CASO 6 - PROY PEAM Univ Nac de Río Cuarto _2
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CASO 6 - PROY PEAM Univ Nac de Río Cuarto _2
PROYECTO DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE RÍO CUARTO La educación intergeneracional: un abordaje innovador donde aprenden grandes, jóvenes y chicos Cartas que van y vienen entre adolescentes y sus `amigos invisibles´: adultos mayores con quienes intercambian anécdotas, comparten gustos, y descubren respuestas a muchas preguntas que surgen en el camino. Cuentos que se escriben en las voces de grandes y chicos, acercando la literatura a jardines de infantes cordobeses. Estas son solo algunas de las actividades de enseñanza en manos de mayores, que llegarán a un público de lo más heterogéneo. La propuesta proviene de “Adultos mayores hacia la construcción de nuevos imaginarios. Encuentros intergeneracionales para consolidar diálogo y solidaridad entre las distintas edades”, del Programa Educativo de Adultos Mayores (PEAM) de la Secretaria de Extensión y Desarrollo de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Una de las siete iniciativas, reconocidas con el XVI Premio Bienal “Proyectos Educativos y Personas Mayores” de la Fundación Navarro Viola. Lucila Amaya, docente y responsable del proyecto, explica en esta entrevista porqué y cómo la convocatoria del Premio dará lugar a esta experiencia de trabajo inspiradora, centrada en el rol de la persona mayor no solo como aprendiente sino, y principalmente, como enseñante, que convocará a `alumnos´ de distintas y diversas generaciones. Aspiran con ello a “inaugurar en el contexto local la concepción de la educación intergeneracional como principio innovador que oriente nuevas prácticas superadoras en el campo de la educación”. Se sumará así a los cerca de 70 cursos y talleres gratuitos destinados a hombre y mujeres, adultos, de la ciudad de Río Cuarto y región, que lleva brindados esta casa de altos estudios. FNV: -¿Cómo surge esta idea que atraviesa el proyecto, la de la `educación intergeneracional´? Lucila Amaya: -Surge a partir de la convocatoria. Esta idea del adulto mayor no solo como aprendiente sino como enseñante fue para nosotros un disparador. El PEAM tiene una vasta trayectoria en participación de los mayores, en su apropiación a espacios educativos. Ellos han desarrollado un entrenamiento en animación de talleres en sus áreas de conocimiento e interés, llegando a distintos sectores de la comunidad a través de diferentes proyectos. Tratando de fortalecer todo ésto y pensando en el rol de enseñantes, se nos ocurre generar espacios en donde pudieran interactuar con personas de otras edades -es decir, que no sea una propuesta cerrada o excluyente para personas mayores- y promover aprendizajes e intercambios. Y buscando, además, hacer un aporte a la construcción de nuevos imaginarios de vejez en generaciones más jóvenes. FNV: -¿Hacia dónde apuntarían esos nuevos imaginarios? L.A.: -A una mirada positiva de la vejez, del envejecimiento. Una mirada centrada en las posibilidades, en las capacidades más que en los déficits. A que el mayor es una persona con mucho potencial todavía para desarrollar. Y a que esa mirada como dice la teoría de Maslow- repercuta en otras personas, que se transmita y produzca un efecto de contagio hacia el más próximo, ya sea en la comunidad, en la escuela, en el lugar donde ellos estén participando. FNV: -¿Qué le aporta lo intergeneracional a una propuesta educativa para personas mayores? L.A.: -En primer lugar aporta una labor de revisión de los prejuicios relacionados con las distintas edades que cada uno va heredando y tomando. Porque un espacio en donde todas las edades -o diferentes- puedan convivir, intercambiar y compartir, hace un aporte a ver al otro más allá de esos prejuicios; que pueda reconocer en el otro cosas de uno, y en ese espacio generarse conocimiento y hacerlo circular. Buscamos generar esos cruces, fundamentalmente entre jóvenes y mayores, que es donde suele haber una contradicción o una contraposición muy grande. FNV: -¿De qué modo promoverán esos intercambios, esos cruces? L.A.: -Algunas propuestas están planteadas a partir de experiencias pequeñas y previas. La de la carta, por ejemplo, surge en el taller de la asignatura Formación para la vida y el trabajo que tienen los chicos en la escuela media. La materia tiene entre sus objetivos que conozcan trayectos laborales y vitales de personas mayores. Les propusimos propiciarlo a través de una relación epistolar: ida y vuelta de cartas entre jóvenes y mayores, donde pudieran contarse esos trayectos, esas historias de vida. Para algunos de los jóvenes, incluso, resultó ser la primera vez que alguien les escribía una carta. La experiencia terminó con un encuentro donde finalmente se conocieron, y quisieron seguir el contacto. Los resultados fueron tan buenos que nos pareció interesante incluirla en el proyecto. Es una forma de rescatar otro modo de vinculación en este mundo tan técnico, con otro modo de decir las cosas, con otros tiempos. La carta está, inevitablemente, vinculada a la memoria. FNV: -Y a lo que significa, para una persona mayor, volver a escribir una carta... L.A.: -Y de esperarla, tan diferente a la cuestión del `ya´, como se vive ahora. La expectativa de esperar días una respuesta, y toda la magia que eso genera. Inclusive para los jóvenes, es una forma de encontrar a alguien con quien contarle sus cosas más personales. Porque por ahí pasa, que en ese acelerado ritmo de vida que llevan o por cuestiones familiares o de otro tipo, no encuentran el espacio para poder