El texto dialogado. El grupo nominal

Transcripción

El texto dialogado. El grupo nominal
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El texto dialogado.
El grupo nominal
1. Introducción
Unfragmentode El barón rampante,delprolíficoescritorItaloCalvino,ocupalalecturainicialde
launidad5,quecontinúaeltononarrativotratadoenunidadesanterioresperoconuncomponente
dialogísticomuyimportante,queanticipacontenidosdeestaunidad.
LaseccióndeTipología textual,secentraeneltextodialogadoytratadecaracterizarlaconversacióncomountipoespecíficodetexto.Loscontenidosgiran,porlotanto,entornoaladenominada
LingüísticaTextual.
LaseccióndeLenguapresentaunestudiodelgruponominalycontienereferenciasfundamentalmente morfológicas: forma, género y número del sustantivo, tipos de determinantes, tipos de
pronombres,etc.Noobstante,seincluyentambiénalgunoscontenidosdetiposintáctico(losadyacentes,eladverbiocomoadyacentedeladjetivo…)oléxico-semántico(clasificacióndelsustantivo
segúnsusignificación),quecontribuyenalaadquisicióndelasubcompetenciagramatical.
LaseccióndeOrtografíarepasalossignosdepuntuación,importantesparalacorrectaconstruccióndeunidadescomunicativas.
© algaida editores, S. A.
Comonovedad,incorporamosalfinalunosejerciciosqueayudanlaconsecucióndelacompetenciatextual,medianteelaprendizajedetipologíastextualesbásicasenlavidacotidiana,lascuales
presentansituacionesdiarias.EnlasecciónRepasa la unidad,proponemosuntextoconpreguntas
sobreelmismodetipoprácticoquerepasantodoloaprendido,loquesecompletaconunosEsquemas de la unidadquerecogenloscontenidosteóricosmásimportantesdelamisma.
•La lectura inicial de la unidad presenta un fragmento de El barón rampante, de Italo Calvino, que
por un lado, continúa el tono narrativo de unidades anteriores y por otro lado, anticipa e invita a
reflexionar acerca del diálogo en la conversación.
•En la sección de tipología textual de esta unidad se estudian los textos conversacionales. Ello implica:
– Trabajar con textos de características literarias y no literarias.
– Recuperar las producciones textuales de los propios alumnos y trabajarlas críticamente.
– Generar situaciones en las que ejercitar las claves ofrecidas en torno a las características de una
buena conversación.
– Eliminar todos aquellos giros —algunos de ellos muy habituales— que causan mal efecto en una
conversación.
•En la sección de Lengua, la unidad 5, además, recoge contenidos referidos a la estructura del
sistema lingüístico: el sintagma nominal. Como decíamos en la introducción, estos contenidos se
prestan poco a la interpretación y mucho al análisis morfosintáctico. La consolidación de estos
conceptos facilitará mucho el trabajo, a veces intensivo, que sobre el análisis morfosintáctico habrán de realizar los alumnos en los próximos cursos.
•Continuamos en la sección de Ortografía nuestras reflexiones ortográficas con un repaso de los
signos de puntuación.
•Los Esquemas de la unidad sintetizan los contenidos de la sección de lengua de la unidad a través
de esquemas sinópticos que serán útiles a la hora de repasar el estudio de la unidad.
•«Repasa la unidad» recoge a través de un fragmento de Viaje a la Alcarria de Camilo José Cela los
contenidos más importantes de la unidad mediante la formulación de cuestiones (a partir de un
texto) sobre la información contenida en la unidad.
© algaida editores, S. A.
•La competencia textual repasa en esta unidad el folleto informativo y la entrevista como dos modelos textuales útiles para resolver situaciones en la vida cotidiana.
Propuesta didáctica por unidades
2. Claves didácticas de la unidad
Unidad 5
3. Actividades de atención a la diversidad
A) Actividades de refuerzo
Nombre: _____________________________________ Apellidos: ___________________________________________________________________________________
Curso: ______________________________________ Grupo: ______________________________________ Fecha: ___________ /_____________ /____________
TEXTO 1
Extraído del Programa PISA, Amanda y la duquesa, texto teatral con definiciones de algunos oficios del
mundo del teatro. Sobre este texto se realizan cinco preguntas: una para obtener información, otra de
reflexión y tres de interpretación. Aquí recuperamos dos (la 37 y la 38).
Resumen. Desde la muerte de Leocadia, el Príncipe, que estaba enamorado de ella, no tiene consuelo.
La Duquesa, que es la tía del Príncipe, se ha encontrado en una tienda llamada Réséda Soeurs, con una
joven empleada, Amanda, que se parece increíblemente a Leocadia. La Duquesa quiere que Amanda la
ayude a liberar al Príncipe de los recuerdos que lo mantienen hechizado.
