PRESENCIA Apostólica - Misioneros Claretianos de México

Transcripción

PRESENCIA Apostólica - Misioneros Claretianos de México
Presencia Apostólica
1
Tú puedes ser mensajero
de esperanza, vida y paz,
aprendiendo de Claret
¡A gritar la Palabra!
Con el don de la vocación recibimos
un nombre nuevo (identidad),
entramos a formar parte de una
familia carismática en la Iglesia
(pertenencia), se nos regala una
forma de vivir como “hombres que
arden en caridad” (espiritualidad),
que son enviados a encender a todo
el mundo en ese mismo amor de
Dios (misión) y que hacen de su vida
un camino de progresiva configuración
con Cristo (formación).
Llamados a Evangelizar No. 39
Cómo vivir la vocación misionera
gritar la Palabra!
Presencia Apostólica
de San Judas Tadeo
Misioneros Claretianos 55 - 21 - 38 - 89 www.c laret.org.mx
Ilustración: Leticia Asprón
Misioneros Claretianos 55-21-38-89 www.claret. org.mx
en la Radio
Cápsula devocional
Ahora los domingos a
las 8:55 a.m.
tar la Palabra!
ABC radio 760 AM
2 Presencia Apostólica
55 - 21 - 38 - 89 www.c laret.org.mx
os Claretianos
CONTENIDO
Director
Ernesto Mejía Mejía, CMF
2
Editorial
Consejo Editorial
3
Vida cotidiana
4
La historia de Juanito
6
Nuestra devoción
Alejandro Cerón Rossainz, CMF
José Juan Tapia, CMF
Alejandro Quezada Hermosillo, CMF
Enrique Mascorro López, CMF
René Pérez Díaz, CMF
Marcos Garnica Fernández, CMF
Ernesto Bañuelos C.
Editora
Marisol Núñez Cruz
8
Corrección de estilo
La vida se da
sólo en el ahora
Ernesto Bañuelos C.
Colaboradores
Roger Martínez Marín, CMF
Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR
Jesús García Vázquez, CMF
Juan Carlos Martos, CMF
Enrique Marroquín Zaleta, CMF
C. Armando Ibarra Carrillo, CMF
Lourdu Jerome Joseph, CMF
Arte y Diseño
Mirta Valdés Bello
10
El hábito de quejarse
12
Educar al niño en la fe
14
¿Quién le podrá devolver
la blancura a la nieve?
16
Las manos del sacerdote
y su agenda
18
La dimensión social de la fe
19
Libertad y realidades temporales
Distribución
Liga Nacional de San Judas Tadeo
PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San
Judas Tadeo, es una publicación bimestral.
Editor responsable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo,
A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102.
Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el
Templo Claretiano de San Hipólito y San Casiano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P.
06300, México, D.F. Publicación Claretiana.
El material contenido en Presencia Apostólica
puede ser reproducido parcialmente, citando
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Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US.
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20
De la Palabra a la acción
Sal y luz
EDITORIAL
P
or alguna razón, iniciar un nuevo año
nos despierta el deseo de ser mejores
personas. La fe y la espiritualidad son
áreas en las que todos podemos mejorar.
En este número ofrecemos material que
nos puede ayudar a seguir creciendo en estos aspectos, personalmente y en comunidad.
Algo muy importante es que nuestra fe nos esté
haciendo mejorar en un modo que no sólo nos
beneficie a nosotros, sino que alcance también a
quienes nos rodean. Una auténtica espiritualidad
nos puede hacer personas más alegres y más fuertes
ante la adversidad.
Por otra parte, la autenticidad de nuestra fe también se manifiesta –y esto en primer lugar, de acuerdo con el Evangelio– en nuestra preocupación por
las necesidades de los demás; en nuestra solidaridad
con cualquier ser humano que sufra.
Una de las lecturas de este bimestre nos habla de
que lo que se espera de nosotros los cristianos es que
seamos “sal de la tierra” y “luz del mundo”. La metáfora de la sal nos habla de que tenemos la misión
de darle mejor sabor a la vida. ¿Cómo? Con amabilidad, comprensión, buen humor… Recordemos
aquello de que “un santo triste es un triste santo”.
La segunda imagen, la de la luz, nos habla de nuestro compromiso de transmitir con nuestra propia
vida el mensaje de Jesús. Esto significa que tenemos
que contribuir en la tarea de hacer de este mundo
un mejor lugar para vivir. Los ideales de justicia, paz
e integridad de la creación resumen muy bien esta
misión que, además, debe ser compartida con todos
los hombres y mujeres de buena voluntad.
2
Presencia Apostólica
¿Qué he
con mi
Margarita Sánchez R.
U
na buena forma de
iniciar el año es hacernos esta pregunta:
¿qué he hecho con
mi talento? Cuando
han pasado las fiestas y las reuniones con la familia, de repente nos
asaltan pensamientos y emociones negativos. Como que nos entra una sensación de vacío existencial. ¿Por qué?
La respuesta puede ser en principio porque no hemos aprovechado nuestro talento. Todos tenemos
uno o varios talentos y, mientras
no los hayamos descubierto y desarrollado, estaremos expuestos
a sentir una sensación de vacío…
Esa sensación de trabajar en algo
que no nos da la satisfacción de
sentirnos plenos.
Descubrir nuestro talento y trabajar en él es ni más ni menos que
cumplir con nuestra misión en la
vida. Sólo haciéndolo estaremos en
profunda paz y armonía interior.
Ese talento está dentro de nosotros y sólo nosotros mismos lo podemos sacar a la luz. Es como un
tesoro secreto que cada uno de
nosotros tiene la responsabilidad
de encontrar.
Un talento no descubierto y
no aprovechado nos va a hablar a
través de síntomas como la depresión, la neurosis y la baja autoestima, y siempre nos gritará desde
nuestro interior: “Necesito salir.”
Esos síntomas, y las sensaciones
que de repente nos asaltan, son
Vida cotidiana
hecho
talento?
indicadores de que debemos ver
hacia adentro de nosotros mismos
y atrevernos a hacer las cosas de
manera diferente para poder obtener un resultado diferente. Si seguimos haciendo lo mismo, el
resultado también será el mismo.
Una vez que hayamos encontrado nuestro talento, estaremos
dispuestos a darle horas de trabajo y esfuerzo, y todo lo que
huela a ese talento nos va a hacer
ir tras él. Nos sentiremos profundamente atraídos y, por cansados
que estemos, el deseo interno que
tenemos de aprovechar ese talento será nuestro principal detonador de energía.
Para lograr esto es muy importante trabajar arduamente en pulir nuestro “yo”; centrándonos en
nosotros mismos –no sólo en los
hijos, la pareja, los compañeros
de trabajo o los vecinos– para llegar a encontrar nuestra misión en
la vida, dejando a un lado toda
simulación y falta de naturalidad,
aprendiendo día con día a ser
genuinos en cada pensamiento,
acto y palabra.
Por último, hay que unir las
grandes responsabilidades externas con las internas y seguramente lograremos “dar a luz”
ese talento tan profundamente
sepultado e ignorado y, a la vez,
tan esperado.
La autora es Psicoterapeuta humanista
[email protected]
Oración de Año Nuevo
Dios de luz,
bendito seas por cada mañana
y por cada año nuevo,
promesa de vida y renovación.
Dios de ternura,
bendito seas por el corazón
de cada hombre
y por las manos que se abren
en señal de paz.
Dios y Padre de Jesucristo,
bendito seas, más aún,
por la mirada de tu Hijo,
reflejo insondable de tu amor.
¡Bendito, glorificado y santificado seas
por aquél que abrazó nuestra carne
y nos transfigura en tu luz!
Que con tu Iglesia
te canten los ángeles en los cielos
porque tú eres el Dios de lo infinito
y el Dios de toda ternura,
y es a ti a quien aclamamos.
Señor Jesucristo,
tu nacimiento fue la aurora
de una paz nueva
para los hombres que tú amas.
Mira una vez más el amor
que tú mismo has depositado
en el corazón de tu Iglesia,
para que en este nuevo año
pueda ella cantar tu gloria,
dígnate unir nuestras manos
en la unidad y la alegría.
Quédate con nosotros, Emmanuel,
y danos una paz que dure
por los siglos y los siglos sin fin.
SEMANARIO CRISTIANO DE
FORMACIÓN E INFORMACIÓN
www.mercaba.org
Presencia Apostólica
3
Aventuras de un misionero
La historia de Juanito
C
omo cada día, en el
monumental e histórico templo de San
Hipólito y San Casiano, pero donde se venera más a san Judas Tadeo, estaba yo emocionado, atendiendo
a los devotos del santo apóstol,
quienes, esperanzados, estiraban
sus manos mostrando sus imágenes, ansiosos de que les cayera el
agua bendita que yo, muy contento, esparcía a la izquierda, a la
derecha y al centro.
Los devotos procedían de
otros estados y de algunas colonias del Distrito Federal. Ante la
existencia de tantas enfermedades, algunas de ellas “incurables”
como es el caso del cáncer, principalmente porque muchas per4
Presencia Apostólica
Jesús García Vázquez, CMF
sonas no pueden cubrir los gastos de la quimioterapia y las
radiaciones que exigen con frecuencia médicos a quienes poco
les importa la situación económica de los pacientes… en fin,
como decía, ante tantos problemas que nos aquejan, vienen
muchas personas a pedir la ayuda de san Juditas.
De pronto se presentó un niño
como de diez años y me dice:
—Padre, soy Juan, por favor
rece por mí. He venido a pedir a
san Juditas que me ayude a soportar el tratamiento que me van a
hacer, tengo cáncer.
