Autor: Moncho Saavedra

Transcripción

Autor: Moncho Saavedra
REtratos:
I – DESAMPARADOS
ORIGINAL DE
RAMÓN GONZÁLEZ
PERSONAJES:
GONZÁLEZ
FELICIA
JUAN DE LOS MARES
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ACTO ÚNICO
(En escena dos personajes. Un hombre y una mujer. GONZÁLEZ y FELICIA,
esperan ansiosamente con dos maletas en la mano y cada uno con una caja
de cartón debajo del brazo. Se refugian de una noche fría, debajo de un
reflector-poste de luz. Solo su rostro se les puede percibir, por el momento.
Sonido de un avión se oye durante la primera parte de la escena. Una banca
roja al lado de estos dos personajes).
FELICIA.- ¡González!
GONZÁLEZ.- ¿Qué?
FELICIA.- ¡Tengo frío!
GONZÁLEZ.- ¡Arropáte con esto! (Le entrega un trozo de tela).
FELICIA.- Esto no me va quitar el frío.
GONZÁLEZ.- Bueno, pero te lo alivia…
FELICIA.- Sí, me lo alivia… (Pausa) ¡González!
GONZÁLEZ.- (Fastidiado) ¿Qué?
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FELICIA.- ¿Ya es tarde, verdad?
GONZÁLEZ.- No lo sé, Felicia, no lo se…
FELICIA.- ¡González!
GONZÁLEZ.- (Alterado) ¡Coño! ¿Qué?
FELICIA.- ¡Me siento extraña!
GONZÁLEZ.- Es normal que te sintáis así…
FELICIA.- ¡González!
GONZÁLEZ.- (Tratando de no gritarla) ¿Sí?
FELICIA.- ¡Tengo sueño!
GONZÁLEZ.- ¡Ah! Bueno, vamos a dormir, entonces…
FELICIA.- Pero, ¿dónde?
GONZÁLEZ.- ¡Aquí! (Observa el lugar. Se ilumina toda la escena. Nota la
banca roja) ¡Ahí!
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FELICIA.- ¿Estáis seguro?
GONZÁLEZ.- No tenemos para ir a otro lado. No conocemos otro lugar. ¡Vamos!
FELICIA.- ¡González!
GONZÁLEZ.- Felicia, ¿qué?
FELICIA.- ¿Por qué será que yo te quiero tanto?
GONZÁLEZ.- No sé, Felicia, no sé…
(Se sientan. Ella se acurruca a sus pies. Él saca unos papeles de la caja de
cartón. Varios de ellos se le caen al suelo. No se preocupa en recogerlos. Ahí
los deja. Lee una de las hojas blancas en voz alta. Se proyectan imágenes de
guerra. Lucha entre hombres a caballos. Explosiones).
GONZÁLEZ.- (Lee) ¡Papá, mamá!… Hoy es doce de febrero. Se está celebrando
el día de la juventud. Un día como hoy la batalla comenzó a las ocho de la
mañana, y a las cinco de la tarde aún no se había decidido por ningún bando. De
pronto, cuando empezó a oscurecer y los patriotas estaban más comprometidos
que nunca, resistiendo a los ataques de Morales, aparece Vicente Campo Elías
con un valioso refuerzo de más de cien soldados, lo cual fue suficiente para que
con el empuje del general Mariano Montilla, Sedeño, los hermanos Padrón; el
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oficial Campo Elías y el propio Ribas, se obtuviera el espléndido triunfo de la
victoria. ¡La victoria! Lamentablemente unos cien patriotas murieron. ¡Los cien
patriotas que llegaron con Campo Elías!... y debo decirles que entre ellos estaba el
coronel Rivas Dávila. ¡Esto lo aprendí en la clase de historia el lunes pasado! Sólo
quería compartirlo con ustedes. Quería que lo leyeran cuando despertaran.
¡Bendición!
FELICIA.- ¡Dios te bendiga, pequeño!
GONZÁLEZ.- (Llora quedo) ¡Dios te bendiga, pequeño!
FELICIA.- No te pongáis así. Ya él debe venir en camino. No creo que se le haya
olvidado que hoy vos y yo salíamos de la clínica. ¡No lo creo!
GONZÁLEZ.- Yo no quiero creerlo. Así de simple.
FELICIA.- Si él nos dijo que lo esperáramos aquí, es porque va a venir. Yo confío
siempre en mi hijo.
GONZÁLEZ.- (Irónico) Sí, por eso nos mandó tan lejos.
FELICIA.- Lo hizo, porque vos y yo necesitábamos estar solos, dormir, descansar.
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GONZÁLEZ.- (Rencoroso) Hubiese preferido descansar y dormir en mi casa, en
mi cama, en mi país…
FELICIA.- ¡González!
GONZÁLEZ.- (Desesperanzado) ¿Qué?
FELICIA.- (Alegre) Él va venir. Yo lo siento aquí adentro.
GONZÁLEZ.- (Melancólico) Sí, yo también trato de sentirlo aquí adentro.