Amanda.—Todavía no lo entiendo. ¿Qué puedo yo
hacer por él, señora? No puedo creer que haya pensado que yo… y ¿por qué yo? No soy especialmente
bella. E incluso si alguien lo fuera, ¿quién podría interponerse de pronto entre él y sus recuerdos?
La Duquesa.—Nadie excepto tú.
Amanda (Sinceramente sorprendida.)— ¿Yo?
La Duquesa.—El mundo está tan loco hija mía. Solo
ve desfiles, gestos, insignias oficiales… debe ser
por lo que nunca te lo habían dicho. Pero mi corazón no me engaña, casi lloro en Réséda Soeurs la
primera vez que te vi. Para cualquiera que conociera a Leocadia más allá de su imagen pública, tú eres
su vivo retrato.
Un silencio. Los cantos de los pájaros nocturnos han
tomado ya el relevo de los de la tarde. Los patios se
han llenado de sombras y gorjeos.
Amanda (muy amablemente.)—Aún así, realmente
creo que no puedo, señora. No tengo nada, no soy
nadie, aunque esos enamorados… era mi sueño,
¿verdad?
Se levanta. Como si se fuese, ha cogido una pequeña maleta.
La Duquesa (También amablemente y muy cansada.)—Claro, querida. Discúlpame.
Ella también se levanta con dificultad, como una
anciana. Se oye el timbre de una bicicleta en el aire
de la noche; se sobresalta.
¡Escucha… es él! Simplemente deja que te vea,
apoyada en este pequeño obelisco en el que la
conoció por primera vez. Deja que te vea, aunque
solo sea una vez, déjale que te hable, que se interese de repente por tu parecido, en esta estratagema
que le confesaré mañana y por la que me odiará;
cualquier cosa antes que esta mujer muerta que me
lo arrebatará uno de estos días, estoy segura… (la
coge por el brazo). Lo harás, ¿verdad? Te lo suplico humildemente, señorita. (La mira implorándole
y añade enseguida) Y además, así podrás verle tú
también. Y… siento cómo me ruborizo de nuevo
al decirte esto. ¡La vida es tan loca! Esta sería la
tercera vez en sesenta años y la segunda en diez
minutos que me he ruborizado —le verás y si el pudiera —¿por qué no él, si es guapo, encantador y
no sería el primero?—, si pudiera tener la fortuna,
que sería la mía también, de ser tu sueño, solo por
un momento…
(El timbre suena otra vez en las sombras, pero muy
cerca esta vez.)
Amanda (En un susurro.)—¿Qué debo decirle?
La Duquesa (Agarrándola con fuerza del brazo.)—Di
simplemente: «Perdone señor, ¿puede decirme por
dónde se va al mar?».
Se apresura a esconderse entre las sombras de los
árboles, justo a tiempo. Aparece una pálida mancha borrosa. Es el Príncipe en su bicicleta. Pasa muy
cerca de la también borrosa mancha de Amanda
junto al obelisco Ella murmura.
Amanda.—Perdone, señor…
Él se para, se baja de la bicicleta, se quita el sombrero y la mira.
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
Un cruce de caminos en los jardines del castillo, un
banco circular alrededor de un pequeño obelisco…
cae la tarde.
El Príncipe.—¿Sí, señorita?
Amanda.—¿Puede decirme por dónde se va al mar?
El Príncipe.—Por la segunda calle a su izquierda, señorita.
Saluda triste y cortésmente, se vuelve a montar en
la bicicleta y se aleja. El timbre vuelve a oírse en la
distancia. La Duquesa sale de las sombras con aspecto de aún más anciana.
Amanda (Suavemente, después de un tiempo.)—No
me ha reconocido…
La Duquesa.—Está oscuro… Y además, ¿quién sabe
qué rostro le atribuye él a ella ahora en sus sueños?
(Pregunta tímidamente.) El último tren se ha ido, joven. De todas formas, ¿no te gustaría quedarte en
el castillo esta noche?
Amanda (Con voz extraña.)—Sí, señora.
Es completamente de noche. Ya no se las puede
ver en las sombras, y solo se oye el viento entre los
enormes árboles de los jardines.
CAE EL TELÓN
Definiciones de algunos oficios en el mundo del teatro:
Actor: interpreta el papel de un personaje en escena.
Director: dirige y controla todos los aspectos de una obra. No solo coloca a los actores en escena y sitúa
sus entradas y salidas de la misma, sino que también dirige su interpretación y sugiere el modo de interpretar el guion.
Sastres: encargados de vestuario: hacen los trajes partiendo de un modelo.
Diseñador de vestuarios y decorados: diseña los modelos de los trajes y de los decorados. Después, estos modelos son fabricados a medida en los talleres.