Y me mostraba su calvita que
así había quedado por lo agresivo
de la quimioterapia y radiaciones.
—Voy al hospital a recibir mi
tratamiento…— me dijo, mientras
yo lo observaba, además de pelón,
pálido y cadavérico.
—No te preocupes Juanito…
le dije, admirado de la fe en Dios
que le noté y de su devoción por
san Judas Tadeo. Él va rogar por ti
y yo también. No te desesperes,
aunque te sientas muy mal, pues
de las nubes negras, cae agua limpia y fecunda. San Juditas, tu amigo, sabe lo que tiene que hacer y
la fe que tienes no va a quedar sin
respuesta—, le dije, resuelto a no
fallarle, mientras seguía echando
agua bendita, sin dejar de pensar
en ese niño.
Claro que pedí por él como
por todas las personas que ese
día me pidieron que orara por
sus intenciones.
Aventuras de un misionero
Pasó una semana y de pronto
veo a su papá que se dirigía hacia mí al terminar de bendecir a
las personas y sus objetos religiosos, pero su hijo ya no venía con
él. Enseguida pensé en el niño y
me imaginé que seguiría mal, y en
efecto así era. Entonces me dijo,
con lágrimas en los ojos:
—Padre, mi hijo está en la fase
terminal y como el médico nos dijo
que le concediéramos lo que pidiera, si estaba en nuestras manos,
con el corazón destrozado, pero
haciéndome el valiente para darle
ánimo, le pregunté: “¿Hijito, qué
es lo que más deseas en estos momentos?” Y él, dispuesto a aceptar
la voluntad de Dios, me dijo: “Papá,
ve con san Juditas y le das las gracias por todos los favores que nos
ha hecho y, al padre que me echó
agua bendita en mi calvita, dile que
quiero hablar con él por teléfono
para despedirme.” Padre, ¡háganos
ese favor!— me suplicó, como si él
mismo sintiera el inminente desenlace final de su hijo.
Y, con su mano temblorosa, el
papá de Juanito sacó su celular y
enseguida le llamó a su hijo, comunicándome con él.
—Hola Juanito, ¿cómo estás?
Su respuesta me causó un poco
de tristeza y admiración.
—Mi papá me dice que ya me
tengo que ir al cielo, pero yo
quiero mucho a mi papá y a mi
mamá y a mis hermanitos. Dígale a san Juditas que nos haga
el paro, y que le diga a Diosito que después me voy, que me
gustaría disfrutar un poco más a
mi familia, si a Dios le parece
bien y si no, que haga como le
parezca mejor.
Se me hizo un nudo en la garganta, recordé a Jesús en el huerto
diciendo: Padre, si es posible, pase
de mí este cáliz pero que no se haga
como yo quiero sino, tu voluntad.
Se me rasaron los ojos y metiendo
aire a los pulmones le dije:
—Claro que le daré tu recado.
En eso me acordé de un proverbio y agregué:
—Mira Juanito, si tu problema
tiene solución, no hace falta que te
preocupes y, si no tiene solución,
preocuparte no sirve de nada. Si
Diosito quiere tenerte con Él, ten
ánimo y Él hará lo que sea mejor
para ti. No tengas miedo. Yo estoy
seguro de que san Judas Tadeo va
a pedir por ti y Dios lo va a escuchar, como siempre lo hace. Confía en que Dios va a resolver el
problema a su modo. Yo seguiré
rezando por ti.
El tono de su voz ya no fue el
de antes, sentí como que algo sucedió en él.
—¡Muchas gracias, padre!—
me contestó en un tono muy agradecido, como si la llamada hubiera sido un bálsamo que le
regresara el ánimo. Y aún recuerdo que me dijo, antes de colgar:
—Adiós y ¡hasta pronto!
Pero nunca me imaginé que
ese “pronto” fuera tan pronto. A
los dos días entró por su propio pie al templo y cuando llegué a dar la bendición, que lo
voy viendo arrodillado en primera fila para recibirla y a su papá a
un lado. Luego, luego, dejé a un
lado el agua y fui a saludarlo lleno de admiración. Él se puso de
pie y me extendió sus brazos. Yo
respondí con el mismo gesto y el
abrazo que nos dimos fue como
un grito de acción de gracias a
Dios, y a san Juditas, mientras
las lágrimas corrían jubilosas por
nuestras mejillas.
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Presencia Apostólica
5
Nuestra devoción
Oración a
san
Judas
Tadeo
¡DI NO A LAS
“CADENAS”:
VIVE CON LIBERTAD
TU FE Y DEVOCIÓN!
Santo apóstol,
amigo de Jesús:
Me acerco a ti en estos
momentos difíciles.
Intercede por mí.
Ayúdame a darme
cuenta de que no estoy
solo frente a mis
dificultades.
Por favor auxíliame
en mi necesidad,
pidiéndole a Dios que
envíe: consuelo a mi
sufrimiento; valor a
mi miedo y curación
a mi dolor.
Pídele también al Dios
del amor que me llene
de la gracia necesaria
para aceptar mi futuro
y el de mis seres queridos,
y que fortalezca mi fe
en su poder salvador.
Gracias, San Juditas,
por el ejemplo de esperanza
que fue tu vida y misión.
Quiero imitarte
transmitiendo a los demás
este don de la esperanza
que se me ha dado a mí.
Amén.
6
Presencia Apostólica
S
abemos que para ti es importante compartir
con otros tu propia experiencia de fe, tu devoción a los santos –en especial a san Judas
Tadeo–, así como tu agradecimiento por los
favores que Dios te concede, y eso es bueno porque el compartir enriquece. Sin embargo, el hecho de propagar la devoción no debe estar sujeto a
amenazas de peligros venideros o a falsas promesas
de fortuna, y eso es precisamente lo que las llamadas
“cadenas” promueven. La costumbre de propagar cadenas “de oración”, pero motivadas por amenazas y
falsas promesas, existe desde hace mucho tiempo y actualmente, como muchas otras cosas, ha entrado también en la dinámica de internet. A final de cuentas, en
honor a su nombre, esos mensajes te encadenan a una
práctica que, lejos de servir para compartir libremente tu
experiencia de fe, tu devoción y agradecimiento, te llenan de temor e incertidumbre al no poder o no querer
cumplir con precisión las condiciones exigidas; además de que te hacen malgastar tu tiempo.
Nuestra devoción
Si algo pudiéramos rescatar de estas prácticas sería el deseo de compartir y difundir la devoción a los
santos, En este caso de san Judas Tadeo, o de la Virgen
María, pero esto jamás debe ser una práctica forzosa,
sino que debe brotar de un gesto libre y espontáneo
que es reflejo de lo que se vive en el interior.
Los santos deben ser para nosotros ejemplo de
vida que nos mueva a la imitación y que nos interpele en relación con nuestra propia vida. Es contradictorio asociar la devoción con una serie de elementos
que más que expresarla adecuadamente la llenan de
superstición, como son, por ejemplo: amenazas rela-
cionadas con peligros o castigos, falsas promesas de
abundancia, de buena suerte o de alejar el mal que los
demás nos deseen, por ejemplo. Debes ir formándote un criterio para saber distinguir cuál es la auténtica devoción, que brota de la fe en Dios y que te
ayuda a crecer espiritualmente y cuáles son elementos extraños que enturbian y confunden tu fe.
Reflexiona en que nuestra religiosidad, que es expresión de la fe en Dios, crece también como el trigo, entre cizaña, de lo cual nos habla el evangelio,
y por lo tanto tenemos que purificarla, sabiendo discernir lo que es bueno de lo que no lo es.
colores
Los
y los tiempos
litúrgicos
E
l ciclo del año litúrgico comprende diferentes tiempos: Adviento, Navidad, Cuaresma,
Pascua, Pentecostés y Tiempo Ordinario. El
año litúrgico es un camino de espiritualidad para
ser recorrido personalmente y en comunidad.
Uno de los lenguajes que funcionan entre los
seres humanos es el de los colores, ya que es-
tos tienen un significado universal y existe una
correspondencia entre cada color y las emociones, pensamientos y sentimientos que provoca
o expresa.
Los colores que se utilizan en las celebraciones litúrgicas tienen un significado que nos ayuda
a integrar mejor el sentido de cada celebración.
Color
tiempo
significado
Verde
Ordinario
Esperanza y vida
Morado
Cuaresma • Adviento
Día de los fieles difuntos
Aflicción, penitencia, humildad y espera
Rojo
Domingo de Ramos • Viernes Santo
Pentecostés • Día de la Santa Cruz
Fiestas de los mártires
Amor y testimonio. Es el color más parecido
a la sangre y al fuego. Significa el sacrificio
y el incendio de la caridad.
Blanco
Pascua • Navidad
Luz, pureza, alegría y fiesta
(otros)
Azul
Fiestas y misas en honor a la Virgen María Infinito, armonía, lealtad y meditación
Dorado y plateado
Pueden sustituir al blanco
Luz
Presencia Apostólica
7
Crecimiento personal
La vida se da
sólo en el ahora:
cada paso construye la existencia
Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez
C
uando pensamos en
la vida que tenemos,
normalmente vamos a
lo que hemos vivido,
contamos lo que hemos experimentado. No es nada
raro que una gran cantidad de
personas se queden en la narración de los eventos más negativos,
con lo cual filtran y experimentan
su visión de la vida misma. Esta tendencia suele aumentar con la edad.
Así que en muchos casos, cuanto
mayores nos volvemos, más se
asoma la amargura, ya que el “pasado negro” oscurecerá siempre
el presente.
