EL CUENTO DEL REY GLOTÓN

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EL CUENTO DEL REY GLOTÓN
EL CUENTO DEL REY GLOTÓN
En el remoto territorio de Tragaldabia gobernaba un soberano que disfrutaba
con suculentos festines. Compartía mesa y mantel con los más nobles del reino. Los
banquetes se alargaban hasta el amanecer. En los convites devoraban salmones
frescos al limón, aderezados con espumosos de la región de Champaña; truchas
rellenas de jugosas láminas de panceta crujiente, guarnecidas con vinos blancos de
las laderas del Rin; faisanes embuchados con ciruelas y uvas, dorados a la miel,
regados con caldos rojos de las soleadas tierras del sur; ciervos asados en espetón,
con confitura de grosellas y bayas silvestres de los bosques, acompañados de
licores variados; mangos, chirimoyas, papayas; frutos traídos de parajes exóticos;
hojaldres de canela y crema, cubiertos de chocolate caliente,….
Amaneció un mal día. Un rumor, más temible que la peste negra, se propagó
como una epidemia por los dominios de Tragaldabia: el rey glotón está triste, ¿qué
tendrá el rey glotón, que ya no saborea los manjares?. Un decreto real confirmó los
presagios más funestos de los vasallos. Soldados iban y venían por cañadas y
veredas reclutando nuevos cocineros para palacio. Aquel que restituya el deleite al
monarca será encumbrado, pero a quién fracase se le condenará al patíbulo.
Prestigios guisanderos cocinaron los platos más imaginativos, mero con gusto al
cordero, pollo con sabor a centollo. A pesar de las creativas combinaciones, uno
tras otro perdieron literalmente la cabeza. Por fin, le tocó el turno al más afamado.
Preparó un manjar aliñado con sencillez. Tras degustarlo, el rey mandó traerle a su
presencia. Desilusionado, objetó:
-
-
Poseéis enorme fama y cordura, pero vuestra receta no acaba de
convencerme.
Majestad – respondió el humilde servidor-, me falta un ingrediente
para su sazón.
¿Cuál?- inquirió el rey con ansiedad expectante- Decídmelo y
ordenaré a mis ejércitos que os lo consigan de inmediato, aunque se
halle en la colonia más alejada de imperio.
No se encuentra tan lejos- replicó el cocinero.
Entonces, ¿qué es?
Vuestra hambre, Majestad, vuestra hambre- sonrió el cocinero al
asombrado rey glotón.
Y cuenta la leyenda que aquel cocinero salvó la vida.
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