la conscripcion militar en chile algunos

Transcripción

la conscripcion militar en chile algunos
LA CONSCRIPCION MILITAR EN CHILE: ALGUNOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
Manuel Luis Rodríguez U.
1993.
PRÓLOGO.
En los años recientes y especialmente desde los inicios de la actual transición democrática,
se ha planteado en Chile el debate público y político acerca de la conscripción militar y el
servicio militar obligatorio.
La causa principal que dio origen a este debate es la percepción ciudadana que la
conscripción obligatoria es una de las viejas herencias del sistema militar tradicional, la que
hizo crisis durante la dictadura militar recién pasada, crisis que se manifestó en el alto
número de conscriptos asesinados, detenidos y torturados, así como en la utilización masiva
de dicha fuerza en las violaciones a los derechos humanos perpetradas por los oficiales y
suboficiales bajo órdenes de sus mandos superiores.
No deja de ser dramáticamente cierto que en muchos casos, los soldados conscriptos fueron
las primeras víctimas de violaciones de derechos humanos, a manos de oficiales y
suboficiales fanatizados y adoctrinados ideológicamente para ejecutar actos aberrantes con
la conciencia humana y que escapan a toda racionalidad aun en el marco de la disciplina y
la jerarquía militar.
Los conscriptos, por ser la parte más subordinada de la escala jerárquica castrense, fueron
utilizados de un modo inmoral, como mano ejecutora de muchos crímenes y violaciones a
los derechos humanos durante los 17 años de dictadura en Chile.
Y la justicia en Chile está lejos de establecer todavía toda la verdad a este respecto.
Pero además, no se ha puesto el acento suficiente sobre otra causa respecto de la
conveniencia o inconveniencia de mantener el servicio militar obligatorio en Chile: la
cuestión crucial de la eficacia real de la tropa militar de conscriptos en el campo de batalla,
especialmente en un contexto de creciente tecnologización de la fuerza militar en el mundo.
La reciente guerra de las Falklands-Malvinas, 1982, demostró de un modo brutal el fracaso
de los ejércitos basados en la conscripción y el éxito de los ejércitos profesionales, es decir,
de ejércitos constituidos exclusivamente por tropa profesional.
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Como se explicó en la ponencia presentada el II Congreso de Ciencia Política realizada el
año pasado en Iquique, las recientes guerras y especialmente el conflicto anglo-argentino
en las Falklands en 1982, demostró la ineficacia combativa y las graves carencias de un
ejército basado en la conscripción militar obligatoria, frente a un ejército de soldados
profesionales.
Es a partir de esta constatación de hecho que he planteado, tanto en los niveles académicos
como en la comisión programática de la Concertación para el gobierno próximo, la
necesidad de impulsar un proceso gradual y sistemático de transición desde el actual
sistema de conscripción militar obligatoria a un sistema de conscripción militar voluntaria,
de manera de constituir, en un plazo razonable de 10 años y conforme a una estricta
programación presupuestaria, un ejército constituido exclusivamente de profesionales.
La base conceptual de este proceso es la idea de avanzar en Chile hacia una modernización
y profesionalización de las fuerzas armadas, desde el concepto de disuasión suficiente.
El Ejército de Chile no siempre ha contado con un sistema de reclutamiento basado en la
conscripción militar obligatoria: ésta es solo una modalidad instaurada bajo la influencia
militar prusiana, pero nunca ha sido efectivamente conscripción universal.
Se abordan en este ensayo, algunos aspectos históricos que permiten ilustrar la evolución
en el tiempo de la conscripción militar en Chile.
En los textos y documentos de los siglos XVII al XIX citados aquí, se ha conservado la
ortografía original de la época, por respeto a la verdad histórica.
Manuel Luis Rodríguez U.
Santiago, 3 de mayo de 1993.-
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EL EJÉRCITO COLONIAL Y EL RECLUTAMIENTO.
Tal como ha sido en todas las sociedades modernas en las que existe un Estado organizado,
el órgano militar de ese Estado ha radicado en un conjunto de fuerzas armadas, ejército y
marina, hasta los inicios de la aviación en el siglo XX.
En el caso de Chile, el ejército de tierra ha sido un pilar institucional importante en el proceso
de constitución del Estado, desde los inicios de la época colonial donde los fines de la
conquista y de la ocupación del territorio para su aprovechamiento económico, se unieron
a los fines de conquista y sojuzgamiento de las poblaciones originarias.