Con un pie en el pasado y
otro en el futuro…
Si nos vemos haciendo siempre
referencia al pasado, nos desconectamos del presente y, en el fondo, de nosotros mismos, de las
verdades fundamentales sobre lo
que somos. Por otro lado, cuando
nos enfocamos en el futuro, nue8
Presencia Apostólica
vamente estamos intentando vivir
algo que no es el presente. Lo que
está por venir siempre son posibilidades que pueden llegar a ser
realidad o no. Lo claro es que el
porvenir no existe en el ahora.
Ver al futuro generalmente parte
de no aceptar la vida que tenemos
ni aceptar lo que somos. Construir
y sostener imágenes “sólidas” del
futuro, consume mucha de nuestra
energía y nos desconecta del momento presente. Encontramos entonces, por un lado, que quien se
instala en la mirada del pasado normalmente es una persona melancólica y, en ocasiones, tiende a la
depresión, a la añoranza de lo que
se fue y al resentimiento por lo
que pasó. Mantener al pasado tan
vivo mata y oculta lo que la vida
nos da hoy, por bueno y evidente
que sea. Mientras que, por el otro
lado, el que ve y se proyecta siempre al futuro se la pasa en la ansiedad, pues lo que no está causa
tensión, temor y falta de seguridad
al no poderse controlar.
De manera que ni el futuro ni
el pasado son nuestra realidad:
no están. Son el entrampamiento
de nuestro destino y de nuestro ser
en las fantasías o los recuerdos
desencarnados de lo que la vida
da y enseña que siempre sucede
en el presente.
Mantener los dos pies
en el presente
El aquí y ahora es el momento presente que vivimos. Tu presente en
este momento; es ahora que lees este artículo con todo lo que éste te
evoque y te haga sentir que siempre partirá de cómo lo registras, de
cómo lo interpretas y, sobre todo,
de la lectura que haces: yéndote
al pasado o al futuro, o logrando
estar presente en el ahora.
El asunto es poder estar en el
presente, aprender a sentir en este
momento tu cuerpo y tu respiración, reconociendo los sentimien-
Crecimiento personal
tos que estás experimentando.
Aunque nuestro intelecto capta y
elabora, necesitamos quitarle la soberanía sobre nosotros mismos, si
queremos lograr vivir el presente
como lo único real que tenemos.
No se trata de dejar de pensar. El
problema es que nos quedamos en
nuestros razonamientos y en nuestras fantasías, intentando guiar
nuestra vida desde ahí, pero empobreciéndola seguramente. Pues esos
razonamientos y fantasías nos alejan de lo único que es real y está: la
realidad y nosotros mismos.
¿Qué es entonces vivir? Es tocar lo que está sucediendo en este
momento, es saber que la vida
es momento a momento. Que el
“hace rato” no tiene por qué perpetuarse. Por agradable o difícil
que haya sido, nada de lo que vivimos es eterno. La experiencia de
venir a la vida y de vivir implica
saber aprender, para crecer como
personas y ser felices. De hecho, al
pretender eternizar la felicidad de
un momento, lo único que se logra
es generar su opuesto: la infelicidad. Como decía una vieja canción: “La felicidad no es un puerto
sino una forma de navegar.”
Aprender a estar en lo que sucede es la única forma de salir de
ello con fluidez. Del dolor se sale
estando en él y no huyendo de él.
Si intentamos huir, simplemente lo
eternizamos. Pero además, se pierde de vista que el mejor maestro
que nos enseña a ser auténticos y
a encontrarnos con la verdad es
el mismo momento que vivimos.
En él siempre está la clave de lo
que necesitamos ver y entender.
Mas para esto tenemos que saber estar presentes y escucharnos.
Mantener nuestros dos pies en el
presente es la única manera de
estar bien parados y, por lo tanto, equilibrados.
Sin embargo, no se está proponiendo que se tenga una visión
reducida y sin perspectiva. La fuerza, la autenticidad, la claridad y
la experiencia se dan y pueden
expandirnos solamente en lo que
vivimos, en el aquí y ahora. Hasta la presencia de Dios es en presente, la fe exige de ser actual.
De nada sirve el recuerdo de que
cuando fuimos pequeños nos
educaron o fuimos muy religiosos, que pasamos tal o cual experiencia, pues eso ya pasó y hoy
no está. Lo válido está en lo que
está hoy y únicamente desde aquí
se dimensiona y aterriza lo que es
importante para nosotros. Pues la
verdad sólo aparece en nosotros
cuando somos auténticos, y ser uno
mismo no está en el relato de lo
que hicimos o vamos a hacer,
sino en lo que somos ahora.
Ahora bien, lo que somos no
es algo acabado. Somos seres en
transición y en crecimiento que
nada más desde saber estar y ser
coherentes en lo que pensamos,
creemos, hacemos y sentimos,
podemos navegar por la vida con
mayor sabiduría. Paradójicamente,
desde el ahora adquiere sentido la
construcción del futuro y se aprende a soltar el pasado. Del futuro
no hay que olvidar que se modela en cada momento; mientras
que en relación con el pasado, al
madurar, tomamos y actualizamos
lo que nos sirve para el presente y
soltamos y dejamos ir lo que fue
experiencia, buena o mala, pero
que hoy se volvería un lastre.
Necesitamos, desde esta perspectiva, aprender a cambiar lo
que está mal, sabiendo discernir,
desde nuestro ser auténtico, especialmente lo que nos hace daño y
no nos deja crecer. De lo vivido,
hay que tener presente los grandes momentos de transición que
nos han servido para cambiar
y ser quienes somos. También es
necesario estar abiertos al cambio,
pues cuando queremos mantener-
nos igual, neciamente, tal postura
se va volviendo una enorme piedra en el camino, por más bueno
que haya sido en su momento lo que
intentamos perpetuar. Saber estar
en el ahora permite mirar nuevos horizontes que nos posibilitan
para encontrar nuevos rumbos,
pudiendo así estar en paz y en
gozo, con vida y direcciones nuevas; construyendo a partir de lo
que hoy somos y con lo que realmente tenemos.
Esto no es fácil, se trata de volar
sin despegar los pies de la tierra,
marcando entonces una paradoja
inseparable, pues es claro que si
no se vuela no habrá nuevos horizontes dónde buscar y dirigirnos,
pero sin tierra se volatilizan nuestros deseos. Se trata de mantener
un equilibrio entre objetividad
(enfocándonos en la realidad) y
subjetividad (desde nuestra perspectiva particular, desde nuestro
propio ser).
Buscar y conquistar
nuestro tesoro
Hay que buscar qué es lo que
verdaderamente queremos y necesitamos, ahí está el tesoro más importante que pocos logran identificar. Ese ahí es en realidad aquí.
Se trata de un tesoro que es invaluable, y que no sólo tenemos que
encontrar, sino conquistar; de lo
contrario, deviene la enajenación.
Conquistémoslo paso a paso; a
veces con grandes pasos, a veces
con pequeños, pero pasos al fin.
Cada momento debe ser un paso.
El aquí y ahora lo vivo construyendo el futuro y lo que deja de
ser presente va enmarcándose en
el pasado. Sin embargo, lo único
real es el presente, el ahora. Pues
sólo en él está lo vivo y lo trascendente: la vida misma.
El autor es licenciado en psicología y filosofía con
maestrías en terapia familiar y de pareja. Terapeuta, catedrático universitario y conferencista.
[email protected]
Presencia Apostólica
9
Desarrollo humano
El hábito de quejarse
Gylda Valadez Lazcano
nuestras relaciones en algo más
que una lucha de poder que hace
sufrir a todos los involucrados.
En muchas ocasiones es más
fácil cambiar nuestra percepción
de algo o nuestra expectativa
que quejarnos. Por otra parte, hay
cosas en la vida de las que no
podemos quejarnos, pues detrás
de cada evento hay aprendizaje,
evolución, transmutación y muchas cosas más.
Pongamos por ejemplo a nuestras grandes maestras de vida: la
enfermedad, la muerte y la soledad. Ante ellas no hay queja que
tenga validez. Cada uno necesitamos enfrentar y asumir nuestras
vivencias, esas que forman parte de
la vida y que si logramos aprender de ellas se convierten en experiencia y sabiduría.
Q
uejarse es uno de los
siete hábitos mortales. Los otros
son: castigar, culpar,
amenazar, perseguir,
criticar y sobornar. Como la mayoría de los hábitos, lo aprendemos
en nuestra infancia, de personajes significativos en nuestra vida.
Después tendemos a reproducir
ese hábito, quejándonos continuamente, ya sea con nosotros
mismos o con los demás.
10
Presencia Apostólica
Ojalá nuestra queja o las quejas de los demás fueran suficiente
para lograr cambios. Sin embargo, parecería que estamos genéticamente programados para resistir
cuando alguien nos trata de obligar a hacer algo que no queremos.
Tal vez el hábito sea más pronunciado en una persona que en otra;
pero al reconocer lo que estamos
haciendo (quejarnos) y aprender a
aceptar las cosas o a las personas
como son, podremos convertir
¿Para qué?
Algo que podemos hacer ante
cada situación que nos genere y
dispare el hábito de quejarnos sería preguntarnos no sólo ¿por qué?,
sino ¿para qué?, ¿para qué nos va
a servir quejarnos? Responder esta
pregunta nos puede hacer ver el
verdadero sentido de las cosas.
Hay ocasiones en las que presentar formalmente una queja
nos sirve para cambiar una situación injusta, pero siempre hay que
reflexionar si quejarnos resultará útil o si sólo alimentará un
círculo vicioso.
