Les franchutes

Transcripción

Les franchutes
HECHO EN
FRANCIA
LA SEGUNDA
CRUZADA
Les franchutes
ProprIétaiRes
Si la influencia de los franceses en el vino chileno se inició por lo menos en el
siglo XIX, la buena noticia es que no se ha terminado: un cúmulo de apellidos
galos no solo dan nombre a varias viñas, sino que son el faro de las nuevas
rutas del vino de Chile hecho por “franchutes”.
TEXTO ALEJANDRO JIMÉNEZ
FOTOGRAFÍAS SEBASTIÁN UTRERAS.
P
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franceses “propriétaires” de grandes, medianas
o pequeñas viñas, han apostado por el vino
hecho en Chile.
Uno de los primeros en recalar en el país y
de reconocido bajo perfil es el enólogo Yves
Pouzet, actual dueño junto a su hijo François,
de la viña Tipaume. “Después del Institut
National Agronomique de Paris, me fui al
Perú y luego me encontraba en California
justo al terminar mi puesto como winemaker
en Clos du Val, cuando un día de 1984 me
llamó Jorge Eyzaguirre Correa, quien me
invitó a montar y dirigir su proyecto de Los
Vascos. Acepté de inmediato y me fui en
junio. En agosto encontré a Valentina Grez.
Nos casamos en febrero. Después de cinco
años nos fuimos a Brasil, luego a India y
Francia, pero volvimos acá al galope y nos
quedamos. ¡Felices!”, resume Pouzet.
A principios de los 90, una de las grandes
personalidades del vino puso sus ojos en
Chile. Alexandra Marnier Lapostolle, quien
sin duda ha contribuido de manera capital
a poner el nombre de Chile en el orbe
vitivinícola, recuerda: “En 1993 vivíamos en
Suiza. Unos de nuestros amigos, que trabajaba
en Merrill Lynch a cargo de América del Sur,
nos aconsejó invertir en Chile. Tanto por su
clima económico estable (describió a Chile
en esa época como “la Suiza de América del
Sur”) que permitía inversiones a largo plazo
en forma segura. Cuando visitamos con mi
marido Chile por primera vez en el ’93,
inmediatamente nos gustó mucho”.
JUAN PABLO TURÉN
ara nadie que conozca algo de la
historia del vino chileno puede
resultar una sorpresa la influencia
de los franceses, desde al menos
el siglo XIX. Enólogos, agrónomos, científicos,
técnicos y administradores, con apellidos
que van desde Gay hasta Bachelet, pasando
por Coo y Dussaillant, ejercieron una
influencia clave en el desarrollo del
vino chileno, particularmente en la
zona central del país.
Uno o casi dos siglos después, una
nueva cruzada de franceses,
enólogos, empresarios y
aventureros han renovado la
gesta. Con diferentes estilos,
con ideas disímiles, estos
Valle de Colchagua.
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KARLA RIQUELME.
François Puzet.
SEBASTIÁN UTRERAS
CHRISTIAN LUCO
Yves Puzet.
Valle del Maule.
Alexandra Marnier Lapostolle.
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DIMES Y DIRETES
Todos coinciden en que es obvia la influencia
francesa en los vinos chilenos, pero como
buenos galos, a la hora de precisar esa
influencia, todos opinan distinto.
François Lurton piensa que “la influencia de
Francia es sobre todo en la parte vitícola
más que enológica. Los viñedos en lira, las
elecciones de las cepas y de los clones, así
como los lugares de plantación son
claramente influenciados por los franceses”,
mientras que su tocayo François Pouzet
anota que “lo interesante es que a pesar de
que ocupemos las mismas técnicas francesas,
los vinos que hacemos en Chile son únicos
y tienen su propio estilo. Por ejemplo, se
pueden encontrar excelentes pinot noir
hechos idénticamente como se hacen en
la Borgoña, pero a la chilean way”.
Luyt, de su parte, dice que la influencia se
podría reconocer en los vinos que llama
“Burdeos blend”, pero aclara que no existen
todavía “los conceptos del terroir bien
definidos”. Coincide Marcel en que si
“hablamos de gran mezcla, Burdeos ha sido
el benchmark de Chile” aunque agrega que
“cada día más se están explorando terruños
con identidades propias aunque sea con
cepas bordelesas, además de las otras. Hoy
existe diversidad en Chile”.
El enólogo también aporta una nota histórica:
“Jamás se habla de ellos, pero hay muchos
enólogos del sur de Francia que desarrollaron
el negocio del vino a granel chileno que
igual termina embotellándose: Benôit Fitte,
Laurent Teillet, Pierre Viala, Arnaud Escourrou.
De hecho, en viña Maitía estoy cosechando
uvas carignan plantadas (1930) por Paul
Pacottet, en San Javier”.
MATT WILSON
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en Chile, por una mezcla de azar y aventura.
El entonces anónimo Louis-Antoine Luyt,
originario de Saint-Malo, dice que siempre
le llamaron la atención Valparaíso y el Cabo
de Hornos, pero que llegó a Chile “para viajar