Durante la época colonial, el ejército comenzó siendo un componente armado del sistema
de las encomiendas, de manera que cada encomendero constituía tropa armada con los
efectivos que pudiera reunir, y solo desde las reformas de los años 1600, se constituyó en
Chile un ejército permanente financiado por el rey de España.
El ejército y el proceso de reclutamiento, en la primera fase de la conquista colonial, actuaban
como dos mecanismos entrelazados: la fuerza armada reclutada por los encomenderos
cumplía los fines semi-privados de protección de las encomiendas y las encomiendas
proporcionaban la “mano de obra de la guerra” como soldados enganchados
obligatoriamente para el ejército.
Por eso se dice que en los hechos, la conquista territorial de Chile fue una empresa privada
de algunos capitanes financiados con su propio peculio, pero respaldados por el apoyo y la
justificación política y religiosa de la monarquía hispana.
La reforma del siglo XVII vino a consagrar esta estado de cosas, tratando de institucionalizar
un ejército dependiente, organizado y financiado por la monarquía.
Desde esta reforma, el ejército colonial estaba constituido por dos fuerzas: el llamado
ejército de línea, convocado sobre la base de una selección que duraba varios años, y las
milicias, constituidas por individuos libres entre 25 y 45 años de edad, en estado de portar
armas, y cuya función en el campo de batalla era la de servir de tropa de infantería de
choque.
En el siglo XVII y también en el siglo XVIII tras la reforma de Jáuregui, la tropa del ejército
de línea era reclutada desde los segmentos populares más atrasados de la sociedad chilena:
refiere Encina que “…los gobernadores, no sabiendo qué hacer con los vagos, los ladrones
y los borrachos, los enrolaban por fuerza en el ejército…” (1) Es decir, a lo largo de buena
parte de la época colonial en Chile, el ejército constituyó la tropa de soldados sobre la base
del enrolamiento forzoso, tal como sucedía en las sociedades feudales europeas.
1
Encina, F.: Historia de Chile, vol. 10. Santiago, 1983. Editorial Ercilla, p. 17.
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Cuando el soldado de línea, o sea profesional, cumplía 25 años de desempeño, pasaba a
una suerte de reserva en retiro, pudiendo cumplir funciones como guardia de seguridad en
oficinas públicas, tesorería o en el estanco de tabaco. De este modo, el soldado de línea
era un soldado profesional, contratado por el ejército, remunerado con el Real Situado, es
decir, con los recursos de Tesorería proporcionados por la corona española.
Durante gran parte de la época colonial, los soldados o la tropa del ejército de línea o ejército
permanente, especialmente después de las ordenanzas del siglo XVIII (Manso de Velasco y
Jáuregui), se componía con soldados contratados en forma permanente, dando forma a una
tropa de soldados profesionales.
Pero además, el ejército de línea estaba respaldado y acompañado por las milicias.
Todo individuo libre desde los 15 a los 45 años de edad tenía la obligación de servir en las
milicias que se convocaban en cada pueblo o cabildo.
Las milicias se reunían
periódicamente para entrenamiento militar, pero la escasez de armas y la falta de disciplina,
contribuyeron a que esta fuerza tuviera poco valer militar en caso de guerra.
Aun en este contexto de ejército mixto, las fuentes documentales de la época nos ilustran
acerca de sus carencias, tanto en el número de efectivos, como en los recursos y capacidad
y eficacia combativa de los soldados.
A lo largo de dos siglos, XVII y XVIII, ante las carencias de tropa veterana suficiente y eficaz,
se recurrió al expediente de “levantar bandera de enganche voluntario”.
Refieren al respecto Oñat y Roa: “…porque los continuos alzamientos de los indios y la
constante insuficiencia de la dotación del ejército, unido a la escasez de los refuerzos
justifican la insistencia de los Capitanes Generales en echar mano del único recurso que
podía, en parte, paliar los permanentes vacíos en su dotación, pese a lo cual, para evitar
polémicas, en numerosas ocasiones prefirieron levantar bandera de enganche voluntario.”
(2)
Esto ocurría hacia 1636 bajo la administración del gobernador Laso de la Vega, como refiere
Diego Barros Arana en el volumen IV de su Historia Jeneral de Chile.
