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COSAS DE MI LEONERA Campana de cristal Leí a un escritor que decía que su estado ideal para escribir era no tener internet. Y sí, siempre surge una palabra que motiva una búsqueda en la WEB que después es difícil parar. Esta vez no pasé de escribir el título de mi texto porque «Campana de cristal» me recordó un programa de televisión que había visto cuando era joven. El señor Google me permitió descubrir que empezó en el año 1969, que fue muy popular –35% de raiting–, que lo conducía Nelly Raymond y que trataba de famosos haciendo solidaridad. La memoria siempre nos engaña porque, vaya a saber por qué, lo había confundido con el programa «Volver a vivir», una creación de Blackie que reconstruía la vida de personajes queridos por la gente. Pero antes de llegar a estos datos, el señor Google me había hecho tropezar con «La campana de cristal», un libro autobiográfico (imposible sustraerme a la tentación de clickear esa página) de Sylvia Plath, publicado en 1963 que narra el sufrimiento de una persona con problemas mentales. Después de sobrevolar datos de la vida de la escritora –se suicidó el mismo año de la publicación– y de buscar –y encontrarlo–, el PDF del libro, al fin, me pude concentrar en «mi» campana de cristal que está unida a un hecho especial: el Konex que me dieron en el año 88. Un día que si no fuera tan narcisista (diría «mi gurú» Sergio I.), habría sido perfecto. Nunca me habían dado un premio y la noticia me conmocionó, además era uno importante, y así lo viví hasta que Falucho Luna me contó que había tenido que pelearla. Él, que era Secretario de Cultura de la Municipalidad, me 9 VIRGINIA HAURIE había propuesto, creo que contó con el apoyo de Luis Gregorich que en ese momento era Subsecretario de Cultura de la Nación, y no me acuerdo si hubo alguien más, tal vez Sábato que era Secretario de Educación de la Municipalidad que se había interesado por el trabajo del Programa Cultural en Barrios que yo dirigía. La versión que me llegó fue que, después de que Falucho se fue de la reunión del jurado, uno de los dueños del Konex me bochó, al parecer yo era demasiado joven para tal distinción. Falucho amenazó con renunciar al jurado, pero finalmente llegaron a una negociación: le darían el Premio al trabajo que yo había realizado, o sea al Programa Cultural en Barrios, y no a mí. Y para conformarme Falucho me dijo algo así: «es mejor porque te dan una «cosa» y te la entregarán a vos en el Teatro Colón, de la otra manera solo te darían un papel». Le agradecí pero ya no fue lo mismo (debí valorar más a Falucho y no la actitud del impresentable del Konex), después me enteré de que alguien argumentó que si me lo daban a mí también debían dárselo al Centro Cultural San Martín (Javier Torre), en ese momento su gestión y la mía eran lo más novedoso de la cultura oficial. También supe que una importante Fundación cultural había rechazado el premio que ese año llevó el nombre de «ComunidadesInstituciones-Empresas». El argumento fue que un premio debía contener algún tipo de apoyo al 10 COSAS DE MI LEONERA 11 VIRGINIA HAURIE artista o intelectual y no constituir una propaganda para la empresa patrocinadora. Compartí esa postura que contribuyó a alimentar cierto desdén hacia el premio; aquí debo mencionar que el día que me encontré en el Colón cara a cara con uno de los dueños del Konex me dijo, con tono de «notelomereces» (o me pareció), que gracias al Premio nunca dejaría de tener trabajo. A lo largo de los años me acordé varias veces de esta frase, sin duda este señor no conocía muy bien nuestro país. Finalmente, llegó el día y mi desdén desapareció mientras una maquilladora profesional, amiga de una amiga, me transformaba para la ceremonia. El smoking blanco que vestí me sentó super bien, era una época en la que me tocaba estar flaca. Mi hijo, que después del 2001 vivió en España, me dijo que cuando me recordaba lo hacía con mi imagen de ese día; mientras dirigí el PCB era muy chico y le encantaba que su mamá saliera en la tele. Mis amigos y muchos compañeros de trabajo estuvieron presentes en el Colón. Perla me trajo de regalo la «campana de cristal» con bombones y una de mis hermanas rosas rojas. Me puse una en el ojal. Subí al escenario cuando me nombraron, Falucho me entregó la «cosa» y yo la levanté como trofeo deportivo. Mis amigos aplaudieron y gritaron como correspondía a tal gesto. Fui la única con ese efusivo reconocimiento. Compartí ese honor con empresarios como Amalita Fortabat, Alchouron –los importantes de la fiesta– y otros que no recuerdo. También estuvo Javier Torre que ese día olvidó el enojo que tenía conmigo. La «cosa» del Konex la he usado para colgar collares, pero desde que trabajo en casa la tengo en un estante en el lugar donde trabajo. Si necesito darme importancia lo menciono y la «cosa» está ahí para probarlo. La foto de ese día también está cerca para recordarme que fue un día casi perfecto. 12