Palacio Xifré - Rama Rakoczy, Madrid
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Palacio Xifré - Rama Rakoczy, Madrid
Palacio Xifré: una pequeña Alhambra en el centro de Madrid Javier García Blanco – jue, 18 oct 2012 1 Vista exterior del palacio Xifré | Crédito: Biblioteca Digital de la Comunidad de Madrid. La radical reordenación urbanística que experimentaron buena parte de las ciudades europeas desde la segunda mitad del siglo XIX trajo consigo —por lo general—, un trazado urbano más racional, además de calles más anchas y cómodas. Por desgracia, estos cambios —junto con la especulación inmobiliaria—, causaron también la desaparición de algunas muestras singulares y valiosas de arquitectura. [Relacionado: El otro "palacio" de Franco] Eso es precisamente lo que ocurrió en Madrid con el llamado "barrio de los banqueros". Así se conocía en el siglo XIX a una parte del centro de la ciudad que, entre otras zonas, incluía parte del actual Paseo de Recoletos, plaza de Cibeles, paseo del Prado y calles aledañas. En toda aquella parte de la ciudad proliferaron los palacetes y las mansiones construidas por las familias más acaudaladas de la capital, aunque muchos de estos edificios acabaron sucumbiendo a la transformación urbanística del siglo XX. Uno de los casos más singulares fue el del llamado Palacio de Xifré, que originalmente ocupó un solar situado en el paseo del Prado, justo frente al museo del mismo nombre, entre la confluencia de las calles de Huertas y Lope de Vega. Zaguán con el característico estilo 'neoárabe' | Crédito: Biblioteca Digital de la Comunidad de Madrid. Este singular edificio —un magnífico ejemplo de arquitectura historicista en estilo 'neoandalusí' que recordaba intencionadamente a la Alhambra de Granada—, fue construido por encargo del adinerado empresario e industrial José Xifré Downing entre los años 1862 y 1865. Xifré Downing era heredero de una de las mayores fortunas españolas del siglo XIX, amasada por su padre —José Xifré Casas— gracias a sus negocios en Cuba, EE. UU. y Europa. Gracias a esta enorme riqueza Xifré 'junior', que vivía buena parte del tiempo en París, pudo contratar al arquitecto francés Émile Boeswillwald para que diseñara el edificio y al español José Contreras —restaurador de la Alhambra— para que lo construyera. Además, Xifré encomendó a varios especialistas franceses la compra de antigüedades orientales como muebles, tapices y alfombras con las que decorar el suntuoso interior del palacio; una "misión" que se prolongó durante dos años y que les tuvo viajando por varios países de Oriente Medio. El resultado, como puede apreciarse a través de las fotografías de la época, era realmente espectacular. A la muerte de Xifré Downing fue su hijo, José Xifré Hamel, quien heredó el hermoso y exótico edificio. Hombre de gran cultura y enormes inquietudes intelectuales y espirituales, Xifré Hamel fue uno de los primeros españoles en aproximarse a las ideas de la llamada Sociedad Teosófica, convirtiéndose en uno de los fundadores —junto a Francesc Montoliu— de la rama española de esta organización de carácter esotérico, que cautivó a artistas de la talla de Mondrian o Kandinsky, entre otros. Otra de las estancias del espectacular palacio | Crédito: Biblioteca Digital de la Comunidad de Madrid. De hecho, durante muchos años el círculo teosófico que existía en Madrid se reunió de forma habitual en las dependencias del palacio Xifré, cercano al Ateneo de Madrid, otro de los lugares de reunión de los teósofos madrileños. Por desgracia, la dedicación de Xifré Hamel a la teosofía le llevó a dilapidar gran parte de su fortuna editando la revista 'Sophia' —que publicó durante veinte años—, además de costear la publicación decenas de ediciones y traducciones de otros textos teosóficos. Este y otros errores financieros terminarían por llevarle a la ruina económica, viéndose obligado a vender el llamativo edificio en 1914. [Relacionado: San Baudelio de Berlanga, crónica de un expolio] Fue así como el palacio Xifré pasó a nuevas manos, siendo adquirido primero por el duque del Infantado, y más tarde por una inmobiliaria que, en 1949, terminaría derribándolo para construir en el solar el edificio de la Delegación Nacional de Sindicatos, y que hoy alberga al Ministerio de Sanidad y Consumo. Un auténtico "monstruo" de acero y cemento cuya imagen resulta antagónica a lo que un día fue una de las construcciones más llamativas y singulares de la capital.