ARTE EGIPCIO _escultura y pintura_ _1

Transcripción

ARTE EGIPCIO _escultura y pintura_ _1
ARTE EGIPCIO
ESCULTURA
Al igual que la arquitectura, vinculada directamente con la Religión y el poder
del Faraón. La inmutabilidad de las formas es la máxima pretensión también
de las artes figurativas egipcias. No se pretende representar la apariencia de lo
visible, sino su esencia eterna. (*) Solemnidad, hieratismo y rigidez
• (Contexto)
•
Características generales
Aunque se puede hablar de una evolución de la escultura egipcia a lo largo de la
historia, existen unos rasgos que permanecen de modo más menos constante.
1. Utilización de un canón de “belleza” ideal para la figura lo que la convierte aun
más en algo intemporal y absolutamente constante. El modelo básico es la figura de
pie y los módulos guardan relación con la mano y el brazo, el puño cerrado , el ancho
de la mano y el codo. El cuerpo humano de pie mide 18 puños, o cuadrados, o cuatro
codos o 24 anchos de mano. La figura sentada tiene una altura de 15 cuadrados. El
puño viene a ser, por tanto, el módulo de todas las proporciones. Una vez encontrado
su canon, el egipcio lo mantuvo durante siglos, sin cambios substanciales, casi sin
evolución. El arte fue así el reflejo intelectual de un mundo seguro de sí mismo.
2. Ley de la frontalidad y simetría. La espina dorsal, la coronilla, la nariz, la barbilla,
el esternón y los órganos genitales deben estar fijos en un solo plano, (sin desviarse
hacia ninguno de los dos lados), a lo que ayudarán grandemente las formas cúbicas
que dominan la representación, lo que le dará a la obra un carácter geometrizado.
Primero se tallaba un bloque de piedra de forma rectangular, y después se dibujaba en
el frente y en las dos caras laterales de la piedra la figura objeto de representación,
dejándose en ocasiones la parte de atrás casi sin desbastar, o bien adosada a una
losa. La estatua resultante era, en consecuencia, una figura destinada a ser vista
principalmente de frente (ley de la frontalidad). No había necesidad, pues, de esculpir
la figura por todos sus lados, ya que el objetivo era crear una imagen eterna que
representara la esencia y el espíritu de la persona retratada, para lo cual bastaba una
composición frontal de la misma.
3. Hieratismo. Las figuras están inmóviles, estáticas, cuando se les quiere
representar andando sólo se adelanta ligeramente la pierna izquierda, pero los pies
permanecen siempre pegados al suelo. Los rostros son solemnes, inexpresivos,
hieráticos, con la mirada fija, perdida en el horizonte, totalmente alejada del
espectador (atemporal y sobrenatural). A las figuras se las representa siempre
frontales con los brazos a los lados del torso y rigidez en la nuca. El estudio
anatómico, aunque proporcionado, no pormenoriza detalles, produciendo una visión
idealizada.
4. “Perspectiva torcida” o “visión rectilínea”: la figura estaba compuesta a partir
de 4 puntos de vista, uno frontal, otro dorsal y dos laterales que era necesario
recomponer en un solo plano dando como resultado la visión de los ojos, torso y los
hombros de frente, la cabeza y extremidades de perfil. Probablemente se acudió a
esta fórmula para representar al faraón (y a todos los personajes importantes que se
mueven a la sombra de su divinidad) de la manera más completa posible (se buscaba
la eternidad frente el punto de vista transitorio). Y como las escenas describen rituales
solemnes y, podríamos decir, intemporales, los artistas no tuvieron que preocuparse
por la circunstancia de que su método de representar el cuerpo humano hacía casi
imposible en la práctica toda clase de movimiento o acción. En realidad, la apariencia
congelada de la imagen parece particularmente apta para expresar la naturaleza
divina del faraón; los mortales ordinarios actúan, él se limita a ser. Cuando es
necesario describir cualquier actividad física que requiere esfuerzo o impulso, el artista
egipcio no vacila en abandonar la proyección mixta si es preciso, porque dicha
actividad corre siempre a cargo de subalternos, cuya dignidad no necesita ser
mantenida. Por tanto el estilo egipcio de representación de la figura humana parece
haber sido creado específicamente con el propósito de traducir en forma visual la
majestad del monarca divino; debió ser obra de alguno de los artistas que laboraban
en la corte. Y nunca se perdió su sabor sagrado de ceremonial, ni siquiera, cuando en
tiempos posteriores, hubo de servir a otras finalidades aparte de las originarias.
5. Composición ordenada (en el caso de los relieves). La superficie de las
representaciones, se divide en bandas horizontales o registros, y cada figura se apoya
sobre una línea o faja que indica el suelo.
