorar cambios en los contextos de
recepción. El objetivo concreto es determinar las características propias de
los procesos migratorios de las mujeres inmigrantes jóvenes, así como sus
experiencias y expectativas de vida en relación a las motivaciones de sus
proyectos migratorios. La hipótesis de partida es valorar la naturaleza diferencial de los mismos -en cuanto que mujeres y jóvenes- y las particularidades de su integración sociolaboral en nuestro país. Realizaremos
previamente una breve aproximación estadística.
198
Revista de Estudios de juventud
(13)
Vid., M.B. Asís,M. (2004). “El
“Mercado” de las migraciones
femeninas en Asia” en VV.AA.,
Génesis y desafíos de las migraciones internacionales.
Perspectivas del Sur,
Alternativas Sur, Vol.III (2004),
nº.1, Fuhem, Centro de
Investigaciones para la Paz y
Centre Tricontinental LouvainLa-Neuve, Madrid, pp.47-48.
(14)
De ahí que veamos a las mujeres inmigrantes como el “otro
rostro” de la globalización y la
desigualdad internacional.
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 1. Evolución del número total de inmigrantes internacionales (1960-2005)
Año
Número estimado de inmigrantes internacionales
(ambos sexos)
1960
75.463.352
1965
78.443.933
1970
81.335.779
1975
86.789.304
1980
99.275.898
1985
111.013.230
1990
154.945.333
1995
165.080.235
2000
176.735.772
2005
190.633.564
Fuente: Population Division of the Department of Economic and Social Affairs of the United Nations
Secretariat, Trends in Total Migrant Stock: the 2005 revision. Consulta realizada en http://esa.un.org/
migration, octubre 2008.
2.- La feminización de los flujos migratorios internacionales:
el caso español.
(16)
Vid., Tezanos Tortajada, J.F.
(Enero-Marzo 2007). “Nuevas
tendencias migratorias y sus
efectos sociales y culturales en
los países de recepción. Doce
tesis sobre inmigración y exclusión social”. Revista Española
de Investigaciones Sociológicas,
nº.117, p.15.
(17)
Parella Rubio, S. (2003). Mujer,
Inmigrante y Trabajadora: la triple discriminación. Anthropos
Editorial, Barcelona, p. 120.
(18)
Según el avance de datos del
Padrón Municipal a 1 de enero
de 2008, los inmigrantes son el
11,3% de la población total residente en España.
De los casi 200 millones de inmigrantes internacionales que hay en el mundo
(Ver Tabla 1), el 49,6% de los mismos son mujeres. Este porcentaje ha ido en
ligero pero progresivo y mantenido aumento en las dos últimas décadas (Ver
Tabla 2), por lo tanto el estereotipo del inmigrante como varón no se ajusta a
la realidad migratoria del mundo. El fenómeno migratorio español tampoco
responde a este imaginario, pues las mujeres representan actualmente el
46,8% del total de los inmigrantes empadronados en nuestro país. Europa y
Latinoamérica son las principales zonas de procedencia de las mismas (ver
Tablas 3 y 4). España, aún siendo un país de relativamente reciente experiencia migratoria, la magnitud de los flujos que recibe lo sitúan entre los primeros países del mundo en recepción de inmigración. En concreto, es el
segundo país del mundo (tras Estados Unidos) en promedio anual de inmigrantes acogidos durante el período 2000-2005 y el primero en lo concerniente a la proporción que éstos representan respecto a la población de
origen (16). Nuestro país comparte con los países del Sur de Europa (Italia,
Portugal o Grecia), un modelo migratorio que responde tanto a los cambios
derivados de la economía global como a factores políticos y socioeconómicos nacionales.
Este nuevo modelo migratorio presenta notas características diferenciales
del modelo tradicional migratorio del norte de Europa y que va a explicar la
fuerte demanda, las características del empleo y la segmentación por género
del mismo. Si en el norte de Europa la migración se había producido durante
el proceso de implantación de un modelo de producción fordista y de
expansión y consolidación del sector industrial (con predominancia de los
“empleos típicos”), -que demandaba básicamente mano de obra masculina-,
en el sur de Europa la migración acontece durante el periodo de pleno crecimiento del sector servicios y de flexibilización del empleo (“empleos atípicos),
por lo que la demanda de mano de obra femenina sobre todo en los sectores
reproductivos será cada vez más intensa (17). En el caso de España (18) son
múltiples los factores que pueden explicar el paso inesperado de ser un país
emisor de inmigrantes a ser una sociedad de inmigración: el salto económico
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
199
Tabla 2. Evolución del porcentaje de mujeres inmigrantes del total migrantes internacionales (1960-2005)
Año
Mujeres inmigrantes en el mundo
%
1960
46,8
1965
47,1
1970
47,2
1975
47,4
1980
47,2
1985
47,2
1990
49,0
1995
49,3
2000
49,7
2005
49,6
Fuente: Population División of the Department of Economic and Social Affairs of the United Nations
Secretariat, Trends in Total Migrant Stock: the 2005 revision. Consulta realizada en http://esa.un.org/
migration, octubre de 2008.
(19)
Naïr, S. (2006). Y vendrán...Las
migraciones en tiempos hostiles. Editorial Planeta, Madrid,
p.125.
excepcional que provocó la integración en el área de desarrollo de la
Comunidad Europea, la democratización del sistema político durante la transición posfranquista, la inyección masiva de capital extranjero, la financiación
de la Unión Europea a través de los fondos estructurales, las imponentes
obras de infraestructura, el apoyo a la agricultura a través de la política agraria común, el desarrollo de la pequeña y mediana empresa y de unas clases
medias dinámicas, la voluntad férrea del pueblo español de integrarse por fin
al concierto de las demás naciones europeas hicieron inevitable la demanda
de mano de obra extranjera, etc. (19). No podemos olvidar tampoco, la
importancia de la proximidad geográfica y los vínculos históricos con países
expulsores de población, la progresiva consolidación de mercados de trabajo
segmentados y el peso relativo de la economía informal en determinados
sectores. Efectivamente, la economía española como la de los países del sur
de Europa necesita hoy mano de obra foránea, al igual que ocurriera anteriormente en los países del centro y norte de Europa. Dos elementos diferencian, sin embargo, el contexto de llegada respecto a flujos anteriores en el
tiempo: las necesidades de fuerza de trabajo son menores y los países
receptores presentan Estados del Bienestar más débiles y tasas relativamente altas de desempleo (López Salas, A., 2005) (20). Por otro lado, el carácter
“inesperado” de este cambio social, la falta de planificación de políticas
migratorias, la deriva restriccionista de la inmigración en los países del norte
y del centro de Europa, la necesidad “urgente” de cubrir puestos de trabajo
en sectores económicos como los de la construcción, hostelería, agricultura y
servicio doméstico y la necesidad de miles de personas en busca de una
vida con mejores oportunidades, han tenido como consecuencia la tendencia
a desplazamientos anárquicos y clandestinos que afectan, especialmente, a
las mujeres por ubicarse en sectores ocupacionales como el doméstico -o en
ámbitos como la prostitución- , en los que la dificultad de controles normativos es mayor.
(20)
Ana Mª López Sala realiza un
análisis profundo de los factores del contexto de llegada de
los flujos migratorios y delimita
las claves diagnósticas de las
políticas migratorias existentes
en ese momento en España.
López Salas, A. Mª (2005).
Inmigrantes y Estados: la respuesta política ante la cuestión
migratoria. Anthropos,
Barcelona, 2005, pp. 171-175.
El VI Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2008, confirma
las elevadas tasas de irregularidad laboral de las trabajadoras extranjeras. Lo
que incrementa los riesgos de exclusión y de vulnerabilidad social, dado el
importante número de inmigrantes que trabajan como empleadas de hogar
200
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 3. Evolución del número de residentes extranjeros en España según sexo (19982008)
Hombres
%
Mujeres
%
Total
1998
322.261
50,5%
314.824
49,4%
637.085
1999
379.335
50,6%
369.619
49,3%
748.953
2000
471.465
51,0%
452.413
48,9%
923.879
2001
716.837
52,2%
653.820
47,7%
1.370.657
2002
1.048.178
52,9%
929.767
47,0%
1.977.946
2003
1.414.750
53,1%
1.249.418
46,8%
2.664.168
2004
1.605.723
52,9%
1.428.603
47,0%
3.034.326
2005
1.992.034
53,3%
1.738.576
46,6%
3.730.610
2006
2.215.469
53,4%
1.928.697
46,5%
4.144.166
2007
2.395.685
53,0%
2.123.869
46,9%
4.519.554
2008
2.777.003
53,1%
2.443.574
46,8%
5.220.577
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Padrón Municipal (a 1 de enero de cada año de referencia), INE.
(21)
VI Informe sobre exclusión y
desarrollo social en España
2008. Fundación Foessa,
Cáritas, Madrid. Vid., Capítulo 7.
El modelo de inmigración y los
riesgos de exclusión social.
Conclusiones, p.236.
(22)
Ministerio de Trabajo e
Inmigración. http://www.mtin.
es/estadisticas/ última consulta
realizada el 14 de noviembre de
2008.
(23)
Vid., Aguinaga Roustan, J.
(2008). “Las condiciones de
trabajo de las mujeres inmigrantes en España”, en Tezanos,
J.F., Díaz Moreno, V.
Condiciones laborales de los
trabajadores inmigrantes en
España. Grupo de Estudio
sobre Tendencias Sociales.
Fundación Sistema, Madrid,
pp.145-147.
(24)
Los investigadores del
Colectivo IOÉ, abordan de
manera monográfica en la obra
Mujer, Inmigración y trabajo, el
análisis del empleo en el Sector
doméstico, en razón de su
importancia cuantitativa –es la
principal rama de empleo de las
mujeres procedentes de países
del “Sur”- y estratégica –es la
en régimen interno y la informalidad de su régimen laboral en condiciones
de acceso, derechos, obligaciones y remuneración (21). Otras fuentes confirman, la desigualdad legal entre varones y mujeres respecto a los contratos
laborales suscritos, que permiten corroborar la mayor vulnerabilidad sociolaboral de las mujeres extranjeras que trabajan en nuestro país. En el periodo
enero-octubre de 2008: del total de los 3.168.605 de contratos registrados a
extranjeros, 1.990.587 corresponden a hombres y 1.178.018 a mujeres (22),
una diferencia significativa.
Según los datos ofrecidos en la Encuesta sobre las condiciones laborales de
los trabajadores inmigrantes en España, realizada por el Grupo de Estudio
sobre Tendencias Sociales, el contrato que predomina entre los trabajadores
inmigrantes es el temporal en ambos sexos, pero se confirma, nuevamente, la
mayor tasa de irregularidad entre las mujeres inmigrantes que trabajan en
una proporción 5,7 puntos superior a los hombres, sin ningún tipo de contrato (Aguinaga Roustan, J.,2008). Esta encuesta, por otro lado, presenta información actualizada sobre la ocupación laboral de las mujeres inmigrantes en
nuestro país, ya que si bien permanece la tendencia a que los sectores más
feminizados sean el comercio, la hostelería y el servicio doméstico (sólo en
los items “Trabajador de servicios” y “Trabajador no cualificado”: las mujeres
representan el 82,2% de los trabajadores frente al 54,4% de los hombres, en
las mismas categorías), se detecta un aumento de mujeres trabajando en el
sector de los comercios minoristas. Destacando la mayor iniciativa y flexibilidad laboral de las trabajadoras, sobre todo de las más jóvenes, con respecto
a los trabajadores varones (23), quizás en un intento de “escapar” del nicho
laboral que supone el servicio doméstico para las mujeres inmigrantes.
Aunque para muchas de ellas, el empleo en este sector cumple una función
estratégica, es la “puerta de entrada” (24) al mercado laboral español, los
niveles de formación (el 41,6% tiene estudios secundarios y el 22,5% estudios
universitarios) (25) con que llegan a España, muestran el proceso de movilidad social descendente que muchas de ellas sufren por trabajar en nuestro
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
201
país y que pudimos comprobar, en su caso, en el trabajo de campo realizado.
De ahí, las posibilidades que el trabajo cualitativo ofrece pues las experiencias, situaciones y perfiles son tan diversos que sólo acercándonos desde la
mirada y la palabra, a mujeres procedentes de los principales países del
mundo que conviven con nosotros (Ver Tabla 5), podemos extraer conclusiones y generar discursos no siempre vislumbrados.
3.- Mujeres jóvenes inmigrantes. Su “viaje heroico”: la separación o partida, el camino de las pruebas y ¿el retorno?.
“puerta de entrada” al empleo
en España de muchas mujeres
inmigrantes-. Colectivo IOÉ
(2001). Mujer, inmigración y trabajo. Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales, pp.18-19.
(25)
Íbidem, Aguinaga Roustan, J.
(2008), p.144.
“El héroe es el hombre o la mujer que ha sido capaz de combatir y triunfar
sobre sus limitaciones históricas personales y locales...” (26), en este sentido,
prácticamente todas las personas que realizan un proceso migratorio son
héroes y sus experiencias recorren el itinerario del viaje heroico que simbólicamente se articula en tres fases. Las mujeres, “heroínas no elogiadas de la globalización” (Nyberg Sorensen, N., 2004), ¿tienen un viaje diferencial?.
Podríamos anticipar que quizás no tanto en cuanto a las motivaciones generales, pero sí en cuanto a la percepción del proyecto, los estereotipos difundidos
del perfil de las inmigrantes, las estrategias utilizadas y la finalidad del viaje.
Ninna N. Sorensen, al analizar las migraciones desde la República Dominicana,
comprueba la diferente valoración que se realiza de las mismas si el proyecto
migratorio es masculino o femenino. Así, cuando las mujeres son consideradas
como grupo específico, su ocupación transnacional suele pasarse por alto y su
contribución al desarrollo de los países de origen permanece no sólo oculta,
sino que mientras que por ejemplo, la historia masculina de la emigración
dominicana se percibe como la historia masculina del valor y el coraje en la
ciudad de Nueva York, no se valora de la misma manera la emigración dominicana que se da en otros lugares del mundo y que tiene la nota diferencial de
tratarse de flujos migratorios mayoritariamente femeninos como es el caso de
la que se da en España (27). Las migraciones femeninas están cargadas de
unas valoraciones y percepciones sesgadas y el trabajo de campo realizado
con mujeres inmigrantes -y hombres inmigrantes-nos ha permitido constatarlo,
en algunos aspectos concretos (desde una perspectiva comparada de género
y edad): razones para migrar, formas en las que emigran, perfil sociodemográfico, problemas que encuentran a su llegada, reacciones que suscita su presencia por parte de la sociedad en la que viven y trabajan, etc.
(27)
La desigual asignación de derechos de ciudadanía como el
voto, otorgada por el gobierno
dominicano a los residentes en
Estados Unidos, pero no a los/
las residentes en España es el
más preclaro indicador de la
discriminación sufrida por las
mujeres inmigrantes. Vid.,
Nyberg Sorensen, N. (2004).
“Globalización, Género y
Migración Transnacional. El
caso de la diáspora dominicana” en Escrivá, A., Ribas, N.
(coords). Migración y desarrollo.
C.S.I.C., Córdoba, p.88, ss.
Frente a los estereotipos socialmente construidos (mujer inmigrante, casada,
analfabeta, sin hablar el idioma) y algunos datos difundidos (según la
Encuesta Nacional de Inmigrantes 2007 realizada por el INE: el 39,2% de las
mujeres de entre 16 y 54 años de edad, están en España por reagrupación
familiar), todas las mujeres entrevistadas, salvo tres, una mujer búlgara (G.
43 años, 5 de residencia), una mujer venezolana (D., 28 años, 3 de residencia), una mujer iraquí de origen armenio (S.35 años, 11 de residencia) y una
chica joven rumana (21 años, 2 de residencia: se quedó sola con su hermano
en Rumania, vino primero su madre), las restantes 24 mujeres entrevistadas
(14 entrevistadas de 18-35 años; 10 entrevistadas de 36-50 años) han venido
solas, en proyectos migratorios personales e individuales. Por lo que en ningún caso es mayoritariamente inmigración de arrastre. En el caso de la mujer
inmigrante búlgara, no se cumple el estereotipo transmitido, pero sí otro
hecho al que nos hemos referido a lo largo del artículo y que encontramos
en bastantes casos, tanto ella como su marido -ingenieros de formación- han
sufrido un proceso de movilidad social descendente pues ella trabaja en el
Servicio doméstico y él en el sector de la construcción.
202
Revista de Estudios de juventud
(26)
Campbell, J. (1997). El héroe de
las mil caras. Psicoanálisis del
mito. F.C.E., México, p.26.
≥ diciembre 08 | nº 83
Tabla 4. Evolución del número de residentes extranjeros en España según zona de origen y sexo (1998-2008)
Europa
Latinoamérica
Asia
África
Otros
H
M
H
M
H
M
H
M
H
M
162.048
170.197
43.509
69.236
19.667
18.244
89.535
48.589
7.502
8.558
1999
194.392
202.032
51.474
82.513
22.411
20.510
102.666
55.012
8.391
9.553
2000
228.288
232.518
70.915
112.569
27.301
24.537
135.448
71.989
9.513
10.700
12.888
1998
2001
283.631
273.970
180.780
238.337
39.216
31.259
201.534
97.365
11.676
2002
377.920
350.826
325.816
400.094
54.410
38.918
275.680
124.156
14.352
15.774
2003
502.326
462.891
478.950
565.768
73.326
48.882
341.472
151.479
18.676
20.398
2004
562.480
517.075
571.130
666.311
81.589
53.519
371.177
170.341
19.347
21.357
2005
731.821
668.236
667.074
774.499
109.137
67.153
460.569
202.587
23.433
26.101
2006
861.660
789.911
695.609
814.345
131.312
75.164
503.251
222.709
23.637
26.568
2007
1.009.936
923.062
731.188
864.331
131.149
76.701
502.101
235.299
21.311
24.476
2008
1.242.709
1.110.600
811.382
953.571
149.996
88.765
549.718
264.240
23.198
26.398
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Padrón Municipal (a 1 de enero de cada año de referencia), INE. La categoría “Otros” está
integrada por países de América del Norte y de Oceanía.
Por otro lado, la mayoría de las mujeres entrevistadas han basado su decisión migratoria en la búsqueda de mayor calidad de vida y salarios. En algunos casos, también la oportunidad de incorporarse al mundo laboral, en esto
se diferencian algunos proyectos migratorios de las mujeres inmigrantes
maduras respecto a las jóvenes. Cuando se trata de mujeres de más de cuarenta años, la sociedad de sus respectivos países las considera demasiado
mayores para trabajar y la migración se convierte para estas mujeres solas
en una de las escasas posibilidades de sobrevivir (es, entre otros, el caso de
A., 50 años, 6 de residencia, viuda, colombiana, trabaja en el servicio de limpieza del metro de Madrid; o M., 48 años, 1 de residencia, venezolana, separada, Técnico Superior en recursos humanos, trabajadora doméstica).
En cualquier caso, la diversidad de perfiles y de proyectos migratorios es la
característica de las mujeres entrevistadas. Hay tantos procesos como historias de vida. Sus motivos podrían categorizarse en los siguientes: por buscar
un nivel de vida mejor, por razones políticas, por reagrupación familiar, por
búsqueda de libertad e independencia de cara a su autorrealización como
personas, por un deseo de ganar más dinero e invertir en sus países, por
redes sociales ya establecidas, por azar de la vida, por motivos de enfermedad (mujer peruana de 44 años, 17 de residencia, decidió venir a España por
la necesidad de tratamiento del cáncer de su hermana, a la que trajeron a
España por este problema) o por la necesidad de recibir tratamientos de
salud inasequibles para ellas en sus países de origen (tratamientos de fertilidad, por ejemplo, en el caso de una inmigrante guineana de 34 años, 8 de
residencia, para la que su maternidad fallida se había convertido en un problema existencial y en una cuestión emocional por el desprecio recibido por
parte de su entorno), por motivos de relaciones afectivo-personales, etc. El
perfil dominante es el de mujeres jóvenes y solteras y a diferencia de los
hombres, los motivos para emigrar son más plurales.
