43 completo
Transcripción
43 completo
alforja R E V I S TA D E P O E S ÍA Invierno 2007 Nueva época a alforja ARTE y L I T E R AT U R A UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA E sta página nació para agradecer cada número a nuestros lectores y a nuestros colaboradores, y para recordarnos el senti- Dirección José Vicente Anaya y José Ángel Leyva Rector Héctor Melesio Cuén Ojeda do vital de la memoria y de la imaginación. Es hora de refrendar la Editora y diseño María Luisa Martínez Passarge Secretario General Jesús Madueña Molina ofrenda a la palabra y dignificar el verbo. En estos diez, casi once Consejo Editorial Ludmila Biriukova, Miguel Ángel Echegaray, Evodio Escalante, Juan Gelman, Eduardo Langagne, Carlos Maciel Sánchez, Carlos Montemayor, José Emilio Pacheco, María Vázquez Valdez años de trabajo ininterrumpido perseveramos en el fomento de la lectura, y de la poesía en particular. Es cierto que el mercado se mueve en dirección contraria a las Consejo de colaboradores: Francis Mestries, Luciano Pérez, Begoña Pulido, Edmar Salinas, Javier Sicilia. Representantes en México: Graciela Ayala Ruiz y Alfonso Peña Raigoza (Durango), Ludmila Biriukova, Guillermo Carrera, Rubén Márquez Máximo (Puebla, Pue.), Willivaldo Delgadillo (Ciudad Juárez), Verónica Loera y Chávez (Oaxaca, Oax.), Aglae Margalli (Mexicali), María Merced Nájera Migoni (Delicias, Chih.), José de Jesús Sampedro (Zacatecas, Zac.), Dora Moro, Teresa Serrato, José Reyes (Guadalajara, Jal.), Sergio Ricardo Venegas (Cuernavaca, Mor.), Amaranta Caballero, Heriberto Yépez (Tijuana), Ivonne Gómez Ledezma (Torreón, Coah.), Marcos García Caballero (Aguascalientes), Carlos Maciel Sánchez (Culiacán, Sin.). Representantes en el extranjero: Eugenia Echeverría (Santiago de Chile), María Antonieta Flores (Caracas), Rodolfo Häsler (Barcelona), Mario Licón (Sidney, Australia), Floriano Martins (Brasil), Josu Montero (Bilbao), Antonieta Villamil (Los Ángeles Ca., Estados Unidos), Edwin Madrid y Aleyda Quevedo (Ecuador), Krystyna Rodowska (Polonia). Diseño de página web: Reyes Sánchez Villaseñor [[email protected]] Editor de alforja virtual: Alí Calderón manecillas del reloj, en sentido opuesto a la gratuidad que supone la noción del ser poético, la vocación del ser libre y ser pensante, del ser actuante. La mercadotecnia no contempla estos valores sin precio; los desprecia, los pone fuera del estante de las novedades, del best seller. Como dijera una editora de narrativa: “Cualquiera escribe poemas, por eso no publicamos versos.” Bajo esa lógica, suponemos que cualquiera puede leer poesía. Portada: SALAR DE UYUNI, BOLIVIA, (fotografía de Matthew Knight) Gráfica: NAHUM B. ZENIL e YVES BERGER En alforja estamos persuadidos de que, en efecto, cualquiera puede alforja es una revista de la Fraternidad Universal de los Poetas. y debe leer buena poesía, porque la mala no existe. Por eso nuestra correo electrónico: [email protected] Página en Internet: www.alforjapoesia.com alforja no se hace responsable por originales no solicitados. voluntad de renovar la gratitud y la convicción de que en la poe- Domicilio: Copilco , ed. , depto. , Col. Copilco Universidad, Del. Coyoacán, C.P. , México, D.F. Tel./Fax: Impresión: Exima, S.A. de C.V. n Panteón , bodega , Los Reyes Coyoacán, del. Coyoacán, , México, D.F., tel.: - © Todos los derechos son de los autores. Cada autor se hace responsable por sus opiniones. sía no hay nada nuevo qué contar, pero sí la forma de decir. Nuestra novedad es tan vieja como el nombre. Contenido Miscelánea - John Berger , Ocho poemas de emigración , Yo sigo esa falla, Destines-moi la Palestine Poesía boliviana Un paseo por la poesía boliviana Catulo , Me encanta, Desinfectología, El cuchillo, Ostra, Götterdämmerung Tres poetas canadienses , Eva, Vuelve a cerrar el agua, El piano , El estanque, Balance, Cripta de ti, El cerco , Una lección de la tierra Lo cotidiano en la poesía. Entrevista con , El viento, Vitral del aprendizaje , La revolución poética de John Kinsella , Rapsodia cuarta, Rapsodia quinta, [Sólo tengo este cuerpo] , America or glow , I, II, [Bajo la violeta cópula del cielo] , VI, II, Para decir amor bajo las lluvias , Soliloquio del homo maniacus, Poema sobre el oboe y el amor, Retrato de poeta I, Retrato de poeta II , I, II , A veces, en el tren que fuga La abolición de la última Thule. Entrevista con , Segregación n° (a modo de un pintor primitivo oculto), Oh Hada Cibernética…, El aviso de las señales, Poema, Si de tantos…, La cara de mis hijas, El fin es gemelo del comienzo , XXXVIII, LXXII , Zurita , De pecados capitales , Receta de amor, Tu desnudez, Las alas de la luna , Al borde del extravío, Destino y memoria , Escrito, Que no se vaya, Agarthe , , , Serpientes , Se va…, [Por el ojo de una aguja], [Ya nunca podré trenzar tu pelo] , Piedra de Praga Artes plásticas , Nevado eterno, Sol, Equivocación , , , Introspección liberadora. La obra de Nahum B. Zenil , [el ángel de Jehová acampó a unos siete pasos de mi jardín], ¿qué harías si Dios un día… . , Historia común , , , , [A pesar de todo], [Y en ese sueño Sylvia], [No la casa triste] Crítica de la poesía y de los poetas El retardado surrealismo de Octavio Paz. Piedra fundacional del manierismo actual en la poesía mexicana , Bartimeo’s dream , Desparecido sur , Breve camino, Del tiempo , . Sin tocar, . Voltar, , III, Ana , Se cierra el telón, Dejar de esperar el amanecer Reseñas , [Ves cómo me devuelvo hacia ti], [La clavícula], [Quizá vida] . . Vivir es repetirse LUIS HERRERA-PASVE John Berger J ohn Berger (Londres, ) es sin duda uno de los pensadores vivos que más trascendencia tienen para el futuro de la humanidad y para el entendimiento de muchos de los misterios que pueblan nuestro pensamiento/emoción contem- poráneos —la muerte/los muertos, lo sagrado, el tiempo, lo cotidiano, el respeto, la imaginación—. Siendo pintor, narrador, filósofo, crítico de arte, guionista y, sobre todo, persona en el sentido más humano del término, es naturalmente poeta. El poema que presentamos proviene de Our faces my heart, brief as photos (Vintage, Nueva York, ) y nos asoma al detalle de la vida campesina, la experiencia de la partida, el encontronazo con la ciudad y su horror y maravilla. Entre los libros de su extensa bibliografía traducidos al español se pueden mencionar la trilogía Into their labours: Pig earth, Once in Europe y Lilac and Flag (De sus fatigas: Puerca tierra [], Una vez en Europa [] y Lila y Flag []), To the wedding (Hacia la boda, ), Another way of telling (Otra manera de contar, ), King (K. Una historia de la calle, ), About looking (Mirar, ), Ways of seeing (Modos de ver, ), The shape of a pocket (El tamaño de una bolsa, ), Photocopies (Fotocopias, ), Here is where we meet (Aquí nos vemos, ), The sense of sight (El sentido de la vista, ), así como el libro de poesía Pages of the wound (Páginas de la herida. Antología poética, ). Con la esperanza entre los dientes apa- Fotografía de MLMP. reció en marzo de , publicado en español (La Jornada Ediciones-Editorial Ítaca, con traducción de Ramón Vera Herrera) antes que en inglés. Junto con Alan Tanner ha realizado los guiones para las películas La salamandra (La salamandre, ), Le milie du monde () y Jonás que cumplirás años en el año (Jonas qui aura ans en l’an , ). n los huesos metálicos de la tierra arrancados a mano JOHN BERGER Ocho poemas de emigración la iglesia por encima de la tierra brazos de nuestro reloj crucificado Traducción del inglés de Luis Herrera-Pasve todo se lo llevan . Comunidad Les digo todas las casas son agujeros en un culo de piedra . Partir el dolor no puede devoramos las tapas de los ataúdes entre la estrella de la tarde y un balde de leche es la nada aguantarse tanto las huellas desaparecen bajo la nieve el blanco abrazo de la partida donde batimos la mantequilla dos veces diarias se vacía arrójennos como vapor sobre los campos he tratado de escribir la verdad en los trenes . Tierra el tren cruza un puente un hielo negro se junta en cada letra sin un oído la lengua es pavor se aferra a una sola palabra el cuero cabelludo guinda de la tierra peinado en otoño y en tiempos de hambruna S AVA mi río alforja | . Metrópolis el filo de la luna agudo como el nivel del agua en un canal y los bucles de la razón al alba cuando la oscuridad se empareja con la luz aceptan lo oscuro negro profundo punto ciego acéptenlo ojos pero aquí lo oscuro fue robado en un costal y con el peso de un guijarro lo ahogaron allá construimos la noche conforme encendimos el fuego en él reposamos usando lo oscuro cual cobija los campos cercanos eran la respiración de animales dormidos quietos como la tierra cálidos como el fuego frío es el dolor de creer que el calor no volverá nunca aquí la noche es olvido del tiempo eterno amanecer y en el frío sueño yo arder el pino como la lengua de un perro tras sus dientes no hay ya oscuridad . Muelle toda la noche Hudson tose en la cama . Fábrica aquí es el alba eterna hora de despertar hora de la profecía revolucionaria hora de las brasas muertas tiempo del trabajo de los días interminables alforja | intento dormir mi país es una piel clavada a un madero el viento de mi alma se apresura fuera de los horizontes tiendo una hamaca en el sueño me amamanto de mi pueblo natal y rozo la curva de mi río . Un bosque conocido dos macarelas negras se dirigen al nacimiento del día las ramas tienen músculos las colinas se elevan la nube se vierte en un tazón déjenme morir así arponéalas cielo arponéalas en el bosque los jabalíes salvajes ya comieron guardan su calor y están adormilados . Ausencia cuando el sol era apenas tan alto como el pasto de los árboles colgaban joyas y la hilera de casas se volvía rosa entre las luces fluorescentes del libramiento los apartamentos cuelgan sus vírgenes están friendo papas una fábrica descarga sus manos en guantes de lana tengo un agujero en el pulgar las vides no están verdes las vides no están aquí las joyas estrujadas en los cables de alta tensión serán usadas por los muertos DANGER DE registro cada uno de los claros del bosque en una malla que traigo enredada como trapo en la cabeza una sábana tendida sobre los ojos de los muertos evita que el mundo penetre en el trapo desenrollado sigo el rastro de los muertos en el bosque conocido. MORT alforja | YVES BERGER Yo sigo esa falla [ piezas de un puzzle no resuelto] Traducción del francés de Alfredo Fressia Y B es artista plástico y poeta. Nació en Alta Saboya, Francia, hace treinta años. Vive y trabaja en el pequeño pueblo saboyano donde creció. El medio ambiente y la naturaleza son una influencia importante en su arte. Estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de Ginebra, donde recibió el Premio Stravinski por su pintura en . Ha expuesto su obra de manera individual en Zofingen (Suiza), Berna (Bélgica), y ha tenido varias exposiciones en Francia. En fue curador de la exposición Le blaireau et le roi [Carte Blanche à John Berger] en el convento de Mélan, en Taninges, Francia, que incluyó a artistas como Vicken Parsons, Werner Schmidt, así como a los fotógrafos Daniel Michiels, Marc Trivier y Liberto Macarro. Obra de Yves Berger ha aparecido en diversas revistas internacionales, entre otras, Art on Paper (Nueva York), Brick (Toronto), Conjonctures (Montreal), Revue d’Etude Palestiniennes (París), Janus (Bruselas), La Table des Negociations (Lausanne). Como escritor e ilustrador ha publicado los libros L’Araignée jaune (con Alexandre Loye, Art &Fiction, Lausanne, ) y Destinez-moi la Palestine E s Nochebuena. Como todas las noches postergo el momento de acostarme. Afuera la bruma remonta el valle y parece haber plenilunio. Pienso que los niños duermen. Pienso en la alegría de los que al despertar encontrarán un regalo bajo el árbol. Pienso que yo también formaba parte de ellos. (poesía, ), del que presentamos aquí un fragmento. Yves y su padre, John Berger, estuvieron en México en diciembre de . Durante su estancia convivieron y conocieron las comunidades zapatistas en Chiapas. Algunos de los dibujos que Yves realizó en esos días aparecen en este número de alforja acompañando este texto autobiográfico y el fragmento de su poema, así como el poema de John Berger que aparece en las páginas anteriores. Agradecemos a ambos su entusiasmo y su generosa colaboración. n alforja | Anochece temprano y algunas casas visten sus ropas de navidad. Es lindo ver cómo cada uno eligió y colgó sus luves navideñas. Las que parpadean, las que desfilan una luz azulada o roja, las que penden como cristales, o las clásicas de todos los colores que no parpadean ni desfilan. Me imagino a los hombres de esas casas en sus escaleras, frente al balcón, bajo el alero; abajo, los guían sus mujeres, tal vez sus hijos.“Sí, así es mejor. Está aun más bonito que el año pasado…” En las noches de diciembre las casas que atravieso me hablan, con su luz, con su falta de luz, de su soledad. Cuando vuelve del trabajo, Stéphane revisa su vergel. Los árboles, manzanos y perales fueron plantados por su abuelo. Stéphane los cuida lo mejor que puede. Los poda y les corta el muérdago. En el lugar de los antiguos, que se han secado, planta otros nuevos. Querría que sus hijos pudieran, como él, recibir sus frutos, y más aun apreciarlos por lo que son: promesas vivas para amar. En invierno, cuando llega el momento de destilar, Stéphane saca, cantando, sus barriles. “Es el día más hermoso del año…” El acantilado se me ofrece al anochecer. Antes se ofrece al sol que, sin embargo, casi no lo calienta. Cinco grados bajo cero es lo que indicaba el termómetro del auto cuando llegué. Con mis utensilios en la mano caminé en la nieve hasta ese lugar al borde del camino donde planto mi caballete y donde me siento bien. Frente al acantilado que levanta todos sus abetos… Empiezo. Sigo esa falla. Ella me lleva a otra. Un abeto, al lado, otro. Abajo, un hueco de ángulos rotos, casi una gruta. Oigo el agua de la cascada — menos fuerte que hace algunos días—, el frío empieza a apropiarse de ella. Bajo la cresta dentada de mil flechas, las líneas de fractura alcanzan los más antiguos estratos dejados por el mar. Esas líneas dibujan cuerpos adormecidos, rostros fijos que parecen aullar todavía, miembros que estrechan la forma de los amantes en un tiempo sin duración… Mis dedos en la página van de comprensión en comprensión. Ésta puede permitir que me eleve —no lejos de la luna, justo encima—. Aquélla cede y me precipita, con algunos guijarros, hasta abajo, cerca del agua que se derrumba con estrépito. Toda la tinta en mi pocillo se congeló. Tomo un poco entre mis dedos y retomo mi camino allí donde lo habían dejado mis ojos. Un poco de nieve para diluir… un negro menos negro, un blanco que se vuelve negro, pero no gris: aquí sólo hay lugar para los extremos. La luna es lo único que todavía le queda al sol. El acantilado se retira y me ofrece así posibilidades de captarlo en su posición recostada. A mi alrededor aparecen lunares en la nieve: cristales de mi tinta que sembré sin darme cuenta. El único color —el azul del cielo no cuenta— es el de mis botas de caucho y de algunos restos de estiércol que ellas arrastraron. Algunas hojas más, otra vez esos arbustos que sobre la misma cornisa lograron crecer, tan rectos. Esa cavidad, como un ojo, a la derecha de los grandes derrames negros dejados por la lluvia de miles de años en esta roca. Me gustaría quedarme todavía. Pero vuelvo a casa. En el auto el termómetro indica nueve grados bajo cero. alforja | Agrandar el parque cuando la hierba está alta. Caminar a campo abierto siguiendo el hilo. Unos granos casi maduros golpean contra mis caderas. Los tallos secos se rompen, oigo suavemente que se pliegan bajo mis pies. Los rayos del sol acarician el campo. Avanzo. Aparecen trazos de luz: los hilos de seda de las arañas. Brillan entre la hierba. A lo lejos oigo el campanario de la aldea, su carillón llevado por el viento. Si volteo antes de regresar veo un rastro que desde el horizonte corta el campo abierto y acaba a mis pies. Pienso que con la ayuda del viento las arañas se habrán apresurado a lanzar sus hilos por sobre ese rastro de mis pasos. No somos reductibles a nuestras funciones. Buscamos sin cesar los signos recibidos y los signos para dar, en un mutuo reconocimiento. Y este reconocimiento consiste, en primer lugar, en compartir un dolor, el de nuestros fracasos, el de nuestra impotencia. No somos funciones porque sufrimos por perder y no soportamos el abandono. Y porque nada justifica el dolor de las heridas que nos inflingen. Con sus hilos de seda algunas especies de arañas hacen un lazo con una gotita de pegamento en la punta. Así pueden atrapar a un insecto en pleno vuelo. Otras tejen una pequeña red que mantienen entre sus patas hasta el momento de que la presa cae y pueden atraparla. En el flamante taller que mis padres construyeron para mí había una hoja en la que, con letras grandes, estaba escrito: ¡P ! Tuve que agregar algunas frases para explicar. ¿Dónde se encuentra hoy esa hoja entre todas las otras que acumulé? Los cristales de escarcha brillan sobre el techo de pizarra. Pero las pizarras no se ven, uno sabe que están por abajo. Me gusta mi x. Fue un regalo de cumpleaños hace dos años. A veces imagino que lo empuja una mano gigante. Pondría sus dedos encima y lo haría rodar y derrapar, saltar como yo lo hice con mis cochecitos de juguete en la tierra a mis pies. Ahora vivo donde termina un camino hecho con esa misma tierra, y el x pasa bien por ahí, pero ya ha ahondado baches. Cuando nuestros amigos nos visitan, la parte baja de su carrocería frota el suelo helado en medio del camino. Es un problema que hay que solucionar. El otro problema específico de este modelo es la herrumbre. Por el momento está en buen estado y nada hay que temer respecto al motor. Como es sencillo, como un tractor viejo, sin electrónica, no veo en qué podría fallar. “¡Ya verás, es bueno!”, me había dicho Luc a propósito del aceite especial anticorrosivo que le puse con cariño ya por segunda ocasión. Es de un amarillo vivo, uno ve que rebasa los bordes de la carrocería y el centro de la llanta. Lo pasé por los más pequeños rincones que pude alcanzar con una pistola de aire comprimido. Entre las piernas del puente que mantenía al auto por encima de mi cabeza, mi brazo iba y venía, buscando las piezas olvidadas, desnudas, bajo una llovizna de aceite tibio. “Vas a tener que calentarlo, porque a esta temperatura es como grasa”, me había advertido Hervé, el hijo de Luc. En el taller tomé el trípode y mi cacerola de pintor, después de instalado en el galpón de los Bertrand, y puse a calentar esa sustancia de la que esperaba un milagro: parar el tiempo o, por lo menos, frenarlo un poco. Ahora, cuando ruedo en el x, el aceite especial anticorrosivo se quema por el escape. Desprende un olor a “calor”. El mismo que sentí esta tarde, cuando puse el gas bajo mi cacerola de pintor. Las telas de los pintores no tienen la evidencia de las telas de araña; más bien es con la torpeza de sus manos que los pintores pueden emocionarnos. Cuando empezaba a pintar, un amigo artista me dijo: “Ya verás, un día tú tendrás poder.” Juan, ése era su nombre, era vivaz y sus ojos le brillaban con tierna malicia. No perdía ocasión de llevarme hacia adelante o de hacerme señales con la mano. Lo sigue haciendo, incluso ahora que está en el cielo —como se les dice a los niños—. Su saludo me llega a través de un dibujo, negro, en la primera página de un cuaderno que me regaló. Lo guardo abierto, allí donde queda mi cuerpo cuando pinto. Loor a los paréntesis, todos los paréntesis que nos llevan fuera de nuestro tiempo, fuera de nuestros lugares. Los amantes, abrazados, rechazan todo lo que fuera de ellos los separa. Encuentran así, sin cesar, una eterna salvación que pasa. Los recursos que ofrece nuestro mundo son, sin embargo, limitados. Algunos, la mayoría inclusive, enfrentan esta realidad: sus sueños no están destinados a realizarse, al contrario. Entonces no alforja | piensan en sus vidas como un sueño donde todo sería posible, sin límites. Salvo en sus luchas, donde la esperanza se vuelve posible. A los niños se les dice: “No puedes tener todo de inmediato.” Juan, lucho contra ese poder que predijiste que tendría. Por pequeño que éste sea, tan pequeño como algunas palabras alineadas sobre un papel, me glorifica por un mérito, el de haber llegado a donde llegué. Sin embargo, querría aún poder soñar que no se llega, que uno no está donde nos dicen —más bien, recomenzar de nuevo—. United States of America es lo que está escrito arriba, en letras doradas sobre fondo azul marino. Mi rostro en la foto, reducido a milímetros, está bajo el pico del águila, símbolo de ese país. Las palabras: “land of the free” están inscritas de tal manera que sólo en ciertos ángulos se las ve brillar. Más adelante, en las páginas reservadas para las visas, hay imágenes de colores desteñidos: un velero con todas las velas al viento, un barco a vapor sobre el Mississipi, unos bueyes empujando un arado, caballos montados por hombres de sombrero, un tótem indio al borde de un lago, con una cita en lo alto dedicada a la gloria de los animales. . Es mi número de ciudadano estadounidense. Está inscrito debajo del código de barras. Bajo esa extraña imagen de dos planetas uno tras el otro —la Luna seguida por la Tierra— y encima, amenazante, un satélite que nos observa. Se indica que el pasaporte sólo tendrá validez después de firmado por el titular. Entonces, en el lugar previsto a ese efecto, página , firmo, sin comprender bien el significado de mi gesto. Después de haber lavado la pistola en White-Spirit, se le llevé a Luc. Estaba sentado en un banco de su pequeña cocina. Su mujer, Marie-Thé, se calentaba los pies contra la estufa. “Está bien, pero lo hiciste tarde”, me dijo. “Tenías que usar ese aceite en otoño; ahora el polvo se le pegoteó, ¡es lo que te faltaba!” Miro las llamas tras el vidrio de la estufa y le respondo que el año que viene no me dejaré engañar. n YVES BERGER Destinez-moi la Palestine [fragmento] contra un cactus. Calle ciega de mil novecientos cuarenta y ocho les robaron a sus días el próximo y el próximo ustedes crecerán Crecerán juntos y nuestros hijos crecerán juntos en nuestros hogares semejantes a su aislamiento Oh botón de flor de Qualquilia antes de la lluvia de un día de una noche inundada de cámaras Aun si antes aun de comenzar los tanks y los think tanks Aun si antes aun de comenzar sus orugas y gusanos Déjenme Aun si antes aun de comenzar todo afuera y el tiempo perdido Aprieten nuestros lazos por nuestras ropas desgarradas en los sueños de mi hijo Aplastado Infectado Niños de la calle con bolitas multicolores juegan al cerrojo Tragado por la boca de sus sueños con el verbo volver en sus médulas Todo los trae al fin de donde ustedes parten niños de una danza entre cada instante. Otro es el lugar de ustedes La herida transformada en consuelo el miedo en alimento y la pérdida en nación. alforja | . MÓNICA VELÁSQUEZ GUZMÁN Un paseo por la poesía boliviana O rdenar el panorama poético en Bolivia no es tarea simple dada la variedad y dispersión de sus escrituras. De hecho, son pocos los estudios sobre poesía, a excepción de la ardua labor de Eduardo Mitre en sus