6. La concepción del espacio. La única distancia mensurable en las
representaciones bidimensionales egipcias es la paralela al plano de la superficie,
quedando anuladas la distancia perpendicular y la oblícua. Si estas distancias se
llegan a captar el método utilizado es el de superposición , situados en hilera.
7. “Perspectiva jerárquica”. La figura del soberano ha de poseer la máxima
perfección y ha de cumplir el canon de proporciones y su figura ha de destacarse por
sus dimensiones
•
Materiales
Piedra (caliza, granito, diorita), madera, y, en menor proporción, el metal. Las
superficies se pintaban; los ojos eran piezas incrustadas de otro tipo de material, como
el cristal de roca, que realzaba la apariencia de realidad que pretendía transmitir la
estatua. Para las estatuas de dioses fundamentalmente se utilizaban ricos materiales
como oro, marfil o piedras preciosas por lo que se han conservado pocas de sus
imágenes
•
Temática
Las principales representaciones son imágenes y retratos de dioses y faraones, pero
también se han conservado esculturas de funcionarios y de personajes del
pueblo, sin olvidar los animales, que representaban a muchos dioses. En el caso de
estos últimos, y frente a dioses o faraones, las figuras aparecen más “humanizadas”,
con una mayor carga de realismo, lógico si se piensa que ya no se representa a un ser
sobrenatural sino a alguien que espera ser reconocido por su apariencia. Hay por tanto
una cierta dualidad entre un arte “oficialista”, de reglas frías y menos creativo, y otro
privado
En los relieves de las tumbas igualmente aparecían escenas costumbristas de caza,
pesca, tareas agrícolas, etc. donde se representaban a los trabajadores en sus
diversos oficios y a las mujeres ocupadas en sus tareas domésticas (la mayor parte de
las costumbres y modo de vida de los egipcios se ha conseguido gracias a estas
representaciones). Tales representaciones no fueron concebidas tanto como
acontecimientos acaecidos en un momento determinado, sino como ocupaciones y
oficios en general, con un claro carácter de atemporalidad y eternidad.
•
Tipología
* Escultura en bulto redondo
En la estatua sedente el cuerpo se estructura según dos ángulos que apenas permiten
la creación de vacíos, una de las manos aparece sobre un muslo, mientras que la otra
se sitúa en la misma posición apoyada sobre el pecho. En la variante del personaje de
pie, éste aparece siempre de pie con la pierna izquierda avanzada y los brazos con los
puños cerrados caen a lo largo del cuerpo.
A finales de la IV Dinastía se introdujo una tercera posición escultórica, tan simétrica y
estática como las dos anteriores (de pie y sentadas): la del escriba sentado en el suelo
con las piernas cruzadas y con los brazos algo despegados del tronco.
Es frecuente también la representación de la unidad familiar del faraón o altos
funcionarios con retratos en grupo. Pueden estar de pie los esposos con las manos
entrelazadas o tomando la esposa al marido por el hombro o por el brazo (demuestran
el orgullo egipcio por su familia y el deseo de perpetuar en el más allá su buena
fortuna terrestre). Otras veces aparece sentados o ella de pie. Más escasas son las
triadas reales propias del Imperio Antiguo en la que el rey es mostrado en compañía
de dos figuras femeninas.
Desarrolladas en el Imperio Nuevo son el retrato de busto (cuyo antecedente podrían
ser las llamadas “cabezas de sustitución” del Imperio Antiguo) y la aparición de
estatuas colosales de forma más habitual (con un papel más arquitectónico y que
fueron erigidas para embellecer los templos o lo que es más importante, para la
glorificación de los reyes cuyos nombres llevaban).
Finalmente mencionar a las pequeñas figurillas existentes en las tumbas. En el Más
Allá, el egipcio podía disfrutar de todos sus bienes y propiedades, de ahí que fuera
imprescindible llevarse todos esos bienes al reino de Osiris. Esta idea implicaba, en
primer lugar, la protección de las tumbas, y por otro lado, propició la fabricación de
maquetas y pequeñas figuras que representasen a los esclavos y servidores del finado
que debían acompañarle al Más Allá (ushebtis).
* Escultura en relieve
En lo que se refiere a la escultura en relieve, dominan los bajorrelieves, ligados a la
arquitectura como decoración de los muros, en las columnas, pilastras, sepulcros o
templos o bien en estelas funerarias. Su aparición respondía a dos propósitos
fundamentales: en los muros de los templos para glorificar al faraón; en las tumbas
para preparar al espíritu en su camino hacia la eternidad. El relieve puede ser alzado o
hueco. Es alzado cuando se excava la superficie que rodea a las figuras de manera
que éstas sobresalgan del fondo. Es hueco cuando los perfiles de las figuras se
graban en la superficie, pudiendo aparecer éstas rehundidas, creando efectos de
claroscuro. Los relieves solían pintarse para dar una mayor sensación de realidad,
siendo frecuente la inclusión en ellos de diversos detalles sólo pintados, sin necesidad
de haberlos tallado previamente en la roca. Igualmente las inscripciones serán un
elemento fundamental de los mismos distribuyéndose en torno a las figuras de una
forma, aparentemente, aleatoria.
