CAPÍTULO 9: A TiENTAS

Transcripción

CAPÍTULO 9: A TiENTAS
Fic de Chii-Chan. Traducido por MizukyChan
Notas de MizukyChan: Por fin algo de acción. Un capítulo muy esperado por todos los lectores.
CAPÍTULO 9: A TiENTAS
El portero le dio a Bill una mirada de extrañeza. Viendo que se marchaba tan pronto y tan… a la fuerza,
pero los adolescentes lo ignoraron.
Tom continuó arrastrándolo lejos del club y lejos de ojos y oídos curiosos. Bill se preguntó un par de
segundos cuánto había bebido Tom. Claro que Bill había llegado una hora más tarde, pero eso era
común en él. ¿Cuánto podría tomar Tom en tan solo una hora? No estaba seguro si quería saber…
Apenas a cincuenta pies de la entrada del club, Tom dejó de caminar y empujó a Bill contra la pared. El
pelinegro tragó, recordando la última vez que habían estado así de cerca y lo seguro que había estado
de que Tom lo besaría. Se preguntó si Tom lo haría ahora, con alcohol en su sistema.
Espera. ¿Deseaba Bill que Tom lo besara? Sí, por supuesto, se moría por sentir los labios del otro sobre
los suyos, o el toque frío del aro del labio de Tom mientras el rastudo dejara besos de mariposa por su
cuello… ¿Pero qué pasaría después? ¿Qué tal si Tom estaba tan borracho que no se acordaba que
había besado a Bill? ¿Podría Bill seguir actuando como siempre alrededor de él? ¿O qué tal si Tom sí
se acordaba y decidía que era un error? ¿Era su amistad lo suficientemente fuerte para soportar la
incomodidad que vendría?
Bill tragó al ver como Tom lo observaba. Los ojos del mayor estaban nublados y oscuros; Bill estaba
seguro que estaba borracho.
Tom alzó una mano y tocó la mejilla de Bill. La respiración del chico pelinegro se incrementó y las
mariposas en su estómago comenzaron a volar, mientras que sus pensamientos gritaban de horror.
Bill abrió y cerró la boca, tratando de empujar las palabras fuera de su apretada garganta, pero no tuvo
éxito. Tom pasó delicadamente sus dedos por su mejilla y el menor casi sonrió por el gesto tierno.
Los ojos de Tom pasaron de los ojos de Bill hacia su mejilla, donde sus dedos acariciaban la bandita.
Bill se acordó del punto lastimado que los dedos de Tom estaban tocando y nuevamente abrió la boca
para dar una explicación.
Sin embargo, mientras se preparaba para mentir, Tom se las arregló para tomar la punta de la bandita
y tirar suavemente, no lo suficiente para hacer doler. Bill se preguntaba por qué Tom estaba actuando
tan infantil y se sentía tan fascinado por la herida, pero luego, el rastudo tiró fuertemente, haciéndole
chillar de dolor. Eso fue algo que no se esperaba.
—¡Tom! ¡Oh! ¿Qué demonios? —Chilló el pelinegro, pero Tom apenas se dio cuenta.
—Sshh… —siseó el rastudo, tomando la barbilla de Bill, forzándolo a mirar hacia la izquierda.
Bill se aguantó un quejido y ahora estaba más que seguro, que Tom no tenía jodida idea de lo que
estaba haciendo. Así no era el comportamiento normal del mayor.
El pelinegro cerró los ojos, apretándolos y arrugó la nariz al sentir algo cálido pasando por el lado
derecho de su cara. Sabía que Tom lo haría sangrar si alguna vez decidía lastimarlo.
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—¡Mierda! —Escuchó a Tom murmurar justo antes de que se inclinara hacia adelante.
Bill había esperado dos cosas: que limpiara la sangre y que retrocediera, asustado. Pero no anticipó que
pasara la húmeda y cálida lengua, por su mejilla.
¡Tom lo estaba lamiendo! ¡¿Exactamente cuándo se había convertido esto en algo normal, aun estando
borracho?!
La respiración de Bill se aceleró y su corazón estaba latiendo casi tan salvaje como las mariposas de su
vientre. Tom lamió hacia arriba su mejilla, una vez más, y Bill apenas sintió la punzada. Estaba dividido
entre alejar a Tom, girar el rostro y abrir la boca para recibir la lengua del chico en la suya.
Deslizó las manos entre sus cuerpos y puso las palmas en el pecho del rastudo, intentando empujarlo.
