PRESENCIA Apostólica - Misioneros Claretianos de México
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PRESENCIA Apostólica - Misioneros Claretianos de México
Presencia Apostólica 1 Tú puedes ser mensajero de esperanza, vida y paz, aprendiendo de Claret ¡A gritar la Palabra! Con el don de la vocación recibimos un nombre nuevo (identidad), entramos a formar parte de una familia carismática en la Iglesia (pertenencia), se nos regala una forma de vivir como “hombres que arden en caridad” (espiritualidad), que son enviados a encender a todo el mundo en ese mismo amor de Dios (misión) y que hacen de su vida un camino de progresiva configuración con Cristo (formación). Llamados a Evangelizar No. 39 Cómo vivir la vocación misionera gritar la Palabra! Presencia Apostólica de San Judas Tadeo Misioneros Claretianos 55 - 21 - 38 - 89 www.c laret.org.mx Ilustración: Leticia Asprón Misioneros Claretianos 55-21-38-89 www.claret. org.mx en la Radio Cápsula devocional Ahora los domingos a las 8:55 a.m. tar la Palabra! ABC radio 760 AM 2 Presencia Apostólica 55 - 21 - 38 - 89 www.c laret.org.mx os Claretianos CONTENIDO Director Ernesto Mejía Mejía, CMF 2 Editorial Consejo Editorial 3 Vida cotidiana 4 La historia de Juanito 6 Nuestra devoción Alejandro Cerón Rossainz, CMF José Juan Tapia, CMF Alejandro Quezada Hermosillo, CMF Enrique Mascorro López, CMF René Pérez Díaz, CMF Marcos Garnica Fernández, CMF Ernesto Bañuelos C. Editora Marisol Núñez Cruz 8 Corrección de estilo La vida se da sólo en el ahora Ernesto Bañuelos C. Colaboradores Roger Martínez Marín, CMF Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF C. Armando Ibarra Carrillo, CMF Lourdu Jerome Joseph, CMF Arte y Diseño Mirta Valdés Bello 10 El hábito de quejarse 12 Educar al niño en la fe 14 ¿Quién le podrá devolver la blancura a la nieve? 16 Las manos del sacerdote y su agenda 18 La dimensión social de la fe 19 Libertad y realidades temporales Distribución Liga Nacional de San Judas Tadeo PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor responsable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Casiano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmente, citando la fuente y sin fines comerciales. Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 mail: [email protected] Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío). 20 De la Palabra a la acción Sal y luz EDITORIAL P or alguna razón, iniciar un nuevo año nos despierta el deseo de ser mejores personas. La fe y la espiritualidad son áreas en las que todos podemos mejorar. En este número ofrecemos material que nos puede ayudar a seguir creciendo en estos aspectos, personalmente y en comunidad. Algo muy importante es que nuestra fe nos esté haciendo mejorar en un modo que no sólo nos beneficie a nosotros, sino que alcance también a quienes nos rodean. Una auténtica espiritualidad nos puede hacer personas más alegres y más fuertes ante la adversidad. Por otra parte, la autenticidad de nuestra fe también se manifiesta –y esto en primer lugar, de acuerdo con el Evangelio– en nuestra preocupación por las necesidades de los demás; en nuestra solidaridad con cualquier ser humano que sufra. Una de las lecturas de este bimestre nos habla de que lo que se espera de nosotros los cristianos es que seamos “sal de la tierra” y “luz del mundo”. La metáfora de la sal nos habla de que tenemos la misión de darle mejor sabor a la vida. ¿Cómo? Con amabilidad, comprensión, buen humor… Recordemos aquello de que “un santo triste es un triste santo”. La segunda imagen, la de la luz, nos habla de nuestro compromiso de transmitir con nuestra propia vida el mensaje de Jesús. Esto significa que tenemos que contribuir en la tarea de hacer de este mundo un mejor lugar para vivir. Los ideales de justicia, paz e integridad de la creación resumen muy bien esta misión que, además, debe ser compartida con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. 2 Presencia Apostólica ¿Qué he con mi Margarita Sánchez R. U na buena forma de iniciar el año es hacernos esta pregunta: ¿qué he hecho con mi talento? Cuando han pasado las fiestas y las reuniones con la familia, de repente nos asaltan pensamientos y emociones negativos. Como que nos entra una sensación de vacío existencial. ¿Por qué? La respuesta puede ser en principio porque no hemos aprovechado nuestro talento. Todos tenemos uno o varios talentos y, mientras no los hayamos descubierto y desarrollado, estaremos expuestos a sentir una sensación de vacío… Esa sensación de trabajar en algo que no nos da la satisfacción de sentirnos plenos. Descubrir nuestro talento y trabajar en él es ni más ni menos que cumplir con nuestra misión en la vida. Sólo haciéndolo estaremos en profunda paz y armonía interior. Ese talento está dentro de nosotros y sólo nosotros mismos lo podemos sacar a la luz. Es como un tesoro secreto que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de encontrar. Un talento no descubierto y no aprovechado nos va a hablar a través de síntomas como la depresión, la neurosis y la baja autoestima, y siempre nos gritará desde nuestro interior: “Necesito salir.” Esos síntomas, y las sensaciones que de repente nos asaltan, son Vida cotidiana hecho talento? indicadores de que debemos ver hacia adentro de nosotros mismos y atrevernos a hacer las cosas de manera diferente para poder obtener un resultado diferente. Si seguimos haciendo lo mismo, el resultado también será el mismo. Una vez que hayamos encontrado nuestro talento, estaremos dispuestos a darle horas de trabajo y esfuerzo, y todo lo que huela a ese talento nos va a hacer ir tras él. Nos sentiremos profundamente atraídos y, por cansados que estemos, el deseo interno que tenemos de aprovechar ese talento será nuestro principal detonador de energía. Para lograr esto es muy importante trabajar arduamente en pulir nuestro “yo”; centrándonos en nosotros mismos –no sólo en los hijos, la pareja, los compañeros de trabajo o los vecinos– para llegar a encontrar nuestra misión en la vida, dejando a un lado toda simulación y falta de naturalidad, aprendiendo día con día a ser genuinos en cada pensamiento, acto y palabra. Por último, hay que unir las grandes responsabilidades externas con las internas y seguramente lograremos “dar a luz” ese talento tan profundamente sepultado e ignorado y, a la vez, tan esperado. La autora es Psicoterapeuta humanista [email protected] Oración de Año Nuevo Dios de luz, bendito seas por cada mañana y por cada año nuevo, promesa de vida y renovación. Dios de ternura, bendito seas por el corazón de cada hombre y por las manos que se abren en señal de paz. Dios y Padre de Jesucristo, bendito seas, más aún, por la mirada de tu Hijo, reflejo insondable de tu amor. ¡Bendito, glorificado y santificado seas por aquél que abrazó nuestra carne y nos transfigura en tu luz! Que con tu Iglesia te canten los ángeles en los cielos porque tú eres el Dios de lo infinito y el Dios de toda ternura, y es a ti a quien aclamamos. Señor Jesucristo, tu nacimiento fue la aurora de una paz nueva para los hombres que tú amas. Mira una vez más el amor que tú mismo has depositado en el corazón de tu Iglesia, para que en este nuevo año pueda ella cantar tu gloria, dígnate unir nuestras manos en la unidad y la alegría. Quédate con nosotros, Emmanuel, y danos una paz que dure por los siglos y los siglos sin fin. SEMANARIO CRISTIANO DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN www.mercaba.org Presencia Apostólica 3 Aventuras de un misionero La historia de Juanito C omo cada día, en el monumental e histórico templo de San Hipólito y San Casiano, pero donde se venera más a san Judas Tadeo, estaba yo emocionado, atendiendo a los devotos del santo apóstol, quienes, esperanzados, estiraban sus manos mostrando sus imágenes, ansiosos de que les cayera el agua bendita que yo, muy contento, esparcía a la izquierda, a la derecha y al centro. Los devotos procedían de otros estados y de algunas colonias del Distrito Federal. Ante la existencia de tantas enfermedades, algunas de ellas “incurables” como es el caso del cáncer, principalmente porque muchas per4 Presencia Apostólica Jesús García Vázquez, CMF sonas no pueden cubrir los gastos de la quimioterapia y las radiaciones que exigen con frecuencia médicos a quienes poco les importa la situación económica de los pacientes… en fin, como decía, ante tantos problemas que nos aquejan, vienen muchas personas a pedir la ayuda de san Juditas. De pronto se presentó un niño como de diez años y me dice: —Padre, soy Juan, por favor rece por mí. He venido a pedir a san Juditas que me ayude a soportar el tratamiento que me van a hacer, tengo cáncer. Y me mostraba su calvita que así había quedado por lo agresivo de la quimioterapia y radiaciones. —Voy al hospital a recibir mi tratamiento…— me dijo, mientras yo lo observaba, además de pelón, pálido y cadavérico. —No te preocupes Juanito… le