las monjas dominicas del convento de corpus christi de
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las monjas dominicas del convento de corpus christi de
LAS MONJAS DE DOMINICAS VILLARREAL, DEL EN Muy cerca de la plaza de la Constitución y en la calle Mayor de Santo n,:>rr!jngo, yendo hacia Valencia, se encuentra a mano izquierda el convento de ~rpus Christi de religiosas dominicas, fundado en 1639 por el ilustre y benemérito hijo de Villarreal Dr- Juan Gil Trullench. Este convento. que comprende toda una manzana, en aquel tiempo, cuando /.:>s villarrealenses sufrieron los horrores de la Guerra de Sucesión, no tenía la extenslón que ahora tiene, pues según las crónicas había adheridas a él algunas casas de particulares, las que sirvieron entonces de medio para dar paso a muchos seglares que, huyendo de sus enemigos, corrían presuro!:0:>s a refugiarse dentro de aquel lugar sagrado por asegurar sus vidas. llegó el lúgubre día y de triste recordación para Villarreal: el 12 de enero de 1706. Los sordos sonidos de los tambores de guerra, el toque de arrebdfo de las campanas, las estridentes notas de los clarines que tocaban a degüel!;() y los desaforados gf1itos de unos y las voces clamorosas y ayes lastimeros de otros, repercutieron dentro del convento. sufriendo las tiernas es¡:':>sas de Cristo los consiguientes sust.()S y atropellos, aunque fueron, sin embargo, grandemente respetadas sus personas por la desenfrenada soldadesca que penetró en tropel hasta el interior de aquel lugar de retiro, depósito de tiernas y candorosas palomas. La gente del pueblo corría despaVIl)rida de una parte a otra para esconderse, a fin de librarse de una muerte segura; y habiendo abierto las monjas la puerta de CONVENTO LA DE CORPUS MENCIONADA CHRISTI GUERRA su convento para dar paso a algunas jóvenes que huían del peligro, se presentaron en aquel momento varios vecinos, pretendiendo entrar también por creer que estarían allí seguros; y siendo re. chaza¿,:>s y negada la entrada por la ent."nces subpriora, la Madre Sor María del Rosario que con energía defendía la puerta de la clausura, un hombre de entre los que allí estaban, le puso una carabina al pecho y apuntando, la amenazó de muerte si no les de. jaba pasar, por lo que amedrentada la religiosa, abandonó la puerta, y entraron en tl'!)pel, al mismo tiemp,') que otros asaltaban el convento por las paredes y tejados de las casas contiguas, lIenándose en un instante de hombres, mujeres y niños que no cesaban de gñtar desaforadamente y de correr atolondra¿,:>s por aquellos interiores buscando un lugar segurD para esconderse. Mientras esto sucedía, las mon. jas que se habían retirado al coro para pedir a Dios cesara la matanza, vieron que por las ventanas del mismo penetraba el humo del incendio y las balas mortíferas de los que en la parte de afuera se estaban peleand.:>, al mismo tiempo que oían el ruido de cuchillos y espadas y las alarmantes voces de los soldados que se hallaban dentro de la iglesia. Unos dragones, levantando la voz, decían: «¿Dónde están las monjas?, ique las tenemos que matar!". Estas palabras y otras semejantes que desde el COI':>oyeron perfectamente las relígiosas, sirvieron para aumentar aún más su tormento y aflicción, y desesperanzadas de todo r~medio terrenal, buscaron el consuelo en Dios. Mosén Cenito Traver en sus años /óven... Entraron luego en el convento algunos jefes y oficiales de tropa y entre ellos, el capellán del ejércit.") que mandaba Mahoní, el cual alentaba a las I eligiosas diciéndoles que también él era dominico corr.o ellas, aunque en la actua:'Jdad y por las circunstancias, no vistiera el hábito correspondiente. Pidieron a las Madres superioras los fonc!os que tuvieran, las cuales les entrega'-.?n unas doscientas libras que guardaban en el arca; pero dice la monja que escribió estas memorias (S'Dr Teresa de Jesús Agramunt), que, por parecerles tan corta la cant.jdad, la devolvieron inmeDiatamente, aunque para nada les aprovechó; porque en aquellos angustiosos momentos y at.'opel!.'Js, en que sólo procuraban atender a salvar sus per!:onas, no se dieron cuenta del dinero aquel, y dicha cantidad desapareció, como desaparecieron también muchas de las alhajas de plata y oro del convento y de particulares que allí las habían depositado por creerlas más seguras. Obligaron luegD a las monjas