En otras palabras, además de la composición dual o mixta del ejército colonial en Chile, el
componente voluntario formaba parte de la dotación. El enganche voluntario –entendido
como un llamado dirigido a súbditos que pudieran reunir las calidades requeridas para
integrar las filas o que tuviera la disposición libre y voluntaria para integrarse- fue un
mecanismo frecuente de convocatoria en el siglo XVII y XVIII en el ejército colonial hispano
en Chile.
Cabe aquí anotar además que desde el siglo XVII se institucionalizó en el ejército la
incorporación de tropa auxiliar constituida por aborígenes, aunque sin gozar de la calidad
2
Oñat R., Roa, C.: Régimen legal del Ejército en el reino de Chile. Notas para su estudio. Santiago, 1952.
Estudios de Historia del Derecho Chileno Nº 1. Universidad Católica de Chile, p. 97.
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de soldados. Ellos fueron incorporados y considerados como “tropa auxiliar”por sus
conocimientos de la guerra y del territorio, por su facilidad para sustentarse a sí mismos con
los recursos de la naturaleza circundante y por su innato coraje y valentía para el combate.
Por lo tanto, en especial desde las reformas del siglo XVII, el ejército colonial hispano
contaba con dos componentes diferentes: el ejército de línea con tropa profesional
enganchada por tiempo indefinido y las milicias que eran convocadas ocasionalmente
cuando las necesidades de la guerra de Arauco se las imponía.
El resultado fue negativo, desde el punto de vista militar: el ejército hispano nunca logró
ganar la guerra de Arauco por su incapacidad para enfrentar el sistema táctico de combate
de los mapuche, y porque finalmente, ambos componentes siempre carecían de efectivos
suficientes y bien remunerados para dar cuenta de las necesidades de la guerra.
Finalmente, en el siglo XVIII la corona española hubo de reconocer que era imposible ganar
la guerra contra el pueblo mapuche y por lo tanto, fueron disminuidas las plazas de efectivos
en el ejército colonial y las levas de milicias fueron disminuyendo en frecuencia y número, al
tiempo que en el siglo final antes de la independencia, se prefirió la realización de
parlamentos como medio de negociación de la paz.
EL EJÉRCITO Y EL RECLUTAMIENTO DURANTE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.
A partir de 1809 el cuadro político y militar cambia bruscamente en Chile. La ocupación de
Napoleón en la península ibérica y la renuncia del rey en favor de un regente al servicio de
la corona francesa, genera un cuadro de incertidumbre para la dominación imperial española
en América y en Chile.
En 1810 se forma la Junta Gubernativa y el orden político militar tradicional en Chile queda
desarticulado.
Uno de los primeros pasos de la junta gubernativa es la convocatoria de una comisión para
elaborar un plan de defensa del reino de Chile. Dicho Plan de Defensa fue estudiado por
una comisión compuesta de don Juan Egaña, don José Samaniego y el capitán de ingenieros
don Juan Mackenna y propuesto a la excelentísima Junta Gubernativa por el Cabildo de
Santiago el 27 de noviembre de 1810.
Lo inteligente de esta decisión, es que la comisión, constituida mayoritariamente por criollos
de orientación patriota, se dedica a analizar las condiciones geográficas, militares y humanas
del territorio de Chile, desde el norte hasta Chiloé, a partir de la hipótesis de conflicto de
una supuesta y eventual invasión de buques de la marina de guerra francesa, para
apoderarse de Chile.
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Desde esta supuesta hipótesis, extremadamente poco plausible, el Plan de Defensa examina
las condiciones geográficas de todos los puertos de la costa chilena, sus posibilidades de
defensa y las necesidades de tropa y oficialidad que tal eventualidad exigía.
El concepto de servicio militar o de convocatoria de tropa para el ejército subyace en dicho
plan de defensa.
Pero el fundamento conceptual de la fuerza militar que se propone en el Plan de Defensa
reside en la idea que el ejército chileno debe tener una composición mixta conforme a la
realidad cultural y geográfica del país: una parte de la tropa formada por voluntarios que
soliciten incorporarse a las filas para ser entrenados y combatir y otra parte de la tropa con
convocados mediante conscripción obligatoria no universal o selectiva.
Así entonces, las primeras convocatorias al servicio militar en los albores de la guerra de la
independencia, las hizo la Junta Gubernativa, sobre la base de las recomendaciones del Plan
de Defensa formulado en noviembre de 1810. (3)
La lógica de un ejército mixto, es decir de un ejército de línea, con oficiales y tropa
profesionales y de las milicias de convocatoria masiva que existió durante el período colonial
en Chile, se mantuvo en el período inicial de la independencia.