Quejarse no debe confundirse
con la crítica constructiva a través
de la cual le hacemos saber a alguien que ha cometido un error
o que tiene alguna deficiencia,
de modo tal que pueda mejorar.
Abstenerse de quejarse no nece-
Desarrollo humano
sariamente significa soportar malas conductas o actitudes. No hay
nada de malo en decirle al mesero
que nuestra sopa está fría y que necesita ser calentada, pero es mejor
hacerlo de un modo respetuoso, en
lugar de decirle: “¿Cómo te atreves
a darme la sopa fría?”, utilizando
un estilo mordaz en la queja.
Will Bowen, dentro de su comunidad en Kansas, en julio del
2006, propuso el “reto de los veintiún días” con el propósito de ayudar
a eliminar cualquier rastro de queja o lamento y sus nocivas consecuencias para el individuo. El
reto consiste en auto-observarse y
cada vez que llegue el deseo de la
queja, volver a empezar. El que logra erradicar el hábito de quejarse
habrá hecho de su vida un paraíso, con salud, mejor ánimo, relaciones más favorables, mayor
autoestima, etc. Será una persona
más feliz, al vivir más en sintonía
con el universo.
Círculos viciosos
Cuando criticamos, nos quejamos
o juzgamos, estamos emitiendo
una energía discordante que por
“ley de atracción”, será devuelta
a nosotros pero multiplicada, ya
que nuestra acción negativa alimenta aquello de lo que nos quejamos y lo hace más grande.
Con la queja nos conectamos
con campos de baja energía que
nos debilitan, haciéndonos más
vulnerables a enfermedades, conflictos sociales y carencias. Por el
contrario si hablamos con gratitud y bendecimos, nos conectamos con campos de alta energía,
creando una resonancia muy positiva a nuestro alrededor.
Está comprobado que nuestros pensamientos y emociones
influyen sobre nuestro cuerpo;
provocan reacciones bioquímicas y pueden generar adicción.
Y precisamente la adicción es el
motivo por el cual buscamos experimentar reiteradamente cierto
tipo de situaciones que cubrirán
el ansia bioquímica de las células de nuestro cuerpo, provocándonos una satisfacción momentánea, pero que a mediano y largo
plazo nos provocan multitud de
efectos no deseados y alimentan
círculos viciosos.
Aprendamos a generar
círculos virtuosos
El experimento de los veintiún días
–mencionado anteriormente– parte de que ese tiempo será suficiente para dejar el hábito de la
queja y formar el nuevo habito de
la gratitud.
De manera consciente y voluntaria podemos generar en nuestra
vida una corriente alternativa positiva, incluyendo en ella hábitos
como pueden ser: el canto, la danza, la lectura, el contacto con la
naturaleza, etc. El simple hecho de
disfrutar profundamente oliendo
una flor, mantener diálogos positivos con quienes nos rodean, ver
películas propositivas, leer buenas
revistas, comer alimentos sanos,
o respirar profundamente, es decir, tomar decisiones conscientes
y hacer elecciones que sabemos
que pueden modificar nuestro ser,
incluso a un nivel molecular, conduciéndonos a establecer círculos
virtuosos y no círculos viciosos.
Dependiendo del tipo y cantidad de hábitos beneficiosos que
adquiramos, podemos demorar semanas o meses en erradicar
las “células adictas”. Esto resulta
esperanzador. Básicamente es una
cuestión de conciencia, elección,
y voluntad. Se trata de querer ser
felices aquí y ahora.
La autora es psicoterapeuta.
[email protected]
Presencia Apostólica
11
Formación cristiana
Educar al niño
en la
Héctor Núñez Gutiérrez, CMF
A
l final del relato de lo
ocurrido con el niño Jesús en el templo, el evangelio afirma que “Jesús
crecía en saber, en estatura y en gracia delante de Dios y de
los hombres” (Lc 2,52). Pero, ¿nos
hemos puesto a pensar que Cristo
estaba estableciendo un proceso para que se realizara en cada una de
sus creaturas humanas?
En el versículo 50 del mismo
capítulo, Lucas nos dice –haciendo alusión a los padres de Jesús–:
“ellos no entendieron lo que les
decía”, tampoco muchos papás
entienden lo que el proceso de
12
Presencia Apostólica
fe
desarrollo del niño Jesús significa
como modelo a seguir en sus criaturas. Y así, desperdician y mutilan un
proceso enriquecedor, un proceso
de desarrollo deseado por Dios
en todo ser humano: El ir creciendo en estatura (en edad) sucede
naturalmente, mientras el crecer
en el saber lo vamos logrando con
más o menos deficiencias. Ahora
bien, qué poca ayuda recibe el
niño cuando se le va simplemente cuidando en sus necesidades
humanas básicas, cuando se encuentra la mayor parte del tiempo
ante la televisión, un discutible
medio de tenerlo quieto y lejos de
peligros físicos, pero que no es suficiente para alcanzar un correcto
desarrollo espiritual y moral.
Se espera que la escuela sea
el ambiente en el que el niño se
desarrolle en el saber. Pero, qué
bien harían los papás si completaran esa guía en la interacción
familiar. La formación de valores,
el correcto desarrollo del propio
carácter, la autoestima y la formación religiosa; todo esto requiere
dedicación personal.
Seguramente todos habremos
escuchado o leído ideas como esta:
“Si un niño se acostumbra desde
pequeño a escuchar cuentos en boca de su madre o de su padre, estará expuesto desde muy pequeño a
un amplio vocabulario, conseguirá una mayor comprensión textual
y tendrá un mayor desarrollo del
lenguaje. Esos conocimientos le
harán estar mejor preparado para
afrontar el preescolar y lo predispondrán para empezar a aprender
desde el primer día.”
En cuanto al crecimiento espiritual (crecer en gracia), los papás
son insustituibles (o casi), dado que
la mayoría de los niños tienen una
educación laica. La idea de Dios
que se forme en el niño dependerá de sus experiencias familiares y
comunitarias. Como lo dicen algunos teólogos, a Dios se le descubre y se le experimenta en lo humano. “Para los niños como para
los adultos, la relación con Dios
se experimenta con el corazón y
las manos, mucho más que con la
cabeza.” P. Jean Marchand
Y también se le experimenta
cerca de la naturaleza. En la belleza de la creación se encuentra la
presencia de Dios. Así, espontáneamente se puede iniciar a los niños en el silencio, en la contemplación, esperando que eso les ayude
a su vez a caminar hacia Dios.
La editorial americana William
H. Sadlier, Inc., nos ofrece un curso de formación en la fe para niños. Aquí retomo algunos aspectos
ajustándolos a nuestro entorno. El
siguiente esquema de contenido
nos da una pauta para enterarnos
por dónde puede ir nuestra preocupación para ir orientando la apertura, la concientización y el compromiso con la fe del niño.
La fe es ante todo un don de
Dios, pero a nosotros nos corresponde la búsqueda y la respuesta;
ese es nuestro compromiso.
Así como creció Jesús “en edad
sabiduría y gracia” (Lucas 2:52),
así también deben crecer nuestros niños.
Formación cristiana
Algunos aspectos a considerar
en la formación en la fe
del niño, desde el preescolar
hasta sexto grado
Preescolar
Los niños en esta etapa están
abiertos a nuevas experiencias.
Ellos están llenos de curiosidad
y se maravillan, lo que les ayuda
a estar receptivos para aprender
sobre la creación de Dios. Los
niños de esta edad empiezan a
desarrollar una relación con Dios
y están comenzando a crecer en
entendimiento de quiénes son en relación con Dios y con los demás.
Pueden darse cuenta de que compartir su amor puede ser un gozo, pero también un reto.
Primer grado
Los niños de primer año son curiosos, espontáneos y energéticos.
Creen que Dios está cerca de ellos.
A esta edad aprenden la fe participando activamente en experiencias
sensoriales: visitando la iglesia de
la parroquia, diseñando cruces,
santiguándose con agua bendita, haciendo cosas con otros. Pueden responder al amor de Jesús respetando a Dios, a ellos mismos y a
los demás.
Segundo grado
Este es un año de gran entusiasmo
en la vida de los niños. Muchos se
están preparando para celebrar la
primera reconciliación y la primera
comunión. Tienen curiosidad por lo
que pasa en la misa y desean participar plenamente en ella. A esta
edad su habilidad para compartir
ha aumentado y les gusta escuchar
historias sobre las distintas formas
de amar y respetar a los demás.
Tercer grado
En este año a los niños se les presenta el concepto de Iglesia como
una comunidad en la parroquia y
en el mundo y su papel en ella. Al
desarrollar su conciencia y habilidades, tienen el deseo de unirse a
otros en la liturgia, la oración, las
lecturas bíblicas y manifiestan su
deseo de ayudar a los necesitados.
Esto les ayuda a entender mejor las
razones detrás de las creencias y
prácticas de nuestra Iglesia.
Cuarto grado
Los niños de cuarto año típicamente desarrollan su autoestima,
la interacción social y el interés
en el mundo en general. Les gusta unirse a grupos y equipos, así
llevan su perspectiva realista a
la necesidad humana de reglas
y normas. A su nivel, están listos
para apreciar los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas y
las enseñanzas de Jesús. Con el
apoyo de los adultos, pueden estar listos para llegar a otros y servirles responsablemente.
Quinto grado
A los niños de quinto se les pedirá
enlazar su habilidad de crecimiento para pensar abstractamente en
el significado de los sacramentos
como signos del amor de Dios. Su
preocupación innata por la lealtad
les ayuda a entender que el amor
de Dios, a través de todos los medios y trabajos por la justicia y la
paz, es vital. Son sensibles a los
valores de su grupo, esto es importante para reforzar, con palabras
y ejemplos, nuestra solidaridad
como católicos.