Sólo encontramos tres elementos motivacionales diferenciales entre los proyectos migratorios femeninos y masculinos. En primer lugar, ninguno de los
entrevistados varones (22 en total) ha llegado a España por motivos sanitarios para él o para algún familiar suyo y en ninguno se ha encontrado una
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
203
pauta de discurso en la que búsqueda de libertad o el deseo de individuación fundamentara el proyecto migratorio. Salvo tres varones entrevistados,
uno Iraquí, otro procedente de República Democrática del Congo y, por último, un ciudadano bielorruso, que han llegado a España por motivos políticos, el resto de los entrevistados (a excepción de un jubilado alemán)
emigraron a España por motivos económico-laborales.
De ahí que debamos hacer referencia, en este sentido, a dos perfiles encontrados sólo en el caso de las mujeres inmigrantes -y jóvenes-, no se nos han
dado estas motivaciones entre los varones.
El primero, -que no el único- el de una mujer de origen ecuatoriano que
emprende el proyecto migratorio como una aventura de autoafirmación personal, para demostrar a sus familiares que es capaz de sobrevivir sola, sacar
adelante a sus hijas y ahorrar para comprar una casa en Ecuador (B.,32 años,
cocinera, separada, 7 de residencia: “yo vine sola, porque siempre he querido
ser independiente, quería salir adelante sola sin la ayuda de mis padres. No
quería depender de ellos, se me metió en la cabeza que quería irme… mi
madre dice que soy la oveja negra de la familia. El trabajo es muy duro, no
me gusta, pero estoy bien”). La claridad estratégica de las jóvenes inmigrantes a la hora de diseñar su proyecto migratorio es muy grande y dado el
esfuerzo personal y económico que supone migrar todas ellas tienen las
“cosas” claras. Tomemos como ejemplo la respuesta de esta joven ecuatoriana, que reside en el municipio madrileño de Leganés, en un piso compartido
con sus dos hijas, una mujer boliviana, otra rumana y dos hermanas de
Ucrania: “estoy construyendo una casa yo sola. Es un esfuerzo de las tres (de
mis hijas y mío). Me siento muy contenta, cuando termine mis proyectos
vuelvo… estamos aquí por una meta y cuando la tengamos nos vamos, eso le
digo a mis hijas”.
El segundo, el de una mujer marroquí soltera, llena de energía y de sueños,
que también emprende el viaje en solitario (L., 32 años, administrativa en
Universidad privada, 9 años de residencia) y que desbarata muchos de los
estereotipos de las mujeres magrebíes (casadas, pobres, analfabetas y
dependientes): “yo no elegí España para vivir, yo vine con la idea de vamos a
probar, vamos a ver lo que hay allí. En realidad, ya tenía una situación estable
en Marruecos, tenía trabajo, una vida más o menos arreglada, pero era una
aventura; ¡a probar!, a ver tanto hablar de Occidente y esto, pues vamos a ver
lo que hay en Europa. ¡Nada!, he venido y aquí me he quedado”. En otro
momento de la entrevista, señala respecto a sus expectativas de regreso o
no a Marruecos: “de momento, es la idea que tengo, no pienso –de momento,
no-, no a no ser que mañana salga otra cosa, de momento quiero seguir
viviendo aquí en España, me encuentro a mi misma aquí en España”.
Otro ejemplo de este perfil, de mujeres jóvenes que no fundamentan su “su
partida” en razones económicas, sino de reto personal, es el caso de una
joven rumana, muy cualificada, que está dispuesta a vivir en cualquier país
siempre que le aporte posibilidades de desarrollo personal y de estatus (C.,
25 años, 2,5 de residencia, asesora-traductora en un gabinete político, entre
sus estudios: dos licenciaturas). Cuando no encontramos equivalencia entre
el nivel de cualificación y el puesto de trabajo desempeñado, se incrementa
la probabilidad de proyectos migratorios femeninos basados fundamentalmente en razones económicas. Es el caso de una joven polaca E. de 27 años
y 4 de residencia en España, licenciada en Marketing pero que trabaja como
camarera en un edificio de oficinas y en un hotel y cuya motivación es eco-
204
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
nómico-laboral: “lo más importante, por dinero ¡claro!, que cada uno tiene
-cómo decir, sueños- y, en mi caso, quería yo y mi marido hacer una casa en
Polonia entonces en mi país es imposible en un tiempo, cuatro años, construir una casa, entonces nos decidimos ir aquí para buscar trabajo y ganar
dinero. Lo segundo, por curiosidad, y eso también me importa que aquí
podía conocer otra lengua y pienso que cuando regrese a Polonia que ahora
se mejora más la esfera económica y pienso que es un plus”.
El deseo de aprendizaje, de superación personal e independencia, tan consustancial a la juventud, se da ciertamente entre las inmigrantes más jóvenes
que consiguen “buscarse la vida” y ser autosuficientes a tempranas edades,
como J., rumana que cumplía 20 años el día de la entrevista, 2 de residencia,
con estudios secundarios y que trabaja como limpiadora: “vine de vacaciones
y me gustó España y me quedé. Empecé a trabajar en limpieza, en una heladería como camarera. Pero, prefiero limpieza porque hay menos horas y
puedo estudiar por la tarde. He estudiado inglés y lo dejé y ahora quiero
empezar informática porque quiero salir de este trabajo. Vine solita y me
quedé con unos primos, luego me fui a un piso y al año traje a uno de mis
seis hermanos, luego a una hermana y juntos a otro, el mayor. Ellos tienen un
piso y yo estoy independiente porque me gusta así”.
Pero, lo que tienen en común estas chicas es que no parten de situaciones
carenciales materiales, que tienen en España algún familiar residiendo que
les facilita la estancia y que salvo excepciones son mujeres solteras y sin
hijos en su mayoría (todas estas pautas caracteriológicas matizadas por,
como ya hemos mencionado, la heterogeneidad de historias que hemos descubierto). En alguna medida, se mantiene la conocida tesis de la pirámide de
necesidades de A. Maslow, pues emprender el viaje migratorio como camino
de autoafirmación y de autorrealización personal es más común entre las
mujeres jóvenes inmigrantes que no parten de una situación seria de carencia material y que tienen, casi todas, un buen nivel de cualificación.
No hemos encontrado tantos casos de esta naturaleza entre la mayoría de
las mujeres jóvenes inmigrantes latinoamericanas que tienen, a su vez, niveles de formación más bajos (estudios primarios y secundarios) y que inician
su proyecto migratorio por razones económicas (sacar adelante a sus hijos,
darles mejores oportunidades educativas, enviar dinero a sus familias, etc.)
más que por desarrollo personal. Con este perfil entrevistamos a mujeres
jóvenes como A., brasileña de 33 años, 1 de residencia, estudios primarios,
madre soltera de un hijo que está en su país. Trabaja en el servicio doméstico, sin ningún tipo de contrato: “porque quiero comprarme una casa en mi
país y yo aquí en España tenía una amiga y me dijo, si tú quieres comprar
alguna cosa vente yo te ayudo a buscar un trabajo y aquí estoy. No es fácil
para nadie, pero aquí estoy”. Esta inmigrante se quejaba bastante de la dureza del trabajo en la limpieza, pero la fortaleza emocional de estas jóvenes
mujeres es enorme: “yo nunca he trabajado en limpieza, pero aquí no puedo
hacer otra cosa y yo necesito trabajar sino no estaría aquí. Hay muchas dificultades, pero si a la primera barrera tú te vuelves a tu país, entonces no
conquistas nada en tu vida, eso es verdad. No, yo quiero algo para mi vida,
voy a trabajar haga lo que haga, yo necesito un trabajo para conseguir comprar una casa… Una casa donde pueda estar con mi hijo y que pueda estudiar, pagarle una facultad… yo no he tenido la oportunidad. Donde yo trabajo
entro a las 9 de la mañana y llego a las 10 de la noche a casa, agotada…me
duele todo el cuerpo, las manos, las piernas subo escaleras 10 veces al día. A
veces, pienso: voy a volver a mi país porque estoy cansada. Y, luego pienso,
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
205
¡no!, yo he venido aquí a trabajar por un objetivo y sin él no vuelvo a mi país.
Si Dios me da fuerza y coraje, yo voy a trabajar: no importa dónde y qué
haga”.
Estas son las experiencias que siguen al “aterrizaje”, el camino de las pruebas de estas heroínas y que es diferencial no tanto con respecto a la edad
de las inmigrantes o el género, sino en relación a cuestiones relacionadas
con la clase, la cultura, la “raza”, la situación legal y la particular idiosincrasia
de la sociedad que las recibe.
Casi todas las inmigrantes han sufrido discriminación en algún grado, incluso
aquellas como (C. 25 años) la joven rumana, que desempeña un puesto de
trabajo de alta cualificación, que habla seis idiomas y que no encaja en un
perfil, precisamente, de “lumpem proletariat”. Sin embargo, cuando llegó a
España, sufrió en el ámbito laboral, el impacto de determinados prejuicios
asociados a la comunidad rumana (“en mi primer trabajo en una oficina de
una multinacional en España, que tenía varias delegaciones, llama una persona desde Barcelona; dice: no sé qué C., tienes un acento raro, Sí, soy rumana.
¡Ah!, bueno pues mira ¿sabes qué?, pásame con tu jefe, porque yo con esta
gente, mira no me fío nada y me he quedado callada, porque es que me he
bloqueado…”) y el efecto de una selección por “darwinismo inverso”, esto es,
la relegación y/o preferencia ante un puesto de trabajo por una persona
menos capacitada que ella, pero de origen español. A C., le ha costado
entender que la rechazaran sólo por ser extranjera y que con dos licenciaturas y un Master en Cambridge, teniendo más cualificación que el resto de los
candidatos prefirieran a uno español de menos cualificación.
Las pruebas más difíciles que pueden vivir las mujeres inmigrantes son las
asociadas a las situaciones de ilegalidad documental y las padecidas como
consecuencia de actitudes racistas y xenófobas. Hemos podido conocer
algunos de estos casos. En concreto, la vivencia más dura -transmitida por
las entrevistadas- y relacionada con los “efectos colaterales” de la indocumentalidad que pueden sufrir los y las inmigrantes, es la experiencia de una
detención policial por falta de papeles; es, en concreto, la vivida por Cl.,
colombiana de 31 años, 9 años de residencia, estudios primarios y actualmente en paro: “cuando yo llegué aquí, como al año, me cogió la policía y
nos detuvieron en el calabozo, había unas 40 chicas y no nos dejaban ir al
baño. Imagínate, 24 horas ahí, sueño y de todo y si queríamos dormir, así en
el suelo pegados, sin mantas ni nada. Y eso nos ocurrió cuando nos llevaron
a la Comisaría de…. Lo único era que nos tenían separadas mujeres y hombres, pero el trato de nos dieron allí: ¡imagínate!, ¿no?, ahí 24 horas sin poder
orinar y ya uno queda reventado. Comida nos dieron un tarrito de esos de
zumito y un paquetico de galletas. Nos han tratado como perros así enjaulados. ¿Por qué os retuvieron? -le pregunté-: porque estábamos sin documentos. Luego nos sacaron, cuando me llevaron a mí me interrogaron, ¡qué si
esto!, ¡qué si lo otro!, qué te vamos a mandar a tu país, que te largues, que
qué vienes a hacer aquí, ¡quédate en tu tierra que aquí ya hay mucha gente!”.
Cl., narra esta experiencia muy serena pero con el timbre del dolor en su voz,
entonces sólo tenía 22 años.
Las vivencias son, de todo, menos superficiales. De ahí nuestro interés en
recogerlas, porque ninguna teoría social puede ser más explicativa que los
hechos. No podemos dejar de referirnos, desde el marco diverso de la realidad social que intentamos analizar, a la difícil prueba que se enfrentan las
mujeres inmigrantes que presentan diferencias de aspecto físico o de pautas
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Tabla 5. Diez principales países de procedencia de las mujeres extranjeras residentes en España (2001-2008)
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
1
Marruecos
(72.051)
Ecuador
(129.419)
Ecuador
(195.000)
Ecuador
239.532)
Ecuador
(246.986)
Ecuador
(229.431)
Rumania
(239.752)
Rumania
(323.760)
2
Ecuador
(69.628)
Colombia
(109.749)
Colombia
(138.737)
Colombia
(140.684)
Colombia
(152.323)
Rumania
(183.172)
Ecuador
(213.407)
Ecuador
(207.932)
3
Colombia
(52.308)
Marruecos
(91.398)
Marruecos
(111.109)
Marruecos
(126.551)
Marruecos
(150.293)
Marruecos
(167.199)
Marruecos
(179.484)
Marruecos
(202.010)
4
Reino Unido
(51.308)
Reino Unido
(60.561)
Reino Unido
(75.898)
Rumania
(90.567)
Rumania
(139.975)
Colombia
(149.642)
Colombia
(147.736)
Reino Unido
(164.182)
5
Alemania
(47.110)
Alemania
(53.768)
Argentina
(61.738
Reino Unido
(81.711)
Reino Unido
(106.440)
Reino Unido
(128.506)
Reino Unido
(147.028)
Colombia
(156.351)
6
Francia
(22.453)
Argentina
(32.204)
Alemania
(61.075)
Argentina
(75.708)
Argentina
(89.142)
Argentina
(91.084)
Bolivia
(111.110)
Bolivia
(131.251)
7
Rep.
Dominicana
(21.973)
Perú
(26.405)
Rumania
(57.330)
Alemania
(54.259)
Alemania
(61.462)
Bolivia
(77.487)
Argentina
(89.565)
Argentina
(93.787)
8
Perú
(21.233)
Rep.
Dominicana
(25.965)
Perú
(32.048)
Perú
(37.752)
Bolivia
(53.578)
Alemania
(68.705)
Alemania
(74.827)
Alemania
(82.279)
9
Portugal
(19.286)
Francia
(25.807)
Francia
(29.863)
Rep.
Dominicana
(30.492)
Perú
(45.705)
Perú
(50.548)
Brasil
(55.538)
Brasil
(69.981)
10
Argentina
(18.770)
Rumania
(25.760)
Rep.
Dominicana
(29.435)
Bulgaria
(29.954)
Bulgaria
(40.150)
Brasil
(45.714)
Bulgaria
(54.085)
Bulgaria
(67.349)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Padrón Municipal (a 1 de enero de cada año de referencia), INE.
culturales propias. Ejemplos paradigmáticos de la realidad de “todos los días”
de una mujer inmigrante en España, son L. de República Dominicana (32 años,
7 de residencia, casada, sin estudios, trabajadora de la limpieza en una empresa de transportes) y una entrevistada a la que nos hemos referido anteriormente L. de Marruecos (L., 32 años, soltera, administrativa en Universidad
privada, 9 años de residencia), ambas pertenecientes a países con significativa
representación en España (Ver Tabla 5). L. de República Dominicana es negra
y esta particularidad de su aspecto físico, le ha hecho vivir experiencias de
rechazo y humillación, por ejemplo, cuenta la entrevistada: “iba un día, me
monto en un autobús y había una señora sentada y me siento al lado y se para
y me dice: tenía que venir ésta justo a sentarse aquí. Y la digo, ¿qué pasa señora?, qué deberían estar en su país, no aquí estorbando, ocupando el puesto de
los españoles…Esas cosas, me han pasado varias cositas así, pero trata uno de
olvidar porque te sientes mal en el momento y si vas a estar todo el tiempo
con eso… tratas de olvidar esas cosas y sigues adelante, ¡claro!, te sientes en el
momento como que no vales nada”.
Es, sin duda, en estas prácticas informales o conductas cotidianas desencadenadas a partir del color de la piel de una persona dónde mejor se pueden
identificar tendencias sociales latentes de racismo y xenofobia en nuestro país.
Mencionar, por último, las especiales dificultades que encuentran las mujeres
marroquíes inmigrantes de todos los perfiles sociodemográficos (casadas, solteras, con estudios, sin estudios, nacidas en España pero de padres magrebíes,
etc.).
Pertenecer a una cultura que suscita recelos es un gran handicap en la integración de estas inmigrantes. Las pruebas de su periplo son de diverso tipo
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
207
y se refieren a niveles tan pedestres como alquilar una vivienda o el trato
recibido al entrar a comprar en una tienda, hasta los conflictos identitarios
sufridos por quiénes pretenden mantener un estilo de vida acorde al sistema
de creencias y de valores de su país de origen y, a la vez integrarse, en igualdad de condiciones y derechos en un país de pautas culturales distintas. L.,
mujer marroquí de 32 años, se ha enfrentado, a menudo, a la difícil prueba
de la constante desconfianza que su presencia (cubre su cabeza con el
hiyab) despierta en muchos ciudadanos españoles. Así, manifiesta el dolor y
la humillación que pueden causar determinadas miradas y actitudes: “vas por
ejemplo en el metro subiendo las escaleras, una persona te ve y la reacción
que tiene es esconder el bolso, pues, ¡perdona, nooo!. O te siguen, por ejemplo, en el supermercado, a mi me ha pasado. Fuimos a comprar aquí, me
seguía la chica. Iba por donde iba y me seguía. Íbamos cogiendo cosas y la
chica nos seguía hasta la caja. Y al supermercado ese, suelo ir con mi compañera de trabajo a comprar las cosas que necesitamos para la oficina, y bien.
Resulta que vamos dos marroquíes y nos siguen. Entonces, eso a veces
duele, pero bueno”.
El camino de las jóvenes inmigrantes está plagado de riesgos, pero cuando
nos adentramos en sus experiencias de vida también descubrimos los múltiples recursos con los que cuentan para superar los obstáculos y salir adelante (haber emprendido la travesía ya es una muestra de valor y de
inteligencia). Todo viaje heroico termina con un retorno, con el regreso a la
comunidad de origen a la que, las aportaciones de los que se marcharon,
contribuyen a desarrollar. Pero, nuestras heroínas son hijas de su tiempo, de
un mundo globalmente interconectado y en el que las fronteras no siempre
pueden contener a los/las conquistadores de progreso y marcarles una
dirección. Si diversos son los proyectos migratorios, las expectativas también
lo son (no hay unicidad de posturas en cuanto a la decisión futura de regreso) y podríamos afirmar que éste es un viaje, especialmente, complejo en el
que el final -como el futuro- difícilmente pueden ponerse por escrito.
4.- Conclusiones.
Los procesos migratorios femeninos actuales deben estudiarse en el marco
del proceso de reestructuración económica y social de alcance mundial que,
en los años setenta del siglo XX, afectó a la organización de los mercados de
trabajo. La demanda de mano de obra no cualificada en sectores como el de
servicios (hostelería, restauración, limpieza, etc.) o para cubrir las necesidades reproductivas y de atención personal en las sociedades desarrolladas
atrae a un volumen importante de trabajadores inmigrantes, sobre todo jóvenes y mujeres. Estos movimientos de población femenina son una constante
en el pasado siglo y, actualmente, representan la mitad del total de migrantes internacionales. España, no es una excepción, y al igual que ocurre en
otros países del mundo, las mujeres inmigrantes no sólo tienen similar representación numérica sino que se enfrentan a una problemática específica de
riesgos de vulnerabilidad y exclusión social. Una “problemática” que responde, básicamente, a la diferente valoración del proceso migratorio según que
el protagonista del mismo sea un hombre o una mujer y a las condiciones de
trabajo de las inmigrantes. Así, nos hemos referido en este artículo a las
características de los empleos inmigrantes “típicamente femeninos” que tienen en común con los masculinos, el integrarse en el mercado de trabajo
secundario y, por lo tanto, tratarse de ocupaciones con bajos estatus, salarios, estabilidad y seguridad, sino que además, en el caso de la mujer van
208
Revista de Estudios de juventud
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asociados a los estereotipos patriarcales de docilidad, obediencia y entrega.