tres libros de crítica dedicada al género: De cuatro constelaciones, El árbol y la piedra y El aliento en las hojas. Sin embargo, sostengo que la poesía boliviana de mediados del siglo XX se inicia con los ya canónicos nombres Óscar Cerruto () y Jaime Sáenz (), a los que añado fundamentalmente Edmundo Camargo () para completar cierta genealogía. Si con el primero asistimos al inicio de una poesía filosófica que repiensa el mundo en sus preguntas fundamentales desde un imaginario paceño, con el segundo la poesía se torna crítica, duda permanente sobre el mismo quehacer poético, las limitaciones del decir antes de caer en el abismo de lo decadente y la posibilidad de crear anuncios de aurora ante un mundo corrupto y cruel. El tercero, en cambio, refresca el panorama desde otro sitio: la metáfora más viva que nunca hablando desde el cuerpo amante y muriente en un extrañísimo oficio de erotizar la muerte o morir el amor. Formalmente —y ya más allá de sus propuestas temáticas— los poetas iniciales para la última mitad del siglo pasado nos heredaron un rigor implacable ante la tarea de la escritura, no sólo estéticamente, sino también como una ética ante el mundo y el ser humano. Me interesa marcar desde ya que la poesía boliviana no es una poesía creada o germinada a partir de sobresaltos en los que, al decir de Harold Bloom, el hijo luche contra su padre literario; más bien se trata de una tradición de continuidades y de diálogos. Así se desprenden tres líneas o maneras de ordenar las escrituras de la poesía contemporánea boliviana, sin que esto implique necesariamente una repetición per se o una ruptura implacable. A medio camino entre esos extremos, creo que los escritores nacidos en las décadas cuarenta y cincuenta del siglo pasado rescatan su tradición y dialogan permanentemente con ella, desde ella. alforja | Entre estos poetas, son sin duda Blanca Wiethüchter () y Eduardo Mitre () quienes giran el hilo de la tradición para instaurar nuevos mundos posibles. La escritura de Wiethüchter hereda una actitud vital de Sáenz entendida como un riguroso compromiso con la palabra y con el mundo al que ésta representa; con ciertos ecos del romanticismo alemán, podemos decir que ambos hacen de su vida un “merecer la palabra”. Sin embargo, y ya muy lejos del predecesor, esta poeta inaugura una veta en la poesía contemporánea a partir de por lo menos tres ejes: la introspección por una identidad femenina definida desde la escritura, el cuestionamiento por una identidad que busca pertenecer a su lugar de origen, y el trabajo intertextual con otros escritores de la literatura universal. Creo que Vilma Tapia, Marcia Mogro y yo misma le debemos a esta poeta la puerta que supo abrirnos para calar el silencio. Encontrar en la memoria lo que uno puede ser, su lugar en el mundo y en el tiempo, es la búsqueda más constante en la poética de esta poeta. Quizás por ello mismo su poesía necesita tiempo para desarrollar un ritmo, unos personajes, un mundo propio. Esto se refleja en una concepción del libro como unidad; como un poema extenso formado por instantes, por fragmentos. La conciencia crítica de la palabra que pone en duda la identidad del sujeto lírico hace que encontremos una línea existencialista que agota la autoexploración por los caminos del inconsciente, el sueño, los deseos y los silencios. A esta preocupación corresponde otra: la certeza de necesitar el mundo del otro, el diferente del yo, para completar la palabra. Tal poética se expresa en recursos concretos: el lenguaje recoge palabras ajenas, dialoga con ellas, las hace problemáticas, las conoce; lo otro como tema de exploración de la subjetividad del yo tiene una presencia constante. El otro, como sujeto, deviene un interlocutor siempre presente, fragmentando y enriqueciendo el mundo poético propuesto. Dos vetas complementarias de indagación: la de la identidad femenina siempre dual y la de la identidad respecto al entorno, al territorio, al lenguaje; ambas existen en la posibilidad y búsqueda de diálogo, encuentro o confrontación con el “otro”. Podríamos inscribir la poesía de Marcia Mogro dentro de la herencia saenziana y la de Raúl Zurita, pero quedaríamos cortos. En sus libros concebidos como unidades y no como colecciones o antologías, la escritura se desarrolla larga, casi narrativamente, para armar un mundo y presentarnos sus personajes. En Semiramis, (MC) se perfila un diálogo entre los miembros de una comunidad que narran fragmentariamente el cerco a la ciudad de La Paz ocurrido a finales del siglo XIX. Lo novedoso es la inclusión de varias voces y la ruptura de la linealidad significativa que abren el sentido del poema, dispersando la enunciación. El sentido de la muerte, del peligro y de la palabra corresponde con un lenguaje esquivo, cercado. En el segundo poemario, Los puentes colgantes, ese aprendizaje de la muerte adquiere un peso inolvidable y hace del lenguaje el lugar más profundo para ese viaje. Posteriormente esta poeta ha completado ese inicial descentramiento de la voz para proponer un diálogo con varios interlocutores, un sentido comunitario de la palabra y una comunicación con lo secreto y misterioso desde una óptica luminosa, línea que continúa en el reciente poemario, Lacrimosa cuando la palabra, que se constituye como sanación, como conjuro ante la muerte. . A partir de las líneas que Cerruto dedica a otros escritores se puede pensar una veta en la poesía nacional que, partiendo de Franz Tamayo, se dedica a escribir desde sus lecturas; es decir, de cara a una tradición poética que los poemas arman y en la que se reconocen. Contra lo que Tamayo denominó “la ineludible soledad del genio”, sus poemas y los de sus seguidores crean escenarios de diálogo con otros decidores; en ello va no sólo la creación de una tradición, sino la de una comunidad hermanada por lo que la palabra funda. Este hilo conductor del “poeta como lector” que dialoga directamente con sus fuentes antes que con su contexto está presente en poetas como Cerruto, Viscarra Fabre, Ameller, Shimose, e incluso una generación posterior, como la de Rubén Vargas y Cé Mendizábal (Velásquez, : ). Si bien creo cierta la falta de revelaciones o revoluciones radicales en la poesía boliviana, hay quienes se han desprendido de estos fundadores para crear su propia búsqueda desde otros lugares. Es el caso de Humberto Quino y su primera obra nacida de la marginalidad y la irreverencia hermanadas posiblemente de Nicanor Parra. Humberto Quino Márquez goza desde hace pocos años de un reconocimiento por parte de la crítica. Su poesía está a medio camino entre una referencia obligada de la marginalidad antipoética y un recorrido que, secretamente, se comunica con los poetas cuyas obras no son necesariamente alforja | un “parteaguas”, sino caminos alternativos. La preocupación por la muerte, por el oficio del poeta y por la construcción de un diálogo celebratorio o paródico con la obra de otros poetas son los tres ejes más destacados de su obra. Creo hallar en cada uno de dichos ejes cierto eco cerrutiano, aunque claro, pasado por el humor y la ironía. Si la escritura es una “carroña” por la que el poeta se acerca a su muerte y se alimenta de ella para vivir la vida entre un desenfado permanente y un rudo erotismo, el poeta se convierte en un personaje teatral que alterna máscaras en su quehacer verbal. Uno de los recursos que más llama la atención es la inclusión del nombre del autor, lo que juega con connotaciones ambiguas entre la biografía y la antipoesía. El hablante de los poemas es presentado como un poeta, un caballero, un maestre“del gremio de los desocupados”, un “defensor de mujeres perdidas”, un observador de las multitudes, un andante de la ciudad, un fantasma sin cuerpo, un “gallo de pelea”, un arcángel Gabriel, una abeja, un “laborioso negociante”, un espejismo, etc. La escritura es asumida como un contacto con la muerte, con el cuerpo (ajeno casi siempre y a veces el propio) y con la demencia. Pero fundamentalmente, la escritura —como lo dice el mismo autor— es una suma de contradicciones en una mirada lúdica: “porque ser poeta exige ser bufón y hombre / Cristo y Satanás / Amén”. Es decir, la escritura es un tránsito hacia uno mismo, pero no como revelación de una verdadera esencia, sino como una serie de posibilidades. La tarea del poeta le obliga a “ser y estar en ésta y la otra vida” “esperando el salto mortal para volver a sí mismo”. Esa concepción de la escritura hace posible transitar a la muerte, a esa “fosa común donde sobrevive el muerto”, para hallar las voces de viejos poetas que también enfrentaron nuestra finitud en sus obras. Así leemos el poema dedicado a Cerruto en el que la reescritura de algunos de sus versos alerta al lector de la intertextualidad presente. “Casa de Óscar Cerruto” (parafrasea el título de los “Casa de Lope”, “Casa de Baudelaire” y “Casa de Beethoven” que escribiera Cerruto) retoma dos motivos de la escritura del poeta predecesor: la certeza del no saber y un juego de desplazamientos por el que la aseveración cerrutiana —“morir es devorar la vida”— acaba por evocar que “morir es morir en tu morada”, juego que retiene la muerte junto al ámbito más sagrado en la escritura de Cerruto. Igual parafraseo ocurre en el poema dedicado a Jaime Sáenz, en el que su último verso —“hay que pensar / que poesía y muerte son una misma cosa”— reemplaza el término vida de la cita original por el de poesía, con lo que desplaza el sentido tan saenziano que unía la escritura con la vivencia. No pasa lo mismo con el poema parafraseado de Tamayo, en el que Claribel acaba siendo Coronel y el sentimiento romántico de sumisión al amor de la dama es parodiado en la sumisión a un estado autoritario; como si se cambiara un contexto por otro, el que rodea al poeta en sus años de escritura. La muerte, reconocida en la obra de autores que le precedieron, no es asumida por una conciencia trágica, sino por una conciencia celebratoria que coquetea y seduce su muerte porque la reconoce como parte de su vida. La muerte es un encuentro consigo mismo: “alguien está solo en su lecho / y corre a su muerte / desnudo como un dios / al encuentro de sí mismo”. Otro es el camino que, desde escritores del sur del país, expresan un lenguaje “ardiente y salvaje”, como dijera Blanca Wiethüchter al hablar de Aníbal Crespo, quien dialoga cercanamente con la poesía de Jesús Urzagasti y Roberto Echazú. Poco hay de común en tres mundos poéticos autónomos y reconocibles, pero queda tal vez un eco que nos alerta de cierta cosmovisión que busca lo sagrado en medio de un mundo en el que acecha el mal —estar en todas sus formas—. Para los tres el amor ocupa un lugar esencial de comunicación con la naturaleza y con el mundo a fin de protegerse de la muerte y del medio citadino que los abruma. Diferente al silencio cerrutiano, pero proveniente de la misma certeza (lo sagrado ya no tiene lugar en este mundo), la poesía de Urzagasti calló hace años, quizás en ese propósito de devolver secretamente la unidad a un mundo que ya no puede decir sentidos sagrados. Roberto Echazú tiende dos hilos complementarios: la síntesis de un momento presentado como poético y la poesía un poquito más extensa en la que el amor deviene un muro contra la muerte. La brevedad de sus versos no tiene relación con la poesía límpida de Milena Estrada o de Ávila, aunque cierto aire las recuerde. Ahora hallamos poemas mínimos que retratan una situación, un momento, antes que una imagen. Su poesía es, en general, un canto a la vida y a la esperanza; su forma roza con frecuencia el aforismo. Se trata de una poesía luminosa que podría entrar en contacto con la poesía de la tierra de Octavio Campero Echazú. Ambos alaban la cotidianidad, el mundo de lo pequeño. Por su parte, Aníbal Crespo Ross también halla desde el amor el lugar de la tierra, del lenguaje y de la pasión por el decir su mundo. . Es mucho más complejo rastrear la veta que iniciara Camargo; sin embargo, es posible advertir su presencia en el trabajo con la imagen y lo simbólico en diferentes grados de hermetismo y de realización. Aunque cada uno instaura claramente su mundo y su lenguaje, creo que Eduardo Mitre y Juan Carlos Orihuela podrían reconocer en Camargo el inicio de sus búsquedas tanto en lo que concierne a un lenguaje metafórico y donde el mundo de la muerte y del erotismo se rozan, como en la capacidad de inaugurar nuevas expresiones poéticas desde un gesto dispuesto a la experimentación. Eduardo Mitre ha transitado por la búsqueda de un lenguaje límpido en su técnica y verdadero en su contenido. Es el más vanguardista de su generación, al llevar la tensión y el ejercicio del lenguaje a extremos insospechados. Podemos dividir su producción poética en dos etapas alternas, más que consecutivas: una, la precisión y pureza de una poesía concreta atenta a las formas y los objetos; la otra, extensa y dirigida a figuras como interlocutores o como guías. Paralelamente, la mirada y el erotismo son una constante que atraviesa ambas líneas, contaminando de sensualidad a los objetos y a las situaciones de diálogo con los personajes convocados. En los poemas extensos hay un doble juego, la presencia de otros textos literarios dentro del texto y el poema dirigido a un destinatario concreto. Otro rasgo interesante es que esas figuras habitan el terreno de la muerte y se comunican entre sí de maneras misteriosas. Al traerlas al poema, el hablante lírico se apropia de un conocimiento de la muerte cuyo acceso directo o vivencial es imposible. La poética de Mitre podría sintetizarse en las dos siguientes citas: “como se apela a una hierba mágica / para sanar del mal de ausencia, / escribiré entonces estas líneas” y el poema “Escritura”: alforja | Dejar caer una por una todas las máscaras hasta la soledad desnuda frente al tiempo sin cara. Buscar en el silencio donde manan las palabras su ofendida inocencia, su vocación de alianza. Fijar su gracia elocuente como el fuego y el agua. Y atravesarlas como un puente en un cuerpo y un alma. Contra la ausencia, las palabras tienden puentes, vacían al poeta de sí mismo dejándole desnudo y, dejando ver su posible combinación, atraviesan el tiempo siempre encarnadas en una piel concreta, en un alma concreta. Lejos de las abstracciones, esta poética se hace transparente en la exigencia de un lenguaje riguroso y certero en sus construcciones. Poesía del deseo por compartir —conversar con otro cuerpo, otro poeta, otro estado (la muerte)—, las palabras de Mitre nos han heredado el placer del rigor poético. Hermanado con la preocupación de los cuerpos y de sus hambres, con el experimento a flor de palabra y con las imágenes camarguianas, se halla la poesía de Juan Carlos Orihuela, que explora los sentidos vitales, sociales y expresivos sin concesiones. Desde su primer poemario —De amor, piedras y destierro— se instaura una poética de lo vivo que, por medio del deseo y la palabra, evoca la fortaleza y el furor de una pasión sin tregua. Posteriormente esta escritura ahonda en dos búsquedas paralelas: la de un espacio mítico en la que el tiempo se resuelva como unión de contrarios y la de una complementariedad erótico-amorosa que ocurre tanto en la relación de pareja cuanto en la del silencio con la palabra. Sin embargo, es con el poemario Febreros con el que esta escritura alcanza su plenitud expresiva al proponer un lenguaje que rompe con lo establecido y lo común para estallar en sentidos contradictorios, ambiguos y novedosos. Ni el espacio social ni el amor son expresados bajo la quietud; todo lo contrario, uno adquiere una connotación política ante la cual el hablante explota en imprecaciones, porqués y desazón. Paralelamente, el amor se yergue como una posibilidad de ir más allá del “sigilo de todas las mañanas” para abrirse al salto impetuoso que es unión y desgarramiento. En su libro Cuerpos del cuerpo, el poeta explora el sentido social de un país al que ve reflejado en un “cuerpo descuartizado”, peleando por su reconstitución. En este libro es estructurante la filtración de una imaginería andina alejada de todo folclorismo o filosofía, pues aparece más bien como mirada, como comprensión dual y complementaria del mundo. Ante la inminencia de lo irreversible de la muerte, los cuerpos crean su pervivencia por medio de una cadena en la que se repiten, aman y reconocen. Los cuerpos son memoria; en ellos “perviven las constelaciones”, en ellos “se predice el olvido” y “son siempre el exceso”, “el centro del remordimiento”. El cuerpo es un tránsito y su paso es un recuerdo evanescente si no se une a otros, a sus mitades, para fundirse en el gran telar del universo; sólo así la tierra que lo devore será la tierra que lo devuelva vivo y transformado. Pero ese paso es posible sólo en unión, en comunidad; por eso el cuerpo masculino y el femenino se unen e interpelan al gran cuerpo histórico. Bolivia aparece como un espacio fragmentado, un gran cuerpo reflejo del cielo y de sus habitantes, un cuerpo descuartizado: “Y cuánto eres / cuerpo / de un país derramado en partes / de un cuerpo mayor que aún se busca / descuartizado en sus principios / repartido en la memoria de sus cuatro esquinas.” La corporeidad del país logra la correspondencia, el encuentro de los contrarios igualados por una mirada mutua: “es tierra removida que se nombra a sí misma / antes y después del sacrificio / —cuerpo y tierra— / tierra homóloga al cuerpo en la reciprocidad del cuerpo / homólogo a la tierra”. En su más reciente libro titulado El oficio del tiempo retoma el tema de la muerte que ya estaba perfilado en Llalva / los gemelos, pero ahora con el fin de encarnar en una mirada amorosa hacia la propia muerte como hecho concreto pero nunca acabado, pues se inserta en el tiempo cíclico andino. Poética de la forma musical y de su quiebre, de la vitalidad de los cuerpos que se buscan y se rozan, de la patria que no es un himno sino otro cuerpo reclamándonos, la poesía de Orihuela es un grito de fe y duda al mismo tiempo. Desde estos dos poetas puede abrirse un puente hacia otros que toman la palabra desde el poema breve y cercano a la preocupación por revelar alguna vital verdad. Entre los exponentes de esta línea se destaca la poesía de Vilma Tapia y de María Soledad Quiroga. La primera dialoga con la síntesis y la pureza de la expresión verbal de Echazú, aunque su camino es evidentemente distinto. Se trata de una poesía limpia de accesorios, el sabor que deja el trabajo arduo y efectivo con el lenguaje y la presencia de sentencias que alimentan la fe en la palabra poética. En su libro más reciente, La fiesta de mi boda, la palabra sobrevive a la blanca sombra hasta hacer posible la visión del encuentro con lo ausente: “Finas hebras tejen / arriba / la placenta / translucida aparición / perfecta / del centro / por el cordón umbilical / hacia / el ombligo / del aire.” De esta manera, la celebración se traslada de la ley que exige sangre a la unión efectiva que arma puentes para conectarse con lo ausente y extrañado, con la madre que falta. Fiesta que acaba en boda porque se prepara amorosamente para la unión; fiesta de la palabra caminante de andamios delgados que atraviesan todos los miedos y los rigores hasta hallar el reposo que la funda. Fiesta de una mujer unida a sí misma por los lazos de la entrega, el autoconocimiento y la mano extendida hacia los demás. María Soledad Quiroga hereda la brevedad y pureza técnica que depura la palabra desnudándola de todo accesorio. Muy cercana a la palabra de Antonio Ávila, esta poeta nos acerca a la sugerencia de los cuerpos y de los encuentros en medio de una “blanca ciudad”, pero se trata siempre de presencias fantasmales que sólo se insinúan sin ánimo de ahondar o explotar. Es un aporte su trabajo riguroso y estricto con las imágenes y la precisión. De hecho, Eduardo Mitre, al estudiar la poesía de Quiroga, ya afirmaba que se trataba de una escritura en la que se dibuja una “intimidad inmensa expuesta a la intemperie por falta de un centro de referencia o pertenencia; una subjetividad desasida de cualquier objeto de contemplación como de todo objeto (o sujeto) de deseo” (Mitre, : ). El más reciente poemario de Quiroga, Los muros del claustro, explicita la idea recurrente en su obra de que existe una amenaza, una imposible armonía en el mundo de afuera. Ante esta certeza, el claustro —como el encierro de uno consigo mismo— es la imagen que más se parece a la fortaleza, la protección; casi se diría que se trata de una nostalgia de vientre materno donde ni el cielo ni el relámpago que lo hiere sean culpables, sino más bien complementarios, amigables. . Es más difícil para mí saber dónde situar a otros poetas recientes respecto a las líneas señaladas. Propongo solamente apuntes generales sobre sus características. Cerca del trabajo por la síntesis y el guiño inesperado a la tradición está la poesía de Juan alforja | Cristóbal Maclean, mientras que la de Juan Carlos Ramiro Quiroga explora la mística, y la de Jorge Ortiz se acerca a una prosa poética deslumbrante de concentración metafórica. La escritura de Álvaro Díez Astete afila los dientes para cercar una poesía de firme lenguaje y verdades implacables que iluminan el mundo desde su lado más sombrío. He decidido incluir en esta muestra de poesía boliviana contemporánea a Clemente Mamani, poeta aymara que, en los últimos años, ha conseguido hacerse presente en el panorama literario del país a partir de la publicación de sus poemas en edición bilingüe. Su escritura transita por la historia, la cultura e incluso las religiones en una permanente búsqueda de transparencia del lenguaje. Entre los poetas más jóvenes destaco a Benjamín Chávez, quien se adueña de una limpidez formal para revelar ciertas “sabidurías poéticas” tejidas al calor de la apuesta por la relación y la entrega a los demás y a la tarea de la escritura. Gabriel Chávez, quien en un tercer libro que actualmente prepara apunta una escritura rigurosa y llena de imprevistos giros. Jessica Freudenthal, cuya obra mejora a pasos considerables y que actualmente, en la preparación de su tercer poemario, apunta a una poesía más dramática y más original en su mundo referencial. Rodny Montoya, quien osa una incursión en el haiku japonés pero atravesado por una particular lectura; en su muy joven escritura se avizoran prometedores hallazgos verbales y asociativos. Concluyo este rápido panorama de los y las poetas bolivianos señalando, sin pudor, que es un orgullo pertenecer, dialogar y heredar este panorama literario. Si bien nuestra tradición carece de un Neruda o de un Vallejo, está llena de múltiples caminos que se niegan a lo unívoco de “los grandes padres” para proponerse más bien como parciales, críticas y originales búsquedas del decir y del habitar el mundo. n Gumucio, Alfonso, Provocaciones, Amigos del Libro, La Paz, . Mitre, Eduardo, El árbol y la piedra. Poetas contemporáneos de Bolivia, Monte Ávila, Caracas, . ——, De cuatro constelaciones, Nuevo Milenio, Cochabamba, []. ——, El aliento en las hojas, Plural, La Paz, . Monasterios, Elizabeth, “La provocación de Sáenz”, en Alba Paz Soldán, Blanca Wiethüchter et al., Hacia una historia de la literatura en Bolivia, Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), La Paz, , pp. -. Paz