dije, admirado de la fe en Dios que le noté y de su devoción por san Judas Tadeo. Él va rogar por ti y yo también. No te desesperes, aunque te sientas muy mal, pues de las nubes negras, cae agua limpia y fecunda. San Juditas, tu amigo, sabe lo que tiene que hacer y la fe que tienes no va a quedar sin respuesta—, le dije, resuelto a no fallarle, mientras seguía echando agua bendita, sin dejar de pensar en ese niño. Claro que pedí por él como por todas las personas que ese día me pidieron que orara por sus intenciones. Aventuras de un misionero Pasó una semana y de pronto veo a su papá que se dirigía hacia mí al terminar de bendecir a las personas y sus objetos religiosos, pero su hijo ya no venía con él. Enseguida pensé en el niño y me imaginé que seguiría mal, y en efecto así era. Entonces me dijo, con lágrimas en los ojos: —Padre, mi hijo está en la fase terminal y como el médico nos dijo que le concediéramos lo que pidiera, si estaba en nuestras manos, con el corazón destrozado, pero haciéndome el valiente para darle ánimo, le pregunté: “¿Hijito, qué es lo que más deseas en estos momentos?” Y él, dispuesto a aceptar la voluntad de Dios, me dijo: “Papá, ve con san Juditas y le das las gracias por todos los favores que nos ha hecho y, al padre que me echó agua bendita en mi calvita, dile que quiero hablar con él por teléfono para despedirme.” Padre, ¡háganos ese favor!— me suplicó, como si él mismo sintiera el inminente desenlace final de su hijo. Y, con su mano temblorosa, el papá de Juanito sacó su celular y enseguida le llamó a su hijo, comunicándome con él. —Hola Juanito, ¿cómo estás? Su respuesta me causó un poco de tristeza y admiración. —Mi papá me dice que ya me tengo que ir al cielo, pero yo quiero mucho a mi papá y a mi mamá y a mis hermanitos. Dígale a san Juditas que nos haga el paro, y que le diga a Diosito que después me voy, que me gustaría disfrutar un poco más a mi familia, si a Dios le parece bien y si no, que haga como le parezca mejor. Se me hizo un nudo en la garganta, recordé a Jesús en el huerto diciendo: Padre, si es posible, pase de mí este cáliz pero que no se haga como yo quiero sino, tu voluntad. Se me rasaron los ojos y metiendo aire a los pulmones le dije: —Claro que le daré tu recado. En eso me acordé de un proverbio y agregué: —Mira Juanito, si tu problema tiene solución, no hace falta que te preocupes y, si no tiene solución, preocuparte no sirve de nada. Si Diosito quiere tenerte con Él, ten ánimo y Él hará lo que sea mejor para ti. No tengas miedo. Yo estoy seguro de que san Judas Tadeo va a pedir por ti y Dios lo va a escuchar, como siempre lo hace. Confía en que Dios va a resolver el problema a su modo. Yo seguiré rezando por ti. El tono de su voz ya no fue el de antes, sentí como que algo sucedió en él. —¡Muchas gracias, padre!— me contestó en un tono muy agradecido, como si la llamada hubiera sido un bálsamo que le regresara el ánimo. Y aún recuerdo que me dijo, antes de colgar: —Adiós y ¡hasta pronto! Pero nunca me imaginé que ese “pronto” fuera tan pronto. A los dos días entró por su propio pie al templo y cuando llegué a dar la bendición, que lo voy viendo arrodillado en primera fila para recibirla y a su papá a un lado. Luego, luego, dejé a un lado el agua y fui a saludarlo lleno de admiración. Él se puso de pie y me extendió sus brazos. Yo respondí con el mismo gesto y el abrazo que nos dimos fue como un grito de acción de gracias a Dios, y a san Juditas, mientras las lágrimas corrían jubilosas por nuestras mejillas. Nuestro correo Queremos saber tu opinión sobre los artículos publicados en PRESENCIA APOSTÓLICA. Escríbenos a [email protected] www.ligasanjudas.org Presencia Apostólica 5 Nuestra devoción Oración a san Judas Tadeo ¡DI NO A LAS “CADENAS”: VIVE CON LIBERTAD TU FE Y DEVOCIÓN! Santo apóstol, amigo de Jesús: Me acerco a ti en estos momentos difíciles. Intercede por mí. Ayúdame a darme cuenta de que no estoy solo frente a mis dificultades. Por favor auxíliame en mi necesidad, pidiéndole a Dios que envíe: consuelo a mi sufrimiento; valor a mi miedo y curación a mi dolor. Pídele también al Dios del amor que me llene de la gracia necesaria para aceptar mi futuro y el de mis seres queridos, y que fortalezca mi fe en su poder salvador. Gracias, San Juditas, por el ejemplo de esperanza que fue tu vida y misión. Quiero imitarte transmitiendo a los demás este don de la esperanza que se me ha dado a mí. Amén. 6 Presencia Apostólica S abemos que para ti es importante compartir con otros tu propia experiencia de fe, tu devoción a los santos –en especial a san Judas Tadeo–, así como tu agradecimiento por los favores que Dios te concede, y eso es bueno porque el compartir enriquece. Sin embargo, el hecho de propagar la devoción no debe estar sujeto a amenazas de peligros venideros o a falsas promesas de fortuna, y eso es precisamente lo que las llamadas “cadenas” promueven. La costumbre de propagar cadenas “de oración”, pero motivadas por amenazas y falsas promesas, existe desde hace mucho tiempo y actualmente, como muchas otras cosas, ha entrado también en la dinámica de internet. A final de cuentas, en honor a su nombre, esos mensajes te encadenan a una práctica que, lejos de servir para compartir libremente tu experiencia de fe, tu devoción y agradecimiento, te llenan de temor e incertidumbre al no poder o no querer cumplir con precisión las condiciones exigidas; además de que te hacen malgastar tu tiempo. Nuestra devoción Si algo pudiéramos rescatar de estas prácticas sería el deseo de compartir y difundir la devoción a los santos, En este caso de san Judas Tadeo, o de la Virgen María, pero esto jamás debe ser una práctica forzosa, sino que debe brotar de un gesto libre y espontáneo que es reflejo de lo que se vive en el interior. Los santos deben ser para nosotros ejemplo de vida que nos mueva a la imitación y que nos interpele en relación con nuestra propia vida. Es contradictorio asociar la devoción con una serie de elementos que más que expresarla adecuadamente la llenan de superstición, como son, por ejemplo: amenazas rela- cionadas con peligros o castigos, falsas promesas de abundancia, de buena suerte o de alejar el mal que los demás nos deseen, por ejemplo. Debes ir formándote un criterio para saber distinguir cuál es la auténtica devoción, que brota de la fe en Dios y que te ayuda a crecer espiritualmente y cuáles son elementos extraños que enturbian y confunden tu fe. Reflexiona en que nuestra religiosidad, que es expresión de la fe en Dios, crece también como el trigo, entre cizaña, de lo cual nos habla el evangelio, y por lo tanto tenemos que purificarla, sabiendo discernir lo que es bueno de lo que no lo es. colores Los y los tiempos litúrgicos E l ciclo del año litúrgico comprende diferentes tiempos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua, Pentecostés y Tiempo Ordinario. El año litúrgico es un camino de espiritualidad para ser recorrido personalmente y en comunidad. Uno de los lenguajes que funcionan entre los seres humanos es el de los colores, ya que es- tos tienen un significado universal y existe una correspondencia entre cada color y las emociones, pensamientos y sentimientos que provoca o expresa. Los colores que se utilizan en las celebraciones litúrgicas tienen un significado que nos ayuda a integrar mejor el sentido de cada celebración. Color tiempo significado Verde Ordinario Esperanza y vida Morado Cuaresma • Adviento Día de los fieles difuntos Aflicción, penitencia, humildad y espera Rojo Domingo de Ramos • Viernes Santo Pentecostés • Día de la Santa Cruz Fiestas de los mártires Amor y testimonio. Es el color más parecido a la sangre y al fuego. Significa el sacrificio y el incendio de la caridad. Blanco Pascua • Navidad Luz, pureza, alegría y fiesta (otros) Azul Fiestas y misas en honor a la Virgen María Infinito, armonía, lealtad y meditación Dorado y plateado Pueden sustituir al blanco Luz Presencia Apostólica 7 Crecimiento personal La vida se da sólo en el ahora: cada paso construye la existencia Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez C uando pensamos en la vida que tenemos, normalmente vamos a lo que hemos vivido, contamos lo que hemos experimentado. No es nada raro que una gran cantidad de personas se queden en la narración de los eventos más negativos, con lo cual filtran y experimentan su visión de la vida misma. Esta tendencia suele aumentar con la edad. Así que en muchos casos, cuanto mayores nos volvemos, más se asoma la amargura, ya que el “pasado negro” oscurecerá siempre el presente. Con un pie en el pasado y otro en el futuro… Si nos vemos haciendo siempre referencia al pasado, nos desconectamos del presente y, en el fondo, de nosotros mismos, de las verdades fundamentales sobre lo que somos. Por otro lado, cuando nos enfocamos en el futuro, nue8 Presencia Apostólica vamente estamos intentando vivir algo que no es el presente. Lo