Por otro lado, en sectores económicos como el servicio doméstico tan proclive a la irregularidad, al aislamiento y la explotación; como hemos visto a
través de otros estudios, un sector que en principio se piensa es la puerta de
entrada al mercado laboral español y que se convierte en un callejón sin salida para muchas trabajadoras inmigrantes. Por otro lado, si todo proceso
migratorio es en sí un proyecto heroico, las mujeres inmigrantes deben vencer algunas “pruebas” diferenciales. Entre las diferencias por género hemos
observado que, en relación a los motivos para migrar, dominan en ambos
géneros las razones económicas y de calidad de vida; sin embargo, la búsqueda de la propia identidad y la autorrealización personal, el deseo de
independencia y libertad son motivaciones encontradas exclusivamente
entre las mujeres inmigrantes entrevistadas y no entre los hombres. Esta
motivación es, por otro lado, independiente de la edad y su base hay que
buscarla en características de la personalidad y en el contexto estructural-familiar de la migrante. De ahí, que salvo una joven marroquí y otra ecuatoriana, son las mujeres jóvenes europeas quiénes inician su proyecto migratorio
por este motivo y, en algún caso, por el deseo “de probar algo distinto”.
Cuando el proyecto migratorio se inicia como “huída” de un contexto materialmente deficitario, la supervivencia (de ella y de los hijos, pues muchas
jóvenes dejan al menos un hijo en su país) se convierte en el principal motor
y también determina las condiciones de llegada y algunas duras experiencias
asociadas a la precariedad material, laboral, legal y social. Las entrevistas
nos han permitido comprobar, los diferentes grados de discriminación que la
sociedad española genera en estas mujeres y a los que no escapan ni siquiera las mujeres jóvenes y cultas que, aparentemente, no “encajan” en los estereotipos sociales y fenotipos raciales que son objeto fácil de la mayor parte
de las miradas, conductas y palabras xenófobas. Destacamos, por último, el
enorme valor de estas jóvenes heroínas de nuestro tiempo que maduran
rápido, pero que afrontan las pruebas y dificultades de la travesía con dignidad, inteligencia y coraje.
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210
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
documentos
11
Coral Caro Blanco. Profesora de Enseñanza Secundaria. Miembro del Seminario Interdisciplinar
de Estudios de Género. Universidad de Barcelona
Un amor a tu medida. Estereotipos y
violencia en las relaciones amorosas
"Durante todos estos siglos, las mujeres han sido
espejos dotados del mágico y delicioso poder de
reflejar una silueta del hombre de tamaño doble
del natural."
Una habitación propia. Virginia Woolf
El mito del amor romántico que es un concepto fundamental en el imaginario occidental muy a menudo se muestra como trasfondo de la violencia de género. Su representación está diseminada en diferentes discursos, creencias, producciones culturales y audiovisuales que marcan las formas, los rituales, las
actitudes que lo caracterizan y lo hacen reconocible. El amor ideal de pareja siempre ha sido entendido
en término de diferenciación de los roles de género y se tergiversan fácilmente con la idea de posesión
del otro.
A través de dos estudios de campo se aportan datos empíricos que muestran que los estereotipos de
género y las creencias en los procesos de socialización pueden desembocar ya en la adolescencia en
unas representaciones mentales que contienen el germen de las desigualdades sexistas y la tolerancia
hacia la violencia contra las mujeres.
Si conseguimos que los y las jóvenes detecten estos estereotipos de género y construyan nuevas
creencias basadas en el respeto a la otra persona, podemos cambiar su forma de conducir sus relaciones, prevenir la violencia sexista, y lograr que las relaciones sentimentales de la juventud se construyan
en términos de igualdad
Palabras clave: estereotipos, género, creencias, metáforas, amor romántico, idealización, violencia, discriminación, sexismo, adolescencia, representaciones mentales, igualdad.
Según el Observatorio contra la Violencia de Género, actualmente se detiene
a un hombre por violencia de género cada 12 minutos. Durante los dos años
en que ha estado en vigor la Ley Integral contra la Violencia de Género han
sido presentadas 121.928 denuncias por malos tratos. En los tres años anteriores, se presentaron un total de 150.927 denuncias. En el primer año de
aplicación de la Ley el número de denuncias de este tipo se incrementó en
un 3,8 por ciento. El 35,6 por ciento de las denuncias presentadas el año
pasado fueron contra cónyuges y el 27,9 por ciento contra compañeros sentimentales. Mientras, el 19,2 por ciento fueron denuncias contra ex compañeros sentimentales y el 10,2 por ciento contra ex-cónyuges. El 3,1 por ciento
de las denuncias se interpusieron contra novios y el 3,7 por ciento contra ex
novios. De este modo, algo más de un tercio de las denuncias se registraron
entre parejas separadas o en situación de crisis. Las cifras sobre violencia
machista resultan abrumadoras. Si el pasado año ya se batieron récord no
sólo en los asesinatos de mujeres que murieron a manos de su pareja o ex
pareja, sino también en el número de denuncias presentadas por malos tra-
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
213
tos (126.293), este año se pueden superar esos límites. De hecho, en los seis
primeros meses de 2008 se han producido muchas más denuncias por esta
lacra (71.022), que suponen un aumento del 14% respecto al mismo periodo
de 2007. Así pues, los indicadores hacen pensar que las cifras continuarán
creciendo, tal y como ha declarado la presidenta del Observatorio contra la
Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ),
Inmaculada Montalbán.
Como vemos uno de los problemas más alarmantes en nuestra sociedad es
la violencia sexista. Las víctimas son las mujeres y los agresores sus compañeros sentimentales. ¿Qué podemos hacer para frenar este fenómeno? ¿Es
en algún sentido la sociedad responsable de esta situación? ¿Por qué dos
personas que se quieren se maltratan psíquica y físicamente y en ocasiones
llegan al asesinato?
Desde el ámbito de la psicología y de la educación es urgente preguntarnos
no solamente por los mecanismos de orden individual y social que intervienen en que estos lamentables hechos se produzcan, se toleren y se perpetúen, sino también cómo podemos educar a nuestra juventud para erradicar
estas situaciones de violencia en el contexto de una relación amorosa. La
sociedad española está comenzando a sentir que no es un problema personal o privado, sino que afecta a la sociedad en su conjunto, puesto que obstaculiza la construcción de un orden social justo e igualitario, por lo tanto, la
elaboración y consiguiente aplicación de una “política preventiva” contra la
violencia de género desde las primeras fases de la relación y el noviazgo
entre los jóvenes constituye una medida conveniente y prioritaria.
En nuestro contexto cultural, las desigualdades sexistas se basan, en última
instancia, en la asignación de diferentes derechos y obligaciones a las personas en función de su sexo y a la imposición de una concepción de roles de
género y de estereotipos que supeditan la mujer al hombre. Así pues, la concepción del amor que está insertada en el imaginario social es, a menudo,
trasfondo de la violencia de género. Esta concepción se basa en la idea de
amor romántico: Un amor ideal, un amor de entrega total a una persona que
muchas veces construimos a nuestra medida, sin tener mucho que ver con la
realidad y que choca con la necesidad de construir espacios para el ejercicio
de la libertad individual. Dentro de esta concepción cultural se considera que
los afectos y los conflictos forman parte de una relación normal de pareja,
sin embargo, esta forma de entender la relación puede llevar a muchas mujeres jóvenes a construir su vida amorosa sobre la base de una confianza ciega
fruto de la idealización de la relación y en consecuencia adaptarse, tolerar o
negar conductas y situaciones que desembocan en un auténtico maltrato,
una violencia psíquica y física.
Carmelo Moreno del Río (1998) sintetiza magistralmente las ideas de la destacada y respetada feminista Celia Amorós (1985) “afirma que las causas
últimas que explican la subordinación de la mujer están en la vida material de
ésta: concretamente en las relaciones de producción y de reproducción en
que se entran las mujeres, en el matrimonio y en la vida social . La subordinación no es una cuestión de oportunidades legales, ni de alienaciones mentales, sino cuestión de quien crea riqueza y cómo se crea dicha riqueza en una
formación social determinada, en la vida real, y de quién controla y cómo
controla lo que se produce.”
Según la socióloga Josune Aguinaga (2007), la primera disciplina que utiliza
el término género es la psicología. El papel o rol de género se nutre del con-
214
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
junto de normas y prescripciones que dicta la sociedad y la cultura tanto
sobre el comportamiento femenino como el masculino, limitando las potencialidades humanas de las personas al caracterizar los comportamientos
según sean adecuados al género: las mujeres tienen a los hijos y por lo tanto
los cuidan. Lo femenino es lo doméstico, lo privado, contrapuesto con lo
masculino, como lo público, de ahí el refrán popular: “El hombre barca y la
mujer arca”. De hecho en el refranero español la misoginia está patente en
muchas máximas, encontramos infinidad de refranes que se burlan de las
mujeres mientras que apenas existen refranes que satiricen a los hombres. La
violencia de género no es una cuestión privada, que se tenga que resolver en
casa como nos aconseja el refrán: “Entre marido y mujer nadie se debe
meter”. Nuestra cultura refuerza esta idea: “Los trapos sucios se lavan en
casa”.
En el refranero español, la mujer se muestra como signo de debilidad, de
falta de inteligencia, de tendencia a equivocarse, de indecisión. Subraya el
prototipo ideal de mujer: guapa, obediente, sumisa, fiel, honesta, dócil, ama
de casa, laboriosa. Se establece un perfil de mujer y se censura todo lo que
no se ajusta a él. En el refranero de Junceda, Luis (1998) encontramos refranes sexistas que animan al maltrato: ´A la mujer y a la mula, vara dura’; ‘a la
mujer y a la burra, cada día una zurra’, ‘Sin tacha ninguna no hay mujer ni
mula’; ‘Huerto, mujer y molino, quieren uso de continuo’; ‘A la mujer ya la
cabra, soga larga, soga larga;’ ‘De cojera de perro y del mal de mujer, no hay
que creer.’, ‘Dolor de mujer muerta dura hasta la puerta’, El caballo y la mujer
al ojo se ha de tener’; Febrero y mujeres tienen en su día diez pareceres’; ‘La
mujer aténgase al huso y no al uso’; ¿Sabes lo que es el infierno? una mujer
sin gobierno.
El refranero es una manifestación de la sabiduría popular, así como de su
moral e inclinaciones. Dado que los refranes acaban siendo aceptados por la
mayoría para llegar a constituirse como tal, podríamos decir que son fruto
de un proceso, en algún sentido, democrático. Por otro lado, es evidente que
el refranero no representa una visión objetiva de la mujer. Entonces, ¿quién
establece esa sabiduría popular?
Tal como argumenta la insigne pensadora, directora de investigación del
CNRS y cofundadora, junto con Simone de Beauvoir, de la revista Nouvelles
questions feministes, Chistine Delphy (2008) en las sociedades occidentales
se suele exhortar a aceptar ‘al otro’ por medio de discursos que denuncian el
racismo, la xenofobia y, a veces, también el sexismo. No obstante, los discursos que promueven la tolerancia están en realidad aceptando y reconduciendo la existencia de una instancia que es uno y sin la cual no puede existir
ningún otro.
Christine Delphy considera a la familia como una célula económica, es decir,
un modo de producción doméstico. Profesora e investigadora de estudios de
género sostiene que los otros son los no blancos, las mujeres y los homosexuales. Nos negamos a aceptar al otro tal como es, diferente a nosotros.
La jerarquía existente en nuestra sociedad se debe al rechazo del ‘otro’. Su
tesis es la siguiente: Los seres humanos no soportan la diferencia de género,
raza o sexualidad.
Cada grupo dominado por la primera premisa está sometido por las siguientes: ser mujer por el hombre; por no blanca por la raza blanca o por ser
homosexual por lo heterosexual. La civilización humana odia lo diferente. La
sociedad es la que construye al otro con prácticas ideológicas o discurso y
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
215
la filosofía particular y occidental trata a la otra persona desde el punto de
vista del yo. Ningún individuo puede existir fuera de la sociedad, la vida
material de los opresores se desenvuelve a su beneficio. Estamos dominados
por un hiper-individualismo. Tenemos dificultad para aceptar al ‘otro’. Los
otros son aceptables o rechazables. El uno es el que tiene poder de catalogar, rechazar, discriminar. Hay una ausencia total de reciprocidad. Al otro se
le maltrata cuando se le designa como otro. Es una relación donde uno
vence y el otro pierde. Es lo primero que pensamos cuando vemos a personas inmigrantes, ellos y ellas son los otros, uno está en su casa y el otro
viene de fuera y, en consideración, cuando un grupo es catalogado ya es
demasiado tarde para cambiar esa discriminación, la discriminación se inserta en un modo de vida ‘normal’. Esta discriminación define la frontera entre
superior e inferior. Por ejemplo, en Brasil, que el grado social depende del
grado de blancura, ser más blanco es un marcador de raza. También, en
EEUU la raza es un marcador social que jerarquiza, se rellenan impresos
administrativos, multas, solicitudes de beca y nos piden de qué raza somos,
por ejemplo, si somos de la raza blanca somos de la raza caucásica. En las
Antillas Francesas, donde los marcadores de raza son predominantes, hasta
1848 no se prohibió la esclavitud. En los tres ejemplos de países hay una
jerarquía de raza y unos prejuicios del color de la piel que se manifiestan en
la jerarquía social. Todos los blancos por encima de todos los negros, en
cambio, en Europa determinar la raza en documentos administrativos está
prohibido. Pero, ¿qué pasa con el marcador de género? En todos los países y
de igual modo se nos pide el signo de masculinidad o feminidad. ¿Podemos
mantener esta teoría entre los hombres y entre las mujeres? Por supuesto, el
otro es lo femenino. Los signos dominantes de raza, género y de sexo se ven
como una manera de ser normal pero la norma universal son los privilegios
de los unos ganados a costa de la discriminación de los otros. Para Christine
Delphi las instituciones políticas legales como las ideologías que lo sustentan
no crean las relaciones de explotación de las mujeres, sino que lo que hacen
es reflejar las relaciones de producción existentes, es decir, la sociedad
moderna, basada en la igualdad formal, está construida en la desigualdad
material. A su juicio es necesaria una nueva ciencia política que centre sus
esfuerzos en el estudio certero y sincero, de las mujeres, por mujeres y para
las mujeres. Las mujeres entendidas como un grupo social concreto y diferenciado para poder llegar a su situación de dependencia y así acabar con
ella.
Así, en estas violencias cotidianas que se dan entre las parejas jóvenes
¿dónde se puede poner el listón de lo aceptable y lo no aceptable en una
relación?
Dado que es la adolescencia el período en que las y los jóvenes empiezan a
vivenciar las relaciones amorosas y sexuales es muy importante desarrollar
estudios dónde podamos conocer las ideas y representaciones que tienes los
y las jóvenes sobre el enamoramiento y el amor, cómo entienden o cómo se
imagina la juventud algunos aspectos propios de una situación de maltrato y
acercarnos a la realidad para tratar de conocer los estereotipos de género en
las prácticas cotidianas de los y las adolescentes.
En nuestras investigaciones nos proponemos aportar datos empíricos que
muestren que los estereotipos de género y las creencias en los procesos de
socialización pueden desembocar ya en la adolescencia en unas representaciones mentales que contienen el origen de las desigualdades sexistas y la
resignación hacia la violencia contra las mujeres.
216
Revista de Estudios de juventud
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En concreto en el trabajo de investigación: “Representaciones y metáforas
sobre el amor en una población adolescente” (2001) nos pareció de gran
interés conocer de primera mano las ideas y representaciones de un grupo
de adolescentes de ambos sexos acerca del amor; analizar las expresiones
verbales de tipo metafórico utilizadas para expresar dichas ideas y representaciones e indagar la posible existencia de diferencias entre edades y sexos
en cuanto a dichas formas verbales de expresión.
La metodología y procedimientos fueron los siguientes: Se pidió a tres grupos-clase (90 chicas y chicos) la redacción de un texto donde explicaran,
disponiendo de un tiempo de 60 minutos, cuáles eran sus ideas sobre el
amor y del estado de hallarse “enamorado/a”. Concretamente se les dijo:
“Escribe cómo te sientes cuándo estás enamorado/a”, “¿Qué es para ti el
amor ?”
La población analizada fueron 10 sujetos de 13 años de 2º. de ESO, 5 chicas y
5 chicos; 10 sujetos de 14 años de 3º. de ESO, 5 chicas y 5 chicos y 10 sujetos
de 15 años de 4º. de ESO, 5 chicas y 5 chicos. Del IES Joan Oró de Martorell
en la comarca del Bajo Llobregat- zona Norte de la provincia de Barcelona.
Si describimos el entorno donde se ubica, Martorell es una población que va
creciendo considerablemente, debido a su proximidad al área metropolitana
y al acceso a las nuevas comunicaciones. Sus habitantes y alumnado que
asisten al centro son de clase trabajadora cualificada, la mayoría de sus
padres trabajan en las empresas de alrededores: SEAT, Chupa-chups, Solvay,
Knorr, etc. Las zonas deprimidas están muy definidas, sobretodo la precariedad de la comunidad magrebí en las viviendas baratas.
El marco de referencia en que se sitúa nuestro estudio son los modelos organizadores aplicados a rasgos diferenciadores de género. Se entiende por
modelo organizador la particular organización que el sujeto realiza de los
datos seleccionados y elabora a partir de una situación determinada, del significado que les ha atribuido y de las implicaciones que de ellos se deriven.
De entre todas las recientes aportaciones de las ciencias cognitivas nos interesa destacar la de los modelos mentales. Las investigaciones relacionadas
con este concepto han proliferado desde que en 1983 fueron publicados dos
libros con el título de “Mentals Models” hasta constituir un amplio y heterogéneo mosaico de trabajos que tratan diferentes aspectos de la cognición.
Los trabajos de Johnson-Laird se basan en el estudio de los modelos mentales que los y las sujetos elaboran a partir de enunciados verbales. JonhsonLaird considera que el razonamiento no surge de enunciados sino que el
sujeto elabora, a partir de ellos, modelos mentales, que son “una representación interna de un estado de las cosas del mundo exterior”. Estos modelos
mentales constituyen una forma de representación de los conocimientos a
través de los cuales el ser humano construye la realidad y eso supone, cuando realiza un proceso de simulación mental, concebir alternativas y verificar
hipótesis.
Según Teun A. van Dijk (2003) hay que tener en cuenta que el conocimiento,
las actitudes e indirectamente las ideologías, aunque aparecen por separado
en la representación social general, puede afectar a las estructuras y contenidos de los modelos mentales que construimos a partir de acontecimientos
concretos, es decir, podemos “traducir” ideologías generales en experiencias
específicas que forman parte de los modelos mentales. Estos modelos mentales no sólo son importantes para la representación de las experiencias personales, sino que también fundamentan la producción y composición de la
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
217
acción y del discurso. Cuando decimos a los y las sujetos que nos cuenten
una historia usan el modelo del hecho que han representado y al revés,
cuando escuchan una historia, construyen un modelo mental que les permita
entenderla. Es decir, el lenguaje incluye la expresión y la composición de
cómo construimos o actualizamos los modelos mentales
Las teorías de los significados y de las metáforas han sido los parámetros
que hemos utilizado para el estudio de las formas de expresión de estas
ideas y sentimientos. La metáfora suele definirse como la utilización de una
palabra para designar una realidad distinta a la que convencionalmente
representa; es decir se trata del uso de un signo por el otro. Aunque hay una
asociación inmediata que suele ligar el término metáfora a la lengua literaria,
resulta claro que no se trata de un término exclusivo de este registro. La teoría de la metáfora en la lingüística cognitiva fue desarrollada por Lakoff, éste
parte de la hipótesis de que la metáfora no es sólo una figura literaria, sino
que es un mecanismo cognitivo que se utiliza para procesar información abstracta, a partir de conceptos más concretos, simples y familiares (Lakoff y
Johnson, 1980). La metáfora y también la metonimia impregnan el uso cotidiano del lenguaje.