Sexto grado
Como pre-adolescentes, los estudiantes de sexto curso no son niños ni adolescentes. Necesitan la
aceptación de sus compañeros y
la aprobación y dirección de los
adultos. Su fe en Dios está dirigida
mayormente por la razón, en vez de
por la emoción. Aun así, la Escritu-
ra, la liturgia, la oración, las historias bíblicas, los dramas, la música
y la poesía son formas esenciales
de lograr la profundidad de esta
relación. Por medio de la relación
con jóvenes y adultos pueden estar
abiertos a “hacer una diferencia”,
tomando decisiones responsables
por la bondad y la justicia.
El crecimiento del niño se da en
la escuela y se da en el hogar, pero,
en el contexto de una enseñanza laica (como en le caso de las escuelas
públicas), el compromiso del desarrollo espiritual queda doblemente
en el ambiente familiar y lo que sucede muchas veces es que el puesto
permanece vacante y el proceso formativo no se da “ni aquí ni allá”.
Es necesario señalar que el
niño nacido y criado en un hogar
católico absorbe la fe como “por
los poros” de su mente y de su espíritu. La fraseología religiosa se
graba y se almacena en las mentes tiernas de los niños, así como
éstos se saturan de la cultura, incluyendo por ejemplo la música y
la comida, del país donde nacen.
También hay que señalar que
al niño hay que irle concientizando en por qué vale la pena aceptar
y cumplir con las costumbres y
valores que guían nuestra vida.
Esto teniendo en cuenta que las
palabras convencen, pero el ejemplo arrastra…
Podemos inculcar al niño el
orgullo de su patrimonio cultural y religioso, pero procurando
que su religiosidad no quede en
una simple tradición que se debe
conservar. Ayudarle a reflexionar
su fe, ilustrándola con lecturas
apropiadas, procurarle algún grupo donde pueda profundizar en lo
que cree y practicarlo. Y por último, pero de primera importancia,
iniciarlo en la lectura de la Biblia
con los comentarios que le ayuden a desentrañar las enseñanzas
que en ella Dios nos da.
Presencia Apostólica
13
Historia para meditar
los demás colores que conformaban
el esplendor del jardín.
Yo entonces no era más que un
niño, con una capacidad de asombro
ilimitada, para la que todo es maravilloso y un milagro vivo de Dios.
Por desgracia, hacerse mayor significa, muchas veces, olvidar esa
faceta, y son verdaderamente bienaventurados, los que ya con el pelo
cano, o definitivamente sin él, siguen viendo con mirada de niño los
milagros cotidianos de Dios. Nunca
deberíamos de perder a ese niño que
llevamos dentro…
Como les decía, miraba detrás del
ventanal, cuando a mis espaldas apareció mi abuelo. Él era uno de esos
niños con pelo blanco... Él también
abría mucho los ojos para dejarse sorprender por el milagro de la nieve.
De pronto me comenzó a decir:
—¿Sabes en lo que estoy pensando?
Yo tuve que decirle que no, ¿cómo
podía yo saberlo?
—Pienso que la vida del hombre
es como la nieve.
El abuelo vio mi cara de sorpresa, se sentó en su sillón y me invitó a
que me sentara sobre sus rodillas, y
entonces continuó:
—Mira, la vida del hombre es como esta nieve
que está cayendo el día de hoy. De pronto, sin que el
hombre lo sepa, llega al mundo. Hay quienes se
quedan en las explicaciones científicas, pero a mí
me gusta quedarme con la admiración ante lo que es
verdaderamente grande, como nevar, como nacer…
Pues bien, un buen día nacemos y nos extendemos
como la nieve, cubriéndolo todo con la inocencia
y la alegría de la infancia. Sí, cuando somos niños,
todo es puro, inocente y limpio, como cuando acaba
de nevar, aunque por desgracia haya muchos niños
que no pueden disfrutar de la magia de la inocencia,
porque se la han robado los adultos…
Aquí mi abuelo guardó silencio. Yo seguía sin entender algunas cosas, pero sus ojos, su voz y la magia del momento me tenían embebido. Prosiguió:
—¡Qué afortunados son los lugares en donde la
vida cotidiana y las prisas de los hombres no destruyen la nieve que los cubre, donde el inmaculado
encanto desaparece paulatina y naturalmente! Pero,
como te digo, esto no siempre es así. En las grandes
¿Quién le podrá
devolver la blancura
a la
P
nieve?
Enrique A. Eguiarte, OAR
osiblemente muchos de ustedes nunca
hayan visto nevar. Es uno de los espectáculos más maravillosos. En primer lugar,
ver cómo, de repente, el cielo se queda
sereno y con un color plomizo. De pronto, el frío da la impresión de serenarse y, cuando nadie se lo espera, empiezan a caer los copos; primero
tímidamente y poco a poco aumentando la intensidad. El acompasado caer de los copos –cuando los
puedes ver detrás de una ventana y al calor de una
buena chimenea– te relaja la vista y el espíritu. No
obstante, cuando la nevada te sorprende a mitad del
camino, sobre todo si la tarde ya va cayendo, puede
ser motivo de preocupación y angustia.
La historia que hoy les cuento sucedió hace muchos años en la primera circunstancia que les he
dicho: viendo nevar, detrás de un gran ventanal y al
amor de una buena chimenea.
Esa tarde la nieve iba cubriendo todo el panorama
delante de mis ojos. Debajo del blanco deslumbrador,
fueron desapareciendo los verdes de los árboles y de
la hierba, así como los amarillos de las hojas secas y
14
Presencia Apostólica
Historia para meditar
ciudades del norte del planeta, después del estupor
de todos los habitantes ante la nueva nevada, la
vida debe continuar. Por ello con grandes máquinas, o con palas, se aparta la nieve de las carreteras
y caminos. ¿Y sabes qué sucede? La nieve inmaculada se vuelve de pronto gris y oscura. La vida tiene
que seguir y el precio es el de ensuciar la nieve.
Yo, sentado sobre las rodillas de mi abuelo, no
perdía palabra.
—¿Sabes?, cuando veo los grandes montones de
nieve sucia, me pregunto: ¿Quién le podrá devolver su
blancura a la nieve? Y es entonces que veo, que sólo el
sol puede hacerlo. Cuando por fin, después del invierno, vuelve a brillar con fuerza, los grandes bloques
pardos de nieve congelada se empiezan
a derretir, dejando en el suelo la suciedad que se les pegó y volviendo a ser agua
que corre alegre de nuevo hacia los ríos,
para alimentar a los bosques, a los animales y a los hombres. Sólo la nieve que se deja derretir
por el sol, volverá ser pura. La nieve que queda en
los lugares más sombríos y oscuros, ahí se quedará, acumulándose de año en año, endureciéndose,
juntando cada vez más impureza, sin volver nunca
a ser blanca y sin ser útil para nadie.
Lo mismo los hombres, cuando recapacitan y se
dan cuenta de que las diferentes circunstancias de
la vida los han llevado a perder su pureza interior,
necesitan ponerse al calor del mismo Dios para que,
muriendo a su vieja condición, puedan de nuevo
renacer a una vida nueva…
Dicho esto, mi abuelo me sentó en su sillón y
abrió la puerta que daba al jardín. Un aire gélido e
impregnado de partículas blanquísimas de nieve se
coló dentro de la casa. Vi como mi abuelo salía,
lentamente, como si fuera un antiguo sacerdote que
iba a llevar a cabo algún rito sagrado. Después de
mirar al cielo y dejar que algunos copos le resbalaran
por la cabeza y los hombros, extendió ambas manos
y detuvo entre ellas algunos gruesos copos. Posteriormente volvió, con la nieve entre las manos y entró en la casa, se dirigió a la chimenea y ahí, viendo
cómo danzaban las llamas, dejó caer lentamente
los copos de nieve sobre el fuego. La nieve levantó
una humareda y se derritió inmediatamente.
El abuelo guardó silencio un momento y volvió
a su sillón. Me volvió a sentar sobre sus rodillas y
me preguntó:
—¿Comprendes lo que he hecho?
Una vez más me quedé mirando sus infinitos
ojos azules, sin poder dar una respuesta. Mi abuelo
entonces dijo:
—Toda transformación exige una muerte. Si la
nieve no muere a su condición, no podría nacer el
agua, y sin ella los ríos se agotarían y las plantas y
los bosques se secarían. Sólo quien está dispuesto a
perder su vida, la gana, pues: “Si el grano de trigo
sembrado en tierra no muere se queda infecundo,
pero si muere da mucho fruto.”
Quien nunca decide ponerse al sol de Dios o se
siente conforme con lo que ha llegado a ser, o simplemente está demasiado embebido en su rutina de todos los días, nunca volverá a la plena felicidad, pues
nadie es feliz en medio de la impureza, viviendo sólo
para sí. Los bloques de hielo en medio de las sombras
se vuelven cada vez más duros e impenetrables.
«Nadie es feliz en medio de la impureza,
viviendo sólo para sí.»
Mientras mi imaginación volaba entre bloques
enormes de hielo, duros y sucios. Mi abuelo siguió diciendo:
—Y así son, por desgracia, algunos seres humanos que, endurecidos por los inviernos de la vida,
viven desentendidos de los demás, creyendo que
todo lo que han recibido y son es sólo para ellos…
y olvidando que el agua, la vida que les da consistencia, proviene de Dios y que es preciso comunicar
vida a los demás.