que está por venir siempre son posibilidades que pueden llegar a ser realidad o no. Lo claro es que el porvenir no existe en el ahora. Ver al futuro generalmente parte de no aceptar la vida que tenemos ni aceptar lo que somos. Construir y sostener imágenes “sólidas” del futuro, consume mucha de nuestra energía y nos desconecta del momento presente. Encontramos entonces, por un lado, que quien se instala en la mirada del pasado normalmente es una persona melancólica y, en ocasiones, tiende a la depresión, a la añoranza de lo que se fue y al resentimiento por lo que pasó. Mantener al pasado tan vivo mata y oculta lo que la vida nos da hoy, por bueno y evidente que sea. Mientras que, por el otro lado, el que ve y se proyecta siempre al futuro se la pasa en la ansiedad, pues lo que no está causa tensión, temor y falta de seguridad al no poderse controlar. De manera que ni el futuro ni el pasado son nuestra realidad: no están. Son el entrampamiento de nuestro destino y de nuestro ser en las fantasías o los recuerdos desencarnados de lo que la vida da y enseña que siempre sucede en el presente. Mantener los dos pies en el presente El aquí y ahora es el momento presente que vivimos. Tu presente en este momento; es ahora que lees este artículo con todo lo que éste te evoque y te haga sentir que siempre partirá de cómo lo registras, de cómo lo interpretas y, sobre todo, de la lectura que haces: yéndote al pasado o al futuro, o logrando estar presente en el ahora. El asunto es poder estar en el presente, aprender a sentir en este momento tu cuerpo y tu respiración, reconociendo los sentimien- Crecimiento personal tos que estás experimentando. Aunque nuestro intelecto capta y elabora, necesitamos quitarle la soberanía sobre nosotros mismos, si queremos lograr vivir el presente como lo único real que tenemos. No se trata de dejar de pensar. El problema es que nos quedamos en nuestros razonamientos y en nuestras fantasías, intentando guiar nuestra vida desde ahí, pero empobreciéndola seguramente. Pues esos razonamientos y fantasías nos alejan de lo único que es real y está: la realidad y nosotros mismos. ¿Qué es entonces vivir? Es tocar lo que está sucediendo en este momento, es saber que la vida es momento a momento. Que el “hace rato” no tiene por qué perpetuarse. Por agradable o difícil que haya sido, nada de lo que vivimos es eterno. La experiencia de venir a la vida y de vivir implica saber aprender, para crecer como personas y ser felices. De hecho, al pretender eternizar la felicidad de un momento, lo único que se logra es generar su opuesto: la infelicidad. Como decía una vieja canción: “La felicidad no es un puerto sino una forma de navegar.” Aprender a estar en lo que sucede es la única forma de salir de ello con fluidez. Del dolor se sale estando en él y no huyendo de él. Si intentamos huir, simplemente lo eternizamos. Pero además, se pierde de vista que el mejor maestro que nos enseña a ser auténticos y a encontrarnos con la verdad es el mismo momento que vivimos. En él siempre está la clave de lo que necesitamos ver y entender. Mas para esto tenemos que saber estar presentes y escucharnos. Mantener nuestros dos pies en el presente es la única manera de estar bien parados y, por lo tanto, equilibrados. Sin embargo, no se está proponiendo que se tenga una visión reducida y sin perspectiva. La fuerza, la autenticidad, la claridad y la experiencia se dan y pueden expandirnos solamente en lo que vivimos, en el aquí y ahora. Hasta la presencia de Dios es en presente, la fe exige de ser actual. De nada sirve el recuerdo de que cuando fuimos pequeños nos educaron o fuimos muy religiosos, que pasamos tal o cual experiencia, pues eso ya pasó y hoy no está. Lo válido está en lo que está hoy y únicamente desde aquí se dimensiona y aterriza lo que es importante para nosotros. Pues la verdad sólo aparece en nosotros cuando somos auténticos, y ser uno mismo no está en el relato de lo que hicimos o vamos a hacer, sino en lo que somos ahora. Ahora bien, lo que somos no es algo acabado. Somos seres en transición y en crecimiento que nada más desde saber estar y ser coherentes en lo que pensamos, creemos, hacemos y sentimos, podemos navegar por la vida con mayor sabiduría. Paradójicamente, desde el ahora adquiere sentido la construcción del futuro y se aprende a soltar el pasado. Del futuro no hay que olvidar que se modela en cada momento; mientras que en relación con el pasado, al madurar, tomamos y actualizamos lo que nos sirve para el presente y soltamos y dejamos ir lo que fue experiencia, buena o mala, pero que hoy se volvería un lastre. Necesitamos, desde esta perspectiva, aprender a cambiar lo que está mal, sabiendo discernir, desde nuestro ser auténtico, especialmente lo que nos hace daño y no nos deja crecer. De lo vivido, hay que tener presente los grandes momentos de transición que nos han servido para cambiar y ser quienes somos. También es necesario estar abiertos al cambio, pues cuando queremos mantener- nos igual, neciamente, tal postura se va volviendo una enorme piedra en el camino, por más bueno que haya sido en su momento lo que intentamos perpetuar. Saber estar en el ahora permite mirar nuevos horizontes que nos posibilitan para encontrar nuevos rumbos, pudiendo así estar en paz y en gozo, con vida y direcciones nuevas; construyendo a partir de lo que hoy somos y con lo que realmente tenemos. Esto no es fácil, se trata de volar sin despegar los pies de la tierra, marcando entonces una paradoja inseparable, pues es claro que si no se vuela no habrá nuevos horizontes dónde buscar y dirigirnos, pero sin tierra se volatilizan nuestros deseos. Se trata de mantener un equilibrio entre objetividad (enfocándonos en la realidad) y subjetividad (desde nuestra perspectiva particular, desde nuestro propio ser). Buscar y conquistar nuestro tesoro Hay que buscar qué es lo que verdaderamente queremos y necesitamos, ahí está el tesoro más importante que pocos logran identificar. Ese ahí es en realidad aquí. Se trata de un tesoro que es invaluable, y que no sólo tenemos que encontrar, sino conquistar; de lo contrario, deviene la enajenación. Conquistémoslo paso a paso; a veces con grandes pasos, a veces con pequeños, pero pasos al fin. Cada momento debe ser un paso. El aquí y ahora lo vivo construyendo el futuro y lo que deja de ser presente va enmarcándose en el pasado. Sin embargo, lo único real es el presente, el ahora. Pues sólo en él está lo vivo y lo trascendente: la vida misma. El autor es licenciado en psicología y filosofía con maestrías en terapia familiar y de pareja. Terapeuta, catedrático universitario y conferencista. [email protected] Presencia Apostólica 9 Desarrollo humano El hábito de quejarse Gylda Valadez Lazcano nuestras relaciones en algo más que una lucha de poder que hace sufrir a todos los involucrados. En muchas ocasiones es más fácil cambiar nuestra percepción de algo o nuestra expectativa que quejarnos. Por otra parte, hay cosas en la vida de las que no podemos quejarnos, pues detrás de cada evento hay aprendizaje, evolución, transmutación y muchas cosas más. Pongamos por ejemplo a nuestras grandes maestras de vida: la enfermedad, la muerte y la soledad. Ante ellas no hay queja que tenga validez. Cada uno necesitamos enfrentar y asumir nuestras vivencias, esas que forman parte de la vida y que si logramos aprender de ellas se convierten en experiencia y sabiduría. Q uejarse es uno de los siete hábitos mortales. Los otros son: castigar, culpar, amenazar, perseguir, criticar y sobornar. Como la mayoría de los hábitos, lo aprendemos en nuestra infancia, de personajes significativos en nuestra vida. Después tendemos a reproducir ese hábito, quejándonos continuamente, ya sea con nosotros mismos o con los demás. 