declaracion de las mujeres de paz de mesoamerica en

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declaracion de las mujeres de paz de mesoamerica en
DECLARACION DE LAS MUJERES DE PAZ
DE MESOAMERICA EN CONTRA DEL FEMINICIDIO
L
as Mujeres de Paz de Mesoamérica, reunidas en San Salvador, El
Salvador, el 2 de diciembre del 2006, fecha en que se conmemora la
violación, tortura y asesinato de las cuatro religiosas norteamericanas: Ita
Ford, Maura Clark, Dorothy Kazel y Jean Donovan; convocadas ante el incremento
de muertes violentas de mujeres en la región mesoamericana y la impunidad que
las rodea, hemos reflexionado sobre esta grave violación a los derechos humanos,
en cada uno de nuestros países, ante lo cual no podemos permanecer
indiferentes, ni en silencio y por lo tanto, hacemos la siguiente Declaración:
Considerando:
Que la violencia contra las mujeres no puede ser parte de una abstracción
interpretándola como un acto individual de determinada persona en circunstancias
específicas, sino que es una responsabilidad de los Estados que tienen que
garantizar la vida, la integridad y la seguridad de las mujeres y las niñas,
obligación que es ineludible y vinculante.
Que la violencia contra las mujeres y las niñas es un mecanismo para
mantener la autoridad de los hombres, reforzando las normas patriarcales vigentes
y, en consecuencia, para rastrear los factores que convergen con ella hay que
pensar en un contexto social amplio como el de las relaciones de poder.
Que todos los días y en toda Mesoamérica y en el mundo, las mujeres y las
niñas son asesinadas. Estos crímenes son perpetrados en situaciones de
conflictos armados o guerras, en la calle, relacionados con violaciones o con el
crimen organizado, la prostitución o la pornografía snuff; o cometidos por sus
maridos, parejas, ex parejas. Todos crímenes ligados al sexo-género, en donde el
factor de riesgo es ser mujer o niña.
Que los asesinatos de mujeres y niñas deben ser comprendidos en el contexto
más amplio de las relaciones de dominio y control masculino sobre las mujeres,
relaciones naturalizadas en la cultura patriarcal, en sus múltiples mecanismos de
violentar, silenciar y permitir su impunidad.
Que así como la sociedad disculpa, quienes interpretan las leyes también
disculpan y permiten invisibilizar este grave problema y crean una impunidad que
más tarde o más temprano tendrá efectos sociales graves.
Que estos crímenes, como los que se dan en el marco de las relaciones
personales, los feminicidios íntimos, son disculpados con el argumento de la
emoción violenta, la pasión, etc. Esta situación no hace más que reforzar la
impunidad.
Que el dolor que sufre la familia y las consecuencias que tiene sobre las hijas y
los hijos, las madres o los padres, es irreparable, y los sistemas de justicia
ofenden nuevamente a las víctimas estigmatizándolas y revictimizando a sus
familiares, negándoles el acceso a la justicia y a la reparación o resarcimiento del
daño ocasionado. Que en consecuencia, hasta tanto no se haga visible y se
comprenda su gravedad, no habrá sanción efectiva.
Que la violencia contra las mujeres es un obstáculo que impide la democracia,
el desarrollo y la paz y que urge frenar la matanza indiscriminada e impune de
mujeres, rechazar y atacar la normalización del problema, emitiendo y ejecutando
políticas de seguridad de los Estados y de los sistemas de justicia, acordes a la
dimensión de este flagelo, para recuperar el derecho de las mujeres a una vida
libre de violencia.
Que las desapariciones forzadas de mujeres, hombres, niñas y niños; los
feminicidios y homicidios de Estado perpetrados por las dictaduras, los
paramilitares, los ejércitos y policías, en complicidad con sectores de poder
político y económico nacionales e internacionales, producto de la represión, de los
conflictos armados internos, las guerras sucias y de baja intensidad, no deben
quedar en el olvido. Es necesario recuperar la memoria histórica de esos hechos
que se constituyen en crímenes de guerra y de lesa humanidad y que ocasionan
profundo dolor y sufrimiento. Es menester la reparación y dignificación de las
víctimas.
En Consecuencia, Exigimos:
Primero. Promover la elaboración de Planes Interinstitucionales en cada país
para la prevención del feminicidio que incluyan, entre otros aspectos: la educación
para la paz y la no violencia contra las mujeres, el estricto cumplimiento de la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra las Mujeres; la medición y criterios sobre el riesgo y la gravedad
de los hechos; un sistema de declaración de alarma, activación de los recursos
existentes y presentación de informes anuales sobre la violencia feminicida, así
como la elaboración de auditorias sociales (autopsias sociales para detectar
dónde falló el tejido social) de cada mujer asesinada.