a salir de su morada; y como el Santí!;IJmo sac..amento que la Iglesia tomó el Dr. Fuster, (pues el confesor de las religiosas habia huido por estar arllenazado de muerte) las trasladaron todas juntas, acompañadas de I.?s oficiales y sold8d,Ds al trasagrario del convento de carmelitas situaóo en el arrabal llamado de Valencia, tropezando a cada paso con los muertos y heridos que estaban tendidos sob--e surcos de sangre p()r aquellas luctuosas calles, suspendiendo la matanza y el .:char objetos desde las ventanas de las casas, mientras duró el paso Gel Santísimo. Asi lo refiere Sor Teresa de Jesús Agramunt en sus crónicas del convento, y que nosotros trasladamos aqui, respetando su orrografía harto descuidada: «Viendo, pues, el gene:al que estava en la iglesia y los capitanes dentl1J, que el convento estava pegado a casa seglares i que estava lleno de hombres a quienes que. rian matar = nos mandaron sa. lir = a lo qual resistiamos turbadas i afligidas sin saber'en caso tan repentin.~ qué consejo tomar = a lo q. para alentarnos dixeron que no sería sino, para presenta:J:I:>s al general ¡j porq. corría peligro de quemarse el cto. i luego volvería. mos en pasando el fuego = creyéndolo así i más viend.? al que era Religioso nuestro que a grandes \,:>ces decía ¿que se quieren quemar? Salimos, pues, sin tomar nada ni solo un Breviario ni un hilo de ropa, == solo con un santo Christ? cada una y aunque ellos nos dixeron que si quel1¡amos tomar al~,J = no estubimos para nada i mas creyendo volver luego == 50(0 se quedaron dos religiosas a las quales alentava el Re. ligioso c.onfesor del ejército de Maoni a que pusiesen algo en cobro i él ayudaba en !1:1que podía, pero fue poco lo que se sacó de la sacristía i plata i aún de eso se perdió fuera lo más precl¡osO,)) «Salimos lI.orando; los capitanes nos acompañavan; la gente si nú. mero se apretava con roJSotras por librarse;... el general dava voces diciendo repetidas veces: Cuenten a las religiosas que son 24 == estava prevenido a la puerta como un ejército de soldad.os para acompañarnos de a pie y de a caballo de punto en blanco == así que salim,:ls con N° Señor, cesó la matan~a í el a¡.rojar de las ventanas asta aver pasado todas que ivamos s;'¡n ningún orden. Lo primero que pisa. mos en salienri:) fue un muerto == I destos alIamos mucho si pasamos por sangre i fuego == iva el tambor de la guerra aoJmpañando al San. tísimo, sin ninguna más ostentación y en acto tan fúnebre apenas se le atendía e n nada.» «Llegamos deste modo al Car. men, cuyas puertas estaban bien cerradas == i as sí, asta que por la huerta entró abrirlas el ten,jente coronel. llamado don Melchor de Colon i Portugal == entre tanto estavan degollan¿.:> en aquella pla~a, entramos i con nosotras tanto tropel de gente que en muchas ocasiones nos aogabamos == metie. ronnos los capitanes en el tra sagrario i estubieron allí a la puerta de retaguardia t,:ldo lo restante del dia i la noche asta que al otro .día nos sacaron, i además icieron velar toda la noche un cuerpo de guardia en nuestra defensa.)) «Los gr'jtos y gemidos y alarid.")s de las afligidas mujeres que cada cual lIorava sus hijos, maridos, etc. parecía un juicio sin pJder entendernos unos a otros; i roncas de tanta confusión i gritos == consoI.onos algo el calecer nosotras del dolor de ,:>tras mujeres i nos dimos la enorabuena de tener tan celestial esposo, por cuyo respeto eramos solas las pr!vilet'Jadas ya quien todos atendían y respetaban == pues aún algunos sacerdotes 11.')se querían apartar de N° lado ¡:Qr estar defendidos == Las mujeres con ternur a nos rogavan compañía == pues cuando allí las matasen, morirían consoladas.)) No pudieron conciliar el sueño en toda aquella triste noche; y por 1.:>$continuos clamo reos de las mujeres y las palabras amenazadoras de algunos que decían iban a quemar aquel edificio y perecer todas dentl'o, asustadas las monjas, pidieron se les trasladase a otro lugar más seguro; O. Melchor de I Portugal, con buenas palabras, procuraba consolarlas, pero: p:>r más esfuerzos que Rizo, no -pudo conseguir ap'.acar aquellos ánimos tan excitados, y no hubo otro remedio que trasladarlas, juntamente con las demás mujeres que allí había, a un pajar, en dl:>nde estuvieron aún peor, pues estaba ocupado casi todo poI' soldados de infanteria Antiguo y caballería; Convenio la tristeza aumentando del Corpus Chrlsll Sanlo Domingo. 