10 Presencia Apostólica Ojalá nuestra queja o las quejas de los demás fueran suficiente para lograr cambios. Sin embargo, parecería que estamos genéticamente programados para resistir cuando alguien nos trata de obligar a hacer algo que no queremos. Tal vez el hábito sea más pronunciado en una persona que en otra; pero al reconocer lo que estamos haciendo (quejarnos) y aprender a aceptar las cosas o a las personas como son, podremos convertir ¿Para qué? Algo que podemos hacer ante cada situación que nos genere y dispare el hábito de quejarnos sería preguntarnos no sólo ¿por qué?, sino ¿para qué?, ¿para qué nos va a servir quejarnos? Responder esta pregunta nos puede hacer ver el verdadero sentido de las cosas. Hay ocasiones en las que presentar formalmente una queja nos sirve para cambiar una situación injusta, pero siempre hay que reflexionar si quejarnos resultará útil o si sólo alimentará un círculo vicioso. Quejarse no debe confundirse con la crítica constructiva a través de la cual le hacemos saber a alguien que ha cometido un error o que tiene alguna deficiencia, de modo tal que pueda mejorar. Abstenerse de quejarse no nece- Desarrollo humano sariamente significa soportar malas conductas o actitudes. No hay nada de malo en decirle al mesero que nuestra sopa está fría y que necesita ser calentada, pero es mejor hacerlo de un modo respetuoso, en lugar de decirle: “¿Cómo te atreves a darme la sopa fría?”, utilizando un estilo mordaz en la queja. Will Bowen, dentro de su comunidad en Kansas, en julio del 2006, propuso el “reto de los veintiún días” con el propósito de ayudar a eliminar cualquier rastro de queja o lamento y sus nocivas consecuencias para el individuo. El reto consiste en auto-observarse y cada vez que llegue el deseo de la queja, volver a empezar. El que logra erradicar el hábito de quejarse habrá hecho de su vida un paraíso, con salud, mejor ánimo, relaciones más favorables, mayor autoestima, etc. Será una persona más feliz, al vivir más en sintonía con el universo. Círculos viciosos Cuando criticamos, nos quejamos o juzgamos, estamos emitiendo una energía discordante que por “ley de atracción”, será devuelta a nosotros pero multiplicada, ya que nuestra acción negativa alimenta aquello de lo que nos quejamos y lo hace más grande. Con la queja nos conectamos con campos de baja energía que nos debilitan, haciéndonos más vulnerables a enfermedades, conflictos sociales y carencias. Por el contrario si hablamos con gratitud y bendecimos, nos conectamos con campos de alta energía, creando una resonancia muy positiva a nuestro alrededor. Está comprobado que nuestros pensamientos y emociones influyen sobre nuestro cuerpo; provocan reacciones bioquímicas y pueden generar adicción. Y precisamente la adicción es el motivo por el cual buscamos experimentar reiteradamente cierto tipo de situaciones que cubrirán el ansia bioquímica de las células de nuestro cuerpo, provocándonos una satisfacción momentánea, pero que a mediano y largo plazo nos provocan multitud de efectos no deseados y alimentan círculos viciosos. Aprendamos a generar círculos virtuosos El experimento de los veintiún días –mencionado anteriormente– parte de que ese tiempo será suficiente para dejar el hábito de la queja y formar el nuevo habito de la gratitud. De manera consciente y voluntaria podemos generar en nuestra vida una corriente alternativa positiva, incluyendo en ella hábitos como pueden ser: el canto, la danza, la lectura, el contacto con la naturaleza, etc. El simple hecho de disfrutar profundamente oliendo una flor, mantener diálogos positivos con quienes nos rodean, ver películas propositivas, leer buenas revistas, comer alimentos sanos, o respirar profundamente, es decir, tomar decisiones conscientes y hacer elecciones que sabemos que pueden modificar nuestro ser, incluso a un nivel molecular, conduciéndonos a establecer círculos virtuosos y no círculos viciosos. Dependiendo del tipo y cantidad de hábitos beneficiosos que adquiramos, podemos demorar semanas o meses en erradicar las “células adictas”. Esto resulta esperanzador. Básicamente es una cuestión de conciencia, elección, y voluntad. Se trata de querer ser felices aquí y ahora. La autora es psicoterapeuta. [email protected] Presencia Apostólica 11 Formación cristiana Educar al niño en la Héctor Núñez Gutiérrez, CMF A l final del relato de lo ocurrido con el niño Jesús en el templo, el evangelio afirma que “Jesús crecía en saber, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres” (Lc 2,52). Pero, ¿nos hemos puesto a pensar que Cristo estaba estableciendo un proceso para que se realizara en cada una de sus creaturas humanas? En el versículo 50 del mismo capítulo, Lucas nos dice –haciendo alusión a los padres de Jesús–: “ellos no entendieron lo que les decía”, tampoco muchos papás entienden lo que el proceso de 12 Presencia Apostólica fe desarrollo del niño Jesús significa como modelo a seguir en sus criaturas. Y así, desperdician y mutilan un proceso enriquecedor, un proceso de desarrollo deseado por Dios en todo ser humano: El ir creciendo en estatura (en edad) sucede naturalmente, mientras el crecer en el saber lo vamos logrando con más o menos deficiencias. Ahora bien, qué poca ayuda recibe el niño cuando se le va simplemente cuidando en sus necesidades humanas básicas, cuando se encuentra la mayor parte del tiempo ante la televisión, un discutible medio de tenerlo quieto y lejos de peligros físicos, pero que no es suficiente para alcanzar un correcto desarrollo espiritual y moral. Se espera que la escuela sea el ambiente en el que el niño se desarrolle en el saber. Pero, qué bien harían los papás si completaran esa guía en la interacción familiar. La formación de valores, el correcto desarrollo del propio carácter, la autoestima y la formación religiosa; todo esto requiere dedicación personal. Seguramente todos habremos escuchado o leído ideas como esta: “Si un niño se acostumbra desde pequeño a escuchar cuentos en boca de su madre o de su padre, estará expuesto desde muy pequeño a un amplio vocabulario, conseguirá una mayor comprensión textual y tendrá un mayor desarrollo del lenguaje. Esos conocimientos le harán estar mejor preparado para afrontar el preescolar y lo predispondrán para empezar a aprender desde el primer día.” En cuanto al crecimiento espiritual (crecer en gracia), los papás son insustituibles (o casi), dado que la mayoría de los niños tienen una educación laica. La idea de Dios que se forme en el niño dependerá de sus experiencias familiares y comunitarias. Como lo dicen algunos teólogos, a Dios se le descubre y se le experimenta en lo humano. “Para los niños como para los adultos, la relación con Dios se experimenta con el corazón y las manos, mucho más que con la cabeza.” P. Jean Marchand Y también se le experimenta cerca de la naturaleza. En la belleza de la creación se encuentra la presencia de Dios. Así, espontáneamente se puede iniciar a los niños en el silencio, en la contemplación, esperando que eso les ayude a su vez a caminar hacia Dios. La editorial americana William H. Sadlier, Inc., nos ofrece un curso de formación en la fe para niños. Aquí retomo algunos aspectos ajustándolos a nuestro entorno. El siguiente esquema de contenido nos da una pauta para enterarnos por dónde puede ir nuestra preocupación para ir orientando la apertura, la concientización y el compromiso con la fe del niño. La fe es ante todo un don de Dios, pero a nosotros nos corresponde la búsqueda y la respuesta; ese es nuestro compromiso. Así como creció Jesús “en edad sabiduría y gracia” (Lucas 2:52), así también deben crecer nuestros niños. Formación cristiana Algunos aspectos a considerar en la formación en la fe del niño, desde el preescolar hasta sexto grado Preescolar Los niños en esta etapa están abiertos a nuevas experiencias. Ellos están llenos de curiosidad y se maravillan, lo que les ayuda a estar receptivos para aprender sobre la creación de Dios. Los niños de esta edad empiezan a desarrollar una relación con Dios y están comenzando a crecer en entendimiento de quiénes son en relación con Dios y con los demás. Pueden darse cuenta de que compartir su amor puede ser un gozo, pero también un reto. Primer grado Los niños de primer año son curiosos, espontáneos y energéticos. Creen que Dios está cerca de ellos. A esta edad aprenden la fe participando activamente en experiencias sensoriales: visitando la iglesia de la parroquia, diseñando cruces, santiguándose con agua bendita, haciendo cosas con otros. Pueden responder al amor de Jesús respetando a Dios, a ellos mismos y a los demás. Segundo grado Este es un año de gran entusiasmo en la vida de los niños. Muchos se están preparando para celebrar la primera reconciliación y la primera comunión. Tienen curiosidad por lo que pasa en la misa y desean participar plenamente en ella. A esta edad su habilidad para compartir ha aumentado y les gusta escuchar historias sobre las distintas formas de amar y respetar a los demás. Tercer grado En este año a los niños se les presenta el concepto de Iglesia como una comunidad en la parroquia y en el mundo y su papel en ella. Al desarrollar su conciencia y habilidades, tienen el deseo de unirse a otros en la liturgia, la oración, las lecturas bíblicas y manifiestan su deseo de ayudar a los necesitados. Esto les ayuda a entender mejor las razones detrás de las creencias y prácticas de nuestra Iglesia. Cuarto grado Los niños de cuarto año típicamente desarrollan su autoestima, la interacción social y el interés en el mundo en general. Les gusta unirse a grupos y equipos, así llevan su perspectiva realista a la necesidad humana de reglas y normas. A su nivel, están listos para apreciar los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas y las enseñanzas de Jesús. Con el apoyo de los adultos, pueden estar listos para llegar a otros y servirles responsablemente. Quinto grado A los niños de quinto se les pedirá enlazar su habilidad de crecimiento para pensar abstractamente en el significado de los sacramentos como