Segundo. El reconocimiento legal del delito de feminicidio, ya sea a través de una
ley especial o una tipificación penal. Además debe trabajarse sobre
procedimientos de aspectos penales que reduzcan toda posibilidad de impunidad,
tales como: la no conciliación, la prisión preventiva o el arraigo y medidas efectivas
de protección a las victimas, entre las que sobresale que no se les revierta a ellas
la carga de la prueba.
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Tercero. El juzgamiento de los funcionarios públicos, operadores de justicia,
cuerpos de seguridad y líderes religiosos coludidos en la violación a los derechos
humanos de las mujeres y las niñas.
Cuarto. El rechazo, condena y tolerancia cero a la violencia contra las mujeres y
las niñas ejercida por funcionarios públicos y funcionarios de organismos
internacionales y regionales.
Quinto. Que los Estados reconozcan y acepten, de hecho y no sólo de derecho,
al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, aplicando sin dilación alguna,
las medidas cautelares de carácter urgente dictadas por el mencionado Sistema.
Sexto. La creación de una base de datos unificada, por país, para todas las
instituciones involucradas en el registro de los casos de feminicidios, con el fin de
que sean analizados por las instituciones correspondientes y que se tomen las
medidas necesarias para combatirlos, prevenirlos y sancionarlos.
Séptimo. La revisión urgente de los nuevos Códigos Procesales Penales en
nuestros países y las consecuencias que dichas reformas han tenido en el acceso
a la justicia para las mujeres y la derogación de normas obsoletas de los Códigos
penales que estimulan la violencia contra las mujeres y las niñas.
Octavo.
Crear una galería de los violadores de derechos humanos y
perpetradores de violencia contra las mujeres para que sean perseguidos
judicialmente y condenados socialmente, en cualquier país del mundo.
Noveno. Condenamos la penalización del aborto terapéutico en los países de la
región, en virtud de que se constituye en feminicidio de Estado, al privar a las
mujeres del derecho a la vida. Exigimos se revierta la penalización instaurada en
El Salvador, Honduras y, recientemente, en Nicaragua.
Décimo. Se reconozca el aporte, la experiencia y sabiduría de las defensoras de
los derechos humanos de las mujeres, en su calidad de expertas, celebrando
consultas con las organizaciones y redes existentes en la región, cuando se
elaboren políticas y se tomen medidas para la prevención, la protección y la
sanción de la violencia feminicida.
Decimoprimero. A los Estado, especialmente a El Salvador, Honduras y
Nicaragua, que ratifiquen el Protocolo Facultativo de la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
Decimosegundo. Al Gobierno de El Salvador, la ubicación y presentación con
vida de Rosmery del Rosario Pérez Ramírez, desaparecida el 10 de noviembre del
presente año, sin que hasta la fecha se sepa de su paradero.
Decimotercero. A los Gobiernos de nuestros países, que se elaboren leyes que
permitan recuperar la memoria histórica de los crímenes de los conflictos armados
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internos, guerras sucias y de baja intensidad; que se reparen los daños
ocasionados por la violencia de estado, se investigue y se castigue a los
culpables; y se dignifique a las víctimas, para que nunca más se permita, propicie
o acepte este tipo de crímenes, que sólo han traído dolor y luto que no han
permitido hasta nuestros días la reconciliación.
Convocamos:
A las Mujeres de Paz de Latinoamérica y el Caribe y de todas las regiones y
países del mundo, para que hagan suyo este pronunciamiento y condenen
colectiva e individualmente, la violencia feminicida.
Condenamos y Rechazamos:
La muerte violenta de nuestra Compañera periodista Anna Politkovskaya, Mujer de
Paz, de nacionalidad Rusa, que fue asesinada el pasado 7 de octubre del
presente año, por documentar valiente, responsable y profesionalmente las
atrocidades cometidas durante la guerra en Chechenia. Exigimos el total
esclarecimiento de los hechos, castigo al o a los responsables intelectuales y
materiales y dedicamos a su memoria esta declaración.
Dado en San Salvador, El Salvador, el 2 de diciembre del 2006.
De los Hechos y los Hechores, Ni olvido, Ni perdón.
Por la Vida de las Mujeres, No más Impunidad.
Por la Vida de las Mujeres, Ni una Muerte Más.
Alto a la Guerra contra las Mujeres.
Verdad, Justicia y Reparación.
Esperanza Ortega, Chalatenango, El Salvador.
Guadalupe Mejía, San Salvador, El Salvador.
Bertha Oliva, Tegucigalpa, Honduras.
Violeta Delgado, Managua, Nicaragua.
Hilda Morales, Guatemala, Guatemala.
Argelia M. González B.,
en representación de Alma Montenegro, Panamá, Panamá.
Sara Lovera, México, D.F., México.
Teresa Ulloa, México, D.F., México.
Nora Franco, Coordinadora Regional para América Latina y el Caribe del Proyecto
Mujeres de Paz en el Mundo
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