Soldán, Alba, Blanca Wiethüchter et al., Hacia una historia de la literatura en Bolivia, Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), La Paz, . Velásquez, Mónica, Ordenar la danza: antología de la poesía boliviana del siglo XX, Lom Editorial, Santiago de Chile, . Mónica Velásquez Guzmán. Doctora en literatura hispánica por El Colegio de México. Actualmente es docente de la Universidad Católica Boliviana y la Universidad Mayor de San Andrés. Ha publicado los poemarios Tres nombres para un lugar (), Fronteras de doble filo () y El viento de los náufragos (), así como varios ensayos de crítica literaria. Es editora de la Antología de la poesía boliviana siglo XX. Ordenar la danza (). alforja | EDUARDO MITRE El viento Pasa por esta calle, como al comienzo: camino de cualquier parte. y deja a las olas con los crespos hechos trenzas de espuma. Pasa sin pensar en nada, y todos ya piensan en una emboscada. Baila con las palmeras reclinadas en su pecho y saben a bodas eternas la hora y el universo. Ala sola en el espacio, bate puertas y ventanas: escapularios contra su paso. Tiemblan las cucharillas, las tazas, los platos, sin saber lo que pasa. Sembrador de reflejos, segador de miradas, pasa por los espejos sin que le vean la cara. En las mangas del árbol desliza el brazo. Y saca la mano llena de pájaros. Atraviesa la lluvia como un camello, y pasa entero por el ojo de la aguja. Combate con el mar, cuerpo a cuerpo, Ávido de mundo, lame ciudades y puertos. No se detiene en ningún peregrino como el deseo. Se interna en los hospitales en el pecho de los enfermos y en las madres que nacen entre Tánatos y Eros. Gira en espiral, hacia dentro, con el otoño en las hojas, y abre el arca de los recuerdos en el sótano de la memoria. Pisa el pasado, y camina —a zancadas— por los techos de calamina de la infancia. Entra en el Altiplano: descarga la luna, una cesta de astros y se lleva las nubes y el tiempo en la espalda. Cruza montes y cielos y no agravan su marcha ni la luz del regreso ni el ángel de la nostalgia. Sobrevuela el silencio y deja, en cada palabra, un alma y un cuerpo de su propia sustancia. Sólo un instante demora su aliento. Sólo entre la cabellera y el pecho de los amantes. Nadie hereda su genio pero sí lo que él hace. Yo, a su paso, retengo esta estela de imágenes. Sopla por las noches en el árbol del sueño, y florecen las voces desgajadas de los muertos. Lo mismo que aquí, en el principio era el viento. Y ha de ser en el fin, sobre piedras y huesos. Vitral del aprendizaje Amanece y todo transpira el negro. Incluso el rojo aroma de las rosas y la blancura de los crisantemos. En el largo hall de la casa el ataúd abierto: cráter de la desgracia, epicentro del duelo. Dentro, de cuerpo entero —alto, joven, atlético— está tío Carlos muy serio, con corbata, camisa blanca y terno negro. Cerrados, no vemos sus ojos azules. No obstante, rubio y crespo luce el mismo a quien horas antes le dimos las buenas noches en su lecho de enfermo. Habrá que pasar el entierro, volver luego a casa, pasar por su cuarto sin luces, reparar en su armario vacío y, entrada la noche, sentir pasos, ruidos y, sobre todo, un extraño silencio para que, muertos de miedo, los incrédulos niños que fuimos entonces comprendan lo que realmente a tío Carlos le ha sucedido. Eduardo Mitre. Oruro, Bolivia, . Ha publicado Morada (), Ferviente humo (), Mirabilia (), Razón ardiente (), Desde tu cuerpo (), El peregrino y la ausencia (), Líneas de otoño (), Carta a la inolvidable () y Un paraguas para Manhattan (). alforja | Se aproximó felina. Pero una vez delante vi con asombro a una loba con fondo de ojos de hiena. Promiscuos nuestros alientos se confundieron. Me olisqueó el sexo y yo el suyo. Había complacencia y reconocimiento en los respiros. Sin previo aviso creció hasta tornarse en vaca. Y, no vas a creerlo, con ojos de loba pupila adentro mas ese fondo doble de ojos de satírica hiena. Pero esa vaca, durante toda la noche me ofreció sus blandas ubres. Bebí la leche hasta emborracharme de gozos y viajar ensimismada hasta la cuna. Al día siguiente fue ella quien me llevó de retorno. BLANCA WIETHÜCHTER Rapsodia cuarta Sobre una alta roca arrugada por las lluvias del consuelo contemplaba mi desasosiego. La mudez de la diosa tocaba el más cercano de los silencios el más alto, el cántaro. ¿Cómo puedo vivir ahora bajo la fronda de aquel Silencio? Ignoro mi manera de ser y no sé cómo se florece honrada por la luz. El rojo cinturón del horizonte mudaba los favores. Una gran sombra oscureció el suelo que pisaba ¿un pájaro?, ¿una nube? Rapsodia quinta El mundo trastorna sus imágenes después de tantas delirantes estaciones ¿Qué sabía yo del mundo? ¿Qué sabía yo del ocurrir de las cosas? No hay descanso conmigo misma y cuesta caminar sin saber a dónde. Algo amoroso está ocurriendo. Las amapolas se desnudan en compañía y los deleites de los pájaros encienden cópulas nocturnas. Algo amoroso sucede, Daniela y ya no puedo asegurarte si la que yo fui hace algunos días tomando jugo de durazno, contigo existe todavía. Ya no puedo hacerme cargo del pasado. No se ha caído la noche al suelo pero sé decir que algo poderoso se ha instalado en los vientos que cruzan por los patios de mi casa. Y se suceden fuegos en la luz y una plenitud de flor en mi sangre. Me refugié en el fondo de una caverna para cambiar de instrumento. Un olor a zoológico, un olor a bestia, un olor febril excedía las paredes horadadas por la falta de mano humana. Dos linternas amarillas en la oscuridad. La risa histérica de una hiena tildaba mi osadía con hilarante burla. De cuatro patas me puse de inmediato a su altura. [De Los ángeles del miedo] alforja | [Sólo tengo este cuerpo] ANÍBAL CRESPO ROSS Sólo tengo este cuerpo. Estos ojos y esta voz. Esta larga travesía de sueño cansada de morir. Conservo el temor al atardecer. No se comunica con nadie. I Por mi modo de andar algo descubierto un poco esperando cambio frecuentemente de parecer. Conmigo no puedo vivir segura. Al final de algunos días siento el peso del planeta en mis espaldas, y la sangre agobiada por tanto desacierto. Habito un jardín de palabras que han dejado de nombrarme para nombrarla. No me atrevo pero es necesario decirlo. Es un secreto. En realidad somos dos. Al final de algunos días, necesito escribir… Escribir estos signos estas letras, que son mi identidad secreta, mi armadura y también la puerta de mi alma (que a veces alguien abre y puede llegar donde yo no puedo). Ahora debo inventar a la otra. [De Territorial] Escribir para doblegarme, escribir y escribir… Escribir y continuar escribiendo; a los sueños que me sueñan a las furias que me hieren al amor que me sostiene. Continuar escribiendo porque la escritura Blanca Wiethüchter. La Paz, Bolivia, -. Publicó los poemarios Asistir al tiempo (), Travesía (), Noviembre (), Madera viva y árbol difunto (), Territorial (), En los negros labios encantados (), El verde no es un color (), El rigor de la llama (), La lagarta (), Ítaca (), Los ángeles del miedo () y Luminaria (). alforja | es la única forma de acabar conmigo. son apenas ovejas blancas que se despeñan… II Quizás la paz de lo sombrío sea más fuerte que el ruido de la gente [Bajo la violeta cópula del cielo] y quizás por eso, las palabras llegan a través del silencio Bajo la violeta cópula del cielo una llamarada de besos va consumiendo la tarde y quizás (por eso mismo) los grillos pretenden horadar la noche y los perros morder la luna Greda y agua agua y arena La quebrada canta su copla rueda, viene cantando del cerro o quizás (como el intento de los perros por morder la luna ) las palabras fracasan porque no pueden vencer el momento… ahogada de soles perlada de arena y agua con un sol rojo tiñendo en la tarde tus muslos erguidos ardiendo en la sangre estallan incendios latigazos llameantes de filos cortantes se clava una daga El momento grave que se aproxima; que envuelve que penetra que invade que domina que avanza sobre el alma y la doblega. brillante como tu grito azorada como mis ojos. Quizás, la duda crece como una montaña oscura… oscura [De El amor lejos del mundanal ruido] Aníbal Crespo Ross. Yacuiba, Bolivia, . Ha publicado El amor lejos del mundanal ruido (). En el Grupo Literario Neón, de Perú, lo incluyó en la antología Nueva poesía hispanoamericana. Ha publicado además algunos poemas en la edición bilingüe de la revista Pen Bolivia (núm. , ), así como en Breve poesía cruceña II (). y quizás todas las palabras alforja | Para decir amor bajo las lluvias ÁLVARO DÍEZ ASTETE Ah, decir el amor bajo las lluvias en esos peñascos perdidos de sí, esas geografías desaparecidas en su soledad, allí donde mi exilio volverá a encontrarse consigo un día que será arrebatado a la muerte. VI Ciega, Insaciable En los olores que encienden el tacto en la respiración bajo la tierra negra donde un lagar de libélulas devora el cielo en la luz de los ojos de la muerte debajo de tus uñas en el murmullo virgen del poema nunca jamás nunca. Creo escuchar a veces en el hueco de mis manos el canto del abismo aparecido entre sus cabellos, el canto surgiendo del silencio del cielo precipitándose en el ritmo de su corazón que recibía y expulsaba salvajemente la sangre de su cuerpo amante, la sangre transfigurada en materialización de su amor. II El viento es voz en el jardín que desciende: sangre oscura retumbando en un viaje de la muerte hacia su cuerpo. A veces creo recordar cómo la alegría de estar vivos sollozaba inconteniblemente. Pero aquí, en el cuarto como celda en el hotelucho como cárcel en la ciudad como matadero es inútil decir nada y es imposible. [De Escritura poética elemental] Álvaro Díez Astete. La Paz, Bolivia, . Recopiló sus seis libros de poesía en Escritura poética elemental (-). alforja | Retrato de poeta II HUMBERTO QUINO En tu isla / viejo poeta las palabras pasan por el cuchillo así es difícil llegar a la concavidad de las cuartillas a esa revelación que es muda tragedia una furia de nostalgia y soledad en tu isla / viejo poeta Soliloquio del homo maniacus ¡Conduélete, señor! Mis colmillos son pequeños mis pies grandes y mi gorra con un inmenso agujero donde habita la locura. [De Suma poética] ¡Amásanos de nuevo dios! Poema sobre el oboe y el amor Ahora soy veraz una vez cada cincuenta años he aquí el amanuense y su lasciva mano he aquí la bella y su cuchillo demente y en el centro las grietas de la carne con sus plegarias de agua negra. Ella es mi fuego de sangrienta boca ella es mi cuerpo de negra tierra entre yo y ella sólo la muerte jadea. Retrato de poeta I No cedas viejo poeta a la quejumbrosa visita de una lágrima cuida tu maniquí de las moscas ebrias cronista de sueños y desgracias no cedas viejo perro. Humberto Quino. La Paz, Bolivia, . Ha publicado los poemarios Escritura fallida (), Diario de un fauno en la calle Buenos Aires (), Balada para mi Coronel-Claribel y otros huevos (), Manual de esclavos (), Mudanza de oficio (), El diablo predicador (), Tratado sobre la superstición de los mortales (), Crítica de la pasión pura (), Diccionario herético () y Cogitus ergo sum (). alforja | Aun lo más oculto es procedencia de huesos lo enterrado y anticipado las visiones los olores del olvido y el aire de la respiración conjunta. JUAN CARLOS ORIHUELA I Los huesos se levantarán entonces en un diálogo de polvo y piedra anterior y posterior que sabrá reconocer su descendencia y la extensión de su territorio oculto y cruzado por la energía y la piel. Los huesos son la actividad mundana de las palabras y las cosas son lo inminente la presencia subterránea de la estancia permanente que impide los desaparecidos —sólo los huesos impiden las desapariciones— y nos sostienen y erigen en mitad del universo. Por obra y gracia de los huesos somos aire y somos tierra. Brazos descolgados del espacio agitándose equilibrándonos. Pies descendentes asentados en la corteza encontrándose con la tierra ascendente para iniciar la tierra diaria. Los huesos cruzan los límites de la vida. Son formas que determinan los resquicios por donde respiramos y nos reproducimos en el clima de las estaciones y las fronteras. La muerte el polvo nacieron con ellos para insinuar nuestra diáspora nuestras formas en fuga. alforja | Los huesos sostienen y provocan lo demás procurando la muerte al mismo tiempo que la resisten en un diálogo sobresaltado de sentidos que atraviesa las señales del conocimiento de la memoria que nos hubo. Heréticos en el espacio vacilando irremediables los huesos de la existencia se descubrieron a sí mismos antes de ser musgo pensamiento extremo ciertos secretos un dolor mezclado. Los huesos designaron su lugar de origen pero optaron por la simulación de un orden errante una imprudencia de deseos no previstos en el cansancio de los propios huesos. Mucho antes que la razón y el hastío los huesos ya fueron nuestra memoria. II Como en el cuerpo los huecos de la tierra se levantan desde el humo hasta que las madrigueras no resueltas recuerden su nombre y los lagos develados continúen abriendo sordamente este territorio de furia y letanías. En la dureza del monte reconozco el cuerpo boliviano en las abras y ventisqueros en la unidad no dicha de sus piedras sobrias en el gesto indecoroso de su colectividad solitaria en la sangre que gotea por un lenguaje viejo reconozco el cuerpo de Bolivia. Cuerpo mayor surcado por los nudos de nuestros cuerpos estremeciendo su temperatura sedentaria sometiéndose manso a los cánticos y a las invocaciones de los cuerpos presentes. Cuerpo mayor desde donde se invoca a los cuerpos ausentes que ya fueron alojados por la serenidad y se deslizan nómadas en medio de la brisa vigilando nuestra travesía. Cuerpo mayor detenido en la obsolescencia de las palabras impresas en el aturdimiento del poder. Cuerpo mayor como el reverso mundano de la luz desahuciado de cosas sueltas radical único cuerpo irrepetible realizando su labor en el centro pero también en el arriba y en el afuera del cuerpo en el adentro y en el abajo que se expande al resto a la vigilia y a la sombra. [De Cuerpos del cuerpo] Juan Carlos Orihuela. La Paz, Bolivia, . Ha publicado los poemarios De amor, piedras y destierro (), Llalva / Los gemelos (), Febreros (), Cuerpos del cuerpo () y Oficio del tiempo (). alforja | JORGE ORTIZ SÁNCHEZ XXXVIII De la luz ganada sin misericordia dicen que caí en vos, duerme aún el viaje a la sobrevivencia dando pasos aletargados y amarillos “en la concavidad del alma mi pecho herido”, quería tu agua atada a mi navaja, quería tus guijarros indecibles, quería la atención de tus dos colores, no tengo que darte las gracias por cerrar los ojos, la aguja fue mi signo de obediencia hasta cuando pude caminar en la cicatriz, todavía rehusó las vísperas de tu intimidad por las atmósferas necesarias; duelo, dolor y agonía que encantan, hermanado con las piedras tu geometría me resulta la hez lírica en su anonimato. Los objetos delirantes de la penumbra marginal suscitan la inconciencia y la oscurana santa y la desconfianza de las liendres, y así descriptivo en la imaginación como soy me levanto como mejor puedo para equilibrar tus verjas olorosas a pan de cada día, peldaño en el polvo, ágape de los dedos, cornucopia del ser desmantelado cuya cínica apuesta perversa toca una divinidad y un ejercicio acumulado en el reposo de la palabra; estás por ahí, plutónica y saturnina, oyendo un pulular de brazos mutilados y geranios. No voy a volver a la escena barrida por el infortunio de un telón amarillo, por la multitud del alcohol, por sus órbitas, los honores se matan con silencio, ni madre ni padre nos atan a su hendija, una forma mendicante es sustantiva de dios o de la mitología ambigua mientras deliran mis espasmos entre algunas frases de los panes, comer y engendrar el trajín de este pozo es un afán de familia menesterosa en su sabiduría y en su servilismo, la enfermedad de las tablas mendicantes es paradoja de la parafernalia, la hoja doblemente seca en su aislamiento cuando es un infierno embriagarse con vos, aunque nos acerque ángeles mundanos en su antojo. Tu mano dirá cuánto durará este sagrado corazón de Jesús desangrando mis paredes y los abecedarios escatológicos de la religión a las orillas de la mujer sin heces, sin vademécum; la atmósfera de maravillas en que me he suicidado tenía tus alpargatas, tu mandil, tu cofia, tu aire doméstico, tu escoba; memoria es todo lo que puedo legarte, me llevaré apenas tu sombra, este buen corazón voluntario ya no reconoce su destino universal y paceño. LXXII Me excuso de mi navaja agradable, tengo en un pan un mapa tremendo una inscripción lado a lado, un libro en mis tatuajes; que sea tu voluntad recibirme en una botella enferma de la tierra lloviznada de la sal, único registro metalúrgico que copula saliva a saliva mientras andamos para atrás, te pido que me dejes solo y contemporáneo de las bestias que arreas, elogio de los perros cuasi premonitorios sacando a la luz la casa vacía. voluntaria, al margen de la casa que he perdido no me haré triste, labores inocuas crecen sus matas sus vergonzosas apologías, y de mi viuda labriega practicante de su esquina su insania sagrada. Pequeña paciencia advenediza de los sitios secos, el miedo viene en cucuruchos discretamente ocultos bajo tus polleras, la premura mitológica de ser un rehén entre los sueños de las vírgenes aliviadas en su paciencia de muchos ríos salados, de muchas cuencas vacías; un mínimo favor nos enreda en el vello ensortijado, el día del jubileo vestido con tu boca y tu transparencia, bíblicos azules del trópico resudan entre nosotros, habitantes julianos. [De Autorretrato acodado] La mujer cóncava en su desintegración es parte de la fábula doméstica, el aplauso del niño es asombro oculto y eterno, la tiña es el sello de acercamientos premonitorios del anonimato de las vísperas el humor a pie y su útero labiado al escampar la razón en los hábitos de una plaza, será que estos árboles me acompañan a tu cama… Los suicidas por mano propia han bendecido estas alturas, la saeta nos librará del alivio de los cuerpos o la lectura del hombre trajinando, viejo será el viento pero sopla sin malicia y porque tu mano mortal es un ademán del mediodía yo soy ese momento; los breves ojos anónimos de un cretino tienen nombre, lo sabemos. Por todas las cosas me pongo en cueros, no me afeito, como conmigo a fin de comer menos, humano dosifico mis huesos, vengo todavía del barro con una llave de interpretación, mis ojos se velaron y sólo pude ver lo que estaba cerca, el sentido de la vida y un calendario, tu desangrado de la embriaguez en el tiempo, tu modesto agravio del novenario de meses de fracaso; somos almas asoleándose bajo el agua de su indigencia Jorge Ortiz Sánchez. Tarija, Bolivia, . Ha publicado los poemarios El agua cóncava del ciego (), La vida () junto al Teatro Grito, y Autorretrato acodado (). alforja | CÉ MENDIZÁBAL Agarthe Escrito Déjame a mí la parte del fervor, la largueza de los lugares comunes: no puede tener tanta importancia. Escribo desde un punto de la tarde. Las nubes son flujos de incienso para los prejuicios del invierno. El frío sobredimensiona las volutas del extrañamiento de lo que se quema entre el gastado linaje del dolor con la lentitud del jade. Digo para que no respondas. Con dedos de fuego alguien ha escrito ya en los muros del corazón. Escribo para que no me leas, para que no te leas. Alguien nos ha leído ya con voz de viento. Descrito está el horror de esta distancia que el aire que se cuela por los balcones sólo absuelve cuando pronuncio el encendido abecedario, la hora en que no te escribo. Ven, tu mano pon sobre mi mano tu palma contra mi palma asiéntala como si pisaras tierra nueva, un campo donde se impone tu huella. No digas nada, no te niegues todavía no tendremos otra eternidad sino este minuto cortado de sí mismo, lo ajeno de su música bailando en nuestros cuerpos. Guarda tu asombro el sabor del error no debe ser tan importante porque de aquí nacerán nuestros mitos, de este leve ahora y no de los grandes fraseos ni de sus noches memorables, de este robo al tiempo que nos lo roba todo para vendernos su propia épica de la añoranza. Deja tu mano, asiéntala en esta tierra en que ha devenido mi cuerpo alísame con tu hombro, tu seno apretados los párpados no te tendré de otro modo no fundaremos otra cosa que no esté, como aquí, en el aire de todos. Que no se vaya No me pidan que vaya. De lejos ya la vi, de lejos y ya me mordió la distancia. Tres meses ha peinado despacio mi fiebre con la lumbre indómita de su cabellera ahuecando en el sol lo suyo con su carne blanca comiéndose la luz. [De En el cóncavo privilegio de la memoria] No, no me pidan que vaya. Si me quieren sano dueño de mis palabras no dejen que vaya. Cé Mendizábal. Oruro, Bolivia, . Ha publicado Regreso del agua (), Inmersión de las ciudades (), Alguien más a cargo (), Con ojos de basilisco () y En el cóncavo privilegio de la memoria (). alforja | rojo cinabrio rumor del mar desata nostalgias desata tristezas que los pájaros conocen y los halcones peregrinos destacando su silueta contra el cielo también conocen desnuda muestra inmaculada su condición de cuerpo entero y en primer plano ángulo recto y cavidades expuestas evidenciando toda clase de trastornos y evidenciando perfecciones de altísimo nivel deberíamos estar juntos el uno junto al otro juntos, juntos yo contigo debería (como una letanía invoca inmaculada yaciendo entre las sábanas) MARCIA MOGRO . en un paisaje encubierto y bajo un cielo inclemente camina por la ciudad exhibiéndose autónomo y rebelde desencadenando la fascinación de niños y perros pero la ciudad impresiona y es bella a cielo abierto exhibiendo su cuerpo extendido en tamaño y diversidad como un espectáculo de anatomía comparada atrayendo sin contemplaciones con su extraña y espléndida puesta en escena ha llegado a esta ciudad ha visto el río, los puentes la cordillera, plazas, edificios pero ahora desde donde está parado desde esta calle mira alrededor, busca el cielo dice: deberíamos estar juntos el uno junto al otro juntos, juntos yo contigo debería [De Lacrimosa] . despierta ensimismada lacrimosa siente la sangre que avanza por sus venas Marcia Mogro. La Paz, Bolivia, . Ha publicado Semiramis, (MG) (), Los jardines colgantes (), De la cruz a la flecha () y Lacrimosa (). alforja | MARÍA SOLEDAD QUIROGA Serpientes Lento arrastrarse en el calor que funde los párpados la hamaca suspendida de algún clavo gira en círculos el piso serpiente ovillada se vierte y moja el pie que resbala en el sueño. Atravesada en el vano de la puerta en el trozo de luz sorprendida casi lenta se arrastra en cascada sobre las piedras mientras piensa y encadena argumentos sobre la inutilidad del Paraíso. Despliega sus latidos me recorre como una flecha de sur a norte me endereza me retiene me lanza entre las olas. ¿Por qué no ceder a la cascada contenida? Amarilla me llama entrelaza mis palabras encadena recoge uvas con la boca y las pone en mi boca. Silente el hilo que en mi espalda estalla es un árbol de caminos. Me conoce más que yo que no sé quién soy ni para qué. ¿Es ella esta lluvia que lenta arrastra la luz consigo? Sabia se retira Ni ardiente ni fría pero ritma lo que hago tras la puerta. alforja | húmeda se derrama contra la piedra pura y