El primer bando de convocatoria para un servicio militar después de 1810 se emitió en
octubre de 1811.
El 29 de octubre de 1811 se emitió un decreto de la Junta Gubernativa que señalaba: “…ha
venido en declarar esta autoridad que todo hombre libre de estado secular, desde 16 a 60
años de edad, se presente dentro del término de 20 días al cuerpo que su calidad e
inclinación lo determine, en que tendrá el asiento que corresponda a su calidad i aptitud,
dándole el despacho o papeleta respectiva posteriores a esta fecha, que podrían exijirle los
jefes militares i justicias que, en su defecto, los conocerán como a enemigos de la Sociedad
que los abriga. Santiago de Chile, 29 de octubre de 1811. Mackenna, Portales, Calvo
Encalada, Benavente, Dr. Marín, Vial. Doi fe de la necesaria en derecho: que hoy día de la
fecha se publicó el bando anterior en los lugares acostumbrados. Santiago i octubre 29 de
1811, Jofré, Boletin, pájina 145, año 1811.”(4)
Este es un dato histórico fundamental a tener en cuenta a la hora de analizar la cuestión de
la conscripción militar obligatoria en Chile en el presente, ya que en el momento en que se
creó el Ejército de la naciente República en 1810 y 1811, la composición de su tropa era
mixta: una parte, proveniente de los voluntarios que deseaban enrolarse y otra parte de
convocatoria forzosa.
3
Actas del Cabildo de Santiago durante el período llamado de la Patria Vieja, 1810-1814. Santiago, 1960.
Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina, páginas 87 a 118.
4
Anguita, R.: Leyes Promulgadas en Chile. Santiago, 1910, pag. 30. Hemos conservado la ortografía de la
época.
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Y el Ejército se formó en las condiciones de una guerra inminente, ya que desde España se
hacían los preparativos para enviar a Chile una fuerza militar para reestablecer la autoridad
monárquica española.
Bajo el mando de O’Higgins y de Carrera, el ejército de la Patria Vieja tenía dos
componentes: tropa voluntaria y tropa convocada por la leva obligatoria.
El 14 de enero de 1814, un bando de Eyzaguirre e Infante convoca desde Talca a todos los
individuos comprendidos entre 14 y 50 años de edad que residan en Santiago y argumenta.
“1º. Todo habitante de Santiago es un militar. En cada uno de los ocho cuarteles en que se
divide, se formará un Rejimiento o batallón de infantería, compuesto de los individuos que
en ellos residan…Para la mejor disciplina de estos cuerpos, se acuartelarán alternativamente
un mes cada uno, en el que especialmente se dedicará al manejo de la arma i ejercicio de
fuego. Durante el tiempo que permaneciesen acuartelados se contribuirá a sus individuos
con el sueldo correspondiente a su clase.” (5)
Se trataba entonces de tropa convocada mediante leva forzosa, pero pagada, con el
propósito de entrenar a los ciudadanos de la capital en el manejo de las armas, para la
eventualidad de la guerra en curso.
Quiénes podían eximirse de esta convocatoria?
Lo dice el bando citado: “Ninguno podrá escusarse de ser alistado en el cuerpo que le
corresponda, a excepción de los menores de 14 años i mayores de 50, los empleados de las
oficinas del Estado, los jueces durante el tiempo de su judicatura, los maestros i alumnos del
Instituto Nacional i escuelas públicas, un mozo de cada casa i los europeos que no tengan
carta de ciudadanía.” (6) Se trataba en efecto, de una conscripción universal de carácter
eminentemente patriótico.
Recordemos además que una parte de la tropa auxiliar que acompañaba al ejército
libertador de San Martín y O’Higgins en la etapa final de la guerra de la independencia
(1817-1818), estaba constituida por numerosos voluntarios reclutados en las tribus mapuche
del sur de Chile.
Cabe consignar además que el sistema de reclutamiento necesario para la guerra de
independencia, incluía soldados de tropa para el Ejército y reclutas para la Marina, como
emana del siguiente decreto de mayo de 1818: “Se ha representado a S.E. el gravoso
perjuicio que sufre el interesante ramo de la Minería, con la recluta que se ha hecho hasta
aquí para el Ejercito, de individuos empleados en los trabajos de minas, el cual refluye en
notable atraso del Erario, porque se minoran los derechos a proporción de cesar la estracción
de metales. Atendidas estas justas razones, ha tenido a bien decretar con esta fecha, se
prevenga a V.S. prohíba absolutamente se recluten mineros en los minerales del norte, ni
para el servicio del ejército ni para el de la marina. Tengo el honor de avisarlo a V.S. para su
5
6
Anguita, R., op. cit., pag. 41.