a Australia. Al final empecé a trabajar y me
quedé. Llegué en invierno y encontré un
país gris. Pero era el Mundial de 1998, que
ganó Francia, y me puso alegre”. Mientras,
David Marcel, actual dueño de viña Maitía,
iniciaba su periplo post estudios. “Quería
tener una experiencia afuera. Chile no fue
mi primera elección, quería ir a Nueva
Zelandia. Pero nos animamos, en 1998
armamos un grupo de cinco amigos… tres
de ellos están todavía en Chile”.
ARIEL CERDA
También a principios de los 90, los hermanos
Jacques y François Lurton pusieron un pie
en Chile. “Llegamos como asesores de viña
San Pedro para renovar la marca Gato Negro.
Y haciendo nuestro trabajo, viajamos por
todo el país para descubrir los mejores
viñedos. Durante estas visitas, hemos podido
tener una idea del potencial vitícola del país
y luego elegir un lugar para desarrollar
nuestro viñedo”, explica François Lurton,
propietario de la viña Hacienda Araucano
con base en Lolol, Colchagua.
A mediados de esa década, otro francés
comenzaría sus primeros contactos con
Chile. José Luis Martin Bouquillard,
propietario de Clos Andino, explica que
tuvo “un primer contacto con Chile cuando
trabajaba para Veuve Clicquot, pues la
compañía estaba investigando diferentes
terroirs. Después trabajé cerca de 15
años en Pernod Ricard y en 1996 llegué
a Chile para iniciar la subsidiaria. Me
casé con una chilena y el 2001 volví
a Francia, siempre con la idea de
volver a Chile, por supuesto, lo
que hice a finales del 2006”.
A fines de los noventa, otros dos
jóvenes franceses aterrizaron
José Luis Martin Bouquillard.
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SEBASTIÁN UTRERAS
© GUIDO MANUILO
Louis Antoine Lyut
François Lurton
Alexandra Marnier Lapostolle también
escarba en sus recuerdos para evocar en la
historia de la relación franco-chilena. “Las
viñas prefiloxéricas llegaron a Chile por los
chilenos que fueron a Burdeos. Hay un
vínculo emocional para los franceses en
cuanto a lo que representa el viñedo chileno.
Es un ‘rincón del paraíso’ para nuestras viñas
antes de la crisis de la filoxera. También los
franceses y los chilenos trabajan bien juntos.
Nosotros los franceses apreciamos el lado
dinámico, entusiasta y trabajador de los
chilenos. Los chilenos algunas veces nos
miran con curiosidad, preguntándose
qué historia nos van a contar ahora estos
franchutes. Hay una estimación que
es mutua… ¡y que es muy eficaz!”.
Coincide François Pouzet en que
“definitivamente hay muchas
similitudes, y se nota justamente
por la gran cantidad de franceses
que están trabajando en varias
viñas chilenas, o que están
emprendiendo proyectos
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David Marcel.
propios. En Chile siempre han sido bien
recibidos los franceses que vienen a compartir
su experiencia, y eso ha ayudado a la aparición
de los más grandes vinos chilenos”.
En el mismo sentido, madame MarnierLapostolle identifica los aportes recientes
que han hecho los franceses, en particular
su propia llegada. “Puede que le haya
entregado un acercamiento al concepto
terroir. En la época que llegamos a Chile, el
interés general era de mejorar las instalaciones
en las bodegas. Los viñedos tenían grandes
superficies con muchos cepajes en el mismo
lugar. La mirada francesa se interesa en forma
muy particular en el viñedo: plantar el cepaje
que corresponde a las condiciones del terroir.
Relacionar el clima, con el tipo de suelo, la
orientación. El hecho de plantar en piedemonte
también. Los chilenos tomaron estos conceptos
rápidamente y se han convertido en
campeones en este tema”.
Finalmente, en los elementos a destacar y
en los regalos cruzados posibles entre Chile
y Francia, aparecen las sorpresas:
Louis-Antoine Luyt: “le regalaría a Francia
una buena botella de pipeño”.
David Marcel: “un abrazo, a la chilena: ¡mano,
abrazo, mano! Una buena discada, con pipeño
por supuesto. Y les cantaría: Si vas para Chile."
François Lurton: “el carmenère que
deberemos replantar en la zona de Burdeos.
Y con el calentamiento global, Francia va
necesitar más y más experiencia de viñedos
con riego y ayuda para vinificación de vinos
con más alcohol”.
Yves Pouzet: “el otoño largo y fresco del valle
central, en particular en Cachapoal, único en
el mundo”.
¿Y de vuelta?
José Luis Martin Bouquillard: “un aporte
francés actual: una visión sobre el vino, porque
las viñas grandes en Chile tienen una visión
muy de negocios, algo fría y oportunista.
Incluso hay enólogos que lo ven como un
trabajo y nada más. Francia creo que aporta
pasión por el vino”.
Yves Pouzet: “le regalaría a Chile nieve para
Navidad”.

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