Una vez más fijé mi atención en los ojos de mi abuelo: me parecieron todos ellos de agua, un agua viva y
vivificante, una nieve que se había derretido con dolor, pero que no guardaba amargura sino que era agua
agradecida y amorosa. Mi abuelo prosiguió su relato:
—Sólo cuando la nieve descubre que lleva dentro
de sí agua que puede dar vida y se decide a ponerse al
sol de Dios, vuelve a ser pura. La vida del hombre es
así. El gran don que ha recibido lo pone ante dos alternativas: El don lo das y esto te purifica, te hace pleno y
te hace ser feliz, o te quedas con el don egoístamente
para ti, y es entonces cuando lo pierdes todo.
Sus ojos se quedaron mirando a la nieve que caía,
pensando en la vida de los hombres y deseando que
todos ellos, en todo el mundo, comprendieran su
bella y difícil vocación de ser hombres.
Y yo, sentado sobre las rodillas del abuelo, en
aquel momento no entendía todo lo que él dijo, pero
lo anotaba en la libreta del corazón, a cuyas páginas
he vuelto mucha veces, para buscar sentido y luz,
para encontrar en medio de sus páginas el secreto
de la felicidad y la respuesta a la pregunta, ¿quién es
el que le puede devolver la pureza a la nieve?
Presencia Apostólica
15
Reflexión
Las manos
del sacerdote
y su agenda
Juan Carlos Martos, CMF
C
ualquiera me podría argüir que los
corrientes no son
los mejores tiempos para escribir
sobre curas. La ola de escándalos,
difundida a los cuatro vientos por
los medios sociales de comunicación, pareciera que invita más al
silencio que a la palabra.
Contra ese parecer opongo mi
convicción de que hoy más que
nunca debemos hablar de la hondura del ministerio sacerdotal. Es,
a mi entender, la única manera de
redimirlo cuanto antes de las lacras históricas con las que el pecado humano lo ha podido manchar.
Y lo más importante del ministerio
ordenado –aunque lógicamente
influye de manera importantísima
su credibilidad– es el misterio que
esconde. Confundir, como expresó Berdiaeff, “la dignidad del cris16
Presencia Apostólica
tianismo con la indignidad de los
cristianos” es un craso error. Error
que en relación con el sacerdocio,
no debemos nutrir con nuestro silencio. Mantengo firmemente que lejos de ser una forma de promoción
y de dignidad personal, el ministerio sacerdotal es un servicio de
amor humilde a los hermanos. No
debe ser de otra manera. Y para
hablar del servicio del sacerdote
me voy a fijar en dos instrumentos
imprescindibles en su ministerio:
Sus manos y su agenda.
El milagro de las manos
El sacramento del orden puede ser
llamado sacramento de las manos,
en un doble sentido: las manos son
impuestas sobre el candidato invocando sobre él la ayuda potente
y vigorosa del Espíritu Santo; pero
además las manos del candidato
son ungidas con óleo para significar
así la habilitación para una misión.
La imposición de manos es
símbolo de un envío, de una misión que se confía. La unción de
las manos concreta esa misión: las
manos trabajan, entregan, transmiten, tranquilizan a veces y acompañan otras (la manos sobre el
hombro, las manos que sostienen
a otros, las manos que parten y
reparten el pan, las manos que
bendicen, las manos que señalan
con un dedo,…). Manos a las que un
poema de J. L. Blanco Vega pide
al Señor convierta en una herramienta constructiva, “cura su
fiebre posesiva, y ábrela al bien
de mis hermanos”. La ordenación
ministerial opera una misteriosa
transformación de las manos. Si se
mira de cerca y sin prejuicios, es un
verdadero milagro.
La agenda del sacerdote
Todo sacerdote, alguna vez, experimenta viva y cruelmente lo que
Reflexión
significa el tiempo al pasar por su
vida. Mirando al retrovisor, ¿cómo
no seguir sintiéndose orgulloso
de ser cura, como hace treinta años,
por causa de todo el bien hecho a
tantísima gente, a pesar de sentirse
«otro» cura diferente del que fue
al ordenarse? ¡Y cuántos dolores
de ayer que parecían incurables,
hoy le hacen casi sonreír!
Invito a los lectores a echarle
un vistazo a la agenda de cualquier sacerdote diligente. Cuando
tiene que cambiarla y puede entonces recontar el buen trabajo
hecho por los demás, comprueba
que es, por fortuna, inmenso. Mucho más de lo que se pensaba. Sus
días duraban más de veinticuatro
horas. El ministerio del servicio gratuito destroza las inflexibles matemáticas del reloj.
No sé si las culebras se cambiarán de piel con dolor o sin él.
Pero conozco a un sacerdote que,
al concluir una importante etapa
de su vida, se sintió casi desnudo.
Dejaba atrás años enteros, enterraba una parte del hombre que
fue y cortaba con dulces ataduras
que ya nada significaban. Porque
la vida es cruel a ratos, y unas personas empujan a otras, haciéndo-
aquellos buenos sacerdotes de los
que jamás hablarán los periódicos. Un día, un anciano profesor
fue invitado como experto para
hablar sobre la planificación más
eficaz del propio tiempo a los
ejecutivos de grandes compañías.
Decidió hacer un experimento. De
pie, sacó de debajo de la mesa un
gran jarrón de cristal vacío. Tomó
después una docena de piedras del
tamaño de pelotas de tenis que depositó con cuidado, una por una,
en el jarrón hasta llenarlo. Cuando ya no había espacio para otras
piedras, preguntó a los alumnos:
“¿Creéis que el jarrón está lleno?”,
y todos respondieron: “¡Sí!”.
Se agachó de nuevo y sacó de
debajo de la mesa una caja llena de grava que derramó encima
de las grandes piedras, moviendo
el jarrón para que la grava pudiera
penetrar entre las piedras grandes
hasta llegar al fondo. “Ahora, ¿se
ha llenado?”, preguntó. Con más
prudencia, los alumnos comenzaron a comprender y respondieron: “Quizá no todavía”. El anciano profesor se agachó de nuevo y
esta vez sacó un saco de arena,
que derramó en el jarrón. La arena llenó los espacios entre las
hacer”. “No”, respondió el profesor. “Lo que demuestra el experimento es que si no se meten en
primer lugar las piedras gruesas
en el jarrón después no podrán entrar”. “¿Cuáles son las grandes
piedras, las prioridades de nuestra
vida? Lo importante es poner estas
grandes piedras en el primer lugar
de nuestra agenda”.
San Pedro indicó de una vez
por todas cuáles son las grandes
piedras, las prioridades absolutas,
de los apóstoles y de sus sucesores, obispos y sacerdotes: “nosotros nos dedicaremos a la oración
y al ministerio de la Palabra” (Hechos 6,4). Un buen regalo de navidad para un sacerdote sería una
agenda nueva.
El ministerio del servicio gratuito destroza
las inflexibles matemáticas del reloj.
se sitio. Como hombre que era, no
tenía corazón para todo el mundo. Vivir sacerdotalmente es eso:
ir dejando fotos y recuerdos, alegrías y dolores, perdido todo en
este cementerio del tiempo,… por
amor. Al mirar atrás no podía evitar un ramalazo no sé si de tristeza o de nostalgia. Tenía ceniza en
las manos, pero su corazón aun le
seguía latiendo al ritmo silencioso
del amor. Cristo seguía enseñándole a estirar su tiempo.
Y a ello hace alusión esta otra
historia que podemos dedicar a
piedras y la grava. Preguntó nuevamente: “Ahora, ¿está lleno el
jarrón?”. Y todos, sin pensarlo dos
veces, respondieron: “¡No!”. El
anciano tomó una garrafa que se
encontraba en la mesa y derramó
el agua hasta llenar el jarrón.
Entonces, pregunta: “¿Cuál es
la gran verdad que nos muestra
este experimento?”. El más atrevido respondió: “Demuestra que,
aunque nuestra agenda esté totalmente llena, con algo de buena
voluntad siempre se puede añadir
algún compromiso, algo más por
Presencia Apostólica
17
k Fe y vida
LA DIMENSIÓN SOCIAL DE
L
as religiones son instituciones que posibilitan nuestra relación
con Dios. En todas
ellas se distinguen diversos elementos: muchas veces preponderan las prácticas
cultuales, las cuales adquieren
así una relevancia exagerada (por
ejemplo, los sacramentos cristianos desvinculados de la vida). A
veces, las prácticas rituales adquieren connotaciones de magia,
es decir, acciones normadas con
las cuales pareciera que podemos apoderarnos de las fuerzas
sobrenaturales (o naturales), para
dar satisfacción a nuestros deseos
materialistas, como si Dios se sujetara fatalmente a dichas acciones humanas, sin tener en cuenta
los méritos de quienes demandan
y sin reconocer la benevolencia voluntaria de la divinidad. Por
ejemplo, esas “oraciones eficacísimas”, que deben ser recitadas
en días consecutivos señalados o
ante determinada imagen.
Otro elemento de las religiones
es la espiritualidad. Con frecuencia, la mística tiende a entenderse como algo que pasa dentro
de uno mismo (ser consciente de
la Gracia), y por tanto, desentenderse del mundo, este “valle de
lágrimas”. Sin embargo, esta interiorización de la fe a veces se
vuelve enajenante. Existe también
un sistema de creencias o dogmas, que son las que mueven y
justifican nuestras acciones.