(Suenan campanas de la iglesia intensamente. Estas dan la hora. Son las
10:25 de la noche. Mucho frío. Mucha soledad. Mucho desgano en FELICIA y
GONZÁLEZ. FELICIA canta).
FELICIA.- “De Maracaibo salieron dos palomitas volando y a la Guaira volverán, y
a la Guaira volverán, pero a Maracaibo cuándo. De Maracaibo salieron dos
palomitas volando y a la Guaira volverán, y a la Guaira volverán, pero a Maracaibo
cuándo”.
GONZÁLEZ.- ¿Cómo se puede llamar a alguien que llega a viejo y no sabe qué
hacer?
FELICIA.- ¿Testarudo? ¿Necio? ¿Inocente? ¿Débil? ¿Ladilla?
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GONZÁLEZ.- ¿Cómo se puede llamar a alguien que llega a viejo y no sabe qué
pensar?
FELICIA.- (In crescendo) ¿Loco? ¿Enfermo? ¿Pobre? ¿Letrado? ¿Inteligente?
¿Luchador? ¿Valiente? ¿Tenaz? ¿Perseverante? ¿Perdedor? , ¿Perdedor, porque
se dejó vencer por el gusano maligno de la vida? ¿Perdedor porque no fue capaz
de enfrentarse al último recuerdo que le quedaba en su mente? ¿Perdedor por
dejarse ganar de la costumbre? ¿Perdedor por querer decirle al mundo lo capaz
que fue de descubrir nuevas formas de vida? ¿Perdedor por no tener la fuerza que
hace veinte y tres años atrás si tenía? ¡Perdedor! ¿Se le puede llamar perdedor,
González?
(GONZÁLEZ lee para sí una hoja que recoge del piso. Por el lateral izquierdo
se enciende una luz. Observamos a JUAN DE LOS MARES caminando
lentamente mientras habla y con una rosa en la mano).
JUAN DE LOS MARES: ¡Mamá, papá! Debo confesarles que no he tenido tiempo
de comunicarme con ustedes. Los extraños mucho. Quiero verlos en este preciso
momento. Ayer tuve miedo de perderlos. Es difícil quitárselo de encima, el miedo
digo… Pido que recen desde allá para que este miedo se vaya del cuerpo de
todos aquellos que lo sentimos aquí. Dios los escucha a ustedes más que a mí. Ya
saben el por qué. Ustedes están más cerca de él que yo. ¡Ay, mamá! Me siento
desamparado. Los siento a ustedes desamparados. ¿Qué estarán haciendo?
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FELICIA.- ¡Esperándote, hijo!
(JUAN DE LOS MARES se arrodilla y recoge una moneda del suelo. El padre
sigue leyendo en la banca de color rojo y la madre con un rosario en la
mano, tiene su mirada perdida en el espacio).
JUAN DE LOS MARES: Decile a papá, que te cante la canción pa’ que no
penséis tanto…“ María me dio una cinta y Rosa me la quitó, Amalia peleó con ella
porque Juana se enojó”…
FELICIA.- ¡Ya casi no la canto, Juan de los Mares!
GONZÁLEZ.- (Lee en voz alta) Falta poco para mi graduación. Ya estoy
preparando todo. El mes que viene brindaremos por este nuevo logro que
obtendré. Les confieso que han sido los únicos inspiradores de este proyecto que
ha sido mi carrera universitaria. Si no es por ustedes ya me hubiese perdido en
una nube. Odio lo que estudio, mamá. Odio lo que estudio. Pero, ya me voy a
graduar es lo más importante. Lo hice por papá, nada más.
FELICIA.- Vos te tomáis las cosas muy a pecho, hijo. Todo debe andar con calma.
Como dicen: lento pero seguro, así hay que andar en esta vida.
(GONZÁLEZ lee nuevamente en voz baja la carta. Aparece JUAN DE LOS
MARES y FELICIA lo abraza. Se sienta en sus piernas. Hablan).
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JUAN DE LOS MARES: Quisiera estar seguro de que ustedes están bien.
Presiento que algo les pasa. Este trabajo no me da vida. No me deja compartir con
los que quiero. Sólo me pone a pensar en él, y en nadie más. Es un trabajo
mezquino. Un trabajo avaricioso. Un trabajo que me ha llenado de malicia. Aquí tu
compañero de turno es tu peor enemigo, mamá… No tengo amigos en mi trabajo,
mamá…
FELICIA.- ¡No te toméis las cosas tan a pecho, hijo! ¡Ya vendrán mejores
momentos pa’ vos!
GONZÁLEZ.- (Leyendo en voz alta la carta) Mañana les envío esta carta y
espero la puedan leer con calma. Aquí no se que les digo. Solo los lleno de
información de mí, porque son lo único que ustedes tienen y ustedes también son
lo único que yo tengo. El mes que viene me graduaré y los dos estarán aquí. El
mes que viene dejaré de ser un desamparado. El mes que viene mamá, tendré
dos amigos con quien compartir y hacer todo lo que en mi mezquino trabajo no
puedo…
FELICIA.- ¡Así se habla, hijo! ¡Como gente grande! ¡Como su padre!