signos del amor de Dios. Su preocupación innata por la lealtad les ayuda a entender que el amor de Dios, a través de todos los medios y trabajos por la justicia y la paz, es vital. Son sensibles a los valores de su grupo, esto es importante para reforzar, con palabras y ejemplos, nuestra solidaridad como católicos. Sexto grado Como pre-adolescentes, los estudiantes de sexto curso no son niños ni adolescentes. Necesitan la aceptación de sus compañeros y la aprobación y dirección de los adultos. Su fe en Dios está dirigida mayormente por la razón, en vez de por la emoción. Aun así, la Escritu- ra, la liturgia, la oración, las historias bíblicas, los dramas, la música y la poesía son formas esenciales de lograr la profundidad de esta relación. Por medio de la relación con jóvenes y adultos pueden estar abiertos a “hacer una diferencia”, tomando decisiones responsables por la bondad y la justicia. El crecimiento del niño se da en la escuela y se da en el hogar, pero, en el contexto de una enseñanza laica (como en le caso de las escuelas públicas), el compromiso del desarrollo espiritual queda doblemente en el ambiente familiar y lo que sucede muchas veces es que el puesto permanece vacante y el proceso formativo no se da “ni aquí ni allá”. Es necesario señalar que el niño nacido y criado en un hogar católico absorbe la fe como “por los poros” de su mente y de su espíritu. La fraseología religiosa se graba y se almacena en las mentes tiernas de los niños, así como éstos se saturan de la cultura, incluyendo por ejemplo la música y la comida, del país donde nacen. También hay que señalar que al niño hay que irle concientizando en por qué vale la pena aceptar y cumplir con las costumbres y valores que guían nuestra vida. Esto teniendo en cuenta que las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra… Podemos inculcar al niño el orgullo de su patrimonio cultural y religioso, pero procurando que su religiosidad no quede en una simple tradición que se debe conservar. Ayudarle a reflexionar su fe, ilustrándola con lecturas apropiadas, procurarle algún grupo donde pueda profundizar en lo que cree y practicarlo. Y por último, pero de primera importancia, iniciarlo en la lectura de la Biblia con los comentarios que le ayuden a desentrañar las enseñanzas que en ella Dios nos da. Presencia Apostólica 13 Historia para meditar los demás colores que conformaban el esplendor del jardín. Yo entonces no era más que un niño, con una capacidad de asombro ilimitada, para la que todo es maravilloso y un milagro vivo de Dios. Por desgracia, hacerse mayor significa, muchas veces, olvidar esa faceta, y son verdaderamente bienaventurados, los que ya con el pelo cano, o definitivamente sin él, siguen viendo con mirada de niño los milagros cotidianos de Dios. Nunca deberíamos de perder a ese niño que llevamos dentro… Como les decía, miraba detrás del ventanal, cuando a mis espaldas apareció mi abuelo. Él era uno de esos niños con pelo blanco... Él también abría mucho los ojos para dejarse sorprender por el milagro de la nieve. De pronto me comenzó a decir: —¿Sabes en lo que estoy pensando? Yo tuve que decirle que no, ¿cómo podía yo saberlo? —Pienso que la vida del hombre es como la nieve. El abuelo vio mi cara de sorpresa, se sentó en su sillón y me invitó a que me sentara sobre sus rodillas, y entonces continuó: —Mira, la vida del hombre es como esta nieve que está cayendo el día de hoy. De pronto, sin que el hombre lo sepa, llega al mundo. Hay quienes se quedan en las explicaciones científicas, pero a mí me gusta quedarme con la admiración ante lo que es verdaderamente grande, como nevar, como nacer… Pues bien, un buen día nacemos y nos extendemos como la nieve, cubriéndolo todo con la inocencia y la alegría de la infancia. Sí, cuando somos niños, todo es puro, inocente y limpio, como cuando acaba de nevar, aunque por desgracia haya muchos niños que no pueden disfrutar de la magia de la inocencia, porque se la han robado los adultos… Aquí mi abuelo guardó silencio. Yo seguía sin entender algunas cosas, pero sus ojos, su voz y la magia del momento me tenían embebido. Prosiguió: —¡Qué afortunados son los lugares en donde la vida cotidiana y las prisas de los hombres no destruyen la nieve que los cubre, donde el inmaculado encanto desaparece paulatina y naturalmente! Pero, como te digo, esto no siempre es así. En las grandes ¿Quién le podrá devolver la blancura a la P nieve? Enrique A. Eguiarte, OAR osiblemente muchos de ustedes nunca hayan visto nevar. Es uno de los espectáculos más maravillosos. En primer lugar, ver cómo, de repente, el cielo se queda sereno y con un color plomizo. De pronto, el frío da la impresión de serenarse y, cuando nadie se lo espera, empiezan a caer los copos; primero tímidamente y poco a poco aumentando la intensidad. El acompasado caer de los copos –cuando los puedes ver detrás de una ventana y al calor de una buena chimenea– te relaja la vista y el espíritu. No obstante, cuando la nevada te sorprende a mitad del camino, sobre todo si la tarde ya va cayendo, puede ser motivo de preocupación y angustia. La historia que hoy les cuento sucedió hace muchos años en la primera circunstancia que les he dicho: viendo nevar, detrás de un gran ventanal y al amor de una buena chimenea. Esa tarde la nieve iba cubriendo todo el panorama delante de mis ojos. Debajo del blanco deslumbrador, fueron desapareciendo los verdes de los árboles y de la hierba, así como los amarillos de las hojas secas y 14 Presencia Apostólica Historia para meditar ciudades del norte del planeta, después del estupor de todos los habitantes ante la nueva nevada, la vida debe continuar. Por ello con grandes máquinas, o con palas, se aparta la nieve de las carreteras y caminos. ¿Y sabes qué sucede? La nieve inmaculada se vuelve de pronto gris y oscura. La vida tiene que seguir y el precio es el de ensuciar la nieve. Yo, sentado sobre las rodillas de mi abuelo, no perdía palabra. —¿Sabes?, cuando veo los grandes montones de nieve sucia, me pregunto: ¿Quién le podrá devolver su blancura a la nieve? Y es entonces que veo, que sólo el sol puede hacerlo. Cuando por fin, después del invierno, vuelve a brillar con fuerza, los grandes bloques pardos de nieve congelada se empiezan a derretir, dejando en el suelo la suciedad que se les pegó y volviendo a ser agua que corre alegre de nuevo hacia los ríos, para alimentar a los bosques, a los animales y a los hombres. Sólo la nieve que se deja derretir por el sol, volverá ser pura. La nieve que queda en los lugares más sombríos y oscuros, ahí se quedará, acumulándose de año en año, endureciéndose, juntando cada vez más impureza, sin volver nunca a ser blanca y sin ser útil para nadie. Lo mismo los hombres, cuando recapacitan y se dan cuenta de que las diferentes circunstancias de la vida los han llevado a perder su pureza interior, necesitan ponerse al calor del mismo Dios para que, muriendo a su vieja condición, puedan de nuevo renacer a una vida nueva… Dicho esto, mi abuelo me sentó en su sillón y abrió la puerta que daba al jardín. Un aire gélido e impregnado de partículas blanquísimas de nieve se coló dentro de la casa. Vi como mi abuelo salía, lentamente, como si fuera un antiguo sacerdote que iba a llevar a cabo algún rito sagrado. Después de mirar al cielo y dejar que algunos copos le resbalaran por la cabeza y los hombros, extendió ambas manos y detuvo entre ellas algunos gruesos copos. Posteriormente volvió, con la nieve entre las manos y entró en la casa, se dirigió a la chimenea y ahí, viendo cómo danzaban las llamas, dejó caer lentamente los copos de nieve sobre el fuego. La nieve levantó una humareda y se derritió inmediatamente. El abuelo guardó silencio un momento y volvió a su sillón. Me volvió a sentar sobre sus rodillas y me preguntó: —¿Comprendes lo que he hecho? Una vez más me quedé mirando sus infinitos ojos azules, sin poder dar una respuesta. Mi abuelo entonces dijo: —Toda transformación exige una muerte. Si la nieve no muere a su condición, no podría nacer el agua, y sin ella los ríos se agotarían y las plantas y los bosques se secarían. Sólo quien está dispuesto a perder su vida, la gana, pues: “Si el grano de trigo sembrado en tierra no muere se queda infecundo, pero si muere da mucho fruto.” Quien nunca decide ponerse al sol de Dios o se siente conforme con lo que ha llegado a ser, o simplemente está demasiado embebido en su rutina de todos los días, nunca volverá a la plena felicidad, pues nadie es feliz en medio de la impureza, viviendo sólo para sí. Los bloques de hielo en medio de las sombras se vuelven cada vez más duros e impenetrables. «Nadie es feliz en medio de la impureza, viviendo sólo para sí.» Mientras mi imaginación volaba entre bloques enormes de hielo, duros y sucios. Mi abuelo siguió diciendo: —Y así son, por desgracia, algunos seres humanos que, endurecidos por los inviernos de la vida, viven