8n I. y zozobra de aquellas religios~s. las oleadas de humo de la villa que de vez en cuando veían venír y llegaban hasta ellas, y las exageradas expresione~ de algun-os que decían, las habían metido allí para degollarlas compasión. y quemarlas sin Al llegar el general a aquel lugar. después de teprender severamente a los que intentaron asus. tar a las monjas, y después de castigar a los soldados que se atrevieron a llegar hasta donde ellas estaban, mandó tocar a marcha; y subiendo cada una de las religiosas a la grupa con un oficial, las lIeva/1Jn a Nules, apeánd.~se en casa de Jaime Tomeu, en donde fueron muy atendidas y obsequiadas por todo el vecindario. Clillo ~ También marcharon con ell,as al- gunas señoras de Villar,.eal y un religioso carme!,¡ta llamado Fr. Jaime Cruañes en concepto de c'Jnfe!:o)r o vicario de las monjas, a quien la religiosa que escribió todas estas cosas, lo pone como testigo presencial de sus narraciones, por no haberlas perdid.~s nunca de vista hasta su vuelta al convento. Las tropas siguieron su ma;ocha hac.¡a Valencia; y las monjas, deso pués ~e permanecer un día y merl¡,3 en Nules, y cieterminar pasar al convento de carmelitas de Caudiel, por creer estarian allí más se. guras, tomaron el camino de Vall dc Uxó, liegando a esta población el día 15 por la tarde. Los vecinos les dieron comida en abundancia y muchos Desde regalos. allí, en cabaíie;'Ías pañadas de muchos p;.¡ebiQ, marcharon y acom- vecir..Js óel a la ciudad de Segorbe, donde fueron recibidas y obsequíadas por el lImo. Sr. Obispo Do Antor..:o Ferrer, por 105 jurados, por los canónitQ s y p,or un númeo ro considerable de vecinos. Pasados tres días, continuar;)n la ma,.cha; y al pasar por el pue. blo de Navajas, echaron a vuelo las campanas en obsequio a las viandantes. Una media legua antes de llegar Caudiel , salieron a recibirlas, a con delirani:e Clero, los entusiasmo, jurados y todo el RC:Q. el pue. bto en masa. Las campanas de las tres iglesias no cesaban de tocar, la gente se aglomeraba por verlas pasar, y después de saludar a la Virgen del Niño Perdido ermita, entona"Jn el Te todos en su Deum, sidencia; pero, las Dominicas, aunque a tales agradecidas finezas, no lo consintieron, porque su anhelo era volverse cuanto antes a su casa de Villarreal. Satisfechas y agradecidas quedaron las hijas de Domingo de tOo das aquellas buenas gentes; pero en especial de las religiosas caro melitas por haberlas tratad:> como a verdaderas hermanas y formar todas juntas una sola comunidad. Deseosas (as monjas Dominicas de volver a su antigua morada, conciertan el viaje para el día 5 de septiembre, marchand:) con mu. cl-.,J acompañamiento y en cabalgadura hacia Onda, no sin antes despedirse del veclndari.:) de Caudiel y de sus queridas hermanas de claustro con tiernos y cariñosos abrazos envueltos con lágrimas de agradecimiento. Al pasar por algunos pueblos del tránsito, tocaban las campanas en señal de regoci;o, y las obsequiaban c,:)n dá¿.¡vas y regalos. Llegaron por la noche a Onda; y después de obsequiadas yagasajadas por las religiosas de aquella población, por el Vicario de la parroquia y principales vecinos, continuaron al día siguiente su marcha. Al saberse en Villarreal la llegada de las relig,;.Dsas a Onda, muchos vecinos de aquella villa acudieron para acompañarlas, como también varias señoras devotas, y soldados que allí se encontraban de guarnición. La comitiva de se componía 200 personas lIarreal, Onda entre de más f,os de Vi- y Caudiel. A la llegada a Villarreal, que fue por la tarde, echaron las campanas a vuelo, y la gente corría presurosa P{)I' ver y saludar a aqueIras religiosas que regresaban a su morada después de tantos meses de ausencia forzosa. Se apearon frente a la iglesia de San Pascual, y después de un pequeño descanso y tomar un refresco en la sala oDrriedor de la hospedería del convento, subieron al Camarín y postradas ante el sepulcro del Santo del Sacramento, dieron gracias al cielo porque Dios se dignó dejarlas volver a todas sanas y contentas a su convento de Villarreal, ci:)mo eran sus vehementes deseos. Apenas bajaron del Camarín, organi.,se la procesió.' para conducirlas a su morada, en la fonna siguiente: iban delante los frailes franciscanos, el clero de la par:-oquia y las monjas en dos hileras