Encargado de atrezzo: se encarga de buscar el atrezzo necesario. La palabra «atrezzo» se usa para designar todo lo que se puede mover: sillones, cartas, lámparas, ramos de flores, etc. Los decorados y vestuario
no forman parte del atrezzo.
Técnico de sonido: se encarga de todos los efectos de sonido necesarios para la producción. Permanece
en los controles durante la representación.
Asistente o técnico de iluminación: se encarga de las luces. También permanece en los controles durante
la representación. Las luces de un teatro bien equipado son tan sofisticadas que puede haber hasta diez
técnicos.
PREGUNTA 37
¿De qué trata este pasaje de la obra de teatro? La Duquesa planea una treta…
A. Para hacer que el príncipe vaya a verla más a menudo.
B. Para hacer al príncipe tomar finalmente la decisión de casarse.
C. Para hacer que Amanda logre que el Príncipe olvide su dolor.
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
D. Para hacer que Amanda se vaya a vivir al castillo con ella.
PREGUNTA 38
En el guion de la obra de teatro, además de las palabras que deben decir los actores, se dan indicaciones
para los actores y para los técnicos del teatro. ¿Cómo pueden reconocerse estas indicaciones?
1 punto. Respuestas que hacen referencia al texto en cursiva. Permítanse descripciones poco técnicas.
Pueden mencionar el texto entre paréntesis además del que va en cursiva. Por ejemplo:
– (Están escritos en) cursiva.
– Texto inclinado.
– Como esto [Imita los tipos en cursiva].
– Escrito a mano.
– Escritura en cursiva y también el uso del paréntesis.
– Está en un tipo de letras delgado.
Unidad 5
0 puntos. Respuestas que son insuficientes o vagas. Por ejemplo:
– Las indicaciones de escena están entre paréntesis [La referencia a los paréntesis es correcta, pero no hay
referencia en la respuesta al texto en cursiva].
– Están escritas en un estilo diferente.
– En otro tipo de letra.
O BIEN: Respuestas que muestran una comprensión inadecuada del material o que son inverosímiles o
irrelevantes. Por ejemplo:
– En negrita [Inexacto].
– En pequeño [Inexacto].
– Por el director [Irrelevante].
1 Resume el contenido del fragmento en cuatro líneas. ¿Qué nos cuenta el autor?
2 ¿Ante qué tipo de texto nos encontramos? Justifica tu respuesta.
3 Analiza sus características como texto conversacional. Atiende al contexto y a todas las informaciones que nos ofrece el autor.
5 Localiza en el texto ejemplos de distintos tipos de sintagma verbal: busca diversos tipos de predicado y de complementos verbales.
6 Localiza los adverbios del texto e incorpora cuatro locuciones adverbiales.
7 Incorpora al texto cinco términos que contengan g o j.
8 ¿Qué palabras te han resultado más difíciles de entender?
TEXTO 2
Los textos teatrales nos ofrecen múltiples ejemplos de conversaciones. A veces de forma muy elaborada y otras de forma más próxima a la realidad, los dramaturgos consiguen plasmar la historia que nos
transmiten a través de intercambios verbales.
Uno de los más grandes dramaturgos de las letras españolas es Miguel Mihura. Es reconocido como
uno de los maestros del teatro del humor y del absurdo. Te ofrecemos el comienzo de Tres sombreros
de copa (1952).
Habitación de un hotel de segundo orden en una
capital de provincia. En el lateral izquierdo, primer
término, puerta cerrada de una sola hoja, que comunica con otra habitación. Otra puerta al fondo
que da a un pasillo. La cama. El armario de luna.
El biombo. Un sofá. Sobre la mesilla de noche, en
la pared, un teléfono. Junto al armario, una mesita. Un lavabo. A los pies de la cama, en el suelo,
dos maletas y dos sombrereras altas de sombreros
de copa. Un balcón, con cortinas, y detrás el cielo.
Pendiente del techo, una lámpara. Sobre la mesita
de noche, otra lámpara pequeña.
Don Rosario.—Pase usted, don Dionisio. Aquí, en
esta habitación, le hemos puesto el equipaje.
(Al levantarse el telón, la escena está sola y oscura
hasta que, por la puerta del fondo, entran Dionisio
y Don Rosario, que enciende la luz del centro. Dionisio, de calle, con sombrero, gabán y bufanda trae
en la mano una sombrerera parecida a las que hay
en escena. Don Rosario es ese viejecito tan bueno
de las largas barbas blancas.)
Dionisio.—No. No veo nada.
Don Rosario.—Es la mejor habitación, don Dionisio. Y la más sana. El balcón da al mar. Y la vista es
hermosa. (Yendo hacia el balcón.) Acérquese. Ahora no se ve bien porque es de noche. Pero, sin embargo, mire usted allí las lucecitas de las farolas del
puerto. Hace un efecto muy lindo. Todo el mundo
lo dice. ¿Las ve usted?
