Enseñanza Semanal - El Shaddai Cuernavaca
Transcripción
Enseñanza Semanal - El Shaddai Cuernavaca
NO HABIA LUGAR 19 al 26 de diciembre. “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” Lucas 2:7. Después de una agobiante caminata de 115 kilómetros (desde Nazaret hasta Belén), los cansados peregrinos esperaban ser recibidos en el más sencillo mesón, pero, no había lugar para ellos… La Biblia nos enseña que Dios envió a su hijo unigénito desde los más altos cielos a traer su luz, su verdad y salvación a este mundo, pero, parece ser que: no hay lugar para él en el corazón del hombre. Los corazones están tan ocupados, que ya no hay lugar para que el Señor repose ahí. ¿De qué está lleno el corazón?: De los afanes de este mundo, cuando el Señor ha dicho: “Porque ¿Qué aprovechara el hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? Juan 8:36; “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” Juan 17:16. ¿Cuáles son esos afanes? Del egoísmo y la conveniencia propia, cuando el Señor ha declarado: “…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame.” Marcos 8:34. De la falta de interés en lo eterno, cuando Jesús dijo: “Mas buscad primeramente el reino de dios y su justicia…” Mateo 6:33. El mensaje que leemos en Apocalipsis 3:20, no fue escrito a incrédulos, sino a los creyentes de la iglesia en Laodicea. Este mensaje dice que el Señor llama a nuestra puerta (al corazón), esperando que escuchemos su voz, que estemos atentos a él, para abrir de par en par la puerta de nuestra alma, porque él quiere entrar a tener comunión con nosotros; a tener una convivencia constante, diaria donde se pueda desarrollar una interacción permanente con su presencia y poder disfrutar de su gloria como lo hizo Moisés y como lo experimentaron sus discípulos: “…y vimos su gloria…” Juan 8:14. El Señor Jesús, (no el niño), anhela que disfrutemos, veamos y participemos de su gloria, ahora y siempre: Juan 17:24, y eso sucederá si permitimos que el haga habitación en nosotros. En nuestras reuniones entonamos un canto que se llama: Ven a habitar, y ese debería ser el sentir de nuestro corazón. ¡No nos conformemos solo con una visita ocasional!!! En nuestras manos está el hacer cambios para que en nuestro interior haya lugar suficiente para él. ¡Deséalo, búscalo, recíbelo, espéralo y cena con él y él lo hará contigo!!!