Con botas y mochila
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Con botas y mochila
DIARIO DE NAVARRA DOMINGO 16 DE NOVIEMBRE DE 2003 #INFO#16GENERAL:53:60 la semana montaña 53 S5 Con botas y mochila Situada en Francia, aunque ‘tocando’ la frontera española al noroeste del valle de Belagua, la del Anie o Auñamendi es una cumbre muy visitada a pesar de las dificultades que conlleva su ascenso. Y es que, con 2.504 metros de altura, esta cima es un perfecto balcón para contemplar el Pirineo más cercano y la reserva de Larra N SUS DATOS Carlos Imirizaldu Ayesa, nacido el 5-XII-1967, soltero y vecino de Noáin, trabaja en Zorpack, un taller de maquinaria de embalaje. Aficionado a la montaña, está federado con el club de Noáin, del que es responsable desde su creación «hace cinco o seis años». TEXTO: J.J. IMBULUZQUETA. FOTO: C. IMIRIZALDU. O hizo caso de los consejos que sus dos amigos le habían dado los días previos y Carlos Imirizaldu Ayesa acudió hace casi una veintena de años al monte Anie sin agua. Era su segundo monte en el Pirineo y, en principio y aunque luego ha vuelto «al menos una veintena de veces», aquel primer ascenso no le dejó muy buen recuerdo. «Tenía unos 18 años, sólo había subido antes La Collarada, y fuimos al Anie. Y resultó una experiencia que no se me olvidará, porque a punto estuve de no volver al monte nunca más. De hecho, nada más bajar es lo que dije, pero luego me arrepentí», explica este vecino de Noáin, responsable del grupo montañero de esta localidad e integrante de numerosas expediciones por Sudamérica y por antiguas repúblicas soviéticas. «Fui con dos amigos de Noáin, con Fernando Cortaire y Ramón Tellechea. Entonces me pareció mejor para el almuerzo llevar vino y un bocadillo de jamón. Claro, en pleno agosto y en la olla que se forma subiendo a ese monte, acabé bebiendo el agua que llevaban ellos y, al final, sólo se quedó el vino para los tres. Acabamos el descenso medio deshidratados. Se me hizo eterno y dije que no volvía allí en la vida. Sin embargo... dos años después, con estos dos mismos amigos, nos fuimos al Kilimanjaro y ahí me picó el gusanillo de la montaña», recuerda Imirizaldu antes de añadir sonriente: «Pero ya siempre con agua, eso sí». Escenario natural «impresionante» Ahora le gusta más subir al Anie en invierno y con esquíes de travesía. «De crío, cuando iba a hacer esquí de fondo, siempre lo veía allí, en lo alto, y pensaba que no lo iba a poder subir nunca. Y mira ahora... Cada año lo puedo subir igual cinco veces en invierno. Es un lugar donde aguanta mucho la nieve y que es cómodo porque se sale desde la misma carretera con los esquíes ya en los pies». Ya sea en verano o en invierno, el ascenso a esta cima supone de «tres a tres horas y media de subida». «Es para personas acostumbradas a andar, la aproximación al monte se hace larga y es una zona en la que puedes desorientarte. Además, en invierno, hay que ir bien equipado porque existe riesgo, sobre todo al final», avisa. Cumbres y proyecciones. Este montañero ha estado en numerosas expediciones y ha hecho cima en el Kilimanjaro, en el Huascarán, Pequeño Alpamayo, Pico Lenin, Muztang Ata... Ha realizado también algunas proyecciones de esas experiencias». ¿Qué lleva en la mochila? La cumbre del Anie o Auñamendi, vista desde las pistas de esquí galas de Arette-La Pierre de Saint Martin. Anie con Carlos Imirizaldu Al «No demasiado, suelo llevarla muy ligera. Incluso, a veces, llevo sólo un chubasquero. También brújula y, últimamente, GPS. Ahora y al inicio del invierno, por si hay nieve, llevo un cordino, mosquetón... Y si voy a esquiar: piolet, crampones, pala, sonda y ARVA (detector para rescate)». Al monte, ¿cuándo? «Los fines de semana. Siempre al Pirineo pero, si no está buen día, vamos a montes más cercanos como el Adi, el Saioa...». Aunque existen otras opciones de ascenso –desde Ernaz o Piedra de San Martín, de Arette o de Lescún (ambas localidades galas)–, Imirizaldu elige la que parte desde el scalextric (un giro de 360 grados) existente en la carretera que une Isaba con Francia por el puerto de Belagua una vez pasadas las pistas de El Ferial. De allí se parte por una zona abierta conocida como La Contienda para, por debajo del Arlas, tomar una senda que te lleva al collado de Pescamou –desde donde, hacia la izquierda, se puede ascender el Arlas (2.044m) «en media hora si ves que estás cansado y no llegas al Anie»–. «A partir de ahí se sigue hasta el refugio de los espeleólogos, al que se llega más o menos a la hora y media de haber salido, dejando Añelarra a la derecha. Es un recorrido muy marcado a la cima. Incluso han puesto flechas indicadoras que marcan la dirección hacia el Soumcouy y el Anie». Un trayecto que cruza la reserva natural de Larra (por lo que están prohibidas las actividades deportivas organizadas), un escenario natural con un atractivo «impresionante» reconoce Imirizaldu. «Es un pico conocido y el recorrido, aunque largo, es muy bonito —añade el de Noáin—. La parte final es muy interesante y, desde la cima, hay vistas preciosas de la Mesa de los Tres Reyes, Petretxema, Agujas, Infiernos, Midi, Balaitous...».