•
Evolución
El modelo básico de las convenciones artísticas, se formó a lo largo de los primeros
siglos de aquel vasto período, y continuó reafirmándose hasta el final. No obstante
sufrió crisis, que de haber sido tan inflexible como se suele suponer, le habría hecho
sucumbir mucho antes de cuando finalmente lo hizo. El arte egipcio parece ser una
alternancia entre el conservadurismo y la innovación, pero nunca permanece estático.
Imperio Antiguo (dinastías III-VI . 2955-2635 A.c.): En esta época la representación
del faraón alcanza una manifestación de dominio total y a la vez alejamiento de la
realidad. Esta búsqueda de perfección es menor ante el acercamiento de la realidad
en algunas estatuas de príncipes y funcionarios, como las figuras sedentes del
príncipe "Rahotep y su mujer Nofret cromatizadas" o la estatua de "Cheikh el –Beled"
o los escribas sentados.
Imperio Medio (dinastías VII-XVII): En el sur el arcaismo de la escuela tebana propio
del primer periodo intermedio desemboca en un realismo con predominio de una
expresividad rica y atormentada (El rey aunque sigue siendo personaje divino su poder
no sólo procede de la protección de Horus sino de sus victorias frente a los enemigos:
estatuas de Sesostris III, en las que se adivina el paso de la edad y se acerca al
hombre común, donde se han querido ver razones políticas, acercamiento al pueblo, y
religiosas, el ka necesitaría reconocer en todas las edades vitales). En el Norte el arte
arraiga más en la nobleza y en la serenidad de los antiguos talleres menfitas,
herederos de la tradición e idealismo del I. Antiguo.
Imperio Nuevo (dinastías XVIII-XX. 1554-1080 a.C.): La rigurosa y severa estilización
del Imperio Antiguo y el áspero realismo del Imperio Medio fueron reemplazados por
un estilo cortesano en el que se combinaban perfectamente la elegancia y la
cuidadosa atención hacia los detalles más delicados.
En el reinado de Amenofis IV y en los talleres reales se dá un tratamiento final a las
obras que acentúa la sensualidad de las formas, como fruto de la búsqueda de una
nueva definición del cuerpo humano. Las razones estuvieron en el cambio de culto a
Atón, dios solar, e imaginando y proyectando una línea artística encaminada hacia
esta nueva dirección, es decir, a eliminar el hieratismo tradicional del arte egipcio. Al
comienzo de su reinado se utilizó un realismo casi caricaturesco, pero poco a poco fue
derivando hacia un estilo de sutil belleza y profunda ternura, cualidades perfectamente
ejemplificadas en la cabeza de piedra caliza pintada de su esposa, la reina Nefertiti
Se caracteriza también esta época por la coexistencia de distintos estilos que nos
permiten hablar de eclecticismo. En la época de Ramses IV se recupera el equilibrio
de lo clásico y la congruencia formal
•
Significado
Los egipcios creían que todo hombre, además de su cuerpo físico, poseía un alma,
que se denominaba "ba", y un doble espiritual que denominaban "ka" (fuerza vital). Al
morir el cuerpo, el "ba" continuaba viviendo en la tierra y, de noche, descansaba en su
cuerpo. El "ka" del mismo individuo iba y venía entre la tierra y el otro mundo. La vida
eterna dependía de que tanto el "ba" como el "ka" fueran capaces de reconocer el
cuerpo al que pertenecían. Por esto los cadáveres se conservaban momificados.
De esta forma, para que el espíritu (ka) del muerto pudiera seguir disfrutando de su
ambiente terreno se momificaba su cuerpo o si éste resultaba destruido, se colocaba
una estatua junto con las cosas de que había disfrutado en este mundo. La tumba
egipcia será una especie de inversión en tranquilidad espiritual hasta la aparición de la
psicostasia, una especie de juicio donde se pesan las almas.
La figura terminada tenía que ser siempre completa, no le debía faltar ningún elemento
para que pudiera cumplir su misión, ser soporte del alma para la eternidad. Igual de
importante era que se representase en sus mejores condiciones físicas, por ello la
mayor parte de las esculturas conservadas son hombres y mujeres idealizadas.