Aun si Tom estaba borracho y no recordaría, Bill no quería esto. No quería aprovecharse de Tom. No
quería que se olvidara.
Sus manos se apretaron en la tela de la playera de Tom, mientras el mayor lo volvía a lamer. Bill no
quería admitir lo mucho que esto lo estaba excitando, sin saber si Tom comprendía o no. Cuando el
rastudo se inclinó hacia adelante otra vez, Bill lo sintió presionándose contra su entrepierna.
—Tom… —respiró agitado, su mente se nubló de lujuria y sus ojos se cerraron.
El mayor gruñó y le dio una última lamida, antes de dar un leve piquito a la mejilla del pelinegro.
Retrocedió un poco y miró a Bill.
—Se detuvo… —susurró y Bill parpadeó hasta abrir los ojos.
Tom todavía estaba muy presionado a su cuerpo, sus pechos casi se tocaban, pero sus manos estaban
entre ellos. Cuando Tom habló, Bill sintió su aliento golpeando su cara caliente y notó el fuerte olor a
alcohol. El pelinegro lamió sus labios y asintió, aun cuando todo lo que podía sentir, eran los trazos de
saliva del rastudo en su mejilla. Sus manos apretaron el agarre de la ropa de Tom, temiendo perder su
calidez, temiendo perder a Tom si éste recuperaba la cordura. Casi rogó a Tom que lo abrazara, aun
cuando la mano del mayor nunca dejó su barbilla y prácticamente respiraba en su boca.
Se quedaron mirando el uno al otro unos momentos, respirando pesadamente y con los corazones
latiendo fuerte. Tom se mordió el piercing del labio y Bill se preguntó qué pasaba por su cabeza.
—¡Tom! Te olvidaste de la cha-que…
Bill cerró los ojos y evitó soltar un gruñido. ¡En serio debió haber pateado a Andi en el culo cuando tuvo
la oportunidad!
Tom maldijo y soltó a Bill, dando un paso hacia atrás. El menor se derrumbó sobre la pared y se enfocó
en volver a respirar normal y en poner sus pensamientos en orden.
—¡Jódete! —Gruñó Tom y Bill casi pudo ver como Andi se encogía, aun sin estar mirando.
—¿Tom? ¿Qué? —Preguntó Andreas después de un momento de incómodo silencio.
—¡Dios! ¡Maldita sea, Andi! ¡Vete! —Espetó Bill.
Lo último que necesitaba era a Andi actuando como un amigo buena onda. ¿De verdad el rubio era así
de masoquista?
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—¡Está bien, está bien! ¡Jesús! —Se quejó el rubio y regresó hacia la entrada del club, con la chaqueta
de Tom todavía en la mano.
Bill suspiró agradecido y estuvo a punto de preguntarle a Tom ¿qué y cuánto había bebido? Pero el
rastudo, por otra parte, tomó la mano de Bill, entrelazando sus dedos y comenzó a llevarlo, otra vez.
—¡Tooom! ¿A dónde vamos? —Preguntó el menor, tratando de detener al otro chico.
—A tu casa… está más cerca —murmuró Tom y Bill no supo qué más decir.
Con un poco de suerte, Tom se quedaría dormido apenas tocara la cama y Bill podría pasar la noche
despierto, preguntándose qué demonios le había pasado a su amigo.
&
—¿Está Simone en casa?
Bill negó con la cabeza, mientras buscaba las llaves para abrir la puerta. Agradeció a Dios y a todas las
deidades que su madre también hubiera decidido salir de fiesta, al saber que Bill saldría con los chicos.
—Está en la casa de una amiga. Volverá más tarde —respondió, sin estar seguro que estar solos fuera
muy buena idea.
Suspiró cuando la puerta se abrió con un ruido e hizo señas a Tom para que lo siguiera hacia arriba. El
silencio había empezado a poner nervioso a Bill y comenzó a preguntarse si debieron quedarse en el
primer piso, donde Simone pudiera verlos cuando llegara.
Abrió la puerta de su habitación, concentrándose en asegurarse de que todo estuviera en su lugar (en
otras palabras, que su patineta estuviera escondida). No es que Tom se fuera acordar de todas formas.
Encendiendo las luces, achinó los ojos ante a repentina luminosidad, agradecido de ver que la costa
estaba despejada.
—Tom, creo que necesitas…
—Quítate la ropa —Tom lo cortó.
Bill se volvió para verlo, con los ojos muy grandes y la boca abierta. Parpadeó un par de veces, mirando
al otro directo a la cara.
—¿Qué? —Chilló Bill, dando un paso atrás.