demorándose se anuda y desata tejiéndose a sí misma. JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN Se va, se va la lancha, se va con el pescador: Cantaba mi madre ante el mar de Chile que sólo conoció salvando a los muertos del mar Pacífico: Quieta en su piel ajedrezada sueña ceñidas tinieblas y con su dulce lengua sus colmillos envenenados sonríe. A los que se ahogaron sin ver el océano Pacífico a los que desde el mar escribieron cartas a quienes no estaban en el mar Por el muro de piedra se desliza sol líquido derramándose sobre los vidrios invisible en la puerta entreabierta y cauta recorriendo el piso en el centro muerde gozosa el corazón amarillo. Poderosa ahora puede llamar o no verterse desde el vaso o anidar ocultando su veneno. No importa: ya la serpiente es la casa amarilla. a los que una vez abandonaron los remos por meter sus manos en el mar pensando en Ava Gardner. Así es la costa. [Por el ojo de una aguja] Por el ojo de una aguja: por ahí va pasando la noche mientras viajo mi propio polizonte sorprendido cuando las luces de la caravana Brézales —apenas iluminan: rocas siempre conmovidas cómplices en la noche reclinada: [De Casa amarilla] María Soledad Quiroga. Santiago de Chile, Chile, . Ha publicado los poemarios Ciudad blanca (), Maquinaria mínima (), Recuento del agua (), Casa amarilla (), Los muros del claustro () y, en prosa, Islas reunión (). alforja | se ensarta el ojo ciego de la aguja que nunca entrará al Reino de los Cielos y que cose cardinales horas a párpados extraviados a la vera y que susurra y que susurra polvaredas a colinas se infecta en una nube da con el camello RUBÉN VARGAS Piedra de Praga V. Noches y días vuelve a abrir sus ojos: escribiendo una carta adivinando tu propio rostro, [Ya nunca podré trenzar tu pelo] preguntando Ya nunca podré trenzar tu pelo, hacerte una cola que oscile entre el cielo y la torpe primavera. interrogando cada línea Será que te habrás muerto, que por ahí andará tu paso de la tierra toda derramado y que nunca más volveré a ver. Y no sabías, por el acontecer del gesto, de un dibujo imposible. no sabías: en algún lugar un espejo ya velado remedaba Así es. en la espera su trama de agua y plata Y ni repetirlo ni saberlo me sirve para nada. Farsa es toda sílaba sólo para ti. pero aun muerta mírame de nada sálvame. VI. Alguien conjetura [De Por el ojo de una espina] que la muralla levantada por generaciones Juan Cristóbal Mac Lean. Cochabamba, Bolivia, . Ha publicado Paran los clamores (), Transectos () y Por el ojo de una espina (). alforja | de constructores de Imperio no tiene propósito. Alguien conjetura CLEMENTE MAMANI LARUTA que su propósito existe pero que nadie puede saberlo. Otro, acodado en la mesa de su cuarto, que es la dispersa caligrafía de las ruinas de una torre infinita. VII. Basta que un hecho se repita una sola vez en el compás que transporta la luz de la mañana al crepúsculo del atardecer para anular el cosmos. Nevado eterno La puerta se ha cerrado. Montaña de blancura perenne llevas el gigante gorro del hielo y el espléndido poncho herencial Sempiternamente cubierta para enumerar la andanza del viento descubriendo el pacto de las nubes Ahora dime, querido Franz, ¿no es cierto que en el último instante el rostro de los condenados Tus cerros nevados llaman el espíritu, con resistente espalda de pedregal Tu corazón de metal inagotable con voz del misterioso eco sonoro Desprecias a los mentirosos congelando las necias intervenciones se ilumina de inaudita belleza? Rubén Vargas. La Paz, Bolivia, . Ha publicado los poemarios Señales del cuerpo () y La torre abolida (). alforja | Equivocación Tienes el resplandeciente vestido glacial establecido en suelo filosofal derramando sudor y sangre Haces nacer límpidas aguas cristalinas para que corran en los ríos de amor guiando flamantes murmullos. El caminante de la lejanía se equivoca indicando que un cóndor viene trayendo mensajes congelados, ahí la flor del error se alegra bailando con los pajonales resecos cansándose durante la noche y el día. Por nada los atardeceres se equivocan se van y se marchan siempre. Los reilones saben cometer errores tornándose obligadamente en longevos de la equivocación y nadie se salva hasta el palo torcido se miente en la tierra. Sol Genio Padre Sol desenterrador del tiempo oscuro petrificador de los seres antaños. Creador del nuevo albor esencial Vaya por allí: camino del error la pampa del sembradío no está cansada más bien los vivientes estamos flojeando por dar importancia a la equivocación. Pase lo que pase en el presente mañana es otro día. alumbraste la eternidad vital abriendo el ojo del arcoiris. Genio Padre Sol de claro rostro aurífero [De Thakhinaka, traducción del autor] exhibidor del cielo andino abriendo caminos virginales resplandeciendo flores querenciales vas despertando del letargo a los animales. Genio Padre Sol con tu perenne lumbre de claridad das calor al mundo entero, asustando a las sombras malignas, Clemente Mamani Laruta. Catavi, Bolivia, . Ha publicado en aymara Jallalla warminaka (Vida a las mujeres), Sarawisa (Poesías de reflexión) y Thakhinaka (actualmente en prensa y libro ganador del segundo concurso nacional convocado por la Reforma Educativa). desechando las oscuridades nocturnas y aboliendo males vagabundos. alforja | . VILMA TAPIA Ovejas paseaban entre las tumbas Niña Pregunté por la virginidad Y mi himen se contrajo Tuve miedo . Hermana del escorpión Se hinca veneno Ahí donde el mal retiene ¿Con qué actos no se honra A la familia? ¿Dónde se guardan los velos? ¿Será la sangre? Hermosas trampas Para sí Hilvana Paciente Teje su reino Cae la música de las panderetas Caen las rosas Esta es la fiesta de mi boda . ¿Qué pulcritud sostiene mi espalda? La presa Y yo La ley de Dios me acompaña Destino de mi hambre Tengo cintura de oro Lentejuelas adornan mis párpados Salgo a la noche Con los ojos de la luna Y las piernas del jaguar Mis brazos desnudos alcanzan Esas lejanas preguntas Los árboles resguardan mi marcha Los grillos acompañan Mi respiración Verde De la tierra Sobre el palanquín Soy llevada hasta una puerta No puedo abrirla Padre Dime que me amas No grito [De La fiesta de mi boda] Del cielo cuelga Un grito Más grande que yo Vilma Tapia. La Paz, Bolivia, . Ha publicado los poemarios De deseo y la rosa (), Oh estaciones, oh castillos (), Luciérnagas del fondo (), Corazones de terca escama () y La fiesta de mi boda (). alforja | pero el idioma que más le gusta es la fe en vivo y en directo no le gusta la prosa, aborrece a tipos como Bryce Echenique alias Vargas Llosa, alias Paz Soldán, alias Roncagliolo JUAN CARLOS RAMIRO QUIROGA [el ángel de Jehová acampó a unos siete pasos de mi jardín] el ángel de Jehová acampó a unos siete pasos de mi jardín y me envío la plaga de las pulgas para que haga hablar a los mudos y me arrojó la plaga de las langostas para que destierre demonios y me mandó sapos para que sanara a los tullidos y rebalsó las cañerías de mi casa con sangre de machos cabríos para que bendijera a mendigos y proxenetas todos los males han ingresado a mi corazón y yo sin quejarme rascándome la sarna que me sale en las orejas el moco con el que aprendo a hacer gárgaras cada mañana los dolores de cabeza que son tan intensos e imposibles de comparar el sarro y los dolores dentales que imposibilitan mi ascenso burocrático me hago el pavo y me quedo a medio camino sin plumaje feliz como ninguno y más borracho que Villón su bendición es una forma de maldición si no no tiene sentido el ángel de Jehová me ha arrancado los últimos billetes y juega con mis rebeliones he perdido todos mi dientes tratando de invitarlo a que pase a mis aposentos nos hemos agarrado a golpes como adolescentes sin afrontar las pérdidas él permanecerá a siete pasos de mi patio lleno de ojos únicos como la lechuza henchido de “eso” que aborrecen los hombres cuando bailan la morenada creo que apenas nos conocemos y él me preserva a veces creo que me conoce desde la placenta de mi madre es imponente cómo su tienda ocupa mi jardín las esquinas, las calles, los mercados y las plazas de la ciudad han quedado reducidas La Paz ya no es la misma ciudad desde que el ángel de Jehová tomó mi jardín algo ha cambiado irremediablemente desde que su espíritu acampó en mi lengua ni mi cuerpo es el mismo ni mi alma es la misma ni yo soy el mismo tipo que se acostó con millares de tulipanes [ de septiembre de ] ¿qué harías si Dios un día te dice: todas la bendiciones son para tu pueblo menos para ti? […] Domingo de octubre de [De El primero amor] “verde que te quiero verde”, ya no sé ni lo que le canto en las mañana le canto con todas las salivas de mi cuerpo pero el ángel de Jehová me golpea, me desnuca y me deja sin cerebro ando de espaldas al mundo con los ojos abiertos naranja mecánica, me digo y eso parece sofisticarme aún más sólo Gymnopédies me saca de este quicio y me deja en otro más reposado sólo Satie tiene la clave de mis males y quisiera oírlo cuando muera el ángel de Jehová me habla con palabras que son garabatos con errores ortográficos en un idioma que parece inglés y que parece español y que parece guaraní he hablado más lenguas con él que con otros tipos que conozco alforja | Juan Carlos Ramiro Quiroga. La Paz, Bolivia, . Ha publicado los poemarios El pozo de interminables líneas: cámara de eco (), Cámara de eco o el pozo de Ariana (). Tiene los libros inéditos Turbaciones (de celo) ante la gran piedra () y El primero amor (). CLAUDIA PEÑA CLAROS BENJAMÍN CHÁVEZ . [A pesar de todo] mi obediencia era salvaje y desmesurada no tenía preguntas ni dudas sólo hambre de su mirada . abrir las piernas dejarlo hacer Hubo una sí una muerte en la casa de enfrente y los dos —poema y muchacha— preguntan todavía si la visión fue real así es el infierno un silencio atravesado bajo su sudor y su peso así es la rabia hedionda de orines mía . [Y en ese sueño Sylvia] En la foto yo soy ésa: sin pelo sin dientes desde niña como una loca Claudia Peña Claros. Santa Cruz, Bolivia, . Poeta y narradora. Ha publicado El evangelio según Paulina (), Inútil ardor () y Que mamá no nos vea (). Ha sido incluida en las antologías Poesía joven () y Pequeñas resistencias . Antología del nuevo cuento sudamericano (España, ). El sitio www.inutilardor.blogspot.com aloja su bitácora de poesía. A pesar de todo el corazón pide placer primero y esos prados de revelación que tus inocentes zapatos pisaban no eran la muerte Emily Dickinson al menos no la tuya alforja | Y en ese sueño Sylvia el eterno, mientras cabalgabas —Plath, Plath— por un mar embravecido e incoherente buscando el punto de partida el más próximo aquella noche que escribías: quizás nunca llegue a ser feliz Medusa la ayudante del mago, la que no titubea, la rehabilitada ¿Qué conseguiste? ¿Por qué ahora tienes frío? La gran paradoja del sueño en la reunión de todas las criaturas la zarpa la magnolia, ebria de sus perfumes y tú que no pides nada de la vida GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA Bartimeo’s dream No puedo ver mi indigencia como un cayado golpea a tientas la roca de la noche quiere beber del agua que lava la ceniza de los ojos del mundo entonces alguien me arroja un sueño pasa un dios [No la casa triste] No la casa triste la tierra vacía no el cuerpo y sus miserias no la noche no el consuelo limpia mis párpados con su saliva veo todos los ríos dividirse todas las aguas confluir Y esa tenue luz esa fibrilla temblorosa que se acerca se acerca es más me hundo hasta el cuello en el río primigenio y contemplo los manzanares a su orilla me tiendo en la hierba despliego un muy precioso mantel blanco que compré allá en Esmirna No Idea Vilariño NO [De Extramuros] vuelvo a comer de la manzana veo a Eva llegar Benjamín Chávez. Santa Cruz, Bolivia, . Ha publicado los poemarios Prehistorias del androide (), Con la misma tijera (), Santo sin devoción (), Y allá en lo alto un pedazo de cielo (), Extramuros (). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal en con el poemario Pequeña librería de viejo. alforja | Eva que baila con blancos pies en la mañana del río el fulgor me enceguece y despierto MÓNICA VELÁSQUEZ GUZMÁN Desaparecido sur es el veneno de la manzana no puedo ver . busco el cayado Quisiera desatar el nudo de plomo que traigo en la garganta y echarme a llorar largo la reciente nostalgia que te tengo, comerme el hambre enorme de tu cuerpo ahora de tierra y rendirme a la urgencia de amarte de otro modo. Debías ver cómo se enredó el vino con la pena tu muerte con la espera tu cuerpo con mi espíritu de polvo tu alma y mi afán efímero de vida. Nadie dijo que tu muerte (sigiloso vuelo alborotado) se nos vendría así: devolviéndonos la nuestra. a mi diestra a mi siniestra duerme una mujer toco su rostro tiene la cara del dios pero está ciega. [Inédito] . No soy yo quien se deshace en el temblor o la muda queja de un cuerpo roto; no soy el que desvía la mirada el que muere y no puede decir basta. Gabriel Chávez Casazola. Sucre, Bolivia, . Tiene publicados los libros de poesía Lugar común () y Escalera de mano (). Poemas suyos han sido publicados en suplementos y revistas, y algunos recogidos en la antología Poesía chuquisaqueña de fin de siglo XX, de cuya “Introducción crítica” es también autor. alforja | . PAURA RODRÍGUEZ LEYTÓN La mano que escribía que a veces repartía papelitos quería un hijo porque no le quedaba tiempo, arañó la nada entre las preguntas empujó el hombro amado diciendo corre, fue desconocida por los amigos en los corredores del horror, la que esposada cura a la otra, le da cariño la que deshojaba sus dedos para contar los meses está alambrada. Rota de mí esperando su cuerpo en el fondo del mar. Breve camino Ahí estabas en la sonrisa de un paisaje que se vino encima con todo su otoño Tú con tu rostro de espuma por tu sed galopante tomaste agua de mi poesía y sin que las palabras se vieran por ningún lado dijiste adiós a tus huesos [De El viento de los náufragos] Te acompañaste con el otoño y aún no sabes si tu rostro amarillea porque ni el agua de mi poesía ni la brisa de otoño advirtieron tu paso. Del tiempo Lo que pasa es que no sabemos para qué andamos pisando hojas murmurando ojos gritando gritos callados. Mónica Velásquez Guzmán. La Paz, Bolivia, . Ha publicado los poemarios Tres nombres para un lugar (), Fronteras de doble filo () y El viento de los náufragos (). alforja | La última transparencia de las velas ha dejado una huella en tu sombra. Hay más espacio para unir las flores, las lomas, el incienso y todavía no estamos listos para bailar la ronda de las piedras. ADA ZAPATA ARRIARÁN Sin tocar No lo sabes afuera hay espacio y otras habitaciones donde el viento es polvo abertura para el cansancio apoyando el dorso Las velas contarán el incendio del agua que nosotros no entendemos. ¿Cuál es el fuego? No importa, a esta hora de los borrones el humo baila camuflado entre palabras entre cantos que no atrapo. largo espacio balancea la pereza se vive en la pared c sirve de tablero galería donde se encuentran y se echan en la humedad se mueven con la inapetente mirada Dormí con unos versos en los labios la noche, los tranvías y el rincón de la almohada olvidaron las sílabas. como si flotaran como si no importara entre las sábanas sin aire como blancos lirios visitando el corredor rozando lo que no es No pediré flores miraré los muros gastados, el verde dibujado. entre lo conocido y lo desconocido variando en su sueño de nada [De Ritos de viaje] Paura Rodríguez Leytón. La Paz, Bolivia, . Ha publicado el poemario Del árbol y la arcilla azul azul (). En su libro Ritos de viaje mereció el Primer Premio del Concurso Municipal de Poesía, en la ciudad de Sucre; este poemario fue publicado en . mirando abajo alforja | y la inercia de los hombros que se tocan donde la vida acelera el desvío albear, los jugadores tienden rostros conocidos se extienden con la mirada luminada en los párpados no te dejan quieren que te quedes en la complicidad de la falta en la despedida de tocar sin tocar. JESSICA FREUDENTHAL Voltar Se sentía estrambosada, ¡le faltaba la fulibunda de hojas de nusa!, una vez más quiso adrear la brasa del ilmo, tomarla y volta,r, pero reentrevió que el filotérmico ilmo de nicotrópica estaba vacío… los brazos le aleaban, anceava .. estaba ensombrada, gílmida de vol… entonces irmió su cuerpo de incandescente aneda, abrió la puerta y salió de la vúrcua, quiso corzar la luz con el brazo, pero su cuerpo aleaba, el alebaje de sed en la alieta la anceava,… voltar era invimisible… Afortunadamente, al ramar la cíclopa, el otro la estanceaba y deseaba salibar y voltar con ella, enfalemado sin importar el trance o el maul de la cava. Ella quería dorsear el embraze, el ibasal del ver… pero acepto… “Voltar” —dijo— “sólo voltar” III Hay silencios dudas sitios donde habitan la depredación y la ceniza. Tierras baldías espacios muertos que los hombres llevan a cuestas sobre la tierra marcada por las huellas de las cosas que ya no están. Cosas incorpóreas nombres y omisiones pululando. Tristeza de pies pequeños de roja sombra viaja y me encuentra Hay espacios umbrales terribles que no se llenan jamás excepto con la muerte. Ada Zapata Arriarán. Cochabamba, Bolivia, . Prepara un libro de poemas titulado Fragmentos. alforja | Ana JANINA CAMACHO CAMARGO Nueve de la mañana llueve fuera Ana llena de gracia. Hoy es el día diecinueve del quinto mes y ya redondea tu vientre. No va a ver la luz el grito que traes dentro sólo la nervadura el brillo metálico que ahora corta el escote y deja caer tu collar de rubí. Se cierra el telón Dime ahora separada de tu cuerpo ¿Me puedes oír? Ana. El teatro de la muerte de mi propia muerte es un ruidoso océano de las formas que se abisman en la prolongación de la existencia Alto en la torre has preñado de nubes rojas el atardecer. Donde el escalofrío provoca dolor entre tanto costado agudo [Del libro inédito Al filo de las hojas] Por la certeza de que el sendero se acaba y se acorta la desnudez Jessica Freudenthal. Madrid, España, . Ha publicado Azul () y Hardware (). Actualmente prepara el poemario Al filo de las hojas. alforja | Pronto se cierra el telón del último párpado de este rostro pronto el océano será principio y fin y llegará el día donde no quedará nada y el vacío de nuevo será teatro de mi existencia Te persigo con un talento mortuorio con mi voz poética. Dejar de esperar el amanecer Nos hemos quedado en el olvido donde el tiempo abraza el rostro y marca una estría en la anciana que va meciendo sus profecías Como palabra que no se traduce como cosa extraña te nombro No pretendo olfatear las esquinas del mortuorio que más acecha te imagino regresando en pos del silencio cuando las agonías se callen Ya no podemos perdernos y quedarnos incomprendidas en un pergamino de penas Caminamos en la intermitencia que dura la soledad Voy a quedarme muy cerca de ti hasta que cicatrice tu demencia Podemos quitarnos el nudo de la garganta despedirnos desquiciarnos en la dolorosa distancia Podemos tomarnos de la mano y dejar de esperar el amanecer Quiero devolver tu presencia oliendo a ceniza encender la magia que retorna a las muertas de tu camino cansado. A Miriam Camargo F. [De Los abismados seres] Janina Camacho Camargo. Cochabamba, Bolivia, . Ha publicado el poemario Los abismados seres (). alforja | duerme el sol que dejé caer de mi boca antes del amanecer. RODNY KEVIN MONTOYA ROJAS [Ves cómo me devuelvo hacia ti] Y la magia se hizo carne… Ves cómo me devuelvo hacia ti dos veces incompleto invisible pero con sombra innombrable pero con un signo [Quizá vida] Quizá vida quizá muerte pero no ausencia. I. Yo era feliz escuchando esta radio en A.M. que sólo ofrece interferencia. Quizá un vagido quizá un último suspiro pero no silencio. (Nada se iguala ql sonido del olvido.) Quizá la realidad quizá un sueño pero no mentira. Cuando me levanto para apagar su voz el silencio se convierte en su arrullo tímido Quizá al borde quizá al medio pero no en ninguna parte. Quizá el cielo quizá el infierno pero no en ambos. [La clavícula] La clavícula del hechicero en lo alto. Los pequeños sortilegios: la palabra la aurora tu vientre el tiempo. Reducción del universo. En la palma de tu mano Quizá no nos ves quizá no quieras vernos pero estamos aquí. [Inéditos] Rodny Kevin Montoya Rojas. . Formó parte del grupo literario alteño “Los Nadies”. Ha publicado en diarios (Fondo Negro-La Prensa y La Salamandra-Pulso), revistas (Madrigal, de Suecia, y Nacional, de Bolivia) y páginas web (palabrasmás.org y casawaynatambo.tk). alforja | Catulo Traducción de José Emilio Pacheco I MISCELÁNEA Parece un dios, o acaso algo más grande, si no hubiera blasfemia en insinuarlo, el que sentado frente a ti escucha tu dulce risa. Pierdo la voz al contemplarte, Lesbia. Cede mi lengua, queda inerte y muda. Todo arde en llamas y un intenso fuego quema mis venas. Es otro el mundo en cuanto yo te miro. Zumba mi oído en un rumor oscuro. Caigo en tinieblas y una doble noche ciega mis ojos. Por eso, antes que la luz se apague, dame mil besos y otros cien más tarde. Y después otros mil y otros cien besos y de nuevo cien más por mil seguidos. II Eres, gorrión, mascota de mi niña que te acaricia y guarda en su regazo y permite que muerdas a tu antojo la delicada yema de sus dedos, cuando la que deseo alivia su ansia en su juego contigo… Ah, si pudiera acariciarla como a ti sus manos y calmar la pasión que me atormenta… Bésame sin cesar, bésame tanto que se confundan. Al perder la cuenta no podrán hechizarnos los malvados: nunca sabrán el número de besos. V III Aunque hasta el mismo Júpiter lo implore, sólo conmigo hará el amor mi niña. Preguntas, Lesbia, cuántos besos tuyos serían bastantes para mí. Respondo: Piensa en la arena del desierto libio y en Cirene de flores que dan bálsamo, desde el templo de Júpiter ardiente hasta el sepulcro del que alzó la urbe. Lo dice y sin embargo lo que dice, al que incendia de amor, una muchacha son palabras al viento, agua en el agua. Ve las estrellas que en silencio miran los furtivos amores de aquí abajo. Nadie pueda contar, Lesbia, los besos; pues, loco de pasión, Catulo quiere confundir al malévolo y que nadie logre nunca mancharnos con su lengua. VI Lesbia habla mal de mí. Nunca se calla. Así Lesbia comprueba que me ama. ¿Cómo puedo saberlo? Hago lo mismo y me muero de amarla. IV Vivamos sólo para amarnos, Lesbia. No hagas el menor caso cuando hablen de nosotros los viejos amargados. VII Morir y renacer pueden los soles, pero, al cesar la breve luz, nosotros nos hundiremos en la eterna noche. Odio y amo. ¿Por qué? Lo ignoro pero así es y me duele mucho. alforja | El cuchillo DIRCEU VILLA Traducciones de Alfredo Fressia Me encanta Todos gravitan a tu alrededor. Gravitan, ésa es la palabra, y tú en el centro del sistema. Bajo tu piel sedosa, el corazón, y en él hay un secreto. La esencia primordial de sus fibras, donde surge todo calor: ¿Qué te mantendría para siempre, y a la luz que proyectas? No sabemos, y ése es el significado de encantar. Desinfectología viva. los coches los decoradores pésimas fiestas & esos motivos de sonrisa amarilla viva. la increíble deprimente hostess lounge girl el día cinco o diez del mes en q te pagan una miseria. Son huesos. Y a veces, la grasa amarilla en los