Diptico 1º Mayo Asturias-León

Transcripción

Diptico 1º Mayo Asturias-León
Sabedores de que -a pesar de sus despiadadas disputas cual tiburones por
hacerse con la mayor parte del botín- conforman contra los desposeídos la clase de
los propietarios, y conscientes de la fuerza que les proporciona ser la clase
detentadora del Poder por su posesión de la riqueza, aplican aquella para aumentar
ésta a nuestra costa: ¡Fuera sueldos fijos e indemnizaciones! ¡Fuera pagas y
vacaciones! ¡Fuera pensiones! ¡Fuera condiciones dignas de trabajo! ¡Fuera contratos
regulados! ¡Fuera seguridad! ¡Fuera derechos! Y ¡venga despido libre y gratuito!
¡Venga subvención a la contratación precaria! ¡Venga minicontratos y minisueldos!
¡Venga exención y amnistía fiscal! ¡Venga beneficio y acumulación sin tasa! Y así,
venga que te vengarás, vengar todas y cada una de las derrotas que sus antepasados
recientes habían sufrido a manos de los nuestros: jornada laboral de 8h, semana
laboral de 40h, derecho a baja, vacaciones pagadas, jubilación, etc. Todos aquellos
derechos conseguidos por nuestros abuelos y bisabuelos en su lucha por derribar el
capitalismo y construir una sociedad mejor, horizontal y sin explotados.
Porque ésta es la cuestión: la clase que cada quien tiene por nacimiento y
pertenencia, proletarios o burgueses, desposeídos sin otro medio que su capacidad
para trabajar o propietarios de los medios de producción, explotados o explotadores.
Nuestros mayores eran conscientes de estar explotados. Se sabían con la clase que
otorga el ser creadores de toda cuanta riqueza social se genera en este mundo; con la
clase que se obtiene del esfuerzo colectivo y común para ganarse la supervivencia, ya
que la vida se nos arrebata con el robo de ese esfuerzo; con la clase que genera la
conciencia de saberse iguales como explotados y la lucha solidaria contra las
injusticias Se sabían pues, explotados, trabajadores, obreros, proletarios, y no
renegaban de ello, lo llevaban con clase. Y como clase se organizaron, creando
sociedades mutuas y de resistencia y luego sindicatos para defenderse primero y para
atacar después las bases de la explotación y afrontar la lucha por la emancipación de
la tiranía del régimen del salariado y de la tutela del estado.
Hoy como ayer la cuestión sigue siendo de clase. De lucha de clases. De
correlación de fuerzas para contener el avasallador ataque de un capitalismo salvaje
dispuesto a la barbarie y la extinción con tal de continuar con la acumulación feroz. De
rearmarse de conciencia y arrestos para enfrentar, por la superación de la sociedad de
clases, la conquista de una vida digna de tal nombre más allá de la mera
sobrevivencia. Anarquía o barbarie. Cuestión de clase.
Porque todos los días
son
Primero de Mayo
Demuestra tu clase
¡organízate
¡organízate y lucha!
Confederación Regional Asturias y León
Si no es a nosotros es a una persona cercana, pero de cualquier manera nos
toca, es imposible escapar: reformas laborales, ERES, recorte de sueldos y derechos,
paro... una plaga que nos afecta a todos los trabajadores en activo o en el paro y a los
estudiantes, que accederán al mercado laboral en unas condiciones pésimas y
lamentables.
Que es por la crisis, nos dicen: que si vivíamos por encima de nuestras
posibilidades, las que nos fueron impuestas; que si ahora hay que apechugar con la
deuda nacional, la que ellos contrajeron; que si hay que ajustar el déficit
presupuestario, con el recorte de nuestros derechos; que si en la bolsa suben o se
desploman los valores, los de su cartera; que si se altera el riesgo de la prima, esa
que chulean los mercados; que si el fantasma de una nueva recesión, y vuelta a agitar
la sábana del coco de la crisis. En definitiva, que no queda más solución que
apretarse el cinturón, nos dicen y repiten, y ahora pretenden que nos lo apretemos a la
garganta…
¿Pero todo esto por qué? Pues porque antes de que desencadenasen el perro de
la crisis nos dijeron que éramos ricos, y nos lo creímos; nos dijeron que nos
endeudáramos para tener muchas cosas en propiedad, y nos lo creímos; nos dijeron
que éramos clase media, y nos lo creímos; que todos remábamos en la misma
dirección, y nos lo creímos; que ya no existían clases sociales y que el capitalismo era
infinitamente bueno, y tragamos hasta el fondo. Para eso sirvió el periodo de vacas
gordas que se inauguró con la vía libre al pelotazo: para convertirnos en fieles
creyentes de la fe capitalista en el sacrosanto dogma del beneficio privado y la tasa
ganancial; en creídos nuevos ricos con crédito fácil; en crédulos incautos de la
inversión en ladrillo hipotecado y, a la postre, en simples cretinos encadenados a la
hora-extra y el destajo.
Lo creímos como ingenuos, y mientras los creíamos, ellos, los patronos y los
banqueros junto con sus esbirros, los políticos, se preparaban para mandarnos a
trabajar a Laponia, o como chinos, o ambas cosas a la vez. Y, mientras, los
trabajadores no hicimos nada porque teníamos piso, coche y televisión en propiedad.
Nos pensábamos ricos, y queríamos más. Y hasta los más desfavorecidos, a la par de
los más concienciados, empezaron a reclamar un reparto más justo de la riqueza.
Pero todo tiene un límite ¡hasta ahí podíamos llegar! Y se acabó la fiesta: se puso
fin a la abundancia, se impuso la escasez y se decretó la austeridad. Comenzó a
exacerbarse el fantasma de la crisis, estallaron las burbujas, nos pincharon el globo y
tuvimos que poner pie en tierra. Y entonces descubrimos que lo que hacíamos nuestro
era en realidad del banco, que el consumo a crédito en vez de en ricos nos había
convertido en pobres morosos y, peor aún, descubrimos que mientras nosotros nos
comportábamos como si ya no existiesen las clases, nuestros amos la patronal y la
banca, sabedores y conscientes de lo contrario, actuaban en consecuencia.

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