El concepto del amor se estructura en forma metafórica, es decir, las diferentes estructuraciones metafóricas se ajustan entre sí de una manera coherente. Veamos algunos ejemplos de los citados autores:
EL AMOR ES UNA FUERZA FÍSICA.
“Puedo sentir la electricidad entre nosotros. Hubo chispazo. Fui atraído
hacia ella magnéticamente. Se atraen el uno al otro de manera incontrolable. Gravitaron inmediatamente el uno hacia el otro. Su vida entera gira
entorno a ella. La atmósfera que lo rodea siempre está cargada. Hay una
energía increíble en su relación. Perdieron su momento, su ímpetu”.
EL AMOR ES UN PACIENTE.
“Es una relación enferma. El suyo es un matrimonio fuerte y sano. El matrimonio está muerto no se le puede revivir. Su matrimonio está mejorando.
Volvemos a mejorar. Su relación está realmente en buena forma. Hemos
tenido un matrimonio lánguido. Su matrimonio está en las últimas. Es una
aventura agotada”.
EL AMOR ES LOCURA
“Estoy loco por ella. Me hace perder el juicio. Me tiene sorbido el seso. Está
chiflada por mí”.
EL AMOR ES MAGIA
“Ella me hechizó. La magia se ha ido. Me tenía hipnotizado. Me ponía en
trance. Me hechiza, seduce”.
EL AMOR ES GUERRA.
“Es conocido por sus abundantes conquistas. Luchó por él pero su amante
venció. Huyó ante sus avances e insinuaciones. Lo persiguió impecable-
218
Revista de Estudios de juventud
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mente. Lentamente va ganando terreno con ella. Consiguió su mano. Le
subyugó. La asedian los pretendientes. Tiene que defenderse de ellos.
Reclutó la ayuda de sus amigos. Se alió con la madre de ella. Si he visto un
matrimonio en desigual alianza es ese”.
EL AMOR ES UN VIAJE.
Tendremos que emprender caminos separados. Ahora no podemos volver
atrás Mira que lejos hemos llegado. Estamos en una encrucijada .No creo
que esta relación vaya a ninguna parte. Estamos atascados. Es un largo
camino lleno de baches. Esta relación es un callejón si salida. Simplemente
estamos haciendo girar la rueda. Nuestro matrimonio hace aguas. Esta
relación está yendo a pique.
Existen con los ejemplos mencionados de Lakoff gran número de coincidencias en imágenes con nuestro estudio, donde encontramos iguales y parecidas estructuras metafóricas.
Los objetivos y metodología citados, los modelos organizadores aplicados a
rasgos de género (Moreno 1998), la composición de los modelos mentales
según Teun A. van Dijk (2003), y las teorías de los significados y las metáforas según Lakoff y Johnson(1980) nos condujeron a la elaboración de diferentes estudios y, en concreto, las características o rasgos vivenciales que
definieron las representaciones sobre el amor y el enamoramiento fueron las
siguientes:
A. Sentimiento de felicidad: Se trata de la expresión de una elevada complacencia que se genera por la experiencia vivida Ej. F 12: (13a.) “era un
mundo de felicidad siempre estaba en las nubes pensando solamente en
él”.
B. Idealización de la otra persona. Se expresa la contemplación de la persona amada como superior, casi fuera de lo real. Ej.: M 10 (14 a.) “Su cara
redondita y su piel suave, me atrajeron como un rayo de luz en una habitación oscura”. F 14 (14 a.) “Es el chico ideal”.
C. Sentimientos contrapuestos: Se expresa la vivencia de sentimientos positivos al mismo tiempo que negativos, experimentación de vivencias opuestas. Ej. F.15 (14 a) “..me daba por estar triste o muy contenta, casi no comía
y apenas podía dormir, es una sensación muy bonita, pero que te acaba
haciendo sufrir.” F.25. (16 a.) “Tenia ganas de reír pero también de llorar”.
D. Trastornos físicos y mentales: Se trata de sensaciones corporales y mentales nuevas, anteriormente no experimentadas y que pueden trastornar
diferentes momentos de la vida cotidiana. Ej. M.6. (13 a) “Cuando me enamoré y esa chica se me acercaba sentí temblor, emoción, rubor” F21 (16 a)
“Las mariposas me han invadido, me he quedado paralizado sin hablar, oír,
sentir, sólo mirándole...¿es amor o locura transitoria?”
E. Complacencia en las cualidades de la otra persona. Ej. F.1 (13 a.) “Es una
persona bastante sincera y expresa sus sentimientos” M29 (16a) “Tiene
unos ojos preciosos, una mirada que llegaba dentro de mí....”
F. Relación con la otra persona aproximadamente simétrica. Vivencia de
una relación positiva, caracterizada por una unión para siempre, la identificación con la otra persona, la complementariedad total., etc. Ej. M16 (14a.)
“quieres estar todo el rato con esa chica y no te quieres separar de ella
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
219
nunca” F 24 (16 a.)”. “Estamos hechos el uno para el otro. Somos almas
gemelas”.
G. Relación con la otra persona aproximadamente asimétrica. Vivencia de
una relación que implica la entrega a la otra persona, supeditación a su
voluntad, y que genera indecisión, miedo al rechazo, inseguridad en sí
mismo/a, etc. Ej. F22 (16 a.) “Cuando te enamoras, te sientes más débil,
más indefensa” F14 (14 a) “Siempre que tengo un problema puedo acudir a
él, porque sé que me entender”.
H. Sentimientos negativos acerca del enamoramiento. Ej. F13 (14a) F23
(16a) “cuando despiertas y te das cuenta aún le sigues queriendo pero una
parte de ti le odia, entonces decides volver a no confiar en ningún chico”.
I. Dolor o sufrimiento: sentimiento o vivencia producida por el rechazo y
por la simple inseguridad ante la otra persona. Ej. F5 (14 a) “por las
noches pienso que soy tonta al quererle como le quiero, porque lo único
que hago es sufrir hasta que ya no pueda aguantar más” F23 (16ª.) “El
amor te destroza por dentro, te llena de inseguridades, te destroza el
alma...”.
J. Diferenciación entre amor y otros sentimientos. Ej. M7 (13 a.) “yo no
estaría con la chavala que estoy, sólo por sexo, creo que es mucho más lo
que se siente.” F12 (16 a) “Muchas veces nos confundimos, no es amor, es
atracción”.
K. Incredulidad. No aceptación como creíble la idea convencional del amor
como un estado eternamente positivo entre dos personas. Ej. : F15: (14 a)
“Supongo que no todos serán iguales, pero por lo que he comprobado de
momento sí”. F 23 (15 a) “El amor no existe, y si alguna vez ha existido
algo de eso debió extinguirse hace mucho tiempo”.
L. Rivalidad. Se opone al otro tratando de alcanzar lo mismo que ella o él
pretende. Ejemplo: M7 “Aunque, a veces, tengamos tropiezos como si le
abraza un chaval, yo lo miro un poco mal y me pongo agresivo, lo mismo
pasa si es al contrario”.
M. Rechazo a la entrega total de otra persona. Valoración propia por encima de la idea de amor entendido como entrega y supeditación a los
deseos de otra persona. Ej.: F3 (13 a.) “Yo tengo miedo de perder a mis
amigas. Sin amigos no eres nada en este mundo.” “Pero yo soy morena y
me gusta como soy. Yo no voy a cambiar por un chico. Si él sale conmigo
es porque le gusto, soy morena y estoy orgullosa de serlo. Yo no me voy a
pintar, ponerme minifalda y enseñar las tetas para que un chico se fije en
mí”.
N. Conquista. Deseo de obtener por sí mismo/a el amor de la otra persona.
Ej.: M8 (13 a) “Creo que me he enamorado y no voy a dejar pasar la oportunidad. Dicen que quien la sigue la consigue”.
Las conclusiones a las que llegamos después de analizar los cuadros de las
características o rasgos de tipo vivencial y sus diferencias entre edades y
sexos son bastante desalentadoras y pesimistas. No esperábamos que la
población femenina manifestara tanta diferencia con la población masculina.
Existen muchas diferencias de género. A medida que las chicas se hacen
mayores sufren más en el proceso de enamoramiento, están más supeditadas al otro y se valoran menos a sí mismas. En general, las chicas parecen
experimentar más ambivalencia e inquietud ante esta experiencia. Mientras
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Revista de Estudios de juventud
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que no es así en los chicos. Los chicos viven esta experiencia con más felicidad, de forma más positiva y con menos expresión de dolor y sufrimiento.
A medida que evoluciona la edad y se hacen mayores la experiencia es más
dolorosa. Los sentimientos de baja autoestima, unidos a la dependencia y
pasividad aparecen más elevados en las chicas.
Los sentimientos en la edad de 13 años son más comunes en relación con los
sexos. La alegría, la felicidad, nombrar las cualidades del otro predomina al
sentimiento de dolor. Entre las chicas y los chicos de la franja de edad de 13
años parece que puedan existir mayores posibilidades de entendimiento y
amor que en las otras dos franjas de edades, pues ambos expresan sus sentimientos, siendo estos en su mayoría de agrado, compañerismo y felicidad.
En la franja de edad de 15-16 años existe más posibilidades de no entendimiento y frustración, pues ellas tienen sentimientos ambivalentes. A primera
vista existe, en general, una mayor riqueza expresiva en las chicas. Los chicos
son más escuetos en sus expresiones y estas tienen menos rasgos. Los chicos, al contrario que las chicas, parecen estar en el mejor de los mundos,
sólo en contados casos, sus parejas les han planteado problemas suficientemente importantes como para forzarlos a reajustar sus sueños. Las metáforas del cuerpo son las más numerosas. Habría que ver que relación tienen
con la pubertad o si son tan sólo características propias del enamoramiento.
Nos sorprende que no nombren la sexualidad, ni la seducción o el erotismo.
¿Es porqué no la conocen o les frena el contexto escolar. ¿Podría ser porque
la pregunta no menciona el sexo y sí el amor?
Las expresiones escritas han sido muy ricas, la utilización de metáforas y
expresiones matizadas es muy notoria. Su fantasía nos sugiere que ésta les
lleva a sentir e imaginar que viven más allá de la realidad, “en las nubes”,
que están “volando”, que el amor “no tiene fronteras”, que estarán “unidos
para siempre” hasta “el día que muera y más allá”; “que somos almas
gemelas”, que la persona querida es su “media naranja”, “la mejor del
mundo.”.
Encontramos en las chicas esos tópicos imposibles y fantásticos alrededor
del amor. El mito del amor romántico, encarnado en aquella maravillosa
entelequia que llaman “príncipe azul” o el mito de la “media naranja”.
Cuando piensan que en algún lugar del mundo existe alguien con el que se
compenetraran hasta el éxtasis. El simple hecho de pensar en un imprescindible “alter ego” denota la escasa confianza en poderse valer por sí mismas.
Esta diferencia entre unos y otras nos lleva a pensar que es necesario presentar a la juventud la necesidad de aprender a equilibrar los deseos, expectativas y comportamientos individuales con los de su pareja, y a no aceptar,
bajo ningún pretexto , que el deseo de compartir una relación dé lugar a
menospreciar la dignidad que toda persona merece. Es la idea del amor que
está incrustada simbólicamente en nuestra sociedad la que hace que el otro
sea la continuación del “yo”, que no le dejemos vivir una vida propia y que
nuestra idea de amor perfecta e ideal sea la simbiosis con el otro.
El amor y el deseo son conceptos fundamentales en el imaginario occidental.
Su representación está diseminada en diferentes discursos y producciones
culturales, que marcan las formas, los rituales, las actitudes, etc, que los
caracterizan y los hacen reconocibles. (Altable, 1991). El mito del amor
romántico es una forma de entender las relaciones, entretejidas en lo social y
en el plano simbólico de los mitos , la literatura, en los cuentos interiorizados
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
221
en su tierna infancia. Son mitos culturales de la sociedad y arquetipos del
amor diferente en las chicas y en los chicos. ¿Cómo sacar esta entelequia a
la luz, que se haga consciente para poder cambiarlo? ¿Cómo podemos operar en las emociones? La ideología del amor romántico coloca al otro en el
centro de nuestro ser. Se piensa que el erotismo, el amor tiene que venir del
otro ser, ese dios siempre es el otro, nunca ella misma. Por eso cuando el
otro falta podemos oír “Mi vida sin ti no tiene sentido”, canciones y películas: “Loca por tu amor” “La Cenicienta moderna. En esta concepción del
amor romántico, todos esos elementos fijan la energía del amor, que es enorme, en el sujeto elegido, aunque el sujeto ya no les ame. En aras de ese vínculo, los malos tratos surgen y ella espera que cambie, no puede aceptar que
“su príncipe azul” no se pueda materializar. Hay que buscar nuevas formas
de amar de las mujeres, tener una relación consciente con otros, enseñar
otras formas de amor desde la coeducación, desvelar el imaginario amoroso
a través de una educación sentimental como base de otra sexualidad.
Es la idea de amor romántico que nos van transmitieron en los cuentos
infantiles, canciones y películas que hace que mantengan situaciones límites,
reforzando fantasías como “él cambiará”, “algún día todo será diferente y
seremos una pareja feliz”... El cine se ha constituido en un medio poderoso
de movilización y plasmación del imaginario social y, hoy día, la televisión
permite que su presencia sea más real en nuestra vida cotidiana. El lenguaje
del cine contiene una fuerza poderosa de persuasión. El lenguaje del cine
posee una fuerza persuasiva no suficientemente cuestionada. Según el diario
EL PAÍS del 15 de Febrero del 2006, un estudio encargado a un grupo de
profesionales que encabeza la actriz Geena Davis, que interpretó junto a
Susan Sarandon la película “Thelma y Louise”, ha manifestado que el número de personajes masculinos supera por tres a uno a los personajes femeninos en las películas de más éxito entre las niñas y los niños. El informe,
publicado en el diario “The Independent”, asegura que esta disparidad perjudica la valoración de la mujer entre los más jóvenes. El estudio Where the
Girls Aren’t Aren’t ha sido encargado por la Asociación Dads & Daughters,
que promueve la paridad de géneros en los programas de televisión y películas dirigidas a la infancia. Después de examinar 101 filmes, encontramos que
sólo el 28 % de los personajes con diálogos y el 17 % del total eran femeninos, y más del 80% de los narradores eran masculinos. Lo que pretende esta
comisión es presionar a Hollywood para que conceda el mismo espacio y el
mismo tiempo a los personajes femeninos y animar a madres y padres a
seleccionar aquellos programas y largometrajes que tengan una representación de sexos más igualitaria. No sólo no es paritaria la representación de los
géneros en el cine sino que el cine clásico alinea la feminidad a la pasividad
y a la reproducción y la masculinidad a la actividad y la esfera de la producción. (Colaizzi, 2001). El héroe, que es el que desea, está llamado a superar
obstáculos y pruebas, por el contrario, la mujer está condenada a la inmovilidad, a la impotencia, a la espera del héroe. El cine está repleto de “Ulises” y
de “Penélopes”. Ulises personifica la acción, el engaño, la estrategia, la fuerza, la valentía. Penélope espera y se siente parte de la recompensa al héroe
al final de su viaje. Gran parte del cine que llega a nuestro alumnado no sólo
perpetúa los estereotipos de género sino que los exagera. En el mundo que
nos rodea, cada vez más audiovisual y marcado por la globalización de los
intercambios comunicativos, es urgente enseñar a los y las jóvenes un análisis, reflexión y una crítica sobre los medios de comunicación. Las formas que
tienen estos medios de representar la realidad y las relaciones sociales y de
género que representan, para fomentar en la conciencia de la juventud una
222
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
actitud crítica. A través de este análisis se darán cuentan con nuestra
ayuda que la forma que tienen los medios de construir esta representación
de la realidad no es inocente ni neutral, sino que hay detrás una ideología y
una forma de entender la vida.
Según la psicóloga Aurora Leal la mayoría de chicos y chicas no relacionan
la falta de amor con el maltrato (Leal, 2007). Algunas chicas cuando
empiezan una relación y se enamoran, se tiran a la piscina en plena fase de
enamoramiento, entregándose emocionalmente sin reservas, antes de darse
tiempo a conocer realmente cómo es él. En este viaje emocional llevan la
maleta cargada de mensajes grabados a fuego, como “sacrificio por amor”.
Cuando se evitan los conflictos por miedo de forma sistemática, en el
fondo se están perdiendo oportunidades para defender los derechos personales y por el contrario se van ejercitando habitualmente comportamientos
de sumisión. Muchas chicas dicen que se sienten atraídas por aquel chico
que “va de duro” y se tiene la creencia que aquellos que ligan mucho son
más respetados por sus compañeros. Los violentos han aprendido muy
bien que para ser valorados como auténticamente masculinos, tienen que
dominar y tener el control de la pareja. El amor no es “la hostia” ni la
“ostia” es la aceptación superlativa del término que idealiza el amor apasionado, romántico e imaginamos que la vida en pareja es la única forma de
felicidad.
Por otro lado, (Aguinaga, 2004) hay equívocos interesados en la transmisión de las pautas culturales, de la reproducción social, que resultan muy
difíciles de transformar y si el amor romántico, por poner un ejemplo, fue
un gran adelanto frente a los matrimonios concertados, hoy es una rémora
y germen de muchas frustraciones evitables. Esto no quiere decir que no
exista o que haya que rechazarlo, sino que hay que situarlo en el contexto
de las relaciones que se producen entre hombres y mujeres en la actualidad.
La conclusión del trabajo de investigación es la siguiente: El amor ideal de
pareja siempre ha sido entendido en términos de diferenciación de género
y se tergiversa fácilmente con la idea de posesión del otro (Giddens,
2000). Las relaciones de amor que las chicas jóvenes consideran están en
gran parte sustentadas por una relación que produce dolor, mediatizada
por una concepción romántica del amor. En definitiva, al maltratador lo sustenta la posesión del otro/a y siente que esta posesión es lícita porque
surge de su amor y al mismo tiempo la víctima cae en la trampa – porque
nadie le ha dicho lo contrario- que el amor produce dolor. Se tienen que
estableces relaciones sentimentales en el plano de la igualdad ya que las
relaciones amorosas asimétricas degeneran en maltrato.
En el Seminario Interdisciplinario de Género se llevó a cabo otro estudio
“Conflicto y afecto en una relación de pareja”, cuyo objetivo común es el
averiguar cómo en la adolescencia los y las jóvenes tienen un sistemas de
representaciones mentales que puede contener el germen de esa tolerancia
y la negación de la violencia contra las mujeres, encubiertas por una idealización del amor, compromiso y felicidad. El grupo de formado por 118 chicos y chicas de 12, 14 y 16 años de edad y del IES Martí i Dot de San Feliu
de Llobregat en la provincia de Barcelona , se les animó a la lectura de un
Diario de una chica llamada “Laura”. El relato muestra una chica de su edad
a la que le preocupa particular la forma de ser de su pareja, su conducta
desagradable y violenta. El contenido del texto es el siguiente:
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
223
“Este año me ha gustado mucho que una amiga cuente conmigo para
componer la música para una obra de teatro que ha escrito. La verdad es
que me gustó que mi amiga confiara en mí. La música me ayuda, es una
terapia ponerme delante del piano a ver lo que sale y tocar y matizar y
que me salga la energía, después descansas y te sientes feliz. Las cosas
buenas cuestan más recordar que les malas pero creo que los amigos, la
familia, el trabajo, los estudios... todo en general me va bastante bien.
Encontrar un equilibrio, mantenerlo y sentirse bien por dentro, aunque
suene a anuncio de yogurt, es una difícil tarea pero la recompensa es
buena. En fin, las cosas de cada día pueden ser buenas o malas, dependen
de como las mires. Si haces un esfuerzo y las ves especiales te producen
alegría y eres feliz.
Algunas veces me pregunto, ¿es tan difícil ser feliz? Para todos la felicidad
es lo mismo que para a mí? Dentro de la felicidad hay algo de infelicidad?
Ahora estoy preocupada.