huesos; y a veces, la sangre bermeja en las uñas. Son chanchos, o son las cabezas de los chanchos, cuelgan en un gancho las cabezas, o la cara de estúpida muerte de los chanchos en el vidrio empañado de la carnicería. O el blanco, pero blanco embebido de rosa, la sangre en el sueño de tripas, sueña el carnicero: que empuña un cuchillo. Y el delantal blanco que se baña o que bebe la sangre que salta de los nervios en un abrazo con huesos, donde vibra el cuchillo, y cómo brilla el cuchillo que corta: es ésa la virtud del acero en el puño, que sube, o la amenaza en la rueda vacía que lo atrapa en el espacio de la carnicería, visible a los ojos, anuncio del corte. O espeta su filo en una piedra, y el único ojo vacío se concentra, a espera de carne. Son cortes en la piedra golpeada de sangre, o hendiduras, desde donde la muerte lo acecha, carnicero en el sueño bermejo, acariciando el filo afilado, la sonrisa sutil del cuchillo, que corta. Y entonces el cuchillo es otra cosa: ni chanchos, ni nervios, ni huesos, ni siquiera el carnicero que lo sueña, sino una parte extensiva del brazo que lo vibra y una parte indeleble de lo que él mutila, el hilo afilado, la sonrisa sutil del cuchillo, que corta. viva. los granos de azúcar rodando de la cuchara hacia el café el zapeo compulsivo fafnir el kurupyra (q no borra huellas) dibujados casi vivos en las sábanas Ostra Prosigue el mar, no aflora ningún brillo, no estremece la brusca cáscara que hay por fuera es lo que mereces por haber sido tan holgazán es lo que mereces por haber sido tan holgazán alforja | Tres poetas canadienses ningún vegetativo verde crece sobre la costra pero se enclaustra bajo la muda fuerza que sorbe todo hacia el centro sin siquiera el sueño de una perla: sólo ostra. Anne Hébert, Françoise Roy y Anne Michaels Götterdämmerung A H nació en Sainte-Catherine-de-Fossambault, cerca de la ciudad de Quebec, Canadá, en . Su obra literaria, aclamada por la crítica como una de las más profundas de la literatura canadiense contemporánea, abarca todos los géneros: novela, cuentos, teatro, ensayo y poesía. Estudió en Quebec y empezó a publicar poesía y cuentos a finales de la década de . Para ya había ganado el premio Athanase David. La publicación de su poemario Le tombeau des Rois (La tumba de los reyes), en , la colocó de entrada entre las mejores poetas de Marx pregunta quién es Marx pregunta no obstante ¿quién es la Fama cerca de la Printing-House Square, Vulcano cerca de la Roberts & Co., o Hermes cerca del Crédit Mobilier? Y lo más importante lo verdaderamente más importante ¿quién es Marx cerca del industrial sin nombre ni ideas de las líneas de producción en serie, de las joint ventures, o de las corporaciones de capital especulativo transnacional? La respuesta hace temblar las páginas de este libro al son de le la Cabalgata de las Valquirias. Dirceu Villa. São Paulo, Brasil, . Ha publicado los libros MCMXCVIII () y Descort (, Premio Nascente). Su libro Icterofagia (-) permanece inédito. Editor de revistas de arte, divulgador cultural en radio, escribe desde una página de ensayos polémicos, traducciones de poesía, un diccionario artístico-irónico y una página de “noticias viejas” en la revista virtual Germina Literatura. Su obra integra varias antologías, incluida la neoyorquina Rattapallax (). Ha traducido obras de Ezra Pound, e.e. cummings, Ovidio, Marcial, Peire Vidal, Chaucer, Voltaire, Paul Eluard, entre otros. alforja | lengua francesa. Ese poemario y Mystère de la parole (Misterio de la palabra), reunidos en un solo poemario titulado Poèmes, recibieron en el premio nacional Gouverneur Général. Publicó después Poèmes pour la main gauche (Poemas para la mano izquierda) y Le jour n’a d’égal que la nuit (El día sólo se compara con la noche). Alejada de las luces mediáticas, Anne Hébert ha sido una escritora muy reservada que, a pesar de los múltiples reconocimientos que ha recibido a nivel nacional e internacional y de los numerosos ensayos que dan fe de la importancia de su obra, sigue trabajando al abrigo del mundo público. Dos de sus numerosas novelas —Kamouraska y Les fous de Bassan— fueron adaptadas para el cine. La última recibió el premio Fémina, que reconoce la mejor obra escrita por una mujer en lengua francesa. Su fama como novelista rebasó las fronteras de su país y sus novelas han sido traducidas a varios idiomas. Sin embargo, su poesía, traducida al inglés, no es conocida en América Latina. Cabe mencionar que los críticos literarios han hallado en su poesía un rasgo de pérdida primigenia que atraviesa de hecho toda su obra, una herida de separación que sólo el amor —elevado a su más alta expresión y en el que media la palabra como entidad salvadora— puede al fin mitigar. Los temas de la cosmogonía, el universo, la infancia, el destino común a los seres humanos, el amor hallado y perdido, la magia del lenguaje, así como cierta temática social tocante a la libertad, la justicia y la igualdad son los que más ha explorado Anne Hébert en su obra poética. Murió en su tierra natal el de enero de . ANNE HÉBERT Traducción de Françoise Roy Eva Reina y amante cierta, crucificada en las puertas de la ciudad más lejana Lechuza de color rojizo y alas clavadas, toda juntura disgregada, toda envergadura fija Pulpa ácida de la manzana verdal, bello huerto jugoso, hete aquí devastada, flameando en el viento como una bandera estallada Fina nariz de ave rapaz, pico de asta, con ello haremos amuletos en los días de peste Contra la muerte, contra la rabia, te llevaremos escapularios de plumas y hueso triturado F R nació en Québec, Canadá, y vive en Guadalajara desde . Tiene una maestría en geografía con especialidad en estudios hispánicos, y un diplomado en traducción. Ha publicado siete poemarios, dos novelas y un libro de cuentos. Su novela Si tu traversais le seuil ganó el premio Jacqueline Déry-Mochon en . En ganó el Premio Nacional de Traducción en Poesía otorgado por el Instituto Nacional de Bellas Artes de México, y en el concurso nacional de poesía Alonso Vidal. Ha traducido hasta la fecha una treintena de libros. Mujer acostada, gran hormiguero bajo el alerce, tierra antigua acribillada de amantes Te invocamos, vientre primero, fino rostro de alba que pasa entre las costillas del hombre la dura barrera del día Ve a tus hijos y tus esposos que se pudren en un revoltijo entre tus muslos, bajo una sola maldición L a novelista y poeta Anne Michaels es una figura destacada de la literatura canadiense actual. Poeta ante todo, Michaels supo seducir al público lector con su conmovedora primera novela Fugitive pieces, que Alfaguara España publicó bajo el título título Piezas en fuga. Michaels nació en Toronto en . Ha publicado dos libros de poesía: The weight of oranges (, galardonado con el Premio Commonwealth for the Americas) y Miner’s pond (, Premio de la Asociación de Autores Canadienses), además de ser nominada como candidata a otros premios. Obras cortas pero densas en su contenidos, sus poemarios revelan una gran maestría en el manejo de la imagen poética y una mezcla de varios recursos literarios, desde el lenguaje coloquial hasta el cultismo. alforja | Madre de Cristo, acuérdate de tus hijas últimas, de las que están sin nombre ni historia, en seguida estrelladas entre dos muy grandes piedras Fuente de las lágrimas y del grito, de qué raudos atavíos nos heredaste tú la carga y el honor. La angustia y el amor, el luto y la alegría se celebran a fiestas iguales, en plena cara gravadas, como paisajes profundos Vuelve a cerrar el agua Madre ciega, explícanos el nacimiento y la muerte y todo el osado viaje entre dos bárbaras tinieblas, polos del mundo, ejes del día Vuelve a cerrar el agua como una cama Jala el agua lisa sin un solo pliegue Dinos el maleficio y el hechizo del árbol, cuéntanos del jardín, Dios claro y desnudo y del pecado ferozmente deseado como la sombra en pleno mediodía Piensa en la euforia del nadador A la velocidad de su corazón fluido Del otro lado del mundo En el estirar de su alegría Dinos el amor sin defecto y el primer hombre deshecho entre tus brazos La vida extraña brilla en sus cabellos Blanca como la sal Acuérdate del corazón inicial bajo la coronación de la mañana, y renueva nuestro rostro como un destino pacificado La guerra despliega sus caminos de espanto, el horror y la muerte se toman de la mano, ligados por secretos idénticos, los cuatro elementos acorazados de tormenta se levantan igual a dioses salvajes ofendidos Queman hasta el hueso la dulzura bajo el hierro, su grito traspasa el inocente y el culpable sobre una sola hoja empalados Venos, reconócenos, fija sobre nosotros tu mirada sin pupilas, considera la aventura de nuestras manos hilando el misterio con la velada como una lana ruda El piano Bastó una nota ligera Tocada por un solo dedo De un esclavo tranquilo El hijo en nuestro seno arrulla cual paloma, el hombre huele a pan quemado, y el medio del día se vuelve a cerrar como un agua sin costura Una sola nota sostenida por un instante Para que el clamor sordo de los ultrajes Soterrados en las venas negras Subiera y se descargara en el aire inmóvil Eva, Eva, te llamamos desde el fondo de esta paz repentina como si nos paráramos sin esfuerzo sobre el antepecho de nuestro corazón justificado El amo sin saber qué hacer Ante aquel tumulto Ordena que cierren el piano Para siempre. Que tu memoria se rompa al sol y, a riesgo de despertar el crimen dormido, recobre la sombra de la gracia sobre tu rostro como un rayo negro. alforja | Cripta de ti FRANÇOISE ROY Escritos en español por su autora. El estanque I Limpiar el estanque silenciosamente guardado bajo la lengua, en víspera del mediodía. Una parva del agua, hoy algo turbia (como si gotas de leche la hubieran ensuciado o le hubiera caído un poco de sangre de las cosas siniestras). Ha de recibir en su centro la luz cenital. Me dicen que es rito de paso: tornar la oronja carrizo, lavar el agua, mirarse ahí, asomado, y ver otros rostros que el propio. Con sus agujas de luz sobre el estanque límpido, el sol pespunta la túnica sin costura del universo. II Si el cruce peligroso fuera el lugar mismo del corazón, todo cabría: los cuerpos que no se ven en la corola, un camino dentro de la carne, las rutas rojas, esas manos cercenadas que vuelven a crecer, el pájaro en tierra, el cielo de cinco lunas, el nudo que tú y yo hicimos. El tiempo (sello de la tercera dimensión) se detiene en la intersección: es mi enemigo, el vendedor de andamios. Lo que antes era grito hoy llega como la más leve murmuración. Entro en la suntuosa cripta de ti, algo indefensa, no para morir sino hacer de pájaro en la aleación mística que tú llamas amor. ¿Quién sospecharía lo que yace bajo ese sitio de rutas desérticas donde el sexo brota por lluvias, por un error de las nubes (pienso en un lugar de almacenes abandonados donde rechinara un arsenal de poleas oxidadas)? Sé que tienes tumba ahí porque tú también te has perdido, innumerables veces, en aquel estío árido que bajo el influjo de los sentimientos se vuelve temporal, tajante golpe del agua en los techos. Pero ningún sitio de rutas, ninguna construcción olvidada de Dios, ninguna mar —alta o baja—, ningún estío guarda a nadie cautivo por siempre: tú escapaste. Se abrió la hermosura (qué sabrían las tumbas acerca de la belleza) y saliste mísero de tu claustro, olvidando mi presencia, como si la luz te doliera y las preguntas de nunca contestar con su “allá” de respuesta no tuviesen fuero donde el sosiego. Quedé entreabierta (así es la materia de mujer), igual que el nicho funerario (la cripta de ti) donde entré para estar contigo, pasando de tres a cuatro dimensiones, anhelando saber cómo funciona la separación, qué leyes la rigen, qué visajes son contraseña para aprendérmelos. ¡Ah los cautivantes arreglos de Dios que nos comen la vida, nos roen las alas, y yo tan azarosa, tan niña ante el padre! Ya es mi séptima duda, y con todo y esa llama vacilante, todavía pregunto. No me contestas. Parece que me desconoces. El cerco Balance Somos dos en el entierro: yo que viví la materia con todo y sombra (el ángel enmascarado) y tú, el súcubo que sostenía la máscara. Yo, primera, deposité al lado de la fosa mi canasto de piedras. Tú, segundo, silbabas volando hacia el mar donde tus deseos, después de atravesar el éter, se harían destino. Ahí te recogió la muerte. Dos paletadas de polvo bastaron para taparnos la boca, los ojos, sendas olas de una tierra encrespada. El día del funeral, cuando apenas albeaba, era yo como los personajes de los sueños: ¡qué poca memoria me deparaba el olvido! alforja | El cerco es perfectamente redondo. Lo delimitan innumerables puertas de agua, una al lado de otra, todas cerradas con llave. Vivo dentro desde hace lustros. Tanto se acostumbraron mis ojos en ver circularmente que no puedo deslindar con la mirada los marcos cuadrados que nunca franqueo. Pero un día, se abrió una de las puertas, y te vi por el batiente entornado, azul, luminoso, lleno de besos que me parecían destinados. El umbral se me figuró una cuerda floja donde se encaramara un ave de rapiña con cabeza de perro. No me acerqué. Mucho menos me atreví a salir. Las telarañas, desde entonces, han vuelto a tapiar la abertura. ANNE MICHAELS Una lección de la tierra* [fragmento] Dios… comenzó a jugar el juego de las rúbricas, imprimiendo su sello al mundo; por eso me aventuro a pensar que la naturaleza entera y el cielo con su gracia están simbolizados en el arte de la geometría. , Mi labor es la del matemático Mendigué las sobras de las Tablas Rodolfinas— cáscaras de órbitas, estrellas dispersándose como pepitas escupidas por la boca masticadora de Tico. Sus sirvientes distribuyeron la comida, escanciaron vino en todas las copas menos en la mía. ¡Me encontraba más contrariado que una ecuación incompleta! Hasta que Tico me entregó Marte. Un festín de números. Habiendo pasado hambre por tanto tiempo, mis ojos eran más grandes que mi estómago; tendré la respuesta en ocho días, exclamé, inclinándome sobre mi plato. Pero me tomó ocho años lamerlo hasta dejarlo limpio. Fuimos enviados el uno al otro, Tico y yo; nada es casualmente causal: todo movimiento es resultado de fuerzas invisibles. Fuimos enviados por alguna razón, como cortinas impulsadas por el viento de una ventana abierta, para tirar una taza. * Cortesía de Françoise Roy, versión del taller de traducción literaria del Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara. alforja | Todo cayó. Aún los amados círculos de senderos planetarios descendieron en espiral, vacíos como un remolino de cáscara de manzana. Mi obsesión marciana: yo, un perro merodeando por la oscuridad, estrellas prendidas en mi piel como erizos. La casa de Tico era una caja de ruidos, los números se agitaban en mi cabeza como semillas en un melón. No podía escapar de los zapatazos y gritos de albañiles y cocineros, de los cazadores que volvían a casa con la cena, y sobre todo, de los aullidos perturbadores de Tico. ¡Así que trabajaba de noche, esforzándome por oír el canto sagrado del amor geométrico! Afiné mis brújulas en el alféizar y sentí la brisa de los planetas en su procesión nocturna; toda la noche caminé por el cielo, fatigado por la gravedad, ¡las fuerzas de las mareas tiraban de mi cabello! Naturalmente, dormí en casa. A la hora del almuerzo una sonrisa burlona se dibujó bajo el bigote de Tico, lanzó una mirada para recordarme que él se había desvelado todas las noches de su vida. Tico, quien aun en la oscuridad se había batido en duelo y a partir de entonces siempre se untó pulimento para metales donde solía estar su nariz. Todos los sirvientes hacían bromas sobre cubiertos deslustrados. Como todo un noble, Tico olía a plata. A veces, durante el día, me ocultaba afuera, mi lugar favorito tras una pila de trastos rotos siempre brillantes por las ampollas de lluvia; o en algún otro lugar lo bastante silencioso para el esfuerzo de convertir el caos en cosmos. Praga se derrumbaba a nuestro alrededor. La Iglesia enfrentaba a sus hijos, encendido fuegos en su propia casa. Sobre la ciudad el humo pendía morado, desgarrado por la luz solar; los cuervos remendaban el cielo con sus puntadas negras. Una niña de once años profetizó el fin del mundo— teníamos razones para creerle. Siluetas heridas se apoyaban contra los muros; hijas e hijos pasaban entre cañones, a través del humo, para robarle carne de caballo al lodo. En medio de todo esto —el problema de Marte, dios de la guerra. Yo creía al principio que mientras no encontrara la forma de su órbita, su sentido oculto, no terminarían los horrores. EVE GIL Lo cotidiano en la poesía [Entrevista con Margaret Randall] L a poeta estadounidense Margaret Randall (Nueva York, ), de fuertes vínculos literarios, culturales, amistosos y familiares con México, donde viven dos de sus hijas y varios de sus nietos, presentó en su libro Dentro de otro tiempo: reflejos del Gran Cañón (Alforja, Conaculta, ), en el que el maravilloso paisaje que actualmente la circunda (hace algunos años recobró la ciudadanía estadounidense tras una extenuante batalla contra las autoridades que se la regateaban por considerarla “comunista”) se fusiona admirablemente con el tono autobiográfico y la emotividad intensa que caracterizan a su poesía, de las más ricas, polifacéticas y prolíficas de la literatura estadounidense contemporánea. Los sacerdotes nos señalan los gorriones, la lluvia, la fruta que cae de los árboles, para probar que la Tierra no se mueve. En nombre de la fe sólo proclaman su duda negándose a mirar a través del telescopio. Dicen que la verdad está en juego; sí, la verdad no parece estar en ninguna otra parte. En la Piazza dei Fiori en Roma quemaron a Bruno por creer en el infinito. Debemos aprender por lo menos esta lección de la tierra, que lo mayor debe hacer espacio a lo mínimo, así como la tierra atrae hasta la piedra más pequeña. Así como todo el sistema planetario descansa en el modelo más sencillo. Así como las catedrales sustituyeron sus vigas transversales y columnas por un solo arco, así la Iglesia debe algún día renunciar a cientos de círculos perfectos, por el simple, blasfemo elipse. Margaret Randall, Thelma Nava y María Vázquez Valdés en la presentación de Dentro de otro tiempo: reflejos del Gran Cañón, Casa del Poeta, ciudad de México, de septiembre de . alforja | Margaret vivió en Nuevo México desde los diez años de edad, por lo que el desierto forma parte entrañable de su ser. A lo largo de un cuarto de siglo vivió en España, México, Cuba y Nicaragua. En México, de a , publicó —junto al poeta mexicano Sergio Mondragón— la revista bilingüe de poesía El Corno Emplumado / The Plumed Horn. Volvió a su tierra natal en para enfrentar al gobierno estadounidense que trató de deportarla por el contenido de algunos de sus libros. Con un importante apoyo internacional ganó su caso migratorio en . Randall tiene cuatro hijos —dos de ellos viven en México— y diez nietos. Ha publicado más de ciento veinte libros (la mayoría en inglés, pero también en español, portugués, japonés, holandés y turco). Es también fotógrafa y sus imágenes han sido expuestas en muchos lugares. Actualmente vive con su compañera de vida Barbara Byers en Albuquerque, Nuevo México, la ciudad de su juventud. Estando tan familiarizada con la literatura latinoamericana, luego de muchos años viviendo junto con nosotros los eventos políticos más relevantes de finales del siglo XX, y tan influida por nuestros poetas, ¿por qué no has intentado escribir en español? Lo intenté en , mientras trabajaba en el Perú. Pero no lo logré. Varios de mis libros de historia oral y ensayo los escribí en español y sólo necesitaron de una corrección gramatical. Pero cuando he probado la poesía, no me ha convencido. La poesía —siendo un género muy depurado— requiere de un conocimiento del lenguaje que prácticamente sólo se puede tener naciendo con él. En mi caso influye también el hecho de que no estudié el español. Mi conocimiento del idioma viene de vivir, de compartir, “de la calle”, como dicen. Mi hablar, aunque fluido, conserva errores gramaticales y de otros tipos. A menudo mis hijos y mis nietos —que sí nacieron con el idioma— se ríen de mi modo de hablar. Admiro a muchos autores latinoamericanos, entre ellos Vallejo, Huidobro y Violeta Parra, y otros más contemporáneos como Juan Gelman, Eduardo Galeano, Jorge Amado, Fina García Marruz, Reina María Rodríguez, Soleida de Ríos, y la mexicana Isabel Fraire. Como escribo en inglés y leo más poesía en inglés quizá tengo más “favoritos” en ese idioma: Walt Whitman, William Carlos Williams, Robert Creeley, June Jordan, Joy Harjo, Jerome Rothenberg, Adrienne Rich, Luci Tapahonso, y bueno, aquí la lista también es larga. Lo que me sorprende es que me comparan con Sylvia Plath o Anne Sexton. Las admiro, pero no creo que mi obra tenga mucho que ver con la suya. En el poema “El cuaderno” abordas tu técnica de escritura. ¿Cuál es, en tu caso particular, la diferencia entre escribir a mano y hacerlo directamente en la computadora? A pesar de que el poema describe una práctica de escribir a mano, no es típica de mí. Prácticamente no escribo nunca a mano, sólo si estoy en el río o en el campo y lejos de mi estudio, como fue el caso con ese poema (y todos los de este libro). De joven escribí a maquina, esas que ahora parecen casi antediluvianas. Ahora uso la computadora y encuentro que, al menos para mí, ayuda mucho en la composición poética. Soy de los poetas que repasan muchas veces. Generalmente considero terminado un poema cuando ha pasado por veinte o treinta borradores. Así que la computadora me es muy útil. alforja | En tu libro más recientemente traducido al español, Dentro de otro tiempo: reflejos del Gran Cañón, retratas el paisaje que te cobija actualmente. ¿Dirías que es el paisaje de tu país natal lo que te mantiene anclada a él, no obstante sentirte política y emocionalmente distanciada de él? Me identifico profundamente con varios aspectos de la cultura de mi país: entre ellos el paisaje, sobre todo este paisaje dramático, misterioso, seco, de grandes rocas rojas y vastos desiertos en flor; de hondos cañones y cielos sin fin. La política de mi país es una desgracia, hoy más que nunca. Pero me aferro a la esperanza de que sea transitoria. Ojalá algún día Estados Unidos tenga una política interna y externa al nivel de sus manifestaciones culturales y de sus paisajes. Tuve el enorme privilegio de vivir momentos de lucha excepcionales: en México, en Cuba y en Nicaragua. Aprendí mucho de esos momentos. Tuvimos la esperanza de que fuera posible crear un mundo justo, con menos miseria. Ya ves que no pudo ser. Cuba sigue como una luz, aunque varios pueblos latinoamericanos parecen estarse levantando nuevamente. Habrán aprendido mejor de sus propias experiencias históricas. Uno lucha mejor, quizá, durante su juventud. Pero yo sigo luchando, y no solamente para concientizar a las mujeres latinoamericanas respecto a su valía como seres humanos (ellas mismas pueden hacer esto mucho mejor que yo, y lo están haciendo con nosotras, las mujeres del norte), sigo luchando por la justicia donde encuentro que es necesaria. Quizá hoy día es en mi propio país donde más necesaria es. En el prólogo de Dentro de otro tiempo…, José Vicente