Miguel Machalski, guionista franco
Transcripción
Miguel Machalski, guionista franco
Miguel Machalski, guionista franco-argentino: ''Chile se está empezando a poner las pilas en el cine'' por Ximena Jara Asesoró el guión de cintas como “Million Dollar Baby”, de Clint Eastwood, “Mar Adentro”, de Alejandro Amenábar y “Saraband”, de Ingmar Bergman, entre otras. Ahora está de visita en Chile, y trabajará con un grupo de jóvenes guionistas en la Cineteca. Su opinión sobre el séptimo arte nacional es optimista, aunque aún lo sitúa por debajo del estándar argentino, mexicano y brasileño. Está nacionalizado francés, pero su acento porteño delata al argentino que lleva adentro, a pesar de los años fuera de su país. Sólo las ‘erre’ se han transformado un poco durante los treinta años que ha vivido en París. Músico y poeta en los comienzos, Miguel Machalski ha alcanzado prestigio mundial sin embargo por su asesoría de guiones, área en la que ha trabajado con Alejandro Amenábar (con “Mar Adentro”) , Clint Eastwood (“Million Dollar Baby”) y hasta el mismísimo Ingmar Bergman (“Saraband”). Profesor de guión en la internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba, además de su trabajo como asesor en Francia, se encuentra en Chile de paso, para asesorar a los ganadores del concurso de guión de excelencia, organizado por la Cineteca y la Embajada de Francia. Nacido en 1954, llegó a Francia hace tres décadas, y todo el primer tiempo vivió de sus habilidades artísticas: daba conciertos, componía y acompañaba a músicos. Hoy, ya lejos de esos tiempos, conserva el hábito de tocar guitarra casi todos los días, y asegura que su aprendizaje musical ha sido una buena herramienta para la escritura de guiones en su vida. “El hecho de ser músico no está deslindado de la escritura guionística –asegura-, porque es una cuestión de ritmos, de contrastes, de ambientes, de sentir que tienes que ser más alegre o más triste, que tienes que ir rápido o lento”. Finalmente, admite, ambos tienen una importante base en el tempo. Crítico del cine de ‘fórmulas’ o ‘recetas’ destaca el hecho de que el cine independiente hecho fuera de Europa y Hollywood esté alcanzando más notoriedad y se empine en calidad por sobre lo que se realiza en el Primer Mundo. En es sentido, asegura, la cátedra la lleva el celuloide asiático, aunque el latinoamericano –con los argentinos a la cabeza- también tiene cosas que decir. Inicialmente vinculado a la literatura y luego de publicar dos volúmenes de poemas, confiesa que no tiene tiempo para escribir versos más que de manera esporádica, pero que mantiene una cosmovisión poética que se refleja en sus trabajos, aunque exista la exigencia adicional de hacer algo ‘rentable’. “Hay que negociar entre la poesía y los imperativos de mercado. Escribir un guión es una acción estratégica y creativa; quizá lo más difícil para el guionista sea trabajar en los dos niveles al mismo tiempo” -Hacer el ensamble. -Sí, porque escribir un guión muy poético, si no tiene viabilidad de mercado, no sirve para nada. Un guión tiene que convertirse en una película, y el trayecto es muy largo en tiempo, dinero y cantidad de gente que interviene. -¿En qué momento haces tu tránsito entre la literatura y el guión? Claramente no son lo mismo. -No. Es más, yo diría que el guión no es un género literario. Uno está escribiendo palabras –que son imágenes- sobre el papel, que es la pantalla. El arte es ver cómo un tipo de expresión, que es la escrita, se convierte en otro, que es la imagen. Son dos soportes distintos con lenguajes muy diferentes. Por eso muchas veces lees un guión y es muy poco interesante la forma en que está escrito, pero eso no tiene la menor importancia, porque lo que escribes son películas, no obras literarias. -Por lo tanto un escritor no necesariamente tiene una ventaja sobre una persona común y silvestre a la hora de hacer un guión. Puede funcionar, pero no hay garantías, ¿o si? -Totalmente. Hay muchos productores que cometen el error de contratar insignes escritores, partiendo de la base de que si es muy buen escritor, forzosamente será buen guionista, y no es el caso. Cuando el escritor quiere adaptar su propio libro es aún más complicado. Conozco muchos casos de escritores que son excelentes y no han sido buenos guionistas, como el argentino Juan José Saer, que es un gran escritor; considero que sus guiones nunca han sido muy buenos. Son disciplinas diferentes. Buenas ideas, poca rentabilidad: siga participando -Has dicho que cuando debes hacer una asesoría de guión, haces un informe en el que evalúas la estructura, la historia, el ritmo y la factibilidad comercial de un proyecto. ¿Puede suceder que un guión sea estupendo en todo, salvo en lo comercial? -Por supuesto. <¿Y qué pasa con ese guión? -Va