JUAN DE LOS MARES: No siento a veces a papá… Se que él la está pasando
mal. Entiendo lo molesto que debe estar conmigo por enviarlos al extranjero.
Mamá mi trabajo no permite tenerlos cerca, mi trabajo los aleja, mi trabajo les
haría daño, mi trabajo es una mierda, mamá… Quisiera escaparme con un avión y
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en cinco horas estar abrazándolos y pidiéndoles perdón por mandarlos tan lejos.
Pero, coño… era por su bien. Solo por eso. Por su bien. Papá espero y lo
comprenda. Te pido que no dejéis que lea estas cartas, porque se va sentir mal
cada vez más y no es lo que quiero. Yo lo que busco es que ustedes sean felices
y vuelvan bien, sin ningún problema. Felices mamá, felices como antes.
FELICIA.- ¡Tu padre es quien lee las cartas! ¡Acordáte que yo no se leer! Acordáte
que llegué a tercer grado nada más. No fui alfabetizada como quisiera. Lo que no
pude hacer yo, vos si lo lograste y eso me reconforta. Yo no sirvo para nada Juan
de los Mares…
GONZÁLEZ.- (Rompe la hoja con furia. Cae la moneda que JUAN DE LOS
MARES recogió al suelo. El padre la recoge. Juan desaparece) ¡Dice que va a
venir! ¡Dice que no tiene amigos! ¡Dice que no dejéis que yo lea las cartas que
envía! ¿Si no la leo yo quién lo va hacer? El coñito dice que quiere que seamos
felices… ¿Felices quienes? ¿Felices dónde? ¿Felices con quién? ¿Yo, feliz?
¿Vos, feliz? ¡Coño Juan de los Mares, no me jodáis de esa manera que un coñito
yo no soy! ¡Dice que dentro de un mes se graduará por mí! ¡Verga dice que
estamos aquí por nuestro bien! ¡Dice el carajito que su trabajo no nos iba a dejar
ser felices! ¿No estar feliz en mi país? ¿No estar feliz en mi propia casa? ¿No
estar feliz saliendo a la calle, a mi calle a caminar? ¡Cojones si me atracan!
¡Cojones si me matan! ¡Cojones la política! ¡Cojones la vida! ¡Pero, carajo estoy
en mi país y ahí mando yo! ¡Nadie más!
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FELICIA.- Juan de los Mares sólo piensa en el bien tuyo y el mío. No lo hace por
mal. Somos sus padres…
GONZÁLEZ.- (Alterado) ¡Sí! ¡Somos sus padres! Debió pensar eso antes de
montarnos en un avión y enviarnos para acá. Debió pensar eso antes de
encerrarnos en una casa en otro país. Debió pensar esa vaina antes de preferir su
trabajo que a nosotros. ¿Cómo yo voy a creer en él después de esto, Felicia?
¿Cómo? ¿Cómo voy a creer que va venir a buscarnos? ¿No te dais cuenta qué
estamos viejos, negra?
FELICIA.- (Sorprendida) Tenías tiempo que no me decías “Negra”…
GONZÁLEZ.- (Melancólico) Tengo tanto tiempo que no te digo nada… Tengo
tanto tiempo que no hago nada. Mucho tiempo tengo que no pienso en nada.
FELICIA.- ¡Dos años!
GONZÁLEZ.- Dos años que salí de mi país si saber por qué…
FELICIA.- Porque nos teníamos que curar.
GONZÁLEZ.- (Alterado) ¿Curar de qué, carajo?
FELICIA.- ¡De nosotros mismos!
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GONZÁLEZ.- (Ingenuo) Yo a vos siempre te he querido…
FELICIA.- (Resignada) ¡Sí! Sólo me habéis querido. Eso siempre me lo decís.
GONZÁLEZ.- ¿Y hay algún problema con que te lo diga?
FELICIA.- ¡Sí!
GONZÁLEZ.- ¿Cuál?
FELICIA.- Me cansé de escuchar lo mismo. Un día quise oír algo diferente y hasta
el día de hoy no lo he logrado escuchar. (Ilusionada) ¡Te amo! ¡Eso quería y
quiero oír de tu boca! Y no sé si en veinte y tres años que tenemos juntos me lo
habéis dicho… ¡No lo sé González!
GONZÁLEZ.- ¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Te quiero!
FELICIA.- ¡No me queráis, amáme!
GONZÁLEZ.- ¡Yo te amo, negra! (Lo grita) ¡Te amo mucho!
(Se abrazan. Se escucha de fondo la canción “Amalia Rosa” interpreta por
José Luís Rodríguez. Se ríen. Lloran. Juegan por la escena. La persigue.
Ambos ríen. Bailan. Hay un beso. Se hablan al oído. Él la corteja. Ella lo
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evade. Se sientan y va disminuyendo la canción. Solo se escucha
GONZÁLEZ cantándole en susurros la canción al oído a FELICIA).