Anguita, R., op. cit., pag. 41.
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puntual cumplimiento. Ministerio de Estado, mayo 26 de 1818. José Antonio de Irisarri.
Señor Gobernador intendente de Coquimbo.” (7)
EL SERVICIO MILITAR DURANTE LA REPÚBLICA.
Tanto pronto se inició la república, fueron perfeccionándose las normas relativas al
reclutamiento de efectivos militares. Así, el 23 de mayo de 1822, en la Gazeta Ministerial de
Chile se publicó un “Reglamento relativo a Reclutas”, documento que fue firmado por
Bernardo O’ Higgins y Rodríguez Aldea.
La primera ley que se dictó para formalizar el servicio militar en el Chile republicano es la
Ley N° 352 del 12 de Febrero de 1896, llamada de “Servicio de Guardias Nacionales”, la
que dividió a estas en activa, pasiva y sedentaria, siendo obligatoria para todo chileno entre
los 20 y 40 años de edad.
En 1896 se formalizó el sistema de las milicias o guardias nacionales, entendidas como un
mecanismo complementario del sistema de conscripción para formar la tropa de línea del
ejército.
A su vez, el 5 de Septiembre de 1900 se publicó la Ley N° 1362 llamada de “Reclutas y
Reemplazos del Ejército y la Armada”, la que modifico y amplio la ley anterior.
Entre los años 1900, 1912, 1920, 1921, 1925 y 1931 se dictaron una serie de leyes que
regularon y perfeccionaron el servicio militar obligatorio, refundiéndose y anulándose
posteriormente todas estas normas en el D.F.L. N° 31 del 12 de Marzo de 1931.
En síntesis, el Servicio Militar Obligatorio fue establecido en Chile por ley el año 1900 a
petición de la misión militar prusiana encabezada por el General Emilio Körner que
reorganizó al Ejército de Chile, el cual tras la Guerra del Pacífico (1879-1884) se dio cuenta
que debía ponerse a la vanguardia abandonando por ello la tradicional influencia francesa
optando por la prusiana que estaba en boga por aquellos tiempos por sus impactantes
triunfos que colocaron al Imperio de Prusia como la principal potencia de Europa.
Finalizada la Guerra del Pacífico –y desde 1885– el Ejército evidenciará notables
transformaciones. La llegada del capitán germano Emilio Körner, marca el inicio del proceso
de “prusianización” del Ejército de Chile, que en su fase inaugural, implicó una
reestructuración radical de la institución con el fin de potenciar la capacidad bélica y la
cobertura territorial.
7
Boletin de las Leyes i Decretos del Gobierno, 1817-1818. Santiago de Chile, 1898. Imprenta Nacional, pag.
308.
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Ascendido en breve lapso a teniente coronel, Körner y sus colaboradores realizan un análisis
de la situación del Ejército, hasta entonces, y proponen las medidas necesarias para
“colocarlo en un pie similar a los europeos”.
Su preocupación por la distribución de los cuerpos militares; la organización en tiempos de
guerra (campaña); los métodos de instrucción y conformación de los cuerpos estables de
oficiales y suboficiales, así como los procedimientos de conscripción, resultaron aspectos
capitales en la propuesta de modernización de Körner.
Al término de la Guerra Civil de 1891 y hasta 1906, se materializaron rápidamente sus
propuestas, tutelando su implementación, ahora, como General de Brigada, Jefe del Estado
Mayor General e Inspector General del Ejército. A la reforma organizacional y
reestructuración de mando se sumaron la creación de Zonas Militares, la formación de la
Academia de Guerra, la reestructuración de la Escuela Militar y, lo que se considera su aporte
fundamental la puesta en marcha del servicio militar obligatorio en 1900.
En rigor, la reorganización del Ejército –liderada por Körner– se había convertido en una
necesidad urgente después de una acumulación de amenazas para la supervivencia y
consolidación del Estado-Nacional Chileno y sus clases dirigentes.