Anaya te ubica como parte de un grupo de poetas, entre ellas Sylvia Plath y Anne Sexton, con las que te identificas poco, quienes introdujeron el ámbito doméstico a la poesía (considero que, en este sentido, sí es muy válido compararte con ellas). ¿Dirías que en tu caso fue el trauma del abuso sexual, sobre el que has escrito tus más grandes poemas, lo que te acercó a la poesía? No directamente el abuso sexual, porque el descubrimiento del incesto vino mucho después de que empecé a escribir poesía. Claro, descubrir que fui víctima del abuso sexual de mi abuelo materno influyó profundamente en mi poesía y en mi vida en general. Pero empecé a escribir poesía cuando tenía apenas dieciocho o veinte años, y logré recordar el abuso a los cuarenta y pico. Anaya tiene razón cuando me coloca entre los poetas que incorporaron el ámbito doméstico en su poesía. En esto debo mucho a William Carlos Williams, poeta estadounidense, cuya influencia me formó. Desde hace algún tiempo las comunicadoras sostenemos una pelea a brazo partido para que deje de emplearse el término “poetisa”. En alguna entrevista te rebelaste ante el hecho de que tu interlocutor se refiriera a ti de esta manera. En lo personal, ¿qué es lo que te disgusta del término? Me siento identificada con ustedes en esta lucha que es, por cierto, mucho más que meramente lingüística. Los diminutivos siempre desprecian. Señalan algo “menos”, “más pequeño de” o “de menos importancia”. Poetisa es un término de este tipo. No es el término o la palabra en sí la que me desagrada, sino lo que implica. Por eso prefiero el término poeta. ¿Qué opinas de la circunstancia que mantiene a nuestro país dividido, que ha creado una división muy clara entre intelectuales de derecha y de izquierda? Admiro al pueblo mexicano porque lucha en contra de lo que, a todas luces, parece haber sido un fraude electoral como los de mi país. Acá, desgraciadamente, el pueblo no se manifestó. En el año , y nuevamente en , hubo fraude electoral a todos los niveles: intimidación de los sectores pobres o negros o indígenas,“extravío” de votos, máquinas de votación electrónica programadas de antemano para que los republicanos ganasen. Sin embargo, la mañana siguiente después de cada elección el candidato demócrata aceptó el fraude y el pueblo se doblegó. En México el fraude ha provocado otra respuesta. Dice López Obrador que va a construir un gobierno paralelo. No sé, realmente, lo que significa eso, cómo funcionaría, qué lograría. Lo que sí espero es que el pueblo mexicano encuentre respuestas positivas que le ayudan a vivir mejor, con mayor justicia, con más futuro. Y garantías para que sus elecciones futuras sean realmente limpias. ¿Por qué tras veinte años de convivencia amorosa con la pintora Barbara Byers, ilustradora de tu más reciente libro, es hasta ahora que deciden reunir sus respectivos talentos? Es hermoso para una artista vivir con otra, sobre todo cuando no existen celos y cada quien promueve la obra de la otra. No sé por qué tuvieron que pasar veinte años antes de decidirnos a hacer un libro juntas. Muchas veces hablamos de hacer algo en conjunto, pero no prosperó. Quizá no era el momento. En el caso de este libro, hicimos varios viajes juntas por el Río Colorado y el Gran Cañón. Ella naturalmente dibujó, yo naturalmente escribí. Vimos que teníamos un material que podría combinarse. No creemos que sus dibujos “ilustran” mis poemas, ni que mis poemas “ilustran” sus dibujos, sino que cada obra es completa en sí misma y, a la vez, complementa a la otra. En el caso de la edición mexicana también tuve el gran gusto de poder trabajar con la excelente poeta y traductora mexicana María Vázquez. ¿En qué trabajas actualmente? Acabo de entregar un material a la editorial de la Universidad de Arizona, y saldrá en otoño de . Es una colección de poemas en prosa y fotos de mi autoría. La idea de este libro nació hace dos años, cuando realicé una caminata a una ruina anasazi que se llama Keet Seel, al norte del estado de Arizona. La caminata es dura, de dieciocho millas. Permiten a poca gente visitarla, y está en un estado bastante parecido a como debe haber quedado en el año . Este libro lleva al lector a muchas ruinas que han sido importantes en mi vida: Monte Albán, Palenque, Tikal, Tulum, Macchu Picchu, Sacsayhuaman, Petra, Delphi, Delos, etc. También crea conexiones con los lugares que nos afectan hoy, como Iraq, Palestina, Líbano. Otro proyecto es una memoria de mis años en Cuba (-). Por mucho tiempo he querido escribir sobre esa experiencia, pero me ha resultado difícil. No quiero que sea una apología acrítica, ni tampoco un ataque a un proceso que amo y admiro. n Margaret Randall y su hija Ximena, Casa del Poeta, ciudad de México, de septiembre de . alforja | KATHERINE HEDEEN, VÍCTOR RODRÍGUEZ NÚÑEZ La revolución poética de John Kinsella sucesos del de septiembre de . Desafía radicalmente el auge del patriotismo, el fanatismo, el militarismo; el asalto contra el estado de derecho y la democracia.Y cumple esta tarea con una riqueza y complejidad formales poco comunes en cualquier lengua. Todo esto lo convierte en uno de los poemas contemporáneos más significativos. Bloom ha descrito a John Kinsella y su poesía como “una fuente órfica”, “un prodigio de la imaginación” y, en definitiva, “un arte mayor”. Desde el principio y sin claudicaciones, el australiano ha desarrollado una escritura que integra la lírica y la épica, lo popular y lo culto, la experimentación estética y la crítica social. En fin, una poesía donde se da con frecuencia, como advierte George Steiner, “ese choque que viene de lo nuevo”. Ojalá que la publicación de las presentes traducciones contribuya al conocimiento, entre los lectores de lengua española, de esta vigorosa e insólita poesía. n J ohn Kinsella nació en Perth, Australia, en . Hizo estudios en la Universidad de Australia Occidental y luego realizó un largo viaje de aprendizaje por Europa y Asia. Su poesía ha tenido una vasta difusión no sólo en su país, sino en todo el ámbito de la lengua inglesa. Comprende más de veinte libros, desde el inaugural Night parrots (), hasta la antología seleccionada y prologada por Harold Bloom, Peripheral light (). Es fundador de la revista literaria y editorial Salt, hoy ubicadas en Inglaterra, y ha sido profesor de Kenyon College, en Estados Unidos. Un hito en la deslumbrante trayectoria poética de Kinsella es The silo: a pastoral symphony (), objeto de numerosas reediciones y de una consagratoria acogida crítica. En sus versos se representa la Australia más profunda, natural y artificial, en su esplendor y en su miseria. Es una pastoral con protagonistas de carne y hueso, que no propone el regreso a la sociedad orgánica. Una visión que combina la celebración y la invectiva, que arma y desarma una identidad nacional. La revelación de un mundo no representado antes por la poesía, y de un lenguaje que reta la tradición poética occidental. Otro jalón en la poesía de Kinsella es América or glow, extenso e intenso poema del que aquí se ofrece una selección de fragmentos. Se trata de uno de los más singulares cantos a Estados Unidos, que expresa la subjetividad de millones después de los Katherine Hedeen. Salem, Oregon, Estados Unidos, . Crítica, traductora y profesora universitaria. Se especializa en poesía hispanoamericana y ha escrito su tesis doctoral así como numerosos artículos en este campo. Ha traducido al inglés Los poemas de Sidney West, de Juan Gelman, y una antología de canciones de Silvio Rodríguez, entre otras obras. Víctor Rodríguez Núñez. La Habana, Cuba, . Poeta, crítico, periodista y profesor universitario. Autor de diez libros de poesía, con los que ha ganado varios premios, de los que hace un balance en Con raro olor a mundo. Primera antología (La Habana, ). Ha editado además tres antologías de la poesía cubana de las décadas de y . Ambos son profesores de literaturas hispánicas en Kenyon College, Estados Unidos. alforja | Silos curtidos punta de ala a punta de ala como si reuniera la vida allí programas acrónimos —todas las letras de todos los nombres, los carros circulan casi igual por Idaho que cuando la OPEP no les daba más que un barril, la largueza de motores de búsqueda y software: Venus Williams, Andy Roderick, su amigo de la universidad James Blake, Althea Gibson, el torneo “Little Mo”, Martina Navratilova; colosales vapores de línea blancos que navegan al puerto de Nueva York, Smith and Wesson… JOHN KINSELLA America or glow [fragmentos] Traducción de Katherine Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez Para Víctor y Kate En un clima intenso raspo fibras de alfombra de los puños de mi camisa, cautivas allí por la estática, se alucina con la política exterior, sin descartar nada, pelotas en juego, profetas que hurtan, “mano de obra barata” un tropo. La frivolidad es Camelot rajas de leña, papas fritas a la libertad no suficientes para la Compra de Louisiana, una democracia falaz se recuerda Atenas, los pocos que votan, el Destino Manifiesto. Túmulos: el fantasma derrotado el horror de Amityville o Salem’s Lot, la cuadrilla vagabunda de vampiros no vista en las gafas espejadas estilo años de los oficiales de inmigración; alforja | alabada sea la santísima tarjeta verde, la lotería exclusiva a lo Whitman la democracia y el camuflaje en las cafeterías de las escuelas: las vendedoras automáticas de comida “mala” sólo para después del almuerzo; estrategia lo que la caza permita y lo que la nieve retoce desmesura los que tienen y los que tienen más se jactan en los búnkeres bailando como los medallones y carros de chulo se convoca a asamblea un gran cambio, el Derby de Kentucky, un jolgorio de promedios académicos. sirven mejor a las mentes arábicas, teórico de la conspiración, puertas de par en par que demuelen la selva ruedan películas, palmariamente contra la guerra, disfrutan los helicópteros. El granero de Dios el conteo de votos la salvación y ése cree que todo fue creado en siete días con excelentes habilidades en informática, hechas a mano para programas de defensa. Patrióticos. El río se desborda, la crecida del arce, las secoyas cortadas a la medida, íntegras en la conciencia del alma de madera, la inquietud por los lotes de entierro incrustados de centros comerciales se pregunta en qué país vives, el extranjero no puede contestar: alucinado con los caprichos de un condado Knox presupuestamente homogéneo aislado, que no lo es, el retumbar y el acelerón de las camionetas a las seis de la mañana por la calle East High, en un pueblo All-American, se reza por nuestros hijos y colegas que van al Medio Oriente, se conoce la virtud que saca a los profesores pacifistas de sus trabajos, el miedo de ser demasiado progresistas en los campuses… Como un disco rayado, leía el Manifiesto Comunista en Vietnam y casi celebra sus nupcias allí, como un borrón las arenas del desierto alforja | El profeta de Nevada emergió de un fortificado holocausto, un nihilista con capa, denominación —hasta culto— indescifrable, aunque totalmente resuelto como el general en terapia —un excelente soldado de asalto— que señala, apunta a la diversión, qué divertido es para quienes se divierten con la diversión como él y otros, dispararle a alguien, una geoteosofía del cuerpo, una escatología autorrealizada que es el hombre como guerrero en el hogar. ROGELIO SAUNDERS A veces, en el tren que fuga A veces, en el tren que fuga hacia Venusberg o las constelaciones, en pleno día tú yo tan desconocidos como siempre, giramos al uní sono las bruñidas Hago constar que recientemente he sacado los siguientes libros de la biblioteca: la poesía de Dunbar, Zanzotto, Lorca (Poeta en Nueva York), Sinisgalli, Cesaire, Dickey, Berryman, Beddoes; The Libertine Reader de Feher, Interpreting the Indian: Twentieth-Century Poets and the Native American de Castro, la biografía crítica Antonin Artaud de Knapp, la biografía de James Dickey de Hart, Indigenous Australian Voices: A Reader, volúmenes sobre el anarquismo norteamericano, el pacifismo, el medioambiente… cabezas de agónicos y arcaicos maniquíes como en un bien ensayado paso de baile sobre el desvencijado maderamen. Dipsoicos habitantes de los trenes, desangelados, Hay una bien mantenida casa de piedra al final del pueblo en la calle High que nunca tiene las luces prendidas —las líneas eléctricas penetran en la estructura, pero también hay un coche Amish que suele ser estacionado en un lateral. La leña está recién cortada y apilada en bellas cargas arquitectónicas por el costado donde da el sol. alforja | de estólidas capuchas negras, la lluvia nos ha separado. Como flores picoteadas chapoleteamos sobre el papel de las aceras En resumidas cuentas, Eternos como la esferoide El taconazo en la última con el inoperante manuscrito enrollado nadie de madera sílaba o paso. bajo el brazo conoce a nadie. dentro de los gastados Unísono como un periódico. Nadie alza un zapatos. al golpe del sombrero. El viejo letrero brazo o un copa. El trazo. El reflejo en el cristal. escrito en alemán defectuoso En el silencio Un: No. O un: Oh. La rima sin ojo. centellea como un tuerto del bullicio La palabra engolfada El rostro sin risa. ojo machacón vuelan la aligeradas en la boca abierta. La nada en todo algo. de platillo de circo. cortinas, como El asiento desplazado allende “Si el mundo no era Nos hemos perdido telones de boca el traqueteo mudo. para ellos…”. en un mar de rieles. donde Sin campos de labranza. Pero, ¿qué mundo? Otros niños sin escritura, sin gesto flotan Sin saludo. Oh: la dispensa. nos circundan. paródicas manos. El agua sobre la estatua. Sol-cangrejo Oh la Moral. Signos Las ratas aplastadas sobresaliendo Patinadores ciegos, sin espacio. Como por el trueno súbito. en la nuca de la anciana. derribamos al mudo sol el puro tiempo que no Presos en el staccatto agudo No veo y todavía como el padre varado señala nada. Hijo de la trompeta. veo. Cabezas en la puerta, sin empleo. del sueño cíclico. De la oscura Mientras el vigía simultáneas, engolfadas El pétreo, desmigajado anuncio decisión que dibujan alto sobre los techos azules de un vacío inequívoco. de turbios productos las repeticiones. da una única vuelta de campana. Los salvajes muñecos. que no adquirió nadie. Sin salida. Sin final. Sin lejanía. Los libertarios Hay muchas palabras Sin nacimiento. Todavía veíamos las franjas. paraguas quejumbrosos perdidas. Muchos rostros Entes sin presencia Los gansos patéticos, saltando sin dueño sepultados altos como abandonados libres del torno de la cosecha. sobre los adoquines bajo la arena sombreros detenidos El rielar del horrendo pozo, en carne viva. de las ciudades. en el aire. separando las piernas independientes. Cabezas antiguas alforja | atornilladas a troncos El canto machacón generales, enseñoreados y maniqueo de mapas, oh cabezas. de un comisionado veloz A todo esto, deslizándose muerto sobre la nieve. no hay refugio para los trenes Cabezas juntas. indetenibles. No hay olvido. Cabezas separadas. Nadie sabe nada. Nunca cógnitas. Esa gran ignorancia La ventana y el amanecer es lo que nos hace veloces. encordados por la falta Poseedores de una libertad de silencio sin límites. Hecha de se igualan. la pureza de lo inexistente, Si ser libre fuera del Trasunto. esto (este El otro de todo mundo. átono díptono y paso) El otro siempre inseparable ello (s) (imposible: tú del otro. y yo) Último, ulterior, ultra. lo hubiera (mos) EDWIN MADRID La abolición de la última Thule Entrevista con Carlos Germán Belli C Rogelio Saunders. La Habana, de enero de . Poeta, cuentista, novelista y ensayista. Entre y formó parte de un movimiento no oficial de artistas y escritores denominado Spirogira. Publicó su primer cuento (“Coronación”) en la revista Letras Cubanas (núm. 9, ). Ha publicado cuentos y poemas en diversas antologías. En recibió el Premio Luis Rogelio Nogueras de Poesía, otorgado por el Centro Provincial del Libro de La Habana. En obtuvo una beca del Parlamento Internacional de Escritores y viajó a Austria para residir durante un año en la ciudad de Salzburgo. Actualmente reside en la ciudad de Sabadell, en la provincia de Barcelona, España. Libros publicados: Polyhimnia (poesía, Editora Abril, La Habana, ), Observaciones (poesía, Ediciones Extramuros, La Habana, ), El mediodía del bufón (cuento, Aldus, México, ), La cinta sin fin (cuento, Colección Calembé, Fundación Municipal de Cultura, Cádiz, ), Fábula de ínsulas no escritas / Fabel ungeschriebener inseln (poesía, bilingüe, Teamart, Zurich, ). onocí a Carlos Germán Belli en , en Riobamba, una ciudad a cuatrocientos kilómetros al sur de Quito, cuando el poeta y amigo Alfonso Chávez Jara solía organizar un encuentro con la poesía. En aquella ocasión, Belli era uno de los dos invitados de honor; el otro era el poeta colombiano Henry Luque Muñoz, quien, al igual que Alfonso, tuvo una muerte repentina. En , Carlos Germán Belli tenía años y parecía un viejito que no podía conciliar el sueño o, al menos, eso nos pareció, al enterarnos de que había solicitado al administrador del hotel que lo cambiara de habitación, ya que los jóvenes poetas —que nos quedábamos hasta la madruga bebiendo y haciéndole versos a la luna en un verdadero coloquio de perros— no le permitían dormir. Veinte años después, este poeta peruano de años de edad sigue teniendo el mismo rostro y la misma vitalidad para ponerse a buen recaudo y lograr conciliar su sueño. Por eso, para intranquilizarlo y no dejarlo dormir en paz, me acerqué a conversar con él, una noche, en la Casa de los Leones, en Nicaragua. Carlos Germán Belli nació en Lima, Perú, en . Es poeta, traductor, periodista y profesor universitario. Uno de los más importantes poetas peruanos contemporáneos. Su obra ha sido traducida a varias lenguas, así como también estudiada en diversas universidades. Ha ejercido la cátedra en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y el periodismo en el diario El Comercio, de Lima. Desde su retiro del mundo académico sido. [De Observaciones] alforja | Entonces, ¿cómo se da en los inicios tu vinculación con el surrealismo? Descubrí el surrealismo en un libro del crítico Estuardo Núñez sobre poesía peruana moderna, publicado en la década de . Andando el tiempo terminé rodeado de libros vinculados al surrealismo y a la vanguardia en general, que solía solicitar puntualmente a París por medio de una librería francesa que existía en Lima. Mi interés se centró principalmente en la poesía y en la pintura; hasta llegué a escribir todo un poemario con la técnica del automatismo, y realicé además algunos collages. ¿Pero Vallejo, qué te dice en ese desarrollo particular de tu poesía? En esta etapa de los descubrimientos juveniles, desde luego Vallejo se encuentra en primera línea. Sin embargo, no copiaba de puño y letra sus memorables poemas, como en cambio sí lo hacía con los versos de los poetas de los Siglos de Oro. Su presencia ha sido constante en nuestros alrededores, como ocurre con toda las figuras clásicas, que son ubicuas. Lo que acabas de anotar me parece interesante para comprender tu génesis, pero, ¿cómo eliges la poesía y por qué? Creo que el impulso que me aproxima a la escritura poética son mis enamoramientos platónicos de los días de la adolescencia, que resultaban en homenajes poéticos a las muchachas que amaba de lejos. Posteriormente, poco a poco, ello se transforma en una suerte de catarsis —como ya he mencionado antes— y en el constante uso de la fuente autobiográfica. se ha dedicado especialmente a la poesía. Entre sus libros publicados se encuentran Poemas (), ¡Oh hada cibernética! (), Dentro & Fuera (), El pie sobre el cuello (), Por el monte abajo (), En alabanza del bolo alimenticio (), Canciones y otros poemas (), Boda de la pluma y la letra (), El buen mudar (), Más que señora humana (), En el restante tiempo terrenal (), Antología personal (), Los talleres del tiempo (), Salve Spes (), En las hospitalarias estrofas (), La miscelánea íntima (). En , en Ecuador, me regalaste un librito: En el restante tiempo terrenal. Desde entonces he leído tu poesía con gran fervor y admiro la fuerza, ese vuelco que produce la lectura de tu obra que me parece está entre los clásicos y el surrealismo. Por eso te pregunto: cuando aparece ¡Oh hada cibernética!, ¿es un libro extraño en el contexto de la poesía peruana? No me toca a mí calificarlo así. Pero sí recuerdo que lo que primaba acá, en el Perú, a la sazón —es decir, , cuando publiqué la primera parte de mi poemario en la imprenta artesanal de Javier Sologuren— era la poesía que predicaba el compromiso social y compuesta en verso libre. En cambio, mi librito estaba sustentado en endecasílabos y heptasílabos, y además, había en sus páginas un inconsciente objetivo de catarsis. alforja | ¿Es difícil ser poeta en Perú? Sospecho que tal vez es difícil en el resto del mundo. Por lo pronto, en Occidente, resulta un género literario minoritario desde el siglo XIX. La clave estriba en saber sobrevivir ante los imperativos de los oficios alimenticios para uno y la familia, y los repentinos requerimientos de la inspiración poética. Creo que hay que desarrollar una férrea estrategia vital para así no descuidar nunca lo uno y lo otro. ¿Cuándo y qué es la lectura de César Moro para ti? Fue precisamente el mencionado libro de Estuardo Núñez el que me reveló a César Moro. Ante todo, lo que me llama la atención fue su participación activa en un movimiento artístico europeo. Y exactamente igual impresión de asombro tuve cuando descubrí a Alfredo Gangotena. Este doble asombro es el de un muchacho sudamericano, a mediados del siglo XX, atrapado en su ciudad natal a la que siempre ha considerado la Thule postrimera. Más allá de todo esto está la fantasía desatada de Moro bajo el impulso del automatismo, pero me quedo con esos poemas en que este tipo de dicción se vuelve ponderada. Qué bueno que menciones a Gangotena junto a César Moro, pues fíjate el paralelismo que tienen: los dos son del altiplano, los dos viajan a París, los dos conocen a los surrealistas, los dos escriben en francés, los dos publican sólo un libro en castellano, el uno nace en y el otro en . Pero casi nadie conoce a Gangotena. Dime, ¿con qué otros surrealistas hispanoamericanos sientes o tienes empatía? Pienso en el argentino Enrique Molina y en el peruano Emilio Adolfo Westphalen, cuyos versos siempre me han parecido que registran una atmósfera surrealizante, y a quienes leo con el mismo entusiasmo de la primera lectura. Pero uno y otro rechazaban cualquier filiación de esta índole. CARLOS GERMÁN BELLI Segregación nº (a modo de un pintor primitivo culto) Eres uno de los poetas peruanos más conocidos en Hispanoamérica. ¿Crees que para que un poeta latinoamericano pueda ser conocido debe publicar en España? Probablemente seguimos mirando la otra orilla, tal como lo hacían Darío y Chocano. Por cierto, esta actitud cambiará cuando haya en Hispanoamérica más de una casa editora con una adecuada circulación. Por otra parte, creo yo que internet terminará muy pronto cambiando dicha situación. Y cada vez pienso más que la universal internet será la abolición de la última Thule, si es que no lo es ya ahora. Yo, mamá, mis dos hermanos y muchos peruanitos abrimos un hueco hondo, hondo, donde nos guarecemos, La