—Quítate la camisa —gruñó Tom, dando un paso al frente.
—T-Tom, estás borracho. Solo vámonos a dormir… —Bill tragó pesado, comenzando a temblar un
poco—. No sabes lo que estás diciendo…
—¡Con un demonio! ¡Solo hazlo, Bill! —Dijo el mayor, avanzando hacia Bill, tomando el borde de su
camisa.
La sujetó con fuerza, no desvistiendo a Bill él mismo, pero dejando en claro su punto.
Bill nuevamente deslizó sus manos entre ambos cuerpos, esta vez empujando más fuerte. Tom dio un
paso atrás y Bill quiso salir corriendo. Se detuvo cuando vio la mirada de súplica del mayor.
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Por la mierda… pensó Bill, mordiéndose el labio inferior. Tom estaba borracho, muy borracho y Bill
debería empujarlo hasta la ducha y abrir el agua bien fría para despertarlo.
Se maldijo a sí mismo por haber alejado a Andreas, ahora habría podido usar esa ayuda. Después del
show de las lamidas en medio de la calle, Bill debió pensar mejor las cosas en lugar de haber llevado a
Tom a su casa.
¿Y ahora qué?
—¿Bill?
El chico pelinegro miró a los ojos de Tom. Suspiró y supo que no había caso en resistir. Bajó la mirada,
donde sus dedos estaban jugando con uno de sus mechones y consideró sus opciones.
Estaba casi seguro que si decía que “no”, Tom se volvería a enojar y no quería arriesgarse con un Tom
cabreado.
Tomando unos cuantos respiros para calmarse, Bill se obligó a levantar la camisa. Dejándola en la silla
más cercana, tragó pesado y rogó que Tom no quisiera quitarle la camiseta también.
—Esa también —murmuró Tom, haciendo que Bill apretara tan fuerte los dedos en torno a la tela, que
sus nudillos se volvieron blancos.
—Tom, yo…
—Bill…
Solo eso, la forma en que Tom dijo su nombre, fue suficiente para parar cualquier protesta. Cuando Bill
retiró la camiseta por sobre su cabeza, junto a la boina, pudo sentir los ojos de Tom en cada pedazo de
su piel, de su piel lastimada.
Bill no tenía problemas en esconder sus heridas de Aster, Andreas y D, pero Tom siempre sabía. Se
había lastimado la cara, sí, pero no había forma en que el resto de su cuerpo saliera ileso. No era tan
grave como en su cara, pero para Tom era suficiente.
Gentilmente, Tom se acercó paso a paso, haciendo que Bill retrocediera hasta que sus piernas tocaron
la cama.
—Tom… —dijo Bill, su voz temblaba de miedo. No entendía qué estaba pasando. Se sentía vulnerable
y asustado y quería a su Tom de vuelta.
El rastudo levantó las manos y las puso en los hombros de Bill, haciendo que el chico se sentara. El
pelinegro quería hacerse bolita y esconderse, su corazón latía furiosamente y estaba muy asustado. Si
salía sano y salvo de esta, juraba no dejar que Tom volviera a beber nunca más. Nunca.
Mientras Bill abrazaba su cuerpo con sus propios brazos, Tom inhaló y exhaló, parpadeando un par de
veces antes de arrodillarse frente a él. La respiración de Bill quedó atrapada en su garganta y no supo
qué hacer, o qué decir. Tom estaba frente a él, de rodillas. Se estaban mirando el uno al otro, uno
respirando pesadamente y el otro temblando de anticipación.
Tom levantó una mano a los brazos de Bill y los descruzó. Apreciando la vista frente a él, el rastudo se
inclinó hacia adelante y besó un moretón en el abdomen del pelinegro, sintiendo como éste se tensaba
ante ese leve roce. Haciendo sonidos tranquilizadores, lo besó otra vez antes de moverse al siguiente,
una marca más amarillenta, justo al lado de la primera.
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Bill podía sentir como toda su piel se ponía de gallina y, nuevamente, perdió el sentido de sus
pensamientos.
Tom estaba… piel… labios cálidos… besando… calor… suave… especial…
Siseó levemente cuando los labios de Tom rozaron un rasguño, pero no pudo negar lo maravilloso que
se sintió. Tal vez, dejaría que Tom siguiera bebiendo, si es que esto iba a pasar cada vez.
Bill quería tocar a Tom, quería meter sus dedos en las rastas rubias, quería besarlo y contornearse
debajo de él.