La Guerra del Pacífico dejó al descubierto un cúmulo de deficiencias y focos de diversos
problemas geopolíticos. Al mismo tiempo, a la demanda de expandir las fronteras internas
ocupando la Araucanía se sumaba la posibilidad de una guerra con Argentina –debido a las
tensiones limítrofes entre 1898 y 1902– y, en forma posterior, la contención de los
movimientos sociales derivados de la emergencia del capitalismo y la hegemonía oligárquica
de fines del siglo XIX y principios del XX.
La decisión de recoger la experiencia alemana para implantarla en el país, se explica por el
propósito de convertir al Servicio Militar Obligatorio y a la propia institución en uno de los
más eficaces aparatos ideológicos del Estado, portando consigo una racionalidad
caracterizada por una devoción a éste, estructurada en torno a una ideología de
nacionalismo autoritario, clasista y darwinista.
La idea original del servicio militar obligatorio era preparar en tiempos de paz un
contingente que tuviera preparación y entrenamiento básico de combate suficiente y que
les permitiera ser movilizados rápidamente apenas se entrara en guerra.
Con este procedimiento los instructores militares prusianos y los mandos militares chilenos
pretendían evitar que ocurriera lo que sucedió al comienzo de la Guerra del Pacífico donde
el ejército no tenía reservas ni contingente de recambio, por lo que perdió tiempo precioso
entrenando contingente.
Al momento de la guerra del Pacífico además del Ejército de Chile y la Marina, existía un
cuerpo de reservistas voluntarios denominado Guardia Nacional pero que tenía escaso valor
militar.
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La conscripción militar obligatoria en Chile, desde inicios del siglo XX, operó entonces como
un mecanismo de control social y de utilización de la tropa reclutada para la represión de
los movimientos sociales y para el adoctrinamiento de las jóvenes generaciones. Pero
además, la implantación del servicio militar obligatorio en el marco de la misión militar
prusiana, significó un proceso de ideologización y de adoctrinamiento de la oficialidad
dentro de una concepción ideológica basada en el militarismo y el nacionalismo autoritario.
No puede olvidarse que desde la implantación de la reforma prusiana y del servicio militar
obligatorio, se incrementó la participación de las fuerzas militares en la contención y
represión de los movimientos y conflictos sindicales, como sucedió desde 1905 en el norte,
hasta el ataque a la Federación de Estudiantes de Chile y el asalto e incendio de la Federación
Obrera de Magallanes en 1920.
En la realidad, durante todo el siglo XIX existieron dos modalidades de convocatoria a la
conscripción: forzada y voluntaria.
Se ha argumentado que el servicio militar obligatorio, en general, no hacía excepciones por
origen social y ejemplo de ello serían los casos de Alberto Hurtado, de los ex Presidentes
Gabriel González Videla, Salvador Allende y Patricio Aylwin, o del artista Roberto Matta, entre
otros, quienes al egresar de su servicio militar obligatorio recibieron su valer militar como
subtenientes de reserva en consideración a sus estudios universitarios.
A partir de los años sesenta, el servicio militar obligatorio contemplaba dos opciones para
su realización: la primera como estudiantes para quienes estuvieran cursando el sexto año
de humanidades (actual cuarto medio) o estudios universitarios o superiores, y la segunda
para quienes no estudiaban ni trabajaban, servicio de un año de duración.
Cabe destacar que con el tiempo a lo largo del siglo XX, el servicio militar obligatorio fue
perdiendo popularidad y la cantidad de conscriptos voluntarios fue bajando, sin embargo
siempre se llenaron los cupos debido a la obligatoriedad. Esta situación durante años fue
muy criticada debido que la gran mayoría de la conscripción provenía de clases sociales
bajas.
Durante la dictadura militar (1973-1990) el servicio militar se alargó de uno a dos años y
aumentaron las dificultades para la eximisión y la exclusión.
Pero al mismo tiempo, como se ha demostrado suficientemente con evidencia testimonial,
se señala que en esa época el trato a los conscriptos se hizo más duro y violento, muchas
veces humillante y atentatorio de los derechos humanos de los soldados conscriptos, lo que
originó que el servicio militar obligatorio se haya vuelto cada vez más impopular y criticado.
Cabe recordar además que durante la dictadura, tanto en allanamientos como en
detenciones e interrogatorios, la oficialidad hizo uso de la tropa de conscriptos como
“mano de obra” ejecutora de torturas y numerosas otras vejaciones a los detenidos.
Dicho sea de paso, esta utilización de los conscriptos durante la dictadura, tiene efectos
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sobre la responsabilidad de los autores de violaciones a los derechos humanos ante los
tribunales de Justicia.