llevando cada una de ellas una vela encendida en la mano, ya c:>ntinuación el preste con capa pluvial con una pequeña imagen de la Virgen, y detrás del p.este el IItre. Ayuntamiento y multitud de gente del pueblo y forastera; y todos cantando el Ave maris stella llegaron a la igles-ia de las monjas, donde se entonó un solemne Te Deum, y tomaron de nuevo pDse-sión de su convento en este mismo dia 6 de septiembre de 1706 a las siete de la tarde. y cantando, llegaron al convento de las carmelitas, las cuales les estaban esperando ansiosas brazos abiertos. Allí permanecíeron y con desde el día 20 de enero de septiembre de 1706 hasta el del mismo año; allí Sor es donde Teresa tos 5 y de Jesús Agramunt escribió en el libl13 ..Orío genes del convento y sucesos me. morablesJJ las notas que hem,~s entresacado, pintando el en aquellos y una la..ga poesía horroroso cuadro que días se desarrolló en Villarreal. Durante el tiempo que estuvíeo r,!)n en aquel convento de Caudiel, fueron muy atenC:,jdas y obsequiao das con verdadero amor fraternal, no sólo por aquellas ca..iñosas caro melitas, si que también cinos de la población, demostraron tanto, que convento por los velos cuales estimarlas pensaron de fabricar para que fijaran veras, un allí su reo Lápida conmemorativa de la defensa de nuestra ::iudad. Desde su reciente i"stalación ha sido ya destruida en dos ocasiones por manos ignorantes ~ Enseguida que se posesionar,')n, arl'eglaron los desperfectos que sufrió el edificio durante aquellos días de tanta aflicción, el cual lo hallaron vacío de alhajas y l1!)pas y muy lleno de suciedad. .:>bran una (el entre techo a nuestr.o de la de mosquete) una la antigua "El susto mayor que jamás tu. vimos fue en11 deste mes de mayo (1707) sábado, que pasando !.:¡s sol. dados menos atentos que avía, en. traron en la portería i con el ruido de sus armas, por puerta, torno i tallo, parecían quererlo j¡:Jdo aso. lar. La madre p"jora, creyendo que el p. confesor en medio d'3 aque. lIa confusíó!1 se veía apurado i pe. dia guarecerse dentr~ del conven. to con el Santísim:J, abríó la puerta i al momento entraron todos de golpe con sus escopetas, i aunque no hicieron mal a las personas, sin de y calle por fin Las tropas los el la el rnl:>mento campos de l'na y fue el punto el cetro del (el huel;o núm. de las el Virgen otra 3 de Sangre. borbón¡cas con desarrollánd,:>se aseguró la en y esquina y la la casa que vigas hace Benedito pared Llegó talla' que la espacio las empotrada de en el de casa halladas Desamparados, contraron Dejemos que hable la religiosa que escribió estas crónicas; dice asi: cn una la calle los sivo. poder; cuchillo) media de Hasta primeros de mayo del año sigu'¡ente 1707 no hubo c,')sa que lamentar a no ser el atropello que sufrieron las dominicas al pa~,:I de las tropas por Villarreal el día 11 {~el ci,tado mes y año. en deci. se en. Archiduque Villaviciosa, formidable donde Felipe ba. V de España. En 1711. cuando al Archiduque le quedaban solamente algunas plazas adictas a !Ou mando &caeció la muerte del emperador José. y llamado a sucederle, quedó D. Car. loS en posesión de aquel vasto imperio. En el año siguiente de 1712, después del tratado de Utrech, quedó Felipe Ven pacif,ica posesión de los estados de Esp~qa. embarr;':J, se apoderaron de cuantas cosas estuvieron a su alcance, hasta que vino un cabo i los echó fuera. el qual, con otros capitanes se quedar()n dentro i andando por la casa. tuvJIT:.:Jssustos mortales, BENITO TRA VER, PBRO. aunque de todo mal nos libró el Señor, jBend.ito sea por una eternidad que tal cuidado tiene de sus ama. das esposas!", Las tropas de Felipe y Carlos, continuaban con aro()r las hosti. lidades; unas y otras se destrozaban como leones embravecidos. la célebre batalla de Almansa en 25 de abril de 1707 fue la que decidió la suerte de Felipe. la victoria alcanzada "por sus soldados, derf1:>tados sus enemigos, fue la llave para apoderarse de las plazas de Valencia, Zaragoza, lérida y otras. Dueño Felipe de los reinos de Aragón y Valencia, y deseo~:> de uniformar l'i legisl'ición española según- unos o de aplicar según otros su merecido castigo, abolió todos !.:>s fueros, privilegios, exenciones y ~¡bertades que gozaban estos reinos, haciendo que en ade. Cubierta del libro do Mn. BenIto Trover, publicado en 1925 por la Imprenta Botella do Villarreal"