última pregunta, antes de que te dirijas a tu hotel a conciliar un merecido sueño. ¿Hay alguna identificación con César Dávila Andrade, de quien también se dice que tiene una poesía tan inusual, compleja y exigente como la tuya? Lamentablemente mi conocimiento de la poesía ecuatoriana no es muy vasto en razón de la penosa circulación de nuestras publicaciones. Mi entusiasta descubrimiento de Gangotena es de larga data, y recuerdo que leí su poesía en francés traducida al español por Gonzalo Escudero en una biblioteca estadounidense. Por cierto, conozco a Carrera Andrade, a Adoum —sin duda, el escritor ecuatoriano más celebrado en Perú— y a Mario Campaña, entre los más recientes. Únicamente he leído a Dávila Andrade, en antologías hispanoamericanas, como la preparada por el propio Campaña o la de Cobo Borda, y releo con admiración su poema titulado “Persona”. n porque arriba todo tiene dueño, todo está cerrado con llave, sellado firmemente, porque arriba todo tiene reserva: la sombra del árbol, las flores, los frutos, el techo, las ruedas, el agua, los lápices, y optamos por hundirnos en el fondo de la tierra, más abajo que nunca, lejos, muy lejos de los dueños, entre las patas de los animalitos, porque arriba hay algunos que manejan todo, que escriben, que cantan, que bailan, que hablan hermosamente y nosotros rojos de vergüenza tan sólo deseamos desaparecer en pedacitos. alforja | Oh Hada Cibernética… Poema Oh Hada Cibernética Cuándo harás que los huesos de mis manos se muevan alegremente para escribir al fin lo que yo desee a la hora que me venga en gana y los encajes de mis órganos secretos tengan facciones sosegadas en las últimas horas del día mientras la sangre circule como un bálsamo a lo largo de mi cuerpo. Nuestro amor no está en nuestros respectivos y castos genitales, nuestro amor tampoco en nuestra boca ni en las manos: todo nuestro amor guárdase con pálpito bajo la sangre pura de los ojos. Mi amor, tu amor esperan que la muerte se robe los huesos, el diente y la uña, esperan que en el valle solamente tus ojos y mis ojos queden juntos, mirándose ya fuera de sus órbitas, más bien como dos astros, como uno. El aviso de las señales Yo espero una bengala de aviso tantas veces he escrito la clave en un papel la he grabado sobre un grano de arena con la fuerza del hambre iluminado por un haz de luz como cuando cruza un navío delante de los acantilados o se incendia de repente la carpa del circo en la noche oscura cuando arrojan a las tribus antiguas hacia las alamedas de yacimientos de hulla y los tigres inclinados al borde de los estanques electrizan con su piel los menudos ojos de los peces es así que yo espero un silbido de aviso entre arroyos con mimbre y la opulencia de una hilera de mesas de noche yo te busco en todos los rincones con una fogata para alumbrar los vidrios y ver las señales mágicas de tu vaho cuando no te dejan cruzar el umbral del puente de mi río o no me dejan seguir en los caminos las líneas secretas de las rocas de tu valle. Si de tantos… Si de tantos yo sólo hubiera angustia, yo sólo frente a casas clausuradas, sufrir por todos, flébil en los campos, a la zaga del río, entre los tuertos. Si de mí sólo muerte se evadiera, sólo yo me quedara insatisfecho, en medio de los parques cabizbajos, sólo yo, Adán postrero agonizando. alforja | La cara de mis hijas CECILIA ROMANA Zurita Este cielo del mundo siempre alto, antes jamás mirado tan de cerca, [fragmentos] que de repente veo en el redor, en una y otra de mis ambas hijas, cuando perdidas ya las esperanzas que alguna vez al fin brillara acá una mínima luz del firmamento, lo oscuro en mil centellas desatando; que en cambio veo ahora por doquier, a diario a tutiplén encegueciéndome todo aquello que ajeno yo creía, y en paz quedo conmigo y con el mundo por mirar esa luz inalcanzable, aunque sea en la cara de mis hijas. Lloré en los tapiales de Viña. Escondiéndome de Raúl. Atraqué como un banderín en la zona náutica. Vi la espuma de las escolleras, la gorra azul del chico que marchó conmigo invitándome al estadio, debajo de la visera, las piedras biliosas de sus ojos. Estaba borracho. Igual que yo, la mayor parte del tiempo. Lo mismo que esa noche en que Zurita dijo que me quería mucho, mucho, mucho. Pero ahora sólo tengo una pierna y la otra, como un mogote, se yergue en Alameda. Le chillan, los hombres, no saben contenerse: ¡reúnanlas!, pero no podría. No puedo volver a Chile. Todo mi amor era una cresta dura, hasta que se tajó en las bandas del Pistarini. Lo escupo. Sin embargo vuelve ¡tan cambiado, mi amor, tan siendo otro de lo que era! *** Dijeron los cortadores que te morías. Leí: Zurita no puede estarse en pie, pero háganle saber cuánto lo aprecia el Sur. Dijeron que soy joven y estoy sana. El de anteojos y gorra dijo: demasiado tierna para Zurita. Y se burló del temblor de tus manos. El fin es gemelo del comienzo Hoy echado del mundo de improviso y otra vez como ayer estimado de uno y otro elemento natural, nada menos que casi en los finales cuando según parece que de fijo el curso de la vida es incambiable. En verdad por su mente no pasó ni como conjetura ayer ni hoy, que el remoto comienzo del vivir y estas postrimerías palpitantes repartidos hubieran sido aquí en porciones de penas por igual. Irremediablemente arrinconado sin compañía alguna deliciosa, y tal un hongo en tan desierta isla mañana, tarde, noche fijamente, en donde todo el aire, fuego y agua cómo le van volviendo las espaldas. alforja | Dijeron que la vida es injusta, que más me vale pensar en otro. Dos torcazas se espulgan en la antena. Hace frío, aunque tal vez sea la fiebre. No trates de averiguar por qué hablo así. Nadie me entiende menos que yo. Me pasó, por creer que entendía, Los poemas de la presente selección pertenecen al libro Zurita, de próxima aparición en Buenos Aires por editorial Vox. quedarme con ellos y después, oírlos murmurar: Dijeron que no me reconocerías ni viéndome cara a cara. *** Miré al suelo: ¿qué pensará Zurita de mis botas? Objetivamente: no cuaja con su altura. Sin embargo, es posible aventurar algo más acerca de dos pilotes que nos elevan. Pronto voy a meterme en la cama. Me gusta mirar las rodillas debajo de la manta: dos macizos a cuadros. Puntiagudos. Casi tan altos, corpulentos y crédulos como mis oídos. Alguien capaz de escribir: sentí la feroz necesidad de compartirte con un muerto, está más cerca de Desnos de lo que yo jamás estuve. Zurita, sí, sí que se muere este año. *** Me hiciste entrar en tu muerte porque parecían flores. Y los grumos se izaron sobre mí. Y las azafatas fueron patrias que toqué con el caucho de mis suelas. No vayas, suplicaba mi madre, no lo atormentes. Pero, ¿alguien me conoce menos que yo? Sentí el río en mí. El río estriado en la zona de las cortaderas. El agua larga de mi sueño. No lo conozcas, porque vas a enviciarte y después, ni los poros de tu cruz saldrán a flote. Mi cara estaba quieta. Piloteando el amor sobre las cumbres, mi cara era un túmulo con pintas. Y volvió a gritar mi sueño: ¡Cristóbal, Cristóbal, es hora de cargar a Zurita sobre nuestros hombros! Tal vez ni siquiera se haya dado cuenta de que usaba botas. Pero mi cabeza originalmente le habría llegado al hombro. Nunca al mentón. Al mentón nunca. *** Se presentó bajo otros nombres. Pablo, Diego, Gonzalo, Rafael. Era de una altura que parecía improbable. Igual, sus rieles se movieron de tal forma que me golpearon en cada partida. Y fue llamado también Mapocho, Damián, Gonzalo, Pablo. Pero en todos se apartaba y vi una serranía donde inmovilizarlo, finalmente, copos traslúcidos como uñas. Raúl, grité una vez que lo reconocí. En la copuda su barba flameaba como un ciervo de guata. Raúl, volví a gritar, y después: por favor, no vuelvas a abandonarme. Nuestro amor, entonces, se iba palpando. ¡Si hubiera sido más que un sueño! Pero no. Y con mi propia boca me encontré rogando: que la mujer no separe lo que un avión ha unido. Cecilia Romana. Buenos Aires, . Ha publicado Flota, hangares y otros trabajos mecánicos (), Duelo (junto con Mercedes Araujo y Carolina Esses, ), Aviso de obra (en prensa en México, VIII Premio de Poesía Iberoamericana Sor Juana Inés de la Cruz, ), No lo conozcas (, Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines ). Bajo su curadoría, el sello Sigamos Enamoradas, del que es editora, publicó la antología de poesía argentina Hotel Quequén (). Sus poemas han sido traducidos al francés en Canadá y Bélgica. Colabora con varias revistas nacionales y extranjeras. Es licenciada en artes y ciencias del teatro. alforja | II. Lamento de la Lujuria GRISSEL GÓMEZ ESTRADA De pecados capitales I. Lamento de la Soberbia (No hay de qué lamentarse.) III. La estupidez, nuevo pecado, o Elegía a Fortunata Podría juzgar el paso natural de Fortunata insistir en sus ojos de gallina y entraña borreguil, puesto que no comprendió que el amor no debe ser incondicional, tonta, sino institucional, que el amor en nuestros tiempos es propiedad privada, inversamente proporcional a la seguridad. Con léxico apropiado para la psicología: existen neuróticos que no se aman a sí mismos. I. Imagino tus ojos de serpiente abandonada, tus ojos gas, ojos capaces de hacerme pedazos, de disminuirme a diente, uña, lunar, cabello. ¿De qué color, de qué arcilla nos moldeamos ahora? II. Digo Dios por decir pino, corriente, piedra, Dioses: ruego un siroco para interrumpir esta asfixia, el agua para tornarme peñasco y renunciar, Mas, en tus manos tiembla la precisión de la manzana, Fortunata. El muslo del amado hurga apenas en la sombra. ¿Otra verdad existe? ¿Interesará otra cosa? Cosas tan simples como ser de amor correspondido. ¿Interesa que él ondule mañana en pos del viento o que arroje su ancla, que su lengua sea de trapo, si el día de hoy ostento el indulto de tenerlo entre mis brazos? la llama en el abdomen para aprehender el dolor. III. Jesucristo, ruega por ella. Señor Sahui, detén la lluvia. Señor Eleguá, abre las puertas. IV. Yo creí ser dueña de todo secreto, lo creí indefenso ante mi aguijón, Sus brazos, sí: hojarasca, torbellino de arena. lo creí débil, perdido, miserable, y le hice creer que era gigante sabio ¿Importan los ojos, ojos en blanco, de Jacinta, mi dolor cuando él se vaya (¿debo tener dolor cuando se vaya?)? para que se quedara aquí conmigo… La gula roja ensombreció mi lengua: le hice creer, le exigí que fuera magno Ay Fortunata, arrastras tu amor y sigues viva: pero eres el sol, Fortunata: sólo por hoy, no importa nada. cuando sólo era burdo enano que juega a crear fortunas con el aire. alforja | Las alas de la luna MARISA TREJO SIRVENT Hoy estoy para penas solamente Receta de amor Cuando hagas el amor, ojalá que el silencio de tu cuerpo recuerde las heridas que tus labios dejaron en el árbol caído de mi cuerpo, las llagas invisibles de tu ausencia, la medianoche de mi desamparo, el nocturno dolor de verte sólo en sueños, de volar con las alas de la luna, hacia una libertad desconocida, para vivir de nuevo el impulso latente de tu sangre de fuego en medio de mi carne, en medio de mis senos. vestime de amor que estoy desnuda… Rodéame de gozo que no nací para estar triste. Debes tocar suavemente La fibra más sutil Para poder volver Para poder decir otra vez No huyas de mí Vive lo que yo vivo Ama lo que yo amo Debes desear mis labios Al igual que mis senos Adivinar mis pensamientos Más escondidos Susurrar al oído No importa qué palabras Que puedan hacer vibrar Más allá de la piel Mi emoción más sentida. Tu desnudez En la oscuridad Palpo la forma de tu cuerpo de hombre Recién bañado Tu desnudez es un preámbulo El amor agranda el deseo Y la evasión total Se realiza en el eclipse Que une tu boca con mi boca. alforja | ANDRÉ CRUCHAGA Al borde del extravío …y estoy atardeciendo fugaz como la sed que no se escribió nunca. Hoy, he recorrido las calles de la memoria. Hay lagunas de espesa niebla; el cuerpo delira entre bocetos de fugitivo césped, entre ríos de agua o sed o piedra o grito. Ahora solamente los ojos tendidos en el horizonte: los trenes escondidos de la infancia en estos días donde la edad acaricia a los pájaros. Mientras llega la noche con su boca voraz, —desvelos, secretos, tristezas, cruces, fauces, con dientes afilados de lluvia, abriendo el pecho—, la brisa avanza sobre las venas, filo de sombras, oscuras sombras hundiendo sombreros, allí donde crecen barbas de tanta espera. Junto a los atardeceres los ojos recorren asfalto y rieles —tendidas hamacas meciéndose en el horizonte con un patio de trino y trementina. La edad madura como envejecidos vagones; implacables son las gavetas del calendario, cuando las canciones desafinan en las aceras, y la ebriedad de los trenes crece en el grito con una invasión de tempestad sinuosa. Un polvo de baúles ciega los párpados, ciega los poros, a riesgo de quebrar la sonrisa, y hacer de vitrales y caminos, un pañuelo de oscuras migajas… [Barataria, . . ] A menudo el calendario dicta despedidas torpes. Lo saben las paredes cuando las lame el crepúsculo, y el hollín se apodera de la respiración de la sangre. Así nos damos cuenta de la estatura del olvido: la certidumbre llega con soñolientas caricias y severas lágrimas sin respiro. Uno puede imaginarse cosas. Inventar otros mundos, darle forma a la desnudez de las ventanas, refundir el júbilo en el suspiro, recordar los primeros labios abiertos al extravío, destruir todas las hormigas sobre la piel; pero la vida sabe del rotundo aliento de la carne, y de la fugitiva luz de los pabilos. alforja | Destino y memoria Los recuerdos viven y son como la vida. Ayer era distinto: la conciencia gozaba de respiración; ahora son las sombras las que en su bóveda nos guardan los sueños. La soledad ha extendido su sábana por todo el planeta; la alegría perdió su lengua de pájaro, respiración de cierzo, piel de flama centelleante, frente a jardines de humo, embriagadas pizarras de ceniza, espuma endurecida en la comisura de los labios como hedionda escarcha encarnada en el destino. Recuerdo cuando la luz subía a toda hora a mis sienes, y de los labios nacían bengalas y petardos de alegría: Amar es arder frente a un jardín de cielos asumidos por las calles del aliento; amar es deshacerse y respirar las estrellas con los brazos abiertos y callar y desmayarse sobre la hojarasca, traspasar el suspiro y meter los pies en el agua de los rieles donde los ferrocarriles humedecen sus vagones con apretados itinerarios… Todo deja de ser, sin embargo, y se torna memoria. Memoria, también, de huesos porosos, uñas rasgando la materia como en vísceras de felinas ventanas. Memoria la mirada reescribiendo el alfabeto, entre bocas desfallecientes y recesiones nefastas, donde sólo cabe el frío y, acaso, el rechinar de los guijarros con sonrisa agonizante. Pero la vida es así. Se vive a través de la memoria para construir el soplo de pequeños instantes, días de embriagados pupitres, meses de calmada impaciencia, años porfiados de labios y deseos, personas soñadas, idas que ya no están y sin embargo, nos miran con esos otros ojos de lo inefable. A menudo la oscuridad es tan vasta que no se ve la propia desnudez ni la ajena, esa otra desnudez del recuerdo y no de las palabras. La memoria se alza y suena sus campanas, hasta que la sangre suelta violines y los poros —enrojecida amalga— se tornan sonata de sutiles regadíos… [Barataria, ..] André Cruchaga. Chalatenango, El Salvador, . Ha publicado, entre otros, Alegoría de la palabra (), Fuego de la intimidad (), Visión de la muerte (), Césped sobre el fuego (), Fantasía del bosque (), Roja vigilia (), Querencia del follaje (), Rumor de pájaros (), Oscuridad sin fecha (), Pie en tierra (). alforja | ROCÍO GUZMÁN BENÍTEZ Introspección liberadora La obra de Nahum B. Zenil p. : Fotografía de JAL. Siempre he sentido la necesidad de realizar un autoanálisis en mi trabajo para aceptarme a mí mismo y la forma en que vivo. Siempre me he sentido marginado y he experimentado un gran sentimiento de soledad. En mi arte he tratado de establecer una comunicación entre los miembros de la sociedad y yo mismo. Pienso que la llave para la integración es el amor —hacia todas las personas y todas las cosas que existen— y quiero que mi arte funcione como una representación de esta emoción. . N ahum B. [Bernabé] Zenil nació en la Huasteca veracruzana, en Tecomate, municipio de Chicontepec, estado de Veracruz, en . Graduado de la Escuela Nacional de Maestros en y de la Escuela Nacional de Pintura y Escultura La Esmeralda en , ha explorado lo mismo con instalaciones que con arteobjeto y performances. Zenil ha participado en alrededor de cuatrocientas exposiciones en México y en el extranjero (Norte, Centro y Sudamérica, Europa, Oriente y Oceanía). Su obra forma parte de las colecciones permanentes de importantes museos, como el Metropolitano de Nueva York. Nahum B. Zenil comenta que en su obra predominan el gusto y el placer, aunque haya algún resabio de dolor. Sin embargo, admite que en su producción pictórica él es el personaje central y casi único. El autorretrato habla de su timidez o de una exploración en su interior. ¿A qué hace referencia? Muy al principio de mi carrera tomé como tema de mi obra mi propia vida y, por eso, el autorretrato constante. Es una necesidad de introspección, de liberarme de una serie de conflictos, de cuestiones psicológicas. ¿Verse, retratarse, texturizarse, lo liberó? De algunas cosas. Es que conflictos tan arraigados, provocados, vividos —tal vez desde la infancia— es muy difícil superarlos; sin embargo, yo creo que sí he podido hacerlo. En la obra de Zenil destaca la capacidad para sintetizar, a partir de su propia vida, las inquietudes del alma avasallada por los prejuicios de la norma, develando la esencia que engarza religión con erotismo, virtud con transgresión, mito con historia. Vinculado al arte popular por su origen rural y cultura, recrea la candidez de éstas transformándolas en farsa. Sin visos de nostalgia —y no obstante la presencia de su rostro—, turba la distancia que guarda respecto a sí mismo. Sin concesiones, irreverente y herético, dilata la conciencia del espectador. Director del Museo Nacional de Agricultura Nahum y Gerardo en su casa de Tenango del Aire, Estado de México, marzo de . Fotografía de JAL. alforja | ¿Tuvo una infancia difícil? Posiblemente, aunque yo creo que es cuestión personal. Las infancias pueden ser o no difíciles, según la persona que las vive. O cómo la vive, lo que experimenta y demás. Pero hay espíritus y personas más o menos sensibles, entonces depende de esa cuestión, yo creo. ¿Cuándo descubrió que esta autoexploración ya era suficiente? Todavía no termino, continúo con el autorretrato. Continúo con el análisis plástico, con el psicoanálisis. ¿Su obra es producto del trabajo psicoanalítico? Estuve en tratamiento psicoanalítico hace unos buenos años, no me acuerdo cuántos. Lo suspendí y continué por mi propio esfuerzo tratando de analizarme, de encontrar las causas de tal o cual experiencia o sentimiento. Su obra es tremendamente erótica. ¿Por qué esa carga? El erotismo es algo esencial en nuestras vidas. Nacemos con él, morimos con él. Es fundamental. Por esa razón tenía que tocarlo como uno de los elementos fundamentales. ¿El cuadro donde está la serpiente que va hacia la manzana tiene una doble lectura? ¿Es intencional o es un elemento fortuito? A veces intencional, pero en todas las obras, si se les busca algo, aparecen dobles lecturas. Pero sí, en algunas ocasiones es intencional. En esta exposición se trató de que no fuera tan fuerte. ¿Tiene trabajos más fuertes? Sí, sí tengo obra explícitamente erótica. Y bueno, también religiosa. La religión y el erotismo van muy de la mano en mi obra. Yo creo que son dos de las cuestiones que más me han interesado. ¿Ha mostrado obra más fuerte en lugares donde hay riesgo de una respuesta virulenta por parte del público? Ha habido gente que se asusta. Aunque a estas alturas creo que es mucho menos. Al principio fue un tanto impactante para cierto sector de la sociedad. Y no tanto la obra erótica, ni tal vez la religiosa. Más bien la idea de patria, de territorio, de lugar. Aun así, mi obra ha sido aceptada de buen grado en todas partes. No he tenido problemas realmente de censura. Le ha ido muy bien, desde que salí de La Esmeralda he tenido un trabajo ininterrumpido. Ahora he disminuido un poco el ritmo porque me he dedicado a escribir poesía. El ritmo que usted tiene en términos burdos, ¿cuál es? ¿Cuánto tiempo le toma hacer un cuadro, cuántas horas trabaja al día? Trabajo no menos de ocho horas diarias. Ahora es mucho menos porque le dedico una buena parte del tiempo a la actividad poética. ¿Dónde se siente más cómodo, en la plástica o en la poesía? Las dos cosas son apasionadas. Yo no pensé que el hecho de escribir fuera tan apasionante como el hecho de pintar. ¿Antes no se había dado este trabajo dual? Sí, desde la secundaria yo escribía, pero no le había dedicado el tiempo que quería dedicarle. No hace mucho que me di ese tiempo. El sustrato de la iconografía, tan personal como mexicana, inconfundible, junto con su enorme y ensimismado talento, han hecho de Nahum B. Zenil uno de los más destacados creadores del arte contemporáneo de México, entre otras razones, también, porque su obra ha desempeñdo un papel fundamental en el proceso de desmantelamiento de tabúes temáticos y en la desacralización del concepto tradicional de la función de arte. Nahum y Octavio Bajonero, marzo de . Fotografía de JAL. alforja | Desde que su nombre llenó mi boca reposa a la espera de mi llamado insistente. Mi cuerpo y mi alma respiran sus emanaciones, redescubren sus dones, se apropian de sus gracias. NAHUM B. ZENIL Historia común ¡Aleluya, aleluya!, el ángel pródigo vuelve. En vértigo candente desciendo a mi estadio primero, lo despojo de sus alas, me revuelco en su piel, ocupo mi lugar en su cuerpo. Del alba al crepúsculo te busco, en la sombra, en la sofocante oscuridad que me aprisiona, en el vértigo de la pesadilla. ¡Aleluya, aleluya, el ángel pródigop ha vuelto! Abro con llave diestra sus sentidos y lo devoro en miércoles de ceniza. Afán que latiga sin tregua mis sentidos, te busco en el insomnio y más allá del letargo. Con esperanza revivida, en la emoción turbadora de la espera; en la lágrima, en la risa y en la estrella; en el vuelo, en el árbol y la hormiga; en el reposo aparente de las cosas. *** Aquí estamos otra vez, los mismos pero otros, alterando las horas rutinarias, animando el rescoldo. te busco en los fluidos, en las heces, en el aroma, en el suspiro. Diálogos olvidados palpitan en nuestros labios húmedos. Constato con mi lengua tu existencia, te descubro, lento me adhiero a tus relieves. Te busco en el pan de todos los días, en el aire, en el silencio. En la poesía te revelas. *** * Poemas tomados de Historia común, libro con quince grabados realizados en agua fuerte y treinta poemas de Nahum B. Zenil, Caracol Púrpura, México, . alforja | Arde de primavera el mediodía en tu piel. Asciendo a tu pedestal después de una noche prolongada. Rejuvenezco, insosegado juego en paraíso recobrado. JOSÉ VICENTE ANAYA CRÍTICA DE LA POESÍA Y DE LOS POETAS El retardado surrealismo de Octavio Paz Piedra fundacional del manierismo actual en la poesía