a la basura. Inversamente: si tienes un guión con mucha factibilidad comercial, pero todo lo demás adolece de muchos defectos, tiene muchas más chances de hacerse que uno excelente pero sin viabilidad. Puede ser que el tema no sea muy atractivo o sea muy duro. Por ejemplo, la pedofilia, que es muy difícil de tratar. Hay productores a los que sólo con mencionarles el tema dicen ‘en eso no me meto’. Pero también ayuda mucho el elenco, el realizador o si ya hay una parte de financiamiento. Los productores, a veces, antes de leer el guión leen el expediente: quién escribe o realiza, quién coproduce, qué premios ganó o cuál es el elenco. Un guión es la base para que un realizador haga su trabajo. Polansky, por ejemplo, no escribe guiones; él no necesita un guión maravillosamente bien escrito, sino una historia que lo inspire para hacer esas películas maravillosas que hace. Martín Scorsese es otro ejemplo, o Clint Eastwood, sin hablar de Federico Fellini o Andrei Tarkovski. -¿Puedes hacer un guión de un tema que no te interesa en absoluto, o asesorarlo? -Asesorarlo sí, escribirlo, no. Si me proponen un tema que me interesa, digo que como está planteado no, pero que tal vez se puede enfocar desde otra perspectiva. Si no, es un calvario. -¿Cuáles, de los guiones con los que has trabajado, te han conmovido luego, en su tránsito a la pantalla? -Un guión que me deslumbró fue el de la última película de Ingmar Bergman, Saraband. Claro, me dirás, es Ingmar Bergman, pero eso no quita que pueda no gustarte. Por ejemplo, la versión que yo leí de Mar Adentro –que me parece que no fue la que se usó para la película- no era nada muy impresionante, sinceramente. -Tampoco había muchas posibilidades de variación: era una historia real. -Sí, pero eso no quita. Las historias reales no tienen que estorbar la ficción, que es lo que muchas veces pasa. Estar cerca de la realidad no te garantiza una película buena ni interesante. Siempre puedes hacer un documental, pero eso es otra cosa; si haces una ficción te olvidas de la realidad. La anemia del cine europeo -Has dicho que –salvo excepciones-, el cine europeo padece de una anemia aguda. ¿Cuál es el diagnóstico del cine latinoamericano? -Creo que un exceso de bienestar o confort aletarga a la gente y mata la creatividad. No es casual que en momentos de crisis haya mucha creatividad. El cine se ha industrializado mucho en Europa, y eso lleva a que el peso del mercado sea muy fuerte, lo que a su vez implica una tendencia a repetir fórmulas. Hay muy poca audacia. Personalmente, me parece interesante el cine asiático, el africano –que se ve menos, y que tiene muchos problemas, porque no tienen fondos propios-, y el latinoamericano, que tiene creatividad y energía. -¿Cómo funciona tu trabajo con guionistas en Cuba? ¿Hay aprensiones o trabajas con total libertad? - Lo que pasa es que la escuela de San Antonio de los Baños es una isla dentro de la isla. Los propios cubanos que están ahí hablan con mayor libertad dentro del recinto que cuando salen. Es un espacio privilegiado: tienen internet con más facilidad que en otros lados, hay más canales de televisión, porque es una escuela internacional. Hay libertad total para tratar cualquier tipo de cosa. -Se ha dicho que una de las grandes razones para el éxito del cine argentino es la cohesión que hay entre productores y realizadores. ¿Crees que es así, o es netamente el tema creativo lo que los ha catapultado? -Creo que funciona muy bien la idea de que todos apoyen la película con la misma convicción, y creo que en Argentina se da un proceso así. Al mismo tiempo, creo que en los últimos diez años, en gran parte gracias a la Universidad del cine de Manuel Antin, hay una camada de cineastas muy creativos, como Lucrecia Martell, Adrián Caetano y otros. Pero con lo estratégico hay que tener cuidado, porque si siguen así, van a empezar a formatear el cine argentino como un tipo de producto. Es un poco lo que está sucediendo, y un debate que se está dando. Lo cual sería una paradoja: la receta para hacer cine independiente. -Pero pasa todo el tiempo. El cine de autor francés se convirtió en una receta: está muy empobrecido porque quieren seguir en el cine de autor, como la nouvelle vague (nueva ola), que tuvo su razón de ser hace cuarenta años, ahora es un poco una formulita. ¿Qué países latinoamericanos te parece que llevan la delantera en el cine? -Argentina, que ha despuntado. Creo que de México están empezando a salir cosas muy interesantes, igual que en Brasil. Me parece que Chile también está empezando a ponerse las pilas muy seriamente. Estoy viendo cosas muy interesantes. Me parece que hay ganas, que hay energía, y eso lo he notado en el festival de Nantes, donde llegaron tres producciones chilenas en la selección.