Últimamente, pienso mucho en él mi pareja. En la nuestra relación están
pasando muchas cosas que me preocupan aunque sigo teniendo claro que
estoy muy enamorada de él. Desde hace unos meses salgo con un chico,
Juan, que es mayor que yo. Somos amigos y me gusta mucho, aunque
tiene bastantes inseguridades, es inteligente y simpático.
Cuando empecé a salir con él no sabia si me gustaba, sinceramente. Le dije
que fuera a un psicólogo por el tema de la inseguridad, y no se lo tomó
mal, pero creo que piensa que lo veo frágil, y es así, a veces es algo frágil,
pero me cae bien, sé que le quiero y es un amigo de verdad. Le intento
ayudar, pero no sé si lo consigo. El problema es que muchas veces cuando
hago una propuesta Juan me dice lo contrario, por ejemplo, si propongo ir
al cine, me dice que vayamos a tomar algo pero si soy yo quien quiere
tomar algo y hablar me dice que por qué no vamos al cine. Al principio no
me di cuenta de esto. Ahora sé que es así, que casi siempre me lleva la
contraria.
Un día le dije que porqué no íbamos a casa de unas amigas que habían
alquilado una película de las que nos gustan y podíamos pasar la tarde allí,
Juan me dijo que le gustaría pasear y tomar algo. Yo me molesté: siempre
que yo proponía hacer una cosa, él no estaba de acuerdo.
Íbamos cogidos de la mano y noté que Juan me empujaba contra un árbol.
Tropecé y caí. Mientras me ayudaba a levantarme, solamente se le ocurrió
decirme que siempre estaba distraída, que era un desastre y siempre me
caía. Me dolió su actitud porque yo sabía que él me había empujado contra
el árbol. Me entristecí mucho y él no sabía que hacer para alegrarme. La
verdad es que cuando vi todos los esfuerzos que hacía y el cuidado que
tenía conmigo, hizo que me olvidara de mi dolor. No quería sentirme mal a
su lado. Finalmente, fuimos al cine juntos y nos lo pasamos muy bien.
Desde entonces veía a Juan más tranquilo y más seguro que antes. Me dijo
que soy muy importante para él. Eso me llegó al corazón, porque él es lo
más importante para mí. Conozco otros chicos, pero sólo estoy bien con él.
Total, al final lo pasamos muy bien los dos y eso es lo que vale, compartir
buenos momentos me hace sentir querida, aunque sé que no será un camino de rosas y más después de lo que ha pasado hoy.
Yo casi había olvidado el rollo del árbol y estaba muy confiada. Por eso
me ha hecho daño lo que ha pasado hoy. Todo ha empezado cuando le
224
Revista de Estudios de juventud
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he dicho que este fin de semana no podría quedar porque tengo que preparar una evaluación. Aún oigo sus gritos, sus insultos y siento el fuerte
empujón que me ha dado. Esta vez no me he caído, pero ha sido peor. No
comprendo cómo se atreve a decirme cosas tan desagradables y no sé
porque me empuja. Me pregunto si esto siempre pasará entre nosotros.
Pero la verdad es que no se qué hacer. Me gusta Juan, me gusta la
música y me lo paso muy bien con mis amigas.»
El estudio pedía que de forma individual y por escrito respondieran a diferentes preguntas y así a través de éstas ponían de manifiesto la forma en
que entendían y enjuiciaban la conductas de los personajes del relato y su
opinión acerca de una solución viable al conflicto de la relación.
Veamos a continuación los diferentes tipos de respuestas y sus ejemplos
correspondientes:
Modelo A: Maltrato: El elemento que se pone de relieve en este tipo de respuestas es la conducta violenta de Juan , que se considera un maltrato y
consecuentemente supone una ruptura inmediata de la relación: «Lo que yo
haría sería dejarlo sin pensarlo mucho, con toda esta movida que hay con eso
de que las mujeres son maltratadas, no dejaría que el chico con el que salgo
se tomara la libertad de decidir por mí y darme un empujón cuando le venga
en gana, creo que cuanto más tiempo estuviera con él peor irían la cosa». (F.
14 años).
Modelo B: Discrepancias: No se menciona maltrato alguno sino sólo discrepancias entre la pareja, que provoca malestar y tal vez podría solucionarse
hablando. En caso de que sea así se podría continuar, de lo contrario habría
que romper: «Si veo que empieza a pasar de mí o a molestarme y llevarme la
contraria, mantendría una discusión con él, e intentaría aclarar las cosas y si
no funciona ¡adiós, muy buenas!» (M.14 años).
Modelo C: El comportamiento de Juan: Como responsable de las desavenencias entre ambos. Quiénes expresan sus comentarios acerca de dicho
comportamiento, arguyen la necesidad de que el chico modifique su comportamiento voluntariamente o bien pidiendo ayuda a una persona profesional: «Insistiría en el tema del psicólogo hasta que él se diera cuenta de su
problema e hiciese algo para remediarlo. Si el problema persistiera intentaría
informarme yo, consultando a un especialista» (F,16 años).
Modelo D: Es necesario hablar: Una conversación sobre lo que ocurre aparece aquí como una fórmula casi mágica. No se mencionan las agresiones a
Laura. Se necesita mantener a toda costa la relación sentimental, sin plantearse la posibilidad de ruptura: «Los problemas de pareja se solucionan
hablando. Yo intentaría darle a conocer a mi pareja mi opinión sobre el asunto y aclararlo de forma que lleguemos los dos a sacar provecho de la relación» (M. 16 años).
Modelo E: Los intereses de Juan: Son considerados prioritarios. No se consideran, en cambio, las necesidades de Laura. Juan requiere y merece ser
complacido y ayudado, y Laura debe sacrificarse: «Me metería dentro del
problema en cuerpo y alma, e intentaría que se sintiera mejor. A parte sería
una buena forma de fortalecer la relación» (F,16 años).
Conclusión del estudio: La justificación del comportamiento de Juan en
detrimento de la valoración de Laura, la minimización del problema y la consideración del mismo como un conjunto de meras discrepancias llevan con
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
225
gran frecuencia a contemplar como normal la sumisión de Laura a las necesidades de Juan (34 % las chicas y 28 % los chicos). Sólo un 14 % de chicas y
un 15 % de chicos consideran intolerable el comportamiento violento de Juan
y ven insostenible este tipo de relación. La gran mayoría de las respuestas se
inclinan por considerar que el problema puede solucionarse sin romper la
relación entre la pareja. Sin embargo, el porcentaje de quienes opinan así
varía con la edad, aumentando vertiginosamente en las chicas a medida que
crecen. En general, predomina el yo social sobre el yo individual. La interiorización de esta norma es prioritaria en la construcción de modelos de relación sentimental que defienden el mantenimiento del vínculo afectivo
aunque exista una agresión. También está muy extendida la idea de que en
una relación sentimental hay que estar dispuesta a sufrir y a soportar. Entre
los resultados encontrados, nos sorprende el conformismo, salvar la relación
amorosa por encima de todo y, en muchas ocasiones, la falta de percepción,
incluso la omisión absoluta de las agresiones a la protagonista. Para preservar la relación de pareja llegan a aceptar conflictos y conductas intolerables.
Los estereotipos de género son construcciones culturales que determinan
una visión de las características y actitudes de cada sexo. Crean modelos
rígidos en los que tienen que encajar para ser socialmente aceptados, fijan
un modelo de ser chico y un modelo de ser chica y, a partir de una visión
tópica construida, establecen un sistema desigual de relaciones entre los dos
sexos y cada uno de ellos hacia el mundo. La masculinidad es una cualidad
atribuida al hombre, mediante la cual se definen los atributos sociales de
éste, que comprende la fuerza, la iniciativa, la autoridad, la independencia y
el valor. El abuso y la violencia sexual han estado enraizados durante siglos
en la cultura. Todo era tan natural que se presentaba como algo propio de la
naturaleza humana. En las culturas mediterráneas actuales la masculinidad se
demuestra por medio de la sexualidad y la autosuficiencia económica.
También en la combatividad, en comportamientos que podrían definirse de
riesgo, con alto consumo de alcohol y tabaco, y la violencia como expresión
de masculinidad.
Los estereotipos de género muestran con frecuencia categorías culturales
presentadas como derivadas de lo biológico, ya que así son más creíbles si
decimos que son culturales. “A través de ellos se normaliza la relación existente entre cualidades de fortaleza, sensibilidad, ternura, energía, que se aplican a determinados roles o tareas y su vinculación con hombres o mujeres. El
estereotipo fija la cualidad o el defecto y cuando presenta un vínculo con lo
natural es difícil relativizarlo” (Del Valle 2001). Detectar estos estereotipos ,
ser consciente de sus significados y mostrar lo sutil de estas creencias, es
tarea de los programas sobre la prevención de la violencia de género.
Tal como subraya Josefina Caro, (2006) “es evidente que no es suficiente
con que el problema de los malos tratos a mujeres vaya siendo del dominio
público, el análisis de los fenómenos que participan, solamente se pueden llevar a cabo desde la ciencia. Si la ciencia no responde con los datos de la
investigación, la sociedad se mantienen instalada en sus estereotipos”.
El valor de la educación es muy importante en todos los grupos humanos
que se encuentran en situación de marginación, la educación ha constituido
el mecanismo central de cambio de su situación, aquello que aporta a la vez
cualificación para desarrollar la capacidad productiva, conciencia de los propios derechos como persona, autoestima y auto confianza para iniciar un
proceso de cambio personal de actitudes que lleven a un mayor control
226
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
sobre las condiciones en que transcurre la propia vida. El camino que están
llevando las mujeres desde una situación de marginalidad y subordinación
hacia una situación de autonomía y posibilidades de intervención en los procesos de decisión colectiva se inicia siempre en el paso por el sistema educativo, ya que sus efectos son dobles: desarrollo de capacidades que harán
posible el acceso al trabajo remunerado y a la autonomía económica y el
refuerzo de la autoestima y la confianza en las capacidades propias.
El sistema educativo junto con las políticas juveniles tiene que dar respuesta
a los nuevos retos que se le plantean, y la violencia de género es uno de los
problemas que se manifiestan de forma alarmante en nuestra sociedad. Es
desde el ámbito de la educación y en instituciones juveniles donde podemos
prevenir estos hechos, no sólo como una cuestión transversal en la educación en valores sino integrando la realidad cotidiana de los y las jóvenes en
políticas concretas y en proyectos de la juventud. El objetivo principal es
potenciar la autoestima de las jóvenes y subrayar el acceso de los jóvenes a
capacidades erróneamente atribuidas al sexo femenino para poder cambiar
el modelo de masculinidad incrustado en nuestra sociedad. Si logramos cambiar estas ideas en la juventud y conseguir que sean conscientes que el amor
es algo más que un conjunto de ideas estereotipadas, avanzaríamos en la
prevención de la violencia de género.
Referencias bibliográficas.
- Aguinaga Roustan, Josune (2004) “El precio de un hijo”. Los dilemas de la maternidad en una sociedad desigual. Debate. Barcelona.
- (2007) “Propuestas para la superación del desencuentro y la paralización en las Teorías y los
Movimientos Feministas.”en Los feminismos como herramientas de cambio social. (II) UIB. Palma.
- Altable Vicario, Charo. (1991) “Penélope o las trampas del amor”. Mare Nostrum. Madrid.
- Amorós, Celia (1985): Hacia una crítica de la razón patriarcal Ed. Anthopros. Barcelona, p- 231-250.
- Caro Blanco, Coral (2001) “Representaciones y metáforas sobre el amor en una población adolescente”. Créd. Invest. Doct. Facultad de Psicología. UB
- “La concepció romàntica de l’amor rerafons de la violència de gènere” art Rev. “Perspectiva Escolar”
nº 301 Barcelona.
- (2006) “Coeducació i cinema en la societat mediàtica” Rev. Digital Aulamèdia. Barcelona. www.aulamedia.org
- (2006) “El cinema com a eina per a l’educació en valors: un camí cap a la igualtat.” Revista Digital
Aulamèdia. Barcelona. www.aulamedia.org
- “La concepción romántica del amor transfondo de la violencia de género”. Los feminismos como
herramientas de cambio social. (II) UIB. Palma.
- “Estudi del estereotips de gènere en les pràctiques quotidianes dels adolescents”. Proposta per a una
intervenció preventiva de les desigualtats sexistes. Institut Català de la Dona. Barcelona.
- Caro Blanco,Josefina; Moreno Marimón, Montserrat (2005) «Percepción y posibilidades de acción en
las mujeres ante la violencia de género». Actas IV Congreso Internacional de AUDEM. Palma de
Mallorca. UIB.
- Colaizzi, G. (2001) El acto cinematográfico: Género y texto fílmico. Rev. Lectora, 7. Barcelona.
- Del Valle y otros (2002) “Modelos emergentes en los sistemas y las relaciones de género”. Narcea.
Madrid.
- Delphy,Christine (2008), “Discursos y transformación social: Como una sociedad construye a los
«otros»”. Conferencia Caixaforum. Barcelona.
- (1982) “Por un feminismo materialista. El enemigo principal y otros textos.” Ed. La Sal. Barcelona.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
227
- Giddens, A (2000) “La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas”. Cátedra. Madrid.
- Junceda, Luis (1998): Diccionario de refranes, dichos y proverbios. Ed. Espasa. Madrid.
- Lakoff, G.; Johnson, M.(1991). “Metáforas de la vida cotidiana”. Cátedra. Madrid.
- Leal García, Aurora.(2005). “Atracció i amor a l’adolescència” Rev. Dones periodistes Barcelona
- Moreno del Río, Carmelo. (1998) “Aportaciones del feminismo a la ciencia política” Ingurukak.
- Sastre Vilarrasa, G; Moreno Marimón, M; Leal García, A; Nieto Cuevas, R y Caro Blanco, Coral
(2005). Art. “Conflicto y afecto en una relación de pareja” en ‘Los hábitos del deseo’. Cultura.
Barcelona.
- Teun A. van Dijk. (2003) “Ideología y discurso”. Ariel. Barcelona.
Gráfico 1.
Distribución cuantitativa
(%) de las características
que definen el enamoramiento femenino /
masculino.
Gráfico 2.
Distribuición cuantitativa
(%) de las características
que definen el enamoramiento adolescente por
edades.
228
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
229
MATERIALES
Selección de referencias documentales.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
Esta relación está formada tanto por libros, como por artículos de revista o documentos de distinta
procedencia seleccionados en la base de datos del Instituto de la Juventud del Observatorio de la
Juventud en España.
Caso de estar interesados en alguna de estas referencias pueden solicitar copia del material susceptible
de reproducción, según la legislación vigente, así como la realización de otras búsquedas retrospectivas, dirigiéndose a: BIBLIOTECA DE JUVENTUD. Marqués de Riscal, 16.- 28010 MADRID. Tel.:
913637820-1; Fax: 913637811. E-mail: [email protected]
Así mismo puede consultar ésta o anteriores Revistas de Estudios de Juventud, así como las Novedades
de la Biblioteca en la página web del Instituto: http://www.injuve.migualdad.es
Avellanosa Caro, Ignacio
“A mi abuela la llamo mamá” : adolescencia, inmigración y género /
Revista de estudios de juventud. -- n. 73 (junio 2006); p. 84-91.
ISSN 0211-4364
Análisis de los conflictos que los adolescentes inmigrantes pueden tener
tanto en el ámbito familiar, personal o social al intentar adaptarse al cambio que supone integrarse en un nuevo país con diferentes roles familiares,
modalidades educativas y distintos conceptos sobre temas como la autoridad paterna o el papel de la mujer en la sociedad.
http://www.injuve.mtas.es/injuve/contenidos.downloadatt.
action?id=894559062 Acceso texto completo
Bernárdez Rodal, Asunción
A la búsqueda de “una habitación propia” : comportamiento de género
en el uso de internet y los chats en la adolescencia
Revista de estudios de juventud. -- n. 73 (junio 2006); p. 69-82 .
ISSN 0211-4364
Se describen los usos específicos de Internet y los chats por los
adolescentes, desde las prácticas comunicativas más tradicionales hasta
cuestiones más concretas como la identidad de género en la red. Internet
es el lugar de lo instantáneo y lo lúdico, un lugar de mezcla de códigos orales y escritos donde se puede construir una identidad distinta a la de la
vida real.
http://www.injuve.mtas.es/injuve/contenidos.downloadatt.
action?id=1616249399 Acceso texto completo
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
233
Berga Timoneda, Anna
Adolescència femenina i risc social / Anna Berga i Timoneda . -- Barcelona :
Generalitat de Catalunya, Secretaria de Joventut, 2007
47 p. ; 21 cm. -- (Col-lecció Aportacions ; 30)
Premi Joventut 2005
Resumen esquemático de un trabajo de tesis de la propia autora dónde se
analizan las causas generadoras de riesgo social en determinados ámbitos
de la población y el efecto desigual sobre el sexo femenino en dichos
ambientes.
ISBN 978-84-393-7426-8
http://www20.gencat.cat/docs/Joventut/Documents/Arxiu/Publicacions/
Col_Aportacions/aporta30.pdf Acceso a texto completo
Silva Diverio, Irene
Aportaciones a los y las profesionales que trabajan con adolescentes:
perspectiva intergeneracional, intercultural y de género.
Revista de estudios de juventud. -- n. 73 (junio 2006); p. 25-36. ISSN
0211-4364
Para potenciar comportamientos adolescentes más sanos es importante realizar políticas de conciliación entre la vida familiar y laboral dando una especial relevancia a conductas de género y a las relaciones intergeneracionales y
multiculturales.
http://www.injuve.mtas.es/injuve/contenidos.downloadatt.
action?id=462688270 Acceso texto completo
Duque, Elena
Aprendiendo para el amor o para la violencia : Las relaciones en las
discotecas / Elena Duque. -- Barcelona: El Roure, 2006 150 p.
Bibliogr.: p. 145-149
La autora, profesora universitaria, defiende las discotecas como espacios
lúdicos. En esta investigación, y conociendo la influencia que tienen en la
formación afectiva y sexual de los jóvenes, trata de clarificar lo que se puede
hacer para evitar todo lo que fomenta el aprendizaje de la violencia y
potenciar todo lo que faculta el aprendizaje del amor, superando algunas
actitudes y comportamientos que generan aceptación de malos tratos físicos
y psíquicos.
ISBN 84-7976-032-X
Diaz Mendez, Cecilia
Aproximaciones al arraigo y al desarraigo femenino en el medio rural :
mujeres jóvenes en busca de una nueva identidad rural.
-- Bellaterra (Barcelona) : Servicio de Publicaciones de la Universidad
Autónoma de Barcelona, 2005 12 p.; 30 cm.
Artículo publicado en Papers: revista de sociología, N. 75 (2005), p. 63-84
ISSN 0210-2862
Las mujeres rurales estudiadas, de una comarca del Principado de Asturias,
viven en una sociedad abierta y global y se ven afectadas por esta apertura,
por lo que conforman una percepción de la ruralidad que es nueva. En este
escenario, las jóvenes deben tomar decisiones sobre su futuro, deben decidir
si permanecer o marchar del territorio donde han nacido.
http://ddd.uab.cat/pub/papers/02102862n75p63.png Acceso a texto completo
234
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Sáinz Ibáñez, Milagros
Aspectos psicosociales de las diferencias de género en actitudes hacia las
nuevas tecnologías en adolescentes / Milagros Sáinz Ibáñez; dirigida por
Mercedes López-Sáez. -- [Madrid] : Universidad Nacional de Educación a
Distancia, Facultad de Psicología, Departamento de Psicología Social y de las
Organizaciones, 2006 392 p. : tab.(40 p.) ; 30 cm.