CONSCRIPCION MILITAR OBLIGATORIA VERSUS CONSCRIPCIÓN VOLUNTARIA.
Puede argumentarse hoy que la conscripción militar obligatoria en Chile ha entrado en una
etapa de crisis: crisis del concepto y crisis de la institución.
Ha hecho crisis el concepto de servicio militar obligatorio porque no es universal y porque
finalmente los jóvenes de los sectores sociales más acomodados consiguen eximirse de tal
obligación. Pero a su vez, también hay crisis de la institución del servicio militar, porque en
la práctica, resultan de él soldados que en realidad no están suficientemente preparados
para la eventualidad de la guerra y porque asistimos a un cambio cultural profundo en que
los jóvenes reclaman la voluntariedad e incluso la objeción de conciencia.
La dictadura militar en nuestro país ha terminado por dañar gravemente la institución y la
imagen del servicio militar, especialmente por los frecuentes vejámenes, atropellos a los
derechos humanos y violencia innecesaria en que se incurrió contra los conscriptos.
La voluntariedad del servicio militar en Chile no es algo nuevo ni novedoso.
Como le hemos demostrado, la historia muestra que desde la época colonial y a lo largo del
siglo XIX, la conscripción en Chile era mixta, es decir, había convocatoria obligatoria y
convocatoria voluntaria.
En el presente, la cuestión de introducir el voluntariado se plantea desde la perspectiva de
un cambio estructural mayor en las instituciones de la defensa.
¿Cuál es la propuesta?
En lo esencial, nuestra propuesta es de producir un proceso gradual y paulatino de transición
desde unas fuerzas armadas basadas en la conscripción militar obligatoria a unas fuerzas
armadas basadas exclusivamente en tropa militar profesional.
De este modo, las tareas pendientes en esta materia serían la incorporación del servicio
militar femenino y de la voluntariedad como mecanismos de reclutamiento.
Desde el punto de vista operacional, la propuesta de transición de la obligatoriedad a la
voluntariedad en la conscripción militar, incluye a las tres ramas de las FFAA y supone un
proceso de 10 años de duración, en el que a partir de la “base de conscripción
anual”(constituida por todos los y las jóvenes de 18 años de edad), se vaya incrementando
en 10% el número de plazas voluntarias y se vaya disminuyendo en 10% el número de plazas
obligatorias, hasta completar un 100% de soldados voluntarios, al cabo de 10 años del
proceso.
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En esta propuesta, hemos sugerido la necesidad de avanzar hacia la incorporación de
mujeres en el servicio militar.
Este mecanismo gradual cumple con tres requisitos, a saber:
a) Permite la adaptación gradual de la institución militar al nuevo contingente,
especialmente por parte de la dotación de instructores y suboficiales a cargo del
entrenamiento;
b) Asegura que el entrenamiento se oriente tanto hacia la formación y el entrenamiento
militar para las condiciones de la guerra, como a la formación civica y a la
capacitación técnica del personal de conscriptos con miras a su vida civil futura; y
c) Facilita que la dotación de soldados profesionales se vaya incrementando hacia la
meta final de contar con fuerzas armadas constituidas exclusivamente por
profesionales.
La fórmula que proponemos, entre otros elementos, es que se cree la figura del soldado
profesional, al cual puedan acceder voluntarios provenientes del mundo civil y también
soldados conscriptos que hayan cumplido satisfactoriamente con su período de
conscripción y que elijan la profesión militar.
FUENTES Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y DOCUMENTALES.
Actas del Cabildo de Santiago durante el período llamado de la Patria Vieja. 1810-1814.
Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina. Santiago, 1960.
Anguita, R.: Leyes promulgadas en Chile entre 1810 y el 1 de junio de 1912. Santiago, 1912.
Barros Arana, D.: Historia Jeneral de Chile. Santiago, 1999. Editorial Universitaria.
Boletin de leyes i decretos del Gobierno. 1817-1818. Santiago de Chile, 1898. Imprenta
Nacional.
Encina, F.: Historia de Chile. Santiago, 1983. Editorial Ercilla. Volúmenes 8, 9, y 10.
Oñat R., Roa, C.: Régimen legal del Ejército en el reino de Chile. Notas para su estudio.
Santiago, 1952. Estudios de Historia del Derecho Chileno Nº 1. Universidad Católica de Chile.
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