Don Rosario.—Parece usted tonto, don Dionisio.
Dionisio.—¿Por qué me dice usted eso, caramba?
Don Rosario.—Porque no ve las lucecitas. Espérese. Voy a abrir el balcón. Así las verá usted mejor.
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
Dionisio.—Pues es una habitación muy mona, don
Rosario.
Dionisio.—No. No, señor. Hace un frío enorme. Déjelo. (Mirando nuevamente.) ¡Ah! Ahora me parece
que veo algo. (Mirando a través de los cristales.)
¿Son tres lucecitas que hay allá a lo lejos?
Don Rosario.—Sí. ¡Eso! ¡Eso!
Dionisio.—¡Es precioso! Una es roja, ¿verdad?
Don Rosario.—No. Las tres son blancas. No hay
ninguna roja.
Dionisio.— Pues yo creo que una de ellas es roja. La
de la izquierda.
Don Rosario.—No. No puede ser roja. Llevo quince
años enseñándoles a todos los huéspedes, desde
este balcón, las lucecitas de las farolas del puerto,
y nadie me ha dicho nunca que hubiese ninguna
roja.
Dionisio.—Pero ¿usted no las ve?
Don Rosario.—No. Yo no las veo. Yo, a causa de mi
vista débil, no las he visto nunca. Esto me lo dejó
dicho mi papá. Al morir mi papá me dijo: «Oye,
niño ven. Desde el balcón de la alcoba rosa se ven
tres lucecitas blancas del puerto lejano. Enséñaselas a los huéspedes y se pondrán todos muy contentos…» Y yo siempre se las enseño…
Dionisio.—(Acercándose a Don Rosario.) Sí. Tengo
una caja de cerillas y tabaco.
Don Rosario.—Encienda usted una cerilla.
Dionisio.—¿Para qué?
Don Rosario.—Para que vea usted mejor la madera. Agáchese. Póngase de rodillas.
Dionisio.—Voy. (Enciende una cerilla y los dos, de
rodillas, miran debajo de la cama.)
Don Rosario.—¿Qué le parece a usted, don Dionisio?
Dionisio.—¡Que es magnífico!
Don Rosario.—(Gritando.) ¡Ay!
Dionisio.—¿Qué le sucede?
Don Rosario.—(Mirando debajo de la cama.) ¡Allí
hay una bota!
Dionisio.—¿De caballero o de señora?
Dionisio.—Pues hay una roja, yo se lo aseguro.
Don Rosario.—No sé. Es una bota.
Don Rosario.—Entonces, desde mañana, les diré a
mis huéspedes que se ven tres lucecitas: dos blancas y una roja… Y se pondrán más contentos todavía. ¿Verdad que es una vista encantadora? ¡Pues
de día es aún más linda!…
Dionisio.—¡Dios mío!
Dionisio.—¡Claro! De día se verán más lucecitas…
Don Rosario.—No. De día las apagan.
Dionisio.—¡Qué mala suerte!
Don Rosario.—Pero no importa, porque en su lugar
se ve la montaña, con una vaca encima muy gorda que, poquito a poco, se está comiendo toda la
montaña…
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
cuartos…Venga aquí… Fíjese… Este trozo no, porque es el paso y ya está gastado de tanto pisar…
Pero mire usted debajo de la cama, que está más
conservado… Fíjese qué madera, hijo mío… ¿Tiene usted cerillas?
Dionisio.—¡Es asombroso!
Don Rosario.—Sí. La Naturaleza toda es asombrosa, hijo mío (Ya ha dejado Dionisio a sombrerera
junto a las otras. Ahora abre la maleta y de ella saca
un pijama negro, de raso, con un pájaro bordado
en blanco sobre el pecho, y lo coloca, extendido, a
los pies de la cama. Y después, mientras habla Don
Rosario, Dionisio va quitándose el gabán, la bufanda y el sombrero que mete dentro del armario.)
Esta es la habitación más bonita de toda la casa…
Ahora, claro, ya está estropeada del trajín…
¡Vienen tantos huéspedes en verano!... Pero hasta el piso de madera es mejor que el de los otros
Don Rosario.—Algún huésped se la debe de haber
dejado olvidada… ¡Y esas criadas ni siquiera la han
visto al barrer!… ¿A usted le parece esto bonito?
Dionisio.—No sé qué decirle…
Don Rosario.—Hágame el favor, don Dionisio. A mí
me es imposible agacharme más, por causa de la
cintura… ¿Quiere usted ir a coger la bota?
Dionisio.—Déjela usted, don Rosario… Si a mí no
me molesta… Yo en seguida me voy a acostar, y no
le hago caso…
Don Rosario.— Yo no podría dormir tranquilo si supiese que debajo de la cama hay una bota… Llamaré ahora mismo a una criada. (Saca una campanilla del bolsillo y la hace sonar.)