Primer premio para tesis doctorales de los Premios Injuve 2007
Tesis doctoral UNED
Los estudios tecnológicos como ingenierías e informática, han estado
vinculados a profesiones de género masculino; incluso hoy en día, aún hay
mucho mas número de hombres que de mujeres en estos sectores. En este
estudio se analizan las causas de que nuestra sociedad aun no haya conseguido la igualdad laboral ni académica en estas ciencias, así como que tampoco la mujer haya logrado igualarse al hombre en el interés y dominio de
las nuevas tecnologías.
http://www.injuve.migualdad.es/injuve/contenidos.item.action?id=1423691052
&menuId=52682864 Acceso a texto completo
Siverio Eusebio, Miguel Ángel
Autopercepción de adaptación y tristeza en la adolescencia: la influencia
del género / Miguel Ángel Siverio Eusebio, María Dolores García Hernández.
Murcia: Anales de Psicología, 2007 8 p.: tab. ; 30 cm.
Documento electrónico, publicado en: Anales de psicología, vol. 23, nº 1
(junio 2007), ISSN edición web: 1695-2294
Los resultados obtenidos a través de un autoinforme aplicado a 226
adolescentes, que recoge la frecuencia y la intensidad con que dicen vivir la
tristeza, muestran que los adolescentes autoperciben la tristeza con mayor
intensidad que los niños y adultos, así como que se consideran más inadaptados. Sin embargo, su ajuste socioemocional está mediatizado por el género, mostrando las chicas mayor tristeza e inadaptación.
http://www.um.es/analesps/v23/v23_1/06-23_1.pdf Acceso texto completo
Buenas prácticas de las Administraciones Públicas en materia de
Mainstreaming de Género . -- [Madrid]: Fundación Mujeres, [2007?] 77 p.;
30 cm.
Documento recopilatorio de ejemplos de buenas prácticas, desarrolladas en
los últimos años por las diferentes administraciones públicas españolas, en
relación con la integración de la perspectiva de género y los objetivos de las
políticas de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en las políticas generales.
García Cuesta, Sara
Carrera profesional y género: la inserción laboral con la titulación en
Derecho: El caso de los egresados en la Universidad de La Laguna / Sara
García Cuesta; dirigida por Jorge Rodríguez Guerra . -- [Tenerife]:
Universidad de La Laguna, 2007 627 p. : graf. ; 30 cm.
Tesis doctoral Univ. La Laguna
El objeto de este estudio es la investigación de la primera etapa de
desarrollo profesional de los licenciados en Derecho en la Universidad de La
Laguna desde una perspectiva de género, analizando con detalle las diferencias laborales entre hombres y mujeres.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
235
Coeducación en la familia y en la escuela / Inés de Pedro Buesa... [et al.]
Padres y madres de alumnos y alumnas. -- n. 97 (2008); p. 8-29
Monográfico
Contiene: Enseñamos igualdad si mostramos igualdad en la vida cotidiana :
relaciones de respeto, relaciones de igualdad / Inés de Pedro Buesa . Responsable de coeducación en los centros educativos ¿cómo llevar esta
figura a la práctica? / Itxaso Sasiain Villanueva, Almudena Mateos Gil. Experiencia coeducativa / Mª José Rueda Rueda, Ana Mª Olmo Izquierdo...
Pretende transmitir la igualdad de género en las familias, cómo crear la
figura del responsable de la coeducación en los centros escolares, expone
la experiencia coeducativa de un colegio, la repercusión de la Ley de
Igualdad en el sistema educativo y en la conciliación de la vida laboral y
familiar.
http://www.ceapa.es/files/revista/Revista0097.pdf Acceso a texto completo
Cuerpos que hablan : géneros, identidades y representaciones sociales /
Juanjo Cáceres Nevot... [et al.] ; Coordinado por Marta Gil, Juanjo Cáceres;
Prologo de Víctor Fuenmayor, Mireia Bassols . -- [Barcelona] : Intervención
Cultural, 2008 308 p. ; 21 cm.. -- (Montesinos, Ensayo)
Investigación sobre el cuerpo y el género desde una perspectiva histórica e
interdisciplinar que trata de aportar una visión crítica de la manera de
entender el cuerpo, sus representaciones sociales y la influencia de la
sociedad en la definición de género e identidad.
ISBN 978-84-96831-52-0
Diferencias salariales ligadas al nivel educativo / Instituto Valenciano de
Investigaciones Económicas, IVIE Capital humano. -- n. 92 (agosto 2008);
p. 1-8
Centra su análisis en el porcentaje de diferencia salarial que supone un año
adicional de formación para un tramo determinado de edad, lo que también se denomina prima salarial ligada a la educación. Se presenta cuál
es el comportamiento de este fenómeno relacionándolo con la edad, el
sexo o el sector en el que se trabaja.
http://www.ivie.es/downloads/docs/ch/ch92.pdf Acceso a texto completo
Cobo, Rosa
Educar en la ciudadanía : perspectivas feministas / Rosa Cobo... [et. al.]
Madrid : Los Libros de la Catarata, 2008 186 p. ; 21 cm.
Se subraya la necesidad de que la nueva asignatura de Educación para la
Ciudadanía asuma la desigualdad de género como uno de los núcleos
estructurales que dificultan el pleno desarrollo de la ciudadanía. La idea
fundamental de este libro es que las aulas deben ser un laboratorio de ciudadanía donde se interrumpan los mandatos sociales que han recreado históricamente una normatividad femenina concebida socialmente como
inferior y subordinada a la normatividad masculina.
ISBN 978-84-8319-346-4
Efectos del nivel educativo sobre las probabilidades de empleo / Instituto
Valenciano de Investigaciones Económicas, IVIE Capital humano. -- n. 89
(mayo 2008); p. 1-8
236
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Constata que una mayor educación no sólo implica salarios más altos entre
las personas más formadas, sino también una mayor participación en el
empleo. Con todo esto, se observa un aumento considerable de los rendimientos educativos, sobre todo en el caso de las mujeres.
ISBN http://www.ivie.es/downloads/docs/ch/ch89.pdf Acceso a texto completo
Elizalde, Silvia
El androcentrismo en los estudios de juventud : efectos ideológicos y
aperturas posibles / Silvia Elizalde Última década. -- n. 25 (diciembre 2006);
p. 91-110. ISSN 0717-4691
Los estudios sobre juventud en Argentina adolecen de un enfoque androcéntrico que hacen necesario un cambio de enfoque que sitúe el punto de vista
de los análisis en los parámetros actuales de la sociedad real del momento.
http://www.scielo.cl/pdf/udecada/v14n25/art05.pdf Acceso a texto completo
Plaza, Juan F.
El discurso del éxito en las revistas para las adolescentes
Revista de estudios de juventud. -- n. 78 (sept. 2007); p. 91-105 . ISSN
0211-4364
La cultura del éxito total impregna todos los contenidos de manera
transversal y se manifiesta a través de distintos mensajes: las noticias sobre
famosos, los artículos con finalidad instructiva, los consejos de los
horóscopos, la publicidad, etc. El triunfo personal que propugnan las revistas
para las adolescentes aparece ligado a la definición de una determinada idea
de feminidad y al establecimiento de relaciones con varones adolescentes.
http://www.injuve.mtas.es/injuve/contenidos.downloadatt.
action?id=568020711 Acceso a texto completo
Diez Gutierrez, Enrique Javier
El género de la violencia en los videojuegos y el papel de la escuela
Revista de educación. -- n. 342 (enero-abril 2007); p. 127-146 .
ISSN 0034-8082 1 disco CD-ROM
El contenido de los videojuegos está reproduciendo los tradicionales roles
heredados, donde la violencia y el poder siguen siendo los “argumentos”
básicos en las relaciones de género y consolidan unos valores que la educación no logra reconducir.
El impacto de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana de los jóvenes .
[S.l.] : Observatorio para la Cibersociedad, 2006 2 h. (Índice en papel) ; 30
cm.
Eje temático B. Identidad y grupos sociales
Contiene: Influencia de los videojuegos en los jóvenes; Las TIC en la vida de
los jóvenes; Ciberrelaciones: del sexo digital al romance...
Recoge las quince comunicaciones presentadas a este grupo de trabajo, con
el objetivo de observar las posibles diferencias de utilización de las nuevas
tecnologías por los jóvenes, que se producen en función de una serie de
variables significativas como el entorno socioeconómico, el genero, la edad y
el contexto tecnológico. Asimismo analiza los discursos de los jóvenes,
padres y profesores en relación con estas tecnologías y estudia sus efectos
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
237
sobre la formación, las relaciones familiares, el grupo de iguales, las posibles
adicciones y las medidas de control.
http://www.cibersociedad.net/congres2006/gts/gt.php?llengua=es&id=55
Acceso a texto completo
Lousada Arochena, José Fernando
El principio de transversalidad de la dimensión de género / Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales,
Subdirección General de Información Administrativa y Publicaciones,
2007
156 p. ; 23 cm.
La transversalidad es el único mecanismo capaz de que la igualdad transcienda su condición de principio establecido por la Ley de 2007 y se traduzca en derechos a través de la actuación de los poderes públicos. En
este sentido, cuando se analiza la Ley de Igualdad, se explica y aplica la
transversalidad a través de una clasificación de medidas dirigidas a lograr
la igualdad y establece los pasos para su consecución.
ISBN 84-8417-277-2
Flecha García, Consuelo
El tiempo y los tiempos de la educación femenina /
Crítica. -- n. 933 (marzo 2006); p. 45-48. ISSN 1131-6497
La exclusión histórica de la mujer de las actividades intelectuales la ha
relegado a un papel secundario en la sociedad del que empieza a liberarse
en los dos últimos siglos.
Especial : igualdad de oportunidades para todas las personas / Esmeralda
García Gil... [et al.]
Nexoempleo. -- n. 21 (octubre 2007); p. 16-28
Monográfico
Contiene: Balance de 2007 Año Europeo de Igualdad de Oportunidades
para Todos / Esmeralda García Gil, Comunicación Red Araña. - A pesar de
los progresos alcanzados, la discriminación en el trabajo es persistente y
adopta nuevas formas / OIT, Organización Internacional del Trabajo. - La
edad como motivo de desigualdad en el empleo / Esmeralda García Gil,
Comunicación Red Araña...
Análisis de los distintos tipos de desigualdad que existen en nuestra
sociedad por diferentes motivos tales como género, edad, religión, raza y
discapacidad, y su relación con el empleo. Se revisa en qué punto se
encuentran las actuaciones realizadas, qué se ha logrado y cuáles son los
principales retos que quedan por cumplir.
Estado de la población mundial 2006 : Hacia la esperanza : Las mujeres y
la migración Internacional / Fondo de Población de las Naciones Unidas ;
Directora
Ejecutiva Thoraya Ahmed Obaid . -- Nueva York : Fondo de Población de
las Naciones Unidas, 2006 107 p. : il., gráf., tabl. ; 27 p.
Examina el alcance y la magnitud de la migración de mujeres, los efectos
de las remesas que éstas envían al lugar de origen para apoyar a sus familias y comunidades, y su desproporcionada vulnerabilidad a la trata, la
238
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
explotación y el abuso. Exhorta a los gobiernos y a la población en general a reconocer y valorar las contribuciones de las mujeres migrantes y a
promover y respetar sus derechos humanos. Es perentorio entablar una
cooperación más firme entre los países a fin de que la migración sea más
segura y equitativa
ISBN 0-89714-774-X
http://www.unfpa.org/swp/index_spa.html Acceso a texto completo
Estado mundial de las madres 2005 : El poder y las promesas de la educación de las niñas / Save the Children . -- Madrid : Save the Children España,
2005 46 p. : fot., tab.
En el informe de este año se subraya la necesidad urgente de atender a las
58 millones de niñas no escolarizadas en el mundo. Destaca los países que
han afrontado con éxito este problema, lo que demuestra que es posible
encontrar soluciones eficaces a ese reto, incluso en los países más pobres.
http://www.savethechildren.es/iniinterior.asp?iditem=1438 Acceso a texto
completo
Estudio Tampax : relación entre madres e hijas / Sociedad Española de
Ginecología y Obstetricia (SEGO) . -- [s. l.] : Procter & Gamble, 2005 8 p.
Estudio realizado en 450 mujeres sobre la educación dada por las madres a
sus hijas en materia del paso a la adolescencia.
http://www.tampax.com.es/secciones/educadores/estudiomadresehijas_
estudio.html Acceso a texto completo
Moreno Minguez, Almudena
Familia y empleo de la mujer en los regímenes de bienestar del sur de
Europa: incidencia de las políticas familiares y laborales
Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 2007 309 p. : graf. ; 21 cm.
-- (Monografías ; 246)
Los análisis comparados realizados en esta investigación han constatado el
hecho de que, en los países pertenecientes al régimen de bienestar mediterráneo la escasa institucionalización de las políticas familiares, la segmentación y escasa flexibilidad del mercado laboral, así como la
permanencia del modelo de varón sustentador y del familiarismo han conformado un modelo de economía familiar caracterizado por la reducida
fecundidad y las reducidas tasas de actividad y ocupación femeninas.
ISBN 978-84-7476-438-3
García-Vega, Elena
Género y sexo como variables moduladoras del comportamiento sexual en
jóvenes universitarios / Elena García-Vega, Paula Fernández García y Rosa
Ana Rico Fernández . -- Oviedo : Colegio Oficial de Psicólogos del
Principado de Asturias , 2005 8 h.
Artículo publicado en la revista Psicothema 2005, vol 17, nº 1
Tras el análisis psicométrico de los tres cuestionarios aplicados a los
estudiantes de la Universidad de Oviedo, se confirma la relación existente
entre el género, el sexo y los comportamientos sexuales, si bien es inferior a
la esperada.
http://www.psicothema.com/pdf/3063.pdf Acceso a texto completo
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
239
Rodríguez Menéndez, Mª del Carmen
Identidad de género y contexto escolar : una revisión de modelos / Mª del
Carmen Rodríguez Menéndez y José Vicente Peña Calvo
Revista Española de Investigaciones Sociológicas. -- n. 112
(octubre-diciembre 2005); p. 165-194. ISSN 0210-5233
El campo educativo es el escenario en que se desarrollan y conforman las
primeras definiciones de la personalidad del individuo y puede ser determinante en la creación de identidades.
Igualdad de mujeres y hombres : Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo,
para la igualdad efectiva de mujeres y hombres . -- Madrid : Boletín Oficial
del Estado, 2007 53 p. ; 30 cm.. -- (Separatas)
La eliminación de los obstáculos que impiden la igualdad efectiva entre
mujeres y hombres es el principio constitucional que guía todo el contenido
del texto, a través del cual se traspone la Directiva comunitaria 2002/73/CE,
de igualdad de trato entre hombres y mujeres. De esta transposición derivan
la definición de discriminación directa e indirecta y de acoso sexual y acoso
por razón de sexo, la protección de la maternidad, la posibilidad de poner en
práctica acciones positivas y las especialidades de la protección
jurisdiccional del derecho a la igualdad, incluidas las que facilitan la prueba
de la discriminación.
ISBN 84-340-1695-8
http://www.mtas.es/mujer/politicas/Ley_Igualdad.pdf Acceso a texto completo
Incorporación y trayectoria de niñas gitanas en la E.S.O. / Fundación
Secretariado Gitano . -- Madrid : CIDE, Instituto de la Mujer, 2006
175 p. : gráf. ; 30 cm.. -- (Mujeres en la Educación ; 9)
Una de las principales conclusiones de esta investigación es la de constatar
que hoy en día el principal reto al que se enfrenta el sistema educativo, y por
consiguiente todos los agentes implicados en él (familias, administraciones,
profesorado, entidades sociales, etc.), es el logro del éxito académico en la
educación obligatoria del alumnado en situación de desventaja sociocultural,
especialmente el alumnado gitano.
ISBN 84-690-3454-5
Informe anual del observatorio estatal de violencia sobre la mujer /
Coordinado por: Mercedes Bengoechea Bartolomé; Francisco Javier
Álvarez... [et al.] . -- Madrid : Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales,
Subdirección General de Información Administrativa y Publicaciones, 2007
215 p. : graf. ; 24 cm.. -- (Contra la Violencia de Género. Documentos ; 1)
Se expone la evolución de la violencia de género y la efectividad de las
medidas acordadas para la protección de las víctimas, con propuestas de
actuación para garantizar el máximo nivel de tutela para las mujeres. Según
la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, se
establece la realización de este informe anual y sucesivos. Contiene anexos
con indicadores de violencia de género que pretenden contribuir a un
mejor conocimiento de este fenómeno social en base a la difusión de información.
http://www.el-refugioesjo.net/maltrato/informe-anual-observarorio.pdf
Acceso a texto completo
240
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Gutiérrez Esteban, Prudencia
Inserción laboral del alumnado egresado de la Facultad de Educación
de la UEx. desde una perspectiva de género / Prudencia Gutiérrez
Esteban; dirigida por Mª Rosa Luengo González . -- Badajoz : Universidad
de Extremadura, Facultad de Educación, Departamento de Ciencias de la
Educación, 2007
569 p. : tab., gráf. ; 26 cm.
Tesis doctoral Univ. Extremadura
Se analizan las causas específicas de los problemas de igualdad en la
incorporación laboral de las mujeres de la Comunidad Autónoma de
Extremadura, con el objetivo de que las universidades se impliquen en la
orientación y generación de empleo, y que los resultados de este trabajo
se transformen en propuestas de actuación para la reforma de los Planes
de Estudio e impulso de dinámicas que aseguren la no discriminación por
razones de género.
http://biblioteca.unex.es/tesis/9788477237877.pdf Acceso a texto completo
Jóvenes en parlamentos 2008 : Addenda con datos del Congreso y del
Senado constituidos a partir de las elecciones del 9 de marzo de 2008
/ Injuve, Observatorio de la Juventud . -- Madrid : Injuve, 2008 10 p. :
tabl. ; 30 cm.
Análisis de la distribución por edad y sexo de parlamentarios españoles,
tanto en el Congreso como en el Senado en la legislatura de 2008, comparando los datos con la composición en la legislatura anterior.
http://www.injuve.migualdad.es/injuve/contenidos.item.
action?id=2060193395 Acceso texto completo
Jóvenes en los parlamentos y concejalías en España 2007 / Silvia
Luque...
[et al.] . -- Madrid : Injuve, 2008 111 p.
Publicación electrónica
A través de un estudio sobre la edad y el sexo de los cargos electos, se
analiza el peso relativo de los y las jóvenes parlamentario/as respecto al
conjunto en el Congreso, el Senado, los parlamentos autonómicos
(excepto Ceuta y Melilla) y 25 ciudades españolas con mayor número de
habitantes. Por último, se realiza un análisis de las diferencias de género
en la distribución.
ISBN 978-84-96028-56-2
http://www.injuve.migualdad.es/injuve/contenidos.item.action?id=1897667
158&menuId=2104203924 Acceso texto completo
Jóvenes, sexualidad y género : estudio cualitativo sobre la sexualidad
de las personas jóvenes del ámbito rural / Lola Fernández Herrera...
[et al.] . -Málaga : Área de Juventud y Deportes de la Diputación, 2006 227 p. :
gráf., tab. ; 24 cm
Trata de conocer la situación en que se encuentra la educación sexual de
los jóvenes entre 15 y 24 años que viven en las áreas rurales de la provincia de Málaga, para detectar las carencias y aplicar las pedagogías adecuadas a esa situación.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
241
http://www.institutodesexologia.org/Educasex_libro_completo.pdf
Acceso a texto completo
Requena Santos, Félix
La estructura ocupacional española : un análisis de la Encuesta de
Calidad
de Vida en el Trabajo / Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales,
Subdirección General de Información Administrativa y Publicaciones,
2005 235 p. : graf., tab.
La estructura ocupacional española presenta unas características que la
definen como compleja y dual al sobresalir, especialmente, las diferencias
entre hombres y mujeres, tanto en el nivel cuantitativo como en el de
movilidad y dedicación a la vida familiar.