Por último, otro elemento de
las religiones es una ética derivada de sus creencias, que frecuentemente parece esfumarse ante
el devocionalismo o el sacramentalismo. Esta dimensión ética,
muchas veces simplemente re18
Presencia Apostólica
Enrique Marroquín, CMF
produce la moral ambiental (de
este tiempo o del de los tiempos
bíblicos). Es así que la moral que
suele escucharse en el confesionario se reduce a faltas de índole
sexual, a conflictos en las relaciones sociales o a falta de asistencia al culto: siempre en un ámbito
individualista e intimista.
La propuesta religiosa de
Jesús, renovación del judaísmo
tradicional, entonces en decadencia, insistía más en la ética social.
Jesús no celebraba cultos, ni siquiera ritos bautismales, como
Juan el Bautista. El tema de su
misión mesiánica fue siempre el
slogan: “Ya está cerca el Reino
de Dios”, primer proyecto a nivel
mundial: hacer de toda la humanidad una única familia, que tenga
como Padre a Dios y que, por tanto, todos seamos hermanos. Un
mundo donde prevalezcan los valores de la justicia, la paz, el amor,
la verdad, la libertad y la Gracia.
El verdadero culto, como ya
habían anunciado antes los profetas del Antiguo Testamento, no
consiste tanto en holocaustos y
sacrificios, ni siquiera en la solemnidad de una liturgia, sino en socorrer a los más vulnerables, que
en aquel tiempo eran “las viudas,
los huérfanos y los emigrados”.
Esta dimensión social de la fe
es, pues, un imperativo ineludible para los cristianos. “No el que
me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de Dios, sino el
que hace la voluntad del Padre que está en los Cielos.” (Mt
7,21), y la voluntad divina es
justamente ese Reino, construido a partir de los últimos, de los
oprimidos, los excluidos, los discriminados, los afligidos. En el
episodio del Juicio Final, El Divino Juez no castiga por faltas a la
moral ambiental, sino por insensibilidad para con los necesitados, pues Jesús mismo es quien
estaba en aquellos.
A finales del siglo XIX, en 1891,
León XIII publicó la primera encíclica social, la “Rerum Novarum”,
con la que la Iglesia se acercaba al
mundo del trabajo. Desde entonces, el magisterio social de la Iglesia
se ha ido desarrollando, tocando
prácticamente todos los temas de
ética social, desde los principios
deducidos sea directamente del
Evangelio, sea de la filosofía aristotélica, al menos mientras no se
encuentre otro paradigma mejor.
Teléfono abierto
LA FE
Por tanto, todo cristiano ha de ser
sensible a las necesidades de la sociedad, dependiendo de sus posibilidades para hacer un análisis de
la realidad y entrar de alguna manera a la organización que trabaje
en hacer realidad esos ideales.
A muchos cristianos, sin embargo, esta dimensión social de
la fe les parece como algo ajeno
a la fe cristiana, como politiquería, o a lo más, como algo optativo, tal vez referido a unos cuantos especialmente llamados. Así
se han encargado de presentarla, a través de los medios de comunicación social, aquellos que
sienten amenazados sus privilegios ante esta toma de conciencia. Pero en realidad, es una
tarea propia de todo aquel que
se reconozca como cristiano.
Los pobres, que están por todas partes en nuestra sociedad,
no dejan de interpelarnos, si
bien las respuestas a sus necesidades debieran convertirse en
formas de presión hacia los responsables de las mismas, o de
educación para los interesados,
para que estos aprendan a defender lo que les corresponde.
Superando las prácticas meramente asistencialistas (dar limosna a algún “pobre”), la Iglesia
se involucra en programas de
desarrollo o promoción comunitaria, y cada vez más, posterga soluciones inmediatistas, calmantes de situaciones dolorosas,
atención a los meros síntomas,
para alcanzar las causas sociales, buscando la transformación
de la sociedad. Entonces, cuando
nos involucramos en estas prácticas, ayudamos a san Judas Tadeo a atender a las graves necesidades de la gente.
LIBERTAD Y REALIDADES
TEMPORALES
Ernesto Bañuelos C.
S
i san Pablo hubiera vivido en nuestra época,
sin duda habría escrito
las mismas cartas que
en la era apostólica. Les
decía a los gálatas (los habitantes de Galacia, en la antigua Asia
Menor) que los deseos de la carne
están contra el Espíritu y los deseos
del Espíritu están contra la carne;
ello es tan actual que sus palabras
parecieran escritas en este año: Es
fácil ver lo que viene de la carne:
libertad sexual, impurezas... magia,
odios, celos y violencias... borracheras, orgías y cosas semejantes...
En contraparte afirma con vigor: En
cambio el fruto del Espíritu es: caridad, alegría y paz; paciencia, comprensión de los demás, bondad y
fidelidad; mansedumbre y dominio
de sí mismo (Gal 5,19-22).
tra fe pueda crecer, es indispensable que estemos bien adaptados a
la sociedad y a la cultura de nuestro
tiempo y vivamos de tal manera que
amemos a Dios Padre, y al mundo
y a los hombres en Él.
Vivir en nuestro mundo
concreto
En una Exhortación a los laicos, el
papa Juan Pablo II insistía que la vida
del hombre según el Espíritu tiene
que expresarse “particularmente en
su inserción en las realidades temporales y en su participación en las
actividades terrenas”. El Concilio
también dijo: “Ni la atención de la
familia, ni los otros deberes seculares deben ser algo ajeno a la orientación espiritual de la vida.”
Conocer a Jesús es
entusiasmante, pero…
San Pablo les hablaba de la realidad
circundante, del entusiasmo que se
les había despertado al conocer a
Cristo y cómo se había ido extinguiendo al dejarse impresionar por
el ejemplo de otros ambientes.
Por eso los exhorta preguntándose
¿qué es ser libre? Para el Apóstol los
hombres libres son quienes, ante
cualquier decisión, no consultan su
propio interés, sino se guían por el
llamado más profundo del Espíritu
de Dios, que nos invita constantemente a superarnos.
En nuestra época de confusión y
libertad sin freno hemos de fomentar nuestra vida interior y reflexionar en la necesidad de vivir según
el Espíritu y en que, para que nuesPresencia Apostólica
19
De la Palabra a la acción
La
• Palabra
Enero
1
Santa María, Madre de Dios
Lc 2,16-21
(…) Los pastores fueron a toda prisa hacia
Belén y encontraron a María, a José y al niño,
recostado en el pesebre. Después de verlo,
contaron lo que se les había dicho de aquel
niño y cuantos los oían, quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas
estas cosas y las meditaba en su corazón.
Los pastores se volvieron a sus campos,
alabando y glorificando a Dios por todo
cuanto habían visto y oído, según lo que se
les había anunciado.
Cumplidos los ocho días, circuncidaron al
niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel
mismo que había dicho el ángel, antes de
que el niño fuera concebido.
Comenzamos el año con una imagen que
nos llena de esperanza y nos habla del sentido de nuestra vida: el niño, recostado en
el pesebre y a su lado María, la Madre del
Dios que se hizo hombre.
María guardaba y meditaba todas esas
cosas en su corazón, nos dice el evangelio
con toda sencillez, y lo mismo nos comenta
después de la pérdida de Jesús en el templo.
Descubrimos que María tenía la costumbre de
meditar, como quien trata de ir profundizando
en el significado de los sucesos y aprendiendo. Todo ello a la luz de la palabra de Dios,
para ir comprendiendo cuál es en verdad su
voluntad; hagamos nosotros lo mismo.
¿Cuánto tiempo piensas dedicar
este año a la oración y a
la meditación personal?
20
Presencia Apostólica
Enero
2
Epifanía del Señor
Mt 2,1-12
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes.
Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y
preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba
de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido
a adorarlo.”
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda
Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía
que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá,
porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de
Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades
ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor
de mi pueblo, Israel.”
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para
que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la
estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar
cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo.”
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino,
y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a
guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el
niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa
alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su
madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus
cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
El evangelio nos sigue presentando al niño Jesús en el portal de Belén. Ahora celebramos la Epifanía del Señor.
Epifanía significa manifestación. Como la estrella de
Belén, el Señor resplandece sobre todas las naciones y sobre todos los hombres y mujeres. Todos podemos buscarlo,
como lo hicieron los magos de oriente. En esto consiste la
alegría de esta fiesta y además esta salvación para todos
los pueblos se realiza en Cristo. ¡Que la luz de Jesús sea
siempre nuestra guía!
De la Palabra a la acción
enero–febrero
Enero
9
Bautismo del Señor
Mt 3,13-17
(…) Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le pidió a
Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía, diciendo:
“Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te bautice?” Jesús le respondió: “Haz
ahora lo que te digo, porque es necesario que así
cumplamos todo lo que Dios quiere.” Entonces Juan
accedió a bautizarlo.
Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le
abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios, que descendía sobre él en forma de paloma, y se oyó una
voz que decía desde el cielo: “Éste es mi hijo muy
amado, en quien tengo mis complacencias.”
La fiesta del Bautismo de Jesús da continuidad a las celebraciones de la Navidad y la Epifanía (manifestación).
Humildemente, Jesús acude a bautizarse, como
todo el pueblo, causando el desconcierto de Juan.
La escena del Bautismo de Jesús culmina con una
manifestación extraordinaria de Dios en la que se
proclama que Jesús es el hombre lleno del Espíritu
de Dios que realizará la misión de manifestar y comunicar al Padre. Dice san Agustín: “Cuando aquella Trinidad se manifestó sensiblemente en la carne,
apareció la Trinidad entera en el río en que Juan bautizó al Señor (…) el Hijo se manifestó en el hombre;
el Espíritu en la paloma; el Padre en la voz.”