desentendidos de los demás, creyendo que todo lo que han recibido y son es sólo para ellos… y olvidando que el agua, la vida que les da consistencia, proviene de Dios y que es preciso comunicar vida a los demás. Una vez más fijé mi atención en los ojos de mi abuelo: me parecieron todos ellos de agua, un agua viva y vivificante, una nieve que se había derretido con dolor, pero que no guardaba amargura sino que era agua agradecida y amorosa. Mi abuelo prosiguió su relato: —Sólo cuando la nieve descubre que lleva dentro de sí agua que puede dar vida y se decide a ponerse al sol de Dios, vuelve a ser pura. La vida del hombre es así. El gran don que ha recibido lo pone ante dos alternativas: El don lo das y esto te purifica, te hace pleno y te hace ser feliz, o te quedas con el don egoístamente para ti, y es entonces cuando lo pierdes todo. Sus ojos se quedaron mirando a la nieve que caía, pensando en la vida de los hombres y deseando que todos ellos, en todo el mundo, comprendieran su bella y difícil vocación de ser hombres. Y yo, sentado sobre las rodillas del abuelo, en aquel momento no entendía todo lo que él dijo, pero lo anotaba en la libreta del corazón, a cuyas páginas he vuelto mucha veces, para buscar sentido y luz, para encontrar en medio de sus páginas el secreto de la felicidad y la respuesta a la pregunta, ¿quién es el que le puede devolver la pureza a la nieve? Presencia Apostólica 15 Reflexión Las manos del sacerdote y su agenda Juan Carlos Martos, CMF C ualquiera me podría argüir que los corrientes no son los mejores tiempos para escribir sobre curas. La ola de escándalos, difundida a los cuatro vientos por los medios sociales de comunicación, pareciera que invita más al silencio que a la palabra. Contra ese parecer opongo mi convicción de que hoy más que nunca debemos hablar de la hondura del ministerio sacerdotal. Es, a mi entender, la única manera de redimirlo cuanto antes de las lacras históricas con las que el pecado humano lo ha podido manchar. Y lo más importante del ministerio ordenado –aunque lógicamente influye de manera importantísima su credibilidad– es el misterio que esconde. Confundir, como expresó Berdiaeff, “la dignidad del cris16 Presencia Apostólica tianismo con la indignidad de los cristianos” es un craso error. Error que en relación con el sacerdocio, no debemos nutrir con nuestro silencio. Mantengo firmemente que lejos de ser una forma de promoción y de dignidad personal, el ministerio sacerdotal es un servicio de amor humilde a los hermanos. No debe ser de otra manera. Y para hablar del servicio del sacerdote me voy a fijar en dos instrumentos imprescindibles en su ministerio: Sus manos y su agenda. El milagro de las manos El sacramento del orden puede ser llamado sacramento de las manos, en un doble sentido: las manos son impuestas sobre el candidato invocando sobre él la ayuda potente y vigorosa del Espíritu Santo; pero además las manos del candidato son ungidas con óleo para significar así la habilitación para una misión. La imposición de manos es símbolo de un envío, de una misión que se confía. La unción de las manos concreta esa misión: las manos trabajan, entregan, transmiten, tranquilizan a veces y acompañan otras (la manos sobre el hombro, las manos que sostienen a otros, las manos que parten y reparten el pan, las manos que bendicen, las manos que señalan con un dedo,…). Manos a las que un poema de J. L. Blanco Vega pide al Señor convierta en una herramienta constructiva, “cura su fiebre posesiva, y ábrela al bien de mis hermanos”. La ordenación ministerial opera una misteriosa transformación de las manos. Si se mira de cerca y sin prejuicios, es un verdadero milagro. La agenda del sacerdote Todo sacerdote, alguna vez, experimenta viva y cruelmente lo que Reflexión significa el tiempo al pasar por su vida. Mirando al retrovisor, ¿cómo no seguir sintiéndose orgulloso de ser cura, como hace treinta años, por causa de todo el bien hecho a tantísima gente, a pesar de sentirse «otro» cura diferente del que fue al ordenarse? ¡Y cuántos dolores de ayer que parecían incurables, hoy le hacen casi sonreír! Invito a los lectores a echarle un vistazo a la agenda de cualquier sacerdote diligente. Cuando tiene que cambiarla y puede entonces recontar el buen trabajo hecho por los demás, comprueba que es, por fortuna, inmenso. Mucho más de lo que se pensaba. Sus días duraban más de veinticuatro horas. El ministerio del servicio gratuito destroza las inflexibles matemáticas del reloj. No sé si las culebras se cambiarán de piel con dolor o sin él. Pero conozco a un sacerdote que, al concluir una importante etapa de su vida, se sintió casi desnudo. Dejaba atrás años enteros, enterraba una parte del hombre que fue y cortaba con dulces ataduras que ya nada significaban. Porque la vida es cruel a ratos, y unas personas empujan a otras, haciéndo- aquellos buenos sacerdotes de los que jamás hablarán los periódicos. Un día, un anciano profesor fue invitado como experto para hablar sobre la planificación más eficaz del propio tiempo a los ejecutivos de grandes compañías. Decidió hacer un experimento. De pie, sacó de debajo de la mesa un gran jarrón de cristal vacío. Tomó después una docena de piedras del tamaño de pelotas de tenis que depositó con cuidado, una por una, en el jarrón hasta llenarlo. Cuando ya no había espacio para otras piedras, preguntó a los alumnos: “¿Creéis que el jarrón está lleno?”, y todos respondieron: “¡Sí!”. Se agachó de nuevo y sacó de debajo de la mesa una caja llena de grava que derramó encima de las grandes piedras, moviendo el jarrón para que la grava pudiera penetrar entre las piedras grandes hasta llegar al fondo. “Ahora, ¿se ha llenado?”, preguntó. Con más prudencia, los alumnos comenzaron a comprender y respondieron: “Quizá no todavía”. El anciano profesor se agachó de nuevo y esta vez sacó un saco de arena, que derramó en el jarrón. La arena llenó los espacios entre las hacer”. “No”, respondió el profesor. “Lo que demuestra el experimento es que si no se meten en primer lugar las piedras gruesas en el jarrón después no podrán entrar”. “¿Cuáles son las grandes piedras, las prioridades de nuestra vida? Lo importante es poner estas grandes piedras en el primer lugar de nuestra agenda”. San Pedro indicó de una vez por todas cuáles son las grandes piedras, las prioridades absolutas, de los apóstoles y de sus sucesores, obispos y sacerdotes: “nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra” (Hechos 6,4). Un buen regalo de navidad para un sacerdote sería una agenda nueva. El ministerio del servicio gratuito destroza las inflexibles matemáticas del reloj. se sitio. Como hombre que era, no tenía corazón para todo el mundo. Vivir sacerdotalmente es eso: ir dejando fotos y recuerdos, alegrías y dolores, perdido todo en este cementerio del tiempo,… por amor. Al mirar atrás no podía evitar un ramalazo no sé si de tristeza o de nostalgia. Tenía ceniza en las manos, pero su corazón aun le seguía latiendo al ritmo silencioso del amor. Cristo seguía enseñándole a estirar su tiempo. Y a ello hace alusión esta otra historia que podemos dedicar a piedras y la grava. Preguntó nuevamente: “Ahora, ¿está lleno el jarrón?”. Y todos, sin pensarlo dos veces, respondieron: “¡No!”. El anciano tomó una garrafa que se encontraba en la mesa y derramó el agua hasta llenar el jarrón. Entonces, pregunta: “¿Cuál es la gran verdad que nos muestra este experimento?”. El más atrevido respondió: “Demuestra que, aunque nuestra agenda esté totalmente llena, con algo de buena voluntad siempre se puede añadir algún compromiso, algo más por Presencia Apostólica 17 k Fe y vida LA DIMENSIÓN SOCIAL DE L as religiones son instituciones que posibilitan nuestra relación con Dios. En todas ellas se distinguen diversos elementos: muchas veces preponderan las prácticas cultuales, las cuales adquieren así una relevancia exagerada (por ejemplo, los sacramentos cristianos desvinculados de la vida). A veces, las prácticas rituales adquieren connotaciones de magia, es decir, acciones normadas con las cuales pareciera que podemos apoderarnos de las fuerzas sobrenaturales (o naturales), para dar satisfacción a nuestros deseos materialistas, como si Dios se sujetara fatalmente a dichas acciones humanas, sin tener en cuenta los méritos de quienes demandan y sin reconocer la benevolencia voluntaria de la divinidad. Por ejemplo, esas “oraciones eficacísimas”, que deben ser recitadas en días consecutivos señalados o ante determinada imagen. Otro elemento de las religiones es la espiritualidad. Con frecuencia, la mística tiende a entenderse como algo que pasa dentro de uno mismo (ser consciente de la Gracia), y por tanto, desentenderse del mundo, este “valle de lágrimas”. Sin embargo, esta interiorización de la fe a veces se vuelve enajenante. Existe también un sistema de creencias o dogmas, que son las que mueven y justifican nuestras acciones. Por