ISBN 84-8417-181-7
Sánchez Moreno, Esteban
La experiencia laboral de las mujeres en España : Una aproximación
cualitativa / Esteban Sánchez Moreno, Carmen Delicado Losa . -- Madrid :
Consejo de la Juventud de España, 2007
OBJOVEM, observatorio joven de empleo en España. -- Monográfico n. 4
(4º
trimestre 2007); p. 3-75
Gráf. y tablas
Estudio cualitativo sobre los procesos laborales de las mujeres en España,
cuyos resultados abarcan determinados puntos como: la temporalidad en
el empleo, la experiencia laboral en la Administración Pública, el vínculo
entre empleo y emancipación para las mujeres jóvenes, y la percepción de
discriminación relacionada con el sexo de la persona.
http://www.cje.org/C17/C18/OBJOVEM%20monográfico%204%20(La%20
expe/Document%20Library/int_mono_04.pdf Acceso texto completo
La segunda brecha digital / Sara Añino... [et al.] ; Dirigido por Cecilia
Castaño . -- Madrid : Cátedra, 2008
363 p. ; 21 cm.. -- (Feminismos ; 95)
Refleja las diferencias entre mujeres y hombres respecto a los usos y las
habilidades de Internet. Pone de manifiesto la necesidad de impulsar
mejoras que vayan más allá de ofrecer una mayor disponibilidad de ordenadores e implica políticas decididas de inclusión y fomento de las mujeres en los estudios y carreras de investigación y tecnología, así como el
empleo en estos sectores.
ISBN 978-84-376-2475-4
La situación laboral de los jóvenes / Instituto Valenciano de
Investigaciones Económicas (Ivie)
Capital humano. -- n. 73 (enero 2007)
El mundo laboral de los jóvenes está marcado por la temporalidad, la
movilidad geográfica y una clara discriminación por razón de sexo en
cuanto a los salarios de las mujeres.
http://www.ivie.es/downloads/docs/ch/ch73.pdf Acceso a texto completo
242
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
La violencia en la imagen y en la palabra (11ªJornada. 2005 . León)
La violencia en la imagen y en la palabra / ADAVAS (Asociación de Ayuda a
Víctimas de Agresiones Sexuales y Violencia Doméstica) . -- León : ADAVAS,
2006 175 p. ; 21 cm.
Contiene: Sobre las palabras y las violencias en la Prensa/ Eulàlia Lledó
Cunill ; Los videojuegos y los valores educativos/ Enrique Javier Díez
Gutiérrez, Eloína Terrón Bañuelos
La ponencias de las jornadas entran en el análisis de las noticias de prensa
que se refieren a la imagen de la mujer y el tratamiento o enfoque sectario
que subyace en las mismas; también se ocupa de los videojuegos y los valores educativos que conllevan.
Las nuevas formas familiares del siglo XXI / Victoria Gómez... [et al.]
Política y sociedad. -- vol. 45, n. 2 (2008); p. 7-130. ISSN 1130-8001
Monográfico
Contiene: El debate en torno a la regulación de la igualdad de género en la
familia / Victoria Gómez. - Los cuidados y las mujeres en las familias / María
Teresa Martín Palomo. - Matrimonios “sin papeles” : perfil sociodemográfico
de las parejas de hecho en España según del Censo de 2001 / Teresa Castro
Martín, Marta Domínguez Folgueras...
Análisis del proceso de transformación que experimentan hoy las familias en
su composición, dinámica, relación y expectativas. Estos cambios se basan
en la capacidad de las personas para decidir como y con quien desean vivir,
tanto por la ampliación de derechos como por la mayor autonomía de los
individuos para valerse por sí mismo. Esto genera situaciones y problemas
nuevos sobre los que los expertos puedan aportar diagnósticos y claves
interpretativas.
Lledó Cunill, Eulàlia
Las profesiones de la A a la Z
Instituto de la Mujer, 2006 92 p. -- (Serie Lenguaje ; 4)
Precede al tít. : en femenino y en masculino
Listado de profesiones u oficios que pretende recoger las versiones masculina y femenina de cada uno de ellos evitando la generalización, a favor del
masculino, que ha prevalecido a lo largo de los tiempos.
ISBN 84-689-9773-0
http://www.mtas.es/mujer/novedades/docs/las%20profesiones%20en%20
fem%20y%20masc.pdf Acceso a texto completo
Alberdi Alonso, Inés
Los hombres jóvenes y la paternidad / Inés Alberdi, Pilar Escario . -Bilbao : Fundación BBVA, 2007 308 p. ; 23 cm.
Esta obra se ocupa del proceso de redefinición de los papeles masculino y
femenino en el entorno familiar. La incorporación de la mujer al mundo laboral ha obligado a replantear el reparto de las tareas cotidianas y, en particular, ha hecho que los hombres tengan que modificar su relación con los hijos
y el hogar. La investigación sociológica en la que se basa esta monografía ha
utilizado técnicas de investigación de carácter cualitativo (grupos de
discusión y entrevistas en profundidad), que ayudan a explorar cómo son los
hombres jóvenes españoles y de qué manera afrontan la paternidad.
ISBN 978-84-96515-30-7
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
243
http://www.fbbva.es/TLFU/tlfu/esp/publicaciones/libros/fichalibro/index.
jsp?codigo=228 Acceso a la web
Los perfiles de la movilidad geográfica en España / Observatorio
Ocupacional del Servicio Público de Empleo Estatal . -- Madrid : Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales, Servicio de Observatorio Ocupacional, 2006
Análisis de las principales características que presenta el mercado de
trabajo en España en cuanto a movilidad geográfica, reflejando los índices
correspondientes a la edad, el género, nivel formativo, sectorial y de
ocupación.
Gil Calvo, Enrique
Máscaras masculinas : Héroes, patriarcas y monstruos.
Barcelona : Anagrama, 2006 365 p. : fig. ; 22 cm. -- (Argumentos ; 344)
Bibliogr.: p. 285-297
Reflexión en torno a la masculinidad que radica en establecer la triple
tipología indicada en el subtítulo para agrupar en tres grandes categorías
comportamientos, actitudes y creencias de los hombres. Estamos ante un
análisis sociológico situado dentro de lo que suele denominarse “estudios de
género” y que si bien se refiere sólo a los varones, su rango de interés va
mucho más allá.
ISBN 84-339-6239-6
Plaza, Juan F.
Modelos de varón y mujer en las revistas femeninas para adolescentes : La
representación de los famosos / Fundamentos, 2005 238 p. : tabl., fig. ; 20
cm. -- (Ciencia. Psicología ; 294)
Bibliogr.: p. 221-238
Parte de una investigación que tiene como objetivo analizar cuál es el
prototipo de famoso que aparece en las publicaciones para mujeres jóvenes
y si los diferentes atributos que se les otorga coinciden o no con las
representaciones estereotípicas de la masculinidad y la feminidad.
ISBN 84-245-1064-X
Madruga Torremocha, Isabel
Monoparentalidad y política familiar : Dilemas en torno a la madre
cuidadora/madre trabajadora / Centro de Investigaciones Sociológicas;
Siglo XXI de España , 2006
316 p ; 21 cm. -- (Monografías ; 220)
Bibliogr.: p. 285-314
Los determinantes de la monoparentalidad son su carácter creciente y
extensión a un mayor volumen de población. Los problemas asociados son
socioeconómicos, psicológicos y de género. A partir de tres estudios de
casos se han establecido las condiciones bajo las cuales se desarrollaron las
políticas familiares de monoparentalidad en Suecia, Reino Unido y España.
ISBN 84-7476-402-5
Mujeres de portada: estudio de las revistas femeninas juveniles con
perspectiva de género / Arantza Pecharromán Clemente... [et al.] . --
244
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
[Oviedo]: Instituto Asturiano de la Mujer, 2005 166 p.
Contiene CD
Análisis de una serie de revistas periódicas dirigidas a la población
femenina entre los 12 y 25 años para deducir los intereses que las mueven y
los perjuicios psicológicos que pueden llevar asociados en base a sus contenidos poco realistas, entre los que fomentan un consumo irresponsable, un
modelo de belleza imposible y unas relacionas poco igualitarias con los chicos.
http://www.educarenigualdad.org/Upload/Mat_31_mujeresjovenes.pdf
Acceso a texto completo
Yagüe Olmos, Concepción
Mujeres jóvenes en prisión / Concepción Yagüe Olmos, María Isabel Cabello
Vázquez
Revista de estudios de juventud. -- n. 69 (junio 2005); p. 30-48 . ISSN
0211-4364
Se analiza el perfil específico de las mujeres jóvenes en prisión, la
naturaleza de sus delitos, su comportamiento penitenciario, etc. Al mismo
tiempo se estudian los aspectos que diferencian este colectivo del de la
población penitenciaria masculina.
http://www.injuve.mtas.es/injuve/contenidos.downloadatt.
action?id=311892247 Acceso texto completo
Cacace, Marina
Mujeres jóvenes y feminismo : valores, cultura y comportamientos frente a
frente / Marina Cacace, traducción de Carolina Ballester Meseguer . -Madrid: Narcea, 2006 221 p. ; 22 cm. -- (Mujeres)
A pesar de las desventajas que aún sufren las mujeres, muchas jóvenes
rechazan hoy día el feminismo. Sin embargo, una investigación más a fondo
del tema, poniendo frente a frente valores, cultura y comportamientos, permite descubrir una difusa aceptación por parte de las jóvenes de los objetivos y conquistas del feminismo, señal de cambios profundos y premisa de un
nuevo modo de vivir la subjetividad feminista, más en consonancia con la
sociedad postmoderna.
ISBN 84-277-1514-5
Rivas, Ana Mª
Mujeres y hombres en conflicto : trabajo, familia y desigualdades de género / [Ana María Rivas, María José Rodríguez] . -- Madrid : HOAC, 2008
175 p. ; 22 cm.
Pretende desentrañar las verdaderas causas de las desigualdades de género
en nuestra sociedad, que no se explican sólo por el género, sino por la forma
en que el sistema capitalista organiza el trabajo. La falta de flexibilidad impide el desarrollo del ser humano varón o mujer, la vida de familia y la vida de
la comunidad, mostrando una verdadera contradicción entre la estructura
productiva y la estructura familiar.
ISBN 978-84-85121-97-7
Mujeres y hombres en España 2008 . -- Madrid : INE, 2008
80 p. : tab., graf. ; 30 cm.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
245
Realizada en colaboración con el Instituto de la Mujer, refleja, a través de
indicadores, la situación de hombres y mujeres en todas las áreas sociales y
políticas, analizando sus interrelaciones, sus diferencias en el acceso y uso
de los recursos, sus actividades y sus reacciones a cambios, intervenciones y
políticas. En cada área, la información se ofrece en forma de cuadros y
gráficos acompañados de un análisis de los mismos.
http://www.ine.es/prodyser/pubweb/myh/myh.htm Acceso a texto completo
Sánchez Moreno, Esteban
Mujeres, juventud y mercado de trabajo en España / Elabora: Esteban
Sánchez Moreno, Carmen Delicado Losa . -- Madrid : Consejo de la Juventud
de España, 2007
OBJOVEM, observatorio joven de empleo en España. -- Monográfico n. 1 (1º
trimestre 2007); p. 3-79
Gráf. y tablas
Estudio sobre las mujeres trabajadoras entre 16 y 29 años y las desigualdades asociadas al género y la edad. Se comparan las variaciones que han
experimentado los indicadores laborales desde 1976 con los valores
correspondientes a la España de 2007. Estas cifras básicas de empleo relativas a las mujeres jóvenes se contextualizan en el marco político, social y
económico de nuestro país y de la Unión Europea.
http://www.cje.org/C4/C16/OBJOVEM%20(Mujeres%20juventud%20
y%20me/default.aspx?lang=es-ES Acceso a texto completo
NOMBRA: la representación del femenino y el masculino en el lenguaje /
Carmen Alario... [et al.] . -- Madrid : Instituto de la Mujer, 2006 36 p. : il. ; 22
cm. -- (Lenguaje ; 1)
Precede al tít. : en femenino y masculino
El lenguaje es un instrumento de comunicación que para estar vivo necesita
evolucionar con el ritmo de los tiempos para reflejar los cambios que se van
produciendo en el entorno social en que se desarrolla.
http://www.mtas.es/mujer/publicaciones/docs/nombra.pdf Acceso a texto
completo
Méndez Miras, Ana
Nombra.en.red / Ana Méndez Miras, Itxaso Sasiain Villanueva . -- Madrid :
Instituto de la Mujer, 2006 63 p. : 1 disco compacto (CD-ROM) ; 22 cm. -(Serie Lenguaje ; 3)
Precede al tít. : en femenino y masculino
La discriminación por razón de sexo que puede contener el lenguaje es la
motivación para crear esta base de datos que pretende corregir las agresiones recibidas por parte del colectivo femenino en los modos de expresión
tradicionales.
ISBN 84-689-8507-4
http://www.mtas.es/Mujer/publicaciones/docs/Nombra%20en%20red.pdf
Acceso a texto completo
Rodríguez Morales, Zeyda
Paradojas del amor romántico : relaciones amorosas entre jóvenes / Zeyda
Rodríguez Morales. -- México D.F. : Instituto Mexicano de la Juventud, 2006
255 p. : fot. ; 26 cm . -- (JÓVENes ; 18)
246
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Aunque las relaciones afectivas entre jóvenes siguen los impulsos del instinto
hay una serie de componentes culturales que regulan y conducen su desarrollo en función de ciertos códigos sociales dominantes.
ISBN 968-5224-03-x
ISBN 968-5224-59-5
Barberá Heredia, Ester
Percepción escolar de las profesiones y estereotipos de género / Ester
Barberá Heredia, Amparo Ramos López, Carlos Candela Agulló
Psicología educativa : revista de los psicólogos de la educación. -- vol.
12, n. 2 (2006); p. 133-134. ISSN 1135-755 X
La mentalidad cultural de cada sociedad predispone desde la juventud en los
roles que cada género está destinado a desempeñar en el tejido laboral y
aunque están cambiando los prejuicios sociales, aún tiene cierto predicamento sobre los individuos el peso de la tradición.
Perspectiva de género en la acción socioeducativa / Anna Berga... [et al.]
Educación social. -- n. 31, (septiembre-diciembre 2005); p. 15-91 . ISSN
1135-8629
Monográfico
Bibliografia
Contiene : La perspectiva de género : una nueva mirada a la realidad social/
Anna Berga ; Las chicas adolescentes y la justicia juvenil/ Carme Panchón ;
Atentos a la afectividad y a la sexualidad de los jóvenes. Una experiencia de
catorce años/ Rosa Ros...
La discriminación social según el género sigue siendo un problema de
educación que sólo se podrá ir equilibrando con políticas que mentalicen de
la necesidad de reconocer la igualdad de derechos para lograr una justa
construcción social.
http://www.peretarres.org/revistaeducacionsocial/monograficos.asp?id=31
Acceso a abstracts
Plan estratégico 2008-2011 de igualdad de oportunidades . -- Madrid :
Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Instituto de la Mujer, 2008
146 p. ; 30 cm.
Se articula en torno a doce ejes fundamentales: la participación política y
social, la participación económica, la corresponsabilidad, la educación, la
innovación, el conocimiento, la salud, la imagen, la atención a la diversidad y
la inclusión social, la violencia de género, la política exterior y de
cooperación, y la tutela del derecho a la igualdad.
http://www.migualdad.es/igualdad/PlanEstrategico.pdf Acceso a texto completo
Valenzuela, María Elena
Políticas públicas de juventud para la inclusión social y para combatir la
desigualdad y discriminación en el mundo del trabajo / María Elena
Valenzuela. [Lima] : Oficina Internacional del Trabajo, OIT, 2007 33 p. : cuadros ; 30 cm.
Análisis de los principales determinantes de la exclusión laboral de los
jóvenes, prestando especial atención a la forma en que las relaciones de
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
247
género constituyen un eje que estructura la desigualdad en el trabajo, la cual
es potenciada por otros tipos de discriminación como el origen social, étnico
y racial. Este documento analiza los niveles y formas de incorporación de las
mujeres jóvenes al mercado laboral, los orígenes de los factores de exclusión
que las afectan e identifica aquellas políticas públicas implementadas que
han sido más eficientes para promover un trabajo decente para las mujeres y
los hombres jóvenes.
http://white.oit.org.pe/tdj/tdj_documbase.html Acceso a texto completo
Figueras Maz, Mònica
Premsa juvenil femenina i identitat corporal / Mònica Figueras Maz; dirigida
por: Montse Quedada, Diego Torrente . -- Barcelona : Universidad Pompeu
Fabra,
Departament de Periodisme i Comunicació Audiovisual, 2005 494 p. : tab. ;
30 cm.
Tesis doctoral Univ. Pompeu Fabra
La presión ejercida en la actualidad por los medios de comunicación y la
publicidad, hace que los trastornos alimentarios sean uno de los principales
problemas de la juventud actual, por la preocupación del aspecto físico,
sobre todo en las mujeres. El objeto de este estudio es analizar todos los
cambios que se experimentan en la adolescencia a nivel físico y mental, y
cómo las influencias externas afectan a ese cambio de manera positiva y
negativa. Se hace también un estudio a fondo de la prensa femenina.
http://www.tdx.cesca.es/TESIS_UPF/AVAILABLE/TDX-1114105-163606//
tmfm1de1.pdf Acceso texto completo
Arconada Melero, Miguel Ángel
Prevenir la violencia de género : el reto de educar alumnos igualitarios
Padres y Maestros. -- n. 316 (mayo 2008); p. 9-14. ISSN 0210.4679
En la sociedad actual en la que la igualdad ya es un derecho, se debe
apostar por inculcar estos valores en los centros de enseñanza para poder
así prevenir la violencia de género, consecuencia de una educación
machista.
Muñoz Tinoco, Mª Victoria
Reputación conductual y género en la adolescencia / Mª Victoria Muñoz
Tinoco, Irene Jiménez Lagares y Mª Carmen Moreno Rodríguez . -- Murcia :
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia , 2008 7 p. : tabl. ;
30 cm.
Artículo publicado en Anales de Psicología, 2008, vol 24, nº 2 (diciembre),
334-340
Dentro de un estudio más amplio sobre relaciones sociales en la adolescencia que utilizaba una perspectiva multiobservadores (profesorado,
iguales y los propios adolescentes), se estudió la reputación conductual
en una muestra de 1009 adolescentes. Se encontraron diferencias significativas entre chicos y chicas en gran parte de los items: las chicas obtenían medias más altas en sociabilidad, y los chicos en agresión e
inmadurez. El factor de aislamiento, sin embargo, no presentaba diferencias de género.
http://revistas.um.es/psicologia/article/view/42891/41211 Acceso a texto
completo
248
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Selección de referencias documentales sobre adolescencia y comportamiento de género / Injuve
Revista de estudios de juventud. -- n. 73 (junio 2006); p. 126-138 . ISSN
0211-4364
http://www.injuve.mtas.es/injuve/contenidos.downloadatt.
action?id=281617906 Acceso texto completo
Díaz-Aguado Jalón, Mª José
Sexismo, violencia de género y acoso escolar : propuestas para una
prevención integral de la violencia
Revista de estudios de juventud. -- n. 73 (junio 2006); p. 38-57 . ISSN
0211-4364
Los programas de prevención integral contra la violencia aplicados en la
escuela con adolescentes son eficaces para disminuir el sexismo, reducir el
acoso entre iguales (en la escuela y en el ocio) y mejorar las relaciones con
el profesorado.
http://www.injuve.mtas.es/injuve/contenidos.downloadatt.
action?id=1931043341 Acceso texto completo
Hernández Morales, Graciela
Tomar en serio a las niñas / Graciela Hernández Morales, Concepción
Jaramillo Guijarro, Mª Jesús Cerviño Saavedra . -- Madrid : Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales, Instituto de la Mujer, 2005 92 p. -- (Cuadernos
de Educación No Sexista ; 17)
Análisis de la situación de la mujer desde la primera educación infantil,
partiendo de los estereotipos diferenciales que van marcando los distintos
sexos y resaltando la necesidad de una educación preventiva contra la violencia que subyace en la sociedad.
http://www.mtas.es/mujer/publicaciones/docs/cuaderno17.pdf Acceso a texto
completo
Gracia Gracia, Mª Isabel
Transición a la vida adulta : nuevas y viejas desigualdades en función del
género / Maribel García Gracia, Rafael Merino Pareja
Reis : Revista española de investigaciones sociológicas. -- n. 113
(enero-marzo 2006); p. 155-162. ISSN 0210-5233
A partir de los años setenta se ha producido un cambio en la relación de
géneros en su incorporación al trabajo debido, fundamentalmente, a la
incorporación masiva de la mujer a la educación, el aumento de la tasa de
ocupación femenina, el retraso en la emancipación familiar y los nuevos valores de la modernidad que han propiciado una igualdad mayor entre sexos,
aunque de manera diferente según edades y estratos sociales.