GONZÁLEZ.- “De Maracaibo salieron dos palomitas volando y a la Guaira
volverán, y a la Guaira volverán, pero a Maracaibo cuándo. De Maracaibo salieron
dos palomitas volando y a la Guaira volverán, y a la Guaira volverán, pero a
Maracaibo cuándo”…
FELICIA.- (Emocionada) ¿Te acordáis la fecha del día que nos hicimos novios?
GONZÁLEZ.- (Titubea) Este…
FELICIA.- (Sarcástica) ¡Claro, si te pregunto cómo se llamó tu primera novia, ahí
sí me contestáis!
GONZÁLEZ.- ¡Zulay Beatriz!
FELICIA.- (Finge molestia) ¡Que molleja!
GONZÁLEZ.- Fue en noviembre…
FELICIA.- (Incisiva) ¿De qué año, a ver?
GONZÁLEZ.- (Pensando) Bueno…
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FELICIA.- (Molesta) Es mejor que no habléis.
GONZÁLEZ.- Juan de los Mares nació en mil novecientos ochenta y cinco…
FELICIA.- ¡Ajá! ¿Y?
GONZÁLEZ.- Fue dos años antes.
FELICIA.- ¡Ujum!
GONZÁLEZ.- (Con certeza) En noviembre de mil novecientos ochenta y cuatro.
FELICIA.- (Grita decepcionada) ¡No! Fue el siete de Noviembre de mil
novecientos ochenta y tres…
GONZÁLEZ.- (Recordando) ¡Claro! Esa tarde cuando nos dimos el primer beso,
saliste corriendo y no te vi si no fue una semana después… ¡Que tonta, negra!
FELICIA.- ¡Sí! Yo era tonta… (Se tapa el rostro)
GONZÁLEZ.- ¡Negra! ¿Qué te pasa? ¿Por qué te ponéis así?
FELICIA.- (Con el rosario en la mano) ¡No se qué me pasa! Te juro que no se
qué me pasa…
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GONZÁLEZ.- ¡Yo te amo!
FELICIA.- Ya lo sé. (Pausa) No es eso, González. (Silencio. Su mirada se va al
suelo. Sus manos están inquietas) Es que ya no siento a Juan de los Mares.
(Silencio. Su mirada se va al lado izquierdo del espacio. Sus manos siguen
inquietas) Ahora soy yo quien no lo siente y eso es grave. (Pausa) Y eso me da
miedo. Eso no puede ser así…
GONZÁLEZ.- Yo no lo siento desde hace dos años…
FELICIA.- ¡Es nuestro hijo!
GONZÁLEZ.- ¡Tu hijo! Mío dejó de serlo desde hace dos años que nos envío
acá…
FELICIA.- No digáis eso que me pone mal…
GONZÁLEZ.- Perdonáme. Ponéte cómo vos queráis. Pero Juan de los Mares nos
desterró de nuestro propio país. Y no era justo, ni pa` vos, ni para mí…
FELICIA.- Sus razones tendrá…
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GONZÁLEZ.- (Grita. Molesto) ¡Sus razones tendrá! ¡Sus razones tendrá! ¡Quiero
una sola razón! Felicia dame una sola razón para que alguien te saque de tu casa,
de tu ciudad, de tu país… ¡Decímela, pues!
FELICIA.- ¡Nuestra felicidad! Esa era la única razón…
GONZÁLEZ.- (Sarcástico) ¡Coño! ¡Qué feliz estoy de no estar en mi país! ¡Coño!
¡Qué alegre me siento de no poder caminar por las calles de mi ciudad! ¡Coño!
¡Qué emocionado estoy de no estar en mi propia casa!
FELICIA.- ¡No exageréis!
GONZÁLEZ.- ¡No exagero nada! Es lo que siento… Y lamentablemente a Juan de
los Mares ya no lo siento aquí dentro, negra… ¡Lo siento mucho!
FELICIA.- (Triste) ¡No digáis eso! ¡Es tu hijo!
GONZÁLEZ.- (Ríe triste) Yo quería que mi hijo fuera soldado. Mi hijo debía servir
a la patria. Defender a su país como lo hice yo. Mi hijo Juan de los Mares debió
montarse en un avión y lanzarse en paracaídas para sentir y vivir lo que su padre
sintió y vivió… (Pausa. Para si mismo) ¡Coño y gracias a Dios lo hice, porque
estoy aquí pa’ poder decir lo que sentí y viví en ese momento!…
FELICIA.- ¿Qué sentiste?
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GONZÁLEZ.- ¡Libertad!
FELICIA.- ¿Nada más?
GONZÁLEZ.- ¡Rabia!
FELICIA.- ¿Por qué?
GONZÁLEZ.- Por no saber nada de mis padres. Por lanzarme de ese avión
exponiendo mi vida, y rogando a Dios que ese paracaídas se abriera…
FELICIA.- (Triunfante) ¡Y se abrió!
GONZÁLEZ.- (Afirma con la cabeza) ¡Lastimosamente!