último, otro elemento de las religiones es una ética derivada de sus creencias, que frecuentemente parece esfumarse ante el devocionalismo o el sacramentalismo. Esta dimensión ética, muchas veces simplemente re18 Presencia Apostólica Enrique Marroquín, CMF produce la moral ambiental (de este tiempo o del de los tiempos bíblicos). Es así que la moral que suele escucharse en el confesionario se reduce a faltas de índole sexual, a conflictos en las relaciones sociales o a falta de asistencia al culto: siempre en un ámbito individualista e intimista. La propuesta religiosa de Jesús, renovación del judaísmo tradicional, entonces en decadencia, insistía más en la ética social. Jesús no celebraba cultos, ni siquiera ritos bautismales, como Juan el Bautista. El tema de su misión mesiánica fue siempre el slogan: “Ya está cerca el Reino de Dios”, primer proyecto a nivel mundial: hacer de toda la humanidad una única familia, que tenga como Padre a Dios y que, por tanto, todos seamos hermanos. Un mundo donde prevalezcan los valores de la justicia, la paz, el amor, la verdad, la libertad y la Gracia. El verdadero culto, como ya habían anunciado antes los profetas del Antiguo Testamento, no consiste tanto en holocaustos y sacrificios, ni siquiera en la solemnidad de una liturgia, sino en socorrer a los más vulnerables, que en aquel tiempo eran “las viudas, los huérfanos y los emigrados”. Esta dimensión social de la fe es, pues, un imperativo ineludible para los cristianos. “No el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de Dios, sino el que hace la voluntad del Padre que está en los Cielos.” (Mt 7,21), y la voluntad divina es justamente ese Reino, construido a partir de los últimos, de los oprimidos, los excluidos, los discriminados, los afligidos. En el episodio del Juicio Final, El Divino Juez no castiga por faltas a la moral ambiental, sino por insensibilidad para con los necesitados, pues Jesús mismo es quien estaba en aquellos. A finales del siglo XIX, en 1891, León XIII publicó la primera encíclica social, la “Rerum Novarum”, con la que la Iglesia se acercaba al mundo del trabajo. Desde entonces, el magisterio social de la Iglesia se ha ido desarrollando, tocando prácticamente todos los temas de ética social, desde los principios deducidos sea directamente del Evangelio, sea de la filosofía aristotélica, al menos mientras no se encuentre otro paradigma mejor. Teléfono abierto LA FE Por tanto, todo cristiano ha de ser sensible a las necesidades de la sociedad, dependiendo de sus posibilidades para hacer un análisis de la realidad y entrar de alguna manera a la organización que trabaje en hacer realidad esos ideales. A muchos cristianos, sin embargo, esta dimensión social de la fe les parece como algo ajeno a la fe cristiana, como politiquería, o a lo más, como algo optativo, tal vez referido a unos cuantos especialmente llamados. Así se han encargado de presentarla, a través de los medios de comunicación social, aquellos que sienten amenazados sus privilegios ante esta toma de conciencia. Pero en realidad, es una tarea propia de todo aquel que se reconozca como cristiano. Los pobres, que están por todas partes en nuestra sociedad, no dejan de interpelarnos, si bien las respuestas a sus necesidades debieran convertirse en formas de presión hacia los responsables de las mismas, o de educación para los interesados, para que estos aprendan a defender lo que les corresponde. Superando las prácticas meramente asistencialistas (dar limosna a algún “pobre”), la Iglesia se involucra en programas de desarrollo o promoción comunitaria, y cada vez más, posterga soluciones inmediatistas, calmantes de situaciones dolorosas, atención a los meros síntomas, para alcanzar las causas sociales, buscando la transformación de la sociedad. Entonces, cuando nos involucramos en estas prácticas, ayudamos a san Judas Tadeo a atender a las graves necesidades de la gente. LIBERTAD Y REALIDADES TEMPORALES Ernesto Bañuelos C. S i san Pablo hubiera vivido en nuestra época, sin duda habría escrito las mismas cartas que en la era apostólica. Les decía a los gálatas (los habitantes de Galacia, en la antigua Asia Menor) que los deseos de la carne están contra el Espíritu y los deseos del Espíritu están contra la carne; ello es tan actual que sus palabras parecieran escritas en este año: Es fácil ver lo que viene de la carne: libertad sexual, impurezas... magia, odios, celos y violencias... borracheras, orgías y cosas semejantes... En contraparte afirma con vigor: En cambio el fruto del Espíritu es: caridad, alegría y paz; paciencia, comprensión de los demás, bondad y fidelidad; mansedumbre y dominio de sí mismo (Gal 5,19-22). tra fe pueda crecer, es indispensable que estemos bien adaptados a la sociedad y a la cultura de nuestro tiempo y vivamos de tal manera que amemos a Dios Padre, y al mundo y a los hombres en Él. Vivir en nuestro mundo concreto En una Exhortación a los laicos, el papa Juan Pablo II insistía que la vida del hombre según el Espíritu tiene que expresarse “particularmente en su inserción en las realidades temporales y en su participación en las actividades terrenas”. El Concilio también dijo: “Ni la atención de la familia, ni los otros deberes seculares deben ser algo ajeno a la orientación espiritual de la vida.” Conocer a Jesús es entusiasmante, pero… San Pablo les hablaba de la realidad circundante, del entusiasmo que se les había despertado al conocer a Cristo y cómo se había ido extinguiendo al dejarse impresionar por el ejemplo de otros ambientes. Por eso los exhorta preguntándose ¿qué es ser libre? Para el Apóstol los hombres libres son quienes, ante cualquier decisión, no consultan su propio interés, sino se guían por el llamado más profundo del Espíritu de Dios, que nos invita constantemente a superarnos. En nuestra época de confusión y libertad sin freno hemos de fomentar nuestra vida interior y reflexionar en la necesidad de vivir según el Espíritu y en que, para que nuesPresencia Apostólica 19 De la Palabra a la acción La • Palabra Enero 1 Santa María, Madre de Dios Lc 2,16-21 (…) Los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos los oían, quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado. Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido. Comenzamos el año con una imagen que nos llena de esperanza y nos habla del sentido de nuestra vida: el niño, recostado en el pesebre y a su lado María, la Madre del Dios que se hizo hombre. María guardaba y meditaba todas esas cosas en su corazón, nos dice el evangelio con toda sencillez, y lo mismo nos comenta después de la pérdida de Jesús en el templo. Descubrimos que María tenía la costumbre de meditar, como quien trata de ir profundizando en el significado de los sucesos y aprendiendo. Todo ello a la luz de la palabra de Dios, para ir comprendiendo cuál es en verdad su voluntad; hagamos nosotros lo mismo. ¿Cuánto tiempo piensas dedicar este año a la oración y a la meditación personal? 20 Presencia Apostólica Enero 2 Epifanía del Señor Mt 2,1-12 Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo.” Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel.” Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo.” Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. El evangelio nos sigue presentando al niño Jesús en el portal de Belén. Ahora celebramos la Epifanía del Señor. Epifanía significa manifestación. Como la estrella de Belén, el Señor resplandece sobre todas las naciones y sobre todos los hombres y mujeres. Todos podemos buscarlo, como lo hicieron los magos de oriente. En esto consiste la alegría de esta fiesta y además esta salvación para todos los pueblos se realiza en Cristo. ¡Que la luz de Jesús sea siempre nuestra guía! De la Palabra a la acción enero–febrero Enero 9 Bautismo del Señor Mt 3,13-17 (…) Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía, diciendo: “Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te bautice?” Jesús le respondió: “Haz ahora lo que te digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere.” Entonces Juan accedió a bautizarlo. Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios, que descendía sobre él en forma de paloma, y se oyó una voz que decía desde el cielo: “Éste es mi hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias.” La fiesta del Bautismo de Jesús da continuidad a las celebraciones de la Navidad y la Epifanía (manifestación). Humildemente, Jesús acude a bautizarse, como todo el pueblo, causando el desconcierto de Juan. La escena del Bautismo de Jesús culmina con una manifestación extraordinaria de Dios en la que se proclama que Jesús es el hombre lleno del Espíritu de Dios que realizará la misión de manifestar y comunicar al Padre. Dice san Agustín: “Cuando aquella Trinidad se manifestó sensiblemente en la carne, apareció la Trinidad entera en el río en que Juan bautizó al Señor (…) el Hijo se manifestó en el hombre; el Espíritu en la paloma; el Padre en la voz.” Jesús es solidario con los pecadores desde el momento mismo de su encarnación y durante toda su vida. Se hace uno de nosotros para salvarnos, desde el interior mismo de nuestra historia. Con el bautismo de Jesús, Dios y hombre verdadero, se nos muestra que él desea arrancarnos del pecado y hacernos hermanos entre nosotros e hijos de Dios. ¿Me considero en realidad hijo de Dios y hermano de mi prójimo? Enero 16 Domingo Jn 1,29-34 (…) Vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: “Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: «El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo.» Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel.” Entonces Juan dio este testimonio: “Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envío a bautizar con agua me dijo: «Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo.» Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios.” La exclamación de Juan el Bautista al ver venir a Jesús: “Éste es el cordero de Dios” es una declaración solemne sobre la identidad y misión de Jesús. Desde luego, al hacer esta declaración, el mismo Juan está cumpliendo con su propia misión y lo hace con la autenticidad y honestidad que lo caracterizan, desviando toda la atención hacia Jesús, como diciendo: “No me miren a mí, mírenlo a él; no me sigan a mí, síganlo a él.” Evidentemente, tenemos mucho que aprender de Juan el Bautista. Ojalá que nosotros, aprendamos como el Bautista a descubrir nuestra misión a través de los signos de los tiempos y de los lugares. Ahí, en nuestra vida cotidiana y sus acontecimientos, en la Palabra de Dios escrita y sobre todo en el hermano, Dios se manifiesta y nos indica el camino a seguir. ¿Qué signos te ha ofrecido Dios últimamente? Presencia Apostólica 21 De la Palabra a la acción Enero 23 Domingo Mt 4,12-23 Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar; al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos.” Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres.” Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Enero Domingo Mt 5,1-12 30 (…) Cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, y les dijo: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los Cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, 22 Presencia Apostólica Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron. Andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia. Ahora, Jesús es quien predica la conversión anunciando el evangelio del Reino y buscando con ello la transformación del ser humano, porque el hombre siempre está necesitado de conversión. Jesús acepta con todas sus consecuencias la misión encomendada por su Padre. A nosotros también nos pide que colaboremos con Él y así como a Pedro y a los otros pescadores les llama poderosamente a acoger esta misión, así lo hace ahora con nosotros los nuevos “pescadores de hombres”. ¿Estás dispuesto a aceptar esta llamada-misión? porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos.” Las bienaventuranzas nos muestran el verdadero contenido del Reino que Jesús predica y por el que nos invita a convertirnos. Aquí está el plan de vida de cada cristiano, desde su situación y estado de vida. Aquel que vive el espíritu de las bienaventuranzas, viviendo y trabajando en comunión con los demás, se transforma en lo que Dios Padre ha querido de nosotros: que seamos personas. Una persona es aquél ser humano que en el ejercicio de su misión –vida, trabajo, descanso, familia, sociedad– logra ser dichoso y bienaventurado. Y tú ¿eres persona o eres gente? De la Palabra a la acción Febrero Domingo Mt 5,13-16 6 Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org (…) Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa. Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su padre, que está en los cielos.” El discípulo-misionero de Jesús manifiesta su fe (ser luz) y su caridad (ser sal) a través de las buenas obras y esto es algo esencial en la vida cristiana para en verdad dar gloria a Dios. El creyente será sal y luz en el mundo cuando socorre al hermano necesitado y lo hace por amor a Dios, no por vanagloria. Hoy Jesús pide que te definas. ¿Eres luz o tinieblas? Tus obras y vida cotidiana dan razón de ti. Defínete. Febrero Domingo Mt 5,17-37 13 (…) Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos. Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo. Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último centavo.” (…)* Para el pueblo judío del tiempo de Jesús, la ley, los profetas y los salmos eran la plenitud de la revelación. Cumplir esta Ley era la manera de mostrar su fidelidad a Dios-Yahveh. Jesús, revelación plena del Padre, pues es Dios que se hace hombre, revelador y revelado de Dios, nos invita a trabajar por un más y un mejor como seres humanos. Él nos recuerda en este texto que el ser humano, y el cristiano en concreto, está llamado a rebasar la ley, a ir más allá de su mero cumplimiento. El amor rebasa con mucho, vive más y mejor, el cumplimiento legal de lo que pide la sociedad. Por eso, vivir como Jesús vivió, “pasando por el mundo haciendo el bien”, da plenitud a la ley. El verdadero amor consigue el auténtico crecimiento humano que la ley por sí sola no puede alcanzar. ¿Consideras que el amor puede darle sentido a la ley? * Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica. Presencia Apostólica 23 De la Palabra a la acción Febrero Domingo Mt 5,38-48 20 (…) Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pida, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda. Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Febrero Domingo Mt 6,24-34 27 (…) Jesús dijo a sus discípulos: “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden servir ustedes a Dios y al dinero. Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán, o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento? ¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto.” Jesús, después de hablarnos del amor, nos ofrece ejemplos concretos y, por lo mismo, difíciles, para crecer en santidad y en amor. Es un lenguaje oriental que no debe tomarse literalmente; así por ejemplo en el caso de ofrecer la otra mejilla a quien te golpea, Jesús mismo, cuando lo abofetea el soldado en presencia del Sumo Sacerdote le reclama, “¿Por qué me pegas?” (cfr. Jn. 18,19-23). La esencia de estos ejemplos podríamos resumirla así: el cristiano está llamado a vencer el mal a fuerza de bien. El odio no puede detener al odio (ojo por ojo…), sólo engendra más odio. ¿Estás dispuesto a romper la espiral de la violencia con amor? no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas.” La mayoría vivimos preocupados y –en muchos casos– obsesionados por las necesidades materiales (comida, bebida, vestido…) que si bien sabemos que son básicas e inevitables, también conocemos a qué extremos las podemos llevar. Jesús nos invita a concentrarnos en lo esencial y nos recuerda que “Los que no conocen a Dios se desviven por todas esas cosas.” Las palabras de Jesús nos invitan a liberarnos de las preocupaciones obsesivas con las que nada lograremos y a vivir el “ahora”, enfrentando los problemas de cada día y buscando el Reino de Dios y su justicia. ¿Quién de nosotros no se identifica con lo que dice el evangelio de hoy? Comentarios elaborados por Alejandro Cerón Rossainz, CMF y Marisol Núñez Cruz. 24 Presencia Apostólica Estamos trabajando ENE-FEB 2011 abraszando Tu trabajo hace la diferencia Si deseas ofrecer parte de tu tiempo a la acción solidaria y gratuita en los campos: pastoral, educativo, cultural, salud y cuidado del medio ambiente, contáctanos. Voluntariado de la Liga Nacional de San Judas Tadeo Templo de San Hipólito, México, D.F. Tel. 55187950 • [email protected] ENERO Misa por nuestros hermanos con capacidades diferentes • 8 de enero a las 19:00 h. Misa por los enfermos • 22 de enero a las 12:00 h. Misa por los que juran • 27 de enero a las 12:00 h. FEBRERO Misa por nuestros hermanos con capacidades diferentes • 12 de febrero a las 19:00 h. Misa por los enfermos • 26 de febrero a las 12:00 h. Misa por los que juran • 27 de febrero a las 12:00 h. Misas para sordos • Todos los domingos a las 11:00 h. Hora Santa Misionera • Todos los jueves a las 18:00 h. ¡Estás invitado! •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• MATERIAL PARA LA CATEQUESIS Y PARA LA REFLEXIÓN DE LAS LECTURAS DE CADA DOMINGO Los archivos en Power Point realizados por el padre Héctor Núñez Gutiérrez, CMF, se pueden encontrar en www.autorescatolicos.org •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• TEMPLO DE SAN HIPÓLITO • 55-21-38-89 Presencia Apostólica 25 ����������������������������������������������� ¿Con qué estás Ilustración: Leticia Asprón alimentando a tu espíritu? Presencia Apostólica te ofrece un menú variado y nutritivo para crecer y compartir. 26 Presencia Apostólica