Puertas Peña, Luisa Mª
Transmisión de roles de género y educación / Luisa Mª Puertas Peña
Emakunde. -- n. 68 (iraila/septiembre 2007); p. 10-13. ISSN 0214-8781
A pesar de los cambios acaecidos en el diseño de la organización escolar
siguen pesando en la educación general una serie de factores extraescolares
que condicionan comportamientos que se consideran aceptados socialmente
y consolidan las desigualdades de género heredadas.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
249
Dema Moreno, Sandra
Una pareja, dos salarios : El dinero y las relaciones de poder en las
parejas de doble ingreso / Madrid : Centro de Investigaciones
Sociológicas; Siglo XXI de España , 2006
267 p. ; 21 cm. -- (Monografías ; 225)
Bibliogr.: p. 254-267
Basado en una investigación cualitativa para conocer a fondo cómo cada
pareja interpreta su comportamiento en relación con la toma de decisiones respecto al dinero. También se han analizado los procesos a través de
los cuales se ejerce el poder en la pareja, desde cómo se administra o
gestiona el dinero en el hogar, hasta su uso según el sexo.
ISBN 84-7476-410-6
Violencia de género y relaciones de poder : implicaciones para la educación / Juana Mª Sancho Gil... [et al.]
Revista de educación. -- n. 342 (enero-abril 2007); p. 15-209 . ISSN
0034-8082
Monográfico. 1 disco CD-ROM
Contiene : Violencia de género, educación y socialización: acciones y
reacciones/ Miguel Lorente Acosta ; Emociones y violencia contra las
mujeres y otros grupos. Implicaciones pedagógicas/ Michalinos
Zembylas...
La educación es el remedio universal que se debe promover para acabar
con la violencia de género y todas las agresiones que se ejercitan contra
los débiles, diferentes, minoritarios, o cualquier tipo de discriminación que
conlleve el ejercicio de la fuerza irracional y gratuita.
http://www.revistaeducacion.mec.es/re342.htm Acceso a texto completo
Jornadas Dependencia Emocional (10ª. 2005. León)
X Jornada Dependencia Emocional : educación y prevención: octubre
2004 / ADAVAS (Asociación de Ayuda a Víctimas de Agresiones Sexuales y
Violencia Doméstica) . -- León : ADAVAS, 2005 102 p.
La dependencia emocional puede ser un lastre en la plena integración de la
mujer en su relación con el medio exterior, por lo que es necesario potenciar
la autoestima personal que la ayude a salir de las situaciones negativas.
¡Ya es hora de que nos escuchen! : La respuesta de la juventud al
Informe de la Reunión del Grupo de Expertos sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación y violencia contra la niña / Comisión
de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, 51º período de sesiones ; 26
de febrero a 9 de marzo de 2007, Naciones Unidas, Nueva York . -- Nueva
York : Unidad para el Desarrollo y la Participación de los Adolescentes,
2007 28 p. ; 28 cm.
Refleja los puntos de vista y las recomendaciones de más de 1.300 jóvenes de 59 países y elabora unas conclusiones, que se obtuvieron a partir
de encuestas y grupos especiales, sobre la cuestión de la eliminación de
la discriminación y la violencia contra las niñas. Las prácticas mencionadas con más frecuencia en este informe fueron la dote y el precio de las
novias, los matrimonios infantiles y forzados, la preferencia por los varones, el “machismo” y la carga de trabajo que sufre la mujer.
ISBN 978-92-806-4143-1
250
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Lomas, Carlos
¿La escuela es un infierno? : violencia escolar y construcción cultural de
la masculinidad
Revista de educación. -- n. 342 (enero-abril 2007); p. 83-101 . ISSN
0034-8082
Contiene 1 disco CD-ROM
El problema de la violencia en las aulas no es novedoso en el tiempo, pero su
presencia notoria en los medios de comunicación ha hecho dirigir la atención
de muchos sectores (pedagógicos, judiciales, etc.) hacia una realidad que
pervive en los centros educativos y que responde a un fenómeno cultural de
afirmación del poder masculino.
http://www.revistaeducacion.mec.es/re342_05.html Acceso a texto completo
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
251
COLABORACIÖN
Colaboran en este número:
Yolanda AGUDO ARROYO
Socióloga. Doctora por la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Actualmente, profesora ayudante del departamento de Teoría, Metodología y
Cambio Social de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED.
Combina su docencia con investigaciones sobre los vínculos entre la educación superior y el empleo desde la perspectiva de género y sobre metodología de la investigación. También colabora con el Seminario Permanente de
Estudios sobre Mujer, Género y Feminismo. Imparte docencia, también, en el
Curso de Especialista en Juventud de la Vicepresidencia da Igualdade o
Benestar da Xunta de Galicia y en el Posgrado Juventud y Sociedad de la
UNED.
Josune AGUINAGA ROUSTAN
Profesora Titular de Sociología en la UNED, Coordinadora del Seminario
Permanente de Estudios sobre Mujer, Género y Feminismo, además es
Miembro del Consejo Asesor para el Fomento de la Investigación en
Protección Social dependiente de la Secretaría de Estado para la Seguridad
Social.
Actualmente imparte la asignatura de Sociología Urbana, de Globalización y
Desarrollo Sostenible y de sociología de las Migraciones, además del
Doctorado en Tendencias Sociales y el Master en Seguridad. Coordina el
Experto Universitario en “Agentes de Igualdad de Oportunidades entre
Mujeres y Hombres: el marco de la Cooperación al Desarrollo”.
Entre las publicaciones más recientes se encuentran los libros o capítulos de
libros: La juventud española, entre la negación y la mitificación, en España S.
XXI. La Sociedad, en 2008, Agentes de Igualdad de Oportunidades entre
mujeres y hombres (coeditora) en la Editorial Universitas Internacional en el
2006, Estudio sobre la Juventud en Las Rozas, Ayuntamiento de Las Rozas,
(2006), Informe Juventud en España 2004 publicado por el INJUVE en el
2005 con el capítulo titulado La desigualdad de género entre los y las jóvenes.
En Tendencias en Exclusión Social, 2005, La pugna por la igualdad de género,
El precio de un hijo. Los dilemas de la maternidad en una sociedad desigual en
editorial Debate en 2004, Jóvenes y estilos de vida INJUVE, 2003, Cambio de
hábitos en el uso del tiempo: la trayectoria temporal de los jóvenes, INJUVE,
1997. Algunos artículos como Los nuevos ciudadanos: la inmigración en España
1998-2004, reedición del III Foro sobre Tendencias Sociales, 2004, Racismo y
xenofobia en España: Una reflexión pendiente en la revista Sistema, 2005, Las
relaciones familiares en el siglo XXI, Liga Española de la Educación y la cultura
Popular, Fundación Cives, 2005, Revista Sistema, 2007, nº 197-198, Juventud y
Género: la medida de la igualdad en Europa.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
253
Élida ALFARO GANDARILLAS
Profesora Titular de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del
Deporte-INEF. Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Licenciada en
Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Universidad de Barcelona.
Master en Dirección y Administración del Deporte. Universidad
Complutense de Madrid. Directora del Seminario MUJER Y DEPORTE de la
Fac. de C.C. de la Actividad Física y del Deporte-INEF. UPM. Secretaria
General de la Sociedad Española para el Estudio de la Superdotación y
Codirectora del Seminario Internacional Mujer y Superdotación de la
Universidad Complutense de Madrid. Vicepresidenta de la Asociación para
el Estudio de las Mujeres de la Universidad Politécnica de Madrid.
Vicepresidenta de la Red Iberoamericana de Centros Superiores de
Ciencias del Deporte. Medalla al Mérito Deportivo (2006) del Consejo
Superior de Deportes por sus aportaciones en el ámbito Mujer y Deporte.
Ha sido Directora del INEF de Madrid (1994-98), Presidenta de la
Conferencia Española de Institutos y Facultades de Ciencias del Deporte
(1994-96), Presidenta de la Red Iberoamericana de Centros Superiores de
Ciencias del Deporte (1996-98).
Campeona de España de Gimnasia por equipos (1959-60). Como investigadora y experta en el tema Mujer y Deporte, ha participado en numerosos
congresos y seminarios nacionales e internacionales y es autora de diversas
publicaciones y numerosos artículos.
Coral CARO BLANCO
Profesora Enseñanza Secundaria. Diplomada en Profesorado de EGB y
licenciada en Filología por la Universidad de Barcelona. Acreditada la suficiencia investigadora en el Programa de Doctorado: “La representación
mental: cognición, comunicación y lenguaje” del Departamento de
Psicología Básica de la Facultad de Psicología de la UB. Miembro del
“Seminario Interdisciplinar de Estudios de Género” de la Universidad de
Barcelona. Premio Irene 2007 “La paz empieza en casa” por el trabajo
didáctico “Prevención de la violencia de género en la ESO” que el Ministerio
de Educación y Ciencia otorga en educación en igualdad. Formadora de
formadores en temas de innovación educativa sobre coeducación e interculturalidad de la Generalitat de Catalunya y en los cursos de formación de
profesorado en Segovia: “Violencia de género: prevención y soluciones educativas” del Ministerio de Educación, Política Social y Deporte. El curso
2006 -2007 le fue concedida una beca del Institut Català de les Dones de
la Generalitat de Catalunya para la realitzación del proyecto: “Estudio de los
estereotipos de género en las prácticas cotidianas de los y las adolescentes.
Propuesta para una intervención preventiva de las desigualdades sexistas.”
y este curso 2008-2009 tiene concedida una beca para la realización del
trabajo de investigación: “Identidad, género y adolescencia. Propuesta
coeducativa para la prevención de la discriminación sexista y homofóbica”.
Ha realizado diversas presentaciones en congresos especializados en género y también ha publicado algunos de sus trabajos en diferentes libros de
recopilación y revistas dedicados a la investigación con perspectiva de
género e innovación educativa. Miembro de la comisión gestora de “La
xarxa, educación en comunicación” y colaboradora de Aulamèdia, Cinescola
y Asociación de maestros “Rosa Sensat” de Barcelona.
254
Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
Ana DE MIGUEL ÁLVAREZ
Profesora Titular de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Ha publicado
libros sobre autores clásicos del feminismo como John Stuart Mill y Alejandra
Kollontai y ha editado la obra de William Thompson y Anna Wheeler The
Appeal of Half the Human Race, Women. También ha coeditado una selección
de las obras de Flora Tristán. Una selección de sus trabajos ha sido traducida
al portugués bajo el título O feminismo Ontem e Hoje (2002). En la actualidad
está trabajando sobre el feminismo como movimiento social y los procesos de
redefinición de la realidad. Entre estas publicaciones destaca “La construcción
de un marco feminista de interpretación: la violencia de género” (2005),
“Hacia una sociedad paritaria” (2007) y “Movimientos sociales: dimensiones
filosófico-políticas” (2008). Junto a Celia Amorós ha coeditado la obra Teoría
Feminista. De la Ilustración a la globalización (2005). Dirige el curso Historia
de la Teoría feminista de la Universidad Complutense de Madrid.
Consuelo FLECHA GARCÍA
Catedrática de Historia de la Educación de las Mujeres en la Facultad de
Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla. Desarrolla su docencia
e investigación en temas relacionados con los procesos educativos de las
mujeres en la historia y en la actualidad, destacando los que visibilizan las
contribuciones femeninas. Ponente de numerosos Congresos, Postgrados y
Programas de Doctorado sobre Estudios de las Mujeres, en España y en
otros países de Europa y de Iberoamérica. Ha publicado varios libros y casi
doscientos artículos sobre estas temáticas. Entre ellos (1996): Las primeras
universitarias en España. 1872-1910. (1997): “Los libros escolares para niñas”.
(1998): “La incorporación de las mujeres a los Institutos de Segunda
Enseñanza en España”. (1999): “La educación de las mujeres después del
98”. (2000): “Profesoras y alumnas en los Institutos de Segunda Enseñanza.
1910-1940”. 2001): “Los derechos de las niñas en el mundo”. (2002): “Las
mujeres en el sistema educativo español”. (2003): “Los obstáculos a la entrada de las mujeres en el empleo cualificado”. (2004): “Las Mujeres en la
Historia de la Educación”. (2005): Mujeres y Educación. Saberes, prácticas y
discursos en la historia. (2008): “¿Una educación de referencia femenina?”.
(2008). Mujeres y Universidad en España y en América Latina.
Sara MORENO COLOM
Doctora en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona (2007)
con la tesis doctoral “Temps, treball i benestar: una aproximación des de la
vida cuotidiana” (http://www.tesisenxarxa.net/). Durante el 2004 realizó
investigación pre-doctoral en la Università degli Studi di Firenze.
Actualmente es investigadora del Centre d’Estudis Sociològics sobre la Vida
Quotidiana i el Treball (QUIT) y profesora del Departamento de Sociología
de la Universidad Autónoma de Barcelona. Entre sus principales campos de
interés académico se incluye el estudio de los usos sociales del tiempo, el
trabajo, la vida cotidiana y el bienestar. Ha participado en distintas investigaciones y publicaciones relacionadas con esta temática:
MORENO, S. (2008): “Els usos del temps a Catalunya”, en VV.AA Condicions
de vida i desigualtats a Catalunya, 2001-2005 (Vol. I). Barcelona:
Mediterrània.
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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BORRAS, V.; TORNS, T.; MORENO, S. (2007): “Las políticas de conciliación:
políticas laborales verus políticas de tiempo”. PAPERS Revista de Sociologia,
núm. 83, pp. 83-96.
Carmen ORTIZ COGULLA
Licenciada en CC. PP. y Sociología por la Universidad Complutense, Experta
en Igualdad de género. Ha realizado colaboraciones con el Instituto de la
Mujer sobre participación y cultura política de las mujeres españolas. Ha trabajado con distintas organizaciones de Mujeres, de ámbito nacional, dirigiendo y
coordinando proyectos europeos y nacionales dirigidos a la promoción de las
mujeres en distintas áreas sociales: empleo, promoción profesional, salud, inmigración, integración y apoyo al desarrollo personal y profesional, así como del
fomento al asociacionismo de las mujeres. Desde el año 2004, viene trabajando
como técnica especialista en género en el Consejo de la Mujer de la Comunidad
de Madrid. Colabora como docente en el curso de Experto Universitario “Agente
de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres: Acciones Positivas desde la
Cooperación”, que se imparte en la UNED desde el año 2000. Ha publicado distintos estudios e informes sobre temas electorales y participación política de las
mujeres y nuevos modelos familiares en editoriales y distintos medios de comunicación. Entre otras publicaciones se pueden citar, “Mujer y Política en la
Democracia. 1979-1986”. Ed. Instituto de la Mujer. Madrid, 1986, “Familias:
Diversidad de modelos y roles”, en colaboración. Ed. UNAF. Madrid, 2000,”Por
qué no militan las españolas”. 1984, “Las españolas ante las urnas”. Mayo, 1986.
“Mujer y empleo”, 2006, y “Mujer y participación política”, 2006 en Agentes de
Igualdad de Oportunidades: Acciones positivas en el marco de la Cooperación,
Editorial Universitas Internacional, S.L.
Lola PÉREZ CARIACEDO
Madrid (1971). Periodista. Licenciada en Ciencias de la Información por la
Universidad Complutense de Madrid. Especialista en comunicación, TIC y género. Ha desarrollado diversos programas de comunicación para organizaciones
sociales. Miembro del equipo de coordinación del espacio de referencia en
Internet sobre información y reivindicación feminista Mujeres en Red. Ha impulsado la presencia en la Red de organizaciones de mujeres y proyectos de las
asociaciones para visibilizar el trabajo de las mujeres.
Ha sido responsable de prensa, potenciando sus espacios webs, de asociaciones
y redes de mujeres como la Asociación de Mujeres Juristas Themis, la Red de
Ciudades contra la Violencia de Género, la Escuela de Verano para Mujeres con
Responsabilidad en Gestión pública, política y sindical o el Consejo de las
Mujeres del Municipio de Madrid.
Ha ejercido labores como Formadora en capacitación digital para mujeres para
la potenciación del acceso de las mujeres a las Nuevas Tecnologías de la
Información y la Comunicación (TIC).
Rosa RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología por la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Ha desempeñado en la Universidad Complutense de Madrid puestos docentes, como profe-
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Revista de Estudios de juventud
≥ diciembre 08 | nº 83
sora Asociada del Departamento de Sociología V (Facultad de Ciencias Políticas
y Sociología). Actualmente, es profesora en el Departamento de Sociología III
(Tendencias Sociales) de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Es, también, miembro
del Equipo Docente del Programa Modular en Exclusión Social, Integración y
Ciudadanía en dicha Universidad. Ha participado, entre otras, en las siguientes
líneas de investigación: Diagnósticos organizativos para diferentes instituciones
públicas, Diseño de modelos de evaluación para programas de formación y,
recientemente, en una Encuesta Nacional sobre condiciones laborales de la
población inmigrante en España. Tesis doctoral en curso de realización:
“Inmigración, Ciudadanía y Exclusión social”. Entre sus publicaciones destacan
artículos como “La opinión pública ante el Estado”, e “Inmigración y
Ciudadanía” publicados en la Revista Sistema; así como numerosas críticas de
libros en: Revista de Estudios Políticos, Revista Temas, Revista Sistema, Revista
Española de Investigaciones Sociológicos.
Rosario SAMPEDRO GALLEGO
Doctora en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesora
Titular de Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la
Comunicación de la Universidad de Valladolid (Campus de Segovia).
Fue técnica del Departamento de Estudios y Programas de la Federación
Española de Municipios y Provincias entre 1990 y 1993, incorporándose a la
docencia universitaria en 1995. Sus líneas de investigación más relevantes son,
en primer lugar, los procesos de cambio social propios de la ruralidad en las
sociedades postindustriales, en especial los relativos a las experiencias laborales
femeninas, y, en segundo lugar, la conciliación de la vida laboral y familiar, en lo
que afecta a la actividad laboral de las mujeres.
Autora de numerosas investigaciones y publicaciones, compagina la docencia
universitaria y la investigación, con tareas de formación y asesoramiento en
diferentes instituciones como experta en temas de género, ruralidad y conciliación de la vida laboral y familiar. En calidad de tal, es miembro de diversos
comités de expertos y del equipo docente de diversos master universitarios y
cursos de postgrado.
Teresa TORNS MARTÍN
Profesora titular del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma
de Barcelona (UAB) y miembro del “Centre d’Estudis Sociológics sobre la Vida
Quotidiana i el Treball (QUIT)” y del “Seminari d’Estudis de la Dona” (SED) del
Departamento de Sociología de la UAB.
Su actividad investigadora tiene como temas de interés las desigualdades de
género en relación al trabajo: el mercado de trabajo, el trabajo doméstico y la
vida cotidiana, el tiempo y el bienestar cotidiano, las políticas de tiempos y la
conciliación.
Es co-autora, entre otras publicaciones de los libros El perfil sociolaboral del
paro femenino en España (Madrid, Instituto de la Mujer, 1995), Tiempo y Ciudad/
Temps i Ciutat (Barcelona, CESB, 2000), Las nuevas fronteras de la desigualdad:
hombres y mujeres en el mercado de trabajo (Barcelona, Icaria, 2000), Les
dones i el treball a Catalunya: mites i certeses (Barcelona, ICD, 2007).
Mujeres jóvenes en el siglo XXI
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