Estas ideas mágico-religiosas estaban estrechamente relacionadas con la creencia en
que el artista creaba aquello que estaba representando (representar una ofrenda,
mediante grabados en las estelas funerarias, implicaba la auténtica ejecución de esa
ofrenda). En ocasiones, servía el simple hecho de escribir, de relatar los regalos que
eran entregados al dios, para que éstos, en cierto sentido, cobraran entidad; los signos
jeroglíficos, cuya ejecución monumental constituía indudablemente una expresión
artística, guardaron múltiples similitudes con las representaciones escultóricas y
pictóricas, siguiendo las mismas premisas y cánones, de forma que podían también
contribuir a esa creación simbólica. En relación con estas creencias hay que citar
también la importancia del nombre, cuya simple pronunciación equivalía a dotar de
vida al difunto.
Junto a la religión, es indudable que hay que hablar de propaganda política,
identificable en las efigies de los gobernantes y en algunos de los relieves de los
grandes templos
Ejemplos
Paleta de Narmer (I); estatura entronizada de Kefrén (2530); Tríada de Mikerinos
(IV)PAU; Rahotep y su mujer Nofret; Cheikh el –Beled; Escribas sentados PAU;
estatuas de Sesostris III (Imperio Medio); colosos sentados de Amenofis III o “Colosos
de Mennon” (Imperio Antiguo); Retratos del faraón Akhenatón (XVIII); Busto de
Nefertiti (1350); sarcófago de Tutankhamón; colosos de Abu Simbel; cabezas verdes
de Berlín (Bajo Imperio, 1080-332 a.C. s. III-II a.C.)
PINTURA
Relieve y pintura son inseparables; en la mayoría de los casos se utilizaban a
la par el cincel y el pincel para conseguir el acabado final de una obra (relieves
pintados). Tanto uno como otro tienen a la línea como elemento plástico rector.
(Las características generales por tanto son las mismas que la escultura
en relieve)
En el caso de la pintura mural, la piedra se prepara con anterioridad mediante
un primer revestimiento de los sillares con tierra mezclada con paja
desmenuzada y, una vez seco, una segunda y fina capa de yeso.
La técnica utilizada por el pintor es la del temple opaco, que permite que
el artista no tenga que trabajar con la preparación todavía húmeda.
La paleta no es muy rica: los colores fundamentales fueron el negro (obtenido
de ahumados), el blanco (sacado de la tiza o cal), el rojo (de las arcillas), el
verde (obtenido de la malaquita) y el azul (del cobre y del calcio); siendo los
secundarios más empleados el gris, los ocres naturales, los castaños y el
amarillo.
Una vez concluida y seca por completo la pintura se daba un barniz superficial
que, a la vez que la protegía, confería a los colores gran brillo y reflejo
A partir del Imperio Antiguo, el relieve pintado adquiere un carácter
monumental. Los complejos funerarios son lugares propicios para la expresión
de amplios programas iconográficos que pretenden crear un microcosmos al
servicio del difunto.
La pintura del Imperio Antiguo es muy poco conocida, aunque los fragmentos
que han llegado hasta la actualidad denotan que debió alcanzar en este
período un alto grado de perfección técnica. El friso de las "Ocas de Meidum"
es uno de los más bellos ejemplares del período.
En el Imperio Medio, el relieve queda un tanto relegado en la decoración de
las tumbas privadas, para las que se prefieren los pequeños modelos de bulto
redondo. En contrapartida, fue utilizado frecuentemente en los sarcófagos y en
la decoración templaria.
La pintura fue utilizada en la decoración de los hipogeos, ya como
técnica exclusiva, ya para dar color a los relieves. Los temas representados por
la pintura adquieren una mayor libertad figurativa que en el Imperio Antiguo, las
actitudes de los personajes se hacen más dinámicas, las escenas ganan en
complejidad y las formas aparecen adornadas con una elegancia desconocidas
en épocas anteriores.
El Imperio Nuevo supone un desarrollo inigualable para la técnica del
bajorrelieve y la de la pintura
Será a partir de la XVIII dinastía cuando los pilonos de los templos ofrezcan
grandiosas superficies para que labrar en ellos las hazañas de los faraones. (El
rey no es tanto encarnación de la divinidad cuanto cabeza de la nación y héroe
bajo cuyo gobierno el País del Nilo se convierte en eje del mundo).
En las tumbas particulares, además de las consabidos ritos funerarios, escenas
de la vida cotidiana del difunto (trabajos, fiestas fastuosas, ricos banquetes,
escenas de pesca y caza, jardines, estanques, etc…) cubren las paredes de
unos recintos que no se creía que fueran a ser vistos por seres humanos.
Por el contrario, en las tumbas reales del Valle de los Reyes y del Valle de las
Reinas, el espíritu mundano advertido en las tumbas particulares desaparece
ante un arte hermético que describe los viajes del dios del sol hacia el mundo
de las tinieblas

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