Dionisio.—No. No toque más. Yo iré por ella. (Mete
parte del cuerpo debajo de la cama.) Ya está. Ya la
he cogido. (Sale con la bota.) Pues es una bota muy
bonita. Es de caballero…
Don Rosario.—¿La quiere usted, don Dionisio?
Dionisio.—No, por Dios; muchas gracias. Déjelo
usted…
Don Rosario.—No sea tonto. Ande. Si le gusta, quédese con ella. Seguramente nadie la reclamará…
¡Cualquiera sabe desde cuándo está ahí metida…!
Unidad 5
Dionisio.—No. No. De verdad. Yo no la necesito…
Don Rosario.—Vamos. No sea usted bobo… ¿Quiere que se la envuelva en un papel, carita de nardo?
Don Rosario.—No hace falta. Está limpia. Métasela
usted en un bolsillo. (Dionisio se mete la bota en un
bolsillo.) Así…
Dionisio.— Bueno, como usted quiera…
Miguel Mihura
Tres sombreros de copa, Cátedra
1 Determina el registro de las intervenciones y reflexiona en torno a la situación.
2 Comenta las claves conversacionales del texto.
3 Comenta los rasgos que convierten al texto en teatral.
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
4 Continúa el texto. Procura inventar un final razonable.
B) Actividades de ampliación
Nombre: _____________________________________ Apellidos: ___________________________________________________________________________________
Curso: ______________________________________ Grupo: ______________________________________ Fecha: ___________ /_____________ /____________
Para continuar nuestro estudio de los textos narrativos, hemos seleccionado un modelo de entrevista.
En esta ocasión, se trata de Miguel Delibes de Castro (biólogo, máxima autoridad mundial en el lince
ibérico y responsable del Parque Nacional de Doñana entre 1988 y 1996).
Pasar unas horas, por pocas que sean, junto a este
biólogo es tener todas las papeletas para convertirse en un fanático de lo natural. Sin aspavientos y
renunciando al menor cientifismo, imparte su caudal de conocimientos, que termina por empapar a
quienes le rodean de diversidad biológica, pautas
de comportamiento, cadenas tróficas, amenazas
de extinción y otros conceptos de idéntico talante.
R. —Creo que para el planeta no hay nada bueno ni
malo. Ya lo he dicho aquí, en Doñana, en épocas de
sequía: la naturaleza no pide nada; no tiene conciencia, ni voz. A la Tierra le da lo mismo tener 20 millones de especies, que diez, que ninguna. No piensa,
no sufre. El hombre sí que es en la actualidad una catástrofe para el resto de seres vivos que están ahora
aquí, y tiene el riesgo de serlo también para sí mismo.
—He de confesarlo, me apasionan las historias de
plantas y animales —comenta este vallisoletano que
alberga el deseo de que estos temas pasen a formar
parte de la cultura y de la sociedad modernas. Y en
ello lleva implicado media vida, desde el momento
en que, recién terminados sus estudios universitarios,
entró a formar parte del equipo de Félix Rodríguez
de la Fuente para escribir Fauna, la enciclopedia de
mayor éxito en la historia de España. Hijo del escritor
Miguel Delibes, se declara eternamente agradecido
a su padre por la herencia cultural que le ha proporcionado y que se manifiesta en la admiración y sorpresa que siempre le produce la naturaleza. En su libro Vida se vislumbra que disfruta con la divulgación.
P. —No parece que esto último le preocupe mucho
al ser humano.
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
P. —¿Tiene esta disciplina algo que ver con la investigación?
R. —Son dos actividades muy diferentes. Una persona que ha estado investigando toda la vida y se
propone divulgar sus conocimientos acepta un importante reto que le será muy difícil culminar. En mi
caso, pienso que la investigación es mi obligación
y, quiera o no, tiene que salirme bien. En cambio la
divulgación es un lujo, por lo que me agobia mucho menos que investigar.
P. — ¿Qué es más importante?
R. — Ambas son igual de imprescindibles. Si no investigas, no tendrás nada que divulgar. Lo que divulgas son los resultados de una investigación. Cuando
investigas te circunscribes por lo general a un campo
muy reducido, mientras que lo que divulgas suele ser
más como un poso de lo que has ido aprendiendo
a lo largo del tiempo, y no solo lo que tú has hecho.
P. —Megaciudades, efecto invernadero, mercado
global… ¿Somos lo peor que le ha podido pasar a
nuestro planeta?
R. — Así es, pero debería preocuparle. Esto se volverá un desierto. Desaparecerán unas especies y
aparecerán otras. El que necesita que la naturaleza siga siendo lo que es, es el hombre, nosotros.
Somos el principal problema, pero también somos
los únicos que nos damos cuenta de que nos hace
falta esa naturaleza, tal y como es ahora.