FELICIA.- Ya está bueno ya, chico…
GONZÁLEZ.- Ya está bueno nada. Yo hablo y digo lo que me la gana. Estaba ahí
exponiendo mi vida por mis padres, por mi pueblo…
FELICIA.- ¿Y qué sabéis vos si Juan de los Mares está haciendo lo mismo?
GONZÁLEZ.- ¿Qué va a estar haciendo Juan? ¡Juan no sirve para nada! ¡Juan es
nada!
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FELICIA.- ¡No habléis así de tu hijo! ¡Es tu hijo!
GONZÁLEZ.- ¡Hijo mío no es! ¡Hijo tuyo sí! ¡Vos lo pariste!
FELICIA.- (Confrontándolo) ¿Y, quién me lo hizo?
GONZÁLEZ.- ¡Ya!
FELICIA.- ¿Quién?
GONZÁLEZ.- ¡Te dije que ya!
FELICIA.- No, ya nada.
GONZÁLEZ.- ¡No vais a comenzar!
FELICIA.- Quien comenzó fuiste vos y ahora te la caláis…
GONZÁLEZ.- Yo no me pienso calar nada…
FELICIA.- (Histérica) ¡Cobarde! ¡Eso es lo que vos sois! No tuviste el temple
suficiente para educar a Juan. Entonces lo hice yo y ahora decís que él es hijo mío
nada más y el padre… ¿Quién es el padre? ¿Pepe Muchacho? ¿Rafaelito? ¿El
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señor Orlando? ¡Decime! ¿Quién mal crío a Juan de esa manera? ¿Yo? Juan es
lo que es por mí. Y vos lo sabéis muy bien. Nunca recibió apoyo tuyo, nunca…
GONZÁLEZ.- ¡Dejá los gritos!
FELICIA.- (Grita) ¡Yo no estoy gritando!
GONZÁLEZ.- Sí, estáis gritando… ¡Callàte!
FELICIA.- (Grita) Juan de los Mares es imagen y semejanza tuya, no mía viejo
ridículo… Te ponéis a negar que es hijo tuyo, por qué… ¿Por qué no piensa igual
que vos? ¿Por qué no dice cada cinco minutos: Cuando el clarín de la patria llama
hasta el llanto de la madre calla? ¿Por eso? ¡Idealista de mierda!
GONZÁLEZ.- ¡Respetáme!
FELICIA.- ¡Respetáme nada! Vos me habéis irrespetado a mí y a TU HIJO…
GONZÁLEZ.- Ya vais a empezar a recordar el pasado otra vez…
FELICIA.- ¡Viejo ridículo! (Burlándose) ¡Cuando el clarín de la patria llama hasta
el llanto de la madre calla! ¡Por eso, idealista de mierda!
GONZÁLEZ.- ¡Andá cagar, negra!
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FELICIA.- ¡Me limpio con vos y con toda tu generación y todavía quedo sucia!
GONZÁLEZ.- (Ofuscado) ¡Verga ve que te doy!
FELICIA.- (Enfrentándolo) ¡Dame! ¡Yo quiero que me deis!
GONZÁLEZ.- (Burlesco) Te salváis que yo a la mujer no le pego, ni con el pétalo
de una rosa…
FELICIA.- ¡Viejo ridículo!
(Pausa. Respiran profundo. Ella llora. Él la observa y no le presta atención.
Pausa. GONZÁLEZ se va acercando poco a poco. Toma la rosa que dejó
JUAN DE LOS MARES y le pega en el hombro izquierdo).
FELICIA.- ¡Salí pa’ allá! A mi me hacéis el favor y ni me miréis. Vos no sabéis lo
que decís. (Irónica) Medí tus palabras SOLDADO DE LA PATRIA. Dándose
golpes en el pecho diciendo: Dios y Federación… ¡Jodas! Y no contribuye en la
educación de su hijo, del único que tiene. En vez de lanzarlo a un salón de clases,
lo lanzaste a un campo de batalla. Tremendo ejemplo le estáis dando. Orgulloso te
debéis sentir que está donde está por vos, ni siquiera lo hizo por mí. Sino por vos,
viejo ridículo…
GONZÁLEZ.- ¡Vos si habláis disparates!
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FELICIA.- ¡Disparates nada! Juan de los Mares se fue ese día de la casa por la
presión que vos le tenías… ¡Que hiciera algo por su vida! ¿Qué más podía hacer,
si estaba estudiando, ah? ¿Eso no es importante? ¡Pero, claro vos lo queréis criar
como vos, que nada más pensáis en trabajar y comer! ¡Solo en eso!
GONZÁLEZ.- ¡Desahogáte! ¡Creo que lo necesitáis!
FELICIA.- Cada día que pasa te soporto menos. Sois un anormal. Un viejo que no
termina de aceptar que ya vivió y que su estilo de vida ya no está de moda. Eso
tenéis que terminar de aceptarlo. Ya las misas de gallos en diciembre no son igual
que antes… Ya no existe la locha, ni el medio, ni el real… Ahora todo es en
bolívares. ¿Podéis entenderlo? Ahora a estas alturas de nuestras vidas sí
importan los estudios. Yo llegué a tercer grado, ¿y me sirvió de algo? ¡Decime!
