el futuro no es nuestro

Transcripción

el futuro no es nuestro
EL FUTURO NO ES NUESTRO
Rodrigo Pinto
Esta antología de escritores latinoamericanos enriquece un panorama donde aún cuesta, y bastante,
llenar los huecos de un mapa caracterizado por la insularidad de las narrativas nacionales (concepto
que, cada vez más, es puesto en cuestión; aunque, contradictoriamente, hay quienes discuten que
pueda hablarse de narrativa latinoamericana y que sólo puede hablarse de ella país por país). El
prólogo del escritor peruano Diego Trelles, responsable también de la selección, establece el criterio
utilizado: reunir a escritores nacidos entre 1970 y 1980, tan arbitrario como cualquier otro, pero, sin
duda, útil para fijar una fotografía de esa generación de escritores. Quiénes entran y quiénes
quedaron fuera de la foto es una cuestión secundaria -siempre habrá distintas miradas y juicios
críticos-, especialmente si la selección no se propone como canónica. Trelles justifica la decisión en
dos premisas:
diferenciar a este grupo de los reunidos en selecciones previas y, más importante aún, en el título de
la antología: la frase "el futuro no es nuestro" quiere denunciar la "idea demagógica, pregonada y
repetida cual eslogan hasta el hartazgo, de que el futuro le pertenece a los más jóvenes", pero
también a la sensación de que estos escritores están marcados por un cierto nihilismo, tanto frente al
decurso de la historia como ante el futuro de la literatura.
Dice también Trelles que su antología aspira a recuperar, en el ámbito regional, "ese intercambio
activo con el lector que le otorga a la literatura su único fuego pertinente". Y así es. Leer a
guatemaltecos, cubanos, mexicanos, argentinos y chilenos, entre muchos otros, es un ejercicio
siempre saludable, y más aún cuando Trelles demuestra buena mano en la selección. Casi no hay
baches en esta antología. Hay autores como el argentino Oliverio Coelho y el peruano Daniel
Alarcón, que motivan de inmediato a conocer el resto de su obra (la del segundo, por fortuna, ha
circulado en Chile). Hay escritoras como la boliviana Giovanna Rivero o la dominicana Ariadna
Vásquez, que cautivan por la calidad de su escritura. Las dos chilenas escogidas, Andrea Jeftanovic
y Lina Meruane, están a la altura del resto. Uno que otro cuento es más débil o podría considerarse
como prescindible, pero no afecta la calidad del conjunto. Finalmente, hay temas que cruzan
muchos de los relatos: la violencia, la explotación, la cerrazón de expectativas, la sexualidad que
rompe límites y convenciones. De este modo, aunque se niegue que la narrativa latinoamericana
puede considerarse como un corpus abordable en su conjunto, surge de esta antología una imagen
coherente y dura, una imagen reconocible y que, si correspondiera el término, podríamos calificar
de verdadera. Una vez más, la verdad de la ficción puede ser más reveladora y terrible que el
discurso con pretensiones de describir la realidad.
Diego Trelles Paz. Uqbar, Santiago, 2010.
198 páginas.
Rodrigo Pinto.

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