hablar con alguien de sus cosas más íntimas. Además de la propuesta de la carta, realizaremos actividades preventivas, artísticas -entre otras- y combatir así el aislamiento de las personas mayores, creando redes. FNV: -Entre esas actividades, incluyen propuestas de juego con los más chicos. L.A.: -La propuesta del juego surge pensando en la infancia. Los niños juegan mucho con la computadora o se relacionan con los juguetes más como una cuestión de consumo. Nos pareció importante rescatar los juegos tradicionales o los que jugaban las personas mayores, para propiciar espacios de encuentros humanos, es decir, no desde la pantalla o del comprar, sino desde la simpleza de, tal vez, jugar con unas piedritas. En esos encuentros, que son al mismo tiempo recreativos y culturales, se da también ese reconocimiento de los otros como distintos, que suma a la tolerancia, a una convivencia social más amena, a la no confrontación de edades. FNV: -Y juntos, ¿construirán nuevos saberes? L.A.: -Claro, por las distintas edades e historias de vida. Cada uno vendrá al encuentro con sus saberes y en ese espacio quizás, lo que traiga uno sea disparador para que el otro también socialice. La diversidad ayuda mucho a que puedan salir del asilamiento, de la inercia, de la no reflexión sobre algunas cosas. La propuesta apunta a otra concepción del espacio educativo, históricamente pensado o estructurado en función de edades similares. De allí que planteamos, como algo innovador, la educación intergeneracional, ésto de: por qué no generar un espacio educativo de aprendizaje que sea compartido por personas de distintas edades. Si es hasta incluso lo más natural, si uno lo piensa desde la familia, los clanes o las tribus. Y propiciar no solamente que uno aprenda, y que el otro aprenda, sino también que se conozcan y respeten, desde esas diferencias que los constituyen. EN PRIMERA PERSONA “Compartiendo con las otras generaciones se pueden lograr muchas más cosas” Amanda Valentinuzzi (67) es, desde hace 10 años, alumna del PEAM. Actualmente integra las Unidades de Gestión de Computación y de Educación Física, espacios al que pasan quienes culminan los dos niveles de taller y en el marco de los cuales participó de actividades intergeneracionales que serán retomadas y ampliadas en el proyecto distinguido con el XVI Premio Bienal de la Fundación Navarro Viola. “Me acerqué al PEAM al jubilarme. Necesitaba, psicológicamente, llenar un vacío. Fui docente 34 años, y los últimos 25, directora de una escuela de enseñanza media de la provincia de Córdoba -relata Amanda- Estuve tantos años en la parte educativa que después sentí como una necesidad continuar con alguna actividad de este tipo”. Los aprendizajes no tardaron en llegar: “El taller de Computación nos ha introducido una serie de conocimientos que nos ha permitido inclusive editar una revista digital y publicarla a través de WordPress para que toda la gente la pueda leer (http://www.libreedad.net/). Nos ha llevado, intelectualmente, a mantenernos activas. Y el taller de Educación Física, a mantener, en cierta forma, la salud del cuerpo”. Una buena combinación: “en uno, la salud mental, y en el otro, la física”. Como la mayoría de las actividades que impulsan desde el PEAM, los alumnos-adultos proyectan esos aprendizajes en la comunidad. Así, guiados por sus profesores, desparraman esos conocimientos adquiridos sobre todo entre los niños y jóvenes. Cuenta Amanda que los mayores que integran el taller de literatura, por ejemplo, llevan relatos fantásticos a escuelas primarias; los que participan en teatro, lo hacen con obras o estatuas vivientes que crean junto con los chicos; los que se inclinaron por la educación física, se suman en fiestas patrias, a través de bailes típicos, y junto a jóvenes del profesorado, en jornadas con mucha música, alegría y especialmente empatía. “Nos enseñamos un poco mutuamente -afirma- Llevamos nuestra experiencia y ellos nos dan, digamos, su juventud”. En su apreciación sobre estos “contactos intergeneracionales” subraya “la calidez y el interés que demuestran los jóvenes, tanto al compartir con nosotros, al enseñarnos, o al darles nosotros nuestra opinión”. “También nos pasa con los más chicos -aclara- pero sobre todo me gustaría destacar este respeto que tienen los jóvenes hacia los mayores”. Y en ese intercambio entre grandes, jóvenes y chicos también ocurren sorpresas como que sean los mayores quienes enseñen a los adolescentes, sobre Internet. Fue así que alumnos de escuelas secundarias tuvieron entre sus `docentes´ a Amanda, quien trae rápidamente al presente aquellos instantes: “Ayudamos a un grupo de alumnos que hicieron una investigación sobre el sida, dándoles las herramientas técnicas para que pudieran publicarla también en la Red: todos los pasos que tenían que seguir para usar el WordPress, para abrir un sitio, como hicimos nosotras con la revista digital”. Con los talleres del PEAM y encuentros con jóvenes y niños se dibuja gran parte del futuro de Amanda. En ese horizonte, sueña con un Estado que preste “más atención, más difusión y más apoyo económico” a iniciativas de este tipo. “El Estado en sí está un poquito ausente”, opina, a diferencia de “otros países donde están más abiertos”, demuestran una “mayor preocupación por la educación del adulto”. Y concluye con unas palabras, que sintetizan aquellos imaginarios que intentará construir esta alumna ejemplar en conjunto con sus compañeros `docentes´ y `estudiantes´: “Algo así como `Juntos, podemos más´. Compartiendo con las otras generaciones, se pueden lograr muchas más cosas”.