¿Qué sé hacer yo? ¡Nada! ¡Nada, González! Yo no se hacer nada, por andar
creyendo en pajaritos preñados y en que la vida es bella. Sí, es cierto la vida es
bella pero con formación, con estudio, con superación. No con mediocridades y
terquedades.
GONZÁLEZ.- ¡Ya está bueno! (Empieza a recoger sus cosas e intenta irse. Se
le cae la moneda que recogió del suelo)
FELICIA.- (Sarcástica) ¿Pa’ dónde vais a ir? ¿A servirle a la patria? ¿A lanzarte
en paracaídas? ¡Juan de los Mares se fue por vos! (Aplaude fuertemente)
¡Bravo! ¡Que maravilla! ¡Te la comiste! ¡Te felicito porque lo lograste! (Deja de
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aplaudir) A pesar de que yo no quería, lograste que mi hijo se fuera a recibir
golpes de otros imbéciles…
GONZÁLEZ.- ¿Qué decís?
FELICIA.- ¡Lo que escucháis! Juan de los Mares se fue ese día a servir a la patria,
a su pueblo, para que de una vez por toda su padre se sintiera orgulloso de él…
GONZÁLEZ.- (Desconcertado) ¿Qué?
FELICIA.- (Rencorosa) A mi hijo lo han golpeado, lo han vejado por tu culpa. Era
un ser íntegro, incapaz de darle la espalda a su familia, a su única familia… ¡Vos y
yo! Y tuviste que venir vos a echármelo a perder. No merecéis mi amor. No
merecéis que yo te dirija la palabra por idealista…
GONZÁLEZ.- (Destrozado) ¡Negra!
FELICIA.- (Desesperada) Ahora yo no sé si Juan de los Mares va a venir o no…
GONZÁLEZ.- (Esperanzado) ¡Claro!
FELICIA.- (Triste) ¿Con cuál esperanza lo espero? No tengo ninguna. Tu hijo está
sirviendo a la patria, a su pueblo, ¿satisfecho?
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GONZÁLEZ.- (Grita) ¡Bravo! ¡Qué maravilla! ¡Me la comí! ¡Mi hijo está sirviendo a
nuestra patria, a nuestro pueblo!
FELICIA.- (Con firmeza) A tu patria, a tu pueblo… Mi patria me lo quitó. Mi pueblo
me lo quitó. Vos me lo quistaste.
GONZÁLEZ.- (Ríe a carcajadas) ¡Se está haciendo hombre! ¡Dentro de un mes
se graduará!
FELICIA.- Ya es un hombre, viejo ridículo. Es igualito a vos. La foto que me envió
estaba todo vestido de verde. Impecable. Con la cara sudada. Una mirada
perdida. Una mirada buscándome…
GONZÁLEZ.- (Feliz) Él está bien. Yo lo siento aquí dentro. Mi hijo está bien.
FELICIA.- (Desorientada) ¿Tu hijo? ¿Ahora si es tu hijo, verdad? ¿Ahora si lo
sentís, verdad? ¡Qué molleja! ¡No tengo fuerzas ya pa’ seguir hablando del tema!
(Pausa) Y pensar que el siete de noviembre de mil novecientos ochenta y tres yo
me enamoré de un idealista de mierda…
GONZÁLEZ.- ¡No me digáis así!
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FELICIA.- ¿Y, cómo te digo? Vos no sabéis lo que debió sufrir tu madre cuando tu
papá le gritó en la cara la honorable frase: Cuando el clarín de la patria llama
hasta el llanto de la madre calla. (Llora quedo)
(Oscura la escena. Se proyecta la imagen de JUAN DE LOS MARES vestido
todo de verde con traje de soldado. Su rostro sudado. Su mirada perdida).
VOZ EN OFF: (JUAN llora) ¡Mamá te estoy buscando! Me siento mal. Creo que
voy a vomitar. Yo pensé que esto era mucho mejor, pero no, es peor de lo que vos
me dijiste. ¿Cómo pudo papá aguantar esto? Te humillan mamá, te maltratan. No
me dejan siquiera escribirles una carta para decirles a mis seres queridos que
estoy bien. No me dejan restregarle a papá en un simple papel lo mal que la estoy
pasando por cumplirle su sueño. Mañana me toca lanzarme en paracaídas y tengo
terror, mami. Nada más pensarlo me asfixia. Pero lo voy hacer para demostrarle a
papá que soy un hombre hecho y derecho. ¡Dios y Federación, mamá! ¡Ojala y
ese paracaídas se abra mami, para poder contarte lo que viví y sentí! (Grita
enérgico) Mamá, cuando el clarín de la patria llama hasta el llanto de la madre
calla…
FELICIA.- (Violenta. Se abalanza hacia GONZÁLEZ. Se sigue viendo a JUAN
DE LOS MARES llorando en la imagen proyectada) ¡Ya habla como vos! ¡Ya
piensa como vos! ¡Ese no es Juan de los Mares! ¡Ese no es mi hijo! ¡Te odio
González! ¡Te odio! (Lo golpea en el rostro. Pausa)
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(FELICIA al ver que agredió a GONZÁLEZ se aparta de él. Este la busca y la
abraza bruscamente. Le da la rosa y lloran juntos. Pausa. FELICIA se levanta
del piso. La imagen de JUAN desaparece)
GONZÁLEZ.- ¿Para dónde vais?