P.—¿Cuándo desaparecerá el lince ibérico?
R.—Confío en que no desaparezca nunca, pero
desde luego, si siguen las cosas como hasta ahora,
yo no le daría más de 20 años.
P.—¿Puede supeditarse el crecimiento de una región, como el sudoeste de Madrid, a la supervivencia de una decena de linces?
R.—Supongo que solo por los linces no. Los linces
son un emblema de todo lo que se quiere conservar
allí. Madrid será más rico, aunque crezca menos, si
conserva toda la riqueza de sus hábitats y sus especies. Con sus dehesas, sus ríos, sus bosques, sus
águilas imperiales, sus buitres negros y también con
sus linces que, si se pierden, será para siempre.
P.—¿Es tan imprescindible el Plan Hidrológico Nacional como quieren hacérnoslo ver?
R.—Desde un punto de vista económico y puramente desarrollista, así parece. Pero esto no tiene nada
que ver con la vida. Desde ese ángulo lo desconozco y, por tanto, no puedo juzgarlo. En cualquier
caso, sí me llama la atención que sea auspiciado por
el Ministerio de Medio Ambiente que, entiendo,
tendría que luchar por hacer un plan Hidrológico lo
menos agresivo posible. Su papel es el mismo que
tendría el Ministerio de Obras Públicas.
Unidad 5
R.—Falta mucho para que esto pueda ocurrir. Mi
miedo es que desaparezcan esas especies porque
no hayamos sido capaces de controlar lo que ahora les amenaza.
P.—¿Qué tienen que ver esos emigrantes a los que
cerramos nuestra puerta con la conservación de la
naturaleza?
R.—El 80% de la biodiversidad del mundo está en
los países más pobres. Jamás podremos imponer
a sus habitantes la obligación de conservar esa riqueza si no les damos salidas para que vivan de
otra manera a como lo hacen ahora, que es precisamente a costa de los recursos que queremos
que conserven. Les exigimos que paguen su deuda externa, pero que no corten el bosque, que es
lo único que tienen, para pagárnosla.
P.—¿Hay emigrantes en la naturaleza?
R.—No se le pueden poner puertas al campo, ya lo
dice el refrán. Hay muchísimas especies que aprovechan los recursos disponibles en lugares muy
distantes entre sí. Por eso realizan desplazamientos
muy largos todos los años.
P.— ¿Y las especies invasoras?
R.—Ha sido la principal causa de extinción en los
últimos siglos. Pueden ser especies a las que les
resulte sencillo vivir con nosotros, como las ratas.
Pero en la actualidad muchas otras se convierten
en invasoras por nuestra culpa. Llevamos virus y
bacterias en menos de un día desde un lado al otro
del planeta, gracias a los modernos aviones.
P.—¿Qué le parece el rumbo que ha tomado el
caso Doñana?
R.—Lo mínimo que puedo decir es que es sorprendente. Cuesta creer que en un caso donde ha habido imprudencias, con graves consecuencias, ni tan
siquiera llegue a juzgarse. No estoy seguro, porque es una cuestión técnica, de que haya culpables
penales, pero sí de que al menos debería dirimirse
en un juicio público, con argumentos, luz y taquígrafos. Es lo mínimo exigible.
P.—¿Se muere Doñana?
R.—Hay alguna posibilidad de que algún desastre
como el de Boliden acabase con Doñana, pero también es cierto que la sensibilidad hacia este lugar no
hace sino aumentar con el paso de los años. Se han
gastado más de 30.000 millones de pesetas en mitigar los daños producidos por aquel terrible suceso. Es
probable que tenga muchos achaques y que a veces
renquee, pero yo creo que no se va a morir jamás.
P.—Caza en parques nacionales, construcción de
teleféricos y ferrocarriles… estos episodios hacen
pensar que casi es mejor no proteger la naturaleza.
R.—Es cierto que existe una contradicción. Hay
una cierta complacencia por parte de las autoridades en declarar espacios naturales protegidos,
pero al tiempo continúa la permisión para seguir
construyendo y desarrollando en aquellos lugares.
P.— ¿No acabarán convirtiéndose esos espacios en islas
naturales esparcidas por mitad de la nada ecológica?
R.—Algunos, como Doñana, son muy grandes. Y
es difícil que 30.000 hectáreas protegidas de marismas dejen de conservarse como tales. Pero reconozco que esto es una excepción. La mayoría de
los espacios naturales protegidos de España son
mucho más pequeños, algo que supone que seguirán perdiendo su diversidad biológica.
P.—¿Protegemos efectivamente la naturaleza en
España?