mexicana* D esde las últimas tres décadas del siglo XX parece que ningún conocedor de la literatura o de las artes plásticas, en muchísimos países, haya tenido dudas de la presencia del surrealismo. Lo han visto tan claro y contundente que de verdades a medias y sospechas se ha llegado a las mentiras, las exageraciones y los mitos. Respecto a la idea de la influencia del surrealismo en la poesía escrita en español han circulado varias antologías y estudios dispersos desde la década de hasta la fecha. Algunas de esas publicaciones son: • Los poetas surrealistas españoles, de Vittorio Bondi, Tusquets, Barcelona, . • El surrealismo y cuatro poetas de la generación del , de Carlos Marcial de Onís, José Porrúa Turanzas, Madrid, . • Antología de la poesía surrealista latinoamericana, de Stefan Baciu, Joaquín Mortiz, México, . • Antología de la poesía surrealista en lengua española, de Ángel Pariente, Ediciones Júcar, col. Los Poetas, Madrid, . • Un nuevo continente. Antología del surrealismo en la poesía de nuestra América, de Floriano Martins, Ediciones Andrómeda, Costa Rica, . Es curioso que Carlos de Onís considere que el surrealismo es connatural a España. Está ahí la idea implícita de que no fueron necesarios el bretoneano invento del vocablo (obtenido, según cuentan, de un poema de Apollinaire), los manifiestos ni las * Ensayo leído en el Encuentro Internacional Edward James y el surrealismo, celebrado del al de noviembre de en Xilitla, San Luis Potosí, México. revueltas parisinas. Con un esquema simplista, el mencionado autor explica: “El surrealismo español, o la poesía española influida por el surrealismo, parece ser el último término de una evolución que comienza con el romanticismo [¿español?, tardío], se renueva con el modernismo [¿español?, que estuvo influido por le de Hispanoamérica con Rubén Darío a la cabeza] y termina con la nueva orientación poética de nuestras letras, producida, en parte, por la guerra civil española […]” (En esto último hay que tomar en cuenta que los poetas fueron empujados a la muerte, a la cárcel o a el exilio, siendo muchos los que terminaron en México, por lo cual no se entiende cómo “hicieron” el surrealismo.) Y declara surrealistas a Federico García Lorca, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre y Rafael Alberti. Es grande la cantidad de críticos que siguen repitiendo este desacierto. Stefan Baciu, por su parte, recoge obra de grupos sudamericanos que ciertamente se identificaron con el surrealismo, como fue en Argentina el de la revista Que, fundada por uno de los más aptos estudiosos de la poesía surrealista francesa y traductor Aldo Pellegrini; en ese grupo incluye a Porquia, Latorre, Molina y Llinás. De Chile, los poetas de la revista Mandrágora, con Braulio Arenas, Enrique Gómes-Correa, Jorge Cáceres, Gonzalo Rojas, Teófilo Cid y Rosamel del Valle. Del Perú los consabidos César Moro y Emilio Adolfo Westphalen. De México, a Javier Villaurrutia, Salvador Novo, Bernardo Ortiz de Montellano, Gilberto Owen y Octavio Paz. Llama la atención que Baciu haya pensado que hubo precursores del surrealismo en América cuando eso era imposible de ser imaginado, y en esa categoría pone a José Juan Tablada por México. Casi todos los poetas españoles y latinoamericanos antes mencionados difícilmente pueden ser vistos como surrealistas, con excepción hecha, previas aclaraciones, para unos pocos como César Moro, Emilio Adolfo Westphalen, Luis Cardoza y Aragón y Octavio Paz. Todavía más desacertada y exagerada es la visión del brasileño Floriano Martins quien, por ejemplo, incluye en su antología a la mexicana Thelma Nava (quien tenía siete años de edad cuando el surrealismo nació) y a la estadounidense Margaret Randall (con doce años de edad en el momento que Breton lanza el primer manifiesto), más identificada con la bohemia de Nueva York y cercana a la generación beat. Los poetas estadounidenses no escaparon de ser vistos como surrealistas o con el influjo de la huella. André Breton, con aquellos sus aires de evangelizador, en su paso por Estados Unidos conoció al jovenzuelo poeta y futuro beat Philip Lamantia (por ese entonces elogiado como un enfant terrible), y no dudó en bautizarlo como surrealista. Por su lado y en solitario —muchos años antes y sin relación alguna con la vanguardia en ciernes—, William Carlos Williams decidió experimentar con la escritura automática y dio a luz Kora en el infierno —improvisaciones—, un poemario extraño y curioso en la bibliografía de dicho autor. Esto es lo más próximo al surrealismo en Estados Unidos. A partir de la década de los poetas beats mostrarían ciertas simpatías, pero nada que pudiera verse como una influencia determinante. En el caso de México parece imposible negar la huella surrealista en la poesía, pero la explicación no puede ser satisfactoria en términos de un “vaciado” directo, a pesar de las visitas de los dos fuertes polos de la vanguardia: Antonin Artaud en y André Breton en ; así como las residencias en México de Benjamin Peret, Luis Buñuel, Remedios Varo, Alice Rahon, Wolfgang Paalen, Edward James y Leonora Carrington; o los pasos de relámpago de Blaise Cendrars y Paul Eluard. ¡Once notables surrealistas originales en México! Veamos algunas de sus consecuencias. Durante un promedio de nueve meses en México Antonin Artaud impartió interesantes conferencias, principalmente sobre su aprecio de varias particularidades culturales y los motivos del viaje, como fue su estancia con los tarahumaras en la Sierra de Chihuahua. Por lo demás, venía convencido de que el surrealismo había terminado diez años antes, cuando el grupo se dispersó ante la propuesta-exigencia de Breton para que todos “en montón” se unieran al Parido Comunista, planteamiento que la mayoría de los surrealistas rechazó.* Por esta razón, Artaud estaba lejos de proponerse acarrear simpatizantes. Y es en México, precisamente, donde Antonin Artaud expresó la más bella y poética explicación de su divergencia y debacle con Breton, diciendo que éste había querido que el surrealismo bajara al comunismo, pero que habría sido más hermoso lograr que el comunismo subiera al surrealismo (convencido de que éste rebasaba en muy alto grado al pragmatismo de aquel proyecto político). Los intelectuales que en México compartieron con Artaud fueron Samuel Ramos, José Gorostiza, José Ferrel, Elías Nandino y Luis Cardoza y Aragón, de los cuales sólo este último se consideró surrealista por un corto periodo. * Los que se unieron al Partido Comunista fueron sólo cinco: André Breton, Paul Eluard, Benjamin Peret, Louis Aragon y Pierre Unik. alforja | André Breton estuvo cuatro meses en México en , y él sí, a diferencia de Artaud, venía buscando adeptos. Para ese entonces trató de revivir su surrealismo al abandonar la postura de militancia en el Partido Comunista (estalinista) por la corriente de oposición que era el trotskismo, y nada mejor que encontrarse con el mismo León Trotski asilado en México y con uno de sus seguidores, el pintor Diego Rivera. Éstos fueron los únicos que recibieron bien a Breton y que, además, redactaron el manifiesto “Por un arte revolucionario independiente”, que sólo firmarían el poeta y el pintor. Breton no sólo estuvo alejado de los poetas mexicanos y otros escritores, sino que fue muy criticado y rechazado, lo que se mostró en la prensa. En el periódico El Nacional, durante julio de , Efraín Huerta publicó dos artículos humorísticos satirizando a Breton y su surrealismo. En agosto, Alberto Quintero Álvarez (recordemos que fue uno de los fundadores de la revista Taller, junto con Octavio Paz, Efraín Huerta y Rafael Solana) publicó en El Popular un ataque con el mismo objetivo. Hubo otros rechazos publicados. El desencanto y el deslinde fueron muy claros para muchos intelectuales de México. Un año más tarde, Frida Kahlo (que había compartido con su esposo Diego, Trotski y Breton), desde París, en una carta dirigida a Nickolas Murray, con furia coloquial atacaba: “ […] esos hijos de perra lunáticos y trastornados que son los surrealistas […]”. Apoyándose en que Wolfgang Paalen y César Moro vivían en México, Breton los convenció de organizar la Exposición internacional del surrealismo, inaugurada el de enero de en la Galería de Arte Mexicano. Esta muestra también acarreó ácidas críticas, como la publicada por José Rojas Garcidueñas, quien denunciaba la muerte del surrealismo en Europa y calificaba a sus seguidores de “charlatanes”. En su libro Breton en México, Fabienne Bradu asegura que en el surrealismo era desconocido en nuestro país. Dice textualmente: “ […] el surrealismo era, salvo para unos cuantos, una nebulosa difícil de descifrar […]”. Esta opinión es falsa, pues fueron muchos los artículos publicados desde años antes en la prensa al respecto de dicha vanguardia. He aquí algunos ejemplos en orden cronológico: Al poco tiempo de darse a conocer el primer manifiesto surrealista, Genaro Estrada publicó el artículo “La revolución suprarrealista”. Francis Monandre publicó el artículo “La última moda literaria, el superrealismo y sus teorías”. Se publica el artículo “La novedad literaria en el mundo”. Circuló profusamente el libro Las literaturas europeas de vanguardia, de Guillermo de Torre. Jaime Torres Bodet publicó una reseña de la novela Nadja, de Breton. En la revista Contemporáneos Jorge Cuesta publicó un artículo sobre Breton. Se publica un artículo de Genaro Estrada sobre el surrealismo en Contemporáneos. Genaro Estrada publica en Contemporáneos un artículo sobre el surrealismo. Agustín Lazo dictó varias conferencias sobre la mencionada vanguardia. Entre el conocimiento y el rechazo, ¿puede haber cabida para una influencia del surrealismo en la poesía de México? En relación con las artes plásticas es muy clara y alforja | directa dicha influencia. En el caso de la poesía, el contexto hace muchas diferencias. Ya vimos que intelectuales de la revista Contemporáneos conocieron bien la vanguardia y tuvieron opiniones críticas. En la revista Barandal (-), de los entonces jóvenes Rafael López, Salvador Toscano, Martínez Lavalle y Octavio Paz, este último calificaba al surrealismo de “doctrinario” en el artículo “Ética del artista”. Tiempo después, en la revista Taller (-), el mismo Octavio Paz, así como Efraín Huerta, Alberto Quintero Álvarez y Neftalí Beltrán, se deslindaban del surrealismo. ¿Entonces, cómo encontrar la tan mencionada huella? En los meses de la estancia de Breton, en México vivían el poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón y el peruano César Moro, quienes abiertamente se declararon surrealistas. En ese tiempo, Octavio Paz no parecía interesado en el poeta francés ni en su vanguardia y, por ejemplo, en un artículo de , elogiaba a Pablo Neruda, poeta del que más tarde hablaría con tirria. No obstante, el destino haría de Octavio Paz el principal divulgador del surrealismo y de André Breton. Con la suerte de contar con el mexicanísimo apoyo del llamado “compadrazgo”, el mismo Octavio Paz cuenta que Francisco Castillo Nájera —amigo de su papá y por ministro de Relaciones Exteriores— le ofreció un puesto [de agregado cultural] en la embajada de México en París. Y dice: Llegué a París en diciembre de […]. Cuando llegué, el existencialismo era lo que estaba de moda. Pero el existencialismo de Sartre no me decía nada sobre lo que era importante para mí […]. En aquel momento el único movimiento en decadencia, pero vivo todavía, era el surrealismo. Y era un movimiento que política y moralmente coincidía en lo fundamental conmigo […]. Desde el punto de vista estético, la curva del surrealismo era descendente. Su gran hora había pasado ya. Yo llegué tarde […]. El surrealismo, a pesar de que poética y artísticamente se había convertido en un manierismo, guardaba intactos sus poderes de revelación y de subversión, no tanto en el arte como en la esfera de la moral pública y privada […]. Yo lo vi como un gran puente que me unía a la gran tradición romántica y simbolista y que, simultáneamente, me llevaba al futuro inminente. Ya entonces me sentía, oscuramente, un postsurrealista. “Octavio Paz por él mismo”, selección y montaje de Anthony Stanton, periódico Reforma, de abril de . Con estas declaraciones, lo primero que salta a la vista es que, del cadáver del surrealismo, Octavio Paz hizo un surrealismo a su gusto, medida y conveniencia. En ese fragmento vemos la peculiar mala retórica pacista para justificarse de todos sus exabruptos y salir “bien parado” ante sus admiradores y adoradores (que, además, le han seguido creyendo), de estar a favor de una cosa y su contrario, de reconocer lo malo en el otro y tomarlo por bueno cuando es para sí mismo, de alabar lo que antes ha denigrado y viceversa, etc. Es lo que ya en otros contextos han demostrado Jorge Aguilar Mora en su libro La divina pareja. Historia y mito en Octavio Paz (Era, México, ) y Evodio Escalante en su brillante ensayo “La vanguardia requisada” (Fractal, núm. , enero-marzo de ). A propósito, Escalante concluye ese ensayo retomando a Aguilar Mora. Cito: Esta revisión [en “La vanguardia requisada”] nos ha demostrado a un Octavio Paz increíblemente mutante, que se escurre sin cesar y al cual es difícil mantener en un solo sitio, digamos, en el sitio de las definiciones. Si impresiona el radicalismo de sus propuestas, la lectura detallada de los textos nos muestra que se dan ahí, en su interior, una serie de posiciones contradictorias entre sí […]. Tiene uno que darle la razón a Jorge Aguilar Mora cuando […] sostiene: “No hay discriminación en este trayecto, no hay selección, no hay una verdadera elección, no hay un verdadero eterno retorno: en alforja | la obra de Paz todo regresa, regresa todo idéntico, regresan las negaciones, regresa lo que niega la vida, regresa la afirmación, regresa la disidencia, regresa el conformismo y el conservadurismo, es un eterno retorno pero cíclico, previsible a lo largo de la trayectoria de estos últimos años.” Cuando en Octavio Paz está en París ya han pasado veintiún años de la muerte del surrealismo. Lo saben todos los parisinos y los mismos antiguos correligionarios de esa vanguardia. Lo supieron los surrealistas como Antonin Artaud y Philippe Soupault (y Leiris, Masson, Jacques Baron, Jacques-André Boiffard, Robert Desnos, Georges Limbur, Max Morise, Jaqcques Prévert, Raymond Queneau, Georges Ribemnt-Dessaignes y Roger Vitrac, citados por Georges Bataille en El surrealismo como exasperación [Universidad Autónoma del Estado de México, México, ]), que no siguieron los pasos estalinistas y autoritarios de André Breton. Sin embargo, éste lo seguía manipulando a manera de ventrílocuo y hay quienes se emocionaron con sus actuaciones, entre ellos Octavio Paz, quien tendrá la osadía de llevar el muñeco a México, donde cosechó admiradores al por mayor. Para esas fechas el surrealismo era visto como un “inconformismo de oropel” por Albert Camus, y sobre la “politización” comunista, este autor insistía en “[…]recordar a André Breton que su movimiento fijó como principio el establecimiento de una autoridad implacable y de una dictadura, el fanatismo político, el rechazo de la libre discusión” (El hombre rebelde, Alianza Editorial, , p. ). Todas aquellas críticas (y otras que por ahora no traemos a colación), si las había escuchado Paz, no les dio importancia al estar fascinado con el recurso que marcaría toda su poesía con aparente genialidad: el facilísimo recurso bretoniano para escribir poesía mediante la escritura automática o “automatismo psíquico puro”, como aparece en uno de los manifiestos. El mismo Paz confesó: “Escribí ¿Águila o sol? entre y . Me parece ser el libro mío más cercano al surrealismo. En casi todos esos textos está, más o menos, presente el automatismo.” Es así que él llega no sólo tardíamente al surrealismo (como en otros casos, en diferentes circunstancias, le ha sucedido a muchísimos intelectuales del otrora llamado “Tercer Mundo”, tomando como referencia ideal a Europa), sino también a través de lo aparente y a la vez formal; no a través de una esencia o un método, sino de una receta para escribir poemas (con respecto a sus contradicciones en relación con el surrealismo y la escritura automática, véase el ensayo antes citado de Evodio Escalante en la revista Fractal, donde es muy detallado y explícito). En Octavio Paz abandonó París y regresó a México armado con el automatismo (el cual había dejado de ser una poética para convertirse en un cliché), que lo llevaría a escribir poesía profusamente. Tres años más tarde publicará El arco y la lira, no sólo un estudio sobre la poesía sino también su propia poética, es decir, la explicación y justificación de lo que él hace, su estilo y gustos personales, sus preferencias. Ahí no dejará de hablar del surrealismo y de Breton. Pero, además, mimetizará la palabra automatismo y, en adelante, aparecerá como la imagen poética. De ahí y hasta los primeros años del siglo XXI, muchísimos poetas escribirán bajo la dictadura de la “poesía de imágenes”. “Si no tiene imágenes —muchos siguen diciendo— no es poesía.” Llegó el tiempo de pontificar; dicho mimetismo apareció en el libro antes citado, por ejemplo: Las imágenes del poeta tienen sentido en diversos niveles. En primer término, poseen autenticidad: el poeta las ha visto u oído, son la expresión genuina de su visión y experiencia del mundo. Se trata, pues, de una verdad de orden psicológico […] [p. ]. La poesía es metamorfosis, cambio, operación alquímica, y eso colinda con la magia […] [p. ]. Las palabras se conducen como seres caprichosos y autónomos. [p. ]; y Todo aquel que haya practicado la escritura automática […] conoce las extrañas y deslumbrantes asociaciones del lenguaje dejado a su propia espontaneidad. Es a partir de la puesta en práctica de estas propuestas y de su divulgación que se han tomado como verdades indiscutibles, y muchísimos poetas en México, a partir de la segunda mitad del siglo XX, las han acatado. Esto ha creado un enorme panorama de quienes escriben “casi igual y lo mismo”, imágenes que transmiten imágenes que en realidad nada dicen. Sin embargo, los estudiosos —sobre todo académicos— pueden encontrar “largas e interesantes” explicaciones como para escribir extensos ensayos laudatorios. Éste es el manierismo contemporáneo de la poesía en México, de quienes han seguido (a veces parece que sin percatarse) las enseñanzas de un surrealista trasnochado. n Coyoacán, noviembre de . José Vicente Anaya. Chihuahua, México, . Poeta, ensayista, traductor y periodista cultural. Fundador y codirector de alforja Revista de Poesía. Ha publicado más de veinte libros, entre ellos, Morgue, Los valles solitarios nemorosos, Híkuri, Los poetas que cayeron del cielo. La generación beat comentada y en su propia voz, Poetas en la noche del mundo, Largueza del cuento corto chino, Breve destello intenso. El haiku clásico del Japón y Pergrino. Ha traducido a autores como Henry Miller, Carl Sandburg, William Carlos Williams, Erica Jong, Marge Piercy, Sylvia Plath, Allen Ginsberg y Jerome Rothenberg, entre otros. alforja | RESEÑAS Vivir es repetirse J. D. Victoria “D ebajo de mi cama / hay una puerta hundida, / una carta inconclusa / y un grillo de la guarda.” Ricardo Venegas ha despertado su ardiente corazón para entregarnos una sed infinita, y se lo agradecemos. “Sin Dios y sin sedantes —nos recuerda— algo falta”: amor, humildemente. Es necesario haber cruzado el desierto (que es la vida) como una procesión de un solo hombre para al fin paladear de esta manera el verso, cuanto más sencillo más sobrecogedor: “Señor de nuestras causas: / Escucho tus canciones / y se me cae la más cara hipocresía / porque el amor me alcanza / como una mano diestra / y parece otro día la mitad del día / y alcanzo a recordar que me buscaste / sin esperar que yo te amara / hasta el más hondo lugar de la barranca, / hasta el lúgubre mar de los sin nombre, / donde sólo regresan / los que han tocado el fondo de la nada.” Habría bastado desmenuzar estas líneas para abordar de alma entera la poética de Ricardo Venegas. Transición a mitad del día, madurez del poeta que ya no teme exhibirse por completo, pues ha comprendido que su dolor más íntimo es también universal. “Atrás de mí viene el que escribe”, admite Venegas, arrojando el cuerpo por delante, en una cita con la poesía a ras de suelo. El poeta (el hombre) gana experiencia a costa de su propia destrucción, y se lo recrimina en las claves del auténtico oficio literario: “Tiene que haber una manera / de escribir sin dejar tantos escombros, / tiene que haber una manera…”. Pero la hecatombe continúa para exhibir al padre, al abuelo y al hermano como ese polvo que se eterniza en la memoria: “A media calle pasó un arriero entregado a los vientos / pasó sereno con la sonrisa de mi hermano, / pasó en una carreta doblegado por un destino / mirando hacia adelante y embriagado.” La herida habla y nos contagia de una sana turbación. Palpita el verbo porque es Verdad. Ricardo Venegas viene a decirnos algo. Ha llegado para mostrarnos la vida en un puñado de polvo. Ahora que lo sabemos… “¿Por qué no baja Dios / y nos abraza?” La sed del polvo Eternos Malabares, Cuernavaca, México, . PUNTOS DE VENTA Librerías Educal en todo el país a alforja ARTE y L I T E R AT U R A Colección ( x cm) Ciudad de México Gandhi | El Sótano | Siglo XXI Fondo de Cultura Económica Librería Mascarones de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM Fundación Sebastián | Librería Ararat, Coyoacán Librería Umbral, Miramontes Jotamario Arbeláez Paños menores Régis Bonvicino Poemas [-] Rodolfo Alonso Poesía junta [-] José Vicente Anaya Peregrino Rafael del Castillo Aires viciados. Antología Alfredo Fressia Eclipse. Cierta poesía [-] personal [-] Para suscripciones a la revista, venta de ejemplares, libros del acervo editorial de Alforja y/o grabados, comunicarse con MIREYA VARGAS 5605 6102 | (04455) 3674 2247 [email protected] [email protected] Jaime Jaramillo Escobar Tres libros Niki Ladaki-Filippou Hacia Kerini y otros poemas José Ángel Leyva Duranguraños Floriano Martins Tres estudios para un amor loco Carlos Montemayor Los poemas de Tsin Pau Margaret Randall Dentro de otro tiempo: reflejos del Gran Cañón Juan Manuel Roca Las hipótesis de Nadie Máximo Simpson A fin de cuentas …suscríbete… alforja es una revista trimestral de poesía alforja REVISTA DE POESÍA Nombre Dirección Teléfono Correo electrónico Ejemplar $. M.N. Núm. Suscripción anual $. M.N. ( números) Ciudad de México Nacional $. M.N. ejemplar $. M.N. suscripción anual Internacional $. USD ejemplar $. USD suscripción anual Suscripción a partir del núm. Para suscribirse hacer depósito bancario en HSBC cuenta núm. , sucursal Coyoacán, Ciudad de México, por la cantidad correspondiente (a nombre de Alforja Arte y Literatura, A.C.) y enviar comprobante o giro postal junto con este cupón a alforja, Copilco , edif. , depto. , col. Copilco Universidad, Del. Coyoacán, , México, D.F. Fax: Correo electrónico: [email protected] Página en Internet: www.alforjapoesia.com OBRA GRÁFICA Para información sobre precios y adquisición de grabados, consultar la página en Internet (www.alforjapoesia.com) alforja R E V I S TA D E P O E S Í A se terminó de imprimir en abril de El tiro consta de ejemplares.