FELICIA.- (Se levanta recoge la moneda que está en el suelo. Va acercándose
a la banca roja que está en el centro de la escena) A buscar algo que te quiero
mostrar. (De su maletín saca varios periódicos viejos)
GONZÁLEZ.- ¿Qué es?
FELICIA.- ¡Noticias!
GONZÁLEZ.- ¿De qué?
FELICIA.- Actos que la prensa ha reseñado y donde Juan de los Mares ha
participado…
GONZÁLEZ.- ¿Felicia, de verdad?
FELICIA.- ¡Sí González, es verdad! Son periódicos viejos, de hace un año más o
menos…
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GONZÁLEZ.- ¡En un año ya mi hijo brillaba!
FELICIA.- (Lo mira) Sí.
GONZÁLEZ.- Pero… ¿no se graduaba hace un mes?
FELICIA.- Acordáte que esas cartas son viejas…
GONZÁLEZ.- ¡Ah, verdad! ¿Y, cómo llegó esto a tus manos? Son periódicos de
Venezuela. Aquí no los venden.
FELICIA.- Bueno, él lo enviaba anexos a las cartas que nos escribía. Yo revisaba
el sobre y escondía los recortes para mí.
GONZÁLEZ.- ¡Un año haciendo eso!
FELICIA.- Un año y varios meses para ser específica. Yo cada vez que lo extraño
miro la fotografía del periódico y lo siento conmigo.
GONZÁLEZ.- (Mira el periódico) ¡Es mi hijo! ¡Está grandote!
FELICIA.- El muchacho creció lejos de nosotros. Ya no es el mismo de hace dos
años atrás…
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GONZÁLEZ.- Está gordo…
FELICIA.- Todos los que sirven a la patria lo están.
GONZÁLEZ.- Yo fui un caso especial…
FELICIA.- ¡Si, vos sois especial! (Pausa) Mirá, esta es cuando se celebró el día
de la Batalla de Carabobo en Venezuela, en el dos mil cinco…
GONZÁLEZ.- Sí, recuerdo que leí en la carta que iba a desfilar en Campo
Carabobo, delante de centenares de personas. Esa vez casi se hace pipi el
pantalón. (Ríen)
FELICIA.- Ajá. Eso nos dijo. Esta que tengo aquí fue el día que se celebró la
Firma del Acta de la Independencia, estuvo desfilando pero esta vez en el Paseo
de los Próceres en Caracas, el cinco de julio de ese mismo año…
GONZÁLEZ.- Y, hay una foto en el periódico de cuando estuvo en Maracaibo…
FELICIA.- Sí, es la mejor. Estaba montado en un caballo blanco, grandote… Con
ímpetu y altivez desfilaba en su estado, en su ciudad, el día que celebramos la
Batalla Naval del Lago…
GONZÁLEZ.- El 24 de Julio…
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FELICIA.- ¡Aquí se parecía a Simón Bolívar! (Mira el periódico y la moneda. Las
compara)
GONZÁLEZ.- Ese mismo día nació el Libertador. ¡Qué casualidad!
FELICIA.- (Orgullosa) ¡Mi hijo es un héroe!
GONZÁLEZ.- (Orgulloso) ¡Igualito a su padre!
FELICIA.- (Resignada) Sí, igualito a su padre…
GONZÁLEZ.- (Esperanzado) ¡Yo sé que nos vendrá a buscar!
FELICIA.- (Desganada) Ahora yo no pienso lo mismo. No nos ha escrito más
desde hace tiempo. La última carta que nos llegó de él no te la di para que me la
leyeras. No se por qué no la leímos. No se por qué no insistí en leerla. Solo abrí y
mire el recorte de la noticia. Aparecía una foto de Juan de los Mares montado en
el caballo blanco y ese caballo estaba como dentro de una nube oscura. No la
entendí, pensé simplemente en que la tecnología y sus avances… algo quería
decir, pero no supe qué…
GONZÁLEZ.- ¿Y dónde está esa carta?
FELICIA.- ¡Aquí la tengo! Pero siento que no se debe abrir…
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GONZÁLEZ.- ¿Qué decía el periódico?
FELICIA.- ¡No lo sé! ¡Acordáte que nada más llegué hasta tercer grado y no se
leer!
GONZÁLEZ.- (Inquieto) ¡Dame el periódico! ¡Dame la carta!
FELICIA.- No leáis la carta. Siento que no debe leerse.
GONZÁLEZ.- (Amenazador) ¡Dame el periódico!
(FELICIA le da el periódico a GONZÁLEZ. Lee en voz baja. Se levanta
sobresaltado. Tira la prensa al suelo. Se arrodilla. Llora)
FELICIA.- (Resignada con el rosario y la moneda en la mano. Aprieta sus
puños) ¡Te dije que no leyeras el periódico! ¡Te dije que vieras nada más la foto!