R.—Hacemos lo mismo que si tuviéramos un comercio con un escaparate precioso, pero sin nada
en la trastienda. Es cierto que existe un deseo
sincero de proteger la naturaleza, pero al mismo
tiempo se da la contradicción de querer usarla sin
ningún tipo de cortapisa. Creo que falla el convencimiento de que conservar la naturaleza exige reprimir ciertas actividades.
http://www.muyinteresante.es/canales/muy_act/entrevi/entrevis18/entrevis.htm
1 Determina el tipo de texto y explica sus diferencias respecto de otros textos dialogados que conozcas.
2 Si tuvieras que continuar con la entrevista, ¿qué preguntas incluirías?
3 Tras leer con atención el texto, realiza las siguientes actividades:
•Extrae distintos ejemplos de predicado.
•Localiza diversos ejemplos de complementos verbales.
•Localiza los adverbios.
4 ¿Qué palabras te han resultado más difíciles de entender?
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
P.—¿Podremos fabricar las especies salvajes a
nuestra medida, es decir, resistentes a las dioxinas,
insecticidas y otros productos similares?
4. Prueba de evaluación
Nombre: _____________________________________ Apellidos: ___________________________________________________________________________________
Curso: ______________________________________ Grupo: ______________________________________ Fecha: ___________ /_____________ /____________
1 Saber dialogar es, en cierto modo, un arte. Imagina las situaciones siguientes y responde a las cuestiones planteadas:
a) Te encuentras en la calle con unos amigos de tus padres. Los conoces, pero no has tenido mucho
contacto:
•¿Cómo inicias la conversación?
•¿Qué les preguntarías?
•¿Qué crees que te van a preguntar?
•¿Cómo acabas la conversación?
b) Quedas con tus amigos y amigas:
•¿Cómo les preguntas qué quieren hacer?
•¿Cómo les dirías que no te apetece el plan propuesto? Propón un plan alternativo
•Te alegra el cambio de plan. ¿Cómo expresas tu alegría (mediante qué palabras)?
•No se acepta tu propuesta. ¿Cómo reaccionas verbalmente?
c) Quieres convencer a tus amigos de que has tomado café con Shakira.
•¿Usarías repetidamente formas como «te lo juro, tía»?
•¿Qué argumentos utilizarías? ¿Cómo los expondrías?
d) Con un simple conocido. No crees que tu interlocutor te esté diciendo la verdad. ¿Cómo lo explicarías?
e) No logras que tu interlocutor te entienda. ¿Cómo reaccionas?
f) Imagina que estás frente a los micrófonos de una radio:
•Inventa una conversación ficticia con un escritor reconocido.
•Inventa una conversación con un emigrante recién llegado que no habla muy bien español.
•Inventa una conversación con un ordenador capaz de responder a ciertas preguntas, pero sin capacidad creativa ni de interpretación.
2 ¿Cómo se plantea el turno de palabra en una conversación?
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
3 ¿Qué puedes decir con relación a los temas en una conversación? Ejemplifica tu respuesta.
4 Lee el siguiente texto y responde a las cuestiones que siguen. Se trata de un fragmento perteneciente a una novela, en el que se incluye un diálogo. Fue escrita por un maestro de la ciencia ficción:
Isaac Asimov, Robots e Imperio (1985).
El robot Giskard Reventlov esperaba en el salón y
Gladia le saludó con la misma angustia que siempre experimentaba al encontrarse ante él.
Era primitivo comparado con Daneel. Era visiblemente un robot metálico, con una cara en la que
no había la menor expresión humana, con ojos
que brillaban con una luz rojiza, como se apreciaba en la oscuridad. Mientras Daneel iba verdaderamente vestido, Giskard lucía solamente
una apariencia de ropa, una apariencia muy hábil
diseñada por la propia Gladia.
—Hola, Giskard —dijo.
—Buenas noches, señora —saludó Giskard con
una ligera inclinación de cabeza.
Gladia recordó las palabras que le dijo Elijah Baley muchos años atrás, como un murmullo en uno
de los rincones de su cerebro:
—Daneel cuidará de ti. Será tu amigo y tu protector, tú debes ser una amiga para él…, hazlo por
mí. Pero es a Giskard al que quiero que prestes
atención. Que sea este tu consejero.
Unidad 5
—No te pido que te guste. Te pido que confíes
en él.
Y no quiso explicarle la razón. Gladia trató de confiar
en el robot Giskard, pero se alegró de no tener que
intentar que le gustara. Algo en él la estremecía.
Había dispuesto de Daneel y de Giskard como
parte efectiva de su morada por espacio de muchas décadas, aunque Fastolfe era el verdadero
propietario. Fue solamente en su lecho de muerte cuando Fastolfe le traspasó la propiedad. Giskard era el segundo artículo, después de Daneel,
que Fastolfe le había legado.
—Daneel me basta, Han —dijo Gladia al anciano—. Tu hija Vasilia querrá tener a Giskard, estoy
segura.