Jesús es solidario con los pecadores desde el momento mismo de su encarnación y durante toda su
vida. Se hace uno de nosotros para salvarnos, desde
el interior mismo de nuestra historia. Con el bautismo
de Jesús, Dios y hombre verdadero, se nos muestra
que él desea arrancarnos del pecado y hacernos hermanos entre nosotros e hijos de Dios.
¿Me considero en realidad hijo de Dios
y hermano de mi prójimo?
Enero
16
Domingo
Jn 1,29-34
(…) Vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él,
y exclamó: “Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo
he dicho: «El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo.»
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con
agua, para que él sea dado a conocer a Israel.”
Entonces Juan dio este testimonio: “Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me
envío a bautizar con agua me dijo: «Aquel sobre
quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo,
ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo.»
Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es
el Hijo de Dios.”
La exclamación de Juan el Bautista al ver venir
a Jesús: “Éste es el cordero de Dios” es una declaración solemne sobre la identidad y misión
de Jesús. Desde luego, al hacer esta declaración, el
mismo Juan está cumpliendo con su propia misión y lo hace con la autenticidad y honestidad
que lo caracterizan, desviando toda la atención
hacia Jesús, como diciendo: “No me miren a mí,
mírenlo a él; no me sigan a mí, síganlo a él.” Evidentemente, tenemos mucho que aprender de
Juan el Bautista.
Ojalá que nosotros, aprendamos como el Bautista a descubrir nuestra misión a través de los signos de los tiempos y de los lugares. Ahí, en nuestra
vida cotidiana y sus acontecimientos, en la Palabra
de Dios escrita y sobre todo en el hermano, Dios
se manifiesta y nos indica el camino a seguir.
¿Qué signos te ha ofrecido
Dios últimamente?
Presencia Apostólica
21
De la Palabra a la acción
Enero
23
Domingo
Mt 4,12-23
Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo
de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto
al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para
que así se cumpliera lo que había anunciado el
profeta Isaías:
Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar;
al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos.
El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran
luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras
una luz resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: “Conviértanse, porque ya está cerca el
Reino de los cielos.”
Una vez que Jesús caminaba por la ribera del
mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban
echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores
de hombres.” Ellos inmediatamente dejaron las
redes y lo siguieron.
Enero
Domingo
Mt 5,1-12
30
(…) Cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió
al monte y se sentó. Entonces se le acercaron
sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, y les dijo:
“Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino de los Cielos.
Dichosos los que lloran,
porque serán consolados.
Dichosos los sufridos,
porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre
y sed de justicia,
porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
22
Presencia Apostólica
Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que
estaban con su padre en la barca, remendando
las redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron.
Andaba por toda Galilea, enseñando en las
sinagogas y proclamando la buena nueva del
Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.
Ahora, Jesús es quien predica la conversión anunciando el evangelio del Reino y buscando con ello
la transformación del ser humano, porque el hombre siempre está necesitado de conversión. Jesús
acepta con todas sus consecuencias la misión encomendada por su Padre. A nosotros también nos
pide que colaboremos con Él y así como a Pedro
y a los otros pescadores les llama poderosamente
a acoger esta misión, así lo hace ahora con nosotros los nuevos “pescadores de hombres”.
¿Estás dispuesto a aceptar
esta llamada-misión?
porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa
de la justicia, porque de ellos es el
Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes cuando los
injurien, los persigan y digan cosas falsas
de ustedes por causa mía. Alégrense y
salten de contento, porque su premio
será grande en los cielos.”
Las bienaventuranzas nos muestran el verdadero
contenido del Reino que Jesús predica y por el
que nos invita a convertirnos. Aquí está el plan
de vida de cada cristiano, desde su situación y
estado de vida. Aquel que vive el espíritu de las
bienaventuranzas, viviendo y trabajando en comunión con los demás, se transforma en lo que
Dios Padre ha querido de nosotros: que seamos
personas. Una persona es aquél ser humano que en
el ejercicio de su misión –vida, trabajo, descanso,
familia, sociedad– logra ser dichoso y bienaventurado. Y tú ¿eres persona o eres gente?
De la Palabra a la acción
Febrero
Domingo
Mt 5,13-16
6
Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org
(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la
sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con
qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para
nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede
ocultar una ciudad construida en lo alto de un
monte; y cuando se enciende una vela, no se
esconde debajo de una olla, sino que se pone
sobre un candelero, para que alumbre a todos
los de la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes
ante los hombres, para que viendo las buenas
obras que ustedes hacen, den gloria a su padre,
que está en los cielos.”
El discípulo-misionero de Jesús manifiesta su fe
(ser luz) y su caridad (ser sal) a través de las buenas obras y esto es algo esencial en la vida cristiana para en verdad dar gloria a Dios. El creyente será sal y luz en el mundo cuando socorre al
hermano necesitado y lo hace por amor a Dios,
no por vanagloria. Hoy Jesús pide que te definas.
¿Eres luz o tinieblas? Tus obras y vida cotidiana
dan razón de ti. Defínete.
Febrero
Domingo
Mt 5,17-37
13
(…) Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a
abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino
a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el
cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña
letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de
estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el
menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los
enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro
que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos,
ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que
mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el
que se enoje con su hermano, será llevado también ante
el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el
tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego
del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el
altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna
queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero
a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar
tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas
con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez
al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás
de allí hasta que no hayas pagado el último centavo.” (…)*
Para el pueblo judío del tiempo de Jesús, la ley, los profetas y los salmos eran la plenitud de la revelación. Cumplir
esta Ley era la manera de mostrar su fidelidad a Dios-Yahveh.
Jesús, revelación plena del Padre, pues es Dios que se hace
hombre, revelador y revelado de Dios, nos invita a trabajar
por un más y un mejor como seres humanos. Él nos recuerda
en este texto que el ser humano, y el cristiano en concreto,
está llamado a rebasar la ley, a ir más allá de su mero cumplimiento. El amor rebasa con mucho, vive más y mejor, el
cumplimiento legal de lo que pide la sociedad. Por eso, vivir
como Jesús vivió, “pasando por el mundo haciendo el bien”,
da plenitud a la ley. El verdadero amor consigue el auténtico
crecimiento humano que la ley por sí sola no puede alcanzar.
¿Consideras que el amor puede
darle sentido a la ley?
* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones
de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica.
Presencia Apostólica
23
De la Palabra a la acción
Febrero
Domingo
Mt 5,38-48
20
(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído
que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero
yo les digo que no hagan resistencia al hombre
malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha,
preséntale también la izquierda; al que te quiera
demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele
también el manto. Si alguno te obliga a caminar
mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al
que te pida, dale; y al que quiere que le prestes, no
le vuelvas la espalda.
Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia
a tu enemigo. Yo en cambio, les digo: Amen a sus
enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para
que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir
su sol sobre los buenos y los malos, y manda su
lluvia sobre los justos y los injustos.
Febrero
Domingo
Mt 6,24-34
27
(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Nadie puede servir a
dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien
obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En
resumen, no pueden servir ustedes a Dios y al dinero.
Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán, o con qué se vestirán. ¿Acaso no
vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que
el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni
cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más
que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse,
puede prolongar su vida siquiera un momento?
¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo
crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan.
Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si
Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece
y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más
por ustedes, hombres de poca fe?
No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos
o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que
Porque, si ustedes aman a los que los aman,
¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo
los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso
mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos,
como su Padre celestial es perfecto.”
Jesús, después de hablarnos del amor, nos ofrece ejemplos concretos y, por lo mismo, difíciles, para crecer
en santidad y en amor. Es un lenguaje oriental que
no debe tomarse literalmente; así por ejemplo en el
caso de ofrecer la otra mejilla a quien te golpea, Jesús
mismo, cuando lo abofetea el soldado en presencia
del Sumo Sacerdote le reclama, “¿Por qué me pegas?” (cfr. Jn. 18,19-23). La esencia de estos ejemplos
podríamos resumirla así: el cristiano está llamado a
vencer el mal a fuerza de bien. El odio no puede detener al odio (ojo por ojo…), sólo engendra más odio.
¿Estás dispuesto a romper la espiral
de la violencia con amor?
no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas;
pero el padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero
el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se
les darán por añadidura. No se preocupen por el día
de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus
propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas.”
La mayoría vivimos preocupados y –en muchos casos–
obsesionados por las necesidades materiales (comida,
bebida, vestido…) que si bien sabemos que son básicas e inevitables, también conocemos a qué extremos
las podemos llevar.
Jesús nos invita a concentrarnos en lo esencial y
nos recuerda que “Los que no conocen a Dios se desviven por todas esas cosas.” Las palabras de Jesús nos
invitan a liberarnos de las preocupaciones obsesivas
con las que nada lograremos y a vivir el “ahora”, enfrentando los problemas de cada día y buscando el
Reino de Dios y su justicia.
¿Quién de nosotros no se identifica
con lo que dice el evangelio de hoy?
Comentarios elaborados por Alejandro Cerón Rossainz, CMF y Marisol Núñez Cruz.
24
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ENE-FEB 2011
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FEBRERO
Misa por nuestros hermanos con capacidades
diferentes • 12 de febrero a las 19:00 h.
Misa por los enfermos • 26 de febrero a las 12:00 h.
Misa por los que juran • 27 de febrero a las 12:00 h.
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Los archivos en Power Point realizados
por el padre Héctor Núñez Gutiérrez,
CMF, se pueden encontrar en
www.autorescatolicos.org
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TEMPLO DE SAN HIPÓLITO • 55-21-38-89
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25
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