ENFRENTÁNDONOS AL MAL Y A LA INJUSTÍCIA

Transcripción

ENFRENTÁNDONOS AL MAL Y A LA INJUSTÍCIA
ENFRENTÁNDONOS AL MAL Y A LA INJUSTÍCIA
(Jaume Llenas 07/04/2013)
TEXTO: Zacarías 1:7-17
Uno de los temas que más conflicto causa a lo largo de la historia es observar
como los malos prosperan y a los buenos todo les va mal. Desde una
perspectiva de Dios, sin embargo, esto cambia: todos hacemos el mal, y actúan
de modo incorrecto en alguna ocasión. Pero des del punto de vista humano y
actual, esto es visto desde otra óptica; casos como el de los bancos (y la crisis
generada por sus abusos de poder, que sigue dándose hoy en día) o las
empresas grandes (enriquecidas por la crisis, que hace que tengan más
posición de poder). Parece que el malo disfruta de las bendiciones y el bueno
tiene que pasar por el tubo.
En la Biblia se habla de esto; por ejemplo en el Salmo 73:2-16. Este es el caso
que vivían los 50.000 que regresaron el tiempo de Zacarías.
5 meses después de la visión anterior, el Señor regala un seguido de visiones
el mismo día. La primera de ellas, la que vemos hoy.
Hoy vemos un montón de aspectos del texto profético. Por ejemplo, el mirto
significa el pueblo; algo pequeño, una pequeña minoría; pero el Señor los está
rodeando y encima de ellos.
En el v.11 se ve que la tierra está en paz y tranquila; sin embargo en el 12 el
ángel del Señor pide: ¿Hasta cuándo?; es un problema si los malos hacen el
mal y están en paz y tranquilos. ¿Acaso es Dios indiferente al mal y a los
sufrimientos de los suyos?
De estos malos tiempos debemos aprender dos cosas:
1) No debemos sorprendernos cuando nuestra situación es muy parecida
a la situación de los Israelitas. Los israelitas estuvieron 400 años en
Egipto. La primera iglesia fue perseguida durante más de 300 años. El
cristianismo es el movimiento mas perseguido del mundo. Sin embargo,
con el tiempo, vemos como Dios ha rescatado.
2) Esto que vemos no es el final de las cosas; el final de nuestro camino
no es dejarlo porqué el malo prospera. No es que servir al Señor porqué
no tiene ninguna ventaja. Sino que si volvemos al Salmo 73:17-final; la
perspectiva del final, de la justicia que Dios tiene reservada, que no
termina con la vida, que es eterna, que va más allá de la esperanza de
vida. Debemos cambiar nuestra perspectiva y fijarla en Dios,
necesitamos entrar en el santuario tomando la perspectiva de Dios, sino
alguno de nosotros resbalaremos.
Pero, en los malos tiempos, aparece Cristo, que nos da aliento. Aliento
desde tres aspectos:
1) Con su presencia: Cristo esta allí, siempre, en medio del pueblo
sufriente. Entre los mirtos. Siempre. Como en tiempos de Daniel, con el
horno de fuego. La conclusión es siempre la misma: no temas porqué lo
que está con nosotros es más que los que están contra nosotros.
2) Con su oración: El Hijo de Dios ora por nosotros. No pregunta por qué,
pregunta hasta cuanto. Al preguntar por qué planteamos cosas que
están bajo la soberanía de Dios; en cambio al preguntar hasta cuanto
estamos clamando que somos sólo barro y que no podemos soportar
indefinidamente por nosotros mismos la carga que tenemos encima y
que necesitamos que el Hijo de Dios interceda por nosotros mismos.
3) Con sus promesas: El Señor contesto con tres palabras buenas y
consoladoras:
a. Celos: Similar a arder, estar rojo de ira. Y Dios siente ese
sentimiento cuando le sucede a alguien de su pueblo; todo lo que nos
duele a nosotros, le duele a Dios.
b. Enojo: Implica que Dios actuará contra ellos.
c. Compasión: Promete la reedificación del templo. Y nos consolará,
no con consuelos superficiales (no todo irá bien), pero Dios bendecirá
finalmente y nada puede privar la bendición de Dios. Y esta no
tenemos porqué verla (ej. Abraham, Moisés…), pero existirá, sino en
esta vida, en la eternidad.

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