—Tom… —gimió el pelinegro, cuando los labios del mayor besaron el hueso de su torso, sobre su pezón.
Tom hizo un sonido de aprobación y besó el cuello de Bill y, otra vez, su mejilla herida, antes de
retroceder y ver al chico a los ojos.
Los ojos del menor parpadearon hasta cerrarse cuando Tom acunó su mejilla con su cálida mano,
acariciándola con sus dedos rasposos.
—Tan hermoso… —escuchó el susurro del rastudo, antes de que se inclinara.
Bill abrió los ojos para ver al mayor inclinándose hacia su rostro, sus labios se separaron, esperando.
Se sonrojó, nunca se había imaginado estar tan cerca de la persona a la que amaba. Y ya podía sentir
el dolor de su corazón, al darse cuenta que al día siguiente, Tom no se acordaría. ¿Podría… sería capaz
de seguir actuando solo como amigos?
—Tom… por favor… —susurró, sintiendo como las lágrimas se reunían.
No podía. Besar a Tom, tocarlo y ser tocado de esta forma… Quería que Tom lo recordara, que lo hiciera
de todo corazón y no solo por una ilusión inducida por el alcohol.
—¿Puedo? —Preguntó Tom. Sus labios rozaban los de Bill.
—Yo… —El menor tartamudeó y Tom lo tomó como un “sí”.
La suave presión de sus labios, hizo que Bill gimiera. Por ambos, placer y angustia, sintiendo que
explotaría por la impresionante colección de emociones que lo estaban embargando.
Mientras Tom separaba sus labios con la punta de la lengua, el rastudo soltó su cara. Sintió los dedos
callosos del mayor, acariciando sus brazos hasta que llegaron a sus manos. Por un momento, Bill estaba
más preocupado con la idea de que Tom fuera a entrelazar sus dedos, en lugar de la lengua del mayor
entrando a su boca.
En lugar de eso, Tom sujetó sus manos y las levantó para que Bill pudiera ponerlas alrededor de su
cuello. Tan pronto como Bill lo hizo, las manos del mayor volvieron a la piel cálida y se posaron en su
delgada cintura.
Finalmente, Bill notó como la otra lengua se frotaba con la suya, tocando la bolita metálica de su propia
lengua. Gimiendo suavemente, Bill correspondió el beso, apretando los dedos en las gruesas rastas,
antes de cambiar de opinión y sacar la gorra y la bandana del mayor. Con dedos expertos, desató las
rastas y las dejó caer, tirándolas gentilmente y abrazando más fuerte al chico.
Odiaba ser débil ante Tom, como se sometía a él, sin pelear en absoluto, aun sabiendo que tendría que
sufrir las consecuencias.
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Tom gruñó y besó a Bill un poco más fuerte, como si sintiera todas sus inseguridades y quisiera alejarlas.
Lentamente, Bill se recostó sobre la cama con el cuerpo de Tom encima del suyo. Sus labios todavía
estaban unidos, en un beso suave y cariñoso y Bill tuvo la idea de que la embriaguez de Tom le estaba
pasando la cuenta.
Rompiendo el beso, pero no sus miradas, movió su cuerpo más arriba en la cama y Tom siguió sus
movimientos. Cuando su nuca llegó a la almohada, se ubicó de costado, impidiendo que el mayor se
pusiera encima de él.
De algún modo, el rastudo entendió y se recostó junto a Bill, enfrentándolo. Se quedaron mirando el uno
al otro y Bill se sentía inseguro de lo que él, como el sobrio, debería hacer a continuación. Las manos
de Tom todavía estaban en su cintura desnuda, acariciando suavemente, instándolo y Bill,
definitivamente estaba de humor para acurrucarse.
Con movimientos lentos, se acercó y sonrió cuando Tom abrió los brazos para él, dando la bienvenida
al menor contra su pecho. Bill acarició con su nariz el cuello del mayor y suspiró tranquilamente, cuando
los brazos del mayor lo envolvieron.
—Gracias… —susurró el pelinegro, dando besitos a la mandíbula del otro—. Gracias, Tomi…
Tom no respondió, pero acarició el cabello pelinegro hasta que ambos se quedaron dormidos.
&
Continuará &
¿Verdad que fue muy bonito? Ni siquiera borracho, Tom fue abusivo con Bill. Y ese inicio de “quítate la
ropa”, fue de lo más sexy, ¿no creen? Pero al día siguiente, Tom despertará y Bill asegura que no
recordará nada, pero ¿qué opinan ustedes? >///< Los dejo a todos invitados a continuar con la lectura.

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