Fastolfe yacía silencioso en su lecho, con los ojos
cerrados, con una expresión más plácida de lo
que había observado hasta entonces. No contestó inmediatamente y por un momento creyó que
se había desprendido de la vida tan silenciosamente que no se había dado cuenta. Le estrechó
la mano convulsivamente y él abrió los ojos. En
un murmullo, le dijo:
—No me importan nada mis hijas biológicas, Gladia. En veinte siglos no he tenido más que una
hija funcional y esta has sido tú. Quiero que tengas a Giskard; es muy valioso.
—¿Por qué es valioso?
—No puedo decírtelo, pero siempre he encontrado consuelo en su presencia. Guárdalo para
siempre, Gladia. Prométemelo.
—Lo prometo.
Sus ojos se abrieron por última vez y su voz, después de encontrar una última reserva de fuerzas,
dijo en un tono casi natural:
—Te quiero, Gladia, hija mía.
Y Gladia contestó:
—Te quiero, Han, padre mío.
Estas fueron las últimas palabras que se cruzaron.
Gladia se encontró estrechando la mano de un
muerto y por unos segundos no pudo decidirse a
soltarla. Así que Giskard era suyo. Sin embargo la
inquietaba y no sabía por qué.
—Bien, Giskard —le dijo—, he estado tratando
de ver Solana en el cielo, entre las estrellas, pero
Daneel me ha dicho que no será visible hasta las
03:20 y que de todos modos necesitaría magnilentes. ¿Estás enterado de esto?
—No, señora.
—Debería quedarme levantada hasta el amanecer. ¿Qué te parece?
—Se lo sugiero, estará mejor en la cama.
A Gladia le sentó mal la sugerencia.
—¿De verdad? ¿Y si decido quedarme levantada?
—Lo dicho ha sido solamente una sugerencia,
señora, pero mañana tendrá un día muy sobrecargado y lamentará la falta de sueño si decide
quedarse.
—¿Y por qué voy a tener un día sobrecargado,
Giskard? No tengo noticia de que vaya a tener
dificultades.
—Tiene una cita, señora —dijo Giskard—, con un
tal Levular Mandamus.
—Que tengo… ¿Cuándo ha ocurrido eso?
—Hace una hora. Fotofoneó y me tomé la libertad...
—¿Tú te tomaste la libertad? ¿Quién es?
—Un miembro del Instituto de Robótica, señora.
—Entonces es un subordinado de Kelden Amadiro.
—Sí, señora.
—Comprende de una vez, Giskard, que no siento
el menor interés en recibir a ese Mandamus ni a
nadie que esté relacionado con ese sapo venenoso de Amadiro. Así que si te has tomado la
libertad de concertar una cita en mi nombre, tómate ahora mismo la libertad de telefonearle y
cancelarla.
—Si me lo confirma como una orden, señora, y
si hace que esta orden sea tan precisa y rotunda como pueda, intentaré obedecer. Tal vez no
pueda. En mi opinión, verá usted, se hará daño si
cancela la cita y yo no puedo permitir que sufra
usted daño por una acción mía.
—Tu juicio en este caso puede estar equivocado, Giskard. ¿Quién es ese hombre que por dejar
de verle puede acarrearme un daño? El que sea
miembro del Instituto de Robótica no me hace
considerarle importante.
Gladia se daba perfectamente cuenta de que se
desahogaba con Giskard sin nada que lo justificase.
Se había disgustado por la noticia del abandono
de Solana, y se había molestado por la ignoranciaque la había llevado a buscar el sol de Solana
en un cielo donde no estaba.
© algaida editores, S. A. Material fotocopiable autorizado.
—¿Por qué él? No estoy segura de que me guste
—protestó ceñuda.
Naturalmente había sido Daneel quien había
puesto en evidencia su ignorancia, pero, no obstante, nose había enfadado con él… Claro, Daneel parecía humano y Gladia lo trataba como a
tal. La apariencialo era todo. Giskard parecía un
robot, así que una podía asumir que no tenía sentimientos y por tanto nose le podía herir.
a) Resume el texto en ocho líneas.
b) ¿Ante qué tipo de texto nos encontramos? Justifica tu respuesta.
c) ¿Qué tipo de relación existe entre los interlocutores? ¿Se usan fórmulas de cortesía? Ejemplifica tu
respuesta.
4 Análisis morfosintáctico:
a) Analiza los constituyentes de los siguientes sustantivos, diferenciando lexemas, morfemas flexivos y
derivativos: hombres, pueblo, dueño, sombras, ultramarinos, recibidor.
b) Distingue entre pescado y pescada. ¿Se produce algún fenómeno morfosintáctico?
c) Propón ejemplos —extraídos del texto— de diferentes sustantivos según su significado.
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d) Propón ejemplos —extraídos del texto—de diferentes determinantes y pronombres.

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