¿Qué le pasó? ¿Está bien?
GONZÁLEZ.- (Desesperado se golpea el rostro) ¡Por mi culpa! ¡Por mi culpa!
FELICIA.- (Nerviosa y con lágrimas llora y canta a la vez) “De Maracaibo
salieron dos palomitas volando y a la Guaira volverán, y a la Guaira volverán, pero
a Maracaibo cuándo. De Maracaibo salieron dos palomitas volando y a la Guaira
volverán, y a la Guaira volverán, pero a Maracaibo cuándo”.
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GONZÁLEZ.- ¡Cantá negra, cantá! (Se acerca a la banca roja donde está
sentada FELICIA y la abraza) ¡No va a venir! Salió un día a buscarnos en un
avión y se perdió, se perdió en una nube, mi amor. Saltó del avión y el paracaídas
no le abrió… ¡Ay, negra!
FELICIA.- (Resignada) ¿Cuándo fue?
GONZÁLEZ.- (No puede contener el llanto) ¡El doce de febrero, negra!
FELICIA.- (Con el rosario en la mano. Recoge una hoja del suelo y la lee en
voz alta, le cuesta leer, pero se esfuerza con un llanto desesperado, hasta
que lo hace sin detenerse) El día de la juventud. Un día como ese la batalla
comenzó a las ocho de la mañana, y a las cinco de la tarde aún no se había
decidido por ningún bando. De pronto cuando empezó a oscurecer y los patriotas
estaban más comprometidos que nunca, resistiendo a los ataques de Morales,
aparece Vicente Campo Elías con un valioso refuerzo de más de cien soldados, lo
cual fue suficiente para que con el empuje del general Mariano Montilla, Sedeño,
los hermanos Padrón, el oficial Campo Elías y el propio Ribas, se obtuviera el
espléndido triunfo de la victoria. ¡La victoria! Lamentablemente unos cien patriotas
murieron. ¡Los cien patriotas que llegaron con Campo Elías!... y debo decirles que
entre ellos estaba el coronel Rivas Dávila. ¡Ay, González!
GONZÁLEZ.- ¡Eso lo aprendió en su clase de historia un día lunes! ¡Ay, negra!
(Llora)
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FELICIA.- (Ahogada) ¡González esto mucho para los dos! ¡Yo no puedo con este
dolor!
GONZÁLEZ.- (Desconcertado) Estamos muy lejos y solos… Coño, ahora si
estamos solos.
FELICIA.- (Calmada) ¡González!
GONZÁLEZ.- (Llorando) ¿Qué?
FELICIA.- (Contiene el llanto) ¡Tengo frío!
GONZÁLEZ.- (Llorando) ¡Arrópate con esto! (Le entrega un trozo de tela)
FELICIA.- (Llora) Esto no me va quitar el frío.
GONZÁLEZ.- (En crisis) Bueno, pero te lo alivia…
FELICIA.- (Calmada) Sí, me lo alivia… (Pausa) ¡González!
GONZÁLEZ.- ¿Qué Felicia?
FELICIA.- (Como una niña) ¡No me quiero dormir! ¡Quiero que venga Juan!
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GONZÁLEZ.- (Explota en un terrible llanto) ¡No va a venir, coño! ¡No va a venir!
FELICIA.- ¡Tengo sueño!
GONZÁLEZ.- ¡Dormí!
FELICIA.- ¡No quiero!
GONZÁLEZ.- (Llorando y hablándole en el oído) ¡Hácelo por mí!
FELICIA.- ¡Trataré! ¿Y Juan de los Mares dónde está? (Llorando con reproche)
GONZÁLEZ.- ¡No viene!
FELICIA.- ¿No? ¡Dios y Federación! González, cuando el clarín de la patria llama
hasta el llanto de la madre calla… ¡Yo no quiero callar mi llanto, González! ¡No
quiero! ¡Por idealista, por eso! (Tira la moneda al suelo. Da un grito
desgarrador).
GONZÁLEZ.- (Le canta al oído. Mientras esta se duerme) “De Maracaibo
salieron dos palomitas volando y a la Guaira volverán, y a la Guaira volverán, pero
a Maracaibo cuándo. De Maracaibo salieron dos palomitas volando y a la Guaira
volverán, y a la Guaira volverán, pero a Maracaibo cuándo”.
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(Suenan campanas de la iglesia intensamente. Estas dan la hora. Son las
12:35 de la mañana. Mucho frío. Mucha soledad. Mucha tristeza. Ambos se
visualizan cansados. GONZÁLEZ canta al oído de FELICIA. Se va
oscureciendo la escena hasta que solamente son iluminados por el reflector
de la calle. Por el fondo aparece JUAN DE LOS MARES y en su mano trae
una rosa. La coloca en los cuerpos dormidos de sus padres. Los mira. Se
va.)
APAGÓN
Ramón González
Maracaibo, Estado Zulia
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